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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hoy, 6 de agosto, llega el fin de Mi tarea con ustedes, después de haber caminado 11 años a su lado, aprendiendo de los acontecimientos, aprendiendo de las experiencias de la vida, de los errores y de los aciertos.
A pesar de cualquier circunstancia, compañeros, Yo estuve a su lado y siempre lo estaré, cuando tan solo Me busquen en la simplicidad del corazón, libres de cualquier opulencia, libres de cualquier ostentación personal o material.
Ustedes ya saben que el Señor no está presente en las riquezas, sino en la pobreza; que Mi Corazón siente sed a través de los que sufren y de los que padecen en todas las partes del mundo. Esto es lo que Yo le revelé a Madre Teresa de Calcuta, vean en su ejemplo la obra realizada de Mi Misericordia y de Mi Caridad.
Eso es lo que Yo siempre espero de ustedes, como de muchas obras en el mundo que Yo acompaño atentamente, porque son las almas a las que Yo acompaño, las almas de todos Mis compañeros y compañeras, servidores en el mundo. Es allí, en el dolor, en la agonía, en el sufrimiento y en el padecimiento de los más descartados y vulnerables, de los más pobres entre los pobres, en donde ustedes siempre Me encontrarán.
El Señor del Universo, su Señor Jesucristo, no vino para gobernar palacios ni ningún otro poder humano; porque como Yo ya les dije hace poco tiempo, Mi Gobierno siempre fue la Corona de Espinas, asumir lo que no Me corresponde en silencio, en abnegación y en anonimato, así como Yo se los demostré a través de Mi Dolorosa Pasión.
Como ayer les dije, esta es la senda, la única senda que Yo les ofrezco a Mis amigos, a los que se deciden a estar Conmigo. Por eso, no demoren, despójense rápidamente de todo lo que ustedes creen haber alcanzado o conquistado; porque Yo les aseguro, compañeros, que si no fuera por Mi intervención y Gracia no podrían estar aquí, porque por ustedes mismos no lo conseguirían.
Grandes son las fuerzas contrarias que golpean al planeta, pero mayores son las fuerzas contrarias que ustedes mismos deben enfrentar en sus propios corazones; pero, Yo ya les dije también que quien está de verdad Conmigo no perecerá.
El viento querrá derribarlos, el naufragio querrá sumergirlos o aun la oscuridad querrá absorberlos, pero quien se rinde todos los días a Mis Pies no perecerá; porque es importante que recuerden que lo que está previsto para sus vidas ya está escrito y eso que fue escrito por el propio Dios se cumplirá a través de sus propias decisiones.
Muchos fueron los tesoros entregados, incalculables e imperceptibles.
Quiero que hoy mediten Conmigo sobre los pasos que alcanzaron a dar, pequeños y cortos pasos, pero pasos seguros y decididos; porque hoy, deseo que no miren su imperfección o sus miserias.
Quiero que, por primera vez en cada una de sus vidas, contemplando estos once años de camino junto al Maestro y Señor del Universo, puedan contemplar la Obra de Mi Misericordia tímidamente realizada en sus vidas y en la vida de sus hermanos.
¿Será que, en este final de tiempo, mientras el Señor se recoge en el Reino de Dios, viviendo también Su propia síntesis al igual que ustedes, Mis compañeros serán capaces de contemplar internamente los frutos de la redención, los frutos de la conversión, los frutos de la perseverancia y de la fe?
Quiero que ingresen, antes del 8 de agosto, en ese estado de consciencia espiritual e interna.
Recuerden que para Mí solo existen víctimas de Mi Amor, y ser víctimas de Mi Amor significa rendición, obediencia y verdad, transparencia en sus actos, humildad en sus acciones, obediencia ante el llamado de Mi Corazón.
Cada uno sabe lo que le pesa, pero es el tiempo y es el momento de que cada uno sepa lo que Yo conseguí hacer a través de cada corazón y de cada alma.
No se olviden de que son caminantes del espíritu. Por eso, mediten y reflexionen sin vergüenza, sin culpa, sin victimismo. Mediten y reflexionen con adultez espiritual para que, por ustedes mismos, se den cuenta de cuanto le han dado al Señor.
La donación de la vida no tiene límites, no se mide con el pensamiento ni con las acciones. La donación de la vida es una obra de amor y de sabiduría; de saber todos los días que, a pesar de cómo estén o de cómo se encuentren, habrá alguien, habrá un alma y un corazón encarnado que siempre necesitará más, que siempre precisará ser escuchado, que esperará el alivio y el consuelo de sus semejantes.
Por eso, Yo los invito, definitivamente, a retirarse la máscara de la soberbia, de la arrogancia y de la mezquindad; Yo los quiero libres de ustedes mismos. Aunque lo intenten todos los días y aunque todos los días caigan y se tengan que volver a levantar, recuerden esto que hoy Yo les digo; porque la verdadera libertad de las prisiones de la vida, las prisiones del corazón y del alma o de todo ego espiritual, se alcanza con la rendición de sí mismos, con el vacío absoluto de cualquier intención.
Imaginen, compañeros, que si su propio Cristo, el Maestro Jesús, no se hubiera vaciado absolutamente en el Huerto Getsemaní, ¿cómo podría haber llevado sobre Sus Espaldas la propia Cruz?
El despojamiento no es algo pasajero, el despojamiento es algo diario. ¿Acaso esto está mal?
¿Es un castigo despojarse de sí mismo, como los árboles o las flores que pierden su más sagrada belleza durante el invierno para poder renacer en la primavera renovados y volver a dar lo mejor de sí mismos?
¿Si las flores pierden sus pétalos durante el invierno, significa que fueron abandonadas por el Creador?
Todo renace y muere. Esta es una Ley en la Creación.
Si vieran con ojos de alegría lo que esto significa, poder morir a sí mismos para volver a renacer, el mal no existiría en el mundo y ni siquiera el poder que muchos creen tener. Porque la Obra de Mi Misericordia es impersonal, pero es una Obra infinita para las almas, es un magnetismo inexplicable proporcionado por la propia Fuente de la Creación, en donde todas las almas son llamadas a liberarse del pecado; porque el océano de Mi Misericordia, que una vez se abrió en la Cruz a través de Mi Corazón traspasado por la lanza del soldado, es un océano que existe únicamente para las almas.
Mi tarea se ha cumplido con ustedes y espero que en ustedes se cumpla Mi Voluntad.
El camino ya está abierto para que lo recorran. Es tiempo de caminar con sus propios pies, así como lo indicamos. Es en ese momento, de caminar por ustedes mismos, que entenderán todo lo que les dije a lo largo de los tiempos.
Nada ha sido una casualidad, no existe eso para Dios; para Dios existe una Causa y un Propósito que todos son llamados a vivir para poder cumplirlo y realizarlo, conforme fue determinado en el Corazón del Padre.
Hoy, traigo en Mis Manos dos pergaminos, uno representa el Legado escrito en las almas, en todos los que serán capaces en el final de estos tiempos, a pesar de Mi recogimiento y del fin de Mi tarea, de cumplir el Propósito que fue encomendado para sus vidas, almas y esencias.
Desde el Cielo y desde todo el universo, estaré atento al desarrollo de ese Propósito en cada uno, y seguiré ardientemente orando por esta causa para que todos puedan ser consecuentes Conmigo, así como Yo He sido consecuente con ustedes durante estos once años de forma ininterrumpida.
El segundo pergamino que traigo en Mis Manos es el nuevo ciclo de esta Obra fundada por Mí, por determinación de Dios Padre y a través de la consciencia de José Trigueirinho. Este pergamino representa el volver a comenzar, conforme fue en el origen de Figueira, en donde la vida del espíritu palpitaba en el sagrado éter de esa Comunidad.
Y la Ley, que en el comienzo fue respetada, reverenciada y amada, volverá a atraer como un imán a todos los servidores que quedaron en el limbo y que, aun encarnados en este momento, esperan internamente volver a comenzar y a poder retomar la trayectoria que fue interrumpida por diferentes causas que, a través de Mi súplica, Yo estoy reparando una a una.
Por eso, les pido, compañeros, que le den continuidad a Mi Obra, a pesar de que Yo ya no esté entre ustedes en los próximos tiempos, porque Dios estará atento a que puedan ser consecuentes y responsables con esta Obra de Amor que existe por una sola causa: el despertar de la consciencia y de la lealtad, de la simplicidad y de la humildad en la vida sin que les falte nada.
Porque, a pesar de todo, treinta y siete años de camino espiritual y de fundaciones hechas por muchas almas fieles de esta Obra no serán en vano. Yo vengo a reconocer el valor de la donación que fue entregada fielmente por Mis servidores.
La Barca del Señor vuelve a ser guiada por las propias Manos del Pastor, el timón está en Mis Manos y las almas están Conmigo.
No perezcan, renuévense a través de Mi Presencia Espiritual; porque Yo les aseguro que cada una de las lágrimas de los que fueron afectados injustamente, de alguna forma, fue contada por Mí.
Dios renace en los corazones simples, en los que fielmente responden a Su Llamado.
He aquí en este pergamino, compañeros, el tiempo de la esperanza y de la resurrección espiritual de los pilares de la fundación de Figueira.
Que se alegren los que siempre callaron.
Que sientan júbilo los que fueron oprimidos.
Que renazcan los que fueron apartados, porque la Obra es de su Señor y de nadie más.
Felices y dichosos los que comprenden a través de Mis Palabras, porque estarán sentados Conmigo en la última mesa de la Eucaristía y de la Redención, cuando su Maestro y Señor retorne en Gloria como un Humilde Peregrino, para volver a partir el pan y compartir Su Cuerpo con los Suyos, con cada uno de Sus compañeros.
Que el Infinito Creador los bendiga y que, este próximo ocho de agosto, vuelva a escribirse la historia que Dios determinó, sin interferencias, con un corazón honesto, libre de supersticiones, de ambiciones y de expectativas; porque la Mano de Dios escribe como Él lo determina.
¿Quién es capaz de detener el Lápiz de Dios?
Quien lo hizo, que se arrepienta y se enmiende antes de que sea tarde. Mi petición espiritual es un verdadero y profundo arrepentimiento.
Vean al Señor en el océano de Su Misericordia, guiando la Barca hacia el nuevo rumbo, hacia la Tierra del renacimiento y de la esperanza que muchos recuperarán.
Esa es Mi promesa por todos los esfuerzos que han hecho en estos once años, por cada agonía vivida, por cada cuenta rezada, por cada servicio ofrecido, por cada llanto que Yo mismo escuché en su soledad; todo es contado en este universo.
Vengan ahora a Mi Tierra Prometida, sean parte de Mi Reino Celestial.
¡Buen comienzo para los valientes!
Mi Paz para el mundo sufrido.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Reverenciamos a Nuestro Señor, Jesucristo.
Mi camino es para los valientes y decididos, porque es un camino de despojamiento interior. Sentirán en su propio ser y en su propia alma ese despojamiento, hasta el punto de que les duela, porque Yo vengo a depositar Mis tesoros y bendiciones en odres nuevos, en instrumentos vacíos de sí mismos.
Vengo a depositar Mis dones en aquellos que los puedan cumplir, y todos esos tesoros y Gracias ya los recibieron a lo largo de los tiempos; por eso, hoy vengo aquí a recordárselos.
Ha llegado la hora, compañeros, de que su Señor testimonie ante el Creador cada una de las Gracias y virtudes que fueron recibidas.
Por eso, Yo vengo a marcar con Mi propia Mano una línea sobre el suelo que demarca el pasado del futuro. Esa línea que Yo marco sobre el suelo es el presente, es ese momento en el que cada uno de ustedes se encuentra; es el momento, compañeros, de tomar la última decisión.
Por eso, en Mi senda Yo no ofrezco rosas, sino que en Mi senda Yo les confío a los Míos espinas y desiertos muy profundos, porque lo que quiero y deseo ardientemente es ver a los Cristos del Nuevo Tiempo.
Aunque sus miserias aún abunden y estén presentes, aunque el camino de la perfección sea muy largo o aunque cada uno tenga que atravesar su noche oscura, Yo vengo a ofrecerles a los Míos todo lo que ustedes pueden realizar para alcanzar Mis aspiraciones en este mundo, a través de las almas que Me viven y que Me adoran.
Porque, a través de lo que es imperfecto o a través de lo que es impuro, Yo vengo a renovar todas las cosas, y lo que espero todos los días es que ustedes lo vivan por Mí a través de un compromiso maduro, responsable y consciente, que les permita un día ver y comprender todo lo que ve y comprende su Maestro y Señor de todo lo que ve en este mundo y en la humanidad.
Yo espero que cada uno dé el último y gran paso, sabiendo lo que esto significa, aunque parezca desconocido y ustedes no lo sepan todo.
Es que Yo vengo a entregarles Mi Plan, un Plan que aún deberá concretarse a través de la verdadera y sensata decisión de cada uno; sabiendo que no oscilarán, aunque venga la tempestad, aunque se acerque la oscuridad; sabiendo que su verdadera decisión, una decisión madura, definirá el próximo paso y el próximo acontecimiento.
Vengo así a dar comienzo a la última síntesis, la última reflexión que definirá los próximos tiempos a través de las almas que se adhieran a la transformación.
Vengo aquí, compañeros, a dar fin a Mi tarea con ustedes para que, a partir del momento en el que Yo ya no esté entre ustedes, así como no estuve con Mis apóstoles, ustedes puedan ser Mi propio Evangelio vivo, de una forma real y verdadera, haciendo parte de sus seres Mis Palabras, todos Mis impulsos y todas Mis Gracias; porque es esto lo que Dios contemplará en el final de los tiempos.
Es a través de esto que el Creador planificará y proyectará el próximo tiempo, es decir la Nueva Humanidad, de la que muchos son llamados a formar parte, aun en este tiempo de transición y a pesar de lo que es aparentemente incierto; porque lo que se deberá escribir a través de cada una de sus vidas es la Voluntad de Dios, que ya está escrita desde el origen en la Fuente, pero que es una Voluntad que deberá cumplirse en estos tiempos, deberá realizarse a través de ustedes.
En el silencio, oro por aquellos que lo intentarán; pero también, en el silencio, oro por aquellos que lo negarán; porque Mi senda es para los valientes y también es para los imperfectos, para los que no temen ser transformados por Mis propias Manos.
Eso es todo lo que hoy quería decirles.
Estoy comenzando a despedirme de cada uno de los mundos internos; de todos los que fueron dichosos, a lo largo de los tiempos y de los años, por tener la Gracia de estar presente ante el Señor, como hoy lo están.
¿Será que saben comprender lo que esto significa en este tiempo, sabiendo que hay miles de almas que no lo pueden vivir?
¿Qué significa y representa estar ante el Señor?
¿Qué significa estar ante Su Alma y Divinidad que proviene directamente de la Fuente Primordial y que, a través del Divino Verbo, se expresa a ustedes y al mundo entero para que puedan escuchar lo que piensa y siente Dios?
Que el sonido de Mi Voz reverbere. Que el eco de Mis Palabras se perpetúe para que siempre, ustedes y sus hermanos del mundo entero, puedan encontrar la Estrella Guía del Señor, el Gran Lucero en la noche oscura, la Luz de Cristo en las tinieblas, para que una vez más se sientan guiados y acompañados.
He venido a cumplir Mi promesa, a lo largo de estos años. ¿Se han dado cuenta de esto?, de que estaría con todos ustedes y sus hermanos todos los días hasta el final de los tiempos.
Mi Obra, aquí expresada a través de las almas reunidas, comienza el ciclo de su profunda e interna transformación, a la que todos serán llevados.
Mi consejo es que se adhieran y sobre todo que confíen en Mí, en Mis determinaciones y también en Mis decisiones, si en verdad dicen que creen en Mí.
Los ciclos existen para que comiencen, pero también para que terminen. El fin ya llegó en este mes de agosto; así como el comienzo ya estaba escrito, el fin también estaba escrito.
Esto debe ser comprendido con sabiduría y sobre todo con amor, porque las bases de Mi Obra serán reerguidas a través de las almas que desde el principio las fundaron y de todos los que fueron ingresando en Mi Camino, que es el camino de la solemne Jerarquía.
Esto no es solo un cambio, esto es una renovación, porque su Maestro es la renovación misma y ustedes también precisan renovarse, es decir reaprender, así como muchas veces los apóstoles y los discípulos reaprendieron hasta que ellos mismos consiguieron llevar adelante Mi Obra en el mundo entero, siguiendo los lineamientos de la venerable Ley.
Oro por todo esto y por todos los que lo vivirán, por todos los que deberán enfrentarlo por sí mismos; porque es la prueba de la fe, de la confirmación de los que dicen estar Conmigo. Que Mi Amor que no es propio, sino del Padre Eterno, los ayude en este momento.
Les agradezco desde lo más profundo de Mi Misericordioso Corazón a todos los que oraron a lo largo de los tiempos y de los años; a todos los que estuvieron, a pesar de todo, presentes en cada momento de oración misericordiosa.
Quiero que sepan que todo es contado por Dios, hasta el último cabello de sus cabezas.
Que este impulso se multiplique, que este impulso renueve y les traiga esperanza a los que ya no la tienen, porque Yo vengo a hacer nuevas todas las cosas hasta el final de los tiempos.
¡Gracias a los orantes de corazón!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Aunque la oscuridad abrace a gran parte del planeta, Yo ya estoy retornando.
Aunque las tribulaciones agobien y perturben a los corazones, Yo ya estoy retornando.
Aunque intenten derribar a Mis compañeros, Yo ya estoy retornando.
Aunque la noche oscura parezca muy larga, Yo ya estoy retornando.
Aunque la división se vea en las familias, Yo ya estoy retornando.
Aunque muchos ya vivan su propio desierto espiritual, Yo ya estoy retornando; porque no hay nada que pueda detener la Venida del Señor.
He aquí su Maestro y Amigo. He aquí el Señor de la Paz y de la Misericordia que tiene la Gracia, una vez más, de reunirlos en este huerto de Aljustrel; lugar predilecto para Mí y para Mi Santísima Madre, en donde las almas que buscan hace tanto tiempo la paz, aquí la pueden encontrar una y otra vez.
Así como estuve tan cerca de Mis apóstoles, hoy estoy cerca de ustedes para entregarles, una vez más, Mi Vida, la fuerza de Mi Espíritu, el Amor de Mi Corazón que viene a colocar la mansedumbre y la serenidad en donde más se necesita.
Acompañen ahora la senda que el Maestro les está mostrando. Esta es la senda de los próximos pasos en este mes de agosto; porque espero, en este tiempo culminante, que Mis compañeros y compañeras se terminen de preparar para la Venida del Redentor.
Mientras el mundo agoniza, Yo ya estoy retornando.
Mientras mueren inocentes, Yo ya estoy retornando.
Mientras la impunidad es noticia en todas las partes del mundo, Yo ya estoy retornando. El Señor reaparecerá como un Humilde Siervo, así como apareció en las orillas del Mar de Galilea para llamar por su nombre a los discípulos, así como hoy los llamo a ustedes para seguirme y servir al Señor.
Así como lo hicieron las santas mujeres en aquel tiempo, hoy Mis santas mujeres del final de los tiempos son llamadas a acompañar al Señor en esta agonía del planeta, para que cada acto, cada gesto y cada oración sea un ofrecimiento de reparación y de cura de la humanidad, principalmente de los que hoy aún están prisioneros de su propia vida.
Es así que Yo vengo a disolver, con Mis propias Manos, los grilletes de la perdición. Vengo a retirar de los infiernos del planeta a cuantos están sumergidos en ellos, porque Yo ya estoy retornando. Y así, como fue escrito por Nuestro Dios, se cumplirá por intercesión de los santos profetas y patriarcas.
He aquí, una vez más ante ustedes, el Señor de Israel, que no solo ve derramar sangre en Su tierra sagrada, sino que también ve la esclavitud en muchas partes del mundo, la impunidad y la agonía que muchas consciencias hoy viven por estar presas a través de las rejas de la sociedad; pero Yo vengo a liberarlos de las prisiones espirituales y materiales.
No hay oscuridad que se pueda oponer a Mi Amor, no hay miedo que se pueda oponer a Mi Luz, no hay sufrimiento que no pueda ser disuelto por Mi Misericordia; porque Yo les di Mi Vida en la Cruz, así como hoy les doy Mi Vida eternamente para que tengan vida en abundancia a través de Mí.
Compañeros, este es el tiempo del apostolado, como ya fue anunciado muchas veces. Es tiempo de que cada uno asuma su parte junto Conmigo, así como lo hicieron los apóstoles y las santas mujeres en aquel tiempo.
La historia, que ya fue escrita por la Mano de Dios, vuelve a cumplirse. Otro es el momento, pero igual es la coyuntura, porque la Omnipresencia del Señor es ininterrumpida e irrefutable, porque es una Presencia Eterna e Inextinguible que, de tiempo en tiempo y de ciclo en ciclo, viene a dar Su Vida, Su Amor y Su Misericordia por aquellos que le dicen sí y le responden.
Con una mirada de esperanza vean internamente, delante de ustedes y en su camino espiritual, el Propósito cumpliéndose, aquel Propósito que fue pensado desde el origen de sus existencias en los estanques del Amor de Dios del Universo.
Ahora, anímense a caminar con sus propios pies; y ustedes y sus hermanos no tengan miedo, Yo Soy el Señor de la próxima meta, el Señor de la Ardiente Aspiración de Dios para cada una de las almas, para cada uno de los corazones.
Así en esta noche, en la que Me reciben y en la que se preparan para la última Maratón de la Misericordia junto al Redentor, vuelvan a recibir Mi Unción Espiritual a través de la poderosa Señal de la Cruz que libera a las almas, que disuelve el sufrimiento, que libera las prisiones, que cura a los corazones, que hace renacer la vida y la consciencia de cada ser.
Reciban Mi poderosa Señal de la Cruz, Cruz en la que fui erguido en lo alto del Monte Calvario como Árbol de la Vida que entregó Su propia Sangre y Su propia Agua en cada momento del Calvario para la remisión de todos los pecados, para la liberación de la humanidad.
Quiero que sacien Mi sed.
El Señor tiene sed por todos los que sufren en el mundo, principalmente por los que están olvidados y descartados, por los que están prisioneros en las cárceles.
El Señor tiene sed por las mujeres que venden sus cuerpos en las calles, por las madres que abortan a sus hijos en las clínicas, transgrediendo la ley de la vida y el amor maternal.
Tengo sed por los que están perdidos en las guerras, por los soldados que luchan engañados para conquistar una ilusión que no existe y que es irreal.
El Señor tiene sed por los que están enfermos en sus casas y hospitales, por los que están desahuciados.
El Señor tiene sed por los ancianos olvidados, por los discapacitados que son ofendidos y distanciados.
El Señor tiene sed por los pequeños niños huérfanos, por los que han perdido a sus familias, por los que luchan y buscan una oportunidad en otras naciones del mundo, cruzando desiertos, mares y océanos, y muchos de ellos perdiendo su vida.
¿Quién le quitará esa sed del Señor a través de sus buenos actos de misericordia, a través de las obras de caridad y de perdón?
¿Quién se arrepentirá por los que no se arrepienten?
¿Quién se confesará por los que no se confiesan y mienten?
¿Quién será capaz de proteger Mi Obra de sí mismo, a través de la verdad, de la transparencia y de la justicia?
A través de la verdad, de la transparencia y de la justicia, el Señor del Universo lo ve todo, nada está oculto para Dios a través de Su Amadísimo Hijo.
Por eso, están a tiempo de enmendar sus actos, por aquellos que no los enmiendan; están a tiempo de enmendar sus pensamientos, por aquellos que no los enmiendan; están a tiempo de enmendar sus sentimientos y todas sus intenciones, por aquellos que no los enmiendan; porque Mi deseo ardiente y profundo es que todos vuelvan a estar en la Ley.
Por eso, Yo les recuerdo que Soy el Camino, la Verdad y la Vida, y que nadie llega al Padre sino a través de Mí. Esto siempre será así porque es una Ley Divina.
Por eso, en este mes de agosto, que sus corazones y vidas se enmienden ante Dios para que la humanidad pueda ser reparada, curada y redimida algún día.
Dichosos los que son verdaderos consigo mismos y con sus hermanos, porque nunca les faltará la felicidad espiritual.
Dichosos los que reconocen sus propias faltas y no las ocultan, porque serán llamados hijos del Redentor.
Dichosos los que lo intentan todos los días, aunque caigan y se levanten, porque serán llamados siervos del Señor.
Dichosos los que, en esta hora del recogimiento de Cristo y de todas las Jerarquías, reconocen las Gracias y los tesoros espirituales que recibieron a lo largo de los tiempos y los llevan a la práctica a través del ejemplo de una vida digna, porque serán llamados colaboradores del Plan.
Dichosos los que se acercan al Sacramento de la Confesión y no se resisten, porque serán bendecidos por Mi Espíritu y no habrá mancha ni pecado que los agobie o los atormente, porque a través de la autoridad sacerdotal universal sus pecados y faltas serán perdonados, y serán llamados bienaventurados del Señor.
Que esta Maratón de la Misericordia no sea una Maratón de oración más, sino que cada uno de ustedes coloque sobre su propia mesa, así como lo hace la Jerarquía, las difíciles y graves situaciones del planeta para que sean iluminadas y colmadas por la luz de la oración, y así también sus vidas y la vida de sus familias serán colmadas por la luz de la oración.
Estaré atento una vez más a la voz de sus súplicas, porque el mundo las necesita, y todos las necesitan.
Sientan Mi abrazo espiritual. Sientan el latir de Mi Corazón, la Presencia de Mi Alma y Divinidad, y el poder del Amor de Mi Espíritu.
En profundidad les agradezco, y reciban Mi Paz, la Paz del Reino de los Cielos y de los ángeles aquí presentes, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más