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Queridos hijos, servidores, misioneros y compañeros de Cristo, llegó la hora de la gran batalla para la consciencia humana y también para Aquellos que la guían. Llegó el tiempo de colocar en práctica lo que aprendieron y fortalecer la fe sin querer moldear la Voluntad de Dios de acuerdo con sus propias necesidades ni tampoco querer resistir los cambios cuando son constantes, tan opuestos, e incluso a veces, contradictorios.
Lo que genera la contrariedad en la vida espiritual es la imprevisibilidad de la consciencia humana y también de los constantes ataques que vive la Obra Divina en estos tiempos.
Hijos, la batalla que se lleva adelante en el planeta no es solo espiritual e invisible, solo que no se muestra a los ojos que se esconden de ella, por miedo de reconocer la necesidad de crecer, de definirse y de convertirse en un verdadero instrumento de Dios.
El Creador de todas las cosas es quien conduce el ejército del cual ustedes forman parte y Sus estrategias se mueven con base en los movimientos internos del corazón humano y en toda la reacción que esto causa en la consciencia planetaria.
El Creador intenta diseñar Su Plan siguiendo las posibilidades que se presentan en el planeta en todos los niveles de la vida. Por esta razón, Sus estrategias están sujetas a cambios permanentes.
La Voluntad del Padre se mueve unida a la voluntad humana, pero también a la ley del libre albedrío, del karma y de otras tantas leyes de la vida planetaria y universal, que crean las condiciones para que esa Voluntad Divina descienda. Es como si esas leyes abrieran o cerraran las puertas para la intercesión divina.
Conducir a la humanidad en este tiempo no es tan sencillo como muchos piensan, porque Dios se mueve con base en la respuesta de todo el planeta: mientras unos le dicen “sí”, otros le dicen “no”; en tanto algunos le abren la puerta con sus grados de amor y de fe, otros la cierran, por la maldad e indiferencia de sus corazones.
Ustedes necesitan en este tiempo aprender a ser un instrumento del Creador, aunque esto les haga perder la estabilidad y la comodidad de sus vidas. Nada en este mundo está estable, pues todo se define segundo a segundo. Por eso les hablamos sobre la importancia de la fe, de la entrega y de la confianza absoluta en Dios.
Clamen para que se cumpla la Voluntad Divina y dispónganse de corazón para esto, pues solamente Dios Altísimo sabe la verdad y conoce mejor el camino para guiar no solo a la humanidad, sino a todo el Universo. Sus Ojos están fijos sobre el planeta; en Su Silencio, Él observa el interior de cada una de Sus criaturas. En donde haya un corazón abierto y dispuesto a amar, allí estará Su Voluntad y Su Guía; ahí se generarán los méritos para equilibrar aquellas situaciones que cierran las puertas a la consciencia planetaria.
Escuchen hijos, el Silencio de Dios y dispongan sus corazones para responder inmediatamente a Sus Designios, aunque cambien a cada instante. El cambio es consecuencia de la batalla que se lleva adelante en este mundo.
Como fieles soldados de Dios, sigan Sus comandos: estén dispuestos a caminar o a detener sus pasos, siguiendo lo que el Creador les indique.
Atención, vigilancia, fe y paz, son cosas que necesitan sus corazones en este tiempo de definiciones. A pesar de todo lo que ustedes viven hoy están equilibrando la indiferencia de la humanidad con los Planes de Dios y Su santa Voluntad.
Aquel que los ama y los invita a no bajar los brazos, pues es tiempo de la tensión ardiente y permanente,
San José Castísimo
Hijo, revive ahora la Pasión de tu Señor y de tu Dios, con una mirada de sabiduría.
En otros tiempos, el corazón humano padeció con Cristo por Su flagelación y Su muerte en la Cruz, porque no comprendió el sacrificio del Señor ni porqué Él debió padecer todas esas cosas.
Hoy, tu Señor y tu Dios retorna al mundo, buscando el amor de otros tiempos, renovando la unión que tenías con Él. Sin embargo, ahora, después de Su muerte, de Su Resurrección y de Su Ascensión al Reino de los Cielos; tú ya aprendiste muchas cosas y puedes comprender que Su sacrificio no fue solo dolor, sino también un Amor absoluto que trascendió el cuerpo, la mente, el alma, el corazón y se expandió más allá de los Universos.
Recupera en este viernes, que también es santo si así lo vives, el compromiso con Cristo, entregándole un amor tan grande como el que Él te entregó en la Cruz.
La Cruz de tu Señor no acabó en el calvario cuando lo bajaron muerto a los brazos de María. La cruz es un estado de consciencia, de entrega absoluta, a la que tú estás siendo llamado a vivir, para devolver al Señor el amor que un día te entregó.
Multiplica el Amor de Cristo, abrazando la cruz de estos tiempos, que es mayor que la Cruz que un día llevó al calvario. En aquel momento, la cruz era de ignorancia y de negación; ahora es de indiferencia, de rechazo, de falta de amor y de ausencia de Dios en el corazón humano.
Los corazones de los hombres, hijo, aún no comprendieron la cruz y no se abrieron para abrazarla, como lo hizo el Señor, en la culminación de Su entrega.
Cristo retorna para que tú compartas con Él la cruz de estos tiempos y así lo harás, amando a tus hermanos cada día con un amor que rebose de tu espíritu y transforme la condición humana, la que hasta hoy te impidió amar e imitar los pasos de Aquel que vino al mundo para señalarte el camino.
Cristo retorna al mundo para atravesar con la humanidad el último calvario de la Tierra y espera que Sus compañeros carguen con Él la cruz que no solo abrirá las puertas para la Divina Misericordia, sino que también abrirá las puertas para una Nueva Era, un nuevo ciclo, un nuevo tiempo, en el cual la cruz será transmutada por el poder del amor y la entrega; ya no significará un sacrificio ni un sufrimiento para el corazón humano, sino que será un acto natural de amor en los corazones de los hombres.
Ábrete en espíritu y en verdad para abrazar con Cristo la última cruz del mundo. Y que tu amor, unido al de Él, abra las puertas del Universo y del Cosmos para el establecimiento de la Voluntad Divina.
Te bendigo y te agradezco por abrir tu corazón a este misterio celestial.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hijo, contempla hoy la agonía del mundo en el que vives y ora con el corazón. Ha llegado el momento de enviar tu respuesta al Reino de Dios y elevar al Cielo una plegaria verdadera que atraviese las dimensiones.
Estás en el momento de la agonía del planeta, en la Pasión que este mundo ya comenzó a vivir. Como tu Señor, debes negar todas las tentaciones que se te aproximarán, para confirmar ante Dios tu adhesión a Su Plan de Amor, aunque la victoria divina en el corazón humano exija de ti y de todos los que siguen a Dios el sacrificio verdadero, la renuncia sincera y la humildad.
Renuncia, entonces, a los tronos de este mundo como Cristo renunció a ser rey como los hombres esperaban, y así demostró al mundo y al Universo que el Reinado Divino no se construye con apariencias sino en lo invisible del espíritu.
El mundo en el que vives, hijo, te ofrece muchas ilusiones y falsedades, mucha superficialidad y distracción y tú con frecuencia te alejas del Propósito Divino para ti, para entregarte, débil, a las cosas del mundo. Encuentra, entonces, tu fortaleza en el espíritu; ora y adora al Cuerpo Eucarístico de tu Señor.
Ve los acontecimientos del mundo como Cristo veía aproximarse a los soldados en el Getsemaní. Confía a Dios tu vida y deja que Él te conduzca por el mejor camino, a pesar de que para muchos parezca un camino de fracaso y de derrota.
A tu alrededor el mundo intentará guardar para sí mismo sus bienes y las personas querrán proteger sus vidas sin percibir que ellas ya se perdieron en la oscuridad de una experiencia vacía de Dios. Tú caminarás contra la corriente del mundo y tu ejemplo hará que otros reflexionen sobre sus vidas.
No temas estar en el camino errado, si al seguir a Dios vieras que nadie te acompaña. Pocos responderán al Llamado Divino, pero los méritos generados por esos pocos salvarán a las esencias de todos los que negaron a Dios.
Si hay amor en tu corazón y fe en tu entrega, hijo, nunca te faltará el discernimiento para caminar con pasos firmes. Y si un día te sientes confuso, Dios te guiará y hablará a tu corazón para que no te dejes engañar y te pierdas en la última hora de esta batalla.
Llegó la hora de orar con el corazón por el planeta y dejar que esa oración te aproxime cada vez más a Dios. Los tiempos álgidos de sufrimiento y de tribulación imponen el grado de entrega que deben vivir los que sirven a Dios.
Equilibra este mundo con tu entrega, hijo, y ábrete para vivir una experiencia crística verdadera.
Yo te acompañaré.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Como un sol que ilumina las esencias y las almas, así llegamos a este mundo. Como una luz pura que proviene de una Luz Mayor, encendemos hoy sus almas, sus espíritus, sus vidas para que sean como un farol en este mundo, en esta nación y más allá de ella.
Hoy venimos como la Sagrada Familia de Nazaret para renovar el principio de las familias de este mundo. Junto al Inmaculado Corazón de María y el pequeño Corazón de Jesús, estamos aquí para tornar sagradas sus vidas, para que recuerden, una y otra vez, el verdadero arquetipo que deben manifestar como humanidad. Si aún llegamos al mundo es porque es posible, hijos, que ese arquetipo se exprese y que sean ustedes portadores de la perfección divina.
Hoy estamos aquí como una esperanza, como un aliento, porque sabemos que muchos de los corazones humanos ya perdieron la esperanza de ver manifestarse un mundo nuevo y creen que es una utopía que esta Tierra pueda consagrarse a Dios.
Miren a su alrededor y no vean solo las miserias, no vean solo la pobreza espiritual y material de los hombres, no vean solo la riqueza en las manos de unos pocos, la gran soberbia y la gran miseria del corazón humano. Miren hacia los que tienen al lado, vean cómo oran con fervor, cómo hoy abrieron las puertas del Cielo para que Aquellos que estuvieron aquí, hace más de dos mil años, pudieran regresar.
Vean así, hijos, que existe un misterio celestial que la humanidad aún no comprende. Existe un misterio interior que está oculto para ustedes mismos. La verdad está aún silenciosa, escondida en sus corazones, esa verdad que los hace invencibles y que los hace capaces de cualquier cosa. Cuando oran con fervor y cuando están unidos a Dios, pueden sentir una gota de lo que son en esencia, pueden sentir que existe un vasto universo, dentro y fuera de ustedes, que les trae grandes posibilidades de vida, de vida espiritual, de vida divina.
Como Sagrada Familia, vinimos a su encuentro para que reconozcan ese camino de retorno al Padre, para que encuentren fuerzas, fortaleza interior para perseverar en lo sagrado y difundir, a través del propio ejemplo, la vida de consagración al Padre.
La desesperanza de este mundo nace del hecho de que el caos y el mal se muestran a todos los ojos, porque ellos viven de las apariencias, del engaño, y de la mentira; y la verdad y el bien se ocultan y se muestran solo a los ojos de los puros y de aquellos que ingresan dentro del propio corazón y se esfuerzan día a día para vivirlos.
Sin embargo, una gota de luz vence a toda la obscuridad de este planeta. Un acto de amor destruye una guerra. Una oración verdadera, realizada humildemente, con la rendición del corazón humano, hace desaparecer los planes de obscuridad y no permite que ciertas cosas se manifiesten en este mundo.
Sin embargo, el corazón humano aprendió a vivir de las apariencias y solo cree en aquello que se expresa delante de sus ojos y que su mente puede comprender y comprobar. Este es el mayor engaño, hijos Míos, que vive la humanidad, porque el Misterio de Dios, como les dije, es silencioso, sin embargo es poderoso porque se une a la Consciencia del Único, Aquel que creó todas las cosas, Aquel que vence con un soplo todas las maldades de este mundo.
Con todo lo que hoy les digo, quiero aproximarlos un poco más a lo que son verdaderamente. Quiero que sientan y vivan todos los días lo que sintieron ayer y hoy cuando oraron de corazón.
Que esa esperanza de ver a Dios pueda crecer en sus vidas y, cada vez más, la oración los aproxime a la verdad y los retire de los desvíos que un día siguieron y que, como humanidad, los trajeron hasta aquí.
A través de ustedes, hijos Míos, vinimos a curar un pasado milenario para que comprendan que, con la simplicidad de sus corazones, podemos hacer grandes milagros, que en verdad son milagros porque desconocen la verdad, porque desconocen el verdadero potencial de sus corazones.
Muchos no creen en lo que hablamos, porque día a día se pierden en sus miserias y en la imposibilidad de perseverar en este camino. Pero, si hoy estamos aquí, hijos, es porque pueden responder a este llamado, porque pueden consagrar el suelo en el que viven y hacer triunfar el Plan de Dios.
Hoy, delante de sus ojos, somos tres, una Familia simple, humilde, que en el misterio de Su hogar transformó el destino de la humanidad y de todo el universo, de toda la Creación. Y delante de Nuestros ojos, son miles de almas simples, que aún deben develar los secretos de Dios sobre sí mismas.
Vemos, delante de Nuestros Ojos, la transparencia de sus espíritus y de sus corazones, la posibilidad de que Dios manifieste Su Plan en la Tierra y en todo el cosmos, la posibilidad de que se termine esta espera que toda la Creación vive de ver triunfar el Amor Divino.
Delante de Nuestros ojos, contemplamos sus esencias, contemplamos el potencial de Amor que un día se expresó en la Cruz y que hoy se debe expresar en el calvario de este mundo.
Un día, el Amor divino emergió del Corazón de un Hombre, que hoy, delante de ustedes, se expresa como un niño. Ese Amor nació de Su esfuerzo, de Su sacrificio, de la lucha en la que Él venció contra Sí mismo y contra todo el mal.
Ahora, hijos, el universo aguarda que ese mismo Amor pueda nacer de sus esencias, por su esfuerzo, por la entrega diaria de su sacrificio, por su perseverancia en vencerse a sí mismos en las cosas más simples, porque no les pediré grandes cosas, no les pediré grandes martirios, flagelación, coronación de espinas ni muerte en la cruz.
Yo les pediré que amen a sus hermanos como son, que digan no a toda ira, a toda crítica, a todo juicio de valor.
Yo les pediré que renuncien, un poco cada día, a los placeres y distracciones de este mundo. Yo les pediré que ofrezcan su purificación y que no reclamen tanto cuando, en verdad, reciben todo de Dios.
Yo les pediré que sean más agradecidos y que, de rodillas, oren a Dios todos los días, agradeciendo al Padre por las Gracias que recibieron y pidiéndole por aquellos que nada tienen, ni en el cuerpo ni en el espíritu; pidiéndole por los que son ignorantes, por los indiferentes, por los Reinos de la Naturaleza. Yo les pediré que ayuden a esos Reinos, que oren por ellos, que oren con ellos, que los sirvan, que los respeten como Creaciones de Dios, como portadores de la Presencia Divina en el mundo, que aprendan con ellos un amor también único, que multiplica el amor que existe en sus almas.
Yo les pediré, hijos, que cada día entreguen algo de sí mismos por el prójimo. Es de esa forma que se carga la cruz del mundo.
Con estas cosas tan simples, los conduzco a Dios. Sé que, aun así, a pesar de la simplicidad de Mis Palabras, en este tiempo es difícil vencer la condición humana. Por eso es que estamos aquí, por eso es que todos los días les entregamos tantas Gracias, tantas bendiciones, les damos tantas oportunidades de levantarse de cada caída. Es por eso que Nuestras Manos están siempre extendidas hacia la humanidad y que, a pesar de la flagelación que aún vive el Corazón de Dios por las acciones humanas, el Creador aún Nos permite llegar a este mundo.
Pero les pido de corazón, con la humildad de Mi Corazón Divino, que perseveren, que reconozcan sus dificultades, pero que no se aferren a ellas. Agárrense firmes, hijos, a esas instancias en las que un amor puro puede surgir de adentro de ustedes.
Y, de esa forma, ayúdenos a liberar a este mundo de todos los errores del pasado. Con estas acciones tan simples, convierten los errores de ayer. Cuando aman y aceptan a sus hermanos, están equilibrando todas las faltas cometidas ayer por la incomprensión del corazón humano, por su imposibilidad de aceptar las diferentes culturas y expresiones de las almas.
El misterio divino es inmenso y a veces incomprensible para la mente humana. Por eso les pido que, antes de intentar comprender, experimenten y vivan todos los días esta experiencia divina de amor, sea con el prójimo, con los Reinos de la Naturaleza o en el silencio del propio corazón, o sea en una oración íntima con Dios.
Con esta instrucción tan simple, vengo a retirarlos un poco de ustedes mismos, para que así se pueda ampliar la liberación de este mundo, de esta nación y de todos los seres que hoy Nos escuchan. Porque los corazones Nos llevan más allá de este lugar, cada hogar que Nos abre la puerta, abre también la puerta de su nación y ofrece a la humanidad una oportunidad más de llegar a Dios.
Ahora les pediré que canten y clamen por la paz, para que se abran los portales del Reino de Dios y que aquello que vinimos a hacer en este mundo pueda ser hecho, no solo por Nosotros, sino por la intercesión del corazón humano. Clamen por paz para todas las almas, para todos los Reinos, para todo el planeta.
Cántico.
Y hoy les ofrezco la mayor liberación y salvación de este mundo y de todo el universo que es el Cuerpo y la Sangre de Mi Hijo, entregado por ustedes y por toda la Creación de Dios. Que esta Gracia se multiplique para todas las almas y para todos los Reinos.
Mi pequeño Hijo yergue Sus Manos y bendice estos elementos para que se conviertan en fuente de transformación para las almas y de liberación para este mundo.
Padre Nuestro (en arameo).
Que la Paz de Cristo, de María y de Mi Casto Corazón esté en sus vidas y en todo el planeta.
Les agradezco por estar aquí y por multiplicar estas Gracias para toda la humanidad. Oren, hijos, para que esta puerta de paz siga expandiéndose y ampliándose para que más almas encuentren a Dios.
Yo los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sigan en paz y con la esperanza de renacer en el espíritu y ser uno con Dios.
Les agradezco.
En este momento, Frei Elías del Sagrado Corazón compartió el Mensaje diario transmitido por la Virgen María en este mismo día, 19 de noviembre de 2016.
Hoy vengo a enseñarles, hijos, el arte de amar a Dios para liberar a este mundo del pecado y del mal que lo habita.
Hoy vengo para animarlos a la entrega y al sacrificio; como forma de abrir, en verdad, las puertas para que el Reino de Dios descienda a este mundo.
Quiero que comprendan que toda prueba y todo sufrimiento, como también la propia purificación, cuando se asumen con el espíritu correcto, pueden aliviar a este mundo de un peso milenario. Así no estarán viviendo solo un proceso personal e individual, sino también un acto de ofrenda a Dios, para aliviar la situación planetaria.
Vengo para enseñarles a ser verdaderos instrumentos del Señor, ya sea que estén plenos de gracias y de alegrías ya sea de dificultades y de padecimientos.
Cuando viven cada segundo de sus días ofreciendo sus vidas a Dios, sin reclamar nada de Él ni de nadie, algo mejor o más leve podrá despertar en sus espíritus y en sus consciencias la madurez que estos tiempos exigen de toda la humanidad, sobre todo de los que están más conscientes.
Ya no busquen en estos tiempos la gratificación de los cuerpos, de la mente, de las emociones ni tampoco del alma. Solo busquen despertar la gratitud y la entrega y que esto no sea algo que la boca pronuncie pero el corazón no viva.
Siempre que estén desconformes consigo mismos y con la propia vida, recuerden, hijos, que en verdad son las criaturas más privilegiadas de este mundo y que si se les ofrece la oportunidad de vivir un sacrificio consciente, es para que crezcan y sean un principio fecundo para la transformación de la humanidad.
Frente a todo lo que debe ser liberado en el planeta, muy poco es el sacrificio que viven y han vivido hasta hoy; no obstante, en el misterio de la Gracia divina y del amor existente en el corazón humano, cuanto más agradecidos estén ante las pruebas, sean materiales, espirituales o interiores, mayor será el equilibrio generado en el planeta.
Cuando la puerta del corazón se abre, la puerta del mal se cierra. Puede ser que no sepan o quizás nunca lleguen a saber que cuando renuncian con alegría y agradecen ante una dificultad en sus caminos, del otro lado del mundo un alma es liberada de su ignorancia y encuentra la luz.
Hoy, Nosotros los llamamos para recorrer espacios del planeta que necesitan mucha ayuda. Algunos lo harán en consciencia, otros de corazón y otros irán con todo su ser. Les pido que no esperen solo de Dios y de Sus Mensajeros la gracia de la liberación, sino que sean ustedes mismos los proveedores de la gracia a través de la entrega permanente de sus vidas.
Les dejo Mi Bendición, para que crezcan en espíritu cada día más y que ese crecimiento los aproxime a Dios, como consciencias y como humanidad.
Su Padre e Instructor,
San José Castísimo
Hijos, de nuevo les pediré que oren por la paz y también por la unidad en los corazones de los hombres. Hoy les pediré que vean más allá de sus vidas y que contemplen el mundo con el corazón, porque más allá de la agonía que vive el planeta, muchos que están somnolientos y predispuestos al mal, entregan sus almas en las manos del enemigo.
El Corazón de Dios está padeciendo por la ignorancia de los seres humanos y más aun por aquellos que eligen conscientemente el mal para sus vidas y para el mundo.
Refuercen sus oraciones, no solo por América, sino también por todo el planeta. La agonía se expande en los hombres y en los Reinos de la Naturaleza y aquellos que están en medio del caos, por más que deseen la paz y el bien, no tendrán fuerzas para establecer esa paz y no podrán vencer al odio y al rencor en sus corazones, causado por las injusticias que verán frente a sus ojos.
Aquellos de ustedes que aún no viven en un caos extremo, de conflictos y de guerras, ¡oren con fervor por el mundo! Oren mucho, porque el enemigo diseña sus planes día y noche y está encontrando entre los hombres a los que están dispuestos a manifestar su voluntad y su falso poder.
¡Que se unan los corazones de buena voluntad, dispuestos a vivir el amor y el bien, donde quiera que estén! Es hora de que las religiones se den las manos para hacer una corriente en el mundo, que fortalecida por el Poder de Dios, sostenga al planeta.
Oren juntos. Oren los unos por los otros. Únanse a todos los corazones que proclaman la paz, porque es necesario que haya voces que se eleven a los Cielos y que clamen por Dios.
Abran las puertas del corazón y rompan las barreras de la indiferencia que están sobre la consciencia humana. Dejen que las dimensiones se unan por medio del poder del Amor, que aún es un potencial adormecido en el interior de los seres humanos. Sirvan, oren y demuestren a Dios, que aspiran a despertar este Amor único de sus esencias.
Les digo esto, hijos, porque es solo con este amor que podrán superar las pruebas y los desafíos que se aproximan a la humanidad. Este Amor es lo único que vencerá al temor en las almas y que hará que la paz se establezca en forma independiente de las circunstancias del mundo.
Por eso, ¡oren y vivan la oración! Despierten el Poder del Amor de Dios en ustedes.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hijos, proclamen la paz en un mundo que no la conoce. Sean los precursores de un nuevo tiempo, de una nueva era, marcada por el espíritu de la unidad. Cada día, crucen con la consciencia el umbral entre el viejo y el nuevo hombre y trasciendan en ustedes mismos lo que aún los ata a los patrones de conducta que degeneran la consciencia planetaria.
Con cada palabra que les entregué a lo largo de los años en donde los instruí, les traje una llave que los ayudará a dar ese paso. No obstante, necesitan ser constantes, persistentes y cuidar de aquellas cosas que saben que deben transformar.
Les pido que estén más atentos y empeñados que nunca, porque, al mismo tiempo que la purificación se acelera, el Universo y la vida planetaria exigirán a los que estén despiertos que cumplan con su misión y con el compromiso que hicieron ante Dios de ayudar al cumplimiento de Su Plan.
Hijos, cuando un alma no es consciente de su purificación y no trabaja para transformar lo que surge de su ser, se pierde cada vez más en el abismo de sus imperfecciones y se entrega cada día a la oscuridad de sus miserias y a los vínculos no curados con el mal. Por eso, la humanidad necesita de una referencia en estos tiempos, como lo fue la Sagrada Familia en tiempos anteriores.
La santidad que algunos viven en los claustros, en muchas partes del mundo, no es suficiente para estos tiempos. Es necesario completar el equilibrio que genera la vida contemplativa con la santidad vivida en el mundo, en la vida común, ante los ojos de los hombres y como un ejemplo accesible a todos.
Por eso, los enviamos a servir y no solo a orar en sus casas. Los enviamos a proclamar la paz y a ser pacificadores en sus familias y entre sus amigos; a diario y a cada instante. Por eso los invitamos en forma permanente a transformar la consciencia. Y por eso, les revelamos en profundidad misterios universales, ya que el Creador les está entregando todas las herramientas posibles para que alcancen la perfecta expresión de la unidad con Él, para que sean un puente para los que están en el mundo y no lo conocen ni lo encuentran.
Cada día, hijos, este mundo se adhiere más a las guerras y menos a la paz. Por eso, les pido que curen en ustedes lo que genera las guerras y los conflictos, lo que los lleva a ser combativos los unos con los otros; para que sean pacificadores y precursores de un mundo que vivirá la paz y la unidad con Dios.
Todo es posible cuando obran de corazón, pues el potencial humano es desconocido por todos. El amor de sus corazones es semejante al Amor de Dios y, con una sola gota de ese amor verdadero, ustedes podrían cambiar al mundo, porque el amor transforma y cura todas las cosas.
Hoy los animo a persistir.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hijos, para equilibrar toda guerra y conflicto en el mundo, sean mansos, pacíficos, fraternos y silenciosos de corazón.
A través del establecimiento de la paz, venzan todo aquello que los impulsa a enfrentar al prójimo ya sea para sobresalir, defender una opinión o por no querer renunciar ni aceptar las propias dificultades ni las dificultades del otro.
Hijos, ya saben que todo conflicto en el mundo es generado por el mal, pero también por la mente y por el comportamiento humano. Saben que todo puede ser equilibrado cuando generan actos de paz sinceros.
Todo puede ser transformado cuando cada uno asume con sinceridad la transformación de su propia vida. Por este motivo, les pido que no solo oren por la paz, sino también que sean pacíficos.
¿Cómo le pedirán a Dios que les conceda la Gracia necesaria para que una nación se pacifique, si día a día alimentan los conflictos y la falta de fraternidad entre los hombres?
Un soldado de este ejército de amor es más que un ser orante, es una consciencia diferente en el abismo oscuro de la vida humana, porque cada día se esfuerza por vencer en sí mismo lo que genera las guerras y a los conflictos del mundo.
Renueven, hijos, la Campaña Sembrando el Amor en la Humanidad. Pidan y concedan perdón, reconcíliense todos los días, porque en un mundo en guerra, siempre habrá algo que perdonar y reconciliar.
Siembren el amor en la consciencia humana, haciendo de la propia vida un jardín de paz, en el cual las acciones fraternas sean fecundas y generen esperanza para este mundo.
La paz debe ser un ejercicio permanente en sus consciencias. Deben realizar el ejercicio constante de pacificar, de perdonar y de reconciliarse. Corten por la raíz las guerras y los conflictos del mundo, comenzando por ustedes mismos. Sigan el ejemplo de Aquel que pacificó primero y que, siendo Hijo de Dios, pleno de sabiduría y de Gracia, renunció a Su Voluntad, a Su Parecer, a Su Majestad y a Su Poder, permaneciendo en silencio en la cruz de la redención de los pecados del mundo, para que todos tuviesen un camino, una verdad y un ejemplo para sus vidas.
La cruz de estos tiempos no es la misma de ayer. El calvario de hoy se recorre a diario, transmutando y transformando en sí mismo los pecados de la consciencia humana y siendo así diferentes en el Todo.
Renuévense, hijos, todos los días y no cedan a los conflictos, ¡Instituyan la paz! ¡Vivan la paz en sus corazones!
Sé que, en estos tiempos de injusticias y de guerras, es difícil pacificarse. Sin embargo, son estas cosas imposibles las que les pediremos: perdonar lo que para el hombre es imperdonable; pacificar al caos y a la confusión cuando estén en medio de grandes guerras; amar y sembrar, cuando a su alrededor otros siembran odio y temor.
Las semillas de amor transformarán al suelo de la Tierra. Por eso, no desistan y renuévense en esa labor divina.
Aquel que los acompaña,
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Reescribe la historia de la humanidad y construye hoy el nuevo hombre que debe ser el hombre de todos los tiempos.
Excluye de tu interior los registros de un ser humano que vive para cumplir la propia voluntad y experimentar el propio poder. A través de la renuncia, del anonimato y de la humildad; descubre, en el acto de no ser nada, al Poder de Dios que colma todos los espacios vacíos para recibirlo.
Sumérgete en tu mundo interior y desde adentro hacia afuera expresa lo que eres. Antes de querer ser, mostrar y aparentar, busca conocerte a ti mismo y, cuanto más te conozcas, más deberás entregar a Dios lo que veas en ti, sin miedo de no ser nada.
Reescribe la historia de la humanidad en tu propia vida. No creas, hijo, que esa historia solo se escribe en la vida de aquellos hombres conocidos por el mundo y que con sus palacios y sus vidas públicas, piensan que son los autores de la historia humana con su propio poder. Esa historia escrita por los aparentes grandes hombres es, en verdad, una historia que se ha repetido a lo largo de la existencia humana.
Ahora llegó el momento de escribir una nueva historia, la que no se construye solo con hechos materiales, sino sobre todo con la experiencia espiritual de la unión con Dios de aquellos que, en el silencio de sus corazones, se vaciarán de sí mismos y se abrirán para que el Creador ingrese en sus vidas, en sus espíritus y en sus corazones.
Es por eso, que hoy traigo ante tus1 ojos un libro en blanco y te pido que seas un ejemplo silencioso y simple para toda la consciencia humana.
Entonces, hijo, toma este libro y escribe en él por medio de los actos de tu vida y de tus pensamientos y sentimientos; escribe mediante el vacío que encuentras cada día, en tu búsqueda y en tu caminar hacia Dios.
Reescribe la historia de la humanidad y, demuestra al Universo y a toda la Creación, la verdadera esencia de este proyecto de criaturas tan semejantes a Dios. Esta esencia nunca fue revelada porque Aquel que la pudo vivir no fue totalmente comprendido, a través de Su Ejemplo, por el corazón humano.
Si entras en lo profundo de tu interior, encontrarás allí a la esencia del ejemplo de Cristo y más que eso, te encontrarás a ti mismo y descubrirás lo que te une al Padre. Y es en ese espacio de tu consciencia donde quiero que tomes este libro, lo abras y comiences a escribir.
Tienes Mi Bendición para esto.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
1 Hablo a cada uno de los que leerán estas palabras y que sabrán, en lo íntimo de sus seres, que Me refiero a ellos.
Que la paz esté en este lugar, en esta ciudad y en el mundo entero.
Que la paz se expanda a través de sus corazones, iluminando cada espacio oscuro de este mundo, porque eso es posible cuando son verdaderos de corazón.
Que la paz ilumine sus mentes, les traiga armonía, equilibrio y discernimiento en estos tiempos de tribulación.
Que la paz les retire sus dudas, convierta sus errores y los conduzca por el camino de Cristo.
Hoy, con Mi Santa Esposa y Reina, les traigo la paz, paz que falta mucho en el mundo y en los corazones que en él viven.
Vengo una vez más a despertarlos a la realidad superior, a preparar sus consciencias para los tiempos que vendrán, para que puedan crecer, madurar sus espíritus, vivir la redención y manifestar la perfección de Dios en sus vidas.
Hijos, muchos aún están confundidos con las cosas del mundo, porque aún es necesario que vivan en él, pero no para adherirse a sus tendencias, sino para transformarlo.
Desde el comienzo de este proyecto humano, el Creador permitió que aquí existiesen los dos opuestos de la dualidad del universo, una gran oscuridad, un gran mal, sin embargo también un gran amor, una infinita luz que viene al mundo no solamente a través de Cristo, sino también a través de cada corazón que despierta para expresar esa luz que habita en lo profundo de su esencia y que, si aún está oscurecida, es por las cosas del mundo y no por la Voluntad de Dios.
Aún no conocen, hijos, la perfección que habita dentro de ustedes y de sus hermanos.
Muchos Me preguntan, en sus corazones, como conciliar la vida del espíritu con la vida en sus familias, en sus trabajos, en su día a día.
Quiero que cada uno de ustedes sea ejemplo para el prójimo, un ejemplo de persistencia, de perseverancia, de amor a los Planes de Dios.
Amar al otro no es ser consecuente con sus errores. Amar al prójimo, además de aceptarlo como es, es también cuando ven un error, poder dar un ejemplo de algo que lo equilibre, haciendo lo contrario, porque de esa forma lo convertirán no con el juicio ni con la crítica de sus mentes, sino con el ejemplo de sus corazones.
En estos tiempos, hijos, las mentes están muy confusas y, si bien reconocen que no están en el camino correcto, no saben hacia dónde ir. Mucho más fuerte dentro de sus seres es la oscuridad que permea al mundo que del amor que intenta aparecer. Por eso, les pido en este día que den ejemplos verdaderos a sus familias, en el día a día, en cada instante de sus vidas. Si quieren transformar al prójimo, transfórmense a sí mismos, porque esa es la única forma de que este mundo se transforme de una forma verdadera.
Podrán comprender los misterios celestiales y vivenciarlos cuando dentro de ustedes exista la determinación de seguir el Plan de Dios. Eso no significa herir al otro, porque no juzgarán ni criticarán a nadie, solo darán ejemplos puros de su unión con Dios, y la unión con el Creador, por sí misma, transformará todas las cosas.
Como siempre, quisiera hablarles de cosas divinas, universales; quisiera contarles el verdadero motivo por el cual sus espíritus vinieron al mundo, revelarles que esta no es la primera vez ni la última que están sobre la Tierra.
Quisiera mostrarles, al corazón, cuántos aprendizajes, cuántos triunfos y cuántos errores cometieron a lo largo de su existencia para que así pudieran aprender que no son perfectos, pero que no todo está perdido, porque una experiencia de amor verdadero existe dentro de sus seres, si no fuera así, jamás estarían aquí.
Aquellos que hoy escuchan Nuestras Palabras en los cuatro puntos del mundo, a lo largo de la historia de la humanidad ya escucharon el eco de la Voz de Dios muchas veces; sea a través de los profetas, de los patriarcas, de los santos, de Mi Hijo Jesús; sea del propio Creador que les sopló en el corazón la esencia de una verdad para que, solo con ese soplo, se comprometieran con Él durante toda la historia, y en este fin de ciclo en el que la humanidad debe manifestar definitivamente Su Voluntad, ustedes pudieran recordar y finalmente cumplir con el Propósito Divino.
Les digo estas cosas porque mientras hablo les muestro al corazón estas verdades, atraigo sus almas y sus espíritus para que reconozcan, hijos, que no son solo esa materia, esa mente que Me escucha, ese corazón que Me siente.
Existe algo entre ustedes y Yo que es único, que nos une, que nos hace semejantes a Dios.
Sus esencias partieron de un Origen Divino, pero nunca perdieron el vínculo con el Origen, nunca perdieron el vínculo con el Creador. Una parte de sus consciencias permanece en la Fuente como una promesa de su retorno al Corazón de Dios.
Por eso, hoy les hago sentir a aquellos que se abren de corazón esa esencia. Reconstruyo el hilo que los une a Dios y le prometo al Señor que cuidaré de ustedes siempre, para que ese hilo no se rompa otra vez, pero sí que la luz de la esencia divina pueda fluir cada vez más en sus corazones.
Hoy vengo al mundo no solo para conversar con ustedes, sino para darles un impulso espiritual que repercutirá en toda la consciencia humana. Quiero que salgan de aquí colmados por el Espíritu de Dios, para que pierdan el miedo de anunciar el Retorno de Su Hijo y, más que eso, preparar en su interior la morada de Cristo, porque su Esencia Crística ya está ante sus corazones. Abran los brazos, abran el corazón y dejen que ese Cristo se exprese y disuelva de sus seres todos los vínculos con el mal.
Hoy les muestro el Reino de Dios, ese que pocos conocen porque muchos buscan comprender con la mente humana algo que es divino. El orgullo y la vanidad de la humanidad no les permite golpear a las puertas del Cielo, porque aún prefieren sentirse autosuficientes a pedir el auxilio de Dios.
Hijos, pierdan el miedo de sentir la alegría y la plenitud de encontrar al Creador. Pierdan el miedo de decir sí a una nueva forma de unirse a Dios que no se encuentra en ninguna religión, en ninguna creencia; que se encuentra en lo profundo de sus seres. Es una unión que siempre existió, pero que la humanidad nunca quiso ver.
Las religiones son una puerta para que puedan encontrar al Padre, pero llegó el momento de cruzar las limitaciones de toda la enseñanza que recibieron hasta hoy, para aprender del acto de religarse que existe dentro de ustedes y que ninguna institución podrá enseñarles. Las religiones existen para congregar a las almas, formar los rebaños, despertarlos y conducirlos hacia un camino único, que es el Amor del Creador. Si viven un amor verdadero, aman al prójimo como a sí mismos y a Dios por sobre todas las cosas, no importa por dónde sigan, porque encontrarán al Creador, y Él mismo les mostrará Su Verdad, disolverá las ilusiones, romperá las barreras y transformará la comprensión humana acerca de Su Verdad, de Su Reino, de Su Origen.
Hoy vengo con Mi Santa Esposa María para que reciban una Gracia especial, una expiación divina, porque no Nos cansamos de entregarle Gracias al mundo; al contrario, Nuestros brazos están siempre llenos, pero el corazón humano también está lleno de sí mismo.
Vacíense de todo concepto, de toda idea de Dios, vacíense de toda comprensión, tórnense nada, porque así todo les será comprensible.
Los mayores misterios del Creador se guardan en las cosas más simples, por eso vinimos al mundo, porque la humanidad buscaba grandes enseñanzas, grandes rebuscamientos que la engrandecían a sí misma y no la unía a Dios.
Por eso venimos como los Sagrados Corazones, porque esa fue la expresión de la simplicidad en la Tierra y, es de esa forma, con ese ejemplo, que llegarán a conocer los misterios divinos y serán capaces de vivirlos. En la simplicidad, todas las instrucciones se tornarán vida, y no precisarán leer tantos libros, porque el mayor libro se escribe en la historia y en la experiencia de la humanidad. Ese es el libro de aquellos que visten vestiduras blancas. Ese es el libro más sagrado que escriben y reescriben todos los días. Si quieren leer una gran historia, escríbanla y la leerán en el universo.
Traigan aquí la comunión, el símbolo de que el misterio más grandioso se encuentra en las pequeñas cosas. ¿Serían capaces de creer que en este pequeño pedazo de pan y en este fruto de la uva están escondidos la Presencia de Dios, el sacrificio de Su Hijo, cada uno de Sus pasos con la Cruz; Su Sangre y Su Agua derramadas hasta su última gota por la salvación de la humanidad?
¿Creerán, hijos, que comiendo este pan y bebiendo este vino se unirán a este sacrificio de Amor y serán invitados a renovarlo en cada pequeño sacrificio de sus vidas? Pues esta es la mayor verdad que hoy les traigo. Y como símbolo de esa verdad, les muestro esa grandeza en la conversión que cada día viven aquellos que comulgan del Cuerpo y de la Sangre de Cristo.
Por la potestad que Dios Me dio, hoy Me visto como Sacerdote Celestial, porque antes de que Mi Hijo la viviese en la Cruz, Yo ya contemplaba Su entrega y comulgaba día a día de Su sacrificio permanente. Aprendí con Él a convertir la materia y a colocar en estos elementos Su Presencia Divina.
Oren Conmigo un Padre Nuestro en arameo, como en otros tiempos oraban con Mi Hijo y así, nuevamente, retomen sus compromisos con Dios, desvincúlense de todo el mal, libérense de todo dolor y encuentren la paz en la unión con Cristo.
Padre Nuestro en arameo.
Comulguen de estos elementos como comulgaron en otros tiempos. Pierdan el miedo, como lo perdieron en otros tiempos, entreguen sus vidas, como las entregaron en otros tiempos. En este mundo ya no hay tantos desiertos, pero sus voces deben hacer eco ahora entre las ciudades, en el corazón de los hombres y mujeres de este mundo, para que todos conozcan la grandeza de Dios y todos se preparen para el Retorno del Su Hijo. Que todos sepan que Su Espíritu ya está sobre la Tierra y que llegó la hora de despertar.
Con eso les agradezco, y con Nuestras manos sobre ustedes, les dejamos Nuestras bendiciones. Recíbanlas y guárdenlas en lo profundo de sus seres, para que sean un alimento divino que los impulse siempre a caminar, a transformarse, a convertirse en una imagen viva de la semejanza con Dios.
Por la bendición y la redención que les conceden los Sagrados Corazones, Yo los libero, los limpio, lavo sus almas y dejo sobre ustedes la señal de la Santa Cruz.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Sigan en paz y renovados.
Les agradezco.
En ese momento, Fray Elías del Sagrado Corazón compartió el Mensaje diario transmitido por la Virgen María ese mismo día, 19 de octubre de 2016.
Hijos, en este tiempo profundicen en su propia vida espiritual. Mientras crece la tensión en la vida planetaria por la expansión del caos dentro y fuera de los hombres, ustedes deben estar cada vez más afianzados en el Propósito Superior, cada día más adheridos al Plan de Dios y menos identificados con las cosas del mundo.
El reino de la materia ya está en decadencia. Como en tiempos anteriores, llegó la hora de cruzar un umbral en la consciencia y encontrar la Verdad que siempre buscaron.
Muchos de ustedes piensan en buscar la Verdad. Sin embargo, delante de ella dudan, tienen recelo, despiertan miedos y no dan un paso en dirección a ella, ni para descubrirla y menos aún para vivirla.
Ya les dijimos tantas veces que la realidad no se asemeja en nada a las cosas de este mundo; sin embargo las mentes siguen buscando compatibilidades entre la vida del espíritu y la vida en la materia. Llegó la hora, hijos, de renovarse y de soltar las cosas del mundo, para conocer, aun en vida, la realidad superior. Sus almas claman a Dios por el despertar definitivo y sus espíritus aspiran ardientemente cumplir con su misión.
Hoy, les abro una puerta delante del corazón: la puerta de la humildad, porque por esa puerta tendrán que entrar en la vida del espíritu. Después, les muestro una segunda, que es la puerta del sacrificio. Luego les muestro una tercera puerta, la de la entrega. Y después de esta, una cuarta: la puerta de la fe absoluta en Dios y en Sus Mensajeros.
Observen, en sus vidas, por cuáles puertas ya pasaron y sigan caminando hasta que se disipe toda duda y puedan vivir, con base en la humildad y en el principio de la fe, una vida pautada por la Verdad de Dios.
Les digo esto porque quisiera que, en sus vidas, dieran pasos más concretos que puedan expresar lo que vinieron a hacer en este mundo como misión espiritual para su propia redención y para el triunfo del Plan de Dios. Y para que esto sea una realidad, es necesario dar un paso en la humildad, en el sacrificio, en la entrega y en la fe absoluta. Si se disponen a vivir estas cosas, mucho le podrá ser revelado al mismo corazón y no tendrán miedo ni duda de seguir esa voz que lo llama a caminar.
Escuchen Mis Palabras no solo como un mensaje más, sino realmente como una necesidad interna de salir del punto en que se encuentran espiritualmente y al final descubrir y vivir lo que vinieron a hacer en este mundo, esa misión que es puramente espiritual y que en nada se asemeja a lo que hacen hoy. No se trata de una destreza, pero sí de asumir sus puestos en la manifestación del Plan de Dios y de expresar la virtud espiritual que guardan, en su propio interior.
Aquel que aspira salir de donde está y vivir lo que digo, que ingrese por esas puertas, clamando al Padre por el despertar, y experimenten, por sí mismos, esta instrucción que les traigo.
Les dejo Mi Bendición para que puedan caminar.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
La entrega de la vida, hijos, no es algo pasajero. La entrega verdadera abarca toda la consciencia y va desde el cuerpo, la mente y el corazón, hasta el alma, el espíritu y la esencia.
Aquellos que se entregan al Creador están poniendo la dirección de sus vidas en las manos del Padre y renuncian a toda meta personal, a sus planes, proyectos y aspiraciones, inclusive la de cumplir con la misión que Dios les encomendó. La entrega debe regirse por el ejercicio constante del vaciamiento de sí mismos y por la búsqueda permanente de no ser nada y no querer nada.
Muchos aspiran a cumplir misiones, que por si solas, exigen la entrega total de sus vidas, como lo es el servicio abnegado e incondicional. Sin embargo, antes de lanzarse a esa entrega, hijos, deben meditar de corazón en lo que ella significa y así, predisponer sus consciencias para algo más profundo, para que ese servicio sea verdadero y para que sus posibles consecuencias sean motivo para consolidar la entrega y no para generar una deuda con Dios, como puede ocurrir en el caso de que pierdan la vida sirviendo .
Les digo esto, porque si en verdad meditan y se lanzan al servicio abnegado y a la consagración, con la consciencia de que la entrega debe profundizarse cada día, solo así podrán convertirse en instrumentos de Dios, y esa condición les dará la Gracia para cumplir su misión con protección y discernimiento correcto.
Sin embargo, si se lanzan a una entrega inconsciente, impulsiva y superficial, corren el riesgo de no recibir la Gracia de Dios y la protección que necesitan y vivirán en constante imprudencia por la falta de discernimiento.
Por eso les digo que no importa la tarea que hacen o el grado de riesgo que corren, sino la profundidad espiritual y consciente de su entrega. Esto es lo que diferenciará al servicio, que tendrá o no la presencia directa de Dios.
Espero que hayan comprendido lo que les dije.
Dejo Mi Bendición a los que se entregarán de corazón.
San José Castísimo
Oren para que el Plan de Dios se cumpla, contemplando, en el Universo, el Propósito perfecto que el Creador tiene para cada una de Sus criaturas.
Reencontrarse con los Mensajeros Divinos y estar en presencia del Padre Eterno, a través de la Puerta de Luz y de Paz que abrimos para el mundo, significa recobrar la pureza y el potencial de amor que les fue entregado a las criaturas en el comienzo de todo y que, un día, se perdieron en los corazones de muchos.
La tarea de los Mensajeros Divinos en este tiempo es más profunda y a veces incomprensible e invisible para la mente humana; porque llegó el momento definitivo para el planeta, cuando la evolución de todos se definirá según las respuestas dadas a las oportunidades recibidas.
Muchos se abren de corazón, aunque sea por un pequeño instante y eso ya es suficiente para que la semilla de un nuevo ser sea sembrada en su interior. Ahí está la eterna esperanza de Dios y de Sus Mensajeros: saber que, a pesar de que la humanidad está tan adormecida, también existe la posibilidad de que despierte de forma más simple de lo que imaginan.
Los Mensajeros Divinos se dirigen hacia Centroamérica para que los que perdieron su vínculo con Dios puedan recuperarlo. Que aquellos que, en el principio, se comprometieron a manifestar Su Plan puedan cumplirlo. Que aquellos que deben convertirse en Nuevos Cristos y que caminan detrás del Señor en todos los tiempos, puedan recordar su misión.
Existen misioneros dispersos en el mundo entero y llegó la hora de llamarlos por el nombre, uno por uno, para que cumplan con su misión.
Nuevos y potenciales Cristos despertarán en este tiempo: consciencias que vivirán el amor y la unidad con Dios más allá de sí mismos; que amarán al prójimo y que darán sinceramente la vida por sus amigos. Consciencias que repartirán el Pan junto a Cristo y que se unirán a ustedes en esta mesa para compartir el Cáliz del sacrificio y de la entrega a Dios, y así hacer que el plan del enemigo se desintegre y que las almas ya no se pierdan de Dios.
Les advierto sobre estos acontecimientos y les agradezco por orar para que este Plan se cumpla.
San José Castísimo
Hijos, reconózcanse como parte de un infinito, al que ignoran, por su propia pequeñez.
El hecho de que la Creación les resulte incomprensible o que no todos los conocimientos estén en sus mentes, no significa que ellos no existan.
La Obra de Dios en este tiempo debe ser definitiva y generar el despertar que las almas tanto esperan desde hace cientos de años.
En todas las religiones, como también en todos los grupos espirituales que existieron en la Tierra y que comenzaron con principios puros, la interferencia de la mente humana desvió muchas veces el Propósito de Dios, y eso hizo que las almas se preguntaran si las religiones son guiadas, en realidad, por Dios o por los hombres.
Así fue que la fe se comenzó a perder en el corazón humano y el Creador envió a Sus Mensajeros para que guíen a la humanidad.
Los Mensajeros Divinos, hijos, no estamos solo con ustedes. También procuramos guiar y advertir a otros grupos y religiones, pero aún así, ellos no fueron capaces de escuchar.
La Voz de Dios está intentando acallar al hombre para enderezar su camino y apartar el poder y la potestad humanos, que algunos piensan que tienen sobre las almas a lo largo del mundo entero.
El corazón humano perdió la confianza en sus semejantes, porque aquel que no es confiable no puede confiar en el prójimo. Es por esto, hijos, que muchos niegan las Palabras de Dios, pronunciadas a través de los tiempos.
Aquel que es transparente y verdadero en su fe, reconoce la verdad cuando ella está ante sus ojos y no teme ni duda cuando escucha las Palabras de Dios, porque sabe que es capaz de seguirlas, inclusive más allá de sí mismo.
Hijos, si quieren reconocer la verdad, sean verdaderos. Si quieren vivir la plenitud y lanzarse a la Voluntad Divina sin miedo de engañarse, entonces no engañen al prójimo, no mientan, no manipulen, atraigan hacia sí solo la sabiduría y la verdad.
Vivirán en paz y sin desconfiar cuando puedan sembrar la paz y la confianza en el mundo por medio de sus obras, de sus sentimientos y de sus palabras.
Solo podrán autoproclamarse apóstoles de Cristo cuando en verdad sigan Sus Palabras y vivan para Él y no para sí mismos.
Los hombres no temerían por la destrucción de la iglesia si no supieran que ella está por caer debido a sus propias acciones. No necesitarían temer por la destrucción de la Obra de Dios si supieran que ella, en verdad, es de Dios y no de los hombres y si supieran que harán todo en obediencia a los Designios del Padre para que esta Obra se mantenga.
Hoy, hijos, les enseño a ser verdaderos, porque así reconocerán la verdad. No hay otra forma de perpetuar una Obra sino con la verdad y con el ejemplo vivo que ofrecen al mundo.
No teman las palabras de los hombres, porque quien señala falsas mentiras en el prójimo es porque intenta esconder las propias.
Sigan a la verdad y trabajen todos los días para ser cada vez más trasparentes ante Dios. Así, las máscaras de la ilusión caerán por sí mismas.
Aquel que los advierte para que sean verdaderos y humildes,
San José Castísimo
Muchos aún no comprendieron los tiempos que viven; así como cuando Mi Hijo estaba en el mundo, la humanidad tampoco comprendió la Gracia que recibió.
La Sagrada Familia tenía el don especial de obedecer a Dios, porque Lo conocía y porque jamás dudó de que Su Hijo Primogénito estaba entre Ellos.
La fe de Mi Castísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María trascendía cualquier necesidad de manifestaciones físicas y de acontecimientos materiales que confirmaran la importancia de los tiempos que vivíamos.
No esperábamos ver cumplidas las Profecías ni las Escrituras, no esperábamos porque sabíamos que ellas ya se estaban cumpliendo. Pero el tiempo pasó, y como muchos dicen la mente humana se desarrolló.
En aquel tiempo éramos más simples, no teníamos tantos conceptos ni ideas sobre el Plan de Dios y sobre Su Creación. Nuestra fe estaba basada en las Escrituras y en lo que cada uno de nosotros podía sentir y experimentar en Presencia del Divino.
Hoy, hijos, la mente humana es muy concreta, pese a que crean que es más evolucionada que en aquel tiempo.
Esa evolución de la mente los ayudó de muchas formas, sin embargo cerró el corazón de muchos que no consiguen desarrollar la fe porque piensan demasiado; no consiguen creer en la Palabras de Dios o en Sus indicaciones, porque necesitan de algo concreto, como sus mentes, para hacerlo.
Siempre les dijimos que son los simples de mente, de alma y de corazón los que pueden ser instrumentos de Dios, porque el Creador puede pensar con sus mentes, sentir con sus corazones y vivir en sus almas.
Cuando Yo estuve sobre la Tierra como San José, Mi Corazón era simple, por eso no dudaba en responder a los Designios superiores, no dudaba en creer que venían de Dios las señales y las palabras que escuchaba en la oración.
En este momento, hijos, sé que a muchos les cuesta tener esa simplicidad; sin embargo deberán responder a los Designios superiores como Yo respondí; porque de la misma forma que el Plan de Dios tenía como foco principal a la Sagrada Familia, de esa forma, hoy ese foco está sobre la Obra que construimos día a día a través de ustedes.
El destino humano será uno u otro dependiendo de la concreción de este Plan que estamos trazando con sus vidas.
Solo obedecer, en cierto momento no será suficiente, porque muchos obedecen con el cuerpo pero no con la mente ni con el corazón.
Llegará el momento en que sus mentes hablarán tan alto que el adversario los escuchará; y a pesar de seguir con el cuerpo lo que les decimos, si no lo siguen por completo, este Plan no triunfará.
Recuerden que esta Obra no es solo algo material, no están construyendo una institución espiritual física; están manifestando un Arquetipo divino, pensado en el principio de todo, cuando ni aun el Universo conocía la Voluntad de Dios. Y es por eso que esta Obra debe partir del espíritu e impregnar cada espacio de sus consciencias.
Para entregar la vida por amor a Dios, deben estar colmados por ese Amor.
Porque muchos fueron los mártires en esta humanidad y para muchos era fácil moverse por el ímpetu de la vida heroica y llena de desafíos; pero fueron pocos los que hicieron valer sus vidas como un triunfo de Dios y que renunciaron a ella por amor al Padre.
Para renunciar a la propia vida no es necesario morir, porque todos deben experimentar esa experiencia de la renuncia, todos deben vivirla en este tiempo; deben renunciar a sus pareceres y a todo lo que aprendieron hasta hoy, para que sea el Creador el que piense, sienta y viva dentro de ustedes.
De esta forma, hijos, no importará lo que el mundo piense, no importará lo que la boca de los hombres diga, porque la Verdad estará viva dentro de ustedes.
Muchos juzgaron, criticaron y maltrataron a la Sagrada Familia y a Mi Hijo Jesús; no obstante el Plan no dejó de cumplirse, porque la compasión estaba viva en el corazón de cada uno de Nosotros.
Y el amor a Dios nos permitió comprender la ignorancia y la limitación de muchos. Y fue ese mismo amor que los hizo despertar, algunos a tiempo y a otros cuando ya era tarde. Sin embargo, la semilla de ese despertar les valió para otra vida, para que hoy tuvieran la oportunidad de redimirse.
Por eso, en cada prueba que viven, en cada desafío, y cuando más se agudizan los tiempos más verdaderos deben ser, más simples, más vacíos de sí y plenos de Dios.
Sé que muchos creen que vivir en Dios y Dios en ellos, trasciende la propia voluntad o el propio esfuerzo. Y Yo les digo que ese es un ejercicio permanente, porque el Creador puede llegar, derribar sus estructuras mentales, humanas y construir en ustedes Sus instrumentos.
No obstante, deben permitirlo de verdad; deben soltar la voluntad propia y todo aquello que consideran valioso: su forma de pensar, de actuar, sus virtudes y sus miserias.
Muchos dicen que quieren ser instrumentos de Dios y les ofrecen sus miserias, aquello que creen que les impide vivir en el Creador.
Sin embargo, hijos, existen muchas virtudes y muchas destrezas que también impiden que el Creador se aproxime a sus vidas; porque los colman de sí y hacen que se adoren más a sí mismos que a Dios.
Por eso el vacío debe ser absoluto.
Les digo esto porque sé que sus almas aspiran a vivir plenas en este tiempo; aspiran a obedecer y a seguir la Voluntad del Padre sin cuestionarla.
Piensen, hijos, en todo lo que ocurrió en el planeta a través de los méritos generados por la experiencia de la Sagrada Familia. Piensen en la oportunidad eterna que las almas recibieron después de la entrega de Jesús.
Y ahora, piensen y sientan que esos mismos méritos deberán ser generados por sus vidas en este momento, porque todo el Universo se debe valer de los méritos de la experiencia en la Tierra y de la concreción de los Planes de Dios en la humanidad.
Aquellos que los persiguen necesitan de su amor porque viven en este tiempo su última oportunidad. No es la primera vez que intentan seguir a Dios y no lo consiguen.
Así como los que perseguían a Cristo, al recibir Su Perdón pudieron continuar su evolución y están en el mundo en estos tiempos, para vivir definitivamente su redención.
Gracias a Dios y a la poca comprensión humana, ustedes no tienen consciencia de la grandeza de la Obra que estamos construyendo por medio de sus vidas.
Y no les pido que tengan esa consciencia, sino que solo abracen la Voluntad dvina y que renuncien a sí mismos, a sus propios planes y a las propias metas; aunque piensen que esa meta es parte de la Voluntad de Dios, porque seguramente, hijos, ignoran por completo lo que el Creador aspira para ustedes.
Ofrezcan todos los días sus vidas a Dios y respondan a Sus pedidos con el corazón.
Corten los pensamientos cuando aparezca la duda. Manténganse en silencio si les aparece algún recelo o algún miedo.
Oren y no dejen que crezca aquello que los separa de la concreción de los Planes de Dios para ustedes.
Agradezcan al Padre todos los días por haber convocado a sus almas para cumplir un gran milagro en ustedes.
Pídanle la Gracia de ser humildes y simples para que Su Plan triunfe.
Si hacen lo que les digo, todo estará cumplido.
En omnipresencia, consagraré la Comunión para aquellos que Me escuchan, en reparación de todos aquellos que reparten el Cuerpo y la Sangre de Cristo pero que no comulgan en verdad con Él.
Pidan, hijos, que este Cuerpo y esta Sangre no solo transformen sus células, sino también sus consciencias.
Recen Conmigo un Padre Nuestro en arameo, pidiendo a Cristo que todos Sus compañeros, todos los que se dicen que se consideran Sus compañeros, puedan serlo de verdad.
Abbun debashmaia
Netkadesh eshmoj
Teite malkutaj
Nejuei sevianaj aikana
Debashmaia af ba-arja
Jav-lan lajma teesunkanan iagmana
Washpocklan jaubein wajtagein
Aikana daf jenan shoaken oljaiaben
Wela tajlan letnesiuna
Ela patsan men bisha
Metul delaje malkuta
Wajela wateshpurjta
Laj-lam almin
Aamein
Que en esta Comunión también ofrezcan a Dios su intención y su aspiración de ser verdaderos.
Que la esencia de esta Obra no se pierda. Que pueda mantenerse viva a lo largo de los años y que aquellos que vendrán y que despertarán en el final, puedan encontrar en sus ejemplos la Presencia viva de Dios, para que de esta forma construyan el Nuevo Mundo y la Nueva Humanidad.
Les agradezco.
La recompensa del servidor de Dios es el eterno servicio. El Creador renueva a Sus siervos en el acto de servir, y los nutre con la certeza de estar cumpliendo con Su Plan.
Hijos, la gran escuela de los discípulos de Cristo, en este tiempo, es la eterna renuncia. Sin embargo, les hablo de la renuncia de las cosas del mundo, de las comodidades y de los placeres que la humanidad, en su totalidad, apreció mucho mantenerlos.
Aquellos que temen a la renuncia, es porque, en verdad, jamás conocieron la Gracia de servir a Dios. Porque es renunciando a todo lo pasajero, que se encuentra aquello que es eterno y que nutre al alma, al cuerpo y al espíritu, dejándolos plenos en Dios, más allá de las apariencias del mundo.
Aquellos que quieren sustentarse durante su propia purificación deben encontrar su paz en la renuncia de todo resultado sobre sí mismos, pues sufre mucho aquel que todo el día mira para su propia herida y no permite que cicatrice, por el poder de su pensamiento sobre ella.
Deben reconocer que las heridas están ahí, pero para que el dolor no les atormente la vida ni les impida hacer todo lo que son llamados a hacer en este tiempo, tienen que quitar los ojos de sí mismos.
Es por eso, hijos, que cuanto mayor sea su grado de consagración, mayor debe ser la renuncia, porque se les pedirá un perfeccionamiento profundo y serán llevados a vivirlo más allá de su propia voluntad. Sin embargo, no es eso lo que debe estar en su consciencia, porque el Plan de Dios se manifiesta viviéndolo y no pensando en él.
De esa forma, deben saber que aquel que da todo también recibirá todo y aquel que deja de lado sus propios procesos, sus purificaciones e, inclusive, sus necesidades, para ayudar a los otros, será recompensado por Dios y alcanzará la expresión de Su Plan, sin darse cuenta.
Por eso, hoy les señalo el camino del servicio y de la trascendencia y les agradezco por intentar superarse por amor al Plan del Creador. Es en esa eterna tentativa y en la verdadera aspiración, que él se cumple. Sigan adelante.
Su Padre y Compañero en el camino de la ascensión,
San José Castísimo
Cuando los corazones se unen para cumplir el Propósito Divino, las imperfecciones, las dificultades y los obstáculos se disuelven. Es en el misterio de la verdadera unidad donde las almas se equilibran las unas a las otras, para que todas alcancen la meta del Encuentro con Dios.
Hijos, cada corazón y cada consciencia tienen algo único para ofrecer al Plan, algo que no está vinculado a ninguna destreza material. Hablo de virtudes espirituales, energías tan desconocidas para la humanidad, que ni siquiera se encuentran entre los conceptos de sus diccionarios. No existe, expresado en palabras, esto que les digo; Pero aquellos que viven en el espíritu de la unidad podrán sentir cómo las almas se elevan en simplicidad a Dios y de una forma desconocida recorren el camino que las lleva al Creador.
Cada prueba que es colocada en sus vidas tiene un motivo espiritual para existir y aunque, en todos los niveles por debajo de Dios, todo parezca imprevisible, el Creador sí observa en silencio el cumplimiento de lo que Él escribió para la consciencia humana. El Pensamiento Divino es vivo y también lo es Su Plan. Por eso, no hay nada que sea un misterio para Dios.
Les digo esto para que comprendan que estos son tiempos de construir la unidad y de reconocer que las circunstancias para aproximarse a Dios nadie las construye en forma individual, sino que se construyen por medio del amor que cada uno tiene por Él.
La concreción del Plan Divino se encuentra en descubrir la unidad. Por eso es importante que sientan que sus miserias desaparecen cuando aquel que está a su lado las equilibra con sus virtudes y de esta forma, un alma lo hace con la otra hasta construir una unidad perfecta e inmaculada, capaz de recibir códigos nuevos.
Para reconstruir al mundo, cuando llegue la hora de hacerlo, no precisarán otra cosa que no sea la unidad y el amor. Experimenten esas instancias en las que viven la unidad y el amor no solo como algo inusitado o que viven sin premeditar. Reflexionen sobre los acontecimientos y perciban cómo el Creador los prepara siempre e inclusive en circunstancias aparentemente muy negativas. Pero cuando hay disposición y unidad, el Creador hace surgir de allí un aprendizaje único que les servirá en cada instante de sus vidas y mucho más en los días que vendrán.
Comprendan, de esta forma, la importancia de responder al Llamado Celestial y también la importancia de esforzarse día y noche para vivir la unidad, para dejar que lo mejor del otro los transforme y para aportar al prójimo siempre lo mejor.
Mediten en este aprendizaje y amen al espíritu de la unidad y que, más allá de las pequeñas circunstancias, él se expanda a diario en cada pequeño detalle.
Aquel que los ama y los acompaña siempre,
San José Castísimo
Para transformar la condición humana es necesario conocerla profundamente.
Desde su creación, hijos, desde que llegaron a la Tierra con los velos cubriendo sus ojos y sus consciencias, la humanidad se acostumbró a vivir una ilusión seguida de otra y no solo ignoraba su pasado y su futuro, como también creía que era algo que no era.
Debido a la actual situación planetaria de caos y de perdición, y al no encontrar un sentido para las propias vidas, muchos van en búsqueda de la verdad y la sed desenfrenada los hace beber el agua de cualquier fuente que aparezca, como si ella fuera la más pura y cristalina de todas.
Deben cuidar, hijos, de las aguas que beben y de los conocimientos que buscan, porque todas las aguas pueden saciar la sed de aquel que está seco en espíritu, pero si siguieran bebiendo de un agua contaminada por el poder y por la vanidad humanos, podrían acabar muriendo en espíritu, por ignorancia cuando creían haber encontrado la verdad.
Beban del agua que Dios les envía por medio de Sus Mensajeros y confíen que en ella está todo lo que necesitan. Aquel que bebe de dos fuentes, pecando por el ansia del poder y de la posesión de nuevos conocimientos, podrá ahogarse en su ansiedad.
Beban del agua que los lava, los transforma y los purifica y no del agua que los engrandece y envanece sus almas, confundiéndolas.
El verdadero conocimiento nutre a la consciencia y madura al espíritu y no a la personalidad.Incluso les digo que muchas veces les llegará de Dios una instrucción que comprenderán con el alma y no con la mente. Aun así, aunque les sea incomprensible en ese momento, ella los transformará y los llevará a nuevos planos en los cuales un día podrán comprender aquello que los hizo llegar hasta allí.
Beban de la fuente del amor, del sacrificio, del servicio y de la oración. En ella se encuentran todas las ciencias.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hijos:
Todo está cumplido cuando el corazón es humilde delante de Dios y del prójimo.
Todo está cumplido cuando la consciencia comprende la importancia de cada Reino de la Naturaleza y de cada esencia viva en la manifestación del Plan de Dios.
Todo está cumplido cuando la fe trasciende las apariencias. Todo está cumplido cuando el amor vence a la individualidad y al egoísmo, y los seres comprenden y viven el principio de la unidad.
Todo está cumplido cuando la mente se silencia y da espacio a la voz del corazón. Todo está cumplido cuando la ignorancia cede lugar a la verdad y las dudas son disipadas ante la expresión de la luz.
Todo está cumplido cuando la búsqueda de la felicidad da espacio al encuentro con la verdadera alegría de cumplir la Voluntad Divina.
Todo está cumplido cuando la materia se rinde y, entregando sus aparentes límites, descubre en sí misma al Infinito.
Todo está cumplido cuando la transformación alcanza a la consciencia, y el espíritu se encuentra preparado para recordar su origen.
Todo está cumplido cuando los seres aprenden a perdonar, y ese perdón abre las puertas a la redención planetaria.
Todo está cumplido cuando la paz triunfa en el interior de los seres, y los pacificadores la establecen en el suelo sagrado de la Tierra.
Todo está cumplido cuando la oración se torna el único idioma, la única forma de expresión del verbo humano, extirpando de su boca y de su consciencia toda crítica, todo juicio y toda separatividad.
Todo está cumplido cuando los hombres escuchan la Voz de Dios y responden a Su Llamado.
Todo está cumplido cuando los corazones se reconocen jardineros de la nueva vida en este mundo y preparan, con virtudes y Leyes divinas, el suelo fecundo de la Tierra.
Hijos, todo estará cumplido cuando lean Mis palabras y las vivan. Ustedes podrán, un día, mirarse a sí mismos y comprender que allí se encuentra el libro vivo que, a pedido de Dios, escribí en la consciencia humana.
Su padre y compañero,
San José Castísimo
Encuentros con el Castísimo Corazón de San José
Aproxímense a Mi altar.
Sientan en este lugar la simplicidad de la Sagrada Familia, como en tiempos atrás.
Nada de lo que viven hoy es nuevo para sus consciencias. Muchos de ustedes estuvieron reunidos alrededor de los Sagrados Corazones, en una vida simple, pero llena de grandes misterios.
Ustedes nos conocían en Nazaret y caminaban con nosotros en peregrinación a Jerusalén para alabar a Dios y ofrecerle la propia vida y toda la eternidad. No sabían que aquella eternidad no sería en el Paraíso, sino que volverían tantas veces al mundo para cumplir la promesa que le hicieron al Creador, hasta que hoy pudiéramos reencontrarnos para finalizar esta misión que comenzó hace tanto tiempo.
La humanidad se fue transformando a lo largo de los años, de los siglos. Una parte de ella se aproximó a la Verdad; otra, abrazó completamente las ilusiones de este mundo.
Ustedes, muchas veces, abrazaron la ilusión, pero en lo profundo de sus consciencias sabían que la Verdad los esperaba, porque un compromiso con Dios no se deshace ni con la peor experiencia en la Tierra. Aquellos que un día ofrecieron su vida al Creador, siempre tendrán sus vidas en las Manos de Dios. Este vínculo con el Padre, a pesar haber permanecido olvidado tantas veces, nunca se deshace. Ustedes necesitaban experimentar las cosas del mundo para conocer las cosas del Cielo, porque eso era parte de la experiencia humana.
Ahora, hijos, llegó el momento, como fue en Jerusalén, de renovar sus compromisos con el Padre, de conocer las Leyes universales, de recordar el origen, de volver a tener como prioridad la Voluntad Divina y no la propia.
Los pueblos de Jerusalén tenían muchos defectos y muchas dificultades; sin embargo, tenían una virtud única, que era la fé, la fé absoluta, la certeza de que, un día, este planeta tan imperfecto sería el suelo sagrado de una tierra consagrada a los Planes divinos. Muchos hasta hoy esperan que esta aspiración se concrete, que esta nueva Jerusalén, tan esperada, pueda emerger.
En verdad les digo que los principios divinos, hace mucho tiempo, ya viven sobre la Tierra, dentro de ella, en sus niveles superiores. De la misma forma, esos principios divinos ya viven en ustedes, dentro de ustedes y en sus niveles superiores. Existe algo, entre lo profundo de cada ser y la vida superior, que debe servir como puente para unir las dimensiones, unir los niveles de la consciencia en una consciencia única. Esta parte de sus seres y esta parte de la vida en la Tierra son las que deben aprender a vivir la unidad. Poco a poco, ustedes van reconociendo el Principio de la Unidad en sus vidas. Poco a poco, él se manifiesta, se expresa y vuelve a unirlos, en esencia, al Creador de todas las cosas.
Como ya les dije, deben construir, en los pequeños detalles, esta unión con la Vida divina, porque no será por magia que descubrirán su semejanza con Dios, la que disolverá, de un soplo, sus defectos y sus imperfecciones y los tornará semejantes al Padre. Ustedes vinieron a ese mundo para que, con el esfuerzo permanente, constante, pudiesen volver al origen. La gran escuela de la Tierra se encuentra en este misterio de que, por las pequeñas cosas, puedan descubrir las grandes.
Muchos de ustedes, hijos, ya están descubriendo esa verdad y saben que pueden tener grandes tareas reconocidas por todos, pero ser imperfectos en sus consciencias humanas. Saben que, si no curan esos pequeños detalles de sí mismos, pueden aparentar muchas cosas, pero no llegarán a la meta divina. Por eso, muchos se están esforzando para transcender lo que aparentan ser y ser de verdad.
Estos son los frutos de Mis palabras en su interior. Este año pasó rápido y muchos sienten que no dieron ningún paso, pero el hecho de que reconozcan sus imperfecciones ya significa, hijos, que un poco de humildad vive en ustedes. El hecho de reconocer la necesidad de que Mi Casto Corazón siga acompañándolos ya es una verdadera señal para el Padre de que están un poco más próximos de develar Sus Misterios.
Hoy, los hago transparentes delante de Dios y delante de ustedes mismos. Dejen que esa síntesis interior ocurra, para que puedan sentir todo aquello que aún deben transformar, pero que también puedan sentir todo el potencial que existe para que sigan adelante. Dejen que Yo les muestre en el corazón el verdadero estado de la consciencia humana y también la verdadera meta para la humanidad.
De esta forma, poco a poco, conocerán la verdad en todos sus aspectos. Conocer la verdad no es contemplar sus propias miserias ni ignorarlas, porque saben que son parte de un ser superior. Reconocer la verdad es observar todo, desde lo más inconsciente hasta lo superior, y de esa forma poder dar pasos más concretos, más maduros.
Mis palabras son diferentes que aquellas de María y de Jesús, porque Mi Corazón fue tan humano como el de ustedes. Mi gran misión fue trascender esa humanidad y descubrir la semejanza con Dios. Cristo era el Hijo del Dios Vivo que caminaba entre los hombres. María era el vientre purísimo de la Creación que gesta todas las esencias y que vino a la Tierra para que, por medio de Su Pureza, el Hijo de Dios llegara al mundo. Y Mi Casto Corazón, a pesar de haber sido preparado por el Creador, tuvo que vencer su humanidad en los pequeños detalles. Por eso es que hoy vengo para enseñarles a hacerlo.
Les hablo tanto de la humildad y de la simplicidad porque esa fue Mi escuela para llegar a Dios, escuela que ustedes deben cursar para poder dar los propios pasos.
Hoy les confieso que, ante el Padre, le pedí permiso para permanecer entre los hombres, porque durante este año, en el cual vine al mundo por primera vez todos los días, volví a reconocer a la humanidad, recordé todo lo que viví como hombre en la Tierra y cómo necesitaba de la Presencia de Dios para poder llegar hasta Él. Sé que estos tiempos son mucho más difíciles que el tiempo en que viví. Por eso, hijos, fue que le hice ese pedido a Dios.
Yo les pediré que, con Mis palabras, escriban un nuevo libro, que será la historia de vida de San José. Esta historia la contaré todos los días de este año que vendrá, pero sólo la conocerán cuando Yo la haya terminado. Es de esta forma que, públicamente, conocerán Mis mensajes todos los viernes y les contaré todos los días una historia que deberán esperarla, pero que se irá construyendo dentro de cada uno de ustedes, en el silencio de sus corazones. Cuando esa historia esté escrita, será la historia del corazón humano que se volvió a escribir, para que vivan esta síntesis en el final de los tiempos y, de una forma simple, alcancen esa transformación absoluta.
Con María Santísima, aprendí a interceder por el mundo, observando Sus oraciones permanentes, Su Rosario que nunca deja de pasar entre Sus dedos. Aprendí a amar el corazón humano y a aspirar, ardientemente, a que un día alcancen la semejanza con Dios.
Así como Yo, hijos, aprendan también ustedes con su Madre Santísima; aprendan con este amor, esta incondicionalidad, este servicio permanente para con el corazón humano, para con el planeta y todos los Reinos de la Naturaleza.
Espero que en el ciclo venidero, durante el próximo año, que será el último despertar para la humanidad, todos puedan realizar su misión.
Que el silencio de María y Su divina humildad también les enseñen muchas cosas.
Traigan ahora el pan y el vino para que Yo pueda consagrarlos, por la potestad sacerdotal que el Señor Me concedió. Que, junto a María, podamos hacer de este pan el Cuerpo Vivo de Cristo y, de este vino, Su Preciosa Sangre que, corriendo por sus venas, convierta la condición humana y los aproxime al Corazón de Cristo.
Ahora canten y den gracias a Dios, por haberle concedido a Su siervo esta nueva oportunidad de acompañar a los hombres.
Uno Mi corazón al Corazón de Cristo, que siempre será Mi Maestro y Rey, así como de todos ustedes. Que en esta unión perfecta y absoluta sea Él, como en tiempo atrás, quien consagre estos elementos y los convierta en Su Cuerpo y en Su Sangre.
Quiero que comprendan que, cuantas más Gracias reciben del Cielo, mayor es su responsabilidad para con los Planes de Dios. Por eso, no solo sonrían delante de Mí cuando Yo les digo que permaneceré en el mundo y que, una vez por semana, podrán escuchar Mis palabras, porque eso significa, hijos, que Yo les diré otras cosas que deberán vivir.
Con María Santísima, los bendigo. En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sigan en paz y en profunda alegría.
Les agradezco.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más