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Mis queridos hijos:
Como su Madre que los ama y los ampara, Soy Quien los guía hasta Jesús para que, en Jesús que es Amor, Verdad y Sabiduría, ustedes vivan en este tiempo la transformación para que la humanidad en toda su condición sea transformada.
Por eso, estoy aquí como la Madre de los apóstoles de Mi Hijo para que se animen a cruzar la senda de la purificación interior, así como su Divina Madre, San José y el pequeño Niño lo vivieron, a fin de que los valores de la vida espiritual estuvieran presentes en la humanidad.
Sin purificación el alma no se libera, recuerden que la purificación no es dolor, sino liberación. La purificación no es un castigo ni una pena, es una Ley que los ayuda en el desprendimiento de la vida superficial e insensible.
Queridos hijos, el planeta atraviesa este momento culminante, previo al Retorno de Cristo. Por eso, estoy aquí como Madre Intercesora para que Mis hijos entiendan que se debe abrir la puerta definitiva de la redención.
En este día y en este mes de agosto, la Sagrada Jerarquía medita y reflexiona sobre sus próximos pasos para poder ayudar a la humanidad; pero para que esto sea una realidad es necesario de servidores confirmados capaces de asumir por sí mismos el Propósito que está diseñado por el propio Dios desde el principio.
Recuerden el lápiz en la Mano de Dios, que sus almas permitan que Dios continúe escribiendo.
Yo estoy aquí como siempre, Soy su Madre.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz y Madre de los que dicen sí
Palabras de la Virgen María durante la consagración de Hijas de María:
Hoy, Mis Palabras se dirigen a lo que verdaderamente son y por qué han venido a la Tierra a servir a Dios.
En ese espacio puro e inmaculado, que habita en sus esencias, es en donde Mi Hijo y Nuestro Padre Dios colocan Sus designios, impulsos que se manifiestan como pequeñas semillas que, a través de sus esfuerzos, entregas y disposición, pueden germinar hasta que algún día se conviertan en algo muy importante para Dios; en eso tan importante que Él tanto busca en cada una de las almas, que los Hijos de Dios, Sus Criaturas, sean Sus instrumentos en la Tierra, vacíos, despojados e incondicionales. Algo que sé plenamente que al ser humano le cuesta, pero con la fuerza de la fe, hijos, todo es posible.
Recuerden lo que dijo Mi Hijo en el Evangelio: “Si tu fe fuera tan grande y fuerte, podrías decirle a la montaña que se mueva de lugar y ella se moverá”. Esto es parte de la realidad de la Ley y de la experiencia de la Ley de la vida.
Por eso, hoy las consagro, aunque ya son Mis hijas, Mis hijas llamadas a ser espejos en la Tierra que reflejen Mi Maternidad y Amor para con las almas y los Reinos de la Naturaleza.
Reciban Mi bendición espiritual como comienzo de una nueva etapa, como la apertura de una nueva senda que, a través de su convicción y fe, descubrirán por ustedes mismas; porque es importante saber y recordar que Dios tiene un destino para cada ser, con la valentía para vivir lo desconocido y el coraje para enfrentar estos tiempos y desafíos.
La Mano de Dios guía a quien la busca. Su Mano Sagrada posa sobre las cabezas de quienes aceptan Su bendición. Él no está lejos de nada, Él está en todo, está en su mundo interior.
La llave maestra es la humildad, que nunca les permitirá que estén lejos de Dios y de Su Amor. Por eso, las almas se pierden en sus propias convicciones, en sus propias ambiciones, porque el poder que no es de Dios ciega a las almas hasta que se pierden.
Yo vengo así y en este día, a través de ustedes, a reconstruir la fe y la convicción que muchas almas sintieron al ser llamadas al camino de la Obra de la Jerarquía.
Nada nos pertenece, estamos aquí de pasaje. Solo debemos servir y orar, y el Padre que está en los Cielos hará el resto sin que a veces lo perciban, porque Su Amor es inconmensurable, Su Sabiduría es infinita y Su Poder es regido por la pobreza, el despojamiento y el vacío.
He aquí el Dios de la Vida que hace nuevas todas las cosas a través de Su Hijo, Nuestro Señor Jesús.
Quien confía su vida a Dios no debería temer perderla, porque no hay nada que perder en este mundo. Él habita en todas las formas. Él se hace presente en todas las geometrías. Su Presencia solemne está en el silencio, pero no en un silencio personal, sino en un silencio despojado, capaz de darse a sí mismo incansablemente, como el Padre Celestial lo hizo desde el principio de la Creación. Él solo quiere que lo vivan, que lo sientan y que lo reconozcan en ustedes mismos; así como Jesús, Mi Hijo, quiere ser reconocido en ustedes a través de la Eucaristía.
Que este comienzo, este nuevo comienzo haga crecer a los servidores no solo de espíritu, sino también en donación, en incansable ofrecimiento para que el mal que es muy grande en este mundo sea extirpado.
Reciban Mi Luz y Amor Maternal a través de esta bendición y consagración, en nombre de la humanidad, como Hijas de María.
Guarden Mis Palabras en el corazón, porque es allí en donde todo siempre se comprenderá, así como siempre lo hizo su Madre, que guardó las Palabras de Dios y Sus misterios en el Corazón.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Mis queridos y amados hijos:
En este día, les agradezco a los presentes por haberse acercado a Mi Corazón para responder al llamado de orar Conmigo por la paz.
Queridos hijos, la paz es tan urgente en el mundo porque la mayoría de Mis hijos vive en los conflictos internos de sus familias y en los conflictos de las naciones.
Cuando por amor, ustedes se acercan a Mí, como en este día, y oran Conmigo por la paz, se abre una pequeña puerta para que esta paz, que fue invocada por la oración del corazón, pueda evitar escaladas de guerras y de mayores sufrimientos.
¿Ahora, comprenden, hijos Míos, que la oración lo es todo?
Por eso, así como a lo largo de estos últimos diecisiete años, Yo les enseñé a ustedes a orar, quisiera que establecieran espiritualmente más grupos de oración; una escuela de oración en la Tierra que sirva como espejo espiritual, formado por las almas que siempre buscan responder a Mi llamado.
¿Y cómo lo conseguirán, queridos hijos?
Lo conseguirán siendo ustedes mismos una oración a través de los gestos de amor, de servicio, de caridad y de ayuda a quien lo necesite, sin excepción.
Esto significa imitar en plenitud a la Sagrada Familia, porque hoy quiero que sepan que cada uno de ustedes es considerado un miembro de Nuestra Divina Familia Espiritual.
Sigamos invocando la paz, siendo un acto de paz. Sigamos invocando la paz, sin actos de repudio ni violencia, porque el mundo está muy perdido en tanta violencia y agresión.
Que esto termine pronto para que se establezca la paz, la tolerancia y el respeto entre todos.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
Conforme les he anunciado, este es Mi Mensaje que comunica el recogimiento de los Sagrados Corazones; a fin de que, en este mes de agosto, las almas se terminen de confirmar ante Dios.
Por este motivo y bajo la Voluntad de Dios, en este día, Yo estoy aquí como la Madre que internamente les enseña a vivir este momento con la madurez y la gratitud que Dios merece después de que les haya concedido, durante tantos años, todas las Gracias posibles del Cielo.
Hijos Míos, después de un tiempo tan extenso de impulsos e instrucciones detalladas sobre cómo construir humildemente la vida interior, ha llegado el tiempo de que los compañeros y compañeras de Cristo, de forma madura y disponible, se coloquen en la fila del servicio planetario que en este momento Su Corazón ofrece.
Por eso, queridos hijos, Cristo, su Señor, espera que los servidores que convocó y preparó en estos últimos tiempos estén prontos para el ciclo de la emergencia planetaria. Así, podrán estar a la altura de las necesidades que se presenten en estos tiempos.
Desde el comienzo, los Sagrados Corazones tenían la misión de preparar a los mundos internos para poder atravesar su propia purificación y también para aprender a transitar por la purificación de la consciencia del planeta.
Es necesario, hijos Míos, que se eleven a través de la donación y del servicio para que toda la humanidad sea elevada de alguna forma.
Este es el momento de aprender a crecer interiormente para saber superar los desafíos, así como la Sagrada Familia o el mismísimo Jesús los superó a través de Su dolorosa entrega en la Cruz.
Que el mes de agosto haga fructificar lo que Dios tanto espera que se pueda dar en los corazones abnegados.
Yo estoy aquí para impulsarlos y para guiarlos.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Que tu corazón, hijo, nunca se olvide de orar por las almas, por las almas en los abismos del mundo, en los purgatorios y en los infiernos a los que se autocondenaron.
Que tu corazón jamás sea indiferente al sufrimiento de las almas y que ese sufrimiento siempre te muestre que existe un sentido para la vida, que es equilibrar con actos de amor toda la ignorancia, toda la indiferencia que condujo a las almas al sufrimiento y a la perdición. Que tu vida sea un acto de reparación para que otras almas tengan la oportunidad de encontrar la Luz.
Que tu corazón encuentre sentido en vivir reparando a cada instante el sufrimiento de las almas, porque en los abismos del mundo, hijo, existen almas que se sienten olvidadas, desamparadas en su constante sufrimiento, en su dolor impensable, dolor que jamás podrían imaginar, que no es solo el dolor del cuerpo, sino también el dolor del olvido, el dolor del sufrimiento espiritual, el dolor de un arrepentimiento que parece no encontrar esperanza, el dolor de saberse ignorantes, de ser conocedoras de sus miserias más profundas y de no tener el poder para reparar por sí mismas esas miserias.
Las almas que están en los abismos de este mundo necesitan de intercesión, de corazones que dejen de lado sus propios defectos, sus propias necesidades, todo lo que les pesa y les causa un sufrimiento tan pequeño comparado con el sufrimiento de las almas en los abismos, para que de esa forma, dedicándoles una sincera oración, la Misericordia de Cristo, siempre disponible, pueda ingresar en esos abismos y rescatar a esas almas.
Tengan a esta como a una de las más importantes instrucciones que Yo les traje, porque estas ya son las últimas Palabras de los Mensajeros de Dios. Ya les fue dicho todo. Ya les enseñé todo para que pudieran aprender a ser intercesores Conmigo.
No puedo recorrer ese camino por ustedes, eso le cabrá a cada uno de sus propios pies; pero quiero dejarles la enseñanza de que oren e intercedan por las almas, de que jamás se sumerjan en el propio sufrimiento, creyendo que nadie en este mundo sufre más que ustedes. Siempre que sus corazones sientan dolor, tristeza, angustia; arrodíllense, hijos, colocando de lado lo que sienten y oren por las almas. Un gran mérito tendrán ante los Cielos si así lo hicieran y un gran aprendizaje de amor expandirá sus consciencias y les traerá un nuevo sentido a la vida, el de lo que significa ser un ser humano.
A pesar de los abismos que existen en el planeta, a pesar de todo lo que acontece en la superficie de la Tierra, mientras aún estén vivos siempre tendrán la oportunidad de redimirse y de recapacitar; siempre tendrán la oportunidad de reconciliarse con Dios, de recibir y de conceder el perdón; siempre tendrán la oportunidad de abrir los Cielos y clamar por Misericordia, haciendo que esa Misericordia descienda a la Tierra.
Pero, a partir del momento en el que ya no estén vivos, como las almas de los abismos de este mundo, necesitarán de la intercesión de otros para que puedan reencontrar la paz. Por eso, recuerden, hijos, que por mayor que pueda ser el sufrimiento en esta Tierra, él nunca será mayor que el sufrimiento de las almas en los abismos y ustedes siempre podrán dejar de lado ese sufrimiento para interceder por los que sufren más que ustedes, cuyas bocas no pueden pronunciar ni siquiera una oración, sino solamente aguardar que alguien ore por ellos.
Les traigo esta como una de Mis instrucciones más importantes; porque, a medida que la definición del planeta se aproxima, verán muchas situaciones increíbles en el planeta y dentro de ustedes mismos, pero no deben permitir que esas situaciones les hagan olvidar de que existen almas que necesitan de sus oraciones.
El servicio por las almas eleva sus consciencias, redime sus errores más profundos, sus miserias más arraigadas. Cuando, de rodillas y en soledad, oren por las almas y no solo por sí mismos; entonces, hijos, cruzarán una puerta segura hacia el Corazón de Dios, porque el Creador se encuentra en el servicio, en la humildad y en la elevación de la consciencia; el Creador se encuentra en los actos de misericordia, en las expresiones sinceras de amor y en la capacidad de unirse a Él en un clamor sincero.
Ha llegado el tiempo de vivir una espiritualidad verdadera. Muchos creen que ser espiritual es imitar a los personajes de las historias de los santos, pero Yo no les hablo sobre eso. Les hablo sobre una decisión sincera de trascender sus propias limitaciones, sus propias miserias, sus propias resistencias, para unirse a Dios en lo que Él pensó para cada uno de ustedes. Yo les hablo de dejar de lado a los personajes del mundo, a todo lo que la humanidad actual les hace sentir que deben ser y vivir para que encuentren, en la unión con Dios, Su Propósito Divino.
Ya no es tiempo de mirar hacia los lados, ya no es tiempo de señalar los errores ajenos, ya no es tiempo de contabilizar las miserias del prójimo, ni siquiera las propias. Ahora es tiempo, hijos, solo de transformarse. Es tiempo solo de caminar con los ojos fijos en el Propósito Divino, en la idea de Amor que Él emanó al crear la humanidad y, a través del ejemplo, transformar los errores y redimir las miserias y, a través de la oración, interceder por las almas.
¿Cuántos de ustedes se despiertan todos los días buscando el sentido de la propia vida, abren los ojos pidiéndole a Dios que les enseñe a amar más, que los ayude a dar ejemplos de amor, a transformar en sí mismos lo que ven en la humanidad y que debe ser transformado?
¿Cuántos de ustedes están buscando la renovación de adentro hacia afuera?
La intención correcta siempre los llevará al lugar correcto. Por eso, a pesar de sus imperfecciones, a pesar de todas las dificultades que puedan enfrentar en cada día, siempre eleven al Universo la intención correcta de ser lo que Dios pensó para ustedes. Yo ya les dije que ese es el mayor servicio que pueden prestar no solo para sí mismos, sino también para toda la Creación, mucho más allá de la Tierra.
Independientemente de que las Palabras de los Mensajeros Divinos sigan resonando en el mundo, Nuestros Corazones siempre estarán con ustedes como también con todos los seres. Ha llegado el tiempo de profundizar, de no solo de escuchar afuera, sino sobre todo adentro. Y para que ese contacto interno se realice, para que la elevación de cada uno de ustedes sea una realidad, Nuestros Corazones necesitan recogerse, pero todo ya les fue dicho. Ahora es necesario realizar el esfuerzo de estudiar y de vivir cada una de las Palabras que les transmitimos en los últimos quince años.
Para que los apóstoles también pudieran vivir la vida crística, Cristo necesitó ascender, pero Él jamás abandonó a la humanidad. Siempre se hizo sentir cuando era necesario, siempre le sopló a los corazones las respuestas a las cuestiones más profundas y, encima de todo, les entregó el Espíritu Consolador, el Espíritu Santo, para que no solo habitara entre la humanidad, sino también dentro de los corazones humanos.
Por eso, cuando escuchen hablar sobre el recogimiento, escuchen hablar también sobre la experiencia de lo que aprendieron y sepan, hijos, que siempre tendrán todo el auxilio que necesitan para dar cada uno de los pasos que deben dar.
Por eso, no teman, solo caminen y vivan lo que debe ser vivido.
Tienen Mi bendición para esto.
Que vengan hasta aquí los que aspiran a consagrarse como Hijos y Amigos de San José.
Contemplo, en omnipresencia, a cada corazón que aspira a vivir la consagración.
Hermana Lucía de Jesús:
Que traigan hasta aquí agua bendita e incienso para bendecir.
Cierren los ojos y abran sus corazones.
Escucha, hijo, esta es la voz de un padre y amigo que te acompañó en todo tu trayecto hasta llegar aquí, un padre que conoce la condición humana en su profundidad; por eso, conoce tus miserias más profundas, tus dolores más ocultos, tus sacrificios más sinceros, tus esfuerzos verdaderos y todo lo que hiciste para llegar hasta aquí, siendo un ser humano mejor.
Así como Yo acojo tu corazón en Mi Corazón, recibe también Mi Amor Paternal que, como un lirio, deposito en tu interior para que ya no te culpes por el pasado, para que ya no sufras por lo que no comprendes, para que te alegres con cada pequeña victoria, para que reconozcas el Propósito de Dios para tu vida.
Como tu padre y amigo, así como lo hice con Jesús, huiré contigo hacia el desierto interior cuando amenacen tu vida y tu pequeño corazón.
Así como lo hice con Jesús, tomaré tus manos y te enseñaré a caminar, te enseñaré a servir y también aprenderé contigo, porque el Amor de Dios se renueva en tu corazón, así como se renovó en el Mío y en el Corazón de Cristo, así como se renovó en el Inmaculado Corazón de María.
Así como no estuve solo en otros tiempos, no estoy solo ahora. La Sagrada Familia siempre camina, en espíritu, al lado de todas las almas que le dicen sí. Por eso, contempla, hijo, que siempre estaremos a tu lado, enseñándote cada día por dónde debes seguir.
Que tu corazón no se canse de orar y también de silenciarse cuando fuera el momento, para que escuches en lo más profundo de tu ser Nuestras respuestas.
Que esta consagración te fortalezca, te renueve y te purifique para que, como Hijo y Amigo de Mi Casto Corazón, des testimonio de la transformación, del servicio y del amor. Y hoy te pido que no te olvides de orar por las almas, por las almas de los abismos.
Con este incienso, que bendigo con Mis propias Manos, purifico tu espíritu, tu consciencia, tu corazón.
Con esta agua, que bendigo con Mis propias Manos, por la potestad que Mi Hijo Me concede de ser padre e intercesor de las almas, le traigo la renovación a tu pequeña vida.
Que tus pasos sean protegidos. Que, a pesar de todo lo que acontezca en el mundo, tu corazón siempre sepa el camino para reencontrar la paz.
Así, los bendigo y los consagro como Mis Hijos y Amigos, Hijos y Amigos de San José.
Después de que reciban el Sacramento de la Eucaristía, reciban también la Unción con el óleo que consagraré ahora para renovar su camino y sus vidas.
Hermana Lucía de Jesús:
Pueden traer óleo para bendecir.
Al recibir esta Unción, sientan el toque del Espíritu de Dios, de Su profundo Amor por las almas, para que se reconcilien con Él en nombre de toda la humanidad.
Así, los bendigo y los consagro en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Que se preparen para la consagración de la Eucaristía con el Himno de los Hijos y Amigos de San José.
Relato del Mensaje
Hermana Lucía de Jesús:
Hoy, fuimos a recibir a San José en la Casa Nuestra Señora de los Pobres y, durante la oración y el cántico que estábamos haciendo para recibirlo, percibimos una energía muy linda, un canal que se fue abriendo en toda el área de la pared de la casa y del altar en donde está el cuadro de María, el de Cristo y el de San José.
Era un portal que se iba abriendo hacia el Reino Celestial, un espacio donde había muchos coros de ángeles, ¡muchos! En todos los niveles de las dimensiones que iban apareciendo, cada una de las puertas, una dentro de otra, tenía diferentes niveles de coros de ángeles que creaban un camino hacia la Consciencia Divina.
En el final de ese camino, había una Fuente de energía pura, que comenzaba a descender sobre nosotros como si fuera un río, un manantial , un agua cristalina, pero era de energía.
Ella venía descendiendo de ese portal, de esa Fuente pura, cruzando todas las dimensiones, y cuando llegaba al lugar donde estábamos recibiendo el Mensaje, esa agua primero tocaba nuestra propia consciencia, trabajaba con nosotros, nos limpiaba, nos purificaba y nos traía esa energía de Gracia y de paz. Después, traspasaba nuestros seres y llegaba a todos los espacios planetarios, sobre todo a la ciudad de Carmo de Cachoeira y a Brasil. Era algo que venía y no tenía fin, fluía sin fin.
Después de un tiempo, San José apareció en el fondo de ese portal. Él venía caminando por esa Fuente de agua cristalina y cuando llegó hasta donde estábamos, esa Fuente se fue transformando en otro espacio y la Casa de Nuestra Señora de los Pobres fue tomando otro aspecto, como una casa mucho más simple, con paredes de piedra. Adentro había algunos muebles, algunos de madera, otros de piedra, y San José decía que esa era la Casa de la Sagrada Familia de Nazaret.
En esta casa, había diferentes portales hacia el Universo, hacia el Infinito, portales que se coligaban con la Consciencia Divina, con la Vida Universal y sus misterios, y muchos ángeles y arcángeles cruzaban esta casa.
San José decía que la Casa Nuestra Señora de los Pobres tiene un vínculo de una coordenada espiritual con esa Casa de Nazaret, que aún existe en los mundos internos, en los niveles internos y espirituales de consciencia.
Entonces, mientras Él iba hablando, contando las experiencias de la Sagrada Familia, esas experiencias iban apareciendo allí a través de imágenes, y esos códigos de las experiencias que la Sagrada Familia vivió, tocaban nuestras consciencias, nuestros seres.
Después de esto, Él comenzó a transmitir el siguiente Mensaje:
Como un manantial desconocido para los corazones humanos, la Gracia fluye abundantemente cuando las almas oran en los lugares consagrados por el Inmaculado Corazón de María.
Aquí, hijos, en este Punto de Luz, donde los Sagrados Corazones encuentran reposo, existe una coordenada espiritual sagrada que une este lugar con la Sagrada Casa de Nazaret, donde el Niño Jesús, la Virgen María y Mi Casto Corazón aprendieron sobre el amor, la caridad y los misterios celestiales.
En esta Santa Casa, Nuestros Corazones se expandieron y Nuestras Consciencias vivieron una ampliación hasta entonces nunca experimentada por la consciencia humana. En Nazaret, vivimos los primeros pasos de la trascendencia y de la iniciación de la unión con el Divino, la escuela de la intercesión, el misterio de la humildad, el poder del silencio y la Gracia de la caridad.
Por eso, aquí, en este lugar sagrado, estas mismas dádivas están disponibles para los corazones que oran, adoran y contemplan los misterios de la vida de Cristo y de Su Sagrada Familia.
En este lugar, los ángeles del Arcángel Gabriel aguardan con fervor las oraciones misericordiosas e intercesoras de las almas suplicantes, para que así puedan llevarlas como méritos a los Pies de Dios, en nombre de los que más las necesitan.
El planeta, hijos, necesita equilibrio y oración, necesita de almas despiertas que le den prioridad a esta sagrada misión, oculta y silenciosa, de interceder por el mundo y por sus Reinos. Por eso, les pido y con amor les digo que vivifiquen sus oraciones con el esfuerzo sincero del corazón y no dejen que las Gracias abundantes del Corazón de Dios permanezcan en los Cielos, sino que sean vertidas sobre la Tierra a través de las compuertas celestiales que se abren al sonido de los corazones sinceros que elevan sus plegarias a los Cielos.
Generen méritos para el equilibrio del planeta y de este lugar sagrado. Como ondas de Luz, sus oraciones intercederán por esta ciudad, por este país, por este continente y por este planeta, siempre y cuando sean constantes y perseverantes en su camino espiritual.
Cuando asuman con amor y responsabilidad el compromiso de sustentarse en su camino espiritual, percibirán, hijos, que recibirán todas las respuestas que buscan, la cura por la que claman, el equilibrio en sus purificaciones, la trascendencia de sus miserias y la ascensión de la consciencia.
Este es un camino largo que debe ser recorrido con la llave de la constancia y, cuando menos lo esperen, sus consciencias alcanzarán la unión pura y simple con Dios, aun en tiempos de tribulación.
Sean perseverantes y constantes, y todo les será dado a conocer.
Tienen Mi bendición para esto.
Su padre y amigo,
San José Castísimo
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hermana Lucía de Jesús:
Estamos ante la Sagrada Familia de Nazaret: Nuestra Señora, la Virgen María; San José y el pequeño Niño Jesús.
Escuchemos las Palabras de Nuestra Señora:
En una noche como esta, hijos Míos, cuando no había esperanza en el mundo, Nuestros Sagrados Corazones caminaban hacia Belén, guiados por los ángeles y por las luces del cielo, sustentados por la Consciencia Divina y por el Santo Espíritu de Dios.
Fue de esa forma que llegamos a la gruta de Belén, con el cuerpo cansado, que humanamente sería imposible soportar, pero que con el sostén de Dios y de Sus ángeles nos fue posible permanecer con fortaleza interior y, a través de ella, sustentar Nuestros Cuerpos.
En una noche como esta, la maldad y la confusión reinaban en el corazón de los hombres, así como reina en el corazón de muchos hombres en este día. Y por el mismo motivo que un día llegamos a Belén, hoy, llegamos aquí, a este simple lugar elegido por Dios para verter Su Cura sobre el mundo.
Vengo hasta aquí, hijos Míos, para decirles que no pierdan la esperanza. Nuestros Corazones oran incesantemente por el mundo, sobre todo por las almas que no le encuentran sentido a la vida. Por eso, que cada uno de ustedes sea como una llama viva que vuelva a encender la luz del mundo, así como el pequeño Niño Jesús lo hizo y, a través de Su oferta de vida, le concedió a la humanidad una nueva oportunidad.
Hoy, la humanidad necesita una nueva oportunidad. Por eso, hijos, ¿quién se ofrecerá para renovar el Amor de Dios y permitir que Cristo renazca en sus corazones?
Hermana Lucía de Jesús:
Escuchemos las Palabras de San José:
Hoy, estamos aquí por las almas peregrinas, por aquellos que tienen fe en Nuestra Sagrada Presencia.
Hoy, estamos aquí por las familias que viven en las guerras, por aquellas que ya no creen en el amor, que ya no creen en Dios; porque en sus corazones reina el dolor y un sufrimiento que jamás podrán comprender.
Hoy, estamos aquí, hijos, para que sigan orando por la paz; para que en sus familias reine la esperanza de superar los desafíos, las diferencias, las purificaciones; para que la unidad vuelva a reinar y para que, mucho más allá de todo lo que puedan vivir dentro de cada uno de ustedes, siempre exista la comprensión, el diálogo y sobre todo el amor.
Hoy, Nuestros Sagrados Corazones le traen una Gracia especial al mundo, un mundo que agoniza y que le clama a Dios para volver a sentir paz.
Así como un día estuvimos en Belén, en cuerpo y alma, clamando por el mundo, abriendo las puertas de este planeta a la llegada del Mesías; de la misma forma, hoy estamos aquí, abriendo en sus corazones un espacio donde pueden sentir la Presencia de Dios, donde Él puede reinar y puede hacerlos superar las adversidades de estos tiempos.
Hermana Lucía de Jesús:
Escuchemos a Nuestra Señora:
Queridos hijos, con el Niño Jesús en Mis Brazos, traigo hacia Mi Corazón a todos los niños del mundo y les pido que hagan lo mismo; que en esta noche no se olviden de los que agonizan, no se olviden de que están aquí para ser soldados de la paz, intercesores con Mi Inmaculado Corazón por todas las almas que sufren.
Muchos no tienen la Gracia de celebrar esta Navidad como hoy ustedes pueden celebrarla, muchos solo se sumergen en la tristeza, en el desamparo y en el desamor, y la oscuridad en la que están sus corazones es tan grande que ni siquiera, hijos Míos, consiguen clamarle a Dios.
Por eso, clamen por las almas, por las almas más perdidas. Y cuando aprendan a orar, cada vez más de corazón, cuando aprendan a ir más allá de ustedes mismos para ofrecer sus vidas por los que sufren; será entonces, hijos Míos, cuando comprenderán el Amor de Cristo, ese Amor que espera reinar en sus corazones como en todos los corazones humanos.
Hermana Lucía de Jesús:
Escuchamos al Pequeño Niño Jesús:
Oro por la paz, oro por la paz que se perdió de los corazones. Oro para que sean perseverantes y para que el Propósito Divino reine en los corazones y en las consciencias de todos los que se comprometieron Conmigo, así como Yo Me comprometí con la humanidad y hoy estoy aquí, ante sus corazones.
Les pido que no dejen de estar ante Mí para que Yo pueda fortalecerlos, para que Yo pueda sustentarlos y para que, a pesar de la cruz del mundo, sus corazones conozcan la fortaleza que Yo conocí. Dispóngase a esto y estén con el corazón pronto, así como Mi Corazón está pronto para retornar al mundo.
Hoy, la Sagrada Familia los bendice, así como bendice al planeta, que hoy tengo en Mis Manos. Les pido que estén en vigilia por las almas que se pierden en esta noche, por no comprender el sentido espiritual del Nacimiento del Señor.
Hermana Lucía de Jesús:
Escuchamos a Nuestra Señora:
Hijos Míos, Nuestros Sagrados Corazones retornarán a los Pies de Dios, adonde estábamos hasta este momento, en vigilia y en oración por toda la humanidad. Únanse a Nosotros para que la unidad entre sus corazones y el Corazón de Dios no se pierda.
Hoy, les dejamos Nuestras bendiciones y Nuestra Gracia.
Les agradezco por estar aquí, por responder a Mi llamado y por perseverar en la oración.
Reciban la Gracia de la Sagrada Familia, permitan que ella impregne a sus familias y ofrézcanla por todas las familias del mundo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sigan en paz y oren por la paz.
Les agradezco.
Hermana Lucía de Jesús:
Bien, hermanos, hoy antes de finalizar nuestro trabajo, vamos a hacer un pequeño relato a pedido de Nuestra Señora. La verdad es que no esperaba ese movimiento.
Cuando estábamos orando, durante el tercer misterio, comencé a tener una visión de diferentes lugares del planeta. La mayoría de ellos eran lugares que hoy están en guerra y, mientras estábamos orando, percibía que Nuestra Señora, con San José y el Niño Jesús caminaban por esos lugares.
Ellos estaban descalzos, con ropas muy simples, antiguas, así como la Sagrada Familia de Nazaret acostumbraba a vestir, como los judíos de dos mil años atrás.
Entonces, fuimos ofreciendo nuestras oraciones por esa tarea espiritual que Ellos estaban realizando, pero realmente no pensé que Ellos vendrían hasta aquí, porque en todas las Apariciones suceden muchas cosas durante las oraciones, que a veces percibimos y a veces no, pero que solo las comentamos cuando la Jerarquía Divina nos pide que lo hagamos. Entonces, realmente pensé que era una tarea espiritual que sucedería durante el trabajo de oración.
A medida que fuimos avanzando con las oraciones del Ave María, la Sagrada Familia iba pasando por diferentes lugares, cambiando de un espacio del planeta hacia otro, era como si Ellos fueran cruzando portales y dimensiones a lo largo del camino. En algunos de estos lugares era de noche, en otros era de día.
Mientras Ellos caminaban, los ángeles iban rescatando a las almas a través de portales de Luz que se abrían sobre la Sagrada Familia. Algunos lugares por donde Ellos pasaban no estaban en guerra, parecían ciudades normales. Ellos pasaban por adentro de las casas de las personas, pasaban por las calles, iban tocando a las almas que realmente no estaban celebrando la Navidad como el Nacimiento de Jesús, y lo que comprendíamos era como si Ellos colocaran dentro de esas almas un código de despertar.
Seguimos acompañando esas visiones durante la oración, y cuando estábamos en las últimas oraciones del cuarto misterio, un portal de Luz comenzó a abrirse sobre nosotros. Primero tenía una forma oval y, a través de él, percibimos diferentes dimensiones.
Primero comenzaron a aparecer varios ángeles, y uno de ellos vino a nuestro encuentro y nos preguntó si estábamos dispuestos a recibir a la Sagrada Familia. En ese momento, dijimos que sí y quedamos esperándola.
Cuando los hermanos comenzaron a cantar el Ave María, ese portal se amplió cada vez más, como si acontecieran diferentes explosiones de Luz, que encendían toda la carpa. Con los ojos cerrados, daba la sensación de que había un cortocircuito en la Luz, encendiendo y apagando rayos, hasta el momento en el que los ángeles nos pidieron que nos arrodilláramos. En ese momento, a partir de ese portal, apareció una estrella de seis puntas en tres dimensiones, que comenzó pequeña y terminó grande, como si nos abrazara a todos dentro de ella. Eso sucedió semejante a una explosión.
La estrella venía con un punto de Luz e de repente creció y nos abrazó, pero fue en un segundo. Cuando ella crecía, nos colocaba a todos adentro de una realidad espiritual, donde una energía de Gracia comenzaba a trabajar con nuestras consciencias.
Luego de esa explosión de Luz, la Sagrada Familia empezó a llegar hasta aquí. Primero, Ellos se acercaban como esferas de Luz, después como siluetas de Luz, hasta que iban apareciendo cada vez con más detalles, como la Sagrada Familia de Nazaret.
San José y Nuestra Señora estaban tomados de las Manos, y nuestra Madre Divina sostenía a Jesús, que parecía tener de 3 a 4 años.
Cuando Ellos comenzaron a hablar, la primera cosa que nuestra Madre Divina nos dijo fue que les dijéramos a todos que estábamos ante la Presencia de la Sagrada Familia. Mientras cada uno de Ellos iba hablando con nosotros, yo percibía que situaciones internas de diferentes familias del mundo comenzaban a recibir cura.
Al mismo tiempo que Ellos hablaban, no sé explicarlo muy bien, pero era como si salieran de adentro de las consciencias diferentes energías que estimulaban los conflictos, los desacuerdos; energías que muchas veces nosotros estamos purificando y que, en nuestra relación diaria como familia, nos impiden comprender al otro o vuelven difícil la convivencia. Era así como yo lo comprendía.
Entonces, esas energías comenzaban a salir y nuestras almas recibían la Gracia de una comprensión mayor. Como nos mostraba Nuestra Señora, esa Gracia venía para que pudiéramos fomentar el diálogo, para que pudiéramos comprender mejor al prójimo y para que, en nuestras relaciones familiares, pudiéramos ver al otro como realmente es y no como aparenta ser o como él está en ese momento de tantas purificaciones.
Y eso sucedía con nosotros aquí, pero también con diferentes familias del mundo que escuchaban a Nuestra Señora y con familias que no estaban acompañando esta transmisión, pero que internamente se unían a la Sagrada Familia en este momento.
Es algo un poco difícil de explicar, porque eran imágenes y comprensiones internas que la Jerarquía Divina nos entregaba a medida que iba conversando con nosotros.
Por último, a través de ese portal de la Sagrada Familia, descendía sobre nosotros una energía en forma de Paloma de Luz que representaba una Gracia, que cada uno de nosotros va a descubrir a medida que comience a vivirla, una Gracia que la Sagrada Familia nos traía en esta noche de Navidad.
Después que Ellos terminaron de hablar, nuestra Madre Divina, San José y el Niño Jesús nos dijeron que Ellos serían breves, porque Ellos estaban en oración a los Pies de Dios, intercediendo por diferentes situaciones del planeta.
Madre María Shimani de Montserrat:
No es mi tarea en esta vida transmitir las cosas que vemos, pero para confirmar un poco la experiencia de la Hermana Lucía, hoy, la Madre Divina me solicitó que hiciera una explicación breve de lo que yo había visto.
Cuando nos sentamos aquí, para comenzar la tarea, yo miré a la Hermana Lucía y le dije: “Tenemos que estar atentos”; porque en un momento tan importante como este, la Navidad, la Jerarquía siempre trae paz y algo especial para las almas, más allá de todo lo que sucede aquí en la superficie.
Por eso, estuvimos bien atentos durante toda la oración y los cánticos. Y cuando Piedad comenzó a cantar, creo que ya en el segundo párrafo del “Ave María”, ella colocó la voz de una forma que atravesó la carpa y se unió a una Luz que venía del fondo de la carpa. Una gran explosión de Luz invadió toda la carpa y la energía de Aurora, o sea toda Aurora, se encendió en Luz; es como si toda la energía, toda la consciencia de Aurora, se abriera como grandes portales y algo muy fuerte sucedió en el mundo interno de todos nosotros. En ese momento, sentimos la Voz de Nuestra Señora que dijo: “Prepárense, que estamos llegando”.
Entonces, cuando la Hermana Lucía tomó el almohadón, comenzamos a sentir muchas cosas. Mientras los Mensajeros hablaban, muchas escenas de la guerra comenzaron a aparecer, entre ellas, apareció la imagen de un niño que tendría 10 años, por su fisonomía me pareció que era árabe; él lloraba a los gritos desesperadamente y nosotros comprendimos que el dolor que sentía esa criatura representaba al dolor de todos los niños de la guerra.
Y, María me explicaba que solo el regazo de una madre, un abrazo materno fuerte, lo podría calmar; y que todos deberíamos abrazar a los niños de la guerra y llevarlos a nuestro interior, a nuestro corazón, para poder calmar el dolor que le queda a la niñez de esta humanidad.
Yo entendí que ese consuelo, ese amor que solo la maternidad y la paternidad pueden dar era lo que Ellos nos invitaban a ofrecer.
Porque en realidad, aquí entre nosotros, en esta celebración que estamos viviendo, en esta paz, no estamos realmente comprendiendo lo que está pasando, y a veces no es por mala voluntad de parte nuestra, sino que ese es un dolor que todavía no conocemos.
Entonces, esforcémonos en nuestras oraciones y en el consuelo que este amor humano, que nosotros sentimos, puede darles a todos los niños de la guerra.
Nos volveremos a encontrar el 31 de diciembre. Estaremos todos juntos para despedir este año, con la intención de que las cosas que suceden en el mundo se alivien, se calmen, que los hombres y mujeres de este mundo reflexionen, que todos reflexionemos sobre lo que estamos viviendo y podamos colaborar para que este mundo pueda recibir a Nuestro Señor con alegría y gratitud.
¡Muchas gracias a todos!
Esperamos que todos tengan una noche de paz y nos encontramos en el Corazón de Dios.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hermana Lucía de Jesús:
Estamos ante la Sagrada Familia de Nazaret: Nuestra Señora, la Virgen María; San José y el pequeño Niño Jesús.
Escuchemos las Palabras de Nuestra Señora:
En una noche como esta, hijos Míos, cuando no había esperanza en el mundo, Nuestros Sagrados Corazones caminaban hacia Belén, guiados por los ángeles y por las luces del cielo, sustentados por la Consciencia Divina y por el Santo Espíritu de Dios.
Fue de esa forma que llegamos a la gruta de Belén, con el cuerpo cansado, que humanamente sería imposible soportar, pero que con el sostén de Dios y de Sus ángeles nos fue posible permanecer con fortaleza interior y, a través de ella, sustentar Nuestros Cuerpos.
En una noche como esta, la maldad y la confusión reinaban en el corazón de los hombres, así como reina en el corazón de muchos hombres en este día. Y por el mismo motivo que un día llegamos a Belén, hoy, llegamos aquí, a este simple lugar elegido por Dios para verter Su Cura sobre el mundo.
Vengo hasta aquí, hijos Míos, para decirles que no pierdan la esperanza. Nuestros Corazones oran incesantemente por el mundo, sobre todo por las almas que no le encuentran sentido a la vida. Por eso, que cada uno de ustedes sea como una llama viva que vuelva a encender la luz del mundo, así como el pequeño Niño Jesús lo hizo y, a través de Su oferta de vida, le concedió a la humanidad una nueva oportunidad.
Hoy, la humanidad necesita una nueva oportunidad. Por eso, hijos, ¿quién se ofrecerá para renovar el Amor de Dios y permitir que Cristo renazca en sus corazones?
Hermana Lucía de Jesús:
Escuchemos las Palabras de San José:
Hoy, estamos aquí por las almas peregrinas, por aquellos que tienen fe en Nuestra Sagrada Presencia.
Hoy, estamos aquí por las familias que viven en las guerras, por aquellas que ya no creen en el amor, que ya no creen en Dios; porque en sus corazones reina el dolor y un sufrimiento que jamás podrán comprender.
Hoy, estamos aquí, hijos, para que sigan orando por la paz; para que en sus familias reine la esperanza de superar los desafíos, las diferencias, las purificaciones; para que la unidad vuelva a reinar y para que, mucho más allá de todo lo que puedan vivir dentro de cada uno de ustedes, siempre exista la comprensión, el diálogo y sobre todo el amor.
Hoy, Nuestros Sagrados Corazones le traen una Gracia especial al mundo, un mundo que agoniza y que le clama a Dios para volver a sentir paz.
Así como un día estuvimos en Belén, en cuerpo y alma, clamando por el mundo, abriendo las puertas de este planeta a la llegada del Mesías; de la misma forma, hoy estamos aquí, abriendo en sus corazones un espacio donde pueden sentir la Presencia de Dios, donde Él puede reinar y puede hacerlos superar las adversidades de estos tiempos.
Hermana Lucía de Jesús:
Escuchemos a Nuestra Señora:
Queridos hijos, con el Niño Jesús en Mis Brazos, traigo hacia Mi Corazón a todos los niños del mundo y les pido que hagan lo mismo; que en esta noche no se olviden de los que agonizan, no se olviden de que están aquí para ser soldados de la paz, intercesores con Mi Inmaculado Corazón por todas las almas que sufren.
Muchos no tienen la Gracia de celebrar esta Navidad como hoy ustedes pueden celebrarla, muchos solo se sumergen en la tristeza, en el desamparo y en el desamor, y la oscuridad en la que están sus corazones es tan grande que ni siquiera, hijos Míos, consiguen clamarle a Dios.
Por eso, clamen por las almas, por las almas más perdidas. Y cuando aprendan a orar, cada vez más de corazón, cuando aprendan a ir más allá de ustedes mismos para ofrecer sus vidas por los que sufren; será entonces, hijos Míos, cuando comprenderán el Amor de Cristo, ese Amor que espera reinar en sus corazones como en todos los corazones humanos.
Hermana Lucía de Jesús:
Escuchamos al Pequeño Niño Jesús:
Oro por la paz, oro por la paz que se perdió de los corazones. Oro para que sean perseverantes y para que el Propósito Divino reine en los corazones y en las consciencias de todos los que se comprometieron Conmigo, así como Yo Me comprometí con la humanidad y hoy estoy aquí, ante sus corazones.
Les pido que no dejen de estar ante Mí para que Yo pueda fortalecerlos, para que Yo pueda sustentarlos y para que, a pesar de la cruz del mundo, sus corazones conozcan la fortaleza que Yo conocí. Dispóngase a esto y estén con el corazón pronto, así como Mi Corazón está pronto para retornar al mundo.
Hoy, la Sagrada Familia los bendice, así como bendice al planeta, que hoy tengo en Mis Manos. Les pido que estén en vigilia por las almas que se pierden en esta noche, por no comprender el sentido espiritual del Nacimiento del Señor.
Hermana Lucía de Jesús:
Escuchamos a Nuestra Señora:
Hijos Míos, Nuestros Sagrados Corazones retornarán a los Pies de Dios, adonde estábamos hasta este momento, en vigilia y en oración por toda la humanidad. Únanse a Nosotros para que la unidad entre sus corazones y el Corazón de Dios no se pierda.
Hoy, les dejamos Nuestras bendiciones y Nuestra Gracia.
Les agradezco por estar aquí, por responder a Mi llamado y por perseverar en la oración.
Reciban la Gracia de la Sagrada Familia, permitan que ella impregne a sus familias y ofrézcanla por todas las familias del mundo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sigan en paz y oren por la paz.
Les agradezco.
Hermana Lucía de Jesús:
Bien, hermanos, hoy antes de finalizar nuestro trabajo, vamos a hacer un pequeño relato a pedido de Nuestra Señora. La verdad es que no esperaba ese movimiento.
Cuando estábamos orando, durante el tercer misterio, comencé a tener una visión de diferentes lugares del planeta. La mayoría de ellos eran lugares que hoy están en guerra y, mientras estábamos orando, percibía que Nuestra Señora, con San José y el Niño Jesús caminaban por esos lugares.
Ellos estaban descalzos, con ropas muy simples, antiguas, así como la Sagrada Familia de Nazaret acostumbraba a vestir, como los judíos de dos mil años atrás.
Entonces, fuimos ofreciendo nuestras oraciones por esa tarea espiritual que Ellos estaban realizando, pero realmente no pensé que Ellos vendrían hasta aquí, porque en todas las Apariciones suceden muchas cosas durante las oraciones, que a veces percibimos y a veces no, pero que solo las comentamos cuando la Jerarquía Divina nos pide que lo hagamos. Entonces, realmente pensé que era una tarea espiritual que sucedería durante el trabajo de oración.
A medida que fuimos avanzando con las oraciones del Ave María, la Sagrada Familia iba pasando por diferentes lugares, cambiando de un espacio del planeta hacia otro, era como si Ellos fueran cruzando portales y dimensiones a lo largo del camino. En algunos de estos lugares era de noche, en otros era de día.
Mientras Ellos caminaban, los ángeles iban rescatando a las almas a través de portales de Luz que se abrían sobre la Sagrada Familia. Algunos lugares por donde Ellos pasaban no estaban en guerra, parecían ciudades normales. Ellos pasaban por adentro de las casas de las personas, pasaban por las calles, iban tocando a las almas que realmente no estaban celebrando la Navidad como el Nacimiento de Jesús, y lo que comprendíamos era como si Ellos colocaran dentro de esas almas un código de despertar.
Seguimos acompañando esas visiones durante la oración, y cuando estábamos en las últimas oraciones del cuarto misterio, un portal de Luz comenzó a abrirse sobre nosotros. Primero tenía una forma oval y, a través de él, percibimos diferentes dimensiones.
Primero comenzaron a aparecer varios ángeles, y uno de ellos vino a nuestro encuentro y nos preguntó si estábamos dispuestos a recibir a la Sagrada Familia. En ese momento, dijimos que sí y quedamos esperándola.
Cuando los hermanos comenzaron a cantar el Ave María, ese portal se amplió cada vez más, como si acontecieran diferentes explosiones de Luz, que encendían toda la carpa. Con los ojos cerrados, daba la sensación de que había un cortocircuito en la Luz, encendiendo y apagando rayos, hasta el momento en el que los ángeles nos pidieron que nos arrodilláramos. En ese momento, a partir de ese portal, apareció una estrella de seis puntas en tres dimensiones, que comenzó pequeña y terminó grande, como si nos abrazara a todos dentro de ella. Eso sucedió semejante a una explosión.
La estrella venía con un punto de Luz e de repente creció y nos abrazó, pero fue en un segundo. Cuando ella crecía, nos colocaba a todos adentro de una realidad espiritual, donde una energía de Gracia comenzaba a trabajar con nuestras consciencias.
Luego de esa explosión de Luz, la Sagrada Familia empezó a llegar hasta aquí. Primero, Ellos se acercaban como esferas de Luz, después como siluetas de Luz, hasta que iban apareciendo cada vez con más detalles, como la Sagrada Familia de Nazaret.
San José y Nuestra Señora estaban tomados de las Manos, y nuestra Madre Divina sostenía a Jesús, que parecía tener de 3 a 4 años.
Cuando Ellos comenzaron a hablar, la primera cosa que nuestra Madre Divina nos dijo fue que les dijéramos a todos que estábamos ante la Presencia de la Sagrada Familia. Mientras cada uno de Ellos iba hablando con nosotros, yo percibía que situaciones internas de diferentes familias del mundo comenzaban a recibir cura.
Al mismo tiempo que Ellos hablaban, no sé explicarlo muy bien, pero era como si salieran de adentro de las consciencias diferentes energías que estimulaban los conflictos, los desacuerdos; energías que muchas veces nosotros estamos purificando y que, en nuestra relación diaria como familia, nos impiden comprender al otro o vuelven difícil la convivencia. Era así como yo lo comprendía.
Entonces, esas energías comenzaban a salir y nuestras almas recibían la Gracia de una comprensión mayor. Como nos mostraba Nuestra Señora, esa Gracia venía para que pudiéramos fomentar el diálogo, para que pudiéramos comprender mejor al prójimo y para que, en nuestras relaciones familiares, pudiéramos ver al otro como realmente es y no como aparenta ser o como él está en ese momento de tantas purificaciones.
Y eso sucedía con nosotros aquí, pero también con diferentes familias del mundo que escuchaban a Nuestra Señora y con familias que no estaban acompañando esta transmisión, pero que internamente se unían a la Sagrada Familia en este momento.
Es algo un poco difícil de explicar, porque eran imágenes y comprensiones internas que la Jerarquía Divina nos entregaba a medida que iba conversando con nosotros.
Por último, a través de ese portal de la Sagrada Familia, descendía sobre nosotros una energía en forma de Paloma de Luz que representaba una Gracia, que cada uno de nosotros va a descubrir a medida que comience a vivirla, una Gracia que la Sagrada Familia nos traía en esta noche de Navidad.
Después que Ellos terminaron de hablar, nuestra Madre Divina, San José y el Niño Jesús nos dijeron que Ellos serían breves, porque Ellos estaban en oración a los Pies de Dios, intercediendo por diferentes situaciones del planeta.
Madre María Shimani de Montserrat:
No es mi tarea en esta vida transmitir las cosas que vemos, pero para confirmar un poco la experiencia de la Hermana Lucía, hoy, la Madre Divina me solicitó que hiciera una explicación breve de lo que yo había visto.
Cuando nos sentamos aquí, para comenzar la tarea, yo miré a la Hermana Lucía y le dije: “Tenemos que estar atentos”; porque en un momento tan importante como este, la Navidad, la Jerarquía siempre trae paz y algo especial para las almas, más allá de todo lo que sucede aquí en la superficie.
Por eso, estuvimos bien atentos durante toda la oración y los cánticos. Y cuando Piedad comenzó a cantar, creo que ya en el segundo párrafo del “Ave María”, ella colocó la voz de una forma que atravesó la carpa y se unió a una Luz que venía del fondo de la carpa. Una gran explosión de Luz invadió toda la carpa y la energía de Aurora, o sea toda Aurora, se encendió en Luz; es como si toda la energía, toda la consciencia de Aurora, se abriera como grandes portales y algo muy fuerte sucedió en el mundo interno de todos nosotros. En ese momento, sentimos la Voz de Nuestra Señora que dijo: “Prepárense, que estamos llegando”.
Entonces, cuando la Hermana Lucía tomó el almohadón, comenzamos a sentir muchas cosas. Mientras los Mensajeros hablaban, muchas escenas de la guerra comenzaron a aparecer, entre ellas, apareció la imagen de un niño que tendría 10 años, por su fisonomía me pareció que era árabe; él lloraba a los gritos desesperadamente y nosotros comprendimos que el dolor que sentía esa criatura representaba al dolor de todos los niños de la guerra.
Y, María me explicaba que solo el regazo de una madre, un abrazo materno fuerte, lo podría calmar; y que todos deberíamos abrazar a los niños de la guerra y llevarlos a nuestro interior, a nuestro corazón, para poder calmar el dolor que le queda a la niñez de esta humanidad.
Yo entendí que ese consuelo, ese amor que solo la maternidad y la paternidad pueden dar era lo que Ellos nos invitaban a ofrecer.
Porque en realidad, aquí entre nosotros, en esta celebración que estamos viviendo, en esta paz, no estamos realmente comprendiendo lo que está pasando, y a veces no es por mala voluntad de parte nuestra, sino que ese es un dolor que todavía no conocemos.
Entonces, esforcémonos en nuestras oraciones y en el consuelo que este amor humano, que nosotros sentimos, puede darles a todos los niños de la guerra.
Nos volveremos a encontrar el 31 de diciembre. Estaremos todos juntos para despedir este año, con la intención de que las cosas que suceden en el mundo se alivien, se calmen, que los hombres y mujeres de este mundo reflexionen, que todos reflexionemos sobre lo que estamos viviendo y podamos colaborar para que este mundo pueda recibir a Nuestro Señor con alegría y gratitud.
¡Muchas gracias a todos!
Esperamos que todos tengan una noche de paz y nos encontramos en el Corazón de Dios.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hermana Lucía de Jesús:
Estamos ante la Sagrada Familia de Nazaret: Nuestra Señora, la Virgen María; San José y el pequeño Niño Jesús.
Escuchemos las Palabras de Nuestra Señora:
En una noche como esta, hijos Míos, cuando no había esperanza en el mundo, Nuestros Sagrados Corazones caminaban hacia Belén, guiados por los ángeles y por las luces del cielo, sustentados por la Consciencia Divina y por el Santo Espíritu de Dios.
Fue de esa forma que llegamos a la gruta de Belén, con el cuerpo cansado, que humanamente sería imposible soportar, pero que con el sostén de Dios y de Sus ángeles nos fue posible permanecer con fortaleza interior y, a través de ella, sustentar Nuestros Cuerpos.
En una noche como esta, la maldad y la confusión reinaban en el corazón de los hombres, así como reina en el corazón de muchos hombres en este día. Y por el mismo motivo que un día llegamos a Belén, hoy, llegamos aquí, a este simple lugar elegido por Dios para verter Su Cura sobre el mundo.
Vengo hasta aquí, hijos Míos, para decirles que no pierdan la esperanza. Nuestros Corazones oran incesantemente por el mundo, sobre todo por las almas que no le encuentran sentido a la vida. Por eso, que cada uno de ustedes sea como una llama viva que vuelva a encender la luz del mundo, así como el pequeño Niño Jesús lo hizo y, a través de Su oferta de vida, le concedió a la humanidad una nueva oportunidad.
Hoy, la humanidad necesita una nueva oportunidad. Por eso, hijos, ¿quién se ofrecerá para renovar el Amor de Dios y permitir que Cristo renazca en sus corazones?
Hermana Lucía de Jesús:
Escuchemos las Palabras de San José:
Hoy, estamos aquí por las almas peregrinas, por aquellos que tienen fe en Nuestra Sagrada Presencia.
Hoy, estamos aquí por las familias que viven en las guerras, por aquellas que ya no creen en el amor, que ya no creen en Dios; porque en sus corazones reina el dolor y un sufrimiento que jamás podrán comprender.
Hoy, estamos aquí, hijos, para que sigan orando por la paz; para que en sus familias reine la esperanza de superar los desafíos, las diferencias, las purificaciones; para que la unidad vuelva a reinar y para que, mucho más allá de todo lo que puedan vivir dentro de cada uno de ustedes, siempre exista la comprensión, el diálogo y sobre todo el amor.
Hoy, Nuestros Sagrados Corazones le traen una Gracia especial al mundo, un mundo que agoniza y que le clama a Dios para volver a sentir paz.
Así como un día estuvimos en Belén, en cuerpo y alma, clamando por el mundo, abriendo las puertas de este planeta a la llegada del Mesías; de la misma forma, hoy estamos aquí, abriendo en sus corazones un espacio donde pueden sentir la Presencia de Dios, donde Él puede reinar y puede hacerlos superar las adversidades de estos tiempos.
Hermana Lucía de Jesús:
Escuchemos a Nuestra Señora:
Queridos hijos, con el Niño Jesús en Mis Brazos, traigo hacia Mi Corazón a todos los niños del mundo y les pido que hagan lo mismo; que en esta noche no se olviden de los que agonizan, no se olviden de que están aquí para ser soldados de la paz, intercesores con Mi Inmaculado Corazón por todas las almas que sufren.
Muchos no tienen la Gracia de celebrar esta Navidad como hoy ustedes pueden celebrarla, muchos solo se sumergen en la tristeza, en el desamparo y en el desamor, y la oscuridad en la que están sus corazones es tan grande que ni siquiera, hijos Míos, consiguen clamarle a Dios.
Por eso, clamen por las almas, por las almas más perdidas. Y cuando aprendan a orar, cada vez más de corazón, cuando aprendan a ir más allá de ustedes mismos para ofrecer sus vidas por los que sufren; será entonces, hijos Míos, cuando comprenderán el Amor de Cristo, ese Amor que espera reinar en sus corazones como en todos los corazones humanos.
Hermana Lucía de Jesús:
Escuchamos al Pequeño Niño Jesús:
Oro por la paz, oro por la paz que se perdió de los corazones. Oro para que sean perseverantes y para que el Propósito Divino reine en los corazones y en las consciencias de todos los que se comprometieron Conmigo, así como Yo Me comprometí con la humanidad y hoy estoy aquí, ante sus corazones.
Les pido que no dejen de estar ante Mí para que Yo pueda fortalecerlos, para que Yo pueda sustentarlos y para que, a pesar de la cruz del mundo, sus corazones conozcan la fortaleza que Yo conocí. Dispóngase a esto y estén con el corazón pronto, así como Mi Corazón está pronto para retornar al mundo.
Hoy, la Sagrada Familia los bendice, así como bendice al planeta, que hoy tengo en Mis Manos. Les pido que estén en vigilia por las almas que se pierden en esta noche, por no comprender el sentido espiritual del Nacimiento del Señor.
Hermana Lucía de Jesús:
Escuchamos a Nuestra Señora:
Hijos Míos, Nuestros Sagrados Corazones retornarán a los Pies de Dios, adonde estábamos hasta este momento, en vigilia y en oración por toda la humanidad. Únanse a Nosotros para que la unidad entre sus corazones y el Corazón de Dios no se pierda.
Hoy, les dejamos Nuestras bendiciones y Nuestra Gracia.
Les agradezco por estar aquí, por responder a Mi llamado y por perseverar en la oración.
Reciban la Gracia de la Sagrada Familia, permitan que ella impregne a sus familias y ofrézcanla por todas las familias del mundo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sigan en paz y oren por la paz.
Les agradezco.
Hermana Lucía de Jesús:
Bien, hermanos, hoy antes de finalizar nuestro trabajo, vamos a hacer un pequeño relato a pedido de Nuestra Señora. La verdad es que no esperaba ese movimiento.
Cuando estábamos orando, durante el tercer misterio, comencé a tener una visión de diferentes lugares del planeta. La mayoría de ellos eran lugares que hoy están en guerra y, mientras estábamos orando, percibía que Nuestra Señora, con San José y el Niño Jesús caminaban por esos lugares.
Ellos estaban descalzos, con ropas muy simples, antiguas, así como la Sagrada Familia de Nazaret acostumbraba a vestir, como los judíos de dos mil años atrás.
Entonces, fuimos ofreciendo nuestras oraciones por esa tarea espiritual que Ellos estaban realizando, pero realmente no pensé que Ellos vendrían hasta aquí, porque en todas las Apariciones suceden muchas cosas durante las oraciones, que a veces percibimos y a veces no, pero que solo las comentamos cuando la Jerarquía Divina nos pide que lo hagamos. Entonces, realmente pensé que era una tarea espiritual que sucedería durante el trabajo de oración.
A medida que fuimos avanzando con las oraciones del Ave María, la Sagrada Familia iba pasando por diferentes lugares, cambiando de un espacio del planeta hacia otro, era como si Ellos fueran cruzando portales y dimensiones a lo largo del camino. En algunos de estos lugares era de noche, en otros era de día.
Mientras Ellos caminaban, los ángeles iban rescatando a las almas a través de portales de Luz que se abrían sobre la Sagrada Familia. Algunos lugares por donde Ellos pasaban no estaban en guerra, parecían ciudades normales. Ellos pasaban por adentro de las casas de las personas, pasaban por las calles, iban tocando a las almas que realmente no estaban celebrando la Navidad como el Nacimiento de Jesús, y lo que comprendíamos era como si Ellos colocaran dentro de esas almas un código de despertar.
Seguimos acompañando esas visiones durante la oración, y cuando estábamos en las últimas oraciones del cuarto misterio, un portal de Luz comenzó a abrirse sobre nosotros. Primero tenía una forma oval y, a través de él, percibimos diferentes dimensiones.
Primero comenzaron a aparecer varios ángeles, y uno de ellos vino a nuestro encuentro y nos preguntó si estábamos dispuestos a recibir a la Sagrada Familia. En ese momento, dijimos que sí y quedamos esperándola.
Cuando los hermanos comenzaron a cantar el Ave María, ese portal se amplió cada vez más, como si acontecieran diferentes explosiones de Luz, que encendían toda la carpa. Con los ojos cerrados, daba la sensación de que había un cortocircuito en la Luz, encendiendo y apagando rayos, hasta el momento en el que los ángeles nos pidieron que nos arrodilláramos. En ese momento, a partir de ese portal, apareció una estrella de seis puntas en tres dimensiones, que comenzó pequeña y terminó grande, como si nos abrazara a todos dentro de ella. Eso sucedió semejante a una explosión.
La estrella venía con un punto de Luz e de repente creció y nos abrazó, pero fue en un segundo. Cuando ella crecía, nos colocaba a todos adentro de una realidad espiritual, donde una energía de Gracia comenzaba a trabajar con nuestras consciencias.
Luego de esa explosión de Luz, la Sagrada Familia empezó a llegar hasta aquí. Primero, Ellos se acercaban como esferas de Luz, después como siluetas de Luz, hasta que iban apareciendo cada vez con más detalles, como la Sagrada Familia de Nazaret.
San José y Nuestra Señora estaban tomados de las Manos, y nuestra Madre Divina sostenía a Jesús, que parecía tener de 3 a 4 años.
Cuando Ellos comenzaron a hablar, la primera cosa que nuestra Madre Divina nos dijo fue que les dijéramos a todos que estábamos ante la Presencia de la Sagrada Familia. Mientras cada uno de Ellos iba hablando con nosotros, yo percibía que situaciones internas de diferentes familias del mundo comenzaban a recibir cura.
Al mismo tiempo que Ellos hablaban, no sé explicarlo muy bien, pero era como si salieran de adentro de las consciencias diferentes energías que estimulaban los conflictos, los desacuerdos; energías que muchas veces nosotros estamos purificando y que, en nuestra relación diaria como familia, nos impiden comprender al otro o vuelven difícil la convivencia. Era así como yo lo comprendía.
Entonces, esas energías comenzaban a salir y nuestras almas recibían la Gracia de una comprensión mayor. Como nos mostraba Nuestra Señora, esa Gracia venía para que pudiéramos fomentar el diálogo, para que pudiéramos comprender mejor al prójimo y para que, en nuestras relaciones familiares, pudiéramos ver al otro como realmente es y no como aparenta ser o como él está en ese momento de tantas purificaciones.
Y eso sucedía con nosotros aquí, pero también con diferentes familias del mundo que escuchaban a Nuestra Señora y con familias que no estaban acompañando esta transmisión, pero que internamente se unían a la Sagrada Familia en este momento.
Es algo un poco difícil de explicar, porque eran imágenes y comprensiones internas que la Jerarquía Divina nos entregaba a medida que iba conversando con nosotros.
Por último, a través de ese portal de la Sagrada Familia, descendía sobre nosotros una energía en forma de Paloma de Luz que representaba una Gracia, que cada uno de nosotros va a descubrir a medida que comience a vivirla, una Gracia que la Sagrada Familia nos traía en esta noche de Navidad.
Después que Ellos terminaron de hablar, nuestra Madre Divina, San José y el Niño Jesús nos dijeron que Ellos serían breves, porque Ellos estaban en oración a los Pies de Dios, intercediendo por diferentes situaciones del planeta.
Madre María Shimani de Montserrat:
No es mi tarea en esta vida transmitir las cosas que vemos, pero para confirmar un poco la experiencia de la Hermana Lucía, hoy, la Madre Divina me solicitó que hiciera una explicación breve de lo que yo había visto.
Cuando nos sentamos aquí, para comenzar la tarea, yo miré a la Hermana Lucía y le dije: “Tenemos que estar atentos”; porque en un momento tan importante como este, la Navidad, la Jerarquía siempre trae paz y algo especial para las almas, más allá de todo lo que sucede aquí en la superficie.
Por eso, estuvimos bien atentos durante toda la oración y los cánticos. Y cuando Piedad comenzó a cantar, creo que ya en el segundo párrafo del “Ave María”, ella colocó la voz de una forma que atravesó la carpa y se unió a una Luz que venía del fondo de la carpa. Una gran explosión de Luz invadió toda la carpa y la energía de Aurora, o sea toda Aurora, se encendió en Luz; es como si toda la energía, toda la consciencia de Aurora, se abriera como grandes portales y algo muy fuerte sucedió en el mundo interno de todos nosotros. En ese momento, sentimos la Voz de Nuestra Señora que dijo: “Prepárense, que estamos llegando”.
Entonces, cuando la Hermana Lucía tomó el almohadón, comenzamos a sentir muchas cosas. Mientras los Mensajeros hablaban, muchas escenas de la guerra comenzaron a aparecer, entre ellas, apareció la imagen de un niño que tendría 10 años, por su fisonomía me pareció que era árabe; él lloraba a los gritos desesperadamente y nosotros comprendimos que el dolor que sentía esa criatura representaba al dolor de todos los niños de la guerra.
Y, María me explicaba que solo el regazo de una madre, un abrazo materno fuerte, lo podría calmar; y que todos deberíamos abrazar a los niños de la guerra y llevarlos a nuestro interior, a nuestro corazón, para poder calmar el dolor que le queda a la niñez de esta humanidad.
Yo entendí que ese consuelo, ese amor que solo la maternidad y la paternidad pueden dar era lo que Ellos nos invitaban a ofrecer.
Porque en realidad, aquí entre nosotros, en esta celebración que estamos viviendo, en esta paz, no estamos realmente comprendiendo lo que está pasando, y a veces no es por mala voluntad de parte nuestra, sino que ese es un dolor que todavía no conocemos.
Entonces, esforcémonos en nuestras oraciones y en el consuelo que este amor humano, que nosotros sentimos, puede darles a todos los niños de la guerra.
Nos volveremos a encontrar el 31 de diciembre. Estaremos todos juntos para despedir este año, con la intención de que las cosas que suceden en el mundo se alivien, se calmen, que los hombres y mujeres de este mundo reflexionen, que todos reflexionemos sobre lo que estamos viviendo y podamos colaborar para que este mundo pueda recibir a Nuestro Señor con alegría y gratitud.
¡Muchas gracias a todos!
Esperamos que todos tengan una noche de paz y nos encontramos en el Corazón de Dios.
Queridos hijos:
Que, en la víspera de la Natividad del Señor, en los corazones y también en las familias puedan nacer valores de hermandad y de amor, de solidaridad y de comprensión, para que en el mundo se pueda alcanzar la paz.
Por eso, con la mirada puesta en el Santo Pesebre, reconsagren sus vidas como familia a la Sagrada Familia de Nazaret, para que todos los valores que hoy se están disolviendo en el mundo vuelvan a surgir a través de la consciencia de Mis hijos.
A través de la contemplación del Sagrado Pesebre, recibirán en esta jornada lo mismo que la Sagrada Familia recibió como inspiración de Dios, porque tuvimos la Gracia de ser parte del gran acontecimiento que simplemente cambió la historia de la humanidad.
Hijos Míos, quisiera que, en estos últimos días de la novena por la reconsagración de las familias, coloquen en sus oraciones y dentro de la esencia del Santo Pesebre a cuantos hoy en la humanidad no podrán vivir la Natividad del Señor, debido a sus situaciones de vida y a sus condiciones.
Quisiera que la Luz, que descendió en la humilde gruta de Belén, descienda sobre las familias que más lo necesitan en este momento.
Como siempre, Yo estaré unida a cada uno de Mis hijos, a todos los que en esta próxima Natividad del Señor celebrarán solemnemente el Nacimiento de Jesús, para que así Cristo vuelva a nacer en el corazón de todos Mis hijos, a fin de que exista una humanidad más justa, fraterna y servicial.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
La familia unida es el don más preciado de Dios. La familia es el tesoro original del Proyecto del Padre Eterno.
A través de los tiempos y de las diferentes humanidades, el arquetipo espiritual de la familia estuvo presente para que, en la unión entre sus miembros, se representara la virtud auténtica y espontánea que tiene cada familia.
Cada familia, para Dios, tiene un propósito de vida. Cada familia tiene una meta que alcanzar y concretar; pero esa concreción del propósito espiritual de la familia no se da por separado, sino que la familia, en el ejercicio perseverante del entendimiento, de la tolerancia y del amor, más allá de todas las cosas, permitirá expresar ese don espiritual que cada miembro de la familia tiene que manifestar.
En otros tiempos, como lo fue en la Sagrada Familia de Nazaret, ese Don de Dios, reflejado a través de la familia por medio de la caridad, del servicio y de la ayuda al necesitado, abrió las puertas internas para que nuevas familias se formaran, la célula del Proyecto de Dios se ampliara y las almas que formaron los grupos de familias pudieran alcanzar las mismas virtudes que una vez alcanzó la Sagrada Familia de Nazaret.
Hoy, los Sagrados Corazones de Jesús, de María y de San José, una vez más, emanan interna y espiritualmente el mismo impulso que fue gestado en el Sagrado Nacimiento de Jesús, para que las familias estén bajo el amparo y la protección de su propósito espiritual, a fin de que las familias del mundo, martirizadas y perseguidas por todas las amenazas de estos tiempos, puedan llevar adelante la expresión de ese arquetipo de familia, que es auténtico y original en cada familia que fue formada.
Por eso, la novena por las familias del mundo entero, en este mes de diciembre, nos recuerda que la familia es el centro de la Nueva Humanidad y el posible cumplimiento de la Voluntad del Padre a través de las familias.
Rezo todos los días por las familias.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Mis queridos hijos:
Que, en este mes de la Natividad del Señor, ustedes, al igual que los pastores de Belén, reciban con alegría el anuncio de la llegada y del nacimiento del Cristo Interno.
Este acontecimiento, que sucede año tras año, debería ser considerado especial y único por las almas; porque, inclusive las familias se ven en la oportunidad interna y espiritual de renovar sus votos como familia; y también cada miembro de la familia, más allá de la edad, sepa que espiritualmente podrá estar ante su propio Cristo Interno y, a través de Él, más cerca del Propósito espiritual de su vida.
Por ese motivo en el mes de diciembre, la Natividad del Señor les concede también una amnistía por los errores cometidos y a su vez les otorga a las almas la Gracia de poder redimensionar sus perspectivas internas, para que toda aspiración esté bajo el amparo de Dios y de Su Voluntad.
El Nacimiento de Cristo es algo más que un acontecimiento histórico, que es recordado por todos, es un momento en el que el Sagrado Espíritu del Amor y de la Paz de Dios puede traer alivio, aceptación, claridad y entendimiento en todas las situaciones de la vida.
Este es el principal motivo espiritual por el cual las familias del mundo son llamadas a rezar a los pies del Sagrado Pesebre, para que los miembros de cada familia estén bajo la misma protección y resguardo como lo estuvo la Sagrada Familia de Nazaret.
Representa y significa la posibilidad de recibir las mismas Gracias santificantes que la Sagrada Familia recibió; a saber: la Gracia de la fidelidad al Plan de Dios, la Gracia de la unidad, la Gracia del servicio abnegado, la Gracia de la compasión y la Gracia del amor por el semejante.
Estas Gracias obraron en los Corazones de Jesús, de María y de San José, para que nuestras personas pudieran ser el ejemplo de la Presencia Divina en la Tierra.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
Una vez más, los invito a todos ustedes a preparar en sus hogares la llegada de Cristo a cada corazón humano en esta próxima Natividad.
Yo los invito, de forma especial, a que preparen sus pesebres para que, como la Sagrada Familia de Nazaret, esperen la llegada del Niño Dios.
Este gesto amoroso de Mis hijos, de dedicar un espacio para preparar el pesebre, permitirá que internamente se vayan abriendo las puertas celestiales sobre el planeta para que toda la humanidad pueda ser ayudada.
Por eso, en nombre de la Natividad del Señor y por amor a todas las familias, Yo deseo que en la preparación del pesebre en cada hogar pueda comenzar a brillar la Luz de la Sagrada Estrella de Belén.
Esta unión con el símbolo espiritual del Santo Pesebre ayudará a millones de familias en el mundo; familias que, como células del Proyecto de Dios, atraviesan en estos tiempos innumerables situaciones y aprendizajes dolorosos que necesitan del bálsamo de la paz y del alivio de Dios.
En la preparación de los diferentes pesebres, en los hogares del mundo, se les concederá a los miembros de cada familia, por un momento, que tengan la Gracia espiritual de estar ante uno de los hechos de Amor y de Misericordia más importante de la historia de la humanidad.
Quisiera, como Madre, que esta próxima Natividad del Señor sea celebrada en reconciliación y perdón por todas las familias que atraviesan el horror de la guerra en sus pueblos y naciones, como también la guerra en las propias familias, a fin de que el Santo Espíritu de la Paz, de aquella Paz que colmó la Gruta de Belén, pueda estar presente en estos tiempos en todas las familias.
Recuerden, hijos Míos, que las familias son el futuro de la Nueva Humanidad. Por eso, debemos rezar por las familias para que cada familia alcance la expresión del deseo ardiente de Dios.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Mis queridos hijos:
Hoy, Me alegra encontrarlos en este sagrado bosque de contemplación, lugar bendecido por Mí, porque durante treinta años, su Madre Celeste fue testigo fiel de las ofertas internas y de todas las vigilias que se realizaron aquí, por amor a la humanidad y por su salvación.
Por eso, en este día, conforme les he mostrado, vengo a renovar y a reconsagrar este bosque con el nombre de “Bosque de la Armonía y de la Contemplación”, como una nueva extensión del Centro Mariano de Figueira.
Aquí se erguirán todos los Misterios del Santo Rosario, a través de pequeños altares que serán construidos a fin de que las almas contemplen todos los hechos y misterios de la Sagrada Familia.
El Bosque de la Armonía y de la Contemplación será el espacio ofertado a las almas peregrinas y a todos los que viven aquí para que puedan reencontrar la Gracia de sentirse amados por Dios, a través de la recitación de los Misterios del Santo Rosario.
El Bosque de la Armonía y de la Contemplación también guiará a las almas, en el área actual de la choza, Oca, para estar delante de un pequeño lago y, en su centro, la imagen que hoy Me han ofrecido en el altar.
Para que esto sea posible y dada la urgencia de este espacio, su Madre Celeste convoca a todos los Hijos de María consagrados para que asuman el cuidado de este sagrado lugar.
Deseo también que debajo de cada espacio del altar dedicado a los Misterios del Santo Rosario, se expresen pequeños jardines con bancos, para que exista un espacio de contemplación en cada estación.
A su vez, también aspiro a que en el lago de su Santa Señora haya diversas especies vegetales y una pequeña cascada, una fuente, para que las almas reciban la Gracia de la cura de sus emociones.
Si esto se cumpliera, conforme lo he pedido, prometo que esta nueva área del Centro Mariano será un lugar de bendiciones y de milagros para todos los que lleguen aquí con fe.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz y Señora del Sagrado Bosque de Figueira
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Mientras las tinieblas hacen sucumbir al planeta, hoy vengo como la Gran Consciencia Solar a dar vida y renovación a las almas, a detener a los infiernos de este mundo.
Hoy, vengo como la Gran Consciencia Solar para que las almas se vuelvan hacia Dios, para que los corazones que no se arrepintieron, se arrepientan.
Hoy, vengo como la Gran Consciencia Solar a traerles cura a los corazones heridos, a darles abrigo a los exiliados y refugiados, a calmar el llanto de los inocentes, de todos los niños de la guerra.
Yo vengo como la Gran Consciencia Solar a despertar a los corazones dormidos, a traer sabiduría a las mentes cerradas, a nutrir con Mi Luz Solar a los espíritus.
Hoy, vengo como la Gran Consciencia Solar a traer esperanza a los que la perdieron, a entregar Mi Amor a los que no lo tienen, a entregar Mi Misericordia a aquellos que no la merecen. Porque Yo Soy la Gran Consciencia Solar que proviene del corazón del universo y que, cruzando dimensiones y planos de consciencia, hoy llega a Europa y al mundo entero para decirles a todos: ¡persistan!, porque el triunfo de Mi Corazón está cerca, aunque en este momento no lo parezca.
Por eso, este es el tiempo de los apóstoles, este es el tiempo de aquellos que darán la vida por Mí, no solo dando testimonio de Mi Palabra y de Mi Presencia, sino dando la vida por Mí donde sea necesario, en el lugar y en el momento que Yo los necesite, porque hay mucho que ayudar en esta humanidad.
Y mientras los conflictos y las guerras se desatan, muchos Ángeles de las Naciones ya no pueden hacer nada. Y el Ángel de la Ira de Dios se quiere precipitar sobre el mundo con más de miles de rayos, trayendo la fuerza de los elementos cósmicos y solares para poder corregir al mundo. Pero, las oraciones de los consecuentes y justos, el servicio de los abnegados e incondicionales, aplacan la furia de ese Ángel del Universo.
Pero este Ángel no quiere imponer un castigo, sino una severa corrección, ya que el mundo no ha escuchado el Mensaje ni la advertencia del Cielo y las almas siguen viviendo de la misma forma, con los mismos modos y hábitos, como si lo espiritual y lo divino ya no importaran.
Por esa razón, Mi Madre Celestial, como ha sido en estos últimos días, se coloca entre el Ángel y ustedes para poder intervenir. De esa forma, se desata un Juicio Universal, la primera etapa de este Juicio que ya comenzó a vivir la humanidad.
Pero mientras las armas y las ideas de destrucción y de conquista se lleven adelante, ¿quién podrá detener a este Ángel de la Ira de Dios? Porque el mundo, y sobre todo la humanidad, ya vive fuera de la Ley desde hace más de dos mil años, y para muchos Ángeles Creadores, el precio de Mi Sangre derramada parece que no lo justifica.
Por eso, a través de los ángeles que hoy Me acompañan, y en especial el Ángel de Portugal, vengo a implorarle al mundo un cambio en la consciencia y sobre todo en la actitud, porque no conoce las Leyes Superiores y menos conoce las Leyes Divinas.
Necesito que este Mensaje sea difundido en el mundo y que puedan escuchar muchas veces lo que hoy les digo, porque cielo y tierra pasarán, pero Mis Palabras permanecerán en los corazones abiertos y adheridos para ofrecerse a construir el Retorno de Cristo.
Con estos ángeles que hoy Me acompañan, junto con el Ángel de la Paz, imploramos al Padre Celestial para que los méritos de la Misericordia de Cristo sean contemplados, en honor al sufrimiento que Yo padecí por ustedes en la Cruz.
Para aplacar el poder del Ángel de la Ira de Dios, hoy vengo a exponerles Mi Corazón Espinado, gravemente ultrajado por las guerras y conflictos del mundo y, en especial, por las almas que generan las guerras y que se han condenado al fuego del infierno, aliándose a Mi enemigo.
¿Quién hará lo mismo que Yo hice por ustedes?
¿Quién dará la vida por los amigos como Yo lo hice por ustedes?
¿Quién será capaz no solo de tener el corazón pronto para lo que sea o de entregarle algo más al Señor, sino quién será capaz de vivir algo que no merece por amor, por la salvación de la humanidad?
Pero sí les digo una cosa: no sean ingenuos para que no sean ignorantes. El ofrecimiento que Yo les hago es en lo más pequeño y hasta en lo más simple, en los lugares donde a veces sus corazones se resisten a colaborar Conmigo, aunque no se den cuenta de que Me están sirviendo a través de sus hermanos.
Uniendo los esfuerzos que se necesitan en estos tiempos de tribulación, Mi Consciencia Solar podrá ayudar más al mundo y a la humanidad para que la Ley de la Divina Misericordia se perpetúe y se cumpla en las almas más necesitadas de Luz.
Que esta Maratón de la Divina Misericordia, que en estos días están orando Conmigo a las puertas de la reapertura de los Centros Marianos, sea una Maratón de súplica, de ruego y de intervención junto con los Ángeles de la Guarda de cada uno de ustedes, a fin de que esta situación en Europa del Este no se precipite por un absurdo egoísmo de los hombres, por una impunidad que ya no tiene lugar en estos tiempos y que deberá ser erradicada de la consciencia humana para siempre.
Porque cuando Yo retorne al mundo, en este próximo tiempo, podrán comprender y ver lo que es el verdadero Poder de Dios, que no está basado en la imposición ni en la autoridad; el Poder de Dios que es nutrido en su centro por el Amor Universal que, como una sublime esfera de consciencia, emana sabiduría y discernimiento a todas las dimensiones y planos.
Hoy, estoy en un lugar diferente al que se han acostumbrado a verme. Estoy en otro espacio de la Comunidad Flor de Lys, que es el más importante para Mí, porque representa la casa de la vida consagrada. Por esa razón, les pido, en esta íntima analogía, que recen por todos los misioneros consagrados a Mi Plan de Redención, porque tanto en África como en Medio Oriente y en Europa, algunas almas de esta Obra, que Yo he formado y fundado a través del esfuerzo, se ofrecerán a dar la vida por Mí, más allá de lo que signifique y represente el servicio que Me ofrecerán para el alivio y la paz de los corazones afligidos.
Desde hace dos mil años, cuando era solo un niño en los brazos de la Madre Celeste, cuando fui llevado a Egipto para ser protegido, no solo Nuestra Familia fue la primera familia refugiada del mundo, sino que también Mi Corazón, desde ese momento hasta el presente, siente pesar por el sufrimiento y el dolor de África, que es la próxima etapa, es la próxima misión que, a pesar de la distancia o del momento, invitaré a vivir a cada uno de ustedes para que la deuda espiritual de África sea aliviada y para que nunca más ningún ser humano, en África o en ninguna otra parte del mundo, sea capaz de tirar una vida a la basura, porque el género humano ha llegado a desmerecer la vida hasta ese punto, por su gran ignorancia y hasta por su gran maldad, por no conocer la esencia de la vida.
Quisiera que tuvieran presente Mi aspiración de que cuando se abran las puertas para las misiones en África, existan manos, brazos y piernas que se ofrezcan a caminar por ese continente para rescatar a los inocentes y perdidos, a los que son descartados en los basurales del mundo.
Si supieran qué es lo que siente el Padre cuando una vida es descartada o abortada, les aseguro que nadie sería capaz de hacerlo, porque desafiaría su evolución y hasta su destino, desviando su propósito del Camino de Dios y asumiendo una deuda espiritual impagable, que solo Mi Divina e Insondable Misericordia puede curar.
Teniendo consciencia de esto y colocando esta situación en esta Maratón de la Divina Misericordia, los invito una vez más a abandonar sus pequeñas miserias, a dejar atrás sus resistencias e incomprensiones y a colocar la consciencia madura en donde verdaderamente existen el sufrimiento y el dolor en el mundo, para que puedan crecer como apóstoles conscientes y disponibles para servir donde sea necesario y cuando sea necesario.
Yo les aseguro, como la Gran Consciencia Solar, que si más almas pusieran atención en todo esto, no habría razón de que existieran guerras, exilios, hambre, sufrimiento, locura o hasta adversidad, porque todos serían más fraternos, unos con otros, y siempre serían impulsados por el Amor de Dios que a través de los tiempos ha golpeado la puerta de sus corazones, ha llamado a sus almas innumerables veces para poderlos despertar a la Verdad, una Verdad que ha sido sepultada en la consciencia del mundo.
Por esa razón, solo con Mi Retorno muchas situaciones serán reparadas y exorcizadas, y un nuevo Gobierno Espiritual emergerá del corazón de todos los que tuvieran fe en Mí hasta el fin de los días, para que aprendan a vivir en comunión con el universo y con la Confraternidad, sin necesidad de seguir perdiendo el tiempo y la oportunidad de elevar la consciencia de todo este planeta hacia la cuarta dimensión.
Porque cuando tengan la Gracia de ver en la cuarta dimensión, no solo comprenderán la Pasión de Cristo, sino también comprenderán en qué punto se encuentra la humanidad en este momento, un punto de inflexión que se vuelve irreversible.
Por eso, no dejen de orar; que sus labios no se cansen de orar y de pedir a los ángeles del Cielo que intervengan todo el tiempo, porque no solo las almas deberán ser protegidas de la guerra, de la impunidad y del asedio, sino también los más inocentes y pequeños deberán ser protegidos y amparados de ser descartados por sus propios padres en los basurales del mundo.
Si muchas más naciones en el mundo se aferran al ideal de la ley del aborto, ¿cómo se justificará que más guerras no deban suceder o que bombas nucleares no deban activarse?
Después de 1945, con la gravísima deuda espiritual de los Estados Unidos a través de la bomba atómica, la humanidad demostró al universo que sabe autodestruirse y que impuso a través de sistemas corruptos la comercialización e instrumentalización de las armas, para justificar la supuesta libertad de los pueblos y de las naciones.
Pero, compañeros, despierten, estamos en el fin de los tiempos. Desde el Huerto Getsemaní, cuando bebí el cáliz por ustedes y por la humanidad, no esperaba, se los confieso, que el mundo llegara a este momento y que fuera capaz de ir tan lejos, más lejos de lo que fue hace más de dos mil años atrás, crucificando a su Mesías, martirizando al propio Dios, Aquel que los creó desde el origen.
Por eso, una vez más, ese propio Dios, que se hizo carne y se hizo hombre a través de Su Hijo, vuelve a decirle al Padre: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
Es hora de estar en las filas del Armagedón, porque mientras pasa el tiempo, no solo el tiempo termina, sino que los acontecimientos se precipitan y las personas no cambian.
Que la Verdad Suprema penetre todos los espacios y consciencias, a fin de que el sacrificio del Hijo de Dios y toda Su Sangre derramada en el camino del Calvario hasta la Cruz justifiquen las atrocidades de estos tiempos, alivien el llanto de los niños y, especialmente, de los no nacidos, para que la Santísima Virgen María restablezca el espíritu del amor maternal en las consciencias que hoy ya no saben amar, para que la vida sea respetada y amada, para que la vida de los inocentes ya no sea descartada, para que la pobreza en muchos lugares del mundo ya no sea la causa de desesperación y de falta de paz.
Que la verdadera Justicia, que proviene de la Fuente Divina, equilibre la balanza de la desigualdad. Porque Mi gran deseo es no escuchar ya el llanto de los niños de la guerra, el llanto de los inocentes descartados en los basurales del mundo.
Aprendan a amar la vida y algún día aprenderán a apreciarla. Mientras la vida sea utilizada como justificación para generar la muerte o la impunidad, el mundo no alcanzará la cura de todas sus enfermedades. Por eso, agradezco a los que han sido conscientes hasta ahora y, semana a semana, han rezado por los no nacidos. Allí está la respuesta de por qué el mundo está como está.
Y, aunque Mi Corazón y el Corazón de Mi Madre se desgarren por dentro, así como Mi Corazón fue desgarrado en lo alto de la Cruz, Nuestro Amor es inconmensurable e incomprensible, porque viene a dar vida a lo que está muerto en aquellos que creen estar vivos.
Oremos al Padre Celestial.
Que cada uno haga su oración al Padre, en lo más íntimo de su ser, en el silencio del corazón. Los escucho.
Que sus almas oren al Padre Celestial para que todos los errores reciban la expiación que necesitan.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Repitamos la oración que Jesús nos enseñó:
Ángel de la Ira de Dios,
calma Tu corazón dolido,
recibe el fuego de nuestro amor
y establece la paz.
Amén.
Vayan en paz, meditando sobre Mis Palabras y concretando Mis aspiraciones.
Sean bien conscientes de esto, para que no sea un Mensaje más, sino la proyección de una próxima etapa que todos son llamados a vivir.
Les agradezco por tener el coraje de escucharme.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Vengo a salvar a aquellos que quieren regresar a Dios. Por esa razón, hoy Me hago presente, en esta fecha tan especial no solo para el Padre Celestial, sino también para los Sagrados Corazones.
Traigo en esta noche la síntesis de la experiencia vivida en Belén, porque muchos misterios sucedieron en aquella noche. Y, a pesar de que se cumplan más de dos mil años de ese acontecimiento, en el Universo Celestial como en el Cosmos sigue reverberando ese acontecimiento.
Hoy los hago partícipes espiritualmente de las revelaciones de Dios, de las revelaciones que Dios entregó para la Sagrada Familia y para todas las almas que fueron llamadas por el Padre en aquel tiempo, para poder vivenciar y participar del Nacimiento de Cristo.
Hoy es una realidad planetaria que muchos no buscan el Cristo interior. Pero la fuerza del Cristo interno de muy pocos concede las gracias que el planeta necesita, que la humanidad necesita, urgentemente, para poder despertar a la realidad en la cual vive.
Mi intervención divina hoy desciende a la Tierra con todos los ángeles del Universo que alaban a Dios, que adoran al Niño Rey. Vienen hoy Conmigo, queridos hijos, para poder ayudar y asistir a las familias del mundo, porque la familia, como ustedes saben, hijos Míos, es el núcleo principal del Proyecto de Dios. Una familia que en este tiempo tan crucial de la humanidad necesita recuperar los valores que Dios le entregó desde el principio de este Proyecto genético.
Y cada vez que se aproxima esta fecha tan especial de fin de año, en la que Mi adversario trabaja incansablemente para distraer a las almas y sacarlas del propósito de su interior, es cuando el Universo Celestial se aproxima a la Tierra y con la fuerza y el poder del Espíritu Santo, por intermedio de su Madre Celeste, las almas tienen la gran oportunidad y la gran chance de poder recuperar el lugar que perdieron antes de cometer sus errores. Porque el acontecimiento que sucedió en la Gruta de Belén fue un gran mérito, fue el primer mérito que Cristo concedió a la humanidad por medio de Su Encarnación en este mundo.
Así, el Dios vivo se hizo presente entre los hombres y las mujeres de la Tierra. Él se anunció al mundo como el Mesías, el Salvador, y lo seguirá haciendo por los tiempos que vendrán, hasta que la última alma tenga la oportunidad de despertar, más allá de los errores cometidos en este ciclo actual.
Es así que en esta noche especial, en la que contemplamos la Natividad de Nuestro Señor y la aproximación de la Gracia Divina a la humanidad, es que Me aproximo a las familias del mundo, ingreso en los hogares del mundo, para que todos puedan comulgar espiritualmente de este Sacramento oculto del Nacimiento de Jesús, en el que las familias pueden volver a beber de la Fuente Divina y las almas se pueden fortalecer en el camino de la fe y de la confianza en Dios.
Hoy tengo a todas las naciones del mundo a Mis Pies, a todas las culturas y a todos los pueblos que dan tributo y memoria al Nacimiento de Jesús. Y desde el Cielo, Él les envía un abrazo fraterno como el Gobernante Mayor que Él es, para que siempre sigan Su Propósito, para que continúen siguiendo Sus pasos, las huellas de luz que Él va dejando en Sus caminos hasta encontrar el gran Portal de la Redención.
Hoy traigo en Mi Corazón maternal ese importante momento de la Gruta de Belén, ese misterio que deja de ser un misterio y que hoy se revela al mundo por medio del conocimiento y la instrucción divina que trae la Jerarquía, sabiendo que no fue un simple nacimiento, sino que fue una gran revelación que Dios trajo para la humanidad.
En el Nacimiento de Mi amado Hijo, Dios le señaló al mundo una oportunidad y Él lo sigue revelando, lo sigue mostrando por medio de la contemplación de ese misterio, en el que muchas Jerarquías participaron y una gran Hermandad Celestial se congregó alrededor del planeta, hace más de dos mil años, para participar en ese momento, porque muchos, pero muchos rayos cósmicos descendieron para concretar la recuperación espiritual de la humanidad y retirar a la raza humana de un proyecto desestimado por el propio Padre Eterno.
¡Cómo será su Amor, tan inconmensurable e infinito, que Él se entregó a cada uno de Sus hijos! Se hizo un Niño tan pequeño y semejante a ustedes, para que ustedes lo pudieran reconocer, lo pudieran sentir y ver con sus propios ojos, porque muchos de los que hoy están aquí fueron partícipes de ese acontecimiento en la Gruta de Belén.
Este es el momento de comprender que esa historia continúa y está siendo escrita, y que esa historia que está siendo escrita no puede ser alterada.
Así pueden comprender, hijos Míos, cómo la Voluntad Divina continúa actuando a través de los tiempos y de las generaciones, y cómo esa Voluntad debe concretarse en ustedes y en sus hermanos, para que lo que Dios pensó y deseó ardientemente, dentro de este ciclo de la batalla final, se pueda cumplir más allá de cualquier acontecimiento o circunstancia.
Entonces, hijos Míos, están ante una nueva oportunidad de asumir conscientemente este compromiso, que Mi Hijo les entrega, no solo la unión interna de ustedes con su Cristo interno, sino la vivencia del Proyecto del Redentor, de todo lo que Él necesita concretar y realizar en este ciclo.
Así, sus purificaciones serán pequeñas, insignificantes, porque la energía de la cura cósmica les concederá la transformación y la conversión de su ser.
Por eso, Yo les traigo esta oportunidad para que vuelvan a ingresar conscientemente en la Fuente Divina, esa Fuente que generó la encarnación del Hijo de Dios por medio de la Gracia del Espíritu Santo, en la concepción de su Madre Divina.
Todo lo que Dios necesita para este tiempo y a través de esta Obra no es pequeño, sino es muy grande. En todo lo que Él necesita realizar en la humanidad, en los pueblos más lejanos de la Tierra como lo es África, Su aspiración está ardiente y viva, palpita en el propio Corazón del Padre hasta que se pueda concretar y realizar lo que Él necesita, porque en las cosas más simples se verán las cosas más maravillosas. Es en ese espacio y en ese lugar en donde la Misericordia actuará y los corazones se redimirán, liberándose para siempre del cautiverio y de la esclavitud que impone Mi enemigo.
Pero ustedes tienen la Gracia de tener a Aurora y a otros Centros Sagrados, en donde no les falta la oportunidad ni tampoco las herramientas para poder vivir esa ascensión y esa transformación, por más dura que parezca.
Mientras cumplan con lo que Dios necesita no sufrirán, porque Dios es amor y es alegría. El sufrimiento es parte de los hombres, de lo que la propia humanidad ha generado por sus deudas.
El Universo espiritual es esperanza, es ascensión y es luz. Y es esa Luz de Cristo que hoy les traigo, hijos Míos, para que pueda penetrar sus corazones y esencias, y recuperando su origen y su existencia, puedan volver a sentirse parte del Proyecto de Dios, de esta gran Misión del fin de los tiempos que cada uno es llamado a vivir en compañía de su Madre Celeste.
Extiendo hoy una bendición sobre los que más necesitan, imponiendo Mis Manos sobre ustedes y sobre el mundo entero, como una madre que acaricia a sus hijos y consuela a sus corazones. Esta Gracia les trae la fortaleza del Espíritu Santo y el don de la ciencia para vivir estos tiempos definitivos.
Que la fortaleza y la ciencia del Espíritu Santo les conceda el poder del discernimiento, la capacidad de comprender más allá de los límites de la mente y de la consciencia, y de poder realizar e impulsar la Voluntad de Dios en la superficie de este planeta.
Si tan simplemente cumplen con eso, estarán viviendo el propósito y la esencia de sus vidas. Y así, Mi Inmaculado Corazón triunfará en muchos lugares más, en muchos corazones más, en muchas más almas perdidas que se volverán rescatables y ya no serán estrellas caídas, sino pequeños soles en el firmamento que también vivirán su misión espiritual.
Hoy les digo estas últimas palabras, en este ciclo les entrego estos últimos mensajes, porque cuando se cumplan los doce años de Mis apariciones, en el próximo 2020, una etapa terminará, finalizará y todo lo que han recibido como conocimiento e instrucción lo deberán vivir.
Mientras estoy aquí ayudo al resto de la humanidad y a todos los llevo hacia el Corazón de Mi Hijo, cumpliendo en esta noche con lo que Él Me ha pedido y restableciendo en este lugar Su Divina Voluntad, para que finalmente sea vivida sin alteraciones.
Yo soy esa nueva Aurora que llega al mundo para iluminar los tiempos de oscuridad. Soy la última Mensajera de Dios y la primera que le abrirá la puerta a Mi Hijo para que Él retorne al mundo. En ese momento sus corazones ya deberán estar definidos, y con valentía y coraje esperar la llegada del Redentor.
Hoy recibiré de sus corazones esta sagrada oferta de la novena y llevaré en Mi Corazón sus oraciones y todas sus intenciones por aquellos que están sufriendo debido a su purificación, para que dejen de sufrir porque Dios los ama, Dios los considera y los contempla así como contempló y consideró a Su Esclava y a Su Sierva fiel, su Madre Celestial.
Quiero que se coloquen a los pies de este pesebre, este pesebre espiritual, esta revelación divina que hoy les he traído, para que este impulso que trae la Jerarquía pueda ser irradiado y expandido al mundo entero a fin de que los Nuevos Cristos despierten y participen de esta sagrada Misión.
Para eso vamos a escuchar, en este momento, el instrumental de "Noche de Paz".
Y a pedido de nuestra Madre Divina, por todas las familias del mundo, por todas las gracias y méritos de esta novena realizada por las familias del mundo, vamos a ofrecer por dos veces el "Acto de consagración a la Sagrada Familia de Nazaret", y colocaremos en el Corazón de la Madre Divina, en Su presencia, estas oraciones.
Inspiramos.
Oración: "Acto de consagración a la Sagrada Familia de Nazaret" (se repite dos veces).
Mis lágrimas caen en esta noche, sintiendo el amor y la fuerza de sus oraciones. Cómo en lo más simple y humilde está lo grandioso y victorioso, lo que proviene de Dios, por toda la eternidad. Amén.
Cantarán “Noche de Paz” para que esta consagración llegue a todas la familias del mundo y a los más pequeños, a los que están solos y son huérfanos.
Les agradezco por responder a Mi llamado, y que la Luz poderosa de la Estrella de Belén guíe los pasos y sus caminos para los próximos tiempos. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Existen planes contrarios a que Cristo pueda nacer en cada corazón humano, planes que intentan impedir que las almas puedan tomar consciencia de su potencial cristificador.
Eso significa distraer a la consciencia para que nunca conozca las virtudes y los dones que ella misma guarda y así llevarla hacia una constante ilusión.
Por esa razón, la Jerarquía Divina enfatiza el fin de cada año como un período importante, en el que los corazones se puedan refugiar en el Espíritu de la Sagrada Familia, para poder aproximarse a esa realidad interior y crística.
Cada vez que una consciencia alcanza el contacto con su Cristo interno está permitiendo que su espíritu se aproxime a la realidad material y, así, pueda impulsarlo a dar pasos más largos en dirección al cumplimiento de la Voluntad Mayor.
Pero en ese camino de realizar la Voluntad Divina existen pruebas y dificultades para que la consciencia se fortalezca y se afirme en toda la luz que pueda surgir de su corazón.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Queridos hijos:
Como Señora de la Natividad de Jesús los invito a que, en este tiempo, a través de la oración, construyan en ustedes un pesebre interior para que sus almas, unidas a la de Cristo, puedan renacer y renovarse en los atributos de la Sagrada Familia, para que esa Sagrada Familia Universal hoy pueda ser una realidad en este planeta.
Para eso, hijos Míos, hoy muchos preparan la llegada del Niño Rey armando sus pesebres para recordar ese importante hecho del Nacimiento de Jesús como una puerta a la liberación de la esclavitud humana y a la redención de los errores del hombre de la superficie de la Tierra.
Hoy, su Divina Madre contempla de manera especial la creatividad en la preparación de los pesebres, y eso es muy importante, porque cuantas más almas preparen amorosamente sus pesebres, permitirán que el Sagrado Espíritu de la Santa Familia de Nazaret pueda estar presente en el núcleo de las familias.
Para la vigilia especial de nochebuena, del 24 de diciembre de 2019, invito a todos Mis hijos a que este año envíen sus fotos de los pesebres para que sean presentados como una oferta interna de compromiso en la protección del amor en las familias.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Serie – Relevaciones Divinas de estos tiempos
De la humilde gruta de Belén al Templo de la Circuncisión – Parte II
Luego de los acontecimientos físicos, internos y universales sucedidos en la simple gruta de Belén, algunos días después, San José y su Madre Celeste se prepararon para presentar al Niño Dios en el Templo.
Este ya sería el segundo misterio que se revelaría en aquel tiempo a los hombres al respecto de lo que, espiritualmente, significaría la venida del Mesías a la Tierra.
En aquel tiempo, la gruta de Belén quedó impregnada y colmada de la luz crística. Por cada lugar que el Niño Rey pasaba, atributos y códigos divinos iban siendo depositados en esos espacios como terafines y todos aquellos que, de alguna forma u otra, participaron y supieron sobre el Nacimiento de Jesús en Belén, también recibieron impulsos espirituales que los llevarían a la transformación de la consciencia.
A días de haber nacido el sagrado Niño de Israel, San José ya había hecho los preparativos y rezado sus oraciones con el fin de que Él también atravesara, en el Templo, el proceso de la llamada purificación.
San José llegó al Templo junto con María Santísima y el Pequeño Niño en brazos, solo que, durante el acto de la circuncisión de Jesús, así como lo pide la Ley de Moisés, un hecho inesperado se presentó a través de un humilde sacerdote llamado Simeón.
Ese sabio y contactado ser era uno de los tantos hombres de la Tierra que esperaban la llegada del Mesías y el cumplimiento de las profecías de los Profetas.
En esa instancia de la presentación del Pequeño Niño en el Templo y luego de la circuncisión, Simeón, siendo inspirado por el Fuego Divino del Espíritu Santo, compartió y le anunció una profecía a la Madre de Dios, diciéndole que una espada de dolor atravesaría Su Corazón y, en seguida, repitió una de las profecías sobre el advenimiento de Cristo a la Tierra.
El Templo de la Circuncisión fue el escenario en que, no solo se determinó la consagración total del Niño Rey al Plan de Dios, sino que allí también se vio representado el sacrificio espiritual que Su Madre Celeste viviría, ofreciendo al Pequeño Niño como reparación y expiación espiritual por todos los errores cometidos por la humanidad.
Fue allí, a partir de ese momento, con la presencia de Jesús en el Templo, que comenzó la caída del imperio del mal que en ese tiempo sometía y castigaba a la Tierra, impidiendo la continuidad de la evolución del sagrado Pueblo de Israel.
La llegada del Pequeño Jesús al Templo, en compañía de San José y de Su Madre Celeste, permitió que en esa misma hora se desarrollara una gran intervención divina, la que pondría fin a la decadencia de los hombres y de todas las generaciones humanas por medio de la presencia de Cristo en la Tierra, así como por toda la vida que, de manera incondicional, el propio Niño, después Hombre, donaría por amor a todos Sus hermanos.
El acto de la purificación en el Templo significó el pasaje a otra etapa de ese Plan perfecto, pero silencioso, que el mismo Dios estaba llevando adelante a través de Su Amado Hijo.
Fue a través de la Presentación del Niño Rey en el Templo que la intervención angélica y arcangélica comenzó a suceder directamente en todas las almas de la humanidad de aquel tiempo, ya que era necesario que todo el género humano saliera de su proceso de autodestrucción y de su ansia de poder.
Por esa razón, desde que Jesús encarnó en la Tierra, los seres angélicos y arcangélicos, a pedido de la Madre de Dios, hicieron uso de los más altos instrumentos espirituales y de los más puros Rayos Inmateriales, a fin de que los espíritus en la Tierra vivieran los primeros pasos de la redención.
Para que todo esto fuera posible, el mismo Niño Rey, aun siendo recién nacido, aplicaba ciertas Leyes divinas, las que, a través de su cumplimiento, modificaban la condición espiritual de la Tierra y, al mismo tiempo, abrían los portales para el contacto y la comunicación espiritual entre la Fuente Mayor y los mundos internos, lugar en donde se encuentran las esencias.
Todo el movimiento universal realizado por la presencia de la Sagrada Familia y por la intervención angélica, impidió el avance de las potestades del mal sobre la consciencia humana, la que, en aquel tiempo, era más primitiva.
Esas entidades contrarias tuvieron que presenciar, como castigo, toda la victoria que fue generada desde el Nacimiento de Jesús, hasta la Muerte y la Resurrección de Cristo.
De esa forma, el planeta y la humanidad fueron convertidos y redimidos por el potente voltaje del Amor-Sabiduría.
La alianza que se alcanzó entre el Cielo y la Tierra derrotó y venció los proyectos del adversario.
Ahora, en este tiempo actual y antes de la segunda Venida de Cristo, la humanidad se encuentra en un momento muy semejante al Nacimiento de Jesús, un momento en el cual cada ser humano tendrá la Gracia de vencer a través del amor y de superar y trascender la indiferencia para que Cristo vuelva a triunfar en todos los corazones.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Serie – Revelaciones Divinas de estos tiempos
En la humilde gruta de Belén - Parte I
Y fue por la luz poderosa de la Estrella de Belén que su Madre y Señora, en la compañía humilde de San José Esposo, después de haber buscado un lugar simple para el Nacimiento del Niño Rey, nos deparamos con un regalo de Dios, el cual no esperábamos, pero que, al mismo tiempo, percibimos como una señal visible durante el Nacimiento del Niño Dios.
Fue la decisión suprema que el Dios Vivo, hecho hombre y consciencia, quiso tomar, al nacer en un humilde pesebre dentro de las grutas aledañas al pueblo de Belén.
Así fue que la Sagrada Familia, por la guía interior de San Gabriel Arcángel, se instaló y se preparó para el esperado Nacimiento de quien, a través de los tiempos y de todas las generaciones, liberaría al género humano de una posible autodestrucción y de una total perdición de los atributos y de los Mandamientos que, como pueblo, en aquel tiempo los unía a Dios.
Por esa razón el Nacimiento del Mesías, el Rey de Israel y de toda la Tierra, fue profetizado y anunciado para los más sabios seres-contacto que, comprendiendo a nivel interno la cosmovisión del espacio local de este Universo y por intercesión angélica, descifraron el día y la hora estimada de la llegada y del Nacimiento del Niño Jesús en Belén, aunque no hubieran conocido anteriormente a la Sagrada Familia.
San José Esposo, conmovido e interiorizado por el Nacimiento de Cristo y por el cumplimiento de las Sagradas Profecías, testimonió que todo Su gran esfuerzo y empeño para los preparativos de la llegada del Pequeño Niño serían pequeños.
Por detrás del Nacimiento de Jesús, María Santísima, su Madre Divina, ya sabía, a partir de las trece anunciaciones del Arcángel Gabriel, que la llegada del Niño Rey significaría una importantísima intervención Celestial, Divina y Cósmica, una coyuntura que modificaría y trascendería todos los errores humanos pasados, desde el Edén, con Adán y Eva, hasta el fin de los tiempos, hasta el cumplimiento de Su segundo retorno a la humanidad.
Dicha intervención, sucedida en el humilde y simple escenario de la gruta de Belén, representó la restauración de la alianza que se había perdido entre los hombres y Dios; y también significó el restablecimiento de los códigos del Amor-Sabiduría, los que desde el plano espiritual ayudarían al plano material de toda la raza humana.
La primera Fuente de la Creación que surgió en el plano inmaterial, vivió un proceso de materialización de sus formas y de sus matrices para contribuir en el Nacimiento de Jesús en la Tierra.
Ese acontecimiento motivado por una altísima ciencia vibratoria-espiritual también significó un fuerte movimiento de corrientes cósmicas y solares, de emanaciones y de impulsos divinos que favorecieron que, a través del Nacimiento de Cristo, descendiera a la Tierra, no solo uno de los Aspectos del Dios de la Trinidad, sino también que se produjera un estado de contacto entre todos los seres que, en aquel tiempo, tenían una total confianza sobre la llegada de su Salvador.
Por esa razón, la anunciación de los ángeles a los pastores y también la sabia interpretación y sintonía de los Reyes de Oriente, generaron, en toda la consciencia espiritual del planeta, la posibilidad de poder volver a darle a la Tierra un carácter de rescatable.
Cuando Jesús nació en el Pesebre de Belén muchos acontecimientos espirituales más, internos y hasta físicos se produjeron, ya que el descenso de la energía inmaterial de Dios abrazó y abarcó muchas situaciones planetarias.
Todos los que, con sinceridad y devoción, hacen memoria del Nacimiento de Cristo, año tras año, vuelven a ingresar en las mismas corrientes cósmicas y divinas desde donde se originó, hace más de dos mil años, el proceso del rescate y de la redención de la humanidad.
Celebrar el Nacimiento de Cristo todos los años no es vivir el pasado o retornar a una historia verídica, sino que significa regresar al Origen del Origen, no solo como planeta, sino también como ser, a través del Nacimiento de Cristo, para poder acceder a un estado de expiación espiritual y poder volver a recuperar el propósito que trajo a cada ser a la Tierra, a pesar de todos los errores vividos.
Es ese impulso el que, hasta los días de hoy, posibilita la continuidad en el planeta de la existencia de los seres crísticos, los que generarán, paso a paso, el cumplimiento del Plan.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Oración del Ángel de la paz.
He aquí el Rey de la Paz Universal. ¡Aleluya, aleluya!
El sagrado Niño Dios nació del Vientre purísimo de la Madre del Mundo y trajo para la Tierra la liberación.
El sagrado Niño Dios vino del Soplo del Espíritu, del Verbo Creador que se manifestó y se hizo carne entre los hombres de la Tierra, revelando el poder del amor y de la redención.
Hoy les pido que estén con los ojos cerrados por la magnitud del resplandor del Niño Dios, para que sus mundos internos soporten Su altísima vibración divina y para que a partir de ahora, hijos Míos, ante la Madre de Dios y el Niño Dios se concentren en el centro de su corazón, en donde está el triunfo del alma y del espíritu, morada interior donde renacerá el Cristo de los últimos tiempos.
Hoy está naciendo una oportunidad y una gracia infinita para toda la humanidad, para la consciencia del planeta y hasta para los Reinos de la Naturaleza.
Este Niño Dios es el principio y es el fin. Él es el Alfa y Él es el Omega.
Él fue anunciado, profetizado, vivió entre los hombres, curó a los enfermos, expulsó a los malos espíritus, resucitó a los muertos, convirtió a los pecadores por medio de la poderosa Fuente del Amor-Sabiduría.
Y este Niño, el Sagrado Dios, no solo nacerá en ustedes nuevamente, en la comunión con Su Cuerpo y con Su Sangre mediante esta sagrada noche de luz, en donde las tinieblas son vencidas y los infiernos son derrotados paralizando los abismos, expulsando a los demonios de todos los que se intentarán pervertir por las tentaciones superfluas y por el dominio del control humano.
El Sagrado Niño Dios hoy anuncia Su Advenimiento al templo del corazón de cada ser humano, para que Su Resplandor y todo el Poder de Su Luz, trascienda las fronteras, los límites y todas las formas, trascienda los planos y toda la consciencia y sea germinada, en el alma de cada ser humano, la oportunidad de reencender en sí la Luz Crística, el Sol interior que se confraterniza con el Universo y toda la Hermandad, haciendo posible en la Tierra los Cristos del nuevo tiempo.
Así como los Reyes de Oriente se postraron ante del nacimiento del Redentor, hoy, los ángeles se postran ante el renacimiento de Cristo en los seres de la Tierra y los espejismos de la consciencia humana son disueltos para que pueda nacer la verdad y la luz; aquella luz y aquella verdad que fue depositaria en Jesús por intermedio de San Miguel Arcángel y que trasciende todos los tiempos y todas las generaciones por el sagrado terafín de la Espada de Luz de San Miguel que expulsa todas las ilusiones, que revela todas las mentiras, que disipa todos los infiernos y que concede la paz a aquel que la invoca, a aquel que invoca Su sagrado nombre.
Por eso hoy no solo está aquí el Niño Dios, con el resplandor de Su Corazón Eucarístico para todos los que lo adoran.
No solo está aquí la Madre del Señor, la que gestó en Su Vientre purísimo la gracia y la redención para la humanidad, sino también está aquí San Miguel Arcángel, el patriarca arcangélico y el custodio universal de todos los guerreros de Cristo para el fin de los tiempos.
Su Potestad no tiene límites, su autoridad no tiene fronteras. Su Presencia derrota todo mal por la fuerza imperiosa que nace de Su Corazón, al brotar de él el Amor de Dios que concedió el Nacimiento de Cristo, la redención de la humanidad hasta la Crucifixión y la Muerte del Señor y mismo durante Su Ascensión a los Cielos.
Por eso les pido, hijos Míos, que no duerman ante esta revelación, ni física, ni espiritualmente, porque estarían perdiendo muchos códigos que son irrepetibles e intransferibles para otras personas.
Les pido que mantengan sus ojos cerrados ante el resplandor del Niño Dios y de la presencia de San Miguel Arcángel, porque en ellos hubo una fusión divina desde el principio. una alquimia espiritual que solo fue conocida por los esenios y que fue velada y resguardada a través de los tiempos por medio del amor y del servicio incondicional de Cristo hasta los días de hoy, para que ustedes, como humanidad actual, recibieran esta revelación en este día y en esta hora, ante una crisis planetaria muy aguda y de un dolor insoportable para millones de almas de la Tierra, al estar apartadas de Dios y de la Verdad.
Ahora pido que los consagrados se acerquen a los pies de este escenario y que, con la luz de sus velas, mantengan el descenso de esta revelación que viene de la Fuente del Padre Celestial por medio de Mi Inmaculado Corazón, para este planeta, para esta humanidad y para este momento.
Sagrados son los Tesoros del Cielo.
Elevadas son las Revelaciones de Dios.
Inmensos son Sus Misterios.
Infinitos son Sus Proyectos que deben cumplirse y materializarse en las almas de la Tierra,
a fin de que se cumpla la Sagrada Voluntad y los ciclos se renueven de tiempo en tiempo.
Ahora sí, pueden abrir sus ojos, porque el resplandor de Jesús, del Niño Dios, se ha recogido.
En todas las esferas del Universo Inmaterial existen conocimientos. Y esos conocimientos, que son grandes Proyectos de Dios y parte de Su Idea Divina, espera descender a la Tierra durante esta transición y después de esta transición, a fin de que se cumpla la concreción de la Nueva Humanidad.
Estamos ante un escenario semejante al Nacimiento de Jesús, en un momento muy grave de la humanidad y del planeta, en donde el ser humano ya aprendió a autodestruirse y a dañar a los Reinos de la Naturaleza.
Estamos en un tiempo más difícil al tiempo en que vivió Jesús. Y ustedes lo saben, hijos Míos.
Por eso, para Dios hoy es muy importante la presencia de cada uno de ustedes aquí y a través de este medio de comunicación. Porque eso representa una respuesta madura, aunque desconocida de parte de sus almas y de sus núcleos internos, que hacen el esfuerzo y la entrega, por más de que no estén prontos para vivir el Plan de Dios, trascendiendo los deseos, renunciando a los placeres y buscando plenamente la Vida Divina por todos los que no lo hacen en esta hora de Noche Buena, donde la distracción del mundo es muy grande y los ángeles luchan contra los demonios para que las esencias de los seres humanos no sean contaminadas, perdidas ni pervertidas por el mal.
Por eso la Victoria de Cristo, en esta hora, es muy importante. No solo por Su Presencia interior en este lugar, que reenciende a sus Cristos internos, sino también por todas las Jerarquías de la Luz que en una sola hermandad de Sabiduría y de Amor, se unifican en un mismo Espíritu y bajo un mismo Propósito, para llevar adelante el Plan de Dios en esta transición.
Ustedes, hijos Míos, están ante un acontecimiento semejante al Nacimiento de Jesús.
Los personajes que participan de este escenario son otros, pero la historia es semejante, porque el planeta está sufriendo y sus almas son llamadas para aliviarlo por medio de gestos de amor, de caridad y de bien, no solo para con las almas, sino también para con los Reinos de la Naturaleza.
Hoy no solo estoy aquí con ustedes, hijos Míos, sino con aquellos hijos Míos que están solos en los asilos, en los hospitales, en las calles oscuras. Estoy con los niños, con las familias divididas, con las madres que abortaron y que abortarán en absoluta ignorancia.
Estoy con todos y en todas las naciones, en Omnipresencia y en Luz, ante la llegada del Niño Dios y de San Miguel Arcángel, el emperador de la Patria Celestial. Porque si Sus huestes están aquí, Él también está aquí, obrando y trabajando con el planeta a nivel del espíritu y de la esencia humana.
Tal vez Mi mensaje hoy es muy simbólico y abstracto. Pero lo más importante es que guarden las palabras en sus corazones y todas las vibraciones que vienen a través de ellas, las que necesitarán para el próximo ciclo, para aprender a luchar por el Plan y por la victoria de Cristo, aunque Él todavía no regrese a la Tierra.
Que esta luz que hoy sustentan entre sus manos reencienda el compromiso de vivir en el cristo interior, para que los apóstoles de los últimos tiempos estén presentes en este ciclo y en este tiempo, en donde se vivirán emergencias y necesidades que deberán ser suplidas por todos, a fin de mantener el equilibrio psíquico en la humanidad y especialmente la paz en donde todavía existe.
Pero mantengan su fe y esperanza en esa luz crística que viene del Cielo en esta noche, que los nutre, que los colma y que los cura para que puedan ser otros y que crean en ese gran cambio de la consciencia, que el renacimiento de Cristo puede generar en sus vidas y consciencias.
Tengan fe absoluta en ese milagro de amor, para que se pueda cumplir la Voluntad de Dios y sean partícipes, en este tiempo, de Su Divino Propósito.
Quiero agradecer, desde lo profundo de Mi Espíritu Maternal, a todos los que respondieron a Mi llamado a través de la novena y por todas las familias que fueron ayudadas a lo largo y ancho del mundo: desde las familias más miserables hasta las familias más ricas, desde las familias más divididas hasta las familias más unidas, de las familias más solitarias hasta las familias más alegres.
La esencia de las familias, por medio de esta novena de luz que fue ofrecida, y su seno espiritual, fue ayudada e intervenida por medio de Mis ejércitos de luz. Amén.
Ante el Niño Dios, que en esta noche se prepara para nacer en el interior de los hombres, en lo profundo de las almas y en la consciencia de los espíritus, ofreceremos la oración de la Sagrada Familia como símbolo de unión espiritual con el Reino de Dios.
Oraremos en portugués.
Inspiramos.
Oración: Acto de Consagración a la Sagrada Familia de Nazaret.
¡Muy bien hijos, muy bien!
Ahora para que esta noche termine de ser consagrada no solo aquí, sino también en las familias del mundo, pediré que vuelvan a tocar la música Noche de Paz, en español, para que el Niño Dios, en la presencia del patriarca San Miguel Arcángel, con el Poder del Cielo, del Universo y del Reino de Dios, ante los ángeles que lo rodean y que lo adoran, consagre los elementos que serán parte de la comunión entre las almas y Dios.
Nos ponemos de pie.
Canción: Noche de Paz.
Que la Paz de Jesucristo, queridos hijos, esté en todos los corazones de la Tierra.
Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a todos los seres de buena voluntad.
Los bendigo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Y que el renacimiento de Cristo sea una verdad y una realidad en cada una de sus vidas. Amén.
En fraternidad y amor, por la paz en este planeta y en cada corazón humano, en el nombre del Niño Dios y de la Sagrada Familia de Nazaret, se darán el saludo de la paz.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más