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Pon tu corazón en oración y mantén la paz. A pesar de todo lo que sucede en el mundo, hijo, si no hay paz en los corazones no hay cómo abrir las puertas para la actuación de una Ley Mayor, superior a todo lo que hoy rige la vida en la Tierra. Por eso, observa el mundo, no con indiferencia ni con ojos de ilusión: ve los acontecimientos con la mirada verdadera de quien reconoce la situación planetaria, pero que también sabe que la Voluntad de Dios triunfará más allá del caos y que lo más importante en estos tiempos es orar y obrar por el rescate de las almas y de las esencias.
Mantén tu corazón en paz y solo obedece a los Designios que descienden desde el Cielo para guiar a las almas. Un día, será necesario que existan seres conscientes dentro del caos, para crear allí un puente con el Universo de Dios, para que los Rayos y las Leyes Divinas que auxiliarán a la humanidad puedan descender. Pero para que el Creador cuente verdaderamente con Sus hijos, estos necesitan crecer y madurar en espíritu, lo que significa estar cada vez más unidos a la Consciencia Divina y a Su Santa Voluntad Celestial.
Si aprendes a obedecer, hijo, todo se cumplirá tal como Dios lo diseñó para ti, y como dijo el Hijo del Hombre: "Caerán mil hombres a tu izquierda y diez mil a tu derecha, y tú no serás alcanzado". Con esto, el Señor decía que la fortaleza espiritual, cuando es verdadera, no tiembla con el caos del mundo, con la purificación planetaria, ni tampoco con la propia. Por eso, disponte a percibir que el momento que tanto esperaban el Cielo y la Tierra, ya llegó. Y aun sin estar preparados para ello, los seres humanos lo vivirán.
Si tú eres parte de una minoría consciente de la realidad planetaria, da gracias y déjate guiar. Hoy, los acontecimientos agudos están distantes de ti porque Dios te está conduciendo por la senda correcta. Pero mañana, hijo, este sendero puede estrecharse, porque todo sucederá a tu lado y tus pasos deberán ser cada vez más rectos y precisos.
Aún estás a tiempo de despertar y de crecer en espíritu. Ora sin cesar, para que hasta el último espacio de tu consciencia, que aún no se rindió a Dios, pueda hacerlo. Así, hijo Mío, no correrás el riesgo de pisar en falso en el último momento, porque una parte oculta de tu consciencia no se había definido.
Busca transformar lo profundo de ti, en lo pequeño y en lo oculto, para llegar a lo grande. Lleva la paz hacia los espacios más escondidos de tu ser y vence aquellas resistencias que, en verdad, revelan el miedo que aún tienes de amar y de rendir tu corazón a Dios.
Sigue los pasos de los Mensajeros Celestiales y confía en que todo se construirá en ti, aunque no lo percibas, para que seas un triunfo de Dios en este mundo de tantas tinieblas aparentes.
Tu Padre y Amigo.
El que te ayuda a crecer y te advierte siempre,
San José Castísimo
Mientras el mundo agoniza, hijo, solo ora y deja que tu corazón llegue a Dios.
Será grande el sufrimiento y muchos se arrepentirán, tardíamente, de no haber mirado hacia el Cielo. Que nada te perturbe, que nada te estremezca ni te haga perder la fe.
Coloca tu corazón en la meta de una nueva vida, que solo surgirá en el mundo cuando él se haya purificado y retirado de su suelo fértil, lo que impedía el crecimiento de las semillas de luz, allí depositadas por Dios.
Ten certeza, hijo Mío, que después de toda la purificación, soportada con amor y esperanza, vendrá un nuevo sol, una nueva vida, una nueva oportunidad de recomenzar con mayor humildad y rendición a Dios.
Tu purificación te revelará aquello que precisa ser transformado y curado dentro de ti, para que, sabiendo todo lo que no eres y que pensabas ser, tu corazón pueda encaminarse hacia el develar de la verdad.
De la misma forma, el planeta también sabrá todo lo que no es y que pensaba ser, por su arrogancia y por distanciarse de Dios. No todos tendrán fuerzas para buscar la verdad, y muchos perderán la razón por no tener una referencia en la realidad. Pero tú, hijo, debes ser un eterno buscador de lo que es real, para que los que están ciegos encuentren en ti una luz para perseverar en la vida, en la verdadera vida que proviene de Dios y no del hombre. Por eso, no te canses de persistir y de construir en tu interior un camino hacia la Verdad.
No te entristezcas por pensar que es poco lo que haces cuando solo te trasformas a ti mismo y, en verdad, quisieras transformar el mundo. Lo que es verdadero se consolida en lo pequeño y perdura en los siglos y en la eternidad.
Por eso, confía en que el mayor servicio es purificarte primero, persistir y renunciar todos los días a la ilusión, antes de que el mundo se desestabilice, para que así seas portador de la Vida Superior. Cuando llegue el tiempo, comprenderás que fue en el silencio y en el anonimato que tu servicio hizo mayor eco en la vida planetaria y más allá de ella, adentró en los Universos.
Aquel que te ayuda a perseverar y a vencerte a ti mismo, tu Padre y Compañero de siempre,
San José Castísimo
Cuando Mi Corazón llega al mundo, no es solo para traer a las almas el Don de la Paz. Yo vengo para enseñarles a vivir este Don, que Dios ya les entregó por medio de la Presencia de Sus Mensajeros Divinos.
Vengo, en humildad y en silencio, para que las almas comprendan que las grandes cosas solo se alcanzan cuando el corazón sabe ser pequeño. Los misterios más infinitos y ocultos se revelan como una comprensión superior al corazón que sabe ser humilde, aún sin reconocer esto en sí mismo. Porque Dios busca a los menores para revelarles Su Faz, busca a los más imperfectos, pero que se disponen a ser otros, todos los días, dejando que su duro barro sea moldeado en las Manos del Alfarero Celestial.
Aquellos que aman la apariencia de su propio barro y que cuidan de él como un tesoro, jamás podrán tornarse receptáculos de un tesoro verdadero, de un Legado Universal. Por eso, hijos, Yo continúo viniendo a su encuentro, porque aún les falta mucho para rendirse a Dios, mucho por entregar. Esta Obra aún no está completa, pero ella puede ser constante si ustedes se disponen, todos los días, a recomenzar y a ser diferentes. Ofrezcan al Padre, todos los días, una pequeña parte de su barro para que sea transformado y para que así, Él consiga, poco a poco, diseñar Su Obra por medio de ustedes.
Encuentren, hijos, el verdadero sentido de la vida en la transformación, para que finalmente puedan, un día, descubrir la verdad sobre sí mismos.
Hay un sentido para la existencia humana, hay una verdad que trasciende a las apariencias y hay una experiencia a ser vivida, que trasciende toda enseñanza y toda sabiduría escrita en los Libros Sagrados de este mundo.
Al contrario de lo que muchos piensan, para saber, ustedes deben ser y para ser, deben dejarse transformar. Yo estoy aquí para ayudarlos.
Vuestro Padre y Amigo,
San José Castísimo
Noveno día de la novena.
Cuando el Niño Jesús era pequeño y María Santísima era una joven mujer, Yo tuve que dejar Sus Sagrados y Puros Corazones para estar al lado de Dios, entonces Mi Corazón se angustió.
Mi vida siempre fue una vida de renuncias, desde el principio al final; era de esa forma que Dios pulía Mi condición humana y manifestaba en Mi Ser, en toda Mi consciencia, Su Propósito Divino.
Renunciar, hijos, nunca fue para Mí una cosa simple. Mi Corazón, como cada corazón humano, estaba lleno de apegos, de voluntades, que poco a poco se fueron sublimando, pero fue en el último instante de Mi vida, cuando tuve que renunciar a estar con María y Jesús, que finalmente pude entregar la voluntad humana y vivir la Voluntad de Dios.
Este es el impulso que les traigo para el último día de la novena que les estoy transmitiendo; porque para comenzar cada ciclo es necesario renunciar al ciclo que pasó, entregando todo en las Manos de Dios para que nada les pertenezca, a no ser la Gracia de estar en el vacío.
En este último día, orarán al Padre en Mi Nombre para que aprendan a renunciar y para que, así como Yo, den pasos seguros, porque estarán vacíos de sí y plenos de Dios:
Señor,
así como le enseñaste a San José a renunciar
hasta en el último instante de Su vida,
enséñanos a renunciar, enséñanos a entregar nuestras vidas
y danos la Gracia de estar en el vacío, en la nada,
que nos conduce a la plenitud de Tu Corazón.
Amén.
San José Castísimo
Cuando el Niño Jesús era pequeño, María Santísima era una joven mujer, y Yo tuve que dejar
Sus Sagrados y Puros Corazones para estar al lado de Dios. Mi Corazón se angustiaba.
Mi vida siempre fue una vida de renuncias, desde el principio al fin; era de esa forma que Dios lapidaba Mi condición humana y manifestaba en Mi Ser, en toda Mi Conciencia, Su Propósito Divino.
Renunciar, hijos, nunca fue para mí una cosa simple. Mi Corazón, como cada corazón humano, estaba lleno de apegos, de voluntades, que poco a poco se fueron sublimando; pero fue en el último instante de Mi vida, cuando tuve que renunciar a estar con María y con Jesús, que finalmente pude entregar la voluntad humana y vivir la Voluntad de Dios.
Este es el impulso que les traigo para el último día de la novena(1) que les estoy transmitiendo; porque para comenzar cada ciclo, es necesario renunciar al ciclo que pasó, entregando todo en las Manos de Dios, para que nada les pertenezca, a no ser la Gracia de estar en el vacío.
En este último día orarán al Padre en Mi Nombre, para que aprendan a renunciar y para que, así como Yo, den pasos seguros, porque estarán vacíos de sí y plenos de Dios:
Señor, así como le enseñaste a San José a renunciar,
hasta en el último instante de Su vida,
enséñanos a renunciar, enséñanos a entregar nuestras vidas
y danos la Gracia de estar en el vacío,
en la nada, que nos conduce a la plenitud de Tu Corazón.
Amén.
Hoy, vine por un pedido especial de Mi Hijo, porque Él honra a los corazones que son pequeños y simples. Vine hasta aquí, no sólo para hablarles una vez más; vine para imprimir en sus esencias el ejemplo de Mi vida, de Mi Casto Corazón, para que de esa forma aprendan a dar pasos seguros.
Hoy, vengo a invitarlos para entregar a los pies de este altar, todo orgullo y voluntad humana, para que comiencen este nuevo ciclo de una forma diferente, un poco más vacíos de sí. Porque en el Cielo son considerados soldados de Dios, un ejército que obra por la Paz y que se esfuerza, o que debería esforzarse todos los días, para que este propósito de la Paz se manifieste no solo en sus vidas, sino en todo el planeta.
Hijos, la Conciencia de este mundo, que es una Consciencia de perpetuo sacrificio, está agonizando. Su Espíritu ya no soporta a la Tierra, ya no sustenta el caos y el mal que luchan en medio de la humanidad.
Por eso, hoy vengo en nombre de esta Consciencia, en nombre de esta Sagrada Conciencia, de este espíritu de renuncia, de abnegación, que viene a depositar su experiencia en el planeta para que la humanidad aprenda cuál es la esencia del Plan de Dios para la Tierra. Todos aquellos que vinieron del cielo, de las estrellas, para aprender en este mundo, vinieron a vivir un aprendizaje de renuncia, de entrega, de servicio; para así equilibrar sus deudas y aprender a amar.
Aquellos que cumplieron este Propósito, vivieron y viven hasta hoy en plenitud, la entrega constante de sus corazones, de su evolución y muchas veces, hijos, renuncian incluso a la Voluntad de Dios para sus consciencias, para esperar que otros puedan dar pasos junto con ellos.
Hoy, quiero revelarles un misterio para que fortalezca sus vidas. No para que lo tomen con la misma indiferencia con que la humanidad vio pasar todas las revelaciones que el Universo le entregó.
Este planeta es muy antiguo y guarda en sí muchas historias, pero mucho más antiguo que él es el Universo y el Cosmos, que está sobre ustedes todo el tiempo.
Este Cosmos infinito, que surgió de la Consciencia Divina como una gran aspiración de Dios para renovarse, siguió su evolución. Dios creó los ángeles, los arcángeles, los soles, los planetas; creó las dimensiones que, poco a poco, lo separaban de Sus criaturas, no para que Él no estuviera con ellas, sino para que ellas se fortalecieran, cruzando un obstáculo trás otro, hasta regresar a la Consciencia Divina.
Y esas criaturas se multiplicaron; acompañadas por los ángeles y los arcángeles comenzaron a desarrollar su evolución. Los arcángeles eran respetados como verdaderos gobernantes del Universo, porque Ellos portaban el Pensamiento Divino, Su voluntad era la Voluntad de Dios. Ellos representaban la expresión más cercana del Creador, de Sus criaturas. De esta forma, eran amados y respetados por todos. Su verbo era una ley que se mantenía viva en el corazón de todas las criaturas.
Pero los seres del Universo, que sabían compartir el bien, pero a los que les faltaba algo, no conseguían cruzar las dimensiones para llegar al Corazón de Dios. Y el Creador manifestó un Proyecto Divino, que sería lleno de dificultades, pero que guardaría en sí un gran potencial para transformar toda la vida en la Tierra.
Este proyecto fue creado por un arcángel que se confundió con sus propias creaciones, hasta dejarse engañar por aquellas criaturas que se manifestaron para ser los obstáculos de la vida en la Tierra. Sus ojos ya no brillaban como la luz, pero aún así, muchas criaturas lo respetaban. Sus engaños, sus errores, llevaron a que muchos seres del Universo cometieran graves e irreparables errores que causaron heridas que llegaron hasta el Corazón de Dios. Pero el Proyecto de la Tierra no se detuvo, porque aún así, las criaturas que vivirían en la Tierra, guardaban un potencial de amor único, capaz de convertir hasta la más oscura de las criaturas y, de esa forma, traer de vuelta el brillo de los ojos de aquel Padre Creador tan amado del Universo, aquel arcángel soberano que, confundido por falsas leyes, cayó en engaños.
El Proyecto de la Tierra, hijos, aún es una esperanza en el Corazón de Dios, no sólo para que las almas vivan la Redención, sino para que aquellos que están en el Cosmos y que aún esperan poder cruzar las dimensiones para llegar al Corazón del Padre, puedan regresar.
Y un misterio mayor les revelo: estas criaturas, todas las criaturas que partieron del Corazón de Dios cuando se multiplicó en Tres, deben regresar no sólo para que Dios viva la Unidad, sino también para que el Creador se renueve a Sí mismo, Se supere en el Amor a través de Sus criaturas, que son partes vivas de Su Corazón, para que un día, una nueva evolución comience, basada en el amor que nació en la Tierra, que redimió la vida humana y la vida Universal, hasta renovar y superar al Corazón de Dios.
Muchos pueden pensar que este destino está distante, que esta realidad está muy lejos de sus vidas, pero Yo vengo a decirles, hijos Míos, que esta realidad comienza dentro de cada uno de ustedes cuando pueden trascender la condición humana, las dificultades tan pequeñas, el pensamiento mezquino que está siempre sobre ustedes mismos y que no los deja comprender que no están en esta Tierra sólo por la propia evolución, sino por una evolución divina porque son parte de la Consciencia de Dios y que están tan engañados y tan perdidos como aquel Padre Creador que se confundió en el Universo.
Hoy, vengo a abrir sus ojos, a pedido de Mi Hijo, para que despierten a una Verdad superior y ya no se engañen. Las prioridades de sus vidas deben ser otras, aunque sus pies tengan que tocar el suelo todos los días hasta el final de su evolución en la Tierra.
A través de ustedes, del verdadero despertar de sus corazones, la vida en la Tierra se transforma y ya no será esta pequeñez del día a día, la única razón de la existencia humana. No vinieron al mundo sólo para nacer, estudiar, trabajar, casarse, tener hijos, envejecer y morir. Este no es el sentido de la vida. No fue para esto que Dios creó a la humanidad.
Dejen despertar en sus esencias este potencial oculto que revela el verdadero sentido de la existencia humana. Dejen, hijos Míos, que ese Propósito convierta sus vidas y las transforme, no para que dejen de estudiar o trabajar, sino para que sean un motor de transformación en los lugares donde estudian, donde trabajan, donde viven. Que sean una semilla viva de este Propósito superior que, poco a poco, transforme a su alrededor para un día transformar a la vida en la Tierra y volverla sagrada.
Si no hay lluvia el río no se llena, los lagos se secan. Cada gota de lluvia es importante para que los ríos se renueven y los lagos crezcan y reflejen el Universo en la vida de la Tierra. Si ustedes piensan que son una pequeña gota en medio de la existencia humana, Yo les digo que eso es cierto: son una gota pequeña, simple, casi insignificante en medio de la humanidad; pero si sus corazones se llenan de la Gracia divina y se permiten formar parte de esa lluvia que proviene del Cosmos para renovar la vida en la Tierra, ahí sí, hijos Míos, esa gota tendrá sentido de existir y hará la diferencia, no sólo en la vida de este mundo, sino en todo el Universo.
Dejen que Mis palabras resuenen en sus corazones, porque hoy no hablo sólo a sus mentes, estoy despertando a sus espíritus. Estoy trayendo a cada uno de ellos hasta aquí, para que contemplen sus corazones y sientan lo que en este momento sienten.
¿Qué les demostrarán a estos espíritus en evolución? Sé que muchos no creen en Mis palabras y como no me pueden ver con los ojos físicos, muchos no creen que Yo estoy aquí. Pero, hoy, hijos, dejen que Mi Presencia se revele en el interior de sus corazones. Sientan Mis palabras como un rayo universal que desciende al mundo para transformarlos definitivamente. Y finalmente, dejen que sus espíritus en evolución sientan una esperanza, aunque sea por un instante, cuando sus corazones se abren para escuchar la Palabra de Dios en el eco de Sus Mensajeros.
Hoy, no vengo a concluir un ciclo con ustedes; vengo a comenzar un nuevo ciclo. Por eso, Mi verbo les abre las puertas hacia una nueva vida.
Cada uno de ustedes, hijos míos, deberá hacerse responsable de sus propios pasos para ingresar o no en esta puerta que les abro, que conduce al Universo, al Infinito, que conduce a los Reinos que se esconden en el interior de la Tierra, para que los reconozcan cuando ellos emerjan en la superficie, para que tengan sus corazones unidos a los corazones de las Jerarquías cuando Ellas se manifiesten ante los ojos de los hombres, porque muchos no comprenderán Mis palabras y no las recordarán cuando todo suceda. Pero ustedes, sí, deben recordar, deben mantener el corazón en paz y vivir el momento para el que vinieron a la Tierra, para el cual se prepararon hace tantos años, para lo cual Yo los preparé en el silencio de una instrucción persistente y casi invisible para la humanidad.
Sí, los tiempos se agudizan en el planeta, pero su atención no debe estar en el sufrimiento humano sino en todo lo que pueden hacer para reparar y equilibrar la vida de la humanidad.
De esta forma, aunque las almas sufran, aunque los Reinos padezcan, las esencias, hijos, podrán ser salvadas y tener una oportunidad a través de los méritos generados por sus corazones.
A pedido de Dios, ya no vendré todos los días a la Tierra. Pero, hasta que el Creador me permita, estaré con Mis hijos, Mis amigos y compañeros, en un intento constante de que vivan el despertar todos los viernes. De esta forma, hijos, Dios quiere enseñarles a valorar la enseñanza de los Mensajeros Divinos y comprender que, verdaderamente, los tiempos están cambiando y los soldados y compañeros de Cristo deben ser consecuentes con ese cambio.
Aunque no me vean todos los días, Yo estaré con ustedes, porque Mi casa no será sólo aquí, sino en todo el planeta. Mi Instrucción debe ampliarse para toda la humanidad. Si Mi Corazón se aparta aparentemente, no es un símbolo de abandono, sino un símbolo, hijos míos, de que ya crecieron lo suficiente para, poco a poco, ir liberando a los Mensajeros Divinos para que cumplan tareas mayores.
Durante este tiempo, crezcan, maduren sus corazones y generen méritos para un día poder conocer la verdadera historia de esta humanidad, que va mucho más allá de todo lo que les dije.
Hoy, nuevamente les entrego el Relicario de Mi Corazón como símbolo de Mi gratitud eterna por responder a Mi llamado.
Aunque muchos no crean, cuando Mi Hijo coloque los Pies sobre la Tierra, y Su Santa Madre también sea visible a los ojos humanos, Yo los acompañaré; y la Sagrada Familia, que un día fue el símbolo de la esperanza de la humanidad, volverá a mostrarse a los hombres con Corazones Divinos, Espíritus resplandecientes, que les mostrarán el camino y el tiempo definitivo de recomenzar.
Hoy, por una Gracia divina, no sólo el Corazón de Mi Hijo se manifestará en este pan y en este vino. Hoy, retiro de Mi pecho el Relicario de Mi Corazón y, a pedido de Dios, una vez más, Me vacío de todo por amor a la humanidad, por amor al Plan que el Creador tiene para esta Tierra y sobre todo, hijos, para que un día puedan imitar Mi ejemplo, puedan retornar al Padre y hacer de su evolución un triunfo que renueve y supere al Corazón de Dios.
Reciban esta Gracia de Mi Corazón que se multiplica. Extiendan sus manos hacia Mí. Y como un misterio infinito, así como consagro este pan y este vino, consagro sus almas, sus vidas y les pido que no sean los mismos. Que no se rindan al orgullo humano, a la pequeñez de sus personalidades. Que, finalmente, vivan la Voluntad de Dios para cada uno de ustedes.
Que Mi Corazón se multiplique, que toque no sólo sus manos, sino todo su ser, ingresando en sus esencias, retirando de ellas las capas de la ilusión, para que Dios se manifieste en su interior.
Lleven las manos al corazón, eleven el pan y el vino y oren Conmigo un Padre Nuestro en arameo, como Mi Hijo les enseñó hace tanto tiempo.
Les pido que pinten, de una forma muy sencilla, el Relicario de Mi Casto Corazón, para que en cada Centro Mariano, todos los viernes y especialmente los días 19 de cada mes, puedan contemplarlo y recordar que Él no está sólo ante ustedes, sino que en este día, Yo lo deposité en su interior para que Él los transforme poco a poco, hasta que puedan ser una expresión de la nueva humanidad.
Con estas palabras les agradezco, Me elevo a los Cielos, a los Reinos Sublimes, con el canto de los ángeles y de los arcángeles y en la divina esperanza de que puedan renovarse, renovar el Corazón de Dios, ser un aliento para el Corazón de Cristo, un triunfo para Su Madre Celestial y el símbolo de que valió la pena estar tanto tiempo entre los hombres, en el fin de los tiempos.
Les agradezco.
Canten. Y ofrezcan este momento por toda la humanidad, por los Reinos de la Naturaleza, por el espíritu del planeta y alivien también su corazón herido.
Yo los bendigo y los renuevo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
San José Castísimo
1. Novena de San José para comenzar Nuevos Ciclos Espirituales
Octavo día de la novena.
Cuando estábamos en Jerusalén y percibimos que habíamos perdido a Nuestro Hijo, el Hijo de Dios, Mi Corazón se colmó de angustia y de aflicción. Me sentí el peor de los hombres, el más indigno y el más distraído, porque no había podido cuidar el mayor Tesoro del Universo.
Por un instante, caí en la prueba al pensar que la responsabilidad del Plan de Dios Me correspondía y que, como Yo le había fallado al Señor, perdiendo a Su Hijo, todo estaba perdido. María Santísima se mantuvo serena, como si supiera en donde estaba el Niño, pero Mi Corazón humano y frágil estuvo a punto de quitarme la vida.
Esta angustia duró tres días, hasta que lo encontramos en el Templo, pleno de Su Padre y con la expresión más resplandeciente que Su pequeña consciencia había manifestado. Jesús estaba en la Casa de Su Padre, cuidando de las cosas de Su Padre, haciendo lo que vino a hacer en el mundo. En ese momento, Mi ignorancia dio lugar a la humildad y comprendí que la Voluntad de Dios es inalterable. Él nos da la posibilidad de colaborar con Su Plan, para nuestra propria salvación, pero este Plan no depende de nadie, sino de Dios.
Hijos, para que estén ante la misión que Dios les encomendó con humildad y comprendan que Su Voluntad siempre se cumplirá, más allá de las acciones humanas, oren al Padre en Mi Nombre, diciendo:
Señor,
así como probaste a San José
para despertar en Su Interior la Divina Humildad,
pruébanos para que seamos humildes
y muéstranos que no eres Tú quien necesita de nuestro servicio,
sino que somos nosotros quienes necesitamos servirte
para alcanzar la Redención y la Salvación de nuestras almas,
porque Tu Plan siempre se cumplirá.
Amén.
Que la humildad despierte en sus corazones y los inunde.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Séptimo día de la novena.
Cuando el Ángel Me avisó que Yo debía partir con la Santa Virgen y el Niño hacia Egipto, porque lo buscarían para matarlo en Belén, en Mi Casto Corazón vi todo lo que acontecería. Tomé en Mis brazos al Niño y coloqué a Mi Santa Esposa sobre la mula. Allí, comprendimos que Nuestra vida sería una eterna batalla, hasta que el Niño pudiera cumplir con Su Misión.
María Santísima también pudo ver lo que sucedería con los niños en Belén, pudo escuchar los gritos y los llantos de sus madres y pudo sentir el dolor de Dios en Su Puro Corazón. Tuvimos que partir sin mirar hacia atrás, confiando en el hecho de que estábamos dejando a tantos niños por la salvación de Uno, que un día les devolvería la vida. En Nuestros Corazones fortalecimos la fe en Dios y, durante todo el camino, pedíamos por Sus hijos pequeños y sabíamos que Él Nos escuchaba.
A veces, hijos, Dios les pide que caminen sin mirar hacia atrás; que dejen, aparentemente solas, a personas que ustedes aman y que necesitan de sus cuidados, pero deben saber que sus pasos espirituales les traerán mayor amparo que su presencia. Físicamente, ustedes pueden resguardar un cuerpo, espiritualmente pueden salvar un alma, una esencia, la evolución completa de un ser.
Por eso, si un día Dios los llama para caminar sin mirar hacia atrás, no teman dar esos pasos, pues ellos, un día, serán el motivo de la salvación de aquellos que quedaron detrás de ustedes. Para no temer y para fortalecer su propia fe, oren a Dios en Mi Nombre:
Señor,
así como llamaste a San José
y Él respondió a Tu Llamado,
llámanos y enséñanos a no mirar hacia atrás;
condúcenos y fortalece nuestra fe en Ti;
guíanos para que podamos saber que la vida en este mundo se desvanece,
pero los méritos del espíritu perduran para siempre.
Amén
Confíen, hijos, durante esta transición, en el hecho de que lo más importante es dar pasos espirituales, pues, aunque el mundo tiemble y la vida se desvanezca, serán los méritos generados en la pureza de sus corazones los que permitirán recobrar la vida y reconstruir la Tierra con Principios de Amor y de Unidad.
Yo vi temblar al mundo, Yo vi a la guerra consumir los corazones de los hombres. Dejé hacia atrás a los Míos para amparar al Niño y, un día, también dejé al Niño por la Voluntad de Dios; y fue desde el Cielo, con Mis ojos invisibles puestos sobre la Tierra, que vi a las almas recobrar la vida y al Amor ser más fuerte que la guerra.
Su Padre y Compañero,
San José Castísimo
Sexto día de la novena.
Cuando fui llamado para ir a Belén con María Santísima, estando Ella tan frágil y próxima a dar a luz al Niño, Me vi delante de otra prueba de fe. Yo sabía que las profecías estaban comenzando a cumplirse y que el Hijo de Dios vendría al mundo tal como estaba en las Sagradas Escrituras, pero Mi mente y Mi corazón eran probados y asediados a cada instante, de esa misión. Tuve que soportar internamente todos los desalientos del enemigo de Dios y mantener la fe, por encima de su falsa fuerza.
El viaje fue largo y, a pesar de que la Virgen María fue ayudada por los ángeles y los arcángeles, Ella estaba cansada, pues también tenía que sustentar los asedios del enemigo. El Hijo de Dios estaba por llegar y tanto la Luz como las tinieblas tenían sus ojos puestos sobre nosotros.
Llegando a Belén, quise buscar el mejor lugar para el Niño y Su Santa Madre, pero todo lo que recibimos fueron humillaciones y sucesivos desprecios. Oramos a Dios para que Nos guiara, hasta que fuimos conducidos hacia las grutas de Belén. Después de tantas pruebas, comprendí que Dios no nos había abandonado con Su Hijo, sino que Él no tenía, en Su Divino Pensamiento, Mi idea humana sobre lo que era mejor para el Niño. El Padre quería que Su Hijo, desde el principio, demostrara al mundo Su Humildad. Y fue entre los pobres y entre los más humildes y serviciales de los animales, que el Hijo del Hombre vino a nacer.
A veces, hijos, necesitamos ser probados, humillados y hasta despreciados, para purificar nuestra voluntad humana y descubrir que Dios no nos abandonó, sino que Él nos esperaba en el recinto interior, en donde nuestro corazón puede vivir la humildad. Por eso, cuando se sientan perdidos, probados, humillados y solitarios, oren al Padre en Mi Nombre y con Mi intercesión, Yo los ayudaré a encontrar el lugar de la humildad interior, en donde Dios los aguarda:
Señor,
como a San José Castísimo,
pruébame, para que mi fe se fortalezca;
purifícame, para que yo abandone al viejo hombre;
y enséñame a dejarme ser humillado,
para que yo descubra que, en la humildad, Tú me esperas
para revelarme Tu Corazón.
Amén.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Quinto día de la novena.
Cuando el Espíritu Santo descendió sobre María Santísima, colocando en Su Vientre Puro al Salvador del Mundo, al Hijo de Dios, el Mesías esperado por el pueblo de Israel, Mi Corazón se estremeció delante de este misterio.
Entre el sentimiento de no ser digno de tamaña Gracia y la lucha con Mi condición humana, para comprender verdaderamente la Voluntad de Dios para Nuestra Familia, tuve que dar un salto en la fe y en la madurez espiritual, pues sabía que, después del "sí" de la Santa Virgen, Mi respuesta sería definitiva para el cumplimiento de este Plan.
Muchas veces, Dios deposita, en Sus hijos menores y más imperfectos, Su mayor confianza. Esto los lleva a crecer y a superarse y, con los pasos de estos, Sus hijos, toda la humanidad da un paso en su crecimiento interior.
Cuando Dios les confíe una misión que les parezca grandiosa, aunque ustedes no comprendan su grandeza, ni abarquen la responsabilidad que ella trae consigo, digan "sí" al Padre, orando en Mi Nombre:
Señor,
así como San José, que era pequeño e imperfecto,
aceptó la grandiosa misión que Tú le encomendaste,
ayúdanos a aceptar Tu Voluntad, a asumir nuestra misión
y a crecer en madurez y en amor a Tu Plan Salvador.
Amén.
Su Padre y Compañero, con un Corazón semejante al vuestro,
San José Castísimo
Cuarto día de la novena.
Cuando fui llamado al Templo para desposar a una Virgen Santa y Pura, Mi Corazón estuvo ante un desafío y una prueba interior.
Había planeado para Mi vida, una vida de silencio, castidad y soledad. No había pensado en casarme, constituir una familia y compartir con ella Mi experiencia en la Tierra, porque pensaba que Mi misión no podría ser comprendida por nadie, ya que hasta para Mí, era un gran misterio.
Cuando vi a María Santísima, se despertó en Mi interior un profundo Amor por Dios, y ese Amor se reflejó en Mí como una pureza nunca antes experimentada.
Yo era un solitario en este mundo, como la vara de nardo seca que traía en Mis manos, y la Pureza de María Santísima, reflejada en Mí, hizo que la vara floreciera. Entonces, comprendí la Voluntad de Dios y renuncié a todo lo que había pensado para Mi vida.
Cuando la Voluntad de Dios los llame a renunciar a sus propios planes, aunque ellos parezcan espirituales, para que vivan algo que jamás pensaron vivir, vacíense de sí mismos y oren al Padre, en Mi Nombre, diciendo:
Señor,
Tú, que despertaste a la Pureza en el Casto Corazón de San José
y lo hiciste renunciar a Su voluntad humana,
danos la Gracia de ser puros y simples,
para que renunciemos a nuestra voluntad
y vivamos solo la Tuya.
Amén.
No hay dádiva mayor que vivir la Voluntad de Dios y verla manifestada en la propia vida. Por eso, pierdan el temor de rasgar sus propios planes y de abrir las manos para recibir el Pergamino de la Voluntad Divina.
Su Padre y Compañero,
San José Castísimo
Tercer día de la novena
Aún era joven cuando conocí al pueblo Esenio en el desierto. Dios colocó delante de Mí un gran misterio que, al mismo tiempo, era absolutamente diferente de todo lo que Yo conocía, como cultura, como vida espiritual y como forma de vida social; pero que también era conocido en Mi interior. Era como un espejo de todo lo que Yo guardaba dentro de Mí, como una vida oculta que no podía expresarse por no encontrar un espacio.
Aunque estaba ante algo nuevo y desconocido, una enseñanza que trascendía los Libros Sagrados y que se renovaba a cada instante, como la vida, Yo Me lancé a esa experiencia y dejé que Mi Mundo interior encontrara aquel espacio seguro que tanto buscaba para expresarse.
Cuando estén ante una enseñanza nueva o una nueva forma de comprender la vida, cuando estén ante algo que los llama a la renovación, mediten en Mi ejemplo y oren a Dios en Mi Nombre, diciendo:
Señor,
así como San José reconocía
Tus Impulsos y Tu Verdad en Su Vida,
enseñanos a estar ante lo nuevo
y sin temor, permítenos ser renovados por la Verdad Universal.
Amén.
Estos serán tiempos de muchas pruebas, pero también de muchas revelaciones. Ustedes estarán frente a Verdades que no conocían y también podrán comprender más ampliamente lo que les fue enseñado por medio de símbolos y de parábolas.
Por eso, hijos, oren y preparen sus corazones para que no teman estar ante lo nuevo.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
En el segundo día de la novena, meditarán en Mi juventud, cuando Mi Corazón estuvo ante todos los estímulos mundanos, ante todos los impulsos que Me llamaban a ser como los demás jóvenes de Mi época, cuando estuve frente al rechazo, la humillación y la incomprensión de Mis hermanos y amigos, porque Dios Me llamaba a una vida de entrega, de castidad y de silencio.
En una época en que la condición humana era grosera y sobresalía más allá de cualquier aspiración espiritual, Mi Corazón prevaleció delante de los estímulos del cuerpo y pude ofrecer a Dios un instrumento Suyo en el mundo, por medio de Mi Vida.
Cuando estén ante los estímulos mundanos, las energías capitales, la humillación, el rechazo y la incomprensión del mundo, orarán a Dios en Mi Nombre:
Señor,
por la superación de San José
y por Su entrega absoluta, que venció a la condición humana,
ayúdanos a superar los atavismos, las concupiscencias
y la superficialidad de este mundo.
Amén.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hijos, la necesidad planetaria dicta:
Que se unan los corazones, las creencias, las razas y las religiones. Que se unan en el Principio de la Verdad y del Amor, esencia de todo pueblo, cultura y religión verdadera. Que se unan los corazones en las familias. Que los padres, con sus hijos, encuentren la forma de comprenderlos y respetarlos, para guiarlos y conducirlos, sobre todo con el ejemplo.
El corazón humano está enfermo y para percibirlo no es necesario ver más allá de las dimensiones. La propia vida les muestra, hijos, que para sobrellevar estos tiempos y, aún más, para tornarse en un triunfo de Dios en el mundo, precisan renovarse, y no hay renovación que no comience con la unidad.
Lo mejor que cada corazón expresa es lo que permite que la vida sea renovada. Un padre no se renueva sin su hijo; una nación no se renueva sin el aporte de otra nación; una religión no se renueva si no se abre para descubrir la potencia de compartir, y no de competir. La Tierra se renueva cuando se abre al Universo; los corazones se renuevan cuando se abren al servicio y encuentran, en la belleza del prójimo, la inspiración para lo nuevo, dentro de sí mismos.
Todo lo que este mundo necesita para caminar se encuentra en su Esencia, pero este Don se repartió entre las criaturas, entre las culturas, entre las naciones y entre las religiones.
Si no buscaran ver solo la miseria ajena y lo que los hace mejores que los otros, sino que buscaran en el prójimo aquello que los inspira a la comunión, a la esencia que hay en la Verdad y que los hace únicos en Dios, podrían renovarse y tener fuerzas para superar los asedios de este tiempo.
Mientras el enemigo desune, busquen la unidad. Dios es unidad por medio de Sus criaturas, cuando ellas se dan las manos entre sí. Este, hijos, es el gran secreto para superar los tiempos que viven y ver nacer, en el horizonte de la Tierra, una nueva vida.
Que las religiones no se apeguen a las instituciones, sino a su Esencia. Que de la Verdad provenga la Ley que las rige. Así, jamás temerán unirse al prójimo, porque sabrán encontrar la misma Verdad que viven, en el interior de los que tienen delante de sí.
Yo los inspiro y los ayudo a cruzar estos tiempos con humildad, y los bendigo para que sean lo suficientemente valientes para vencerse a sí mismos y encontrar la Verdad de Dios, que debe guiarlos, en este tiempo, más allá de las antiguas leyes que un día les dictaron el camino a seguir.
Los tiempos cambiaron y deben encontrar a la Esencia y a la Verdad que rigen este momento del planeta. Todo comienza cuando abren el corazón a la unidad.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hoy, comenzaré a entregarles una novena para iniciar un nuevo ciclo, no solo entre Mi Casto Corazón y la humanidad, sino para que cada ser pueda encontrar, dentro de sí, la forma de renovarse, de dar pasos y de abrazar los ciclos que llegan con alegría, con el corazón libre y en paz.
Cada día representará un impulso vivido por Mí, por medio de la humildad, de la constancia y de la persistencia, para trascender la condición humana y abrazar los nuevos ciclos espirituales que se presentan.
Que estos impulsos lleguen a sus corazones y los fortalezcan, por la Gracia de la oración y de la unidad con Mi Casto y simple Corazón.
En el primer día, meditarán en Mi infancia, como niño pobre y simple, delante del Misterio de Dios, que Me llamaba para dar pasos que Me parecían imposibles frente a Mi pequeñez e infantilidad. Abrazado por el espíritu de la fe, respondía al llamado de Dios y, aún siendo tan pequeño, permití que Él Me hiciera grande.
Cuando estén ante desafíos que les parezcan imposibles de sobrepasar, orarán a Dios en Mi Nombre:
Señor,
como a San José Castísimo,
concédenos la Gracia de la Fe, para vivir Tu Voluntad,
aunque ella nos parezca inalcanzable y a veces, imposible.
Transforma nuestra pequeñez en la Gracia de Tu Grandeza;
nuestra debilidad, en Tu Fortaleza.
Amén.
Podrán orar por 14, 33 o 72 veces, conforme a la necesidad que sientan en sus almas.
Con Mi bendición en sus vidas, reciban de Dios la Gracia para seguir adelante, cumpliendo con Su Voluntad y manifestando Su Propósito de Amor.
Su Padre y Compañero,
San José Castísimo
Cuando los ciclos te piden renovación, déjate renovar. Los relojes de este mundo ya no marcan las horas que pasan en los ciclos de la Naturaleza. El Tiempo del Universo está llegando a la Tierra.
Cuando los ciclos te piden transformación, déjate transformar. El cambio es parte de las Leyes de la Vida, la transformación es parte de la actuación del Amor en las consciencias.
Si las necesidades te piden, hijo, que le entregues a otros el castillo que construiste para ti, deja ese legado para los que más necesitan de él. Con esto, quiero decirte que el pasado solo es válido si puede donarse como base para que se construya el futuro, que puede ser diferente de todo lo que diseñaste en el plan de tu vida.
Vengo a pedirte que seas agradecido por todo lo que viviste, pero que no mires hacia atrás con nostalgia y esperanza de volver a vivir lo que ya pasó. Dios quiere construir, por tu intermedio, una nueva vida, un nuevo diseño, un Plan que es nuevo para la humanidad, pero que es eterno para el Creador.
Sin pesar y con alegría, permite que el Universo te conduzca al cumplimiento de las Leyes de estos tiempos, que son el servicio abnegado y el amor absoluto.
Ya no estás en el ciclo de la construcción y del fortalecimiento de tu interior. La vida está golpeando en la puerta de tu corazón, con un ciclo en el que la humanidad necesita de tu rápido auxilio.
Los Puntos de Luz que Dios fundó en la Tierra, deben estar sobre la mesa de la consciencia planetaria, iluminando los abismos y dando a conocer a las almas el camino hacia la redención y el retorno al Origen.
Las Islas de Salvación, en las que Dios te llamó a servir, deben abrir sus puertas al nuevo tiempo, porque el planeta se está ahogando y las almas necesitan, sin demora, del amparo y del refugio preparados para ellas, hace tanto tiempo.
Vengo a decirte, hijo Mío, que llegó el tiempo del servicio y que tu corazón debe estar situado en el punto correcto de la donación para los demás. Guarda en tu interior, como un Templo de Paz y de Unidad con Dios, lo que construiste hasta hoy por medio de toda la Instrucción recibida; pero no esperes, hijo, que fuera de ti los ciclos sean iguales, que las formas y la vida sean las mismas.
Ha llegado el tiempo de que cedas el confort de tu casa para aquellos que nunca lo tuvieron. A ti, todo te fue entregado, para que aprendas a donar cuando sea necesario. Llegó la hora de la donación, del servicio incondicional, del amor absoluto y de la fraternidad. Que tu corazón en purificación se equilibre por el amor que permites que de él emane hacia los demás.
El verdadero secreto para encontrar la paz en estos tiempos es saber amar y dejarse amar, sin resistencias, para encontrar en el prójimo el Corazón Vivo de Dios.
Yo te invito a este nuevo ciclo y, como tu Padre y Amigo, te conduzco a dar todo de ti, por amor al prójimo y sobre todo, por amor al Plan de Dios, que se diseña con el lápiz de tu vida.
Tu Padre y Compañero,
San José Castísimo
Cuando los Centros de Amor fueron creados por Dios en el interior del planeta, como Reinos Sagrados semejantes a las dimensiones divinas, fue para que la humanidad recibiera impulsos espirituales constantes para reencontrar el Plan divino y su origen celestial.
Los Centros de Amor, que existen espiritualmente en los niveles invisibles del planeta, son el símbolo de la Humildad de Dios y de Sus Compañeros quienes, en silencio y casi en el anonimato, sirven a la humanidad a pesar de la indiferencia humana.
Los Centros de Amor son el símbolo de la esperanza divina que nunca deja de dar una nueva oportunidad a Sus criaturas, para que ellas se curen, despierten y alcancen la redención.
Los Centros de Amor existen más allá de la ignorancia humana y perseveran en el planeta, a pesar de su indiferencia.
Cuando el Creador inspiró la manifestación de las Comunidades-Luz, fue para extender esta Gracia, que era casi invisible para la humanidad, hasta los niveles materiales. Pero, para que esa dádiva sea una realidad, es necesario, hijos, que en las Comunidades-Luz, así como en los Centros de Amor, existan consciencias dispuestas a vivir la entrega, el sacrificio y el constante servicio, por amor a los demás.
Es necesario que existan, en la superficie del planeta, consciencias que sepan adaptarse al cambio permanente del Universo acompañando los ciclos de la humanidad; para que puedan contar con las herramientas que necesitan, no para su propia comodidad, sino para servir a los que llegan y a los que llegarán, cada día, en busca de un auxilio espiritual e interior.
En los Centros de Amor se vive la renuncia permanente, porque allí no existen ideas personales ni pareceres propios; allí existe el Plan de Dios como Ley, y ese Plan, hijos, se adapta cada día a la necesidad humana, para que las almas tengan más posibilidades de encontrar a Dios y de fortalecerse para vivir pruebas mayores.
Así deben ser las Comunidades-Luz: Espejos de los Centros de Amor que las amparan, de los Reinos Espirituales que las sustentan; para que la Gracia de Dios se extienda a todos los seres y Su Manantial de Misericordia no termine, sino que sea inagotable.
Hijos, los tiempos dictan que las almas se abran al servicio y al cambio constante. Que la prioridad en la vida de los compañeros de Cristo sea el servicio a los demás, la posibilidad de que el otro encuentre espacio para vivir su redención y que las almas se sientan acogidas, independientemente de sus condiciones, para que sean curadas y se reencuentren con Dios.
Los Centros de Amor pueden extenderse hacia la superficie del planeta siempre y cuando las almas se renueven y se dejen transformar por el cambio de los tiempos. La nueva humanidad es aquella que sabe vivir en el flujo del Universo y soporta, constantemente, los impulsos y las corrientes celestiales que vienen para la transformación y la consagración de la existencia humana.
Hijos, aspiren a ser prolongaciones de la vida espiritual e invisible del planeta. Todo comienza con el primer paso, que es la vivencia de la fraternidad y la obediencia incondicional a la Ley de la Jerarquía. Que lo Sagrado encuentre el camino, por intermedio de sus almas, para llegar a la Tierra.
Yo los inspiro y les agradezco por dejarse moldear y transformarse, por permitir que la vida se renueve, para que la humanidad reconozca el nuevo tiempo, mediante aquellos que se dicen apóstoles y servidores de Cristo.
Que el Plan no se estanque y que siga adelante. Que el Reino de Dios, espejado en el interior del planeta, se refleje a través de Sus hijos en la superficie de la Tierra. Así, el Plan se cumplirá y todas las dimensiones de la vida reencontrarán lo Sagrado y la Unidad con Dios.
Para que Mis palabras se manifiesten, esfuércense y no sean un peso en la transformación humana. Déjense quebrar, moldear y conducir. Yo los animo y los guío siempre.
Aquel que se dejó transformar por Dios, vuestro Padre y Compañero,
San José Castísimo
Entra en oración, en el Relicario de Mi Corazón, para que puedas comprender la verdad sobre ti mismo.
Contempla el Relicario de Mi Corazón, como quien está ante un gran misterio que le es propio, íntimo y desconocido al mismo tiempo.
La vida humana guarda, en sí misma, muchas contradicciones; por eso, te es tan difícil conocerte, como también lo es para ti, conocer el Universo, cuando lo contemplas desde la Tierra en una noche estrellada.
Hijo, si no buscas lo que está más allá de las estrellas, jamás conocerás lo que hay allí. De la misma forma, si no buscas lo que hay dentro de ti, jamás saldrás de las apariencias, de lo que pareces ser ante los ojos humanos, y no te reconocerás tan infinito y tan perfecto como el vasto Universo.
La ciencia de la Creación Divina no se revela con estudios ni tecnologías, sino a través de la sabiduría del espíritu, que nace en el corazón cuando aprende a ser humilde y simple.
Este es el camino para ingresar espiritualmente en la evolución y no estancarse, para no detener tus propios pasos. Por eso, hoy, solo te digo que si quieres revelar los misterios universales, comenzando por el insondable misterio que eres para ti mismo, contempla el Relicario de Mi Corazón y descubre en la humildad y en la simplicidad, que por la Gracia de Dios alcancé, el camino para encontrar la Verdad
Con este simple impulso, te bendigo y te digo que vayas en busca de ti mismo, para que encuentres la Voluntad y el Don de Dios en tu pequeña consciencia.
Tu Padre y Amigo
San José Castísimo
Vengo de un Templo donde la vida sacerdotal se torna plena. Vengo de un Templo donde la Presencia de Dios existe en cada elemento, en el aire que se respira como en el interior de las criaturas, en cada vela encendida como en cada espíritu en adoración.
Vengo de un Templo donde la pureza existe como principio divino y original, no solo en el interior de los seres, sino entre ellos, en su verbo, en sus acciones, en sus sentimientos y pensamientos, en sus menores intenciones.
Vengo de un Templo donde no solo se comulga del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, sino también de Su Presencia eterna, de Su sabiduría viva, de Su sacrificio y de Su entrega.
Vengo de un Templo donde el tiempo no existe, donde solo existe la Presencia Divina, la Verdad, la Esencia, la unidad con el Todo.
Vengo de un Templo que sustenta al planeta, donde las almas contemplan y adoran constantemente para que este mundo no desaparezca.
Vengo de un Templo donde el Pensamiento Divino está vivo, dentro y fuera de los seres, como una llama que se alimenta de la devoción, pero también de las acciones.
Como ese Templo, existen muchos otros en diferentes puntos del planeta, en su interior, ocultos para la mayoría de los ojos humanos, sin embargo vivos y tan palpables para aquellos que los buscan y que, con fe, aspiran a ingresar en ellos. Los que son puros en sus intenciones ingresarán y lo conocerán, y vivirán en Él.
El mundo interno del planeta, hijos, guarda muchos misterios, de donde, en verdad, proviene el sustento de la vida en la Tierra. Si esos Templos de Verdad eterna no existiesen, la vida en este mundo ya no existiría.
Los Códigos dejados por Jesús, en Su Pasión, ingresaron en el suelo de la Tierra y se hicieron fértiles dentro de ella, en su interior, en dimensiones que se crearon sin el conocimiento de la humanidad común, porque pocos fueron aquellos que miraron hacia dentro, hacia dentro de sí, hacia dentro de la Tierra. Y como el suelo que alimenta a las raíces de los árboles que generan la vida, esas dimensiones internas alimentan al espíritu y al corazón humanos con aquello que es verdadero, y permiten que estos no perezcan por las futilidades de este mundo.
Hoy vengo de un Templo que aspiran a conocer, un Templo donde todos ustedes encuentran un lugar cuando son sinceros, cuando pueden ser lo que ustedes realmente son. Quisiera elevar la consciencia humana para que pudieran conocer la verdad, la verdadera vida que habita en esta Tierra y que no debería estar separada de la vida de superficie, sino existir para caminar junto con la evolución humana.
Ese Templo, del cual hoy vengo, pertenece a un Reino tan perfecto y tan sublime como el Reino Celestial, porque a él responde, a él se une, porque de él se nutre, en él se torna pleno. Como ese Reino, existen muchos otros, tan sagrados como el universo.
Vengo del Reino de Lys, que muy pocos conocen, pero también quisiera presentarles el Reino de Mirna Jad, el Reino de Aurora, donde la Vida Sagrada se esconde, porque los ojos humanos no se abren para verla.
En cada uno de esos Reinos, lo Sagrado se manifiesta, una cura se dispone, un camino se guarda para que retornen al Origen. Y para ingresar en ellos, hijos, basta que sean simples, en la mente como en el corazón; que cuestionen poco y se entreguen más; que duden menos, que amen más; que juzguen menos, que comprendan más; que piensen menos en lo que no alcanzaron y más en aquellas puertas que están abiertas para que puedan ingresar; que deseen menos las cosas del mundo y aspiren más a las del Cielo; que estén menos presos del pasado y más vivos en el presente; que estén menos aferrados a las estructuras, a las instituciones y más disponibles a lo nuevo, a aquello que se renueva como el universo, aquello que evoluciona con el Corazón de Cristo, aquello que se renueva con Dios, que cambia y que se transforma para retornar, retornar al Origen.
Ingresen Conmigo en ese Templo, en ese Reino, como en tantos otros que abren sus puertas a la humanidad. Y aprendan aquí a recorrer el camino de retorno al Corazón del Padre, a curar los desvíos, los engaños, a curar las incomprensiones y las heridas. Vengan a ser perdonados para que aprendan a perdonar; vengan a ser curados para que se tornen curadores, curadores en silencio que curan con el ejemplo, que curan con una mirada, que curan cuando unen el corazón al Corazón de Dios, que curan cuando son humildes ante el orgullo, que curan cuando son pobres ante la riqueza y la soberbia, que curan cuando son castos ante la lujuria, la vanidad.
Ingresen en ese Templo, al cual los llamo para que puedan auxiliar a este mundo. Ya estamos, hijos, en el último tiempo de ilusión para la Tierra, porque la Verdad emergerá como una ley que moverá los espacios y los interiores de los hombres, moverá a los Reinos de la Naturaleza, moverá a este mundo, para que él pueda despertar.
Ingresen en ese Templo, al cual los llamo, para que él construya en ustedes una fortaleza inquebrantable, una fortaleza que no desequilibra con el viento ni con el temblor de la tierra, que no se debilita con los asedios, que no se estremece con las amenazas del enemigo; una fortaleza que se construye con el espíritu de la paz y que es inquebrantable, no por sí misma, sino por su unidad con Dios.
Permitan que sus consciencias se eleven a una vida superior, dejando de lado, aunque sea por algunos instantes, las mezquindades de este mundo, esas cosas tan pequeñas que se tornan grandes y que toman la mente y el corazón humano, porque aún son niños en la vida espiritual y no saben disponer sus prioridades para encontrar a Dios.
Muchos aún no comprendieron la urgencia de estos tiempos, y por eso se pierden en las cosas pequeñas. Llegó la hora, hijos, de que vuelvan a lo sagrado y que las Palabras que les entregamos durante tantos años se tornen vida. ¿Cuántas veces escucharon esa frase? ¿Cuántas veces les pedimos que vivieran Nuestros Mensajes?
Responder a ese pedido ya no debería ser una opción, sino una necesidad, porque este mundo está sin vida y la vida proviene de Dios. El verdadero aire proviene del Soplo del Espíritu que los alimenta y los sustenta. Aquel que no respira de este soplo, aunque que esté de pie, morirá; aunque camine, estará vacío.
Ayuden a este mundo a despertar, ayuden a sus hermanos a encontrar la verdad, den de beber a los que tienen sed de Dios, muestren la fuente a los que están vacíos, porque ya es tiempo de que crezcan y de que preparen, en este mundo, un camino digno para que el Rey del Universo retorne.
Conozcan los Reinos Divinos, que se espejan en el interior de la Tierra, en los Centros Sagrados, porque un día ellos emergerán a la superficie y aquellos que reconozcan sus puertas podrán ingresar para recomenzar la vida en la Tierra, como ella debería ser desde el principio.
Si Mis Palabras les son incomprensibles, solo siéntanlas, dejen que ellas ingresen en su interior como una verdad que los transforme y así, hijos, no les será un peso vivir la transformación.
Hoy les dejo las puertas abiertas para que den un nuevo paso e ingresen Conmigo en ese Reino, en ese Templo, como en tantos otros que están debajo de sus pies y no los ven.
Oren de corazón y permitan que el Señor les revele Sus misterios. Dejen que sus ángeles de la guarda los conduzcan, en cada instante de la vida, para que den pasos seguros, afirmados en la Voluntad Divina, y no en la propia.
Dejen que cada inicio de un nuevo ciclo los renueve verdaderamente y los eleve. Si así fuera, cuando llegue el último, él los encontrará listos para dar un paso definitivo. Hoy conduzco sus esencias a los Templos Sagrados del interior de la Tierra, para que sean renovados y dejen que la fuerza humana sea substituida por el Poder de Dios.
Hoy Mis Palabras son como una llave que les abre la puerta hacia aquello que siempre fue desconocido y que ahora ya no debe serlo. Déjense conducir, déjense guiar y, así, hijos Míos, estarán en el lugar correcto donde Dios necesita de ustedes, para que auxilien a la humanidad cuando estén prontos para eso.
No solo pregúntense dónde están y qué son los Reinos Sagrados del interior de la Tierra. Pidan, en humildad, conocerlos en esencia y que ellos puedan vivir en ustedes como una comprensión divina, una sabiduría que nace de lo profundo de su interior, una cura que emerge y los renueva, un agua que los lava y los purifica.
No esperen que los Centros Sagrados, los Reinos del interior de la Tierra se manifiesten como los Reinos de este mundo. Ellos se expresan en ustedes como un estado de consciencia, un estado de espíritu. Solo vivan y sean esas Emanaciones Divinas.
Dejen que Mirna Jad se exprese como una cura que los libera del pasado. Dejen que el Reino de Lys se exprese como una pureza que surge en el interior. Dejen que Aurora se exprese como una voluntad superior que los conduce a instituir en la Tierra la nueva vida.
Hoy los dejo con estos impulsos que son simples y profundos al mismo tiempo, así como es la Vida Divina; que son claros y misteriosos al mismo tiempo, comprensibles y desconocidos. Dejen solo que ellos vivan en cada uno de ustedes.
Con Mis Palabras y por la potestad que Dios Me concedió, Yo los bendigo y los renuevo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cuando el triunfo de Dios en la humanidad es grande, grandes serán también las batallas que vendrán para que las almas sean probadas y testeadas por el mal, para que perseveren en el bien y en la Luz divina, para que busquen el camino de la confianza y de la unidad y sigan el camino de la oración y de la sabiduría.
Esta batalla aún será larga y ardua, como el camino del desierto y la subida al calvario. Encuentren la fortaleza en la eterna Cruz de Cristo, en la que el amor superó todos los males, asedios y conflictos que con toda su fuerza buscaban destruir el Poder de Dios.
Fijen la mirada en la Cruz de Cristo y el corazón en la esperanza inmutable de Su Retorno al mundo. Él se valdrá de la fortaleza de Sus compañeros para hacer triunfar Su Plan. Dejen que el Poder de la Cruz renueve sus fuerzas humanas y las transforme en una unidad con Cristo.
No les hablo de cosas imposibles, sino de misterios espirituales que existen para que sean vividos, y así, sostener a la humanidad en este mundo, caminando hacia la sublimación del pasado y el surgimiento de una nueva vida.
La vida cristiana debe dar lugar a la vida crística, en la cual los corazones no solo adoran el Ejemplo de Cristo, sino que también lo imitan y lo viven en este tiempo, renovando Su Evangelio con el testimonio de su propia experiencia.
Para que un día encuentren, conozcan y vivan el Evangelio Universal que Cristo escribe con Su Evolución en el Cosmos, para que lo sigan más allá de este mundo, deben experimentar primero el Evangelio escrito con Sus Actos en esta Tierra, durante Su Pasaje por ella.
Cristo ya no retornará como Jesús, sino en el resplandor del Hijo de Dios y no buscará en los hombres lo mismo que buscó en Galilea, Él buscará lo nuevo y los llevará hacia lo nuevo, Él despertará la Verdad y abrirá los ojos humanos para que vean el tiempo del no tiempo.
Cristo ya no vendrá para transformar a pescadores brutos en discípulos de Su Palabra, porque ellos ya crecieron y comprendieron que, más allá de Sus Palabras y por detrás de ellas, existe un horizonte en el cual la evolución sigue su curso y nada se detiene, sino que se transforma a cada segundo. Esos pescadores reconocieron que su Maestro y Señor también se transformó, sin dejar de ser el mismo Hijo de Dios, Parte de Su Parte y Portador de Su Espíritu. Él evolucionó, como el Universo, para dejar espacio para los que vendrían detrás de Él.
Ser un Cristo del nuevo tiempo no es codiciar una santidad que no les corresponde; es hacer valer los pasos de Jesús con la Cruz imitando Su Ejemplo, siguiendo Su Camino y viviendo lo que Él les enseñó, para que la evolución siga su curso.
Cristo ya no es solo Jesús. Él es el Ángel Solar de Dios, Su Hijo Resplandeciente, que vendrá en Gloria a recoger los frutos de las semillas que plantó en tierras áridas, en donde la fertilidad se ocultaba en la pureza y en la simplicidad de los corazones humildes. Y buscará que sus compañeros hayan seguido Sus Pasos y que las Semillas de Vida, regadas con Sangre de la Cruz, hayan hecho nacer en el interior de los hombres a su Cristo interior, los Cristos del nuevo tiempo.
Por eso, afírmense en esta meta, en este plan y en esta aspiración de cumplir con la Voluntad Divina. Amen la Presencia de Cristo hasta fundirse en Él y ser uno con Él, como Él lo es con el Padre, para que la unidad se vuelva a diseñar en el Cosmos infinito.
No teman a las pruebas que vendrán para probarlos, así como el Padre permitió que probasen a Su Hijo para que fuera el mayor testimonio del Amor Universal. Renueven ese Amor y ese testimonio, superando las pruebas que vienen para su crecimiento y jamás desistan, hijos, de cumplir con el Plan. Jamás piensen que Dios los abandonó, sientan Su Mirada y Su Esperanza sobre la humanidad, llamándola constantemente a superarlo en el Amor.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
El Relicario de Mi Corazón debe ser contemplado en simplicidad por aquellos que aspiran a descubrir y a vivir los misterios del Plan de Dios y que tienen fe en el cumplimiento de Su Voluntad.
El Relicario de Mi Corazón está guardado espiritualmente en la Casa del Peregrino, en donde los caminantes que buscan la Verdad y la transformación del espíritu, pueden encontrarlo.
Este Relicario debe despertar en los seres la reverencia a Dios, a Su Misericordia, a Su Plan y a Su Amor por la humanidad.
En este Relicario no solo se guarda el Corazón de un pobre hombre, Servidor de Dios y Padre adoptivo de Jesús. En él se guarda toda Mi trayectoria como Consciencia, desde el Origen hasta el retorno al Origen, hasta la unidad con Dios, que un día viví por Su plena Gracia.
La Casa del Peregrino recibió la Gracia de Dios de tener una conexión especial con un Recinto Sagrado, en donde se guarda el Relicario de Mi Corazón, que es tan misterioso para la humanidad, como ella misma y como la Voluntad de Dios para este mundo.
La Casa del Peregrino debe representar un paso hacia la nueva consciencia, hacia la nueva humanidad; y es por eso que Mi Casto Corazón se encuentra allí, puro, simple y en oferta a la humanidad, para que los corazones de los hombres puedan encontrar en él, un espejo que les refleje la verdad sobre sí mismos.
El Relicario de Mi Corazón representa el despertar de la consciencia. Aspiro a que se le dedique un lugar simple, humilde y silencioso; en donde las almas puedan vigilar y encontrar a Dios, así como este Corazón lo encontró, en el silencio de una carpintería.
Quiero que allí se construya, entonces, un espacio simple, como la carpintería de Nazaret, en donde las almas se transformen, como la madera bruta, en un instrumento de Dios, al contemplar el Relicario de Mi Corazón. Concederé, así, infinitas Gracias para que la humanidad, como un todo, viva el despertar.
Les dejo la bendición de Mi Corazón.
Vuestro Padre y Amigo
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más