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Queridos hijos:
Después de la venida de Mi Amadísimo Hijo a Argentina, como Madre de todos y Señora de Luján, vengo a bendecirlos por última vez.
Seguiré orando por ustedes, Mis hijos de Argentina; para que, a pesar de este traumático escenario social del país, sus corazones se reconforten con el Amor que Mi Materno Corazón les ofrece en este momento.
Mis amados hijos de Argentina, deseo que todos los impulsos que recibieron en estos últimos días los lleven en sus corazones, como parte del gesto misericordioso y compasivo de Dios por una Argentina que ya debe prepararse para el Retorno de Cristo.
Mientras tanto, Yo los animo, Mis hijos, a realizar obras de caridad y de bien, y a pensar que cada momento de servicio a los que sufren, lo estarán haciendo como un acto verdadero de reparación, a fin de que de la Argentina sea erradicada la violencia y el maltrato entre los miembros de la familia humana y para que retorne a la Argentina la esperanza, la fortaleza y la fe que ya se disolvió en muchos corazones.
Mis hijos, su Madre y Señora de Luján les pide que sean precursores de la esperanza y de la alegría que les da el Evangelio, porque así más corazones necesitados de Argentina tendrán la Gracia de volver a renacer en el amor y en el bien.
Les agradezco a Mis hijos de Argentina por haber acompañado cada uno de los pasos de Nuestros Sagrados Corazones.
¡Adelante, Mis hijos de Argentina!
Les agradece y los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz y Señora de Luján
Queridos hijos:
Que la profunda Paz de Jesús esté entre ustedes, en ustedes y especialmente en los lugares en donde hoy se viven las guerras y los conflictos.
Después de más de 2.000 años, Israel y Palestina se siguen lastimando cruelmente.
Los pueblos hermanos pierden, vertiginosamente, la paz. Por detrás de los que sufren y son más inocentes, se planean ideas tenebrosas que solo buscan y alimentan el uso de armas y su venta en las naciones más frágiles y hostiles del mundo.
La economía de los países poderosos se fortalece tristemente de todo esto, a través del desorden y del sufrimiento de los que sufren la injusticia desmedida de esta actual humanidad.
Como Reina de la Paz, hoy vengo a pedirles que se unan fervorosamente por todas las necesidades del mundo; pero especialmente que se unan a la Oración por la Paz en Medio Oriente.
El hombre, inconscientemente, juega con las armas; y esto somete y degenera la paz, imponiendo órdenes humanos que encarcelan la libertad de las personas y de las naciones.
Mi amada Tierra Santa se convirtió en un escenario de horrores y de sangre.
Por todo lo que Mi Hijo dejó sembrado en el Evangelio, pero sobre todo a través de Su dolorosa Pasión; Yo vengo a rogarles, Mis hijos, que oren bien unidos, a través de la Oración por la Paz en Medio Oriente, para que no se cree ni se genere una tercera guerra, que podría no tener retorno. Ningún hijo Mío conoce el mal y su astucia.
Yo los llamo y los convoco como Mis ejércitos orantes. Así, sus manos en oración secarán las lágrimas del rostro de su Madre Celeste, por ver el sufrimiento y la agonía de los más inocentes.
¡Les agradezco por responder de inmediato a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Poemas al Inmaculado Corazón de María
Trigesimoctavo poema
Santísima Madre de la Contemplación,
Guardiana Sagrada de las Reliquias de Cristo,
Mensajera de la Palabra de Amor de Tu Hijo,
en este día, Te pedimos
que nos ayudes a vivir integralmente
todas las enseñanzas de Cristo,
para que, en este tiempo definitivo,
podamos ser un ejemplo de Redención y de Gracia.
Santísima Madre de la Contemplación,
ayúdanos a que cada Palabra de Cristo
resuene como un impulso de Luz dentro de nosotros.
Que, a través del Evangelio, nos autoconvoquemos
para servir a Dios sin condiciones,
teniendo como meta
aliviar el Corazón herido de Cristo
por todo lo que Él observa en el mundo.
Santísima Señora de la Contemplación,
enséñanos a comprometernos con el Camino de Cristo,
porque en adhesión, ayudaremos a preparar Su Retorno
a través de las obras de amor.
Que nunca perdamos la alegría de servir
y de reconocer que somos hijos de Dios.
Cuando consigamos despojarnos de nosotros mismos,
Te pedimos, Madre, que nos lleves de la mano
hacia el camino de la verdad,
en el que seguiremos redimiendo nuestras vidas,
que estarán al servicio del Plan de Amor
de Nuestro Señor.
Amén.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Mientras el mundo y las naciones se envuelven con el caos, hijos Míos, Yo los llamo a ingresar a Mi Corazón y encontrar la paz. Yo los llamo a cruzar los umbrales de la indiferencia humana que existen dentro de sí mismos, como en todo el planeta. Los llamo a perder el miedo de lo que es verdadero y desconocido para que, así, puedan mirar hacia el propio interior y encontrar lo que verdaderamente son.
Que puedan contemplar el infinito y saber que ese mismo infinito habita en su interior. Y así, como las estrellas guardan en su brillo un gran misterio que parece estar distante de sus vidas, así también, en su interior hay una esencia divina, cuyo brillo, hijos Míos, guarda no solo los misterios sobre ustedes mismos, sino sobre toda la vida, sobre el Plan y el Pensamiento perfecto de Dios para la humanidad y para todas las criaturas.
A pesar de todos los conflictos y sufrimientos, a pesar de todos los estímulos que día a día ustedes reciben para padecer, para perder la esperanza, para vivir la indignación y sentir el dolor de la injusticia, Yo hoy los llamo a estar más allá de todas las apariencias y encontrar lo que es verdadero, a pesar de que casi siempre estuvo oculto a los ojos humanos.
En estos tiempos, hijos Míos, nada más les será oculto, y en sus corazones pueden develar los misterios y dones divinos, pueden descubrir sus verdaderas potencialidades, pueden saber para qué fueron creados, cuál es el propósito de sus vidas; propósito que está más allá de la vivencia del perdón y de la redención, y que se guarda en la expresión y en la manifestación del amor, en aquello que el Amor Crístico despierta en ustedes y en todo.
Estos son tiempos de ser conscientes de la urgencia del planeta, de saber y percibir que el caos anuncia el Apocalipsis, y las Leyes que se cumplen y manifiestan lo que estaba escrito. Pero también es tiempo de saber cuál es la forma correcta de lidiar con la situación planetaria, y esto, hijos amados, no está escrito en ningún Libro Sagrado, porque es parte de la Revelación de estos tiempos; es parte de lo que deben vivir y experimentar en esta etapa evolutiva de la humanidad, y que no estuvieron prontos para vivirlo y conocerlo en otros tiempos.
Las llaves para cruzar los umbrales que los separan de la Verdad y que dividen los ciclos del viejo y del nuevo hombre se encuentran en Nuestras palabras; se encuentran en el estado en el que el Verbo Divino los coloca.
Por eso, no solo escuchen lo que les decimos, sino déjense elevar. Profundicen y busquen en el interior aquello que solo el silencio es capaz de mostrarles y, con esta fortaleza, estarán prontos para profundizar en el propio interior.
Es orando y uniendo el propio corazón a Dios y a los Mensajeros Divinos que podrán ser dignos de conocer lo que los hace semejantes a su Creador. Y de esa forma, hijos Míos, escribirán con sus vidas el Evangelio de estos tiempos; el Evangelio que es la concreción del fin, pero también, el principio de lo nuevo.
Les dejo Mis bendiciones para que estén más allá de todo conflicto interno o externo; para que estén guardados en Mi Corazón y, elevando el propio espíritu, puedan auxiliar a la humanidad a liberarse también de las amarras de la esclavitud de la ignorancia y de la ilusión.
Yo los amo, los amparo y con Mi Amor los guío para que estén en Dios.
Su Madre María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
Hoy les dejo a las almas y al mundo entero las promesas de la Rosa de la Paz para quienes tengan consigo esa santa imagen.
Estas promesas servirán de auxilio y de amparo para los corazones que tengan fe y esperanza, como también serán un puente de salvación para aquellos que más necesiten de luz y de redención.
Les entrego las Doce Promesas de María, Rosa de la Paz, a fin de que ellas sean el medio por el cual la Divinidad pueda obrar e interceder por el mundo
Las Doce Promesas de María, Rosa de la Paz
1. Proteger las casas y las familias de cualquier atentado o guerra.
2. Despertar la solidaridad, la fraternidad mutua y el bien entre los pueblos.
3. Sembrar los valores de la fe y de la comunión con Cristo con base en los principios del Evangelio y la Palabra de la Jerarquía Espiritual.
4. Reunir a las almas para estar en oración y en unión con las naciones, los necesitados y todos los que padecen adversidades.
5. Unificar a los corazones con el principio de una hermandad elevada y de una paz sin fronteras.
6. Depositar en el seno de las familias los atributos del amor y de la paz con base en todo lo enseñado por Cristo.
7. Disipar cualquier tipo de peligro, tentación, opresión o castigo de la consciencia humana.
8. Aprender a convivir en armonía con la Naturaleza y motivar e impulsar el cuidado y la protección de los Reinos Menores.
9. Reflejar en la consciencia humana la Sabiduría y el Discernimiento de Dios para tomar decisiones correctas y no decisiones precipitadas ni impulsivas.
10. Solidarizarse con el pobre, el moribundo, el huérfano, el enfermo y todo ser en sufrimiento moral, psíquico o material, a fin de aliviarlo y de aproximarlo a la Misericordia de Dios.
11. Confirmar, dentro de sí, la victoria del Amor de Cristo y la expresión del Amor en sus diferentes fases de la vida a través del servicio, la familia, la oración, la cura y la Instrucción.
12. Asumir el compromiso y la misión que se vino a cumplir a la Tierra, fortaleciendo la fe en la Madre de Dios, como Guía y Abogada de todas las almas.
Yo los ayudaré a que estas promesas se cumplan en ustedes.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, María Rosa de la Paz
La Revelación de Dios a los hombres
La Revelación de Dios a los hombres, hijos Míos, es eterna y comienza cuando el corazón humano va madurando y despertando, más que a la sabiduría, a la humildad.
La Revelación de Dios a los hombres sucede cuando el corazón es simple y reconoce la propia pequeñez, sin limitar la sabiduría y la existencia divina a su comprensión y a todo lo que ya fue revelado.
La Revelación de Dios a los hombres no se detiene, sino que, desde los Patriarcas hasta los días actuales, se profundiza y culmina solamente en la unidad plena del ser con Dios, en su retorno al origen.
El hombre en sí es la Revelación de Dios.
El verdadero autoconocimiento, que no es una ciencia humana, sino una ciencia espiritual y divina, es el que los conduce a la revelación del propio Dios.
Los seres humanos son, al mismo tiempo, las criaturas más próximas y más distantes de Dios.
La Presencia Divina en su interior y la unidad que guardan como potencial silencioso en su esencia, los hacen próximos a Dios.
Sin embargo, hijos Míos, la ignorancia y la indiferencia alejan a los hombres de sí mismos, de lo que verdaderamente son y, en consecuencia, los alejan de Dios y de la Verdad.
La Revelación de Dios a los hombres sucede con el despertar de la sed por la vida superior, con el descontento del espíritu con todo lo que la vida en la materia le ofrece, con el descontento del espíritu con su propia expresión de vida.
Cuando el espíritu se ve descontento consigo mismo y con el mundo, se mueve dentro de los seres para que ese descontento espiritual impulse a la consciencia a buscar la vida superior, a profundizar el despertar y el autoconocimiento que, en verdad, es el conocimiento de Dios en sí.
La Revelación de Dios a los hombres se profundiza a medida que la consciencia humana evoluciona y aquello que para los Patriarcas era un sentir inexplicable e incomprensible de Dios, solo una experiencia de Dios sin explicaciones, en este tiempo puede tornarse una revelación profunda y científica de la existencia humana y de la existencia de Dios.
El Padre Creador es simple y en Su Simplicidad guarda Sus misterios. Pero la mente humana coloca barrera tras barrera para conocer a Dios y pocos son los que profundizan en Su Presencia.
Este, hijos Míos, es el tiempo de la Revelación de Dios a los hombres porque está llegando un nuevo ciclo culminante para la consciencia humana.
Ha llegado el tiempo de renovar la historia.
Ha llegado el tiempo de los nuevos profetas, de los nuevos apóstoles, de la renovación de la santidad y de la fe en el corazón humano.
Porque, así como Dios despertó y levantó a los profetas y pueblos en la pura fe en el pasado para preparar el Nacimiento y la llegada de Su Hijo al mundo, también hoy, hijos Míos, levantará pueblos y naciones, corazones y espíritus para que preparen nuevamente la llegada de Cristo al mundo.
El retorno de su Señor será definitivo y marcará el fin de un tiempo, porque las últimas palabras de las Escrituras se cumplirán y el Evangelio que Él dejó en el mundo se renovará por las nuevas revelaciones que el Hijo del Hombre traerá a la Tierra.
Su Palabra será Vida y le revelará al mundo la verdad superior frente a la cual muchos estuvieron ciegos, a pesar de que ella siempre estuvo aquí.
Antes de la llegada de Cristo, así como en el pasado, la Revelación de Dios comenzará para los profetas del nuevo tiempo y el Evangelio Universal de Cristo se comenzará a escribir con la verdad que ya está emergiendo en el corazón de los hombres.
El Nuevo Testamento se está cumpliendo al mismo tiempo que la Revelación de Dios a los hombres se está profundizando, para que puedan escribir las Nuevas Escrituras, las Leyes que dictarán la nueva vida.
Abran sus corazones a la Revelación de Dios porque todo está siendo dicho para despertar y preparar a los corazones y a los espíritus de los hombres para este nuevo y definitivo ciclo.
Yo los amo y los bendigo,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Hijos Míos:
En el día de San Pedro y de San Pablo, festividad de los primeros misioneros de Cristo, he venido a Ginebra en nombre de la paz y de la unidad para confirmar la alianza ecuménica entre todos los cristianos.
Esa es la razón por la cual la siempre Virgen María y Madre de la Iglesia ha pedido en este día, 29 de junio, un encuentro especial en Ginebra, sede de muchos órganos estatales, para poder unir en los planos internos a todos los creyentes de Cristo, por medio del ecumenismo hermanado entre Sus servidores.
La misión de cada cristiano es amar el Propósito de Dios y llevarlo adelante mediante la igualdad de condiciones y bajo el espíritu sagrado de la comprensión de las diferentes manifestaciones cristianas de la fe.
En este siglo XXI, en el que el mundo enfrenta desafíos grandes y también desigualdades sociales y globales, que la Llama del Amor de Cristo sea el punto de unión entre todos los cristianos, basados en el principio de la fe y en el Sagrado Evangelio de Cristo.
Como Madre de la Iglesia y de la humanidad, Mi Hijo Me envía para conceder la Gracia profunda del entendimiento, del conocimiento y de la sabiduría para que todos los que abran su corazón al llamado del ecumenismo puedan, juntos y en unidad, solventar y responder a las urgentes necesidades de la humanidad, de todo el Pueblo de Dios.
Este ecumenismo interreligioso permitirá que todos los cristianos, bajo un mismo fin y amparados por la Gracia Divina, puedan alcanzar la visión total de las diferentes carencias y necesidades de la humanidad, sabiendo que es urgente e inmediato disolver juntos la maldad, las guerras y los conflictos que abrazan a muchos pueblos en el mundo y rescatar de esos durísimos abismos a los que más sufren: a los inocentes.
Mediante la unidad ecuménica y cristiana, Cristo obrará más ampliamente, porque en todo lugar Sus discípulos de estos tiempos deberán ser testigos del Evangelio, para poder sembrar las semillas de la fe, del amor y de la unidad en los suelos más áridos de este mundo.
Y Cristo, el Agua Viva, será el que regará y cultivará lo que Sus allegados realizarán en el mundo.
La unión ecuménica y cristiana generará el espíritu del respeto y, sobre todo, una verdadera solidaridad entre los cristianos que acompañan, con su sentimiento y a través de su fe y de su confianza en las enseñanzas del Evangelio, al mismo Dios, Único y Omnipresente.
En el día de los Apóstoles Pedro y Pablo, que vuelva a surgir en todas las Iglesias cristianas el espíritu misionero, el que impulsará la revelación de la vida del apostolado en Cristo, tan necesario para aliviar el sufrimiento y llevar la cura y el amor a los corazones marginados.
Cristo es para todos.
Él vino por todos y para todos.
El esfuerzo de los testigos de Cristo será, mediante la unión ecuménica, llevar adelante la preparación de Su gloriosa segunda venida, preparando en las almas las bases de su unión con Dios y con todos los atributos que despierta la fe.
Al fin despuntará el ardiente deseo del Señor de que Sus seguidores y compañeros de camino misionero y apostólico se unan para atender la actual crisis mundial.
Por eso vengo a Ginebra para darles la bendición a todos y para estimularlos a llevar adelante la anunciación de la Palabra y del Amor de Cristo, por medio de las obras y de la unidad ecuménica.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz y Virgen de La Salette
Frutos de la Cristificación – Parte 2
Los Nuevos Cristos, habiendo congregado a multitudes un tiempo antes del Retorno de Cristo, darán a conocer al mundo el importantísimo valor que tiene la vida esencial de los seres y su profunda relación con el universo. Ellos incentivarán el despertar de la consciencia en relación al Conocimiento Divino que la propia Fuente de la Creación emanará.
Por medio de esos impulsos, los Nuevos Cristos harán que las almas descubran la libertad interior y cuánto cada una de ellas puede unirse a Dios de una forma verdadera y, al mismo tiempo, simple.
Los Nuevos Cristos recuperarán el sentido del Nuevo Testamento y, a pedido de Cristo, revelarán el sentido oculto de cada parte del Evangelio, sobre todo, las enseñanzas internas y universales que el propio Maestro Jesús le concedió a la humanidad.
Es así que el Nuevo Testamento será renovado y complementado; a partir de las enseñanzas que Cristo le está transmitiendo a la humanidad en este tiempo; sabiendo que toda instrucción que emana de la Palabra de Cristo es Sabiduría, Gracia y Misericordia que se propaga rápidamente en el mundo.
Por eso, los Nuevos Cristos llegarán para renovar la actual Iglesia y sacarla de su decadencia sacerdotal y religiosa.
Los Nuevos Cristos serán enviados ante importantes consejos mundiales, no para predicar ni con la intención de convertir, sino para revelar la esencia del verdadero Propósito a los diferentes pueblos, así como a las diferentes naciones.
Será un momento importante, porque las naciones del mundo tendrán la última oportunidad de alinearse con lo Divino y de corregir sus superfluas acciones.
Los Nuevos Cristos traerán dentro de sí la Presencia Crística, un Fuego espiritual y divino muy semejante al Espíritu Santo y con un poder de transformación desconocido por todos.
Será este Fuego Crístico del Maestro del Amor que removerá todos los hechos sucedidos y dejará en evidencia lo que permaneció oculto durante décadas.
En ese momento, la fe deberá estar fortalecida en los corazones, para no involucrarse ni envolverse con los desencuentros de las naciones, de los pueblos y hasta de la propia Iglesia.
Los Nuevos Cristos serán la base interior y silenciosa para que el último representante del apóstol Pedro, que estará presente en los días finales, defina el curso de la última parte de la Iglesia y así, se definan todos los que en ella habitan.
En los próximos tiempos, los Nuevos Cristos irán apareciendo y habrá algo inquebrantable que los unirá y que nadie podrá destruir, que es la hermandad, una hermandad que no es de este planeta y que impulsará los cambios de la vida y de la Tierra, en todos los sentidos.
A través de los Nuevos Cristos actuarán Leyes espirituales y divinas que, por intermedio del Cosmos, descenderán como una potente Luz sobre el mundo y su humanidad para iluminar lo que está oscuro.
Por eso, todo se purificará. Sus vidas deberán estar purificadas por la Gracia Divina para que ustedes, junto a los Nuevos Cristos, aprendan a vivir la Ley y a no salir más de ella, haciéndola parte de la vida y del camino espiritual.
Todo eso ayudará muchísimo a la actual humanidad para que, finalmente, abandone el camino de la perdición e ingrese en el camino del Amor y de la Luz.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Que el mundo entero aprenda a beber de la Fuente de la Palabra de Dios, no solo de la Sagrada Palabra del Evangelio, sino también de la Sagrada Palabra que los Divinos Mensajeros están pronunciando en este tiempo para la humanidad.
En la Fuente de la Palabra de Dios encontrarán conducción y guía, tendrán referencia del camino para su espiritualidad y podrán estar en regocijo con el Padre, porque la Palabra de Dios que es sagrada e inmaculada, reconstruirá en los hombres el sentido del Propósito que en estos tiempos se deberá cumplir.
Que la Palabra de Dios surgida de la Fuente del Amor los motive a seguir cumpliendo Sus designios.
Que la Sagrada Palabra de Dios atraiga hacia el planeta la consciencia del despertar para que las almas se purifiquen de todo.
Que en la Divina Palabra de Dios ustedes encuentren el portal que los conducirá a la unión predilecta con Dios.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Que la luz que Santiago Apóstol dejó grabada en estos caminos, le sirva a las almas que buscan hace tiempo el Camino del Señor.
Hacer el Camino de Santiago es aceptar el camino de la redención y del apostolado que Mi Hijo ofreció a todos Sus seguidores.
Vivir el Camino de Santiago es ofrecerse, como apóstol del Señor, para encontrar los caminos de la purificación, de la redención y de la rehabilitación.
Santiago Apóstol hizo este camino para llevar a las almas la palabra de la Buena Nueva y hacer de ese instante una oportunidad para que las almas se encontraran, en algún momento, con el Amor del Señor.
Seguir este camino es aceptar vivir la propia cruz y aprender, a través de las experiencias, a cargarla con valentía y determinación.
El Camino de Santiago abrió las puertas para la evangelización de Occidente y para la redención de esta parte del planeta.
Santiago Apóstol fue, espiritualmente, acompañado por la Madre de los Apóstoles, para que él pudiera cumplir con la misión que Mi Hijo le había encomendado a cada uno de los Suyos.
El Camino marcado por Santiago fue más tarde recorrido por los pies de la simple Madre, la Madre de Jesús, llevando entre Sus manos el gran símbolo del Grial, despertando así la vida del apostolado en todos.
El Camino de Santiago fue posteriormente el camino de María Santísima.
Les agradezco por responder a Mi llamado.
Los bendice, ahora y siempre en el amor,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Hoy vengo con el Cetro de Dios en Mis manos, para aplacar nuevamente las injusticias del mundo, revelando la verdad a los corazones de los hombres, renovando su fe y lavando sus almas para que puedan restablecer su vínculo con el Padre.
He aquí, hijos Míos, a la Señora Vestida de Sol, que nuevamente posa Sus pies sobre el mundo, apartando de él, el mal y la falsedad, que ciegan los ojos de aquellos que vinieron para vivir el Amor.
El Universo entero se detiene para contemplar la Presencia de Su Divina Señora en la Tierra, la que, en humildad, viene a advertirles a Sus hijos que ya no es tiempo de intentar engañar a Dios ni a sí mismos, proclamando una falsa fe, que engrandece a los hombres y no al Creador de todas las cosas.
Vengo a ayudar a erguir a los justos y a los simples con Mis santas manos, para devolverles la paz que perdieron por no encontrar en la Tierra un ejemplo que fortalezca su fe.
Vengo, hijos, para colocar sus ojos nuevamente ante el ejemplo de Cristo y a buscar en Él, que hoy está más allá de las estrellas y los contempla desde el Infinito, el único Camino, Verdad y Vida.
Vengo a renovar el Evangelio de Mi Hijo, con las Palabras que Dios le entrega a Sus criaturas a través de Sus Mensajeros, porque es hora de que sean guiados por Dios y no más por los hombres.
Es tiempo de renovar la fe, retirar las barreras que los estancaron en el tiempo, aprisionados en la limitación de la mente humana. Yo vengo, amados hijos, para retirarlos de los muros de la ignorancia, y que ya no encierren las palabras y designios divinos en una comprensión humana.
No limiten a Dios a una doctrina, no encierren su propia fe en las palabras humanas. Busquen la renovación constante que proviene de la unidad con el Todo, de la unidad de los unos con los otros y con toda la Vida, con el Universo que los aguarda más allá de este mundo.
Hoy vengo con el Cetro de Dios en Mis manos, porque el Creador Me pidió que sea Su Intercesora en este tiempo y en este lugar. Me concedió Su Poder de Renovación para que la humanidad despierte y vea en el horizonte el verdadero sentido de su existencia.
Hijos, el Evangelio de Cristo no terminó en la Cruz y en la Resurrección. Él sigue escribiendo en el Universo la vivencia de las Nuevas Leyes. Él sigue construyendo, más allá de las dimensiones, un Reino que existe no solo para transformar a la Tierra y a la vida humana, sino a toda la Creación.
Nuestro Señor vino al mundo por un Propósito mucho mayor, y les habló en símbolos y parábolas, que muy pocos pudieron comprender, y mucho de lo que Él dijo no se encuentra en los Libros Sagrados, sino solo en la memoria, en la consciencia y en el corazón humano.
El Evangelio universal se está escribiendo, y Dios invita a los hombres a leer, en el Cielo, las Nuevas Leyes de la vida, que en verdad son la vivencia pura de lo que Cristo les enseñó en la Tierra.
Si vivieran lo que Él les enseñó, lo poco que saben de lo que Él dejó en el mundo, podrán encontrar la puerta que se abre hacia el Cosmos. Porque, aquel que verdaderamente vive la Enseñanza de Cristo, no puede permanecer encerrado en la comprensión y en la limitación humana; su consciencia se expande y su corazón tiene sed de una verdad que desconoce.
Vengo para revelarles, en este tiempo, esta verdad, para todos aquellos que, en los cuatro puntos del mundo, están sedientos y confusos, están buscando una respuesta y no encuentran en este mundo nada que los sacie, nada que les responda.
Aquí estoy, hijos Míos, con el Cetro de Dios en Mis manos, que es el Cetro de la unidad y no de la separatividad. Es el Cetro que les revela la verdad sobre el corazón humano y los invita a ingresar en este misterio universal; es el Cetro que une las religiones, las culturas y las naciones en un único propósito, que es la vivencia del Amor y el retorno al Origen.
Déjense tocar hoy por el Cetro de Dios, que desvanece la mentira y la vanidad, y los torna cristalinos delante del Padre. Este Cetro los purifica y los eleva de los abismos, de los abismos del mundo, para que encuentren en Dios el sentido de su existencia.
Con el Cetro de Dios en Mis manos, Yo los bendigo y los renuevo, para que caminen Conmigo rumbo a un nuevo despertar, que no busca otra cosa, si no devolverles la paz y la verdad.
Los amo hoy y siempre,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Así como hace más de dos mil años, las profecías se volverán a cumplir. Los libros sagrados dejarán de ser solo sagrados, para volverse vivos nuevamente, frente a los ojos de los hombres.
Hijos Míos, cuando Jesús llegó al mundo y manifestó por medio de una expresión humana las palabras de Dios y de los profetas, aquellos que en apariencia lo esperaban no quisieron verlo, porque Él llegaba para apartar de las manos de los hombres el falso poder sobre las almas y sobre los templos, los que deberían volver a ser sagrados, para que los puros de corazón y los que en verdad buscaban a Dios pudiesen encontrarlo.
Los doctores de la ley no quisieron reconocerlo; prefirieron continuar con su falso poder y humillar al Hijo de Dios que rendirse a Él y al nuevo Evangelio que Él traía. No quisieron renovar su fe con la escritura viva, porque era más fácil someter a las almas a la espera de un Mesías que nunca llegaba.
La humanidad de aquel tiempo, Mis amados, temió renovar la propia fe y completar las escrituras con lo que Jesús escribió en Su llegada al mundo. A pesar de todo, Mi Hijo derribó el poder de los hipócritas y de los arrogantes con Su humildad; porque cuando menor se hacía ante los hombres, más se colmaba de Dios y de Su Amor.
Hijos, les digo esto, porque a pesar de tantas guerras, tantas persecuciones y tanta negación, Mi Hijo reescribió la historia y dejó al mundo un nuevo Evangelio que renovó las escrituras y aproximó a las almas aún más a Dios. Ahora, de nuevo llegó la hora de cumplir Sus profecías, de volver a renovar el Evangelio de Cristo a través de la vida. Llegó el momento de ver Su retorno; porque aquellos que hace dos mil años pensaron haber aceptado Su presencia entre los hombres, están vestidos otra vez con el falso poder y han tomado para sí mismos el control sobre la fe de las almas y de los corazones. Ellos saben que Mi Hijo llegará, pero no Lo proclamarán y negarán Su Espíritu como negaron Su Cuerpo y Su Sangre hace tantos siglos.
Pero esto no impedirá que Cristo retorne al mundo y demuestre una unión y semejanza con Dios aún más profunda. Él vendrá Resplandeciente y cegará los ojos de los que pensaban que veían la luz pero que estaban en tinieblas.
Así como el profeta Juan advirtió a la humanidad para que se arrepintiera porque el Reino de Dios estaba próximo, ahora, hijos Míos, Yo les digo a través de Mis videntes, que nuevamente se arrepientan, pidan perdón y renuncien ante el Cristo crucificado, a todo falso poder que piensan que tienen entre sus manos.
¡Que todas las almas preparen sus moradas! Que las iglesias reparen sus faltas y renuncien a las acumulaciones materiales y espirituales que con tanto esmero aseguran en sus casas.
El Redentor llegará y exigirá a los que dicen ser Sus apóstoles, la vivencia de Su Evangelio. No fue Él, hijos, quien colocó sobre los Suyos, vestiduras semejantes a las de un rey. Cristo vino entre los pobres y despojó a Sus discípulos y apóstoles de todo y sobre todo de sí mismos. Sin embargo, el hombre volvió a adornarse y a llenarse de oros y de piedras, en nombre de Cristo, sin comprender por qué el Mesías vino al mundo en un pesebre y no en un palacio.
Mis amados, no les digo estas cosas para herir sus corazones, sino para que revean sus vidas. Que todos renueven sus votos ante Cristo, porque solo los simples de corazón lo reconocerán.
¿Estarán preparados, hijos Míos, para despojarse de todo en nombre del Cristo Resplandeciente y verlo reescribir los libros sagrados con enseñanzas que trascienden la existencia humana? ¿O apretarán con fuerza el oro y el falso poder en sus manos y preferirán esperar a que se destruya el templo de este mundo, para poder comprender que el Hijo de Dios retornó a la Tierra?
Santifiquen verdaderamente sus vidas. Aquel que es puro y trasparente ante Dios, no necesita temer nada; por eso, hijos, no digan que vengo a amenazarlos o a causarles temor. Yo vengo para advertir a los que están sordos y ciegos en sus vanidades y creen servir a Cristo.
Retomen la pureza de sus corazones. Oren Conmigo para que Yo les muestre la verdad y el camino. Deje que lave sus ojos y les muestre la luz, preparándolos para estar una vez más ante Mi Hijo, pero ahora en entrega y con sincera disposición para seguirlo.
Los amo y les digo todo eso para que no se pierdan. Quisiera que hasta la última alma viviente reconociese la llegada de Mi Hijo; Su Espíritu ya está entre ustedes, pero muchos lo niegan.
Les dejo Mi Paz, para que con ella reflexionen y renueven sus compromisos con Dios.
Les agradezco.
Vuestra Madre, María, Rosa de la Paz
Hijos Míos:
Desde el Cielo contemplo las necesidades de redención del mundo y las causas que impiden a la humanidad alcanzar esa redención.
Por eso, queridos hijos, día y noche rezo por todos ustedes, para que los que más transgreden la Ley de Dios, al menos reciban su redención en el día definitivo.
A través del apostolado, que es el verdadero testimonio del amor a Cristo, la humanidad nuevamente recibe un llamado para que recuerde la Misericordia y el Amor del Creador; así las puertas de la conversión y de la reconciliación se abrirán para guiar a las almas por los caminos de la Santa Paz.
Ahora hijos, día a día los fundamentos del Evangelio de Mi Hijo y de Su Santa Palabra son el camino urgente para reencontrar la unión con el Padre Celestial, antes de que el mundo desencadene el tiempo de su purificación más aguda, en el que toda la Tierra se liberará de las deudas que durante siglos la oprimieron.
En este tiempo, en el cual Mi adversario despierta en las almas pecadoras ambiciones de conquista, aniquilación y muerte, Yo los llamo a buscar la serenidad, la oración y la paz. De esa forma hijos, permitirán que la Divina Justicia pueda actuar como el Universo lo prevé.
Hijos, recen Conmigo, quedándose todo el tiempo a Mi lado, así reconstruiremos esta vieja humanidad en una raza de esperanza y de perdón.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado a la perpetua oración!
Los une al Amor Universal,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Cuando los Cielos se abren hacia la Tierra, se abre para el mundo una posibilidad de Redención.
Cuando Mis pies tocan este suelo, una vez más traigo a la humanidad todos los códigos que existen en el Reino de los Cielos.
Cuando abro Mis brazos y permito que de Mi Corazón fluya el Amor que recibo de Dios, derramo sobre las criaturas el verdadero Mensaje del Creador, que es Su Amor puro y Su Eterna Gracia.
Cuando las pequeñas criaturas responden al Universo, orando y vigilando en devoción, una luz se enciende en la Tierra y el Creador contempla entonces el fervor de Sus criaturas y comprende este llamado como pedidos de auxilio de toda la humanidad.
Mis amados, para Nuestro Señor y Dios, nada está separado, el paso de uno de Sus hijos es el paso de todos. De la misma manera, un paso que no se da es una oportunidad perdida por todos los hombres.
Aquellos que oran con amor y Me dicen sí, renovándose día a día, permiten que mes a mes Mi Corazón retorne al mundo e interceda por toda la humanidad.
Cuando les digo que contemplo el surgimiento de una nueva raza, es porque veo en vuestros corazones crecer la semilla que Dios plantó en el origen de la creación y que ahora, Sus Jardineros hacen crecer y florecer.
Como ya les he dicho, Mis amados, cada uno tome como suyas Mis palabras y siga el camino de Redención. Cada uno responda, por sí y por toda la humanidad, a este pedido de Paz y, si buscan la Paz en el mundo, cada uno sea pacificador de su propia vida.
Las grandes conquistas del mundo se alcanzan a través de las acciones más simples, no obstante, verdaderas; acciones que realizan con el corazón y con la intención de que sean irradiadas a toda la consciencia humana.
Mis amados hijos, cada uno de ustedes forma parte de un único Proyecto Divino. Proyecto que se torna posible a través de la vida de Mi Hijo Jesús. Ahora es el momento de imitar Sus pasos y de vivir en los tiempos modernos esta conversión.
Cada uno de ustedes debe contemplar en el corazón el propio camino de imitación de Cristo, permitiendo que Dios les muestre cuál es Su voluntad para este tiempo y cómo encontrarán el camino crístico en los tiempos actuales.
Hijos Míos, ya no sostendrán más una cruz de madera, sino una cruz de vicios y de modernidades, una cruz invisible de energías capitales.
Ya no caminarán más para convertir a los pecadores y curar a los ciegos del cuerpo, sino que se convertirán a sí mismos, y por medio del ejemplo curarán a los ciegos de espíritu y a los desamparados de corazón.
Podrán no tener apóstoles a través de la palabra ni tampoco serán perseguidos por los fariseos, pero encontrarán a aquellos que despertarán gracias con sus oraciones y que seguirán el camino crístico construido por lo invisible de sus intenciones y por el silencio de sus corazones; aunque, sí, serán perseguidos por todas las ilusiones y placeres que el mundo les ofrece, por toda la tecnología y por las modernidades que pretenderán distraer sus almas y apartarlas del camino de Dios, con la excusa de que este es un camino ya superado.
Mis hijos, encuentren en sus vidas el apostolado del nuevo tiempo y, con el estudio del Evangelio, procuren vivirlo hoy, encontrando los pasos de Cristo en sus vidas.
Escuchen la voz del Maestro que sigue resonando en el mundo, sigue tocando los espíritus y despertando las esencias que deben recordar el compromiso que asumieron con Cristo y la promesa que hicieron a Dios de estar en el final de los tiempos implantando, en medio del caos, una raza de Cristos, que caminará contra la corriente de la humanidad adormecida y florecerá en el desierto del amor, como un milagro de conversión.
Así deben ser sus vidas -el verdadero milagro que Dios alcanzó en el Universo- una raza que surge del dolor y del sufrimiento y enciende la antorcha de la Redención, venciendo la oscuridad que pretende derrotarlos y, entre todo el odio y toda la guerra que alimenta el enemigo en el corazón de los hombres, vence el Amor depositado por Dios en Sus criaturas.
El Amor es imbatible y la Misericordia todo lo alcanza en los corazones que dicen sí.
Les agradezco por aceptar seguir este camino de conversión y de vida.
Yo los bendigo,
María, Madre y Reina de todos los pueblos y del mundo entero
Queridos hijos:
¡Alabado sea Jesús en el mundo y en todo el universo, principalmente en los corazones que más lo necesitan!
Con alegría y gozo, retorno al Centro Mariano originario de Mis primeras Apariciones en América, la Madre del Cielo retorna al corazón de los hijos que le abrieron la puerta, al igual que en Medjugorje, para que se escuchara la cálida voz maternal de la Virgen María.
Por eso, Mi Corazón escogió estos dos próximos meses para que aquellos hijos, que hace ya algunos años escuchan Mi llamado, puedan recibir la restauración para la continuidad de Mi Obra materna en América y en el mundo.
Hijos Míos, en esta semana, les pido que concentren sus oraciones en las cinco Llagas que llevó marcadas Mi Hijo Jesús, mediante su oración diaria.
Como Madre les pido que adoren estos cinco signos preciosos, porque sí así lo hicieran ayudarán a que todas las llagas del sufrimiento, del dolor, de la desesperación y de la falta de fe y de amor puedan ser cicatrizadas por la cura infinita que puede irradiar Mi Inmaculado Corazón.
Que, en este ejercicio, sus corazones se encuentren con el precioso signo de amor y redención que Mi Hijo manifestó y mostró en la Cruz para todos ustedes.
Queridísimos hijos, ustedes saben que el mundo está sin paz y que estas llagas que genera el enemigo con sus planes, separan a las familias, debilitan el amor entre los seres más queridos y llevan a un gran número de almas hacia la perdición y el pecado.
Les pido que, a través de su Adoración a las cinco Llagas de Mi Hijo, la oración reverbere y llegue hasta el Reino de Dios, para que Su Misericordia y Perdón se derramen como cura en el corazón de todos los seres de la Tierra.
Queridos hijos, como Madre, los llamo a reafirmar su unión interna con Mi Hijo y a profundizar, desde el corazón, la vivencia de su camino espiritual; porque mientras innumerables almas apagan su fe y devoción por Dios, Yo, como Estrella de la Mañana, intento llevarlas lo más cerca posible del Corazón de Mi Hijo para que todas estén fuera de peligro y bajo el amparo de Su misericordioso Amor redentor.
Hijos Míos, hoy también vengo hacia ustedes para que, en esta pausa de sesenta días, ustedes estudien y lean las Palabras que Mi Hijo está anunciando, así sus corazones se fortalecerán y se liberarán del miedo. Tengan como instrumento de oración las palabras de la Sagrada Biblia, reúnan sus fuerzas como una única familia y permitan que la santa protección de Mi Hijo Jesús esté entre ustedes.
Queridos hijos, los tiempos mudan rápidamente y es necesario recuperar los íconos que Mi Hijo les entregó para su conversión, como lo son el ayuno, la confesión, la lectura del Evangelio y la oración en familia, porque así permitirán que el mundo no pierda la verdadera cultura cristiana que Mi Hijo fundó por amor a todos.
Hijos Míos, estoy con ustedes y entre ustedes.
Una vez más les agradezco por responder a Mi llamado.
¡Gracias!, la Paz sea con ustedes.
María, Madre y Reina de la Paz
Mientras Dios lo permita y, por amor, intercederé y estaré con ustedes todo el tiempo que sea necesario. Mi última presencia en el mundo acontecerá antes del retorno de Mi Hijo como una señal para las almas.
Hoy quiero invitarlos a interiorizar la lectura del Evangelio de Mi Hijo escrito por Sus fieles seguidores. Por detrás de los Hechos que Jesús vivió, existió una Consciencia Mayor, que es la Consciencia Única de Dios, que guió y acompañó todos los pasos de la resurrección de Mi Hijo.
Queridos hijos, para que vuestra vida crezca en dirección a Dios, el Altísimo, los invito a guardar en sus corazones las enseñanzas que Cristo manifestó al mundo con tanto amor.
Los misterios de Cristo fueron llaves de expansión del corazón para muchas almas, y, así, se manifestaba la cura en los hijos de Dios. Por eso, hijos Míos, las llaves que Él dejó a través de ejemplos, enseñanzas y parábolas, los llevarán a consagrarse cada vez más en el camino de Mi Hijo, un camino hacia la fraternidad.
Cristo, El que ha resucitado frente a los ojos del mundo, es Quien retornará como Buena Nueva para el tiempo presente. Es importante, pequeños Míos, que ustedes preparen desde ahora sus corazones porque cada momento de unión con Mi Hijo los fortalecerá. En cada nuevo encuentro con Él, ustedes estarán recordando la importancia de vigilar en la oración del corazón.
Sepan, hijos queridos y amados, que Él Me envía a ustedes para que, como una bondadosa Madre, los instruya y los guíe por el verdadero camino que Jesús recorrió cuando estuvo en este mundo. El camino de las almas es un camino celestial que deben recorrer en esta Tierra sin pertenecer a ella.
Ahora ha llegado el momento de la rehabilitación de todos los caídos, y Mi Inmaculado Corazón los invita a orar misericordiosamente por todos estos hijos que sin saberlo buscan a Dios.
Como soy la Madre de las Gracias, los llamo a colaborar con los Infinitos Planes de Dios.
¡Les agradezco!
Gracias por contestar a Mi llamado.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Las Cinco Llaves de la Conversión
Queridos hijos:
Vuestras almas son como caminantes peregrinos que siempre deben buscar a Dios. Vuestros pies los conducen en busca del camino de Dios. Vuestras manos, siempre en oración, los elevan para hablar con Dios. Vuestros corazones son como el fuego que hace brotar la luz de la llama para que ella les alumbre el camino.
Por eso, queridos hijos, Yo soy el Ave de la Paz que viene desde el Cielo para indicarles el sendero correcto hacia Mi Hijo. Mi Inmaculado Corazón Se ha entregado al mundo para que las almas se fortalezcan en la fe y en el amor del corazón. Mi Pureza les muestra que es posible estar eternamente en Dios, así como vuestras vidas están aquí en la Tierra. El camino para cada uno de Mis hijos debe ser la constante aspiración a vivir en el Corazón de Mi Hijo, quien también Se ofreció en vida y en espíritu por la redención del mundo.
En Cristo se puede encontrar la fortaleza para que las vidas se liberen de los obstáculos y puedan ser permeadas por la Luz Victoriosa de Dios.
Con este mensaje quiero decirles, queridos Míos, que vuestros corazones viven y vivirán más en Mi Hijo cuando, en la fe de cada corazón, puedan ver que el camino al Paraíso es posible para todos.
Para entrar en el Reino de Mi Hijo deben vivir día a día la conversión del corazón. Para eso, queridos hijos, quiero decirles que deben practicar estas cinco llaves para la Redención y el Perdón:
- El ayuno hecho por amor
- La caridad hacia el prójimo
- La oración como fuente de renovación
- La lectura del Sagrado Evangelio
- La confesión con Mi Hijo.
Este ejercicio les permitirá saber, hijos Míos, en qué lugar y momento está la conversión de sus corazones. Así, queridos Míos, cada uno de ustedes podrá mostrarse como una verdadera alma de Dios, como un digno hijo o una digna hija de Dios.
¡Es hora de reparar el corazón!
Gracias por responder a Mi llamado.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Queridos hijos:
Confíen plenamente en el Amor Misericordioso de Mi Hijo; en Su Sagrado Corazón no solo hallarán refugio, sino también encontrarán serenidad y amor.
Entren con confianza y perdón en el Alma de Mi Hijo para que Su bondadosa mirada de paz los guíe en el camino que estén recorriendo.
Sientan en sus corazones la sagrada divinidad de Mi Hijo para que sus vidas encuentren al Espíritu Santo a través de las palabras que Su Voz dictó en las Sagradas Escrituras, en el Evangelio. Mediten con el corazón en el propósito de cada parábola. Enciendan la Luz de sus corazones en la oración y vean el mensaje de Cristo para el mundo.
Vivan bajo el escudo de la humildad para que puedan encontrar a Cristo en los demás corazones necesitados de conversión.
Yo los invito a rememorar las Sagradas Escrituras para que vean las palabras del Redentor como una gran llave que abre la puerta a los Cielos. Con honestidad, vivan la instrucción como una señal de Buena Nueva para quienes caminan como peregrinos de la oración.
Velemos por la presencia de la paz a través de los grupos de oración. La paz es necesaria, en estos tiempos, en cada uno de Mis hijos.
Gracias por responder a Mi llamado.
Unidos en la Oración Divina,
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Sean como niños y vengan hacia Mí porque Yo los protegeré.
Queridos hijos, hoy los invito a contemplar Mi Inmaculado Corazón. Quiero enseñarles a vivir en la humildad de la vida para que sus corazones se fortalezcan día a día.
Quiero decirles, Mis pequeños, que debemos orar por el mundo y por todas las almas que carecen de la verdadera humildad del corazón. Si ustedes, queridos hijos, oran con el alma y con el corazón, podrán ayudar a que nuestro Padre derrame Su Amor y Su Misericordia sobre este caótico mundo sin paz.
Por eso, pequeños, Yo vengo como la Reina Mensajera de la Paz. Vengo a enseñarles cómo ustedes deben actuar con sus corazones delante de la vida. Quiero que, desde Mi Corazón, recojan Mi vida de Sierva como María, la Madre de Jesús, para que ustedes guarden los momentos gloriosos que Mi Hijo brindó a todas las almas a través de los episodios de cada parábola. Cada una de ellas los ayudará a meditar con el corazón sobre el Amor en las palabras de Cristo. Por eso, Yo los invito a recuperar lo que siempre, desde niños, les enseñaron sobre la vida real de cada Evangelio. Unidos así, en oración, las almas podrán reencontrar un camino de verdadera comunión con Cristo. Ustedes estarán junto a Mí haciendo renacer el espíritu de la lectura en los corazones que deben aprender a amar en cada nuevo día.
Queridos hijos, guarden Mis palabras en sus corazones para que ellas crezcan como flores en cada amanecer. El Señor los llama a reconciliarse con las enseñanzas que Cristo dictó a la humanidad.
Mis pequeños, Yo los acompañaré por esta nueva senda de oración y de comunión con Mi bendito y misericordioso Hijo. Si ustedes abren sus corazones al llamado que viene desde los Cielos, será la señal de que más almas perdidas se podrán reconciliar con Mi Inmaculado Corazón.
Los guía con Divino Amor,
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Queridos hijos:
Hoy buscad la Luz de Mis ojos misericordiosos para que Yo, como vuestra Madre de la Paz, pueda acompañar y guiar vuestros pasos hacia el Señor. Os dejo siete llaves para abrir la Puerta de los Cielos:
- Oración con amor
- Ayuno por la paz
- Comunión con Cristo
- Perdón del pasado
- Lectura del Evangelio
- Reconciliación con Dios
- Confianza en la Divina Voluntad.
Con estas siete llaves vosotros hallaréis el camino que os conducirá hacia la consagración de la vida.
Guardad vuestros corazones en Mi Corazón, en Mi Templo de la Paz. Obremos por la paz en el mundo.
Os adora,
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más