Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN FÁTIMA, PORTUGAL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN LA 128.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Hoy, 6 de agosto, llega el fin de Mi tarea con ustedes, después de haber caminado 11 años a su lado, aprendiendo de los acontecimientos, aprendiendo de las experiencias de la vida, de los errores y de los aciertos.

A pesar de cualquier circunstancia, compañeros, Yo estuve a su lado y siempre lo estaré, cuando tan solo Me busquen en la simplicidad del corazón, libres de cualquier opulencia, libres de cualquier ostentación personal o material.

Ustedes ya saben que el Señor no está presente en las riquezas, sino en la pobreza; que Mi Corazón siente sed a través de los que sufren y de los que padecen en todas las partes del mundo. Esto es lo que Yo le revelé a Madre Teresa de Calcuta, vean en su ejemplo la obra realizada de Mi Misericordia y de Mi Caridad.

Eso es lo que Yo siempre espero de ustedes, como de muchas obras en el mundo que Yo acompaño atentamente, porque son las almas a las que Yo acompaño, las almas de todos Mis compañeros y compañeras, servidores en el mundo. Es allí, en el dolor, en la agonía, en el sufrimiento y en el padecimiento de los más descartados y vulnerables, de los más pobres entre los pobres, en donde ustedes siempre Me encontrarán.

El Señor del Universo, su Señor Jesucristo, no vino para gobernar palacios ni ningún otro poder humano; porque como Yo ya les dije hace poco tiempo, Mi Gobierno siempre fue la Corona de Espinas, asumir lo que no Me corresponde en silencio, en abnegación y en anonimato, así como Yo se los demostré a través de Mi Dolorosa Pasión.

Como ayer les dije, esta es la senda, la única senda que Yo les ofrezco a Mis amigos, a los que se deciden a estar Conmigo. Por eso, no demoren, despójense rápidamente de todo lo que ustedes creen haber alcanzado o conquistado; porque Yo les aseguro, compañeros, que si no fuera por Mi intervención y Gracia no podrían estar aquí, porque por ustedes mismos no lo conseguirían.

Grandes son las fuerzas contrarias que golpean al planeta, pero mayores son las fuerzas contrarias que ustedes mismos deben enfrentar en sus propios corazones; pero, Yo ya les dije también que quien está de verdad Conmigo no perecerá.

El viento querrá derribarlos, el naufragio querrá sumergirlos o aun la oscuridad querrá absorberlos, pero quien se rinde todos los días a Mis Pies no perecerá; porque es importante que recuerden que lo que está previsto para sus vidas ya está escrito y eso que fue escrito por el propio Dios se cumplirá a través de sus propias decisiones.

Muchos fueron los tesoros entregados, incalculables e imperceptibles.

Quiero que hoy mediten Conmigo sobre los pasos que alcanzaron a dar, pequeños y cortos pasos, pero pasos seguros y decididos; porque hoy, deseo que no miren su imperfección o sus miserias.

Quiero que, por primera vez en cada una de sus vidas, contemplando estos once años de camino junto al Maestro y Señor del Universo, puedan contemplar la Obra de Mi Misericordia tímidamente realizada en sus vidas y en la vida de sus hermanos.

¿Será que, en este final de tiempo, mientras el Señor se recoge en el Reino de Dios, viviendo también Su propia síntesis al igual que ustedes, Mis compañeros serán capaces de contemplar internamente los frutos de la redención, los frutos de la conversión, los frutos de la perseverancia y de la fe?

Quiero que ingresen, antes del 8 de agosto, en ese estado de consciencia espiritual e interna.

Recuerden que para Mí solo existen víctimas de Mi Amor, y ser víctimas de Mi Amor significa rendición, obediencia y verdad, transparencia en sus actos, humildad en sus acciones, obediencia ante el llamado de Mi Corazón.

Cada uno sabe lo que le pesa, pero es el tiempo y es el momento de que cada uno sepa lo que Yo conseguí hacer a través de cada corazón y de cada alma.

No se olviden de que son caminantes del espíritu. Por eso, mediten y reflexionen sin vergüenza, sin culpa, sin victimismo. Mediten y reflexionen con adultez espiritual para que, por ustedes mismos, se den cuenta de cuanto le han dado al Señor.

La donación de la vida no tiene límites, no se mide con el pensamiento ni con las acciones. La donación de la vida es una obra de amor y de sabiduría; de saber todos los días que, a pesar de cómo estén o de cómo se encuentren, habrá alguien, habrá un alma y un corazón encarnado que siempre necesitará más, que siempre precisará ser escuchado, que esperará el alivio y el consuelo de sus semejantes.

Por eso, Yo los invito, definitivamente, a retirarse la máscara de la soberbia, de la arrogancia y de la mezquindad; Yo los quiero libres de ustedes mismos. Aunque lo intenten todos los días y aunque todos los días caigan y se tengan que volver a levantar, recuerden esto que hoy Yo les digo; porque la verdadera libertad de las prisiones de la vida, las prisiones del corazón y del alma o de todo ego espiritual, se alcanza con la rendición de sí mismos, con el vacío absoluto de cualquier intención.

Imaginen, compañeros, que si su propio Cristo, el Maestro Jesús, no se hubiera vaciado absolutamente en el Huerto Getsemaní, ¿cómo podría haber llevado sobre Sus Espaldas la propia Cruz?

El despojamiento no es algo pasajero, el despojamiento es algo diario. ¿Acaso esto está mal?

¿Es un castigo despojarse de sí mismo, como los árboles o las flores que pierden su más sagrada belleza durante el invierno para poder renacer en la primavera renovados y volver a dar lo mejor de sí mismos?

¿Si las flores pierden sus pétalos durante el invierno, significa que fueron abandonadas por el Creador?

Todo renace y muere. Esta es una Ley en la Creación.

Si vieran con ojos de alegría lo que esto significa, poder morir a sí mismos para volver a renacer, el mal no existiría en el mundo y ni siquiera el poder que muchos creen tener. Porque la Obra de Mi Misericordia es impersonal, pero es una Obra infinita para las almas, es un magnetismo inexplicable proporcionado por la propia Fuente de la Creación, en donde todas las almas son llamadas a liberarse del pecado; porque el océano de Mi Misericordia, que una vez se abrió en la Cruz a través de Mi Corazón traspasado por la lanza del soldado, es un océano que existe únicamente para las almas.

Mi tarea se ha cumplido con ustedes y espero que en ustedes se cumpla Mi Voluntad.

El camino ya está abierto para que lo recorran. Es tiempo de caminar con sus propios pies, así como lo indicamos. Es en ese momento, de caminar por ustedes mismos, que entenderán todo lo que les dije a lo largo de los tiempos.

Nada ha sido una casualidad, no existe eso para Dios; para Dios existe una Causa y un Propósito que todos son llamados a vivir para poder cumplirlo y realizarlo, conforme fue determinado en el Corazón del Padre.

Hoy, traigo en Mis Manos dos pergaminos, uno representa el Legado escrito en las almas, en todos los que serán capaces en el final de estos tiempos, a pesar de Mi recogimiento y del fin de Mi tarea, de cumplir el Propósito que fue encomendado para sus vidas, almas y esencias.

Desde el Cielo y desde todo el universo, estaré atento al desarrollo de ese Propósito en cada uno, y seguiré ardientemente orando por esta causa para que todos puedan ser consecuentes Conmigo, así como Yo He sido consecuente con ustedes durante estos once años de forma ininterrumpida.

El segundo pergamino que traigo en Mis Manos es el nuevo ciclo de esta Obra fundada por Mí, por determinación de Dios Padre y a través de la consciencia de José Trigueirinho. Este pergamino representa el volver a comenzar, conforme fue en el origen de Figueira, en donde la vida del espíritu palpitaba en el sagrado éter de esa Comunidad.

Y la Ley, que en el comienzo fue respetada, reverenciada y amada, volverá a atraer como un imán a todos los servidores que quedaron en el limbo y que, aun encarnados en este momento, esperan internamente volver a comenzar y a poder retomar la trayectoria que fue interrumpida por diferentes causas que, a través de Mi súplica, Yo estoy reparando una a una.

Por eso, les pido, compañeros, que le den continuidad a Mi Obra, a pesar de que Yo ya no esté entre ustedes en los próximos tiempos, porque Dios estará atento a que puedan ser consecuentes y responsables con esta Obra de Amor que existe por una sola causa: el despertar de la consciencia y de la lealtad, de la simplicidad y de la humildad en la vida sin que les falte nada.

Porque, a pesar de todo, treinta y siete años de camino espiritual y de fundaciones hechas por muchas almas fieles de esta Obra no serán en vano. Yo vengo a reconocer el valor de la donación que fue entregada fielmente por Mis servidores.

La Barca del Señor vuelve a ser guiada por las propias Manos del Pastor, el timón está en Mis Manos y las almas están Conmigo.

No perezcan, renuévense a través de Mi Presencia Espiritual; porque Yo les aseguro que cada una de las lágrimas de los que fueron afectados injustamente, de alguna forma, fue contada por Mí.

Dios renace en los corazones simples, en los que fielmente responden a Su Llamado.

He aquí en este pergamino, compañeros, el tiempo de la esperanza y de la resurrección espiritual de los pilares de la fundación de Figueira.

Que se alegren los que siempre callaron.

Que sientan júbilo los que fueron oprimidos.

Que renazcan los que fueron apartados, porque la Obra es de su Señor y de nadie más.

Felices y dichosos los que comprenden a través de Mis Palabras, porque estarán sentados Conmigo en la última mesa de la Eucaristía y de la Redención, cuando su Maestro y Señor retorne en Gloria como un Humilde Peregrino, para volver a partir el pan y compartir Su Cuerpo con los Suyos, con cada uno de Sus compañeros.

Que el Infinito Creador los bendiga y que, este próximo ocho de agosto, vuelva a escribirse la historia que Dios determinó, sin interferencias, con un corazón honesto, libre de supersticiones, de ambiciones y de expectativas; porque la Mano de Dios escribe como Él lo determina.

¿Quién es capaz de detener el Lápiz de Dios?

Quien lo hizo, que se arrepienta y se enmiende antes de que sea tarde. Mi petición espiritual es un verdadero y profundo arrepentimiento.

Vean al Señor en el océano de Su Misericordia, guiando la Barca hacia el nuevo rumbo, hacia la Tierra del renacimiento y de la esperanza que muchos recuperarán.

Esa es Mi promesa por todos los esfuerzos que han hecho en estos once años, por cada agonía vivida, por cada cuenta rezada, por cada servicio ofrecido, por cada llanto que Yo mismo escuché en su soledad; todo es contado en este universo.

Vengan ahora a Mi Tierra Prometida, sean parte de Mi Reino Celestial.

¡Buen comienzo para los valientes!

Mi Paz para el mundo sufrido.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.