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Contemplo con amor el Corazón de Dios y, delante de Él, ruego por el mundo.
Ruego por cada una de Sus criaturas, para que no solo encuentre la paz, sino, sobre todo, para que despierte de la ilusión y de la inmadurez de estos tiempos.
Ruego para que sepan quiénes son, dónde están y lo que son llamados a vivir en este y en todos los ciclos.
Ruego para que el sufrimiento de tantas almas conmueva el espíritu de otras, para que, en el amor y en la oración, aquellos que conocen a Dios clamen por la paz y la vivan, equilibrando así los males de este mundo.
Ruego por la pronta manifestación del Reino de Dios en la Tierra, por el cumplimiento de las escrituras y, sobre todo, por el cumplimiento del nuevo y eterno Evangelio universal, el que ustedes no conocen, a pesar de que la historia de sus almas está escrita en él.
Ruego por el triunfo del Corazón de Dios en cada ser. Pido a Mi Señor que Su Luz ilumine los ojos de los hombres y les muestre la verdad, el camino y la vida eterna, el camino de retorno Su Corazón.
Ruego a Mi Señor y Dios, Creador de la vida, que tenga compasión por las almas perdidas, y que ellas se puedan encontrar.
Mi Corazón, pequeño y simple, se abre para compartir el dolor que siente Dios por la indiferencia y la ignorancia de los hombres ante tantas dádivas entregadas a la humanidad a lo largo de los siglos y desde su origen.
Siento, en lo más profundo de Mi ser, el Amor de Dios por la vida y, movido por este Amor, ruego al Padre por todos los seres, de todos los Reinos; y clamo constantemente por Su Misericordia y piedad, por Su compasión y amor, por Su paz y por Su Presencia viva en cada ser.
Hoy ruego, hijos, para que este mismo sentimiento de amor viva en ustedes y, así, puedan unirse a Mí, en este clamor perpetuo por la Creación, porque el mundo, el Universo y todos los seres lo necesitan.
Que el Amor de Dios los inunde y que Su Verbo se manifieste en sus corazones, en sus pensamientos y por fin, en sus bocas, como un perpetuo clamor de retorno al Corazón del Padre.
Tienen Mi bendición para eso.
San José Castísimo
Desde el principio de la vida, cuando la Creación aún era un sentir en lo profundo del Corazón de Dios, su Padre Celestial ya manifestaba los principios de la Cura y de la Redención, Dones que provienen de Su Amor por todo lo que en Su interior estaba siendo gestado.
El Creador sabía, hijos Míos, que enviando a Sus hijos para aprender, experimentar y crecer entre las dimensiones, precisaría crear también las formas con las que ellos pudieran retornar a Su Corazón.
Por eso, al manifestar la vida, las dimensiones y todas las formas para que los seres pudieran evolucionar, su Señor también diseñó en su camino el retorno hacia su Sagrado e Infinito Corazón. Por eso, colmó a los corazones de los hombres de dones ocultos, y colmó al planeta, en el cual habitan, de espacios sagrados, también ocultos, espacios que guardan en sí los Dones de Dios, los frutos de Su Amor que permiten a las criaturas retornar al Corazón del Padre Celestial.
Aurora, hijos amados, no es solo un lugar de paz. Aurora es una Consciencia de Cura y de Redención en la cual sus corazones pueden vivir para retornar a Dios. Aurora surgió del Corazón de su Creador, antes aun de que sus vidas fueran manifestadas.
Contemplando los desafíos del planeta y los velos que estarían cubriendo los ojos de Sus hijos, impidiendo que pudieran ver y saber quiénes verdaderamente son, el Creador manifestó la Consciencia de Aurora; Consciencia que los ampara en Sí, como el vientre de una madre ampara a sus hijos. Todo cuanto necesitan Aurora les da; dentro de Su Corazón los velos se rasgan para que puedan contemplar la verdad sobre sí mismos.
Aurora, hijos Míos, les revela su condición humana más impura, para que primero conozcan las heridas que deben curar, sepan dónde está lo que debe ser transformado. Pero entonces, del Corazón de Aurora surge el bálsamo que los auxilia, que cicatriza lo que estaba abierto, que cura hasta lo más profundo de sus seres, libera lo que estaba impuro y los prepara para que, a través de su entrega y servicio, la Consciencia de Aurora se expanda y llegue a los cuatro puntos de este mundo.
Contemplen, hijos amados, la Consciencia de Aurora en su interior, pero también siéntanse insertos en ella. En su corazón, toda la vida encuentra Cura y Redención, para descubrir la verdad sobre sí y, así, retornar a Dios.
Abran sus corazones, para que no solo este lugar exprese Aurora, sino que también sus vidas y este planeta sean frutos de los Dones que su Creador depositó en el interior de Aurora.
Así como este lugar es sagrado, todo el planeta es sagrado, queridos hijos, pero para reconocer los misterios de Dios en el planeta que los acoge, primero los deben vivir en sí mismos. Para que se rasguen los velos que cubren lo sagrado que hay en el mundo, primero deben rasgarse los velos que cubren sus propios ojos.
Dejen que las manos de Aurora se extiendan delante de sus rostros y retiren los velos que los tornaban ciegos, para que puedan ver, sentir, experimentar y vivir quiénes son y, más que eso, cuál es el propósito de esta vida.
Todo lo que les digo está impregnado de una verdad profunda e interior, verdad que pueden conocer a través de la entrega y de la rendición de sus vidas.
Para vivir Aurora, se deben rendir ante Dios y clamar por Sus Dones, por los Dones que Él les entregó por medio de los lugares sagrados que se ocultan en este mundo y en toda la Creación.
Ha llegado el Tiempo de Dios, hijos amados. Tiempo en el que no solo el caos se cumplirá como estaba previsto, sino que la redención también se cumplirá.
Con Mis palabras los llevo a vivir las Escrituras, los llevo a ser profecías vivas, porque es a través de ustedes que todo se cumplirá.
Yo los llevo en Mis brazos hacia el desierto, porque aún no saben quiénes son. Llegará el momento en que, habiendo cruzado ese desierto, les mostraré en el horizonte la Verdad de Dios, y descubrirán, hijos Míos, que pueden no solo estar en Mis brazos, sino que pueden caminar Conmigo, rumbo a la Tierra Prometida.
Después del desierto, les mostraré la Nueva y Eterna Jerusalén que está en el Cielo como en la Tierra y, como dos realidades que se unen en una sola, la Tierra Prometida emergerá y todo se cumplirá. Todos sabrán quiénes son, todo se tornará más claro y lo que antes pesaba en sus corazones, como dudas y temores, se disipará.
De Aurora surgirán luces, luces de una nueva vida, y del Cielo también descenderán a la Tierra los principios de la Nueva Humanidad. Este será el Reino de Dios, hijos amados; un Reino siempre presente, sin embargo solo revelado a los hijos del Supremo, los que se saben Sus compañeros y frutos de Su Amor.
Que Mis palabras resuenen en su interior, no solo como una promesa, sino como una verdad que los lleva a clamarle a Aurora para que la cura acontezca y la redención se realice, para que sus ojos sean dignos de ver y sus corazones sean dignos de sentir todo lo que hoy Yo les dijo.
Yo los bendigo con el poder de Aurora y la Gracia del Espíritu de Dios.
Yo los amo y les agradezco por venir a Mi encuentro con el corazón.
Su Madre María, Rosa de la Paz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Las Sagradas Escrituras anuncian la venida de su Redentor al mundo por segunda vez, y todos son llamados a participar de ese acontecimiento. Por eso, hoy estoy aquí con ustedes y en este lugar bendecido por Dios, el que fue tocado por Su Mano Santa para llamar a las almas para la conversión de sus faltas y para la reparación de Su Corazón ofendido.
Estas Escrituras, las que hoy traigo entre Mis Manos, revelan que el momento está llegando. No solo ustedes sino también el mundo es llamado para vivir esto. El momento se aproxima cada día más y las señales se mostrarán ante el mundo creyente o no creyente. Por eso, sean humildes y mansos, obedientes y receptivos, y podrán estar en Mi Camino y dentro de Mi Corazón.
Pero para que ese momento tan importante llegue a la humanidad, muchas más cosas sucederán dentro y fuera de ustedes. Batallas internas e inexplicables se presentarán. Pruebas y desafíos se mostrarán. Pero no deben perder la mansedumbre y la paz, si Yo los escogí es porque hay un proyecto por cumplirse y realizarse que aún ustedes desconocen.
Por eso, líbrense de la soberbia, de la arrogancia y del orgullo, de la división, de la falta de unidad, de la ausencia de amor, de la ausencia de caridad y de fraternidad.
Yo los acompaño, silenciosamente, como en este momento acompaño al mundo y a cada uno de Mis servidores, independientemente de su religión o de su credo, independientemente de su forma de filiación con Dios, el Padre Celestial.
Este es el tiempo de que las esencias se unan en un mismo propósito. Por eso, los haré encontrarse con personas semejantes a ustedes que, a pesar de vivir sus escuelas, buscan el Camino de Cristo. Por eso, deben estar atentos para no dejar pasar Mis señales y Mis anuncios internos.
En este tiempo y en estos días, no todos los Sagrados Corazones pudieron estar presentes aquí, en Medjugorje, pero su Rey sí está aquí, en nombre de todos ellos, de los Mensajeros de Dios, de los que impulsan a la humanidad al cambio y a la transformación de la consciencia.
Les vuelvo a decir todas estas cosas porque deben recordarlas y practicarlas. Si ustedes viven los Atributos que Yo les entrego, en el día a día, no sufrirán; pero si no los viven, se resistirán y la transformación será dolorosa y nadie causará todo esto porque dependerá solamente de ustedes.
En Mi paciencia, aguardo sus pasos. En Mi contemplación, vislumbro su transformación. Pero Yo no solo les hablo a ustedes, sino también al mundo, a los que Me escuchan y a los que no Me escuchan.
A veces, no puedo decirles todas las cosas que siento y veo porque todo tiene un tiempo y un momento, pero alegren sus corazones por saber que están en el camino de la redención y de la paz. Yo los necesito Conmigo, totalmente, para poder obrar y realizar los Prodigios de Dios en la Tierra, en las naciones y en los pueblos, en los que viven en una profunda soledad espiritual, en los que no tienen amor como ustedes lo tienen todos los días.
Ya es tiempo de poder expresar Mis Atributos. Es tiempo de ir por encima de ustedes mismos, si Yo se los pido es porque lo podrán hacer aunque no lo parezca.
La obediencia los protegerá hasta el fin de los tiempos, no solo a ustedes como consagrados, sino también a Mis servidores, a los colaboradores de la Obra que Mi Madre fue a fundar en el Corazón de Aurora.
Ahora, el tiempo cambió y la responsabilidad también cambió. Ya no son solo palabras escritas en mensajes para motivar a sus corazones para hacer algún cambio, es una realidad, es una verdad, es una necesidad.
Aún hay mucho por hacer y el camino de la entrega se podrá profundizar cada día más, al punto de que se parezcan a Mí en la entrega que Yo hice en la Cruz por cada uno de ustedes y de sus hermanos, en una gran desolación y vacío. Dios estuvo allí porque Mi Corazón confió en Él como el Padre confiaba en Su Hijo hasta el último momento.
Lo que Yo les pido, en este tiempo, moverá sus estructuras, pero así lo necesito. Yo se los pediré una y otra vez, y esperaré como he esperado a muchos otros en otros tiempos.
El paso que ha dado esta Obra ha sido muy importante para Mi Madre Celestial y para el Creador, apoyando una vez más esta Misión por Europa, la que necesita de muchísima Misericordia, más que Sudamérica. Pero de ustedes siempre deberá nacer el don de la compasión para que pueda nacer en sus hermanos que están aquí y que vivieron guerras terribles por los errores cometidos en el pasado.
Todo es una consecuencia, todo es una causa y es un efecto. Los hombres se alejan del Amor de Dios, muchas veces por miedo o por desconfianza. Pero una vez más, Yo vengo a ofrecerle al mundo Mi Corazón como un fuego de amor transformador que pueda transfigurar sus células y átomos, sus mundos internos y almas, para que se pueda realizar el Plan de la Redención en la humanidad y en todo el planeta.
Públicamente no pudimos estar aquí, porque el silencio y la no exposición hacen al camino del apóstol para que se pueda reencender el impulso espiritual que fue dejado aquí, en Medjugorje, a través de su Madre Celeste hace tantos años y para que ese impulso se pueda renovar espiritualmente, de tiempo en tiempo, a fin de que Europa Oriental también reciba Misericordia, así como la reciben ustedes todos los días cuando rezan e invocan a la Misericordia de Mi Corazón.
Hoy se reunieron en Mi Nombre, a pesar de sus purificaciones y pruebas, a pesar del tiempo decisivo y definitivo en el que un gran portal de luz se abre en el Corazón del Universo para que puedan asumir más responsabilidades en el nombre de su Maestro y Señor, a fin de que el mundo reciba más ayuda y más Misericordia para que la Obra se expanda en la Tierra y se una a otras Obras que provienen del Señor, el Todopoderoso.
De esa forma, el mundo reconocerá que todos somos Uno en Dios.
Traigo este mensaje no solo para ustedes, sino también para todos sus hermanos que apoyan este momento y que forman parte de la Confraternidad de Mi Corazón, llevando en su pecho estampada la alianza perfecta con el Padre a través de la Estrella de la Hermandad Divina, la Estrella que una vez el rey David visualizó.
Es así que hoy se cumple, nuevamente, un principio. El Universo espiritual se une al Universo material para que se cumpla la Voluntad de Dios.
Este paso por Medjugorje ha sido importante para su Maestro y Señor porque es el tiempo de estar también aquí, en Europa Oriental, para dar a conocer la Misericordia de Mi Corazón y el poder de la oración transformadora que abre las puertas de los Cielos para los que creen en ella.
Los animo a seguir caminando Conmigo y por Mí. No hay nada que les falte. Mi Madre los protege y los cuida como también protege este santo lugar, en donde Su reinado de Paz se dio a conocer al mundo al igual que Su Corazón Inmaculado en Fátima.
Celebren este momento y esta oportunidad de reflexión, de ampliación de la consciencia, esta Gracia de darse más a Dios en la entrega y en la confianza.
Me voy de aquí con un alivio en Mi Corazón, sabiendo que en alguna parte del mundo Me escuchan y cumplen, con esperanza, Mis Proyectos que aún son desconocidos y que vienen del Cielo.
Los bendigo en el nombre de la Paz Celestial y en el nombre del Amor, a todos.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En Su tiempo, el Hijo del Hombre vino al mundo para renovar a Su Iglesia y a las escrituras. Vino para manifestar las leyes y ampliarlas. Vino para tornar vivo lo que eran solo palabras en las bocas de los hombres que eran respetados y llamados sabios.
Hoy, hijos, el Hijo del Hombre vendrá, nuevamente, por fuera de Sus Iglesias. Y en los imperfectos, como los pescadores escogidos por Él, reconstruirá y ampliará Su Evangelio. Y nuevamente serán calumniados y perseguidos, nuevamente serán comprendidos solo por los puros y abiertos de corazón y rechazados por los que temen perder su falso poder y gloria en este mundo.
Cristo retorna, en espíritu, para preparar Su retorno físico, mental y espiritual a este mundo.
A Sus compañeros solo les dice: "No teman, sino amen y venzan el temor con la potencia de este Amor que, a pesar de haberles sido revelado hace más de dos mil años, aún es desconocido para muchos".
Sean instrumentos para la renovación de la Iglesia de Cristo. Dejen que Su Iglesia Celestial remueva las estructuras de lo que está viejo y sucio para que, nuevamente, los hombres sean lavados por Su Amor Celestial.
Los puros de corazón se unirán, a pesar de sus creencias y religiones. La verdad del retorno de Cristo hablará más alto que los gritos de las doctrinas de los hombres. La fortaleza del amor y de la unidad entre ellos los sustentará y creará el puente para el retorno del Señor.
Por eso, solo amen, pacifiquen y sean verdaderos. Este será el testimonio de la Presencia de Dios entre ustedes.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Ora y, mientras oras, descubre quién eres y lo que viniste a hacer en este mundo. Busca, hijo, la esencia de tu origen en Dios y, a través del Corazón del Padre, traza el camino de tu historia hasta llegar a este planeta, en esta alma que eres.
Comprende que la Tierra es una escuela de amor y de redención y, humildemente, abraza esta oportunidad, dejando que estos dones divinos se expresen en ti.
Ora y busca la verdad sobre ti, busca comprender y sentir el universo, la Creación Divina y la vida como algo mucho más amplio que la vida sobre la Tierra. Busca comprenderte a ti mismo como algo más amplio que tu cuerpo, tu mente, tus emociones y tu alma.
Medita en la Sagrada Escritura para que, impregnado por el conocimiento que Dios ya le entregó a la humanidad, puedas ser digno de recibir y vivir nuevas revelaciones en este tiempo.
Eres semejante al Padre, que guarda en sí un misterio insondable. El Cuerpo de Dios es la vida manifestada en los diferentes universos, el Alma de Dios es una dimensión más sutil de esa vida, y el Espíritu de Dios es la Fuente inmaterial que anima a todas las cosas.
Comprende así, hijo, que tu cuerpo se debe tornar el templo sagrado de una vida mucho más amplia que la que conoces. Tu alma guarda en sí otro aspecto más sutil de esa vida, de todas las experiencias de tú evolución. Y tu espíritu es esa célula viva de Dios, ese principio de lo nuevo, que fue creado para renovar todas las cosas.
Reverencia a la Creación Divina y busca el espacio para salir de las superficialidades humanas y encontrar, en tu interior, un universo tan sagrado como ese que contemplas sobre ti.
Tienes Mi bendición para esto.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
La Revelación de Dios a los hombres
La Revelación de Dios a los hombres, hijos Míos, es eterna y comienza cuando el corazón humano va madurando y despertando, más que a la sabiduría, a la humildad.
La Revelación de Dios a los hombres sucede cuando el corazón es simple y reconoce la propia pequeñez, sin limitar la sabiduría y la existencia divina a su comprensión y a todo lo que ya fue revelado.
La Revelación de Dios a los hombres no se detiene, sino que, desde los Patriarcas hasta los días actuales, se profundiza y culmina solamente en la unidad plena del ser con Dios, en su retorno al origen.
El hombre en sí es la Revelación de Dios.
El verdadero autoconocimiento, que no es una ciencia humana, sino una ciencia espiritual y divina, es el que los conduce a la revelación del propio Dios.
Los seres humanos son, al mismo tiempo, las criaturas más próximas y más distantes de Dios.
La Presencia Divina en su interior y la unidad que guardan como potencial silencioso en su esencia, los hacen próximos a Dios.
Sin embargo, hijos Míos, la ignorancia y la indiferencia alejan a los hombres de sí mismos, de lo que verdaderamente son y, en consecuencia, los alejan de Dios y de la Verdad.
La Revelación de Dios a los hombres sucede con el despertar de la sed por la vida superior, con el descontento del espíritu con todo lo que la vida en la materia le ofrece, con el descontento del espíritu con su propia expresión de vida.
Cuando el espíritu se ve descontento consigo mismo y con el mundo, se mueve dentro de los seres para que ese descontento espiritual impulse a la consciencia a buscar la vida superior, a profundizar el despertar y el autoconocimiento que, en verdad, es el conocimiento de Dios en sí.
La Revelación de Dios a los hombres se profundiza a medida que la consciencia humana evoluciona y aquello que para los Patriarcas era un sentir inexplicable e incomprensible de Dios, solo una experiencia de Dios sin explicaciones, en este tiempo puede tornarse una revelación profunda y científica de la existencia humana y de la existencia de Dios.
El Padre Creador es simple y en Su Simplicidad guarda Sus misterios. Pero la mente humana coloca barrera tras barrera para conocer a Dios y pocos son los que profundizan en Su Presencia.
Este, hijos Míos, es el tiempo de la Revelación de Dios a los hombres porque está llegando un nuevo ciclo culminante para la consciencia humana.
Ha llegado el tiempo de renovar la historia.
Ha llegado el tiempo de los nuevos profetas, de los nuevos apóstoles, de la renovación de la santidad y de la fe en el corazón humano.
Porque, así como Dios despertó y levantó a los profetas y pueblos en la pura fe en el pasado para preparar el Nacimiento y la llegada de Su Hijo al mundo, también hoy, hijos Míos, levantará pueblos y naciones, corazones y espíritus para que preparen nuevamente la llegada de Cristo al mundo.
El retorno de su Señor será definitivo y marcará el fin de un tiempo, porque las últimas palabras de las Escrituras se cumplirán y el Evangelio que Él dejó en el mundo se renovará por las nuevas revelaciones que el Hijo del Hombre traerá a la Tierra.
Su Palabra será Vida y le revelará al mundo la verdad superior frente a la cual muchos estuvieron ciegos, a pesar de que ella siempre estuvo aquí.
Antes de la llegada de Cristo, así como en el pasado, la Revelación de Dios comenzará para los profetas del nuevo tiempo y el Evangelio Universal de Cristo se comenzará a escribir con la verdad que ya está emergiendo en el corazón de los hombres.
El Nuevo Testamento se está cumpliendo al mismo tiempo que la Revelación de Dios a los hombres se está profundizando, para que puedan escribir las Nuevas Escrituras, las Leyes que dictarán la nueva vida.
Abran sus corazones a la Revelación de Dios porque todo está siendo dicho para despertar y preparar a los corazones y a los espíritus de los hombres para este nuevo y definitivo ciclo.
Yo los amo y los bendigo,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Vengo en este ciclo para descalzar las sandalias de Mis discípulos y, al igual que en el pasado, lavaré los pies de todos los Míos, purificándolos con Mi Fuego, sublimándolos con Mi Consciencia, retirando de cada uno de ellos lo que no Me sirve más.
Por eso, cuando les toque el lava-pies, prepárense, porque será la hora de la gran rendición y de la victoriosa derrota. Ese será el momento en el que serán más purificados e ingresarán dentro de la corriente de Mi Fuego, para poder expurgar lo que ya está vencido y viejo.
Así, Yo los mantendré preparados para Mi retorno, sobre todo para la última parte de la Obra que deberá cumplirse al pie de la Sagrada Escritura de Dios.
Si ya están sintiendo que dentro de ustedes se está removiendo la gran resistencia interior y que ella hace lo imposible para no ser derrotada, les digo: no tengan miedo, el fin del cautiverio humano está próximo y conocerán la libertad.
Por más que duela perder el control de todo, el quererlo todo o el ansiarlo todo, ríndanse a Mis Pies, porque como Buen Pastor estaré incansablemente a su lado para levantarlos del suelo de sus amarguras y penas, cuantas veces sea necesario.
Lo único que les pido es que confíen en Mí, porque a pesar de la temible tormenta o tempestad que puedan estar atravesando en este tiempo, sepan que Mi Sagrado Espíritu del Amor siempre está allí, a la espera de que Me llamen, a la espera de que Me invoquen, para que Yo tenga el permiso interior de interceder.
No bajen los brazos, el Universo necesita de discípulos despojados de sí y de todo. El Universo necesita de almas capaces de vivir, más allá de sí, la Divina e Insondable Misericordia por los que en verdad son más miserables y están dentro de esta humanidad.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Vuestro Maestro del Amor, Cristo Jesús
He aquí que vendré del Cielo con el Cetro de Dios para abrir las dimensiones, decretando el Poder de la Luz Divina y de Su Voluntad.
Vendré del Cielo con el Cetro de Dios, para abrir las puertas hacia Su Reino y disipar la ilusión de los ojos y de los corazones de Mis hijos, para que reconozcan la Verdad y la sigan.
Vendré del Cielo con el Cetro de Dios, el que simboliza Mi profunda unión con el Creador; simboliza Mi Origen y demuestra a los corazones ignorantes del mundo la verdadera existencia de la Madre Celestial.
Vendré del Cielo con el Cetro de Dios, demostrando que el Verbo Divino es Uno, no solo con el Hijo, sino también con la Madre, con el Vientre Puro del cual surgieron todas las cosas, inclusive el Hijo, que es Uno con el Padre.
Vendré del Cielo con el Cetro de Dios para que todas las almas y todos los espíritus reconozcan la Potestad Divina que Me fue entregada desde el principio; para que reconozcan el nuevo ciclo, cuando Mi Vientre gestará nuevas cosas, así como gestó todo lo que hasta hoy fue creado.
Vendré del Cielo con el Cetro de Dios y muchos Me reconocerán, pero no comprenderán que este es el Poder Divino, hasta que este Poder toque sus ojos y los libere de la ceguera y del mal.
Vendré del Cielo con el Cetro de Dios, para unir lo que estaba separado, para que las mentes se rindan y los corazones se abran a la Verdad Divina.
Vendré del Cielo con el Cetro de Dios, como vengo hoy, y todos los ojos Me verán, porque cuando este día llegue ya no estaré preparando el retorno de Mi Hijo, sino que traeré en Mi Vientre a la Nueva Vida, que Él establecerá después de Su segunda Venida al mundo.
Con esto les digo que, después del Hijo, vendrá la Madre Celestial. Prepararé Sus pasos en Espíritu y en Divinidad, así como preparé Su camino en silencio, cuando Él estuvo sobre la Tierra. Pero después de que Su promesa se cumpla y que las Escrituras del Nuevo Tempo, expresadas en las palabras de los Mensajeros Divinos, también se cumplan, Yo vendré con el Cetro de Dios y reconstruiré el mundo con Mis Hijos.
Les daré a conocer al Niño Nuevo que durante este tiempo estoy gestando en Mi interior, y este Niño nacerá y crecerá en el interior de los que sean perseverantes y que, venciéndose a sí mismos y vaciándose de sí, se rindan completamente ante Dios.
Así como Mi Hijo ascendió una vez, ascenderá nuevamente, y así como Yo ayude a los Apóstoles en aquel tiempo, ayudaré a todos ustedes. Juntos construiremos el nuevo mundo, el nuevo tiempo, y las dimensiones se harán visibles.
En ese momento, las miserias ya no serán lo que predominará en sus vidas. Su transformación ya no será solo una batalla contra las fuerzas capitales de este mundo, que habitan dentro y fuera de ustedes; la transformación será eterna y constante, porque todo en el Universo se transforma; sin embargo, les digo, hijos Míos, que cuando Yo descienda al mundo después de Mi Hijo, les traeré una nueva vida y les daré a conocer un nuevo camino, en el cual se consumará la transición entre el viejo y el nuevo hombre. Y sus pasos consistirán en unirse al Universo, recuperar la filiación con Dios y reintegrarse a Sus Leyes.
Les daré a conocer los principios de la Unidad con toda la Vida y el orgullo que hoy hace que muchos se sientan únicos en toda la Creación Divina desaparecerá, y reconocerán a toda la Vida que habita en el Cosmos desde el principio, y que en humildad aguarda que ustedes puedan crecer y despertar.
He aquí que vendré del Cielo con el Cetro de Dios y estableceré la Paz dentro y fuera de ustedes, en este mundo y más allá de él. Pero hasta que llegue ese momento perseveren, ríndanse, humíllense, perdonen todo, inclusive a sí mismos y busquen el vacío, con constancia y con fe.
Pues ya llegará el día en el que verán en Mis manos al Cetro de Dios y darán gracias por ver cumplirse todo lo que un día les dije.
Yo les agradezco y los bendigo, para que no pierdan la fe ni la divina esperanza de ver cumplirse las Sagradas Escrituras de estos tiempos.
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Así como hace más de dos mil años, las profecías se volverán a cumplir. Los libros sagrados dejarán de ser solo sagrados, para volverse vivos nuevamente, frente a los ojos de los hombres.
Hijos Míos, cuando Jesús llegó al mundo y manifestó por medio de una expresión humana las palabras de Dios y de los profetas, aquellos que en apariencia lo esperaban no quisieron verlo, porque Él llegaba para apartar de las manos de los hombres el falso poder sobre las almas y sobre los templos, los que deberían volver a ser sagrados, para que los puros de corazón y los que en verdad buscaban a Dios pudiesen encontrarlo.
Los doctores de la ley no quisieron reconocerlo; prefirieron continuar con su falso poder y humillar al Hijo de Dios que rendirse a Él y al nuevo Evangelio que Él traía. No quisieron renovar su fe con la escritura viva, porque era más fácil someter a las almas a la espera de un Mesías que nunca llegaba.
La humanidad de aquel tiempo, Mis amados, temió renovar la propia fe y completar las escrituras con lo que Jesús escribió en Su llegada al mundo. A pesar de todo, Mi Hijo derribó el poder de los hipócritas y de los arrogantes con Su humildad; porque cuando menor se hacía ante los hombres, más se colmaba de Dios y de Su Amor.
Hijos, les digo esto, porque a pesar de tantas guerras, tantas persecuciones y tanta negación, Mi Hijo reescribió la historia y dejó al mundo un nuevo Evangelio que renovó las escrituras y aproximó a las almas aún más a Dios. Ahora, de nuevo llegó la hora de cumplir Sus profecías, de volver a renovar el Evangelio de Cristo a través de la vida. Llegó el momento de ver Su retorno; porque aquellos que hace dos mil años pensaron haber aceptado Su presencia entre los hombres, están vestidos otra vez con el falso poder y han tomado para sí mismos el control sobre la fe de las almas y de los corazones. Ellos saben que Mi Hijo llegará, pero no Lo proclamarán y negarán Su Espíritu como negaron Su Cuerpo y Su Sangre hace tantos siglos.
Pero esto no impedirá que Cristo retorne al mundo y demuestre una unión y semejanza con Dios aún más profunda. Él vendrá Resplandeciente y cegará los ojos de los que pensaban que veían la luz pero que estaban en tinieblas.
Así como el profeta Juan advirtió a la humanidad para que se arrepintiera porque el Reino de Dios estaba próximo, ahora, hijos Míos, Yo les digo a través de Mis videntes, que nuevamente se arrepientan, pidan perdón y renuncien ante el Cristo crucificado, a todo falso poder que piensan que tienen entre sus manos.
¡Que todas las almas preparen sus moradas! Que las iglesias reparen sus faltas y renuncien a las acumulaciones materiales y espirituales que con tanto esmero aseguran en sus casas.
El Redentor llegará y exigirá a los que dicen ser Sus apóstoles, la vivencia de Su Evangelio. No fue Él, hijos, quien colocó sobre los Suyos, vestiduras semejantes a las de un rey. Cristo vino entre los pobres y despojó a Sus discípulos y apóstoles de todo y sobre todo de sí mismos. Sin embargo, el hombre volvió a adornarse y a llenarse de oros y de piedras, en nombre de Cristo, sin comprender por qué el Mesías vino al mundo en un pesebre y no en un palacio.
Mis amados, no les digo estas cosas para herir sus corazones, sino para que revean sus vidas. Que todos renueven sus votos ante Cristo, porque solo los simples de corazón lo reconocerán.
¿Estarán preparados, hijos Míos, para despojarse de todo en nombre del Cristo Resplandeciente y verlo reescribir los libros sagrados con enseñanzas que trascienden la existencia humana? ¿O apretarán con fuerza el oro y el falso poder en sus manos y preferirán esperar a que se destruya el templo de este mundo, para poder comprender que el Hijo de Dios retornó a la Tierra?
Santifiquen verdaderamente sus vidas. Aquel que es puro y trasparente ante Dios, no necesita temer nada; por eso, hijos, no digan que vengo a amenazarlos o a causarles temor. Yo vengo para advertir a los que están sordos y ciegos en sus vanidades y creen servir a Cristo.
Retomen la pureza de sus corazones. Oren Conmigo para que Yo les muestre la verdad y el camino. Deje que lave sus ojos y les muestre la luz, preparándolos para estar una vez más ante Mi Hijo, pero ahora en entrega y con sincera disposición para seguirlo.
Los amo y les digo todo eso para que no se pierdan. Quisiera que hasta la última alma viviente reconociese la llegada de Mi Hijo; Su Espíritu ya está entre ustedes, pero muchos lo niegan.
Les dejo Mi Paz, para que con ella reflexionen y renueven sus compromisos con Dios.
Les agradezco.
Vuestra Madre, María, Rosa de la Paz
Los dos testigos finales y el amor al error
Llegará un día, no tan lejano, que el Señor por medio de Sus santos ángeles enviará a los dos últimos testigos al tribunal del mundo, para que declaren ante la humanidad toda la verdad que muy pocos conocían.
El Espíritu Santo de Dios los inspirará para hablar una a una las palabras y para que los incrédulos vestidos con gorros colorados no nieguen más la verdad.
Y el Universo, que es santo, sabe que la hora final de los dos testigos llegará después de que por divina inspiración hayan declarado sobre la venida cercana del Redentor. En esa hora los dos últimos testigos sabrán que estarán cumpliendo con la profecía y les tocará dar la vida para desenmascarar a los que adoctrinaron en la creencia de un dios materialista.
En este momento y antes de que los dos testigos sean puestos en la plaza principal por las manos de los de guantes rojos y ante la multitud para ser juzgados injustamente, el ángel del Señor hará un gran estruendo de oriente a occidente, y una cósmica luz, como miles de cintas doradas volando en el viento, marcará la señal definitiva de que el último Juicio de la humanidad se ha instalado en la Tierra.
El ángel, que podrá ser visto solamente por los puros de corazón, pedirá que los fuertes e impetuosos vientos del Atlántico desarmen los fuertes de arena que los de gorros rojos construyeron a través de su propia idolatría.
Nadie podrá negar que después de que hayan condenado a los dos últimos testigos de Cristo, la humanidad se purificará. Por eso, antes de que la sangre mártir de los dos testigos sea derramada como en mil cálices profanos, otra señal del Universo llegará y la verdad saldrá a la luz, porque nadie podrá ocultarse ante sus semejantes.
El Señor dará conocimiento y entendimiento a los puros de corazón para que también revelen las ocultas acciones de los de guantes rojos; en esa hora la humanidad tomará consciencia de su engaño milenario y en ese momento el Juicio final y desconocido comenzará.
Hasta la última hora los dos testigos silenciados por el Divino Espíritu estarán en profunda oración y con su entrega, que cumplirá la profecía final de Juan el Apóstol, ellos salvarán a miles de condenados espiritualmente.
Se oirá el llanto de las mismas mujeres de la antigua Jerusalén cuando los de guantes rojos hayan declarado la muerte para ellos. En esa hora, un poderoso espíritu fugaz, más brillante que el sol y que todas las estrellas, descenderá sobre los dos testigos que estarán encadenados por haber hablado la pura verdad, y muchos podrán abrir sus ojos y despertarán por la intensa y crística luz que los iluminará.
La humanidad proclamará la muerte para los dos últimos testigos de Cristo, los de Su Iglesia Celestial y no terrenal, y ese acontecimiento será televisado y comunicado.
Miles de burlas, que serán causa de ofensa contra los dos testigos, se convertirán enseguida como en una plaga de miles de langostas, y en ese momento el cielo que antes era brillante se oscurecerá.
Los que no eran sordos, lo serán. Los que blasfemaron, quedarán mudos y un silencio inexplicable, generado por el soplo de la trompeta del segundo ángel, dejará a la Tierra entera hipnotizada. Será en esa hora y en ese momento que las naciones tomarán consciencia de todo lo que le fallaron a Dios; así se constituirá el nuevo tiempo después de que todo haya pasado.
En el último minuto de vida, los dos testigos pedirán perdón a Dios por sus semejantes, así como Cristo lo enseñó. Será de esa forma que los dos testigos enseñarán con su ejemplo el amor que ama todo error. Como fue en el Monte Calvario, los de guantes rojos tomarán consciencia de su maldad y de sus corazones cerrados a la verdad del Universo.
Hijos, los dos testigos ya están en camino hacia ese momento para cumplir la sagrada escritura. Mientras haya tiempo arrepiéntanse y pidan a Dios Su Misericordia, para que los más sordos y ciegos de espíritu se puedan salvar.
Hoy les revelo el libro del Apocalipsis porque ya están preparados para comprenderlo.
¡Les agradezco por acompañarme!
Ora por los dos testigos,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Contempla, hoy, el misterio de la muerte de Cristo y la soledad sentida por todos Sus apóstoles y discípulos, por todos Sus seguidores, ya que muy pocos fueron capaces de comprender la grandeza de Su Crucifixión.
Contempla en tu corazón el recogimiento de Cristo, Su silencio y la incertidumbre que ese silencio causaba dentro de los Suyos.
Los que lo esperaban estaban ante una prueba de fe, estaban sintetizando en su interior todo lo que habían recibido y todo lo que habían aprendido, para colocarlo en práctica al auxiliar a los demás.
Este Sábado Santo se asemejará a la prueba que vivirá la humanidad en tiempos futuros. Ahora, aún están en la presencia de Cristo, de María Santísima y de Mi Casto Corazón; ahora aún cuentan con la Instrucción y la Guía de Aquellos que fueron enviados por el Señor para que, en la materia, lo representaran y condujeran Su rebaño a Su encuentro. Pero llegará el tiempo en que a cada uno le cabrá confirmarse y afirmar su fe. A cada uno le cabrá repartir el pan y ser el puente hasta Dios para quienes están vacíos de espíritu. Le cabrá a cada apóstol y a cada discípulo de Cristo anunciar el amanecer que llegará después de los días oscuros y, así, mantener en pie y con fe en el corazón a aquellos que deben perseverar hasta el fin, porque se comprometieron con Cristo.
Contempla, entonces, la fe de las santas mujeres de Jerusalén y cómo ellas vencieron el dolor que sentían para así vivir el puro amor que el Señor les había enseñado. Contempla la devoción de esas santas devotas de Cristo, que no solo perseveraron en el Calvario, sino que también ungieron el Cuerpo de Cristo, lo vieron resucitado, viajaron por los continentes anunciando Su Victoria y, a lo largo de los siglos, retornan al mundo, aún como santas mujeres, para perpetuar la Obra del Salvador.
Obtén tu fuerza de los misterios del Calvario, de la victoria sobre la muerte, de la fe en los días de oscuridad y de la gloria de la resurrección.
Revive la historia de tu Señor y multiplica Su Gracia y Su Bondad, siendo tú mismo la Palabra Viva de Cristo y el cumplimiento de Sus promesas.
Haz cosas mayores de las que Él hizo y cumple con Sus Palabras, así como Él lo manifestó en las Escrituras.
Renueva la Iglesia de Cristo, que no está guardada en una religión, sino en el corazón de todo aquel que tiene fe y disposición para seguir los pasos del Señor.
Aquel que te guía hacia el Salvador,
San José Castísimo
Queridos hijos:
Confíen plenamente en el Amor Misericordioso de Mi Hijo; en Su Sagrado Corazón no solo hallarán refugio, sino también encontrarán serenidad y amor.
Entren con confianza y perdón en el Alma de Mi Hijo para que Su bondadosa mirada de paz los guíe en el camino que estén recorriendo.
Sientan en sus corazones la sagrada divinidad de Mi Hijo para que sus vidas encuentren al Espíritu Santo a través de las palabras que Su Voz dictó en las Sagradas Escrituras, en el Evangelio. Mediten con el corazón en el propósito de cada parábola. Enciendan la Luz de sus corazones en la oración y vean el mensaje de Cristo para el mundo.
Vivan bajo el escudo de la humildad para que puedan encontrar a Cristo en los demás corazones necesitados de conversión.
Yo los invito a rememorar las Sagradas Escrituras para que vean las palabras del Redentor como una gran llave que abre la puerta a los Cielos. Con honestidad, vivan la instrucción como una señal de Buena Nueva para quienes caminan como peregrinos de la oración.
Velemos por la presencia de la paz a través de los grupos de oración. La paz es necesaria, en estos tiempos, en cada uno de Mis hijos.
Gracias por responder a Mi llamado.
Unidos en la Oración Divina,
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más