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Querido hijo:
Confirma plenamente en tu corazón que siempre seré tu Madre y que una buena madre nunca olvida a sus hijos.
Una buena madre siente el desespero hasta de su hijo más pequeño, como también siente su alegría.
Una madre que ha tenido a su hijo, todo lo sabe y su corazón nunca le falla, porque, a pesar de la distancia o en donde su hijo se encuentre, una buena madre, por medio de la intuición femenina, siente todo lo que a su hijo le está pasando.
Por eso, confía en que una buena madre siempre te comprenderá y te consolará. Porque una buena madre es capaz de dar la vida por sus hijos, así como ella la dio al momento de dar a luz a un nuevo ser.
En el vientre materno se guarda toda la historia entre la madre y el hijo. Los momentos de alegría, los momentos de dolor, así como la felicidad de traer al mundo una nueva vida.
Una buena madre espera pacientemente por el amor de sus hijos. Ella llora en silencio las penas de su corazón, porque una buena madre siempre desea el bien para sus hijos, más allá de todo.
Una buena madre es una guerrera incansable de Dios.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Una Buena Madre - Parte II
Hijos:
Quisiera que pudieran recordar el momento en el que estaban en brazos de su madre terrenal, en un acto tan semejante como cuando el pequeño Jesús estuvo en Mis Brazos.
¡Qué tesoro nos entregó Dios a través de ustedes, cuando, una vez, siendo pequeños, pudieron estar en los brazos de su madre!
¡Qué momento tan especial e íntimo nos concedió Dios, de que ustedes pudieran sentir el calor maternal de su madre y su madre pudiera sentir la entrega incondicional de su pequeño hijo!
En esta relación de madre e hijo se construye el espíritu verdadero de la familia y es ese espíritu el que permite, en experiencias posteriores, construir el amor y la solidaridad entre los seres.
Hoy, como Madre de todas las madres, vengo con este ejemplo porque estamos ante una humanidad que perdió completamente los valores espirituales de la maternidad.
Pero si hoy y durante los días que vendrán, por medio de la oración, todas las madres del mundo se unen a Mí bajo el espíritu femenino de la Sagrada Maternidad, permitirán que la gran Madre entre todas las madres pueda interceder por las jóvenes madres que hoy gestan a sus hijos y son tentadas por el adversario para deshacerse de la vida.
Si juntas, como madres espirituales y madres de todos nuestros hijos, nos unimos en esa alianza perfecta de madres de Dios, algún día generaremos esa consciencia tan necesaria para respetar, amar y proteger la vida nueva que está llegando.
Hoy solo les recuerdo a las madres su primer parto y la preparación para ese momento.
¡Cuán importante es para la Creación traer la vida al mundo, así como Yo traje a Jesús como luz para la humanidad!
Que hoy pueda volver a nacer ese espíritu bendito de la Maternidad que Dios concibió en cada ser femenino y el que en estos tiempos cruciales será imprescindible, porque muchos corazones más buscarán el consuelo y el cariño de una madre en la Tierra.
Las invito, queridas madres, a la renovación de ese íntimo principio femenino de la Creación.
Una buena madre guarda en su interior el propósito de la vida que una vez gestó, y ella es celadora y guardiana de que ese propósito se cumpla en el alma que una vez trajo al mundo.
La misión espiritual de las madres, unidas a Dios, es una misión amplia, más de lo que parece. Una buena madre es esa consciencia intermediaria entre sus hijos y Dios, porque Dios le concedió esa autoridad a la Virgen María y, en consecuencia, a todas las madres que están sinceramente unidas a Su Corazón Maternal.
En estos tiempos, todos los hijos de Dios deberán recordar la misión que cada madre terrenal cumplió ante el Universo cuando ella trajo al mundo a su propio hijo.
Este es el motivo para reencender en las almas el espíritu de la Maternidad, el que protegerá a los hijos de los embates del adversario.
Quiero dejarles, para terminar, las palabras que una vez el pequeño Jesús Me expresó en Sus primeros años de vida, palabras que afirmaron en Mi interior que Yo debería, como Madre de todos, hacer lo posible y lo imposible para salvar a Mis hijos de la perdición.
Jesús, una vez, siendo Niño, Me declaró las siguientes palabras como una simple oración:
¡Oh dulce Madre!,
tierna Consoladora de los que están afligidos.
Sierva incansable que donaste y entregaste
Tu Purísimo Vientre Virginal a la Creación.
¡Oh bondadosa Madre!,
que acoges a los que sufren,
que perseveras en Tu pura Fe,
que no descansas hasta poder tener
en brazos hasta el último de Tus hijos.
¡Oh Madre de la caridad!,
que haces el bien por donde pasas,
que realizas milagros y concedes
gracias a todos Tus hijos.
Desde ahora, Purísima Madre,
serás la Reina y la Señora de todas las madres,
a fin de que en esta humanidad
todos aprendan, algún día,
por obra de Tu Gracia, a amar de verdad,
así como Tú nos amas incondicionalmente.
¡Con estas palabras les agradezco por responder a Mi llamado maternal!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Una Buena Madre - Parte I
Una verdadera madre es capaz de darlo todo por sus hijos, no importa si sus hijos le corresponden o no.
Una verdadera madre hace todo en el silencio, y en ese silencio muchas veces calla para no desafiar las contrariedades de estos tiempos.
Una verdadera madre acoge el sufrimiento del semejante y lo hace parte de sí.
Una verdadera madre conoce la inmadurez y la testarudez de sus hijos, pero, aun así, siempre les demostrará la realidad y el lado bueno de la historia y de toda la experiencia.
Una buena madre no reclama, pero sí indica; no somete ni controla, pero sí advierte, sugiere y guía, porque su corazón maternal y femenino siempre le dictará muchas cosas.
Una buena madre siempre les dará el bien a sus hijos, y un poco más.
Una buena madre es la que siempre dice "sí" y es la que llora en su soledad. Ella espera que sus hijos encuentren el camino de la madurez, de la bondad y de la transparencia.
Una buena y verdadera madre teme por la perdición de sus hijos y cuando sus hijos no la escuchan se acongoja su corazón.
Por eso el Padre les dio una madre, no importa si es correcta o incorrecta. Dios les dio una madre terrenal y una Madre Espiritual.
Esas madres esperan que sus hijos nunca se olviden de ellas, que las lleven en su corazón grabadas a fuego, porque una madre es el hilo intermediario que los unirá a Dios en Su Aspecto Femenino.
Todo los que en la vida consagrada tuvieron la gracia de tener una madre espiritual es para que la reconozcan, especialmente la juventud, porque en estos tiempos estar en el regazo de una madre será como estar en los Brazos de Dios.
Se necesita mucha humildad y confianza para poder comprender, sentir y percibir lo que una buena madre siente por sus hijos.
Los invito a aliviar el corazón de las madres, por todas las madres del mundo que agonizan, día y noche, al no poder socorrer a sus hijos.
Dios les ha dado Su mayor tesoro universal: tener cerca una madre, así como Jesús Me tuvo a Mí, para que en los momentos más difíciles y áridos Yo lo apoyara.
Una verdadera madre siempre tiene un lugar para sus hijos, porque sus hijos son la razón primera de su existir.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más