Martes, 24 de diciembre de 2024

Apariciones extraordinarias
APARICIÓN EXTRAORDINARIA DE LA VIRGEN MARÍA EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA EL ENCUENTRO DE ORACIÓN DE NAVIDAD

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Aun cuando la corteza de la Tierra parece estar oscura, la Luz de la Estrella de Belén brilla en la humanidad, trayendo el impulso cósmico de Dios a la Creación y al planeta.

Es hacia esto adonde hoy los quiero llevar, adonde sus espíritus necesitan elevarse para unirse a la Esencia de la Creación y del Universo; recordando, en este tiempo y en esta hora, que Dios tiene un Proyecto para esta humanidad y para este planeta, así como Él ha escrito Su Voluntad para cada corazón humano.

Recuerden que vivir la Voluntad de Dios no es imposible. He aquí la Esclava del Señor, que escuchó en Su interior el Llamado de Dios, a través de la presencia del Arcángel Gabriel.

Hoy, quiero que recuerden y tengan muy presente que ese Llamado de Dios sigue resonando en este universo y, sobre todo, en los mundos internos que están abiertos para poder escucharlo.

Ese llamado resuena a través de su ángel de la guarda, invisible e insondable Presencia Eterna del Padre, servicio incondicional y anónimo, que acompaña a todos los apóstoles de Cristo en su caminata en la Tierra.

Quiero que hoy no solo contemplen el Nacimiento de Cristo en su mundo interior, sino que también puedan tener consciencia en esta hora importante del planeta de lo que Cristo necesita construir a través de esta Obra, formada por almas autoconvocadas desde otrora.

Así, Mi Hijo podrá interceder e intervenir en la humanidad, especialmente en las causas que parecen imposibles o difíciles de resolver; y, también así, Mi Hijo podrá interceder por medio de Su Gracia y Amor en los aspectos de sus consciencias que aún no se quieren transformar.

Pero sigan el camino que hoy Yo les indico, el camino hacia la pureza y la inocencia interior, que cada una de sus almas y cada una de las almas de sus hermanos pudieron concebir en el vientre de sus madres, durante su gestación.

Imaginen cuán maravillosa es la Creación de Dios; porque, así como Jesús, aun siendo niño, reflejaba la Pureza y la Inocencia de Dios encarnadas, cada uno de ustedes y de sus hermanos en este mundo, que provienen de la misma Fuente Creadora, de los mismos espacios de este Universo Mayor, guardan esa pequeña molécula de Luz que les recuerda su pureza e inocencia interior.

Hoy no les hablo de infantilidad, sino de una pureza y de una inocencia madura, que están unidas a la Fuente de la Creación y a la Voluntad del Padre. Esto es lo que la humanidad necesita recuperar para que las guerras puedan terminar, para que los conflictos se puedan disolver, para que sus propias resistencias se puedan transformar.

Hijos amados, no hay otro camino sino el amor, el amor maduro que les enseñó Mi Hijo y les sigue enseñando, el amor que acepta y que incluye, el amor que se rinde y que se resigna, el amor maduro que se humilla ante el Padre Celestial para verse insignificante y pequeño dentro de este gran universo, así como su Madre Celeste se vio ante el Arcángel Gabriel.

Por eso, hoy coloco a su disposición el Espejo de Mi Corazón y por intermedio de este sagrado encuentro y de este momento, a través de Mi Corazón Inmaculado reflejo el principio de Inocencia y de Pureza de Dios, para que ustedes mismos y sus hermanos lo puedan recuperar, y pensarán ¿cómo es que lo harán?

Todo comienza, queridos hijos, a través de sus intenciones y pensamientos, y esto terminará de reflejarse en sus decisiones.

Por eso, Dios está atento a este momento y a esta especial coyuntura espiritual del Nacimiento de Cristo; porque hoy no celebramos una fecha histórica, sino el recuerdo del sacrificio del Dios Vivo encarnado a través de Su Hijo, que se ofreció por amor a ustedes para poder otorgarles, a través de Cristo, su salvación.

Y esto no puede ser algo pasajero. Aprovechen este momento y esta coyuntura ante  la presencia de la propia Jerarquía Espiritual, ante el Reino de Mirna Jad que hoy brilla de forma especial en sus mundos internos para que ustedes puedan volver a beber de la fuente y de sus principios de cura.

¿Qué es lo que aún ustedes no han podido curar?

¿Qué es lo que aún ustedes no han podido perdonar?

¿Qué es lo que aún no han podido aceptar y reconocer?

¿Cuál es la barrera que se coloca entre ustedes y Dios para poder aceptar en absoluta entrega Su Voluntad?

Amados hijos, sírvanse de esta coyuntura espiritual del Nacimiento de Cristo.

Vuelvan hacia ustedes a reencontrar su niño interior, no para recordar sus traumas y heridas, sino para recordar y retomar su inocencia y pureza.

Sus ángeles de la guarda abren esta puerta para que muchos niños internos más en el mundo se puedan curar; y los corazones ya no queden endurecidos, indiferentes al Llamado de Dios, indiferentes al cambio y a este momento que la Jerarquía bendice y consagra para retomar la esencia de su vida grupal y evolutiva.

¿Cuántas veces los apóstoles, queridos hijos, tuvieron que retomar el camino que Cristo les indicaba? ¿Cuántas veces tuvieron que darse cuenta que estaban equivocados, que deberían ser humildes y simples para cumplir con rectitud la Ley del Señor?

Sin humildad nada se puede hacer, Mis amados hijos. Dios no podría ser Dios si no fuera humilde. Acepten la escuela de Su humildad y serán libres de ustedes mismos.

Mi silencio también contempla las necesidades y las oraciones del mundo en este día en el que todos tienen la Gracia de reconsagrarse al Niño Rey para que las bases de Su Obra se fortalezcan, para que sus principios espirituales se cumplan, para que la llama del Divino Propósito de Dios siga iluminando el camino de todos los discípulos y discípulas de Cristo, en esta noche oscura que cada uno está aprendiendo a vivir y a atravesar.

Pero Yo les pido, Mis queridos hijos, que no se detengan en la propia oscuridad, sino que vean en el fondo del camino, en el final del camino espiritual, cómo comienza a surgir la Luz de Dios; porque Cristo encarnó para hacerle saber al mundo que Él es la Luz del mundo, el Señor del mundo, el Rey del Universo.

Su Luz no los puede cegar, porque Su Luz viene a guiarlos, a llevarlos hacia el Reino de Dios, en donde Dios los espera tener cerca, en consciencia y sabiduría.

Hoy Cristo, Mi Hijo, contempla, entre Sus Manos, el Plan que Dios le entregó para esta Obra y para tantas otras obras bondadosas en el mundo. Y este Proyecto se cumplirá únicamente a través de las almas, de los que imiten la resignación de María y el sí a Dios de la Madre de Dios, a través del Arcángel Gabriel.

Contemplen y vivan este momento espiritual, el sí de María. Por eso, hoy es posible la redención del mundo, la liberación del mal, la transformación y conversión de los corazones, la consagración de las familias, la cura de los mundos internos y todas las Gracias concedidas y las que se puedan otorgar a los corazones fieles al Señor.


¡Oh, sagrado pueblo de Israel!,
hoy extendido en toda la faz de la Tierra,
levántate y camina.

Escucha la Voz del Señor, tu Dios,
que hace eco como un gran trueno en este universo
y que Su amor se refleja como un gran fruto
en los corazones que confían en Adonai.

Sigue los pasos, ¡oh, Israel!,
que el Señor, tu Dios, te está indicando.

No te resistas, no retrocedas,
sino avanza a través de la Luz
que bendice tu camino y
cada uno de tus pasos.

¡Oh, Israel!, pueblo sagrado,
hazte digno ante Dios, Nuestro Señor.
Sé el reflejo de Su Voluntad eterna,
de Su Amor y de Su Unidad inconmensurable.

Las llaves ya te fueron entregadas,
abre las puertas al nuevo tiempo, ¡oh, Israel!
El Señor ya está retornando.
El Señor ya está llegando.
Prepárate internamente para reconocer
la Luz de Su Faz y la presencia de Su Corazón.


Discípulos y discípulas de Israel, ha llegado el tiempo preparatorio del Retorno de Cristo. ¿Lo acompañarán?

Por la Luz y la Gracia que bendice este momento, les agradezco por responder a Mi llamado y por abrir los oídos del corazón para escuchar la Sagrada Palabra de Dios a través de Su Esclava, la Madre del Mundo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.