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No hay mayor servicio que el de una oración verdadera, en la cual el corazón no encuentra fronteras y no necesita ir tan lejos, ni demorar tanto, para estar delante de los más necesitados. Si piden a Dios que los lleve al encuentro de los más necesitados, entonces, cuando el Señor los coloque ante cada oración a lo largo del día, encuentren ahí la respuesta a los pedidos de ustedes, a su santa voluntad de servir y de ayudar a los más necesitados tanto en la materia como en el espíritu.
Sin embargo, si en los momentos de oración estuviesen tibios, adormecidos y sin mucho entusiasmo para encontrarse con Dios, es porque en verdad no descubrieron que la esencia del servicio se encuentra en el corazón que ora.
El mayor servicio es aquel que lleva la Presencia Divina a los corazones; es aquel que coloca a las esencias delante de la posibilidad de retornar a su origen, a la Sacratísima Consciencia Única, de donde provienen todas las cosas creadas con un fin evolutivo.
Si no fuese así, ustedes estarían realizando obras sociales de las cuales el mundo está lleno; entretanto, el Reino de Dios aún no se manifestó entre los hombres.
Todos aquellos que aceptan vivir el camino de la humildad, de la oración y de la entrega son, en realidad, corazones y espíritus misioneros que deben renovar ese carisma espiritual todos los días y en todas las oportunidades que tienen de encontrar a Dios y llevarlo, en esencia divina, a todos los que más necesitan de Él.
Hagan de sus vidas la obra perfecta de servicio para la humanidad y para el planeta. Esto se alcanza con el despertar a la verdad, que es saber que en todo está la posibilidad de servir y que en todas sus oraciones pueden cruzar fronteras y llegar hasta los más necesitados.
Hoy, por ejemplo, orando delante de Mi Corazón Castísimo, ustedes Me acompañaron hasta Medio Oriente y, así, aliviaron los pequeños corazones de muchos niños que ya perdieron la esperanza de ser alegres en este mundo.
Aprendan, queridos, todos los días, a trascenderse a sí mismos para que la Luz de Dios llegue a los más perdidos y olvidados entre los hombres y entre los Reinos de la Naturaleza.
Aprendan con Mi Casto Corazón a ser misioneros eternos y a realizar en la Tierra esta misión universal, en la cual su propia transformación resultará en la salvación y en la evolución de todo el universo.
Yo los amo y los animo a seguir adelante, creciendo y madurando, como frutos de los Sagrados Planes de Dios.
San José Castísimo
Mientras Dios Padre sostiene desde el Cielo Su sagrada mirada sobre toda la humanidad, queridos hijos, hoy los llamo, como todos los días, a la reparación del corazón mediante la oración. Un inmenso número de almas aguarda las oraciones de todos los misioneros marianos consagrados a Mi Inmaculado Corazón, almas que, distantes del camino de la santidad, se conducen por senderos contrarios a los destinados para sus vidas.
Por eso, hijos Míos, como Mediadora en este mundo de hoy, los llamo para contemplar la Faz Misericordiosa de Jesús como el único camino para la redención del corazón. Estos tiempos distraen cada día más a las almas y las conducen hacia intenciones que distancian sus corazones del camino que las lleva a Dios.
Hoy los llamo a orar con todo el corazón para que Dios Padre escuche las plegarias de todos ustedes por la salvación de todos Sus hijos de este mundo.
Con una espina clavada en Mi Corazón Maternal, hoy les pido que, a través de la oración, reparen Mi Inmaculado Corazón para que, como Madre de la Misericordia, pueda sostener por más tiempo a todos los corazones que se pierden.
Que todos Mis hijos sean conducidos por Mi Corazón Materno para que todas las criaturas levanten Sus brazos y clamen por piedad.
Queridos hijos, es momento de concientizar la vida de oración, oración que, por el propio poder divino que ella adquiere, podrá protegerlos en los momentos próximos de final de ciclo en este mundo.
Deben renacer a través de la oración como preciosos instrumentos en las Manos de Dios. Todos Mis hijos son llamados a colaborar con el planeta. Es necesario que todos ustedes sepan que alguien de esta humanidad debe interceder ante el Creador. Para eso, Mi Hijo les ha dado a los pastores. Oren por ellos para que el Espíritu Santo los guíe en estos momentos.
¡Les agradezco por vuestras oraciones!
Gracias por responder a Mi llamado.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Queridos hijos:
Hoy nuevamente los llamo a permanecer dentro de Mi Corazón Maternal porque así ustedes estarán en el Corazón Divino de Mi Hijo.
Como fue bien escrito en el Libro Sagrado, Jesús, El que ya resucitó está en el universo, entre vuestros corazones y con cada una de las almas. Él vendrá para anunciar el nuevo mundo de la paz, de la misma manera que ha venido hacia ustedes Su Divina e Insondable Misericordia.
La humanidad deberá realizar un nuevo recorrido que comenzará mediante la oración hecha con la fuerza del amor del corazón. Todos los misioneros marianos orantes podrán ser guiados cuando, en oración, caminen hacia la Puerta de la Paz.
Hijos Míos, Yo les anuncio el Reino que Mi Hijo ya tanto anunció y, como Madre de la Misericordia y de la Gracia, los guío para que en la Paz de Mi Corazón, ustedes y toda la humanidad, encuentren en el corazón al Cristo Vivo, al Redentor de todas las faltas.
Por eso, queridos hijos, que hoy vuestros corazones se alegren y que, encendidos por el Fuego Amoroso del Espíritu Santo, puedan redimir lo que aún no se ha redimido en toda esta humanidad.
Recuerden la unión diaria con el Santísimo Corazón de Cristo porque es en esa alianza misericordiosa que todas las almas verán, delante de la vida, la única fuente que les quitará la sed: Jesús.
Así, en oración, vuestros corazones podrán ir reparando el Corazón de Mi Hijo, que es profundamente ofendido por las discordias y las separaciones que, día a día, aumentan entre las almas de este mundo.
Para que todos renazcan a la vida eterna, los misioneros orantes a Mi Inmaculado Corazón deberán ser como la Llama del Divino Espíritu Santo en la oscuridad, llama que ilumine a todos los corazones que necesitan de paz.
Vivan del Amor de Mi Hijo para que vuestros corazones formen el gran escudo de Dios para los nuevos tiempos.
¡Les agradezco!
Luz interna para sus corazones. ¡Paz!
Gracias por responder a Mi llamado.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Los misioneros orantes marianos que se unen a la Luz de Mi Inmaculado Corazón deben vigilar en oración por los que aún no oran, no esperan y no aman al Dios celestial del Universo.
Este ejercicio de amor y vigilancia por las almas se realiza a través de la oración del corazón, porque por medio de esa oración llaves de sabiduría y discernimiento pueden despertar por la Presencia del Espíritu Santo.
Hoy los llamo, queridos hijos, para que sus vidas en estos tiempos de grandes cambios, aspiren a estar y permanecer bajo la Llama del Espíritu Santo. De esta manera, sus corazones serán partícipes del servicio abnegado a otras almas, servicio que puede despertar a través del corazón. Y en este espíritu de colaboración con todas las almas del mundo es donde sus vidas encontrarán la unidad perfecta con Mi Hijo Glorificado y, así, podrán ver los ojos de Jesús en cada uno de sus hermanos de camino.
Ahora, queridos hijos, a la humanidad le corresponde velar y llamar por la Presencia del Espíritu Santo para que todos los corazones en Cristo puedan misionar por la paz a través de la oración.
Queridos hijos, llegará el momento en que cada vida deberá irradiar el verdadero espíritu de la fraternidad que será necesario cultivar para que la Paz del Reino de los Cielos se manifieste en esta Tierra Prometida.
Por eso, queridos hijos, lleven con alegría en sus manos el don de la fraternidad para que uniendo corazón con corazón, y como humanidad, ustedes participen del retorno esperado de Mi Hijo. Con los brazos abiertos a la espera de Cristo, vuestros corazones se prepararán para la llegada de lo nuevo y para la venida del espíritu de la paz que muchos de Mis hijos podrán vivir.
Que Mi Hijo sea para vuestras vidas la primera aspiración a la Paz Celestial.
Gracias por responder a Mi llamado.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Hijitos:
Recuerden ser como niños para estar en el Reino Victorioso del Señor. Con vuestros corazones puros hallarán las puertas a los Cielos. En la oración del corazón encontrarán un hermoso refugio que Yo les preparo dentro de Mi Inmaculado Corazón.
Y si están en Mi Hijo, el Maestro del Amor, conocerán las vertientes de Su Gracia y de Su Misericordia en este tiempo nuevo que llega a la humanidad.
La armonía de vuestros corazones junto al acto de la oración diaria ayuda a disolver los grandes males y sufrimientos que muchas almas viven. Para que la Luz de Cristo se haga presente en cada vida sobre la Tierra, ustedes, en la oración del corazón, deben dar el permiso para que la Misericordia actúe en el mundo.
La Fuente de la Divina Misericordia necesita de misioneros orantes que puedan corresponder al llamado por la paz que Mi Inmaculado Corazón pronuncia para el mundo –un llamado urgente a la reparación de todos los hombres creyentes y ateos que necesitan de la Gracia de la Redención, para poder estar en la Reconciliación y en la omnipotente Misericordia de Dios Padre.
Por todo esto, queridos hijos, Mi voz mariana los llama a vivir el tiempo de la verdadera y constante oración por las almas de este mundo y por las almas del purgatorio.
Toda criatura de esta era que nació del Corazón de Dios, pero que ha llegado por otros caminos a pruebas y aprendizajes insuperables, debe tornarse rescatable y salva en estos tiempos.
Mi Corazón Maternal los invita a convertirse en una oración continua para que cada una de sus vidas represente una llama de oración por esta humanidad actual, que debe alcanzar la Gracia de la Conversión.
Mi Espíritu Mariano está con cada uno de los corazones que integra los grupos de oración y también con aquellos hijos que oran en soledad.
Mi Corazón Misericordioso quiere tocar con Su Luz a todas las criaturas que están sobre la faz de la Tierra, porque quiero llevar a todos hacia el Reino de los Cielos.
Gracias a todas las almas orantes por contestar a Mi Llamado Maternal.
¡Les agradezco!
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Nunca olviden reservar y dedicar un tiempo para el encuentro con Mi Hijo y Conmigo a través de la oración y de Nuestra Presencia en sus corazones. En estos tiempos, queridos hijos, Nuestro esmero es que Nuestros Corazones, de Madre y de Hijo Redentor, sean las columnas que puedan sostener cada una de sus vidas.
Queridos hijos, Nosotros, como Corazones, nos hemos ofrendado al mundo porque Dios, en Su Bondadosa Misericordia, nos envía para recuperar al mundo y a todas las almas que están sobre la faz de la Tierra.
Hijos Míos, para que el enemigo no interfiera en Mis Planes de Paz, Yo los invito a seguirme día a día en la oración. No pierdan la fe que Yo les he donado con amor y con gratitud. Cuando pierdan la fuerza para orar no se detengan, corran hacia Mi Hijo para que Él los abrace y los ampare. Cuando sientan falta de amor no desesperen; penetren en la Luz de Mi Inmaculado Corazón y afirmen Mi Presencia Maternal en la vida de cada uno de ustedes. Yo los amo profundamente y los espero como verdaderos misioneros de la oración porque así podrán ayudar a irradiar la paz y la fe que tanta falta hacen en los corazones de todos Mis hijos.
Despierten la alegría y alaben a Dios por todo el cambio que en sus vidas están viviendo; esta es la señal de la consagración de sus corazones.
Gracias por responder a Mi llamado celestial.
¡Alegría verdadera para sus corazones!
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Yo irradio Mi Inmaculada Paz a todos los misioneros de la oración, en especial, a Mis hijos que, en este último tiempo, han hecho un largo camino de servicio bajo el Plan del Señor.
Queridos Míos:
Unidos en la oración reparadora se entretejen las nuevas redes de Luz, las cuales podrán llegar hasta todos Mis hijos que están distantes de Mi Corazón. Por eso, los grupos de oración consagrados a Mi Inmaculado Corazón serán esencias que brillarán por Mí en el frío de la noche.
Para eso los estoy preparando en vigilia de oración. El único camino que los conducirá hacia Mí es la verdadera esencia de la oración; ella colaborará con los desajustes mentales y psíquicos que muchos de Mis hijos viven hoy.
Cada momento de oración es como abrir, a través de la voz sincera, una puerta hacia los Cielos y así el Gran Universo de la compasión puede descender en este último tiempo. Es necesario fortalecer la sabia esperanza; así, Mis pequeños, sus corazones serán conducidos por Mi Luz y por Mi Amor.
Los Ama y los guía,
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más