- Inicio
- Blog
- Mensajes
- Oración por la Paz en las Naciones
- Calendario
- Oraciones
- Impulsos Diarios
- Libros publicados
- Pinturas e Imágenes
- Objetos Sagrados
- Música
- Galeria de fotos
- ¿Quiénes somos?
- Centros Marianos
- Campaña por la Paz
- Redes Sociales
- Contacto
Cuando tu mente piense en desistir, recuerda, hijo, al Universo. Contempla cada estrella que tus ojos pueden ver en una noche de cielo abierto y sabe que, en cada una de ellas, existen almas hermanas que aguardan tu evolución, que aguardan que tu renuncia se convierta en triunfo y que tu sacrificio se convierta en victoria.
Cuando pienses que tu renuncia es muy grande y te sientas incapaz de vivir la entrega que Dios te pide, recuerda, hijo, el Calvario y cómo se entregó por ti, Aquel que era dueño de todas las cosas, porque era Uno con el Creador de todas las cosas. Contempla a tu Rey despojado de todo, despojado inclusive de Su Potestad Celestial, abrazando los pecados del mundo, para que hoy tuvieras un ejemplo para imitar.
Cuando tu camino parezca largo e interminable, recuerda a aquellos que ya recorren el calvario de estos tiempos, aquellos que tienen sobre sí mismos, el peso de sus propios pecados y también de la injusticia humana. Contempla a los huérfanos, a los Reinos abandonados y maltratados, a las guerras que mutilan cuerpos y también almas y corazones. Hijo, tienes todo: tienes todas las riquezas del mundo, porque tienes a Dios en tu corazón y en tu consciencia. Aunque te falte el alimento y perezca tu cuerpo, tu alma no perecerá.
Confía en que toda renuncia guarda en sí, un gran tesoro. Todo fracaso humano guarda en sí, una victoria divina. Toda humillación guarda en sí, un paso hacia la humildad. Toda caída trae una futura fortaleza. Un corazón que se levanta del piso luego de haber caído, será una mano que se extenderá a otros, en su caída.
Confía en que Dios tiene un plan para ti y que toda purificación precede al surgimiento de la pureza interior. El develar de las ilusiones sobre sí mismo precede al conocimiento de la Verdad. El vaciarse de sí, precede al encuentro con el Todo.
Alégrate y agradece en la tribulación. Piensa en los que no sufren interiormente porque no perciben la ilusión en la que se encuentran, y ya no sienten el clamor de sus almas, porque las silenciaron.
Vive cada prueba con la certeza del triunfo de Dios.
Solo ruega todos los días:
Vénceme, Señor.
Derrota mi falsa fortaleza.
Hazme rendido ante Ti.
Hazme siervo de Tu Corazón.
Hazme obrero de Tu Plan.
Hazme un triunfo de Tu Creación.
Amén.
Sé sincero de corazón.
Yo estaré contigo.
Tu Padre y Compañero,
San José Castísimo
Hijos,
No es por casualidad que hoy estoy aquí, que uno el tiempo y el espacio, que uno los Reinos de Dios, en el Cielo como en la Tierra, para expresar la unidad que hay en Su Plan.
Hoy, Mi Corazón solo agradece a Dios por poder estar entre Sus hijos, por poder testimoniar la Misericordia Divina en Su Creación.
Hoy, Mi Corazón solo agradece a Dios, porque, a pesar de que muchos piensan y sienten que no dan ningún paso, esta Obra, hijos, está creciendo y las Palabras del Creador están llegando, a través de Sus Mensajeros, cada vez a más almas, a más espíritus, a más esencias.
Hoy, Mi Corazón solo agradece al Padre porque sé que Su Plan se cumplirá.
Sé que Su Voluntad triunfará en aquellos que lo escuchan y también, un día, en aquellos que no lo escucharon.
Sé que la Esencia Divina crecerá por la unión de sus esencias con Dios.
Hoy, Mi Corazón solo agradece al Padre, porque desde el principio de este Proyecto entregué Mi Vida, Mi Consciencia, para que este Plan pueda cumplirse. Aunque no lo conozco por completo, aunque nunca lo conocí; pues así como es para ustedes, también un día fue un gran misterio para Mí.
También significó un gran abismo para Mí, en el que tuve que lanzarme y perderme, para poder encontrar lo que en verdad Soy.
Hoy, Mi Corazón solo agradece al Padre, porque veo que ese mismo abismo se encuentra frente a la humanidad. Y no es un abismo de perdición o un abismo de ilusiones, es solo un símbolo de algo que desconocen y en el cual deben lanzarse, para morir a la condición humana y renacer en el verdadero arquetipo que Dios un día pensó para la humanidad.
Después de estos cuatro años de instrucciones y de tantos otros de instrucciones internas; solo quiero, hijos, que encuentren la verdad en su interior y que la sigan.
Que pierdan el miedo de expresarse como son, que pierdan el miedo de ser verdaderos. Que den a conocer al mundo, aquello que solo su mundo interior conoce.
Ustedes ya saben que en lo profundo de sus corazones habita algo puro, simple. Algo que es semejante a Dios en su humildad, y en su donación; porque partió de la Consciencia divina y hoy habita en su interior.
Muchos solo vieron esa parte de sus consciencias por un lapso de tiempo; sin embargo, todos saben que ella existe.
La oración les abrió la puerta del corazón y de la consciencia, y les mostró ese espacio de sí mismos que en verdad, es lo que ustedes son.
Después de estos cuatro años, hijos, fui descubriendo cada espacio de ilusión de sus mentes, de sus egos humanos y espirituales, para que pudieran llegar hasta ese espacio, reconocerlo y amarlo, amándose a sí mismos por la semejanza que existe con Dios, dentro de ustedes.
Para transformarse, es necesario reconocer las propias imperfecciones; es necesario estar ante el desafío de humillarse.
Sin embargo, les pido que no se estanquen allí, porque no es solo en ese reconocimiento que debe estar su meta. Reconocer las imperfecciones es el principio, llegar a la esencia es el verdadero fin.
Reconozcan las imperfecciones como reconocen las destrezas humanas y sepan que, de la misma forma que ustedes no son las destrezas, tampoco son las imperfecciones.
Detrás de todo eso está lo que son en verdad, aquello que es puro y que guarda en sí un Don de Dios. A eso deben llegar y para eso necesitan perder el miedo. Perder el miedo de no tener destrezas, perder el miedo de ser imperfectos. Perder el miedo de parecer frágiles ante los ojos de los hombres, de parecer algo bueno o malo.
Miren hacia adentro de ustedes y encuentren aquello que es, aquello que no tiene destrezas, aquello que no tiene adjetivos. Aquello donde la nada y el todo se encuentran, no tiene nada de lo que suponen ser, y al mismo tiempo, es la esencia que los une al Creador de todas las cosas, en el que todas las cosas habitan y Él habita en todo.
Que Mis palabras no sean un misterio, como gran parte de la instrucción que recibieron.
Quiero que Mis palabras les sean palpables, vivas, que puedan sentirlas, que puedan tocarlas. Que puedan sentir como ese Verbo que proviene de Dios, ingresa en sus esencias, impregna sus seres, rompiendo las capas que los separan de la comprensión de la Verdad.
Hoy, Mi gratitud al Padre es infinita, y quisiera transmitirles esa gratitud para que también aprendan a ser agradecidos, a pesar de cualquier dificultad o aparente desafío o prueba.
Les digo aparente, porque lo que para el hombre es una gran prueba, para Dios es una gran oportunidad. Lo que para el hombre es un gran abismo, para el Creador es finalmente estar ante la Verdad.
Permítanse, hijos, transformar, cambiar el sentido de sus vidas, cambiar los conceptos de sus mentes, no tener conceptos.
Ingresen en el espíritu de gratitud que hoy les traigo y agradezcan Conmigo a Dios por todo lo que recibieron.
Agradezcan a Dios por todo lo que recibirán cada día, aunque les sea doloroso, aunque les traiga dificultades.
Agradezcan a Dios los desafíos que los hacen crecer.
Agradezcan a Dios las humillaciones que los hacen morir a la condición humana y encontrar la verdad de sus corazones y de sus espíritus.
Agradezcan las pruebas que no comprenden y las verdades que sí pueden comprender.
Agradezcan por la vida y por estos tiempos, porque son grandes tiempos para toda la Creación.
En este espíritu de gratitud y de humildad ante Dios, pídanle Su Gracia. Ofrézcanse para dar todo lo que son, para intentar vivir Su Plan lo máximo posible. Porque cuando estén ante sus imposibilidades, cuando hayan hecho todo, lo imposible se volverá posible, porque la Gracia de Dios descenderá sobre ustedes.
Clamen al Padre por esta Verdad. Clamen para que puedan ser la expresión de esa esencia viva dentro de ustedes.
Clamen para que puedan cumplir la misión que vinieron a realizar en el mundo, para que puedan ayudar a otras almas que tanto lo necesitan.
Que puedan ser dignos de ser llamados embajadores de la paz, embajadores del Reino de Dios. Porque en eso deberán convertirse.
Cuando la Voz de los Mensajeros Divinos no pueda resonar más en el mundo, serán sus voces que la hará resonar. Será su ejemplo el que multiplicará las Gracias que un día dejamos para la humanidad.
Veo este Plan cumplido. Veo esta Gracia viva en ustedes. Por eso, agradezco a Dios y también les agradezco.
Les pido que sean pacientes, pero también persistentes. Que sean incansables y perseverantes.
Les pido que den todo de sí, pero que no confíen solo en sí mismos.
Den todo de sí para que la Gracia de Dios los impregne y sean dignos de vivir Su Victoria y de ser Su Triunfo vivo, así como lo fue Su Hijo.
Hoy, elevo Mis manos hacia lo Alto y agradezco al Padre por estar entre Sus hijos, por estar entre Sus compañeros, por poder ayudar a que Su Plan se cumpla.
Un día, hijos, estarán en Mi lugar, con las manos en Alto, agradeciendo a Dios por la salvación de otras almas que, en este mundo y en otros, se servirán de su ejemplo, de su transformación, de sus pasos, para encontrar a Dios y retornar a la Fuente.
Guarden Mis palabras en sus corazones, guarden esta esperanza en sus espíritus y esta certeza en sus consciencias. Sírvanse de ellas cuando les falte la fe, porque un día, todos cruzarán el desierto de la falta de fe. Pero eso no significa que la esperanza se desvanezca.
Recuerden lo que les dije: cuando todo parezca imposible no dejen de intentar y de persistir, porque la Gracia vendrá, aunque sea invisible.
El triunfo de Dios no se manifiesta en las conquistas humanas, pero sí en la vida del espíritu.
Muchas veces pensarán que fracasan y estarán triunfando, así como triunfó el Hijo, con Su Cuerpo flagelado, sin una gota de sangre, en una Cruz.
Él lo dio todo, y la Gracia descendió sobre Él. El propio Dios se hizo Uno con Él y lo hizo revivir.
Recuerden ese ejemplo y revivan siempre que parezcan morir en vida.
Con estas palabras les agradezco, como agradezco al Padre y espero recibir de Dios la posibilidad de estar cuatro años más, junto a ustedes, para que un día puedan ver lo que Yo veo hoy; para que puedan ver Mis palabras cumpliéndose y para que puedan dar testimonio de que ellas son verdad.
Hoy, nuevamente les ofreceré, por la potestad que Dios Me concedió, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, en los cuales se guardan todas esas palabras que Yo les transmití, todos esos Principios divinos que les traigo en nombre de Dios.
Comulguen con esa Esperanza del Creador, que la entrega de Su Hijo se vuelva Vida en cada uno de ustedes.
Que este pedazo de pan y este vino se multipliquen, crezcan y se expandan en sus células, en sus consciencias, en sus esencias.
Como símbolo de la Gracia de Dios que viene a su encuentro, consagro estos elementos y deposito en ellos Mi eterna gratitud por servir a la humanidad, por servir a Dios en Sus hijos.
Coman de este Cuerpo y beban de esta Sangre, para que sus cuerpos y su sangre sean un testimonio tan fiel de la Misericordia Divina como lo es este Cuerpo y esta Sangre, presentes hoy en el altar.
Comulguen, hijos, con la certeza de que esos códigos de Redención los impregnan y se multiplican para toda la humanidad, para todos los Reinos y para todo el planeta.
Sean intercesores de la vida, sean un puente hacia el Corazón de Dios.
Vivan en entrega por los que están ciegos, por los que están sordos, por los que son incapaces de actuar, de caminar.
Renueven el Cordero de esta Pascua, siendo cada uno de ustedes un nuevo cordero vivo, para que la Cruz ya no pese sobre un único hombre, sobre un único Hijo de Dios.
Sean Su Palabra viva, el cumplimiento de Su Promesa, y que pueda surgir de cada uno de ustedes una raza de los que podrán ser llamados Hijos del Altísimo.
Él fue el Primogénito para dar el ejemplo y llegó la hora de renovar Sus pasos.
Cada uno sabrá lo que puede ofrecer al Padre en nombre de Su Hijo.
Dejo sobre ustedes Mi bendición y Mi eterna gratitud, para que cumplan con la Voluntad de Dios en sus vidas; y así, abran las puertas para que se realice esa Voluntad en toda la humanidad, en todo este planeta.
Yo los bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Y les agradezco.
Comulguen y testimonien esta Comunión todos los días.
San José Castísimo
Hijo, renuncia a toda voluntad propia y encontrarás la Voluntad Superior.
Renuncia a todo miedo de perderte y piérdete de ti en el vasto Universo de Dios.
Encuentra, en la Gracia de ser nada, al Todo que es la Consciencia Divina.
Encuentra, en la Gracia de ser simple, la grandeza del Universo Celestial.
Todo lo que para tu corazón es grande, en verdad, no se compara con la grandeza de Dios.
Todo lo que para ti es poco, para el Creador suple a todas las cosas, pues es en el corazón vacío donde se construye Su Fortaleza, es en el interior de los puros en donde se construye Su Morada.
Busca, hijo, todos los días, renovar los conceptos de tu vida. Pierde el miedo a la humillación y a la humildad, con la certeza de que siendo simple y siendo nada, te tornarás un instrumento de Dios.
Pierde el miedo a ser pequeño, desconocido; porque es siendo pequeño que encontrarás, en lo profundo de tu interior, al Universo Celestial. Es en la menor de las células en donde la Creación se recrea y tú encuentras, en lo profundo de tu ser, al vasto Cosmos.
Disuelve de tu consciencia los conceptos humanos, aquellos que engrandecen lo que en verdad es pobre y que no reconocen el valor de ser nada. Deja, hijo, que el Creador te demuestre, en este tiempo, que es en el vacío y a través del vacío que seguirás Sus Pasos.
No tengas miedo de cruzar la puerta de la humillación. No tengas miedo al fracaso aparente ante los ojos humanos. Únete a la Cruz de Aquel que fue un fracasado para los hombres y victorioso para Dios.
Entrega las heridas de tu corazón a las heridas de Aquel que fue herido por los pecados de los hombres y que asumió, en cada Llaga de Su Cuerpo, el dolor del Padre causado por Sus hijos.
Ve cómo eres pequeño, cómo en verdad no eres nada y asume esa nada que eres, para que el Todo de Dios te colme.
Renuévate en la cruz, renuévate en la humildad, renuévate encontrando el sentido de tu vida al imitar los pasos de Cristo; pasos de sacrificio, humillación, servicio; pasos de renuncia, de amor y de unidad.
Yo te acompañaré y te guiaré, día a día, hasta que te tornes un instrumento de Dios.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Aunque tus ojos no vean, hay un Universo que te observa.
Aunque tu mente no lo sepa, hay un Plan perfecto que te espera.
A pesar, hijo, de que tu lado más humano no lo quiera, hay una parte de la Creación que depende también de tu entrega.
Aunque estés cansado, hay una parte de esta Obra que se construye con tus manos.
Aunque parezcas haber caminado mucho, no llegaste al camino definitivo, porque tu rendición debe ser absoluta.
Aunque la Luz ofusque tus ojos, no dejes de contemplarla.
Aunque el Nuevo Tiempo coloque tu ser delante de corrientes desconocidas, sopórtalas. Deja que tu consciencia reconozca un nuevo ciclo universal y cósmico, un nuevo ciclo para toda la Creación.
Aunque pienses, sientas y vivas con una mente, un corazón y un cuerpo humano, deja que tu humanidad sea trascendida por lo que ella verdaderamente es. Renuncia a la ilusión del mundo, para amar la Verdad. Renuncia a la ilusión de tu propio ser para encontrar lo que eres.
Este es el ciclo de la transparencia y de la verdad. No intentes ocultar tus miserias, ni tampoco dejes que la vida mundana oculte tus aspiraciones espirituales, el sentir más profundo de tu alma de encontrar y de ser la Verdad.
Aunque no sepas cuál es la Verdad, reconoce la ilusión y apártate de ella. Aunque lo Real sea desconocido para ti, camina en su dirección, renunciando a toda mentira y existencia vana.
Hijo, deja que tu corazón emita un “sí” al Universo y soporta todo aquello que, dentro y fuera de ti, quisiera que hubieras dicho “no”.
Confía en el Poder de Aquel que te llamó, porque te creó para el amor y no para la falsedad; te creó para la perfección y no para la tibieza; te creó para la unidad y no para el egoísmo.
Contempla el cielo estrellado y reconoce la grandeza de la Vida. Aunque tus ojos solo vean estrellas y no sepan de la vida que en ellas habita, déjate inundar por el Amor de Aquel que muchas veces dejó de lado todas las estrellas que ves en el cielo, para amparar tu pequeña consciencia.
Reconoce tu pequeñez y entonces, hijo, agradece la grandeza del Amor de Dios que, entre tantos astros en el cielo y tan vasta Creación celestial, te encontró y te llamó por el nombre.
Aunque sea con los oídos del corazón, escucha y responde a Su Llamado.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hijos, existen situaciones, tanto internas como planetarias, que dependen de la Ley de la Misericordia, porque escapan del control y de la capacidad humana de transformarse a sí misma y al planeta, pues están tan degeneradas y distantes del Propósito Divino. En dichas situaciones, la Misericordia desciende cuando el ser se rinde y, habiendo hecho todo lo que estaba a su alcance, no salió de su lugar. La Misericordia es la Mano de Dios que los eleva, alzándolos de los abismos y colocándolos en donde no merecerían estar.
Sin embargo, existe una parte de la transformación, tanto del planeta como de los seres, que depende de la voluntad y de la perseverancia de cada uno, porque, en ese caso, no será ni la Justicia, ni la Misericordia, la que los corregirá.
Cuando la consciencia tiene condiciones de dar los pasos con sus propias piernas y no los da porque le falta voluntad y valentía, la Misericordia no tiene permiso para descender sobre ella.
Les digo esto porque éste es un tiempo definitivo para muchos y están delante de la posibilidad de cruzar el umbral entre la vieja vida y lo que verdaderamente deben ser; pero les falta valentía, perseverancia, constancia y voluntad.
Sepan invocar el principio correcto, en la hora correcta, y no clamen por la Misericordia de Dios cuando, en verdad, aquello que necesitan se encuentra dentro de ustedes mismos.
Invoquen la Voluntad Divina, que yace en el interior de todos los seres, porque es sólo con esa energía que podrán soportar vivir en este mundo, en tamaño caos y densidad. Invoquen la Voluntad Divina, para que emerja de sus seres, y fortalézcanse con valentía espiritual para dar sus pasos.
Clamen por la Misericordia para los que verdaderamente necesitan de ella, pues si hoy escuchan estas palabras, es porque la Misericordia ya actuó en sus vidas.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Cuando la Ley de Dios desciende sobre los espíritus, esa Ley es movida por Su Amor y por Su Voluntad. La Justicia Divina también es Amor.
Si un corazón no se abre por sí solo y no se deja tocar y moldear por la Divina Misericordia, para que la Ley de la Evolución no se detenga en la Creación del Padre, desciende sobre los seres Su Justicia. Pero la Justicia Divina también es Amor. La Justicia Divina no es un castigo que desciende sobre los hombres, la Justicia es lo que mueve a la Ley de la Evolución, y la que disuelve los obstáculos que impiden que las criaturas sigan creciendo. La Justicia es movida por el amor, pero no por el amor humano, no por el amor a una única criatura, sino a toda la Creación.
La Misericordia es la Ley que, por la salvación de una sola alma, coloca en riesgo a muchas otras. Por eso, todas las causas imposibles encuentran solución en la Divina Misericordia, pero para que ella actúe en una consciencia, esa consciencia necesita abrirse, pedir, clamar y rendirse, entregando todo el orgullo, la soberbia y la vanidad que ciegan sus ojos y no le permiten ver a Dios delante de sí mismo.
Cuando el ser se rinde y se humilla ante Aquel que es la propia Vida, la Misericordia actúa, y no importa el peso de sus faltas o la gravedad de sus errores: si el corazón es sincero, todo puede ser curado.
La Justicia solo llega cuando los corazones cierran sus puertas a la Divina Misericordia y prefieren seguir ciegos ante el Padre, antes que rendirse a Él verdaderamente. Y la rendición de la que les hablo no es una palabra que sale de la boca del hombre, ni siquiera un movimiento que pueda hacer su cuerpo ante un altar. Para rendirse, deben cansarse de lo que son y buscar asiduamente ser otros.
No basta entregar algo a Dios, ustedes deben hacer que su entrega llegue a Sus Manos y esforzarse para que la propia condición del error dé espacio a lo que, en verdad, deben ser.
La Justicia viene a colocarlos en el lugar que les corresponde, lugar en el que podrán observarse a sí mismos y percibir cuántas veces la Mano de Dios estuvo tendida delante de ustedes y le dijeron “no” con sus acciones, su poca fe y su falta de esfuerzo y perseverancia verdadera.
La Justicia, hijos, no es un castigo. La Justicia es Amor; Amor que aprecia y cuida toda la Vida y coloca a cada ser donde debe estar, para que la evolución fluya en todos los niveles.
Si algún día les toca la actuación de la Justicia, no teman sino agradezcan, porque la Justicia es Amor. Permitan que esa Justicia lave sus ojos y les traiga nuevas oportunidades de crecer. Porque lo que Dios ofrece a Sus criaturas es Su Infinito Amor, y unas lo reciben por el vehículo de la Justicia y otras lo reciben por el vehículo de la Misericordia, según como abran sus corazones y dispongan sus consciencias.
Sea por la Justicia o por la Misericordia, sientan el Amor de Dios que los llama a ser otros y pidan la Gracia de cumplir Su Voluntad. Tal vez, un día, ni por la Justicia, ni por la Misericordia, Él tenga que enviarles Su Amor, porque ese Amor podrá emerger de los corazones de aquellos que se unen esencialmente a Dios; y encontrarán, en sí mismos, la semejanza con Él.
Con estas palabras, los preparo para los tiempos de Justicia y Misericordia.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hoy quiero presentarles un Reino, un Reino que siempre los acompañó desde el principio de esta caminata evolutiva y que, a pesar de estar sobre él hace tanto tiempo, muy pocos lo conocen.
Hoy quiero presentarles un Reino que permanece en el planeta, en los mundos espirituales, donde los ojos de la materia no ven, pero los corazones lo sienten.
Llegó la hora de conocer ese Reino sobre el cual tienen sus pies para que, en el momento en que él emerja como una semilla de la Nueva Humanidad, como una puerta hacia la Nueva Jerusalén, puedan reconocerlo y no teman ingresar en él.
Hoy quiero presentarles un Reino en donde habita Mi Divina Consciencia y también el Amor Universal de Dios; quiero que sientan ese amor en sus corazones y, de esa forma, disuelvan todo el miedo de conocer la verdad sobre la vida en la Tierra.
Este planeta, así como sus corazones y toda la Creación, guarda en sí muchos misterios, muchas verdades que la humanidad no conoció porque sus ojos estaban en la obscuridad, sus mentes en la ilusión y sus corazones cerrados a la vida del espíritu.
Después de tanto tiempo pisando con los pies en este suelo sagrado, llegó la hora de que sus espíritus, sus almas y sus consciencias finalmente puedan ingresar en él; llegó la hora de que el planeta, hijos Míos, reconozca que lo sagrado habita en su interior, reconozca la grandeza de la vida espiritual que en él se guarda y despierte a esa vida, para que ella exista no solo en los niveles del espíritu.
Que esa vida sagrada pueda existir aquí, en la superficie del planeta. Que sus pies ya no estén más sobre un suelo sagrado, sino que todo lo que tocan, cada espacio en el que viven sea sagrado, que sus seres se tornen sagrados, que lo sagrado emerja de sus esencias, convirtiendo sus espíritus en aquello que el Creador espera de cada uno de ustedes.
Ustedes son Mis hijos, son hijos de este Reino y deben ahora tornarse verdaderamente Mis compañeros, aquellos con los cuales pueda contar para construir la Obra Divina en este lugar y, respondiendo a la Voluntad de Dios, pueda enviarlos a muchos otros lugares del mundo donde lo sagrado también existe y la humanidad lo ignora.
Quiero despertarlos para que despierten a otros y, de esa forma, creen una red en la consciencia humana para que aquellos, que tanto esperan, encuentren el despertar y el sentido de sus vidas.
Cierren los ojos e ingresen en este Reino que hoy les presento. Sus templos no son solo de cura, vienen también para liberarlos y despertar, en ustedes, el amor al Plan de Dios.
Enciendan el espejo del propio corazón y únanlo a los Espejos de este Reino; de esta forma, lo que hay de más puro dentro de cada uno de ustedes se podrá reflejar en los Espejos de este Reino hacia toda la humanidad y podrá crecer en sus consciencias como forma de tornarse, cada día, mayores servidores de este plan de Amor.
Este Reino los aguarda desde el origen, porque ustedes se comprometieron con Dios a manifestarlo en la superficie de la Tierra. Los niños que hoy viven aquí son aquellos que construirán la Nueva Jerusalén, aquella tierra que no solo es una promesa divina, es una verdad divina, un arquetipo superior que aún aguarda en el Reino Celestial para poder descender sobre el planeta.
Yo no vengo a convertir sus espíritus en espíritus sagrados solo para que conozcan un poco más de paz. Yo vengo, hijos, por un propósito superior, porque para que este Reino sagrado emerja y para que la Nueva Jerusalén descienda, sus almas deben estar cristalinas, sus corazones puros y sus espíritus despiertos a la vida superior. Esa vida no se encuentra más allá de las estrellas, se encuentra dentro de cada uno de ustedes y debe emerger del interior del planeta para convertir la vida en la superficie de la Tierra. Con todo lo que les hablo, les abro la puerta de este Reino para que, finalmente, ingresen y alcancen el despertar.
Muchos de los que están sobre este suelo sagrado están viviendo su última oportunidad, porque es el momento de convertir los errores del pasado y despertar el corazón para la manifestación del amor y el cumplimiento del Plan de Dios, más allá de los planes personales.
Hoy coloquen sobre el suelo que tocan, que pisan, sus planes, sus metas, sus aspiraciones y sus deseos para que, con la irradiación de Mis manos, Yo pueda depositar en sus esencias el Plan Divino, la meta del Padre para cada uno de ustedes, la aspiración del Creador para sus criaturas, que está tan distante de todo lo que ustedes desean para sí mismos.
Hoy coloquen en este piso que tocan toda aspiración material, toda competencia, toda necesidad de poder, de conquista; porque en esta tarde ya no conquistarán nada, sino que será el Creador que, por la rendición de sus espíritus, conquistará sus corazones y les mostrará, hijos, la gran verdad que Él aspira a que vivan desde el principio.
Ingresen en este Reino, sin por las puertas de la redención. Dejen que sus espíritus sean acogidos por este Reino de amor.
Aquí encontrarán a hermanos de otrora que los acompañan en lo invisible de sus vidas.
Aquí encontrarán a la Consciencia Divina que hizo de este Reino Su casa para que así se pudiera manifestar Su Plan en este planeta.
La Consciencia del Creador hizo descender una de Sus Faces en esta casa para que de esta forma, hijos, ella se torne aún más sagrada y, cada día, pueda emerger de ella el arquetipo de la nueva vida, de la Nueva Humanidad.
Ingresen en este Reino y permítanse ser curados. Dejen que sus espíritus vivan la redención y, con ese paso simbólico, atraigan muchas más almas que están ligadas por la corriente de la vida y que necesitan que ustedes den un paso para que ellas también puedan ingresar en esa escuela de amor y de perdón.
Contemplen hoy las puertas de este Reino y reconozcan que, atrás de ustedes, existe una enorme fila de almas y espíritus que claman por redención.
Den un paso sin miedo e ingresen con toda su consciencia. Contemplen, dentro de este Reino, sus lagos de luz que se reflejan en los espejos de sus corazones.
Contemplen en este Reino sus jardines de cura, de rehabilitación, que los llevan a la paz, que los unen al Corazón de María porque están profundamente ligados a Su Reino Celestial.
Contemplen sus templos, entren en ellos, sientan la paz, la presencia de los ángeles que acompañan al Creador en su nueva misión en la Tierra.
Sientan hijos, la liberación de sus vidas, de sus corazones. Díganle sí a Dios y que aspiran cumplir con Su Plan.
Dispónganse de corazón para que, después de ser curados, puedan servir y auxiliar a la humanidad, que encontrará aquí una puerta para la liberación, para la salvación de los Reinos de la Naturaleza, para el alivio de los espíritus que padecieron en las guerras, en los conflictos en este mundo y más allá de él, porque no solamente aquí existen guerras; todo el universo vive la dualidad que enfrentan en este planeta y es para equilibrar esta dualidad universal que ustedes vienen al mundo para despertar la unidad y el amor en sus corazones.
Por eso, hoy coloco sus consciencias delante de un misterio aún mayor, que es trascender sus vidas, no solo por la conversión de la vida en el planeta, sino por la vida en todo el universo; porque, aunque no lo crean, el sí de sus corazones repercute en cada estrella que ustedes ven en el cielo cuando cae la noche. Y, dentro de cada una de esas estrellas, existen muchos ojos que los contemplan, muchos corazones que esperan que digan sí y conviertan sus vidas en una fuente de transformación para toda la existencia.
Ingresen en este Reino y soporten con paciencia la propia purificación, soporten con gratitud al viejo hombre que será arrancado de sus seres, los atavismos y los compromisos con el mal que un día pudieron hacer por ignorancia y por ilusión.
Ingresen en este Reino y no tengan resistencias, porque sus aguas lavarán sus espíritus y los renovarán para que puedan cumplir con el Plan del Creador.
Hoy los coloco delante de este misterio y les pido, hijos, que solo lo contemplen, que lo sientan y que no salgan de este lugar para vivir un día más.
Salgan de este lugar con la aspiración, con la aspiración divina en sus esencias. Salgan de este lugar con la determinación de despertar a la vida superior, de no dudar de la existencia de un Plan Mayor que trasciende la mente y la comprensión humana.
Salgan de aquí con la determinación de saber y de conocer su verdadero origen. Salgan de aquí con la determinación de ser otros, sabiendo que existe una verdad que trasciende todas las enseñanzas que ya fueron transmitidas en la Tierra, que trasciende, incluso, las verdades de los libros sagrados porque se ocultan en los símbolos de las palabras allí escritas.
Para sellar su compromiso con Dios y unirlos definitivamente a este Reino, Yo les daré de beber y de comer de uno de los grandes misterios universales para que la conversión de estos elementos convierta también a sus consciencias y, con este misterio vivo dentro de ustedes, puedan develar el misterio de la propia existencia y saber que, de la misma forma que este pan no es solo un pan y este vino no es solo un vino; ustedes no son solo lo que ven, la materia que aparentan ser, las emociones que sienten, los pensamientos que emiten, sino que existe una verdad oculta y es allí que yace la esperanza de Dios.
En esta verdad, en este misterio que, poco a poco, así como develan la conversión del pan y del vino, ustedes irán a develar la conversión de la materia en lo que verdaderamente es, y la conversión de estas casas en lo que verdaderamente son, la conversión de estos valles en lo que son y la conversión de este mundo en lo que debe ser.
Hoy ustedes comulgarán de los códigos de una nueva vida. Hoy coloco estos elementos en las manos de aquellos que los guían, que son tan responsables de este Reino en la materia como en el espíritu.
Coloco estos elementos en las manos de aquellos que los sirvieron incansablemente desde el origen. Este es un Consejo que representa no solo a esta Obra, sino también a una gran parte del Plan de Dios en la Tierra.
Con sus corazones abiertos, hijos, emanen gratitud al universo para que, de esta forma, curen el pasado y preparen en estos tiempos una vida de mayor compañerismo.
Llegó el momento de que sean compañeros no solo de Mi Casto Corazón, del Corazón de María o del Sagrado Corazón de Jesús, sino también de que sean compañeros de aquellos que los guían para que, en este tiempo, esta Obra pueda ampliarse y el Plan de Dios pueda contar con ustedes para abarcar más espacios del planeta que tanto lo necesitan, porque no solo aquí existen almas que deben despertar, porque no solo aquellos que nos asisten en sus casas deben recibir esta instrucción de vida. En cada punto del planeta, por más escondido y olvidado que esté, existe un corazón que tiene un compromiso con Dios, y ese compromiso debe cumplirse.
Por la potestad que Mi Hijo Me entregó y por la paternidad que un día compartí con Dios, amparando a Aquel que descendió de los universos para ser Hijo del Hombre, bendigo y convierto estos elementos.
Junto a los sacerdotes de este Reino que consagran sus vidas en lo invisible, que sirven, que oran, que contemplan y sustentan el planeta, que los elementos se conviertan para que se conviertan sus vidas y ustedes sigan de dos en dos, expandiendo el Plan de Dios en la Tierra.
Sientan la Presencia de María Santísima para que también Su Pureza y Su Divina Consciencia, que aún no fue comprendida por la humanidad, toquen sus corazones y los auxilien en la transformación y en la consagración de sus vidas.
Por la bendición del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, convierto estos elementos y les agradezco.
Manténganse unidos a los Sagrados Corazones, porque un nuevo ciclo despunta y espera de todos una nueva consciencia, un nuevo despertar.
Les agradezco.
Mientras la vidente Hermana Lucía de Jesús transmitía las Palabras de San José, el vidente Fray Elías del Sagrado Corazón recibía el Mensaje Diario de la Virgen María, que, al final del encuentro de oración, compartió con todos.
Hijo, mientras el mundo agoniza, el espíritu de la Tierra clama por la Divina Misericordia y las almas están distraídas, buscando en las cosas del mundo el sentido de su existencia; pon tu corazón en el Corazón de Dios y haz verdadera tu entrega.
Mientras los Reinos de la Naturaleza claman por el despertar de la humanidad, para que no haya más sufrimientos ni guerras, por la falta de amor en el corazón humano, pon tu corazón en el Corazón de Dios y haz verdadera tu entrega.
Mientras tantos jóvenes se pierden en la búsqueda del placer y en la distracción, para no percibir el vacío de sus vidas, pon tu corazón en el Corazón de Dios y haz verdadera tu entrega.
Las mentes se están desequilibrando y los corazones oscureciéndose, porque los seres se resisten a buscar a Dios. El orgullo cegó sus ojos y ellos no reconocen la libertad de retornar al Padre. Para equilibrar la mente humana, hijo, pon tu corazón en el Corazón de Dios y haz verdadera tu entrega.
El ansia por el poder cegó a muchos hombres que ya no miden las consecuencias de sus acciones y, con la injusticia que generan, solo atraen todos los días la Justicia Divina. Para que la Misericordia ampare a las almas inocentes, pon tu corazón en el Corazón de Dios y haz verdadera tu entrega.
Mientras el ansia por la conquista ya no tiene fronteras en los corazones y en las mentes humanas, y muy pocos reconocen la Gracia de no tener ni de ser nada, hijo, pon tu corazón en el Corazón de Dios y haz verdadera tu entrega.
Todos perciben que el caos está creciendo dentro y fuera de sí mismos, pero muchos están buscando esconderse en las ilusiones que el enemigo les ofrece cada día más. Sin embargo, hijo, pon tu corazón en el Corazón de Dios y haz verdadera tu entrega.
Si los estímulos del mundo tocan a tu puerta y te llaman a una vida vacía de sentido, pon tu corazón en el Corazón de Dios.
No hay sentido para la vida humana fuera de la Verdad y no hay Verdad distante de Dios.
Hijo, pon tu corazón en el Corazón de Dios y haz verdadera tu entrega.
Mientras el mundo busca todo, sé nada.
Mientras se expande el ansia por el poder y por la conquista, sé nada.
Mientras las almas se distraen y no miden sus acciones y sus pensamientos, sé nada.
La única forma de tornar al mundo diferente y preparar, para los días venideros, una Tierra que conozca la Paz, es colocando el corazón en el Corazón de Dios y haciendo verdadera tu propia entrega.
Sirve, hijo, con el mayor servicio que puedes prestar en este mundo: no querer nada, no ansiar nada, no ser nada y más allá de todas las cosas, amar con tu corazón en el Corazón de Dios, haciendo verdadera tu propia entrega.
Yo te acompañaré.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hijos, hoy deben descubrir el arte de vivir en el final de los tiempos y de transformarse sin dejar de colocar la atención más allá de sí mismos.
Coloquen sus consciencias en el amor universal, pensando en el Corazón de Dios, sintiendo ese santo y grandioso Corazón. A partir de allí, imaginen toda la Vida, el vasto Cosmos, los universos, el planeta Tierra, sus naciones, sus Reinos de la Naturaleza, cada ser, cada esencia. Reconózcanse pequeños ante la Creación y, al mismo tiempo, reconozcan que traen en su pequeñez una gran responsabilidad: hacer de la propia conversión y transformación, la conversión y la transformación de toda la Vida universal, porque el Creador aún espera que sigan los pasos de Su Hijo, pues para eso Él lo envió al mundo.
Reflexionen sobre las naciones, sobre el padecimiento humano por la falta de amor y de unidad, por la incapacidad de los seres para ver más allá de sus propias necesidades. Dejen que los ojos del corazón encuentren los ojos tristes de un niño en África o de un niño que padece por las guerras, por el abandono, por el hambre. Encuentren los ojos de los niños en las grandes ciudades, con mucha riqueza, y que ya tan pequeños están vacíos de sentido espiritual, sin la pureza que Dios les entregó, ansiando poder corresponder a todas las influencias de las energía capitales que los rodean.
Encuentren, hijos, el dolor de los Reinos, cuando vean la fauna y la flora en tantos incendios, cuando vean las matanzas sin límites de los animales para alimentar la gula y la vanidad humana. Y después de todo esto, miren hacia ustedes, corazones que se están abriendo a la Presencia de Dios, llamados a entregar la vida para equilibrar el error y la arrogancia de este mundo, llamados a dejar los propios intereses y voluntades para rendirse a una Voluntad Mayor.
Existe un Amor que trasciende la condición humana. Existe un Amor que es silencioso y paciente y que aguarda que al menos algunos hombres miren hacia arriba.
Existe un Amor que los llama a imitarlo, que ya les mostró el camino que los lleva a contemplar al prójimo con compasión.
Existe un Amor que es humilde, porque sabe que más allá de Él está la Verdad, más allá de lo que se ve, de lo que se siente, de lo que se cree saber.
Ese Amor resguarda la Esencia de todo lo que fue creado y es por intermedio de Él que podrán trascender la condición humana.
Amen con el Amor de Dios por la vida. Amen la posibilidad de evolucionar del prójimo. Amen servir para que otro crezca. Amen donarse hasta no poder más para que otros, que hoy no tienen fuerzas, puedan levantarse.
Amen el poder de la oración que se une a Dios. Amen Su Plan, que es el propio Amor. Amen y olvídense de sí mismos. Dejen que las propias necesidades se nutran del propio amor.
Amen en silencio, sin que nadie los vea, y amen de la misma forma públicamente. Solo amen, hijos. Y si no saben amar, piensen en los ojos, ya sin brillo, de los niños en la guerra; sirvan a los corazones enfermos que están perdiendo la vida y que no conocen el amor; contemplen la Cruz de Aquel que supo amar y que con el propio ejemplo los llamó a seguirlo.
Busquen el Amor, el verdadero Amor que no posee, no quiere nada para sí, que no se gratifica, que no busca ser correspondido, que no busca ser conocido, que existe por el simple hecho de ser verdaderamente Amor de Dios.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Aún estamos en tiempos de Misericordia. Aún estamos en tiempos de definición.
La purificación planetaria, que comienza a expandirse, es una señal enviada por el Universo para que los hijos de Dios abran los ojos y escuchen Su Llamado, mientras todavía hay tiempo.
Que los tibios de corazón renuncien a sus comodidades y debilidades para hacer de la oración, del servicio y de la entrega absoluta, el sentido de su existencia.
Aún hay tiempo, hijos, para que aquellos que cierran sus ojos para no ver la verdad y que no quieren crecer, como estos tiempos exigen a toda la humanidad, puedan definirse y decir “sí” a los Planes de Dios.
La purificación del planeta les muestra que ya no son aprendices y que no están estudiando para una prueba que algún día llegará. La prueba ya está frente a ustedes y las agujas del reloj de este mundo están contando los últimos segundos del tiempo de la Tierra.
No se confundan, confírmense en la propia entrega y definición. Confírmense como soldados de la paz y del perdón. No esperen la respuesta de otros para poder crecer. No esperen que sobre sus casas y en sus vidas se precipite el caos de mundo, porque la humanidad es una sola y todo lo que viven sus hermanos, en los cuatro puntos del planeta, es responsabilidad de todos.
¡Por eso tomen sus orandios, sus rosarios y las cuentas de todas las religiones! Que todo corazón verdadero se una a Dios, así como lo conoce, porque le corresponderá al Padre unir a sus hijos en Su Sacratísimo Corazón.
Hijos, ya no hay silencio que pueda ocultar el clamor de las almas y de los Reinos de la Naturaleza. Sean conscientes de que algo mayor y más importante que sus vidas y sus problemas está ocurriendo hoy en el mundo. Clamen por la paz, actúen por la paz, difundan y vivan la paz.
Clamen por los Reinos, amen a los Reinos, sirvan y rescaten en todos los niveles al espíritu de la Naturaleza, porque la Vida proviene de los Reinos, verdaderos servidores incansables y eternos del Creador y de Sus Leyes.
Siembren la paz y actúen por la paz. Difundan la Divina Misericordia a través de sus vidas.
Por el despertar de las almas para este tiempo de transición,
Su Padre y Compañero,
San José Castísimo
Deja que tu consciencia llegue al límite de su prueba. Deja que se abra en su totalidad el abismo de tus miserias internas. Deja que tu ser ingrese plenamente en la escuela de la humillación y de la humildad. Abre bien los ojos para ver aquello que tienes que transformar y no temas.
No des vuelta la cara cuando percibas que, en verdad, todo lo que pensabas sobre ti mismo fue creado por tu mente y por las ilusiones de este mundo. Ve, hijo, con coraje y valentía, el lodo que esconde la perla de tu esencia.
Agradece a Dios por saber que no eres lo que pensabas ser y pídele que te muestre la verdad, para que así recorras con determinación el camino de la transformación.
Cuando la consciencia llega a su límite y ya no soporta lo que ve de sí misma, es entonces que decide transformarse y consolidar, en su propio ser, virtudes espirituales verdaderas. Por eso, que no entristezca tu corazón delante del abismo interior que estos tiempos te revelan, pues –en su momento- todo será revelado.
Válete de cada prueba para buscar lo que es real, para encontrar lo que te hace semejante a Dios: es en eso en lo que Él tiene colocada Su Esperanza; es eso lo que hace que el Creador no desista de Su Proyecto; es eso lo que hace que tantos santos, bienaventurados y seres de luz, que ya no deberían estar en este mundo, permanezcan impulsando a la humanidad desde los Planos internos del planeta.
Deja que todo tu ser se canse de sí mismo. Deja que toda tu consciencia toque fondo en aquellos espacios que nunca quiso ver, porque este es el tiempo de vivirlos. Vívelo mientras la Gracia, la Misericordia y la Piedad Divina te acompañan.
Sé firme y da muestras al Padre de que quieres ser otro. Ya no te engañes, hijo, y no engañes a otros. Solo vive la verdad que hoy emerge frente a tus ojos y sabe que, más allá de ella, más allá de toda la miseria y la imperfección, más allá de toda condición de error y de pecado, existe algo perfecto y cristalino y a eso debes llegar.
Eleva tu rostro y sé valiente. Ora, clama por Misericordia y déjate romper por dentro y por fuera. Deja que la humillación te lleve a la humildad, que la rendición te lleve a la mansedumbre, que tus miserias sean el camino para que encuentres la Divina Misericordia.
Aún estás a tiempo de ser verdadero y simple. Aún estás a tiempo de permitir que Dios te venza y haga de ti, Su Victoria en este mundo y en todo el Universo.
Confía en que toda derrota aparente guarda en sí, una gran victoria, porque Tu Rey venció el mundo en una Cruz, encontrando los abismos no solo de sí mismo, sino de toda la miseria humana. Por eso, hijo, cuando sufras, agradece a Dios y pide al Padre que te muestre la verdad, porque la verdad siempre te llevará al triunfo del Bien.
Aquel que te acompaña siempre, tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hijo, mira dentro de ti y busca en tu interior la semejanza con Dios. Reconoce, así, el verdadero valor de la vida que no se encuentra en nada de lo que aparentas ser. Descubre, en este acto de conocer y de reconocer al propio mundo interior, la propia esencia y el sentido de la vida en la Tierra.
Trascendiendo la personalidad y la apariencia humana e ingresando en lo profundo de ti mismo, es que encontrarás la unión con Dios, motivo por el que vives y evolucionas cada día.
No es para engrandecerte ante los ojos humanos que tú existes. No es para acumular bienes y destrezas, honras pasajeras ni elogios humanos que vives. Vives para descubrir que, más allá de lo que el hombre piensa sobre sí mismo, se encuentra la Verdad.
El gran misterio celestial es que la Nada y el Todo se encuentran en el hombre al mismo tiempo y para encontrar uno, primero debes reconocer al otro. O sea que, para descubrir al Todo que existe en ti, primero debes reconocerte como Nada.
El mayor error de las criaturas de Dios, que las separó del Padre y las llevó a tener que seguir este camino de vida en la Tierra, fue no reconocer que la Unidad es un principio único para toda la Vida: para unirse a Dios es necesario unirse al prójimo. Para unirse a Dios en sí mismo, es necesario unirse al mismo Dios que habita en el prójimo.
Si no hay unidad con la Vida, no hay unidad con el Padre. Si alguien quiere ser superior a otro, es al mismo Dios al que proyecta su deseo de superioridad. Para ser humilde ante Dios, deberás ser humilde ante tu prójimo.
Cuando reconozcas que todo es parte de la Creación y que todo debe volver al Creador, solo entonces vivirá en ti el respeto que lleva a la verdadera Unidad.
Por eso, hijo, hoy solo te digo que no temas ser humilde ante el prójimo, porque es ante el propio Dios que resplandece la humildad. No temas ser considerado nada y perder todo lo que te hace sentir grande y superior a los demás, porque siendo pequeño y nada, encontrarás finalmente al Todo frente a ti.
Tan largo como fue tu camino hasta llegar aquí, será tu camino de regreso al Padre. Sin embargo, si colocas ahora tus pies en la senda correcta, no seguirás perdido y alejándote cada vez más de Dios.
Reconoce sin miedo lo que te separa del Creador y vuelve tu mirada hacia dentro de ti mismo. Encuentra allí el camino de regreso a la Casa de Aquel que te espera desde el día en que le diste la espalda.
Ve ante ti, la puerta de la humillación y la senda del sacrificio, por allí deberás cruzar y por allí deberás caminar.
Tu Padre y Compañero en la entrega de sí mismo,
San José Castísimo
Laven el rostro en la fuente de la perseverancia todos los días. Es tiempo de renovar el propio ser, para que cada día traiga una oportunidad de recomenzar.
Los atavismos emergen para que sean curados. Las miserias emergen para que sean limpiadas con el agua de vida de la Divina Misericordia. ¿Cómo se sanará una herida, si ustedes no la traen a la luz y no permiten que el sol y el aire puros dela vida la regeneren?
Hijos, ya les dije tantas veces que este es el tiempo de valentía interior, pero muchos no comprendieron. Hablo de la valentía de vencerse a sí mismo, de renunciar, de humillarse, de reconocerse ignorante, de obedecer sin comprender, de seguir sin saber a dónde se llegará.
Hablo de la valentía de ver los abismos en su propio interior sin temor, sin recelo; la valentía de abrir las cortinas del teatro de la vida en la Tierra, para que la Verdad pueda emerger; la valentía de dejar de lado tantos personajes que se crean para sobrevivir en este mundo, para reconocer que ustedes no son nada de lo que pensaban ser y saber que, en verdad, las virtudes son pocas y escasas cuando están delante de las miserias ocultas de la condición humana, pero que es posible transformar esa balanza cuando el ser se dispone a ser sincero y transparente delante de sí, del mundo y de Dios.
Llegó el momento de dejar de hacer el mal, que no quieren, para hacer el bien al que siempre aspiraron, porque ahora contarán la constancia, la persistencia y la determinación de cada ser.
Ustedes ya tienen fuerza suficiente para vencer y trascender su propia condición humana, porque fueron fuertes para estar hoy aquí y aun existir como humanidad, incluso en un mundo que se degeneró. Ustedes fueron fuertes para no perder la condición de Hijos de Dios, y aunque el caos se haya expandido por la Tierra, la posibilidad de vivir el amor crístico aún está latente dentro de los seres.
Por eso, les digo que, ustedes sí son fuertes para crecer y dar pasos concretos en su propia transformación, para alcanzar lo que les parecía imposible y para ser dignos de llamarse compañeros de Cristo, pacificadores, apóstoles del nuevo tiempo.
Así como existe el potencial humano para responder al mal y manifestar tales atrocidades, como hay hoy en el mundo, también existe, con mayor poder, con mayor potencia, la posibilidad de amar, de entregar todo por amor y transformar este mundo en una Tierra redimida.
Ha llegado el tiempo, hijos, que tanto esperaban. Los abismos internos y externos se abrirán, aunque ustedes no quieran verlos, y aunque traten de esconderlos de sí mismos, todos sus hermanos lo percibirán. No habrá otra forma de vivir estos tiempos sino con la determinación de decir “sí” a Dios.
La cruz de los pecados del mundo ya está sobre ustedes, como estuvo sobre Cristo, y ya no hay cómo decir “no”, solo cárguenla con amor, por la redención del planeta, hasta el fin.
Transmútense, trasciéndanse, sean agradecidos al Padre y Él nunca los abandonará. Al final de todo, las Puertas de la Misericordia, de la Redención Universal y de la Unión perpetua con Dios se abrirán, y todos los esfuerzos, la entrega y los sacrificios habrán sido pocos frente a la grandeza de la Presencia Divina.
Todos los corazones que se dignaron a imitar a Cristo se glorificarán con Él en Su Presencia, y así como el Hijo es en el Padre, todos lo serán, porque la unidad se construye con las bases de la entrega absoluta. Ahora, es el tiempo de comenzar a construir.
Aquel que los inspira para la concreción del Plan de Dios,
San José Castísimo
Agradezcan cada instante en el que el Cielo se aproxima a la Tierra.
Agradezcan cada instante en el que Dios se hace sentir en los corazones.
Agradezcan cada pequeño misterio que se les revela.
Agradezcan cada gota de nuevo conocimiento que ennoblece al alma y despierta al espíritu a la Verdad, al Origen.
Agradezcan cada etapa de sus vidas: cuando ven el triunfo de Dios manifestándose y también cuando perciben una caída, un aparente fracaso, porque reconocer un error es sinónimo de crecimiento para aquellos que aspiran a dar pasos rumbo a la evolución.
Agradezcan todas las oportunidades de corregir sus vidas. Aunque sea algo que les cause dolor.
Agradezcan cada alegría y cada momento de plenitud.
Agradezcan cuando los caminos se abran y cuando tengan obstáculos, porque los obstáculos en el camino son sinónimos de fortaleza y del despertar de la fe para aquellos que se disponen a caminar, a pesar de las circunstancias.
Agradezcan cuando un ciclo termina y reciban en el corazón las semillas dejadas por él. Reciban con gratitud los ciclos que se inician, reverenciando cada etapa de la vida como algo único.
Agradezcan cada día como si fuese el último.
En la esencia de la gratitud, hijos, se encuentra la unión con Dios y la clave para que vivan la experiencia de la Tierra colmados por el Espíritu de la Paz.
En el acto de agradecer por todas las cosas se encuentra la diferencia entre estar con Dios y estar sin Él.
El corazón que es agradecido abre los caminos para vivir la Paz; ni las grandes alegrías ni las tristezas abismales lo harán cambiar su unión con Dios, pues encontrará en sí mismo, por medio de la gratitud, la esencia de cada aprendizaje y todo será motivo de crecimiento interior.
Agradezcan cada palabra que escuchan de Dios o de sus hermanos, porque así sabrán encontrar allí la enseñanza oculta que les ofrece el Universo.
Les agradezco, hoy y siempre, por acompañarme.
Y agradezco a Dios, por permitirme estar entre los hombres.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hijos: para que este sea un ciclo de Gracias, al menos en el interior de los hombres, deben ser consecuentes ahora con todo lo que ya recibieron.
Este nuevo ciclo representará la maduración de los frutos nacidos en todos los servidores y consagrados a Cristo.
Todas las semillas de la Nueva Vida fueron depositadas en la esencia de los que dijeron “sí”. Ahora, cada uno se hará responsable de hacerlas crecer, para después comer de los frutos de su desarrollo.
Muchos se verán delante de un suelo interior árido y seco, y a ellos les cabrá buscar una fuente más profunda y verdadera dentro de sí. Aquellos que viven en la aridez espiritual están así porque deben excavar profundo en su propia consciencia, romper rocas y límites, encontrar y purificar abismos, beber del barro que encontrarán, para después estar delante de una fuente de agua pura.
Todos los hijos de Dios tienen esa pureza en su interior. En algunos, está más escondida y en otros menos. Pero el hecho de que esté más escondida en unos no significa que estos sean peores, sino que tienen fuerza suficiente para romper todo lo que la oculta dentro de sí.
Los compañeros más imperfectos de Cristo también son los más fuertes; sin embargo, su fuerza fue usada para separarlos de Aquello que los creó. Con la misma fuerza con la que se separaron de Algo que está dentro de sí y que los conduce a Su Creación, ellos deben vencerse a sí mismos y regresar.
Los que son humildes por naturaleza no tienen grandes méritos en su humildad, solo deben perseverar en ella. Pero los que se vencen a sí mismos, con la dura batalla y el esfuerzo constante, los que se dejan humillar y romper por el Poder de Dios y que se arrepienten de haberse distanciado del Creador, estos sí, hijos, arrastrarán a los otros con su ejemplo y con los méritos de su conversión, abrirán las puertas del Universo para Dios.
Para aquellos que descubren que la verdadera grandeza está en Cristo y no en sí mismos, la imperfección es el mejor camino para llegar a Él, porque permiten que el Señor los venza y transforme sus miserias con la Fuente de la Divina Misericordia; ellos jamás se apartarán de Él, pues–habiendo conocido el gusto del lodo y del barro de las aguas impuras, no querrán otra cosa, sino el Agua de la Fuente Divina.
Por eso, hijos, ya no lloren por sus miserias e imperfecciones, pero reconozcan, cada día, la posibilidad de ser una victoria de Cristo y encuentren el sentido de la vida en la permanente batalla por rendir su propio ser a Sus Pies.
Rompan las duras y áridas capas de su propio interior y encuentren, dentro de sí, un Principio de pureza. Fortalézcanse y hagan crecer las semillas de las virtudes. Cuiden de las Gracias que recibieron, para que ellas sean fecundas, pues en este ciclo muchos dependerán de la multiplicación de las Gracias que unos pocos recibieron, porque abrieron sus corazones.
Por eso, no basta recibir las Gracias: deben hacerlas crecer y expandir el Reinado de Dios, comenzando por convertirse enteramente en Sus servidores.
Aquel que los guía con su propio ejemplo, el Siervo incansable del Padre,
San José Castísimo
Hijo, comienza este nuevo ciclo encontrando la Verdad dentro de ti. Busca la unidad con la Vida, como forma de reparar lo que ya viviste hasta hoy como parte de la humanidad.
Este mundo está ingresando en su último ciclo de Gracia y de Misericordia y serán inexplicables los milagros y el despertar que vivirán las almas; pero también serán intensos, e inexplicables para algunos, los ataques internos y externos que vivirá la humanidad, porque el enemigo intentará hasta el final de sus días, interferir en el Plan de Dios para la Tierra
Conserva la paz en tu pequeño corazón y procura ser manso y humilde todos los días, porque esa batalla que vivirás como individuo y también como parte de este planeta en purificación, solo se vence con el silencio y la mansedumbre del corazón.
Cuanto más quieto estés internamente, más podrás recibir los impulsos celestiales y estar atento para observar los ataques externos y las reacciones de tu propia purificación interior y así equilibrarlos rápidamente.
Mantiene tu corazón en paz y agradece todos los días a Dios por estar en el mundo en este tiempo. Sabes, hijo, ten la certeza de que a pesar de tanta lucha y, de la gran angustia que a veces siente tu corazón, el Triunfo Divino ya es una realidad, no porque hayas superado todas las cosas, sino porque Dios es invencible y con Su inconmensurable Misericordia te llamó para que seas parte viva de Su Plan de Amor en este mundo.
Sirve con alegría. Encuentra en el servicio el motor constante de la vida. Mirarás en tu interior y muchas veces no encontrarás motivo para sonreír y alegrarte, pero no mires tanto hacia ti mismo, sino más hacia el prójimo. Coloca tu atención en el potencial para amar y servir a todas las cosas y allí radicará la esencia de tu felicidad.
Hijo, busca todo el tiempo la unidad con todos tus hermanos, porque es tiempo de curar las heridas que el rechazo y los prejuicios generaron en el corazón humano. Repara estos actos con el esfuerzo consciente por comprender y amar al prójimo.
Que este nuevo ciclo sea para ti de regocijo, de sacrificio y de profunda entrega. Que puedas valerte de las últimas Gracias de Dios para ayudar a la humanidad.
Que Dios haga de ti, hoy y siempre, Su sagrado instrumento de oración y paz.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Santa María, San José y el Niño Jesús.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Hoy, estamos colocando al mundo, queridos hijos, ante la Fuente de Dios, desde donde surgieron Nuestros Sagrados Corazones para promover en el mundo la Paz y la Misericordia de Dios.
Hoy, veo a todos sus corazones y a los corazones de sus hermanos en el mundo como a esos nuevos pastores que, recibiendo el anuncio de la venida del Cristo interior, caminan al lado de los Mensajeros Celestiales para que se pueda cumplir en este planeta la gran promesa de los mil años de paz.
Es así, queridos hijos, que con el gozo del Espíritu Santo, hoy se presentan Nuestros Tres Sagrados Corazones para que, una vez más, las familias del mundo se puedan unir en el amor y en la fe, y así puedan terminar con la separación y la indiferencia que somete a muchas familias del mundo.
En verdad, les pregunto, queridos hijos, qué es lo que hoy celebra la humanidad, ¿el Nacimiento del Rey o la perdición de las almas?
Quiero que sientan en Mi Corazón la Luz Sacratísima de Mi amado Hijo. Hoy, lo traigo en Mis brazos como el pequeño Niño Jesús para que Él haga humildes sus corazones, para que Él haga pacíficas sus vidas y así se realice el Plan de Amor de Dios.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de San José:
Queridos compañeros, siervos de Mi amado y pequeño Hijo, Mi Casto Corazón hoy resplandece mucho más que mil lirios, porque Mi Corazón Sagrado emana los aromas sutiles del Universo Celestial y, como Padre de las almas pobres y carentes, envío a Mis ángeles servidores para que recorran, en esta hora, los lugares más oscuros del mundo en donde las almas necesitan de la Luz de Dios y de la guía de Mi Casto Corazón para no caer en los errores de siempre.
A ustedes, queridos compañeros, siervos de la Sagrada Familia, les pido que celebren esta noche el Nacimiento de Jesús, recordando este importante acontecimiento en la humanidad, en el que un antes y un después fue vivido por esa raza más primitiva.
Quiero que, así como Mis ovejas, pastoreen por nuevos universos, en donde sus consciencias se puedan expandir un poco más, y la sagrada promesa de sus corazones de vivir en el Reino de Dios y de traerlo hacia la Tierra se pueda cumplir en la humanidad.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras del Niño Jesús:
Estoy en los brazos de Mi Santa Madre porque tengo en Mi Corazón a cada alma de esta humanidad que, por más que sean indiferentes a Mi Nacimiento, Yo conforto a todas las consciencias con los Rayos de Mi Misericordia y de Mi Gracia para que las almas renazcan en la vida espiritual y en la paz, que serán tan necesarias en estos tiempos en los que la humanidad se transformará fuertemente.
Como el pequeño Rey del Universo, abro Mis Brazos sobre el mundo y marco a esta consciencia del planeta con la señal luminosa de la cruz de Mi Corazón que, desde el principio de Mi Nacimiento en Nazaret y cuando Yo di Mis primeros pasos, Yo ya viví el sacrificio por cada uno de ustedes en Nazaret, aunque tuviera tan solo algunos meses de vida.
Vean así, Mis compañeros, cuán grande es la Misericordia de Dios por el mundo. Necesito que sus corazones, en esta noche en la que el orgullo y la vanidad florecen en el mundo, hagan pequeños sacrificios para que Mi pequeño Corazón de Niño y de Rey pueda ser aliviado por cada uno de ustedes.
Por eso, hemos venido, en esta noche especial, para anunciarle al mundo la Misericordia de Dios que todavía está disponible para aquellos corazones que la quieran buscar y vivir en estos tiempos.
Hoy, la Sagrada Familia de Nazaret intenta espejar sobre la humanidad el mismo principio de Su Concepción Divina. Es así, que desde lo alto del Monte Shasta, en donde brilla Mi Santo Grial, son irradiados los códigos de la paz para que las almas cumplan la promesa de esperar Mi segunda Venida al mundo.
Ahora, Nuestros Sagrados Corazones, a través de la Hermana Lucía, daremos más Palabras de Luz para el mundo, pero les pedimos que se conecten a este momento, en el que todos los ángeles del Cielo se postran ante la Sagrada Familia que irradia Su espíritu de humildad, de simplicidad, de caridad y de Amor para cada corazón que, no importando cómo esté y cómo sea, quiera recibir Nuestras Sagradas Presencias de Amor y Misericordia.
Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Queridos hijos, con Nuestra Presencia, aquí en esta noche, vinimos a transformar, en esta humanidad, el sentido de la conmemoración de este día. Vinimos a recordarles a los corazones del mundo que Cristo no solo nació hace más de 2016 años; Él espera nacer, hijos Míos, todos los días y todos los años en el corazón de cada uno que se abre a Su nacimiento.
Vinimos a traer al mundo los principios de la Vida Crística que se expresaron en cada uno de Nuestros Sagrados Corazones.
De esa forma, hijos, traemos una última oportunidad a este mundo de expresar la familia universal, de vivir el verdadero Pensamiento Divino para el corazón humano. Eso no es difícil, está al alcance de cada uno de ustedes, porque solo vivimos en simplicidad, en amor y en devoción a Dios Altísimo.
Nuestros Sagrados Corazones, hijos Míos, solo se abrieron desde el principio de su existencia para responder al Llamado Divino; y cada uno de ustedes que escucha Mis Palabras y también los que no Me escuchan se abrieron para vivir este Principio Divino. Por eso, llegaron a este mundo para seguir el ejemplo del Hijo de Dios que se tornó carne en cuerpo, mente y alma para que sintieran la semejanza que hay entre el Creador y Sus criaturas.
Hoy, con Mi pequeño Hijo en los brazos, y contemplando el Santo Grial que contiene los códigos de Su Pasión y también de Su Vida, irradiamos a todo el planeta cada segundo de la existencia de la Sagrada Familia, para que este Espejo de Amor y Unidad con Dios haga despertar a los espejos de sus corazones y crear así, hijos Míos, en esta noche, una gran red de Luz para rescatar a aquellas almas de Mis pequeños hijos que están en el mundo, cegando sus ojos, sofocando sus almas con las ilusiones y distracciones de este mundo.
Les pido, hijos, que abran sus corazones en esta hora para que Mi Inmaculado Corazón, como el Gran Espejo Universal, despierte en sus espíritus el don de espejar la Voluntad Divina, para que en estos tiempos puedan reflejar junto a Mí los principios de una nueva vida.
Como Sagrada Familia, formamos un Gran Espejo de Luz y nos unimos a todos los espejos del Cosmos para atraer hacia la Tierra la gran oportunidad que los ayudará a superar los tiempos que vendrán y, más que eso, a vivir la Voluntad de Dios.
Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de San José:
Queridos hijos y compañeros de Mi Casto Corazón, más que palabras, en esta noche solo quisiera que sintieran Nuestra Presencia en sus espíritus, en sus corazones; porque de una forma simple, así como somos, quisiéramos despertarlos definitivamente para que aprendan a vivir el amor y la unidad con Dios, sin necesidad de experimentar el sufrimiento.
No es la Voluntad del Señor que Sus criaturas sufran, porque este planeta es el planeta del amor, pero depende de cada una de Sus criaturas las elecciones que harán de los aprendizajes que vivirán en este mundo.
Si aprendieran a renunciar, a rendir sus espíritus en los Altares Celestiales, colocando su cabeza en el piso, humildemente, sin necesidad de que las experiencias de la vida los quiebren por dentro; aprenderían, hijos Míos, cómo es simple, en verdad, llegar a Dios.
Deberían vencer sus resistencias, rindiéndose ante Dios, porque Él es el verdadero vencedor de este mundo y de todos los otros.
Dejen que Él los venza, que haga de sus vidas una gran victoria en todo el universo, en toda Creación.
Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras del Niño Jesús:
Queridos compañeros de Mi Sagrado Corazón, hoy vengo como niño, como un pequeño Hijo de Dios para que, con este ejemplo, comprendan que Dios se manifiesta en los pequeños de corazón, en aquellos que se abren para vivir la pureza y que como niños permiten que el Creador ingrese en lo más profundo de sus seres y los transforme en dignos hijos de Dios, así como Yo Soy.
Yo vengo, en esta noche, como un ejemplo para todos los corazones del mundo. Permitan que Yo nazca dentro de ustedes, porque para eso estoy aquí. Cuando retorne al mundo, quiero mirar a sus ojos y ver un espejo de Mi Presencia Divina. Quiero encontrarme dentro de ustedes y vivir la perfecta unidad que Mi Padre pensó desde el principio.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Hoy, Mi Divino Hijo, en lo alto de este Altar, preciosamente realizado para Nuestros Sagrados Corazones con el esfuerzo de las manos que trabajan para construir el Plan evolutivo, consagrará el pan y el vino, celebrando esta Comunión con cada uno de sus corazones; en unión a los Tres Sagrados Corazones que, como una preciosa triangulación de Luz, se proyecta sobre sus cardíacos con el fin de expandir el Amor del Creador por el mundo.
Consagremos.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras del Niño Jesús:
Como un Sol que brilla en el universo, compañeros, Mi Corazón desciende a la Tierra en esta noche en la que las tinieblas son disipadas y los infiernos son cerrados por la oración de las almas de este planeta, por la confianza que cada corazón ha emitido en estos últimos nueve años a través de Nuestras Presencias, creyendo en Nuestras Presencias, Nuestra Presencia divina e inmaterial.
Hoy, poso Mis pequeñas Manos, las Manos del Niño Jesús, sobre estos elementos y, en los brazos de Mi Santa Madre y en la Presencia de San José, la Santísima Familia consagra estos elementos para que se puedan transformar en el Cuerpo de su Señor y en la Sangre de su Rey, dolorosamente derramada para la liberación de los pecados del mundo y de las maldades de la humanidad.
Bajo la señal de la cruz y la autoridad que el Padre Me concedió, Yo bendigo estos elementos para que las almas gocen en Mi Espíritu y en la Tierra se establezca la santa paz, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ahora, llevamos al Cielo las súplicas de todos sus corazones, de los corazones del mundo que, a través de esta sagrada Vigilia de Oración, encendieron su Cristo interior para seguir adelante en este Plan de Redención, en este Plan de conversión y de rescate de la humanidad.
Nuestros Sagrados Corazones, bajo la bendición del Santo Espíritu, agradecen a todos por haber permitido que los Sagrados Corazones lleguen a los Estados Unidos, y también para que Ellos prosigan en esta divina misión a Oklahoma, Miami y Orlando.
Contamos con su colaboración, su colaboración interna, espiritual y material. Esto es muy importante para el Padre, especialmente para toda esta nación que tanto Nos necesita.
Agradecemos, y una buena Noche de Paz para todos los seres de buena voluntad.
Agradecemos.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Madre María Shimani de Montserrat:
Queridos hermanos, los que están aquí presentes y los que nos acompañan a través de Misericordia María TV, con estas tan valiosas y simples Palabras de nuestros Mensajeros Divinos que, Noche Buena tras Noche Buena, aspiran a que nosotros encendamos nuestro Cristo interior y ese Cristo interior es el espacio de nuestra consciencia que esta indivisiblemente unido a Cristo Jesús. Es esa parte de nuestra consciencia que siempre aspira a estar en Cristo, y aspira a que Cristo viva dentro de nosotros, que guíe nuestra vida, todos nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, para que nuestras vidas puedan ser un instrumento de Su Amor, de Su Sabiduría, de Su Paz; para que, día a día, podamos ir por el mundo, seguros del lugar en el que estamos dentro del Corazón de Dios. Ese es nuestro Cristo interior y eso es lo que Nuestro Señor intenta encender cada día.
Sobre todo, en estas Navidades, en las que muchas veces nos distraemos del verdadero Propósito de Dios. Los Mensajeros Divinos, en cada Navidad, fortalecen nuestra unión con Sus Corazones, intentan ingresar en nuestros hogares para traer esa paz y ese amor que siempre debería guiar nuestras vidas.
Nosotros aspiramos a que un poquito de esa paz y de ese amor haya podido ingresar a sus corazones, que hayan podido encender su Cristo interior y sepan que, viviendo ese Cristo interior encendido, nosotros podemos alcanzar también el Corazón de Dios.
Hijos, en los próximos días contemplen el Sagrado Corazón de Jesús en cada uno de ustedes y comulguen con Él, en reparación de todo el pesar que Él vive durante las festividades de Navidad, las que deberían celebrarse en memoria de Su Santo Nacimiento y que sin embargo se volvieron motivo de perdición y de ilusión para muchas almas.
Mientras más pasa el tiempo, más importantes y definitorios se vuelven los ciclos planetarios, sin embargo las almas se apartan cada vez más del Propósito Divino.
En estos sagrados días, los Mensajeros Divinos están en Estados Unidos porque esta nación representa a la cuna de la ilusión en la consciencia planetaria. Estamos aquí, no solo por los norteamericanos, sino también por todo el planeta. Vinimos a arrancar de raíz el mal que hace que las almas se pierdan, para que por lo menos unos pocos generen méritos para equilibrar la gran perdición que vive el mundo.
Hijos, estos días no serán de alegría y de fiestas para muchas almas que están padeciendo y cuyo sufrimiento no se interrumpe en los días sagrados, porque la humanidad se olvida de ofrecer una oración por los que nada tienen, por los que sufren en las guerras, por los que no pueden proclamar la propia fe y por los que no recuerdan que el Sagrado Corazón de Jesús está sobre el mundo, esperando que las almas le abran las puertas para que pueda renacer y renovar el corazón humano.
En omnipresencia, estaremos en todas las Comunidades-Luz y en todos los hogares que nos abran sus puertas con sinceridad. No obstante, esta vez les pediremos que más allá de cualquier conmemoración, ofrezcan una reparación por las ilusiones y distracciones del mundo y que clamen por los que sufren sin tregua y no tienen siquiera la posibilidad de recordar al Cristo Vivo, porque no lo conocen y porque la oscuridad en la que viven es tanta que no pueden reconocer a la Luz y caminar hacia Ella.
Sé que cada día que pasa, el caos aumenta y los orantes están cada vez más oprimidos, porque intentan establecer la Paz. Sé que muchos creen que sus oraciones y súplicas no producen nada en la consciencia planetaria, sin embargo les digo, hijos, con la potestad que Dios Me concedió, que toda búsqueda de resultados es solo influencia del mal en el corazón humano, porque el mal se alimenta de apariencias y de ilusiones. Esta es la Era de la Fe y el mayor milagro que verán será la manifestación del Plan de Dios, que surgirá del triunfo del Amor nacido de las cenizas del viejo hombre.
En este momento, déjense solo quemar por el fuego de la purificación planetaria, sin perder la fe y la confianza en Dios. Encuentren su sustento en el espíritu y en el acto de servir y de auxiliar al prójimo: a los que están a su lado y a los que no conocen pero que se valen de sus oraciones para aliviar su espíritu.
Es momento de reparar el Corazón de Dios que pulsa en toda esencia viva. Por eso, oren y ofrezcan sus vidas como forma de equilibrar los padecimientos de este mundo.
Los amo y los invito a renovar el nacimiento de Cristo y Su sublime humildad en el Pesebre de Belén.
Recuerden este día de suprema Gracia y clamen para que la Pureza y la Misericordia que allí se expresaron, puedan impregnar cada corazón humano y todos los Reinos de la Naturaleza.
Su Padre y Amigo, que los llama a renacer,
San José Castísimo
Que la Paz de Dios y Su Santo Espíritu estén en este lugar y en sus corazones, para que de esta forma puedan servir, en nombre de la humanidad, abriendo las puertas al Reino de Dios, trascendiendo las limitaciones y las condiciones humanas por un Propósito superior para que Su Plan se cumpla en la Tierra.
Hoy estoy aquí, hijos, no solo para hablarles, no solo para impulsar sus corazones; estoy aquí por un pedido mayor, por una misión que Dios Me encomendó y que trasciende la comprensión humana, pero que necesita que sus corazones estén adheridos a este Propósito divino. Por eso, están aquí.
Para algunos, esta misión es más simple, para otros no tanto. Pero, ante Dios, solo les pido que abran sus corazones y permitan que Él disuelva las barreras que separan sus almas de Dios, para que Él les pueda mostrar la verdad sobre ustedes mismos, sobre este planeta, sobre este lugar sagrado donde se encuentran.
Hoy vengo a abrir las puertas del interior de este planeta para una vida que para muchos es invisible, pero que está accesible a todos, si son simples, puros y si sus intenciones son verdaderas.
Hoy quisiera hablarles sobre esta vida superior que se guarda en lo invisible, no solo de las montañas, sino también se guarda en lo invisible del corazón y de la consciencia humana.
Hoy ustedes vieron y estudiaron un poco del misterio que es María. Ese mismo misterio se guarda en todas las cosas, en cada criatura de este planeta, en todos los Reinos y en la propia consciencia de esta Tierra.
La humanidad ignora, hijos Míos, la verdad sobre la Creación Divina.
Y hoy vengo hasta aquí para despertar sus consciencias, para que puedan vislumbrar un poco de esta verdad, y lo hago en nombre de toda la humanidad, porque muchos que no están aquí, pero que escucharon Mis Palabras, necesitarán de estos impulsos, en estos tiempos y en los tiempos que vendrán.
Quisiera despertar los espejos de sus corazones para que, junto al Mío, podamos liberar un poco a este mundo de la oscuridad que en él habita. Y Yo puedo hacerlo, más allá de la condición humana, pero necesitan decirme que sí.
Vengo para traspasar las capas de la ignorancia, para llegar a lo que son de verdad en sus esencias, y es ahí en donde encenderé este espejo.
De esta forma, los ayudaré para que puedan equilibrar sus almas, sus corazones y, prestando este servicio, puedan traer un poco de paz a este mundo.
Sé que muchos están presos de su condición humana, de sus imperfecciones, y se lamentan por no ser perfectos, por no ser mejores. Pero hoy, hijos, les pediré que por un instante dejen sus imperfecciones de lado, porque están delante de Dios, están delante del portal al infinito, para que reconozcan que en lo profundo de su interior hay algo semejante a la Esencia Divina.
Por eso, llamen internamente a sus almas, a sus espíritus, a aquello que en ustedes es verdadero, para que estén aquí, junto Conmigo, y de esta forma, podamos cumplir con la misión que Yo vine a realizar en este momento.
Antes de que Yo continúe hablando, les pediré que canten para que, de esa forma, atraigan la verdad sobre ustedes y sobre este mundo.
Los escucho.
La verdad se guarda en el interior de aquellos que se disponen a ser semejantes a Dios. La verdad se muestra a los ojos que se abren para verla. La verdad se manifiesta en el corazón de aquellos que se abren para vivirla, que no se lamentan por sus imperfecciones, que las reconocen, que saben que no son perfectos, pero que también saben que, en lo profundo de su mundo interior, existe una molécula divina que aguarda que sus seres miren hacia adentro y que no sean tan superficiales, que no estén todo el tiempo con la atención en las cosas de este mundo y en lo que expresan como seres humanos, como personalidades, como cuerpos físicos, que son tan diferentes de Dios.
Cuando Mi hijo un día les dijo que ustedes son semejantes a Él y a Su Padre, era para que busquen dentro de ustedes esa semejanza. Así como esa semejanza está dentro de cada uno, también está dentro de la consciencia del planeta.
Es por eso que en este momento les revelo un lugar sagrado.
En nombre de la humanidad, pidan la Gracia de ser dignos de estar delante de él. En el nombre de esta nación, pidan perdón por haber ignorado por tanto tiempo la grandeza de este lugar, que se guarda en el lado oculto de la naturaleza, que está protegido por todos los Reinos y que está esperando que la indiferencia humana dé lugar al amor al Plano Divino.
Hoy vengo hasta aquí, a este lugar sagrado, para equilibrar un poco a indiferencia humana. Y de esta forma, generar los méritos para que este lugar permanezca en el mundo, permanezca aquí auxiliando a la humanidad.
Les hablo de un lugar poco comprendido, por el mismo motivo de no conocer el propio mundo interior. Así como solo están atentos a las superficialidades del propio ser, también estuvieron atentos solo a las superficialidades de este mundo, no aprendieron a penetrar en la belleza de la naturaleza y a llegar más allá de ella.
Pidan a Dios la Gracia de que sus ojos se abran y puedan ver en los espejos de agua más que un elemento; que puedan encontrar parte de la Consciencia Divina que atrae del universo los Dones del Espíritu de Dios, los atributos de la Creación, el verdadero arquetipo humano que se irradia para cada criatura que acepta recibir esta Gracia en su interior.
Contemplen las montañas no solo como simples montañas, sino como consciencias vivas que sustentan el planeta y que resguardan en su interior un misterio. Las montañas son como grandes madres que guardan en su vientre un nuevo ser, una nueva vida, un nuevo mundo. En el interior de las montañas que tienen a su alrededor se guarda un principio de vida divino, único, universal, que espera la apertura de sus seres para manifestarse en la Tierra.
A partir de aquí, Dios derrama un manantial de Gracias, de dones divinos, de partículas de Su Consciencia para que lleguen a todo el planeta y que comience, por increíble que parezca, en cada uno de ustedes.
Para que estos dones lleguen al mundo, sus corazones deben decir sí. Para que las almas más distantes de Dios reconozcan Su Presencia y despierten a la vida universal, primero, hijos, ustedes deben decir sí y deben abrirse a este misterio divino que se guarda en todos los espacios de la Creación.
De esta nación debería partir el espíritu de la unidad para que, de esa forma, todo lo que reciben pueda ser repartido a cada corazón de este mundo.
Hoy Mis Palabras representaran un misterio para muchos, pero no quiero que comprendan con la mente lo que vengo a decirle a sus corazones. Solo les pido que clamen a Dios, como humanidad, por una oportunidad para esta nación y para este planeta.
Pidan que Su Plan se cumpla, para que puedan manifestar esa unidad entre ustedes y en todo el planeta. Pidan la Gracia de abrir las puertas de este recinto divino que se guarda en el Monte Shasta y que los dones que allí habitan despierten no solo en la consciencia de esta nación, sino que lleguen también a cada criatura y a los abismos del mundo, llevando luz y paz a los corazones que no las conocen.
Lo que vengo a decirles hoy es que descubran, en la simplicidad de sus corazones, la grandeza de sus espíritus que no es una grandeza humana, que no se guarda en las destrezas, en los potenciales humanos o personales de cada uno; sino que se guarda en el mundo interior, en el corazón y en la capacidad de amar y servir al Creador en todas las cosas.
Hoy consagraré esta comunión, por la potestad que Dios me dio. Como Su siervo, consagrare estos elementos para que, al entrar en su mundo interior, lo despierte.
Reciban el Cuerpo y la Sangre de Cristo, en nombre de toda esta nación, de todo el planeta, como una reparación de toda indiferencia e ignorancia humana.
Oren Conmigo, como Mi Hijo les enseñó.
Padre Nuestro (en arameo).
Y, siguiendo este espíritu de reparación, clamen por la paz y por el despertar humano.
Yo les agradezco y los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cántico.
Ábranse hacia la pureza de Monte Shasta, de sus espejos, de sus misterios, para que sean irradiados a cada espacio de este planeta, transmutando la ignorancia y la indiferencia del corazón humano.
Les agradezco.
En cuanto San José transmitía Sus Palabras a través de la vidente Hermana Lucía de Jesús, el vidente Fray Elías del Sagrado Corazón recibía el Mensaje diario de la Virgen María.
Frei Elías del Sagrado Corazón:
A medida que la Virgen María transmitía Sus Palabras, San José complementaba lo que Ella decía. Cuando Ella comenzó a transmitir Su Mensaje, San José colocó sobre cada uno de nuestros pechos, por encima de nuestro corazón, un lirio de luz. Teniendo como base este símbolo, María nos entregó el Mensaje de hoy.
Después de esta introducción, Frei Elías realizó la lectura del mensaje diario de la Virgen María, Rosa de la Paz, para el día 19 de diciembre de 2016.
La esencia de la vida en la Tierra es transformación permanente, es descubrir que nada está perdido y que todo y todos tendrán una nueva posibilidad de redención si dicen “sí” y claman a Dios por esta oportunidad.
La esencia de la vida en la Tierra es transformar el lodo más oscuro en una perla luminosa y perfecta, semejante al Corazón del Padre.
Dios se esconde en la imperfección humana y, como un acto profundo de Misericordia, se multiplica en el interior de los hombres, hasta en el peor de ellos.
El Creador oculta Su Voluntad debajo de la voluntad humana, no porque sea menor o menos poderosa que la Voluntad Divina, sino porque el gran misterio de la vida es la Humildad de Dios, que enseña al corazón humano el verdadero camino para llegar a Él.
El Creador enseña a los hombres con el ejemplo. ¡Aquel que quiere encontrar su semejanza con Dios, que recorra el camino que Él le señala a la humanidad todos los días!
En el Universo no existen criaturas tan privilegiadas como los seres humanos. No existe esencia tan naturalmente próxima a la Esencia Divina como la que anima a la creación humana, a su espíritu y al propósito de su existencia.
Sin embargo, hijos, la gran ceguera que viven los hombres forma parte del gran misterio de la humanidad, los que no solo limitan a la Creación Universal sino también a la comprensión sobre sí mismos.
Los hombres ignoran el sentido de grandeza y así nunca despiertan el potencial de sus corazones. Su sentido de grandeza y de gloria se encuentra en la vida material y en el acto de engrandecer cosas que, en verdad, los empequeñecen y los ciegan todos los días. Ellos consideran que crecen en poder y en gloria y, cada día, se alejan más de la Verdad y del auténtico crecimiento espiritual. La evolución universal pasa frente a sus ojos ciegos y sigue de largo, porque no fueron capaces de contemplar al Todo, sino únicamente a sí mismos y a su ignorancia, ignorancia que se disfrazó de grandeza y los ató a la pequeñez de ese mundo.
Hoy, hijos, la Verdad está delante de todos los corazones. Verdad que primero les revela el lodo, porque para encontrar a la perla en su interior necesitan comprender correctamente lo que la precede. Mientras vean lo que es lodo como un tesoro humano, nunca descubrirán que el verdadero tesoro de la consciencia humana siempre estuvo oculto en ella misma.
Por eso, los ojos que se abren, primero ven las miserias y las imperfecciones y luego se desmoronan las fantasías que cubrían su ignorancia. Pero si se disponen a vivir la humildad, ella misma transformará y lavará ese lodo y les mostrará lo que estaba escondido: la verdadera semejanza a Dios, esa esencia que nunca muere en los que dicen “sí” al Padre y que incluso podrá revivir en quienes en apariencia, están más perdidos, si ellos claman por Perdón y Misericordia.
Les digo esto, porque vinimos a lugares del mundo que parecen estar perdidos en su ignorancia, pero nada está perdido si los corazones se disponen a transformarse.
Por eso, clamen y crean que es posible y caminen rumbo al descubrimiento de la Verdad, que asoma como un Nuevo Sol en el horizonte de sus vidas.
Aquel que los ama y los conduce a lo Nuevo,
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más