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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Que este Sábado de Aleluya le sirva a cada uno de ustedes para hacer la síntesis de lo que han vivido Conmigo en estos días, y la síntesis de los impulsos que recibieron a través de los tiempos con Mi llegada en cada Sagrada Semana.
Porque, ahora, llegó el momento, después de esta preparación interior, después de este despertar espiritual, de realizar lo que vinieron a cumplir, de ya no dilatar más el tiempo, porque su Maestro y Señor necesita que ya vivan conscientemente el tiempo del apostolado.
Crean que los colocaré en el lugar en donde los necesito, pero para que eso sea posible, compañeros, deben permitirlo, porque no podría suceder sin su permiso y autoridad.
Así como el Hijo del Padre ama y respeta las Leyes Superiores, así las criaturas del Padre deben amar los Mandamientos para poder amar algún día las Leyes.
Ustedes saben que el mundo se ha desviado de ese camino y ahora deberemos caminar hacia el propósito de la reconstrucción espiritual de la humanidad y del planeta. Y, esto será posible, a través de la presencia de los Nuevos Cristos, que no solo den testimonio de Mí, sino que vivan a través de Mí, de la experiencia del Amor que Yo les entregué, y de la instrucción y del conocimiento que les revelé, para que la Sabiduría Divina enriqueciera sus espíritus y consciencias con el fin de que ustedes puedan dar el gran paso por Mí.
Esto fue lo que les pedí a los apóstoles luego de Mi Resurrección. No solo les demostré una vez más que Soy el Hijo del Padre, como hoy se lo demuestro a ustedes a través de Mi Presencia Infinita en este lugar; porque estamos en un momento culminante, este año 2022 es un momento culminante, en donde las consciencias tendrán la última oportunidad de hacer lo que vinieron a cumplir y así concretar la Voluntad del Padre.
Mientras les hablo, escucho la voz de los mundos internos de aquellas consciencias que, en este tiempo definitivo, fueron convocadas para estar presentes y así llevar adelante la preparación del Retorno del Redentor, porque es a través de sus vidas que debo retornar primero.
Recuerden que la humanidad ya no tiene justificación ni tampoco tiene merecimiento. Es a través de los corazones fieles a Mí por donde Yo podré retornar al mundo. Pero si Mi Amor y Mi Luz no están entre ustedes y en ustedes, ¿cómo el mundo se redimirá?
El Padre necesita ver sobre la superficie de este planeta a los Nuevos Cristos. Por esa razón y para que eso sea posible, la vela que hoy hemos encendido al Espíritu Santo tiene el propósito de invocar el Don de la Misericordia. Porque si no hay Misericordia en el mundo, ¿cómo las miserias de la humanidad se purificarán o esas miserias serán perdonadas? ¿Quién será capaz, al igual que Yo, de hacerse cargo de las condiciones infrahumanas de este mundo, a través de un espíritu de silencio, de oración, de servicio y de transmutación?
Esto que les digo es algo concreto porque, aunque no lo parezca, no cuento con cientos de consciencias que se ofrezcan Conmigo a sostener el fin de los tiempos. Pero cuando un corazón despierta y un alma toma consciencia de la realidad de estos tiempos, es una consciencia más que se une a Mi ejército de Luz. Y en los planos internos trabajan Mis comandos, ayudando, colaborando y cooperando para que la redención se establezca en la humanidad a través de hechos y acciones concretas, bajo la convicción y la confianza en Mi Corazón; porque, a todos aquellos que se unen a Mí, Yo siempre los guiaré y los conduciré.
Este es el tiempo del nuevo apostolado, un apostolado que se renueva a través de la transición planetaria, ante las necesidades más graves del mundo, para que todo esto se pueda resolver.
Por eso, sus consciencias y principalmente sus corazones, deben tener la aspiración de manifestar soluciones concretas que beneficien a los más miserables y pobres, que permitan recuperar la dignidad humana, que está siendo transgredida y sepultada por los gobiernos del mundo.
Pero no es en la oposición que encontrarán la solución. No es en la batalla en donde ganarán o tendrán victoria. Sus corazones, en este Sábado de Aleluya, deben imitar Mi ejemplo de no oposición, de no enfrentamiento, ni tampoco de desafío. Que el silencio les conceda la verdadera estrategia en estos tiempos para que, guiados por el Discernimiento y la Sabiduría de Dios, gestionen los planes preparatorios de Mi Retorno. Porque como ya les dije una vez, cada uno tiene parte Conmigo y esto es irrefutable.
Esto fue lo mismo que Yo les pedí a las santas mujeres, que se volvieran sucesoras del Legado de Cristo a través de las Sagradas Reliquias de Mi Pasión, porque existía un objetivo en todo esto: que la humanidad pudiera recuperar los grados de amor y de perdón. Por eso, fue necesario que alguien lo hiciera, aunque su Maestro ya estuviera en los Cielos.
¿Ahora comprenden que les estoy sucediendo Mi Legado para que preparen el Retorno de Cristo?
Un retorno culminante y necesario para algunas regiones del planeta, en donde ya no se puede ver la Luz ni el Amor. ¡Cuántas personas y almas están sumergidas en esos espacios oscuros del planeta a través de innumerables sufrimientos!, que en muchos casos son creados por los que se asocian entre las naciones.
Por eso, para que Mi Gobierno Espiritual pueda volver al mundo y que este planeta sea un planeta confederado, primero debemos trabajar desde las bases, desde lo que no existe en este mundo; Me refiero a que debemos implantar nuevamente los Atributos de Dios, para que la Misericordia, la Cura, la Gracia y la Fraternidad reconstruyan a la humanidad y a todo lo que aquí existe, con el fin de retirar a las consciencias de lo que es miserable, para que recuerden que la esperanza existe y está latente en el Corazón de Dios.
Si todo esto, que son Mis pedidos, son contemplados; si todo esto, que son Mis pedidos, son colocados en la oración y en la consciencia, ¿cuánto más podría suceder en este momento que hasta ahora no ha sucedido?
¿Cuántos milagros más Yo podría conceder, no solo en la vida de las personas, sino en las naciones?
¿Cuántas soluciones benéficas y duraderas podrían sensibilizar a muchos corazones que tienen todas las posibilidades de ayudar a los más miserables?
Para que eso sea posible, deben ser parte de Mi Cuerpo Místico. Y ser parte de Mi Cuerpo Místico no es una filosofía ni tampoco una teología. Ser parte del Cuerpo Místico de Cristo es ser parte de un Cuerpo transmutador y liberador, un Cuerpo de Luz que es capaz de interceder por aquellas situaciones que no tienen solución y que necesitan recuperar el amor y la verdad, la transparencia y la justicia.
Ser parte del Cuerpo Místico de Cristo es ser un guerrero, es no tener tiempo ni hora, es ser incondicional, así como su Señor es incondicional con ustedes y el mundo. Porque ser parte de Mi Cuerpo Místico es ofrecerse como un espejo para refractar los Códigos Crísticos de Mi Corazón hacia donde sea necesario e imprescindible.
Por eso, a través de Mis Sacramentos, Yo los preparo para ser parte de Mi Cuerpo Místico y para que aprendan a no desconectarse de Mí, porque en cada nuevo Sacramento existe la posibilidad de la reintegración espiritual e interna con la Sagrada Fuente Suprema, en donde existe su verdadera vida y su verdadero motivo, un motivo que debe estar claro para cada uno de ustedes.
Así, comprenderán algún día que sus vidas pertenecen a Dios, a una Voluntad y a un Proyecto ya pensados. Ahí está la razón de por qué las almas sufren y padecen cuando no consiguen entregar su propia voluntad para que sea transformada, transmutada y liberada.
Sin la Misericordia nada será posible en este mundo.
Después de esta Sagrada Semana, en la que Yo también vivo una síntesis, comenzarán a ser convocados y llamados para estar en el lugar y en el momento que nunca imaginaron, porque aún la Jerarquía Espiritual deberá seguir trabajando para contener las puertas inciertas en varias regiones del mundo.
¿Quién, después de haber recibido la revelación de los Centros Sagrados, será capaz de convertirse en una molécula de Luz, en una chispa del Amor de Dios, para estar irradiando en los lugares en donde más se necesita a través de acciones de servicio, de oración y de súplica?
Porque hay lugares en el mundo que están absolutamente desconectados de la Fuente, y es algo que ustedes pueden ver con sus propios ojos en el día a día. Y hay lugares en el mundo en los que se trabaja de forma contraria al Proyecto del Padre, desconectando a los pueblos, naciones y razas de la Fuente Suprema, porque son acciones programadas y pensadas por los propios seres humanos, los que se satisfacen con las guerras y las armas.
Pero Yo les pido una sola cosa: no trabajen en base a la indignación, ni tampoco a la intolerancia o a la violencia física, mental o verbal. Sean inteligentes como Yo lo fui, inspirado por el Espíritu Santo, en el momento más difícil de Mi Agonía, Me entregué en confianza a Dios, por todos Mis enemigos. Así, Yo los invito a través del amor, a orar por sus enemigos, porque la Misericordia también debe llegar a ellos; para que, rompiendo sus resistencias y cúpulas, algún día se den cuenta que se han alejado del Amor y de la Verdad.
Esta es la gran llave maestra de esta Sagrada Semana, para cada uno de ustedes: ¿quién será capaz de amar al enemigo, para que él se pueda redimir y así se pueda salvar?
“Adonai, Tú que traes la Luz al mundo
a través de la Presencia servicial de Tu Hijo
y del Espíritu abnegado de Tu Siervo Redentor,
concédele al mundo y a todas las consciencias posibles,
el despertar de la consciencia y la expansión del amor,
para que el mal sea sustituido por el Bien,
la Luz sustituya a la oscuridad,
el Amor sustituya a la violencia,
la Paz sustituya a las guerras,
la Fraternidad sustituya a la impunidad
y la Verdad Divina sustituya a la mentira y a la corrupción,
con el fin de que Tus criaturas sean felices
en Tu Reino Celestial.
Amén”.
Como les prometí a los apóstoles, también les prometí a ustedes que enviaría el Espíritu de Dios como fue en Pentecostés; para que, a través del agua, los bautizara, los purificara y los consagrara a la Voluntad de Dios, a la vivencia de Sus Designios y de todos Sus Proyectos.
Por esa razón, hoy, con júbilo en Mi Corazón, ofreceré a través de Mis sacerdotes, el Sacramento del Bautismo, para que en nombre de todos los que hoy se bautizarán, en este Sábado de Aleluya, todos renueven su Bautismo espiritualmente.
Bendeciremos los elementos y elevaremos esta ofrenda a Dios, antes de este Bautismo, con la sagrada celebración de la Eucaristía; para que, alimentados con Mi Cuerpo y con Mi Sangre, muchas más consciencias y muchos más corazones sientan la alegría de vivir en Dios y de reencontrar, a través de los Sacramentos, a Mi Espíritu de Paz.
“Que Tu Santo Espíritu de Luz, Adonai,
se infunda en aquellos que hoy serán bautizados
y también en Tus hijos que renovarán espiritualmente este Sacramento,
para que el Espíritu Santo, presente en Su forma luminosa y cósmica,
restablezca las bases espirituales de la Paz.
Amén”.
“Así, como bautizaste a Tu Hijo en el río Jordán,
a través de Tu Amorosa Gracia,
hoy, Padre Amado,
escucha la Voz de Tu Hijo
que pide por aquellos que se bautizarán,
para que sean lavados y purificados por Tu Amorosa Gracia.
Concédeles una vida bienaventurada,
conforme a Tu Voluntad.
Amén”.
Ahora, en Mi Nombre, se prepararán para el Sacramento de la Eucaristía y luego del Bautismo. Los invito a todos los presentes a seguir unidos a Mí, y a través de estos Sacramentos estar atentos, muy atentos, a las Gracias que descenderán por este sagrado oficio.
Yo los acompañaré en Espíritu como siempre los acompaño.
Los bendigo y les otorgo Mi Paz, la Paz que necesita el mundo para recordar el Amor de Dios.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Id a trabajar por Mí.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Señor Jesús, respondiendo a Tu pedido, celebramos este misterio de Amor, a través de la consagración del pan y del vino, por todos los que ya se bautizaron y, especialmente, por los que hoy se bautizarán; para que, a través de Tu Cuerpo y de Tu Sangre, cada uno de ellos sea guiado hacia la meta espiritual que Dios ha pensado desde el principio.
Por eso, en Tu Iglesia Celestial, dentro de Tu Altar Mayor, en donde Tú celebras perpetuamente como el Señor del Mundo y Rey del Universo, ofrecemos estos elementos y ofrecemos también nuestras vidas, para que, transubstanciadas por Tu Espíritu podamos vivir lo que Dios tiene pensado para cada uno, conforme a Su Voluntad.
Por eso, revivimos en este Sábado de Aleluya el gran momento de Tu Resurrección, que se aproxima haciendo resucitar nuestros corazones y consciencias al Propósito Mayor de Dios.
Nos ofrecemos a Tu Corazón, Señor, y recordamos el importante momento de la Última Cena, cuando reunido con Tus apóstoles, los llamaste a la mesa para celebrar la Pascua, así como hoy Tú nos llamas una vez más, para celebrar el triunfo de Tu Amor en la humanidad.
Recordamos, entonces, cuando Nuestro Señor, con toda Su entrega, amor, reverencia y devoción, tomó el pan, lo elevó al Padre para que fuera transubstanciado en Su Glorioso Cuerpo. Enseguida, Jesús lo partió, y dándolo a Sus compañeros, Él dijo: “Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo, que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados”.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Reverenciamos el Cuerpo de Cristo, y tengamos presente las Gracias que descienden, así como Jesús prometió en este encuentro de hoy.
Enseguida, Jesús tomó el Cáliz entre Sus Manos y, ofreciéndolo al Padre Eterno, solicitó que fuera transubstanciado en Su Preciosa Sangre, por la redención de todo el género humano. Enseguida, Él lo pasó a Sus compañeros, diciéndoles: “Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, la Sangre de la Nueva y Eterna Alianza, que será derramada por su Señor para la remisión de todas las faltas. Hagan esto en memoria Mía, hasta que Yo retorne al mundo”.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Reverenciamos la Preciosa Sangre de Cristo, así como los ángeles, en este momento, reverencian la Preciosa Sangre de Cristo y el Glorificado Cuerpo del Señor, permitiendo que de los abismos de la Tierra las almas resuciten al Amor de Dios, especialmente, las almas más empedernidas.
Unidos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, unidos como un solo corazón y una sola mente, bajo el Propósito Divino, oramos el Padre Nuestro en arameo, consagrando este momento y nuestras vidas a Dios.
Oración: “Padre Nuestro” (en arameo).
Que la Paz, la Luz, el Amor y la Misericordia de Cristo, desciendan al planeta.
Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una Palabra Tuya bastará para sanarme.
Amén.
Unidos a los ángeles adoradores del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, presentes en la Eucaristía, en este Altar de la redención, anunciamos la Comunión Espiritual de todas las almas con Cristo.
Invitamos a todos los Consejeros a subir al escenario para recibir este Sacramento.
Fray Thomas, Madre Constancia, Fray José María.
Sol de Dios,
que alumbras la oscuridad de nuestras vidas,
Espíritu de Dios que liberas las faltas de nuestros seres,
ven Sagrado Cuerpo y Preciosa Sangre de Jesús,
para que, unidos a Ti,
alcancemos la Eternidad y el Paraíso.
Amén.
¡Gracias, Señor, por cuánto nos das!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Y ahora, en comunión con Cristo, vamos a prepararnos para el Sacramento del Bautismo.
Seguimos unidos al Corazón de Jesús, acompañando este importante momento de los que serán sacramentados.
Poemas al Inmaculado Corazón de María
Vigesimocuarto poema
Amada Señora de Lourdes,
danos a conocer internamente
los Misterios insondables de la Luz.
Que podamos renovar, en nosotros,
el Sacramento del Bautismo,
para que seamos siempre bendecidos,
así como fue bendecido Tu amado Hijo Jesús.
Que podamos convertir nuestras vidas,
así como Cristo convirtió el agua en vino
durante las Bodas de Caná.
Que podamos recibir, en este tiempo,
la Buena Nueva con gratitud,
así como Cristo anunció y proclamó
el Reino de los Cielos en el corazón humano.
Que seamos transfigurados
y que se revele nuestro verdadero ser,
para que salgamos de la ilusión y de las apariencias,
así como Jesús se transfiguró
y mostró el Poder de todo Su Ser.
Que seamos merecedores de la Gracia
de comulgar siempre, espiritualmente,
con los méritos de Cristo,
así como Nuestro Señor comulgó
con Sus compañeros en aquel tiempo,
y testimonió la inmensidad
de la Obra de la Misericordia de Dios.
De esa forma, dulcísima y amorosa Madre,
con Tu ayuda podremos vivir los Misterios de la Luz
y seremos, finalmente, apóstoles de Cristo,
siervos orantes de Tu Inmaculado Corazón.
Amén.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Son tiempos de necesidades espirituales, pero también materiales.
Son tiempos en los que solo la apertura de corazón y la disposición permitirán traer cura y redención a las almas.
Por eso, este es el tiempo de abrazar las necesidades de los que sufren, como también de acoger a aquel que nunca fue amado.
Este es el momento de expresar lo que cada corazón tiene guardado, para despertar el bien, la paz y la solidaridad.
Quiero decirles, en ese sentido, que así como las estaciones cambian, también cambian las necesidades de las almas.
Por eso, Yo los llevo y los coloco, a través de las peregrinaciones, para atender a todas las necesidades, principalmente las que requieren del amor mayor y del perdón.
Por ese motivo, en estos últimos años, la experiencia con los Sacramentos representó la posibilidad de que todos aprendieran a servirse del Amor Crístico, para saber compartirlo y donarlo así como Yo les dono Mi Corazón como un refugio seguro.
Con esto, quiero decirles que solo en las peregrinaciones, a partir de este próximo encuentro de oración por la Amazonia, los peregrinos serán acogidos y según sus necesidades, se aproximarán a alguno de los Sacramentos para poder recibirlo.
Para eso, a partir del próximo mes, el día 4 será suprimido y los días 5 y 6, durante el transcurso de la Maratón de la mañana, se ofrecerán Sacramentos para aquellos que los necesiten.
De esa forma, se colocarán de dos a tres confesionarios, dos espacios para el Sacramento del Bautismo como también para el Lavapiés y un espacio para el Sacramento de la Unción y de la Unción de los enfermos.
De esa forma, mientras transcurre el ejercicio de la Maratón se atenderán las necesidades espirituales de las almas y, al mismo tiempo, las almas recibirán las Gracias que necesitan.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Me alegra ver a los corazones que se abren para ser sacramentados. Me alegra ver al Espíritu de Dios descendiendo sobre el mundo e impregnando a las almas y a los corazones de los seres, despertando lo Sagrado que hay en su interior, revelando su universo interno y la semejanza perfecta con el Padre Celestial.
Me alegra ver cuando el Creador puede manifestar Su Presencia entre Sus hijos, derramando Su Perdón y Su Gracia sobre los corazones que se hacen transparentes ante Él.
Me alegra ver el crecimiento espiritual de aquellos que fueron llamados por Cristo para repartir Sus bendiciones y Su expiación en el mundo.
Cuando un Sacerdote perdona los pecados de un alma angustiada, también sus propios pecados son perdonados. Cuando lava los pies de una alma sedienta de nuevos pasos que la conduzcan al Señor, también sus propios pies son lavados. Cuando bautizan en nombre del Espíritu de Dios, revelando a las almas su filiación con el Altísimo, también sus propias almas son bautizadas por el Fuego del Espíritu Santo. Cuando ungen con la potestad de Cristo para curar a las almas de sus más profundas enfermedades, también sus almas y toda la consciencia humana reciben la cura de aquello que está degenerado.
Los Sacramentos, concedidos y recibidos con amor, son gracias que permean toda la vida; son un servicio para toda la Creación, porque, cada vez que son sacramentados se aproximan más a Dios y conducen a toda la humanidad a retornar a Su Corazón.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Nunca te olvides de Mi Misericordia, porque siempre la necesitarás.
Cada vez que ejercitas y practicas Mi Misericordia, un milagro de amor se produce en tu alma y en el alma del planeta.
Porque a través de la Coronilla invocas la Misericordia por los méritos alcanzados durante Mi dolorosa Pasión, y el Padre, que es infinitamente misericordioso, recibe ese pedido y en vez de aplicar Su Santa Justicia, sobre ti o el mundo, concede Su misericordiosa Compasión por todos los pecadores del mundo.
Recuerda que cada vez que evoques los méritos de Mi Pasión, mediante el poder del Rosario de la Misericordia, estarás abriendo la Llaga de Mi Costado y de Mí se derramará la Luz de la Sangre y el Agua de Cristo sobre todo lo que se ha corrompido y destruido espiritualmente.
Felices serán los que siempre invoquen Mi Divina e Insondable Misericordia, porque todas las veces que sea necesario Yo los sumergiré y los bautizaré en el Océano de Mi Misericordia y les concederé a todos el Amor más inmenso de Mi Corazón.
Les doy las gracias a los que se postulen como apóstoles de Mi Divina Misericordia, porque sus sufrimientos serán Mis sufrimientos, sus penas y angustias serán Mis penas y angustias y, por la fuerza de Mi Amor, los libraré.
Dichosos serán los que confíen siempre en Mi Misericordia, porque no los abandonaré en la hora de su muerte, sino que estaré a su lado como el Ángel de la Resurrección.
¡Les agradezco por invocar la Misericordia de Mi Corazón!
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
Al fin llegué al lugar donde tanto tiempo esperaba.
Lleven en su pecho la señal de Mi Retorno, porque esa señal vendrá del Universo y nadie podrá decir que no la verá.
Vendré para los justos y para los que han sido injustos, y a partir de allí reconfiguraré la Tierra, repoblaré el planeta de nuevos dones, de algo que aún no ha descendido desde el Universo y que llegará cuando Yo retorne al mundo por segunda vez.
Pero para que Me puedan volver a ver en Gloria, primero deben sentirme en su divinidad.
Debo construir lo nuevo en ustedes, debo sembrar lo nuevo en ustedes, para que así estén preparados para recibirme por segunda vez.
Hoy estoy aquí con la alegría del Espíritu de Dios debido a la receptividad de sus almas y corazones, porque por más que no comprendan Mi Misterio, muchos de ustedes se adhirieron a él y eso es lo que permite ampliar la Obra de Mi Misericordia en el mundo.
Mientras les hablo, los purifico. Mientras sienten, Yo los consagro y elevo sus espíritus hacia el Reino de Dios para poder retirarlos de la superficialidad de estos tiempos e ingresarlos de lleno al Reino de Mi Corazón.
Todo lo que han hecho hoy, compañeros, ha servido para que Yo esté aquí entre ustedes, acompañándolos.
Recuerden lo que les dije la última vez cuando estuve en Mendoza: que la Argentina viviría una gran prueba de fe. Esa prueba ya está sucediendo, pero Yo los invito a no coligarse con la prueba en sí sino con su enseñanza, para que puedan crecer interiormente y demostrar al Padre Celestial que están comprendiendo los tiempos definitivos, más allá de los acontecimientos y de las experiencias.
Yo necesito que cultiven dentro de ustedes, el bálsamo perfecto de Mi Amor, el que los llevará a la Divina Misericordia y a la Paz, para que estén libres de cualquier perturbación y agonía, y aprendan a atravesar los tiempos en esta transición final.
Así podrán ser verdaderos instrumentos de la Jerarquía Espiritual, presente en la Tierra, así podrán ayudar a sus hermanos de camino y a todos los que desconocen, para que aprendan a vivir también esta transición final.
Por eso deben recordar su compromiso Conmigo. Aunque hayan creído que nunca lo tuvieron, sus almas hoy los trajeron aquí para recordarles ese compromiso con Mi Corazón Eterno; para cumplir en esta hora, lo que está escrito en el Corazón del Padre dentro del Universo de Su Divina Voluntad.
Mientras Mi Gracia desciende a la Tierra, sus espíritus son elevados al Reino de Dios para que puedan despertar en ustedes los sagrados talentos que Yo les traje hace más de dos mil años; talentos que necesitaré en estos tiempos para llevar Mi Obra a los cuatro puntos de la Tierra.
Que sus espíritus puedan sentir el gozo de este sagrado reencuentro, de poder estar participando del Cenáculo de Mi Amor, en Comunión con Mi Espíritu y con Mi Esencia; Esencia que disuelve los errores y las culpas, los miedos y los fracasos; Esencia que disuelve las dudas y los malos entendidos.
Siéntanse parte de una nueva familia espiritual, aquella que vive en el Universo celestial, porque a pesar de que estén en la Tierra todavía, podrán formar parte de ella en la comunión de sus almas con el Espíritu de Dios, en donde se construye la Sagrada Unidad.
Argentina deberá ser repoblada de valientes ejércitos de la Luz, incondicionales colaboradores del Plan de evolución, que se animen a despertar en sí mismos la Sagrada Estrella de la Hermandad en su interior, para que toda su consciencia esté presente en estos tiempos y participe junto a los comandos de la Jerarquía espiritual en este plan de rescate del fin de los tiempos, que opera silenciosamente, que trabaja de forma invisible en lo más profundo de los mundos internos de los seres.
Que sus consciencias en esta tarde se sigan elevando.
Asciendan de plano la Consciencia de la Argentina para que el plano espiritual sea purificado, no solo en esta ciudad sino en todo su país, en todos sus hermanos, que también son merecedores de la Divina e Insondable Misericordia, porque ellos sufren al igual que ustedes sufren, porque ellos esperan al igual que ustedes, la esperanza.
Que en esta comunión en donde sus espíritus son elevados de plano y de consciencia, se cree este gran círculo de la fraternidad que une los orígenes y los tiempos, las esencias y las almas con el gran Gobierno sideral, el que ha impulsado la manifestación en este plano material y la vida a través de los tiempos.
Que se vuelva a constituir en el espíritu de la Argentina el amor a la vida, para que los que vayan a nacer en los próximos tiempos tengan un lugar de reposo y de amor, de regocijo y de esperanza, así como ustedes lo han tenido.
Eso permitirá aliviar el sufrimiento de Argentina, la crisis social y las incertidumbres en los corazones.
La nueva Misericordia trae la nueva esperanza.
Las ovejas de Dios son llamadas a seguir al Gran Pastor del fin de los tiempos, El que en Su segunda venida al mundo, revelará Su verdadera Faz, así como fue revelada en lo alto del Monte Tabor, a algunos de Mis apóstoles.
El tiempo de la mayor tribulación pasará, pero persistan, vivan en la fe y practiquen la esperanza, a fin de que todo sea trascendido y los espacios más difíciles del planeta sean colmados por la Luz Crística.
Vengo también por los que realmente más necesitan de Mí, para los que esta es su única y última oportunidad.
Tal vez no comprenderán lo que les digo con esto, pero tengan confianza en Mi Corazón Misericordioso, porque la puerta a Mi Divina Misericordia aún está abierta para los que se han condenado de espíritu y de alma.
Yo no vengo a buscar de ustedes lo que es imperfecto. Vengo a despertar en ustedes las virtudes de Dios, para que sus seres superiores cumplan su misión en la Tierra y aprendan a purificarse y a transformarse día a día, sabiendo que la sublimación y la elevación de la consciencia es un trabajo incansable del verdadero apóstol de Cristo.
Si sus vidas se convierten por medio de Mi Amor, si Argentina acogiera Mi Llamado, más lugares del mundo se transformarán, muchas catástrofes se evitarán y no será necesario que las almas aprendan a través del sufrimiento.
Mi Misericordia es inagotable e inextinguible.
A veces no sé donde colocar tanta Misericordia de Mi Corazón en las almas, porque la mayoría no la clama, ni la vive.
Hoy puedo derramar Mi Divina Misericordia, porque ustedes la han clamado, y eso repercutirá en sus vidas hasta el próximo mundo. Así se manifestará la Divina Voluntad y serán partícipes de la eternidad después de esta experiencia en la Tierra.
Son sus espíritus que deben volar hacia lo alto mientras transforman su materia, purifican su mente y elevan sus sentimientos.
Sigan adelante confiando en el afluente de Mi Misericordia y no se cansen de llamar por Mí; porque por más que no esté en el próximo tiempo con ustedes, Mi Omnipresencia se cumple en donde las almas llaman al Señor.
La Consciencia del Hijo de Dios se elevó a los Cielos para seguir adelante con Su Misión y Tarea, para convocar a todos los que se han autoconvocado para el fin de los tiempos, para llevar adelante la Obra del Retorno de Cristo y el descenso de su Divina e Infinita Misericordia.
Crean que en los planos invisibles suceden muchas cosas. Es hacia allí donde deben colocar su atención.
Deben aprender a percibir, deben aprender a intuir lo que está en los planos superiores de la consciencia y todos los tesoros celestiales, que no solo pueden descender en sus vidas, sino también en el planeta.
Por eso no teman abrazar su cruz y seguirme, porque Yo puedo aliviar su cruz, puedo disolver su sufrimiento, transmutar su agonía cuando sus corazones son sinceros con el Mío y se abren, de verdad, a Mis Leyes Divinas, para que sobre la superficie de este planeta se cumpla la Divina Voluntad.
Ahora los invito, compañeros de Argentina, y colocando su mano sobre el pecho, a que sientan y encuentren en ustedes el Reino de Dios, más allá de lo que han vivido y lo que han sentido, de lo que han sufrido o experimentado.
Confíen en el Reino de Dios que está dentro de ustedes y háganlo parte de sus vidas a cada momento, para que ese Reino interior que está en lo profundo de sus esencias se pueda irradiar al mundo entero, y especialmente a su país, merecedor de una Gracia extraordinaria.
Sientan esa Luz que puede emerger desde dentro de ustedes y sientan el Amor de Dios y Su Confianza.
Fortalezcan este momento como el único momento para sus vidas.
Sírvanse del Espíritu de Dios que desciende a través de la Voz de Su Hijo para fortalecer los corazones, para unir a las almas al poderoso Reino de Dios.
Mientras las puertas del Cielo se siguen abriendo sobre la Argentina, sus espíritus son colmados por Leyes cósmicas.
Sientan el descenso de la Luz Divina y la bendición del Sagrado Espíritu de Dios, tan semejante a su Bautismo o a su Primera Comunión.
Arrodillados delante de los Tronos del Padre clamemos por Piedad, Misericordia y Redención, para que más almas sean llevadas al Cielo; para que más espíritus vivan el gozo de permanecer en el Reino de Dios y en Su Gloria, por los siglos de los siglos.
Y ahora que conocen lo que en verdad está dentro de ustedes y es eterno, recuerden su origen, la Fuente de la cual provienen, la Fuente de la cual surgieron para vivir esta escuela de amor y de perdón en la Tierra.
Y por más que tengan los velos en la consciencia, hoy los retiro, para que puedan recordar y nutrirse del Conocimiento Sagrado de las Estrellas; impulso divino que en el nombre de la Luz viene a reconstruir la consciencia planetaria y a curar a los espíritus heridos por los errores del pasado.
Y ahora que Mi Iglesia Celestial se ha presentado en la Tierra; la verdadera Iglesia de Dios que solo vive en el Universo Celestial delante de las Puertas del Cielo, que sus esencias se entreguen y se donen de una forma tan incondicional, así como Yo Me doné y Me entregué por ustedes en la Cruz, sufriendo Llaga por Llaga, gota de Sangre por gota de Sangre, para que triunfara el Amor de Dios.
En ese Amor los invito a sumergirse. En ese Océano Infinito de Amor los invito a permanecer y a vivir, porque será ese Amor Eterno que proviene de la Fuente de la Creación el que los ayudará a seguir adelante, a pesar de lo que suceda o de lo que vivan.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Iniciando esta ceremonia de consagración ante la Iglesia Celestial de Cristo y de las puertas del Cielo, vamos a entonar los nombres de Dios, para que el Cielo descienda a la Tierra por medio del Amor de Nuestro Maestro.
Nos podemos poner de pie.
Cada uno de nosotros en este momento, a pedido de Cristo, en el silencio de su corazón, realizará su ofertorio a Dios, no solo por sí mismo sino por Argentina, y colocará a los Pies de Cristo su petición para que sea contemplada y escuchada por el Padre Eterno.
Que los elementos que el Padre creó para este Universo material sean bendecidos, y sublimen las energías a fin de que se cumpla el Propósito.
Cantan los Nombres de Dios
Hace dos mil años enseñé algo muy simple: era lavar los pies los unos a los otros, para que no solo fueran purificados de su sufrimiento y dolor, sino para que la humildad encarnara en las almas, a fin de poder reconocer la Faz Sagrada de Dios.
Que hoy, los que lavarán sus pies y también purificarán sus almas, puedan reconocer en sí mismos la Faz Misericordiosa de Dios, la que aplaca toda justicia. Amén.
En el río Jordán, Mi Primo Juan los bendecía con agua, pero Yo los bendigo con el Espíritu de Dios, para que sus consciencias se consagren y se eleven en constante sacrificio y reparación.
Que estos elementos sean impregnados por la Luz del Amor, a fin de que el alma se santifique, reencuentre la paz y el alivio que tanto busca. Que así sea.
Cristo llama a una hermana auxiliadora.
He esperado este momento para que recibieras Mi Bendición, porque para Dios todo tiene Su momento.
Quien confía y persiste, reconoce la Voluntad de Dios, forma parte de Su Divina Gracia.
Hoy Mi Espíritu te bendice junto a los ángeles del cielo por tu incondicional servicio a la humanidad.
Hace más de dos mil años Yo les enseñé a compartir el pan para que tuvieran vida eterna. Les enseñé a compartir de Mi Sangre para que aprendieran a purificar sus vidas.
Hoy el Señor del Universo realiza este ofrecimiento por Argentina, para que su propósito se vuelva a restablecer y encuentre en el fin de los tiempos el gozo de vivir en el sublime Espíritu de Dios.
En aquel tiempo tomé el pan, di gracias a Dios y Él lo bendijo. Enseguida lo entregué a Mis Apóstoles diciéndoles: Tomen y coman todos de él, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por ustedes para el perdón de los pecados.
Tomé el Cáliz de la Salvación y en aquel tiempo les dije: Tomen y beban todos de él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre de la Nueva Alianza, que será derramada por los hombres para el perdón de los pecados. Siempre celebren esto en Mi Memoria, hasta que Yo retorne al mundo.
El Cuerpo y la Sangre de Cristo sean motivo de reparación y de cura en las almas, alegría y esperanza para los próximos tiempos.
Nos tomamos de las manos.
Padrenuestro...
Alabado sea Dios, Glorioso Su Reino. ¡Aleluya, aleluya!
Vamos a repetir:
Alabado sea Dios, Glorioso Su Reino. ¡Aleluya, aleluya!
También Yo les enseñé en aquel tiempo a amar a través de un gesto tan simple pero profundo para la vida del Espíritu.
Hoy en Mi Ascenso a los Cielos les pido que fraternalmente se den el saludo de la paz.
¡Les agradezco!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
No tengan miedo.
Soy la Reina de la Paz, la Virgen de Schoenstatt, Madre de todos los pueblos, Virgen de todas las culturas, Madre de todas las lenguas y Reina del Amor.
Vengo al mundo como la Madre del Universo, para retirar de sus corazones todo lo que los aparta del amor, todo lo que los aleja de Dios, todo lo que no es parte de Su Divino Plan.
Por eso he venido a Viena, para concluir la misión que Mi Hijo ha comenzado, para poner fin al sufrimiento de los seres humanos; especialmente aquellos sufrimientos que han marcado la historia de la humanidad y que nadie, nadie ha conseguido borrar.
Por eso vengo del Cielo, para anunciarles que Yo Soy su Madre, la Madre que ama a Sus hijos, Madre que comprende a la humanidad y a sus errores, Madre que ha venido al mundo muchas veces, para dar advertencias a la humanidad, para corregir a la humanidad, para llevarlos por el camino del amor.
Están a tiempo, hijos Míos, de vivir todo lo que Yo les prometo y les traigo, de transformar sus vidas según Mis designios, de formar parte de Mis comandos celestiales y de hacer de este planeta un planeta en redención, junto a todos los Reinos de la Naturaleza.
Recuerden entonces, hijos Míos, el incondicional servicio de su Ángel de la Guarda, que está allí, presente cerca de ustedes, para llevarlos de la mano al Designio de Dios, para retirarlos del camino del constante sufrimiento y de la agonía que muchas almas viven en muchos grados de la consciencia.
Por eso vengo, por medio de Mi Gracia, para concederles la Gracia de Dios, la que necesitarán para despertar la consciencia, la que precisarán para vivir en la vida los Principios de Dios conforme a Su Voluntad.
Quiero que abran sus consciencias al Universo y a todo lo que existe más allá de este planeta y de esta humanidad.
Los invito, hijos Míos, a mirar hacia lo Alto, a encontrar en el Infinito su historia y su origen, a reencontrar su camino según la Voluntad de Dios y hacer de este camino un camino sagrado, para que en ustedes y a tiempo despierten las virtudes de la Divinidad y estas sean parte del proyecto de la redención de la humanidad.
Vengo a abrir los ojos de sus consciencias superiores, buscando en todo este camino la unidad, la que los llevará a estar en la sabiduría, en la alegría de servir a Dios y sobre todo, en el camino de la fe.
Austria, como toda Europa Oriental, aún necesita cicatrizar sus heridas más profundas de la guerra.
Vengo a concederles Mi Gracia maternal a ustedes y a sus últimas generaciones para retirar el dolor de sus corazones, el odio o el rencor por haberse sentido aparentemente abandonados por Dios.
Pero Dios estuvo en ese momento contemplando a Sus hijos y Me envió al mundo en aquellos tiempos, para anunciar Mi Mensaje en Fátima, a fin de rescatar a muchas almas, a muchas familias que escaparon del sufrimiento y de los horrores de aquellos tiempos.
No quiero, hijos, hacerles recordar el pasado, sino sumergirlos por medio de Mi Corazón en el eterno presente, en donde encontrarán el Designio de Dios para cada una de sus vidas y consciencias.
Vengo a animarlos a renovar los tiempos y a hacer de estos tiempos grandes momentos de perdón y redención.
Los invito a seguir viviendo la Escuela de la Oración, porque con la oración en sus vidas y especialmente en sus corazones, podrán percibir, hijos Míos, cuál es el nuevo camino que deberán recorrer en este tiempo.
Por eso estoy aquí, con todos los ángeles del Universo, los que cantan el Gloria a Dios, para ofrecerles la consagración a Mi Inmaculado Corazón.
De esta forma, hijos Míos, en esta consagración tan simple, pero verdadera, que sus vidas Me pueden ofrecer en este momento, no solo podrán ayudar a sus familias, que también necesitan del perdón y del Amor de Dios, sino también ayudarán a toda Austria y más allá de ella, irradiando por medio de su consagración la renovación del tiempo y de la humanidad, de la que forma parte Europa Oriental.
En este momento, ante la Presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, es concedido un nuevo paso a sus consciencias, que quieren ser llevadas por el camino del despertar, para que algún día bajo la aspiración de Mi Corazón se sientan motivados a servir al mundo y a su humanidad, extendiendo junto a su Madre Celeste esta red de Luz, de oración y de perdón.
Aún Europa necesita de mucha misericordia por todo lo que le debe a África y a América.
Los invito a convertir los errores de todos los tiempos en amor, así podrán ser corazones sinceros, que escuchen el Llamado de Dios y se animan a dar un paso en nombre del Amor.
Por eso les traigo la Paz, para que la Paz se conciba en sus vidas y para que la Paz triunfe en la humanidad.
Llegamos ahora al momento de su consagración.
Que suene la música de los Hijos de María, para que Yo pueda bendecir a los que hoy se consagrarán.
Y hoy llamo a Austria a la renovación y a la esperanza, a fin de que se alcance en este lugar el perdón y el amor en los corazones que más lo necesitan.
Ahora, hijos, que están a Mis Pies y que conocerán Mis misterios, háganme en el silencio de sus corazones una petición sincera, a fin de que Yo la pueda llevar a Dios para que se pueda cumplir según la Voluntad Divina.
Que esta petición no sea solo algo para sus vidas, que hoy se renuevan en el Espíritu Santo, sino también sea una petición por la humanidad, que clama por amor y alivio al sufrimiento. Que así sea.
Bendigo en el nombre de Mi Hijo esta agua, para que sean bautizados y bendecidos por el fuego del Espíritu Santo de la Madre de Dios y los talentos de sus corazones despierten en honra al Triunfo del Sagrado Corazón de Jesús. Amén.
Yo les agradezco por responder a Mi llamado.
Que la Paz y el Bien desciendan sobre Austria y todas las almas que aquí se congregan.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En los Misterios Luminosos las almas encuentran la fuerza interior que necesitan para aprender a superar este tiempo dentro de sí mismas.
Pero, ¿qué significa para ti el Bautismo de Jesús en el río Jordán?, ¿y el primer milagro concedido en las bodas de Caná?
¿Qué significa para ti la predicación de la Buena Nueva a través del anuncio del Evangelio?, ¿y la Transfiguración luminosa de Jesús en el monte Tabor?
¿Qué significa para ti la Última Cena de Jesús con Sus apóstoles?
En todos los hechos no solo vemos la Luz de Cristo actuando, obrando y transformando todas las cosas, sino que también vemos la Luz de Dios manifestándose a través de Su amado Hijo.
Los Misterios Luminosos son la revelación de la Fuente Divina por intermedio de la vida pública de Cristo. En estos hechos vemos actuar el Divino Conocimiento a través de la Palabra Sagrada, es decir, del Verbo.
El Verbo le vuelve a demostrar al hombre terrestre que es el principio, porque en el principio fue el Verbo y del Verbo surgió la vida.
Por medio de los Misterios Luminosos encontraremos la Luz del conocimiento que nos llevará a tornar sagrado todo nuestro ser y toda nuestra existencia.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Bautízate, una y otra vez, en el Lago de Mi Misericordia para que las impurezas del alma se puedan purificar y renazca el don de la Pureza de Espíritu.
Cuantas veces necesites, sumérgete en el Océano de Mi Misericordia para que la Piedad Divina regocije a tu ser y lo anime a seguir adelante.
Deja que Mi infinita Agua de la Misericordia reconsagre todo tu ser y te lleve a amar más los misterios del Universo y a comprender los designios del Cielo.
Permite que Mi Misericordia genere en ti el efecto que necesitas.
Entrégate a ella y sé pacifico para que día y noche tu alma cuente con este poderoso manantial que renovará tu ser y traerá las gracias necesarias para poder llevar adelante la Voluntad de Dios.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
Queridos hijos Míos:
Hoy los llevo a todos al importantísimo y luminoso momento del Bautismo de Jesús en el río Jordán; acontecimiento que, por intermedio del Salvador, llevó a que el mundo entero, durante aquel tiempo, recuperara la dignidad espiritual y el merecimiento del Amor del Creador.
El Bautismo de Jesús instituyó el propósito divino y espiritual de ese sagrado Sacramento para que las almas, mediante el Sacramento del Bautismo, recuperaran la dignidad interna de ser hijos de Dios.
Por eso, el sagrado Bautismo de Jesús en el río Jordán, no solo significó la iniciación del Divino Hijo en Su tarea pública, a partir de ese momento y tres años siguientes, sino que también abrió las puertas para que el Espíritu Santo pudiera obrar en el mundo hasta después de Su Ascensión.
La fuerza del Sacramento del Bautismo y la profunda humildad del Divino Hijo representaron, en aquel tiempo, la posibilidad de reintegrar la consciencia humana a las Leyes universales por medio de la vivencia de los Mandamientos entregados a Moisés; pero con la llave fundamental que Cristo reveló durante Su Vvda pública: “Amarás a Dios por encima de todas las cosas, así como amarás al prójimo como a ti mismo”.
Esto cerró, en aquel momento planetario, el ciclo de la aguda perdición en el cual todo el planeta por ignorancia se encontraba.
El Bautismo de Jesús en el río Jordán también representó la reintegración de los Siete Dones del Espíritu Santo, que una vez la humanidad vivió al principio, a través de Adán y Eva.
El Sacramento del Bautismo, instituido por medio del Bautismo de Jesús, le trajo al mundo la oportunidad de aprender todos los días a amar la vida del espíritu y a no separarse de ella, a pesar de lo que suceda.
Cristo representa el Sacramento de la Renovación por medio del Sacramento del Bautismo. Él es el principio de nuestro camino espiritual y, al mismo tiempo, Él es el fin de nuestra trayectoria en este planeta.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
La Comandante Celestial
He aquí la Comandante Celestial, quien lleva estampada sobre Su Corazón Maternal la Sagrada Estrella de la Hermandad.
He aquí la Comandante Celestial, la que comanda ejércitos de ángeles y de almas en este Universo, para poder establecer largos periodos de paz.
He aquí la Comandante Celestial, la que lleva adelante junto a Su Amado Hijo el Plan de Rescate; la que construye, por medio de las oraciones de todos Sus hijos, los puentes de luz y los lazos fraternos de amor.
He aquí la Comandante Celestial, la que obra silenciosamente en este Universo, la que enciende los Espejos de los corazones para que las almas sientan el ardor del Amor de Cristo.
He aquí la Comandante Celestial, la que busca el bien de Sus hijos, la que promueve la oración redentora, la Madre que siempre los aproximará a Dios.
He aquí la Comandante Celestial, la que desciende del Reino de los Cielos para conceder a los corazones una Gracia, la que acompaña, ayuda y comprende a Sus semejantes.
He aquí la Comandante Celestial, la que lleva consigo la Espada de Luz de los Arcángeles del Cielo, con el fin de expulsar los espíritus invasores para apartar a las almas del camino de la perdición.
He aquí la Comandante Celestial, la que lleva entre Sus Manos el Escudo del Arcángel Miguel para poder defender a Sus hijos durante las batallas, la que protege y ampara a las almas inocentes.
He aquí la Comandante Celestial, la que intercede por las causas imposibles, la que defiende a las almas durante su juicio, la que concede a los corazones momentos de paz.
He aquí la Comandante Celestial, la que eleva a las consciencias hacia lo que es verdadero, la que impide en este mundo la destrucción, la que guía y acompaña el despertar interior de las almas.
He aquí la Comandante Celestial, la que trae del Universo los Dones de Dios para derramarlos sobre el mundo como infinitas Gracias, la Madre que presenta las ofrendas de Sus hijos a Dios.
He aquí la Comandante Celestial, la que interrelaciona los Universos para que los Rayos transfiguren, de tiempo en tiempo, al planeta; la Comandante que transmuta, de ciclo en ciclo, el caos de la humanidad.
He aquí la Comandante Celestial, la que gesta en Su Vientre purísimo el surgimiento de una nueva humanidad, la que mostrará al mundo la puerta por donde retornará Cristo.
He aquí la incansable Comandante Celestial, la que bautiza a Sus hijos con el Espíritu Santo, la Madre que concede la reconciliación interior.
He aquí la Comandante Celestial, la que hoy desciende en Gloria sobre este Centro Mariano para poder abrir los ojos de Sus hijos y mostrarles el verdadero camino del espíritu, el camino de la perpetua oración.
He aquí la Comandante Celestial, la Patrona del Brasil, la Señora Aparecida, la Madre Bondadosa que protege el espíritu de las naciones.
Que hoy, en el día de Su fiesta celestial, las almas reciban de la Señora Aparecida, la fuerza suficiente del amor para poder vivir los cambios que llegarán.
He aquí la Comandante Celestial, la que prepara a las almas para el Retorno de Cristo.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
La Casa del Niño Rey
Queridos hijos:
Es con alegría, júbilo y regocijo que su Madre Celeste llega hoy al Centro Mariano del Niño Rey para consagrar la Casa de Oración, que especialmente será dedicada en honor, cura y reparación de todos los niños del mundo.
Es por esa causa que este Centro Mariano fue consagrado desde el principio al Niño Jesús, para que todos los niños que aquí lleguen puedan entrar en comunión con lo Alto y así, curar sus heridas más profundas.
Sigo considerando que este Centro Mariano, que hoy concibe en su seno principal la reciente Casa de Oración, representa para el universo una Isla de Salvación y una nueva Arca de la Divina Alianza entre las almas y Dios.
La Casa de Oración del Niño Rey podrá desempeñar la tarea para la cual fue creada en este tiempo; tarea que será orar y ofrecer a Dios cada encuentro, así como cada liturgia mensual del Centro Mariano, por la salvación de los más pequeños y desamparados del mundo.
Me serviré de cada liturgia de esta nueva Casa de Oración para impedir la explotación, el tráfico y la venta de los más pequeños, a fin de que por medio de ella, Yo pueda salvar sus esencias, lque ya están perdidas, así como socorrer con Mis propias manos a todos los niños y jóvenes que están siendo llevados por el mismo camino.
La manifestación de esta nueva Casa de Oración, en el Centro Mariano del Niño Rey, intentará justificar ante el Padre Eterno las faltas, ultrajes y omisiones que gran parte de la humanidad adulta comete contra los más pequeños del mundo.
Por eso hoy, Yo vengo a pedir que este Centro Mariano y especialmente la nueva Casa de Oración, dediquen a diario una liturgia especial por la salvación, protección y amparo de los niños del mundo, así como también un encuentro mensual en el mismo Centro Mariano, en donde los más pequeños puedan, por medio de la oración, del arte y de la música, ofrecer a Dios sus pequeños corazones como reparación del gran desequilibrio causado en este mundo.
Si estos pedidos se cumplieran, así como fue la manifestación reciente de la Casa de Oración; prometo, como Madre de todos, sacar de las manos del adversario y de sus opresores en la Tierra a todos los niños que son víctimas de la explotación y del abuso. Prometo desarmar y poner en evidencia todo lo que está oculto y es injusto al respecto. Prometo atender y socorrer, una a una, a las almas de los niños más desamparados.
He esperado tanto por esta nueva Casa de Oración, que en el encuentro que viviremos en estos días, su Madre y Reina de los niños del mundo llegará acompañada por el Niño Rey para que Él, en Su infinita Gloria, los bendiga y esta misión, que a partir de hoy vivirán, sea siempre colmada de muchas Gracias.
Pero, si Me trajeran a esta Casa de Oración a los niños más necesitados de ayuda y si estos fueran bautizados a los pies de la santa imagen de María, prometo retirarlos del profundo e injusto dolor que los afecta; también prometo, en nombre del Niño Rey, retornarles la alegría de vivir y el sentido espiritual de sus vidas.
Es misión de todos los colaboradores y voluntarios del estado de Rio de Janeiro asumir esta tarea que hoy Yo les encomiendo por la salvación y el rescate de los niños del mundo.
Por último, deseo, dentro de la Casa de Oración, un mural con los rostros de los niños del mundo, de todos los pueblos y de todas las razas, a fin de que quien entre a esta Casa, se sienta llamado a rezar por los más pequeños.
Que en este día se alegren sus corazones porque la Madre de Dios estará entre ustedes, ofreciendo cada oración, cada cántico y cada gesto de amor a Dios por la salvación de los niños.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Fiesta de San Juan Bautista
Queridos hijos:
Que la humanidad renueve, en este día, su bautismo espiritual y no sus costumbres.
Que en la Fiesta de San Juan, las almas recuerden el mensaje de ese santo hombre, primo de Jesús.
Que todos retornen al Reino de Dios, que está muy olvidado.
Que la mayoría de las almas se vuelva a unir a Dios y no a todo lo que se vive y promueve en la superficie de este mundo.
Que en el día festivo de San Juan, las consciencias de este planeta celebren el Sacramento que él trajo para el mundo: la posibilidad de ser renovado por el Padre, por el Hijo y por el Espíritu Santo.
Que en este día no sólo recuerden su bautismo, concedido por el sacerdote a través del agua, sino que también recuerden la bendición espiritual concedida por el Santo Espíritu.
En verdad, el propósito de la fiesta de San Juan, como la de otros santos, fue desvirtuado por Mi adversario; él consiguió llevar la atención de todas las almas hacia algo exterior, mediocre y superficial.
En cambio, en este día, San Juan trae el mensaje de que, a cada nuevo año, las almas se pueden renovar en la fe, recordando el Sacramento de su bautismo y confirmándose ante Dios y ante Su Divina Voluntad.
El bautismo es la bendición que el alma recibe, directamente de la Fuente de la Gracia y de la Misericordia, que permite liberarla de las manchas y de todos los pecados.
La finalidad de la Fiesta de San Juan era que las almas que comulgaran en este día, pudieran renovar su bautismo a través de un acto de fe y de unión con Cristo.
Hoy en día, esta intención está lejos de la atención de las almas y, muchas de ellas, en vez de renovarse, se condenan al Purgatorio sin siquiera percibirlo.
Por eso, su Madre, la Reina de la Paz, un 24 de junio de 1981, descendió en Medjugorje en la Fiesta de San Juan para intentar revertir esta costumbre humana que, hasta los días de hoy, y después de 35 años de Apariciones, sigue llevando a muchas almas al precipicio.
En las manos de cada alma está su elección.
Su Madre, la Reina de la Paz, llegó a Medjugorje para volver a unir a un pueblo que quedó destruido y separado por la guerra.
Mi Hijo pidió que, en la Fiesta de Su primo San Juan, Su Madre Celeste apareciera para recordarle al mundo el tiempo que aún tiene para retornar al Corazón de Dios y dejar de ofenderlo.
Después de 35 años en Medjugorje y de casi 10 años presente en Sudamérica, la Madre de Dios llega para advertir a Sus hijos que es urgente convertirse y rendirse lo antes posible al Amor de Dios, para no perder la paz interior cuando el mundo se purifique violentamente.
Así, la Reina de la Paz hoy desciende para confirmar un año más Su Presencia maternal y amorosa, entre Sus hijos que la aman y que la invocan.
El Padre Celestial espera que, lo antes posible, todos miren en su interior para percibir cuán urgente es un cambio en la humanidad, antes de que se abra la puerta definitiva a la Santa y Divina Justicia.
Hoy, en la Fiesta de San Juan, su Madre Celestial llega para despertar del sueño terrestre y del hipnotismo a cuantos corazones están lejos del Reino de Dios y que caminan hacia el sufrimiento.
Por obra de la Gracia, la Reina de la Paz hoy invita a todos Sus hijos a que renueven su bautismo y que así lo hagan también por los que ya no recuerdan esa bendición espiritual.
En este día de oración por la paz en las naciones, recordemos la llegada de María, Reina de la Paz, a Medjugorje, para que la consciencia humana sea elevada y purificada.
Su Madre Celeste retorna a Barcelona, porque aquí existe un camino abierto para comenzar a vivir ese cambio que Dios tanto espera ver manifestado en la humanidad.
Les agradezco por responder a Mi llamado.
Los bendice, renovando el Sacramento del Bautismo,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
Yo soy la Señora de las Aguas y con ellas purifico a Mis hijos de toda deuda y pecado.
Yo soy la Señora de las Aguas y con ellas bautizo a Mis hijos en el nombre de Cristo.
Con el agua doy vida a las criaturas espirituales y constituyo la fusión interior con el Padre Celestial.
Queridos hijos, soy la Señora de las Aguas y con ellas sano las heridas más profundas.
Soy la Señora de las Aguas y con ellas santifico a Mis hijos y derramo todas Mis Gracias sobre ellos.
Soy la Señora de las Aguas y con ellas divinizo todo lo que tocan y mojan, porque en la esencia del agua está la purificación, como también la elevación de la vida.
Queridos hijos, soy la Señora de las Aguas y a través de ellas espejo Mis atributos de luz para el mundo.
Quien se una a la consciencia divina del agua podrá sentir su pureza y castidad; es a través de este sagrado elemento que Dios creó, que todo puede regenerarse y renovarse.
Soy la Señora de las Aguas y con ellas borro los males de este mundo a través de la luz que emana físicamente de ella.
Como Señora de las Aguas, los invito a proteger de ustedes mismos todo lo que ellas guardan, para que en la vida futura la nueva humanidad aprenda a amar el poder sagrado de este elemento.
Con esta agua lavarán sus pies del pasado y se renovarán en esencia y en vida, porque el agua, cuando es santificada, permite disipar y limpiar toda situación interior.
Renuévense, renuévense a través del agua, y que toda pureza pueda emerger de sus corazones para que exista un poco más de paz.
Como Señora de las Aguas los purifico y los consagro en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
¡Les agradezco por proteger todas las aguas del mundo y por orar por ellas!
Los cura espiritualmente,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Cuando un ser y una consciencia humana se consagran al Padre Celestial, es motivo de alabanza y de Gloria en los Cielos, porque nuevamente se cumple la profecía de Mi Hijo, que en el fin de los tiempos y antes de Su retorno habrá nuevos Cristos, mansos de corazón y puros de sentimiento.
Una nueva puerta se abre desde el Cielo hacia la Tierra para que la humanidad ingrata reciba una oportunidad de salvación. Es a través del alma consagrada que un puente de luz y de misericordia se establece, cuando tan solamente la consciencia declara: “Sí, Señor Mío y Dios Mío, te acepto”.
En ese momento, queridos hijos, los portales se abren y nuevas Leyes de misericordia actúan sobre la enferma humanidad.
Quisiera, hijos amados, que todos comprendieran el valor celestial de una consagración, porque no solo una consciencia se renueva, sino que todos los que están alrededor de ese nuevo consagrado también reciben una Gracia Mayor.
Así, vean en sus corazones los pasos que Cristo dio por cada uno de Sus seguidores para que el propósito espiritual se pudiera cumplir.
Una consagración significa para el Universo un acto de rendición y de entrega; también significa la apertura para que el espíritu de esa pequeña consciencia limpie sus pecados y sea bautizado por la Luz espiritual y divina de Mi Amado Hijo.
Por último, esa consagración atrae para la consciencia la profundización de su compromiso con Cristo y se establece una importante fusión espiritual, lo que llamaría de una transverberación que sucede en el momento en que el alma recibe esa Gracia de consagrarse; así el alma no olvidará ese momento por el resto de su vida, porque se ha encendido en un potente caudal de amor.
Así les revelo la belleza que Dios concibió para cada alma de este planeta, belleza que intenta destruir Mi adversario a través del desvío espiritual. Quien se consagra a Mi Inmaculado Corazón y siga Mis pasos, sepa que no perecerá.
¡Alabado sea Dios por impulsar a Sus criaturas a la consagración espiritual!
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Hoy, las santas madres consagradas vengan aquí y póstrense ante Mi Altar.
Como a las santas mujeres de Jerusalén, Yo les entregaré Mi Legado para este tiempo definitivo.
Póstrense y vivan junto a Mi Madre Santísima, que hoy ha venido Conmigo, la Comunión Eterna, para concelebrar esta ceremonia con ustedes.
Arrodíllense los que puedan en el suelo, como los ángeles, por lo menos por un tiempo; así entrarán en el Universo de Mi Corazón para participar de esta Eucaristía que nuevamente vengo a renovar en este Jueves Santo.
Quisiera que las santas madres tuvieran una vela encendida para adorarme, así como las tuvieron ayer en unión a Mi Corazón de Luz.
Hoy el Cenáculo se establece en este lugar, el Cenáculo Espiritual que concibió y permitió la manifestación de la Santa Comunión, a través de Mi Cuerpo y de Mi Sangre en el pan y en el vino.
Dichosos de aquellos que saben celebrar esto, que se arrepientan y se humillen ante el Maestro de los maestros, porque podrán ser consciencias nuevas, almas en rehabilitación y paz, espíritus congregados por Mí de diferentes puntos del Universo que llevarán Mi estandarte de Paz, así como lleva Mi Corazón Glorificado para los cuatro puntos de la Tierra.
Alégrense y vivan Mi Comunión eterna, la renovación de sus votos en el Plan del Creador delante de un tiempo de crisis.
Antes de encender las velas quisiera bendecirlas para que ellas estuvieran purificadas, pues Mi Espíritu vive en la pureza, así como Yo los introduzco a todos en Mi Espíritu de Paz, para que trabajen su sublimación.
Estoy preparando una ceremonia para ustedes. Estén atentos a lo que hago, porque es único para este tiempo y para todos los corazones de la Tierra.
Renovaremos esta mesa sagrada con ofertas que me han hecho, desde sus corazones para el Mío.
Estén en adoración como está Mi Madre, postrada a Mis Pies, orando por el mundo en Su magnífica Santidad.
Agua bendita, por favor…
Sigan las instrucciones que Yo les estoy dando para que la Ceremonia sea perfecta, en el Cielo como en la Tierra, en sus almas como en sus cuerpos, en esta institución que Yo hago de los Códigos de Mi Luz en cada uno de los elementos.
Si las madres pueden venir aquí, por favor...
Con esta vela que Yo les entrego rezarán por trece días después de las Pascuas, para que Mi Corazón pueda ser más glorificado en el mundo, especialmente por las almas que deban despertar y que se pierden.
Así lo harán junto a Mi Madre, cada vez que enciendan esta vela, en conmemoración a Mi Corazón Misericordioso. Especialmente lo harán por aquellos, sus hijos espirituales, que deben ser cuidados por su maternidad, así como Mi Madre cuida a todos Sus hijos hasta el fin de los tiempos.
Queridas madres, den ese testimonio de perseverancia y de amor, para que sus hijos caminen así como ustedes caminan.
Ahora colóquense en semicírculo de un extremo al otro de la mesa.
Cada una, en su interior, emitirá una oferta a Mi Corazón, por la humanidad, la cual Yo acogeré con plenitud, para que sea transformada por Mi Misericordia y por Mi Paz.
Las escucho en el silencio.
Coloquen su mano izquierda sobre el corazón, madres y, emitan esa petición a su Esposo Celestial.
Ante la Divinidad de María, fúndanse con Mi Corazón y restablezcan Mi Legado en el mundo para todas las criaturas que encuentren en sus caminos y que necesiten de mucha ayuda para soportar la transición.
Así como Yo reuní a los doce en el Cenáculo, así reuní a las mujeres de Jerusalén, en la Comunión Espiritual con Mi Cuerpo y Mi Divina Sangre.
Reunidas con María todas comulgaron y se prepararon para enfrentar la Pasión del Señor y así Me ayudaron a soportar las crueldades del mundo, las injusticias del hombre y la omisión de los corazones, fases que podrían vivir en estos tiempos, madres. Pero en la plenitud del Inmaculado Corazón de María, su Gobernanta y Comandante, todo superará por el potentísimo Fuego del Amor y de la Paz, en Perdón y Misericordia.
Ahora, detrás de las madres, estarán los sacerdotes para que concelebren Conmigo esta renovación Eucarística.
Hagan todo en armonía, porque Yo estoy donando un tiempo especial para ustedes y para el mundo, y con suma importancia para este lugar.
Cuando ya estén los sacerdotes, podré proseguir con esta celebración y este Cenáculo.
Traigan a Mí el incienso y el agua bendita de nuevo, para que pueda purificar esta mesa.
Ahora compañeros, a los pies de este escenario, se colocaran los residentes consagrados de las Comunidades Luz y acompañarán Conmigo esta Consagración, así como Yo los consagro a Mi Padre Eterno.
Estamos preparando la mesa para este Sagrado Sacramento.
Vamos a cantar juntos Kyrie Eleison.
Kyrie Eleison...
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Podemos ponernos de rodillas, las madres y los consagrados también.
Vamos a prepararnos, compañeros, para la divinización de estos elementos.
Agua, Sangre, Vida y Redención que brotaron del bendito Corazón herido de Jesús,
ten piedad, misericordia y compasión por todos nosotros, Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Jesús dice que escuchemos "Así habló el Maestro".
Las madres podrán venir a lavarse las manos.
Jesús dice que hay que traer otra jarra de agua.
Con esta agua Yo purifico sus sentimientos y sublimo sus ideas. Con ella bautizo a los humildes y elevo a los simples, uno a los puros con Dios, santifico a los que se consagran, elevo a los pequeños hacia el Reino de Dios; perdono y curo a los que siempre Me han buscado, encuentro en los servidores, la Paz, trasciendo a todos hacia Mi Reino, vivo el sacrificio de los que recién comienzan, Me presento en los corazones abiertos, Me vivifico en los que sufren. Me elevo en los que oran Conmigo, curo en los que Me buscan, Me sirvo en los que se dan, los libero en el poder del silencio.
En aquel tiempo, compañeros, las santas mujeres comulgaron Conmigo. De la misma forma que Yo lo hice con los doce, con Mi Santa Madre lo hicieron para instituir el poder de la maternidad, a través de los tiempos, la infinita obra del amor y de la caridad para todos los corazones caídos y perdidos.
Por eso María, en Su santa bondad, en vez de tomar un Cáliz con vino, tomó entre Sus manos un Cáliz con agua, lo elevó en el nombre del Poder de Su Hijo, para instituir la liberación del mal del planeta y la redención de las almas, a través de Su infinita caridad.
Y en aquel tiempo, en el Cenáculo silencioso de María, elevó el Cáliz en el Nombre de la Pasión de su Hijo, agradeció a Dios por ese sacrificio que viviría el Primogénito de Dios y siendo el Cáliz santificado por los ángeles de todo el Universo y en su santa visión y locución interior dijo:
Hijas Mías, tomen y beban de este poderoso Sacrificio que derramará Mi Hijo por ustedes y por todos los hombres, para el perdón de los pecados. Hagan esto por vuestra santidad y la santidad de todos los seres de la Tierra hasta el tiempo en que Él retorne al mundo, por segunda vez. Beban de la sangre Preciosa que es derramada por el Cordero de Dios. Purifiquen vuestros cuerpos con la infusión de Su Espíritu Divino, que los acoge en Su Purísimo Corazón. Beban de la Humildad que el propio Padre manifestó a través de Su Corazón, del Corazón de Su Hijo.
No pierdan tiempo, porque así como Él vierte Su Sangre, Él derrama Su Misericordia hasta el fin de los tiempos. Beban, hijas Mías del Código perfecto de la redención y nutran sus esencias con la divina Pasión de Mi Hijo.
De la misma forma Yo lo hice con los doce, cuando elevé el Cáliz de la Redención y de la Paz por todos los ultrajes del mundo y les dije a Mis compañeros como les digo hoy a ustedes:
“Tomen y beban todos de él porque esta es Mi Sangre que los elevará al Cielo y los purificará en espíritu”. Beban y no teman porque Mi Luz se hará visible en sus corazones.
Confíen en lo que Yo he derramado por el mundo entero. Confíen y amen así como Yo amé cuando derramé cada gota de Sangre por las almas de aquel tiempo y de los tiempos de hoy.
Arrepiéntanse de todo corazón y no perderán el camino que Yo he venido a encomendar para sus vidas, ante los ángeles del Cielo, que hoy se congregan para hacer resplandecer la Tierra por los siglos de los siglos.
Así María, entre Sus Santas Mujeres, tomó el pan, lo elevó en el Nombre poderoso de Su Hijo y de todos los Reinos Celestiales, pidiendo al Creador, Adonai, que se convirtiera en el Cuerpo precioso de Su Hijo y en la Comunión Espiritual con todas las almas de la Tierra.
En ese mismo instante su Maestro y Redentor también elevó el pan, instituyendo la Eucaristía en la Presencia de la Santísima Trinidad, lo partió y dijo en la humildad de Su Corazón, como dijo María, coman hijas Mías, este es el Cuerpo del Señor, que en nombre de todos se entrega para establecer el perdón de los pecados. Coman y vivan antes de Mi hora, la Pasión del Cordero de Dios. Coman y renueven sus votos con Dios, el Creador.
Y así compañeros, antes de Mi Muerte dejé para el mundo Mi mayor testimonio de amor por aquellos que Me entregarían a través de los tiempos, por sus indiferencias, ultrajes y, por los castigos a los inocentes.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Gracias Jesucristo por cuánto nos das.
Después, compañeros, harán comulgar a todos sus hermanos de esta bendición sacratísima que hoy Mi Corazón ha realizado para todos los presentes.
Me elevo en oración y vigilia hasta el momento de Mi Cruz.
Mientras las almas Me viven, sus corazones se encienden en Misericordia y eso es algo verdadero, eso es algo que Yo siempre busco de todos los corazones de la Tierra.
Hoy Me muestro a ustedes en Gloria.
Así como Yo Soy en el Cielo, así Yo Soy ante Mi Padre, quien merece gloria y alabanza.
Hoy vengo de un lugar del Universo muy especial, hacia donde podrán ir, algún día, después de que se cumpla Mi Obra en esta humanidad.
Quisiera que hoy no solo contemplaran Mi Corazón, sino también que lo sintieran aquí, presente entre ustedes, comulgando con la esencia de la unidad y de la hermandad entre todos los espíritus de buena voluntad que, a través de los tiempos, se congregan para escucharme, así como una vez Me escucharon en Tierra Santa.
Por eso, Mi Padre los ha colocado aquí, en esta parte del planeta, para que volvieran a vivificar Mis Principios de instrucción y de transformación.
Hoy sí puedo extender Mi Mano sobre ustedes y posarla sobre sus cabezas, como lo ha pedido Mi Madre en Sus oraciones perpetuas.
Hoy sí puedo decir que el Amor de Dios vence y que todo lo transforma, cuando Él es reconocido de verdad, por las almas que lo claman sinceramente.
Hoy, Mi Gracia se aproxima al mundo oscuro para volver a iluminarlo en Mi Espíritu; en Mi Espíritu de Paz y de Misericordia.
Pero hoy, compañeros, no solo estoy con ustedes sino también con aquellos que abren sus corazones y sus hogares para recibirme en esta comunión espiritual, con el Corazón que los ama permanentemente, sin restricciones ni condiciones; con el Corazón que sufrió por ustedes los martirios de la Pasión y de la Cruz; y que, en el momento culminante, dijo: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.
Pero hoy no quiero que piensen quiénes fueron en ese momento, sino que Me vivan en este eterno presente, del cual Yo los hago partícipes, a cada nuevo encuentro.
Hoy, muchos de los que están aquí representan a las naciones del planeta, sus deudas y sus compromisos. Yo necesito, compañeros, que sus corazones sean Mis misioneros de la paz, como lo han sido los que Me han servido en Medio Oriente, en medio de la tribulación y del caos, confiando plenamente en los pasos de Mi Santa Madre, que se regocija en los corazones que aman Mi Corazón y Mi Misericordia.
Hoy, vengo a entregarles lo que necesita el mundo para este último tiempo, que es el Amor de Dios que debe renovar todas las cosas y que debe redimir a los corazones que aún están cerrados a Mi Llamado.
Pero Yo espero, como esperé en el Huerto Getsemaní, en la absoluta soledad del Corazón y de la Consciencia, con la asistencia suprema de los ángeles del Cielo, que consolaron Mi ofrecimiento en la Cruz y en la Pasión.
Ya no los quiero ver dormidos.
Mis Palabras son códigos de vida para todos.
Mi Amor es el bálsamo para sus espíritus, es la consolación para las almas, es la cura profunda para los que se han herido con sus propias acciones.
Pero sepan, compañeros, que aún no puedo retornar en Gloria, porque los corazones que Yo he escogido deben estar preparados para recibirme en ese momento, para poder reconocerme y abrirme las puertas de sus almas, para abrazarme fuertemente y saber quién Soy.
Quisiera que no solo Me pudieran ver, sino que Me reconocieran cuando fuera el momento, ustedes y sus hermanos del mundo, que aún duermen en el sueño de la ilusión, de la realización personal y del poder propio.
Hoy estoy aquí, en Gloria, ante los corazones que Me han dicho “sí” a la redención. Por eso, iré primero a bendecirlos con Mi Espíritu, que es el Espíritu de Dios, que ilumina a todas las formas y exalta los buenos sentimientos de las almas que se reconcilian con Dios todos los días de la vida.
Ustedes Me adoran, Me esperan y Me aman. Yo también los espero, también adoro lo verdadero que son y amo lo que en verdad existe en ustedes, que es lo más bello que Dios creó para este Universo: la Unidad.
Si sus corazones no estuvieran unidos cuando Yo ya no esté aquí, presente entre ustedes, ¿qué harán?
¿Cómo Me esperarán cuando Yo golpee la puerta de sus moradas?
¿Cómo transmitirán Mi Palabra a los que la deben escuchar en esta hora tan aguda?
No tienen por qué perturbarse, eso es cosa de Mi adversario.
Quien acongoja su corazón es porque no Me ama, o aún no sabe cómo vivirme; pero si Yo vengo en Gloria para los que Me corresponden y para los que aún deben despertar en cada parte de esta Tierra, ¿qué tienen que temer, si están en Mi Luz, si creen vivir en Mi Corazón que todo lo puede?
Cuando Yo caí con la Cruz por segunda vez, Mi Madre se acercó, viviendo Mi Dolor, porque era algo compartido bajo el Propósito de Dios, compartir el dolor del mundo y de los pecadores pervertidos.
Ella misma Me elevó, Me levantó del suelo cuando Mi Cuerpo estaba muy cansado; porque era el cansancio de Dios sufriendo en Mi Cuerpo por las almas ingratas, por los pecados del mundo; pero era el amor lo que Me hacía fuerte, no era Mi Voluntad; porque Mi Voluntad estaba en Mi Padre.
Mi Padre estaba en Mi, haciendo Su Voluntad. Es eso lo que ustedes deben vivir, así como Yo lo viví, cada uno en su proporción y en su grado.
En ese momento, en la segunda caída, pensé que iba a morir en el camino del calvario. Y la mirada de Mi Madre fue lo que Me salvó; una mirada de amor, de consolación y de amparo. Allí fue cuando el Arcángel Miguel Me dio fuerzas para erguirme y continuar, y dije en aquel tiempo: Madre, Yo renuevo todas las cosas, porque es Mi Padre el que las renueva en Mí y en Ti.
Deben dejarse renovar por Mi Corazón, que está en oferta para los que quieran recibirlo; porque no habrá para dónde seguir, compañeros, cuando el caos se manifieste; no habrá refugio, casa o persona que los ayude. Mi Corazón es su salvación y su fe eterna.
Así, Yo podré ayudar a Mis hijos cuando esté en sus corazones todo el tiempo, y no solo por algunos momentos.
Necesito que Mi Existencia se expanda en ustedes por más tiempo. Ustedes, compañeros, son depositarios de una gracia inexplicable, de una oportunidad incalculable delante de la deuda del planeta y de la humanidad; por eso, Yo insisto con ustedes hasta alcanzar lo que quiero.
En perpetua Adoración deberemos estar para los tiempos difíciles. Fue así como Yo se lo pedí a Faustina en el Santísimo Cuerpo de Cristo.
En el Sagrario está la Fuerza renovadora para todos los que la busquen.
Los bendeciré e iré con ustedes. Peregrinen a Mi Corazón, y no se cansen de hacerlo; así entenderán muchas cosas en el próximo tiempo.
Ahora, Yo he venido aquí para que todos se sientan purificados, pues Mi Luz se expande como moléculas en todos aquellos que abren sus corazones para recibirla, en gratitud y amor.
Recuesten, en silencio, sus cabezas sobre Mi Pecho, y sientan Mi Corazón Glorificado que consuela y sana todas las heridas, sin importar cual sea, porque para el Hijo de Dios no hay nada imposible.
Si su fe es fuerte, Mi Amor será fuerte en ustedes y se sentirá en los corazones que se aproximen para reconocerme en Mis hermanos.
Esta agua hoy los bendecirá a todos, como símbolo de la renovación de su primer bautismo; y aquellos que no fueron bautizados como Yo, en el río Jordán, recibirán esta primera bendición que los preparará para su primer bautismo, en donde todo mal se disipará, y la Luz de Mi Gloria se establecerá sobre las almas que se regocijarán en Mi Espíritu.
Oremos como el Padre lo enseñó a través de Su Hijo, para que, en Gloria, el Espíritu Santo descienda y santifique esta agua que es la primera señal de la Creación de Dios en este planeta y en todo el Universo, el agua que sacia la sed de las almas.
Alabado sea Dios, glorioso Su Reino. Aleluya, Aleluya, Amén.
Con esta bendición, compañeros, que los Dones de Mi Padre se puedan manifestar en ustedes, a través de la vivencia de los Sacramentos y de la renovación de sus votos con el Proyecto Altísimo de Dios.
Que sus almas se alegren y que nunca dejen de hacerlo, viviendo todos los sacrificios por la humanidad y el planeta, para la redención final del mal.
Mi Corazón hoy triunfó nuevamente en el mundo por su respuesta.
Que Mi Paz se establezca en aquellos que no la tienen.
Que Mi Fe se propague como el aroma sutil del Universo.
Que Mi Amor se expanda como la brisa del viento y que todos sientan la esperanza de vivir en Dios, para siempre.
Yo los bendigo a ustedes y a los que más lo necesitan en este mundo, como lo hice en el Monte de las Bienaventuranzas, elevando Mi Mano derecha hacia Mi Padre, colocando Mi Mano izquierda sobre Mi Corazón, que es el Corazón de Dios, abriendo los Cielos, he invocado al Espíritu Santo.
Así, Yo los bendigo en el nombre Santo de Mi Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
He venido a la orilla, para llamarlos, como a los apóstoles.
Ayer escuché esa canción y quisiera que hoy la hicieran en gratitud a Mi Padre.
Pueden ir en paz.
¿A qué le temen? Cuando Yo estoy presente la Luz reina y la oscuridad se disipa de los espacios más profundos de todos los seres.
¿Por qué temen? ¿Acaso el Poder que Dios Me ha dado no es más fuerte que mil ejércitos?
El Poder que viene de Dios es invencible pero no puede ser tentado por nadie.
El ángel caído aún no ha salido de su abismo porque todavía falta que Yo retorne para entregarles Mi Victoria y Mi Paz.
Yo los llevo a todos por un largo desierto y algunos temen morir en el camino por tanta sed.
Yo Soy ese gran Espejo de Agua, Soy ese Oasis que está en la mitad de sus caminos para salvarlos y darles de beber de la última Agua de Vida que todo salva, que todo redime y que todo sana.
Aún están a las puertas de ese gran desierto que Yo los invito a cruzar a través de las experiencias y de las pruebas. ¿Acaso no confían que Yo pueda estar allí para ayudarlos?
Hoy estén postrados como Yo una vez lo hice en el Getsemaní.
La soledad forma parte de la prueba de todos los iniciados. Si Yo, que Soy vuestra Vida, lo padecí, ustedes también, pero no en el mismo grado como Yo lo sufrí por ustedes y por todo el mundo, hasta los tiempos de hoy.
No hay hacia donde puedan escapar, compañeros. El Armagedón es la puerta de entrada al Apocalipsis, que muchos creen que aún no ha llegado pero que se desenvuelve de una forma arrasadora en esta humanidad.
Yo Soy ese Sagrado Corazón que los consuela, que los conmueve, que los une con el Padre Celestial.
Las espinas de Mi Corazón son la muestra de la gravedad del mundo y de todos sus moradores.
El yugo es fuerte en estos tiempos pero no hay qué temer, trabajen por Mi Padre y junto a Mí, para servirme en el nombre del Amor, del Amor Infinito.
Hoy se desata en el mundo la gran y primera batalla espiritual, que no está en la visión, ni al alcance de todos.
Por eso he venido en esta noche para confortarlos, para darles a beber de Mi Agua, que no los hará morir sino renacer en espíritu, en unión Conmigo.
Son tiempos difíciles y se volverán cada vez más difíciles, pero necesito que se aferren a Mi Corazón para que puedan estar en el Corazón de Mi Padre.
También sufro por tantas crueldades, por tantos desánimos, por tantos pecados; pero Yo morí por ustedes en la Cruz y Me fue concedida la Misericordia de Dios.
El mismo Dios se hizo clavar en la Cruz por ustedes para que no se perdieran. Pero esta experiencia parece no ser suficiente para esta humanidad de hoy, que en la consciencia profunda cree que el Maestro fracasó.
La victoria está en la fuerza del Amor verdadero e invencible que proviene de la Fuente de Mi Padre y que regenera todas las cosas, las cosas más perdidas.
Si sus caminos alguna vez se desvían de los Míos, sepan que pueden retornar.
¡Cuánto amor tengo para dar a las almas y pocos lo aprovechan!
¡Cuánto tiempo tengo Mis Brazos abiertos y extendidos hacia ustedes para acogerlos y pocos Me abrazan!
¡Cuánta paz puedo entregarles y pocos la buscan!
Les di los Sacramentos, las señales de la salvación para que pudieran vivirlos una y otra vez; porque el cuerpo puede morir pero el alma vive en la eternidad.
Es a sus almas que no deben fallar, es a sus espíritus que no deben lastimar por sus acciones, por sus dudas, por su poca fe.
Yo sé que muchos no se animan a cruzar este desierto tan extenso y duro.
Quien confía en Mi Misericordia se salvará y no estará perdido.
Hoy vengo como el Jesús de la Divina Justicia para el mundo.
Mis Manos siguen llagadas por las faltas del mundo, por la soberbia, por la arrogancia, por la falta de penitencia. Pero Yo les doy la fuerza para reconstruirlos, para sanarlos, para renovarlos una y otra vez.
Estoy a las puertas de ese desierto para acompañarlos, pues muchas almas no sabrán cómo caminarlo porque no tienen la guía interior. Pero Yo Soy ese sendero que los llevará al Padre, a la casa del Padre Celestial en donde no existe el miedo, no existe la oscuridad, solo reina el Amor.
Me ofrecí al mundo para que llegaran a Mi Padre, para que ascendieran hacia lo más alto. Muchas veces sus cuerpos no lo quieren, pero no se amedrenten, todavía el universo es dual y la experiencia es viva para todos.
Pero si existe el amor entre los Míos, nada pasará, porque donde está el amor verdadero y no orgulloso Yo estoy presente. Tal vez no Me podrán ver ni sentir en los momentos más cruciales, pero cuando la batalla esté en pleno auge, Yo estaré presente para apoyarlos.
Viví por ustedes la primera guerra de la Redención a través de la Pasión y de la Cruz. Yo les enseñé cómo hacerlo en el silencio, en la entrega y en la confianza en Dios, pero muchos no quieren hacerlo porque temen fracasar.
La no resistencia será su cordial hermana, la que los fortalecerá para vivir las pruebas, así como están escritas. Si no se purifican no pueden llegar al Reino de Dios.
Adán y Eva salieron de este proyecto durante el Génesis y desde ese momento, el pecado original se cultivó en el corazón de los hombres y de las mujeres de la Tierra.
Llegaron los Patriarcas para enderezar los caminos de la humanidad.
Llegaron los Profetas para anunciar la salvación del mundo a través de Cristo.
Llegó María, vuestra Madre, para acompañarlos en el amor y en la fe; si esa mujer tan simple decidió vivir los poderes del Cielo, abrazándolos con fervor y devoción, aceptando la Voluntad del Padre, ¿por qué ustedes no lo hacen?
Todo lo que se muestra en sus caminos es parte de una experiencia.
La santidad es la meta de los nuevos cristos, de los nuevos corderos que irán a diferentes mataderos; pero nadie irá al matadero así como Yo fui, por cada una de las esencias a las que les faltaba la paz y la reconciliación.
Mi Sangre fue vertida sobre el mundo y pocos la adoraron; es la Sangre de Dios hecha carne que se entregó por la Redención.
La luz de los misterios es para todos sin excepción; los misterios de la Sangre vertida, los misterios de la Cruz, de la Pasión, de la Agonía y de la Resurrección, fueron y son para que el mundo pudiera dar sus pasos hacia el Señor.
Mientras les hablo contemplo el mundo que agoniza y otros festejan su propia realización. ¿Qué es más valioso: Que una humanidad se salve, o que una nación se desarrolle por sus pobres poderes? Las armas fueron creadas para instigar a los corazones, para crear el miedo y la persecución.
Si están unidos a Mí podrán morir, pero sus espíritus siempre resucitarán. La victoria se encuentra en el Amor, en la Unidad que es encomendada por Mi Padre a todo el Universo.
Mientras les hablo camino en el desierto junto a ustedes, así como lo hice con los doce para mostrarles dónde se encontraba la verdad.
Que sus corazones se pacifiquen, se calmen, que sean mansos y amorosos. Sus semejantes podrán fallar, pero su amor no podrá desaparecer.
¿Cómo estaré Yo presente en ustedes si no está la Fuerza del Amor que todo lo mueve y que todo lo recrea para que las almas crezcan en el Amor de Dios?
Hoy consuelo a los que han caído, los que no consiguen levantarse del suelo por sus propias experiencias.
Hoy los bautizo así como Juan Me bautizó en el Jordán y les confío la alegría de vivir esta experiencia que muchos no comprenden porque es desconocida.
No pierdan la esperanza, que su fe no sucumba, pues hoy el Rey de Dios, el Hijo del Hombre, el Siervo del Altísimo pisa con Sus Pies lo que causa el dolor y la amargura en los corazones, liberándolos de los pecados, de las tentaciones, de los desvíos.
Les entrego Mi Fe que es lo que puedo legarles. No dejen de buscarme, pues muchos corazones Me necesitan a través de Mis verdaderos discípulos.
Hoy traigo la serenidad y la calma, pues las batallas no terminarán, y cada vez muchas más almas deberán sumarse para que ese Ejército de Luz nunca decaiga.
Vuestra Madre corre al desierto para refugiarse, así como lo dijo Juan; ustedes también deberán hacerlo antes de que llegue el mal tiempo. Muchos se sorprenderán por no haberse preparado.
Los Sacramentos serán las llaves para entrar en ese refugio, así como la oración y la vigilia.
No deben perseguirse, no deben amedrentarse, sino estar al servicio de lo que Dios necesita para la humanidad. Pues en este Libro que hoy llevo entre Mis Manos, son pocos lo que se han comprometido, aunque podrían ser muchos más, si todos caminaran en la fe.
Yo los amo, los bendigo y los bautizo en la indulgencia concedida por Mi Divina Misericordia.
Adoren al Señor, adoren a Adonai.
Padre, que confiaste a Tu Hijo el misterio del sacrificio por el mundo, ayúdalos Señor para que se vuelvan a erguir en Tu Nombre Santo.
Así como enviaste al Huerto Getsemaní a centenas de ángeles para que Me auxiliaran, así Señor levántalos del suelo cuando caigan.
La carne es débil pero el alma es fuerte, creada a Tu semejanza, creada en el nombre de Tu Amor.
Adonai, nutre los espíritus, eleva a las almas a Tu Reino, a Tu Vida, a Tu Corazón. Disuelve el dolor del mundo, reconstruye Tu Proyecto por aquellos que te escuchan a través de Tu Hijo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Cristo Jesús Glorificado
Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente
y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre,
Alma y Divinidad de Jesucristo,
presente en todos los sagrarios de la Tierra,
en reparación por los ultrajes, sacrilegios
e indiferencias con que Él es ofendido,
y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.
Miren a Mi Corazón sin miedo para que vuestra vida resplandezca, pues el deseo de Mi Padre es que se cumplan Sus promesas a través de todos Sus hijos en el mundo.
Para que eso sea posible, compañeros, vuestro corazón debe ser confiado, fiel y seguro dentro de Mis caminos de Luz, y no puede existir entre vuestras consciencias ninguna separación, porque así la promesa no se cumplirá.
Que vuestros corazones estén atentos, más allá de vuestras mentes y sentimientos. Que vuestros corazones sientan Mi promesa que se está cumpliendo en este momento, en este retorno que Yo vengo preparando en vuestras vidas, en silencio y oración.
Así como vuestras oraciones son escuchadas todo el tiempo, Mi Corazón también las responde todo el tiempo.
A veces, compañeros, no vivirán aquello que tanto desean porque no es Voluntad de Mi Señor. Las pruebas llegarán a vuestro encuentro para fortalecer vuestra fe y fidelidad en Dios.
Por eso, Yo necesito de corazones cristalinos que busquen todo el tiempo Mi Sagrado Corazón, y no se cansen de mirarlo porque de Él brota la fuerza para la transformación de vuestras vidas y de vuestros caminos.
Hoy los invito a que abandonen vuestras resistencias, para que las amarras se puedan desatar. Mi espada ya no podrá cortar vuestras amarras. A través de la Fuente insondable de Mi Misericordia, vuestros corazones ya saben cómo hacerlo, no solamente con la oración del corazón, sino a través del ejemplo de vuestras vidas, de una vida transformada en Cristo y por Cristo.
¿Por qué piensan que Yo no los quiero bautizar? En los planes de Mi Padre todo tiene su tiempo y su hora. Yo vengo a bautizarlos con Mi Espíritu. ¿Acaso tiene más fuerza el agua que Mi Espíritu?
Mi Espíritu está presente en todo y quiere estar dentro de ustedes para que Yo los pueda bautizar en la Gracia y en el Amor. ¿Acaso Mi Presencia en esta tarde ya no es un bautismo para vuestros corazones?
Dichosos aquellos que creen sin haber visto, porque estarán bautizados por segunda vez.
En Mi Reino no existen preferencias ni tampoco en Mis apóstoles. Por eso, Yo los vengo a transformar de a poco, para que vuestras vidas no se sumerjan en la tristeza, en la desesperación o en la perturbación de no creer que puedan conseguirlo. Si miran a Mi Corazón, todo lo podrán.
Yo vengo a ofertarles lo mejor que tengo todo el tiempo y no Me cansaré hasta que lo puedan sentir y comprender, pues Mi Corazón es esa Gracia que todo compenetra, es el bálsamo que les da la Vida, la Vida universal, la Vida inmaterial.
¿Acaso eso no es un bautismo para ustedes? Juan lo profetizó. Yo los bautizo en nombre del Espíritu Santo que es el mayor y máximo Don entre los dones, que proviene del Corazón de Mi Padre para resucitar la vida de la materia y tornarla pura en la Fuente inmaterial.
Quisiera que todos vivieran los Sacramentos de una sola vez, pero Yo vengo a rememorar que los dones de los Sacramentos son sagrados para el Padre y las almas no han sabido aprovecharlos a lo largo de la historia de este mundo.
Por eso, Yo vengo a pedir que se bauticen en nombre de Mi Espíritu; que se purifiquen, lavando vuestros pies en nombre de la redención y que sean ungidos con la Cruz de Mi Corazón en nombre de la cura y de la paz.
Pero, para que los puedan vivir, el Espíritu y los Dones que provienen de Mi Padre no pueden ser deseados. ¿Cómo el Espíritu de Dios los transformará mientras exista vuestra voluntad?
Yo vengo a despojarlos de todo, cada uno en su grado de aprendizaje. Yo vengo a reformarlos en cuerpo, alma y espíritu a través de los Sacramentos. Pero más bautizado estará aquel que lo viva en nombre de sus hermanos que de sí mismo.
Mientras estoy presente, piensen en Mí. Coloquen la atención ardiente en Mi Corazón, para que vuestras vidas participen de esta Comunión Conmigo.
Ayer les vine a dar una lección de humildad que es necesaria para todo el mundo, pues los corazones deben conocer qué es lo que deben cambiar a tiempo para no engañarse a sí mismos.
Yo vengo a traerles la Verdad, pues aunque no la conozcan profundamente porque es una Verdad que proviene del Corazón de Dios, Yo les traigo una parte de esa Verdad para que vuestros corazones, a través de Mi Sabiduría, crezcan en madurez y en consciencia.
En cuanto Mis ángeles trabajan en el mundo, Yo quisiera verlos más disponibles para llevar Mis Obras de Luz adelante. Pues mucho ya recibieron y seguirán recibiendo mucho de Mi Corazón cuando exista el verdadero equilibrio entre el hombre y Dios.
Yo les traigo una ciencia muy desconocida que, a través de Mis simples Palabras, están siendo invitados a conocer, pues Mi Vida en el Cielo es simple. No existe ningún misterio en esta Obra, solo aquel que los hombres colocan, como un sello, en el Corazón de Dios. El Corazón de Dios está abierto para recibirlos. Vuestros corazones son los que se cierran ante la Presencia de Dios y más aún ante Su Hijo.
No vengo a reclamarle nada al mundo, sino que tenga consciencia de lo que hace y de lo que piensa, para no degenerar aún más la perdición.
Les abro una puerta todos los días para que vuestros corazones se regocijen y amplifiquen vuestro espíritu en la sagrada sintonía con Dios.
A través de este ministerio de los Sacramentos, que Yo pido que vivan en Mi Nombre, vengo a traerles nuevas Gracias, pero grandes Gracias serán llevadas en los corazones que se unan al hermano que viva el Sacramento.
¿Ahora entienden cómo son las cosas? Muchas veces fueron bautizados por Mi Espíritu, pero pocos lo percibieron. Yo vengo a traerles esta Verdad porque son Mis últimos Dones que hoy derramo sobre el mundo y en todas las almas que se fortalecen en Mí para cumplir el Proyecto de Dios.
Que vuestros corazones no se acongojen, mas que vuestros ojos se abran, los ojos del corazón, para sentir Mi Vida, para ver Mis prodigios, para reconocer a Mi Espíritu que amorosamente los visita incansablemente.
Pero hoy no solo estoy aquí, estoy en omnipresencia y en omnipotencia en Aurora y en cada corazón humano que, en esta hora de insondable Misericordia, Me haya abierto la puerta del corazón, rompiendo la barrera de su resistencia interior.
No vengo a forzar nada en ustedes. Vengo a traerles una nueva Gracia que brota de Mi Corazón y de Mis Manos para todas las almas de mundo.
Ustedes son un grupo de almas constituido por Mi Espíritu de Luz. Cuando un alma se apaga, muchas más se apagarán. Es como la manzana descompuesta, en la cesta, junto a las otras manzanas. ¿Quién las salvará a tiempo, antes de que se endurezca su corazón?
Yo vengo a trabajar con vuestros obstáculos, pues algo debe acontecer en este planeta delante de todo lo que sucede. Muchos no tienen consciencia de lo que significa morir por las manos de otro, padecer hambre y no tener consuelo en el corazón, casa en donde vivir ni lecho en donde dormir.
Ustedes tienen todo. Mi Corazón les ha dado todo. ¿Qué más quieren de Mí? En cuanto el mundo sufre y las luces de las almas se apagan, ¿se arriesgarán a trabajar Conmigo y salir de vuestras comodidades?
No vengo a molestarlos. Vengo a darles Mi Mensaje de Paz y de Verdad. Las llamas del infierno arden sobre el planeta, pero aún existen Islas de Salvación. Los corazones enloquecen día a día y las mentes pierden su control. Vengo a entregarles el equilibrio del universo que se llama unidad. Si no hay unidad en ustedes, no hay unidad en el mundo.
Es hora de que salten más allá de los abismos para encontrar el Reino de Dios. Mi Corazón se consuela con los que se sienten seguros de estar en Dios y no en sí mismos. Mi Corazón se alegra por aquellos que oran con sinceridad y que, a pesar de todo lo que hoy les digo, sienten en lo profundo que es verdad, y la semilla de Luz es plantada para la próxima Tierra en los espíritus consecuentes a Mi Llamado.
En cuanto les hablo, están reunidos alrededor de Mi mesa, alrededor de Mi Altar Celestial, lleno de ángeles de Luz que glorifican a Dios todo el tiempo.
La Fuente Primordial quiere verlos pacíficos para que la Obra se pueda manifestar. ¿Qué esperan? Vengan a Mí sin miedo. Mi Corazón los abrazará. Mi Fuego los transformará. Mi Espíritu los elevará hacia el Corazón del Padre Celestial.
El Padre también necesita ser consolado por los horrores que ve en el mundo, por los horrores que ve en el mundo, lo repito porque el mundo en gran parte es un horror. Pero todo esto puede ser cambiado si ustedes Me siguen en esta hora de Misericordia.
En cuanto les hablo, los observo no solamente a ustedes, compañeros, sino a todos los que Me escuchan en cada parte de este mundo.
Vengo en serenidad a decirles todo esto porque sé que vuestros corazones pueden ser receptivos, y más tarde, cuando todo haya pasado, comprenderán.
Y ahora, por la Gracia que Me fue concedida en la Cruz, glorifiquemos a Dios, y bendeciré a cada uno de ustedes, en esta unión perfecta Conmigo a través de los Sacramentos de Luz que son el medio para que las almas alcancen la existencia.
Hijos Míos, acérquense aquí para participar de esta consagración, en armonía y en silencio, no olvidando que Mi Espíritu está aquí presente.
En cuanto los bendigo con Mi Espíritu de Vida, pidan perdón a Dios en nombre de la humanidad, por todos los tiempos que vendrán, para que la Obra del Hijo de Dios se cumpla a través de Sus Gracias que son derramadas sobre todos los corazones y almas que sinceramente buscan la redención.
Después de que Mis prodigios fueron derramados en cada uno de estos elementos, los vuelvo a bendecir como parte de esta única humanidad que debe vislumbrar, en el horizonte cercano, la Nueva Tierra.
Dichosos los que lloran, porque serán consolados por Mí.
Dichosos los que se arrepienten, porque verán nacer su nuevo espíritu.
Dichosos los que perdonan, porque encontrarán la paz.
Dichosos los que se unen, porque vivirán en Mi hermandad.
Dichosos los que se alegran, porque vivirán en la felicidad de Mi Corazón.
Dichosos los que se liberan, porque encontrarán su libertad.
Dichosos los que son misericordiosos, porque verán la Luz.
Dichosos los que se reconcilian, porque estarán en la Unidad de Dios.
Dichosos los que oran, porque serán premiados en el Cielo con las doce Coronas del Rey.
Ahora escucharán una canción que colmó Mi Corazón durante la Sagrada Semana, pues en esas palabras, por más simples que parezcan, se encuentra el sentimiento de amor verdadero por Mi Corazón.
Delante de las aflicciones que Me genera el mundo, Yo les entrego Mi Divina Misericordia para que, en los tiempos que llegarán, sean verdaderos apóstoles de Mi Corazón.
Ahora escuchen y sientan, para comprender lo que les pido.
En cuanto Me elevo a la Casa de Mi Padre, donde les espera un lugar para la próxima vida, Yo los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Deben ser como niños para entender Mi Reino, pues ellos son los primeros que entran en el Paraíso.
Les agradezco y les doy Mi Paz. ¡Aleluya!
Sonrían, compañeros, pues eso forma parte de la cura que les irradia Mi Corazón para estos tiempos de crisis. Quien sonríe de alma, sonríe de espíritu y Dios ve reflejado, en vuestros rostros, Su Proyecto original.
Paz para todos.
Que así sea.
Canción: “Tu és o Rei”.
Mi primo Juan los bautizó con agua, pero Yo los bautizo con el Espíritu de Dios.
Dichosos aquellos que se congregan para recordar Mi pasaje por la Tierra.
Hoy vengo en la santa compañía de Isabel, de Juan y de vuestra Madre María, congregados por el Amor de Dios, participantes de este encuentro infinito entre las almas y el Cielo, entre los corazones y Dios.
Dichosos aquellos que se animaron a ser bautizados, como aquellos que pidieron lavar sus pies para borrar el pasado y el dolor de sus vidas.
De esa forma, Mis compañeros, no vengo a instituir una nueva Iglesia, sino a renovar los Sacramentos de una forma simple y pura, así como Yo les enseñé a los apóstoles en el pasado.
Los Sacramentos servirán de salvación para las almas, pero también la oración servirá para vuestra conversión.
Ante Mi Corazón Eucarístico, contemplen Mi Faz gloriosa, misericordiosa y redentora, la cual traigo desde el universo para todos.
Isabel los acompaña en el espíritu del Amor. Juan los acompaña en la consagración de vuestros corazones. Mi Madre los congrega para que se unan a Mí, porque en este lugar, Mi Madre Santísima instituyó la Adoración, un compromiso que es parte de todos para que esta humanidad y esta ciudad puedan ser liberadas por Mi Misericordia y no por Mi Justicia.
Mientras ustedes hoy son conscientes, gran parte de la humanidad duerme en la ilusión porque muchos pierden la fe por no encontrarme en los antiguos sacerdotes. Pero Yo estoy presente en los Sacramentos, que son la Fuente de Vida y de renovación para todos.
En cada Sacramento encuentran una llave para acceder a Mi Corazón, porque Mis Rayos permean cada uno de los Sacramentos. Yo les proporciono la renovación y la cura, la trasmutación y la liberación de vuestras vidas.
Por eso, cada vez que pidan un nuevo Sacramento, mediten por un solo instante en lo que recibirán, porque es algo sagrado y bendito que Yo les ofrezco a los Míos.
Por eso, celebren y alégrense cuando cada nuevo hermano sea bautizado y bendecido por los Sacramentos de Dios, porque él lo estará recibiendo en nombre de toda la humanidad.
Vuestros corazones y esencias son únicas ante los Ojos de Dios.
Mis compañeros, en el Cielo y en el universo no existe la separación entre las almas. Yo los vengo a unir en este tiempo. Vengo a unirlos a través del Amor y de la Verdad, porque el enemigo se ha encargado, en estos momentos, de apartar de Mis caminos a los buenos corazones que deben alcanzar la redención.
Hoy piensen en Santa Isabel y en San Juan, el Bautista, dos grandes Misioneros del Universo Celestial, guardianes de los santos Sacramentos de Dios desde el momento de Mi Ascensión a los Cielos.
Por eso, compañeros Míos, que vuestra sed por buscarme nunca se acabe. No solamente estoy presente en los Sacramentos, sino también en los corazones que buscan la unidad con Dios todo el tiempo. También estoy entre los pequeños, entre aquellos que claman por la redención y por la paz.
Este mundo debe liberarse, amigos Míos, y a través de vuestra consagración sincera eso sucederá.
También estoy presente en estos tiempos, en las pruebas que cada hijo Mío vive, porque a través del sufrimiento y de las pruebas Yo los vengo a fortalecer en el amor al sacrificio, a la entrega, a la liberación.
Les dejo en esta tarde de Misericordia Mis Gracias, en la Presencia Santísima de María, de Juan y de Santa Isabel, que han sido congregados en este universo, en este espacio y en este lugar, para que vuestros corazones resplandezcan en la fusión perfecta con el Espíritu de Dios.
Sigan orando todos los días. No se cansen de pedir por Misericordia. Recuerden que lo estarán haciendo por aquellos que no oran ni aman a Dios. Por eso, Yo los necesito en este tiempo, firmes y dispuestos.
Vendré a vuestro encuentro cuando ustedes Me lo permitan, porque vivo en cada uno de vuestros corazones. Debo tener un lugar en vuestras esencias para que el mal que los perturba se pueda liberar y así pueda reinar la Gracia de Dios en muchos corazones que la necesitan.
Hoy expongo ante vuestros corazones y espíritus Mi Santísimo Corazón Eucarístico, que es el verdadero Sol del Universo Celestial, el verdadero motivo de vuestras vidas y caminos.
Por eso, hoy los reúno bajo el espíritu de la renovación y de la fe, para que prevalezca en vuestras consciencias la esperanza de proseguir y no se pierda, en ustedes, Mi Misericordia.
He dejado una semilla en este lugar que deberá sembrarse cuidadosamente, porque de ella nacerán nuevos frutos y nuevos corazones se aproximarán, en búsqueda constante de la redención y de la liberación.
Agradezco por vuestro esfuerzo de adorarme todos los días. Este es el mayor sacrificio que Yo adoro, cuando las almas Me contemplan con sinceridad y penetran en la Esencia de Mi Corazón luminoso, a través del Santísimo que expongo al mundo y a la humanidad en todos los sagrarios de la Tierra. Recuerden Mi Presencia en los sagrarios. Recuerden Mi Presencia en vuestros sagrarios internos. Allí, Yo siempre estoy presente, cuando Me llamen, les responderé.
Abro Mis Brazos y extiendo Mis Manos sobre ustedes.
Coloquen vuestras palmas de las manos hacia arriba para que Yo los pueda bendecir y, en este magnetismo divino y espiritual, sus esencias se puedan unir a Mi Corazón.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Él dice que está orando por nosotros, que solo escuchemos.
Poderoso Señor del Universo
que congregas a todas las almas,
que das la vida y la eternidad,
Te pido, Padre amado,
que cuides estos discípulos Míos,
para que siendo caminantes y servidores,
siempre encuentren el camino de retorno,
retorno a Tu Casa Celestial,
a Tu infinita Morada de Vida,
principio de Amor y de Unidad.
Contemplen a Jesús Glorificado, Él está presente en los corazones simples. Pues aún espero que todos los seres conozcan Mi nueva Faz, para que todos Me tengan presente en sus hogares y siempre recuerden que soy el Pastor de las almas.
Desearía estar más tiempo con ustedes, pero debo ayudar al mundo entero y a la humanidad que está caída en los abismos infernales de este mundo.
Pero a través de vuestra oración misericordiosa en estos días, vuestro esmero y vuestro amor por Mí, muchas almas han sido elevadas al Cielo y muchas penetraron en el océano de Mi infinita Misericordia.
Graben en vuestras consciencias y corazones Mi Sacratísimo Corazón Eucarístico, el Sol de vuestra salvación.
Silenciosamente, realicen una petición a Mi Corazón, un pedido o una súplica que Yo elevaré al Cielo hasta los Pies del Padre Celestial.
Les agradezco por compartir Conmigo este tiempo de Adoración.
Mientras Me elevo, escucharé vuestros cantos. Cuando ellos son verdaderos y amorosos, alivian el Corazón de Dios y las faltas graves se disuelven, la Misericordia se instala y los corazones pobres resucitan.
Queridos compañeros, después de haber sido bendecidos por el Agua de Vida, reciban en reparación y perdón a Mi Cuerpo Glorificado, a través de la Comunión con Mi Sangre y con Mi Cuerpo.
Recuerden que Yo siempre los esperaré. Mi océano de Misericordia está disponible para todos. Solo busquen a Dios y a Su Amor. Así alegrarán a Mi Corazón.
Vayan en paz y agradezcan al Padre Eterno.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más