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Mis queridos y amados hijos:
Hoy, Me alegra tenerlos cerca de Mi Corazón, para que cada uno de ustedes pueda sentir el calor materno de Mi Llama Sagrada de Amor.
En esta Cuaresma, que está finalizando, Yo los invito a salir del desierto para ingresar en el Paraíso Eterno de Dios, que está en los Cielos.
Quiero llevarlos Conmigo, en esta próxima Semana Santa, por el camino sagrado del calvario; para que ustedes puedan recoger espiritualmente los códigos triunfantes de la Dolorosa Pasión de Mi Hijo.
En este tiempo, Nuestro Señor necesita que existan almas capaces de ser depositarias de Sus principios, valores y atributos, para que en el mundo puedan ser erradicadas la violencia, la guerra, la impunidad y la esclavitud que aún muchos hijos Míos siguen enfrentando día a día.
Yo deseo, como Madre, que ustedes le puedan ofrecer sus vidas a Dios como un ejemplo ante tantos pecados en el mundo.
Por eso, queridos hijos, Mi intención de Madre es llevarlos de la mano y, sobre todo, dentro de Mi Corazón por el camino de la revelación del Amor Crístico, que se expresa fielmente a través de la Pasión de Cristo.
Mi Hijo necesita testigos de Su Amor, ante tanta crueldad.
Mi Hijo necesita testigos de Su Misericordia, ante tantas injusticias.
Mi Hijo necesita pacificadores, ante tanta violencia y maltrato.
Por eso, ustedes deberán comenzar el ejercicio de apartarse y distanciarse de esas energías.
Por eso, Yo vengo a mostrarles el camino, el camino que los llevará hasta Mi Hijo, Jesús.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Después de transmitir el Mensaje semanal, la Virgen María complementó con las siguientes Palabras:
Mi Hijo les agradece por estar hoy aquí y a través de este Mensaje, que enseguida compartirán(*), comprenderán la esencia de lo que Él necesita en este ciclo. Porque esperamos, pero también rezamos, para que al menos una parte de la humanidad se pueda salvar, antes de que sea demasiado tarde; y para que principalmente la humanidad que será rescatada pueda guardar, en sí misma y en cada corazón, los Valores y los Principios de Dios que gestaron desde el comienzo la existencia de las razas y de los pueblos, la expresión auténtica de los valores divinos del pueblo de Israel.
Mi silencio viene a reconfortarlos. Mi oración viene a reconstruirlos. Mi Amor viene a elevarlos ante esta puerta espiritual y divina, que se abre hacia la Sagrada Semana.
La Iglesia de Mi Hijo está pronta, porque lo que brillará en Su Altar será el ofrecimiento de cada uno de sus corazones, eso es lo que Él espera ardientemente. No importa que sea imperfecto o que sea miserable para ustedes. Mi Hijo espera que sea verdadero, con la lealtad que puede vivir cada corazón de poder comprender el Llamado de Dios que, en este tiempo, viene a despertarlos a todos, porque la humanidad no puede dormirse por su indiferencia o negación.
La humanidad deberá ser la raza de los Nuevos Cristos. Y por esta causa, también rezo todos los días, así como rezo fielmente al lado de cada uno que se une a Mí, en oración.
Les agradezco y los animo a vivir una victoriosa Semana Santa, para que Cristo, Mi Amado Hijo, pueda gobernar cada corazón humano. Por esta ardiente aspiración del Señor, Yo les doy Su Paz, la Paz de Cristo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sean Luz en el mundo, para que haya Misericordia.
(*) La Madre Divina se refiere al Mensaje semanal.
Queridos hijos:
He aquí la Madre de la Santa Cruz, la Madre que contempla las cruces pesadas de todos Sus hijos.
He aquí la Madre de la Santa Cruz, la Madre que camina silenciosa e imperceptible al lado de cada corazón que suplica.
He aquí la Madre de la Santa Cruz, la Madre que sostiene en Su regazo y entre Sus Brazos a cuantos derraman lágrimas de dolor y de esfuerzo.
He aquí la Madre de la Santa Cruz, la Madre que acompaña y guía a los corazones buscadores de la verdad y de la justicia.
He aquí la Madre de la Santa Cruz, la Madre que en esta semana se prepara, al igual que Su Amado Hijo, para contemplar la Dolorosa y Victoriosa Pasión de Jesús.
He aquí la Madre de la Santa Cruz, la Madre que anima a todos Sus queridos hijos a servirse de los méritos de Cristo y a comulgar de los principios y de los valores de la vida evolutiva y crística.
He aquí la Madre de la Santa Cruz, la Madre que espera pacientemente el despertar de los Nuevos Cristos, que no temerán ni retrocederán, sino que con valentía caminarán adelante, preparando a la Tierra para el Retorno del Señor, el Maestro del Amor, Cristo Jesús.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz y Señora de la Santa Cruz
Queridos hijos consagrados como Hijos de María:
La paz, el amor y el bien de Mi Amadísimo Hijo, Jesús, esté en ustedes y los guíe para el cumplimiento de la Santa Voluntad de Dios.
En estos días previos, en los que sus corazones deberán prepararse, una vez más, para poder profesar sus votos de consagración a los planes de paz de su Madre Celeste, hoy quisiera renovar la importante misión con las Vírgenes Peregrinas, para que en este tiempo las Gracias de la Madre de Dios, tan necesitadas por las almas del mundo, puedan llegar a los que claman.
Por eso, queridos hijos, a través de su Casa Nuestra Señora de los Pobres, prepararán un nuevo ciclo del recorrido de las Vírgenes Peregrinas. Y cuando haya lugares en los que las situaciones sociales o de conflictos impidan Su peregrinación, llevarán la imagen peregrina a otra nación que, en nombre de esa nación hermana que no puede cumplir con esta misión de la imagen peregrina, pueda asumir a fin de que las Gracias se derramen.
Deberá haber más de un guardián de cada Virgen Peregrina. Las imágenes peregrinas deberán seguir una nueva hoja de ruta.
Queridos hijos, no puede haber imágenes peregrinas sin peregrinar. Por eso, esta será una misión y un compromiso de todos los Hijos de María consagrados, porque en un tiempo de caos es cuando más las almas necesitan de la cercanía de la Madre de Dios.
Por eso, tomen consigo las Vírgenes Peregrinas y salgan a las calles, a los barrios, a los asilos, a los hospitales y a cualquier lugar, porque les aseguro que siempre encontrarán un alma sedienta del Amor de Dios.
Será el compromiso de los cientos de Hijos de María ya consagrados que en misión lleven la Presencia de María a todos los lugares posibles. Yo estaré atenta a la respuesta de Mis Hijos consagrados.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice en esta nueva misión,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de La Paz
Queridos hijos:
Me alegra encontrarlos aquí, en esta sagrada casa, lugar predilecto del Sagrado Corazón de Jesús, espacio que gesta el alivio del sufrimiento de las almas.
Quiero decirles, queridos hijos, que Mi Corazón reza todos los días por la manifestación de la Casa de San Lázaro, casa que será consagrada en honor a ese importante hecho vivido por Mi Hijo, Jesús, en la resurrección de Lázaro; para que las almas que ingresen algún día a ese espacio reciban en su interior el poder de la resurrección, a través de los cuidados de amor con los que sufren y con los que están enfermos de cuerpo y de espíritu.
Todos ustedes son bendecidos por este proyecto de la Casa de San Lázaro. En poco tiempo, las puertas de la manifestación se abrirán, y será la hora y el momento, queridos hijos, de trabajar por el alivio del sufrimiento de los corazones que buscarán la paz, de muchos corazones que surgirán buscando el alivio porque no lo encontrarán en ningún otro lugar.
Aunque este proyecto parezca inalcanzable, para Dios no lo es, porque está dentro de Su Voluntad. Y hoy, vengo como su Madre del Alivio del Sufrimiento a recordarles este pedido.
Pero esta misión de la Casa de San Lázaro no es la única. Este Núcleo-Luz ampliará sus dimensiones y espacios. Por eso, les pido que ustedes se pregunten internamente si están prontos para ese momento. Porque mientras el planeta y la humanidad sufren de una forma desconocida, Dios colocará en algunos lugares del planeta Su Presencia a través de los espacios de luz, de amor, de caridad y de misericordia.
Yo vengo aquí a decirles, hijos Míos, que estoy con ustedes, que acompaño cada paso y cada momento de la concreción de la Casa de San Lázaro, como de los demás proyectos a través de este Núcleo-Luz, proyectos que algún día irán más allá de esta ciudad de San Carlos, proyectos que también renovarán el Núcleo en San Pablo, para que pueda resurgir por el impulso del servicio que las almas autoconvocadas han vivido a través de los tiempos, porque estamos en un momento de emergencia.
Los Núcleos-Luz no solo deben ser espacios de salvación o de rescate, sino que también deberán seguir siendo el arquetipo de una experiencia de vida, de una vida consagrada al Plan de Dios, de una vida que exprese a la Comunidad de Cristo en la Tierra.
Los pilares de los Núcleos-Luz son sostenidos por las almas que se presentan en ellos para cuidar de cada espacio como si fuera su propia vida, como ustedes se cuidan a sí mismos.
Aquí reina, en los planos internos de este Núcleo, un Aspecto de Dios que es el que impulsa la obra de la caridad, del servicio y de la misericordia, no solo a través de la materialización de la Casa de San Lázaro, sino también a través de los demás proyectos de servicio que aquí se viven y los que aquí algún día se vivirán; porque habrá otros proyectos que reunirán a otras almas diferentes a ustedes, pero que serán abrazados por el mismo impulso de Cristo de expresar el bien y la paz en un mundo perturbado, en una sociedad descompensada, en la familia que necesita de unidad.
Aquí está presente el Aspecto de Iod He Vaud He que es el Aspecto que representa al Gobierno Espiritual de Dios en la Tierra y en todo el universo. Sé que esta concepción es muy grande para ustedes y también para la vida interior, pero no se preocupen, únanse a Iod He Vaud He para que Él los inspire, para que Él les dé la fuerza, para que Él les otorgue la valentía y el coraje de alcanzar y de expresar Su Voluntad en la Tierra y en las almas.
Por un momento, piensen y mediten Conmigo, a través de cada esfuerzo que ha sido realizado en el proyecto de la Casa de San Lázaro y en el proyecto Fraterno Servir, ¿cuántas almas se han beneficiado, no solo encarnadas, sino también en los planos internos?, ¿cuántos ya alcanzaron el alivio del sufrimiento, aunque la Casa de San Lázaro aún no exista físicamente? ¿Comprenden, hijos Míos, hasta dónde quiere llegar el Amor de Dios?
Sé que ustedes necesitan de algo material para poder comprenderlo, pero Yo los invito a vivir internamente la expresión de la Casa de San Lázaro. Vivan la Ley de la Correspondencia y todo acontecerá conforme está escrito. Si este proyecto no fuera real para Dios, Yo no estaría hoy aquí. Por eso, vengo una vez más a reafirmar en ustedes esa Aspiración del Padre Eterno.
Hijos amados, entiendan, de una vez y para siempre, que el Padre Eterno es Quien desea ardientemente la Casa de San Lázaro. Porque en el final de estos tiempos, muchos, pero muchos, deberán resucitar en espíritu y también en vida, a través del servicio milagroso y auténtico que esta casa expresará a través de todas las manos y, sobre todo, de todos los corazones que se donen para reflejar dentro de la Casa de San Lázaro las bases ardientes y los principios de Figueira.
Este tesoro de la espiritualidad de Figueira es un tesoro incalculable, es un tesoro aún desconocido, es un Tesoro de Dios porque proviene de Su Corazón.
Ustedes, hijos amados, son parte de ese Legado. ¿Lo sabían? Siéntanse parte de esa historia que hoy se escribe en los espejos, en los Espejos de la Creación, experiencia del amor y de la redención de cada uno de ustedes; para que muchos más, en un estado de Gracia y de Piedad, alcancen la Misericordia y la oportunidad de que la vida de muchos seres humanos sean vidas dignas en el Señor, parte de Su Reino.
Hoy, abrazo con Mi Manto y sobre todo con Mis Brazos a esta casa, a esta obra y a todo su servicio. Y le pido al Santo Espíritu de Dios que, a través de Sus dones, Sus siete dones, los inspire, los guíe y los conduzca hacia Su Voluntad, Voluntad de Dios que está escrita en el corazón de cada uno.
Yo Me siento tan parte de esta obra, queridos hijos, que no lo pueden imaginar; nunca Me cansaría de decirlo, porque donde se ama de verdad está Dios, y donde está Dios está el alivio del sufrimiento para todos los que sirven en Su Nombre, Su Santísimo Nombre, que les da la fuerza de la superación y de la trascendencia, que les otorga la Gracia de levantarse todos los días, aunque hayan caído, para cumplir Su Voluntad.
Estas son Mis Palabras. Esta también es Mi aspiración: seré la primera en entrar en esa Casa de San Lázaro, porque Yo fui testigo del milagro que hizo Mi Hijo, Jesús, con San Lázaro. Así, una vez más, seré testigo del milagro que Mi Hijo hará en ustedes y en sus hermanos.
Celebremos este momento a través de la Santa Eucaristía, para que en los Altares de Dios sea presentada la ofrenda de cada corazón, de cada servidor y de cada colaborador que coloca su vida en un proyecto que aún sigue descendiendo del Cielo a la Tierra.
Ofrezcamos este momento.
Yo una vez más les agradezco por responder a Mi llamado. Los bendigo y los animo a seguir los pasos de Cristo, Sus huellas de Luz; los invito a seguir a Su Corazón.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Mis queridos y amados hijos:
Hoy, teniéndolos a todos en Mi regazo, Yo los invito a seguir orando y adorando al Cuerpo Eucarístico de Jesús, a fin de que aquí se cumpla el tiempo que está previsto en los Planes del Padre.
A través del Monasterio de la Puerta de la Misericordia, quisiera que, en este nuevo ciclo del Núcleo-Luz, abrieran esa puerta de Misericordia para los que más la necesitan; pero que principalmente ustedes, Mis amados hijos, aprendan en esta etapa a abrir la puerta del corazón para que todos puedan tener un lugar en ustedes, así como Dios, el Creador, tiene un lugar predilecto para Sus Hijos.
A través de la Sagrada Fuente de Jesús que abrirán aquí, en esta casa, para todas las almas, recuerden que desde los más pecadores hasta los más rescatados podrán servirse de la Fuente de Jesús para purificar su vida y, así, lavar de su rostro las marcas del pasado.
Hoy, una vez más, vengo a bendecirlos, vengo a animarlos y a impulsarlos para que Mi Sagrado Cielo siga expandiendo la Luz de la Eucaristía en esta necesitada ciudad de Belo Horizonte.
En nombre de Mi Hijo, Yo les agradezco por estos días que fueron compartidos.
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz y Señora del Sagrado Cielo de Dios
Mis queridos hijos:
Que la Luz y el Amor de Dios brillen siempre sobre esta Casa en la Colina, así será cuando aspiren siempre a vivir la caridad y el servicio por los que más sufren.
En estos últimos doce años de construcción y de manifestación del hospital espiritual de Padre Pío en este lugar, ustedes mismos experimentaron lo que significa el valor de la vida humana y, en todos estos años, aprendieron a protegerla a través del cuidado y del amparo de los que están más desfavorecidos.
Mis queridos hijos de la Casa Luz de la Colina, quisiera decirles que el Propósito de esta casa se cumplió según el fin por el cual fue creada: dar sosiego y alivio a los que sufren, inclusive a sus hermanos más cercanos.
Queridos hijos, quisiera volver a animarlos a seguir adelante, expandiendo las bases de la cura y del alivio de los que padecen en todos los niveles de la consciencia.
Sepan que, en el camino del servicio que recorrieron en estos años, estuvo Mi Hijo Jesús, a través de todos a los que ayudaron y en todos los que ayudan.
Por eso, quisiera que pudieran contemplar el valor de lo que significa amar en el servicio. Representa que, a través de sus propias manos, están acogiendo y sanando al mismo tiempo al Cuerpo de Cristo a través de sus hermanos más carenciados.
Casa Luz de la Colina siempre deberá ser esa Luz que se encuentra en la oscuridad de la vida.
Casa Luz de la Colina siempre deberá ser ese padre y esa madre espiritual de brazos abiertos, transformando la propia condición humana a través de la sagrada condición del servicio.
Casa Luz de la Colina siempre deberá ser el refugio de aquel que se siente descartado y desamparado.
Yo, en nombre de Mi Hijo, les agradezco a todos Mis valientes servidores de Casa Luz de la Colina por entregarse a los que más necesitan.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz y Señora de la Colina
Queridos hijos:
Con alegría y júbilo en Mi Corazón, hoy Me encuentro con toda la vida consagrada, que representa para Dios Su principal espejo, que puede reflejar en la Tierra la concreción espiritual del Plan de Dios.
Por eso, queridos hijos, la vida consagrada es el más precioso tabernáculo, en el que Mi Hijo Amado puede estar presente entre Sus compañeros y pacificadores.
Una de las causas de las interferencias del mal, en la vida consagrada, es que los consagrados pueden alcanzar la santidad en vida.
Ser santos significa vivir en y por Cristo, es caminar confiantes, siguiendo los pasos del Redentor.
En este tiempo, la vida consagrada vive sus tempestades y también sus tribulaciones. Esto no impide que la Gracia de Dios actúe y trabaje en los corazones.
Como Madre de todos los consagrados, vengo a decirle a cada hijo Mío que no se sienta solo o abandonado; que cada hijo consagrado sepa que lo más importante para Cristo son Sus compañeros de camino, los que todos los días comienzan de cero para poder cumplir la Santa Voluntad.
A todos los que viven la consagración y renuevan sus votos internos todos los días, Yo los llamo hijos valientes y esforzados, porque sé que tienen que vencerse a sí mismos, superando en cada paso la condición humana.
La vida consagrada es el gran lucero en la oscuridad de estos tiempos. Cada paso y entrega que vive el consagrado, en su día a día, representa una victoria que Mi Hijo alcanza en este planeta.
Que la vida consagrada se fortalezca y a aquellos hijos Míos, que están a las puertas de vivir algún día su consagración, Yo les digo que son bienvenidos al camino del apostolado y del servicio por los que sufren.
Les agradezco por este momento especial y por haber respondido a Mi llamado.
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz y Madre de la vida consagrada
Queridos hijos:
Que la vida consagrada represente, para todos los que siguen este camino, el lucero que ilumina la noche de la faz de la Tierra.
Que la vida consagrada sea el puente que une a las almas con Dios, a través de la vivencia de los Sacramentos.
Que en la vida consagrada se refleje el Rostro Vivo de Cristo para que, los que más necesitan de amor y de paz, lo puedan reencontrar a través de esa vida consagrada.
Recordemos que la vida consagrada, a pesar de atravesar también su momento de purificación, es parte del Cuerpo Místico de Cristo y que, siendo parte de Mi Hijo, la vida consagrada tiene la dicha de recibir una Gracia Extraordinaria de Dios.
Que toda la vida consagrada continúe caminando, a través de la fe, en la ardiente búsqueda de servir al Señor y de poder estar cerca de Su Divina Consciencia.
Que la vida consagrada se pueda fortalecer y afirmar en este planeta, para que la existencia de los Nuevos Cristos pronto sea una realidad.
Oro, día y noche, por toda la vida consagrada, para que sea un instrumento de paz y de caridad en el mundo que llegue a los que más sufren y padecen la ausencia de paz y de amor.
Que, a través de la vida consagrada, Mi Hijo pueda preparar Su Retorno a la humanidad, porque la vida consagrada será el espacio en donde Cristo afirmará Su próxima Obra de la redención del mundo.
A todos los que aspiran a la vida consagrada, que aspiren a vivirla, porque es en lo más profundo del ser en donde Cristo tiene que gobernar y obrar por el mundo entero.
La vida consagrada es la llama que nunca podrá apagarse en toda la superficie de la Tierra.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz y Madre de la vida consagrada
Mis queridos hijos de San Pablo:
Me alegra reencontrarlos reunidos en el Amor de Mi Hijo en esta Sagrada Casa de Dios, impregnada de las experiencias de servicio y de caridad, experiencias de despertar y de apertura para aprender a amar el Plan de Dios.
Hoy, estoy aquí con ustedes, especialmente para comenzar el nuevo ciclo del Núcleo-Luz en San Pablo, un ciclo preparatorio para los tiempos de emergencia, pero sobre todo para el acogimiento de las almas que sufren.
Queridos hijos, por eso desde ahora, les pido que abran el corazón y la mente, que se dejen guiar hacia lo que está previsto para este punto de Luz, para que pueda acontecer conforme Dios lo necesita.
He aquí, Mis hijos, el tiempo venidero de la renovación, de una renovación que necesita comenzar primero en cada uno de ustedes, para que luego se refleje en esta Sagrada Casa, bendecida por Mí, una y otra vez.
Mis hijos, les pido que, en este nuevo ciclo de renovación del Sagrado Núcleo-Luz, den el primer paso en la fe, en la confianza y principalmente en la apertura del corazón. Así se irá mostrando y manifestando el Propósito que aquí necesita concretarse.
Este Sagrado Núcleo en la ciudad de San Pablo es esencial, decisivo e importante por la misión que cumple en el Plan del Padre Eterno. Por este motivo, Mis hijos amados, Yo estoy aquí, una vez más como Madre Paulista, para impulsarlos a todos sin excepción a ingresar en esta nueva etapa del Núcleo-Luz.
Desde ahora, Mis queridos hijos, les deseo con todo Mi Corazón un muy buen comienzo de ciclo.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
Después de la venida de Mi Amadísimo Hijo a Argentina, como Madre de todos y Señora de Luján, vengo a bendecirlos por última vez.
Seguiré orando por ustedes, Mis hijos de Argentina; para que, a pesar de este traumático escenario social del país, sus corazones se reconforten con el Amor que Mi Materno Corazón les ofrece en este momento.
Mis amados hijos de Argentina, deseo que todos los impulsos que recibieron en estos últimos días los lleven en sus corazones, como parte del gesto misericordioso y compasivo de Dios por una Argentina que ya debe prepararse para el Retorno de Cristo.
Mientras tanto, Yo los animo, Mis hijos, a realizar obras de caridad y de bien, y a pensar que cada momento de servicio a los que sufren, lo estarán haciendo como un acto verdadero de reparación, a fin de que de la Argentina sea erradicada la violencia y el maltrato entre los miembros de la familia humana y para que retorne a la Argentina la esperanza, la fortaleza y la fe que ya se disolvió en muchos corazones.
Mis hijos, su Madre y Señora de Luján les pide que sean precursores de la esperanza y de la alegría que les da el Evangelio, porque así más corazones necesitados de Argentina tendrán la Gracia de volver a renacer en el amor y en el bien.
Les agradezco a Mis hijos de Argentina por haber acompañado cada uno de los pasos de Nuestros Sagrados Corazones.
¡Adelante, Mis hijos de Argentina!
Les agradece y los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz y Señora de Luján
Mis queridos hijos:
Soy la Señora de los Treinta y Tres, y Mi manto refleja toda la Luz del Sol, que ilumina y bendice a Uruguay.
Soy la Señora de los Treinta y Tres, y Mi túnica refleja el Espejo de los Cielos, que desciende sobre Uruguay para guiarlo y darle sabiduría.
Soy la Señora de los Treinta y Tres, la Madre Confederada, y Mi corona es el símbolo de la gratitud y del cariño de todos los orantes uruguayos.
Soy la Señora de los Treinta y Tres, la Patrona de esta nación y de todo el pueblo charrúa. Mi mirada está en la riqueza espiritual de la cultura ancestral indígena. Mi cariño está en los valores de la hermandad, de la solidaridad y de la ayuda que el pueblo uruguayo manifiesta y expresa como un don.
Soy la Señora de los Treinta y Tres, la Madre de los trabajadores y de todos los que se sacrifican día y noche para poder salir adelante, confiando en sus sueños, aspirando a alcanzar sus propias metas.
Soy la Señora y Madre de Uruguay, llamada Bendita entre todas las mujeres. Soy la Estrella del Sur de Uruguay, Soy Quien guarda en Su Corazón a los navegantes. Soy Quien cela por Amor a todos los que llevan el pan a la mesa de la familia.
Soy la Señora de los Treinta y Tres; Soy Quien prepara, en silencio, la llegada de Cristo a cada corazón.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Mis amados hijos:
Hoy, guardo bajo Mi Manto las causas más urgentes del planeta, que han herido gravemente al Corazón de Dios en este 2023; en un momento en el que la humanidad está confundida y perdida, en el que la intolerancia y la violencia prevalecen más que el amor, la verdad y la justicia.
He aquí, bajo Mi Manto, cada una de las situaciones que atiende, pero que también apremia a la Jerarquía.
He aquí, el clamor de todos los pueblos y de todas las naciones, de las familias y de los que claman por ayuda.
He aquí, hijos, la gran necesidad de la humanidad y de todo el planeta.
Hoy, vengo aquí a mostrarles esto para que lo contemplen Conmigo en oración y, más aún, en súplica, porque el mundo necesita de una solución inmediata. Y sepan que no solo Mi Corazón, sino también el corazón de todas las Jerarquías, están atentos a cada momento y a cada situación.
Yo vengo a guardar cada una de las causas urgentes bajo Mi Manto, porque el mundo y la humanidad no encuentran la salida, ya no pueden ver el camino de la paz y de la concordia.
Por eso, hijos, todos los que han orado durante este año que ya está finalizando, han sostenido junto con la Madre de Dios, a pesar de la gravedad de las situaciones, cada una de estas causas de las almas que claman y que piden por ayuda.
Por eso, Dios Padre, una vez más envía a Sus santos ángeles a la Tierra; para que, a través de Sus legiones y de todos Sus comandos, auxilien a la humanidad, que está perdiendo los valores de la lealtad, de la unidad y del entendimiento, que son bases primordiales de la fraternidad humana y del bien común.
Yo quiero que sepan, hijos Míos, que los verdaderos orantes comprometidos, en el día a día y a través de los tiempos, han ayudado muchísimo a la Madre de Dios en todo lo que su Madre Celeste atiende en este momento crucial de la humanidad.
Hijos Míos, Yo estoy aquí, a las puertas del último día del año 2023, para que comience un nuevo año de mayor amor, de mayor justicia y esperanza; porque las almas, los pueblos y las naciones ya no pueden seguir saliéndose de la Ley y, así, apartarse de la Verdad y de la Sabiduría que Dios les puede dar.
Por eso, este es el tiempo y esta es la hora de sostener el puente que se está rompiendo para que se restablezca, en cada momento y en cada necesidad, esa unión entre el Cielo y la Tierra.
No dejen morir el amor en ustedes ni en sus hermanos.
Vuelvo a decirles en el nombre de Mi Hijo Jesús, el Rey del Universo, que se amen los unos a los otros como Él los amó y los ama. No hay otra salida, hijos Míos, porque muchos, muchos hijos Míos en el mundo ya perdieron la esencia del Amor.
Y esa esencia del Amor, que es la esencia de la vida y de toda la creación, necesita resurgir en los corazones que se han apartado de Dios, en los corazones que ya se cerraron y que no se abren a escuchar la Buena Nueva del Retorno de Cristo, porque han perdido la fe, porque han perdido el amor, porque han perdido la esperanza.
Mañana, 31 de diciembre, último día del 2023, les pido a las almas, en los mundos internos, que no se olviden de los Universos Superiores que estarán atentos, una vez más, a la voz de las súplicas.
Se necesita de mucha Misericordia. Las almas necesitan de la Gracia y necesitan recuperar el amor para poder renacer en Cristo, que ya está llegando.
Hijos, mañana estaré una vez más con ustedes como la Aurora que anuncia lo nuevo, como el amanecer que trae la vida y la renovación, como el Soplo del Espíritu de Dios que anuncia el Advenimiento de Cristo.
En el día de la Madre de la Divina Concepción de la Trinidad, los Altares de Dios estarán abiertos, porque los ángeles abrirán sus puertas para acoger las ofertas de los corazones y, sobre todo, del Santo Sacramento de la Eucaristía que será ofrecido por un fin mayor, por un bien mayor, por un propósito mayor.
Que el 2024, año que prenuncia el Retorno de Cristo, sea un año de mayor misericordia y paz, de mayor fraternidad y justicia en el mundo, especialmente para los más inocentes y para las familias.
He aquí la Madre y Señora de las causas imposibles, Abogada vuestra, Mediadora entre las almas y Dios, Consuelo de los afligidos, Esperanza de los pobres, Refugio de las familias, el Espejo de la Justicia de Dios.
Les deseo el bien a todos. Yo estoy aquí y Soy su Madre, la Madre que no se detiene y que no descansa, la Reina de la Paz.
Les agradezco a todos los que responden al Llamado de Dios en estos tiempos críticos.
Mi bendición sobre los justos y los injustos. Mi bendición sobre los servidores, pero también sobre los pecadores. Mi Hijo quiere la salvación del mundo entero.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Queridos hijos:
Que, en la víspera de la Natividad del Señor, en los corazones y también en las familias puedan nacer valores de hermandad y de amor, de solidaridad y de comprensión, para que en el mundo se pueda alcanzar la paz.
Por eso, con la mirada puesta en el Santo Pesebre, reconsagren sus vidas como familia a la Sagrada Familia de Nazaret, para que todos los valores que hoy se están disolviendo en el mundo vuelvan a surgir a través de la consciencia de Mis hijos.
A través de la contemplación del Sagrado Pesebre, recibirán en esta jornada lo mismo que la Sagrada Familia recibió como inspiración de Dios, porque tuvimos la Gracia de ser parte del gran acontecimiento que simplemente cambió la historia de la humanidad.
Hijos Míos, quisiera que, en estos últimos días de la novena por la reconsagración de las familias, coloquen en sus oraciones y dentro de la esencia del Santo Pesebre a cuantos hoy en la humanidad no podrán vivir la Natividad del Señor, debido a sus situaciones de vida y a sus condiciones.
Quisiera que la Luz, que descendió en la humilde gruta de Belén, descienda sobre las familias que más lo necesitan en este momento.
Como siempre, Yo estaré unida a cada uno de Mis hijos, a todos los que en esta próxima Natividad del Señor celebrarán solemnemente el Nacimiento de Jesús, para que así Cristo vuelva a nacer en el corazón de todos Mis hijos, a fin de que exista una humanidad más justa, fraterna y servicial.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
La familia unida es el don más preciado de Dios. La familia es el tesoro original del Proyecto del Padre Eterno.
A través de los tiempos y de las diferentes humanidades, el arquetipo espiritual de la familia estuvo presente para que, en la unión entre sus miembros, se representara la virtud auténtica y espontánea que tiene cada familia.
Cada familia, para Dios, tiene un propósito de vida. Cada familia tiene una meta que alcanzar y concretar; pero esa concreción del propósito espiritual de la familia no se da por separado, sino que la familia, en el ejercicio perseverante del entendimiento, de la tolerancia y del amor, más allá de todas las cosas, permitirá expresar ese don espiritual que cada miembro de la familia tiene que manifestar.
En otros tiempos, como lo fue en la Sagrada Familia de Nazaret, ese Don de Dios, reflejado a través de la familia por medio de la caridad, del servicio y de la ayuda al necesitado, abrió las puertas internas para que nuevas familias se formaran, la célula del Proyecto de Dios se ampliara y las almas que formaron los grupos de familias pudieran alcanzar las mismas virtudes que una vez alcanzó la Sagrada Familia de Nazaret.
Hoy, los Sagrados Corazones de Jesús, de María y de San José, una vez más, emanan interna y espiritualmente el mismo impulso que fue gestado en el Sagrado Nacimiento de Jesús, para que las familias estén bajo el amparo y la protección de su propósito espiritual, a fin de que las familias del mundo, martirizadas y perseguidas por todas las amenazas de estos tiempos, puedan llevar adelante la expresión de ese arquetipo de familia, que es auténtico y original en cada familia que fue formada.
Por eso, la novena por las familias del mundo entero, en este mes de diciembre, nos recuerda que la familia es el centro de la Nueva Humanidad y el posible cumplimiento de la Voluntad del Padre a través de las familias.
Rezo todos los días por las familias.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Mis queridos hijos:
Que, en este mes de la Natividad del Señor, ustedes, al igual que los pastores de Belén, reciban con alegría el anuncio de la llegada y del nacimiento del Cristo Interno.
Este acontecimiento, que sucede año tras año, debería ser considerado especial y único por las almas; porque, inclusive las familias se ven en la oportunidad interna y espiritual de renovar sus votos como familia; y también cada miembro de la familia, más allá de la edad, sepa que espiritualmente podrá estar ante su propio Cristo Interno y, a través de Él, más cerca del Propósito espiritual de su vida.
Por ese motivo en el mes de diciembre, la Natividad del Señor les concede también una amnistía por los errores cometidos y a su vez les otorga a las almas la Gracia de poder redimensionar sus perspectivas internas, para que toda aspiración esté bajo el amparo de Dios y de Su Voluntad.
El Nacimiento de Cristo es algo más que un acontecimiento histórico, que es recordado por todos, es un momento en el que el Sagrado Espíritu del Amor y de la Paz de Dios puede traer alivio, aceptación, claridad y entendimiento en todas las situaciones de la vida.
Este es el principal motivo espiritual por el cual las familias del mundo son llamadas a rezar a los pies del Sagrado Pesebre, para que los miembros de cada familia estén bajo la misma protección y resguardo como lo estuvo la Sagrada Familia de Nazaret.
Representa y significa la posibilidad de recibir las mismas Gracias santificantes que la Sagrada Familia recibió; a saber: la Gracia de la fidelidad al Plan de Dios, la Gracia de la unidad, la Gracia del servicio abnegado, la Gracia de la compasión y la Gracia del amor por el semejante.
Estas Gracias obraron en los Corazones de Jesús, de María y de San José, para que nuestras personas pudieran ser el ejemplo de la Presencia Divina en la Tierra.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
Una vez más, los invito a todos ustedes a preparar en sus hogares la llegada de Cristo a cada corazón humano en esta próxima Natividad.
Yo los invito, de forma especial, a que preparen sus pesebres para que, como la Sagrada Familia de Nazaret, esperen la llegada del Niño Dios.
Este gesto amoroso de Mis hijos, de dedicar un espacio para preparar el pesebre, permitirá que internamente se vayan abriendo las puertas celestiales sobre el planeta para que toda la humanidad pueda ser ayudada.
Por eso, en nombre de la Natividad del Señor y por amor a todas las familias, Yo deseo que en la preparación del pesebre en cada hogar pueda comenzar a brillar la Luz de la Sagrada Estrella de Belén.
Esta unión con el símbolo espiritual del Santo Pesebre ayudará a millones de familias en el mundo; familias que, como células del Proyecto de Dios, atraviesan en estos tiempos innumerables situaciones y aprendizajes dolorosos que necesitan del bálsamo de la paz y del alivio de Dios.
En la preparación de los diferentes pesebres, en los hogares del mundo, se les concederá a los miembros de cada familia, por un momento, que tengan la Gracia espiritual de estar ante uno de los hechos de Amor y de Misericordia más importante de la historia de la humanidad.
Quisiera, como Madre, que esta próxima Natividad del Señor sea celebrada en reconciliación y perdón por todas las familias que atraviesan el horror de la guerra en sus pueblos y naciones, como también la guerra en las propias familias, a fin de que el Santo Espíritu de la Paz, de aquella Paz que colmó la Gruta de Belén, pueda estar presente en estos tiempos en todas las familias.
Recuerden, hijos Míos, que las familias son el futuro de la Nueva Humanidad. Por eso, debemos rezar por las familias para que cada familia alcance la expresión del deseo ardiente de Dios.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Queridísimos hijos Míos:
Que, en este próximo encuentro mariano de las 1 000 Ave Marías, sus voces incansables vuelvan a elevarse en súplica al Creador, para que se establezca la tan esperada paz mundial.
Para eso, queridos hijos, que en este próximo encuentro de las 1 000 Ave Marías, sus ángeles de la guarda y los ángeles guardianes de todos los orantes puedan interceder entre ustedes y Dios, elevando en oferta a los Cielos las más sinceras y honestas oraciones.
Quisiera que en cada nueva cuenta del Ave María que ofrecerán, pueda encenderse en ustedes el fuego divino de la oración; para que, como en Pentecostés, como en el Santo Cenáculo, descienda sobre ustedes el Santo Espíritu de Dios, que obrará a través de bendiciones y gracias sobre todos los que se autoconvoquen para este próximo encuentro orante.
Recuerden, Mis hijos, que su Santísima y Divina Madre se sirve, en cada fin de mes, del oratorio planetario de las 1 000 Ave Marías para interceder por las dolorosísimas y gravísimas situaciones que hoy enfrenta y atraviesa toda la humanidad.
Que sus oraciones verdaderas puedan abrazar a los más desprotegidos.
Que sus oraciones honestas puedan dar luz y entendimiento a todos los que toman las decisiones.
Que sus oraciones puedan detener el horror de las guerras y el derramamiento de sangre de los inocentes.
Que sus oraciones sostengan el equilibrio del eje de la Tierra.
Por eso, Mis hijos, les pido que, en este próximo encuentro mariano, sus voces se unan a las voces de todos los ángeles, y en especial a la voz de sus ángeles de la guarda, para que se cierren de una vez y para siempre las puertas del mal, y para que los más vulnerables y desfavorecidos sean protegidos, como así también la vida de todos los Reinos de la Naturaleza sea protegida.
Una vez más, Yo estaré atenta a la voz de las súplicas.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
Durante estos días y debido a la gravedad de las guerras y al derramamiento de sangre inocente, Nuestros Tres Sagrados Corazones se encuentran intentando detener el mal que invadió la mente y el corazón de Mis hijos de algunas naciones.
Por eso, hoy Yo vengo especialmente a pedirles que, ahora más que nunca, Me acompañen en oración para que los Tres Sagrados Corazones intervengan por todas las familias y especialmente por los niños que sufren la guerra, la aniquilación, la invasión y el maltrato.
En el nombre de Nuestro Creador y Señor del Universo, vengo a pedirles que las armas sean detenidas para que no se siga abriendo la puerta incierta de la maldad en el mundo.
Vengo a pedirles, en el nombre de Dios, que ya no predominen los intereses de las naciones, para que los más desfavorecidos no se vean en la urgencia de escapar del terror y de la muerte.
Queridos hijos, este es el esperado tiempo de la tribulación y del Apocalipsis. Por eso, más que nunca, Yo vengo a pedirles que todos los días reconozcan la Presencia de Dios en ustedes y que, a través de la Presencia Divina, recuerden que todos son hermanos y hermanas de un mismo Padre que está en los Cielos. Así, Mis hijos, el mundo como un todo no se seguirá apartando del Amor y de la Luz.
Rezo, día y noche, para que el mundo alcance la paz. Recen Conmigo todos los días, a fin de que los ángeles, atormentados por las guerras, se puedan sostener.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Después de transmitir el Mensaje semanal, Nuestra Señora acompañó la consagración de la Santa Eucaristía, según el relato siguiente:
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos a celebrar junto con nuestra Madre este momento de consagración.
Nos disponemos, en este momento, para participar de este misterio de Amor que Cristo nos dejó en la Presencia de María, Nuestra Señora.
Y, en el silencio de nuestro corazón, ante el Corazón de María, de la Reina de la Paz, purificamos nuestro corazón, nuestra consciencia; para que, bañados por Su Amor Maternal, preparemos nuestro mundo interior para volver a recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que serán transustanciados en esta celebración que María acompañará con atención y detenimiento.
Nuestra Madre nos dice, en este momento, que en la noche cuando Jesús estaba reunido con Sus apóstoles, Ella en otra parte de Jerusalén estaba reunida con las santas mujeres y, a través de sus espíritus, de sus consciencias, se unieron al sacrificio del Hijo de Dios, sacrificio que en el éter de la Tierra dejaría plasmada la presencia eterna de Su Amor y de Su Misericordia por las almas.
Y, en esa hora, todos los pecados desde Adán y Eva hasta el presente, hasta el final de los tiempos, estaban siendo contemplados por Nuestro Señor y por Nuestra Señora que, en reparación y en amnistía, ofrecían a Dios por medio de los ángeles.
Así, esa Comunión, que Cristo ofició y celebró con Sus apóstoles en la Última Cena, llegó a María, nuestra Madre, y a las santas mujeres, a través de las manos de los ángeles, por medio de una forma luminosa de Luz, forma que ingresó en el alma de María y de las santas mujeres para establecer definitivamente esa alianza con la Voluntad de Dios por intermedio del Hijo Primogénito.
En esa noche, en la que Jesús se encontraba con Sus apóstoles y María estaba reunida con Sus discípulas, las santas mujeres, cuando Jesús tomó el pan y lo elevó a Dios en acción de gracias, en ofrecimiento y en sacrificio, María le pidió a Dios que Ella pudiera morir espiritualmente junto a Su Hijo, por la remisión de todos los pecados que habían sido cometidos desde el principio, desde Adán y Eva hasta el final de los tiempos, para que las almas pudieran recibir la abundancia del Amor de Dios, ese Amor que los renovaría y que los ayudaría a seguir adelante en cada paso.
Así, Jesús partió el pan y ofreciéndolo a Sus compañeros con una mirada paterna, amorosa y atenta, les dijo, así como le dijo a Su Madre y a las santas mujeres, en espíritu: “Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados”.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Reverenciamos.
Y, así, la forma de Luz ingresó en los apóstoles, en María y en las santas mujeres, preparándolos para la Dolorosa Pasión de Jesús.
Y, antes de consumar esa alianza con el Eterno, Jesús tomó con Sus Manos el Santo Grial, que elevó a los Cielos, también en ofrecimiento y en sacrificio por las almas.
En ese momento, María Santísima y las santas mujeres, en Comunión Espiritual, se ofrecieron para ser las primeras celadoras de la Preciosa Sangre de Cristo, que sería derramada desde el momento de la flagelación hasta lo alto del Monte Calvario y, así, se pudiera establecer, en honor al Hijo de Dios, la ciencia espiritual de la Vía Sacra, de los impulsos crísticos que el Maestro dejó impregnados y grabados en cada paso de la Cruz.
Así, Jesús después de haber transustanciado el vino en Su Preciosa Sangre, pasó el Cáliz a Sus apóstoles y, en espíritu, a las santas mujeres, por medio de los ángeles, diciéndoles: “Tomen y beban todos de Él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, la Sangre de la nueva y eterna alianza entre las almas y Dios, la Sangre del Cordero que será derramada por la remisión de todas las faltas, hagan esto en memoria de Mí hasta que Yo retorne al mundo”.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Reverenciamos.
Y, en ese momento, los ángeles que estaban presentes en la transustanciación del pan y del vino, en la Última Cena, pusieron a disposición, a partir de ese tiempo y hasta el final de los tiempos, todos los cálices que recibirían el ofrecimiento de las almas que se consagrarían y vivirían por Cristo y en Cristo.
Así, colocamos nuestra alma y nuestro espíritu ante ese ofrecimiento; colocamos nuestra vida y nuestra esencia dentro de esos cálices para que, como esta celebración, esos cálices sean ofrecidos a Dios en reparación y en Misericordia.
Así, Jesús elevó Su Cuerpo y Su Sangre para testimoniar la Presencia Infinita y Misericordiosa del Amor de Dios.
Los apóstoles, María Santísima y las santas mujeres contemplaban, en ese instante, la institución del Legado Crístico de Amor y de Redención.
Oración: “Padre Nuestro”.
Y, así como Cristo representa la Paz universal y la Paz para el mundo, invocamos, junto al Corazón Inmaculado de María, el descenso de la Paz.
Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una Palabra Tuya bastará para sanarme.
Amén.
Y, así como compartimos la Paz de Cristo, vamos a irradiar la Paz de María a cada Cristo Interno.
Y, vamos a anunciar, en este momento, la Comunión Espiritual a todos los mundos internos y las almas que están en el mundo y que necesitan de esa Presencia Crística interior.
A pedido de María, en este momento de Comunión, vamos a cantar “Haz de mí nada”, para que en ese vacío interior que tenemos que buscar en cada paso, podamos ser colmados del Todo, de la Presencia de Dios.
Queridos hijos:
Mientras el mundo se hiere a sí mismo, que descienda el Sagrado Cielo de Dios, para que los ángeles transformen el odio y la venganza en paz y en amor.
Mientras las guerras agreden a los más inocentes y desprotegidos, que descienda el Sagrado Cielo de Dios, para que las familias protejan sus hogares y los niños tengan un futuro feliz.
Mientras el aborto interrumpe la cadena espiritual de la vida y de la armonía en el mundo, que descienda el Sagrado Cielo de Dios, para que la célula de la familia esté amparada y apartada de las invenciones del mal.
Mientras los refugiados y exiliados buscan con desesperación un futuro de esperanza y de justicia, que descienda ahora el Sagrado Cielo de Dios, para que los más necesitados reciban lo que tanto necesitan y estén libres de las temibles redes del tráfico humano.
Mientras la división en las familias coloca a cada miembro enfrentado con su propio hermano o hermana, que descienda el Sagrado Cielo de Dios, para que se cierren las puertas inciertas.
Mientras las ideologías son la tendencia que confunde y divide a los corazones de Mis hijos, que descienda el Sagrado Cielo de Dios, para que el Espíritu Santo dé entendimiento y sabiduría a cuantos lo necesitan.
Que descienda Mi Sagrado Cielo de Dios para que los que sufren sean aliviados y alcancen la Misericordia de Dios.
Invoquen al Sagrado Cielo de Dios para que se alcance la paz.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Les bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Mantengan la paz mientras estoy presente, porque el mundo necesita de paz.
Agradezco la respuesta de Mis hijos, la respuesta inmediata y sensata de todos los que se reúnen en este momento alrededor de la Madre de Dios, así como los ángeles de Dios están reunidos en este momento.
Regreso a Mi amada y predilecta Casa de Figueira, porque este lugar, bendecido por Mi Padre que está en los Cielos, Me ha abierto las puertas para que Yo pudiera llegar al mundo entero.
Por eso hoy, vengo a aliviar sus heridas; vengo a hacer desaparecer sus tristezas; vengo a hacer desaparecer sus agonías, para que de este mundo y de esta humanidad desaparezca el sufrimiento, que se ha agravado en estos tiempos.
Por eso, les vuelvo a decir, una y otra vez, que no pierdan la fe. Yo estoy aquí y Soy su Madre, que los guía y que siempre los guiará al camino seguro, el camino bendito hacia el Corazón de Dios.
A pesar de que este tiempo sea desconocido, a pesar de las dudas o aun de las incertidumbres, es hora de que confíen en el Supremo; porque Yo estoy aquí para abrirles la puerta hacia el Supremo. Yo estoy aquí para conducirlos hacia la Verdad y no Me cansaré de hacerlo, hijos Míos.
Por eso, llego aquí de forma incansable para que Mis hijos se restauren en Mi Corazón, para que siempre sepan que habrá un destello de la Esperanza de Dios que podrá brillar más allá de la oscuridad del mundo, más allá de la propia oscuridad interior.
Sean valientes, y decididos sigan los pasos de Mi Hijo. Él necesita construir el nuevo tiempo, a través de Sus apóstoles y servidores. Él necesita, de forma imperiosa en este momento, que haya testigos de Su Amor; porque el mundo no puede vivir sin el Amor de Dios, las almas no pueden vivir sin el Amor de la Fuente.
Ustedes saben que esto es así, hijos Míos. Por eso, Yo vengo aquí en el nombre de ese Amor Mayor, de ese Amor de Dios que los reunió a todos desde el principio para construir las bases de esta Obra Espiritual, formada por el Cuerpo Místico de Cristo, por medio de todas las almas que se congregan y que se autoconvocan, para que en este tiempo sean parte del ejército de Cristo, sin miedo a nada.
Hijos, mientras estoy aquí, en la alegría de este reencuentro con cada uno de ustedes, Yo les pido: confíen y despójense, para que la humanidad pueda ser despojada de sus conflictos, ambiciones y guerras.
El primer paso lo deberán dar ustedes mismos, porque son más conscientes que los demás, porque han sido agraciados por los tesoros del Cielo y de la Tierra. Solo eso es lo que les pide Mi Hijo, que den los pasos que Él necesita que ustedes den; porque es urgente que, en la superficie de la Tierra, estén presentes los Nuevos Cristos. Y esto no es para mañana, esta aspiración de Cristo es para ahora.
Sus espíritus fueron formados a través de la Palabra del Señor, pero sus consciencias también fueron forjadas para vivir la transformación, la purificación y luego la redención.
¿Por qué le temen a lo que están viviendo y atravesando en este tiempo, si están viviendo lo que ya estaba escrito?
El Amor de Dios siempre será mayor que todas las cosas. Ese Amor Mayor y Divino siempre los abrazará y los colmará, y si fuera necesario, Mis amados, el Amor de Dios les permitirá que Yo tenga a sus almas en Mis Brazos para enseñarles aún más sobre el Amor de Dios, el Amor de Dios que besa y que consuela, así como una buena madre besa y consuela a sus hijos.
Esto es lo que el mundo necesita en este tiempo, no puede perder el sentido y el camino del Amor Mayor; porque el Amor Mayor les hará comprender al semejante, los ayudará a aceptar todas las situaciones y todas las condiciones, por más difíciles que sean. El Amor de Dios siempre los ayudará a superarse a ustedes mismos, porque el Amor del Padre es el fiel testimonio de Su Presencia.
Lo que hoy sucede aquí, es obra del Amor de Dios; es Gracia de Mi Hijo, el Cristo; es Amor maternal de Mi Corazón por Mis hijos.
Por eso hoy, Yo vengo a prepararlos no solo para los próximos tiempos, sino también vengo a prepararlos para que vivan en estos días los encuentros con Mi Hijo, sabiendo que ya son los últimos encuentros, en los que sus almas y espíritus podrán beber de esa Fuente del Amor Consolador y Misericordioso, que disolverá todo mal y que los renovará por dentro para que puedan tener vida en abundancia.
Hagan esto por la humanidad, den los pasos por aquellos que no los dan, oren por los que necesitan de oración, vivan y tengan un gesto de amor y de misericordia por el prójimo.
Porque Mi ardiente deseo de Madre es que ya se sientan apóstoles del Cristo Redentor, viviendo la vida del apostolado, de la misión y del servicio; y no buscando ser apóstoles, aun en estos tiempos críticos, porque en sus corazones están todas las llaves que Mi Hijo les entregó para abrir las puertas al conocimiento mayor, para entender la existencia y la condición humana, para que esa condición humana no sea juzgada ni condenada, sino comprendida y aceptada a través del Amor de Dios que puede vivir perpetuamente en ustedes y se puede renovar a través de cada nuevo Sacramento.
Sepan que, cada vez que reciban un Sacramento, estarán delante de las puertas del Paraíso; porque los Sacramentos que Mi Hijo instituyó no solo son Gracias reparadoras, sino son oportunidades para que las almas se reencuentren consigo mismas y retomen el camino hacia el infinito Propósito.
Lo último que quiero decirles en esta noche, en la que puedo sentir un poco del amor de cada uno de Mis hijos, es que confíen en las virtudes y en los dones que Dios les regaló, porque cada vez que escuchen la Palabra de la Divina Jerarquía, cada vez que sean capaces de repasar Nuestros Mensajes para comprender un poco más lo que les decimos y todo en lo que los instruimos, están recibiendo la oportunidad de vivir los Dones de Dios.
Y la primera escuela para poder vivir los Dones de Dios es que puedan vivir ustedes mismos el Amor de Cristo, que los unge y los santifica en cada momento, cuando se arriesgan a colocar sus rodillas sobre el suelo para pedir Perdón y Misericordia, no solo por ustedes mismos, sino también por el mundo.
Que, a las puertas de la próxima Maratón de la Divina Misericordia, Mis hijos recuerden que siempre son agraciados y bendecidos, ante la emergencia de estos tiempos, ante millones de almas que, viviendo en la oscuridad, en el sufrimiento y en la guerra, no consiguen ver la Luz y el Amor de Dios.
Por eso, sus ofrecimientos son importantes en estos tiempos para que las almas se puedan salvar, especialmente las que más necesitan de la Misericordia de Cristo. Y eso no es solo con los que están lejos de aquí, sufriendo de una forma verdadera y, hasta diría, inexplicable, sino también con las almas que necesitan de salvación que podrían estar aquí entre ustedes, sin que lo perciban.
Por eso, amen lo que viven, amen cada nuevo ofrecimiento. Esto es lo que el Padre Celestial necesita para que Su Misericordia descienda al planeta y la Nueva Humanidad pueda ser una realidad.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Nos colocamos de pie.
La Madre nos va a enseñar una simple oración, para que nos animemos a imitar a María.
Repetimos:
Divina Madre,
consagra mi corazón,
para que pueda sentir
como siente Tu Corazón.
Divina Madre,
consagra mis ojos,
para que mis ojos puedan ver
como ven Tus Ojos.
Divina Madre,
consagra mis labios,
para que mis labios sean como Tus Labios,
que oran perpetuamente
por las almas y por la Creación.
Divina Madre,
consagra mis manos,
para que mis manos sirvan
con caridad y misericordia,
así como Tus Manos sirven
con caridad y misericordia,
marcando en cada paso un gesto de Amor.
Divina Madre,
consagra mis pies,
para que mis pies caminen
así como caminan Tus Pies,
buscando incesantemente la senda de Cristo, Nuestro Señor,
y confiando plenamente
en el Propósito de Nuestro Creador.
Divina Madre,
consagra mi alma,
para que mi alma viva
el mismo júbilo que vive Tu Alma
al responder en cada paso al Llamado de Dios.
Divina Madre,
consagra mi espíritu,
para que mi espíritu esté unido a Dios,
así como Tu Espíritu está unido al Padre eternamente.
Divina Madre,
despoja mi ser completamente,
así como Tú Te despojaste ante Dios,
siendo una Esclava perpetua de Su Proyecto.
Amén.
Vamos a pedirles a los sacerdotes que traigan los elementos aquí, para la consagración de la Eucaristía, que haremos junto con la Madre Divina.
Mientras tanto, vamos a entonar los Nombres de Dios y a intentar que esta oración, que María nos enseñó, pueda resonar en cada parte de nuestro ser, así como resuena en cada parte de nuestra Madre, en Su Espíritu, en Su Alma y en todo Su Ser.
Así, vamos a hacer nuestro ofertorio, el ofertorio más profundo de nuestro corazón, para que Cristo pueda estar entre nosotros en este momento; así como María nos trae a Su Hijo en este momento, en Divinidad y en Espíritu.
Vamos a cantar estos Nombres de Dios junto a la Madre Divina, invocando la presencia de los ángeles.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más