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Ahora, mira Mi Corazón, una vez más expuesto con Su Llaga marcada y traspasada por los errores del mundo; pero, mira también el gran abismo de Luz de Mi Corazón, ardiendo infinitamente en Compasión y Piedad por las almas.
Deseo con ardor que la devoción al Sagrado Corazón de Jesús sea recordada y renovada por los que Me aman y Me siguen.
Hoy, vengo aquí a pedirles que intensifiquen sus oraciones y, sobre todo, sus ofrecimientos al Padre Celestial para que, a través de los méritos alcanzados por el Sagrado Corazón, los graves ultrajes que se siguen cometiendo en la humanidad, a través de los conflictos y de las guerras, no queden impunes.
Yo vengo, en este día, a pedirles que, por medio de esta próxima Maratón de la Divina Misericordia, cada uno de ustedes, con la mano sobre el corazón y sosteniendo su rosario, se una a Mí en oración suplicante, fervorosa y renovadora, para que las causas urgentes puedan ser atendidas por su Maestro y Señor, conforme la Ley lo dicta.
Yo los llamo en este momento, para que puedan alcanzar piedad y misericordia, a ejercitar espiritualmente los siguientes actos internos y externos, a fin de que el triunfo del Sagrado Corazón alcance a los más desfavorecidos y a todos los que están en peligro, ante la amenaza de una guerra peor que las que ya pasaron.
Estos actos, de parte de cada uno de ustedes, justificarán los errores y las violencias que se siguen cometiendo en el mundo; porque, de no haber actos sinceros y honestos, actos hechos de corazón en nombre de Mi Misericordia, muchos más estarán a la deriva y a la suerte de lo que suceda.
Durante el transcurso de esta próxima Maratón de la Divina Misericordia y por los tiempos que vendrán, en nombre de Mi Obra Misericordiosa, Yo les pido:
1) Ejercitar actos fraternos de misericordia y de donación de ustedes mismos, comenzando por los que tienen más cerca y luego con los más necesitados, porque quien sirva al más pequeño de los Míos es a Mí que Me estará sirviendo.
2) Tener un acto de reverencia y de gratitud, ante todas las Gracias que recibieron a lo largo de los tiempos y por intermedio de Mis Mensajes.
3) Cuidar la forma de tratar y de hablar del semejante, especialmente dentro de la Obra confiada a ustedes por Mi Sagrado Corazón, para que sea un espacio de unidad y de amor que supere las diferencias.
4) Vivir en este ciclo con mayor responsabilidad, empeño y entusiasmo, los momentos de oración y de Sacramentos, con un celo de amparo y de protección espiritual ante el Legado confiado a la humanidad.
5) Ejercitar un examen de consciencia, por los que no lo ejercitan en este momento, para que se pueda contemplar con exactitud el aura de la Jerarquía, de la que muchos forman parte por Gracia.
Estos son los ejercicios fundamentales para Mis discípulos y servidores de estos tiempos, porque Yo aspiro y anhelo a que muchos más sean afluentes de Mi Gracia en la Tierra y ya no sean una decepción para Mi herido y ofendido Corazón.
Que esta próxima Maratón sea la oración del compromiso con los Planes de Cristo y, principalmente, el compromiso con este Llamado.
Una vez más, Yo les agradezco por guardar cada una de Mis Palabras en el corazón.
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
Hoy, como la luz que surge entre la lluvia de otoño, vengo a su encuentro para participar de la oración por la paz en Francia, por todo su pueblo que aún necesita volver su mirada hacia Dios para poder redimirse y perdonar.
Queridos hijos, como Señora de la Esperanza y de la Paz, una vez más Me presento internamente ante Francia y el mundo para pedirles un verdadero y sensato arrepentimiento ante los ultrajes, indiferencias y maleficios que son cometidos contra el Corazón del Creador.
Vengo con el mismo Mensaje que una vez pronuncié en Massabielle. Por eso, Mis amados, no se olviden de la Mirada de Dios sobre ustedes. No se olviden de que Él, en Su inmensa Misericordia y Piedad, los escucha, los contiene y los transforma a través de Mi Presencia Maternal y especialmente a través de la Presencia Eucarística de Mi Amado Hijo.
Estoy aquí, en este día bendecido, para comenzar una nueva etapa en Francia; para que este pueblo, muchas veces consagrado por la Presencia de la Madre del Cielo, reciba en este día este aviso especial y este llamado a la conversión urgente del corazón.
Mis amados, como Madre de la Misericordia, reúno en Mi Corazón Inmaculado todas las intenciones y súplicas, y les digo que el fin del cautiverio llegará para muchos.
Yo los llamo a renacer en el fuego del Amor Misericordioso de Cristo.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz y Madre de la Misericordia
Queridos hijos:
Como Señora y Celadora de la Eucaristía, en este día de Piedad y de Misericordia para el mundo entero, quisiera que una vez más Mi Hijo sea reconocido por todos, a través del Pan y del Vino consagrados; a fin de que, a través de la adoración de las almas buenas, los errores y los ultrajes, que sigue recibiendo el Corazón del Creador, puedan ser reparados.
Por eso, Mis hijos, a través de este gesto de amor misericordioso de sus corazones y vidas, los Sagrarios de la Tierra que son destruidos por las guerras o profanados por las almas ignorantes, espacios que son bendecidos por Mi Hijo, también deberán ser reparados y contemplados, así como lo hacen los ángeles del coro de la reparación.
Quisiera decirles, hijos Míos, que los lugares santos, así como es la Eucaristía que santifica todo lo que toca e irradia, son espacios fundamentales para la elevación de las almas y especialmente del planeta que necesitan mucha Luz y Misericordia en estos tiempos.
El primer paso es que las almas adoren y valoren el Sacramento, para que la humanidad no siga perdiendo su auténtica unión espiritual con el Creador.
Como Señora y Celadora de la Eucaristía, les agradezco a todos Mis hijos que fielmente ejercitan todos los días la santa adoración al Cuerpo Eucarístico y Celestial del Redentor.
Unida en oración por todas las causas imposibles y urgentes, Yo les agradezco por responder a Mi llamado.
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
Hoy, como Madre de la purificación, sostengo con Mis Manos la bandera de la nación de Francia, para que su consciencia espiritual se purifique a través de la Luz de Mi Corazón, para que su alma se purifique a través del Amor de Mi Corazón, para que su pueblo se reconcilie a través de la Paz de Mi Corazón.
Hoy, Mis hijos, contemplo una Francia irreconocible en su aspecto espiritual, no solo por su sociedad, sino también por su religión que manchó el alma de muchas consciencias a través de sus actos. Por eso, hijos, como Señora de La Salette, lloro ante todo lo que vive este amado país Mío.
Vengo para que sepan que Francia siempre fue la cuna de importantes santos e iluminados por el Espíritu Santo. Francia siempre fue escogida por Mí para llevar el mensaje de paz y de penitencia.
En Lourdes, vine a llamar a las almas al arrepentimiento para evitar que la sangrienta colonización francesa sucediera, pero Mi llamado no fue aceptado.
Por medio del Mensaje de La Salette, vine a guiar a Mis hijos hacia el Propósito de Dios, pero no fue suficiente.
Y hoy, vuelvo una vez más a Mi querida Francia para que, como país, sea un pueblo de brazos abiertos y no una sociedad de constantes enfrentamientos.
Por eso, estoy aquí, como la Madre paciente que llora y que clama para que Francia recupere su dignidad espiritual y humana; para que lo que es tan característico de todos los franceses ayude a sanar las heridas del colonialismo, de la esclavitud y de los errores cometidos a través de los tiempos en África y en el mundo.
Francia precisa colocar sus rodillas en el suelo e implorar por Misericordia y Piedad para que alcance la conversión del corazón y de su íntima esencia.
Yo siempre estaré con Mi mirada de Madre sobre este querido pueblo de Dios.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz y Señora de Francia
Mis queridos hijos:
En la Ley de la Donación de ustedes mismos, encontrarán la fuerza interior para atravesar este momento, aunque les parezca imposible. Porque sin donación de sí mismos, nunca podrán comprender la Voluntad de Dios y todo lo que Él desea para sus vidas.
Hijos Míos, la donación es una llave maestra que les abre la puerta a la piedad y a la humildad.
No hay forma de comprender ni de percibir lo que el Padre Eterno traza con Su Divino Pensamiento, sin antes vivir la Ley de la Donación.
Bajo esa Sagrada Ley, se purificarán. Bajo esa Ley, se trascenderán a ustedes mismos. Bajo esa Ley, aprenderán a ser incondicionales y justos, así como Cristo lo fue hasta el último momento de expirar en la Cruz.
Sin donación, es imposible redimir el mundo y sus pecados.
Cristo llega, a través de Su Palabra, para despertar en ustedes, Mis hijos, el compromiso de abrazar la Ley de la Donación; así como Mi Hijo abrazó la Cruz y la besó.
Este es el momento, es el gran momento, en el que Jesús probará su fidelidad con la Ley de la Donación, imperiosamente necesaria para equilibrar las maldades de la guerra, la impunidad en las naciones, la indiferencia por los que sufren, las ideologías separatistas de estos tiempos. Porque la Ley de la Donación los hará reencontrarse, una y otra vez, con su verdadera esencia; y en esa comunión interna con lo esencial, no se perturbarán ni se amedrentarán. Ya no creerán, por ustedes mismos, que el lugar y el momento que Mi Hijo les confió para que se donaran, ya no tiene sentido.
Lo opuesto a la donación es cerrarse en uno mismo. Lo opuesto a la donación es creer que ya no debo servir más.
Este es el ejercicio del fin de los tiempos: donarse sin nada a cambio, confiando en que todo será contemplado en ustedes, hasta lo más pequeño.
Piensen y mediten en todo lo que les he dicho, porque Mi Hijo espera almas maduras.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
En este amado día, en el que una vez más desciende la Luz y la Misericordia de Mi Hijo, Yo los invito a renovarse en el Sacramento de la Reconciliación; a fin de que todos los hijos, que no se reconcilian ni piden perdón, tengan la Gracia de despertar al verdadero arrepentimiento y penitencia.
De esa forma, amados hijos, existirán merecidas razones para que la humanidad sea absuelta de todas sus faltas, de todos los errores cometidos.
Que, con la fuerza y el poder de la oración misericordiosa, Mis ejércitos orantes nunca se cansen de pedir Piedad y Misericordia; porque la mayoría, que no pide Piedad ni Misericordia, termina condenándose a la perdición espiritual.
Deseo que todos los orantes de la Tierra se aferren y se unan continuamente al poder de la Misericordia de Mi Hijo. Así, no solo estarán unidos al Corazón redentor de Cristo, sino también mantendrán las puertas abiertas de los Cielos para que los santos ángeles del Señor intervengan en todas las causas que parecen imposibles.
Queridos hijos, sigan construyendo dentro de ustedes la fortaleza de la oración del corazón. Les pido que, a pesar de lo que suceda, no dejen de orar.
Que el corazón espejo de cada hijo Mío refleje sobre el mundo el amor y la paz necesarios para estos tiempos de tribulación.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Oren unos por los otros, como oran por el planeta herido, como oran por sus miserias más profundas, como claman por sus mayores dificultades.
Oren unos por los otros, como oran por las naciones en conflicto, como oran por los que tienen hambre y frío, por los que no tienen esperanza y por los que tienen miedo.
Oren unos por los otros, como oran por los Reinos de la Naturaleza, ultrajados y sin amor, mutilados e incomprendidos por los hombres.
Así, hijos, con amor, piedad y misericordia deben orar unos por los otros, porque cuando oran por el prójimo, están orando por el planeta; cuando oran por el prójimo, están orando por los Reinos de la Naturaleza y por las naciones.
Cuando un corazón triunfa en Dios, toda la Creación triunfa con él, aprende, crece, y vence como aquel que se vence a sí mismo.
Por eso, no sean indiferentes ante el padecimiento de aquellos que tienen al lado, sino estén atentos y, al percibir una necesidad, oren, clamen, rueguen unos por los otros, para que su clamor sea la voz de aquellos que están sin fuerzas para orar por sí mismos.
Sean voces unos para los otros, sean fuego unos para los otros, atraigan de los Cielos Gracias y Misericordias unos para los otros, y así alcanzarán la paz.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Mis queridos hijos:
Mientras el ejercicio espiritual de la poderosa novena a San Rafael Arcángel continúa adelante, Yo los invito a reforzar el compromiso con el Santo Rosario, todos los días.
No olviden que el Rosario es el arma de defensa de cada uno de Mis hijos y, sobre todo, en este tiempo de definición.
Al mismo tiempo, la poderosa novena sigue trabajando en la consciencia del planeta, y las almas que fueron restauradas ya se encuentran en un lugar seguro, en donde nada peligroso les podrá suceder.
La poderosa novena también está llegando a otros espacios de la humanidad, en donde el sufrimiento, la pobreza y la enfermedad están creando mucha inestabilidad y caos.
San Rafael Arcángel va a el encuentro de esas almas que no están presas de la pandemia, pero que son castigadas por la cultura del descarte y de la soledad.
Es así, que las oraciones abrazan y acogen a otras situaciones del planeta que también necesitan de cura, de amor y de redención.
Les pido que no bajen los brazos y que sus oraciones sigan tocando el Corazón de Dios, para que Él tenga Piedad y Misericordia por este sufrido y agonizante planeta.
Que la Luz curadora de San Rafael Arcángel continúe descendiendo sobre el planeta a fin de que los corazones despierten al llamado de conversión y de perdón.
¡Les agradezco a todos los orantes, una vez más, por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Cuando llega el segundo domingo después de la Pascua y las almas ya fueron lavadas por la Sangre derramada por Cristo en Su Pasión, ha llegado el momento de reconfirmar su compromiso con Él, de confesar delante de Su Corazón los pecados más ocultos, aquellos que avergüenzan a los seres y que, a veces, ni siquiera pueden pronunciarlos delante de Dios.
Es el momento de rendirse ante el Amor absoluto del Creador que, con Ojos de compasión, se vuelve hacia cada ser de esta Tierra y, con Piedad y Misericordia, los perdona por sus pecados más antiguos y desconocidos.
Es el momento de vivir bajo el espíritu de la humildad y de reconocer las propias imperfecciones y debilidades, las fragilidades e ignorancias que llevan a las almas a caer todos los días.
Es el momento de mirar hacia la Cruz de Cristo y también mirar el Sepulcro vacío y saber que Aquel que fue alzado por los pecados humanos, por Su Amor y Perdón resucitó, demostrando a cada ser el camino hacia la vida eterna, hacia la trascendencia de toda condición humana, inclusive de la muerte que es aquella que lo separa del Tiempo de Dios.
La Fiesta de la Divina Misericordia es el momento en el que las almas se regocijan en Cristo. Ningún pecado fue mayor que el poder de Su Amor, y ni aun la autocondenación de las almas puede vencer a la Misericordia del Redentor cuando los corazones se rinden delante de la Cruz.
Hoy, hijos, es un día para recordar el absoluto e insondable Amor de Dios y de hacer esto también por los que no lo hacen, porque Aquel que murió en la Cruz y resucitó lo hizo por amor a todas las almas y por cada una de ellas.
Por esto, oren por los que están perdidos, oren por los que no miran a Cristo y son indiferentes delante de las Gracias y Misericordias del Redentor, porque así podrán interceder para que, al menos en el último instante de sus vidas o después de ellas, esas almas tengan una oportunidad de arrepentirse.
La Fiesta de la Divina Misericordia es el momento en el que las almas comprenden un don que Dios les dona gratuitamente a aquellos que solo se abren de corazón y se arrepienten. Sean humildes delante del Creador, resignados frente a Su Voluntad y dispuestos a ser amados con un Amor inmenso e insondable. Y, más allá de cualquier error, conocerán el poder de la Divina Misericordia.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Queridos hijos:
Todos los domingos tengo la dicha de escuchar, amorosamente, la Oración por la Paz en Sudamérica. Es en ese momento que siento en Mi Corazón a todas las naciones y, de esa forma, durante el tiempo en el que se realiza la oración, puedo intervenir y ayudar a Mis hijos más necesitados.
Sudamérica es el edén de la Nueva Humanidad. Por eso, todos los domingos debería surgir de sus corazones la necesidad y el ímpetu de orar por toda Sudamérica para que, en este momento de crisis, la Gracia de la restauración y de la cura espiritual llegue a todos.
Los invito, Mis amados hijos, a seguir adelante con este importantísimo ejercicio del Santo Rosario por la Paz en Sudamérica, para que Dios tenga Piedad y Misericordia por los que no tienen nada, por los que son olvidados, por los más miserables de espíritu.
Agradezco desde siempre la oferta de Mis hijos que sostienen, a lo largo de los tiempos, esta importante oración, pero también agradezco todas las demás oraciones que son rezadas por la paz en otras causas y fines.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Acércate a Mí para sentir Mi Gracia y la renovadora fe que puedo entregarle a tu alma.
Con ardiente aspiración, que cada día puedas superarte más en el amor y en el servicio. Así estarás en constante renovación y tu corazón sentirá la plenitud de estar viviendo el camino correcto.
Descansa en Mí cuando lo necesites y ábrete, en este tiempo, para percibir y reconocer la falta de amor que existe en las personas.
Por medio de la generosidad, alcanza a abrir la puerta de la Piedad de Dios para que más y más almas sientan que estar en comunión podrá ayudar a renovar también a todos los que lo necesitan.
Muéstrame, todo el tiempo, tu espíritu de apostolado y lleva a las almas a religarse a Dios para que ellas se aproximen a la consagración y especialmente al momento de sacrificarse y de ofrecerse como víctimas de Mi Corazón.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Queridos hijos:
Nunca se olviden de rezar por los que están condenados espiritualmente y no lo saben, para que la Gracia de la consciencia y del despertar llegue a cada uno de ellos.
Hijos Míos, hoy les pido esto, porque la mayoría de la humanidad está en esa situación y si rezan por los que están condenados, estarán concediendo a su Madre Celeste la posibilidad de que intervenga por cada uno de esos hijos.
Ser condenado espiritualmente no es algo tan material, sino profundamente interno.
Por eso, hoy los llamo a rezar de corazón por todas esas almas que, desde hace décadas de la historia planetaria, se encuentran bajo esa condición espiritual que las oprime y no les permite dar ningún paso hacia la Luz Divina.
Rezando por ellos, no solo ellos reciben una Gracia y una amnistía en algún momento de la vida, sino que también aquellos mundos paralelos de sufrimientos y de agonía, que son creados por el propio hombre de superficie, son liberados y cerrados para siempre, llevándose adelante la liberación de los condenados espirituales.
El planeta como estado de consciencia que siente y vive lo que la humanidad le hace, también consigue respirar y restaurar su consciencia y vida espiritual.
Rezar por los que están condenados y no lo saben es como pedir amorosamente que los ángeles envíen un mensaje a los mundos internos de esas almas perdidas para que, por medio de la Gracia Divina, ellas puedan recapacitar y reencontrar el camino que perdieron hacia Dios.
Por eso, Mis hijos, ustedes al rezar conscientemente por los condenados espirituales, también estarán rezando por las naciones y por todo lo que ellas guardan como experiencia y aprendizaje.
Todo puede ser contemplado en la oración. La oración trae consciencia y discernimiento. La oración indica el camino interno a seguir, camino que la humanidad entera necesita en este ciclo de liberación y de perdón.
El centro que impulsa todo este movimiento del poder de la oración es el Amor de Cristo, que trae para todos el Amor misericordioso de Dios, que justifica los errores y los convierte concediendo a las almas piedad y redención.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Compañeros:
En los lugares más humildes y simples de la Tierra es donde Dios puede estar presente y, así, hacer sentir y conocer el poder de Su Misericordia a los más miserables y perdidos.
Por esa razón, cada oportunidad que se presente es una puerta de Luz que se abre ante situaciones espiritualmente complejas, dolorosas y sufridas.
Es así que, ante los infiernos, desciende el poder de la Misericordia para socorrer y rescatar a las almas encarnadas que son más ignorantes y frágiles ante la adversidad de estos tiempos.
Todo esto es posible cuando un alma abre su corazón e implora ayuda a Dios. Así, no solo la consciencia se ve beneficiada, sino también todo lo que está a su alrededor, lo que necesita Misericordia y Luz.
Ese poder aumenta y se duplica cuando en la hora de la Misericordia las almas oran y se unen a la Pasión del Señor.
Es de esa forma que otras almas muy necesitadas se ven atraídas hacia esa Luz celestial que se presenta y reciben mucha piedad interna.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Y verán venir, compañeros, al Hijo de Dios transfigurado en el momento más culminante de la humanidad así como Él viene hoy a su encuentro en Divinidad y en Espíritu. Yo retornaré en la hora más culminante de la Tierra, cuando vendré a buscarlos y a reunirlos en Mi Nombre, de la misma forma como Yo reuní a los doce apóstoles en el pasado, pero esta vez será diferente porque, a pesar de que el mundo esté en convulsión, ustedes podrán reconocerme y Me recibirán de la misma forma que lo hacen en este momento.
Reuniré a todas las tribus de Mi Padre, no solo aquí en Argentina, en lo alto de una montaña, sino que también apareceré, al igual que en Betania, en otros lugares de Sudamérica a fin de que en esa hora tan aguda y difícil, ustedes, Mis amigos, no sientan miedo alguno sino un profundo y jubiloso gozo por volverme a encontrar.
Los llamaré a cada uno por su nombre original y así despertará en ustedes el dulce recuerdo de haber estado Conmigo una vez, compartiendo el mismo pan y el mismo vino que hoy les vuelvo a entregar a todos.
Mi llegada a Argentina esta vez es diferente, ya los encuentro más maduros y conscientes de la importancia de seguir a su Redentor sin duda alguna.
Este es el tiempo en el que finalizará su preparación interior y comenzará su verdadero servicio por la redención y por el perdón de todo el género humano.
Llegó el tiempo de Mi Retorno.
¡Les agradezco por haberme recibido!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Palabras de Cristo Jesús transmitidas durante la consagración de los elementos, en la presencia de muchos peregrinos:
Que Mis Palabras puedan ser el soplo del Espíritu en ustedes para que se manifieste en este tiempo el verdadero ser, aquel que Me representará en la Tierra y que dará testimonio de Mi Presencia en el mundo entero.
Yo vengo para congregarlos en la Verdad, en la única Verdad de Dios, que los hace participar de Su libertad espiritual y que les promete la redención total de sus seres y de sus consciencias a fin de que se cumpla Mi Propósito Crístico.
Ahora, que los encuentro con esta alegría, y con este recibimiento que siento en Mi corazón, el Espíritu Santo actuará a través de sus Dones y por medio de los Sacramentos para que, renovados en la fe y en la confianza en Dios, sepan que seguirán caminando Conmigo hacia adelante, buscando en su interior la realización del Plan de Dios y la concreción de Su Proyecto en esta raza humana, por medio de la acción de Mi Misericordia, de Mi Gracia y de Mi Piedad.
Abro las puertas de Mi Corazón y de Mi Consciencia para que reciban la presencia de Mi Iglesia Celestial, la que los congrega en igualdad y en amor, la que los hace celebrar el Amor del Padre eternamente Conmigo.
Nos ponemos de pie.
En este momento, cada uno de Mis representantes y servidores en la superficie de la Tierra hará su oferta ante el Padre Celestial por intermedio de Mi Sagrado Corazón, para que Él reciba sus súplicas, sus intenciones y su verdadero ofrecimiento a fin de que Su Gracia continúe descendiendo a la Tierra y tocando a todos los corazones.
En el silencio de su corazón harán esta oferta Conmigo; mientras que, en presencia del Amor vivo de Dios, su Maestro y Redentor transubstanciará los elementos junto con las huestes angélicas para que la Misericordia del Padre descienda sobre los seres y el planeta, y la llama de luz en sus corazones se vuelva a fortalecer y a reencender para que el amor y la gracia abunden en el mundo y se respete el amor a la vida.
En la Presencia de Cristo, Nuestro Señor, por su invitación y llamado, vamos a ingresar en la consciencia de Su Iglesia Celestial entonando todos juntos el “Kodoish melódico”.
Vamos a volver al instrumental “Y así habló el Maestro”.
Y ante la Presencia de nuestro Señor Jesucristo, nuestro Redentor y Salvador, a Su pedido y llamado, en este momento vamos a participar de la consagración y de la transustanciación del pan y del vino, que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor.
Invitamos a los que puedan, a arrodillarse o a quedar de pie.
Damos gracias a Dios por la renovación de este sacrificio y por la inspiración, en este momento, que nos da nuestro Señor Jesucristo a través de los Sacramentos y especialmente del Sacramento de la Eucaristía.
En aquel tiempo, Jesús estaba reunido con Sus apóstoles y muchas consciencias más en los planos internos, que están hoy aquí presentes.
Él tomó el pan, lo elevó, reconoció el sacrificio que el Padre le estaba pidiendo vivir y con la inmensidad de Su Amor agradeció, lo entregó a Sus apóstoles y les dijo: “Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por ustedes para el perdón de los pecados” y al sonar de tres campanadas se estableció la transustanciación del pan en el Cuerpo Divino de Cristo.
Te alabamos Señor y te bendecimos (se repite tres veces).
Y antes del Señor finalizar con Su Cena y entregar el mayor regalo de amor a la humanidad, tomó el Cáliz, elevándolo a Dios, el Padre lo bendijo y Él agradeció profundamente por ese sacrificio que viviría por cada uno de nosotros hasta el fin de los tiempos. Lo entregó a los apóstoles diciéndoles: “Tomen y beban todos de Él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza, que será derramada por Su Redentor y por muchos mártires para el perdón de los pecados. Hagan esto en Mi memoria”. Y al sonar de tres campanadas se estableció la transustanciación del vino en la Sangre preciosa de Cristo.
Te alabamos Señor y te bendecimos (se repite tres veces).
El Cuerpo y la Sangre Divina de nuestro Señor. Amén.
En unidad a Su Sagrado Corazón, y por el triunfo y la victoria de Su Reino en la humanidad, unidos a Él, en absoluta consciencia y sintonía, repetimos la oración que Él nos enseñó: Padre Nuestro.
Nos podemos poner de pie.
Compañeros, nunca pierdan la esperanza y la fe porque son virtudes que los renovarán y siempre los impulsarán a seguir adelante, sabiendo trascender barreras, sabiendo vivir desafíos, y así alcanzarán la paz, nunca la perderán porque estarán en Mí y Yo en ustedes.
Que la paz en este día, esté en ustedes y en Argentina. Amén.
En presencia del Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en fraternidad, se darán el saludo de la paz.
A medida que el viaje hacia Berlín continúa y antes de que el grupo peregrino arribe a dicha ciudad, las bases de Mi Misericordia para esta próxima etapa comienzan a establecerse en los planos internos a fin de que los soldados caídos empiecen a sentir y a reconocer la Luz Crística que volverá a brillar en los abismos de la Tierra para que esas almas reciban Piedad y Misericordia.
Un muro semejante al antiguo muro de Berlín, pero en los planos internos, será destruido para que ya no existan dos estados de consciencia, es decir para que sea transmutado el error y la indiferencia.
Así, su Maestro y Señor podrá penetrar en las capas más oscuras de la consciencia de Alemania, lugar hacia donde millones de almas inocentes fueron llevadas durante el siglo XX.
Ese espacio, espiritualmente oscuro, será tocado por su Señor para que la mayor cantidad posible de las almas alcance la redención y el amor.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Queridos hijos:
En este día especial, en el que los peregrinos y devotos del mundo recuerdan la primera aparición de la Divina Señora en Fátima, que de la misma forma, desde hoy y para siempre, Mis hijos de Sicilia recuerden esta amorosa visita de su Madre Celeste al sur de Italia.
Por amor e inmensa Misericordia, hijos Míos, he llegado a través del grupo peregrino hasta Sicilia para que este pueblo alcance la Piedad de Dios y el Perdón de Mi Hijo Jesucristo, sabiendo que su pueblo fue testigo, y sigue siéndolo, de acontecimientos de la vida social y humana que no cumplen los Mandamientos de Dios, inclusive dentro de la Iglesia.
Por eso, hijos Míos, como Madre de la Gracia me aproximo a ustedes para que sientan Mi Amor maternal y escuchen atentamente Mis palabras, a fin de que perciban que este encuentro de hoy es único y que dependerá de todos Mis hijos de Sicilia que el mismo se vuelva a repetir.
Todos ustedes, hijos de Sicilia, saben que están muy necesitados de amor, de perdón y especialmente de penitencia. Porque por medio del ejercicio de estos atributos en la vida diaria, ustedes alcanzarán la Gracia Divina para que a través del camino de la conversión se vuelvan dignos hijos de Dios.
En este tiempo, hijos, todo es posible. Si sus esfuerzos e interés por cambiar sus hábitos y modos de vida fuesen verdaderos y no aparentes, le demostrarán al Universo que ese urgente cambio de la consciencia sucederá y que, amorosamente, serán protegidos por los Brazos de Dios.
Vengo hasta Sicilia para que la forma de vida que hoy llevan pueda cambiar y que sus corazones arrepentidos puedan ser tocados por la divina Misericordia de Dios.
Como Madre me presento, como en otros lugares del mundo, para darles una advertencia. Y esa advertencia es que aún están a tiempo de poder vivir ese cambio de vida y de consciencia para que no solo ustedes, hijos Míos, sean permeados por los Divinos Atributos, sino también sus familias y conocidos sean ayudados por el Amor de Dios.
Este cambio que hoy les pido, como Madre, no es un cambio religioso ni se refiere a una conversión hacia alguna institución. Yo les hablo, hijos, del cambio de la forma de vida que desde décadas llevan adelante y sé que comprenderán de lo que les hablo.
Ustedes, Mis hijos, deben vivir un cambio espiritual e íntimo, entre ustedes y Dios, para que las puertas de la redención no se cierren antes de tiempo.
Hijos de Sicilia, viviendo su conversión, vivirán su esperada redención y Mi Hijo los tendrá en cuenta para que, redimidos y perdonados, sean parte de Su rebaño de Amor y de Luz.
Les pido, escuchen Mi llamado, sientan Mi Corazón. Vengo hacia ustedes como una Madre que los ama y que espera verlos inmersos en la Luz y en el Bien.
¡Les agradezco por responder a Mi Llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Soy la Señora de las Lágrimas de Siracusa. Vengo en este día para decirles, hijos Míos, que Mi llanto por este pueblo de Sicilia nadie lo ha calmado y que espero todavía el gran momento de la conversión de los pecadores que se encuentran en esta isla.
Es así que hoy Me presento a ustedes como la Señora de las Lágrimas, porque a través de Mis lágrimas dejo en este lugar el mensaje de que este pueblo del sur de Italia aún no acepta la redención y de que, por medio de las apariencias, creen que todo está bien y que lo seguirá estando.
Yo llamo a Mis hijos de Sicilia para que se arrepientan de corazón, para que pidan perdón al Padre Celestial, porque así Él les concederá Su Misericordia y no Su divina y poderosa Justicia.
Así, Mis hijos, el pueblo de Sicilia, con la oración de todos, alcanzará una gracia extraordinaria y esa gracia repercutirá también en los miembros de la Iglesia de Mi Hijo.
Vengo hasta Sicilia para que el pueblo del sur de Italia no olvide que la Señora de las Lágrimas lloró y que aún está llorando porque Sus hijos más necesitados de amor no la quieren escuchar.
Vengo para retirarlos del poder que creen tener en sus manos.
Vengo para ofrecerles Mi Corazón maternal como un camino para su conversión final.
Pero también vengo al sur de Italia, como la Señora de las Lágrimas, por una de las crisis más graves de este siglo XXI, que es la migración de Mis hijos de África y de Medio Oriente hacia Europa, a través del mar Mediterráneo.
Es así, hijos Míos, que la Señora de las Lágrimas también llora por la gran indiferencia de todos los europeos, ante la falta de acogimiento y de amor para con los refugiados.
Este es el tiempo y es la oportunidad de que no solo Italia, sino también toda Europa, tengan la gracia de poder revertir sus deudas a través del servicio a los refugiados.
Yo, como Madre de todos, los llamo a la fraternidad y a salir de sí mismos para que el que más sufre y escapa de los conflictos y de las guerras ocupe el primer lugar en sus vidas. Así, aprenderán a conocer la Misericordia Divina.
Italia siempre fue una tierra muy bendecida por los santos y por los milagros eucarísticos, porque es la nación que más necesita de Piedad y de Misericordia en el fin de estos tiempos.
Todos los orantes, en este momento, pueden ser importantes intermediarios ante la Justicia Divina para que, unidos a su Madre Celeste, colaboren a fin de que todas las importantes etapas de la Peregrinación se cumplan conforme Dios lo desea y lo siente.
Sigamos, hijos Míos, permitiendo que la insondable Misericordia descienda en las naciones de la Tierra.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Ora y deja que tu oración abra las puertas del Cielo para que el Creador eleve a las almas que se perdieron en los mares de este mundo, cuando buscaban esperanza y consuelo para sus vidas.
Ora por los que emigran de sus países en busca de paz y de una gracia y que, sin embargo, no encuentran aliento, sino soledad, desesperanza y el sufrimiento de sentirse perdidos en los mares del mundo.
Clama por Misericordia para que sus almas sean aliviadas. Clama por Misericordia para que las naciones se pacifiquen. Clama por Misericordia para que los corazones conozcan la Piedad y se arrepientan de sus errores y de sus pecados, rediman su pasado y diseñen su futuro con actos de paz.
Ora, hijo, porque no solo las almas agonizan, el planeta agoniza y llora las mismas lágrimas que su Madre Celestial porque ya no soporta el mal que lo oprime por el error y por la indiferencia de los seres.
Ora porque la Justicia Divina se aproxima al mundo y los que están ciegos ya no tendrán muchas oportunidades de ver la Verdad y la Gracia de Dios.
Ora para que tu corazón sea colmado de Piedad Divina y, así, tu intercesión ante el Padre se torne cada día más sincera y verdadera.
Ora porque la Gracia de Dios ya está sobre ti y se debe expandir por este mundo. Deja que la Misericordia del Padre fluya de tu clamor por la paz.
Siente la urgencia. Siente el dolor del mundo. Siente el pesar de Dios y dispone tu corazón para reparar este planeta.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Contempla el Corazón Eucarístico del Señor y, observando con la profundidad de tu mirar espiritual, encuentra el Sagrado y flagelado Corazón de Jesús.
En cada pulsar de este Corazón, gotas de Misericordia, de piedad y de compasión son derramadas sobre la Tierra a través de todos los sagrarios del mundo. Esos dones divinos fluyen del Corazón de Cristo y llegan a los que más los necesitan a través de las almas que adoran y comulgan del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, trayendo Su Presencia redentora a la Tierra.
Contempla en adoración los altares celestiales donde pulsa constantemente el Sagrado y flagelado Corazón de Jesús, renovando Su oferta y Su entrega por todas las almas, eternamente, hasta que la piedad, la Misericordia y la compasión sean realidades vivas en el interior de los seres, y ya no sea necesario verterlas sobre la Tierra, porque los propios hijos de Dios serán fuentes vivas de Su Gracia, en la expresión perfecta de Su Creación.
Contempla y adora al Sagrado y flagelado Corazón de Jesús, para que recibas de Él, en nombre de toda la humanidad, los códigos espirituales que recuerdan a tu consciencia el verdadero propósito de tu existencia.
Deja que tu alma y tu espíritu reconozcan ese camino y lo vivan en sabiduría, para que sepas dónde estar y qué hacer en cada instante de la vida sobre la Tierra.
El Corazón de Jesús te revela y te recuerda quién eres verdaderamente. Si estás buscando un sentido para tu vida, contempla y adora al Corazón de Jesús escondido en la Eucaristía, y allí, hijo, todo te será revelado.
Tienes Mi bendición para esto.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Camina a Mi lado a pesar de las tempestades espirituales de estos tiempos porque así, bajo Mi insondable apoyo, aprenderás y conseguirás superar los próximos e inesperados obstáculos.
Permite que el Rayo de Mi Piedad llegue a tu corazón para que, más allá de todo, recuerdes todos los días que existe algo mayor y poderoso que viene en auxilio de la humanidad y que se llama Amor.
Antes de querer o aspirar a conocer las realidades del Universo, debes aprender a desviar los embates espirituales que llegan a tu encuentro.
Por eso debes actuar con inteligencia y no con negligencia. Así conseguirás, en la tensión ardiente poder comprender, más allá de todo, los tiempos diferentes que se están aproximando y saber cómo actuar y proceder en el momento justo.
Camina a Mi lado para que aprendas de Mis comandos; para que seas, no solo un soldado de la paz sino también un guardián del Plan Divino, un instrumento que pueda compartir el Amor que Yo tengo por Mis discípulos.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más