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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hoy, regreso a un pueblo, el pueblo más consagrado a Mi Materno e Inmaculado Corazón; por eso, en este momento, queridos hijos, abro las puertas de Mi Gracia para que descienda sobre Mis hijos y sobre sus almas.
Escucho atentamente las súplicas de los que claman, de los que elevan en humildad sus oraciones a Dios, de todos los que viven firmemente el Sagrado Sacramento de la Eucaristía, la unión predilecta con Mi Amadísimo Hijo Jesús.
No podría explicarles con Mis Palabras, queridos hijos, lo que significa para su Madre Celeste poder retornar a África, para atender todos los pedidos que son elevados a Mi Corazón.
África es una tierra de orígenes y de una sagrada historia primordial, que Mi Hijo hará elevar y emerger en el próximo tiempo para que el mundo entero conozca los sagrados valores de África, que han sido sepultados a lo largo de los tiempos.
Pero no teman, queridos hijos, y sean valientes, porque el Retorno de Mi Hijo se aproxima y Él estará aquí con ustedes y por ustedes, así como por todo el resto de este continente amado por Dios.
La gran riqueza que tiene África es espiritual, anónima y secreta, y está en el corazón de cada hijo Mío de África; riqueza espiritual que se puede reflejar a través de su rostro y por intermedio del don de la fe que sostiene milagrosamente a las almas que buscan incesantemente la comunión con Dios y la unión predilecta con Mi Amadísimo Hijo, así como con Mi Inmaculado y Materno Corazón.
A pesar de lo que hoy vive África y el mundo entero, a pesar de los dolores y de las angustias que viven Mis hijos; confíen, queridos hijos, en la Presencia de la Madre de Dios que viene a colocarlos a todos en Su regazo maternal, que viene a ofrecerles la puerta segura de Su Materno Corazón, para que todos se puedan sanar espiritualmente y así renovar sus vidas.
Porque esta es la promesa de Mi Hijo; desde el primer momento de Su Encarnación en la Tierra hasta Su gran momento de Resurrección, Cristo mantuvo firmemente Su oferta por las almas y el planeta. Y así lo seguirá haciendo a partir de Su Retorno por todos los que merecen Justicia, Misericordia y Paz, por todos los que son descartados y despreciados.
Mi Hijo Amado y Su Materna Madre encuentran en cada hijo una riqueza espiritual abundante e infinita. Ese es el código espiritual que Cristo vendrá a resucitar en África; en consecuencia, vendrá a resucitar la dignidad humana porque el mundo entero aún deberá aprender de África, de su estado interno de fe y de oración, de alabanza y de amor a Nuestro Padre-Madre Creador.
Hoy, escucho las voces de los que claman por alivio. La Madre de Dios está aquí para atenderlos, pero sobre todo para acogerlos en Su Materno Corazón.
¿Cuántos ofrecimientos le han hecho a Mi Amado Hijo? Hoy, la Madre de Dios viene a reconocerlos espiritualmente a través de esta puerta de Gracia que se abre y que es desconocida.
Por eso, estoy aquí, cumpliendo esta misión de Dios para decirles, Mis amados hijos, que el Padre Celestial los ama y los contempla; que el Padre Celestial también espera por el gran momento de su liberación y del fin de la esclavitud espiritual; porque Mi Hijo vendrá a romper los grilletes, Mi Hijo vendrá a desatar las amarras, porque las almas preciosas de África son incalculables y tienen mucho para enseñarle al mundo.
Por eso, está escrito en el Corazón de Dios el tiempo del resurgimiento de África; porque la voz de los más necesitados será escuchada y las puertas de la Misericordia se abrirán a todos.
Inexplicablemente, queridos hijos, con el sagrado y esperado Retorno de Cristo ya no conocerán lo que es el sufrimiento o la angustia. Los estigmas de la vida humana desaparecerán, porque el Resucitado vendrá hacia su encuentro, así como vino al encuentro de Sus apóstoles y seguidores.
Quiero decirles, Mis amados hijos, en nombre del Señor, que ustedes son parte de Su familia espiritual y de Su Sagrado Cuerpo Místico que forma y une a la Iglesia Espiritual de Cristo en la Tierra.
A lo largo de los tiempos, así como en este día especial para su Madre Celeste y para sus corazones, ustedes son ungidos espiritualmente por la Presencia de Cristo, a través de Mi Corazón; porque Él también vendrá aquí en los próximos días a entregarles Su Mensaje de salvación y de amor, a reerguir a las almas que aún están caídas y desesperadas, a edificar a través de los corazones Su código crístico de redención.
Por eso, hoy están Conmigo, queridos hijos, muchos ángeles recogiendo las intenciones de las almas honestas, llevando en sus cestas de Luz las oraciones de los corazones que aman a Dios; porque este es el día del ofrecimiento de las almas al Padre Celestial por intermedio de Mi Inmaculado Corazón, puerta segura para su salvación, refugio de los inocentes, morada de los escogidos, templo de los que claman, tabernáculo de todas las almas.
He aquí el Corazón de su Madre, la Madre de la Paz. Porque mientras estoy aquí, también atiendo al mundo entero, a los que son víctimas de las guerras y de la esclavitud espiritual, a los que son vendidos y a los que están perdidos. Yo estoy aquí por todos, en nombre del Señor.
He aquí la Esclava de Dios, que se haga en ustedes Mi Palabra, así como la Palabra de Dios se hizo carne en el Corazón de María, así como el Verbo se hizo carne en Mi Vientre de Luz y les trajo a todos la salvación.
Esta es la Voz de la Esclava Fiel y Madre de todos los que claman. Reciban, en sus esencias y almas, Mi caricia de Amor, Mi consuelo de Madre que viene a fortalecer su fe y su confianza en Nuestro Creador.
Ahora, llegó el tiempo de cumplir las promesas, porque Cristo Me envía como Su Sierva a sanar a los corazones de la Tierra, principalmente a los que más lo necesitan.
Todos los que hoy se han ofrecido a Mi Corazón para consagrarse, que se aproximen, para que la Madre de Dios pueda bendecir y consagrar a Sus amados hijos de África.
Mis amados y queridos hijos, estoy aquí con ustedes y por ustedes. Con la gloria de todo el Cielo y la presencia de todos los ángeles, vengo a bendecirlos y a consagrarlos como Mis Hijos, como Hijos de María, para que sientan el abrazo de Dios y el consuelo eterno de Su Corazón.
En nombre de la Gracia, los estoy bendiciendo y consagrando; siéntanse en Mis Brazos, escuchen el latido de Mi Corazón en su interior, la Gracia de Mi Amor es lo que hoy les entrego, la Gracia que los fortalecerá y los animará a seguir adelante.
Hoy, así como Yo los consagro como Mis Hijos, porque siempre han sido Mis hijos, así también consagro a África para que su pueblo se levante con esperanza y fe, y resucite a través del Amor de Cristo.
Que todas las cadenas se rompan, que todos los grilletes se disuelvan, que las puertas de la Luz se abran para que las almas acompañen la sagrada peregrinación hacia el Reino Celestial, a donde algún día Yo los llevaré.
Les agradezco, Mis hijos, por su fidelidad orante, por su persistencia y también por su fortaleza. Esto le agrada al Corazón de Dios, esto conmueve al Corazón de Mi Hijo. Por eso, Nuestros Sagrados Corazones hoy vuelven a estar en África y siempre lo estarán, con su pueblo, con sus familias y seres queridos. Cuando tan solo nos llamen, a través de la oración del corazón, cumpliremos Nuestra promesa, la promesa de amarlos eternamente, así como los ama Dios.
Yo los bendigo y los consagro como Hijos de María, como Hijos amados de Mi Corazón, porque hoy pulsa el corazón de África en cada alma y en cada corazón que se une a Dios en este momento.
La Paz de Mi Hijo sea en ustedes.
Mi Amor los abrace y los consuele.
Yo estoy aquí y Soy su Madre.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Expiraste, Jesús,
pero Tu Muerte hizo brotar
un manantial de Vida para las almas
y el océano de Tu Misericordia
inundó al mundo entero.
Oh, Fuente de Vida,
insondable Misericordia Divina,
inunda al mundo entero,
derramando sobre nosotros
hasta Tu última gota de Sangre.
Amén.
He aquí este océano que muchos desconocen, más amplio que todos los mares y que todos los lagos del mundo. Es tan abundante y desconocida la Fuente de Mi Amor que algunas almas tienen miedo de penetrar Mi misterio.
Por eso, en este tercer y último día de la Presencia de su Maestro y Señor en Canadá para el mundo entero, los invito a volver a subir hacia lo desconocido a través de la escalera espiritual y celestial que les presenté en el primer día y que se animen, pacientemente y con calma, a atravesar la puerta estrecha de Dios que los liberará de cualquier condición humana, puerta estrecha de Dios que los conducirá a la propia libertad espiritual.
Por eso es inevitable, compañeros, que para poder encontrar el océano insondable de Mi Misericordia tengan que sentir y, al mismo tiempo, desprenderse de todo lo que está viejo, de lo que no podrá formar parte de Mi Obra Redentora del Retorno.
Por esta razón, Yo estoy aquí para impulsarlos y para animarlos; para que sepan que en la base espiritual de sus vidas, de sus consciencias y espíritus, está la Fuente y el océano insondable de Mi Misericordia, Fuente de Amor y de Compasión que se generó y se manifestó espiritualmente desde el momento en que su Maestro y Señor bebió del Cáliz en el Huerto Getsemaní hasta el último momento de Su expiración en la Cruz, cuando Yo entregué Mi Espíritu en las Manos de Dios para poder entregarle todos los espíritus que llegarían a Mí a lo largo de los tiempos y de las generaciones, y para poder entregarle a través de Mi oferta, en el dolor más profundo de la Cruz, a todos los grupos de almas que llegarían a Mi Corazón a lo largo de los tiempos y de los acontecimientos del planeta.
Por eso hoy, están delante de esa escalera espiritual y celestial, están prontos para dar los primeros pasos de la ascensión, del desprendimiento total de todo lo que creen, de todo lo que podrían cuestionar o dudar.
Porque dando el primer paso en esta escalera espiritual y celestial del despojamiento, Yo les aseguro que, sí caminan con confianza, ya no recordarán ni tampoco sentirán o pensarán todo lo que los puede apremiar humanamente.
Ustedes ya saben que Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida, y que nadie puede llegar al Padre sino a través de Mí. Si se los recuerdo es porque lo deben tener presente en este momento y en este tiempo, ante los acontecimientos que hoy vive y sufre el planeta a través de las naciones y de los pueblos que están sometidos por la guerra, por el conflicto y el dolor.
Sepan muy bien que ascender a través de esta escalera celestial y espiritual no es algo personal o individual, es elevarse a través de una consciencia madura y responsable no solo por todos sus ancestros, sino también por toda la humanidad. Así, ayudarán a su Maestro y Señor a elevar todo lo que se está corrompiendo y oscureciendo, dentro y fuera de la consciencia humana.
En cada paso que puedan dar, a través de esta escalera espiritual y celestial, también ayudarán a su Maestro a desprender a la humanidad de toda condición humana, de todo lo que obstaculiza la evolución de la consciencia.
Pero es inevitable, compañeros, que cuando llegue el momento de que cada uno cruce la puerta estrecha de Dios deba reclinar su cabeza y columna para atravesar la puerta de la humillación y de la humildad; así como lo hizo la Santa Madre al ingresar en la Gruta de Belén, para que en un espacio humilde y simple naciera el Rey del Universo.
Por eso, aprendan a través de la Humildad de María y de la absoluta confianza de María en el Plan de Dios. Aun hoy, siendo una Consciencia Glorificada, Ella sigue siendo la Esclava de Dios, a fin de que todos Sus hijos en la Tierra alcancen el gran día de la redención y de la conversión, a través de un acto de arrepentimiento por todas las ofensas cometidas contra Dios, a fin de que todo el género humano se reintegre al universo de las Leyes, a la vivencia de los Valores, de los Atributos y de los Principios del Padre, que en este tiempo todos Mis discípulos y discípulas deberán practicar en su día a día, ya que estos Valores, Principios y Atributos del Proyecto de Dios en algunas regiones y naciones del planeta se están disolviendo gradualmente.
Así, podrán comprender con una mirada consciente, predispuesta e íntegra, que subir esta escalera espiritual y celestial no es solo por ustedes, sino también por el mundo, por todos los que en este tiempo y en esta hora crucial de la humanidad, por el sufrimiento generado en la guerra, en la persecución y en la muerte, no pueden ni siquiera levantar su cabeza para implorarle a Dios, por las condiciones tan traumáticas y miserables en las cuales viven.
¿Será que son conscientes de que están trabajando Conmigo por algo mayor?
Es hora, compañeros, de abandonar todo lo que es mezquino y soberbio, es hora de abandonar la acción de la manipulación y el egocentrismo.
Su Maestro y Señor ya les enseñó el camino, pero todos pueden ser Cristos del Nuevo Tiempo si se sumergen en Mi océano de Gracia y de Misericordia.
¿Será que han aprendido a lavar sus rostros, manos y pies en la Fuente de la purificación que Yo les ofrezco?
He aquí, delante de ustedes y físicamente, este misterio que no se esconde para quedar en secreto, sino que se revela a los puros de corazón. Esta es la Fuente de Mi Corazón que nunca se acaba y que pocos, en muchas ocasiones, la visitan o la buscan.
Dios lo pensó todo antes de que ustedes existieran como raza y civilización, aun como almas o esencias.
No piensen que están en el lugar incorrecto, intenten sentir más que pensar: ¿dónde Dios, a través de Mí, los colocó con confianza? Porque si esto no fuera así, aun dentro de su realidad material o concreta, hoy no estarían aquí Conmigo, ante Mí, escuchándome.
No vengo aquí a perder el tiempo de Dios, vengo aquí a buscar la respuesta de los corazones, de los que ya una vez caminaron a Mi lado, de los que fueron curados por Mí, de los que fueron liberados por Mí, de los que muchas veces fueron perdonados por Mí; así como fue liberada María Magdalena del pecado y se convirtió, hasta los días de hoy, en una consciencia santificada.
¿Será que creen en el poder de la conversión que Yo les otorgo como Gracia a las almas?
A todos los que aún no lo consiguen y que esperan entregarme sus corazones, Yo estoy aquí para esto. Es Dios que Me envía como Su Mensajero, como Su Portador de la Paz y del Bien para la humanidad.
En estos tres últimos Mensajes de su Maestro y Señor está la guía y también las claves para vivir esta etapa que hoy les presento, la última etapa preparatoria de Mi Retorno al mundo.
¿Quieren participar de esto? Que su respuesta no sea inmadura, sino consciente.
Yo estoy aquí para ayudarlos y para bendecirlos a través de Mis Sacramentos, Fuente inagotable de renovación para quien cree en ellos; así como las santas mujeres lo creyeron desde el principio, lo profesaron y lo vivieron en sí mismas, siendo posteriormente las testigos del Resucitado.
¿Será que ustedes serán los testigos del Retorno de Cristo; siendo testigos primero en su mundo interior, en su ejemplo de vida y en su coherencia con lo que profesan y con todo lo que creen?
Eso es lo que Yo espero con infinita paciencia y con celo de Amor.
La puerta estrecha de Dios ya se les ha presentado en estos días a las almas. Ahora es momento de que cada uno camine con sus propios pies, porque todo está consumado, así como todo fue consumado en la Cruz.
Que vengan a Mí los que están cansados y oprimidos.
Que vengan a Mí los que dudan y los que están perdidos.
Que vengan a Mí los que buscan la verdad.
Que vengan a Mí los que están angustiados.
Que vengan a Mí los que buscan la paz.
Que vengan a Mí los que aspiran a liberarse.
Que vengan a Mí los que buscan curar sus heridas.
Que vengan a Mí todos, porque aquí está Mi Corazón, puerta segura para su protección espiritual.
Les agradezco a los que hoy caminan Conmigo, a Mi lado; y que, a pesar de todo, siguen adelante y confían en el Señor, en Su Presencia Insondable y también en Su Palabra; y, aun en el momento más difícil u oscuro, siguen caminando confiadamente hasta poder encontrar el abrazo de Jesús.
Que la Paz esté en los oprimidos, afligidos y perdidos para que la Paz, que es presencia viva de Dios, esté en el mundo, así como Mi Paz hoy está en ustedes si creen en ella.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Querido hijo Mío y querida hija Mía:
¿Qué es lo que pesa en tu corazón que tu Santa Madre no puede resolver?
¿Acaso Yo no estoy aquí y Soy tu Madre, la Madre de las causas imposibles, la Madre intercesora y mediadora entre las almas y Dios?
Hijos amados, si ustedes esto ya lo saben bien, ¿por qué guardan en sus corazones cosas que les pesan?
Para Dios no hay nada imposible de resolver cuando el corazón se abre ampliamente para poder confiar en el destino que Dios tiene escrito para cada ser. Así, todo aquello que ata sus pies se disuelve en sus caminos; aquellas amarras, que los prenden a la Tierra, también son disueltas por el Padre Eterno.
Porque recuerden, hijos Míos, que existe una Voluntad Superior para poder cumplirse en sus vidas. Por ese motivo, una vez más, Mi Hijo los invitó y los llamó a preguntarse, a ustedes mismos, si ahora están viviendo la Voluntad de Dios.
Esto no significa, queridos hijos, que abandonen a sus familias, a sus trabajos o aun a sus compromisos. Yo les hablo de vivir la Voluntad de Dios internamente, de que sus vidas, día a día, estén más consagradas al Plan del Padre para que Él, en su infinita Misericordia, Piedad y Amor, pueda escribir Su Voluntad a través de sus vidas.
El Padre Celestial, en este día, extiende Sus Brazos y Sus Manos hacia ustedes para que sientan Su abrazo paternal, Su abrazo misericordioso, que no los condena por la culpa o por los errores, sino que los libera día a día de la condición humana.
Él extiende Sus Brazos y Sus Manos para que sus vidas se ofrezcan como Instrumentos de Dios, en toda la superficie de la Tierra; para que sus vidas, siendo Instrumentos del Padre, puedan ser una sensata expresión de Amor, puedan ser una expresión de Su Caridad y de Su Misericordia en el mundo.
Él espera esto hace mucho tiempo, que las almas se ofrezcan a ser víctimas de Su Amor Mayor para que las almas de este mundo dejen de ser víctimas de sí mismas. Él espera escribir, a través de sus vidas y sobre todo de sus corazones, la historia de Su Creación y también de Su Voluntad.
El Padre Eterno tiene tesoros guardados para todos, maravillosos tesoros que son incalculables para este mundo material. Por eso, a través de los tiempos y por intermedio de Mi Inmaculado y Materno Corazón, el Padre Celestial les otorga la Gracia de que estén libres de la Justicia, de la condenación en la que los coloca este mundo, para que sus pies puedan caminar por la senda de Cristo, libres de todo aquello que los apremia, libres de todo aquello que los angustia, libres bajo el sagrado espíritu de la paz.
Yo vengo aquí como la Reina de la Paz, porque sé que muchos de ustedes pierden la paz; pero, han pensado por un momento, Mis hijos, ¿cuántos lugares en el mundo ya no tienen la paz, la felicidad de vivir en una familia espiritual como esta, una familia que responde al Llamado del Padre; así como este punto de Luz, en esta ciudad, se predispuso desde el primer día a responder a la Voluntad de Dios?
Quisiera que hoy recuerden, así como Yo lo recuerdo atentamente, cada una de las experiencias de amor y de servicio que aquí se vivieron, especialmente a través de las almas que se ofrecieron a donarse por el prójimo y por el sufrimiento del semejante.
¿Cuántos méritos espirituales han concebido en el alma y en el espíritu de este Núcleo-Luz?
Les aseguro, queridos hijos, en el nombre de Mi Amadísimo Hijo, Jesús, que todos estos méritos espirituales e internos hoy son derramados como Gracias y también como rescate de las almas que más lo necesitan. Y esto genera espiritualmente un magnetismo espiritual que no se puede ver con los ojos físicos, sino con los ojos internos; que no se puede pensar con la mente, sino sentir con el corazón.
Todo este movimiento, que es oculto a los ojos de los ambiciosos, otorga el bien común y la fraternidad en el mundo. Por eso hoy, les pido que no miren sus errores, que no miren sus defectos, que no se sientan condicionados como está condicionada la mayor parte de la humanidad.
Hoy, sus almas están Conmigo, con la Madre Celeste. Hoy, también quiero que sus corazones estén en Mi Corazón; porque recuerden que Yo Soy la puerta segura para la redención, y que sus vidas y las vidas de sus familias y seres queridos pueden estar bajo Mis cuidados.
Cuando no puedan seguir adelante, llamen a la Madre de Dios. Cuando se sientan perturbados o en agonía, invoquen por Mi Inmaculado Corazón.
Yo Soy la Madre que siempre los abraza y los sostiene. Soy la Madre de la Caricia de Dios. Los quiero tener en Mis Brazos, así como lo tuve al Pequeño Niño Jesús.
Entréguense a Mí en confianza, en sublime plenitud, y la oscuridad que los podría estar rodeando se disolverá. Porque donde está el Amor de Dios, está presente el Amor de la Madre Divina, de una Madre incansable, de una Madre que no se detiene y que no duerme, de una Madre que trabaja por la salvación de todos Sus hijos en cualquier condición, de una Madre amorosa y misericordiosa que siempre les abrirá la puerta al Reino de Dios.
Porque quiero que sepan, si no lo sabían, que este fue Mi compromiso a los pies de la Cruz. Recuerden lo que Cristo nos dijo a todos: "Madre, ahí tienes a Tu hijo; hijo, ahí tienes a tu Madre".
¡Qué ternura expresó Jesús en Su profundo dolor! Una ternura y un Amor que superó toda agonía, aunque Su persona humana haya sido clavada en la Cruz.
¿Cómo comprender el Amor de Dios en el sufrimiento y en la entrega?
Esto es una escuela para los Nuevos Cristos, para aprender a superarse a sí mismos todos los días, para amar profundamente la Divina Voluntad, así como Yo le dije al Padre en aquel tiempo: "He aquí la Esclava del Señor, hágase en Mí según Tu Palabra".
Hoy, les digo, hijos Míos, que se haga en ustedes la Palabra de Dios a través de Mi Palabra, porque los espero a todos en el Paraíso.
Que vengan a Mí, Mis hijos, los que hoy se postularon para consagrarse como Hijos de María, porque ya son Mis hijos, no lo olviden.
Así, Yo los reúno a todos en este momento de consagración, dentro del Oratorio Inmaculado de Mi Corazón, para que Yo pueda ofrecer sus almas al Padre Eterno por todas las almas que sufren en el mundo y que hoy no encuentran la paz.
Pero sepan, hijos Míos, que ustedes hoy están ante el portal de Mi Paz, el portal del Sagrado Reino de la Paz que desciende sobre este Sagrado Cielo, sobre esta Sagrada Casa ofrecida incondicionalmente a responder al Llamado del Redentor.
Mis hijos, gracias por haber venido hoy a Mi encuentro, lo esperaba hace mucho tiempo porque sus almas y corazones son los que vienen a Mi encuentro; así, sus vidas son bendecidas por Mí a través de un gesto de Amor Maternal.
Quiero consagrarlos como Mis pequeños hijos, como esos hijos que aprenderán a caminar y a hablar algún día, como aquellos hijos que aprenderán a dar los primeros pasos en el camino crístico, como los hijos que algún día aprenderán a madurar sus consciencias para aprender a tomar sus primeras decisiones de vida que repercutirán el resto de sus vidas, como aquellos hijos que aprenderán a amar y a perdonar algún día.
Por todo esto y mucho más, Yo los consagro como Mis Hijos, como los Hijos de María.
Tráiganme aquí las rosas para que Yo pueda consagrarlas para Mis Hijos.
Oremos por esta consagración.
Oración: “Madre Universal”.
Les agradezco, hijos Míos, por estar Conmigo de corazón.
Mi Hijo espera felizmente Su Fuente Espiritual, a través de la fuente de bendiciones y gracias que aquí construirán, que Él se ha comprometido a bendecir algún día.
Entren en confianza al nuevo ciclo de este Núcleo-Luz, Mi Hijo les dice a todos sus fundadores y a todos los que sostienen este lugar sagrado para Dios que sigan adelante, que están en un muy buen camino y les agradece.
Yo los bendigo y los consagro como Mis Hijos, y reconsagro a aquellos que ya también son Mis Hijos, Hijos de María.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Contemplen la grandiosidad del Amor de Dios en ustedes y cómo ese Amor es capaz de ir muy lejos; así como Mi Hijo fue muy lejos, más allá de la Cruz.
Contemplen ese Amor en sus esencias, háganlo por las almas que no contemplan a Dios en sí mismas, para que en esta noche el Corazón de Dios pueda ser reparado de todas las ofensas y ultrajes que comete el mundo.
Como Reina del Amor, como Madre que los ama, como la Guardiana de sus almas, les pido que recuerden el poder del Amor de Dios que es invencible e inextinguible, que va más allá de los conflictos y de las guerras, que obra más allá de toda división y disociación.
Este Amor es el que no conoce Mi adversario, y será este Amor Mayor e Infinito de Dios que también algún día lo redimirá; así como Cristo, a través de Su Preciosa Sangre derramada, redimió a cada uno de ustedes, liberándolos del pecado y del error, abriéndoles la puerta de Su Misericordia para que todos pudieran ingresar en Su océano de Compasión y de Amor.
Ante el terrible escenario del final de los tiempos, retornen a la esencia del Amor que está en ustedes y que los creó en el principio, en la Fuente. Así, trasciendan sus propios obstáculos; así, disuelvan sus propias amarguras y tristezas.
En esta noche, reciban con júbilo la Divina Esperanza, la Esperanza que Mi Hijo promete en Su pronto Retorno; la Esperanza, llena del Amor de Dios y de la vida, que renovará la faz de la Tierra, que liberará a las almas del sufrimiento de una vez y para siempre.
Porque en verdad les digo, Mis queridos hijos, que cuando surja la Nueva Humanidad, bajo el preámbulo del Retorno del Señor, no habrá ni un alma en esta superficie a la que se le escuche su llanto, porque el llanto de las almas en la Nueva Tierra será de alegría.
Si ustedes supieran cuánto Yo los amo, les aseguro que llorarían de alegría; porque el Amor de Dios no solo es invencible, no solo es profundo, sino también es un Amor transformador; un Amor que les concede la Gracia y el Perdón, que les otorga en esta noche una amnistía espiritual a ustedes y a sus hermanos que escuchan, a todos los que en este día se hayan dirigido al Santo Sacramento de la Eucaristía. Será una amnistía plenaria que disolverá los errores cometidos hasta el presente y que les permitirá a sus ángeles de la guarda dar testimonio de este extraordinario evento ante Dios.
Así, como les dije ayer, Mis hijos, los Altares de Dios hoy están abiertos; porque las puertas fueron abiertas por los santos ángeles del Señor, para que las ofrendas de reparación y de reconciliación de las almas sean depositadas honestamente ante el Señor; y así juntos, Mis amados hijos, aspiremos e invoquemos un buen año 2024, un año sin guerras, sin conflictos ni divisiones, un año en el que prevalezca el Amor.
Y así, ese Amor es el que renovará al mundo si las almas se unen a la esencia del Amor de Dios y se reconocen como Sus Hijos, los Hijos de la Fuente.
Esto permitirá, queridos hijos, que más almas en el mundo que están perdidas sean contempladas por la Misericordia y no por la Justicia; porque como así Yo les dije, Mis queridos hijos, Yo les deseo el bien a cada uno de ustedes y a sus familias, un bien mayor que les permita comprender la realidad, esta realidad del final de los tiempos.
Pero atención, Mis pequeños, no observen la realidad del mundo con temor o con miedo. A pesar de que es una realidad aterradora y triste, necesito que las almas despiertas, a través de la oración del corazón, se decidan de una vez y para siempre a ser puentes entre el Cielo y la Tierra, a ser mediadoras del verbo orante ante todas las causas imposibles que, con la intervención de la Divina Madre, no serán causas imposibles, sino serán soluciones posibles para todos.
Mi segundo pedido, en esta noche especial, es que invoquen la paz con más fuerza; y que sus actos, palabras y acciones sean de paz, para que la paz pueda ser recibida no solo por las almas que más la necesitan, sino también pueda ser acogida por aquellos lugares que han sufrido la guerra, el conflicto y la destrucción física de los espacios; que la paz pueda renacer en los corazones más sedientos.
Y ustedes, Mis queridos hijos, que han sido tan llenos de Gracia, al igual que su Madre Celeste, sean precursores de la paz y crean en esa paz, adentro ustedes y después afuera de ustedes. Así, la vida no será un sufrimiento, sino que la alegría emergerá de ustedes y de sus hermanos, por estar respondiendo al Llamado de Dios.
Mi tercer y último pedido es que, a través de la Santa Eucaristía que enseguida celebrarán, tengan muy presente a todas las huestes celestiales, que en esta noche ofrecen el Santo Sacramento y que abren todos los Sagrarios de la Tierra, para que la Luz poderosa de Cristo colme y bañe al mundo entero por medio de Su Amor y de Su Misericordia reparadora.
Que esta sea, para ustedes, la verdadera celebración de fin de año que una vez más tengan la dicha de vivir el Sacramento Eucarístico con Mi Hijo.
Deberían meditar y sentir en sus corazones lo que significa para el Reino de los Cielos que en cada día se celebre el misterio del Amor de Cristo, a través de la Comunión, y todos los méritos salvíficos y redentores que las almas reciben a través del Sacramento.
Por eso, hijos Míos, en este final de los tiempos, no vivan la Comunión como algo normal; que sus almas se exalten con júbilo y alegría por poder confirmar a Cristo en ustedes, como símbolo y señal de esperanza para el mundo entero.
Así, sus pequeñas almas y sus pequeñas esencias podrán ser ese gran espejo que se refleja en la Tierra, para que los códigos y los méritos de la Pasión del Señor enmienden todos los errores del mundo y les concedan la redención a las almas que ya se condenaron.
Con especial predilección y amor, Mis hijos, acompañaré esta Sagrada Eucaristía que hoy oficiarán en nombre del Señor.
Así, su Santísima Madre, la Reina del Cielo y de la Tierra, la Humilde Esclava del Señor, la Intercesora entre los corazones y Dios, podrá elevar junto con los santos ángeles y los ángeles de la guarda todas las ofertas, para que en el mundo se alcance la paz y el fin de la guerra, no solo de la guerra física, sino también de la guerra en las familias.
Porque Mi deseo ardiente, Mis hijos, es que cada uno de los miembros de sus familias y de las familias del mundo pueda reencontrar en su mundo interior el Amor de Dios, que los salva y que no los castiga, que los libera y que no los condena, el Amor que los ama tal cual son y que los impulsa a la transformación de la vida y del corazón.
En esta noche especial, en la que se cierra un ciclo y comienza otro nuevo ciclo, aspiremos a través de la Celebración Eucarística a que todas las almas, especialmente las más perdidas en el mundo entero, alcancen la Gracia de la Misericordia en este próximo 2024.
Les digo y les pido que tengan fe, porque Mi Inmaculado Corazón triunfará.
Así, los bendigo para el próximo año y les consagro cada uno de sus pasos, los pasos que deberán dar al encuentro de Cristo, Nuestro Señor, siguiendo las huellas de Luz del Gran Maestro.
Que sea un año, un nuevo año, de más Gracias y Misericordias para todos. Mi oración perpetua está presente incansablemente por esta causa.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
María ha sacado el Inmaculado Corazón de Su Pecho, en este momento, colocándolo sobre la palma de Su Mano derecha. Se lo ofrece a cada uno de nosotros como un Corazón Ardiente en amor, en Gracia, en servicio y en piedad por las almas.
Oremos, renovando nuestros votos para este próximo 2024 y tomando para nosotros mismos al Inmaculado y Ardiente Corazón de María, que arde en amor por las almas y las familias del mundo.
Santa Madre, agradecemos Tu Presencia aquí entre nosotros y en el mundo entero.
Acepta nuestra vida tal cual es, imperfecta, llénanos con la fuerza de Tu Amor para que podamos concretar las aspiraciones de Tu Amadísimo Hijo, Jesucristo.
Inmaculado Corazón de María,
fuerza, luz, protección y esperanza,
en Ti nos renovamos, a Ti nos consagramos
para que seamos testigos, ahora y siempre,
del triunfo de Tu Inmaculado Corazón
en toda la humanidad.
Amén.
(3 veces)
La Madre Divina está sonriendo, porque nos dice que Ella nos dio Su Corazón, y ahora nos pide que le demos nuestro corazón, y que no tengamos miedo porque no vamos a perder la vida, porque dijo que si le entregamos nuestro corazón tendremos vida en abundancia.
En el silencio de nuestro corazón entreguémosle el corazón a María, así como Ella nos lo entregó. Y así, nuestro corazón y el Corazón de María se funden en un solo Corazón, y recibimos de la Divina Madre el don del entendimiento, el don de la paciencia, el don de la fe, el don del perdón, el don de la cura, el don de la paz, el don de la unidad y el don de la redención.
Les agradezco por responder a Mi llamado.
Recuerden Mis tres pedidos.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Queridos hijos:
Cada vez que desciendo del Cielo y vengo a su encuentro es para renovarlos.
Cada vez que están ante la Esclava del Señor, ustedes se pueden volver mejores apóstoles de Mi Hijo. Es a través de los apóstoles de Mi Hijo que su Madre Celeste consigue interceder y aliviar a la humanidad, porque los apóstoles de Mi Hijo están en misión y en servicio.
Que esta paz, que hoy reflejan los Espejos de Mi Corazón sobre este lago de Luz, les permita crecer en el amor y en el servicio incondicional.
Hoy, también, de forma especial, su Madre Celeste les ofrece un acto de reconciliación, en especial un acto de reparación de todo el pueblo francés que, a través de los tiempos, tuvo la Gracia de recibirme por medio de distintas Apariciones y Revelaciones.
Deseo que Francia nunca se olvide de que solo a través de Mi sacrificio podrá obtener la paz y el perdón de todas las deudas ocasionadas desde la colonización francesa en diferentes pueblos y culturas del mundo.
Que esta aspiración de la Madre de Dios, por el pueblo francés, se pueda cumplir algún día para que la consciencia de esta nación y la de su Ángel Guardián consigan establecer el Gobierno Espiritual de Dios, del cual todos los franceses necesitan para aprender a gobernarse en la verdad, en la transparencia y en el Amor de Dios.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Para que la paz se establezca en el mundo, siente el pulsar de la Luz de Mis Espejos.
Para que la paz se establezca en el mundo, recibe los atributos de Mis Espejos.
Para que la cura se alcance en el mundo, recibe los códigos de Mis Espejos.
Para que la Misericordia se concrete en la superficie de la Tierra, siente el latir de Mis Espejos, que como grandes corazones se encienden en el Cielo y en la Tierra, en los océanos y en el universo, para traer a la humanidad el espíritu de la redención.
He aquí la Luz de todos Mis Espejos, los que están en el planeta y los que están en el universo.
He aquí la Madre del Mundo que trae a Sus hijos la revelación del Sagrado Conocimiento Divino, latente en el Corazón de Dios y en la Creación.
Existen Espejos en todas las dimensiones y planos. Siéntete partícipe de ese impulso espiritual, para que tu vida y la vida de tus hermanos sea transfigurada, como también la Madre de Dios se transfiguró cuando el Arcángel Gabriel y sus sagradas huestes de la Luz le revelaron al Corazón de la Madre Celeste, la grandeza de los Espejos Sublimes.
Hoy, te invito a ingresar en consciencia a esta escuela, aunque te parezca desconocida o inalcanzable. Pero el camino para que eso sea posible, Mis hijos, es que sus corazones se vuelvan un espejo, un espejo orante de Amor y Misericordia, que atraiga los atributos que están en el universo, guardados como tesoros en las dimensiones superiores, en donde los ángeles habitan y sirven a Dios.
¿Tú sabes, hijo Mío e hija Mía, cuál fue el primer Pensamiento de Dios antes de la Creación?
Hoy te lo vengo a contar y a revelar: fue la expresión y la manifestación de los Espejos que permitió, en el principio y en el origen, la manifestación de la Creación, de todas sus esferas de consciencia, de todos los planos, escuelas, aprendizajes y experiencias, hasta llegar a la manifestación de la vida.
Por eso, piensen por un momento, pero sobre todo sientan en este momento, cómo a través de la Luz de los Espejos del Universo, la vida fue creada y manifestada según la Voluntad de Dios, así como los ángeles presentes en el Pensamiento Divino, en el Corazón del Padre Eterno, también surgieron de los Espejos de Luz. Estas son las moradas de las cuales habla Mi Hijo en el Evangelio.
Este es el tiempo de que sus consciencias se expandan y que, abandonando la ilusión del mundo, reciban la revelación de la Verdad guardada en el Conocimiento Divino del Padre y de todos Sus ángeles del Cielo.
Por ese motivo, Mis hijos, Dios Me escogió, Dios Me llamó, no solo para ser la Madre del Mesías, del Redentor, sino que, a través de Mi entrega y servicio incansable como Madre de todos ustedes, Yo pudiera ser algún día la Madre de los Espejos.
Eso es lo que hoy vengo a contarles de lo más profundo de Mi Corazón Inmaculado, porque de allí proviene la Fuente de Mi Gracia, y a través de esa Fuente, concedida por el Padre Eterno a la Santísima Madre de Dios, es que Yo puedo interceder por ustedes y por el mundo.
Por eso, sientan el pulsar de Mis Espejos. Permitan que, desde las dimensiones superiores de consciencia, las sagradas herramientas de Dios, expandidas por toda la Creación y presentes en todas las consciencias que fueron creadas a imagen y semejanza del Creador, reciban este impulso divino que hoy traigo a través de la Consciencia de los Espejos.
Pero lo más grandioso de todo esto, Mis amados hijos, no solo es el Amor Eterno de Dios por Sus criaturas, sino también la abundancia y la providencia del Conocimiento Universal.
Y es a través de los Espejos presentes en el Cielo y en la Tierra, en los océanos y en el universo, que las almas y las consciencias de todos ustedes se pueden entregar en confianza para que recuperen, como civilización y como raza, los códigos originales que perdieron a lo largo de su evolución y que Mi enemigo se ha encargado de quitarles a través de los tiempos.
Pero ahora llegó el momento no solo de preparar conscientemente el Retorno de Cristo, sino también de que sus corazones y sus vidas se abran a este Conocimiento Mayor, que solo les generará el bien, la cura, la redención y la paz.
Por eso, Mis queridos hijos, en este día extraordinario en el que celebramos el nacimiento de Mi hija espejo, Madre María Shimani de Montserrat, les doy a través de este ejemplo, la evidencia concreta y palpable de la transformación que pueden hacer los Espejos en un alma y en una consciencia.
¡Cuán grande es la Gracia de Dios!
¡Cuán grande es Su Misericordia, concedida a la Madre del Mundo para despertar a todos los corazones espejos!
¡Cuán grande es Su Amor, el Amor del Padre Eterno, presente y manifestado a través del Espíritu Santo, de la Sierva y Esclava del Señor!
¡Cuán grande es todo esto, Mis queridos hijos!, que ninguna mente sobre la superficie de la Tierra lo puede concebir, pero sí un corazón adherido y entregado a lo desconocido podrá recibir no solo estos impulsos, sino también el conocimiento presente en el universo, en los Sagrados Tesoros de la Creación.
Así como hoy este Océano Atlántico se mueve siguiendo el ritmo del planeta y del universo, a través de esta analogía, comprendan el movimiento sublime de los Espejos, como las olas del mar que tocan la tierra, nutren y bañan a todo lo creado, renuevan y restauran a todas las consciencias. Es así la potencia sublime de Mis Espejos, que en cada encuentro Yo les traigo en el silencio de Mi Corazón.
Participen de esta comunión con la vida. Únanse a esta revelación que la Madre del Mundo le trae a la humanidad para retirarla de la cadena del sufrimiento, del círculo interminable de los errores, para que todos Mis hijos puedan renacer en Cristo.
Y, renaciendo en Cristo, todos Mis hijos puedan reencontrar a Dios, el Creador, y esto es posible tan simplemente por la acción de Mis Espejos, que vienen a acariciar sus almas como una suave brisa de Dios; Espejos que vienen a purificar sus cuerpos como el agua de los océanos, que vienen a curar sus consciencias a través del Amor de Dios.
Que, en este día, cada uno de Mis hijos vea posible el paso hacia la redención, dejando de mirar hacia el pasado, caminando firme hacia el futuro, hacia el tiempo de la esperanza y de la reconciliación.
Es a través de Mis Espejos, hoy presentes sobre estos océanos, en los océanos de todo el mundo, que la Madre Celeste les viene a conceder la paz, la cura y la reconciliación, entregándoles la expiación de todos los errores cometidos para que los corazones del mundo entero puedan renacer.
Sigan orando con persistencia y fervor. Aún llegará el tiempo de grandes pruebas, pero aquel que sea capaz de amar este Conocimiento Divino y de hacerlo parte de su ser, orando de corazón por el cumplimiento del Plan Divino en la Tierra y la actuación sublime de todos los Espejos, sabrá qué hacer y dónde estar cuando todo suceda en el planeta, y no le temerá a los acontecimientos, porque contará en su interior con la Luz de Mis Espejos, que removerán la oscuridad y la adversidad, trayendo Luz a todos los espacios, trayendo Amor a todas las dimensiones para así fortalecer a los apóstoles de Cristo.
Ahora deseo, antes de partir de este lugar, que sus consciencias no solo estén en Mis brazos, sino también estén en Mis Espejos, para que todo el género humano, a través de la intercesión de la Madre de Dios y Madre de los Espejos, reciba la Gracia de la redención y del reencuentro con la Tierra Prometida.
Bendigo, en este día, a quien ha sido capaz de seguir los pasos de Mi Hijo. Bendigo y reconsagro a Madre María Shimani de Montserrat que, amando lo desconocido, abriéndose al Misterio de Dios y obedeciendo a la Jerarquía Universal, ha transformado y transfigurado su vida en un Espejo, aceptando en el silencio de su corazón vivir una parte del sufrimiento del mundo para que Mi Hijo, algún día, pueda gobernar.
Que la Luz de Mis Espejos siga impulsándola hacia la meta que Mi Hijo le ha propuesto y hacia la meta que todos deberán alcanzar algún día.
Seguiré rezando para que sean valientes y sean capaces de salir de sí mismos para ayudar al mundo a salir de la ilusión, a fin de que todas las almas posibles en la superficie de la Tierra tengan la Gracia de la comunión y de la alianza con los Tesoros de Dios.
Me voy de aquí agradecida, porque les vuelvo a decir una vez más: en la simplicidad está Dios, así como Él está en este momento presente a través de la Madre Divina.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Queridos hijos:
Les pido que, a partir de hoy, sus vidas sean rosas en las manos de la Madre de Dios, a fin de que Yo pueda depositarlas como oferta de amor consolador a los pies de los Tronos de Dios.
Hijos amados, ser una rosa en las manos de la Madre Celeste es santificar sus vidas todos los días, a través del servicio incondicional y de la oración que brota como llama de amor y de devoción del corazón.
Las rosas de la vida son las que Yo necesito, en este momento, para justificar ante la Ley Divina todos los errores e indiferencias cometidos en contra del Corazón de Dios.
Por eso, a través de una determinación constante y de un empeño verdadero, Mis amados, sean rosas en las manos de la Madre de Dios, para que la Madre Celeste tenga la dicha de poder interceder, salvar y rescatar a todos los que padecen y sufren en este momento.
Si son rosas en Mis manos, podrán transformar la vida en una vida digna en el Señor.
Cuando Me ofrecen rosas en Mis altares, Yo las acepto porque sé que, las flores ofrecidas por Mis hijos a la Madre de Dios, no solo tienen el fin de honrarme y de reconocerme.
Con esa simple oferta de traer flores a la Madre de Dios, Yo, como Sierva y Esclava, recojo ese cariño de Mis hijos para verter ese amor que recibo sobre los oscuros abismos de la Tierra. Así, aquellas almas condenadas reciben la Gracia de la liberación. Así, todas las almas se liberan.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Poemas al Inmaculado Corazón de María
Decimoctavo poema
Arca Sagrada de la Santa Alianza,
Dulce Melodía de Dios,
Templo Inmaculado,
Esclava predilecta de Dios,
que podamos alcanzar las esferas celestiales
para que, unidos a Ti, querida Madre,
cumplamos, paso a paso,
todo lo que Tu Hijo espera.
Destierra de nosotros
toda tibieza y fragilidad humana.
Que, con el poder de Tu fuego de Amor Divino,
llevemos adelante esta misión apostólica
del fin de los tiempos.
Libera nuestra mente de todos los miedos.
Que nuestras vidas estén afirmadas en Ti,
Madre Universal,
porque esperamos concretar las aspiraciones de Cristo,
ahora y siempre.
Auxílianos, cuando no tengamos fuerza.
Protégenos, cuando estemos desamparados.
Que podamos sentir el Amor misericordioso de Tu Corazón
en cada etapa de nuestra vida.
Y que, ante Ti,
nuestra fe se pueda expandir,
para que aprendamos a salir
de la mediocridad y de la negligencia,
sabiendo que Cristo espera
nuestra pronta rendición.
Haznos pequeños,
así como Tú, Virgen Santísima,
Te hiciste pequeña y humilde
ante la Mirada paternal de Dios.
Amén.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Cruzando el Infinito hasta descender a la Tierra, surge el Ave del Sol. Más bella que un Águila, más brillante que las estrellas, más veloz que los cometas y más silenciosa que la brisa del viento cuando toca a los corazones desamparados.
Esta Ave proviene del Corazón de Dios. Descendió desde la más alta de las dimensiones, recorrió toda la Creación, silenciosamente, hasta llegar a la Tierra.
Su vuelo recorre Oriente y Occidente, los lugares más recónditos y escondidos, y también los más poblados y conocidos por el hombre. Su Corazón no hace distinción entre los seres.
Con Sus alas, abraza a Sus hijos, los que están entre los hombres, pero también en la Naturaleza. Ellos están vivos en la Tierra, pero también son Sus hijos los que ya partieron de ella y los que llegarán a lo largo del tiempo.
Esta Ave fue enviada por Dios, Su vuelo representa la libertad que alcanzó por no estar más en Sí misma, sino por ser eternamente Sierva y Esclava del Creador. Despojada de todas las cosas, todas las cosas le pertenecen; porque sin querer nada, todo le fue dado por Dios.
El Mayor Tesoro del Universo proviene de Su Vientre. Ella le dio vida y libertad a Aquel que vino a dar vida y libertad al mundo, como a toda la Creación.
Por ser más brillante que el Sol, esta Ave ya no se oculta, y a pedido del Señor, Su silencio dio lugar a un canto que resuena entre las dimensiones. Su voz debe ser escuchada por toda la Creación, porque Su melodía es el anuncio de un nuevo tiempo, es una advertencia y un camino seguro por el cual seguir, para no perderse.
Yo soy, hijos Míos, el Ave del Sol enviada por Dios. Mi brillo les expresa la unidad perfecta con Su Santo Espíritu, desde el momento en el cual Él fecundó Mi Vientre Divino para gestar una nueva vida, el principio de renovación de toda la Creación.
Yo soy su Madre Celestial y, así como recorro todo el planeta buscando a las almas que deben reencontrar a Dios, también llego a este lugar a llamar a Mis hijos para que vivan la consagración a Mi Inmaculado Corazón.
Vengo a enseñarles a orar, a fortalecer su fe y a unirlos aún más al Corazón de Mi Hijo.
Vengo como un Soplo Divino, para disipar la oscuridad de sus vidas, para retirar de sus corazones el dolor y la soledad, y entregarles una esperanza que no se encuentra en este mundo, sino en el Corazón de Dios.
Vengo por los más jóvenes, que están perdidos en las garras del enemigo de Dios, y que todos los días ahondan más en su cautiverio, pensando que encuentran la libertad y la independencia. Vengo para retirarlos de la ignorancia que invierte los valores de la vida, para que ya no se engañen ni se dejen engañar por los estímulos de este mundo.
Estamos en un último tiempo de Misericordia, hijos amados, antes de que la Justicia se precipite sobre el mundo. Por eso, vengo como el Ave del Sol, iluminando los abismos y los corazones oscuros, para que todos tengan la oportunidad de encontrarme.
Quiero verlos unidos, en una vida fraterna entre religiones, culturas, razas...
Quiero verlos aprendiendo los unos con los otros, compartiendo entre sí los Dones que Dios les entregó para que los manifesten en este tiempo. Vengo para enseñarles a descubrir estos Dones: el Don del Amor, el Don de la Piedad, el Don de la Caridad, el Don de elevar con el canto, el Don de elevar con la oración, el Don de la Cura, el Don de la Paz… y tantos otros, hijos Míos, que aún deben descubrir en sus pequeños corazones.
Déjense guiar por su Madre Celestial y no tengan miedo a lo desconocido. Yo no vengo a desviarlos de sus caminos, Yo vengo para enderezarlos y conducirlos rectos y seguros hacia el Corazón de Dios.
Confíen en Mi Inmaculado Corazón, como confían en Aquel que Me envió.
Con la imposición de Mis santas manos, Yo los bendigo, los libero y los protejo, para que cada día encuentren el camino para recomenzar.
Les agradezco por venir a Mi encuentro.
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más