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Mira ahora, con atención, cómo está Mi Cuerpo Divino y Glorificado, revelando los novecientos setenta y siete golpes y flagelaciones que Yo recibí por cada uno de los pecados que asumí por Amor en el Huerto Getsemaní.
Mira cada una de las marcas y de los estigmas que hoy Me dejan todas las situaciones adversas del mundo; pero Mi Corazón, que es infinito en Amor y en Misericordia, arde y al mismo tiempo rebasa en Gracias eternas e inextinguibles.
Mira con devoción y reverencia cómo el propio Cuerpo, Alma y Divinidad de Cristo se humillaron para otorgar a los más pecadores todas las Gracias que las almas necesitan.
Contempla ahora, ante el ardor que siente Mi Corazón, cómo las situaciones del mundo, y principalmente de las almas, Me dejan una vez más semidesnudo; así como fue en lo alto del Monte Calvario cuando los soldados, en su ceguera y negación, echaron a suerte cada parte del Manto que cubría el llagado Cuerpo del Señor.
Imagina que Me vuelvan a hacer esto; ya no lo podría soportar, no por los dolores causados, sino por la negación aún provocada por muchos ante el ofrecimiento de Mi Amor Redentor.
Deseo tener odres nuevos en Mis Manos para que los códigos de Mi Sangre y de Mi Agua vuelvan a ser depositados en los corazones que se ofrecen a vivir su tiempo de purificación, así como el pequeño Niño Jesús lo vivió por ustedes en el sagrado ofrecimiento del Templo.
Porque recuerden que, ante todo, incluso ante las tinieblas desconocidas de estos tiempos oscuros, la Ley y la Luz siempre prevalecerán, porque para la Ley de Mi Padre no existe lo imposible o lo inalcanzable, siempre y cuando Su sagrado pueblo y cada una de Sus criaturas sobre la faz de la Tierra cumplan y vivan en la Ley, que vuelve sagrado el espíritu y ennoblece la consciencia que sigue a la Ley como una guía imprescindible para el camino espiritual.
Vigilen pues, en este tiempo crucial, porque el Señor se reaproxima para poder volver a reunir y a unir a Sus ovejas dispersas y a algunas ovejas perdidas en cosas muy superficiales.
Comulguen de este momento Conmigo y recíbanlo como una Gracia y una amnistía extraordinaria por todos los que, en la guerra, en la persecución, en el exilio y en la enfermedad, viven la injusticia.
Yo Soy la Luz y esta Luz, que es Cristo, viene a ustedes en nombre de Mi Padre, para que esta Luz interior y eterna, que es imperecedera, aparte la sombría corteza de las confusiones, de los disgustos y de las diferencias; porque Yo los llamo a ser uno en Mí, para que su Maestro sea Uno en cada discípulo y servidor; como una vez les dije en el Evangelio: “En este mundo no se puede servir a dos señores, porque el Señor único y omnipotente es tu Dios, que está en los Cielos”.
Ahora, ¿comprenden por qué Yo mismo tracé una línea en el suelo? ¿Comprendieron el significado de este símbolo espiritual?
Yo he venido para que tuvieran vida en abundancia y esta vida interna, que Yo les ofrezco, está libre de pretensiones, de libertades propias y de decisiones unilaterales; porque la verdadera libertad les es otorgada en el espíritu, que es quien rendirá su síntesis cuando un día esté delante del Padre Celestial.
Esta Maratón de oración es realmente diferente. Espero que la presencia de los Míos sea profunda y no pasajera, porque Yo retorno aquí no solo porque ustedes lo necesitan, sino también porque la humanidad entera lo necesita, y respondo en gratitud y en obediencia al Gran Eterno.
Que el reencuentro con la vida interior en cada uno sea una realidad que vuelva a emerger, para que la vida del espíritu les dé fuerza y renovación en el final de estos tiempos; momento tan necesario para que cada uno tome sus decisiones con discernimiento y sin precipitarse demasiado, porque en el precipicio está el mundo por haber abandonado la comunión con la Ley y, sobre todo, con el sentimiento elevado de la gratitud, de la reverencia y de la austeridad.
Los animo a ir hacia adentro del mundo interior y a estar en silencio ante Mi Verdad, Verdad que ya les revelé en diciembre pasado.
Les deseo el bien y la paz duradera a todos.
La puerta de la Verdad de Dios está abierta, ¿quién la reconocerá?
Les agradezco por guardar cada una de Mis Palabras en el corazón.
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
He aquí el Corazón Insondable y Amoroso que nunca se arrepiente de lo que ha hecho por las almas.
He aquí el Corazón Paciente y Misericordioso que da todo por los Suyos. Este es el Corazón Eterno e Infinito que espera que Sus compañeros den sus pasos.
Valientes son los que han confiado en Mi Llamado. Agraciados son los que han sido fieles a Mis Preceptos y a Mi Voluntad, porque este es el tiempo de la reconstrucción espiritual e interna de las almas.
Grande es la sed que aún siento por los que no Me reconocen ni Me sirven, que no Me encuentran en la mirada del enfermo, del prisionero o del pobre.
¡Cuánta Misericordia se guarda en los corazones simples, en los que son capaces de salir de sí mismos para poder ser bendecidos por la Ley de la Gracia!
Hoy, estoy aquí por una Francia que Me necesita, por un mundo que Me invoca a través de la fuerza de la oración del corazón. Aunque las guerras se agraven y los conflictos se amplíen, Yo estoy aquí como la insondable Luz que viene a disipar las tinieblas, primero de ustedes mismos, para después disipar las tinieblas del mundo.
Renazcan en la vida de este Corazón que se dona y que sirve a Dios, y que lo sigue haciendo incansablemente después de Su Muerte en la Cruz, cuando el Agua y la Sangre brotaron de Mi Costado, como hoy esa Agua y esa Sangre siguen brotando de Mi Costado en rayos de Luz pálidos y rojos para justificar y para salvar a las almas, a las más pecadoras y, especialmente, a las almas que estando en Mi Camino han rechazado Mi Llamado y Me han ofendido.
Ustedes saben que no vengo aquí como un juez, ni tampoco como un verdugo; vengo como ese Corazón que sufre y padece en silencio la ignorancia de las almas y de los corazones y, principalmente, de los que han dudado de Mi Llamado, en estos últimos tiempos. Pero la Verdad, que viene de los Cielos, es más grande que todas las miserias y que todos los errores. La Verdad, que proviene y surge del Amor del Corazón del Padre, es más grande que toda incomprensión e ignorancia.
Yo les demostré cuál era el Camino, a través del Camino del Calvario. Pero no los quiero ver víctimas de este mundo ni de ustedes mismos; sino quiero que, a través de su arrepentimiento, penitencia y oración, puedan ser algún día víctimas de Mi Amor, de un Amor que es capaz de aceptar, de un Amor que es capaz de reconocer y de un Amor que es capaz de vivir lo que Dios establezca.
Por eso, las almas sufren; por eso, las almas padecen y algunas agonizan, porque se resisten a vivir la Voluntad de Dios, que va más allá de toda comprensión humana o mental.
Quiero que recuerden y quiero que sepan que Yo tengo algo especial para cada uno; tengo un tesoro guardado en Mi Corazón Misericordioso, esperando aún para ser entregado a Mis compañeros.
He caminado a su lado en estos últimos once años. Ahora es el tiempo y ahora es el momento de que vivan Mis Palabras y, como les dije una vez, de que puedan ser Mi propio Evangelio, escrito en la Tierra a través de las almas que Me aman y que Me sirven.
Mi Obra, fundada a través de esta Obra, no podía continuar como estaba. Por eso, llegó el tiempo del recogimiento de Nuestros Sagrados Corazones para que, como les dije y hoy les vuelvo a decir, cada uno camine con sus propios pies; porque nada les falta y nada les faltará cuando estén en armonía y en equilibrio con la Ley del Amor.
Toda Nuestra manifestación, a lo largo de los tiempos, ha sido ampliamente misericordiosa y paciente. Ahora es tiempo que ese Plan, que Dios tiene previsto para cada alma y cada corazón, se cumpla.
Este es el tiempo de que ustedes sean el Plan manifestado y concretado en la Tierra, aunque vivan su vida humana, pero sus espíritus y sobre todo sus corazones pueden estar unidos a Dios verdaderamente, recibir de Dios Sus Divinos Impulsos y escuchar en sus propios corazones la Voz del Creador.
¡Ay de aquellos que no comprendieron el cambio de esta Obra, que es la Obra de la Jerarquía! Nada es estático en este universo, ni siquiera en el Universo Espiritual. Cuando vean que esto sucede, sepan que llegará un gran impulso y un gran cambio, como está sucediendo ahora.
Felices serán los que renacerán a través de este momento. Felices serán los que se adhieran sin cuestionamientos. Bienaventurados serán los que abracen este momento sin dejar ninguna puerta abierta a la duda; porque quien ha confiado verdaderamente en Mí, llegará muy lejos. Y todo lo que han vivido Conmigo, a lo largo de los últimos once años, no habrá sido algo solamente emocional o pasajero; porque Yo no vengo a este mundo para esto, vengo a través de una Ley de Gracia desconocida para que sean conscientes de la emergencia del planeta y de la imperiosa necesidad de las almas que sufren en este tiempo crucial, sin ver la luz, sin encontrar la paz, sin poder sentir el Amor de Mi Corazón Misericordioso, como hoy ustedes lo pueden sentir y vivir.
El calvario del planeta está ahí, frente a sus ojos.
¿Quién acompañará al Maestro a cargar con la Cruz, sin ser víctima de sí mismo para ser víctima del Amor Mayor?
¿Quién no retrocederá cuando el momento final llegue, cuando en el ocaso se anuncie la Venida de Cristo y las estrellas sean testigos de ese momento?
¿Quién reconocerá, en el final de los tiempos, a su propio Cristo Interior, para no reconocer más a su ego y a su persona humana?
Porque Yo vengo a hacer de los miserables los más perfectos. Yo vengo a hacer de los humildes los más glorificados. Vengo a retirar el poder de los que están ciegos, de los ambiciosos y que no se han arrepentido de corazón.
Quien crea que Yo estoy aquí, que Me siga; pues Mi hora está llegando, así como Mi hora llegó en el Huerto Getsemaní.
¿Quién aceptará el Cáliz, el mismo Cáliz que el Padre Me ofreció en el Huerto Getsemaní?
¿Quién beberá de la Sangre Redentora de Cristo para convertirse en un verdadero apóstol de la Misericordia?
Rezo por los que aún dicen estar confundidos. La Verdad fue revelada y no hay otra, porque la Verdad es única y solemne.
Me alivio al ver a los que contemplan las estrellas del nuevo tiempo, el renacimiento de los principios y de los atributos que fundaron la Obra de la Jerarquía en la superficie.
Bienaventurados serán los que acompañen este momento y ya no hagan ningún juicio de valor ni de crítica, porque el tesoro que les fue confiado es muy grande, es una responsabilidad espiritual y no solo humana.
Dios abrió las entrañas más profundas de Su Corazón para que todos ustedes, almas de la Tierra, pudieran ver en lo más profundo del Creador y pudieran sentir la esencia de Su Amor Mayor.
La Fuente de la Gracia no se desperdicia y nunca se desperdiciará.
Dichosos son los consecuentes y reverentes, que reconocen a Adonai como su único Dios.
Vengo así a renovar los tiempos.
Vengo así a iluminar las moradas internas.
Vengo a dar vida a lo que aparentemente está casi muerto en espíritu, en alma y en corazón; porque el precio de Mi Sangre no puede ser medido ni tampoco calculado.
La Sangre derramada en esta hora por Mi Corazón, flagelado y ultrajado por las guerras del mundo y por el sufrimiento de los inocentes y de los que padecen, es una Sangre de Amor y de Redención que viene a ofrecerse de forma inagotable e inextinguible para salvar a las almas perdidas y que fueron injustamente condenadas en esta Obra y en el mundo.
He aquí, entre Mis Manos, el Libro de sus almas, que hoy el Señor quiere volver a escribir, a pedido de Dios, para que sus vidas sean Mías definitivamente.
Padre, perdona a los que no saben lo que hacen;
así como perdonaste al prisionero
que estaba clavado en la cruz a Mi lado,
en el Monte Calvario,
y lo dejaste entrar en Tu Paraíso.
Recibe el ofrecimiento de Tu Amado Hijo
por los que no son consecuentes para que sean consecuentes,
por los que no creen para que crean,
por los que ya no sienten para que sientan Mi Amor,
Mi Amor consolador.
Resucita de las miserias del mundo
a los que verdaderamente padecen.
Unge, Señor, con Tu Luz
a los que más lo necesitan.
Sangre y Agua de Mi Corazón
son ofrecidos para la conversión
de las almas y de las naciones.
Mi Corazón está vacío
y quiere ser llenado por su amor,
por el amor de los que Me escuchan,
por el amor de los que Me creen,
por el amor de los que Me sirven.
Adonai, escucha Mi oferta,
la oferta de Tu Siervo e Hijo Primogénito.
Que Tus tesoros espirituales
se compartan con las almas;
así como hoy el Reino de los Cielos se comparte
con los que están aquí presentes,
aunque no lo entiendan.
Que Mis Palabras se guarden en el corazón y no en la mente; porque la mente puede ser engañosa y confundir, así como ha confundido a muchos que se olvidaron de Mi Amor.
Pero Yo vengo a resucitar espiritualmente a los que más lo necesitan en todas partes del mundo, principalmente las esencias.
Hoy se presenta ante ustedes el misterio de la Cruz, de cada clavo que traspasó Mis Manos y Mis Pies. Entonces, venció el Amor y no el dolor, aunque lo sintiera en Mis más profundas entrañas y en Mi Vida que en cada segundo del Calvario se apagaba para salvar a las almas.
Esto es lo que hoy Me trae aquí para decirles que Mi Amor es inagotable y eterno, porque es el Amor de Dios, vivo a través de Su Hijo y, por intermedio de Su Hijo, a través de las almas.
Vengo a consagrar los votos de los consecuentes, de los fieles y de los adheridos.
Que el Señor, Dios del Universo, Adonai, haga florecer Sus jardines internos con la belleza de las almas que aman y que honran a Dios y a Su Santísima Madre, María, Madre de todos, Madre de Cristo, el Salvador.
Que las miserias sean disueltas para que renazca la vida, la cura y el perdón del Corazón de Jesús.
Que la paz esté en ustedes y en el sufrido mundo.
Que la paz rescate a los que mueren en la violencia y el martirio de las guerras.
Que Dios le conceda al mundo un tiempo de paz, porque la balanza está a punto de romperse y la oración honesta de las almas todo salvará.
He aquí su Amor inagotable, el Amor que no se cansa, el Amor que sostiene y que renueva toda la vida.
Que Francia y el mundo sean bendecidos, para que los que no se arrepintieron se arrepientan.
Hoy, Mi Luz vuelve a brillar en las montañas y, sobre todo, en el templo de los que Me adoran y Me aman.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hijos, que sus corazones siempre mantengan el vínculo con Dios y con Su Propósito.
A pesar de todos los desafíos de este tiempo, la mayor prueba de la humanidad no serán las guerras, los conflictos, las humillaciones o los desequilibrios de la naturaleza. La mayor prueba de la humanidad será mantener vivo su vínculo con Dios, más allá de todo lo que suceda a su alrededor y dentro de ustedes mismos.
Por eso, sepan que la prioridad de sus vidas debe ser el diálogo con el Padre, la oración sincera y la unidad con el Creador, porque de allí vendrá la sabiduría, de allí vendrá la fortaleza, de allí vendrán el silencio y la palabra correcta que tanto buscan, de allí vendrá el triunfo cuando todos vean el fracaso, de allí vendrá el paso crístico cuando todos vean humillación y desprestigio, de allí vendrá el amor cuando todos tengan rencor, de allí vendrá el perdón cuando todos vean odio y temor.
Mantengan sus corazones siempre unidos a Dios, encendiendo cada nuevo día el vínculo único que, como humanidad, ustedes tienen la capacidad de vivir. Si tan solo miraran hacia adentro y colocaran sus consciencias en el centro del propio ser para hablar con Dios y escuchar Su respuesta, sabrán, hijos, por donde ir y como atravesar estos tiempos.
Ya saben que están en el Calvario de este mundo y, en el Calvario, podrán confundir sus mentes y sus corazones si no están unidos a Dios. En el Calvario, podrán ver solo sufrimiento, desavenencias, humillaciones, heridas y sacrificios; o podrán mirar y vivir cada situación a partir del centro del propio ser para que, desde allí y en unión con Dios, sean capaces de percibir la oportunidad de renovación, de reconstrucción, de cura, de perdón y de redención donde muchos no la pueden observar.
Sé que, frente a todo lo que vivirán, muchos se olvidarán de Nuestras Palabras; así como los apóstoles, cuando estaban ante el Calvario, se olvidaron de todo lo que Cristo les había dicho. Pero, a aquellos que sí pueden recordar y vivir los impulsos que les entregamos, Yo les pido que se cuiden unos a otros, que se recuerden mutuamente cómo se atraviesa el fin del fin de los tiempos y que recuerden que donde haya desequilibrio, tendrán que equilibrarlo con el amor y la entrega de sus vidas.
Todo les fue dicho y todo les fue entregado, pero no podemos vivir esta prueba por ustedes. A cada uno le cabrá redimir y transformar la condición humana dentro de sí mismo, dar el paso en dirección a la puerta estrecha e ingresar en la escuela que el Creador les ofrece. Mas tienen y siempre tendrán Mi bendición para esto.
Su padre y amigo,
San José Castísimo
Después de transmitir el Mensaje Semanal, San José celebró el Sacramento de la Eucaristía:
Cuando llegó la hora de que el Señor realizara Su oferta, Su Corazón no estaba pleno de alegría, Su Consciencia humana se angustiaba, pero Su Espíritu misteriosamente encontraba júbilo, plenitud y amor.
Para muchos, el estado humano y el estado espiritual se confunden. A veces, la consciencia humana encuentra angustia en lo mismo que el espíritu encuentra júbilo y plenitud. A veces, la conciencia humana encuentra dolor en lo mismo que el espíritu renueva el Amor de Dios.
Por eso, el Señor, trascendiendo Su condición humana, abrazó lo que sentía Su Espíritu y, a partir de allí, se sentó a la mesa con Sus apóstoles, ofreciéndoles pan y vino, ofreciéndoles Su Cuerpo y Su Sangre como el único Cordero capaz de expiar los pecados del mundo.
Sentado a la mesa con los Suyos, el Señor tomó el pan y, uniéndose profundamente a Su Espíritu, lo elevó y, sintiendo la misma oferta que viviría en la Cruz al ser elevado y crucificado, ofreció Su sí y el Padre lo aceptó, transformando esa oferta en la oferta del trigo que entregaba también el fruto de su existencia para ser transustanciado por Cristo. Fundiendo Espíritu y materia, trascendiendo la condición humana y la condición de los elementos, Cristo se transformó en el pan que partió y se entregó a los Suyos, diciéndoles: "Tomad y comed, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por vosotros".
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Durante toda la Cena, el Señor contemplaba a Sus compañeros y, a través de ellos, cada paso que viviría en el Calvario. Cristo sabía cómo respondería cada uno a lo que Él viviría. Contemplaba sus debilidades, su oferta, pero también contemplaba la fortaleza que surgiría de sus corazones, aun después de haberlo negado. Por eso, el Señor, aun antes de que cometieran cualquier pecado, ya los perdonaba. Sus Ojos de Compasión contemplaban los frutos de la entrega de cada apóstol, y Él solo esperaba que esos mismos apóstoles también pudieran comprender esto.
Ese Amor por Sus compañeros fortaleció el Corazón del Señor para que pudiera tomar el Cáliz y, contemplando cada gota de Sangre que sería derramada de Su Cuerpo, renovara Su oferta. Elevando el Cáliz a lo alto, así como Su Cuerpo sería elevado en la Cruz, vertiendo Sangre y Agua sobre todo el género humano, sobre toda la consciencia planetaria, Cristo renovó Su sí y el Creador lo aceptó, convirtiendo el vino en Su Sangre.
Y, aspirando ardientemente a vivir en cada ser de esta Tierra, aspirando ardientemente a que el código genético que Él vivía y experimentaba en cada célula Suya que era transformada en cada sí que Cristo daba, Él se colocó dentro del vino transformado en Sangre y se lo ofreció a Sus apóstoles, diciéndoles: "Tomad y bebed todos de él, porque esta es Mi Sangre, Sangre de la Nueva y Eterna Alianza, Sangre que será derramada por ustedes para la remisión de todos los pecados. Haced esto en Mi memoria hasta Mi Retorno al mundo".
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Así como en aquella noche, en cada nueva Comunión, Cristo contempla a Sus compañeros. Él ya sabe, hijos, lo que cada uno de ustedes vivirá. Él ya sabe cómo responderán a cada prueba y que a veces lo negarán; pero Él espera que confíen en Su Perdón, que retornen a Su Corazón y que den testimonio de que Él habita dentro de ustedes, mucho más allá de cualquier miseria y condición humana.
Este es el tiempo y la hora, este es el Nuevo Tiempo de los Nuevos Cristos, y cada uno de ustedes que comulga del Cuerpo de Cristo, que bebe de Su Sangre y come de Su Cuerpo, es llamado a ser como Él en el Calvario de estos tiempos.
Tienen Mi bendición para esto.
Anuncien la paz y el triunfo de su Redentor en sus vidas y en toda la humanidad.
Y, para que esta Eucaristía se expanda a toda la consciencia humana, reencienda el vínculo entre los hombres y Dios, entre sus corazones y el Corazón del Creador; reafirmemos, cada uno, la propia oferta, así como Cristo lo hizo en diálogo con Dios, para que Su Voluntad se establezca en sus vidas y en todas las vidas de este mundo.
Oración: Padre Nuestro.
A pesar de no ser dignos, el Señor ya ha pronunciado Sus Palabras. Siéntanse salvos.
Yo los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Querido hijo, querida hija:
Levántate del suelo con Mi ayuda, así como Yo lo hice con Jesús en el camino del Calvario.
Levántate del suelo con Mi ayuda y te indicaré el nuevo camino a seguir.
Levántate del suelo con Mi ayuda y así tus heridas se sanarán.
Levántate del suelo con Mi ayuda y así aprenderás a aceptar tu cruz, como la aceptó Jesús en perpetua resignación.
Levántate del suelo con Mi ayuda y recuperarás la alegría de servir a Cristo.
Levántate del suelo con Mi ayuda y superarás todos los traumas que fueron vividos.
Levántate del suelo con Mi ayuda y conseguirás comprender el significado de la cruz.
Levántate del suelo con Mi ayuda y sabrás atravesar los desafíos de estos tiempos.
Levántate del suelo con Mi ayuda y reconocerás en ti al Cristo sufriente de la humanidad.
Levántate del suelo con Mi ayuda y recibirás la fuerza sobrenatural para atravesar los obstáculos y los límites de tu propia consciencia.
Levántate del suelo con Mi ayuda, para que el resto de la humanidad sea liberada.
Acepta que existen caídas y que existen derrotas propias, pero levántate del suelo con Mi ayuda y en el camino encontrarás la Gracia y la Misericordia de Mi Hijo.
Aprende de Jesús, que superó todas las dificultades y trascendió todos los errores, y que en ningún momento retrocedió ni dejó de avanzar, sino que como un Cristo se levantó, renovó y redimió a todo el género humano, dejándonos en Su lugar al Espíritu Santo para que, a través de Sus dones, guiara a los seguidores y apóstoles de Cristo.
Levántate del suelo, así como lo hizo Jesús las tres veces que cayó en el Calvario.
Acepta la puerta que te ofrezco para la cristificación de la consciencia.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Cuando llegue el tiempo y la hora de que cargues tu cruz, hijo, tu corazón estará pronto. Y, en cada paso que des en el calvario de este tiempo, tu corazón estará pronto.
Puedes no percibir, no sentir o no ver que en tu interior se gesta un nuevo ser, pero él está creciendo dentro de ti y, cuando pases por pruebas que te exijan un amor mayor, él emergerá y se expresará de las formas más desconocidas por tu consciencia. Por eso, no temas por lo que vendrá, solo vive cada día como el último, sin permitir que hayan pendencias en tu vida.
De lo que te arrepientes, pide perdón y aprende a perdonar. Aprende a liberarte de lo que guardas en tu corazón para que, cuando cada día te acuestes a dormir, tengas el corazón leve ante la posibilidad de que no te puedas despertar.
Pensar en la muerte no es negar la vida, sino vivir con plenitud y el corazón puro, no dejando para después lo que es primordial en tu evolución. Y, cada día, en cada paso, estarás siempre pronto para lo que el universo necesite de ti, sea el servicio, sea la entrega, sea un nuevo día o una nueva vida en la Eternidad.
Nada debes temer, solo confiar en que las Gracias en tu interior fueron depositadas por las Manos del Creador para ser fecundas en tu corazón; y en Su Tiempo, en el Tiempo de Dios, esas Gracias te mostrarán que todo tiene un propósito y que cada uno de tus esfuerzos y renuncias, sacrificios y entregas fueron como el agua pura, regando en tu corazón los dones divinos, que emergerán delante de ti cuando los necesites.
Vive en confianza y en entrega. Yo te acompañaré.
Tu padre y amigo,
San José Castísimo
Mis queridos y amados hijos:
Hoy, Me alegra tenerlos cerca de Mi Corazón, para que cada uno de ustedes pueda sentir el calor materno de Mi Llama Sagrada de Amor.
En esta Cuaresma, que está finalizando, Yo los invito a salir del desierto para ingresar en el Paraíso Eterno de Dios, que está en los Cielos.
Quiero llevarlos Conmigo, en esta próxima Semana Santa, por el camino sagrado del calvario; para que ustedes puedan recoger espiritualmente los códigos triunfantes de la Dolorosa Pasión de Mi Hijo.
En este tiempo, Nuestro Señor necesita que existan almas capaces de ser depositarias de Sus principios, valores y atributos, para que en el mundo puedan ser erradicadas la violencia, la guerra, la impunidad y la esclavitud que aún muchos hijos Míos siguen enfrentando día a día.
Yo deseo, como Madre, que ustedes le puedan ofrecer sus vidas a Dios como un ejemplo ante tantos pecados en el mundo.
Por eso, queridos hijos, Mi intención de Madre es llevarlos de la mano y, sobre todo, dentro de Mi Corazón por el camino de la revelación del Amor Crístico, que se expresa fielmente a través de la Pasión de Cristo.
Mi Hijo necesita testigos de Su Amor, ante tanta crueldad.
Mi Hijo necesita testigos de Su Misericordia, ante tantas injusticias.
Mi Hijo necesita pacificadores, ante tanta violencia y maltrato.
Por eso, ustedes deberán comenzar el ejercicio de apartarse y distanciarse de esas energías.
Por eso, Yo vengo a mostrarles el camino, el camino que los llevará hasta Mi Hijo, Jesús.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Después de transmitir el Mensaje semanal, la Virgen María complementó con las siguientes Palabras:
Mi Hijo les agradece por estar hoy aquí y a través de este Mensaje, que enseguida compartirán(*), comprenderán la esencia de lo que Él necesita en este ciclo. Porque esperamos, pero también rezamos, para que al menos una parte de la humanidad se pueda salvar, antes de que sea demasiado tarde; y para que principalmente la humanidad que será rescatada pueda guardar, en sí misma y en cada corazón, los Valores y los Principios de Dios que gestaron desde el comienzo la existencia de las razas y de los pueblos, la expresión auténtica de los valores divinos del pueblo de Israel.
Mi silencio viene a reconfortarlos. Mi oración viene a reconstruirlos. Mi Amor viene a elevarlos ante esta puerta espiritual y divina, que se abre hacia la Sagrada Semana.
La Iglesia de Mi Hijo está pronta, porque lo que brillará en Su Altar será el ofrecimiento de cada uno de sus corazones, eso es lo que Él espera ardientemente. No importa que sea imperfecto o que sea miserable para ustedes. Mi Hijo espera que sea verdadero, con la lealtad que puede vivir cada corazón de poder comprender el Llamado de Dios que, en este tiempo, viene a despertarlos a todos, porque la humanidad no puede dormirse por su indiferencia o negación.
La humanidad deberá ser la raza de los Nuevos Cristos. Y por esta causa, también rezo todos los días, así como rezo fielmente al lado de cada uno que se une a Mí, en oración.
Les agradezco y los animo a vivir una victoriosa Semana Santa, para que Cristo, Mi Amado Hijo, pueda gobernar cada corazón humano. Por esta ardiente aspiración del Señor, Yo les doy Su Paz, la Paz de Cristo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sean Luz en el mundo, para que haya Misericordia.
(*) La Madre Divina se refiere al Mensaje semanal.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Vengan a Mi Océano de Misericordia y en fe caminen sobre las aguas, así como Yo le dije a Pedro. Antes de que su fe se debilitara, él caminó sobre las aguas, sin percibirlo.
Esto es lo que hoy los invito a hacer nuevamente. Necesito que el mundo camine hacia lo desconocido, para aprender a superar los miedos de todo aquello que no puede controlar o retener.
Yo vengo a enseñarles el camino, porque Yo Soy el Camino. Yo ya estuve con ustedes en Tierra Santa y ustedes estuvieron Conmigo, más cerca de lo que se pueden imaginar.
¿Cuántas veces tocaron Mi túnica? ¿Cuántas veces, en Tierra Santa, rogaron por Mi bendición? ¿En cuántas oportunidades escucharon Mi Voz, predicando y enseñando el Evangelio? ¿Cuántos de ustedes siguieron los pasos de la Cruz del Señor, hasta lo alto del Monte Calvario?
Recuerden todo lo que una vez vivieron Conmigo y tengan fe, porque Cielo y Tierra pasarán, mas Mis Palabras permanecerán en los corazones que creen en Mí.
Y hoy, estoy aquí, sobre los mares de Uruguay, porque vengo a cumplir con Mi promesa, el Señor está retornando y con Él retornarán todas las estrellas, todos los soles y todo el firmamento.
Felices serán los que caminen Conmigo hasta el final, superando sus propios miedos, transcendiendo sus propios obstáculos, confiando plenamente en el Amor de Mi Corazón.
He aquí el Corazón Vivo del Maestro, que palpita de Amor por las almas; es un Corazón sediento de los que están perdidos y agonizando. Pero, Mi Misericordia y el Océano de Mi Amor son más grandes que todo este océano.
Yo nací por ustedes, Yo viví por ustedes y por ustedes morí en la Cruz, por ustedes resucité al tercer día y por ustedes ascendí a los Cielos para poder retornar en algún momento al mundo.
En sus almas está escrita la historia que nos une, que nos hace reencontrar una y otra vez, a través de los tiempos. Yo estoy al lado de los que caminan en Mi Camino y Mi Mano se extiende para bendecirlos con el Amor de Mi Padre.
Hoy, vengo con un Mensaje de gratitud para todos los uruguayos; para los que trabajan, día a día, preparando Mi Retorno; para los que esperan encontrarme, cara a cara, como Santa María Magdalena Me encontró en el huerto del Sepulcro.
Hoy, los llamo por su nombre, así como llamé a María Magdalena, para decirles que aquí estoy.
Mi Presencia es inmutable. Mi Amor es inextinguible. Mi Consciencia no cambia, sino evoluciona. Así como ustedes pueden evolucionar, dando los pasos que son necesarios en estos tiempos, ante un mundo herido y ultrajado por el conflicto y la guerra, por la crueldad y la maldad.
Pero, Yo vengo a traerles, a ustedes y a sus hermanos, toda la esperanza que hay en el Reino de los Cielos y toda la alegría de servir a Dios incansablemente, haciendo lo mejor hasta el fin.
A través de este momento, Yo vengo a estar con ustedes para que Me puedan sentir y reconocer como su Maestro, como Aquel a Quien le fueron lavados los Pies con las lágrimas de las santas mujeres, como Aquel que fue ungido por el aceite santo de las santas mujeres.
Mi sostén estaba en ellas y el sostén de las santas mujeres estaba en Mí, y así se manifestaba la Fraternidad Blanca. Hoy, ustedes forman parte de esa misma Fraternidad, porque ya nos conocemos y nos sabemos. Por eso, no se detengan en lo que es material y concreto ni tampoco en lo que es mental.
Dejen y permitan que sus corazones crezcan en el amor, en la bondad y en la misericordia. Que sus vidas sean Mi gesto de Amor para el mundo, a pesar de las ofensas, a pesar de los agravios y a pesar de las indiferencias que puedan vivir.
Hagan todo en nombre de Mi Amor, para que el Amor reine en el mundo y en la humanidad; para que el Amor retorne a los corazones que lo están perdiendo por el sufrimiento, el vacío, la angustia y la desesperación.
Que sus vidas sean Mi ejemplo en el mundo, el ejemplo de la Presencia incansable del Señor, que no se detiene, que no descansa; porque el Pastor trabaja por Sus rebaños para que todos alcancen la meta espiritual que está escrita en la esencia profunda de cada ser.
Deseo que este año que comienza sea un año de mayor concordia, esperanza y paz. Que se puedan reconocer, los unos a los otros, como hermanos de un mismo camino y de un mismo Padre que está en los Cielos; porque Yo Soy el Señor de Israel y vengo a recordarle el Llamado de Dios al mundo entero.
Detengan el caos, detengan los conflictos, disuelvan las discordias.
Ámense, así como Yo los amo.
Vivan, así como Yo vivo, y la Verdad los liberará para siempre.
Sobre estos océanos y, más aún, en sus corazones, el Señor hoy encuentra reposo. Porque Yo quiero estar en ustedes, así como espero que ustedes quieran estar en Mí, en comunión con la vida infinita, en unión con todo el universo.
En esta Maratón, recemos, compañeros, para que sea un año de más esperanza, paz y justicia, para que el amor sustituya a la venganza, para que la paz sustituya al odio, para que el bien sustituya al mal, para que la unidad sustituya a la indiferencia, para que el perdón sustituya al error.
Oremos para que se alcance la paz en el mundo y el fin de la guerra, de todas las guerras en sus diferentes manifestaciones y formas; a fin de que las almas alcancen el alivio, la cura y la redención.
Yo los reúno en el nombre de la Gracia.
Yo les agradezco por estar aquí Conmigo, en la simplicidad y en la humildad del espíritu; porque allí está Dios, en la simplicidad y en la humildad del espíritu.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oremos:
Quien está en Dios nada teme.
Quien está en Dios no retrocede.
Quien está en Dios vive del Amor de Dios.
Esta es la fuerza de hoy.
En Dios, en Dios, en Dios.
Amén.
(tres veces)
A través del Sagrado Corazón de Mi Hijo, hoy les traemos, a este Centro Mariano y su fundación, uno de los Aspectos de Dios, dentro de Sus 72 Nombres Sagrados.
El Aspecto de Dios que protegerá a este Centro Mariano y su tarea espiritual será el Nombre El Gibbor; para que la fortaleza, la fe, la compasión y el amor impulse, a través de este Centro Mariano, la elevación de todas las almas hacia el Reino de Dios; para que no solo el ser humano, sino también los Reinos de la Naturaleza sean recibidos aquí en espíritu, para que sean curados y redimidos.
Sé que están delante de un Aspecto de Dios desconocido, pero si sus almas se unen a Nuestros Tres Sagrados Corazones, comprenderán ese Aspecto de Dios por medio de la Ciencia y de la Sabiduría que les proporciona.
Porque la aspiración del Padre Eterno es que este Centro Mariano, como un punto de Luz en el planeta, refleje los Atributos de la Fuente Suprema, aquellos Atributos internos que la humanidad necesitará para poder regenerarse y curarse para que, finalmente, se cumpla el surgimiento de la Nueva Humanidad.
Hoy, Nuestros Tres Sagrados Corazones, como receptáculos de los Atributos de Dios, están aquí con todos ustedes, están aquí por la nación de Brasil y por todas las Américas; para que los pueblos de este continente sean conducidos hacia el Propósito de Dios y, por medio de los Ángeles de las Naciones de América Latina, todas las poblaciones y culturas de esta región del planeta puedan aproximarse a cumplir el Proyecto de Dios; aquel Proyecto que infelizmente está siendo oprimido y silenciado.
Pero, en este momento, Yo los vuelvo a invitar a estar en la oración. Yo los invito a silenciarse. Yo los invito a tener sabiduría y discernimiento, porque lo que sucederá en esta parte del planeta, podría afectar al resto del mundo.
Por eso, a través de Nuestra Presencia, a través de la Presencia de los Tres Sagrados Corazones, no solo venimos aquí para dar comienzo al ciclo de este Centro Mariano en su tarea espiritual y en su tarea interna, sino que también estamos aquí, hijos amados, para detener lo que se pretende que suceda sobre la superficie de este continente.
Su fidelidad a Nosotros ha sido muy significativa y la respuesta en la consagración de nuevos Hijos de María. Esto representa para Dios, así como Él nos dijo en este momento, que es posible establecer, en la superficie del planeta, el Proyecto que Él siempre quiso realizar en esta humanidad.
Hijos Míos, no se preocupen si no alcanzan los Misterios del Padre, primero amen los Misterios de Dios para después poder comprenderlos; sigan en fidelidad y obediencia lo que les dicta la Jerarquía Espiritual.
Yo estoy aquí y Soy su Madre, su Madre Universal, su Madre Celestial, la Madre de todo el Brasil, la Madre de toda Sudamérica, y tengo Mis Brazos extendidos hacia ustedes. Una vez más, les ofrezco Mis Manos para que se puedan tomar fuerte y seguir adelante. Porque como humanidad, en la superficie de la Tierra, han demostrado después de estos dos años que es posible seguir adelante cuando tan solo las almas aman de verdad.
Ahora, hijos Míos, les quiere decir algo San José. Escúchenlo.
Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de San José:
Así como el Cielo se abre hoy delante de sus corazones, él también se puede abrir en el interior de cada uno de ustedes.
Hoy, delante de los Sagrados Corazones, permitan que sus almas aprendan del misterio de la fe para que, mucho más allá de lo que suceda delante de sus ojos, la verdad que pulsa en sus corazones, invisible para la mayoría de los seres humanos, pueda sustentar sus vidas y así, hijos Míos, la Promesa de Dios siempre sea una realidad para cada uno de ustedes.
A través de la fe, encontrarán este Reino que hoy se manifiesta delante de ustedes. Contemplen esta realidad en su interior, y así sabrán que cielo y tierra podrán pasar, pero el Amor Divino permanecerá vivo en la esencia de todo aquel que cree. Aunque sus ojos no vean, sus corazones son capaces de sentir y, a través de ellos, penetrar el misterio.
Muchas cosas sucederán en el mundo y les traerán desesperanza a los hombres, harán que sus corazones sientan el dolor y el sufrimiento que una vez Mi Hijo sintió tanto en Su Agonía como en la Cruz. Pero, así como lo hizo el Corazón de Cristo, hoy los llamo a transmutar este dolor a través de un Amor Mayor, a través de la fe en aquello que pulsa en su interior y les revela lo que verdaderamente son y a través de la madurez del corazón, la madurez espiritual, que ya llegó el tiempo de que puedan experimentar.
Sean responsables, hijos, de sus elecciones, de sus acciones, de cada paso que dan, desde el primer pensamiento que tienen, al iniciar el día, hasta los sentimientos que emiten, las miradas, las acciones.
Rueguen a Dios para que sus acciones sean puras, para que sus vidas sean puras, porque ya llegó el tiempo de que una nueva vida despunte en la humanidad, y ustedes se comprometieron desde el principio a que, a través de los pasos de su redención, pudieran vivir esta nueva vida.
Y esa vida, hijos, es como la vida de Cristo en el Calvario. Alrededor de ustedes habrá caos, confusión, dolor; pero en su interior el Amor de Dios se renueva, nace un amor desconocido, incluso para el Corazón del Padre. Y es a través de ese amor que una nueva genética y un nuevo hombre comienzan a nacer, un Amor que sus células pueden vivir, que se expande desde su esencia hacia toda la consciencia.
Y, a pesar de que hoy eso les parezca imposible, solo les pido que tengan fe y que este Don Divino que hoy desciende del Cielo sobre sus vidas, encuentre un lugar en sus corazones para transformar sus vidas en algo que jamás pensaron.
No tengan miedo, pero sean firmes. El mundo los arrastrará por caminos que no son correctos. La batalla se vivirá dentro y fuera de ustedes; pero, a través de la oración, encontrarán refugio y, en los lugares sagrados, donde la Consciencia Divina habita, allí reencontrarán la paz.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Queridos hijos, hoy Mi Manto es el Manto de Brasil. El Manto que representa la vida de todo este pueblo y de toda la naturaleza, de una vida que infelizmente ha sido transgredida y violada.
No permitan, hijos Míos, que el Brasil sea un lugar más del enemigo. La fuerza de su oración y de su fe puede transformarlo todo.
Si consiguieron atravesar el calvario de los dos últimos años, es señal, hijos Míos, que es posible seguir adelante, aunque duela.
Por eso, ahora, el Rey del Universo, el Hijo del Sol, en nombre de los Tres Sagrados Corazones, de Jesús, de María y de San José bendecirá y consagrará este Centro Mariano; y así, consagrará a todos los Hijos de María que hoy se postularon ante Mi Materno e Inmaculado Corazón para ser fieles y firmes en el servicio de la oración perpetua.
Los invito a colocarse de pie.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de Cristo Jesús:
Así como esa llama que tienen encendida delante de sus corazones, llama que representa la Luz, el Amor y la Sabiduría de Dios para todo este planeta, para toda la humanidad; que esta llama se replique y se multiplique no solo en los seres humanos, sino también en los Reinos de la Naturaleza, que en estos tiempos de emergencia necesitan ser comprendidos, acogidos y amados, protegidos y cuidados, como parte vital de la Creación.
Si esta comunión con los Reinos de la Naturaleza se diera a través de su servicio orante, por medio del Centro Mariano Santuario de la Creación, les aseguró que no solo Brasil, sino también otras regiones del mundo estarán más protegidas, aunque el planeta demuestre en este tiempo su caos en la superficie.
En sus manos está la decisión, en sus manos está el poder de la oración, el poder de permitir que el Cielo descienda a la Tierra, como en este momento.
Que no solo el Hijo del Padre, sino también la Santísima Madre y el Casto Corazón de San José, en esta Unidad Trina, concedan al Brasil y al mundo la expiación que necesitan para sobrellevar este actual Apocalipsis.
No permitan que los Sellos del Libro del Apocalipsis se abran. Acojan las profecías, pero no las provoquen.
Sean consecuentes en todo lo que hacen y viven. No se olviden de los Mandamientos, de una vida de servicio, de una vida de amor en la familia, entre todos sus seres queridos. No permitan que la célula de la familia se siga dividiendo.
Recuerden que ustedes y sus familias son parte del Proyecto esperado de Dios, el Sagrado Proyecto del pueblo de Israel.
Recuerden que esta parte del planeta es la promesa de la cuna de la Nueva Humanidad, en donde todo el planeta y la humanidad, a través de este lugar como de los Reinos de la Naturaleza, podrán regenerarse y curarse.
En los Reinos de la Naturaleza está la cura que necesitan, en los Reinos de la Naturaleza está la paz que ustedes buscan en este tiempo.
No permitan que sus vidas se vuelvan superficiales e indiferentes, abracen con el corazón abierto a toda la Creación y les aseguro que no perderán la paz.
Delante de la Fuente Suprema, delante de los Ángeles y de los Arcángeles, Padres Creadores, que concibieron esta belleza del planeta Tierra, delante de los servidores del Cosmos y de la Tierra, delante de todos los consecuentes en la oración y el servicio por el otro, delante de la Aspiración de Dios, de Su Proyecto; que la Fuente Suprema a través del Corazón de Cristo, del Corazón Inmaculado de María y del Castísimo Corazón de San José, a través del Poder Supremo de El Gibbor, bendiga y consagre a este Centro Mariano, para que sea un verdadero Santuario de la Creación, que conceda a las almas y a los Reinos la cura y la redención que necesitan, para que todos estén en comunión con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo, en nombre del Amor y de la Sabiduría.
Yo los bendigo y los consagro como Centro Mariano Santuario de la Creación y como Hijos de la Madre Divina, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Y, para comprender la importancia de este encuentro, les ofreceré Mi Cuerpo y Mi Sangre, a través de la Celebración Eucarística.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Queridos hijos, también consagraré, a través de la autoridad de Mi Hijo, a una pequeña e inocente alma, que llegó al mundo de un lugar especial del universo. A través del Sacramento del Bautismo, esa alma recibirá no solo la renovación, sino también el recuerdo de su compromiso con Dios para el próximo tiempo.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de San José:
A través de Mi Casto Corazón y la autoridad que Me ha dado Cristo, como Siervo del Redentor, como Vigilante y Protector de las almas, a través del Castísimo Corazón de San José, la Gracia que les ofrecerá hoy Mi Corazón será la Unción para que la Señal Luminosa de la Cruz de Emmanuel siempre los guíe y los proteja.
Ya que, en este tiempo, será necesario discernir antes de actuar, meditar antes de obrar, para que sean consecuentes con la Ley.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de Cristo Jesús:
De esta forma, Nuestros Tres Sagrados Corazones se alegran y bendicen este encuentro, dando inicio a este ciclo de la Peregrinación por la Paz, para que las almas recuperen la esperanza que perdieron, recuperen la alegría que les fue robada y sientan el júbilo de ser Hijos de Dios. Nunca lo olviden, a través de Mi Corazón Misericordioso llegarán a Dios.
Cantemos el Himno de la Consagración de los Hijos de María; pero, todos cantemos, los que están aquí y los que están en sus casas, renovando los votos internos de la consagración para este ciclo de servicio junto a la Jerarquía Divina.
Los Tres Sagrados Corazones agradecen por haber respondido al llamado.
Como Cristo Redentor, que la Paz sea en ustedes y en sus hermanos.
Que así sea.
Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oremos:
Quien está en Dios nada teme.
Quien está en Dios no retrocede.
Quien está en Dios vive del Amor de Dios.
Esta es la fuerza de hoy.
En Dios, en Dios, en Dios.
Amén.
(tres veces)
A través del Sagrado Corazón de Mi Hijo, hoy les traemos, a este Centro Mariano y su fundación, uno de los Aspectos de Dios, dentro de Sus 72 Nombres Sagrados.
El Aspecto de Dios que protegerá a este Centro Mariano y su tarea espiritual será el Nombre El Gibbor; para que la fortaleza, la fe, la compasión y el amor impulse, a través de este Centro Mariano, la elevación de todas las almas hacia el Reino de Dios; para que no solo el ser humano, sino también los Reinos de la Naturaleza sean recibidos aquí en espíritu, para que sean curados y redimidos.
Sé que están delante de un Aspecto de Dios desconocido, pero si sus almas se unen a Nuestros Tres Sagrados Corazones, comprenderán ese Aspecto de Dios por medio de la Ciencia y de la Sabiduría que les proporciona.
Porque la aspiración del Padre Eterno es que este Centro Mariano, como un punto de Luz en el planeta, refleje los Atributos de la Fuente Suprema, aquellos Atributos internos que la humanidad necesitará para poder regenerarse y curarse para que, finalmente, se cumpla el surgimiento de la Nueva Humanidad.
Hoy, Nuestros Tres Sagrados Corazones, como receptáculos de los Atributos de Dios, están aquí con todos ustedes, están aquí por la nación de Brasil y por todas las Américas; para que los pueblos de este continente sean conducidos hacia el Propósito de Dios y, por medio de los Ángeles de las Naciones de América Latina, todas las poblaciones y culturas de esta región del planeta puedan aproximarse a cumplir el Proyecto de Dios; aquel Proyecto que infelizmente está siendo oprimido y silenciado.
Pero, en este momento, Yo los vuelvo a invitar a estar en la oración. Yo los invito a silenciarse. Yo los invito a tener sabiduría y discernimiento, porque lo que sucederá en esta parte del planeta, podría afectar al resto del mundo.
Por eso, a través de Nuestra Presencia, a través de la Presencia de los Tres Sagrados Corazones, no solo venimos aquí para dar comienzo al ciclo de este Centro Mariano en su tarea espiritual y en su tarea interna, sino que también estamos aquí, hijos amados, para detener lo que se pretende que suceda sobre la superficie de este continente.
Su fidelidad a Nosotros ha sido muy significativa y la respuesta en la consagración de nuevos Hijos de María. Esto representa para Dios, así como Él nos dijo en este momento, que es posible establecer, en la superficie del planeta, el Proyecto que Él siempre quiso realizar en esta humanidad.
Hijos Míos, no se preocupen si no alcanzan los Misterios del Padre, primero amen los Misterios de Dios para después poder comprenderlos; sigan en fidelidad y obediencia lo que les dicta la Jerarquía Espiritual.
Yo estoy aquí y Soy su Madre, su Madre Universal, su Madre Celestial, la Madre de todo el Brasil, la Madre de toda Sudamérica, y tengo Mis Brazos extendidos hacia ustedes. Una vez más, les ofrezco Mis Manos para que se puedan tomar fuerte y seguir adelante. Porque como humanidad, en la superficie de la Tierra, han demostrado después de estos dos años que es posible seguir adelante cuando tan solo las almas aman de verdad.
Ahora, hijos Míos, les quiere decir algo San José. Escúchenlo.
Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de San José:
Así como el Cielo se abre hoy delante de sus corazones, él también se puede abrir en el interior de cada uno de ustedes.
Hoy, delante de los Sagrados Corazones, permitan que sus almas aprendan del misterio de la fe para que, mucho más allá de lo que suceda delante de sus ojos, la verdad que pulsa en sus corazones, invisible para la mayoría de los seres humanos, pueda sustentar sus vidas y así, hijos Míos, la Promesa de Dios siempre sea una realidad para cada uno de ustedes.
A través de la fe, encontrarán este Reino que hoy se manifiesta delante de ustedes. Contemplen esta realidad en su interior, y así sabrán que cielo y tierra podrán pasar, pero el Amor Divino permanecerá vivo en la esencia de todo aquel que cree. Aunque sus ojos no vean, sus corazones son capaces de sentir y, a través de ellos, penetrar el misterio.
Muchas cosas sucederán en el mundo y les traerán desesperanza a los hombres, harán que sus corazones sientan el dolor y el sufrimiento que una vez Mi Hijo sintió tanto en Su Agonía como en la Cruz. Pero, así como lo hizo el Corazón de Cristo, hoy los llamo a transmutar este dolor a través de un Amor Mayor, a través de la fe en aquello que pulsa en su interior y les revela lo que verdaderamente son y a través de la madurez del corazón, la madurez espiritual, que ya llegó el tiempo de que puedan experimentar.
Sean responsables, hijos, de sus elecciones, de sus acciones, de cada paso que dan, desde el primer pensamiento que tienen, al iniciar el día, hasta los sentimientos que emiten, las miradas, las acciones.
Rueguen a Dios para que sus acciones sean puras, para que sus vidas sean puras, porque ya llegó el tiempo de que una nueva vida despunte en la humanidad, y ustedes se comprometieron desde el principio a que, a través de los pasos de su redención, pudieran vivir esta nueva vida.
Y esa vida, hijos, es como la vida de Cristo en el Calvario. Alrededor de ustedes habrá caos, confusión, dolor; pero en su interior el Amor de Dios se renueva, nace un amor desconocido, incluso para el Corazón del Padre. Y es a través de ese amor que una nueva genética y un nuevo hombre comienzan a nacer, un Amor que sus células pueden vivir, que se expande desde su esencia hacia toda la consciencia.
Y, a pesar de que hoy eso les parezca imposible, solo les pido que tengan fe y que este Don Divino que hoy desciende del Cielo sobre sus vidas, encuentre un lugar en sus corazones para transformar sus vidas en algo que jamás pensaron.
No tengan miedo, pero sean firmes. El mundo los arrastrará por caminos que no son correctos. La batalla se vivirá dentro y fuera de ustedes; pero, a través de la oración, encontrarán refugio y, en los lugares sagrados, donde la Consciencia Divina habita, allí reencontrarán la paz.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Queridos hijos, hoy Mi Manto es el Manto de Brasil. El Manto que representa la vida de todo este pueblo y de toda la naturaleza, de una vida que infelizmente ha sido transgredida y violada.
No permitan, hijos Míos, que el Brasil sea un lugar más del enemigo. La fuerza de su oración y de su fe puede transformarlo todo.
Si consiguieron atravesar el calvario de los dos últimos años, es señal, hijos Míos, que es posible seguir adelante, aunque duela.
Por eso, ahora, el Rey del Universo, el Hijo del Sol, en nombre de los Tres Sagrados Corazones, de Jesús, de María y de San José bendecirá y consagrará este Centro Mariano; y así, consagrará a todos los Hijos de María que hoy se postularon ante Mi Materno e Inmaculado Corazón para ser fieles y firmes en el servicio de la oración perpetua.
Los invito a colocarse de pie.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de Cristo Jesús:
Así como esa llama que tienen encendida delante de sus corazones, llama que representa la Luz, el Amor y la Sabiduría de Dios para todo este planeta, para toda la humanidad; que esta llama se replique y se multiplique no solo en los seres humanos, sino también en los Reinos de la Naturaleza, que en estos tiempos de emergencia necesitan ser comprendidos, acogidos y amados, protegidos y cuidados, como parte vital de la Creación.
Si esta comunión con los Reinos de la Naturaleza se diera a través de su servicio orante, por medio del Centro Mariano Santuario de la Creación, les aseguró que no solo Brasil, sino también otras regiones del mundo estarán más protegidas, aunque el planeta demuestre en este tiempo su caos en la superficie.
En sus manos está la decisión, en sus manos está el poder de la oración, el poder de permitir que el Cielo descienda a la Tierra, como en este momento.
Que no solo el Hijo del Padre, sino también la Santísima Madre y el Casto Corazón de San José, en esta Unidad Trina, concedan al Brasil y al mundo la expiación que necesitan para sobrellevar este actual Apocalipsis.
No permitan que los Sellos del Libro del Apocalipsis se abran. Acojan las profecías, pero no las provoquen.
Sean consecuentes en todo lo que hacen y viven. No se olviden de los Mandamientos, de una vida de servicio, de una vida de amor en la familia, entre todos sus seres queridos. No permitan que la célula de la familia se siga dividiendo.
Recuerden que ustedes y sus familias son parte del Proyecto esperado de Dios, el Sagrado Proyecto del pueblo de Israel.
Recuerden que esta parte del planeta es la promesa de la cuna de la Nueva Humanidad, en donde todo el planeta y la humanidad, a través de este lugar como de los Reinos de la Naturaleza, podrán regenerarse y curarse.
En los Reinos de la Naturaleza está la cura que necesitan, en los Reinos de la Naturaleza está la paz que ustedes buscan en este tiempo.
No permitan que sus vidas se vuelvan superficiales e indiferentes, abracen con el corazón abierto a toda la Creación y les aseguro que no perderán la paz.
Delante de la Fuente Suprema, delante de los Ángeles y de los Arcángeles, Padres Creadores, que concibieron esta belleza del planeta Tierra, delante de los servidores del Cosmos y de la Tierra, delante de todos los consecuentes en la oración y el servicio por el otro, delante de la Aspiración de Dios, de Su Proyecto; que la Fuente Suprema a través del Corazón de Cristo, del Corazón Inmaculado de María y del Castísimo Corazón de San José, a través del Poder Supremo de El Gibbor, bendiga y consagre a este Centro Mariano, para que sea un verdadero Santuario de la Creación, que conceda a las almas y a los Reinos la cura y la redención que necesitan, para que todos estén en comunión con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo, en nombre del Amor y de la Sabiduría.
Yo los bendigo y los consagro como Centro Mariano Santuario de la Creación y como Hijos de la Madre Divina, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Y, para comprender la importancia de este encuentro, les ofreceré Mi Cuerpo y Mi Sangre, a través de la Celebración Eucarística.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Queridos hijos, también consagraré, a través de la autoridad de Mi Hijo, a una pequeña e inocente alma, que llegó al mundo de un lugar especial del universo. A través del Sacramento del Bautismo, esa alma recibirá no solo la renovación, sino también el recuerdo de su compromiso con Dios para el próximo tiempo.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de San José:
A través de Mi Casto Corazón y la autoridad que Me ha dado Cristo, como Siervo del Redentor, como Vigilante y Protector de las almas, a través del Castísimo Corazón de San José, la Gracia que les ofrecerá hoy Mi Corazón será la Unción para que la Señal Luminosa de la Cruz de Emmanuel siempre los guíe y los proteja.
Ya que, en este tiempo, será necesario discernir antes de actuar, meditar antes de obrar, para que sean consecuentes con la Ley.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de Cristo Jesús:
De esta forma, Nuestros Tres Sagrados Corazones se alegran y bendicen este encuentro, dando inicio a este ciclo de la Peregrinación por la Paz, para que las almas recuperen la esperanza que perdieron, recuperen la alegría que les fue robada y sientan el júbilo de ser Hijos de Dios. Nunca lo olviden, a través de Mi Corazón Misericordioso llegarán a Dios.
Cantemos el Himno de la Consagración de los Hijos de María; pero, todos cantemos, los que están aquí y los que están en sus casas, renovando los votos internos de la consagración para este ciclo de servicio junto a la Jerarquía Divina.
Los Tres Sagrados Corazones agradecen por haber respondido al llamado.
Como Cristo Redentor, que la Paz sea en ustedes y en sus hermanos.
Que así sea.
Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oremos:
Quien está en Dios nada teme.
Quien está en Dios no retrocede.
Quien está en Dios vive del Amor de Dios.
Esta es la fuerza de hoy.
En Dios, en Dios, en Dios.
Amén.
(tres veces)
A través del Sagrado Corazón de Mi Hijo, hoy les traemos, a este Centro Mariano y su fundación, uno de los Aspectos de Dios, dentro de Sus 72 Nombres Sagrados.
El Aspecto de Dios que protegerá a este Centro Mariano y su tarea espiritual será el Nombre El Gibbor; para que la fortaleza, la fe, la compasión y el amor impulse, a través de este Centro Mariano, la elevación de todas las almas hacia el Reino de Dios; para que no solo el ser humano, sino también los Reinos de la Naturaleza sean recibidos aquí en espíritu, para que sean curados y redimidos.
Sé que están delante de un Aspecto de Dios desconocido, pero si sus almas se unen a Nuestros Tres Sagrados Corazones, comprenderán ese Aspecto de Dios por medio de la Ciencia y de la Sabiduría que les proporciona.
Porque la aspiración del Padre Eterno es que este Centro Mariano, como un punto de Luz en el planeta, refleje los Atributos de la Fuente Suprema, aquellos Atributos internos que la humanidad necesitará para poder regenerarse y curarse para que, finalmente, se cumpla el surgimiento de la Nueva Humanidad.
Hoy, Nuestros Tres Sagrados Corazones, como receptáculos de los Atributos de Dios, están aquí con todos ustedes, están aquí por la nación de Brasil y por todas las Américas; para que los pueblos de este continente sean conducidos hacia el Propósito de Dios y, por medio de los Ángeles de las Naciones de América Latina, todas las poblaciones y culturas de esta región del planeta puedan aproximarse a cumplir el Proyecto de Dios; aquel Proyecto que infelizmente está siendo oprimido y silenciado.
Pero, en este momento, Yo los vuelvo a invitar a estar en la oración. Yo los invito a silenciarse. Yo los invito a tener sabiduría y discernimiento, porque lo que sucederá en esta parte del planeta, podría afectar al resto del mundo.
Por eso, a través de Nuestra Presencia, a través de la Presencia de los Tres Sagrados Corazones, no solo venimos aquí para dar comienzo al ciclo de este Centro Mariano en su tarea espiritual y en su tarea interna, sino que también estamos aquí, hijos amados, para detener lo que se pretende que suceda sobre la superficie de este continente.
Su fidelidad a Nosotros ha sido muy significativa y la respuesta en la consagración de nuevos Hijos de María. Esto representa para Dios, así como Él nos dijo en este momento, que es posible establecer, en la superficie del planeta, el Proyecto que Él siempre quiso realizar en esta humanidad.
Hijos Míos, no se preocupen si no alcanzan los Misterios del Padre, primero amen los Misterios de Dios para después poder comprenderlos; sigan en fidelidad y obediencia lo que les dicta la Jerarquía Espiritual.
Yo estoy aquí y Soy su Madre, su Madre Universal, su Madre Celestial, la Madre de todo el Brasil, la Madre de toda Sudamérica, y tengo Mis Brazos extendidos hacia ustedes. Una vez más, les ofrezco Mis Manos para que se puedan tomar fuerte y seguir adelante. Porque como humanidad, en la superficie de la Tierra, han demostrado después de estos dos años que es posible seguir adelante cuando tan solo las almas aman de verdad.
Ahora, hijos Míos, les quiere decir algo San José. Escúchenlo.
Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de San José:
Así como el Cielo se abre hoy delante de sus corazones, él también se puede abrir en el interior de cada uno de ustedes.
Hoy, delante de los Sagrados Corazones, permitan que sus almas aprendan del misterio de la fe para que, mucho más allá de lo que suceda delante de sus ojos, la verdad que pulsa en sus corazones, invisible para la mayoría de los seres humanos, pueda sustentar sus vidas y así, hijos Míos, la Promesa de Dios siempre sea una realidad para cada uno de ustedes.
A través de la fe, encontrarán este Reino que hoy se manifiesta delante de ustedes. Contemplen esta realidad en su interior, y así sabrán que cielo y tierra podrán pasar, pero el Amor Divino permanecerá vivo en la esencia de todo aquel que cree. Aunque sus ojos no vean, sus corazones son capaces de sentir y, a través de ellos, penetrar el misterio.
Muchas cosas sucederán en el mundo y les traerán desesperanza a los hombres, harán que sus corazones sientan el dolor y el sufrimiento que una vez Mi Hijo sintió tanto en Su Agonía como en la Cruz. Pero, así como lo hizo el Corazón de Cristo, hoy los llamo a transmutar este dolor a través de un Amor Mayor, a través de la fe en aquello que pulsa en su interior y les revela lo que verdaderamente son y a través de la madurez del corazón, la madurez espiritual, que ya llegó el tiempo de que puedan experimentar.
Sean responsables, hijos, de sus elecciones, de sus acciones, de cada paso que dan, desde el primer pensamiento que tienen, al iniciar el día, hasta los sentimientos que emiten, las miradas, las acciones.
Rueguen a Dios para que sus acciones sean puras, para que sus vidas sean puras, porque ya llegó el tiempo de que una nueva vida despunte en la humanidad, y ustedes se comprometieron desde el principio a que, a través de los pasos de su redención, pudieran vivir esta nueva vida.
Y esa vida, hijos, es como la vida de Cristo en el Calvario. Alrededor de ustedes habrá caos, confusión, dolor; pero en su interior el Amor de Dios se renueva, nace un amor desconocido, incluso para el Corazón del Padre. Y es a través de ese amor que una nueva genética y un nuevo hombre comienzan a nacer, un Amor que sus células pueden vivir, que se expande desde su esencia hacia toda la consciencia.
Y, a pesar de que hoy eso les parezca imposible, solo les pido que tengan fe y que este Don Divino que hoy desciende del Cielo sobre sus vidas, encuentre un lugar en sus corazones para transformar sus vidas en algo que jamás pensaron.
No tengan miedo, pero sean firmes. El mundo los arrastrará por caminos que no son correctos. La batalla se vivirá dentro y fuera de ustedes; pero, a través de la oración, encontrarán refugio y, en los lugares sagrados, donde la Consciencia Divina habita, allí reencontrarán la paz.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Queridos hijos, hoy Mi Manto es el Manto de Brasil. El Manto que representa la vida de todo este pueblo y de toda la naturaleza, de una vida que infelizmente ha sido transgredida y violada.
No permitan, hijos Míos, que el Brasil sea un lugar más del enemigo. La fuerza de su oración y de su fe puede transformarlo todo.
Si consiguieron atravesar el calvario de los dos últimos años, es señal, hijos Míos, que es posible seguir adelante, aunque duela.
Por eso, ahora, el Rey del Universo, el Hijo del Sol, en nombre de los Tres Sagrados Corazones, de Jesús, de María y de San José bendecirá y consagrará este Centro Mariano; y así, consagrará a todos los Hijos de María que hoy se postularon ante Mi Materno e Inmaculado Corazón para ser fieles y firmes en el servicio de la oración perpetua.
Los invito a colocarse de pie.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de Cristo Jesús:
Así como esa llama que tienen encendida delante de sus corazones, llama que representa la Luz, el Amor y la Sabiduría de Dios para todo este planeta, para toda la humanidad; que esta llama se replique y se multiplique no solo en los seres humanos, sino también en los Reinos de la Naturaleza, que en estos tiempos de emergencia necesitan ser comprendidos, acogidos y amados, protegidos y cuidados, como parte vital de la Creación.
Si esta comunión con los Reinos de la Naturaleza se diera a través de su servicio orante, por medio del Centro Mariano Santuario de la Creación, les aseguró que no solo Brasil, sino también otras regiones del mundo estarán más protegidas, aunque el planeta demuestre en este tiempo su caos en la superficie.
En sus manos está la decisión, en sus manos está el poder de la oración, el poder de permitir que el Cielo descienda a la Tierra, como en este momento.
Que no solo el Hijo del Padre, sino también la Santísima Madre y el Casto Corazón de San José, en esta Unidad Trina, concedan al Brasil y al mundo la expiación que necesitan para sobrellevar este actual Apocalipsis.
No permitan que los Sellos del Libro del Apocalipsis se abran. Acojan las profecías, pero no las provoquen.
Sean consecuentes en todo lo que hacen y viven. No se olviden de los Mandamientos, de una vida de servicio, de una vida de amor en la familia, entre todos sus seres queridos. No permitan que la célula de la familia se siga dividiendo.
Recuerden que ustedes y sus familias son parte del Proyecto esperado de Dios, el Sagrado Proyecto del pueblo de Israel.
Recuerden que esta parte del planeta es la promesa de la cuna de la Nueva Humanidad, en donde todo el planeta y la humanidad, a través de este lugar como de los Reinos de la Naturaleza, podrán regenerarse y curarse.
En los Reinos de la Naturaleza está la cura que necesitan, en los Reinos de la Naturaleza está la paz que ustedes buscan en este tiempo.
No permitan que sus vidas se vuelvan superficiales e indiferentes, abracen con el corazón abierto a toda la Creación y les aseguro que no perderán la paz.
Delante de la Fuente Suprema, delante de los Ángeles y de los Arcángeles, Padres Creadores, que concibieron esta belleza del planeta Tierra, delante de los servidores del Cosmos y de la Tierra, delante de todos los consecuentes en la oración y el servicio por el otro, delante de la Aspiración de Dios, de Su Proyecto; que la Fuente Suprema a través del Corazón de Cristo, del Corazón Inmaculado de María y del Castísimo Corazón de San José, a través del Poder Supremo de El Gibbor, bendiga y consagre a este Centro Mariano, para que sea un verdadero Santuario de la Creación, que conceda a las almas y a los Reinos la cura y la redención que necesitan, para que todos estén en comunión con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo, en nombre del Amor y de la Sabiduría.
Yo los bendigo y los consagro como Centro Mariano Santuario de la Creación y como Hijos de la Madre Divina, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Y, para comprender la importancia de este encuentro, les ofreceré Mi Cuerpo y Mi Sangre, a través de la Celebración Eucarística.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Queridos hijos, también consagraré, a través de la autoridad de Mi Hijo, a una pequeña e inocente alma, que llegó al mundo de un lugar especial del universo. A través del Sacramento del Bautismo, esa alma recibirá no solo la renovación, sino también el recuerdo de su compromiso con Dios para el próximo tiempo.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de San José:
A través de Mi Casto Corazón y la autoridad que Me ha dado Cristo, como Siervo del Redentor, como Vigilante y Protector de las almas, a través del Castísimo Corazón de San José, la Gracia que les ofrecerá hoy Mi Corazón será la Unción para que la Señal Luminosa de la Cruz de Emmanuel siempre los guíe y los proteja.
Ya que, en este tiempo, será necesario discernir antes de actuar, meditar antes de obrar, para que sean consecuentes con la Ley.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de Cristo Jesús:
De esta forma, Nuestros Tres Sagrados Corazones se alegran y bendicen este encuentro, dando inicio a este ciclo de la Peregrinación por la Paz, para que las almas recuperen la esperanza que perdieron, recuperen la alegría que les fue robada y sientan el júbilo de ser Hijos de Dios. Nunca lo olviden, a través de Mi Corazón Misericordioso llegarán a Dios.
Cantemos el Himno de la Consagración de los Hijos de María; pero, todos cantemos, los que están aquí y los que están en sus casas, renovando los votos internos de la consagración para este ciclo de servicio junto a la Jerarquía Divina.
Los Tres Sagrados Corazones agradecen por haber respondido al llamado.
Como Cristo Redentor, que la Paz sea en ustedes y en sus hermanos.
Que así sea.
Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Yo Soy la Madre del Mundo, Soy la Madre de las Montañas.
Y hoy están aquí, en este lugar, como parte de esta humanidad, representando a toda la raza, a todas las almas y consciencias que están en algún punto de esa subida de la montaña; momento en el cual la cuesta arriba se hace más difícil y dura para todos, porque este es un momento de inflexión, en donde un cambio no solo en la consciencia, sino también en lo material, se tiene que dar.
Pero mientras el mundo, es decir la raza humana, no haga silencio y vaya hacia dentro de sí, el Plan de Rescate no se cumplirá.
En el fin de este año, no solo vengo con toda la Gracia de Dios para volver a bendecirlos y para volver a estar con ustedes, sino vengo con un Mensaje de advertencia, pero también con un Mensaje de despertar. Este es el tiempo de cruzar el gran portal de la salvación y del rescate que la Jerarquía les está presentando.
Sabemos que no todos escuchan Nuestras Palabras, que no todos practican Nuestros Mensajes, que muy pocos son el ejemplo de una vida crística y fraterna sobre la superficie de la Tierra. Pero hoy, no vengo a indicarles sus errores, sus culpas o sus traumas; hoy, vengo a pedirles que sigan subiendo, cuesta arriba, esa montaña, porque en la cima estará su liberación.
Allí, encontrarán a Mi Hijo, el Resucitado, el Resplandeciente, el Verdadero Cristo que hasta ahora nadie ha conocido. En la cima de la montaña, reconocerán Su verdadera Faz y sabrán profundamente de donde Él viene y cuál fue la razón de haber sido creado.
Él usó una imagen para que todos lo pudieran comprender, pero en Su Corazón y, sobre todo, en Su Espíritu, en Su Divinidad estaba Dios. Era la forma de que el mundo pudiera comprender Su Mensaje de salvación y el anuncio de que el Reino de Dios vive y mora dentro de cada ser.
Ahora, todas las religiones también deben ser rescatadas y reerguidas, porque en estos tiempos de tribulación las consciencias pierden el sentido de su espiritualidad.
Yo los llamo a estar atentos, los llamo a estar vigilantes, los llamo a ser colaboradores de la paz y del bien en esta humanidad. Por más que puedan ser actos pequeños y hasta insignificantes, los invito y los llamo a seguir haciéndolos.
Todo el bien que pueda ser generado en esta raza humana, aliviará el caos de estos tiempos y permitirá que el Armagedón, la gran puerta del Apocalipsis, sea más pasajero para todos y no más doloroso como lo es hasta hoy.
De esa forma, los que se sirven de los más marginados, los que se aprovechan de los más pobres, retirando los bienes que Dios les envía para poder sobrevivir y rehacer sus vidas, los hacen vivir en una injusticia global. Por eso, la Jerarquía se une, en este momento, para trabajar también en aquellas situaciones muy materiales, aunque no lo parezca.
Pero el estado de la consciencia, del despertar y del discernimiento de cada ser, les proporcionará la sabiduría que necesitan para seguir adelante.
Yo vengo aquí, una vez más, como una Mensajera de Dios; porque, junto con ustedes, estoy subiendo esta dolorosa montaña que es la consciencia corrupta de la humanidad; es este calvario planetario que todos están atravesando, algunos con mayor contundencia y otros con mayor alivio; pero si se unen a Mi Espíritu Mariano, a Mi Espíritu de Amor y de Fraternidad, muchas más almas serán tocadas para que puedan despertar y tomar consciencia de que, hasta los días de hoy, estaban dormidas.
Yo vengo también como la Sierva de Mi Hijo, el Cristo. Vengo, en Su Nombre y a Su pedido, para decirles este Mensaje: no se dejen arrastrar, en este momento, por las adversidades del mundo, por todo lo que hacen los gobiernos, por el condicionamiento que las almas viven en este ciclo, a pesar de estar sumergidos y presionados por un sistema global, sigan adelante.
Que su fe los lleve a trascender todas estas situaciones.
Que su amor por el Plan de Dios los lleve a superar todas estas situaciones.
Y que sean capaces, en este momento, de amar como Mi Hijo los amó hasta la Cruz, en cada momento de Su martirio, de Su flagelación, de Su pesar y de Su dolor.
¿Quién se ofrecerá como un gran servidor del mundo, un gran servidor humilde y pacífico, para ayudar a Mi Hijo a transmutar y liberar internamente esta situación planetaria?
Por eso, les pido, Mis amados hijos, que no se queden en lo superficial; que no permanezcan en lo material; que sean libres de ustedes mismos, de los comentarios, de los juicios, de todo lo que ven, observan o contemplan de este mundo. No sean un peso más para el alma de este planeta. Alivien la consciencia de la naturaleza y de todos los Reinos Menores; porque así, la Justicia será más leve para todos.
De esa forma, el parto planetario se aproxima, la consciencia del planeta tiembla y se estremece, porque es el tiempo del despertar; pero también es el tiempo de la purificación de este mundo, de todos los males, adversidades y errores que fueron cometidos por esta raza y por todas las civilizaciones anteriores.
Por esa razón, la Gran Hermandad Celestial se encuentra aquí, en los planos invisibles y silenciosos, en donde reina la paz, la soberanía y la verdad, para guiar a todas las consciencias posibles, especialmente a las más dormidas e ignorantes.
Por eso, abriendo Mis brazos y extendiendo Mis Manos hacia ustedes, Yo les suplico, amados hijos, que sigan el camino de la verdad interior. No se dejen confundir e influenciar por las espiritualidades de estos tiempos, ustedes ya lo saben y ya han escuchado que existe una única Verdad, que es Mi Hijo. Él es el Camino, Él es la Verdad, Él es la Vida para cada uno de ustedes.
¿Qué es lo que más necesitan en este momento?
Sigan remando en este momento planetario, porque la barca de Mi Hijo debe llegar a un buen puerto. Esa barca está formada por todas las consciencias servidoras del mundo, independientemente de su religión o aun de su creencia.
Yo los necesito en otro nivel de consciencia. Los necesito en lo alto de la montaña, para poder vislumbrar y comprender la realidad del mundo, porque si están a los pies de la montaña, serán sumergidos por el mal.
Abran sus ojos y, sobre todo, abran su corazón, para poder sentir lo que Yo les digo, porque este es un tiempo de gran transición, un fin de año que culmina con muchas derrotas en la consciencia de este mundo, en la consciencia de la humanidad; pero la Fe, la Paz, el Amor, la Luz y la Misericordia de Dios no han dejado de descender sobre este mundo.
Si esos atributos hubieran dejado de descender al mundo por medio de las almas que verdaderamente oran y se comprometen Conmigo día a día, ¿qué hubiera sucedido, Mis amados hijos?
Piensen, por un momento, en todo lo que les digo. Que Mis Palabras no sean llevadas por el viento, como muchas veces fueron llevadas. Que Mis Palabras queden en el corazón de cada uno de ustedes y en el corazón de sus hermanos, porque en la Palabra de la Jerarquía, ustedes encuentran la fuerza para la superación, la fuerza para la transformación, para la trascendencia de estos tiempos.
No les venimos a pedir algo imposible e inalcanzable, les venimos a pedir lo que es real y lo que es posible, que es el cambio completo de sus vidas.
Han recibido muchas dádivas, han recibido muchos tesoros espirituales, han recibidos muchas Gracias y, hasta diría, muchas amnistías y expiaciones. Este es el tiempo de que los apóstoles de Mi Hijo, los compañeros y compañeras de Mi Hijo, estén definidos y vivan y cumplan lo que vinieron a hacer a este mundo.
Ya no son tiempos de teorías, son tiempos de que la Enseñanza esté en la práctica, en cada detalle, en cada paso que se da día a día.
Es así, que adquirirán una consciencia madura, de una forma rápida y sorprendente, porque Mi Hijo lo necesita, Mi Hijo necesita de las virtudes y de los talentos que Él les dejó, para que Él pueda retornar. Así permitirán, Mis amados hijos, que la Obra de Dios se fortalezca en este mundo, y que en lo pequeño y hasta en lo insignificante, se pueda transformar esta humanidad.
Yo vengo con un fin, vengo con un propósito, de que cada día puedan crecer más interiormente, de que en la disposición y donación de sus vidas exista la cura para este mundo; porque, como a muchos servidores a través de los tiempos, a alguien siempre le tocará dar su vida por el otro, dar la vida por el Plan de Dios.
Y es en eso que, en este fin de año, cada uno es llamado a pensar y a meditar, a reflexionar y a sentir en su corazón Mis Palabras que solo tienen la misión de elevarlos, de trascenderlos, de hacerlos cada vez más conscientes y despiertos delante de la realidad de este mundo cruel y difícil.
Sé que muchas veces habrán pensado que sus vidas y que sus caminos serían otros. No estoy hablando de que en sus vidas falte la felicidad o la alegría de servir, hasta de compartir en familia o en hermandad; les hablo de la postura interior, de la actitud que cada hijo Mío debe tener en este tiempo. Mientras eso no suceda, mientras eso no se cumpla, mientras eso no se realice, las Gracias permanecerán guardadas en el Cielo.
Ustedes deben seguir abriendo las puertas del universo, porque hay consciencias que están definidas a no querer cambiar y eso es algo que solo lo podrá resolver Mi Hijo cuando Él retorne.
Yo los impulso a ingresar, en este próximo año 2022, bajo el espíritu de la Sabiduría Divina que conduce, guía y concreta las Aspiraciones del Padre en los tres planos: espiritual, mental y material. Que esta importante red de almas, esta importante red de luz, de amor y de servicio, formada por ustedes, se expanda y alimente a todos los corazones posibles que esperan por una oportunidad.
Dejo Mi Luz y Mi Paz en este momento, bendiciendo así al mundo entero en este día, en este último día del año 2021; para que no solo los principios espirituales sean respetados por la humanidad, sean valorados y reconocidos, sino también los principios materiales, la dignidad humana, el bien común, la fraternidad y el amor al prójimo, el auxilio al necesitado sean la tónica que movilice a las consciencias; para que la gran deuda de este mundo sea aplacada por el servicio, el amor y la paz de los que se donan verdaderamente; y esto ayude a que también las religiones se donen más, y aun que los no creyentes también se donen para que se den cuenta de que todos son hijos de la Fuente.
Les agradezco por tener la valentía de escuchar Mis Palabras y detener la atención en cada una de Mis Palabras, en cada parte de Mi Mensaje.
Yo Soy la Madre del Mundo, la Madre de la Nueva Humanidad, la Reina de Aurora.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hijo, cobíjate en Mis brazos y siente Mi Paz.
Hijo, duerme en Mis brazos y todo se curará.
Hijo, siente Mi Corazón, porque él siempre te iluminará.
Hijo, recibe Mi calor materno, que siempre te abrigará.
Hijo, recibe Mis caricias de Madre, la Madre que siempre te ayudará a crecer y a madurar.
Hijo, camina seguro sostenido por Mis manos, como un niño aprende a dar sus primeros pasos en el camino de la entrega total a Dios.
Hijo, recibe Mis besos de Madre, mientras estés dormido en Mis brazos de Paz.
Hijo, confía en lo que vives, agradece sin demora y renuévate en cada momento, así como lo hizo Cristo en el Calvario.
Hijo, siente en tu pecho la caricia maternal de la Madre de Dios, entrégate sin resistencias, descansa en Mis brazos y despertarás con la consciencia expandida por el impulso de Mi Luz espiritual.
Hijo, estoy aquí y soy tu Madre, la Madre guardiana de la Maternidad.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Mis queridos hijos:
Hoy Mi mirada de Madre se vuelve hacia la Argentina, momento en el cual todos Mis hijos argentinos enfrentan su propio calvario individual y grupal.
Como la Señora de Luján, hoy vengo para decirles a Mis hijos de Argentina que no permitan que la fe se apague en los corazones.
Yo cargo junto a ustedes la pesada cruz de la desigualdad y de la injusticia.
Camino a su lado, como pueblo trabajador e incansable que, una y otra vez, se levanta del suelo para poder seguir caminando.
Rezo por todas las familias de Argentina que perdieron a sus seres queridos en este tiempo de pandemia y de profundo dolor.
Queridos hijos, que su ejemplo de persistencia en la oración se vuelva como un gran espejo que pueda reflejar, para todos sus hermanos, los atributos que las almas necesitarán en este tiempo para enfrentar este temido y desconocido combate.
A través de la apertura de la ley del aborto, Argentina comprometió sus caminos. Como Madre de la vida y de los inocentes, les pido que se arrepientan por los que no se arrepienten. Esto no es por religión, sino por discernimiento y sabiduría.
Hijos Míos, rezo, día y noche, junto a ustedes; en sus hogares y familias.
Soy la Madre que nunca los abandonará, porque este es el tiempo de la purificación.
Que su fe en Cristo nunca se acabe. Ahora, llegó el momento de que cada uno tome su propia cruz y lo siga.
Esta es la hora en la que Mi Hijo sabrá con quien contará verdaderamente hasta el final.
Mis amados hijos de Argentina, Mi Paz con ustedes y con todo su país.
Estoy aquí y los escucho. Este es el ciclo del gran final. Prepárense.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Póstrense a los pies del Calvario y reconozcan Mi Legado.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
“Omnipotente Padre del Universo y de la Tierra,
máximo Poder entre todos los poderes universales,
sagrada Corriente Ígnea del Universo Cósmico,
Espejo inextinguible del universo, Alianza perpetua y eterna.
¡Oh, sublime Padre del Universo,
Regente Mayor entre todos los regentes,
soberano Señor de las Alturas,
¡Sagrada Emanación entre todas las emanaciones divinas!
¡Oh, sublime Señor,
Fuente purísima y hermosa,
¡Amor poderoso y supremo!
¡Oh, Gracia eterna de Dios,
¡Luz Mayor entre todas las tinieblas!
¡Oh, victorioso Corazón de Dios!
Por los méritos alcanzados por Tu Hijo, Tu Siervo y Servidor,
a los pies de este Calvario espiritual,
reintegra en la consciencia humana del planeta
el victorioso triunfo de Tu Hijo Jesús,
sobre todos los infiernos y entidades malignas.
Que el poderoso Cetro del Arcángel Miguel descienda,
con su Consciencia Divina,
para hacer temblar a los infiernos de este mundo
y para que todo se paralice un momento,
para que el triunfo de Tu Amor, Adonai,
se dé y se cumpla en toda la humanidad.
Amén”.
Sigamos concentrados en la Luz de Mi Propósito, en la eterna Fuente de la Luz de Dios, en donde quedó registrado el sagrado Calvario de su Maestro y Señor.
Por eso, hoy les digo a sus personas humanas que no sean una llaga más en Mi Cuerpo, sino que sean aquellos que ungen el Cuerpo herido de Jesús por medio de sus oraciones, de los Sacramentos y, sobre todo, de la fe que los hace formar parte de Mi Cuerpo Místico, aquel Cuerpo eterno del Hijo de Dios integrado por todas las almas del mundo dentro de Mi Iglesia Celestial.
Por eso, acompañen a su Señor en este momento glorioso de la Cruz, en el que los Códigos de vida, de amor, de perdón y de resurrección espiritual descienden sobre el mundo para llegar a las almas más necesitadas de Mi Luz crística.
Ustedes, de una manera profunda, son conscientes y también son partícipes de esta tarea interna de su Maestro y Señor, especialmente con aquellas almas caídas que fueron derrotadas por los ejércitos del mal y que, a través del poder de Mi Amor, hoy vengo a salvarlas, a todas ellas, por los tiempos que vendrán.
Por eso, hoy la oscuridad se detiene en el mundo y las almas más miserables son contempladas a los pies de este Calvario espiritual, así como ustedes hoy también están a los pies de este Calvario espiritual de su Maestro y Señor, un Calvario más profundo y difícil que el que Yo viví por ustedes, aquí en este planeta.
Un Calvario espiritual que Yo los invito a penetrar a través del corazón, del espíritu y de la consciencia que creen en Mi Legado crístico, registrado en cada una de las estrellas de este universo como también de otros mundos.
Dios, a través de Su Hijo, nunca podría haber encarnado en este planeta para una tarea pequeña. Su expresión material tenía que ser humilde, simple y casta por medio de la Sagrada Familia; pero Su poder, Su omnipotencia y Su esplendor deberían ser grandiosos en los planos internos, porque es allí en donde comienzan todas las cosas.
Mientras la aparente derrota del Hijo de Dios era vista por todos en aquel tiempo, los infiernos no podían soportar la Sangre derramada por Mi Cuerpo, gota a gota, tocando el suelo y cada parte del Calvario. Imaginen, por un momento, qué hacían los Ángeles del Señor con cada gota de Sangre y con cada Código de Luz que, por Amor, se derramaba en el mundo.
Tengan ahora sus consciencias en esos hechos y no solo vean el sufrimiento que su Maestro vivió, que fue un sufrimiento indescriptible, sino también vean el triunfo de su Señor a través de uno de los principales aspectos de Dios, la Voluntad.
La Voluntad de Dios es lo que Me permitió llevar la Cruz hasta lo alto del Monte Calvario. Ahora, después de la renovación de sus votos en el Jueves Santo, ¿serían capaces de llevar esa Cruz por Voluntad de Dios y no solo verlo como un simbolismo, sino como la realidad verdadera y profunda de hacer todo lo posible y un poco más para que el mundo deje de sufrir su propia condenación y perdición?
Por eso, Yo los vengo a renovar a través de la Cruz; para que sus vidas, consciencias y, sobre todo, sus células no le tengan miedo al sacrificio, a la renuncia y a la obediencia irrestricta a Nuestro Padre Creador.
Si el mundo de hoy fuera obediente ya no habría pandemia, la desobediencia de los seres humanos es la causa de muchos males.
¿Acaso Dios no habría podido resolver ya esta situación planetaria? ¿Dónde está la cura de la humanidad?
No se olviden de la obediencia, compañeros, primero como códigos de vida para ustedes mismos y segundo como un principio de lealtad con el Señor del Universo; pero la mayoría de los hijos de Dios no tiene responsabilidad por todo lo que hoy sucede.
Muchos fueron llamados a cristificarse a través de estos tiempos. Muchos fueron llamados a entregar su vida, así como el Hijo de Dios la entregó en las Manos de Dios.
Ustedes no serán crucificados, ustedes vivirán lo que el universo les envíe, pero sus corazones deben estar abiertos para poder percibir cuál es su enseñanza en cada momento, cuál es la prueba que el universo les invita a superar por Mí.
No dejen de contemplar dentro de ustedes ese Calvario espiritual que hoy les ofrezco, y que les ofrezco también a sus hermanos del mundo entero que ya viven el caos de la humanidad.
Pero por medio de Mi Paz y del poder de la Luz de Mis Llagas, que hoy son signos para su ascensión y sublimación, Yo los invito a elevar sus consciencias y a salir de manera inteligente de la mentira y del caos de este tiempo, porque Yo viví cosas semejantes por ustedes y en ningún momento de la Pasión y del Calvario los abandoné.
Que el triunfo de su transformación, que la redención de sus corazones, que la ascensión de sus consciencias sean la nueva victoriosa cruz que cada una de sus vidas ofrecerá a Dios para que se cumpla Su Plan.
Ahora, cierren sus ojos por un momento y en lo alto del Calvario espiritual vean la victoria de Mi Sagrado Corazón, ante el dolor y el sufrimiento que fue vivido por Su Señor.
Contemplen Sus cinco poderosas Llagas, las Llagas de Sus Manos, de Sus Pies y de Su Costado; y cómo María, Mi Madre, cuando Me tuvo en Sus brazos, en la sagrada piedad del Calvario, Ella limpió Mis Llagas con cada uno de Sus besos, haciendo parte de sí todo el dolor que Yo viví.
Besen Mis Llagas y reciban Mi Luz, Mi Luz crística.
En ese aparente escenario de derrota, contemplen el Alma de Jesús, redimiendo y transfigurando a todas las consciencias y a todos los abismos; y ennoblezcan este momento con el honor que Él merece ante el esplendoroso Árbol de la Vida, ante los frutos de la Pasión y la Muerte de Jesús.
Sobre ese Calvario que quedó registrado en la memoria de la humanidad para siempre, vean a Mi Madre teniéndome en Sus brazos cuando Me bajaron de la Cruz y la Cruz se iluminó como un poderoso símbolo sobre todo mal.
Y así, vean a Juan, a María Magdalena, a José de Arimatea, al soldado romano, todos contemplando la sagrada Muerte de Jesús, que fue la muerte absoluta del pecado a través del Amor y de la Misericordia de Dios que volvió a iluminar al mundo y a todas sus criaturas.
Contemplen el mismo misterio que contemplaron Mi Madre y Sus seguidores. Contemplen la entrega de Dios, un misterio desconocido, una entrega ofrecida a través de la Muerte de Su Hijo Jesús.
En este día, los invito a morir para ustedes mismos, para que a partir de ahora sean otras personas, sean Mis llamas flameantes de paz en el mundo, sean Mi propio testimonio de su redención.
"Padre,
Eli, Eli, Olam,
Iod He Vaud He, Shekinah,
envía Tu Espíritu, envía Tu Espíritu,
envía Tu Espíritu y cura a la Tierra
por los méritos de Mi dolorosa Pasión.
Eli, Eli, retorna a Tus hijos,
arrebata sus vidas y haz resucitar, con Tu Espíritu,
a toda la vida imperfecta.
Adonai,
envía el soplo de Tu Espíritu,
la consolación de Tu Alma,
así como Tú Me la enviaste en el Huerto Getsemaní;
Te lo pido, Padre,
porque hoy no saben lo que hacen.
Míralos, Señor, con Tus Ojos de Misericordia,
con el Amor de Tu Corazón,
con la Sabiduría de Tu Consciencia
y a través de Mi redentora Cruz
haz nuevas todas las cosas
para que las almas vivan Tu Voluntad
y Tus ángeles levanten las cruces de Tus hijos
para que ya no se sientan atormentados,
perturbados o enloquecidos.
Que Tu Alma, Señor,
ilumine cada espacio de la consciencia.
Por eso, Eli,
ofrezco Mi Sangre espiritual
para que purifique a Tus hijos
y los haga, en este día,
partícipes de la Comunión Espiritual con Mi Cruz,
la Cruz del sacrificio.
Amén.
Amén.
Amén".
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Todos los que escuchen en este momento y que tengan consigo una cruz pueden elevarla para que Cristo, Nuestro Señor, la bendiga y haga de nuestra cruz, de nuestro calvario y del calvario de este mundo, una victoria de amor, de luz y de redención para que las almas sean bendecidas por el Espíritu de Dios, sean renovadas y sanadas por la Sangre de Jesús.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Ahora lleven la cruz hacia el corazón y sientan la fortaleza de Jesús y el Amor misericordioso de Su Corazón por todas las criaturas de la Tierra.
Me quedaré un momento más en silencio para que, a través de una canción llamada “Cristo del Calvario”, en este día de la sagrada Cruz, cada una de las almas sea la cruz de la victoria, de la redención, de la rendición y de la humildad, en honor a Nuestro Padre Celestial.
Los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Los escucho.
Contemplemos el Calvario espiritual.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
No dejes que se apague la luz de tu corazón.
Yo he venido aquí para ayudarte y acompañarte. He venido aquí por cada uno de Mis hijos, en este día especial en el que la consagración es la premisa para cada una de sus consciencias, porque el momento final se aproxima y ustedes lo están viviendo.
Anímate, hijo Mío, a ingresar en este calvario al que Nuestro Señor te llama a vivir y a experimentar.
En esta pausa sucedida, entre batalla y batalla, anímate a cargar con la cruz que Él te está entregando para que esta Cuaresma sea una victoria, sea un triunfo para Dios.
Tú sabes que el amor siempre triunfará, el amor nunca perecerá.
El mal no conoce el amor, por eso el mal agrede y ataca. Su furia es desconocida, pero su debilidad es muy grande.
Mientras ames y vivas en la fe, todo se transformará, por más difícil que parezca.
Ahora, la cruz que debes cargar en este calvario, al cual estás ingresando, es la cruz de la humanidad, la cruz espiritual que muy pocos se animan a llevar sobre sus espaldas, que muy pocos se arriesgan a sentir y a soportar, así como lo hizo Mi Hijo.
¿Acaso no crees que te es posible cargar con esta cruz?
Este es el camino de los Nuevos Cristos. Este es el camino de los soldados, de los Hijos de María.
No solo la oración, día a día, te sostendrá, te purificará y te elevará, sino también tu entrega y sacrificio verdaderos por Nuestro Señor, para poder compensar la gran deuda que tienen el mundo y la humanidad.
Dios no derrama sufrimientos sobre Sus hijos. Dios derrama Sus Misericordias y Sus Gracias, pero aún pocos las pueden reconocer, las pueden apreciar y valorar.
Por eso, hijo Mío e hija Mía, resígnense y sean humildes para poder percibir el vasto universo de Dios, para poder contemplar todo lo que Él quiere entregarles.
A medida que pase el tiempo, mayor será la definición. Este es el momento de vivirla y de experimentarla.
Esta es la Cruz del Apocalipsis.
Vestir parte de Mi Manto celeste no es solo una bendición y una Gracia, es un compromiso, es una responsabilidad, es vivir la fidelidad a Dios a través de Mi Corazón Inmaculado.
Yo los preparé en estos años para este momento y hoy recibo con amor las aspiraciones de muchos hijos Míos que quieren consagrarse.
Este tiempo material y los acontecimientos del mundo impiden que Mis hijos se reúnan.
El mal ha llevado adelante un proyecto desconocido sobre ustedes. Ha paralizado a la humanidad entera, porque la humanidad es muy ignorante e inconsciente. Pero la fe puede renovar todas las cosas. La oración puede transmutar todas las cosas. El sacrificio repara y enmienda los errores del mundo entero.
Mi Hijo espera que existan corazones que se ofrezcan como víctimas de Su Amor, que existan corazones que puedan vivir lo que Cristo tanto espera; que no solo puedan recibir de Mi amado Hijo Su Misericordia, sino también Su dolor, Sus espinas y Sus llagas espirituales.
Este es el Encuentro de los Hijos de María que cierra un ciclo, por ser el séptimo.
En verdad, hijos Míos, Dios no esperaba que la humanidad llegara a este punto y a esta situación, pero llegó, y así está.
Por eso, los invito a resurgir de las cenizas; los invito a resurgir de la tribulación, del desierto; a salir del pecado, de la mentira, de la soberbia, de la arrogancia y de la vanidad. Los invito a vivir la obediencia, la fidelidad, el compromiso, la responsabilidad, la lealtad y, sobre todo, el amor, el Amor Crístico.
En esos sagrados atributos, Mi Hijo se apoyará para hacer de sus vidas y corazones apóstoles de Cristo.
Su misión está en la convicción de vivir en Cristo y por Cristo, y no de vivir una vida de ilusión material o espiritual.
Hijos, este es el tiempo de asumir el pesado madero de la cruz de la humanidad, para que el mundo se libere para siempre del estado en el cual se encuentra, del lugar en donde se ha quedado desde hace siglos.
Yo solo puedo orar por ustedes y animarlos a seguir adelante, a no bajar los brazos y a atravesar este turbulento tiempo de inestabilidad y de desafíos; tiempo desconocido que nunca una humanidad vivió ni atravesó.
Ustedes son una raza en transición, un proyecto que ha quedado inconcluso y que debe finalizarse. Un proyecto humano que debe realizarse, así como comenzó una vez en el sagrado pueblo de Israel. Ustedes son su descendencia, son sus nuevas tribus.
Cristo necesita gestar, en los corazones verdaderos, Su Proyecto de Retorno. Mientras eso no suceda Él no llegará.
Ruego al Padre Eterno para que llegue ese momento, porque como Madre, sufro por un mundo en caos, en sufrimiento, en agonía y en dolor.
Todas las huestes angélicas, que Me acompañan, ayudan al planeta en todo lo que es posible. Mi Manto envuelve a todas las naciones, pero aún la humanidad no quiere desvincularse del mal.
Sean esa Luz de Cristo que el mundo necesita en este tiempo. Sean ese Sacramento realizado y concretado por la Misericordia de Mi Hijo, dando testimonio de Su Palabra y viviendo en la Eucaristía.
Los signos del Retorno de Cristo serán muy visibles para todos. Pero les pido, hijos amados, le pido al mundo entero que no forje el que se cumplan las profecías, no lo hagan, no lo hagan más. Que sus vidas sean una promesa y no un calvario.
Que sus consciencias se unan al Proyecto de Dios y a Su Voluntad en estos tiempos en los que la batalla es muy dura y difícil; pero siempre vean a Mi Hijo, aquel Hombre de Nazaret que derramó Su Sangre por ustedes, hasta la última gota.
El suelo sagrado del planeta fue testigo de ese acontecimiento y no lo puede perder ni dejar de valorar.
Ahora aprendan, hijos Míos, a soportar su propia pasión, sus propias agonías e incertidumbres, para que triunfe la purificación del mundo y la liberación de las almas.
En este 13 de marzo de 2021, una puerta espiritual se abre para que todos los Hijos de María la atraviesen. Es la puerta del sacrificio maduro, de una cruz madurada que son invitados a cargar, espiritualmente, junto con Mi Hijo.
Yo les pido que no se justifiquen ni tampoco se lamenten. Los invito a realizar este trabajo silenciosamente, unidos de corazón a corazón, al gran Corazón de Cristo, el Rey Universal.
Sus manos no conseguirán atender a muchas necesidades, no solo a las que están a su alrededor, sino a las que están en el mundo. Los soldados se reducen en las filas de los Comandos de Cristo. ¿Alguien más perecerá?
No es tiempo de retroceder, hijos Míos; permitan que el Espíritu del Gobierno espiritual de Cristo, los guíe y los ampare; los impulse a encontrar día a día el camino de la trascendencia y de la redención de todos sus aspectos humanos, porque a quien sirva de verdad y se entregue, nada le faltará.
La llamada de Cristo en este tiempo es contundente y clara.
Anímense a ser ese último rebaño y esa última tribu de Israel que está sobreviviendo al fin de los tiempos, porque en medio de la oscuridad brillará la Estrella que traerá la gran consciencia de Cristo al mundo, y Él pondrá fin a todo lo que hoy vive la humanidad, pero primero el planeta se limpiará a sí mismo.
Que todos tengan la oportunidad de enderezar sus caminos y de no olvidar los Mandamientos, que tantas veces se los hemos dicho.
Cuando no puedan más, hijos Míos, los invito a quedarse en Mis brazos, los envolveré con Mi Manto y les cantaré una canción para que puedan dormir, así como dormía al Niño Jesús.
Mi Corazón está pronto para acompañarlos. ¿El corazón de ustedes está pronto?
Que esta consagración y renovación de votos se profundice en cada hijo Mío. Es necesario orar más para que no se pierda la paz y, especialmente, para que las almas tengan discernimiento en sus decisiones, porque ya nadie más podrá decir que Dios los está castigando.
Las consecuencias son generadas por sus acciones, por sus elecciones, sean conscientes de esto y no sufrirán. Que la estrella del compromiso de los Hijos de María brille en el pecho de cada ser y la ayuda llegará.
Hoy sean ungidos por la señal luminosa de la cruz.
Hoy sean bendecidos por la Madre Celeste.
Les agradezco a todos por haber llegado hasta este momento y hasta este tiempo.
Sigan los pasos de la Madre de Dios, pero que sus pasos sean de pies descalzos, despojados de sí y entregados en confianza al Creador.
Yo los bendigo con la Luz de Mi Hijo y renuevo, en este día, los votos de su consagración.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Queridos hijos:
Sé que a veces están cansados de seguir adelante, pero Yo les pido que no se detengan porque aún el gran momento de la humanidad no llegó y es ahora cuando ustedes, por amor y servicio a Mi amado Hijo, deberán realizar el mayor esfuerzo, el esfuerzo que hasta ahora no hicieron.
Este es el tiempo de lo impredecible. Por eso, hijos amados, que el soplo del Espíritu Santo los ilumine y les brinde la resistencia y la fortaleza que necesitan para poder atravesar su prueba crística de amor.
Así como mi Hijo quedó absolutamente solo y abandonado en Su humanidad en la Cruz, ahora, queridos hijos, su humanidad quedará sola para aprender a confiar en lo que el Padre Celestial necesita que confíen.
Les hago despertar un espíritu de valentía, pero también los impulso a despertar la gratitud.
Este es el momento esperado de que vivan lo que escucharon de Nosotros durante tantos años, con tanta dedicación y ofrenda, de parte de los Sagrados Corazones, de Jesús, de María y de San José.
No habrá otro camino o forma de atravesar este momento crucial del planeta, solo deben ser el testimonio de una conversión y de una redención interior alcanzada.
¿Qué esperan?
Este es el tiempo de los últimos apóstoles de Mi Hijo, es el tiempo de cerrar un ciclo de sufrimientos para comenzar un ciclo de esperanza renovada, la que será concretada con esfuerzo, amor y mucha dedicación.
El fin de este calvario planetario dependerá de su entrega y de su unión con Dios.
El Universo Celestial tiene todo para poder ayudarlos, deben mirar hacia el cielo y pedir, no con obsesión, sino con austeridad y fraternidad humana.
Rezo día y noche por ustedes.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
Que el sufrimiento de los corazones servidores de Mi Hijo sea aplacado.
Que la experiencia transitoria de este momento planetario sea ofrecida más allá de su repercusión, para que el Padre Eterno la reciba como la justificación y la expiación por todos los errores cometidos hasta el presente por esta sufrida humanidad.
Este es el tiempo de las almas víctimas de Mi Hijo; es el tiempo de ofrecerse para enmendar la injusticia que abraza a los corazones de toda la humanidad.
Estoy al lado de cada servidor de Cristo que vive, al igual que el resto del mundo, la experiencia de estar en el caos.
Esta es la hora tan esperada de la tribulación para todos, pero también es la hora de hacer emerger los talentos de la santidad que Mi Hijo les depositó hace mucho tiempo.
Sé que nunca atravesaron algo así como humanidad, pero ustedes deben recordar que, como esencias, estaban esperando que llegara este momento para poder servir incondicionalmente, a fin de que se cumpla el Plan Redentor de Mi Hijo.
Yo les pido, hijos Míos, que no abandonen la cruz de este tiempo, porque al final del camino de este calvario mundial se encontrarán con Mi Hijo y Él los librará de esta situación para siempre.
Solo que a cada hijo Mío le llegó la hora de transitar su prueba de amor crístico para que al fin la consciencia se confirme al Plan y a la Voluntad del Señor.
Este es un tiempo desconocido, impregnado de señales que, sí o sí, llevarán al cambio de la consciencia a través de lo que es impredecible.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Inspiramos y agradecemos la Presencia de nuestro Redentor.
Por un momento, cierren los ojos.
En este último día de Gracia y de celebración regresemos, en consciencia, a Tierra Santa y véanse allí, con los hombres y mujeres de Jerusalén y de toda Galilea, buscando las huellas del Pastor que llama a sus ovejas para que lo sigan.
Algunos recordarán los hechos de Mi vida pública, otros recordarán los pasos del Calvario, pero todos encontrarán a Cristo, Aquel que recorrió Tierra Santa para llamarlos a vivir el Amor redentor.
Algunos recordarán la multiplicación de los panes y de los peces, otros presenciarán el llamado a los apóstoles en el mar de Galilea.
Pero otras almas estuvieron en donde estuvo el Señor, predicando y enseñando, curando y sanando las heridas más profundas de la consciencia humana.
¿Cuántos de ustedes se sentaron a los Pies del Señor, en la casa de los justos o en la casa de los pecadores?
En aquel tiempo, la humanidad nunca hubiera podido comprender Mi tarea hasta que Yo no cargara la Cruz.
Quiero que se sientan, como en aquel tiempo, llamados por Mí para que, en este momento, lleven adelante Mi convocatoria, pero ahora una gran convocatoria al mundo entero, a todas las tribus que salieron de Israel, se expandieron por todo el mundo y aprendieron de las Enseñanzas de Cristo por medio de la Palabra de Dios.
Hoy hago un puente en el espacio-tiempo para que recuerden su compromiso Conmigo; pescadores, mujeres, ancianos, jóvenes y niños, presentes en la historia del Redentor, dentro de la experiencia de Su Corazón.
¿Cuál sería la razón de Yo venir al mundo en este momento si no fuera por lo que sucedió en el pasado?
Esa historia, que fue escrita en Tierra Santa, siempre será imborrable. Todo el universo la conoce profundamente, porque fue una coyuntura única para toda la humanidad.
Hoy sus Ángeles de la Guarda son testigos de este momento, de sentirse merecedores de las Gracias del Padre, aunque el corazón humano siga siendo imperfecto.
Pero hoy estoy como estuve una vez en el Monte de las Bienaventuranzas y desde ese monte sagrado hoy emito Mi Mensaje al mundo entero, como el Cristo que está retornando. Elevando Mis Manos al Cielo y abriendo los universos para que descienda la Gracia Divina, les digo: enmienden sus caminos.
Que sus corazones se curen.
Que sus vidas se rediman por la fuerza del Amor de Dios, que brota incansablemente del Corazón del Hijo.
Ámense mucho más de lo que se aman.
Sosténganse en la fuerza de la hermandad, en la unidad inquebrantable, en la fraternidad inmutable.
Sean embajadores de Mi Paz.
Que sus corazones vivan la eterna gratitud y el esfuerzo incansable por seguirme.
Sean señalados y ungidos por el Espíritu Santo, porque está llegando el tiempo de Mi regreso. Señales habrá en el Cielo, pero señales más profundas habrá en los corazones.
Se sentirán conmovidos por una fuerza mayor que llegará de la Fuente Suprema para hacer de sus corazones, corazones valientes dispuestos a llevar adelante Mis pedidos. Porque en la hora que sean juzgados, Yo los defenderé. En la hora que sean blasfemados, Yo les daré el poder de Mi silencio. En la hora que sean negados, Yo les daré Mi mansedumbre y vivirán cosas más grandes que las que Yo viví y, en esa hora, las reconocerán por ustedes mismos.
Porque si se aman los unos a los otros serán reconocidos como Mis apóstoles, pero si se aman más y viven la verdad, serán reconocidos como Mis pacificadores, porque no habrá miseria que no se resuelva, no habrá desierto que no sea atravesado, no habrá dolor que no sea curado, porque aquel que cree en Mí tendrá vida eterna y sabrá lo que es la vida eterna.
En la hora de su muerte, Yo acudiré y los auxiliaré, y la Ley de Mi Misericordia justificará sus errores y faltas, por todo lo que han vivido aquí Conmigo a través de los años.
Pero hay algo que deberán vivir por Mí, que es lo que Yo viví por ustedes, la soledad. Y en esa hora su fe no podrá ser tibia, porque si creen en Mí, lo superarán.
De las miserias, haré nuevos Cristos; de negadores, haré redimidos; de pecadores, haré bienaventurados.
Confíen en Mí, así como Yo confío en ustedes, así como Yo he confiado en los que Me abandonaron.
Mi Getsemaní, en este tiempo, es diferente. ¿Quién se arriesgará a vivirlo Conmigo?, para que Mi Misericordia pueda seguir salvando almas y redimiendo corazones. Hasta antes de que Yo retorne al mundo deberán tener todo esto presente en sus consciencias, porque lo necesitarán.
Así como hoy los llevo a recordar el compromiso Conmigo, así Yo los hago sucesores de la Obra de Mi Misericordia, así como lo hice con los apóstoles.
Llegará el tiempo en el que su casa y su reposo será el mundo entero, y todo lo que aquí han aprendido, por obra de la Misericordia de Dios, lo llevarán al mundo y lo compartirán fraternalmente con sus hermanos para que ellos sientan Mi Presencia y Mi Palabra. Sus voces cantarán en otros espacios, sus pies caminarán por otros lugares.
El Nuevo Testamento de Su Señor Jesucristo, el testamento de estos tiempos, llegará a las almas de los diferentes continentes, y Yo estaré allí para que vivan todo lo que deban vivir en Mi Nombre.
Infinita ha sigo la Gracia de Dios sobre ustedes.
El tiempo ha llegado. Mi Padre necesita ver a los Nuevos Cristos, no en las apariencias, sino en la propia vida, en la entrega incondicional y en el sacrificio por un solo fin, el triunfo de Mi Amor.
Por esa razón he venido aquí y he fundado esta Congregación para que sea la mediadora, junto con todos los hermanos del mundo que escuchan la Palabra del Señor, y prepare Mi Retorno en los corazones.
Después de siete Sagradas Semanas...
Me quedo en silencio para que no solo escuchen Mis Palabras, sino que las sientan, porque lo más importante para Mí, compañeros, es que sientan lo que Yo siento por ustedes.
Grande es el desafío en el fin de los tiempos. Grande es la aspiración de Nuestro Padre Madre Creador, pero uno es el camino que los hará retornar hacia Mí cuando hayan cumplido lo que Yo necesito, sin nada a cambio, hasta en el mayor vacío.
En estos siete años, Yo los llené de Mi Misericordia, los escuché en sus oraciones, los levanté de sus caídas y siempre, siempre, los renové.
Y así como Yo Me levanté del suelo tres veces después de haberme caído con la Cruz, hoy su cruz puede transformarse por la victoria de Mi Amor y de Mi entrega por el mundo, por la vivencia infinita y absoluta de los Sacramentos, por todos los que oran y adoran.
Es aquí en donde estableceré Mis pilares para Mi Retorno al mundo.
Es tanto lo que tengo para darle a la humanidad que aún Mi Amor no es entendido. Pero Yo los arrebaté, arrebaté sus vidas, corazones y consciencias. Y aún necesito más, porque después de siete años ya no son los mismos.
¿Han visto el milagro de la fe? La fe fue lo que Me llevó hasta la Cruz y fue lo que Me hizo besar la Cruz tres veces, por su rendición, por su misericordia, por su redención.
Mi Sangre aún sigue transfigurando la vida material. Sus vidas, por medio de los Sacramentos, deben ser los nuevos cálices para que Yo pueda entrar y hacerlos parte de Mí, para siempre.
Eso es lo que Me hará retornar al mundo con toda Mi Consciencia y todo Mi Ser. Podrán sentir la Presencia de su Maestro y llegará el momento del gran reencuentro cuando los vea cara a cara.
Vean Mi humilde Rostro iluminado, que se muestra al mundo para que escuchen y sientan el Corazón de Dios.
Yo solo quiero que sean en Mí, para que Yo pueda ser en todo el mundo.
Hoy Me siento descansando en ustedes. Su amor le trae renovación a Mi Espíritu para seguir dando más por la humanidad.
La cura que necesita hoy la humanidad llegará en pocos meses, y a través de este impulso que he dado durante estos ocho días, muchas consciencias cambiarán. La vida de las personas ya no serán las mismas, porque Mi Luz entró en muchos corazones en estos últimos días, y esa Gracia es incalculable.
Por eso, todo lo que puedan hacer por el Plan de Mi Padre es importante, para que la Gracia Suprema pueda descender y obrar. Crean que no son sus vidas las que actúan, sino que es Mi vida la que actúa a través de ustedes.
Rindan lo que aún no han rendido. Rediman lo que aún no han redimido, porque Yo los llamaré para obras mayores, así como los he llamado a través de estos tiempos para esta Obra Mayor.
Y vemos ahora, alrededor de Nuestro Señor, a los doce ángeles encargados de la Justicia Divina, que tienen entre sus manos una llama de luz.
Hoy he traído aquí a los seres angélicos más justos del universo, para que sean testigos de este momento y de este último día de la Sagrada Semana.
Reconozcamos las faltas del mundo y sus faltas, y pidamos la Gracia de la reconciliación y del perdón, hagámoslo internamente.
“Señor,
Dios de todo el universo,
que has creado la vida
para que todos Te amaran y Te adoraran,
escucha las súplicas de Mis compañeros,
cicatriza las heridas de los corazones,
renueva a los espíritus y a las consciencias
para que, impulsados por Tu Amor y por Tu Gracia,
alcancen algún día la redención”.
Por los méritos de la dolorosa y sufrida Pasión de su Maestro y Señor, por los méritos de la Bienaventurada siempre Virgen María y por los méritos de todos los seres servidores de buena voluntad, por la fe y el amor de los consecuentes, por el sacrificio de los incansables, por la caridad de los misioneros para curar el dolor de la humanidad, y bajo la autoridad Divina y Celestial del Padre Eterno, vengo a establecer por los méritos de la Cruz no solo el perdón, la reconciliación y la cura de las almas, sino que también vendré aquí para vivir, con todos los Míos, la octava y última Sagrada Semana.
Rezaré para que las fronteras de las naciones y de los pueblos estén abiertas para que vengan aquí y revivan Conmigo la Pasión de Cristo, como cierre del gran impulso del Hijo de Dios para la humanidad. Amén.
Vamos a prepararnos, en Presencia de Cristo, para esta especial consagración Eucarística, y vamos a invitar a todos nuestros hermanos del mundo que nos escuchan en este momento, en sus diferentes naciones y pueblos, a que se sumerjan en este ejercicio espiritual para poder sellar esta Alianza con Cristo, después de estos impulsos de la Sagrada Semana, y para que juntos, desde ahora, preparemos Su gran y última llegada en el año 2021.
Antes de comenzar esta celebración, en Presencia de Nuestro Señor Jesucristo, vamos a responder a un pedido de Cristo, que los hermanos del coro canten al final de este ejercicio la canción “Cara a cara”, para que se puedan preparar en este momento.
Y nosotros aquí, bañados por esta Gracia que brota del Corazón de Jesús, ofrecemos esta celebración en un profundo acto de agradecimiento por todas las Gracias e impulsos recibidos directamente del Corazón de nuestro Redentor.
Vamos a seguir con el instrumental, por favor.
Así como ofrecemos estos elementos del altar, vamos a ofrecernos a Nuestro Señor, así como Él se ofreció hoy una vez más a nosotros, para que nos haga merecedores de Su Misericordia, y por medio de Su santa fe nos fortalezca para vivir el apostolado de estos tiempos, para llevar Su Palabra, Su Amor y Su Paz al mundo.
Los que podamos, nos colocamos de rodillas para esta consagración.
Antes de Jesús haber sido entregado, en un profundo acto de Amor y de Misericordia por todos Sus compañeros y la humanidad, Él tomó el pan, lo elevó y dio gracias al Padre, pidiéndole profundamente con Su Corazón que fuera convertido en Su Cuerpo. Enseguida, Jesús lo partió y se lo ofreció a Sus compañeros, diciéndoles: “Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados”.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Y una forma de Luz entró en el alma de los apóstoles.
Terminada la Cena tomó el Cáliz y realizando el mismo ejercicio lo ofreció al Padre para que fuera convertido en Su Sangre. Enseguida, se lo ofreció a Sus compañeros, diciéndoles: “Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la nueva y eterna Alianza, que será derramada por su Señor para la remisión de todas las faltas. Hagan esto en memoria Mía”.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
El Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Bienaventurados los que se sirven de este Sacramento.
Padre Nuestro (en español y en inglés).
Que la Paz de Cristo descienda a la Tierra.
Señor,
yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una Palabra Tuya bastará para sanarme.
Amén.
Anunciamos en este momento la Comunión espiritual de Cristo con todos nuestros hermanos del mundo.
Escuchamos tres campanadas.
Padre Celestial que a todos conduces,
acepta nuestra oferta de entrega a Ti.
Guíanos por el camino del Amor,
para que Tu Voluntad sea hecha.
Amén.
Esto es el comienzo de algo más importante para el mundo. Una nueva historia está siendo escrita y sus vidas están en las Manos de Dios. Son como una pequeña pluma con la cual Él escribe para hacer nuevas todas las cosas.
Agradezco la fidelidad, el amor y el acompañamiento de todos los devotos del mundo en esta Sagrada Semana.
Que la Iglesia Celestial los guarde. Que la Iglesia Celestial los proteja de todo mal. Que la Iglesia Celestial eleve sus consciencias para que algún día, sus vidas y sus corazones se fundan en la Esencia del Amor de Dios, y así se cumpla Su Voluntad.
Con alegría y júbilo, los bendigo. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Les agradezco.
Podemos escuchar la canción que Nuestro Señor solicitó.
Gracias a todos.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Los quiero ver en este momento despojados, para que pueda llevar Mi tarea adelante en este día.
¡Háganlo!
Señor, yo que nada soy,
me entrego a Ti
para que hagas de mí Tu morada.
Amén.
(tres veces)
Aún hay Llagas que el mundo Me hace padecer.
Hoy, quiero que contemplen la Llaga de Mi Costado. Aquella Llaga que una vez derramó, en la Cruz, Agua y Sangre como la última y gran entrega de su Redentor.
A través de la Iglesia Celestial vayamos hasta el Monte Calvario, no para recordar Mi sufrimiento que aún es muy desconocido, sino para que conozcan Mi Victoria, que es la Victoria de Mi Padre a través de Su Hijo. Por eso, los necesito despojados.
El Señor está mostrando el Monte Calvario, entre humo y fuego, y Su Cruz vacía. A los pies de la Cruz está la gloriosa Madre. Coloquémonos al lado de Ella para que, junto a los ángeles de la Iglesia Celestial, contemplemos este momento y la revelación de este misterio que se guarda en el Arca de la Santa Alianza.
Vayamos al momento en el que Nuestro Señor expiró por última vez y tenía Su Cabeza extendida sobre Su Pecho. Contemplemos la Muerte de Jesús y cómo todos los coros angélicos se colocan a los Pies del Cordero de Dios, entre el humo y el fuego, para sentir la transformación del dolor en Amor.
Veamos a la Virgen Madre contemplando el misterio de esta entrega, siendo Su Corazón traspasado por compartir el dolor con Su Hijo, el dolor que redimió y que liberó.
Y en lo alto del cielo del Monte Calvario, vemos venir un ángel, el Arcángel Gabriel, con doce de Sus ángeles, llevando entre Sus manos un Cáliz para recoger los frutos de la Sangre del Señor.
En la aparente Muerte de Jesús, Él estaba más vivo, obrando y redimiendo los planos internos en todos los aspectos del planeta y en los mundos inferiores de la consciencia humana.
Contemplemos el Alma de Jesús, el Alma resplandeciente y viva, junto a los ángeles, limpiando los infiernos, elevando a las almas caídas, en el misterio de Su Amor.
Veamos el Alma de Jesús transfigurada, iluminada y glorificada, elevando al Cielo a los no escogidos, por medio del misterio de Su Muerte en la Cruz.
Y así, el Arcángel Gabriel desciende hasta lo alto del Monte Calvario y toma entre Sus manos la reliquia espiritual del Sagrado Corazón de Jesús. La Santa Madre tiene la revelación de ese misterio, así como hoy nosotros también la tenemos.
La Madre de Dios ofrece al Arcángel Gabriel el Corazón de Su Hijo para que la expansión y la obra de la Misericordia sea más fuerte.
Ofrezcamos nuestro corazón imperfecto, nuestro corazón humano, para que sea considerado y aceptado por el Arca de la Santa Alianza.
En honor a los méritos de nuestro Redentor, nos mantenemos en lo alto del Monte Calvario, contemplando el dolor de la Muerte y la victoria de la Luz, siendo bañados y colmados por los misterios de Nuestro Señor.
Ahora veamos, en este momento y en esta aparición, la piedad de María con Su Hijo en Sus brazos, Santa María Magdalena, San Juan el apóstol, José de Arimatea y algunas de las santas mujeres, todos contemplando, en la Muerte de Jesús, la vida del Alma de Jesús. Y cómo, desde el Pecho de Cristo, una luz profunda emerge de Su Corazón herido. Es la Luz del Amor de Dios, incansable, que no se deja de entregar por Amor a Sus hijos.
Coloquemos nuestras manos en señal de recepción, estamos en lo alto del Monte Calvario junto a Nuestra Señora y a los compañeros de Cristo, y también con los ángeles del Arcángel Gabriel, que guardan las reliquias de Nuestro Señor, los frutos y los tesoros de Su experiencia en la Tierra.
Y en lo alto del Monte Calvario vemos la Consciencia de Dios que se aproxima, Emmanuel.
Guardemos en nuestro corazón la Luz del Amor de Cristo, así como Nuestra Señora y las santas mujeres guardaron esa Luz en sus corazones.
"Señor,
yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra Tuya bastará para sanarme".
Amén.
Repetimos.
Ahora, veamos esa Luz que emergió del Corazón de Cristo en nosotros. Sintamos la Presencia de Jesús, Su amorosa Presencia, el Amor que transforma y que sana, el Amor que acepta y que comprende, el Amor que calma y que trae la vida nueva.
Elevemos más nuestras consciencias, así como lo hace el Arcángel Gabriel, llevando la reliquia espiritual del Sagrado Corazón de Jesús a la Iglesia Celestial.
Y ahora, veámonos dentro de la Iglesia Celestial. Nuestras almas están allí nuevamente, contemplando también este misterio revelado en lo alto del Monte Calvario.
El Arcángel Gabriel deposita dentro del Arca Sagrada la reliquia espiritual del Sagrado Corazón de Jesús, guardando la herida del Corazón de Cristo como el gran ofrecimiento del Amor de Dios por toda la Creación.
El Arca de la Santa Alianza se ilumina hasta desaparecer por la intensa luz. Toda la Iglesia Celestial se ilumina. Nuestras almas desaparecen por la intensa luz y toda la Creación se ilumina en el plano espiritual, mental y material, y toda la vida se ilumina.
Hoy el planeta recibe el misterio del Corazón de Jesús, guardado en el Arca de la Santa Alianza.
Nuestra Señora, la Virgen María, vestida como Esposa de Dios, tiene entre Sus manos alianzas. Ella, estando al lado del Arca Sagrada, las ofrece como un paso más en la consagración de nuestras almas. Nuestras almas aparecen ante Nuestra Señora, en el centro del altar de la Iglesia Celestial.
El Sagrado Corazón aún sigue iluminando todos los espacios de la Creación. Y detrás del Arca de la Santa Alianza, en el templo principal, está Nuestro Señor sentado en el Trono, junto a los veinticuatro Ancianos, los Ancianos del Apocalipsis.
María, en Su humildad, ofrece esas alianzas a los hijos que quieran aceptar el camino de la cristificación, en este tiempo de la humanidad.
Nuestra Señora espera, ante el escenario de la Iglesia Celestial, que Sus hijos se aproximen en alma, para tomar la alianza, ante la Mirada paternal de Jesús.
Traedme aquí las alianzas de las nuevas auxiliadoras. Nuestro Señor las ha solicitado para que, en este ejercicio, todos nosotros también vivamos esta consagración y renovación de votos.
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que por el Nacimiento, la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Cristo demostraste Tu Amor misericordioso al mundo, recibe en Tu Iglesia Celestial la aceptación de nuestras almas, de esta alianza eterna con Tu Divino Espíritu a fin de que se cumpla Tu Voluntad.
Quisiera que aprendieran a vivir en Mi Reino todo el tiempo, porque Yo siempre estoy allí, compartiendo los frutos del Amor con los ángeles y los bienaventurados. Es así, que su unión con Mi Reino Celestial hará emerger la santidad de sus vidas, y la imperfección será transformada a través de los Sacramentos de Amor que Yo les entregué.
Adoremos este momento y preparémonos para esta consagración y celebración eucarística, trayendo a nuestra consciencia todo lo que el Señor hoy nos ha revelado. No salgamos de ese espacio y de ese lugar. Sintámonos abrazando el madero de la Cruz y expresando nuestra gratitud por el triunfo del Amor de Cristo en toda la humanidad. Amén.
Incienso. Agua bendita.
Señor, ofrecemos este incienso en Tu Altar como elevación de nuestras almas y consciencias a Tu Reino Celestial, para que las almas que más necesitan, en este momento, sean tocadas por la Luz de Tu Amor y de Tu consagración. Amén.
Bautízanos, Señor, con el Agua de Tu Espíritu, para que cada parte de nuestro ser sea bendecida por Tu Luz. Amén.
Ahora, hermanas, hagan su ofrecimiento interno a Nuestro Señor, para que este momento sea sellado por la alianza con Su Sagrado Corazón.
Y ahora que todo ya fue consumado, llegó el momento más importante para su Maestro y Señor, en el que Él puede recordar y revivir la entrega de Su Amor a Sus compañeros.
Ante el poder de la Iglesia Celestial, ofrézcanse también en este momento al Altísimo, para que los méritos de la Pasión de Cristo sean parte de sus seres.
Jesús, cuando estaba reunido con Sus apóstoles, conociendo los misterios de Su Sacrificio, tomó el pan, lo elevó y dio gracias al Padre para que fuera transubstanciado en Su Cuerpo. Enseguida lo partió y lo ofreció a Sus compañeros diciendo: "Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados".
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
(en portugués)
Enseguida, terminada la Cena, tomó el Cáliz y lo elevó, ofreciéndose nuevamente por cada uno de nosotros, para que el vino fuera transubstanciado en Su Sangre. Y así, Él lo ofreció a Sus compañeros diciendo: "Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la nueva y eterna Alianza que será derramada por su Señor para la remisión de todas las faltas. Hagan esto en memoria Mía".
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
(en portugués)
En el vacío de nuestro ser, en la entrega de nuestra alma, somos colmados a través de la Iglesia Celestial de los méritos gloriosos y victoriosos de Nuestro Señor.
Y así, como Cristo lo enseñó en lo alto del Monte de las Bienaventuranzas, recemos:
Padre Nuestro (en arameo, portugués e inglés).
Que la Paz de Cristo descienda a la Tierra.
Y a través de tres campanadas nos unimos a nuestros hermanos del mundo entero para anunciar la Comunión espiritual.
"Señor,
yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra Tuya bastará para sanarme".
Amén.
Y a pedido de Nuestro Señor vamos a cantar: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa”, para unirnos a este momento de consagración de las hermanas auxiliadoras.
Recuerden todo lo que hoy les he dicho, porque lo necesitarán en los tiempos que vendrán. El Amor que proviene de Dios siempre será un Amor triunfante y eterno, y es ese Amor que los fortalecerá y los unificará con Mi Padre.
Que, en este tiempo, el Amor esté por encima de la indiferencia, para que los corazones se abran, sientan y glorifiquen al Dios que está en los Cielos, al Dios de la Creación.
Les agradezco por haberme acompañado en el misterio de lo alto del Monte Calvario, en la victoria de la Cruz y de la Paz.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Nos recogemos en el Corazón del Señor, reviviendo Sus Palabras y Sus impulsos.
Cerramos esta transmisión con el corazón lleno de gratitud y de alegría, por ser nuevamente ungidos por Nuestro Señor.
Gracias a todos.
Aprende a contemplar y a adorar la Sangre de Cristo, sabiendo que cada gota derramada por el Señor representa Su ilimitado Amor por cada ser y por la propia vida.
Pon tus ojos sobre el Cristo del Calvario y sabe que Su Amor, aun sin la Cruz, ya superó y renovó toda la Creación, pero Su oferta fue más allá y, derramando Sangre y Agua, perpetuó la Gracia de la salvación y de la redención para todos los seres de la Tierra y más allá de ella.
Que tus ojos puestos sobre la Sangre derramada de Cristo te concedan la comprensión y la experiencia de lo que es la rendición y la entrega, de lo que es dar todo por amor.
El Agua que fue derramada por Cristo representó la ilimitada Misericordia que, además de verter toda Su Sangre, vertió también Agua para dar todo de Sí, en la materia y en el espíritu.
Juntos, Sangre y Agua representan el misterio de un Amor aún incomprendido por los hombres; Amor al que son llamados a renovar y a superar para que todo se recree y la evolución encuentre un nuevo comienzo, una vida mayor de unión con el Padre Creador.
Comienza, entonces, contemplando en tu corazón la Sangre de Cristo y el Agua que fue vertida de Su Cuerpo, para que así penetres en Sus Misterios y ellos te inspiren y conduzcan a una imitación más verdadera del Amor de Cristo.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más