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Mis queridos hijos:
Las huellas de la Señora de Finlandia, como huellas de Luz, comienzan a marcar los caminos internos, para que Mis hijos misioneros sean orientados en esta próxima Peregrinación por la Paz. Lo mismo sucederá milagrosamente en Polonia, Suiza y Francia, este último país muy necesitado de amor y de redención.
Queridos hijos, hoy la Señora de Finlandia se presenta con esta Faz por primera vez a ustedes, para que internamente sigan a la Madre de Finlandia en esta importante tarea que, espiritualmente, intentará aplacar la injusticia y la falta de paz entre naciones hermanas, hoy divididas por el conflicto, por el odio y por la guerra.
La Señora de Finlandia se colocará ante todo el mal generado para que, a través de un sublime soplo, sea disipado de las ideas de conquista y de poder sobre millones de almas inocentes. Y ustedes, con valentía y fe, Me acompañarán junto con el Ángel de Finlandia, Hellem-El, para que junto con el Ángel de Portugal intervengan por orden de la Santísima Madre.
Pero todo esto no será a través de enfrentamientos o de batallas espirituales, sino que en el nombre de la Preciosísima Sangre de Cristo se restablecerá la pequeña semilla de la gratitud que los países en conflicto perdieron al desviarse de lo que era esencial e inmediato.
Por eso, a través de la insondable presencia de los ángeles de algunas naciones, su Madre Celeste, como Señora de Finlandia, volverá a hacer emerger los valores originales que formaron parte de los países nórdicos y más allá de ellos.
Yo los invito a tener un corazón abierto y vacío en esta peregrinación; porque no solo ustedes, sino también la Jerarquía, tomarán contacto con un legado que aún no fue revelado al mundo.
Por ese motivo, la Señora de Finlandia se presenta como la primera Celadora de los valores que hicieron de los pueblos más antiguos, del norte del planeta, representantes del Linaje de los Guerreros.
Oremos conscientemente para que cada paso de esta peregrinación sea benéfico, no solo para Finlandia, sino también para el mundo entero.
Les agradezco a todos los que, una vez más, confiaron en Nuestros pedidos e hicieron posible esta extendida y necesaria peregrinación.
Los amo y los acompaño,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz y Señora de Finlandia
Mi Corazón, hoy, ilumina de manera especial a Alemania y a sus naciones hermanas para que las almas reciban el consuelo y la cura espiritual que necesitan para llevar adelante una nueva etapa, un nuevo tiempo que estará lleno de aprendizajes y de momentos de amor.
Como Señora de Schoenstatt, Me presento nuevamente a ustedes para que, dentro de cada hijo Mío, se vuelva a confirmar la filiación espiritual con su Madre Celeste.
Con alegría, su Madre y Reina de Schoenstatt retorna a Alemania, pero esta vez su Madre Divina irá abriendo las puertas celestiales para que el amado Hijo pueda trabajar y obrar espiritualmente en un área de Alemania en donde aún no llegó la Misericordia de Dios y que el Divino Hijo traerá consigo para liberar a los corazones y curar a las almas enfermas de espíritu.
Es así, Mis hijos de Alemania, que la Jerarquía Espiritual, al poder trabajar con tres ciudades de Alemania: Múnich, Frankfurt y Berlín, podrá ampliar el efecto positivo de su propósito en los planos internos, y todo esto es posible por la adhesión de algunos de Mis hijos de Alemania, Suiza y Austria, que en los últimos tiempos y después de Mi última visita respondieron a Mi llamado.
Por esa razón, hoy no solo los invito a que se renueven en la presencia del Amor de su Madre Celeste, sino también a que abran más sus corazones a todos los que a partir de este ciclo deberán llegar para formar parte de los ejércitos de la oración.
Este es un día especial porque, nuevamente, el Amor de Mi materno Corazón triunfará en Alemania, y hasta el próximo año nuevos frutos se manifestarán a fin de seguir profundizando en la Obra Redentora de Mi Hijo.
Agradezco profundamente la respuesta, la adhesión y el acogimiento de cada hijo Mío que hoy se congrega aquí para estar ante la Madre de Dios para orar y compartir un momento de elevación de la consciencia, a fin de que la consciencia de la humanidad sea elevada y sostenida por la oración devota de todos.
Les dejo Mi bendición de Madre y les declaro Mi Amor por su país.
Que la Señora de Schoenstatt siga siendo para ustedes la fuente de reverencia, de devoción y de admiración.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz y Señora de Schoenstatt
Hijos Míos:
En el día de San Pedro y de San Pablo, festividad de los primeros misioneros de Cristo, he venido a Ginebra en nombre de la paz y de la unidad para confirmar la alianza ecuménica entre todos los cristianos.
Esa es la razón por la cual la siempre Virgen María y Madre de la Iglesia ha pedido en este día, 29 de junio, un encuentro especial en Ginebra, sede de muchos órganos estatales, para poder unir en los planos internos a todos los creyentes de Cristo, por medio del ecumenismo hermanado entre Sus servidores.
La misión de cada cristiano es amar el Propósito de Dios y llevarlo adelante mediante la igualdad de condiciones y bajo el espíritu sagrado de la comprensión de las diferentes manifestaciones cristianas de la fe.
En este siglo XXI, en el que el mundo enfrenta desafíos grandes y también desigualdades sociales y globales, que la Llama del Amor de Cristo sea el punto de unión entre todos los cristianos, basados en el principio de la fe y en el Sagrado Evangelio de Cristo.
Como Madre de la Iglesia y de la humanidad, Mi Hijo Me envía para conceder la Gracia profunda del entendimiento, del conocimiento y de la sabiduría para que todos los que abran su corazón al llamado del ecumenismo puedan, juntos y en unidad, solventar y responder a las urgentes necesidades de la humanidad, de todo el Pueblo de Dios.
Este ecumenismo interreligioso permitirá que todos los cristianos, bajo un mismo fin y amparados por la Gracia Divina, puedan alcanzar la visión total de las diferentes carencias y necesidades de la humanidad, sabiendo que es urgente e inmediato disolver juntos la maldad, las guerras y los conflictos que abrazan a muchos pueblos en el mundo y rescatar de esos durísimos abismos a los que más sufren: a los inocentes.
Mediante la unidad ecuménica y cristiana, Cristo obrará más ampliamente, porque en todo lugar Sus discípulos de estos tiempos deberán ser testigos del Evangelio, para poder sembrar las semillas de la fe, del amor y de la unidad en los suelos más áridos de este mundo.
Y Cristo, el Agua Viva, será el que regará y cultivará lo que Sus allegados realizarán en el mundo.
La unión ecuménica y cristiana generará el espíritu del respeto y, sobre todo, una verdadera solidaridad entre los cristianos que acompañan, con su sentimiento y a través de su fe y de su confianza en las enseñanzas del Evangelio, al mismo Dios, Único y Omnipresente.
En el día de los Apóstoles Pedro y Pablo, que vuelva a surgir en todas las Iglesias cristianas el espíritu misionero, el que impulsará la revelación de la vida del apostolado en Cristo, tan necesario para aliviar el sufrimiento y llevar la cura y el amor a los corazones marginados.
Cristo es para todos.
Él vino por todos y para todos.
El esfuerzo de los testigos de Cristo será, mediante la unión ecuménica, llevar adelante la preparación de Su gloriosa segunda venida, preparando en las almas las bases de su unión con Dios y con todos los atributos que despierta la fe.
Al fin despuntará el ardiente deseo del Señor de que Sus seguidores y compañeros de camino misionero y apostólico se unan para atender la actual crisis mundial.
Por eso vengo a Ginebra para darles la bendición a todos y para estimularlos a llevar adelante la anunciación de la Palabra y del Amor de Cristo, por medio de las obras y de la unidad ecuménica.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz y Virgen de La Salette
Cuando el mundo comprenda que somos uno solo, la humanidad se salvará y ya no habrá sufrimiento ni tampoco desesperación en los corazones.
Cuando la humanidad comprenda que somos uno, la alegría volverá a los corazones y la esperanza hará renacer a las almas.
Cuando la humanidad comprenda que somos uno, una Nueva Humanidad nacerá y no será necesario vivir más en el pasado, sino mirar siempre hacia el futuro: a lo más alcanzable, a lo inmediato, a lo que está disponible para todas las almas y que proviene del Reino de Dios.
Cuando la humanidad comprenda que somos uno, no será necesario guardar más misterios del Universo, porque todo será revelado y el conocimiento divino estará para todos. La ciencia humana algún día comprenderá que Dios, Nuestro Padre, es el gran Gestor de la Creación y de la Vida; y que todos provenimos de Él y que algún día deberemos volver a Él para realizar la síntesis de esta experiencia y así recrear a la Creación.
Por eso vengo a Ginebra, buscando unir a todos los cristianos bajo el Espíritu Purísimo de Mi Hijo, en donde todo se realizará, en donde todo se podrá llevar adelante, siguiendo los pasos de la Luz del Señor.
Vengo, de esa forma, a estabilizar todo lo que se moviliza en contra de la evolución de Dios. Por medio de la neutralidad divina, vengo a pacificar a los corazones que lo necesitan y vengo a despertar a las almas que deben abrir sus ojos a la Verdad de Dios.
Por medio de la Paz vengo a conceder estas Gracias al mundo, sabiendo que para Dios nada es imposible y esto es un ejemplo de lo que sucede hoy; nada es imposible para Dios cuando Él lo desea con el ardor de Su Corazón.
La espiritualidad que el mundo no vive conscientemente, que es grandiosa e infinita, es muy simple y humilde. Tan simple y humilde que la siempre Virgen María, Madre de Dios, viene a su encuentro para testimoniar y confirmar la importancia de esta unión ecuménica entre los servidores de Cristo. Porque estableciéndose esta unión ecuménica, se abrirán puertas en todo el mundo que no estaba previsto que se abrieran; puertas por las que se derramarán muchas Gracias y se concederán muchas expiaciones a lugares del mundo que están considerados por desaparecer.
Por eso, hijos Míos, cuando se da el primer paso hacia el Llamado de Dios, muchas más cosas pueden suceder de las que estaban previstas.
Cuando la respuesta es verdadera, llena de amor y de simplicidad, Dios puede seguir obrando en los corazones y puede traer al mundo más Misericordia.
Por eso estoy aquí, hijos Míos, en Ginebra, a la espera de ese gran momento, que anticipa la venida de Cristo de una forma sorprendente y nunca antes vista por esta humanidad.
Mientras tanto, hijos Míos, sigan el camino que Yo les estoy indicado. Sigan construyendo en ustedes ese espíritu ecuménico que necesito para llevar adelante los Planes de Paz de Mi Amado Hijo.
Yo los necesito en ese camino y en esa realización, sabiendo que es importante e inmediato responder a las necesidades de la humanidad, para que más corazones se puedan curar y redimir.
Yo los animo a vivir ese espíritu del ecumenismo cristiano que unirá aún más a las razas y a los pueblos, que derrotará los proyectos de Mi enemigo y que hará triunfar el Sagrado Corazón de Jesús en todas las almas.
Por eso la importancia de este momento, hijos Míos, porque mientras la Madre de Dios está presente aquí con ustedes y con el mundo, con cada corazón devoto y creyente, la omnipresencia de la Madre de Dios puede destruir las grandes corrientes del mal que hacen pervertir a las almas y sacarlas del camino del Amor de Mi Hijo.
Por eso, si Yo estoy aquí, ¿por qué deberían temer?
Yo estoy aquí y soy su Madre y quien esta cerca de la Madre de Dios, no tiene por qué temer al mal, porque el mal no existe, el mal es creado por la indiferencia y la ignorancia de los hombres.
El Amor de Dios sí existe; todo lo neutraliza, todo lo armoniza y trae paz a los corazones.
Aférrense al Amor de Dios y sus vidas triunfarán en la conversión, no solo por la oración diaria, sino también por los Sacramentos que les ofrece Mi Hijo, que deben ser valorados y contemplados como verdaderas joyas del Universo Espiritual.
Entonces, hijos Míos, Yo los invito al espíritu del ecumenismo, porque el mundo lo necesita para poder darse cuenta y percibir en donde se encuentra esta actual humanidad y qué camino tan apartado de Dios está recorriendo.
Los invito a hacer todos los esfuerzos necesarios, porque esto ayudará al Plan de Dios y constituirá en sus corazones un propósito verdadero, que los llevará a caminar por el Sendero de Cristo y los impulsará a la transformación interior.
Siguiendo estos pasos, respondiendo Mis pedidos, todo estará dicho.
Mientras estoy aquí, estoy con el pueblo de Suiza, de Norte a Sur y de Este a Oeste, sembrando la cruz de la victoria de Cristo en el punto más alto de los Alpes. Para que todos los espíritus, todas las consciencias y todos los corazones, por medio de la Cruz Redentora de Nuestro Señor, reconozcan el Advenimiento de Cristo en Su segunda gloriosa Venida al mundo.
Sigan orando por la paz y la paz será concedida al mundo por un tiempo más, y los grandes representantes de esta humanidad tomarán decisiones correctas, que estarán acordes con la Voluntad de Dios y especialmente con la necesidad de los pueblos más humildes y pobres.
Como Señora de todas las naciones, vengo a llamarlos a la solidaridad y al bien, porque así los corazones también se curarán y las almas más solitarias de este mundo reencontrarán la esperanza que necesitan para poder volver a ver a Cristo.
Me voy de aquí con una etapa cumplida por todos los que han respondido a Mi Llamado. Porque no importa la cantidad, sino la verdad, lo que trae aquí a los corazones que escuchan el llamado interior de la Madre de Dios, eso construirá el Plan de Dios en las almas y traerá Luz a todas las esencias del mundo.
Con tan poco Yo puedo hacer mucho, porque en lo poco está lo simple, lo que es humilde y sincero.
¡Gracias Madre Divina, por cuánto nos das!
Y Yo les doy la Luz de Mi Esperanza.
En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Le agradezco por este importante momento porque después lo verán. Amén.
Hoy puedo decir que Mi Llamado ha sido escuchado y que lo promoverán con fe.
Esto es lo importante que hoy he venido a decirles, en compañía de Mi pequeño Hijo.
Soy la Virgen de Schoenstatt. Soy la Madre admirada y vencedora por medio del amor de Mis hijos y de la oración de los fieles a Mi Inmaculado Corazón.
Hoy vengo a derramar en el plano del espíritu una expiación importante para Suiza y en consecuencia, para toda Europa.
Hoy, una huella imborrable, que era imborrable, se disuelve ante Mi Presencia: huellas del sufrimiento, del abandono, de la falta de moralidad y especialmente de la falta de amor.
Se ha cumplido Mi misión en Suiza y para eso debemos celebrar. Porque espero, algún día, volver a estar aquí con ustedes, en estas elevadas montañas de los Alpes para contemplar junto a cada uno de Mis hijos el descenso de la Voluntad Divina, por medio de la vivencia de los grupos de oración y del servicio incondicional a los que más sufren.
Hoy vengo con la presencia de una Madre que comprende y entiende, de una Madre que busca llevar el bien a Sus hijos, más allá de lo que puedan comprender o no del Cielo.
Por eso les traigo la suavidad de Mis Palabras, la dulzura de Mi Mensaje y el Amor profundo de Mi Corazón; para que puedan servirse de ello y seguir transformando sus vidas, sabiendo que Mi pasaje por Suiza no es en vano, que todos los días que vendrán deberán recordar Mi Mensaje. Y algún día, hijos Míos, bajo su ejercicio de oración, podrán ser Mi mensaje vivo en el mundo, testimoniando a la humanidad la Presencia del Hijo de Dios en sus corazones por medio de la comunión reparadora, que consolará a Mi Corazón Inmaculado cada vez que vivan esa comunión interior.
Es por eso que hoy el Pequeño Rey del Universo los consagrará, no solo como hijos de la Madre del Dios Vivo, sino también los hará comulgar con Su Espíritu y Su Divinidad, para que asuman esta misión que Yo les he pedido con entusiasmo, con ese mismo entusiasmo que los ha llevado a difundir Mi Llamado aquí, en Suiza, y que los llevará a abrir las puertas para comprender y acoger el sufrimiento humano, especialmente un sufrimiento espiritual que los ojos no pueden ver. Un sufrimiento espiritual que vive en el corazón de los suizos, un sufrimiento tan semejante al sufrimiento de Mis hijos de África.
No he venido, hijos Míos, para hacer comparaciones, sino para compartir la realidad interior de la humanidad.
Mi Hijo, que hoy está en brazos, les trae Su Espíritu de renovación para que Suiza no solo se renueve, sino también se convierta a la Luz de Mi Inmaculado Corazón; una Luz que viene a tocar lo más profundo de sus almas, lo más íntimo de sus esencias; una Luz que los redimirá y los curará; una Luz que los llevará a la paz.
Que vengan aquí los que hoy se consagrarán a Mi Corazón.
Y a los pies de la Virgen de Schoenstatt, hijos Míos, y ante la presencia del pequeño Niño Jesús, realicen su ofrecimiento a la Madre de Dios y al Rey del Altísimo, para que mucho más sea reparado, para que mucho más sea convertido, para que reciban de Mi Corazón la Gracia Eterna que los llevará a la paz y a la vivencia del amor.
Liberen sus corazones de toda angustia, liberen sus corazones de la perturbación y de cualquier desconfianza. Yo los amo, los entiendo y también los vivo, por eso los he llamado a Mis Pies para liberar los nudos de sufrimiento.
La siempre Virgen de Schoenstatt, la Madre vencedora y admirable, les trae el consuelo del Cielo y del Universo, la disolución de la tristeza para que sus corazones se reenciendan en la fe y en la esperanza de saber que Dios tocará sus vidas con Su Santa Mano.
Y también Dios, que es misericordioso y bondadoso con todos Sus hijos los sostendrá, los guiará, los llevará por el camino de Su Eterno Propósito.
Hoy no solo los bendeciré con el agua, porque Mi Hijo también los bendecirá. También Mi Hijo los bendecirá con la comunión, con Su Cuerpo y Su Sangre, para que Suiza comience a vivir la reparación a Mi Materno e Inmaculado Corazón. Tráiganme aquí agua y comunión para bendecir.
Coloquen sus manos en señal de recepción.
Amable es el Poder de su Madre del Cielo. Invencible es el Amor de Su Reino. Dulce es la Paz que Ella derrama y confortador es el Amor que Ella les dona, para disolver las heridas más profundas de las almas, para llevar hacia sus corazones la Luz del Reino de Dios, la que los santificará, la que los sublimará, la que los consagrará como soldados e hijos Míos.
Por eso, ante la Presencia del Niño Jesús, Rey y Soberano del Universo, que el Fuego del Espíritu Santo descienda sobre esta agua para que se esparzan en Suiza y en toda Europa los Dones del Padre Celestial, Fuente poderosa e inextinguible que llevará a las almas a la Redención y al Amor puro de Su Corazón.
Aquí está el Cuerpo y la Sangre del Dios Vivo; el Dios del Amor, de la Bondad y de la Misericordia, que murió por ustedes en la Cruz para hacerse el más pequeño entre los pequeños, para rescatar a los miserables entre los más miserables.
He aquí el Redentor y el Salvador, el que les da Su Misericordia y Su Paz, para que triunfe el bien y sea derrotado el mal para siempre. Amén.
Los niños llegan al Cielo antes que los hombres, porque su pureza conmueve el Corazón de Dios. Sean como niños y Dios, que es puro en Misericordia, siempre los abrazará.
Elevando sus corazones al Reino de Dios, cantaremos el Himno de la Consagración de los Hijos de María, en español.
Les agradezco por responder a Mi Llamado y los aguardo en Ginebra, para llevar aún más Mi Corazón al mundo.
Les agradezco.
En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
La Igualdad entre los Pueblos – Parte II
Y se construirá una Nueva Humanidad y un nuevo planeta, a partir del momento en el que los seres humanos, fraternalmente, compartan todo lo que poseen y distribuyan todo lo que tienen en perfecta armonía, unidad y equidad.
Eso creará la condición para que en la raza actual se construya, dentro de los seres, la Nueva Humanidad redimida.
Todos los que consigan acompañar ese movimiento y todos los que lleven adelante esa meta, serán merecedores de más Misericordia y perdón, porque estarán saliendo de sí, de todo lo que es mezquino y mediocre, para pasar a vivir un nuevo estado de consciencia.
Así, ya no existirán más pobres entre los pobres, sino una verdadera civilización que conseguirá aproximarse a la vivencia de los Atributos de Dios y a la manifestación de Su Divino Plan.
En este sentido, todos los que promuevan, en el mundo, el equilibrio y la igualdad entre los pueblos, estarán desactivando a las ocultas agrupaciones que fomentan y promueven, pervertidamente, el desequilibrio y la desigualdad.
Llegará el momento en el que ninguna de esas consciencias conseguirá seguir adelante por sus propios medios, debido a la inmensa oscuridad que las absorberá; por eso, buscarán auxilio, consuelo y mucha ayuda.
Por ello, los que estén soberanamente trabajando por la igualdad entre los pueblos concederán, sin percibirlo, una Gracia extraordinaria para esas almas, y ellas recibirán, aunque no lo merezcan, la Misericordia de Dios.
En ese momento, y en esa hora, la Madre del Cielo intercederá y todas esas almas perdidas por el abuso del poder y de los placeres, serán convertidas por el imperioso Amor del Corazón del Padre.
Un Rayo Divino de Justicia desarmará todo el sistema mundial y, de la noche a la mañana, todo mudará.
Por eso, vengo a Suiza para pedirles la comunión reparadora de los cinco primeros sábados, para que aquí, y en el mundo, muchas más almas que están perdidas reciban la ayuda espiritual necesaria para poder arrepentirse de sus errores y pedir Misericordia y perdón.
Mientras tanto, deseo instaurar en Suiza la verdadera devoción a Mi Materno e Inmaculado Corazón, para que algún día, y desde aquí, surja la necesidad imperiosa de abandonar definitivamente la vida superficial y los placeres que hacen morir el alma de las personas por no tener a Dios.
Necesito que los que se decidan a acompañarme en este propósito instauren en Suiza grupos de oración, a fin de generar una potente columna de redención y de Luz que los comunicará espiritualmente Conmigo.
Espero que este pedido se cumpla para que la siempre Virgen María, Madre de Todos los Pueblos y Virgen de Schoenstatt, pueda interceder para establecer el Amor vivo de la Fuente en los corazones endurecidos y vacíos de Dios.
Agradezco, desde ahora, su cordial y amorosa respuesta.
Después de que sean creados los grupos de oración en Suiza les diré, en poco tiempo, un próximo pedido.
¡Les agradezco por escucharme con atención!
Los bendice siempre,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz y Virgen de Schoenstatt
Cómo recibir Misericordia
Hijos Míos:
Vengo al mundo, en este tiempo, no solo para enseñarles a clamar por Misericordia, sino también a generar méritos para que sean merecedores de la expiación celestial que la Divina Misericordia trae para sus vidas y para el mundo.
Vengo para advertirlos sobre la realidad del planeta, el que agoniza delante de los ojos indiferentes de la mayor parte de los seres humanos de la Tierra.
Vengo para retirarlos de la ignorancia, porque la ignorancia y la indiferencia humana no tienen nación, no tienen religión y no tienen cultura.
La ignorancia y la indiferencia están en la consciencia humana, como raíces profundas que fueron creciendo y ganando espacio a lo largo de todo su desarrollo como humanidad.
Y hoy estas raíces son alimentadas por las modernidades, por las comodidades y por las facilidades que este mundo les ofrece, a través de cosas que son creadas a costa del sacrificio de los hombres y de los Reinos, y por el ultraje de la Tierra.
Por eso, hijos Míos, llego en este tiempo para cortar esas raíces, para conducirlos hacia una nueva vida, para mostrarles una opción que el mundo no les muestra, porque la oscuridad se apoderó del día a día de muchos seres humanos.
Es con la finalidad de despertar en sus corazones el amor que los conduce a la Verdad que los llamo al servicio y a la caridad, los llamo a la oración.
Solo el corazón que comienza a servir puede comprender lo que les digo y, si no experimentan por sí mismos, jamás beberán de la Fuente de la Sabiduría, la que nace de la experiencia y no tanto de las palabras.
Mis Palabras son impulsos divinos, son como la Luz que se enciende en un cuarto oscuro para que encuentren la puerta para salir de la prisión de estos tiempos. Por eso, hijos Míos, escuchen hoy Mi llamado, Mi Voz que se pronuncia por una Voluntad Divina, superior a todas las cosas y que trasciende el entendimiento humano.
Escuchen Mi Voz y síganla.
Este mundo está ciego y su Madre Celeste viene, a pedido de Dios, para traerles la Luz para que puedan volver a ver, para traerles la vida a los que murieron y no lo percibieron, porque día a día se caen en los abismos de la ignorancia y de la indiferencia.
Vengo a una nación que está llena de conocimientos, colmada de ciencias y de filosofías, con la aspiración de transformarse; pero hoy Yo les digo, hijos Míos, que no solo deben cuidar de sus propias vidas. Este mundo, como un todo, es su casa y todos los seres que en él habitan, en todos los Reinos de la Naturaleza, son sus hermanos y son criaturas sagradas de su Padre Celestial.
Hoy vengo a llamarlos para dejar de lado las ciencias y las filosofías, y todo el conocimiento que colma sus mentes en estos tiempos, para que reciban de Dios el Conocimiento, el Entendimiento y la Sabiduría Divina.
Y les digo que no hay otra forma de recibir lo que el Padre les ofrece que no sea cruzando la puerta de la humildad y, de rodillas y en oración, clamar por Misericordia.
No son las riquezas del mundo las que colmarán sus almas, sino la plenitud de saber que todo lo hicieron para que todos sus hermanos tuvieran una oportunidad de sentir y de vivir el amor y la verdadera alegría; la plenitud de saber que cumplieron con su parte y de poder llegar al Padre, delante de Su Altar Celestial, con el corazón limpio y en paz.
Escuchen, hijos Míos, las advertencias de su Madre Celestial. Sirvan, oren y clamen por Misericordia.
Vayan al encuentro de los que más necesitan, y que la caridad actúe en sus corazones transformando su condición humana, cortando las raíces más profundas de la ignorancia y de la indiferencia. Así sabrán y comprenderán lo que Yo les digo.
¡Les agradezco por escuchar Mis Palabras y por abrirse de corazón a los impulsos divinos que hoy les traigo!
Yo los bendigo y los amo,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz y Virgen de Schoenstatt
La Igualdad entre los Pueblos
Queridos hijos:
Mi finalidad de venir a Suiza, en nombre de Mi Hijo, es para pedirles a los representantes de este país un acto de la igualdad entre las naciones más ricas y las naciones más pobres.
Por eso, vengo para donar Mi Corazón-Espejo para que en Suiza se refleje la Voluntad de Dios y no el uso desmedido del poder y la superstición de los soberbios.
Vengo para pedir un verdadero espíritu de caridad y de igualdad, a fin de poder salvar a este pueblo del sendero que recorre por la riqueza desmedida y el descontrol material de la vida.
Aquí, y dentro de esta nación, existen almas que tienen el deber de promover la equidad sin condiciones y el equilibrio por los que ni siquiera tienen un hogar para poder refugiarse.
Vengo como Madre y Virgen de Schoenstatt para pedir consideración y atención a Mis palabras, antes de que llegue el tiempo en el que no quedará piedra sobre piedra, así como lo dijo Mi Amado Hijo.
Deseo despertar en Suiza el espíritu del olvido de sí, para que las almas aprendan a ver y a contemplar las necesidades en los semejantes, en los más pobres entre los pobres.
Quisiera salir de Suiza con una esperanza en Mi Corazón, capaz de tener fe en que Mis hijos harán el esfuerzo necesario para salir de la comodidad pervertida y del confort.
Necesito, hijos de Suiza, que se sirvan del espíritu de la pobreza y de la abnegación que la Madre y Virgen de Schoenstatt les ofrece, a fin de que más allá de su pueblo y de su “propio mundo” puedan contemplar el sufrimiento, el hambre y la necesidad de millones de almas en el mundo, como sucede en África y en América.
Sé que no nacerá de los líderes el afecto necesario para percibir y reconocer que aquí no se vive en la Ley de Dios, ni mucho menos en lo que Mi Hijo les enseñó.
Por eso, antes de que todo se desencadene, dentro y fuera de sus consciencias, Yo los invito a vivir una vida de oración y de diálogo con Dios, para que puedan salir de la reinante ilusión de estos tiempos y perciban que es urgente cambiar, primero saliendo de sí para darle espacio y lugar en sus corazones a los que más sufren y no tienen nada.
Con este mensaje los llamo a la reflexión, ya que aún queda un poco de tiempo para poder transformar lo que el Universo necesita transformar de su pueblo.
Yo les doy las gracias por escucharme, porque, como Madre, los amo y deseo el bien y la igualdad para todos Mis hijos.
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz y Virgen de Schoenstatt
Por Dios traigo el Amor del Cielo para derramarlo en este lugar, sobre este planeta. Les traigo el Amor que necesitan, el Amor que tanto buscan, el Amor que tanto aspiran penetrar para poder encontrar a Dios.
Les traigo el Amor que los liberará para que puedan dar un nuevo paso, sabiendo que es necesario aprender a escuchar a Dios de la misma forma que la Madre de Dios escuchó el llamado del Arcángel Gabriel.
Los invito, queridos hijos, a seguir el ejemplo de la Madre de Dios, en una obediencia incondicional, con inmensa alegría de poder seguir los pasos del Señor, así como Dios lo necesita en este tiempo.
Todo lo que Yo les digo, hijos Míos, no es para herirlos, ni tampoco para lastimarlos, es para abrir sus consciencias, es para penetrar con el Amor de Dios en sus corazones, para que heridas tan profundas que aún están presentes en sus vidas, se puedan cerrar y disolver.
Esa es la razón por la cual estoy en Europa, hijos Míos, presentándoles a ustedes Mis diferentes Faces, para que conozcan la Omnipresencia de la Madre de Dios, para que sepan comprenderla y escucharla, de la mejor forma que ustedes puedan; por eso vengo como la Madre y Virgen de Schoenstatt.
Pero hoy no traigo a Mi Hijo en brazos, hoy traigo a un niño africano, entre tantos que quisieran estar en Mis brazos.
Hoy traigo el niño más enfermo y hambriento, el niño más dolorido, el niño más angustiado que necesita de la atención de la humanidad y de su pueblo.
De esa forma, hijos Míos, Yo los invito a la solidaridad, a la cooperación y al bien que debe despertar en sus corazones, para que el mundo y especialmente su humanidad, su sufrimiento y dolor, que deben ser aliviados, puedan entrar en ustedes para que sientan como siente la Madre de Dios cuando hay falta de consciencia, falta de amor y especialmente de fraternidad.
Si ustedes dan el paso, les aseguro hijos Míos, que muchos más lo darán.
Por eso hoy he decidido venir a decirles esto, para que puedan escuchar Mi Llamado, para que puedan sentir Mi Maternidad, para que se puedan servir de Mi Corazón, un Corazón noble que clama al mundo, un Corazón que acoge las miserias de la humanidad y especialmente de los que más sufren.
Los invito, hijos Míos, a imitar Mi Espíritu de Maternidad, de servicio y de solidaridad, eso transformará su pueblo completamente y hará de su pueblo una Tierra Prometida sabiendo que aún Dios desea manifestar aquí Su Divina Voluntad.
Con Amor materno Yo los llamo, hijos Míos, a tomar consciencia de esto, a colocarle importancia en sus vidas, para que también sus vidas se puedan transformar mediante la respuesta a Mi Sagrado Llamado.
Siempre desearé el bien para ustedes, por eso no solo estoy aquí por ustedes, estoy aquí también por todas las naciones del mundo, por todos los que han concedido esta peregrinación por la Paz, por todos los que sinceramente de alguna forma u otra hicieron su esfuerzo amoroso e incondicional para que hoy Yo esté aquí por Suiza, así como también estaré en poco tiempo por Alemania.
Es así que Yo los invito a esa Unidad, la Unidad que Dios gestó desde el principio en el Universo, la Unidad que los llevará a la Paz, porque es una Unidad Divina que el mundo ha olvidado completamente.
También esa es la razón por la cual todavía peregrinamos, salimos de los Centros Marianos a la búsqueda de los corazones más necesitados y carentes, en búsqueda del despertar de la consciencia de la humanidad, a fin de que los designios de Dios se puedan cumplir.
Como Madre del Amor y Virgen de Shoenstatt, no deseo que Mis hijos sufran, ni que acepten vivir el camino del sufrimiento, porque la humanidad ya ha demostrado al mundo como sabe autodestruirse; quiero cambiar ese patrón humano por medio de sus oraciones y de sus súplicas, por medio de la apertura de su mundo interior a Mi Llamado.
Así Yo no solo podré seguir trabajando por Suiza, sino también por el mundo que Me necesita y podré llegar a otras naciones del mundo así como he llegado aquí de forma extraordinaria por la respuesta de Mis hijos.
Hoy les transmito hijos Míos, con toda la Verdad de Mi Corazón, la aflicción de Mi Corazón Materno por la sordera de Mis hijos.
Por eso vengo del Cielo como he venido en Fátima y en Medjugorje, para traer un mensaje a la humanidad, para demostrarle al mundo que Soy única y que Soy la Madre de todas las naciones y de todos los hijos que existen en este planeta; que Soy la Madre sin religión, porque Mi religión es el Amor de Dios, el que el Arcángel Gabriel me ha enseñado cuando tenía a Jesús en Mi Vientre.
El Amor de Dios se gestó en Mí para que naciera en el mundo la redención. Hoy Mi Vientre de Luz se dona al mundo, para que sus vidas puedan renacer algún día con la esperanza de vivir en la Fe y de alcanzar la redención del corazón.
Los invito a redoblar los esfuerzos por Mi Llamado, y hoy agradezco a Mis hijas que viven aquí en Suiza, por haber sido precursoras de Mi Llamado en Zurich, por haberse esforzado y dedicado, para que el cumplimiento Divino de Mi Misión Espiritual en Suiza, se pueda cumplir.
Hoy me iré de aquí con una esperanza, porque han demostrado que es posible difundir Mi Llamado, sabiendo que es urgente que las almas salgan del infierno terrestre para ingresar en el Universo de Mi Corazón, en donde hay un lugar especial, hay un refugio en el Corazón de la Madre de Shoenstatt para cada uno de Mis hijos.
Es el amor de ustedes, es la dedicación de ustedes, es la ofrenda de ustedes, lo que Me permite una y otra vez volver al mundo.
Yo les agradezco por responder a esta convocatoria y los bendigo con la Llama Sagrada de la Esperanza de Dios, la que nunca se extinguirá porque es eterna.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más