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Yo los espero. Yo los aguardo. Yo los amo. Yo conozco a cada uno de ustedes más allá de sus corazones aún en Redención. Yo los contemplo en oración perpetua. Yo los vigilo con Mi Inmaculado Corazón. Yo los busco en cada camino para que cada alma se reencuentre con Cristo.
Ya llegó el momento de la verdadera consagración para algunas almas y de la constante donación para muchas otras. El tiempo marca la hora de la permanente oración para la reparación del mundo y de la humanidad dormida.
Hoy vengo a alzar Mi voz sobre sus corazones para que además de ustedes, otros hijos escuchen Mi llamado divino. Por eso, queridos hijos, el Señor contempla a todos con Su poderoso Corazón de Amor; Él aguarda la conversión de cada alma en este tiempo. Dicha conversión ayudará a los Planes de Paz que Mi Inmaculado Corazón propone emanar para todas las almas, más aún para aquellas distantes del Amor de Dios.
Mis hijos, sepan que todos deberán rendirse al Amor victorioso de Mi Corazón para que el mundo encuentre así el reposo que tanto busca. Para que la humanidad acompañe los cambios en el mundo deberá orar siempre, como un voto eterno. Ello permitirá revertir el dolor constante del mundo. Así, pequeños corazones, la consagración verdadera de cada uno de sus espíritus podrá unirse a la Luz del Espíritu Santo que en el final de los tiempos obrará como un emblema de paz para muchos y como una llama de fe y esperanza para otros.
Queridos hijos, el mundo está en emergencia de oración. Por ello, si viven día a día los atributos de Mi Corazón Universal ayudarán a que la Ley Divina ampare y rescate a muchos corazones que se han apartado de Dios. Las almas arden en las llamas del dolor y del sufrimiento. Mi llamado anuncia el alivio que aún muchos desconfían poder vivir; pero, al final de todo, Mi Inmaculado Corazón triunfará en cada esencia que Me busque y en la que no Me busque.
El verdadero espíritu de la oración mantendrá la barca en el océano hasta que ella se eleve a los Cielos.
Yo los invito a permanecer con el corazón en el Cielo.
Los venera,
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Encuentren Mi Corazón en cada uno de sus corazones. Hallen la Luz en sus esencias y vean la pureza de Mi Amor que los fortalece día a día.
Queridos hijos:
Hoy los invito a meditar el Misterio de la Transfiguración de Jesús. En este misterio, que puede ser contemplado a través de la oración, ustedes deben meditar respecto de la señal que se manifestó en la experiencia que Jesús vivió junto a Sus apóstoles. Ellos representan el corazón de la humanidad que a lo largo del tiempo sigue la voz y la instrucción del Maestro.
Mi Hijo es para ustedes la llama de vida que les permite dar los pasos en la consagración de sus corazones a Dios. Por eso, queridos hijos, como humanidad, ustedes fueron partícipes del Misterio Divino de la Transfiguración, misterio que hoy los invito a recordar. Lleven en sus corazones la señal de este misterio divino que los llevará a descubrir una entrega profunda y una transformación constante de sus corazones.
Como humanidad, los apóstoles fueron testigos del misterio infinito del Amor que Mi Hijo vivió y vive con Su Padre Universal. Por eso, pequeños hijos, los apóstoles fueron llamados a encontrar, en lo profundo de sus corazones, la verdad de la existencia divina y de la Presencia de un Padre Mayor y Omnipotente entre las criaturas.
Jesús Instructor los preparó como humanidad en el camino del despertar de la Consciencia Única.
Por eso, queridos hijos, Yo los conduzco, como Mi Hijo lo hizo con los apóstoles, hacia el encuentro de la única verdad universal de Dios. A través del camino de la oración podrán, como Jesús, transfigurar la vida en algo inmaculado para Dios. Así sus almas, como instrumentos del Creador, podrán emanar los atributos de la paz y de la entrega absoluta del corazón. Para que Mi Hijo transfigure sus vidas deben iniciar en confianza la peregrinación de fe hacia Su Santísimo Corazón.
La fe sea en sus corazones bondadosos.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Queridos hijos:
Primeramente deben vivir el perdón en sus corazones para que después la pureza despierte y los lleve hacia la verdad única. La humanidad debe perdonar para volver a nacer entre las Manos de Dios. Por eso, queridos hijos, Yo les anuncio la Gracia como camino para la Redención, la Rehabilitación y la Misericordia.
Cada alma está en vísperas de poder renunciar a sí misma y de elevarse hacia Mi Inmaculado Corazón para que Yo la pueda guiar hacia el Reino del Creador. La oración será la base que construirá los grandes pilares del templo para que así Dios entre y sea Él quien construya Su Morada de Amor.
El Señor Me envía como Mensajera de la Paz para que la humanidad despierte en este final de los tiempos al acto del perdón y de la reparación de todas las faltas cometidas contra Él.
Yo les anuncio la Gracia de la Misericordia para que Mis hijos la acepten y puedan renovar la vida bajo el impulso del Amor de Dios. Para perdonar se debe recorrer el camino del desprendimiento de sí. Este camino será a su vez construido por el don del perdón. Las dolencias internas desaparecerán porque ellas serán tocadas por el poder de la oración.
Queridos hijos, los conduzco hacia la verdad. La verdad del corazón los ayudará a través de la oración para que cada alma vea lo que aún debe elevar y entregar al Padre Dios. Mis hijos no deben entristecerse por las consecuencias de las faltas; más bien deben, a partir de ahora, alegrar el corazón porque la divina esperanza los llevará al perdón por todo lo cometido.
Para que nada se repita en la vida es necesario oración y valentía para trascender lo que aún no se ha podido superar. Recuerden las bases de la fe para que ella sea el lucero que los conduzca hacia un estado constante de oración.
Queridos hijos, les doy Mi Paz y les entrego Mi perdón universal para la reparación de todas las almas y del mundo. Oremos con confianza por una redención mayor para toda la humanidad. Aguarden la Gracia para que después llegue el perdón en el corazón.
Redención para todas las almas a través de la oración del corazón.
Gracias a todos los orantes por responder a Mi llamado.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Queridos hijos:
Vivan en el Reino de la Eternidad; eso comienza con la aspiración a vivir en él. Hoy el Señor y Mi Inmaculado Corazón los invitamos a descubrir ese Reino a través de la oración y del sentimiento elevado.
De esta manera, queridos hijos, el mundo podrá ser permeado por la Luz de ese Reino victorioso que muchas almas buscan y que se llama Paraíso Interior. El camino de la oración los conduce por el sendero directo hacia Mi Hijo y ahora, pequeños Míos, las almas deben recordar cuán importante es anhelar vivir en el Reino del Paraíso, en el Reino Único de Dios. Por eso, queridos hijos, Yo estoy aquí entre sus corazones presenciando el camino que los llevará hacia ese Reino.
Hoy los invito, pequeños Míos, a trabajar incansablemente para que cada ser pueda tener un corazón puro. De esta manera, amados Míos, la humanidad encontrará el alivio que tanto busca.
A través del camino perseverante de la oración y del sentimiento puro, Yo los podré ayudar para que el dolor que cada uno carga desde hace tiempo pueda desaparecer; así vivirán la conversión del corazón.
Una parte del universo está con Sus brazos abiertos. Dios los espera cada día para caminar junto a Él. Queridos hijos, Él los llevará hacia el estado verdadero del Perdón y de la Redención.
Pequeños Míos, el camino del perdón está abierto para todos; ustedes no solo son caminantes de la oración, también son caminantes que descubren, a través de la fe, los preceptos de Dios.
Queridos hijos, todos necesitan conducirse a través del amor. En el amor nada malo les pasará porque Mi Corazón estará sobre ustedes. Mi victoria sobre el mundo será perfecta porque la redención será la vida para muchos que por su propio dolor se han alejado de Dios.
La paz es el siguiente propósito para el mundo, una paz verdadera y transparente que pueda cambiar la consciencia de muchos corazones. Por eso, queridos hijos, Yo aún permanezco sobre el mundo custodiando el corazón y la vida de todos para que en la consagración se unan a la grandeza de Mi Hijo hasta los últimos días.
Yo los preparo desde el corazón para un nuevo camino que todos deberán animarse a recorrer: el camino de la oración y el sendero hacia la Gracia. En este trayecto sus corazones se aliviarán y ya no existirá sufrimiento.
Quien contesta a Mi llamado diario, lo hace por el mundo y por las almas necesitadas de Mi Corazón.
Gracias por responder a Mi llamado.
Paz en lo profundo de cada corazón.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Mis soldados de la oración y Mis soldados de la paz:
Hoy los invito a entrar en Mi Manto de Amor y de Protección para que sus almas en oración preparen el corazón para lo bueno y lo nuevo.
Queridos hijos, hoy los llamo a estar bajo la Misericordia de Mi Hijo para que sus corazones reconozcan por entero el Amor que Él les tiene. También hoy, mediten en la compasión que cada uno de ustedes debe irradiar al prójimo. Esta compasión será una fuente de amor del corazón y debe traspasarlos hasta arrebatarlos como el Amor de Mi Hijo.
Así, serán pequeños corazones que caminarán en la fe y en la esperanza por un nuevo mundo lleno de paz. Para que las almas cambien y se consagren a Cristo, ellas deben convertir sus sentimientos en algo puro y cristalino. Si cada corazón emanara en verdad un sentimiento de Amor Puro, eso, simplemente, ayudaría en la liberación y en el rescate de muchas almas necesitadas de Dios.
Mi Inmaculado Corazón, mes a mes los va puliendo para que cada nuevo día sus corazones iluminen un poco más al mundo, porque la mayoría de los corazones viven sin el Amor de Dios. Como Yo quiero llegar a todos Mis hijos en el mundo, ustedes deben ser instrumentos vivos en la oración para que las Gracias Prometidas puedan de nuevo dar vida a muchas almas que están perdidas.
Por eso, queridos hijos, es muy válida la transformación de la vida y del corazón de cada uno de ustedes; así estarán ofrendándose como flores para Dios, y el Señor, en Su inmenso Amor, podrá intervenir con Su Paz sobre todo el mundo. Cada cambio en la vida debe acontecer a través del Amor de Mi Divino Padre y bajo el resguardo de Sus Santas Manos; así estarán recorriendo un camino lleno de paz para que acontezcan los cambios simples.
La necesidad verdadera de cada corazón es redimirse y comenzar a amar de forma pura y amplia para que todas las consciencias puedan ser permeadas por el Amor Divino y Mayor. Para que el mundo pueda renacer, todos los corazones, como humanidad, deben hacer del ejercicio de la oración un acto de reparación y de Misericordia para la vida de cada alma.
Vivan en la esperanza de la Divina Misericordia; si así lo viven en el corazón, se transformarán, y el mundo nuevamente será libre y estará aliviado de las cargas que soporta. La Luz generada por cada oración construye el puente entre los hombres y la fraternidad.
Yo estoy entre ustedes para que aprendan a vivir del Amor de Dios. Así las vidas se renovarán porque estarán dentro del Amor Universal de Dios Padre.
¡Ánimo y esperanza hasta la eternidad!
Los guía,
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Queridos hijos:
Hoy los invito a permanecer en la sagrada serenidad de Mi Corazón. Para ello quiero enseñarles a vivir en un corazón sereno y pacífico. El talento de la serenidad es necesario para el mundo porque ella armoniza a los demás corazones.
Queridos hijos, una vez que vivan la serenidad del corazón a través de la oración diaria, encontrarán la paz en el alma. La serenidad los llevará a reconocer el silencio. Una vez que estén en silencio y en oración, el mundo se verá favorecido ya que el silencio neutralizará el ruido constante en el que la humanidad vive día a día.
Por eso, queridos Míos, Mi Corazón Inmaculado quiere darles a conocer estos talentos que viven dentro del corazón de todos los hombres pero que la vida diaria del mundo hace que se pierdan. Yo los quiero invitar a transitar por este camino, queridos hijos, para que no pierdan tiempo; cuando estén en oración, ella los fortalecerá en la comunión con Mi Hijo. Eso les permitirá estar cerca de la sagrada serenidad que Mi Corazón quiere enseñarles a vivir en el presente.
Cuando la mayoría de los corazones viva en la serenidad y en la oración, el silencio penetrará la consciencia de todo el mundo y muchos verán que es necesario silenciarse y orar. Para que el mundo sea aliviado del sufrimiento, todos los corazones deberán donar su tiempo dedicándolo a la oración y a la unión con los Cielos y con la serenidad, la que se comenzará a expresar en el silencio del corazón.
El Señor los está llamando no solo a vivir eternamente en la fe que Cristo en Su Misericordia les entrega, sino que también los llama a observar en el corazón el despertar de la serenidad. Así el mundo podrá alcanzar la paz en el corazón, en la vida y en las familias.
Todo comienza en la unión de cada alma con la oración. Ella los llevará hacia Mi Hijo. De esta manera, queridos hijos, la realidad del mundo podrá ser otra cuando todos se unan en fraternidad. Para iniciar el camino de la serenidad, primeramente deberán vivir en la esperanza para que la oración los lleve hacia la paz y el silencio.
Es momento de que sus corazones hablen a través de la oración para que el silencio se establezca en cada momento de la vida.
Oremos por el mundo con el corazón puro.
Les agradezco por responder a Mi llamado.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Queridos hijos:
La Divina Paciencia es el don que les permite comprender con el corazón y con el alma los misterios de Dios. Eso los librará de juzgar los preceptos que la Fe Divina despierta en todas las almas.
Queridos hijos, el mejor camino para saber a Dios es vivir bajo Su Inmenso Amor, para que sus corazones descubran la verdadera devoción a Él. El camino de la fe construye esperanza y les permite sentir los misterios del Padre, los que hasta ahora han estado distantes de los hombres. Por eso, queridos hijos, la devoción a Mi Inmaculado Corazón los elevará hasta el Reino de los Cielos para que en la eternidad de sus corazones, ustedes puedan sentir al Dios Vivo, un Dios de todos entre todos.
Pequeños niños, sus almas deben ser como silenciosos peregrinos que caminan en confianza y en fe hacia los designios de Dios y que emanan pureza desde sus corazones hacia los corazones de sus hermanos. El peregrino vive en la devoción a Mi Inmaculado Corazón y él acepta estar en el Sagrado Corazón de Mi Hijo para comenzar a vivir una reconciliación interior. El alma del peregrino es la llama viva que Mi Corazón de Madre de la Paz está encendiendo en todos los corazones.
Queridos hijos, Mi misión con ustedes es acercarlos a Mi Hijo y, más aún, al ministerio de Su Divina Misericordia. Pero para que eso acontezca en todos ustedes, deben vigilar en oración y en adoración al Santísimo Corazón de Mi Hijo para que la Paz de Su Reino de Amor pueda llegar a todos. Por eso, queridos hijos, ya es tiempo de madurar la consciencia, el corazón y el alma delante de Dios, no solo en la confesión con Mi Hijo Resucitado, sino más aún, en la reconciliación y en la fraternidad entre las criaturas. Así, pequeños niños, los Planes de Dios se irán manifestando, primeramente en la fe absoluta del corazón y en la consciencia de todos Mis hijos.
Caminando en la vida de oración, los Misterios de Dios se irán descubriendo como un verdadero sentimiento de fe en sus corazones. Así, queridos Míos, Me ayudarán en la renovación del amor y de la verdad en todos Mis hijos cuando, en oración, ustedes se unan a Mí.
Mi Inmaculado Corazón es para cada uno de Mis hijos. Por eso Yo aparezco mensualmente para darles a conocer la Voluntad de Dios. Ahora, en el llamado del Padre Celestial, Él los invita a confraternizar sus corazones con todos los corazones de las almas para que Cristo pueda renovar la vida de los hombres.
El primer retorno de Mi Hijo se dará a través de la renovación de la devoción a Mi Inmaculado Corazón y, para eso, todos Mis hijos son llamados por Mi voz celestial para iniciar el camino hacia Mi Humilde Corazón.
Los aguardo en amor para que Conmigo penetren los Cielos con las oraciones y la paz pueda descender sobre los corazones.
Como ha dicho Mi Hijo de Nazaret: “Mi Paz Yo les doy, quédense en Mi Paz”.
Vivan con alegría la presencia de Mi Inmaculado Corazón entre ustedes.
Gracias por responder a Mi llamado.
Misericordia para el mundo entero. Paz para las almas que escuchan Mi voz.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Queridos hijos:
La paz llega cuando se la llama a través de la oración diaria. La paz se construye como un Templo Interior y tiene sus bases en el amor y en la armonía. El Amor Divino y la armonía es lo que le falta al mundo; por eso en la oración se encuentran las llaves que permitirán a todos vivir en la verdadera paz.
Queridos hijos, la Paz es como la gran estrella guía que el mundo hoy necesita para que los acontecimientos en la humanidad puedan cambiar. La paz les irradia esperanza y la esperanza les traerá el perdón junto a la Misericordia. Por eso, el camino de la oración deben construirlo como un hermoso jardín de rosas para que, juntos en fraternidad, todos sientan y vean en sus corazones los diferentes talentos que despierta el alma en oración.
Hoy, queridos hijos, les entrego los siete talentos de la oración:
- El talento del Amor a través de la donación absoluta del corazón;
- El talento de la Paz a través de la esperanza que pueda emanar de la vida;
- El talento de la Alegría a través de la armonía;
- El talento de la Compasión a través de la humildad en el corazón;
- El talento de la Fe a través de la perseverancia en la oración;
- El talento de la Luz a través de la comunión con Cristo;
- El talento de la Misericordia a través del perdón diario que emana de la vida del alma.
La oración despierta talentos en los corazones que siguen el camino de comunión interna con Mi Hijo Glorificado.
Queridos hijos, el camino de la oración es profundo y hermoso para sus corazones. Por eso, Yo los invito a caminar en confianza dentro del océano de la oración para que sus almas encuentren a cada momento el Amor y la Faz de Mi Hijo.
Pequeños hijos, en la oración se abren los caminos para que la devoción a Mi Inmaculado Corazón llegue como un afluente de la Gracia para todos Mis hijos. Cada nuevo día esperen la Paz de Dios en sus corazones.
Gracias por responder a Mi llamado.
Que la Divina Esperanza brote en cada alma.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Queridos hijos:
Cada día deberán sentir con sus corazones y decir:
La oración es la fuerza de mi fe, que trae victoria a la vida.
Es mi escudo, es mi Luz, es la fuente que sacia mi sed.
La oración es la esperanza, es la emanación original del Amor.
La oración es la vertiente de Gracias que es derramada sobre el mundo.
La oración es el consejo para el prójimo, es la confesión íntima con Dios.
Ella es el escudo para mi alma, es el emblema de la Nueva Humanidad.
La oración es la contemplación del corazón, es la renovación de la vida.
Es el poder que libera todo mal, porque en la oración se encuentra la salida.
En la oración encuentro la Luz que mi corazón busca para iluminar el camino hacia el Señor.
La oración es el anuncio de la Buena Nueva, es la unidad para cada criatura.
En la oración descubro el Don de la alegría y encuentro la paz para el corazón.
En la oración el alma se expresa a Dios y el Señor nos responde con Su Inmensa Misericordia.
La oración es la columna para toda la existencia, ella es la comunión interna con el Hijo de Dios.
Por la oración retorno a Cristo y en Su Corazón reconcilio la vida.
La oración es una estrella que prenuncia la venida de lo Nuevo para el mundo.
Por la oración me encuentro día a día con el Inmaculado Corazón de María.
El alma alaba con la oración a la Reina de los Ángeles y de los Patriarcas.
Con la oración entrego el corazón para vivir en la paz.
La oración nos acerca a la vida eterna y amorosa de la Reina de la Paz.
En la oración construimos el camino hacia la fraternidad, porque somos dignos hijos del Padre, que en oración se donan a la paz.
La oración es la fortaleza que eleva la humanidad a la Redención.
Con estas afirmaciones, queridos hijos, estarán confirmando la alianza con Mi Hijo a través de la oración. Para que la paz sea vivida en el mundo debemos orar y afirmar nuestra aspiración al camino del bien y de la pureza. El corazón necesita ser oración en vida y en espíritu para que más almas dormidas despierten a la misión de la oración por la paz.
Honremos al Señor, queridos hijos, para que la Gracia de la Reconciliación pueda irradiar a los corazones de los hombres.
Con la respuesta que sus corazones dan a través de la oración, el mundo se torna más pacífico, y un Nuevo Amor, el Amor de Mi Inmaculado Corazón, podrá surgir en la vida de todos los hijos que aspiran a vivirlo.
Gracias por responder a Mi llamado.
La paz en el corazón de todos,
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Como en los últimos días, el grupo se reunió a las 19.30 para comenzar la tarea de oración.
Después de orar alrededor de una hora, se entona el cántico “Donde reina el Amor”. Luego se hace silencio.
Se escuchan tres campanadas y la frase: “Momento de Aparición, contemplemos con el corazón”.
Fray Elías comienza a transmitir las palabras de la Madre, que al igual que en los dos días anteriores fueron traducidas, simultáneamente, al portugués.
Se comienza orando tres veces el Padre Nuestro.
Fray Elías: La Madre Divina dice:
Queridos hijos: ya no lloren más cuando Yo estoy presente.
El mundo está con un gran dolor: la falta del amor. A esto debemos revertirlo con la oración y así las Gracias llegarán a todos.
Les traigo un saludo especial de Mi Hijo, el Santo Rey.
Las Gracias sean para todos ustedes.
Gracias por responder una vez más a Mi llamado.
Las almas están siendo tocadas por una luz mayor y poco a poco serán más. Las almas podrán entregarse al Señor en confianza y Mi plan de paz podrá cumplirse, primero en todos sus corazones, después en todos Mis hijos. La oración debe ser la firmeza constante en el día a día para salvar a las almas que necesitan de la luz y de la paz.
Queridos hijos: en estos tres días Mi Corazón estuvo muy cerca de ustedes; ahora la tarea de todos ustedes es llevar Mi Corazón a todos.
Solo quiero hacer una aclaración: Yo estoy después de Mi Hijo, pero soy la primera que prepara Su Retorno. Esa es la Voluntad de Dios y nadie lo podrá cambiar. Yo llevé a Mi Hijo en Mi vientre y hoy los llevo a todos ustedes en Mis brazos; por eso amo y adoro profundamente, a cada uno de sus corazones. Si solo pudiera transmitir Mi paz, el Señor diría que está todo hecho.
Para eso deben ser fuertes junto a Mí, no solo en la oración, sino también en el corazón. Están a tiempo, queridos hijos; ámense más y más, para que la Gracia del Señor pueda descender. Así el mundo podrá convertirse en la persistencia y en la fe del corazón.
Soy la misma del ayer y del hoy, Soy la Señora del Carmen.
Hoy los invito a que vivan en la fe y en la esperanza para poder seguir. Así Mi Corazón se alegrará y Mi amor podrá llegar a todos aquellos que aún no lo tienen.
Yo los preparo, queridos hijos, en los grupos de oración semana a semana, como también en el ayuno. Las Gracias también llegarán y todo aquello que ustedes quieran cambiar se concretará en una simple oferta que deberá nacer de sus corazones. De esta manera conocerán a Dios en verdad, no solo compartiendo la comunión con Mi Hijo, sino en la fraternidad con todos. El mundo necesita de mucha gratitud y fraternidad, y si eso ustedes lo sienten en sus corazones todo podrá cambiar. El sufrimiento acabará y un mayor amor sentirán.
También hoy vengo a decirles que los aguardaré sobre esta ciudad los días 24, 25 y 26 de este mes. Sus corazones vivirán un nuevo ciclo; permítanse sentir la nueva vida que trae la Misericordia de Mi Hijo.
Hoy los contemplo desde más cerca, porque veo gratitud en algunos corazones y eso me trae paz. De esa manera Yo les puedo donar Mi paz y los acercaré más a Mi Hijo, para que lo puedan sentir de verdad en el corazón.
Gracias a todos por responder a Mi llamado.
Retornen a sus hogares en paz y en amor.
Los aguardo aquí con sus corazones, aún más en el Señor.
Por la bendición glorificada de Mi Hijo, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Para finalizar y en agradecimiento se entona el cántico “La Mujer que nos guía”.
Madre Shimani: “Ahora Fray Elías va a relatar lo que percibió durante la oración y la Aparición.”
Fray Elías: “Cuando estábamos llegando aquí, al cerro, se veía un grupo de ángeles sobre los eucaliptos que están detrás del Cristo Redentor. Entre ellos había un ángel regente que dirigía al resto en una oración. Poco a poco, a medida que oraban, otros ángeles fueron apareciendo alrededor de este lugar y se sumaban a la oración.
Mientras esto sucedía durante la oración, se abrió un Cielo y allí apareció un ángel mayor con un cáliz, bien grande y dorado. El ángel hacía un movimiento con ese cáliz y vertía el contenido sobre nosotros. Del cáliz se derramaba un agua cristalina, como un afluente, como un gran mar que nos bañaba.
El agua entraba dentro de nuestro ser, dentro de nuestro corazón. Luego, el ángel colocó el cáliz sobre la escultura del Cristo Redentor, y apareció en los Cielos otro afluente cristalino que comenzaba a verterse sobre el cáliz. El agua que transbordaba se derramaba sobre la ciudad. Con serenidad, el ángel permitía que el agua llegara más allá de los límites de la ciudad y la misma barría lo que no era puro y traía mucha paz. El cáliz permaneció allí, custodiado por ese ángel hasta que apareció la Madre Divina.
Este ángel mayor tenía una pequeña llama sobre él, llama que también aparecía sobre la cabeza de los otros ángeles que oraban. Los ángeles, a través de la oración amorosa, iban multiplicando esa llama. Luego comenzaron a aparecer algunas llamas sobre nosotros.
Entonces, un grupo pequeño de ángeles fue enviado a la ciudad para que pudieran dispersar más llamas por todos los lugares. La esperanza que ellos tenían era que esas llamas pudieran ser aceptadas. En ese momento, apareció una paloma blanca que comenzó a crecer de tamaño, la que emitía un sonido parecido al de un águila. Voló sobre nosotros, rodeándonos por mucho tiempo, hasta que desapareció.
En un momento todos los ángeles giraron hacia los Cielos y en ese lugar del Cielo apareció una gran llama, como si fuera una hoguera de luz. Debajo de esa llama había un corazón que pulsaba y emanaba su luz hacia la región.
Luego, apareció un grupo de ángeles que tenían en su pecho una cruz cristiana. Ellos estaban en una ceremonia celebrando la eucaristía. Cada uno de esos ángeles tenía en una mano un cáliz pequeño y en la otra sostenían una hostia, sobre el cáliz. La hostia tenía escrita una letra “J”.
En el momento en que ellos elevaban el cáliz y la hostia, el ángel mayor pronunció unas palabras hacia la Tierra, en especial para nosotros. Dijo: “Purifíquense, y con sus corazones renovados suban a los Cielos; nosotros los aguardamos”, y luego permaneció en silencio.
En otro momento aparecieron muchos ángeles que formaban círculos en los Cielos en diferentes niveles, como en diferentes escalones, parecían varios ejércitos. Entre ellos había ángeles con aspecto de niños y otros con aspecto de adolescentes. Todos llevaban en el pecho una cruz cristiana.
En un primer nivel, había ángeles adolescentes que formaban un círculo junto a niños, cada ángel tomaba la mano de un niño. Todos esos ángeles y esos niños estaban postrados orando hacia el planeta. Parecía que ellos oraban eternamente, nunca detenían sus oraciones. Parecía que en algunos momentos no respiraban, porque la oración era continua. Ellos estaban como en un estado de contemplación hacia la Tierra.
Sobre ellos estaban los otros ángeles formando grupos; formaban anillos unos sobre otros hasta el infinito. El ángel guardián del cáliz mayor, aún estaba presente observando todo ese movimiento. Esos grupos angelicales alababan a Nuestra Señora, y cantaban algunas frases, como por ejemplo:
“Salve Reina de los ángeles”
“Salve Reina del universo, de los soles y las estrellas”
“Salve en honor a Tu Hijo”
Llegando al final de la oración, antes del último cántico, se abrió nuevamente un Cielo que llegaba hasta el corazón del universo. Desde ese infinito emanaron dos haces de luz que comenzaron a descender hacia la Tierra. Un haz era blanco y el otro celeste; ellos comenzaron a entrelazarse en su trayecto, formando varios símbolos del infinito. Cuando llegaron aquí, penetraron la escultura del Cristo Redentor. El haz blanco descendía por el hombro derecho y el celeste por el hombro izquierdo. La Madre Divina dijo que el blanco simbolizaba Su pureza y el celeste la devoción a Su Inmaculado Corazón.
Luego, desde el corazón de esos rayos apareció otra imagen. Estaba la Madre Divina sentada en oración, con Su rostro sereno inclinado hacia abajo, parecía que estaba en contemplación. Se veía un poco de su cabello bajo un velo blanco; tenía un manto celeste y un rosario sobre Su falda, y pasaba las cuentas una trás otra en silencio.
Más tarde, después del cántico fue que apareció, nuevamente, Nuestra Señora en el Cielo. Tenía en su mano una rosa con su tallo, como recién cortada. Puso la rosa sobre Su corazón y luego nos la entregó espontáneamente. En el momento en que esa rosa iba cayendo sobre nosotros, se multiplicó en muchas rosas, que se esparcían sobre la ciudad.
Luego Ella descendió hasta este lugar del Cristo Redentor. Su velo ondeaba hacia un costado, sostenía un rosario en Su mano, cerca del corazón y miraba hacia abajo, hacia nosotros y nos decía: “¡Yo los amo! ¡Yo los amo! ¡Yo los amo!”. Hasta que en un momento comenzó a hablar.
Hubo un detalle diferente en esta Aparición. Lo primero que se iluminó fue Su rostro, que generalmente es lo último que se ilumina. Era el rostro de la Madre de Jesús, de la Virgen María. Las cejas eran de color marrón claro, muy suaves. Caían, delicadamente, al costado de su rostro, algunos cabellos. Sus ojos eran claros, celestes, profundos y a Su alrededor había una energía de color dorado. Ella estaba igual que cuando apareció sentada en contemplación. Llevaba un cinturón dorado muy ajustado al cuerpo y estaba descalza; siempre está descalza.
A través de Su sonrisa nos transmitía un sentimiento de profunda alegría. Ella afirmaba que muchas almas estaban siendo tocadas por Su presencia, por Su Corazón, no solo los que estamos aquí presentes.
Durante estos tres días de apariciones, Ella fue revelando algunas cosas con respecto al proceso de aceptación de Su presencia aquí en Carmo da Cachoeira. Antes de comunicar Sus palabras al público el día de hoy, Ella dijo algunas cosas al respecto de esto y nos pide que le demos tiempo, principalmente a los demás corazones, porque ellos después llegarán.
Para eso pide que estemos más abiertos de corazón para recibirlos. En ese momento nos hace un llamado a la fraternidad verdadera. Aquí cabe recordar un momento en la Aparición del día de ayer, cuando Ella se manifestó con una cruz que tenía la palabra FRATERNIDAD escrita en letra cursiva.
Gracias.”
Queridos hijos:
Nunca pierdan el poder misericordioso de la fe en sus corazones. Ya estamos en la hora de unir, en fraternidad, los sentimientos y los talentos de cada uno para que las obras de Dios se cumplan en esta Tierra dolorida.
Queridos hijos, la confianza en Mi Hijo les dará Luz en el camino para proseguir hacia la vida de la eterna paz. El mundo aún tiene mucho que aprender a través de las lecciones de humildad. Si en verdad falta humildad en el corazón, las posibilidades de paz serán reducidas para la vida de los corazones. Se necesita humildad y oración, pequeños hijos, para vivir en la Voluntad del Padre Eterno.
Por eso Yo los invito a que a cada nuevo día se unan a Mi Hijo Glorificado en el acto sublime de la comunión. Cada momento de comunión con Cristo es una renovación para sus corazones y es el perdón de todas las faltas cometidas. De esta manera, pequeños hijos, sus almas, unidas a Cristo, estarán aliviando la desesperación y la falta de paz que vive el mundo. Además, si ustedes y cada uno de sus hermanos permiten que la oración se haga vida en sus corazones, siempre podrán encontrar la fuente que les saciará la sed.
En cada nuevo momento de oración sus corazones se renovarán y se afirmarán en el atributo de la fe consagrándose así a Mi Inmaculado Corazón. Vean a Mi Corazón de Madre como una llama de sabiduría para que sus vidas sientan el resguardo constante de cada uno de sus corazones por la presencia de Mi Amor Maternal.
Queridos hijos, saben que el mundo y la humanidad entera necesitan de las oraciones para que Mi Hijo, en Su Insondable Misericordia, pueda socorrer a todas las almas. Deben aguardar diariamente con alegría cada encuentro con el Sagrado Corazón de Cristo; en Él verán la claridad para la vida y la cura de todas las heridas de las almas. Con esto Yo les digo, queridos hijos, que a través de Mi Hijo encontrarán la Puerta Divina hacia los Cielos.
Estamos en un tiempo de Divina Misericordia. Caminen dando sus pasos hacia el Señor en la fe del corazón. Pronto todo pasará.
Los adora en el Santo Corazón,
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Como en el día de ayer, el grupo se reunió a las 19.30 para comenzar la tarea de oración a los pies del Cristo Redentor.
Durante la oración se entonaron algunos cánticos como “María, Virgen Madre” y “Misericordia, María”. Después de orar alrededor de una hora, se pide para hacer silencio.
Se escuchan siete campanadas y: “Momento de aparición, contemplemos con el corazón”.
Luego Fray Elías nos transmite las palabras de la Madre Divina, que al igual que en el día anterior, fueron traducidas simultáneamente al portugués.
Fray Elías: La Madre Divina dice:
Queridos hijos: oremos por los que aún no creen en la presencia de Mi Inmaculado Corazón.
El grupo ora algunas cuentas del “Ave María”.
Fray Elías: La Madre Divina dice:
Por la protección del Sagrado Corazón de Mi Hijo, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Gracias por responder a Mi llamado, pero aún es necesario más.
La ciudad debe consagrarse a Mi Inmaculado Corazón a través de la fe renovada. Queridos hijos: la fe de ustedes ayudará a encender la fe en otros y así Mis planes de paz se cumplirán en esta ciudad.
Hoy les revelo tres puntos importantes en la consagración a Mi Inmaculado Corazón:
1. La devoción en la Colina de las Apariciones.
2. La conversión en la Colina del Cristo Redentor.
3. La comunión en la Santa Parroquia.
Así hallarán a Dios; confíen en lo que Yo les digo. Con misericordia derramo sobre ustedes una de Mis estrellas, para darles la conversión del corazón, para darles Mi paz y sobre todo Mi Inmaculado Amor.
Queridos hijos: el mundo puede vivir en paz, eso es posible. Yo traigo aquí la paz para esta región.
Es momento de que los corazones vivan el ecumenismo, de vivir lo que está escrito para que el Reino de Mi paz pueda llegar. Muchas almas necesitan de sus oraciones y deben unirse a todos emanando amor y paz. Así Mi Corazón estará alegre, Mis queridos hijos, y todos podrán recibir Mi Gracia.
Deben dar tiempo para que los corazones comprendan, pues así son los Planes del Señor. Todo debe ser conocido poco a poco, para que el corazón pueda sentir Mi presencia. Así Yo podré derramar más de Mis estrellas y los conflictos no se darán. Pero para que los conflictos no acontezcan, deben vivir en comunión con Mi Hijo. Eso va más allá de sus corazones, porque Mi Hijo debe ser una presencia en todos sus seres internos, y así se dará una renovación del corazón. Un nuevo ministerio que está llegando a todos: vivir en Cristo.
Ustedes, queridos hijos, preparan el retorno del Redentor y antes de que Él extienda Sus brazos sobre el mundo, ustedes deberán vivir en paz. Esa es Mi misión, Mi compromiso, como Madre de todos. Así la misericordia será posible para todos y las faltas que son cometidas hacia Mi Inmaculado Corazón se disolverán por la presencia de Mi amor y de Mi paz.
Querido hijos: Yo les traigo hoy el Reino de los Cielos; sonrían, eso es posible, ustedes lo pueden vivir, nada está distante de los hombres. Busquen a Dios en sus corazones. Oremos juntos el Santo Rosario, como también todas aquellas oraciones que ustedes conocen. Así, ustedes me ayudarán en Mi plan de paz.
La conversión será rápida para muchos. Yo no vengo a evangelizarlos, sino a abrir sus corazones como Madre de todos, como Guardiana de Mis hijos, como la Divina Concepción de la Trinidad.
Quiero decirles, queridos hijos, que el mismo Espíritu que descendió en Mí y en Mis hermanos los Apóstoles, quiero que descienda sobre ustedes; así muchos males se curarán y dolencias desaparecerán, porque Mi Corazón triunfará sobre ustedes y el mundo obtendrá más paz.
Ese Espíritu que descendió en Mí es un Espíritu nuevo para ustedes, el que todos podrán conocer. En los Cielos se llama Santo Espíritu y en la Tierra Espíritu Santo. El descenso del Espíritu Santo es la señal para la conversión de todos ustedes; Dios se los está concediendo como una Gracia a través de Mí para esta parte del mundo.
América es Mi hogar de peregrinación especial. Las oraciones son oídas en los Cielos; Mi Corazón las escucha queridos hijos. Pero para que muchas cosas cambien, primero deben escuchar Mi llamado; todo vendrá después de que cumplan con ese llamado, aunque para esto aún un tiempo pasará.
Queridos hijos: Yo los adoro con Mi Corazón y esto va más allá de las faltas de la humanidad. Recuerden Mis Apariciones a lo largo de los siglos, así podrán comprender, queridos hijos, que Yo Soy Omnipresente y que estoy entre ustedes.
Yo vengo aquí para prepararlos, primero para la renovación de la fe; para que el corazón pueda florecer a través del don del amor. Eso es lo que no pueden perder en sus vidas, queridos hijos, este es Mi llamado fiel.
Después de que Yo esté aquí entre ustedes, El Salvador retornará. Entonces el mundo deberá estar en vigilia, en perpetua oración, todos unidos como uno, para que Juan cumpla con su profecía (Apocalipsis). Más les digo, queridos hijos, Juan les envía sus bendiciones; también les envía su paz.
Lleven en sus memorias Mis estrellas, esta es la señal de la consagración para aquellos que la quieran vivir. Mi Corazón está con el Corazón de Mi Hijo; Yo Soy la sierva de El Redentor, Aquel que a todos hará caminar hacia la luz.
Queridos hijos: si ustedes continúan con sus oraciones muchas almas de las Américas, y por Mi intercesión, recibirán el Espíritu Santo. Ellas serán tocadas por la llama de la paz y de la conversión; así Mi promesa se cumplirá y ustedes llegarán a los Cielos con alegría cuando el mundo viva su largo período de paz, después de que él se purifique.
Ya no es necesario sufrir, queridos hijos, se puede vivir en Dios, pero para eso deben abrir sus corazones. Así Yo cumpliré con Mi misión y todo se habrá dado como está previsto en los planes de El Padre.
En este momento Fray Elías permanece en silencio y se acerca a la Madre Divina; luego regresa a su lugar y nos transmite:
La Madre Divina dice:
Ahora Yo me elevo al Cielo alegre y vigilante. Canten a Dios con el corazón, el mundo lo necesita, aún más la humanidad. Mis Gracias podrán ser vida en lo profundo de sus corazones.
Gracias por aspirar a vivir en la paz.
En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Para finalizar y en agradecimiento se entona el cántico “Misericordia María”.
M. Shimani: “Ahora Fr. Elías va a relatar qué es lo que percibió antes y durante la Aparición.”
Fr. Elías: “Durante la oración, la primera imagen que apareció fue la de un gran corazón sobre la ciudad, un corazón vivo que latía y emanaba una energía de color rosado que permeaba toda la ciudad. Estaba rodeado por una corona de flores que me recordaba a las flores de la planta de manzanilla.
Luego, ese corazón fue trasladado por dos ángeles hasta aquí y lo comenzaron a introducir en la cabeza de la escultura del Cristo Redentor. En ese momento ese corazón comenzó a emanar y proyectar más luz, principalmente hacia la ciudad. Después desapareció la imagen.
Más tarde y como en el día de ayer, el Cielo se abrió y apareció un gran ángel que decía llamarse Arcángel Gabriel. Hacía un movimiento en el Cielo, y a través de ese movimiento abría otros Cielos sobre esta ciudad.
Luego apareció una tercera imagen sobre este lugar en donde estamos. Se veía un Cielo más abierto que el de la visión anterior; era una imagen más amplia. En ese Cielo había un grupo de ángeles sentados en circulo y en el centro de ellos apareció el mismo ángel que dijo llamarse Arcángel Gabriel, el mismo ángel mayor de la imagen anterior.
Cada uno de los ángeles del circulo tenía un libro abierto en el cual escribía. El Arcángel Gabriel estaba de pie y gritaba hacia la Tierra: “¡Rindanse!, ¡Rindanse!”.
Cada ángel escribía rápidamente alguna cosa en el libro que tenía. La mitad del libro estaba en blanco; la parte que estaba escrita, ellos la estaban escribiendo en ese momento. Después esa imagen desapareció.
Hubo una cuarta imagen que comenzó cuando se escuchaba, internamente, un trueno que parecía ser generado por rayos, como si fuera una tormenta; en ese momento estaba llegando Nuestra Señora. No se veía todavía, pero se sentía muy próxima a nosotros; era como si estuviera descendiendo desde el universo hacia la Tierra.
Ella apareció cuando comenzamos a cantar Misericordia María. Venía como la Reina de la Paz, con Su velo blanco, manto celeste y túnica rosa. Vino coronada de doce estrellas que brillaban intensamente cuando hablaba. Apareció con Sus manos frente a Su pecho, como sosteniendo algo.
En un momento, de Su Corazón emergió una rosa, la que Ella nos ofrecía. Cuando levantó el rostro para mirarnos, vi que tenía lagrimas que brotaban de Su ojo derecho; parecía que estuviera llorando. En ese momento dijo que este era Su último llamado, que teníamos que convertirnos.
Luego Ella mostró una cruz que tenía escrito en su parte horizontal la palabra FRATERNIDAD, y dijo: “Si el Mundo no se convierte, algo acontecerá”.
También dijo que el mal sólo será vencido a través del amor. Allí Ella abrió Sus brazos y me pidió que me acercara para revelar un secreto. Ella estaba alegre por nuestra presencia aquí, y a través de Su amor, desvaneció las imágenes de ese secreto.
Ella transmitía de forma muy intensa que confiaba en nosotros, así como también nos transmitía Su paz y serenidad. Nos invitaba a estar perseverantes ante todas las cosas, para que sigamos respondiendo a Su llamado. Ella estaba muy agradecida por nuestra presencia aquí.
Desde el día 18 de Agosto hasta el presente, en cada Aparición Ella ha revelado un secreto, y será Ella quien dirá cuándo podrán revelarse. Siempre nos ha dicho que si oramos, cada uno de esos secretos puede cambiar; si ese cambio se produjera, significaría que la humanidad respondió a Su llamado.
Siempre, Aparición tras Aparición, Ella nos anima a vivir en Su paz, porque afirma que es posible.
Gracias a todos.”
Queridos hijos:
Mi llamado viene desde Mi Corazón como Madre y Guardiana de todas las almas. Mi esperanza es la salvación de todos y la eterna paz en el mundo para que Dios pueda reinar en la vida creativa de este universo al cual ustedes pertenecen.
Por eso, amados hijos, hoy recuerden dos ejercicios espirituales que los ayudarán durante este ciclo de cambios en el mundo:
Por ello, queridos hijos, Yo les revelo el poder de la Gracia para que vean y sientan que la hora de la reconciliación ha llegado para el mundo entero. Si viven bajo el manto de la oración, las Gracias que llegarán a través de la conversión serán mayores y así estarán viviendo una fe renovada.
El sacramento de la confesión permite que, como almas, estén delante de Dios y de Mi Hijo sin temor y con valentía para perdonar lo que aún no está maduro en sus corazones. La confesión hecha con el corazón podrá liberar al mundo del propio peso y entonces habrá menos dolor en sus corazones. Así, queridos hijos, ustedes le darán vida a los talentos y despertarán a la nueva vida en el Reino de Dios.
Pequeños hijos, la confesión y la adoración los elevarán como almas. Así más Gracias podrán ser derramadas sobre todos los hijos que aún no viven en Dios Padre.
El perdón verdadero, concedido primero a cada uno de ustedes, ayudará a que la Luz de la sabiduría de Mi Hijo llegue después a los corazones de otros hijos para que vivan en paz.
Queridos hijos, todo sacramento es para ser vivido porque son sacramentos del corazón que construyen la nueva alma redimida.
El primer paso es la apertura del corazón, para que después descienda la Misericordia de Mi Hijo. Vivan y clamen por la Divina Misericordia, pues ella es la Fuente Primordial del Perdón.
Los ampara siempre con Amor maternal,
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Hoy el grupo se reunió a las 19.30 para comenzar la tarea de oración a los pies del Cristo Redentor, esperando la llegada de la Madre Divina.
Después de orar alrededor de una hora, la energía de la Madre comenzó a aproximarse. En un determinado momento se escucha el cántico “Ave María” y Fray Elías se coloca de pie contemplando hacia un punto en el Cielo, del lado derecho de la escultura del Cristo.
Luego, se hace silencio por algunos minutos y se escuchan siete campanadas y la frase: “Momento de Aparición, contemplemos con el corazón”.
Luego Fray Elías nos transmite las palabras de la Madre, que en el día de hoy, al igual que en la última Aparición, fueron traducidas simultáneamente al portugués.
Fray Elías: La Madre Divina dice:
¡Salve, los Cielos sean en la Tierra! ¡Mi hora de la salvación de las almas ha llegado!
Queridos hijos, hoy con alegría les anuncio Mi Paz.
Saludo a todas las naciones que están coligadas Conmigo; Mi Inmaculada Concepción sea en sus corazones.
La luz se enciende en el interior de ustedes, alégrense por eso. Una Gracia especial les estoy trayendo, Mis queridos hijos, la Gracia de la Paz Eterna. Anhelen Mi Paz, busquen Mi Paz, sientan Mi Paz, para la conversión del corazón. Vivan en Mi Fe, sientan la fe de los Cielos, es la hora del Señor en sus corazones.
Queridos hijos: Yo estoy aquí para pedirles que sigan orando en este lugar todos los días. Las Gracias están llegando para todos, a cada corazón a su tiempo, dice el Señor.
Hoy vengo a derramar sobre ustedes Mis estrellas de la Paz, para que ellas se irradien al mundo, para que sean una luz en sus corazones, para que todos las puedan ver y sentir, porque es Mi luz celestial.
Hoy vengo aquí acompañada de los ángeles, de cada uno de sus ángeles de la guarda, para que puedan sentir Mi Paz y confortar sus corazones.
El Señor está alegre por la respuesta de todos ustedes, pero aún faltan más almas. Quiero que sigan por este camino, así la hora de la paz llegará a todos, y cuando esa hora llegue ustedes no se reconocerán porque el poder de la paz es el Poder de Dios y quien vive en Mi contemplación, quien vive en oración, encontrará rápido Mi Paz.
¡Esa es Mi promesa!
El mundo se convertirá poco a poco si todos escuchan Mi Voz; así las almas podrán salvarse, especialmente aquellas que no son devotas de Mi Inmaculado Corazón.
Yo los busco, queridos hijos, a cada hora de la vida, para que no se separen de Mí y encuentren siempre Mi camino, el que los llevará a Cristo.
Sepan, queridos hijos, que estoy preparando el retorno del Redentor; deben alegrar sus corazones por esto, así el mundo podrá cambiar.
Cuando sus corazones se abran, Mi compañía será eterna. No cansen sus corazones, vivan en Mi oración, así podrán conocer la Voluntad que Yo les traigo desde el Reino Mayor. Suban a Mi manto que Yo los llevaré lejos para encontrar la Paz. La primera paz la encontrarán en el corazón, la segunda paz, luego se manifestará en sus vidas.
Queridos hijos: así podrán conocer Mis obras, obras de almas, obras de salvación y de redención. Por eso deberán unirse en grupos para que la oración fluya hacia los Cielos y la paz llegue a todos.
Hoy les dono Mi Corazón, les dono la Gracia de poder estar en Mí y de encontrarme a cada momento. Esa será la hora de la confirmación para cada uno de ustedes.
Dejo aquí una intención, un pedido: la oración continua en este lugar, día a día. Salgan por esta ciudad con alegría a vivir la oración. Inviten cada día a todos sus hermanos a la conversión y a la fe en el corazón. Así, queridos hijos, sus oraciones responderán a Mis llamados desde los Cielos y esta nación se renovará en la devoción a Mi Inmaculado Corazón.
Esta es la misión que Dios me ha encomendado: aliviar el sufrimiento de las almas, así todos podrán despertar a la hora de su salvación. Este último tiempo será, para cada uno de sus corazones, un tiempo de fe y de persistencia en la oración para construir el camino hacia el paraíso, donde Yo esperaré a cada uno de ustedes para conducirlos a su nueva tarea.
Solo les pido, queridos hijos, que respondan a Mi oración y que se renueven en ella cada día, así el mundo vivirá un tiempo más de paz. Las almas necesitan de Mi consuelo, todas aquellas que no están aquí y que están dispersas en la vida, que caminan por el mundo y no conocen Mi fe.
Por eso Yo los llamo, misioneros, a la victoria de la oración, para que Mi Inmaculado Corazón y Mi manto de paz, puedan envolver e interceder por todos los corazones que en esta última fase necesitan de Dios.
Que sus corazones sonrían en Mi presencia. Yo los quiero, Yo los amo, Soy la Madre de la Paz, vengo a darles a conocer el Reino de Dios. Aquellos que lo busquen lo encontrarán en Mí, y delante de lo que acontecerá en el mundo estarán unidos a Mí y nada les sucederá, porque estarán en la Paz interior.
Lleven en sus corazones Mi llama de la consagración. Hoy les entrego el Espíritu Santo para que puedan encontrar el bien.
No teman, queridos hijos, la hora marcada ya ha llegado, si confían en Mis pasos estarán por encima de Mis pies, Yo los sostendré en Mis brazos y así caminaremos hacia El Señor.
Solo algo más les pido; busquen al niño que alguna vez fueron para que puedan llegar más cerca de Mí. Así, Mi Corazón se alegrará y más almas serán salvas.
Oremos por todos los que necesitan del perdón, para que puedan vivir la redención antes de que Mi Hijo llegue, y así Él los podrá encontrar en oración y en vigilia. En este ejercicio de simplicidad, ayudarán al mundo y estarán dentro de Mi Reino, aunque estén en la Tierra.
Todo pasará, pero Mi amor debe ser la fuerza para sus vidas, la luz que los ayude a caminar. Están encontrando en Mí la pureza. Yo los invito a imitarme para llegar más cerca de Dios, para que sus faltas puedan ser perdonadas. Aunque en verdad les digo, queridos hijos, que Yo, en este día, ya los perdoné.
Caminen en la oración para poder socorrer a las almas, y así me ayudarán de corazón.
En la bendición misericordiosa de Mi Hijo.
En el Nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén
Para terminar se entona el cántico de “Ave, ave, María”.
En gratitud todos dicen: “Gracias Madre Divina por cuanto nos das”.
Madre Shimani: “Ahora, Fray Elías nos va a relatar algunas cosas que vio para que todos podamos comprender mejor.”
Fray Elías: “¿Todos comprendieron bien el mensaje, especialmente por la traducción al portugués?”
El grupo responde que sí.
Fray Elías: “Eso es algo bueno para Nuestra Señora.
La Aparición de hoy fue especial. Se preparó más de 40 minutos antes de Su llegada.
Al comienzo, detrás del Cristo Redentor, en el Cielo, se abrió un espacio como si se abriera otro Cielo; se veía como un Cielo dentro de un Cielo. Allí apareció una especie de esfera de fuego, como un sol, que tenía muchos tonos de color naranja. Luego ese sol se recogió y apareció una segunda imagen.
Desde las nubes comenzaron a proyectar rayos de luz potentes que comenzaron a permear e irradiar a toda la ciudad. Se percibía que dentro de esa manifestación estaba la Madre Divina. Luego esa imagen se desvaneció y apareció una tercera imagen.
En los Cielos apareció un ángel que tenía alas y en su mano derecha sostenía flechas. Él comenzó a lanzar las flechas hacia cada uno de nosotros. Esas flechas estaban cargadas, según lo que él decía, del amor de Dios. En algunos las flechas entraban con facilidad y en otros demoraban en entrar, pero a todos llegaban. Después esa imagen también se disipó y apareció una cuarta imagen.
Era un ejército de ángeles con caballos blancos que se aproximaba cabalgando; ellos comenzaron a irradiar a toda la ciudad. Entre ellos formaron un círculo alrededor de la ciudad y así trabajaron por un tiempo ayudando a la ciudad y su población. Después apareció una quinta imagen.
Se abrió un nuevo Cielo donde apareció un hombre. Tenía vestiduras muy parecidas a las de la primera época cristiana y tenía un libro en su mano izquierda. Él no había dado su nombre, hasta que hizo un movimiento para anunciar quién era. Tenía tres llaves en su mano y dijo que era San Pedro. Él, con mucha cordialidad, lanzó esas llaves hacia aquí, hacia la Tierra, pero no dijo ninguna palabra más.
Antes de la Aparición se manifestaron ángeles en el Cielo tocando trompetas y esas trompetas emitían un sonido bastante grave anunciando algo que venía detrás de ellos. Fue en ese momento que apareció Nuestra Señora, aproximadamente en el horario que Ella marcó.
La potencia de Su Aparición era contundente; estaba muy iluminada; la luz que irradiaba desde sus costados, iluminaban sus vestiduras. Ella descendió hacia aquí, con una cruz cristiana en su mano izquierda, una cruz dorada y desde el corazón de esa cruz salían dos rayos, uno azul y otro rosado, y dijo que mediante ese símbolo traía la Misericordia de Su Hijo.
Cuando llegó, se posó al lado del Cristo Redentor; allí sonrió y abrió sus brazos horizontalmente, colocando la palma de las manos hacia abajo. Así, de esta manera, quedó en forma de cruz y desde el Cielo descendió una luz y desde el centro de la Tierra también ascendió una luz muy potente que se unieron en Ella. La Madre Divina reunía toda esa luz y la proyectaba sobre la ciudad. En ese momento se sentía un movimiento interno, como si la tierra comenzara a temblar; esto sucedía mientras Ella ampliaba su irradiación de luz a toda la región.
Luego de este movimiento, Ella se aproximó para decir algunas cosas. Su rostro era muy nítido y muy claro, como en otras apariciones. Llevaba un cinturón dorado, un velo blanco, un manto celeste y una túnica rosa. Ví que en Su mano derecha tenía un escapulario.
Dijo que hoy estaba muy alegre por nuestra respuesta, por la oración, aunque también dijo que una parte de Ella estaba con congoja, porque había otros hijos que aún necesitaban del Padre.
Cuando nos llamó de misioneros, ella nos invitaba a trabajar de forma operativa y activa en la oración.
Hubo un momento en la Aparición en que se quedó en silencio, contemplando la ciudad.
Cuando terminó de decir sus palabras, de nuevo abrió sus brazos y mientras cantábamos, Ella se elevó sonriendo y manteniendo la forma con la que apareció, hasta desaparecer en los Cielos.”
Queridos hijos:
Hoy celebremos la Faz de Mi Inmaculada Concepción surgida una vez en Lourdes. Quiero que ustedes lleguen a Mi Corazón Sagrado para que sus almas encuentren el camino que deben recorrer hacia Dios. En este camino de peregrinación hacia el Padre podrán encontrar Mi Inmaculada Concepción.
Hoy los invito a que cada una de sus vidas y de sus corazones se tornen inmaculados a través de la pureza en la oración. Así sus almas serán llamas vivas para el Señor y ellas hallarán la Paz en el Reino Mayor. Por eso, coloquen sus ojos en Mi Corazón para que ellos descubran los dones sagrados que el Señor entrega a cada una de nuestras almas.
Queridos hijos, hoy les revelo y les recuerdo Mi presencia en Lourdes para que sus corazones vuelvan hacia la Fuente Original de las Almas: Dios Padre Creador. En este tiempo, los dones que permiten consagrar a todas las almas están presentándose a través de Mi Inmaculado Corazón. Yo solo quiero que retornen a Mi Esencia Inmaculada para que los caminos se abran hacia la nueva concepción del corazón que cada uno deberá descubrir.
Queridos hijos, no deben estar tristes, pues Yo estoy entre todos ustedes compartiendo las Gracias que el Padre Me concedió derramar. Aguardo de todas Mis almas orantes no solo la fidelidad a Mi Corazón, sino también la confianza en Mis Planes de Paz y de Redención. La Gracia de la Conversión es para todos los corazones, aún más para los que quieran escuchar el último llamado.
Mi voz clama por ustedes y por el mundo para que la nueva Luz de Dios renueve la vida en todas las almas. Yo estoy allí cuando sus corazones se abren para recibirme. Yo soy Omnipresente y Mis pies dejan las huellas por donde ustedes podrán encontrar el sendero humilde hacia Dios.
Gracias por responder a Mi llamado.
Los contempla desde el Corazón,
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Queridos hijos:
La paz comienza en la vida de sus corazones. Hoy los invito a propagar la paz sobre toda la vida en la Tierra irradiando esperanza y compasión a todos aquellos que la necesitan.
Queridos hijos, el mundo está en su punto de transición. Por eso, debemos orar con el fervor del corazón para que Dios Padre ilumine con Su Misericordia a todas las criaturas. Para revertir las acciones negativas del mundo, ustedes deben ser fuentes de amor en cada momento de la vida. Así serán instrumentos cristalinos, y Dios podrá servirse de ustedes para que se puedan cumplir los planes de Amor y de Redención. Serán un buen instrumento cuando busquen el vacío de todo. Así, la Fuente de la Misericordia derramará Gracias sobre todas las almas.
Queridos hijos, están siendo llamados para colaborar en la salvación de las almas y del mundo a través de la fuerza imperiosa de la oración y de la devoción. En esta última hora, todos los corazones podrán encenderse en Luz para que muchas almas reciban la Gracia de la Intercesión de Mi Inmaculado Corazón. Como Madre de las Gracias, quiero nuevamente ver nacer a las almas que han caído. Yo traigo para todos el don de la conversión de la vida para que ella se convierta en un Don de Dios.
Queridos hijos, aspiren a vivir cada nuevo día en Mi Corazón para que Mi Manto de la Paz pueda expandirse por todo el mundo. Como Mensajera de la Buena Nueva, Yo dejo hoy en cada uno de sus corazones la Gracia del Perdón. En el perdón se curan las heridas cuando el alma clama por la Luz Divina. Allí Yo estaré entre ustedes para irradiarles Mi Compasión.
Quien aún no ha perdonado, que lo haga, porque la Misericordia Divina estará dando este mérito infinito del Creador. Cuantos más sean perdonados, más se difundirán Mis Planes de Paz por el mundo. Vivan en el perdón.
Gracias por responder a Mi llamado.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Queridos hijos:
Hoy coloquen sus oídos sobre Mi Corazón y escuchen el latir de Mi súplica por las almas y el mundo. Oremos con pureza y amor para que el Padre se sirva de la humildad de todos los corazones. Los primeros cambios que vendrán podrán darse en los corazones cuando cada uno de ellos se una con sinceridad a la oración. No teman por nada; Yo estoy con ustedes para mostrarles la salida hacia la Redención y el Perdón.
Queridos hijos, ustedes ya saben que juntos preparamos el advenimiento de Mi Hijo, Cristo, el Redentor. Él extiende los brazos para que sus corazones puedan entrar dentro de Su Amor y de Su Misericordia.
Mis pequeños, los Cielos se abren ante cada uno de ustedes para que la esperanza, en la fe y en la devoción al Santísimo Corazón de Mi Hijo, también pueda difundirse como una vertiente de amor por el mundo. Por eso, queridos hijos, la confianza de cada uno de ustedes en Mi Hijo les dará la fortaleza. Así, los cambios del corazón podrán manifestarse a través del amor y de la paz.
Yo los invito hoy a que estén en Mi Paz delante del camino que cada uno de Mis hijos está recorriendo. Por eso, queridos Míos, Yo los llamo para que sus corazones puedan fortalecerse en la oración y para que cada una de sus almas despierte a la verdadera fe del corazón. Aún hay mucho por recorrer en el camino de consagración a Dios, pero este camino comenzará en el momento de la oración en cada uno de ustedes.
Queridos hijos, ustedes serán conducidos, como corazones, por los preceptos de los Cielos como lo son la Paz, el Amor, la Fe y la Cura. Cada alma que se una en la devoción a Mi Inmaculado Corazón comenzará a vivir esos preceptos.
Queridos hijos, Yo sólo quiero enseñarles cómo se inicia el camino de la fe absoluta en Dios. Sus corazones deben conocer al Señor cada día más para que Sus Misericordias puedan llegar al mundo. Yo los ayudaré.
Gracias por responder a Mi llamado.
Amor y Paz Divina para todos,
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
La Aparición de hoy aconteció durante la tarde. La Madre Divina llegó acompañada de Padre Pío quien, lleno de regocijo, nos transmitía Su Amor y Su Devoción por la Virgen Madre.
La Virgen María este día nos colocó cerca de Su Inmaculado Corazón para que pudiéramos sentir Su Paz y Su Protección de Madre. Eso sucedió en el momento en que Nuestra Señora descendió desde los Cielos hasta el lugar de la aparición. Ella elevó nuestras consciencias hasta aproximarlas bien cerca de Su Corazón. Para nosotros fue una Gracia Especial de Amor que la Madre Divina nos donó en la compañía de Padre Pío. Enseguida la Madre Divina nos dijo:
Queridos hijos, ¿por qué lloran, si Yo los amo?
Vengo a traerles Mi Paz Celestial que es inconfundible entre las criaturas. Mi Reino de Paz es para cada uno de Mis hijos, y ustedes ya no deberán sufrir más porque Yo, la Reina de la Paz, quiero hacerlos crecer como bondadosas almas de Dios.
Queridos hijos, el mundo de hoy y todo aquello que las generaciones han creado, los llevarán a aprender de la vida. Pero nunca olviden que Yo estoy entre ustedes para saciar vuestra sed por Mi Hijo y para indicarles el camino que llegará hasta Él.
Mi Corazón sufre cuando los veo tristes; es como si mil lanzas lo lastimaran. Yo los necesito fuertes como el árbol de roble para que el corazón pueda nutrirse de los verdaderos aprendizajes.
Recuerden, queridos hijos, que la fe indomable del corazón les permitirá ver con claridad las distancias que aún deberán recorrer como almas de Dios. Queridos Míos, no deben perder la esperanza para que la oración de cada día pueda dar el fruto que ella les promete, el fruto del verdadero Amor a Dios.
Por eso, Mis pequeños, en Mi Silencio Maternal los observo, porque aún son muy pequeños dentro de este mundo y ahora, poco a poco, han comenzado a dar los pasos hacia el olvido de sí.
Queridos hijos, la oración hecha con el corazón y Conmigo, con Mi Inmaculado Corazón, los auxiliará. Y cuando ya no tengan fuerzas en el corazón para poder continuar, recuerden, queridos hijos, que Mi Corazón será el seguro reposo para dormir y despertar en Dios. Yo veo al mundo que sufre y se desgasta por la evidente falta de amor entre los corazones.
Yo vengo a donarles Mi Paz y Mi Amor para que puedan crecer y volar alto como las aves. Todos son bondadosos corazones que aspiran encontrar a Dios. Yo hoy los invito a que no pierdan esa esperanza; para que ella sea fuerte deberán beber del fruto de la oración.
Queridos hijos, el tiempo corre rápido y Yo los preparo desde el corazón para despertar a la vida eterna de la fe. Yo los amparo con Mi Corazón. Yo los amo. Sean fuertes y valientes; no teman a los cambios del corazón. Confíen en Mi Hijo y así podrán confiar en Dios.
Camino con ustedes, soy la Peregrina de Nazaret.
Gracias por crecer con el corazón y por responder a Mi llamado.
María, Reina de la Paz
En la sintonía de la mañana, durante la oración del avemaría, la Madre Divina apareció para transmitir Su mensaje a las almas.
Ella se presentó como el Inmaculado Corazón, con una mirada cristalina, paciente y serena. Durante la aparición, que hoy duró más tiempo de lo habitual, nos mostró un rostro triste, bañado en lágrimas que le corrían por Su Faz.
En ese momento, abriendo Sus brazos nos dijo:
Queridos hijos:
Cuando un corazón duele es porque está lleno de tristeza, y la oración real permitirá aliviarlo. Hoy quiero, queridos hijos, que alivien Mi Inmaculado Corazón porque Él vive el sufrimiento del mundo y de todas las almas. El Señor de los Cielos los invita a participar de la hora de la reparación a través del sincero acto de la oración y del ayuno.
Queridos hijos, el mundo y la humanidad ya han pasado por muchas pruebas y hoy viven la prueba de la definición. Por eso, Mis pequeños, a través de la oración fervorosa y amorosa, muchas almas que están muy lejos de Dios podrán ser conducidas hasta cerca de Mi Inmaculado Corazón.
Queridos hijos, lleven en sus corazones la señal de Mi Presencia Maternal para que, como siervos de Dios, proclamen Mi Paz desde sus corazones. Este es Mi llamado para cada uno de ustedes; nada le faltará a quien está en Mí y será bendecido por la Luz de Mi Eterno Corazón.
Amadísimos hijos y pequeñas almas, los Cielos les envían una Gracia Especial en estos tiempos que es Mi Presencia Maternal entre sus pequeños corazones. Por eso Yo los llamo a la profunda oración por el mundo que arde en llamas al igual que muchas almas que se han perdido.
Mi voz les anuncia que ya es el momento de la conversión del corazón, la conversión de la vida, la conversión del pensamiento y la conversión de todas las almas. Yo Me anuncio a sus corazones para que reconozcan la Voluntad de Dios.
Mi Gracia Interior es el último camino que Mi Corazón está mostrando a las almas.
¡Paz! ¡Paz! ¡Paz para todos los seres humanos!
Que nadie pierda la Luz de su corazón. Si las almas desesperan, es porque aún no saben vivir en Dios. Es necesaria mucha oración para que todos Mis hijos vean el camino hacia el Reino de los Cielos.
Queridos hijos, hoy les dejo Mi Esperanza como Madre de todos en este mundo. Ustedes deben buscar la única revelación para sus vidas y también la única Gracia que los convertirá en este camino que cada alma ha elegido, y esa Gracia es la Paz.
Dios Padre los está llamando a la pronta renuncia de sí y al perdón entre los hombres; así todo podrá cambiar. Mi Inmaculado Corazón está abierto para cada uno de ustedes; vengan hacia Mí y clamen por Mi Corazón de Paz.
Aún en el desierto de la vida, todos deben estar en paz, en la paz del corazón.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Al final de la aparición, la Madre Divina se fue elevando hacia los Cielos y en un cierto punto, se detuvo y allí aparecieron Ángeles del Señor que llevaban en Sus manos unas pequeñas vasijas que parecían de bronce. Ellos las colocaron a los pies de Nuestra Señora para recoger las lágrimas que Ella derramaba sobre el mundo. Después de eso la Madre Divina continuó elevándose.
Alegra tu corazón por las Gracias que él recibe en Mi Presencia Maternal.
Queridos hijos:
El Señor esté con todas sus almas para que la vida se pueda nutrir con el Amor Benévolo de Mi Hijo.
Pequeños Míos, hoy los invito a contemplar y a comprender con el corazón la unión con Mi Hijo en la comunión. Allí encontrarán la restauración que el alma necesita para su vida, como también el amor que les puede dar la fuerza para continuar en el camino de la consagración.
Queridos hijos, es importante en estos tiempos que ustedes estén delante de la presencia de Cristo tal como son en sus corazones, en sus sentimientos y en sus pensamientos. Él los conoce en profundidad y, más allá de todo, Él los ama con compasión.
Por eso, queridos hijos, en Jesucristo encontrarán el camino hacia el Templo de Dios. Él los llama a repartir el amor de sus corazones sobre todos Mis hijos que están distantes del amor y de la verdadera paz. Cristo los quiere ver en servicio y en donación para que junto a Su Santísimo y Misericordioso Corazón, el mundo pueda ser aliviado de su propio peso.
Vean bien, pequeños hijos, Dios Padre les ha entregado un tesoro, un presente que emanó desde el centro de Su Creación y ese presente es la Tierra, el Planeta en el cual ustedes viven. Por eso, pequeños Míos, no solo ha llegado la hora de la Gracia para todas las almas, sino también para Mis pequeñísimos Reinos de la Naturaleza que forman parte de la vida de la Creación.
A ustedes, queridas almas, les corresponde restaurar con amor y con valentía lo que la humanidad ha echado a perder en los Reinos.
Yo los invito a estar en contemplación frente a Mi Hijo para que Su Corazón los permee y les dé la sabiduría. Así podrán colaborar en la salvación de todas las almas y de todos los Reinos.
Yo soy Madre y Guardiana de todos. Yo soy Sierva del Creador. Hoy quiero que imiten Mi camino: el sendero hacia la paz del corazón.
¡Salve Dios a los Reinos!
¡Mi Corazón clama por la humanidad!
En la Bendición de Dios,
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más