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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
He aquí el Padre y el Hijo, el Soberano y Eterno Dios que viene junto a Su Amadísimo Hijo, el Cristo Redentor, para formar parte con Sus Criaturas, en comunión perfecta y perpetua, elevando a las almas por un momento al Reino de los Cielos.
He aquí, compañeros, Quien les dio la vida y le dio la vida a Su Primogénito a través del Vientre Purísimo de María, Vientre que hoy gesta en Su seno a la Nueva Humanidad, Vientre Creador que se ofrece para transformar todas las cosas.
Ahora, he aquí la Madre del Espíritu Santo, la Sagrada Consciencia Trina que desde los Cielos contempla al mundo herido por el odio y por la venganza.
He aquí el Corazón Eterno del Padre, el Sagrado Corazón del Hijo y el Inmaculado Corazón de la Madre. Sagrada geometría aquí se forma, matrices internas son expresadas para que todos los escogidos las reciban en su interior y preparen sus mundos internos para cuando sea la hora del surgimiento de la Nueva Humanidad.
Por eso, el Arcángel Uriel y el Arcángel Gabriel están aquí presentes, ante el Adorado Padre, el Venerable Hijo y la Santísima Madre; los santos arcángeles justifican este momento ante la Creación, para que una vez más el Arca de la Santa Alianza sea renovada por las experiencias de redención y de perdón de las almas que viven en Cristo todos los días.
Por eso, estos santos ángeles, aquí presentes, borran de los Libros de la Justicia Divina los errores que hayan cometido por ignorancia, por insatisfacción o también por culpa. Así, una vez más, sus almas estarán purificadas ante la grandeza de Dios, que viene a entregar Sus Bendiciones y Gracias a través del Corazón de Su Hijo y del Corazón de la Santísima Madre, para que los inocentes sean rescatados y todos los que hoy sufren la impunidad tengan la Gracia de la salvación y, sobre todo, el consuelo de los Cielos.
Hoy, el Padre Eterno, ante la Presencia de Su Hijo y de la Santísima Madre, del Arcángel Uriel y Gabriel, viene a recoger en Sus Brazos a los caídos, a cuantos quedaron atrapados en el sufrimiento sin poder ver la Luz, sin poder encontrar el Amor.
Dios les otorga este momento a los que escuchan Su Llamado, a los que le dicen sí al vacío interior.
Escuchemos a Dios:
“Hijos de la Tierra y del universo, eleven sus espíritus hacia Mí. Yo Soy el Padre que los bendice y los colma, que los alimenta con la vida del espíritu y de toda la Fuente de la Creación.
Lleguen a Mí, Mis pequeños; retornen a Mí los niños de otrora, para que la inocencia se repare en el mundo y el Amor arranque de las garras del enemigo a cuantos están prisioneros y en cautiverio.
He aquí el Dios de Israel, el Dios de los patriarcas y de los profetas, el Dios de las santas mujeres y de los misioneros de Cristo.
Vengo aquí para volverles a otorgar Mi Ley, que ha sido violada y ultrajada por el hombre.
He aquí, en Mi Corazón, la cuna de la Nueva Humanidad, de la que todos los decididos pueden formar parte, creyendo en la promesa del Reino de los Cielos, del triunfo de Mi Voluntad en cada Criatura de la Tierra.
Alaben a Dios, así como lo alaba la naturaleza, para que la sensibilidad espiritual retorne al corazón humano y muchos más en este mundo abandonen la indiferencia y se abran a la caridad. Esto establecerá el perdón que el mundo necesita, ante la injusticia de tantas guerras y sufrimientos humanos inimaginables.
Yo Soy la Ley del Amor Vivo y a través de Mi Amor todo fue creado para Mis Hijos, desde el origen de la Tierra hasta el presente y más allá de este presente.
Yo Soy Adonai, el Dios Resplandeciente y Vivo, el Espejo Inmaculado de la Creación. Soy la causa de su alegría, de su bienaventuranza, de su justicia.
Eleven sus corazones hacia Mí, ¡oh, sagrado pueblo de Israel!; así como Cristo, Mi Hijo, fue elevado en la Cruz y de Su Corazón traspasado por los pecados del mundo, por Su inminente sacrificio, en vez de brotar Justicia, brotó Misericordia en Sangre y Agua.
He aquí, en Mi Corazón, la reliquia perfecta del Amor que eleva al espíritu y libera a la consciencia, que coloca sus pies en el camino correcto para que, al igual que el pueblo del desierto bajo la guía de Moisés, ustedes también encuentren la Tierra Prometida, que está dentro de cada uno de Mis hijos. Sagrada Tierra sembrada por Mis Principios y Atributos, por los nuevos patrones de conducta que volverán a erguir a la humanidad.
Fray Elías de Sagrado Corazón de Jesús:
El Corazón de Dios está abierto de par en par.
¿Quién entrará al Universo desconocido de Dios?
¿Quién será Uno con el Padre?, así como el Hijo es Uno con el Padre y así como el Espíritu Santo es Uno con el Hijo.
Mis Aspectos Sagrados también pueden ser en todos, en los que reconocen y adoran al Dios Vivo, hoy presente en forma Luminosa y Eterna, bajo el amparo de la consciencia arcangélica.
Hijos, que el mundo busque la paz, el fin de la guerra, dentro y fuera de ustedes, para que la Tierra Prometida sea una realidad y ya no más una promesa.
Escuchen la Voz del Padre que los ama, la Voz del Padre que los creo a Su Imagen y Semejanza para que pudieran ser felices en Mí, porque es lo que más deseo”.
Palabras de Cristo:
Compañeros, este es nuestro Padre-Madre Creador, adorado por los ángeles, venerado por todos los seres de buena voluntad, exaltado por los bienaventurados; porque en verdad les digo que nadie va al Padre sino a través de Mí, porque Yo Soy la Puerta directa hacia Él, así como Yo espero que sus corazones Me abran la puerta para que Yo pueda entrar.
Hoy, el Arca de la Santa Alianza es imantada por los que renuevan su consagración al Propósito Divino.
He aquí la Llama de la Abundancia de Dios, eterna e inextinguible, Llama que nada la puede apagar, porque es la Llama Inmaterial de Dios que ilumina el camino de los peregrinos, de los que se retiran sus propias sandalias para caminar descalzos hacia Dios.
He aquí la Sacrificada Consciencia de Dios, bajo la imagen del Divino Propósito, que aspira a enderezar a la humanidad para que retorne al camino de Ley y del Amor, antes de que sea demasiado tarde.
De esta Llama, imperiosa y poderosa, se alimenta Mi Corazón. Así, de esta Llama del Divino Propósito, sus corazones también deben alimentarse espiritualmente, así como también los santos ángeles lo hacen y lo viven en el eterno presente.
Esta es la Llama Sagrada que impulsa la transformación de la vida y de la consciencia, transformando lo corrupto en incorrupto.
¿Cuál es la razón de su existir? ¿Cuál es el motivo de que estén en la Tierra?
Yo vengo a darlo a conocer a través del Dios Vivo, Omnipresente y Eterno, que hoy los visitó en lo más profundo del espíritu, para poder ayudar al mundo entero. Reverencien esta Gracia desconocida, pero infinita; Gracia que viene a otorgarles la reconciliación a todos aquellos que la buscan.
Como lo prometí, vengo a darles la oportunidad, bajo este Impulso de Dios, a todos aquellos que aspiran a consagrar sus almas a la vida eterna, al servicio incansable de los Planes de Dios.
Preparémonos para este momento, que guiaré y presenciaré, así como debe ser para cada alma que busca la consagración de su vida y de su consciencia. Y esto es posible por el poder de Mi Sangre y por los méritos que ella les otorgó a aquellos que adoran Mi Sangre en el Santísimo Sacramento de la Comunión.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos a prepararnos en Cristo y por Cristo, a través de una canción; para que, en este momento de consagración, junto al Señor, el poder espiritual de Su Sangre abarque e irradie a todas las almas posibles en la Tierra, especialmente a las almas que más necesitan de Su Misericordia.
Rita, de Portugal, el Señor te llama, ven aquí. Él te hará una pregunta secreta.
Ya está todo dicho. El tiempo se ha consumado, así como Cristo, su Maestro y Señor, vivió Su hora en la Última Cena.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos a cantar, a pedido de Cristo, "El poder de la Sangre" y, todos juntos, vamos a acompañar esta consagración de nuevas auxiliadoras.
Pueden acercarse, hermanas.
Aquí, hermanas, en esta cesta están los nombres de consagración de cada una de ustedes, son nombres bíblicos. Ahora, cada una, va a escoger un nombre y yo lo voy a leer para que todos escuchen cuál va a ser su nombre de consagración en esta nueva tarea.
Sara de Adonai, ¡bienvenida!
Hossanah.
Esther.
Jokmah de María.
Belén de María.
Altar de Dios.
Inmaculada de María.
Zéfora.
Débora de Israel.
Claudia de Jesús, ¡bienvenida Claudia!
Yesbeth.
Ruaj de María.
Lea de Israel.
El Bethel.
Leonor de Dios.
María de Magdala.
Martha de Jesús.
María de Sión.
Samara.
Shejiná.
Génesis.
María Ruth.
María Cleofás.
Anna de Dios.
Aruna de Dios.
Isabel del Bautista.
Emilia de San José.
Magdalena de Jesús.
Phoebe de Jesús.
Amparo de Dios.
Vamos hacer, ahora, un Ave María, un Padre Nuestro, y un Gloria.
Vamos a colocarnos de pie para acompañar a las hermanas en esta oferta ante el Sagrado Corazón de Jesús.
Gracias, Señor, por cuánto nos das.
En este encuentro, Te honramos, Señor.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
He aquí el Padre y el Hijo, el Soberano y Eterno Dios que viene junto a Su Amadísimo Hijo, el Cristo Redentor, para formar parte con Sus Criaturas, en comunión perfecta y perpetua, elevando a las almas por un momento al Reino de los Cielos.
He aquí, compañeros, Quien les dio la vida y le dio la vida a Su Primogénito a través del Vientre Purísimo de María, Vientre que hoy gesta en Su seno a la Nueva Humanidad, Vientre Creador que se ofrece para transformar todas las cosas.
Ahora, he aquí la Madre del Espíritu Santo, la Sagrada Consciencia Trina que desde los Cielos contempla al mundo herido por el odio y por la venganza.
He aquí el Corazón Eterno del Padre, el Sagrado Corazón del Hijo y el Inmaculado Corazón de la Madre. Sagrada geometría aquí se forma, matrices internas son expresadas para que todos los escogidos las reciban en su interior y preparen sus mundos internos para cuando sea la hora del surgimiento de la Nueva Humanidad.
Por eso, el Arcángel Uriel y el Arcángel Gabriel están aquí presentes, ante el Adorado Padre, el Venerable Hijo y la Santísima Madre; los santos arcángeles justifican este momento ante la Creación, para que una vez más el Arca de la Santa Alianza sea renovada por las experiencias de redención y de perdón de las almas que viven en Cristo todos los días.
Por eso, estos santos ángeles, aquí presentes, borran de los Libros de la Justicia Divina los errores que hayan cometido por ignorancia, por insatisfacción o también por culpa. Así, una vez más, sus almas estarán purificadas ante la grandeza de Dios, que viene a entregar Sus Bendiciones y Gracias a través del Corazón de Su Hijo y del Corazón de la Santísima Madre, para que los inocentes sean rescatados y todos los que hoy sufren la impunidad tengan la Gracia de la salvación y, sobre todo, el consuelo de los Cielos.
Hoy, el Padre Eterno, ante la Presencia de Su Hijo y de la Santísima Madre, del Arcángel Uriel y Gabriel, viene a recoger en Sus Brazos a los caídos, a cuantos quedaron atrapados en el sufrimiento sin poder ver la Luz, sin poder encontrar el Amor.
Dios les otorga este momento a los que escuchan Su Llamado, a los que le dicen sí al vacío interior.
Escuchemos a Dios:
“Hijos de la Tierra y del universo, eleven sus espíritus hacia Mí. Yo Soy el Padre que los bendice y los colma, que los alimenta con la vida del espíritu y de toda la Fuente de la Creación.
Lleguen a Mí, Mis pequeños; retornen a Mí los niños de otrora, para que la inocencia se repare en el mundo y el Amor arranque de las garras del enemigo a cuantos están prisioneros y en cautiverio.
He aquí el Dios de Israel, el Dios de los patriarcas y de los profetas, el Dios de las santas mujeres y de los misioneros de Cristo.
Vengo aquí para volverles a otorgar Mi Ley, que ha sido violada y ultrajada por el hombre.
He aquí, en Mi Corazón, la cuna de la Nueva Humanidad, de la que todos los decididos pueden formar parte, creyendo en la promesa del Reino de los Cielos, del triunfo de Mi Voluntad en cada Criatura de la Tierra.
Alaben a Dios, así como lo alaba la naturaleza, para que la sensibilidad espiritual retorne al corazón humano y muchos más en este mundo abandonen la indiferencia y se abran a la caridad. Esto establecerá el perdón que el mundo necesita, ante la injusticia de tantas guerras y sufrimientos humanos inimaginables.
Yo Soy la Ley del Amor Vivo y a través de Mi Amor todo fue creado para Mis Hijos, desde el origen de la Tierra hasta el presente y más allá de este presente.
Yo Soy Adonai, el Dios Resplandeciente y Vivo, el Espejo Inmaculado de la Creación. Soy la causa de su alegría, de su bienaventuranza, de su justicia.
Eleven sus corazones hacia Mí, ¡oh, sagrado pueblo de Israel!; así como Cristo, Mi Hijo, fue elevado en la Cruz y de Su Corazón traspasado por los pecados del mundo, por Su inminente sacrificio, en vez de brotar Justicia, brotó Misericordia en Sangre y Agua.
He aquí, en Mi Corazón, la reliquia perfecta del Amor que eleva al espíritu y libera a la consciencia, que coloca sus pies en el camino correcto para que, al igual que el pueblo del desierto bajo la guía de Moisés, ustedes también encuentren la Tierra Prometida, que está dentro de cada uno de Mis hijos. Sagrada Tierra sembrada por Mis Principios y Atributos, por los nuevos patrones de conducta que volverán a erguir a la humanidad.
Fray Elías de Sagrado Corazón de Jesús:
El Corazón de Dios está abierto de par en par.
¿Quién entrará al Universo desconocido de Dios?
¿Quién será Uno con el Padre?, así como el Hijo es Uno con el Padre y así como el Espíritu Santo es Uno con el Hijo.
Mis Aspectos Sagrados también pueden ser en todos, en los que reconocen y adoran al Dios Vivo, hoy presente en forma Luminosa y Eterna, bajo el amparo de la consciencia arcangélica.
Hijos, que el mundo busque la paz, el fin de la guerra, dentro y fuera de ustedes, para que la Tierra Prometida sea una realidad y ya no más una promesa.
Escuchen la Voz del Padre que los ama, la Voz del Padre que los creo a Su Imagen y Semejanza para que pudieran ser felices en Mí, porque es lo que más deseo”.
Palabras de Cristo:
Compañeros, este es nuestro Padre-Madre Creador, adorado por los ángeles, venerado por todos los seres de buena voluntad, exaltado por los bienaventurados; porque en verdad les digo que nadie va al Padre sino a través de Mí, porque Yo Soy la Puerta directa hacia Él, así como Yo espero que sus corazones Me abran la puerta para que Yo pueda entrar.
Hoy, el Arca de la Santa Alianza es imantada por los que renuevan su consagración al Propósito Divino.
He aquí la Llama de la Abundancia de Dios, eterna e inextinguible, Llama que nada la puede apagar, porque es la Llama Inmaterial de Dios que ilumina el camino de los peregrinos, de los que se retiran sus propias sandalias para caminar descalzos hacia Dios.
He aquí la Sacrificada Consciencia de Dios, bajo la imagen del Divino Propósito, que aspira a enderezar a la humanidad para que retorne al camino de Ley y del Amor, antes de que sea demasiado tarde.
De esta Llama, imperiosa y poderosa, se alimenta Mi Corazón. Así, de esta Llama del Divino Propósito, sus corazones también deben alimentarse espiritualmente, así como también los santos ángeles lo hacen y lo viven en el eterno presente.
Esta es la Llama Sagrada que impulsa la transformación de la vida y de la consciencia, transformando lo corrupto en incorrupto.
¿Cuál es la razón de su existir? ¿Cuál es el motivo de que estén en la Tierra?
Yo vengo a darlo a conocer a través del Dios Vivo, Omnipresente y Eterno, que hoy los visitó en lo más profundo del espíritu, para poder ayudar al mundo entero. Reverencien esta Gracia desconocida, pero infinita; Gracia que viene a otorgarles la reconciliación a todos aquellos que la buscan.
Como lo prometí, vengo a darles la oportunidad, bajo este Impulso de Dios, a todos aquellos que aspiran a consagrar sus almas a la vida eterna, al servicio incansable de los Planes de Dios.
Preparémonos para este momento, que guiaré y presenciaré, así como debe ser para cada alma que busca la consagración de su vida y de su consciencia. Y esto es posible por el poder de Mi Sangre y por los méritos que ella les otorgó a aquellos que adoran Mi Sangre en el Santísimo Sacramento de la Comunión.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos a prepararnos en Cristo y por Cristo, a través de una canción; para que, en este momento de consagración, junto al Señor, el poder espiritual de Su Sangre abarque e irradie a todas las almas posibles en la Tierra, especialmente a las almas que más necesitan de Su Misericordia.
Rita, de Portugal, el Señor te llama, ven aquí. Él te hará una pregunta secreta.
Ya está todo dicho. El tiempo se ha consumado, así como Cristo, su Maestro y Señor, vivió Su hora en la Última Cena.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos a cantar, a pedido de Cristo, "El poder de la Sangre" y, todos juntos, vamos a acompañar esta consagración de nuevas auxiliadoras.
Pueden acercarse, hermanas.
Aquí, hermanas, en esta cesta están los nombres de consagración de cada una de ustedes, son nombres bíblicos. Ahora, cada una, va a escoger un nombre y yo lo voy a leer para que todos escuchen cuál va a ser su nombre de consagración en esta nueva tarea.
Sara de Adonai, ¡bienvenida!
Hossanah.
Esther.
Jokmah de María.
Belén de María.
Altar de Dios.
Inmaculada de María.
Zéfora.
Débora de Israel.
Claudia de Jesús, ¡bienvenida Claudia!
Yesbeth.
Ruaj de María.
Lea de Israel.
El Bethel.
Leonor de Dios.
María de Magdala.
Martha de Jesús.
María de Sión.
Samara.
Shejiná.
Génesis.
María Ruth.
María Cleofás.
Anna de Dios.
Aruna de Dios.
Isabel del Bautista.
Emilia de San José.
Magdalena de Jesús.
Phoebe de Jesús.
Amparo de Dios.
Vamos hacer, ahora, un Ave María, un Padre Nuestro, y un Gloria.
Vamos a colocarnos de pie para acompañar a las hermanas en esta oferta ante el Sagrado Corazón de Jesús.
Gracias, Señor, por cuánto nos das.
En este encuentro, Te honramos, Señor.
Queridos hijos de Brasil:
Como su Madre Celeste, espero que las humildes pero profundas palabras enviadas por el Santo Padre a cada uno de ustedes, conforte a sus almas y alivie a sus corazones de este durísimo y difícil momento que todos están atravesando.
En Sudamérica, Brasil es el Corazón de la Madre Celeste. Un Corazón cansado de sufrir y de padecer junto con Sus hijos, pero un Corazón que trabaja y que lucha silenciosamente por la salvación y la conversión de las almas.
Queridos hijos de Brasil, estoy aquí y soy su Madre, la Madre que nunca los abandonará. Les pido que todos vuelvan sus miradas hacia Dios y que confíen en el poder de Su Misericordia.
Mi Hijo murió por ustedes, por todos ustedes. Él llegó exhausto hasta la Cruz y cumplió Su promesa. Que cada vida, que cada hijo de Brasil coloque su rostro en el suelo por todos los que salieron de la Ley y por los que fueron castigados injustamente por la pandemia.
Hijos Míos, no se olviden de Mi Corazón. Que, en este próximo mes de mayo, sus corazones entren en Mi Corazón para que Dios, el Padre Eterno, los pueda consolar.
Hijos amados, los necesito más orantes que nunca. Brasil enfrenta los primeros pasos de su desconocido Armagedón; pero Brasil nunca perderá su semilla interna que un día germinará en los corazones redimidos y rendidos ante Cristo, Nuestro Señor.
Oro por ustedes. Acompaño sus acontecimientos diarios. Tómense de Mi mano y Yo les daré Mi abrazo de Paz.
Que todas las almas inocentes y no inocentes sean elevadas al Cielo.
Este es el tiempo en el que la vida de cada hijo Mío sea el mismo Rosario.
Los bendigo y les agradezco por escuchar de corazón,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
Desde la cúspide más elevada del Universo, en el plano del espíritu, hoy su Madre Celeste se encuentra imponiendo Sus manos en dirección al planeta para que la Luz de la Gracia lo colme completamente y todo lo que en él fue creado reciba esa Gracia extraordinaria de Dios, para que las consciencias participen de la redención espiritual de estos tiempos.
De la misma forma, las naciones de Sudamérica hoy son colmadas por la Luz del Amor que brota como una llama del Corazón de la Madre Divina, para que los que gobiernan las naciones no solo sean merecedores de la Misericordia Divina, sino también sean iluminados por la sabiduría y el discernimiento para que puedan tomar decisiones coherentes y benéficas para los pueblos, y que la sana justicia armonice y pacifique a los corazones que viven en los conflictos.
Es así que el planeta hoy es colmado, desde el plano del espíritu, por una Luz especial que proviene de la Fuente más pura de Dios, para que todo tenga la Gracia de ser redimido y rescatado; y la expansión de esa Luz especial se dará a través de las oraciones de todos los hijos que unan su verbo, mente y corazón con la Consciencia Divina de la Madre Celeste porque, así, los ejércitos de la Paz traerán para la Tierra toda la ayuda que en este ciclo es urgente y necesaria.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Que en este día 13 de mayo sus almas pidan una Gracia a Dios: la redención de los corazones, la liberación de este mundo para que las almas encuentren la paz.
Hoy hagan penitencia y oren para que la Luz de Fátima se expanda hacia aquellos lugares más necesitados.
Unan sus voces a la voz divina de su Madre Celestial. Unan sus rosarios a Su Rosario de Luz y clamen, con la potencia de las esencias, que los haga dignos hijos de Dios.
Enciendan en sus corazones lo que los hace semejantes a su Creador y oren, hijos. Vigilen, en oración, para que el mundo sea redimido.
Únanse a las coyunturas universales y divinas, en las que Leyes Mayores se congregan por las oraciones de todos los seres que, en diferentes naciones, se unen al Corazón de Nuestra Señora de Fátima.
Con los espejos de sus corazones encendidos y unidos al Espejo Mayor de su Madre Divina, permitan que una Gracia Suprema se establezca y dé al mundo una oportunidad de liberación, de redención y de paz.
Hoy, oren por la paz.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Una Buena Madre - Parte II
Hijos:
Quisiera que pudieran recordar el momento en el que estaban en brazos de su madre terrenal, en un acto tan semejante como cuando el pequeño Jesús estuvo en Mis Brazos.
¡Qué tesoro nos entregó Dios a través de ustedes, cuando, una vez, siendo pequeños, pudieron estar en los brazos de su madre!
¡Qué momento tan especial e íntimo nos concedió Dios, de que ustedes pudieran sentir el calor maternal de su madre y su madre pudiera sentir la entrega incondicional de su pequeño hijo!
En esta relación de madre e hijo se construye el espíritu verdadero de la familia y es ese espíritu el que permite, en experiencias posteriores, construir el amor y la solidaridad entre los seres.
Hoy, como Madre de todas las madres, vengo con este ejemplo porque estamos ante una humanidad que perdió completamente los valores espirituales de la maternidad.
Pero si hoy y durante los días que vendrán, por medio de la oración, todas las madres del mundo se unen a Mí bajo el espíritu femenino de la Sagrada Maternidad, permitirán que la gran Madre entre todas las madres pueda interceder por las jóvenes madres que hoy gestan a sus hijos y son tentadas por el adversario para deshacerse de la vida.
Si juntas, como madres espirituales y madres de todos nuestros hijos, nos unimos en esa alianza perfecta de madres de Dios, algún día generaremos esa consciencia tan necesaria para respetar, amar y proteger la vida nueva que está llegando.
Hoy solo les recuerdo a las madres su primer parto y la preparación para ese momento.
¡Cuán importante es para la Creación traer la vida al mundo, así como Yo traje a Jesús como luz para la humanidad!
Que hoy pueda volver a nacer ese espíritu bendito de la Maternidad que Dios concibió en cada ser femenino y el que en estos tiempos cruciales será imprescindible, porque muchos corazones más buscarán el consuelo y el cariño de una madre en la Tierra.
Las invito, queridas madres, a la renovación de ese íntimo principio femenino de la Creación.
Una buena madre guarda en su interior el propósito de la vida que una vez gestó, y ella es celadora y guardiana de que ese propósito se cumpla en el alma que una vez trajo al mundo.
La misión espiritual de las madres, unidas a Dios, es una misión amplia, más de lo que parece. Una buena madre es esa consciencia intermediaria entre sus hijos y Dios, porque Dios le concedió esa autoridad a la Virgen María y, en consecuencia, a todas las madres que están sinceramente unidas a Su Corazón Maternal.
En estos tiempos, todos los hijos de Dios deberán recordar la misión que cada madre terrenal cumplió ante el Universo cuando ella trajo al mundo a su propio hijo.
Este es el motivo para reencender en las almas el espíritu de la Maternidad, el que protegerá a los hijos de los embates del adversario.
Quiero dejarles, para terminar, las palabras que una vez el pequeño Jesús Me expresó en Sus primeros años de vida, palabras que afirmaron en Mi interior que Yo debería, como Madre de todos, hacer lo posible y lo imposible para salvar a Mis hijos de la perdición.
Jesús, una vez, siendo Niño, Me declaró las siguientes palabras como una simple oración:
¡Oh dulce Madre!,
tierna Consoladora de los que están afligidos.
Sierva incansable que donaste y entregaste
Tu Purísimo Vientre Virginal a la Creación.
¡Oh bondadosa Madre!,
que acoges a los que sufren,
que perseveras en Tu pura Fe,
que no descansas hasta poder tener
en brazos hasta el último de Tus hijos.
¡Oh Madre de la caridad!,
que haces el bien por donde pasas,
que realizas milagros y concedes
gracias a todos Tus hijos.
Desde ahora, Purísima Madre,
serás la Reina y la Señora de todas las madres,
a fin de que en esta humanidad
todos aprendan, algún día,
por obra de Tu Gracia, a amar de verdad,
así como Tú nos amas incondicionalmente.
¡Con estas palabras les agradezco por responder a Mi llamado maternal!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Entra en Mi Corazón de Paz, para que tus pasos sean seguros hacia Dios.
Entra en Mi Corazón de Paz, para que así Yo te conduzca hacia aquella Voluntad perfecta que el Creador emanó al pensar en tu pequeño corazón.
Entra en Mi Corazón de Paz, para que haya paz en tu pequeña vida y se disuelvan los conflictos, los obstáculos y las dificultades.
Entra en Mi Corazón de Paz, para que Yo te enseñe a ser un pacificador en la Tierra.
Entra en Mi Corazón de Paz, para que Yo te transforme en un anunciador de la Presencia de Cristo en este mundo, en un testimonio vivo de Su Presencia eterna y de Su Retorno venidero.
Entra en Mi Corazón de Paz, para que en Mi Silencio Yo te enseñe muchas cosas y Mi Amor te sostenga y nutra tu espíritu para que no busques en el mundo, o fuera de ti, aquello que solo Dios puede entregarte.
Entra en Mi Corazón de Paz con una oración sincera, con una plegaria verdadera, como una confesión entre Madre e hijo. Porque, como tu Madre Celeste Universal, aquí estoy para escucharte, para comprenderte, para corregirte y para ampararte.
Entra en Mi Corazón de Paz en un diálogo verdadero Conmigo, pues Yo te amo, hijo Mío, y espero que tu corazón retorne al puerto seguro de Mi Espíritu, en donde Yo pueda sustentarte para que tú, en servicio permanente y en donación, sustentes a otros que no consiguieron y que no supieron llegar a Mí.
No te olvides de entrar en Mi Inmaculado Corazón de Paz.
No te olvides de estar en Mí.
En Mi silencio tengo la respuesta y el aliento para todas tus dudas y dificultades.
En Mi abrazo tengo el consuelo para tu espíritu y la renovación para tu alma.
No permanezcas en el mundo desesperanzado y sin paz, si tienes una Madre Celeste que te fue entregada por Dios en la Cruz de Su Hijo, en el ápice de Su Amor y de Su Misericordia.
Hijo Mío, cuando todo parecía perdido para los compañeros de Cristo que lo vieron padecer en la Cruz, Él les entregó una Madre eterna y bondadosa. Y, de la misma forma, vuelve a hacerlo cuando las almas se pierden al olvidar que tienen una Madre Celestial que los amparará siempre que eleven sus ojos hacia los Cielos y su corazón a Dios.
Tan simplemente aguardo que Me llamen y que oren Conmigo.
El mundo, hijo Mío, pasará por dificultades mayores y pruebas que parecerán insuperables. Por eso, aprende hoy a ingresar en Mi Corazón de Paz; construye hoy el camino que conduce a Mi Manto, y cuando este mundo más lo necesite tú serás una guía para las almas perdidas, pues sabrás el camino para encontrarme.
Con Amor en Mi Corazón tiendo Mis brazos, colmados de gracias, hacia el mundo, para hablarle directamente al corazón de cada uno de Mis Hijos: entra en Mi Corazón de Paz y encuéntrame allí para que Yo te diga lo que más quiero de ti en este tiempo y te ayude a cumplir con tu misión.
En este día te bendigo y te agradezco por escuchar Mis Palabras y adentrarte, sin miedo, en Mi Corazón de Paz.
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Entren en Mi Corazón de Paz
Entren en Mi Corazón de Paz para que les revele en este tiempo la Gracia de Mi Presencia y que, a través de los testimonios de sus vidas, le hable al mundo.
Tomen con sus manos el rosario para clamar por la paz y verán establecerse la paz en el interior de sus corazones y en todos los que se aproximen a ustedes. Esa será la señal viva de aquellos que responden a Mi llamado.
Sepan amar y comprender a pesar de los juzgamientos humanos, y la pacificación de sus corazones hablará más alto que todas las críticas emitidas por el mundo.
Vivan en Mi Iglesia Celestial y en Mi Corazón de Paz; ingresen en Mi Reino y aprendan allí sobre los misterios divinos que el Creador les revela a los corazones puros.
De esta forma, la sabiduría de sus espíritus, adquirida en el Reino Celestial, será impregnada por una Verdad que no proviene de este mundo, y ni el más sabio de los sabios ni el más letrado de los doctores de las ciencias y de las filosofías de este mundo sabrá explicar la ciencia divina que habita en el corazón de Mis hijos.
Respondan a Mi llamado sin miedo y déjense guiar.
No teman romper dentro de ustedes los preconceptos y las resistencias, porque Yo no los estoy conduciendo hacia lo viejo. Yo vengo a renovar sus vidas y a la consciencia humana.
Vengo para enseñarles a renacer en espíritu y a profundizar en la Presencia de Dios que, desde el principio de Su Creación, intenta conducirlos a la Verdad.
Yo vengo para ayudarles a encontrar el camino de la cura del pecado original, para que conviertan no solo en sus espíritus, sino también en su más profunda condición humana, aquello que les impide llegar a Dios.
Dejen de lado, hijos Míos, por un instante, todos los conceptos de sus mentes y sientan en Mis Palabras la Presencia de Dios.
La humanidad está en su último tiempo de despertar y de arrepentimiento; ahora es el momento de rendirse a los Pies de Dios y clamar por perdón, porque Su Espíritu Consolador aún está sobre el mundo, atento a las súplicas de la humanidad, para limpiarlos de toda mancha y prepararlos para un nuevo tiempo.
Porque pronto llegará el día en que los Cielos se abrirán con toda su potencia por segunda vez, para que el Hijo del Hombre retorne a la Tierra y, mirando a los ojos de Sus compañeros, traiga la Justicia para unos y la Gracia para otros que, siendo consecuentes con Su Evangelio y fieles a Sus promesas, aguardaron con amor Su llegada.
Las profecías se cumplirán, como se cumplieron a lo largo de toda la historia de la humanidad, y Yo estoy aquí, más brillante que el sol y tan viva como sus corazones, para enseñarles a elevar, no solo sus súplicas, sino también sus almas, a través de una oración verdadera que los transforma y los conduce al Reino de Dios, aun estando en vida.
Cada misterio que Yo revelo, cada espacio divino que Yo les doy a conocer, es para que aspiren a algo más allá de este mundo; es para que sus almas renueven la esperanza de llegar a Dios; es para que sus corazones, en la eterna aspiración de conocer el Cielo, puedan llegar a él y atraerlo hacia la Tierra.
En sus oraciones, hijos Míos, contemplen con amor lo que Yo les muestro y dejen que su Madre Divina despierte en su interior la pureza que los hace dignos de estar en Dios y participar de Su Verdad.
Con estas palabras los bendigo y les agradezco profundamente por responder a Mi llamado.
Oren por la paz y eleven sus corazones a Dios, pues el mundo así lo necesita.
Vuestra Madre, María, Rosa de la Paz
Que la Pureza que brota de la Fuente del Corazón de Dios inunde a las almas y las renueve.
Que la Pureza que brota del Corazón de Dios impregne a los seres y los despierte.
Que la Pureza que brota del Corazón de Dios colme a los corazones y les revele la paz, les revele el amor y les revele la Gracia.
Que la Pureza que brota del Corazón de Dios llegue a todas las almas y las conduzca a la Verdad, hasta hoy oculta, de la unión perfecta entre su Madre Celestial y Dios.
Que la Pureza, hijos, disuelva de la consciencia humana la ignorancia y, sobre todo, el orgullo que le impide alcanzar los Misterios Divinos por creer que, en su pequeñez, pueden encerrarse todos los conocimientos, toda la sabiduría y toda la verdad.
Que la Pureza les abra los ojos y los lave, para que siempre puedan ver el mundo y la vida siempre como la primera vez, como quien está delante de algo que le es completamente desconocido.
Que la Pureza les permita ver todo como si fuera la primera vez y que el interés por lo nuevo les abra las puertas a los Misterios de Dios.
Bienaventurado es el corazón que contemplando a su Madre Divina y Celestial descubre en Ella la Maternidad Divina.
Contemplen el Hijo de Dios, pero también contemplen el primer Sagrario que lo guardó y descubran que, así como es en la Tierra, también es en el Cielo.
Conozcan y reconozcan la Grandeza de su Madre Divina todos los días, con la gratitud sencilla de estar ante Su Inmaculado Corazón, pues Su Silencio mucho le habla al corazón que sabe oír más allá de las palabras.
Contemplen el primer y eterno Sagrario de la Creación que es el Vientre y el Corazón de María, que guardó en sí no solo al Hijo de Dios, sino a todo lo que fue creado por el Padre.
Que la Pureza que brota del Corazón de Dios les revele este y tantos otros misterios que hay en el Cielo, así como en la Tierra.
Sean agradecidos eternamente y en la simple gratitud verán abrirse los Cielos delante de sus corazones a revelaciones que la humanidad debe conocer y que no se encuentran en los Libros Sagrados.
Este es el tiempo de las nuevas revelaciones.
Que se abran los corazones a la Verdad y que la Pureza que brota del Corazón de Dios les conceda la Gracia del Despertar.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hoy quiero presentarles un Reino, un Reino que siempre los acompañó desde el principio de esta caminata evolutiva y que, a pesar de estar sobre él hace tanto tiempo, muy pocos lo conocen.
Hoy quiero presentarles un Reino que permanece en el planeta, en los mundos espirituales, donde los ojos de la materia no ven, pero los corazones lo sienten.
Llegó la hora de conocer ese Reino sobre el cual tienen sus pies para que, en el momento en que él emerja como una semilla de la Nueva Humanidad, como una puerta hacia la Nueva Jerusalén, puedan reconocerlo y no teman ingresar en él.
Hoy quiero presentarles un Reino en donde habita Mi Divina Consciencia y también el Amor Universal de Dios; quiero que sientan ese amor en sus corazones y, de esa forma, disuelvan todo el miedo de conocer la verdad sobre la vida en la Tierra.
Este planeta, así como sus corazones y toda la Creación, guarda en sí muchos misterios, muchas verdades que la humanidad no conoció porque sus ojos estaban en la obscuridad, sus mentes en la ilusión y sus corazones cerrados a la vida del espíritu.
Después de tanto tiempo pisando con los pies en este suelo sagrado, llegó la hora de que sus espíritus, sus almas y sus consciencias finalmente puedan ingresar en él; llegó la hora de que el planeta, hijos Míos, reconozca que lo sagrado habita en su interior, reconozca la grandeza de la vida espiritual que en él se guarda y despierte a esa vida, para que ella exista no solo en los niveles del espíritu.
Que esa vida sagrada pueda existir aquí, en la superficie del planeta. Que sus pies ya no estén más sobre un suelo sagrado, sino que todo lo que tocan, cada espacio en el que viven sea sagrado, que sus seres se tornen sagrados, que lo sagrado emerja de sus esencias, convirtiendo sus espíritus en aquello que el Creador espera de cada uno de ustedes.
Ustedes son Mis hijos, son hijos de este Reino y deben ahora tornarse verdaderamente Mis compañeros, aquellos con los cuales pueda contar para construir la Obra Divina en este lugar y, respondiendo a la Voluntad de Dios, pueda enviarlos a muchos otros lugares del mundo donde lo sagrado también existe y la humanidad lo ignora.
Quiero despertarlos para que despierten a otros y, de esa forma, creen una red en la consciencia humana para que aquellos, que tanto esperan, encuentren el despertar y el sentido de sus vidas.
Cierren los ojos e ingresen en este Reino que hoy les presento. Sus templos no son solo de cura, vienen también para liberarlos y despertar, en ustedes, el amor al Plan de Dios.
Enciendan el espejo del propio corazón y únanlo a los Espejos de este Reino; de esta forma, lo que hay de más puro dentro de cada uno de ustedes se podrá reflejar en los Espejos de este Reino hacia toda la humanidad y podrá crecer en sus consciencias como forma de tornarse, cada día, mayores servidores de este plan de Amor.
Este Reino los aguarda desde el origen, porque ustedes se comprometieron con Dios a manifestarlo en la superficie de la Tierra. Los niños que hoy viven aquí son aquellos que construirán la Nueva Jerusalén, aquella tierra que no solo es una promesa divina, es una verdad divina, un arquetipo superior que aún aguarda en el Reino Celestial para poder descender sobre el planeta.
Yo no vengo a convertir sus espíritus en espíritus sagrados solo para que conozcan un poco más de paz. Yo vengo, hijos, por un propósito superior, porque para que este Reino sagrado emerja y para que la Nueva Jerusalén descienda, sus almas deben estar cristalinas, sus corazones puros y sus espíritus despiertos a la vida superior. Esa vida no se encuentra más allá de las estrellas, se encuentra dentro de cada uno de ustedes y debe emerger del interior del planeta para convertir la vida en la superficie de la Tierra. Con todo lo que les hablo, les abro la puerta de este Reino para que, finalmente, ingresen y alcancen el despertar.
Muchos de los que están sobre este suelo sagrado están viviendo su última oportunidad, porque es el momento de convertir los errores del pasado y despertar el corazón para la manifestación del amor y el cumplimiento del Plan de Dios, más allá de los planes personales.
Hoy coloquen sobre el suelo que tocan, que pisan, sus planes, sus metas, sus aspiraciones y sus deseos para que, con la irradiación de Mis manos, Yo pueda depositar en sus esencias el Plan Divino, la meta del Padre para cada uno de ustedes, la aspiración del Creador para sus criaturas, que está tan distante de todo lo que ustedes desean para sí mismos.
Hoy coloquen en este piso que tocan toda aspiración material, toda competencia, toda necesidad de poder, de conquista; porque en esta tarde ya no conquistarán nada, sino que será el Creador que, por la rendición de sus espíritus, conquistará sus corazones y les mostrará, hijos, la gran verdad que Él aspira a que vivan desde el principio.
Ingresen en este Reino, sin por las puertas de la redención. Dejen que sus espíritus sean acogidos por este Reino de amor.
Aquí encontrarán a hermanos de otrora que los acompañan en lo invisible de sus vidas.
Aquí encontrarán a la Consciencia Divina que hizo de este Reino Su casa para que así se pudiera manifestar Su Plan en este planeta.
La Consciencia del Creador hizo descender una de Sus Faces en esta casa para que de esta forma, hijos, ella se torne aún más sagrada y, cada día, pueda emerger de ella el arquetipo de la nueva vida, de la Nueva Humanidad.
Ingresen en este Reino y permítanse ser curados. Dejen que sus espíritus vivan la redención y, con ese paso simbólico, atraigan muchas más almas que están ligadas por la corriente de la vida y que necesitan que ustedes den un paso para que ellas también puedan ingresar en esa escuela de amor y de perdón.
Contemplen hoy las puertas de este Reino y reconozcan que, atrás de ustedes, existe una enorme fila de almas y espíritus que claman por redención.
Den un paso sin miedo e ingresen con toda su consciencia. Contemplen, dentro de este Reino, sus lagos de luz que se reflejan en los espejos de sus corazones.
Contemplen en este Reino sus jardines de cura, de rehabilitación, que los llevan a la paz, que los unen al Corazón de María porque están profundamente ligados a Su Reino Celestial.
Contemplen sus templos, entren en ellos, sientan la paz, la presencia de los ángeles que acompañan al Creador en su nueva misión en la Tierra.
Sientan hijos, la liberación de sus vidas, de sus corazones. Díganle sí a Dios y que aspiran cumplir con Su Plan.
Dispónganse de corazón para que, después de ser curados, puedan servir y auxiliar a la humanidad, que encontrará aquí una puerta para la liberación, para la salvación de los Reinos de la Naturaleza, para el alivio de los espíritus que padecieron en las guerras, en los conflictos en este mundo y más allá de él, porque no solamente aquí existen guerras; todo el universo vive la dualidad que enfrentan en este planeta y es para equilibrar esta dualidad universal que ustedes vienen al mundo para despertar la unidad y el amor en sus corazones.
Por eso, hoy coloco sus consciencias delante de un misterio aún mayor, que es trascender sus vidas, no solo por la conversión de la vida en el planeta, sino por la vida en todo el universo; porque, aunque no lo crean, el sí de sus corazones repercute en cada estrella que ustedes ven en el cielo cuando cae la noche. Y, dentro de cada una de esas estrellas, existen muchos ojos que los contemplan, muchos corazones que esperan que digan sí y conviertan sus vidas en una fuente de transformación para toda la existencia.
Ingresen en este Reino y soporten con paciencia la propia purificación, soporten con gratitud al viejo hombre que será arrancado de sus seres, los atavismos y los compromisos con el mal que un día pudieron hacer por ignorancia y por ilusión.
Ingresen en este Reino y no tengan resistencias, porque sus aguas lavarán sus espíritus y los renovarán para que puedan cumplir con el Plan del Creador.
Hoy los coloco delante de este misterio y les pido, hijos, que solo lo contemplen, que lo sientan y que no salgan de este lugar para vivir un día más.
Salgan de este lugar con la aspiración, con la aspiración divina en sus esencias. Salgan de este lugar con la determinación de despertar a la vida superior, de no dudar de la existencia de un Plan Mayor que trasciende la mente y la comprensión humana.
Salgan de aquí con la determinación de saber y de conocer su verdadero origen. Salgan de aquí con la determinación de ser otros, sabiendo que existe una verdad que trasciende todas las enseñanzas que ya fueron transmitidas en la Tierra, que trasciende, incluso, las verdades de los libros sagrados porque se ocultan en los símbolos de las palabras allí escritas.
Para sellar su compromiso con Dios y unirlos definitivamente a este Reino, Yo les daré de beber y de comer de uno de los grandes misterios universales para que la conversión de estos elementos convierta también a sus consciencias y, con este misterio vivo dentro de ustedes, puedan develar el misterio de la propia existencia y saber que, de la misma forma que este pan no es solo un pan y este vino no es solo un vino; ustedes no son solo lo que ven, la materia que aparentan ser, las emociones que sienten, los pensamientos que emiten, sino que existe una verdad oculta y es allí que yace la esperanza de Dios.
En esta verdad, en este misterio que, poco a poco, así como develan la conversión del pan y del vino, ustedes irán a develar la conversión de la materia en lo que verdaderamente es, y la conversión de estas casas en lo que verdaderamente son, la conversión de estos valles en lo que son y la conversión de este mundo en lo que debe ser.
Hoy ustedes comulgarán de los códigos de una nueva vida. Hoy coloco estos elementos en las manos de aquellos que los guían, que son tan responsables de este Reino en la materia como en el espíritu.
Coloco estos elementos en las manos de aquellos que los sirvieron incansablemente desde el origen. Este es un Consejo que representa no solo a esta Obra, sino también a una gran parte del Plan de Dios en la Tierra.
Con sus corazones abiertos, hijos, emanen gratitud al universo para que, de esta forma, curen el pasado y preparen en estos tiempos una vida de mayor compañerismo.
Llegó el momento de que sean compañeros no solo de Mi Casto Corazón, del Corazón de María o del Sagrado Corazón de Jesús, sino también de que sean compañeros de aquellos que los guían para que, en este tiempo, esta Obra pueda ampliarse y el Plan de Dios pueda contar con ustedes para abarcar más espacios del planeta que tanto lo necesitan, porque no solo aquí existen almas que deben despertar, porque no solo aquellos que nos asisten en sus casas deben recibir esta instrucción de vida. En cada punto del planeta, por más escondido y olvidado que esté, existe un corazón que tiene un compromiso con Dios, y ese compromiso debe cumplirse.
Por la potestad que Mi Hijo Me entregó y por la paternidad que un día compartí con Dios, amparando a Aquel que descendió de los universos para ser Hijo del Hombre, bendigo y convierto estos elementos.
Junto a los sacerdotes de este Reino que consagran sus vidas en lo invisible, que sirven, que oran, que contemplan y sustentan el planeta, que los elementos se conviertan para que se conviertan sus vidas y ustedes sigan de dos en dos, expandiendo el Plan de Dios en la Tierra.
Sientan la Presencia de María Santísima para que también Su Pureza y Su Divina Consciencia, que aún no fue comprendida por la humanidad, toquen sus corazones y los auxilien en la transformación y en la consagración de sus vidas.
Por la bendición del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, convierto estos elementos y les agradezco.
Manténganse unidos a los Sagrados Corazones, porque un nuevo ciclo despunta y espera de todos una nueva consciencia, un nuevo despertar.
Les agradezco.
Mientras la vidente Hermana Lucía de Jesús transmitía las Palabras de San José, el vidente Fray Elías del Sagrado Corazón recibía el Mensaje Diario de la Virgen María, que, al final del encuentro de oración, compartió con todos.
Llamo Mis soldados a los que perseveran en la Voluntad del Señor y la cumplen más allá de sus pequeñas voluntades.
Llamo Mis compañeros a aquellos que siguen a Mi lado, bajo cualquier circunstancia, y que dicen sí a Mi Plan de Amor y de rescate de las almas, aunque no sepan qué Plan es este y cómo será llevado adelante.
Llamo hijos predilectos a aquellos que reverencian a Dios por sobre todas las cosas y que, dentro de su imperfección, se entregan al desconocido Universo del Padre Celestial.
Hoy, convoco a los corazones para que se consagren a la Voluntad Mayor, pues los tiempos ya no serán fáciles para las consciencias, y las almas serán probadas por el enemigo como jamás antes lo fueron.
Hoy, los convoco para que consagren sus vidas, sus almas y sus espíritus; para que renueven el compromiso que sellaron Conmigo desde el principio y que lo vinieron a consumar en este tiempo.
A los que Me siguen, les oferto el sacrificio, y la recompensa que reciben es la salvación de las almas.
A los que Me siguen, les oferto la renuncia, y lo que reciben a cambio es la pureza del mundo, que será rescatada por las pequeñas obras de estos corazones.
No coloco grandes tesoros materiales en la mesa de aquellos que Me siguen. No les ofertaré el confort ni el descanso, en esta vida ni en la otra.
Pero hay algo en esta mesa que no hay en ninguna otra, algo que trasciende el cansancio, algo que trasciende las riquezas de la Tierra, algo que trasciende la materia, algo que no es de este mundo.
Esto que les oferto es único, es simple, es invisible, es intocable y es también inmutable.
Esto que les oferto abre las puertas del universo y colma los mundos, las estrellas, los espíritus y las consciencias.
A los que hoy se consagran a Mi Corazón, les oferto el Amor y les presento a Mi Hijo para que sea su Rey por toda la eternidad.
Mis pequeños hijos, hoy solo les digo que los reuní bajo Mi Manto para depositar en sus corazones Mi Amor y para decirles, bien cerquita de sus corazones, que jamás se olviden de que estoy aquí, y de que por más que les oferte el sacrificio, les oferto también Mis brazos, hacia los que deberán caminar eternamente.
Los ama,
María, Reina de la Paz
Ven y recógete en Mi Corazón cuando el temor golpee a tu puerta. No hay puerto más seguro que Mi Manto y bajo él, estarás a salvo de todo mal.
Ven hacia Mis brazos maternales cuando tus pies ya no tengan fuerza para caminar. Como buena Madre, te llevaré en Mi regazo celestial al encuentro con el Creador, así como lo hice con el Niño Jesús en el Templo.
Cuenta con la ciencia de Mi Reino y con la comprensión de Mi Consciencia cuando tu pequeña mente no abarque los misterios del Cielo.
Cuenta con la voz de tu corazón y con la certeza de tu espíritu para confiar en Mi Presencia.
Cuenta con el poder de la oración y la acción del ayuno para que tus pasos sean amplios y firmes, acompañando a los pasos de Mi hijo.
Cuenta, día a día, con las Palabras de Jesús, porque Él lee en tu corazón la verdadera necesidad de tu alma y te conduce con palabras dulces al Reino Celestial.
Cuenta con la grandeza de Mi Presencia para que todo el resto se torne pequeño.
Cuenta con la eternidad que hay en el universo para percibir que todo en la Tierra es pasajero.
Aférrate al Amor de Mi Corazón para disolver tus miedos.
No te impresiones con cualquier oscuridad, pues inmensa es la Luz que hoy está delante de ti.
Yo soy la Madre del Mundo, la Madre Universal. En Mi Vientre celestial gesté a cada alma de esta Tierra, son todos Mis benditos hijos que hoy los vengo a conducir de vuelta a Mi Reino.
Ven, hijo Mío, ven hija Mía, ya es el tiempo de retornar a tu Casa Celestial y descubrir, en tu pequeño corazón, la esencia grandiosa del universo.
No temas encontrarte con lo desconocido, no temas ser hoy diferente a lo que fuiste ayer.
Yo vengo para traerte lo nuevo que, en verdad, es lo más antiguo que duerme en el universo, pero que los ojos y los corazones de Mis hijos se negaron a ver durante tanto tiempo.
Camina hoy hacia Mi inmenso Corazón y deja tu pequeño corazón en Mis brazos. Confía en Mi maternidad, que Yo sabré guiarte.
Si tu corazón desconoce Mi Presencia y tu mente desconfía de Mi Voz, solo ábrete a lo verdadero y, por un pequeño instante, permite que Mi Espíritu ingrese en tu vida. Ponte en oración y Yo te mostraré lo que de más sagrado hay en el mundo. Una Paz desconocida permeará tu espíritu y, en ese instante, tu pequeña alma glorificará al Señor. Guarda en tu memoria este sentimiento de conversión, este es Mi mayor milagro, un milagro de Amor.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
María, vuestra Divina Madre y Reina de la Paz
Hijos Míos,
Busquen en Mi Corazón el reposo de sus vidas para que, en él se renueven ante todas las pruebas. Yo soy la Fuente de vitalidad, de vida para el espíritu y de Amor para las almas. A través de Mí, caminarán incansables en dirección a Mi Hijo.
Yo soy Aquella que les da de beber cuando atraviesan el desierto para que puedan cruzar el umbral de la madurez y alcanzar la Consciencia de Dios.
Los misterios de Mi Presencia están encerrados en el universo de la oración. Aquel que ora y se silencia, encuentra en Mí las llaves para conocer lo infinito de Dios.
Por eso, hoy, les digo que busquen descubrir la ciencia de la oración, ciencia que abarca mucho más que las simples palabras pronunciadas con atención.
Hoy, quiero que den un paso más en este camino de consagración a la vida de oración, y esto se alcanza cuando se permiten orar con toda la consciencia, con el corazón, con sentimiento, con la mente, el alma y el espíritu. De esta forma, la concentración abre las puertas para que las palabras se tornen vivas y cada verbo pronunciado sea como una puerta que los llevará a un universo desconocido.
Si hacen como hoy les digo, profundizando en sus oraciones, descubrirán que el simple acto de orar encierra, en sí, grandes misterios de salvación y de evolución para toda la humanidad.
Como Madre del Mundo y Madre Universal, poco a poco, los conduzco a estos universos que están guardados en el silencio de cada oración que les fue entregada.
Muchas veces, se habrán preguntado por qué los Mensajeros de Dios les entregan tantos ejercicios espirituales y tantas oraciones diferentes. Hoy, Yo les digo que el motivo espiritual de este hecho es que cada oración, cuando es pronunciada plenamente, abrirá deferentes puertas en la consciencia para conducirlos a diferentes Universos de Dios. También, cada ejercicio y cada oración conecta sus corazones con diferentes códigos divinos que el Creador aspira a imprimir en sus criaturas.
De esta forma, jamás pierdan la oportunidad de orar con el corazón y con el espíritu. Deben estar más que concentrados en cada palabra; sumérjanse en cada una de ellas y permítanse ser elevados por los ángeles enviados por Dios. En poco tiempo, si practican Mis instrucciones con sinceridad y pureza, descubrirán lo que hoy les digo.
No busquen alcanzar ningún estado de sopor mientras oran, porque lo que hoy les digo se trata de una instrucción profundamente espiritual.
Si oran con amor y se dan el permiso para profundizar en este universo que es orar, el propio Dios, a través de Sus ángeles y Mensajeros, les abrirá la puerta y los conducirá hasta donde corresponda, en cada oración.
Poco a poco, descubrirán que orar es más que orar, y que poco saben sobre este ejercicio divino.
Solo oren, oren siempre.
Les agradezco por responder a Mi llamado y por haber venido a Mi encuentro.
María, Madre Universal y Reina de la Paz
Entra en Mi Paz, para descubrir las verdades del Cielo y conocer los misterios más antiguos del corazón.
Entra en Mi Paz, para que tu corazón se aquiete y encuentre un camino seguro por el cual seguir en dirección a Mi Hijo.
Entra en Mi Paz, para que tu consciencia comprenda Mi Presencia y tu corazón reconozca a Mi Espíritu.
Entra en Mi Paz, para que tu alma se aproxime y tu espíritu viva unido a tu corazón, ayudándolo así a consolidar los pasos de la consciencia.
Entra en Mi Paz, porque solo en ella conocerás a Dios y a Su Reino Celestial.
Entra en Mi Paz, porque dentro de ella estarán libres de las tribulaciones del mundo y tu corazón no se envolverá con lo que vive fuera de Mi Corazón.
Entra en Mi Paz, para estar bajo Mi Manto y, a partir de ahí, ser intercesor de las almas que más lo necesitan.
Entra en Mi Paz, para conocer el silencio. Entra en el silencio, para conocer Mi Paz.
Entra en Mi Paz, esa que Mi Presencia deposita en los corazones e irradia al mundo.
Para estar en Mi Paz, hay que estar en Mi Presencia, y para atraer Mi Presencia, hay que estar en oración perpetuamente.
Estén en Mi Paz, viviendo en oración. Irradien Mi Paz, viviendo la oración. Sean Mi Paz, siendo la oración.
Estar en Paz, hijos Míos, es una gran necesidad del mundo, porque la paz muere en los corazones de los hombres, y cuento con los dedos de Mis manos a aquellos de Mis hijos que hoy pueden vivir en eterna paz, porque viven en eterna oración.
Por eso, oren, oren mucho. Disuelvan en la oración las aflicciones de sus corazones y las aflicciones del mundo. Aparten de sus corazones el dolor, a través de la alegría de vivir en Dios y de cumplir con Su Voluntad Divina.
Coloquen, día a día, a Mis pies aquello que les impide vivir en paz y, a través de la oración, fortalezcan esta paz en el mundo e irradien la paz a las consciencias.
Ya no alimenten los conflictos, las críticas, los juzgamientos; no se unan con el prójimo para alimentar el mal, para juzgar, para destruir, para atraer la discordia entre los corazones.
Corten los impulsos de la maldad que viven en las células humanas. No alimenten a las fuerzas mundanas que viven en los corazones; pero sí, como soldados marianos, vivan la primer batalla, en ustedes mismos, para retirar el mal e implantar la paz.
Oren, Mis queridos, oren mucho, porque el mundo así lo necesita.
No se permitan emitir un verbo que no construye la Luz, y si la voluntad de hacerlo fuera mayor que el poder de la paz en sus corazones, silénciense, silénciense y entren en oración.
Es tiempo de crear con consciencia, es tiempo de vivir el amor entre las criaturas. Los invito a disolver, en Mi Corazón, todo lo que fueron hasta este instante, para vivir en Mi Propósito universal de la Paz.
Como en Fátima, despierto los corazones del mundo para que renazcan en Mi eterna Paz.
Les agradezco por responder a Mi llamado.
María, Madre y Reina de la Paz
Reluce en Mi Corazón la esperanza de una Nueva Aurora y, como una verde esmeralda, brota de Mi pecho una señal que fue enviada por el Señor, como respuesta al pedido de cura de las almas.
Hijos Míos, aquellos que en este día abran sus corazones recibirán Gracias especiales, porque hoy las puertas del Cielo están especialmente abiertas. Hoy nace en el universo un nuevo ciclo, en el que podrán renovarse en el perdón y en la redención de Dios.
Es tiempo de soltar definitivamente las viejas vestiduras que ya no les sirven al cuerpo y, sin vergüenza, verse despojados delante de Dios; porque cuando nos permitimos ser verdaderos ante los Ojos del Creador, Él se puede aproximar a nosotros y sacarse Su propio Manto para cubrir nuestro cuerpo.
Hijos Míos, ya no son tiempos de temer lo desconocido, de tener miedo de enfrentar lo que vendrá, tampoco es tiempo de ser indiferentes a las revelaciones que el Señor les envía.
Abran sus corazones y sus espíritus, y de esa forma, Mi Corazón reciba un permiso de la humanidad para que de Mis propios labios broten revelaciones que hasta hoy están ocultas y que deben ser develadas al mundo entero.
Hijos Míos, la única forma de que el mundo salga de la ignorancia en la cual está sumergido es encontrando en otros corazones el ejemplo de fe y persistencia. Si cada uno decide, con la voluntad del espíritu, ser ejemplo para el prójimo, mucho podrá cambiar, porque Mi Verbo solo podrá ser emitido si hubieran corazones dispuestos a oírlo y, más que eso, a seguirlo y practicarlo en la vida, con amor.
Si hoy Mi Corazón conmemora seis años de Apariciones a sus pequeños seres, sepan que hay en el mundo, entre ustedes, seres que viven Mi Mensaje y que posibilitan que Mi Corazón renueve el compromiso con toda la humanidad.
Si unos pocos corazones, que hoy viven Mis pedidos y Mis instrucciones, permitieron que, durante seis años, Yo estuviera a su lado, imaginen ahora cuánto podría hacer y a dónde podría llegar si otros corazones se encendieran en este propósito de vivir la Paz.
Aún falta mucho para que el verdadero Plan de Dios se concrete en este mundo, y también larga deberá ser Mi jornada en la Tierra, pero la plenitud de esta misión mariana depende de la respuesta de los seres humanos.
Por eso, hoy, en el aniversario de Mis Apariciones, Yo les pido que realmente se renueven Conmigo y se permitan dar un nuevo paso en dirección a Dios.
No esperen el ejemplo del prójimo, sino, a través de la fe, enciendan sus corazones y sean, cada uno, una antorcha que llega para iluminar el camino de aquellos que están en la oscuridad y que no saben ni siquiera en qué dirección deberán dar el primer paso.
Vengan a Mí, que Yo los aguardo siempre.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad y Reina de la Nueva Aurora
Pequeños hijos de Mi Corazón:
Hoy les quiero dictar Palabras de ánimo, de esperanza, de alegría para que, unidos a los atributos de Mi Corazón, puedan superar las pruebas que Dios les envía a sus vidas.
Mis queridos, estos son tiempos de mucho sufrimiento para el mundo, para todos los Reinos de Mi Corazón, y aquellos que se dispongan a servir, en oración y en paz, a todos estos Reinos, deben crecer y fortalecerse cada día más en Mi Corazón materno.
Muchas pruebas aún están por venir y serán cada vez más intensas y más profundas, pues el Señor aspira a purificar lo profundo de Sus criaturas.
Para superar cada prueba, sus corazones no pueden perder la alegría y la esperanza de seguir adelante. La alegría en los corazones de Mis hijos tornará leve cada caída y los ayudará a levantarse, observando siempre la gran necesidad que hay en el mundo, y cuán necesario es que aprendan a caer y a levantarse cada día.
Mi Corazón se dirige a todos los corazones del mundo, porque cada ser que vive en esta Tierra debe despertar para ser un soldado de Mi ejército mariano, que lucha por la paz a través de la oración.
Todos aquellos que hoy viven en esta Tierra provienen del Corazón de Dios y hacia Él deben retornar cuando hayan aprendido a superar las pruebas de la vida, a través de la persistencia en el Corazón de Dios y a través del amor.
Hijos Míos, todos los corazones del mundo, cada uno en su aprendizaje, viven duras pruebas de maduración. Aquellos que no Me conocen se sumergen en el sufrimiento y se pierden en este mar de dolores y de oscuridad que crece en el mundo. Pero aquellos que alguna vez escucharon Mi Voz deben elevar los brazos y no pueden permitirse estar sumergidos en el sufrimiento.
Sepan ver, Mis queridos, las dificultades de la vida como oportunidades de madurar el espíritu, de aprender y de ayudar a otros que están en esa misma situación.
Las advertencias de los Mensajeros de Dios siempre son para impulsarlos hacia el Corazón Celestial de Dios. Permítanse, entonces, ser moldeados por las Manos del Creador a través de Sus Mensajeros. Sean como recipientes leves para ser moldeados en las manos de los Alfareros de Dios para que, cuando sea el tiempo correcto, el Agua de Vida sea vertida sobre sus corazones y, a través de ustedes, llegue a toda la humanidad y a todos los Reinos.
Hoy, también les digo que en sus corazones deben brotar más amor y más comprensión por los Reinos de la Naturaleza. Busquen, a través de la oración, conocer la grandeza de estos Reinos y encuentren en ellos a Mi Corazón, porque en los Reinos, Mi Espíritu ya tiene morada perpetua.
Mis queridos, con el corazón pleno de alegría, sigan adelante a pesar de todo el cansancio, a pesar de todas las pruebas, a pesar del sentimiento de que sus pies no salen del lugar en donde están. No se preocupen, pues si dan solo un paso, Mi Corazón dará todos los otros en dirección a sus corazones, pero es necesario que este primer paso sea dado.
Yo los amo y los bendigo siempre, los guardo en Mi Sagrado Corazón.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Mi Corazón, en este día, se alegra un poco más por la respuesta misericordiosa de Mis grupos orantes. Sé del esfuerzo y del empeño de cada una de las pequeñas luces de esta red que está siendo tejida sobre la Tierra.
Hoy, Mi Corazón los invita a dar un paso en el camino de la consagración, consagración a Mi Corazón, y ese paso es vivir Mi Mensaje de salvación.
Hijos Míos, sobre todo a los que Me escuchan por primera vez, los invito a seguir caminando; pues si Dios permitió que sus corazones se encontraran con Mi Inmaculado Corazón, fue porque sus almas ya dijeron sí a Mi Plan de Paz.
A estos que Me encuentran por primera vez, a partir de sus ciudades, los invito a seguir por este camino de oración trazado por Mi Corazón.
Mis queridos, Mi Corazón desciende a la Tierra, en este tiempo, para proclamar la Paz y traer al mundo la salvación que tantas almas aguardan. Si escuchan Mis Palabras con el corazón, sobre todo las pronunciadas en los últimos tiempos, podrán sentir el Amor que desciende de la Fuente misericordiosa de Dios para colmar sus vidas.
Por eso, solo les digo que abran sus corazones y espíritus, y solo le digan sí a Mi Corazón; así, pronto podré estar más próxima a sus corazones y a sus vidas.
Les agradezco por caminar en dirección a Mi Corazón.
María, Madre y Reina de la Paz
Relato del mensaje:
Antes de llegar María, surgieron delante de nosotros imágenes de la Pasión de Cristo, de María acompañando a Jesús y, finalmente, surgió una imagen del momento en el que bajaron a Jesús de la Cruz y lo colocaron en los brazos de María. María se levantó con Jesús en los brazos y vino en dirección a nosotros; así se presentó en la sala donde orábamos. Estuvo un tiempo en silencio, después desapareció y apareció nuevamente como la Madre de la Divina Concepción de la Trinidad, y transmitió Su Mensaje.
Como Madre de la Divina Piedad, hoy les traigo a sus pequeños corazones esta señal, para que puedan vivir el Don de la Piedad en sus corazones.
Hijos Míos, la Piedad volvió al mundo en el momento en el que Mi Hijo Jesús fue bajado de la Cruz y Mis brazos sintieron el peso de Su Cuerpo, que era, todo él, una Sacratísima Llaga. Sentí en Mi pecho no el dolor, sino el Amor que fue derramado en la Sangre de Mi Hijo, el Hijo que Me fue entregado por Dios y que en aquel momento retornaba al Reino de Su Padre.
La Piedad nació como la puerta hacia la Misericordia. La comprensión de Mi Corazón y la Piedad que sentí por todas las almas del mundo permitieron que la Sagrada Misericordia siguiera siendo derramada sobre el mundo.
Con Jesús entre Mis brazos, tan cansados por todo el sufrimiento que cargué junto con Cristo, comprendí al fin y de forma definitiva, el Amor de Dios por Sus criaturas y sentí, en el Cuerpo flagelado y muerto de Jesús, la grandeza de ese Amor.
La Piedad, hijos amados, nace de la Misericordia y permite que ella se expanda por el mundo. Para que esta Tierra viva un tiempo más de Misericordia, es necesario que los corazones sepan vivir la Piedad.
Hoy les digo, con el más puro Amor de Mi Corazón, que la Piedad brota de la comprensión del Plan de infinito Amor que Nuestro Señor Dios tiene para toda esta humanidad.
Hijos queridos, solo ámense unos a otros, comprendan las pruebas de la vida sin ningún juzgamiento, sean piadosos para acompañar la transición dolorosa de cada uno de sus hermanos.
En este tiempo de purificación, solo el amor los sustentará en este camino que los conduce al Reino de Dios, y la búsqueda de ese amor les mostrará las debilidades de sus hermanos para que sean vistas con ojos de Piedad.
Aspiro a que Mis pequeños soldados sean, en las pequeñas cosas de la vida, fieles a este Dios tan bueno que los guía siempre. Esa fidelidad, hijos Míos, está en ser lo que Dios espera que sean: amorosos, misericordiosos, piadosos, comprensivos, acogedores, serviciales.
Un soldado de Mi ejército batalla a través del amor; su arma es la oración y su campo de batalla es la convivencia diaria con sus hermanos, porque el mundo ya no sabe amar.
Mi mirada recorre la Tierra desde los Cielos; y veo que la Piedad muere, día a día, en los corazones de Mis hijos. Por eso, a los que Me escuchan, Yo les pido que, por amor a Mi Corazón, rescaten a la Piedad en el mundo, viviéndola entre ustedes. Hagan renacer el amor, viviéndolo. Permitan que el tiempo de la Misericordia sea eterno, aun durante el tiempo de la Justicia, y eso se alcanza siendo misericordiosos.
Sigan siendo el dulce aliento de Mi Corazón, para que Yo encuentre refugio en los pequeños corazones de Mis hijos que, junto a Mí, son incansables.
No desistan, hijos Míos, de vivir el amor. No busquen ser perfectos para después vivirlo; vívanlo antes en la imperfección, pues Yo desciendo de los Cielos para decirles que eso es posible y que será con los que hoy escuchan Mi Voz, en todas las partes del mundo, que Dios cumplirá Su Plan y manifestará Su eterna Gloria en la Tierra.
Yo los amo con todo Mi Corazón de Madre y les agradezco por persistir, respondiendo a Mi llamado.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Entra en Mi Corazón de Luz y, en el silencio, te mostraré las respuestas que tanto buscas.
Únete a Mi Corazón Inmaculado y te llevaré a un estado de paz que aún desconoces.
Ven a Mí, en oración, y te daré a conocer los poderes de un Verbo que redime a las almas y restaura el mundo.
Permite que, a través de la comunión con Mi Hijo Jesús, el sagrado Cuerpo de Cristo transforme tu ser y tu existencia, transforme el curso de tu vida y reescriba tu historia en la Tierra y en el Universo de Dios.
Deja, hijo Mío, que la confesión con Cristo limpie tu corazón, atraiga al mundo el perdón y deposite en tu ser la infinita Misericordia que el Sagrado Corazón trae a la Tierra.
Encuentra en los Sacramentos la fuerza de tu vida, vive en los Sacramentos y por los Sacramentos. Transforma tu día a día en una comunión con lo Divino, para que lo Sagrado retorne a este mundo.
Hijos Míos, les quiero enseñar a estar siempre en el Corazón de Dios, quiero mostrarles el camino hacia la transformación, quiero conducirlos a lo Sagrado, a lo Divino y a lo verdadero, pero necesito que todos escuchen Mi llamado y practiquen Mis Palabras.
¿De qué les servirá solo oír Mi Voz, si no siguen las Instrucciones que les traigo?
Hace mucho tiempo que le hablo al mundo, le traigo de los Cielos las llaves para la salvación y para el encuentro eterno con Cristo; pero Mis hijos no Me escuchan, no profundizan en Mi llamado y no encuentran fuerzas en Mi Corazón para responder a la sagrada Voluntad de Dios.
Busquen las Palabras que les pronuncié a lo largo de los años, de los siglos; y podrán percibir en el corazón que se cumplieran lo que les pido, sus vidas no serían las mismas, y las dificultades y miserias del mundo tampoco serían las mismas.
Es tiempo, Mis queridos, de que cada uno cumpla verdaderamente su parte; que dé su respuesta a lo Alto, consciente de que eres parte de una humanidad que se pierde en las ilusiones del mundo.
Eleven los brazos hacia lo alto y pidan el auxilio de Dios para transformar aquello que no alcanzan por sí solos, pero no esperen que Dios los transforme por Sí mismo, sino den los pasos en dirección a la transformación.
Ya no digan, hijos Míos, que no saben cómo hacerlo, porque durante un año Mi Corazón les dictó diariamente los pasos que deberían dar. Y ahora, en infinita Misericordia, Mi Hijo desciende sobre la Tierra a dictarles, día a día, preciosas Instrucciones sobre cómo alcanzar el Reino de los Cielos.
Necesito contar con Mis soldados, necesito sus pasos en el camino de Mi Hijo; porque, hijos Míos, el mundo entero necesita esta transformación y aquellos que digan sí y que caminen, lo harán por todos.
Les agradezco por estar siempre Conmigo.
Yo los amo,
María, Madre y Reina de la Paz
Hijos Míos:
Cuando Mi Corazón se aproxima a la Tierra, trae en Su interior al Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, porque hoy Yo les digo que la Sierva de Dios es Una con Su Espíritu.
El Santo Espíritu vive y reina en Mi Corazón, y Yo estoy en Él eternamente. De esa forma, cada vez que invoquen a Mi Inmaculado y Santísimo Corazón, sepan que estarán invocando al Espíritu de Dios, santificado por Su eterna Gloria en los Cielos y en la Tierra.
El Espíritu Santo se hizo Uno Conmigo cuando el Hijo de Dios habitó en Mi vientre. Yo fui concebida por el Espíritu de Dios y Él se hizo carne en Mi Hijo a través de Mi Vientre.
Mi Espíritu nació de la Consciencia purísima de Dios con la misión de ser eternamente Santo e Inmaculado. Mi Espíritu fue generado por el Corazón de Dios, porque de Su Corazón nacería el Corazón del Hijo del Hombre, el Hijo Primogénito de Dios.
Es hora de que todos glorifiquen este misterio, porque tantas veces les dije que el Espíritu Santo llegaría a sus vidas, y cuando lo dije, Mi Espíritu ya estaba delante de sus corazones.
El Espíritu Santo es omnipresente y desea hacer Su morada en todos los corazones del mundo. Este Santo Espíritu fue creado para manifestar el Amor de Dios en todas las cosas, y, sobre todo, en todas Sus criaturas santificaría la materia y haría renacer a Dios en el hombre y al hombre en Dios.
Como se manifestó en Mí, el Espíritu Santo deberá manifestarse en todos los hijos de Dios. Aquellos que sean fieles a Dios, como Yo lo fui, abrirán las puertas del corazón y de la consciencia para que el Espíritu Santo pueda anclar.
Ya no será gestado en el vientre de los hombres, pero sí en sus corazones. No nacerá en el hombre nuevo, sino que hará renacer al viejo hombre.
Abran sus corazones a ese sacratísimo misterio, renuévense en lo desconocido, pues este Árbol bendito crecerá en los que hoy se abran a estas semillas que les son entregadas.
Yo soy el Espíritu el Espíritu Santo y Él es en Mí.
Como fuego de transformación para las almas, el Espíritu de Dios sobrevuela el mundo, como Ave Inmaculada y Luminosa, coronada de estrellas y vestida de sol, para perpetuar Su Morada en los corazones que le sepan decir sí.
Yo los bendigo y los guardo en el Corazón de Dios.
Les agradezco por abrirme las puertas del corazón.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más