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Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Reverenciamos a Nuestro Señor, Jesucristo.
Mi camino es para los valientes y decididos, porque es un camino de despojamiento interior. Sentirán en su propio ser y en su propia alma ese despojamiento, hasta el punto de que les duela, porque Yo vengo a depositar Mis tesoros y bendiciones en odres nuevos, en instrumentos vacíos de sí mismos.
Vengo a depositar Mis dones en aquellos que los puedan cumplir, y todos esos tesoros y Gracias ya los recibieron a lo largo de los tiempos; por eso, hoy vengo aquí a recordárselos.
Ha llegado la hora, compañeros, de que su Señor testimonie ante el Creador cada una de las Gracias y virtudes que fueron recibidas.
Por eso, Yo vengo a marcar con Mi propia Mano una línea sobre el suelo que demarca el pasado del futuro. Esa línea que Yo marco sobre el suelo es el presente, es ese momento en el que cada uno de ustedes se encuentra; es el momento, compañeros, de tomar la última decisión.
Por eso, en Mi senda Yo no ofrezco rosas, sino que en Mi senda Yo les confío a los Míos espinas y desiertos muy profundos, porque lo que quiero y deseo ardientemente es ver a los Cristos del Nuevo Tiempo.
Aunque sus miserias aún abunden y estén presentes, aunque el camino de la perfección sea muy largo o aunque cada uno tenga que atravesar su noche oscura, Yo vengo a ofrecerles a los Míos todo lo que ustedes pueden realizar para alcanzar Mis aspiraciones en este mundo, a través de las almas que Me viven y que Me adoran.
Porque, a través de lo que es imperfecto o a través de lo que es impuro, Yo vengo a renovar todas las cosas, y lo que espero todos los días es que ustedes lo vivan por Mí a través de un compromiso maduro, responsable y consciente, que les permita un día ver y comprender todo lo que ve y comprende su Maestro y Señor de todo lo que ve en este mundo y en la humanidad.
Yo espero que cada uno dé el último y gran paso, sabiendo lo que esto significa, aunque parezca desconocido y ustedes no lo sepan todo.
Es que Yo vengo a entregarles Mi Plan, un Plan que aún deberá concretarse a través de la verdadera y sensata decisión de cada uno; sabiendo que no oscilarán, aunque venga la tempestad, aunque se acerque la oscuridad; sabiendo que su verdadera decisión, una decisión madura, definirá el próximo paso y el próximo acontecimiento.
Vengo así a dar comienzo a la última síntesis, la última reflexión que definirá los próximos tiempos a través de las almas que se adhieran a la transformación.
Vengo aquí, compañeros, a dar fin a Mi tarea con ustedes para que, a partir del momento en el que Yo ya no esté entre ustedes, así como no estuve con Mis apóstoles, ustedes puedan ser Mi propio Evangelio vivo, de una forma real y verdadera, haciendo parte de sus seres Mis Palabras, todos Mis impulsos y todas Mis Gracias; porque es esto lo que Dios contemplará en el final de los tiempos.
Es a través de esto que el Creador planificará y proyectará el próximo tiempo, es decir la Nueva Humanidad, de la que muchos son llamados a formar parte, aun en este tiempo de transición y a pesar de lo que es aparentemente incierto; porque lo que se deberá escribir a través de cada una de sus vidas es la Voluntad de Dios, que ya está escrita desde el origen en la Fuente, pero que es una Voluntad que deberá cumplirse en estos tiempos, deberá realizarse a través de ustedes.
En el silencio, oro por aquellos que lo intentarán; pero también, en el silencio, oro por aquellos que lo negarán; porque Mi senda es para los valientes y también es para los imperfectos, para los que no temen ser transformados por Mis propias Manos.
Eso es todo lo que hoy quería decirles.
Estoy comenzando a despedirme de cada uno de los mundos internos; de todos los que fueron dichosos, a lo largo de los tiempos y de los años, por tener la Gracia de estar presente ante el Señor, como hoy lo están.
¿Será que saben comprender lo que esto significa en este tiempo, sabiendo que hay miles de almas que no lo pueden vivir?
¿Qué significa y representa estar ante el Señor?
¿Qué significa estar ante Su Alma y Divinidad que proviene directamente de la Fuente Primordial y que, a través del Divino Verbo, se expresa a ustedes y al mundo entero para que puedan escuchar lo que piensa y siente Dios?
Que el sonido de Mi Voz reverbere. Que el eco de Mis Palabras se perpetúe para que siempre, ustedes y sus hermanos del mundo entero, puedan encontrar la Estrella Guía del Señor, el Gran Lucero en la noche oscura, la Luz de Cristo en las tinieblas, para que una vez más se sientan guiados y acompañados.
He venido a cumplir Mi promesa, a lo largo de estos años. ¿Se han dado cuenta de esto?, de que estaría con todos ustedes y sus hermanos todos los días hasta el final de los tiempos.
Mi Obra, aquí expresada a través de las almas reunidas, comienza el ciclo de su profunda e interna transformación, a la que todos serán llevados.
Mi consejo es que se adhieran y sobre todo que confíen en Mí, en Mis determinaciones y también en Mis decisiones, si en verdad dicen que creen en Mí.
Los ciclos existen para que comiencen, pero también para que terminen. El fin ya llegó en este mes de agosto; así como el comienzo ya estaba escrito, el fin también estaba escrito.
Esto debe ser comprendido con sabiduría y sobre todo con amor, porque las bases de Mi Obra serán reerguidas a través de las almas que desde el principio las fundaron y de todos los que fueron ingresando en Mi Camino, que es el camino de la solemne Jerarquía.
Esto no es solo un cambio, esto es una renovación, porque su Maestro es la renovación misma y ustedes también precisan renovarse, es decir reaprender, así como muchas veces los apóstoles y los discípulos reaprendieron hasta que ellos mismos consiguieron llevar adelante Mi Obra en el mundo entero, siguiendo los lineamientos de la venerable Ley.
Oro por todo esto y por todos los que lo vivirán, por todos los que deberán enfrentarlo por sí mismos; porque es la prueba de la fe, de la confirmación de los que dicen estar Conmigo. Que Mi Amor que no es propio, sino del Padre Eterno, los ayude en este momento.
Les agradezco desde lo más profundo de Mi Misericordioso Corazón a todos los que oraron a lo largo de los tiempos y de los años; a todos los que estuvieron, a pesar de todo, presentes en cada momento de oración misericordiosa.
Quiero que sepan que todo es contado por Dios, hasta el último cabello de sus cabezas.
Que este impulso se multiplique, que este impulso renueve y les traiga esperanza a los que ya no la tienen, porque Yo vengo a hacer nuevas todas las cosas hasta el final de los tiempos.
¡Gracias a los orantes de corazón!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hijos, con el Soplo más sublime del Espíritu de Dios, hoy vengo a su encuentro a recordarles la paz, para que invoquen la paz no solo a través de sus oraciones, sino también a través de sus acciones y obras de caridad, porque cada gesto de amor que ustedes puedan expresar en el día a día significará y representará para Dios la posibilidad de que se abra la puerta al universo de la paz para el mundo.
Ante los graves pecados y ultrajes que se siguen cometiendo en la humanidad, ante tantos desastres de la naturaleza, pero también ante tantos desastres morales y sociales, Yo vengo a recordarle a cada hijo Mío que invoque en profundidad al Gran Espíritu de la Paz, que se refleja como el Soplo del Espíritu de Dios en todas las almas de este universo.
Yo les dije hace un tiempo que la copa estaba casi llena, después les dije que la copa ya estaba rebasando y, ante tantos errores que son cometidos, es el momento y es la hora en los que Mis hijos, fieles orantes de Mi Corazón, deberán implorar con todo su corazón a Dios para que el veneno de los errores del mundo no se siga expandiendo en las almas y en los corazones; porque en este tiempo es tan grande la ceguera de las almas y de los espíritus de este mundo que, a veces, Nuestras Palabras ya no resuenan, ya no hacen eco en los corazones.
Por eso, Yo vengo aquí como su Madre e Intercesora, pero también vengo aquí como la Madre Suplicante que le suplica a todos Sus hijos del mundo que abran sus ojos y, sobre todo, que abran sus corazones para que escuchen el Llamado que viene de Dios, a fin de que todas las almas posibles puedan ser reintegradas en el Principio y en la Ley para que el rescate sea posible en más corazones y todos los que ya se están perdiendo puedan ser salvos por Mi Materno e Inmaculado Corazón antes de que sea demasiado tarde.
No vengo aquí a darles una alerta, sino vengo aquí a entregarles un último llamado, porque agosto será Mi tiempo definitivo al igual que lo será para Mi Amado Hijo y San José.
Llegó el tiempo y el momento, hijos Míos, de que la Palabra de Vida de Nuestros Sagrados Corazones sea parte de cada uno de sus seres y se exprese hasta en la vida cotidiana, en los hechos y en los acontecimientos de la vida.
En ese momento, hijos Míos, si así lo hicieran y si así lo vivieran, comprenderán todo lo que les hemos dicho a lo largo de los tiempos y sus vidas podrán ser un signo para Dios, un signo de obediencia y de reverencia por haber escuchado la Palabra de Dios a través de Sus Divinos Mensajeros.
El ciclo, que ya estaba escrito que se cerraría, se está acercando y esto no significa el abandono espiritual de Dios de Sus Criaturas, sino que es el gran impulso para la madurez espiritual de las almas, el compromiso y la responsabilidad que cada corazón puede vivir en este tiempo en nombre de Mi Hijo.
Por eso, vengo aquí, en nombre de Mi Hijo, también para preparar los últimos discípulos de Cristo, aquellos que no se darán el permiso de retroceder, sino que se abrirán para poder avanzar y alcanzar así, a través de la Ley y de la obediencia, de la humildad y de la simplicidad de la vida, lo que Dios quiere concretar y realizar en este mundo a través de las almas en este tiempo final.
Por eso, hijos Míos, deben recordar y saber que durante tantos años a través de tantas oportunidades y por intermedio de Nuestras Apariciones, de Jesús, de María y de San José, han estado ante una oportunidad desconocida, ante la puerta infinita de la Gracia de Dios, que nunca más podrán olvidar, porque es una Gracia que la mayoría no merece y esto no significa injusticia de Dios; porque Dios es justo, es justo porque Dios es Ley y Su Ley es el Amor, fundamentado y basado en Su Sabiduría infinita que es lo que promueve e impulsa las Gracias para todos los corazones. Esta Fuente de Gracia se cerrará para que las almas puedan vivir la Gracia de Dios, después de todo lo que han recibido espiritualmente.
¿Ahora, comprenden la importancia de que vivan Nuestras Palabras y de que Nuestras Palabras no solo queden en los libros?
Porque esa no es Nuestra finalidad y misión, Nuestro propósito es que la Palabra de Dios se cumpla en las almas por medio de una transformación sensata, humilde y simple, sin arrogancias ni prepotencias, sin expectativas ni deseos propios.
Queremos que, en el final de este ciclo, todos puedan aprender a vivir de Nuestra Humildad que es la Humildad del Dios Vivo, expresado en la Creación y en la vida, en cada corazón que vive la Verdad y que no la ultraja con nada, ni siquiera con sus actitudes. Porque como dijo Mi Hijo, que es la Propia Verdad, la Verdad los librará de ustedes mismos para que alcancen algún día la vida eterna.
En estos últimos días del mes de julio, Yo vengo a preparar espiritualmente a todos los que se dispongan a ingresar en este definitivo mes de agosto, tan definitivo y tan importante como todos los meses de agosto que han pasado a lo largo de los tiempos.
Pero este mes de agosto se caracteriza por el fin de un ciclo y por el comienzo de un nuevo ciclo y de un nuevo impulso que colocará a las almas y a la vida de todos los servidores de Cristo en el anillo espiritual en el que verdaderamente deberían haber estado desde el principio.
Mi Hijo tiene grandes aspiraciones para las almas, porque Él viene a saciar Su sed en los corazones que se abren en honestidad para recibirlo por medio de la Santa Comunión, como también en cada momento de adoración.
Sacramentos, Eucaristía, Evangelio y vida de oración y servicio son los pilares importantes para las almas en la transición del final de estos tiempos. Allí están los Tesoros de Dios que se pueden unir y realizar en los corazones por medio de una vida de consagración y de servicio a Dios, sin esperar nada a cambio, confiando en lo que es desconocido e impalpable, amando el Infinito para encontrar así la morada que a cada espíritu le pertenece en este universo sideral.
A partir de hoy, dejo la puerta abierta, la última puerta preparatoria para los que se animarán a atravesarla camino al mes de agosto; momento de síntesis, momento de conclusión, pero un momento de un nuevo comienzo del contacto que las almas puedan tener con los orígenes, principios y atributos que fundaron esta Obra Espiritual, que es una Obra propia de la Jerarquía.
¿Ahora, comprenden la necesidad de poder volver a comenzar?
Dios es tan misericordioso, bondadoso y prodigioso, que siempre les da oportunidades a las almas, aun sabiendo que pueden errar o equivocarse, porque la Mirada de Dios no observa los errores, sino la riqueza espiritual que Él dejó en cada alma; una riqueza espiritual que solo se puede vivir a través de la verdad y de la honestidad consigo mismo. Si esto no está presente, no es posible vivirlo.
Por eso, Dios siempre busca la forma y el medio, a través de Nuestros Sagrados Corazones, para enseñarles el camino correcto a Sus Hijos, hasta que cada uno pueda caminar con sus propios pies por la senda que Cristo le ofrece, Su senda de simplicidad, libre de poder, de toda autoridad o aun de toda creencia. Porque la senda que Mi Hijo construyó fue a través de Su Sacrificio y de Su Calvario. Él trazó la senda para todas las criaturas a través de Su Sangre derramada.
Así como Él lo dio todo, Él espera que ustedes lo den todo, y que lo hagan aún más cuando Nuestras Voces se recojan, cuando Nuestras Presencias se recojan; porque siempre, desde el Cielo, oraremos por los que son valientes, por los que no temen enfrentar la realidad y transformarla; oraremos por los que tienen el coraje de ser honestos, porque es allí donde Mi Hijo colocará Sus últimas semillas e impartirá Sus últimos dones para que sus últimas ovejas preparen la llegada del Pastor, abriendo caminos en este mundo, tocando corazones con el ejemplo del amor y de la simplicidad.
Dichosos los que escuchan sin haber visto. Agraciados serán los que se adhieran aun sin saberlo; porque Dios escribe con Su silenciosa Mano en las almas, en los que lo reconocen a través de Su Faz dentro de sí mismos, sin propiedad alguna, sin poder alguno, sin querer nada. Porque Dios vive Su propio vacío; pero, al mismo tiempo, el Absoluto vive en todo, lo que hace vivificar a la Creación, a los universos y a toda la vida.
Los bendigo, a través de la Luz de Mi Hijo, para que Mis Palabras hagan eco en los corazones, las últimas Palabras de la salvación y en el nombre de la paz, de la paz universal.
Por la Misericordia de Cristo, los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Yo vendré como el Fuego más ardiente de todos los fuegos, pero nadie se quemará ante Mi Presencia, sino que el espíritu se encenderá en Mi Fuego Divino y Cósmico.
Este Fuego que descenderá del universo vendrá a renovar a todas las consciencias, vendrá a renovar a todas las formas, redimirá a las leyes del planeta y traerá la Luz del entendimiento y de la sabiduría.
En esa hora, cuando todo parezca perdido, Yo retornaré, les extenderé Mi Mano a ustedes y les ofreceré Mi Corazón, así como lo hice con Mis apóstoles después de Mi Resurrección.
Reapareceré en el mundo de formas nunca antes vistas y todo lo que siempre ha parecido desconocido, pasará a ser conocido y los misterios se develarán. Los sellos finalmente se abrirán con el descenso del Hijo de Dios entre los planos y dimensiones.
Y así, el Soplo del Espíritu de Dios descenderá con toda Su fuerza y poder, retirará del planeta a las fuerzas del mal. Los ángeles reconstruirán el éter de la Tierra, que en este tiempo está rasgado e invadido, pero las lanzas de todos los ángeles del Cielo restablecerán las corrientes ígneas de este universo, y de esto participarán el sistema solar y este planeta.
Las grandes fuerzas cósmicas, que impulsaron la creación del universo material, participarán de este acontecimiento del Retorno de Cristo y todo lo que fue escrito en la Biblia se cumplirá.
Aquellos que están destinados a recibir al Señor, en Su Retorno, lo vivirán. Aquellos que han partido de este mundo y aquellos que ya no estarán en el futuro también presenciarán la venida de Cristo desde los planos del Reino Celestial.
Así, se restablecerá la comunicación divina entre el Cielo y la Tierra porque, en ese tiempo que no está tan lejos, las armas y las guerras ya no funcionarán; porque no habrá fuerzas ocultas que las estimulen o las impulsen, ya que el Gobierno Espiritual de Dios descenderá y aquellos que fueron predestinados a formar los 144 000 se presentarán; y muchos más podrían sumarse a este acontecimiento si a tiempo se convierten al Señor y se redimen.
Felices serán aquellos que perseverarán hasta el final de los tiempos, porque atravesarán los obstáculos de la decadencia y de la inercia humana. Con la victoria de Mi Luz y el poder de Mi Amor, los escogidos sabrán atravesar los abismos y las tribulaciones, y no habrá nada ni nadie que los detendrá porque guardarán el gran secreto de Cristo, aquel último secreto que se revelará a los consecuentes y a todos los puros de corazón.
Ese secreto, que es invencible e inextinguible, ampliará el campo de la consciencia humana y mental, y todos los seres en la superficie de la Tierra, que hayan servido sinceramente a Cristo, vivirán la reconexión con la Leyes Divinas.
Y, como fue en los tiempos pasados del sagrado pueblo de Israel, los ángeles del Señor anunciarán la llegada del Mesías, ahora la llegada del Gran Gobernante del Universo.
No habrá fuerza oculta o contraria que se pueda resistir a Mi llegada, porque cuando atraviese el éter del planeta todo comenzará a suceder. Las puertas del universo se abrirán y no serán ocultadas. Los elementos de la naturaleza acompañarán ese gran acontecimiento, así como los elementos del planeta acompañaron a la Sagrada Familia de Nazaret.
No quedará piedra sobre piedra y esto se cumplirá. Por eso, vivan a tiempo el arrepentimiento verdadero, de corazón, y abran sus corazones para ser un receptáculo vivo del Legado de Cristo, porque lo necesitarán en el final de estos tiempos.
En todas las mentes que hayan creído en la Divinidad del Señor no habrá duda, cuestionamiento ni crítica. Las Leyes Universales serán comprendidas a través de las esencias y así podrán decodificar los impulsos que Yo le enviaré al mundo.
No estoy hablando de misterios inexplicables, no estoy hablando de nuevas filosofías o de otras ramas espirituales; estoy hablando del único impulso que Yo emanaré desde el Corazón de Andrómeda antes de Mi partida a la Tierra.
Y así se emitirán Tres Llamadas contundentes a todos los servidores que hayan seguido a Cristo hasta el final de los tiempos y que, sin verme ni reconocerme, habrán creído en Mi Presencia Inmaterial.
La Primera Llamada, que le emanaré al mundo, será la Llamada Preparatoria, momento en el cual todos los corazones y vidas deberán estar prontos, a pesar de los acontecimientos que se verán en la faz de la Tierra, a pesar de los fenómenos climáticos o cósmicos, aun con el reaparecimiento de grandes consciencias del universo en toda la órbita del planeta.
Esa Llamada será inconfundible, profunda y clara; será la Llamada de que deberán tener todas sus cosas materiales prontas. No les hablo de los bienes que los atan a este mundo, les hablo de que su vida material y física deberá estar alineada Conmigo, así como también la de sus familias.
La Segunda Llamada que Yo le emanaré al mundo, será la Llamada de Mi Reaproximación.
Los ángeles de la guarda tendrán la tarea de hacer esta Llamada por medio de sueños, experiencias o incluso materializaciones. Las Fuerzas Cósmicas del universo se presentarán y, a través de la Llamada de Mi Reaproximación, los corazones ya sabrán que solo faltará una última Llamada, que será la Llamada de Mi Voz.
Le hablaré a los corazones en lo más profundo de la esencia. Así como muchos de ustedes ya Me escucharon una vez en Tierra Santa, Me volverán a escuchar claramente y Me reconocerán; pero estén atentos para no confundirse con los falsos cristos.
No hay nadie en esta superficie que tenga más poder que el Hijo de Dios, porque Dios le da poder a quien Él lo determine. Por eso, Mi Presencia y Mi Llamada serán inconfundibles.
Muchos escucharán Mi Llamada interior, otros Me verán en los planos internos y otros Me verán cara a cara por un único instante y por un único momento, y ese será el momento de Mi Retorno, cuando reorganizaré a este planeta de adentro hacia afuera.
Será el momento de la gran rendición de toda la humanidad. Llamaré a todas las religiones para que finalmente sean una, en Cristo y por Cristo, y ya no será necesario vivir varios caminos espirituales porque todo quedará muy claro.
Pero esto no será lo último, compañeros. Existirá la Cuarta Llamada, que será la Llamada de la Madre de Dios, cuando también reaparecerá en el mundo.
Así como en el tiempo pasado la vieron ascender a los Cielos, en cuerpo y alma; así también la Divina Madre del Mundo descenderá de los Cielos, en cuerpo y alma. Pero, revelará Su Faz absolutamente transfigurada y cósmica junto a tres grandes Padres Creadores: Gabriel, Miguel y Rafael.
Traerá, junto a ellos, el Cetro de la Voluntad de Dios, esa gran herramienta cósmica que descenderá del universo al planeta, y será visible para poner fin a todo mal y a toda dualidad.
En este tiempo, que no está muy lejos, resucitarán los muertos y las Leyes que fueron profesadas al pueblo de Israel se cumplirán.
Muchos tendrán la Gracia de reencontrar a aquellos que perdieron por su muerte, la vida mortal pasará a ser vida inmortal. Será el nuevo comienzo de la humanidad y aquel Proyecto que fue pensado en el origen de Adán y Eva se retomará.
Todo esto será llevado adelante a través del Fuego del Amor Crístico. Por eso, en estos últimos tiempos fueron preparados. Y, a través de estos últimos encuentros Conmigo, están siendo preparados.
Díganle al mundo que ya estoy volviendo y que no falta mucho. Les vuelvo a repetir que nadie podrá detener ese acontecimiento universal, porque ya está escrito.
El Maestro y Señor del universo, el conocido Jesús de Nazaret, se reencontrará con cada uno de Sus compañeros, les dará el abrazo que tanto esperan, recibirán el Amor que tanto buscan y en esa hora comprenderán quiénes son verdaderamente.
Alegren sus corazones y espérenme con esperanza.
Estamos en el último tiempo de la tribulación, pero la Aurora volverá a nacer en el horizonte y ya no podrá ser sepultada por nadie.
¡Ay de aquellos que no han creído en lo que ha pasado aquí, en este país!
¡Ay de aquellos que cerraron su corazón a Mi Mensaje y a Mi Palabra!
La Tierra se limpiará a sí misma, como lo está haciendo en este momento.
Recen por los pecadores y por los que no se convirtieron. Recen por Mi Iglesia extendida en toda la Tierra, para que ya no sea difamada, para que cumpla la gran promesa del Señor y así formen el gran Cuerpo Místico de Cristo en la Tierra.
Sean chispas de Mi Amor en el mundo, ya no sean oscuridad. Beban de Mi Luz y sean Luz. Reciban Mi Gracia y sean consecuentes.
Es todo lo que hoy quería decirles, de corazón.
Sigan siendo valientes para escuchar la Palabra de Dios, porque ya es la última, antes de que todo suceda.
Celebremos este momento. Comulguemos de este Mensaje por medio del Sagrado Sacramento de la Eucaristía, para que más almas en el mundo también puedan prepararse para Mi Retorno al mundo, tan esperado.
Cuento con ustedes hasta el final.
Y así, Yo los bendigo y los absuelvo, bajo el poder de la Santísima y Divina Trinidad, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Los esperaré aquí en el mes de enero del próximo año, para cerrar esta misión, a través de este Centro Mariano.
Déjense consumir por el Fuego de Aurora, no les hará mal.
Padre Nuestro...
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En esta tarde vengo como el Transfigurador de todas las cosas y presento para ustedes, compañeros, la Faz de Mi Transfiguración, aquella que ustedes también deben alcanzar en sus vidas, en el servicio y en la oración, para que al fin, el mundo y la humanidad se liberen de todos los pecados que desvían a las almas del propósito, del camino que Cristo, su Señor, los ha llamado a recorrer en esta hora.
Sé que muchos de ustedes deben ingresar en este camino, por eso las cosas son tan difíciles.
Pero Mi adversario no triunfará. El triunfo lo tendrá el Corazón de Dios Padre.
Hoy Yo vengo aquí, compañeros, con todo el regocijo del Cielo y del Universo, para presentarles nuevamente Mi Faz de Transfiguración, la que se irradia a sus seres para transformar sus células y átomos, en el precioso proyecto que Dios tiene previsto para ustedes.
Esto, compañeros, también es Obra de Mi Divina Misericordia.
Acepten la convocatoria que hoy les presento.
Vivan plenamente una vida de oración.
Sirvan a sus hermanos siempre que los encuentren delante de una gran necesidad. Y esa necesidad no solo debe ser material, sino también espiritual, porque las almas sufren en sus espíritus. Muchas almas sufren en esta hora aguda.
Quisiera que sus corazones percibieran estas cosas, porque el mundo necesita despertar de ese sueño profundo en el cual se ha colocado.
Viví la cruz por ustedes y ahora vivo la cruz espiritual por la humanidad. ¿Quién la compartirá Conmigo en esta hora?
Sé que sus seres no saben lo que es el sufrimiento verdadero. Por eso Yo lo viví por ustedes en aquel tiempo, para que ustedes no sufrieran en esta hora, tampoco sus hermanos, ni todos aquellos que desconocen en este momento actual de la humanidad.
Quisiera, para los que son nuevos, que adoptaran Mi Sagrado Corazón y dejaran los hábitos que adoptaron en sus vidas, los hábitos que no son de la evolución de Dios.
Por eso, los necesito purificados en este tiempo, para que puedan ingresar en consciencia al Reino de Mi Padre y participar de todos los tesoros que Yo quiero depositar en cada uno de ustedes.
Quisiera, compañeros, que aspiraran a la vida celestial, no como algo inalcanzable sino como algo próximo a ustedes, así como es hoy, en este sagrado encuentro Conmigo.
Por eso abro las Puertas de los Cielos, para que sus miserias sean transformadas y al planeta no le pese tanto el pecado del mundo.
Ustedes, compañeros, a partir de este día deberán ser consecuentes Conmigo en la actitud de la vida y en la práctica de los buenos ejemplos. Porque este es Mi último llamado para la humanidad, antes de que todo se precipite, que es algo que no espera la humanidad porque cree que nunca sucederá.
Así como ven nacer el Sol en el horizonte, así verán oscurecerse el día, y esa será la señal de que deberán estar listos y en permanente vigilia Conmigo.
Así, compañeros, sabrán en donde estar y no dejarán desesperarse por las cosas que dirá el mundo, porque en sus corazones estará la verdad, aquella que Yo vengo enseñando hace dos mil años y que hoy nuevamente les entrego para que puedan participar Conmigo de esta unión predilecta con Mi Espíritu.
Quisiera que contaran todas las veces que Yo ya estuve con ustedes y cuántas cosas Yo les he dicho a lo largo del tiempo. Así comprenderán, compañeros, que Mi Propósito continúa vivo en los corazones consecuentes y abiertos a responder al llamado del Altísimo, en la liberación de sus vidas y de todas las deudas que retardan su evolución.
Quisiera que abrieran sus ojos a lo que es verdadero y abandonaran la ilusión de esta humanidad, de una realización ficticia que no tiene nada que ver con el espíritu, porque, compañeros, su verdadero tesoro está en el corazón.
Partirán de esta Tierra llevando esta experiencia al lugar del Universo que les corresponderá y presentarán a los Señores de la Ley todos sus esfuerzos, todas las metas que han cumplido en la vida espiritual, en el trabajo de oración y de solidaridad para con sus semejantes.
Eso es lo verdadero para este tiempo, compañeros.
Así, sus vidas serán un milagro y verán los milagros acontecer a su alrededor y en cada uno de sus hermanos. Porque quien se transfigura todo lo alcanza y está en Dios, dentro de Su Propósito infinito.
Por eso he venido a bendecirlos en esta tarde, a desatar los nudos de la consciencia, todo lo que impide el caminar de las almas hacia Mi Corazón, porque si hoy ustedes Me escuchan, compañeros, sus hermanos también deberán escucharme a través de ustedes.
La energía, en el Universo, se economiza. Por eso nada se pierde y cada momento es bendito y sagrado para ustedes, porque al fin de todo deben vivir su misión y no estar más estarán perdidos en el mundo.
Reflejen a su Padre lo que verdaderamente son.
Expresen el amor que aún no han dado a sus hermanos.
Unifíquense como una sola hermandad y confírmense como Mis apóstoles del nuevo tiempo.
Así, cuando Yo vuelva por segunda vez en Gloria, no solo Me verán venir en Luz, sino con las trece legiones angélicas que Yo he escogido para reencender al mundo en la Liberación y en la Redención, y tornar este sagrado planeta, que es muy ultrajado por los hombres, en una bendita tierra sagrada, en el principio de una Nueva Humanidad.
Por eso, compañeros, no solo se cuiden ustedes, aprendan a cuidar de sus hermanos y conocidos.
No permitan que sus hermanos ingresen en las tinieblas.
Fervorosamente, por intermedio de la oración del corazón, imploren al Padre Celestial ofertando Mi Sagrado Corazón por el mundo y esperen; esperen en silencio, porque la respuesta llegará. La hora lo está marcando.
Y ahora, compañeros, recemos para que esta Transfiguración se dé en los que deben ser transfigurados por el Fuego de Mi Espíritu y de Mi divina Intercesión, para así realizar y cumplir el Proyecto de Dios en la Tierra en esta última era.
Repitamos (por tres veces):
¡Transfiguración, Transfiguración, Transfiguración!
Rayo de elevación y trascendencia, habita en nosotros.
Amén.
Y ahora, no solo vengo por sus almas sino por las almas del mundo y por todos aquellos que deben alcanzar la paz.
Por eso hoy les entrego esta bendición, para que se puedan renovar ante Mi Presencia.
En cuanto estoy presente, ofrezcan estos elementos en adoración a Dios y santifiquen sus vidas en unión al Espíritu Santo
Canción: Tú eres el Rey
Y al Corazón de nuestro Padre elevaremos esta ofrenda, haciendo memoria de la Pasión de Nuestro Señor y de la sagrada oportunidad que su Maestro, Cristo Redentor, dejó para todos a través de la Comunión perpetua con Su Cuerpo y Su Sangre, divinizados en todos los espíritus de la Tierra que comulgan siempre con Su Sagrado Corazón.
En el nombre de esta sagrada ceremonia, compañeros y de todos los ángeles del Cielo que están aquí congregados por la Redención y por la Paz en todo el planeta, Yo instituyo la transustanciación de este pan y de este vino, para la redención de las almas y de los corazones que comerán y beberán del Espíritu del Rey.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Yo los bendigo y les agradezco por haberme recibido en este lugar.
Y mientras Me elevo, acompañen esta canción como la proclamación de sus almas, en unión al Sagrado Corazón de Jesús y a Su Amor infinito por cada ser de este planeta.
Yo los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Vayan en paz y sean la paz en estos tiempos; por donde vayan y para quien encuentren, solo entreguen la paz.
¡Les agradezco!
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más