Lunes, 25 de julio de 2016

Apariciones
APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN LA CIUDAD DE PORTO, PORTUGAL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

He venido del Cielo para traerles Mi Paz y Mi Esperanza.

Esto es motivo de Mi Alegría al ver tantos hijos que hoy se consagran ante Mi Corazón, para hacer triunfar Mi plan en el mundo, que son los Planes de Dios, en esta humanidad y en este planeta.

Hoy abro las puertas de los Cielos para cada uno de ustedes, hijos Míos, para que puedan ingresar, en consciencia y en devoción, al Gran Reino de Fátima que espera despertar en ustedes la pureza original.

Ustedes saben, hijos Míos, que Europa necesita de esa pureza. Esa  pureza debe estar en todos los corazones que aquí viven, para que la Obra de Mi Hijo pueda seguir adelante.

No se cansen, queridos hijos, de escuchar Mis palabras, pues hoy Yo les traigo el signo de Mi estrella de Luz, aquella estrella que indica el nuevo tiempo en la humanidad y que Yo, una vez, hice aparecer en Fátima, a los pies de Mi Manto.

Esa estrella indica que el tiempo  de la purificación de los corazones está llegando, para que limpios de toda mancha, puedan ingresar en el Reino de Dios y nunca más estar separados de la verdad que habita en los mundos superiores.

Queridos hijos,  hoy finalizo Mi peregrinación por Europa. Y a partir de este momento, estaré sembrando un nuevo ciclo cuando retorne una vez más aquí, para abrazarlos y consolarlos, para que sus corazones se curen definitivamente y ellos se postulen para esta Obra Redentora que ofrece Mi Hijo para cada corazón humano.

De la misma forma, queridos hijos, que hoy estoy unida a cada uno de ustedes y a través de Mis palabras, preparando vuestra verdadera consagración,  estoy unida a cada uno de Mis hijos en el mundo, a cada luz que surge de cada Centro Mariano y que se une a Mi Corazón en este momento, para que Mi Obra se pueda expandir en el mundo espiritualmente y así, en todas las almas que más lo necesitan. 

Es  de esa forma, queridos hijos, que a través de sus almas y corazones Yo estoy tejiendo esa Red de Luz que se expande por todos los continentes de este planeta, para reforzar la alianza de los corazones con Dios y así con su Propósito Divino, que hoy vengo a ofrecer amorosamente para cada uno de ustedes. 

Extendiendo Mis Manos hacia ustedes, nuevamente derramo Mis Gracias, así como las derramé en la Argentina, una Gracia para cada uno de ustedes; lo que más necesitan en esta vida y para este camino espiritual, que Yo los invito a vivir Conmigo, por medio de la oración y de la fe que hoy deben profesar sus corazones, como el mayor testimonio de amor del triunfo de Mi Corazón Inmaculado aquí, en Portugal y en Europa.

Vine a esta ciudad, una vez más, para decirles a Mis corazones, a Mis pequeños hijos, que ya se iniciaron en esta tarea espiritual hace tantos años, que deben renovarse, que deben dar el paso, para que muchas más almas  se puedan aproximar aquí y no solamente Portugal reciba la Gracia de Mi Corazón, sino todas las almas que están en Europa, esperando por ese despertar, por ese paso definitivo, que en esta encarnación vinieron a vivir.

Es de esa forma, queridos hijos Míos, que Mi estrella de Luz se posa a los pies de Mi Manto y revela ese signo para todos.

Los nuevos cristos deben despertar, ser los nuevos legionarios del Señor, que vivan Su Palabra, Su Testimonio de Amor, Su Propósito en cada uno de ustedes. Es así que  transmitirán a todo el planeta ese impulso espiritual que hoy les traigo a través del Sagrado Corazón de Jesús.

Queridos hijos, llegó esa hora de que firmen ese documento espiritual en el libro sagrado de Mi Corazón, donde sus nombres están escritos desde hace mucho tiempo, para que junto a Mí, unidos a Cristo vuestro Señor, cumplamos esta Obra Redentora del fin de los tiempos.

Necesito que salgan de sus casas a buscar a los corazones que más necesitan de Luz, necesito que sean Mis brazos y Mis manos en esta hora, para llevar adelante esta Obra de la  Redención de las almas.

Sus corazones están llenos de instrucciones, pues las han recibido a lo largo de los años, a través de Mi Hijo fiel, que Yo traje para ustedes, para que pudieran crecer interiormente y aprender a vivir en la hermandad.

Queridos hijos,  hagan lo que les pido, y no se arrepentirán. Las almas deben aproximarse aún mas a Mi Corazón, ser la luz en estos tiempos de tinieblas. Por eso Yo les traigo y les presento este propósito, propósito divino a los Ojos de Dios, que debe ser cumplido por cada uno de ustedes.

Es así, queridos hijos, que Mi Obra no solo estará en América, sino también más allá de Europa, porque deseo llegar a los corazones de Asia, del Lejano Oriente, que necesitan de Mi Voz, del Abrazo, de Mi Consuelo, de Mi Corazón, de Mi Luz, para poder seguir caminando en esta hora crucial del planeta.

Ustedes tienen ese compromiso, queridos hijos, como consciencias europeas, de abrir las puertas para esos corazones que están tan lejos.

Será el idioma de sus corazones, el amor de sus espíritus y almas que abrirá las puertas para todos esos corazones, pues aún, queridos hijos, hay muchas almas que deben conocerme profundamente.

Yo no solo soy la Virgen María, soy la Madre del mundo, soy la Gobernante Mayor, soy la que rige sus vidas y almas, soy la pastora que conduce a los rebaños de Mi Hijo hacia el Templo del Corazón.

Por eso hoy estoy aquí, renovando sus votos antes de partir para América, para encontrarme con todos Mis hijos y unir a todos los corazones de Sudamérica y del mundo en el Centro Mariano de Aurora, donde el noveno año será vivido con todos, el aniversario en que Mi Consciencia llegó definitivamente a sus vidas. 

Nueve ciclos se cumplirán y nuevas puertas se abrirán para que los corazones sean conducidos hacia su propósito.

Deseo, queridos hijos,  que Me acompañen en esa gran convocatoria que hoy les hago de estar Conmigo en el Centro Mariano de Aurora, recibiendo un poco más de cura interior para sus espíritus, para todos sus semejantes, para toda la consciencia del planeta, que tanto necesita de servidores de la paz, de guerreros de Mi Corazón, que en su templanza, alcancen la redención.

Abriendo las puertas del Reino de Fátima, congrego a los corazones en el Amor de Dios y a todos aquellos que se unan a este momento, para que en esta amada Europa se pueda vivir y profesar la paz, como el propósito para estos tiempos.

Hoy vengo como la Señora de la Gran Estrella, para mostrarles Mi Signo de Luz que aún debe revelarse en los corazones simples que amorosamente siguen Mis pasos, con la vivencia de la oración, de la Paz, del Servicio y del Amor. Amor absoluto que los colma, que los renueva, que los redime, que los eleva al Corazón del Padre Celestial. 

Yo soy esa Señora de la Gran Estrella, que trae para todos la revelación del Universo, de la verdadera Consciencia, la Consciencia Única de vuestro Padre que aún no es conocida por el mundo.

Fátima es una preparación para ese momento. Es así como doy continuidad a Mi Obra en este tiempo.

Después de haber abierto las puertas en Medjugorge, aquí, queridos hijos, doy continuidad a Mi Obra espiritual para que las almas sean consecuentes con Dios y así como lo he pedido a lo largo de los tiempos, por medio de diversos videntes, la humanidad pueda cumplir lo que en verdad vino a realizar, para que pueda nacer la Nueva Humanidad.

Es a través de los hijos que se consagran hoy, como los que ya se han consagrado a través de las apariciones, mes a mes, de tiempo en tiempo y de ciclo en ciclo; es así que Yo instituyo, queridos hijos, las semillas de la Nueva Humanidad que brotará en el próximo tiempo. Esta es la señal que trae Mi gran estrella, la promesa que al fin se cumplirá en cada uno de Mis hijos, siempre y cuando sean consecuentes con todo lo que Yo les pido.

Ustedes, queridos hijos, son partes de Mi Obra celestial y mundial. Son piezas de este gran puzle que Yo vengo a reconstruir en el mundo, después de que Mi adversario lo destruyó. 

Yo vengo a concretar en sus vidas el verdadero propósito para sus almas, la tarea que deben realizar Conmigo en esta convocatoria universal que hoy hago para todos.

Y este momento que comparten con Mi Corazón Inmaculado, también servirá para aquellos que se consagrarán en el futuro, asumiendo su compromiso fiel Conmigo de hacer todos los esfuerzos, de cumplir Mis designios, de cumplir la Voluntad de nuestro Dios, del Altísimo Padre.

Sobre este árbol, dejo la presencia de Mi Amor por todos los Reinos de la Naturaleza. Aquí dejo la señal, en este pequeño árbol, de que los Reinos deben ser reverenciados y que también ellos necesitan de sus oraciones. 

Ustedes, queridos hijos, como una única raza, están aquí y han estado aquí hasta este tiempo, dentro de este planeta tan amado por nosotros, porque los Reinos Menores han generado esa Gracia para todos.

Ustedes saben que ellos sufren mucho la consecuencia de la acción humana, la destrucción, la blasfemia, todo lo que el hombre realiza en contra de su evolución. Y aún así, queridos hijos, ellos siguen donándose por ustedes y para ustedes hasta el fin de los tiempos, hasta que retorne Mi Hijo.

Díganle a los hombres injustos que no destruyan la Naturaleza, que cuiden de los Reinos, que no asesinen a las ballenas.

Están destruyendo, queridos hijos,  la evolución de la Creación de Dios y ese es uno de Mis profundos dolores por la falta de consciencia, sobre todo por la falta de amor.

Díganle a toda Europa, y mas allá de ella, que cuiden de los Reinos Menores, que siembren códigos de luz, a través del servicio a cada uno de ellos. Así, en el día del Juicio final no serán juzgados porque habrá actuado la Misericordia de Mi Corazón.

Alguna vez se han preguntado, queridos hijos, ¿por qué Yo anhelo tanto estar sobre los árboles? Les dejo este símbolo para que lo mediten.

El árbol representa la Sabiduría de Dios y ustedes, como seres humanos, inconscientes, destruyen esa sabiduría espiritual que el Reino Vegetal revela al mundo.

Muchos de los que no están hoy aquí, que fueron precursores de esa destrucción a través de los tiempos, tomaron consciencia de todo esto, después de haber partido de la Tierra. 

Rezo por ellos, por las almas del purgatorio, para que puedan alcanzar la Luz del Reino Celestial. 

Que ustedes, queridos hijos,  no sigan los mismos caminos. Adviertan a todos los corazones, principalmente a los más injustos, que están a tiempo de cambiar su actitud.

Las ballenas lloran por las consecuencias de los hombres. Recuerden que Soy la Madre del mundo, la Madre Naturaleza.

Y cuando la Naturaleza es destruida por el hombre, están destruyendo Mi Consciencia.  Pero Mi Amor, que es más infinito, poderoso que todos los errores del mundo, trae la Gracia de despertar sus consciencias y las consciencias de sus hermanos, para esta magnífica Obra de la Redención de los corazones de todos los seres de la tierra.

Recemos:

Madre del Cielo, Madre Tierra
intercede por nosotros y por los Reinos.

Una más:

Madre del Cielo, Madre Tierra
intercede por nosotros y por los Reinos. 
Amén

Recuerden que las ballenas son la consciencia madre para el planeta. Ellas acogen, en su pureza original y en su inocencia, a todos los seres de la Tierra; porque ellas equilibran los océanos, y también a todas las consciencias mentales. Recuerden esta instrucción.

Y ahora, queridos hijos, junto a Mis ángeles, celebraremos este momento de consagración de asumir este compromiso Conmigo, de ser portadores de Mi Paz y de Mi Gracia para toda la humanidad que tanto lo necesita.

Y así, bendeciré los objetos sagrados que han traído a Mi Altar para que sean entregados a los que más lo necesitan. Así trabajarán su desapego, porque Mi Gracia los colmará más allá que los objetos.

Sean misericordiosos como el Padre es Misericordioso con ustedes.

Lleven la paz a todos los que la necesitan y no se olviden que el prójimo debe estar primero en sus vidas.

Que vengan aquí los que hoy se consagrarán como "Hijos de María".

Mientras las puertas aún se abren, que canten el himno de su consagración.

Flores de luz son derramadas...

 Ave María... (x3)

Mis muy queridos hijos, hoy dejo la Gracia de Mi Corazón para que ella se plasme en sus vidas como el mayor testimonio de su conversión y como respuesta de sus corazones al llamado de Mi Hijo, Jesucristo.

Ante la autoridad que el Padre me concedió y desde todos los coros de Lys con todos los ángeles del cielo, bendigo a cada uno de sus corazones y familias, instaurando la paz y el bien en cada uno de Mis hijos, la renovación y la esperanza de todos los corazones de Europa para que cumplan el propósito de seguir el camino hacia su liberación y redención en el momento en que retorne Mi Hijo, glorioso y victorioso entre las nubes.

Coloco Mi mano sobre sus cabezas, rezando a Mi Hijo.

Yo les agradezco por responder a Mi convocatoria y por ser portadores de la paz celestial que es posible vivir en estos tiempos.

Los amo, los bendigo y los abrazo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. 

Y ahora estando consagrados, proclamen este himno en unión a todos los "Hijos de María" en los cuatro puntos de este mundo.

Vayan en paz.

Les agradezco por haberme ayudado a cumplir con esta peregrinación y recuerden que prometo retornar,  cuando así Dios lo decida.

¡Les agradezco!