Maratón de la Divina Misericordia
MENSAJE EXTRAORDINARIO DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, TRANSMITIDO EN MALDONADO, URUGUAY, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA LA 121.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
             
Vengan a Mi Océano de Misericordia y en fe caminen sobre las aguas, así como Yo le dije a Pedro. Antes de que su fe se debilitara, él caminó sobre las aguas, sin percibirlo.

Esto es lo que hoy los invito a hacer nuevamente. Necesito que el mundo camine hacia lo desconocido, para aprender a superar los miedos de todo aquello que no puede controlar o retener.

Yo vengo a enseñarles el camino, porque Yo Soy el Camino. Yo ya estuve con ustedes en Tierra Santa y ustedes estuvieron Conmigo, más cerca de lo que se pueden imaginar.

¿Cuántas veces tocaron Mi túnica? ¿Cuántas veces, en Tierra Santa, rogaron por Mi bendición? ¿En cuántas oportunidades escucharon Mi Voz, predicando y enseñando el Evangelio? ¿Cuántos de ustedes siguieron los pasos de la Cruz del Señor, hasta lo alto del Monte Calvario?

Recuerden todo lo que una vez vivieron Conmigo y tengan fe, porque Cielo y Tierra pasarán, mas Mis Palabras permanecerán en los corazones que creen en Mí.

Y hoy, estoy aquí, sobre los mares de Uruguay, porque vengo a cumplir con Mi promesa, el Señor está retornando y con Él retornarán todas las estrellas, todos los soles y todo el firmamento.

Felices serán los que caminen Conmigo hasta el final, superando sus propios miedos, transcendiendo sus propios obstáculos, confiando plenamente en el Amor de Mi Corazón.

He aquí el Corazón Vivo del Maestro, que palpita de Amor por las almas; es un Corazón sediento de los que están perdidos y agonizando. Pero, Mi Misericordia y el Océano de Mi Amor son más grandes que todo este océano.

Yo nací por ustedes, Yo viví por ustedes y por ustedes morí en la Cruz, por ustedes resucité al tercer día y por ustedes ascendí a los Cielos para poder retornar en algún momento al mundo.

En sus almas está escrita la historia que nos une, que nos hace reencontrar una y otra vez, a través de los tiempos. Yo estoy al lado de los que caminan en Mi Camino y Mi Mano se extiende para bendecirlos con el Amor de Mi Padre.

Hoy, vengo con un Mensaje de gratitud para todos los uruguayos; para los que trabajan, día a día, preparando Mi Retorno; para los que esperan encontrarme, cara a cara, como Santa María Magdalena Me encontró en el huerto del Sepulcro.

Hoy, los llamo por su nombre, así como llamé a María Magdalena, para decirles que aquí estoy.

Mi Presencia es inmutable. Mi Amor es inextinguible. Mi Consciencia no cambia, sino evoluciona. Así como ustedes pueden evolucionar, dando los pasos que son necesarios en estos tiempos, ante un mundo herido y ultrajado por el conflicto y la guerra, por la crueldad y la maldad.

Pero, Yo vengo a traerles, a ustedes y a sus hermanos, toda la esperanza que hay en el Reino de los Cielos y toda la alegría de servir a Dios incansablemente, haciendo lo mejor hasta el fin.

A través de este momento, Yo vengo a estar con ustedes para que Me puedan sentir y reconocer como su Maestro, como Aquel a Quien le fueron lavados los Pies con las lágrimas de las santas mujeres, como Aquel que fue ungido por el aceite santo de las santas mujeres.

Mi sostén estaba en ellas y el sostén de las santas mujeres estaba en Mí, y así se manifestaba la Fraternidad Blanca. Hoy, ustedes forman parte de esa misma Fraternidad, porque ya nos conocemos y nos sabemos. Por eso, no se detengan en lo que es material y concreto ni tampoco en lo que es mental.

Dejen y permitan que sus corazones crezcan en el amor, en la bondad y en la misericordia. Que sus vidas sean Mi gesto de Amor para el mundo, a pesar de las ofensas, a pesar de los agravios y a pesar de las indiferencias que puedan vivir.

Hagan todo en nombre de Mi Amor, para que el Amor reine en el mundo y en la humanidad; para que el Amor retorne a los corazones que lo están perdiendo por el sufrimiento, el vacío, la angustia y la desesperación.

Que sus vidas sean Mi ejemplo en el mundo, el ejemplo de la Presencia incansable del Señor, que no se detiene, que no descansa; porque el Pastor trabaja por Sus rebaños para que todos alcancen la meta espiritual que está escrita en la esencia profunda de cada ser.

Deseo que este año que comienza sea un año de mayor concordia, esperanza y paz. Que se puedan reconocer, los unos a los otros, como hermanos de un mismo camino y de un mismo Padre que está en los Cielos; porque Yo Soy el Señor de Israel y vengo a recordarle el Llamado de Dios al mundo entero.

Detengan el caos, detengan los conflictos, disuelvan las discordias.

Ámense, así como Yo los amo.

Vivan, así como Yo vivo, y la Verdad los liberará para siempre.

Sobre estos océanos y, más aún, en sus corazones, el Señor hoy encuentra reposo. Porque Yo quiero estar en ustedes, así como espero que ustedes quieran estar en Mí, en comunión con la vida infinita, en unión con todo el universo.

En esta Maratón, recemos, compañeros, para que sea un año de más esperanza, paz y justicia, para que el amor sustituya a la venganza, para que la paz sustituya al odio, para que el bien sustituya al mal, para que la unidad sustituya a la indiferencia, para que el perdón sustituya al error.

Oremos para que se alcance la paz en el mundo y el fin de la guerra, de todas las guerras en sus diferentes manifestaciones y formas; a fin de que las almas alcancen el alivio, la cura y la redención.

Yo los reúno en el nombre de la Gracia.

Yo les agradezco por estar aquí Conmigo, en la simplicidad y en la humildad del espíritu; porque allí está Dios, en la simplicidad y en la humildad del espíritu.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Apariciones extraordinarias
APARICIÓN EXTRAORDINARIA DE CRISTO JESÚS, DE LA VIRGEN MARÍA Y DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO SANTUARIO DE LA CREACIÓN, BALNEÁRIO CAMBORIÚ, SANTA CATARINA, BRASIL, A LOS VIDENTES FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oremos:

Quien está en Dios nada teme.
Quien está en Dios no retrocede.
Quien está en Dios vive del Amor de Dios.
Esta es la fuerza de hoy.
En Dios, en Dios, en Dios.
Amén.
(tres veces)

A través del Sagrado Corazón de Mi Hijo, hoy les traemos, a este Centro Mariano y su fundación, uno de los Aspectos de Dios, dentro de Sus 72 Nombres Sagrados. 

El Aspecto de Dios que protegerá a este Centro Mariano y su tarea espiritual será el Nombre El Gibbor; para que la fortaleza, la fe, la compasión y el amor impulse, a través de este Centro Mariano, la elevación de todas las almas hacia el Reino de Dios; para que no solo el ser humano, sino también los Reinos de la Naturaleza sean recibidos aquí en espíritu, para que sean curados y redimidos.

Sé que están delante de un Aspecto de Dios desconocido, pero si sus almas se unen a Nuestros Tres Sagrados Corazones, comprenderán ese Aspecto de Dios por medio de la Ciencia y de la Sabiduría que les proporciona.

Porque la aspiración del Padre Eterno es que este Centro Mariano, como un punto de Luz en el planeta, refleje los Atributos de la Fuente Suprema, aquellos Atributos internos que la humanidad necesitará para poder regenerarse y curarse para que, finalmente, se cumpla el surgimiento de la Nueva Humanidad.

Hoy, Nuestros Tres Sagrados Corazones, como receptáculos de los Atributos de Dios, están aquí con todos ustedes, están aquí por la nación de Brasil y por todas las Américas; para que los pueblos de este continente sean conducidos hacia el Propósito de Dios y, por medio de los Ángeles de las Naciones de América Latina, todas las poblaciones y culturas de esta región del planeta puedan aproximarse a cumplir el Proyecto de Dios; aquel Proyecto que infelizmente está siendo oprimido y silenciado.

Pero, en este momento, Yo los vuelvo a invitar a estar en la oración. Yo los invito a silenciarse. Yo los invito a tener sabiduría y discernimiento, porque lo que sucederá en esta parte del planeta, podría afectar al resto del mundo.

Por eso, a través de Nuestra Presencia, a través de la Presencia de los Tres Sagrados Corazones, no solo venimos aquí para dar comienzo al ciclo de este Centro Mariano en su tarea espiritual y en su tarea interna, sino que también estamos aquí, hijos amados, para detener lo que se pretende que suceda sobre la superficie de este continente.

Su fidelidad a Nosotros ha sido muy significativa y la respuesta en la consagración de nuevos Hijos de María. Esto representa para Dios, así como Él nos dijo en este momento, que es posible establecer, en la superficie del planeta, el Proyecto que Él siempre quiso realizar en esta humanidad.

Hijos Míos, no se preocupen si no alcanzan los Misterios del Padre, primero amen los Misterios de Dios para después poder comprenderlos; sigan en fidelidad y obediencia lo que les dicta la Jerarquía Espiritual.

Yo estoy aquí y Soy su Madre, su Madre Universal, su Madre Celestial, la Madre de todo el Brasil, la Madre de toda Sudamérica, y tengo Mis Brazos extendidos hacia ustedes. Una vez más, les ofrezco Mis Manos para que se puedan tomar fuerte y seguir adelante. Porque como humanidad, en la superficie de la Tierra, han demostrado después de estos dos años que es posible seguir adelante cuando tan solo las almas aman de verdad.

Ahora, hijos Míos, les quiere decir algo San José. Escúchenlo.

 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de San José:

Así como el Cielo se abre hoy delante de sus corazones, él también se puede abrir en el interior de cada uno de ustedes.

Hoy, delante de los Sagrados Corazones, permitan que sus almas aprendan del misterio de la fe para que, mucho más allá de lo que suceda delante de sus ojos, la verdad que pulsa en sus corazones, invisible para la mayoría de los seres humanos, pueda sustentar sus vidas y así, hijos Míos, la Promesa de Dios siempre sea una realidad para cada uno de ustedes.

A través de la fe, encontrarán este Reino que hoy se manifiesta delante de ustedes. Contemplen esta realidad en su interior, y así sabrán que cielo y tierra podrán pasar, pero el Amor Divino permanecerá vivo en la esencia de todo aquel que cree. Aunque sus ojos no vean, sus corazones son capaces de sentir y, a través de ellos, penetrar el misterio.

Muchas cosas sucederán en el mundo y les traerán desesperanza a los hombres, harán que sus corazones sientan el dolor y el sufrimiento que una vez Mi Hijo sintió tanto en Su Agonía como en la Cruz. Pero, así como lo hizo el Corazón de Cristo, hoy los llamo a transmutar este dolor a través de un Amor Mayor, a través de la fe en aquello que pulsa en su interior y les revela lo que verdaderamente son y a través de la madurez del corazón, la madurez espiritual, que ya llegó el tiempo de que puedan experimentar.

Sean responsables, hijos, de sus elecciones, de sus acciones, de cada paso que dan, desde el primer pensamiento que tienen, al iniciar el día, hasta los sentimientos que emiten, las miradas, las acciones.

Rueguen a Dios para que sus acciones sean puras, para que sus vidas sean puras, porque ya llegó el tiempo de que una nueva vida despunte en la humanidad, y ustedes se comprometieron desde el principio a que, a través de los pasos de su redención, pudieran vivir esta nueva vida.

Y esa vida, hijos, es como la vida de Cristo en el Calvario. Alrededor de ustedes habrá caos, confusión, dolor; pero en su interior el Amor de Dios se renueva, nace un amor desconocido, incluso para el Corazón del Padre. Y es a través de ese amor que una nueva genética y un nuevo hombre comienzan a nacer, un Amor que sus células pueden vivir, que se expande desde su esencia hacia toda la consciencia.

Y, a pesar de que hoy eso les parezca imposible, solo les pido que tengan fe y que este Don Divino que hoy desciende del Cielo sobre sus vidas, encuentre un lugar en sus corazones para transformar sus vidas en algo que jamás pensaron.

No tengan miedo, pero sean firmes. El mundo los arrastrará por caminos que no son correctos. La batalla se vivirá dentro y fuera de ustedes; pero, a través de la oración, encontrarán refugio y, en los lugares sagrados, donde la Consciencia Divina habita, allí reencontrarán la paz.        

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Queridos hijos, hoy Mi Manto es el Manto de Brasil. El Manto que representa la vida de todo este pueblo y de toda la naturaleza, de una vida que infelizmente ha sido transgredida y violada.

No permitan, hijos Míos, que el Brasil sea un lugar más del enemigo. La fuerza de su oración y de su fe puede transformarlo todo. 

Si consiguieron atravesar el calvario de los dos últimos años, es señal, hijos Míos, que es posible seguir adelante, aunque duela.

Por eso, ahora, el Rey del Universo, el Hijo del Sol, en nombre de los Tres Sagrados Corazones, de Jesús, de María y de San José bendecirá y consagrará este Centro Mariano; y así, consagrará a todos los Hijos de María que hoy se postularon ante Mi Materno e Inmaculado Corazón para ser fieles y firmes en el servicio de la oración perpetua. 

Los invito a colocarse de pie.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de Cristo Jesús:

Así como esa llama que tienen encendida delante de sus corazones, llama que representa la Luz, el Amor y la Sabiduría de Dios para todo este planeta, para toda la humanidad; que esta llama se replique y se multiplique no solo en los seres humanos, sino también en los Reinos de la Naturaleza, que en estos tiempos de emergencia necesitan ser comprendidos, acogidos y amados, protegidos y cuidados, como parte vital de la Creación.

Si esta comunión con los Reinos de la Naturaleza se diera a través de su servicio orante, por medio del Centro Mariano Santuario de la Creación, les aseguró que no solo Brasil, sino también otras regiones del mundo estarán más protegidas, aunque el planeta demuestre en este tiempo su caos en la superficie. 

En sus manos está la decisión, en sus manos está el poder de la oración, el poder de permitir que el Cielo descienda a la Tierra, como en este momento. 

Que no solo el Hijo del Padre, sino también la Santísima Madre y el Casto Corazón de San José, en esta Unidad Trina, concedan al Brasil y al mundo la expiación que necesitan para sobrellevar este actual Apocalipsis.

No permitan que los Sellos del Libro del Apocalipsis se abran. Acojan las profecías, pero no las provoquen. 

Sean consecuentes en todo lo que hacen y viven. No se olviden de los Mandamientos, de una vida de servicio, de una vida de amor en la familia, entre todos sus seres queridos. No permitan que la célula de la familia se siga dividiendo.

Recuerden que ustedes y sus familias son parte del Proyecto esperado de Dios, el Sagrado Proyecto del pueblo de Israel.

Recuerden que esta parte del planeta es la promesa de la cuna de la Nueva Humanidad, en donde todo el planeta y la humanidad, a través de este lugar como de los Reinos de la Naturaleza, podrán regenerarse y curarse.

En los Reinos de la Naturaleza está la cura que necesitan, en los Reinos de la Naturaleza está la paz que ustedes buscan en este tiempo.

No permitan que sus vidas se vuelvan superficiales e indiferentes, abracen con el corazón abierto a toda la Creación y les aseguro que no perderán la paz. 

Delante de la Fuente Suprema, delante de los Ángeles y de los Arcángeles, Padres Creadores, que concibieron esta belleza del planeta Tierra, delante de los servidores del Cosmos y de la Tierra, delante de todos los consecuentes en la oración y el servicio por el otro, delante de la Aspiración de Dios, de Su Proyecto; que la Fuente Suprema a través del Corazón de Cristo, del Corazón Inmaculado de María y del Castísimo Corazón de San José, a través del Poder Supremo de El Gibbor, bendiga y consagre a este Centro Mariano, para que sea un verdadero Santuario de la Creación, que conceda a las almas y a los Reinos la cura y la redención que necesitan, para que todos estén en comunión con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo, en nombre del Amor y de la Sabiduría.

Yo los bendigo y los consagro como Centro Mariano Santuario de la Creación y como Hijos de la Madre Divina, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Y, para comprender la importancia de este encuentro, les ofreceré Mi Cuerpo y Mi Sangre, a través de la Celebración Eucarística.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Queridos hijos, también consagraré, a través de la autoridad de Mi Hijo, a una pequeña e inocente alma, que llegó al mundo de un lugar especial del universo. A través del Sacramento del Bautismo, esa alma recibirá no solo la renovación, sino también el recuerdo de su compromiso con Dios para el próximo tiempo.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de San José:

A través de Mi Casto Corazón y la autoridad que Me ha dado Cristo, como Siervo del Redentor, como Vigilante y Protector de las almas, a través del Castísimo Corazón de San José, la Gracia que les ofrecerá hoy Mi Corazón será la Unción para que la Señal Luminosa de la Cruz de Emmanuel siempre los guíe y los proteja.

Ya que, en este tiempo, será necesario discernir antes de actuar, meditar antes de obrar, para que sean consecuentes con la Ley.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de Cristo Jesús:

De esta forma, Nuestros Tres Sagrados Corazones se alegran y bendicen este encuentro, dando inicio a este ciclo de la Peregrinación por la Paz, para que las almas recuperen la esperanza que perdieron, recuperen la alegría que les fue robada y sientan el júbilo de ser Hijos de Dios. Nunca lo olviden, a través de Mi Corazón Misericordioso llegarán a Dios.

Cantemos el Himno de la Consagración de los Hijos de María; pero, todos cantemos, los que están aquí y los que están en sus casas, renovando los votos internos de la consagración para este ciclo de servicio junto a la Jerarquía Divina. 

Los Tres Sagrados Corazones agradecen por haber respondido al llamado. 

Como Cristo Redentor, que la Paz sea en ustedes y en sus hermanos. 

Que así sea. 

Amén.

APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL SEXTO DÍA DE LA SAGRADA SEMANA, EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Póstrense a los pies del Calvario y reconozcan Mi Legado.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
 

“Omnipotente Padre del Universo y de la Tierra,
máximo Poder entre todos los poderes universales,
sagrada Corriente Ígnea del Universo Cósmico,
Espejo inextinguible del universo, Alianza perpetua y eterna.
¡Oh, sublime Padre del Universo,
Regente Mayor entre todos los regentes,
soberano Señor de las Alturas,
¡Sagrada Emanación entre todas las emanaciones divinas!
¡Oh, sublime Señor,
Fuente purísima y hermosa,
¡Amor poderoso y supremo!
¡Oh, Gracia eterna de Dios,
¡Luz Mayor entre todas las tinieblas!
¡Oh, victorioso Corazón de Dios!
Por los méritos alcanzados por Tu Hijo, Tu Siervo y Servidor,
a los pies de este Calvario espiritual,
reintegra en la consciencia humana del planeta
el victorioso triunfo de Tu Hijo Jesús,
sobre todos los infiernos y entidades malignas.
Que el poderoso Cetro del Arcángel Miguel descienda,
con su Consciencia Divina,
para hacer temblar a los infiernos de este mundo
y para que todo se paralice un momento,
para que el triunfo de Tu Amor, Adonai,
se dé y se cumpla en toda la humanidad.
Amén”.

 

Sigamos concentrados en la Luz de Mi Propósito, en la eterna Fuente de la Luz de Dios, en donde quedó registrado el sagrado Calvario de su Maestro y Señor.

Por eso, hoy les digo a sus personas humanas que no sean una llaga más en Mi Cuerpo, sino que sean aquellos que ungen el Cuerpo herido de Jesús por medio de sus oraciones, de los Sacramentos y, sobre todo, de la fe que los hace formar parte de Mi Cuerpo Místico, aquel Cuerpo eterno del Hijo de Dios integrado por todas las almas del mundo dentro de Mi Iglesia Celestial.

Por eso, acompañen a su Señor en este momento glorioso de la Cruz, en el que los Códigos de vida, de amor, de perdón y de resurrección espiritual descienden sobre el mundo para llegar a las almas más necesitadas de Mi Luz crística.

Ustedes, de una manera profunda, son conscientes y también son partícipes de esta tarea interna de su Maestro y Señor, especialmente con aquellas almas caídas que fueron derrotadas por los ejércitos del mal y que, a través del poder de Mi Amor, hoy vengo a salvarlas, a todas ellas, por los tiempos que vendrán.

Por eso, hoy la oscuridad se detiene en el mundo y las almas más miserables son contempladas a los pies de este Calvario espiritual, así como ustedes hoy también están a los pies de este Calvario espiritual de su Maestro y Señor, un Calvario más profundo y difícil que el que Yo viví por ustedes, aquí en este planeta.

Un Calvario espiritual que Yo los invito a penetrar a través del corazón, del espíritu y de la consciencia que creen en Mi Legado crístico, registrado en cada una de las estrellas de este universo como también de otros mundos.

Dios, a través de Su Hijo, nunca podría haber encarnado en este planeta para una tarea pequeña. Su expresión material tenía que ser humilde, simple y casta por medio de la Sagrada Familia; pero Su poder, Su omnipotencia y Su esplendor deberían ser grandiosos en los planos internos, porque es allí en donde comienzan todas las cosas.

Mientras la aparente derrota del Hijo de Dios era vista por todos en aquel tiempo, los infiernos no podían soportar la Sangre derramada por Mi Cuerpo, gota a gota, tocando el suelo y cada parte del Calvario. Imaginen, por un momento, qué hacían los Ángeles del Señor con cada gota de Sangre y con cada Código de Luz que, por Amor, se derramaba en el mundo.

Tengan ahora sus consciencias en esos hechos y no solo vean el sufrimiento que su Maestro vivió, que fue un sufrimiento indescriptible, sino también vean el triunfo de su Señor a través de uno de los principales aspectos de Dios, la Voluntad.

La Voluntad de Dios es lo que Me permitió llevar la Cruz hasta lo alto del Monte Calvario. Ahora, después de la renovación de sus votos en el Jueves Santo, ¿serían capaces de llevar esa Cruz por Voluntad de Dios y no solo verlo como un simbolismo, sino como la realidad verdadera y profunda de hacer todo lo posible y un poco más para que el mundo deje de sufrir su propia condenación y perdición?

Por eso, Yo los vengo a renovar a través de la Cruz; para que sus vidas, consciencias y, sobre todo, sus células no le tengan miedo al sacrificio, a la renuncia y a la obediencia irrestricta a Nuestro Padre Creador.

Si el mundo de hoy fuera obediente ya no habría pandemia, la desobediencia de los seres humanos es la causa de muchos males.

¿Acaso Dios no habría podido resolver ya esta situación planetaria? ¿Dónde está la cura de la humanidad?

No se olviden de la obediencia, compañeros, primero como códigos de vida para ustedes mismos y segundo como un principio de lealtad con el Señor del Universo; pero la mayoría de los hijos de Dios no tiene responsabilidad por todo lo que hoy sucede.

Muchos fueron llamados a cristificarse a través de estos tiempos. Muchos fueron llamados a entregar su vida, así como el Hijo de Dios la entregó en las Manos de Dios. 

Ustedes no serán crucificados, ustedes vivirán lo que el universo les envíe, pero sus corazones deben estar abiertos para poder percibir cuál es su enseñanza en cada momento, cuál es la prueba que el universo les invita a superar por Mí.

No dejen de contemplar dentro de ustedes ese Calvario espiritual que hoy les ofrezco, y que les ofrezco también a sus hermanos del mundo entero que ya viven el caos de la humanidad.

Pero por medio de Mi Paz y del poder de la Luz de Mis Llagas, que hoy son signos para su ascensión y sublimación, Yo los invito a elevar sus consciencias y a salir de manera inteligente de la mentira y del caos de este tiempo, porque Yo viví cosas semejantes por ustedes y en ningún momento de la Pasión y del Calvario los abandoné.

Que el triunfo de su transformación, que la redención de sus corazones, que la ascensión de sus consciencias sean la nueva victoriosa cruz que cada una de sus vidas ofrecerá a Dios para que se cumpla Su Plan.

Ahora, cierren sus ojos por un momento y en lo alto del Calvario espiritual vean la victoria de Mi Sagrado Corazón, ante el dolor y el sufrimiento que fue vivido por Su Señor.

Contemplen Sus cinco poderosas Llagas, las Llagas de Sus Manos, de Sus Pies y de Su Costado; y cómo María, Mi Madre, cuando Me tuvo en Sus brazos, en la sagrada piedad del Calvario, Ella limpió Mis Llagas con cada uno de Sus besos, haciendo parte de sí todo el dolor que Yo viví.

Besen Mis Llagas y reciban Mi Luz, Mi Luz crística.

En ese aparente escenario de derrota, contemplen el Alma de Jesús, redimiendo y transfigurando a todas las consciencias y a todos los abismos; y ennoblezcan este momento con el honor que Él merece ante el esplendoroso Árbol de la Vida, ante los frutos de la Pasión y la Muerte de Jesús.

Sobre ese Calvario que quedó registrado en la memoria de la humanidad para siempre, vean a Mi Madre teniéndome en Sus brazos cuando Me bajaron de la Cruz y la Cruz se iluminó como un poderoso símbolo sobre todo mal.

Y así, vean a Juan, a María Magdalena, a José de Arimatea, al soldado romano, todos contemplando la sagrada Muerte de Jesús, que fue la muerte absoluta del pecado a través del Amor y de la Misericordia de Dios que volvió a iluminar al mundo y a todas sus criaturas.

Contemplen el mismo misterio que contemplaron Mi Madre y Sus seguidores. Contemplen la entrega de Dios, un misterio desconocido, una entrega ofrecida a través de la Muerte de Su Hijo Jesús.

En este día, los invito a morir para ustedes mismos, para que a partir de ahora sean otras personas, sean Mis llamas flameantes de paz en el mundo, sean Mi propio testimonio de su redención.

 

"Padre,
Eli, Eli, Olam,
Iod He Vaud He, Shekinah,
envía Tu Espíritu, envía Tu Espíritu,
envía Tu Espíritu y cura a la Tierra
por los méritos de Mi dolorosa Pasión.
Eli, Eli, retorna a Tus hijos,
arrebata sus vidas y haz resucitar, con Tu Espíritu,
a toda la vida imperfecta.
Adonai,
envía el soplo de Tu Espíritu,
la consolación de Tu Alma,
así como Tú Me la enviaste en el Huerto Getsemaní;
Te lo pido, Padre,
porque hoy no saben lo que hacen.
Míralos, Señor, con Tus Ojos de Misericordia,
con el Amor de Tu Corazón,
con la Sabiduría de Tu Consciencia
y a través de Mi redentora Cruz
haz nuevas todas las cosas
para que las almas vivan Tu Voluntad
y Tus ángeles levanten las cruces de Tus hijos
para que ya no se sientan atormentados,
perturbados o enloquecidos.
Que Tu Alma, Señor,
ilumine cada espacio de la consciencia.
Por eso, Eli,
ofrezco Mi Sangre espiritual
para que purifique a Tus hijos
y los haga, en este día,
partícipes de la Comunión Espiritual con Mi Cruz,
la Cruz del sacrificio.
Amén.
Amén.
Amén".
 


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Todos los que escuchen en este momento y que tengan consigo una cruz pueden elevarla para que Cristo, Nuestro Señor, la bendiga y haga de nuestra cruz, de nuestro calvario y del calvario de este mundo, una victoria de amor, de luz y de redención para que las almas sean bendecidas por el Espíritu de Dios, sean renovadas y sanadas por la Sangre de Jesús.


En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Ahora lleven la cruz hacia el corazón y sientan la fortaleza de Jesús y el Amor misericordioso de Su Corazón por todas las criaturas de la Tierra.


Me quedaré un momento más en silencio para que, a través de una canción llamada “Cristo del Calvario”, en este día de la sagrada Cruz, cada una de las almas sea la cruz de la victoria, de la redención, de la rendición y de la humildad, en honor a Nuestro Padre Celestial.

Los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Los escucho.

Contemplemos el Calvario espiritual.

APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL OCTAVO DÍA DE LA SAGRADA SEMANA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Inspiramos y agradecemos la Presencia de nuestro Redentor.

Por un momento, cierren los ojos.

En este último día de Gracia y de celebración regresemos, en consciencia, a Tierra Santa y véanse allí, con los hombres y mujeres de Jerusalén y de toda Galilea, buscando las huellas del Pastor que llama a sus ovejas para que lo sigan.

Algunos recordarán los hechos de Mi vida pública, otros recordarán los pasos del Calvario, pero todos encontrarán a Cristo, Aquel que recorrió Tierra Santa para llamarlos a vivir el Amor redentor.

Algunos recordarán la multiplicación de los panes y de los peces, otros presenciarán el llamado a los apóstoles en el mar de Galilea.

Pero otras almas estuvieron en donde estuvo el Señor, predicando y enseñando, curando y sanando las heridas más profundas de la consciencia humana.

¿Cuántos de ustedes se sentaron a los Pies del Señor, en la casa de los justos o en la casa de los pecadores?

En aquel tiempo, la humanidad nunca hubiera podido comprender Mi tarea hasta que Yo no cargara la Cruz.

Quiero que se sientan, como en aquel tiempo, llamados por Mí para que, en este momento, lleven adelante Mi convocatoria, pero ahora una gran convocatoria al mundo entero, a todas las tribus que salieron de Israel, se expandieron por todo el mundo  y aprendieron de las Enseñanzas de Cristo por medio de la Palabra de Dios.

Hoy hago un puente en el espacio-tiempo para que recuerden su compromiso Conmigo; pescadores, mujeres, ancianos, jóvenes y niños, presentes en la historia del Redentor, dentro de la experiencia de Su Corazón.

¿Cuál sería la razón de Yo venir al mundo en este momento si no fuera por lo que sucedió en el pasado?

Esa historia, que fue escrita en Tierra Santa, siempre será imborrable. Todo el universo la conoce profundamente, porque fue una coyuntura única para toda la humanidad.

Hoy sus Ángeles de la Guarda son testigos de este momento, de sentirse merecedores de las Gracias del Padre, aunque el corazón humano siga siendo imperfecto.

Pero hoy estoy como estuve una vez en el Monte de las Bienaventuranzas y desde ese monte sagrado hoy emito Mi Mensaje al mundo entero, como el Cristo que está retornando. Elevando Mis Manos al Cielo y abriendo los universos para que descienda la Gracia Divina, les digo: enmienden sus caminos.

Que sus corazones se curen.

Que sus vidas se rediman por la fuerza del Amor de Dios, que brota incansablemente del Corazón del Hijo.

Ámense mucho más de lo que se aman.

Sosténganse en la fuerza de la hermandad, en la unidad inquebrantable, en la fraternidad inmutable.

Sean embajadores de Mi Paz.

Que sus corazones vivan la eterna gratitud y el esfuerzo incansable por seguirme.

Sean señalados y ungidos por el Espíritu Santo, porque está llegando el tiempo de Mi regreso. Señales habrá en el Cielo, pero señales más profundas habrá en los corazones.

Se sentirán conmovidos por una fuerza mayor que llegará de la Fuente Suprema para hacer de sus corazones, corazones valientes dispuestos a llevar adelante Mis pedidos. Porque en la hora que sean juzgados, Yo los defenderé. En la hora que sean blasfemados, Yo les daré el poder de Mi silencio. En la hora que sean negados, Yo les daré Mi mansedumbre y vivirán cosas más grandes que las que Yo viví y, en esa hora, las reconocerán por ustedes mismos.

Porque si se aman los unos a los otros serán reconocidos como Mis apóstoles, pero si se aman más y viven la verdad, serán reconocidos como Mis pacificadores, porque no habrá miseria que no se resuelva, no habrá desierto que no sea atravesado, no habrá dolor que no sea curado, porque aquel que cree en Mí tendrá vida eterna y sabrá lo que es la vida eterna.

En la hora de su muerte, Yo acudiré y los auxiliaré, y la Ley de Mi Misericordia justificará sus errores y faltas, por todo lo que han vivido aquí Conmigo a través de los años.

Pero hay algo que deberán vivir por Mí, que es lo que Yo viví por ustedes, la soledad. Y en esa hora su fe no podrá ser tibia, porque si creen en Mí, lo superarán.

De las miserias, haré nuevos Cristos; de negadores, haré redimidos; de pecadores, haré bienaventurados.

Confíen en Mí, así como Yo confío en ustedes, así como Yo he confiado en los que Me abandonaron.

Mi Getsemaní, en este tiempo, es diferente. ¿Quién se arriesgará a vivirlo Conmigo?, para que Mi Misericordia pueda seguir salvando almas y redimiendo corazones. Hasta antes de que Yo retorne al mundo deberán tener todo esto presente en sus consciencias, porque lo necesitarán.

Así como hoy los llevo a recordar el compromiso Conmigo, así Yo los hago sucesores de la Obra de Mi Misericordia, así como lo hice con los apóstoles.

Llegará el tiempo en el que su casa y su reposo será el mundo entero, y todo lo que aquí han aprendido, por obra de la Misericordia de Dios, lo llevarán al mundo y lo compartirán fraternalmente con sus hermanos para que ellos sientan Mi Presencia y Mi Palabra. Sus voces cantarán en otros espacios, sus pies caminarán por otros lugares.

El Nuevo Testamento de Su Señor Jesucristo, el testamento de estos tiempos, llegará a las almas de los diferentes continentes, y Yo estaré allí para que vivan todo lo que deban vivir en Mi Nombre.

Infinita ha sigo la Gracia de Dios sobre ustedes.

El tiempo ha llegado. Mi Padre necesita ver a los Nuevos Cristos, no en las apariencias, sino en la propia vida, en la entrega incondicional y en el sacrificio por un solo fin, el triunfo de Mi Amor.

Por esa razón he venido aquí y he fundado esta Congregación para que sea la mediadora, junto con todos los hermanos del mundo que escuchan la Palabra del Señor, y prepare Mi Retorno en los corazones.

Después de siete Sagradas Semanas...

Me quedo en silencio para que no solo escuchen Mis Palabras, sino que las sientan, porque lo más importante para Mí, compañeros, es que sientan lo que Yo siento por ustedes.

Grande es el desafío en el fin de los tiempos. Grande es la aspiración de Nuestro Padre Madre Creador, pero uno es el camino que los hará retornar hacia Mí cuando hayan cumplido lo que Yo necesito, sin nada a cambio, hasta en el mayor vacío.

En estos siete años, Yo los llené de Mi Misericordia, los escuché en sus oraciones, los levanté de sus caídas y siempre, siempre, los renové.

Y así como Yo Me levanté del suelo tres veces después de haberme caído con la Cruz, hoy su cruz puede transformarse por la victoria de Mi Amor y de Mi entrega por el mundo, por la vivencia infinita y absoluta de los Sacramentos, por todos los que oran y adoran.

Es aquí en donde estableceré Mis pilares para Mi Retorno al mundo.

Es tanto lo que tengo para darle a la humanidad que aún Mi Amor no es entendido. Pero Yo los arrebaté, arrebaté sus vidas, corazones y consciencias. Y aún necesito más, porque después de siete años ya no son los mismos.

¿Han visto el milagro de la fe? La fe fue lo que Me llevó hasta la Cruz y fue lo que Me hizo besar la Cruz tres veces, por su rendición, por su misericordia, por su redención.

Mi Sangre aún sigue transfigurando la vida material. Sus vidas, por medio de los Sacramentos, deben ser los nuevos cálices para que Yo pueda entrar y hacerlos parte de Mí, para siempre.

Eso es lo que Me hará retornar al mundo con toda Mi Consciencia y todo Mi Ser. Podrán sentir la Presencia de su Maestro y llegará el momento del gran reencuentro cuando los vea cara a cara.

Vean Mi humilde Rostro iluminado, que se muestra al mundo para que escuchen y sientan el Corazón de Dios.

Yo solo quiero que sean en Mí, para que Yo pueda ser en todo el mundo.

Hoy Me siento descansando en ustedes. Su amor le trae renovación a Mi Espíritu para seguir dando más por la humanidad.

La cura que necesita hoy la humanidad llegará en pocos meses, y a través de este impulso que he dado durante estos ocho días, muchas consciencias cambiarán. La vida de las personas ya no serán las mismas, porque Mi Luz entró en muchos corazones en estos últimos días, y esa Gracia es incalculable.

Por eso, todo lo que puedan hacer por el Plan de Mi Padre es importante, para que la Gracia Suprema pueda descender y obrar. Crean que no son sus vidas las que actúan, sino que es Mi vida la que actúa a través de ustedes.

Rindan lo que aún no han rendido. Rediman lo que aún no han redimido, porque Yo los llamaré para obras mayores, así como los he llamado a través de estos tiempos para esta Obra Mayor.

Y vemos ahora, alrededor de Nuestro Señor, a los doce ángeles encargados de la Justicia Divina, que tienen entre sus manos una llama de luz.

Hoy he traído aquí a los seres angélicos más justos del universo, para que sean testigos de este momento y de este último día de la Sagrada Semana.

Reconozcamos las faltas del mundo y sus faltas, y pidamos la Gracia de la reconciliación y del perdón, hagámoslo internamente.

“Señor, 
Dios de todo el universo,
que has creado la vida
para que todos Te amaran y Te adoraran,
escucha las súplicas de Mis compañeros,
cicatriza las heridas de los corazones,
renueva a los espíritus y a las consciencias
para que, impulsados por Tu Amor y por Tu Gracia,
alcancen algún día la redención”.
 

Por los méritos de la dolorosa y sufrida Pasión de su Maestro y Señor, por los méritos de la Bienaventurada siempre Virgen María y por los méritos de todos los seres servidores de buena voluntad, por la fe y el amor de los consecuentes, por el sacrificio de los incansables, por la caridad de los misioneros para curar el dolor de la humanidad, y bajo la autoridad Divina y Celestial del Padre Eterno, vengo a establecer por los méritos de la Cruz no solo el perdón, la reconciliación y la cura de las almas, sino que también vendré aquí para vivir, con todos los Míos, la octava y última Sagrada Semana.

Rezaré para que las fronteras de las naciones y de los pueblos estén abiertas para que vengan aquí y revivan Conmigo la Pasión de Cristo, como cierre del gran impulso del Hijo de Dios para la humanidad. Amén.

Vamos a prepararnos, en Presencia de Cristo, para esta especial consagración Eucarística, y vamos a invitar a todos nuestros hermanos del mundo que nos escuchan en este momento, en sus diferentes naciones y pueblos, a que se sumerjan en este ejercicio espiritual para poder sellar esta Alianza con Cristo, después de estos impulsos de la Sagrada Semana, y para que juntos, desde ahora, preparemos Su gran y última llegada en el año 2021.

Antes de comenzar esta celebración, en Presencia de Nuestro Señor Jesucristo, vamos a responder a un pedido de Cristo, que los hermanos del coro canten al final de este ejercicio la canción “Cara a cara”, para que se puedan preparar en este momento.

Y nosotros aquí, bañados por esta Gracia que brota del Corazón de Jesús, ofrecemos esta celebración en un profundo acto de agradecimiento por todas las Gracias e impulsos recibidos directamente del Corazón de nuestro Redentor.

Vamos a seguir con el instrumental, por favor.

Así como ofrecemos estos elementos del altar, vamos a ofrecernos a Nuestro Señor, así como Él se ofreció hoy una vez más a nosotros, para que nos haga merecedores de Su Misericordia, y por medio de Su santa fe nos fortalezca para vivir el apostolado de estos tiempos, para llevar Su Palabra, Su Amor y Su Paz al mundo.

Los que podamos, nos colocamos de rodillas para esta consagración.

Antes de Jesús haber sido entregado, en un profundo acto de Amor y de Misericordia por todos Sus compañeros y la humanidad, Él tomó el pan, lo elevó y dio gracias al Padre, pidiéndole profundamente con Su Corazón que fuera convertido en Su Cuerpo. Enseguida, Jesús lo partió y se lo ofreció a Sus compañeros, diciéndoles: “Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados”.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.

Y una forma de Luz entró en el alma de los apóstoles.

Terminada la Cena tomó el Cáliz y realizando el mismo ejercicio lo ofreció al Padre para que fuera convertido en Su Sangre. Enseguida, se lo ofreció a Sus compañeros, diciéndoles: “Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la nueva y eterna Alianza, que será derramada por su Señor para la remisión de todas las faltas. Hagan esto en memoria Mía”.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.

El Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Bienaventurados los que se sirven de este Sacramento.

Padre Nuestro (en español y en inglés).

Que la Paz de Cristo descienda a la Tierra.

Señor,
yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una Palabra Tuya bastará para sanarme.
 Amén.

Anunciamos en este momento la Comunión espiritual de Cristo con todos nuestros hermanos del mundo.

Escuchamos tres campanadas.

Padre Celestial que a todos conduces,
acepta nuestra oferta de entrega a Ti.
Guíanos por el camino del Amor,
para que Tu Voluntad sea hecha.
Amén.

Esto es el comienzo de algo más importante para el mundo. Una nueva historia está siendo escrita y sus vidas están en las Manos de Dios. Son como una pequeña pluma con la cual Él escribe para hacer nuevas todas las cosas.

Agradezco la fidelidad, el amor y el acompañamiento de todos los devotos del mundo en esta Sagrada Semana.

Que la Iglesia Celestial los guarde. Que la Iglesia Celestial los proteja de todo mal. Que la Iglesia Celestial eleve sus consciencias para que algún día, sus vidas y sus corazones se fundan en la Esencia del Amor de Dios, y así se cumpla Su Voluntad.

Con alegría y júbilo, los bendigo. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Les agradezco.

Podemos escuchar la canción que Nuestro Señor solicitó.

Gracias a todos.

APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL SEGUNDO DÍA DE LA SAGRADA SEMANA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Los quiero ver en este momento despojados, para que pueda llevar Mi tarea adelante en este día.

¡Háganlo!

Señor, yo que nada soy,
me entrego a Ti
para que hagas de mí Tu morada.
Amén.
(tres veces)

Aún hay Llagas que el mundo Me hace padecer.

Hoy, quiero que contemplen la Llaga de Mi Costado. Aquella Llaga que una vez derramó, en la Cruz, Agua y Sangre como la última y gran entrega de su Redentor.

A través de la Iglesia Celestial vayamos hasta el Monte Calvario, no para recordar Mi sufrimiento que aún es muy desconocido, sino para que conozcan Mi Victoria, que es la Victoria de Mi Padre a través de Su Hijo. Por eso, los necesito despojados.

El Señor está mostrando el Monte Calvario, entre humo y fuego, y Su Cruz vacía. A los pies de la Cruz está la gloriosa Madre. Coloquémonos al lado de Ella para que, junto a los ángeles de la Iglesia Celestial, contemplemos este momento y la revelación de este misterio que se guarda en el Arca de la Santa Alianza.

Vayamos al momento en el que Nuestro Señor expiró por última vez y tenía Su Cabeza extendida sobre Su Pecho. Contemplemos la Muerte de Jesús y cómo todos los coros angélicos se colocan a los Pies del Cordero de Dios, entre el humo y el fuego, para sentir la transformación del dolor en Amor.

Veamos a la Virgen Madre contemplando el misterio de esta entrega, siendo Su Corazón traspasado por compartir el dolor con Su Hijo, el dolor que redimió y que liberó.

Y en lo alto del cielo del Monte Calvario, vemos venir un ángel, el Arcángel Gabriel, con doce de Sus ángeles, llevando entre Sus manos un Cáliz para recoger los frutos de la Sangre del Señor.

En la aparente Muerte de Jesús, Él estaba más vivo, obrando y redimiendo los planos internos en todos los aspectos del planeta y en los mundos inferiores de la consciencia humana.

Contemplemos el Alma de Jesús, el Alma resplandeciente y viva, junto a los ángeles, limpiando los infiernos, elevando a las almas caídas, en el misterio de Su Amor.

Veamos el Alma de Jesús transfigurada, iluminada y glorificada, elevando al Cielo a los no escogidos, por medio del misterio de Su Muerte en la Cruz.

Y así, el Arcángel Gabriel desciende hasta lo alto del Monte Calvario y toma entre Sus manos la reliquia espiritual del Sagrado Corazón de Jesús. La Santa Madre tiene la revelación de ese misterio, así como hoy nosotros también la tenemos.

La Madre de Dios ofrece al Arcángel Gabriel el Corazón de Su Hijo para que la expansión y la obra de la Misericordia sea más fuerte.

Ofrezcamos nuestro corazón imperfecto, nuestro corazón humano, para que sea considerado y aceptado por el Arca de la Santa Alianza.

En honor a los méritos de nuestro Redentor, nos mantenemos en lo alto del Monte Calvario, contemplando el dolor de la Muerte y la victoria de la Luz, siendo bañados y colmados por los misterios de Nuestro Señor.

Ahora veamos, en este momento y en esta aparición, la piedad de María con Su Hijo en Sus brazos, Santa María Magdalena, San Juan el apóstol, José de Arimatea y algunas de las santas mujeres, todos contemplando, en la Muerte de Jesús, la vida del Alma de Jesús. Y cómo, desde el Pecho de Cristo, una luz profunda emerge de Su Corazón herido. Es la Luz del Amor de Dios, incansable, que no se deja de entregar por Amor a Sus hijos.

Coloquemos nuestras manos en señal de recepción, estamos en lo alto del Monte Calvario junto a Nuestra Señora y a los compañeros de Cristo, y también con los ángeles del Arcángel Gabriel, que guardan las reliquias de Nuestro Señor, los frutos y los tesoros de Su experiencia en la Tierra.

Y en lo alto del Monte Calvario vemos la Consciencia de Dios que se aproxima, Emmanuel.

Guardemos en nuestro corazón la Luz del Amor de Cristo, así como Nuestra Señora y las santas mujeres guardaron esa Luz en sus corazones.

"Señor,
yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra Tuya bastará para sanarme".
Amén.

Repetimos.

Ahora, veamos esa Luz que emergió del Corazón de Cristo en nosotros. Sintamos la Presencia de Jesús, Su amorosa Presencia, el Amor que transforma y que sana, el Amor que acepta y que comprende, el Amor que calma y que trae la vida nueva.

Elevemos más nuestras consciencias, así como lo hace el Arcángel Gabriel, llevando la reliquia espiritual del Sagrado Corazón de Jesús a la Iglesia Celestial.

Y ahora, veámonos dentro de la Iglesia Celestial. Nuestras almas están allí nuevamente, contemplando también este misterio revelado en lo alto del Monte Calvario.

El Arcángel Gabriel deposita dentro del Arca Sagrada la reliquia espiritual del Sagrado Corazón de Jesús, guardando la herida del Corazón de Cristo como el gran ofrecimiento del Amor de Dios por toda la Creación.

El Arca de la Santa Alianza se ilumina hasta desaparecer por la intensa luz. Toda la Iglesia Celestial se ilumina. Nuestras almas desaparecen por la intensa luz y toda la Creación se ilumina en el plano espiritual, mental y material, y toda la vida se ilumina.

Hoy el planeta recibe el misterio del Corazón de Jesús, guardado en el Arca de la Santa Alianza.

Nuestra Señora, la Virgen María, vestida como Esposa de Dios, tiene entre Sus manos alianzas. Ella, estando al lado del Arca Sagrada, las ofrece como un paso más en la consagración de nuestras almas. Nuestras almas aparecen ante Nuestra Señora, en el centro del altar de la Iglesia Celestial.

El Sagrado Corazón aún sigue iluminando todos los espacios de la Creación. Y detrás del Arca de la Santa Alianza, en el templo principal, está Nuestro Señor sentado en el Trono, junto a los veinticuatro Ancianos, los Ancianos del Apocalipsis.

María, en Su humildad, ofrece esas alianzas a los hijos que quieran aceptar el camino de la cristificación, en este tiempo de la humanidad.

Nuestra Señora espera, ante el escenario de la Iglesia Celestial, que Sus hijos se aproximen en alma, para tomar la alianza, ante la Mirada paternal de Jesús.

Traedme aquí las alianzas de las nuevas auxiliadoras. Nuestro Señor las ha solicitado para que, en este ejercicio, todos nosotros también vivamos esta consagración y renovación de votos.

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que por el Nacimiento, la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Cristo demostraste Tu Amor misericordioso al mundo, recibe en Tu Iglesia Celestial la aceptación de nuestras almas, de esta alianza eterna con Tu Divino Espíritu a fin de que se cumpla Tu Voluntad.

Quisiera que aprendieran a vivir en Mi Reino todo el tiempo, porque Yo siempre estoy allí, compartiendo los frutos del Amor con los ángeles y los bienaventurados. Es así, que su unión con Mi Reino Celestial hará emerger la santidad de sus vidas, y la imperfección será transformada a través de los Sacramentos de Amor que Yo les entregué.

Adoremos este momento y preparémonos para esta consagración y celebración eucarística, trayendo a nuestra consciencia todo lo que el Señor hoy nos ha revelado. No salgamos de ese espacio y de ese lugar. Sintámonos abrazando el madero de la Cruz y expresando nuestra gratitud por el triunfo del Amor de Cristo en toda la humanidad. Amén.

Incienso. Agua bendita.

Señor, ofrecemos este incienso en Tu Altar como elevación de nuestras almas y consciencias a Tu Reino Celestial, para que las almas que más necesitan, en este momento, sean tocadas por la Luz de Tu Amor y de Tu consagración. Amén.

Bautízanos, Señor, con el Agua de Tu Espíritu, para que cada parte de nuestro ser sea bendecida por Tu Luz. Amén.

Ahora, hermanas, hagan su ofrecimiento interno a Nuestro Señor, para que este momento sea sellado por la alianza con Su Sagrado Corazón.

Y ahora que todo ya fue consumado, llegó el momento más importante para su Maestro y Señor, en el que Él puede recordar y revivir la entrega de Su Amor a Sus compañeros.

Ante el poder de la Iglesia Celestial, ofrézcanse también en este momento al Altísimo, para que los méritos de la Pasión de Cristo sean parte de sus seres.

Jesús, cuando estaba reunido con Sus apóstoles, conociendo los misterios de Su Sacrificio, tomó el pan, lo elevó y dio gracias al Padre para que fuera transubstanciado en Su Cuerpo. Enseguida lo partió y lo ofreció a Sus compañeros diciendo: "Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados".

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos. 
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos. 
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos. 
Amén. 
(en portugués)

Enseguida, terminada la Cena, tomó el Cáliz y lo elevó, ofreciéndose nuevamente por cada uno de nosotros, para que el vino fuera transubstanciado en Su Sangre. Y así, Él lo ofreció a Sus compañeros diciendo: "Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la nueva y eterna Alianza que será derramada por su Señor para la remisión de todas las faltas. Hagan esto en memoria Mía".
 

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos. 
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos. 
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos. 
Amén. 
(en portugués)

En el vacío de nuestro ser, en la entrega de nuestra alma, somos colmados a través de la Iglesia Celestial de los méritos gloriosos y victoriosos de Nuestro Señor.

Y así, como Cristo lo enseñó en lo alto del Monte de las Bienaventuranzas, recemos:

Padre Nuestro (en arameo, portugués e inglés).

Que la Paz de Cristo descienda a la Tierra.

Y a través de tres campanadas nos unimos a nuestros hermanos del mundo entero para anunciar la Comunión espiritual.

"Señor,
yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra Tuya bastará para sanarme".
Amén.

Y a pedido de Nuestro Señor vamos a cantar: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa”, para unirnos a este momento de consagración de las hermanas auxiliadoras.

Recuerden todo lo que hoy les he dicho, porque lo necesitarán en los tiempos que vendrán. El Amor que proviene de Dios siempre será un Amor triunfante y eterno, y es ese Amor que los fortalecerá y los unificará con Mi Padre.

Que, en este tiempo, el Amor esté por encima de la indiferencia, para que los corazones se abran, sientan y glorifiquen al Dios que está en los Cielos, al Dios de la Creación.

Les agradezco por haberme acompañado en el misterio de lo alto del Monte Calvario, en la victoria de la Cruz y de la Paz.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Nos recogemos en el Corazón del Señor, reviviendo Sus Palabras y Sus impulsos.

Cerramos esta transmisión con el corazón lleno de gratitud y de alegría, por ser nuevamente ungidos por Nuestro Señor.

Gracias a todos.

Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA LA 82.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Hoy necesito que coloquen en consideración todo lo que hice en este lugar y en otros lugares del mundo, porque todo lo que sucedió tuvo un propósito mayor y desconocido para gran parte del mundo.

Colocando su consciencia en el sentido de lo que Yo quise hacer, sus comprensiones, su conocimiento y hasta su sabiduría, no se limitarán a la mente, sino al alma que es la que recibe el impulso de Mi misericordioso Corazón.

No habría otra forma de que Yo llegue al mundo, en este ciclo, para anunciar a la humanidad Mi Retorno. Pero aún nadie sabe cómo eso sucederá y lo que acontecerá en la hora en la que Yo retorne.

A través de los años Yo les di algunos ejemplos, pero depende de cada uno de ustedes profundizar en el sentido espiritual de ese acontecimiento.

¿Acaso Mi Retorno no sería parte de este acontecimiento actual? ¿Quién lo podría censurar? ¿Por qué razón habría que hacer eso? ¿Quién tiene la autoridad, el Padre o los hombres?

Así como Yo les hablo, en este momento, es como Yo hablé en el templo y en muchos lugares de Tierra Santa, para que las almas aprendieran correctamente lo que estaba sucediendo con la Presencia de su Maestro y Señor en aquellos tiempos.

Pero este tiempo es diferente. La humanidad es muy influenciada, el mensaje es modificado, usurpado e interferido, y las almas caen en esos grandes agujeros de inconsciencia e ignorancia; pero la Palabra de Dios es irrefutable, sobre todo, cuando ella desciende con poder y autoridad.

Yo vengo aquí a anunciarles la Palabra de Dios y ninguna otra cosa.

No soy el Cristo de la nueva era, soy el Cristo del ayer y de hoy, el Señor del eterno presente. He dado testimonio de Mi Presencia a través de los tiempos no solo dentro de Mi Iglesia, sino también fuera de Mi Iglesia.

¿Acaso la Casa de Mi Padre no es para todos? ¿Quién tendría autoridad para decir lo contrario?

El Poder está en Dios, en el Hijo y en el Espíritu Santo, y es en eso que Yo los invito a creer y a vivir. Así todos serán bautizados por Mi Espíritu, porque cuando Yo regrese al mundo, físicamente, vendré por todos.

¿Qué sentido tendría venir solamente por los cristianos?

El universo se moverá, los elementos se sacudirán y el planeta lo sentirá cuando el Hijo del Hombre retorne al mundo.

Yo vine y vengo por la humanidad, porque les enseño a religarse con Dios, a seguir las enseñanzas del Evangelio, a ser parte de la vivencia de los Sacramentos y a profundizar, día a día, en el sentido de la oración.

¿Eso solamente es para los que Me conocen? ¿Cuál sería la razón de haber muerto por ustedes?

Mi sacrificio fue por la humanidad entera y por todas las generaciones que pasaron por la Tierra hasta el presente. Y ese sacrificio seguirá teniendo valor, poder y autoridad, porque es el Padre que está en los Cielos, el que le da autoridad y poder. Yo soy parte del Padre y el Padre es parte de Mí, y todas Sus criaturas pueden ser parte de Mi Corazón misericordioso.

Mi mensaje es para los que están despiertos y para los que no están despiertos, porque Mi Propósito no es para los entendidos ni los eruditos, es para las almas que son las que deberán seguir viviendo en la eternidad, a Mi lado, para siempre.

Pero si Yo no hablo así para el mundo, la humanidad sigue sumergiéndose en la ignorancia y en la influencia de otros hombres.

Es momento de que comprendan este gran acontecimiento que están viviendo en este lugar y a nivel mundial.

Cuántas almas están siendo llamadas a renovar su fe, su compromiso con Mi Iglesia Celestial y el valor de los Sacramentos, que Yo les enseñé hace mucho tiempo.

Así siempre podrán estar a Mi lado y nadie ni nada los confundirá, porque estarán en Cristo y vivirán por Cristo, siendo celadores de las Enseñanzas que Yo les dejé no solo en el Evangelio, sino a través de este llamado que he reiterado en estos últimos siete años.

Ese valor del Legado que les entregué en estos últimos tiempos, que es parte de la Palabra de Dios para los corazones abiertos, no puede ser despreciado, desmerecido o censurado, porque en verdad, compañeros, nadie conoce la esencia de la Palabra de Dios y el poder transformador que ella tiene cuando llega a los corazones y a la vida de las personas.

El Cielo viene al encuentro de los autoconvocados, no de los que se resisten ni de los que niegan lo que sucede aquí. Cada uno vivirá lo que necesita. Recuerden que su elección es lo que los salvará o los condenará, y eso no depende de ninguna religión ni de ningún movimiento espiritual.

Pero Yo estoy aquí para mostrarles la Verdad. Yo les dije que soy la Verdad, el Camino y la Vida, y ustedes deben reconocerlo en sus corazones y en su unión Conmigo a través del Plan redentor de Mi Padre.

Hay un camino que aún la humanidad no recuperó, que es el camino de la redención. Por esa razón sufrí por ustedes, no solo en la Pasión y en la Cruz, sino en cada momento que estuve aquí entre ustedes anunciando Mi Buena Nueva.

Aún Yo seguiré viniendo al mundo cuanto sea necesario y cuanto lo necesite Mi Padre Celestial. Y eso no será impedido, obstruido o interferido, porque nadie conoce, en ninguna parte de este planeta, lo que significa el Poder y el Deseo de Dios.

Los invito en humildad y reverencia, y en profunda gratitud, a unirse a la Voluntad de Mi Padre, porque Yo soy parte de Su Voluntad. Si eso no fuera así no habría razón y motivo de estar aquí hablándole al mundo, llevando Mi Palabra a los corazones.

Despierten y no se dejen engañar. Muchos lobos circundan Mis Iglesias, y eso ya lo saben. La Iglesia tiene mucho que enmendar por sus hechos y acciones a través de los siglos.

¿Quién lo enmendará?

Por ahora, un solo hombre que ha dado la vida por Mí, no por sus palabras, sino por sus hechos, el santo Padre Francisco. Yo lo coloqué allí para que Me ayude en el momento más difícil de la humanidad y él sabe, en su corazón, que lo que Yo estoy haciendo aquí es cierto, porque infunde verdad de transformación y de redención de las almas, de renovación de la fe y de la unión cada vez más profunda con los Sacramentos.

¿Eso está fuera de la Ley?

Que sus corazones no se llenen de malas palabras, más bien que sus labios se llenen de oraciones, porque lo que ha sucedido aquí a través de los años es justo a los Ojos de Dios. Nadie tiene la autoridad de reprocharlo ni de juzgarlo porque Yo soy el Cristo, Quien lo ha pedido y establecido.

Si quieren saber la verdad, vengan a ver con sus propios ojos y a sentir con sus propios corazones. Las almas que aquí se encuentran han dado la vida por Mí y eso no puede ser ofendido porque estarán fuera de la Ley, y la Ley actuará conforme a sus acciones.

Yo les pedí que se amaran los unos a los otros, pero ustedes aún aman sus propias voluntades, por eso el mundo sufre. Y amarse los unos a los otros no es amar su propia creencia o religión, es amar a la humanidad, a los Reinos de la Naturaleza, a la Creación. No sean más injustos porque Yo ya no podré interceder por ustedes.

Ustedes saben a quiénes les hablo.

No puedo dejar que se engañen a sí mismos. Mi Presencia y Mi Palabra es para el mundo entero, porque cuando llegue el momento más difícil, que día a día se aproxima, en esa hora será en la que los hombres y mujeres de la Tierra, más allá de sus religiones o acciones, recibirán un potentísimo golpe en la consciencia, y cada uno verá delante de sí lo que ha hecho de esta vida. Y en esa hora, tendrán la última Gracia de arrepentirse o de condenarse.

Quisiera ocupar Mi Palabra en lo que verdaderamente le sucede al mundo, cuántas almas en el mundo que son sinceras y verdaderas, cuántos corazones que sienten sin comprender y sin ver, esperan por este momento, cada nuevo mes, para escuchar a su Señor y sacar fuerzas, valentía y esperanza entre tanta maldad y sufrimiento.

Yo los invito a guardar los Mandamientos, a vivirlos y a ejercerlos, pero es tiempo de que sientan y comprendan todo lo que Yo estoy haciendo, porque es por un bien mayor, por el bien del mundo entero, de los que más necesitan, de los que más suplican, de los que se pierden.

Yo los invito a que colaboren con la Obra de su Maestro y Señor, y a que no la censuren. No quiero ver a nuevos fariseos, porque ya los tuve frente a Mis Ojos.

¿Acaso condenarán lo que les estoy diciendo en este tiempo?

Yo sufrí por ustedes, fui fuertemente golpeado, azotado y malherido. Mi Cuerpo y Mi Sangre se derramó en cada paso del Calvario. Y aunque muchas veces sentí que no llegaría al fin o que moriría en el camino, la fidelidad, la obediencia y la transparencia de las santas mujeres y de muchos seguidores Míos, fue lo que Me dio fuerza para continuar, bajo el abrazo maternal de Mi Madre.

Yo necesito esa actitud de ustedes y ninguna otra, porque nunca comprenderán las cosas del Cielo si antes no las aman profundamente.

Amen lo que no está a su alcance y control, amen la Obra de la Misericordia de su Redentor en este tiempo.

Yo vengo a hacer en las naciones, apóstoles y misioneros Míos en el amor, en el servicio y en la oración.

Les dije todo lo que Yo esperaba porque Me lo permitieron.

Ahora los invito a que, ante el Sacramento del Altar, renueven su oferta a Mi Corazón, para que el Espíritu Santo les dé la Gracia del entendimiento y de la ciencia, para que el discernimiento y la sabiduría despierte en ustedes y sus corazones sientan la paz de lo que escuchan y de lo que viven a través de Mi Presencia como el Sagrado y Glorificado Corazón de Jesús.

Traedme aquí el incienso, para elevar este momento y la oferta de este altar a los Pies de Nuestro Creador. Espero que así lo hagan, en este momento, junto a Mí.

Pueden traer el altar.

Invitamos, a los que puedan, a que nos arrodillemos para esta consagración.

Sepan que lo que hice, hace más de dos mil años, y lo que hago en este tiempo, es solo por una razón: el Amor.

“Padre, acepta nuevamente la oferta de Tu Hijo, para que este pan se convierta en el Cuerpo de Cristo. Lo elevo ante Tu Presencia para que lo santifiques y a través de Él, santifiques a Tus hijos, para que estén prontos para recibirme en el esperado Retorno.

Por eso lo ofrezco a Ti y lo ofrezco a ustedes para que lo coman, porque este es Mi Cuerpo, que será entregado por los hombres para la remisión de los pecados”.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.

Amén.

“Así, Padre Eterno, vuelvo a ofrecer el Cáliz, fruto de la redención de los corazones, para que sea aceptado por Ti y por los hombres, como medio de conversión y de redención de los corazones”.

Y les vuelvo a decir: “Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza, que es derramada por su Señor para el perdón de las faltas. Hagan esto en memoria Mía”.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.

Amén.

Cuerpo y Sangre de Cristo.

Oremos la oración que el Señor nos enseñó.

Padre Nuestro (en portugués).

Padre Nuestro (en inglés).

Anunciamos la Paz y la Misericordia de Cristo en la Tierra.

Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra Tuya bastará para sanarme. Amén”.

Hermano Moisés y hermano Camilo venid aquí, para servirse de este Sacramento.

Vamos a orar juntos, con el hermano Camilo y el hermano Moisés, ante Nuestro Señor Jesucristo, la oración del Ángel de Portugal, para que Cristo lleve esta oración en Su Corazón y la presente al Padre como ofrecimiento de las almas que se convierten a Cristo, en el Amor del Corazón del Redentor.

 Mi Dios, yo creo en Ti, yo Te adoro,
yo Te espero y yo Te amo,
y Te pido perdón por los que no creen en Ti,
no Te adoran, no Te esperan y no Te aman.
Amén.
(se repite tres veces en español y una vez en inglés)

Me despido de este lugar después de este encuentro de oración vivido con el esfuerzo y la dedicación de los corazones valientes, llevando en Mi Espíritu todas las súplicas, intenciones y oraciones de los que invocaron el poder de Mi Divina Misericordia. Todos esos esfuerzos, que muchos no pueden ver y que son silenciosos pero verdaderos para su Señor, en este día se convierten en Gracias y expiaciones para el mundo entero. Amén.

Me elevaré al Cielo y retornaré a la Casa del Padre, escuchando una última canción que cerrará y consumará este momento de instrucción y de conocimiento para las almas. La canción se llama “Descansaré”.

Les agradezco y los bendigo en Comunión espiritual e interna con el Sacramento del Altar. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Apariciones extraordinarias
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL SEXTO DÍA DE INSTRUCCIÓN, DURANTE LA SEMANA SANTA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Para la tarea planetaria que Nuestro Señor está realizando en este momento, a su pedido vamos a entonar "Adon Olam".

Invitamos a los que escuchan a colocarse de pie para acompañar a Nuestro Señor en esta tarea planetaria.

Canción: "Adon Olam".

Ustedes conocieron a un hombre frágil como Jesús, que cargó con el pesado madero de la Cruz y que siendo un ser humano, a pesar de Sus poderes divinos y cósmicos, se entregó por cada uno de ustedes para que no tuvieran que padecer y sufrir. Si hace más de dos mil años la humanidad sigue sufriendo y padeciendo, es consecuencia de sus acciones y cometidos.

El Todopoderoso encarnó en la Tierra a través de Su Hijo, para que la humanidad no tuviera que padecer nunca más.

El Todopoderoso encarnó como un hombre y como una consciencia al igual que ustedes, y redujo Sus grandiosas vibraciones de Luz para poder estar entre los seres humanos de esta Tierra.

La encarnación del Hijo de Dios y la dolorosa Pasión de Cristo significaron momentos importantes para la humanidad. A través de la encarnación del Hijo, la humanidad pudo recuperar el camino hacia su pureza original, aquella pureza original que fue pensada en el génesis del Proyecto Genético Humano. Pero también esa encarnación del Hijo de Dios puso fin a una cadena interminable de errores.

El propio Padre Eterno sabía que, por más que Él encarnara en la Tierra y trajera la consciencia del Amor Sabiduría, esa victoria no se completaría, porque habría seres humanos que dudarían de Su Presencia y Poder, y aun después de la Pasión de Cristo, eso sucedió en muchos seres humanos.

La encarnación del Hijo de Dios, a través de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, puso fin a muchos errores del pasado que, hasta ese momento de la historia de la humanidad, harían sucumbir para siempre el Proyecto Genético Humano, aunque hubieran pasado los Patriarcas y los Profetas.

Pero no todas las civilizaciones y razas se equivocaron, el adversario se encargó de poder desvirtuar algunas de esas razas que estuvieron presentes en la humanidad.

Desde los Adanes y las Evas hasta la Atlántida, la humanidad tuvo que aprender, como hasta los días de hoy, a enmendar los errores cometidos, para poder volver a alcanzar el poder de la Gracia y de la Misericordia.

Esa fue la razón principal de la encarnación del Hijo de Dios, que dio lugar y espacio para Su segunda e importante tarea, la Pasión de Cristo, que aconteció en muchos niveles y planos de consciencia, desde el espiritual cósmico hasta el plano más material y concreto.

Toda la consciencia de Dios participó en todos esos misterios y hechos, así como diferentes grupos de almas y consciencias que, por más que no estuvieron encarnadas en aquel tiempo, participaron de esos acontecimientos porque los necesitaban para poder estar presentes en los tiempos futuros como este.

Por esa razón, Cristo no solo padeció en el plano físico, sino también en el plano álmico y en el espiritual. La poderosa Pasión de Cristo, que para muchos fue una derrota, se convirtió en una victoria en los planos internos ya que, a través del poder de la oración de la Madre de Dios, así como de la oración de las santas mujeres y de algunos de los apóstoles, permitió reunir a la mayor cantidad de consciencias posibles, que en los diferentes planos de consciencia precisaban de la energía de la redención.

Cada padecimiento vivido por su Maestro y Señor, desde la noche del jueves santo en el Huerto Getsemaní hasta la muerte en el día viernes, en lo alto del Monte Calvario, fueron ofrecimientos únicos e imborrables para toda la humanidad y el planeta.

A través de esa dolorosa y profunda Pasión de su Maestro y Señor, muchas situaciones planetarias del futuro fueron contenidas, muchas generaciones futuras fueron protegidas para no vivir el desvío del Proyecto Original.

Y aunque en los días de hoy esto se ha desvirtuado completamente por la indiferencia y la omisión, muchos más se hicieron presentes a través de los tiempos y regresaron muchas veces a este mundo como servidores, siervos, discípulos y apóstoles, para estar presentes en colaboración y en servicio por la humanidad.

Ciertos grupos de almas, que alcanzaron la experiencia del Amor Crístico, se ofrecieron de forma semejante a su Maestro, para estar inmersos dentro de esta humanidad y en diferentes pueblos y naciones del mundo, a fin de dar continuidad al Proyecto Genético de Dios, el que en este tiempo y en esta hora, está viviendo su gran oportunidad de corrección.

Para que toda la historia de los errores que sucedieron, desde la muerte del Hijo de Dios hasta el presente, puedan ser enmendados por la fuerza de la devoción de todos Mis compañeros, por el poder de los que adoran el Eucarístico Cuerpo de Cristo, por los que sostienen la vida de servicio y de caridad, estamos en el tiempo y en la hora de cumplir las promesas y las aspiraciones del Único, que se presentaron a través de los arcángeles y ángeles, en el Génesis.

Por eso, la dolorosa Pasión de Cristo no solo fue un hecho o una historia que puede conocer la humanidad. Muchos planos de consciencia participaron de ese acontecimiento, por esa razón tuve que estar retirado cuarenta días en el desierto, ya que Mi aspecto más material debía prepararse para ese momento, aun durante los tres años de predicación, en los que la humanidad debería aprender a reconocer la verdad y a identificarla, para no perder el camino de la Luz y del Bien.

Por eso, la Pasión de Cristo es un hecho que nunca se borrará de la consciencia del planeta, es un hecho que siempre podrán revivir y recordar todas las veces que lo necesiten para avanzar en su proceso de purificación y redención. Porque así, en esos hechos están los códigos de luz que necesitan para alcanzar su liberación espiritual, cósmica e interior.

Con todo esto quiero decirles, compañeros, que coloquen su consciencia en la amplitud de lo que significó la dolorosa Pasión de Cristo y cómo muchas consciencias, en los planos internos, participaron de la redención de más consciencias que estaban condenadas a la perdición total.

Por eso, la Pasión fue tan dolorosa, porque debería superar a todos los planos de consciencia. Y esa Pasión, vivida por su Señor y Maestro, debería llegar con su experiencia al plano físico y al plano espiritual cósmico, en donde debería quedar registrado todo lo que sucedió, para que la humanidad aprendiera a no cometer los mismos errores, por la entrega que ella hizo del Hijo del Hombre en la Cruz.

El tiempo de la dolorosa Pasión de Cristo hoy se une a este tiempo material y a este presente, en el que toda la raza humana está ante la oportunidad de servirse de este acontecimiento, que quedó grabado en las entrañas de la Tierra por la Sangre que derramó su Maestro y Señor.

Ahora que el Armagedón ya está presente en el mundo, es cuando las consciencias deben estar más despiertas para su preparación, a fin de estar a la altura de los acontecimientos y de participar en los preparativos del Retorno de Cristo.

La Cruz del Redentor siempre los protegerá, los salvará y les traerá la fuerza interior para poder renovarlo todo.

Por eso, la Santa Cruz no se ha borrado de la memoria del planeta, porque era el árbol de Dios que entregaba sus frutos a la humanidad, a través del sacrificio del Hijo del Hombre.

Este es el tiempo de afirmarse en este legado que Yo les entregué, porque tiempos más intensos llegarán y sus consciencias no podrán vacilar. Deberán estar firmes y decididos para poder seguirme hasta el cumplimiento de lo que Yo espero de cada uno de ustedes. Esa también es la razón por la cual estoy aquí.

Hoy viven la comunión con Mi Espíritu a través del reconocimiento de la dolorosa Pasión de Jesús, de la que sus almas pueden recoger los frutos y los méritos que la preciosa Sangre de Jesús, que fue derramada, alcanzó por la humanidad. 

Ahora la humanidad ya no debe más autodestruirse, sino que debe reconstruirse de manera espiritual, mental y material, para recuperar su filiación con la Creación por medio de estos méritos divinos que Yo entrego al mundo, méritos que siempre les darán la libertad para estar en comunión con el Padre.

Hoy los ungiré a ustedes para poder ungir a la humanidad, así como las santas mujeres ungieron todo Mi Cuerpo preparando Mi sepulcro, el que después de tres días demostraría al mundo el poder de la Resurrección.

A través de esta unción que hoy les ofreceré, también ungiré al mundo entero. Les entregaré el poder de la Resurrección espiritual para los tiempos definitivos que llegarán y por medio de esta unción, que Mis santas mujeres hoy harán en ustedes, recordarán que siempre podrán sentirse ungidos por la gloriosa Presencia de su Maestro y Señor.

Esta unción viene a cicatrizar heridas espirituales de la humanidad, heridas mentales y materiales, para que todo pueda ser regenerado y la esperada preparación comience para el surgimiento de una nueva humanidad, libre de la indiferencia y afirmada en el Amor, en el Amor de Dios.

Traeremos aquí cuatro potes de unción para que el Señor los pueda consagrar, así como Él también consagrará todas las cruces que hoy hemos traído para afirmar nuestro compromiso con Él y Su unión eterna con cada una de las almas.

Por eso, desde donde estamos, ofreceremos nuestra cruz, para que nuestra cruz sea aliviada y la cruz de la humanidad sea aliviada de la enfermedad, de las guerras, de la persecución, de las crisis políticas y humanitarias, de la indiferencia, de la falta de amor, de la impunidad y de la maldad que muchas almas practican por ser ignorantes del Amor de Dios.

Por esa causa y motivo ofreceremos nuestras cruces, para que el mundo alcance la cura y la paz. Amén.

"Santifica, Señor, la cruz que les has dado a cada uno de Tus hijos, para que ella no sea un peso ni una agonía, sino una constante perseverancia del triunfo de Tu Amor a través de la transformación y de la redención".

“Deposita sobre estas cruces, a través de Tu Gracia y Misericordia, los méritos que Tu Hijo alcanzó desde el Huerto Getsemaní hasta lo alto del Monte Calvario, para que las almas puedan sentir fortaleza en estos tiempos, para que cualquier miedo sea disuelto, y Tus criaturas sean colmadas por la abundante confianza de Tu misericordioso Corazón. Y de esa forma, así como hoy bendices y unges estas cruces con Tu Espíritu, bendice y unge, Padre amado, a cada una de sus familias y seres queridos, para que la gran red de Tu Misericordia y de Tu Paz esté unida y viva en los corazones de los que creen en Mi Retorno a la humanidad. Amén”.

Elevemos nuestras cruces para que el Señor las bendiga, a través de la Luz poderosa de Sus Llagas. Podemos llevar nuestras cruces hacia el corazón.

Ahora pasaremos a la bendición del aceite, de los cuatro aceites que Nuestro Señor nos pidió y que representan a las cuatro principales razas del planeta: las razas de América, las razas de África, las razas de Europa y las razas de Asia y Oceanía.

Nos abrimos para esta unción espiritual y para esta unción material, que recibiremos a través de las Madres de Cristo, en nombre de la humanidad y de este Proyecto Genético, que deberá cumplirse a través de todos los autoconvocados.

A través de la unción, que cada uno de nosotros recibirá en este momento, también se estará permitiendo que todos los que están detrás de nosotros en el camino espiritual y esperan ingresar en esta corriente y Obra de Amor de Cristo, puedan tener la oportunidad de ser partícipes de la presencia de la Jerarquía Divina.

Así que, cuando seamos ungidos en este momento, tengamos presente a todos los que están detrás de cada uno de nosotros y esperan por su despertar y redención, así como a través de los tiempos somos redimidos y ungidos por el Amor espiritual de Cristo.

Madre María Shimani y fray Joaquín.

Madre María del Salvador y fray Luciano.

Madre María Getsemaní y fray Ariel.

Madre Zorobabel y fray Gabriel Pío.

Y antes de comenzar con esta unción, que intentará traer la cura espiritual para la humanidad a través de las cuatro razas representadas en nuestro planeta, cada uno de nosotros, aun no estando aquí presentes, en este lugar o en este Centro Mariano, realizaremos nuestra oferta interna a través de un minuto de silencio, para que la paz y la cura se alcancen en la humanidad.

Hacemos nuestra oferta en silencio; y hacemos esta oferta, a pedido de Cristo, por todos los que murieron por la actual pandemia. Pedimos por cura, Misericordia y perdón. Realizamos nuestra oferta por esas almas.

Elevo sus intenciones al Cielo para que el Padre Celestial las contemple en Su Fuente. Que esta unción espiritual e interna traiga todos los frutos que necesita la humanidad en este tiempo 

Por los que han padecido injustamente, que el Padre tenga Misericordia.

Por los que sufren injustamente, que el Padre tenga Misericordia.

Por los que padecen la enfermedad, la desolación o la muerte solitaria, que el Padre tenga Misericordia.

Por los más pequeños e inocentes, por los que son traficados, explotados y vendidos, que el Padre tenga Misericordia.

Por todos los niños no nacidos, que son millones en el mundo, que el Padre tenga Misericordia.

Que la paz, la renovación y la fe despierten en todos los corazones.

Que así sea.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Y así despedimos a Nuestro Señor. Y por Su pedido para este Sacramento de la Unción, repetiremos la canción que escuchamos al principio de este trabajo: “El poder de la Sangre de Jesús”.

Maratón de la Divina Misericordia
Aparición de Cristo Jesús Glorificado durante la 51.ª Maratón de la Divina Misericordia, en la ciudad de Santa Fe, Argentina, al vidente Fray Elías del Sagrado Corazón

Hoy vengo para que adoren la Sangre preciosa de Jesús y para que, por medio de Mis Llagas, contemplen el Misterio de Mi Resurrección.

Estas cinco Llagas, que son como cinco soles, se donaron al mundo y a su humanidad para traer la salvación y la conversión de las almas. Aún son un misterio desconocido, las cinco Llagas de su Señor, así como también Su preciosa Sangre que fue vertida en la Cruz, hasta las profundidades de la Tierra, para reconsagrar al mundo al Plan Divino del Creador.

Estas son las cinco Llagas que hoy traigo para ustedes para que sus enfermedades sean curadas, para que sus heridas sean cicatrizadas, para que lo más profundo de la consciencia sea redimido por la Luz poderosa de Mis cinco Llagas.

Hoy vierto sobre el mundo, nuevamente, este misterio de Mi Pasión, el que ha sido culminante en lo alto del Monte Calvario cuando la Sangre, el Agua y el dolor de su Señor, en máxima agonía, redimía al mundo para poder darle una nueva oportunidad de estar ante el Creador con dignidad espiritual.

En aquel tiempo, las santas mujeres junto a María, Mi amada Madre, estaban con Juan y con algunos más que no están escritos en la Biblia, a los pies de la Cruz, contemplando el misterio de la Pasión, de la Muerte y de la Redención de la humanidad por medio del sacrificio de Su amado Hijo.

Hoy no vengo a entregarles el dolor que me hace sentir el mundo en estos tiempos.

Hoy vengo a entregarles el misterio poderoso de Mis cinco Llagas que puede ser venerado y honrado por todas las criaturas de este planeta, por medio de la Adoración al Santísimo Cuerpo Eucarístico como también por medio de la contemplación y de la devoción a las cinco poderosas Llagas de su Señor.

En cada una de las Llagas, y por medio de cada una de ellas, entregué un sacrificio para Dios que, aunque no me correspondía vivirlo, Yo lo estaba entregando con un amor inexplicable e infinito, después de haber predicado en este planeta y de haber hecho grandes milagros en esta humanidad.

Que estas cinco Llagas, que son el símbolo de la redención de la humanidad, hoy viertan sobre ustedes la poderosa Sangre para que sus cuerpos sean bañados y lavados por la divina Fuente de la Reparación y de la Cura, a fin de que muchas más almas se rindan a este misterio por medio de su adoración y amor a Mi Sagrado Corazón.

Sientan cómo esta Sangre espiritual hoy los lava completamente. Sientan cómo cada partícula de sus seres y cada átomo son tocados por la Luz espiritual de Mi Sangre con el fin de que todo sea renovado, redimido y curado por Mi insondable intercesión.

Cuando estaba en la Cruz viví muchas cosas que aún la humanidad desconoce. Por eso estoy aquí, compañeros, para hacerles revivir el misterio de Mi Pasión y de Mi Muerte, no como una pena dolorosa o una aflicción, sino como una victoria para que cada uno de ustedes, en estos tiempos, se anime a morir cada día para sí para que Yo pueda estar en ustedes y así obrar, al punto de que se desconozcan completamente en muy pocos días.

Quisiera que las almas del mundo consideraran Mis cinco Llagas como una victoria celestial y que a pesar de haberlas sufrido, Mi Corazón no dejó de emanar Amor, el Amor que venció a la muerte, el Amor que venció a todo dolor, el Amor que venció a las injusticias y que trascendió los tiempos. El Amor invencible de Mi Corazón que se derrama como un flujo de Luz y que tiene sed, mucha sed de almas.

Deseo que todos puedan ser parte de Mi misterio para que puedan comprender, vivir y experimentar la expansión de Mi Consciencia divina y todo lo que aún tengo para dar, infinitamente, para las almas del mundo que acepten ser parte del misterio de Mis cinco poderosas Llagas y de la Adoración perpetua a Mi divina Sangre derramada una vez en la Cruz.

Sientan cómo esta Sangre hoy los redime y lleva a todos hacia el vacío interior, en donde no existe por qué, respuesta ni sentido, porque en el vacío eterno de Dios sus almas pueden vivir la plenitud de estar fundidas en el gozo de Mi Espíritu y estar por encima de todas las crueldades del mundo que ofenden al Corazón de Dios y a Su Creación.

Si ustedes se colocan en Mis Llagas, Yo podré colocarme en ustedes, en el espacio o el lugar en donde se necesita cura, redención y luz.

No vengo a buscar de ustedes realizaciones personales ni triunfos individuales. Necesito de corazones disponibles en este tiempo para vivir este misterio porque si están dentro de Mis Llagas, formarán parte de Mi Sangre y Yo haré de ustedes algo nuevo, algo que tanto les cuesta alcanzar y que para Mí, por ser su Maestro y Señor, nada es imposible.

Hoy vengo a invitarlos, compañeros, y también a las almas del mundo a formar parte de Mi Congregación Celestial que adora Mi preciosa y divina Sangre, dentro de la consciencia de la Iglesia Celestial, algo que no es material, sino completamente inmaterial, algo que proviene del Propósito Divino y de la emanación de la Fuente, de los que ustedes pueden ser parte mientras estén aquí en la Tierra y podrán celebrar Conmigo no solo el Misterio de Mi Pasión por medio de los Sacramentos que son ofrecidos, sino también podrán adorarme y contemplarme por medio de las cinco poderosas Llagas y de Mi divina y preciosa Sangre.

Necesito que estos Códigos de Luz que Yo alcancé en la Cruz por medio del sacrificio, de la Muerte y de la Resurrección puedan estar disponibles en las almas del mundo. Solo a ustedes les corresponderá una parte, compañeros, la de estar enteramente unidos a este misterio de las cinco poderosas Llagas y de la divina Sangre de su Redentor. Eso ayudará a que las almas más pecadoras, que están en todo el mundo puedan recibir, por medio de este misterio y de su entera devoción a Mí, una gracia inexplicable y una oportunidad como hoy la están teniendo ustedes conscientemente.

No dejen que este misterio hoy pase por ustedes como si fuera el viento que sopla en sus rostros. Permitan que se pueda sembrar la devoción a las cinco Llagas de su Señor y a Su poderosa Sangre, Sangre que les traerá la liberación, la redención y el exorcismo del mal.

A los pies del Monte Calvario no solo se encontraban Mis enemigos, y digo enemigos para que puedan comprender lo que les quiero decir. En verdad, el poder de Mi Amor y de Mis cinco principales Llagas amaba incondicionalmente a los que me castigaron hasta los pies de la Cruz.

Quisiera que por este dolor que Yo he sentido por el mundo, en una inexplicable agonía hasta las tres de la tarde de un día viernes, hace más de dos mil años, ustedes puedan convertir, transfigurar y perdonar, como Yo lo he hecho, todos los sufrimientos ocasionados a Mi Corazón durante aquel tiempo.

Mas ahora necesito, compañeros, que en el estado de su profundo despertar puedan perdonar lo que aún no han perdonado y que hoy, por medio del Sacramento de la Comunión y de la Reconciliación, lo hagan verdaderamente por Mí.

Yo ya sé lo que hay en lo íntimo de ustedes, qué es lo que pesa, qué es lo que amarga, qué es lo que les genera sed de un profundo y verdadero amor. Pero en el misterio de Mis cinco Llagas y en aquellos que son devotos a ellas, se resuelven todas esas causas por el simple hecho de abrir el corazón y también el alma para que ingrese la divina Sangre espiritual de su Señor en las profundidades de sus consciencias, en las raíces más impenetrables del error.

Este es uno de los tantos aspectos del Cristo Redentor, misterios que son develados en la Iglesia Celestial y de los que las almas bienaventuradas participan, en comunión perpetua, junto a los ángeles.

Si en verdad las almas buscaran Mi Consciencia, no sería necesaria la purificación del mundo ni tampoco las catástrofes, las guerras ni las enfermedades que en estos tiempos se vuelven interrogantes para la consciencia humana, para toda la ciencia humana que está separada de Dios.

En lo alto del Monte Calvario, Yo vine a vivir por ustedes todos estos misterios y a sembrarlos en la consciencia del planeta, a establecerlos en las almas que, a través de los tiempos y de todos los acontecimientos, serían llamadas por Mí para formar parte del ejército del fin de los tiempos.

Ustedes están, en este momento, en la última fase de ese tiempo. Ustedes están siendo partícipes del último gran acontecimiento de la humanidad. Ustedes forman parte de una transición, del gran cambio de la consciencia y de una inexplicable redención que el Universo de Dios está ofreciendo a todos, sin condiciones, porque ya no existirá otra oportunidad. No puedo prometer, compañeros, lo que no sucederá.

Por eso, con espíritu de entrega, de regocijo y de adoración, vengo a pedirle al mundo la devoción a Mis cinco poderosas Llagas y a Mi preciosa y divina Sangre a fin de que Yo pueda, por intermedio de muchas más almas, socorrer al mundo, desterrar el sufrimiento y curar a los corazones que necesitan de luz y de amor.

Hoy todos ustedes están siendo llamados a formar parte de Mi Congregación Celestial en devoción a Mis cinco poderosas Llagas y a Mi divina Sangre.

Sientan, en cada parte de su cuerpo, Mi preciosa Sangre y entren en comunión con este misterio. No intenten comprenderlo, sino ábranse para esta experiencia de amor que es poco merecida por las almas del mundo, pero que Mi Gracia todo lo permite para borrar el dolor y trascender las miserias.

Dejen que sus corazones sean lavados por esa Sangre. Permitan que cada rincón de sus seres pueda ser tocado por Mi divina Sangre y salgan de aquí sintiéndose otros, renovados por este Misterio de Mi Consciencia sacerdotal.

Hoy, ante las puertas de Mi Iglesia Celestial, realicen el ofrecimiento de sus almas a Dios para que el Padre las contemple en Su divina e infinita Misericordia y, en este día de Gracia y de Redención, todo, todo sea reparado.

Y celebraremos, compañeros, por intermedio de Mi Divina Sangre, el misterio de los Sacramentos, Ciencia divina y cósmica que trae, para las almas y para las vidas, Gracias inexplicables, acontecimientos divinos en la consciencia humana, puertas que se abren a la redención.

Y hoy especialmente, he venido con el Ángel encargado de la devoción y de la Adoración a Mis cinco poderosas Llagas y a Mi divina y preciosa Sangre. Él guarda, entre sus manos, dentro de un tubo de cristal, la Sangre que fue vertida en la Cruz, especialmente de Mi Pie derecho que es el Pie que vino a establecer al mundo la Voluntad de Dios; y fue esa Voluntad, la que venció al enemigo y lo lanzó hacia su abismo hasta los tiempos de hoy.

Cada parte de Mi Cuerpo es un símbolo de Dios porque Mi Cuerpo ahora está glorificado. Mi Materia se volvió luz, aunque siga siendo un ser humano iluminado. Mi Cuerpo Glorificado forma parte del universo y de la nueva ciencia para la futura humanidad. Mi Cuerpo es la nueva genética para los Cristos que despertarán en la redención.

Mi Corazón permite esto para que las almas se vuelvan más conscientes de que aquí, en este momento y en esta hora, no solo les habla Jesús, el Nazareno, sino el Rey de reyes, el que ascendió a los Cielos y está a la derecha de Dios gobernando todos los mundos.

Celebremos este momento, bajo el espíritu de Mi Iglesia Celestial para que muchas más Gracias colmen sus corazones y vidas y cada uno despierte su don, el don que ha venido a entregar en servicio a Dios y por este planeta.

Siéntanse parte de los nuevos redimidos y ya no se aflijan más. Celebren con alegría su resurrección espiritual porque ustedes como sus hermanos del mundo que ahora Me siguen, antes estaban muertos, pero ahora están vivos con su verdadero ser formando parte de las primeras filas preparatorias de Mi Segundo Retorno.

Ya no se sientan pecadores. Siéntanse salvos por la divina Sangre de su Señor y protejan ese estado espiritual para que nada ni nadie lo ensucie.

A los pies de Mi Iglesia Celestial, su divino Maestro y Señor, en presencia de Sus cinco poderosas Llagas y del afluente espiritual de Su divina Sangre, extenderá este Misterio de Amor y de Redención, no solo para los cuatro puntos de la Tierra y los cinco continentes, sino también para estos elementos que formarán parte de la celebración de la Cena de hoy.
 

Fray Elías del Sagrado Corazón:
Podemos ponernos de pie, sabiendo que el Maestro está presente para bendecir estos elementos y que, a las puertas de la Iglesia Celestial, estamos siendo reconocidos por la intercesión de Jesús como dignos hijos de Dios.

 

Canción: "Por las Llagas de Jesús".
 

En esta Sangre, que fue vertida una vez en la Cruz, se encuentra la esencia del Amor, del Amor que proviene de la Fuente, que es eterno e infinito y que trae gozo, vida y plenitud para todas las almas que beben este Sacramento.

Que la divina Alianza de los devotos a la divina Sangre de Jesús hoy se establezca en la Tierra hasta que Yo retorne al mundo.

En Mi sagrado Cuerpo Eucarístico se refleja la gratitud a Dios que transmito para todas las almas, por Él haberme permitido encarnar en este mundo y en esta humanidad a fin de que todos los espíritus, en todos los tiempos y en todas las épocas, conozcan la grandeza de ser dignos hijos de Dios.

Y ante el Altar de Mi Iglesia Celestial, vuelvo a decirles que en aquel tiempo, cuando estaba reunido con los doce, tomé el pan, di gracias a Dios por ese sacrificio; se lo entregué y les dije: “Tomen y coman todos de él, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por el mundo para el perdón de los pecados”.

Del mismo modo, tomé el sagrado Cáliz entre Mis Manos, di gracias a Dios por ese sacrificio, lo entregué a Mis apóstoles y a todos los que estaban en los planos internos, diciéndoles: “Tomen y beban todos de él, porque esta es Mi Sangre, la Sangre de la Nueva Alianza que será derramada por su Señor para el perdón de sus pecados”. Recuerden hacer esto en Mi memoria, hasta que Yo retorne al mundo.

Que en el poder de Mi Iglesia Celestial se expandan los Rayos de la Misericordia al mundo con el fin de que todas las almas resuciten a su vida espiritual. Amén.



Fray Elías del Sagrado Corazón:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


 

Canción: "Tú estás aquí".

Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN LA CIUDAD DE LISBOA, PORTUGAL, TRANSMITIDA AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN, DURANTE LA 10.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

Hoy Mi Corazón bendice a Portugal, España y Noruega, porque sé que Mi Corazón Sacratísimo aún deberá salvar a muchas almas que están en diferentes planos de consciencia.

Por eso, les pido que sigan orando con el corazón, así atraerán a vuestras vidas el universo de Mi Divina Misericordia, el océano infinito de Mi Amor y de Mi Piedad, que Yo quiero derramar sobre todos ustedes y especialmente en todo el mundo.

Abran vuestros corazones para que Yo pueda saciar Mi sed en el manantial de vuestro amor infinito por Mí, así podrán ayudarme, queridos compañeros, a que Mis Planes aquí en Europa también se puedan cumplir.

Hoy vengo a traerles desde el Cielo un Mensaje de paz y de reconciliación. Y en nombre de Nuestra Madre Santísima, María, derramo sobre ustedes la Gracia que Mi Corazón alcanzó cuando viví por ustedes la Cruz y la Pasión.

Por eso, vengo a liberarlos de vuestro intenso calvario. Vengo a retirar con Mis Manos las cadenas de la perdición. Vengo a retirarlos de la prisión en la cual viven.

Por eso, calmen vuestros corazones en Mi Corazón. Dejen que solo Mi voz reverbere en vuestras esencias para que Yo pueda caminar a vuestro lado, mostrarles el camino de salida y de confianza en Dios.

Cuando los reúno a orar Conmigo, a través de la Oración de la Misericordia, es para que juntos podamos cumplir con la finalidad, es decir con la Voluntad del Padre Eterno, que Él propone para este tiempo en Europa.

Vuestros corazones ya han caminado en la instrucción. Recibieron todas las enseñanzas que necesitaban en estos tiempos. Ahora es momento de arriesgarse un poco más y cruzar el umbral hacia Mi Corazón Eterno, así Yo podré decirles qué es lo que más quiero de ustedes en este camino que propongo hacia la simplicidad y la humildad.

Si vuestros corazones están cansados, que descansen en Mi Corazón. Si vuestros pies ya duelen por tanto caminar, que vuestros pies descansen dentro de Mi Corazón, dentro de Mi Camino de Luz y de Paz. 

Reposen vuestros seres dentro de Mi Ser y Yo los fortaleceré y los animaré a seguir adelante por este Camino Crístico.

Nada les prometo para este tiempo sobre la Tierra. La felicidad, Yo se las prometo después de esta vida. Pero para que eso pueda suceder, Mis amigos, el sufrimiento deberá existir para que se puedan aliviar los sufrimientos del mundo: el sufrimiento por amor, el sufrimiento por liberación, el sufrimiento que traerá esperanza para los que no la tienen.

Pero sé que muy pocos se animan a vivir el sufrimiento, porque no es el sufrimiento que ustedes conocen. No será necesario que vivan el sufrimiento que Yo viví por ustedes.

Mi Divina Misericordia viene a anunciarles el tiempo de la liberación, la cura total de vuestras heridas y el momento de la gran esperanza para todos.

Mes a mes, el Cielo se aproxima a través de Mi Corazón. El Padre se presenta a través de Mi Espíritu Eterno.

Espero que puedan comprender la magnitud de esta Gracia, a través del acto simple de la Comunión Conmigo. Si ustedes comulgan Conmigo por toda la humanidad, todo estará dicho, Mis compañeros, y el mundo se podrá liberar de lo que sufre.

No solo espero reunirlos a ustedes en este tiempo, sino a todos aquellos que aún no Me siguen. Por eso, el esfuerzo será mayor para todos. Pero todo será premiado en el Cielo Eterno a través de la vida eterna, de la unidad Conmigo de una forma perpetua y amorosa, alegría que vivirán después de esta vida, por haber servido al Eterno Dios y a Su Proyecto de Amor y de Redención.

Pero aún queda mucho por hacer, Mis amigos. Mantengan firmes, en vuestras manos, la antorcha de la Luz y de la Paz.

Que los corazones que sufren y que han caído puedan ver grabado en ellos la bandera de la paz y la unión que han tenido Conmigo en este tiempo. Un tiempo precioso para todas las almas, una intercesión especial que Mi Corazón concede al mundo con una sola finalidad, que todos puedan regresar a Dios, que busquen a Dios, que no lo ofendan más, sino que alegren sus corazones en Dios, que lo glorifiquen y que lo honren por toda la eternidad y por todos aquellos que no lo hacen en este tiempo. Si vuestros corazones glorifican al Padre, cuando otros corazones puedan despertar también glorificarán a Dios.

En nombre de la Potestad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, bendigo y consagro el pan y el vino, signos visibles de la reparación en Dios, de la unión de las almas con el Universo Eterno, a través de Su Hijo predilecto y amado, que derramó Sangre y Agua por el mundo, generando para toda la humanidad la liberación del pecado, la reconciliación de todos los seres de la Tierra con el Padre Eterno a través de Su Sacratísimo Corazón de Amor.

Por la bendición de este día y esta oportunidad de estar aquí, en Portugal, preparen vuestros corazones para el día de mañana. Ya deberá estar encendida la llama del corazón para que las chispas de luz, aquellas que serán irradiadas por vuestro amor profundo, se puedan expandir por el mundo y llegar a las almas que más necesitan.

Todo esto y más, es posible a través de la oración del corazón.

Les agradezco. 

Vayan en paz. 

Glorifiquemos a Dios.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Quiénes somos

Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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