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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Muchos de Mis apóstoles están llegando a un momento que Yo ya viví por ustedes, hace mucho tiempo.
Para que Me puedan comprender, para que Me puedan sentir, para que puedan interiorizar cada una de Mis Palabras, les contaré una parte de Mi historia, una historia que no fue escrita en la Biblia, en ningún libro sagrado.
Esa historia es semejante a lo que ustedes están viviendo en este momento, no solo por la transición planetaria, no solo por lo que está atravesando la humanidad, sino también por lo que cada uno de ustedes debe entregarme, porque este es el tiempo de la madurez de Mis apóstoles.
Cuando Yo cumplí 21 años, 13 años antes de la gran entrega de su Maestro y Señor, realicé un viaje muy importante al Lejano Oriente.
Esos acontecimientos fueron registrados en algunos de los Evangelios, que fueron retirados para que la humanidad no los conociera.
Pero hoy, Yo vengo a contarles qué fue lo que su Maestro y Señor vivió a Sus 21 años, cuando siendo aún muy joven comenzó a prepararse para beber del Cáliz que, tiempo después, un día el Padre Eterno le ofreció en el Huerto Getsemaní.
En ese viaje, tuve que aprender como hombre, pero también como Consciencia, a asumir la superación de la condición humana, una condición que arrastraba a la raza humana hacia la perdición. Les hablo de hace mucho, pero mucho tiempo.
Ese viaje, tan importante, fue una retribución que Mi Corazón realizó a los llamados “Reyes del Desierto”, que llegaron de tierras muy lejanas para reconocer en la ciudad de Belén, el Nacimiento del Mesías.
Así, comprenderán cómo la trayectoria de sus vidas está trazada por la Voluntad de Dios y cuando las almas no viven la Voluntad de Mi Padre solo sufren y sufren.
En aquel tiempo, a Mis 21 años, bajo la compañía espiritual de Mi Madre Celestial y la ayuda interna de los primeros esenios que Me acompañaron en los planos internos para esa Misión, su Maestro y Señor primero llegó a los países árabes y, ante los grandes imanes de la época, el Hijo de Dios no fue reconocido externamente, Él fue reconocido internamente, solo al haber pasado por ese lugar.
En esa ocasión, visitando los pueblos árabes, Mi Padre Me dio a conocer la importantísima tarea que Él mismo realizó a través de los tiempos, en los orígenes de esos pueblos y de esas religiones; no solo revelando Sus Nombres Sagrados que eran pronunciados e invocados, sino también Él Me dio a conocer la Sagrada Geometría de Su Proyecto Divino para los primeros pueblos que habitaron este planeta.
Allí pude conocer el misterio de la Sabiduría de Dios, que Él sembró y colocó en los pueblos más antiguos del planeta.
Habiendo recibido esa instrucción, que era preparatoria para el momento de Mi gran entrega, su Maestro y Señor, a los 21 años de vida, siguió viaje hacia la India; y en esa ocasión fue para recordar y para recoger los frutos de esa experiencia que el Padre una vez realizó en Mi Consciencia, con otra faz y con otros trajes.
Fue en ese momento, en el que su Maestro y Señor recibió la revelación del misterio de la Compasión de Dios y, ante los reyes antiguos de la India, pude comprender, a los 21 años de vida, por qué en este mundo, y hasta los días de hoy, existe el sufrimiento, y cómo la esencia de la Divina Compasión es capaz de no solo liberar a las almas del sufrimiento, sino que también es capaz de absorberlas, transformando todas las condiciones y limitaciones humanas por el simple hecho de amar.
Si en la India no hubiera tenido esa experiencia, creo que no hubiera tenido la fuerza para beber del Cáliz en el Huerto Getsemaní.
Esa experiencia y esa misión concluyó en Egipto, en las tierras del gran patriarca Moisés, uno de los sucesores del Arca de la Santa Alianza. Allí se completó Mi experiencia preparatoria para que, retornando a Tierra Santa en los años siguientes, ya Mi Corazón estuviera pronto para vivir lo que vine a vivir por ustedes.
En las tierras de Moisés, en la región del Monte Sinaí, el Padre Me dio a conocer aún más la inmensidad de Su Misericordia, la infinitud de Su Piedad por este proyecto del planeta, por la redención humana, por todas las generaciones que llegarían después de Mí hasta los tiempos de hoy.
En ese sagrado lugar del Monte Sinaí, su Maestro y Señor pudo conocer la vida eremítica, porque en el absoluto desierto es donde encontramos solo a Dios para que nos quite la sed, para que nos consuele, para que nos fortalezca y para que nos renueve.
En ese sagrado lugar del Monte Sinaí pude presenciar, con Mi visión interna, los sagrados tesoros de las Jerarquías Espirituales del universo y todo lo que sucedería en los tiempos venideros con las generaciones futuras que tendrían la Gracia de despertar a la Conciencia Cósmica y de saber que la vida, en este planeta, es más amplia e infinita de lo que parece, que las generaciones futuras podrían saber que la vida no termina aquí y que la verdadera vida se encuentra en las estrellas, en los soles y en las constelaciones.
Cuando regresé a Tierra Santa, después de tres meses de viaje, Mi Madre Me esperaba en Nazaret. Allí, Ella también había vivido la misma experiencia, en Su estado de contemplación y devoción, acompañando cada paso del Hijo de Dios, porque sabía que esa misión que viví a los 21 años no era solo una iniciación, sino también una preparación para lo que vendría después.
¿Por qué creen que hoy les cuento todo esto?
Mi finalidad no es que tengan más conocimiento, sino que crezcan en el amor, en el amor maduro que se entrega, el amor que los renueva, que los lleva a arriesgarse cada día más, a vivir mayores experiencias de amor por Mí, sin importar lo que signifique o lo que represente.
Muchos de ustedes, desde el punto de vista espiritual, se encuentran en los 21 años de su evolución; y aquí, compañeros, no tiene nada que ver la edad evolutiva ni tampoco la edad material.
Muchos se encuentran viviendo los 21 años de su evolución y están ante el umbral, ante la oportunidad de dar un gran paso, un paso más firme y más seguro, un paso hacia la madurez y hacia la responsabilidad.
Esa madurez y esa responsabilidad les permitirá comprender, en este tiempo crítico, que ustedes ya no pueden estar primero en todo, sino que todo lo demás, que es más necesario y urgente que ustedes mismos, debe estar primero en sus vidas para que asuman la madurez espiritual y material, para que el Padre Celestial les entregue mayores responsabilidades y mayores tareas.
Muchos de ustedes podrían creer que no están prontos para esto. Pero recuerden lo que hace poco tiempo les dije, que el eje del planeta es sostenido por un finísimo hilo de Luz, ese hilo de Luz se debe fortalecer para que nunca se rompa, para que no se desarrollen más acontecimientos en la humanidad y en el planeta.
En este momento, la humanidad no tiene justificación ante Dios. Es el amor y la responsabilidad de mis apóstoles, es la madurez y la consciencia de Mis compañeros, lo que generará una verdadera justificación ante Dios, para que la Misericordia descienda y la Justicia Divina se detenga.
Sé que, a través de estas Palabras y de este Mensaje, coloco a sus mundos internos en una presión ardiente. Pero sepan que Mi deber es decirles la verdad y abrirles sus ojos, los ojos de la consciencia, pero también abrirles sus corazones para que no se cristalicen, para que no se endurezcan, para que nunca pierdan la sensibilidad ante la realidad de estos tiempos.
Como hace 2 000 años atrás, nuevamente esta historia se vuelve a repetir en el presente, con pocos haré todo lo que debo hacer. Pero este es el tiempo de Mis apóstoles, de los apóstoles maduros y disponibles, capaces de ir más allá de sí mismos, capaces de renunciar más allá de sí mismos, capaces de entregarse aún más por Mí.
En este último mes del año, y antes de que ingresen en un nuevo año, deben pensar y reflexionar sobre estas cosas, porque están en el momento de no solo poder recordar quiénes fueron, sino también están en el momento de saber para qué vinieron aquí y qué es lo que aún deben cumplir bajo la guía de la Voluntad de Mi Padre.
No vengo a pedirles que sean perfectos, les vengo a pedir que alcancen la perfección a través de la entrega y del servicio; porque quien confía en Mí no tiene por qué preocuparse, ni siquiera de sus propias miserias.
Porque a quien verdaderamente está Conmigo, Yo lo liberaré de sus cadenas y opresiones. Yo lo sanaré con Mi Mano Curadora y se liberará para siempre de sí mismo; y su alma no vivirá más en una prisión espiritual, sino que como un águila de luz volará hasta las altas cumbres de la Casa del Padre, para ser parte de Sus Divinas Moradas.
Este es el Mensaje que quiero dejarles a todos los que son fieles a la oración del corazón y en especial a los Encuentros de la Maratón de la Divina Misericordia.
A partir del próximo ciclo, serán ustedes, Mis compañeros y Mis amigos, los que deberán sostener a través de la oración misericordiosa todo lo que sucederá en el planeta; porque a los 21 años de su evolución, están en el momento cierto de dar el gran paso, sin que Yo esté presente. Pero tengan fe, porque desde lejos, desde Mi Gobierno Espiritual, estaré rezando por ustedes para que, algún día, sean Cristos.
Y ahora, en este silencio, que los invito a vivir internamente Conmigo, comulguen de Mis Palabras para que sus corazones estén prontos para lo que llegará.
Recuerden que Mi Madre es su Madre, y si el Hijo de la Madre de Dios entregó lo más valioso que tenía a los pies de la Cruz, entregó a Su Madre para cada uno de ustedes, ¿son capaces de creer que lo conseguirán?, ¿que conseguirán entregarse como Yo Me entregué?
Eso es todo lo que hoy quiero decirles, y les agradezco por tener la valentía de animarse a sentir cada una de Mis Palabras.
Recemos, frase a frase.
Oración: Cristo de la Luz.
Que esta Maratón sea el gran paso de los apóstoles para los tiempos que llegarán.
Los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poemas al Inmaculado Corazón de María
Décimo poema
Señora de la Misericordia,
Madre de la Divina Creación,
enséñanos a vivir la fortaleza;
que podamos transitar por este mundo
con la convicción de estar cumpliendo los pedidos de Cristo.
Madre de la humanidad,
que nuestra condición inferior sea transformada,
que nada más nos limite el poder estar en Cristo,
porque nuestra aspiración es ser Sus apóstoles
de los últimos tiempos.
Concédenos la Gracia, querida Madre,
de poder responder, de forma incondicional, a Nuestro Señor.
No permitas que nuestro corazón humano sea tibio o frágil.
Que el fuego del Espíritu Santo
nos impulse a alcanzar nuestra misión,
porque aspiramos a ser nada
para que Tu Hijo encuentre un lugar dentro de nosotros.
Sabes, querida Madre Celestial,
que nuestra carne es débil,
pero Tú puedes fortalecer nuestras almas en el amor,
para que, unidos a Tu Corazón de Amor,
respondamos al Llamado misericordioso de Cristo.
Que ya no existan definiciones,
sino la realización del gran Proyecto Redentor
en la humanidad.
Ayúdanos, Madre, a autoconvocarnos.
Que pueda nacer en nosotros
la fuerza de la donación al Plan de Dios.
Amén.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
Hoy quiero anunciarles, a pedido de Mi Hijo, que su Madre Celeste cerrará esta Peregrinación milagrosa que ha sucedido durante estos dos últimos meses en Europa.
Europa, en su conjunto, nuevamente fue liberada de muchos errores, no solo del pasado, sino también del futuro.
Esta Peregrinación lanzó nuevas semillas que muchos corazones de diferentes naciones supieron sembrar y cultivar dentro de sí.
El impulso entregado por medio de la Peregrinación atrajo liberaciones y redenciones importantes para las naciones europeas, que se fueron dando cíclicamente a medida que la Peregrinación se desarrollaba.
A pesar de que durante los últimos dos meses Mis servidores peregrinos tuvieron momentos difíciles y culminantes, quisiera decirles, hijos, que el enemigo y sus potestades fueron derrotados muchas veces y fueron devueltos a sus abismos más profundos, a donde Mi Hijo, por segunda vez, irá para juzgarlos y redimirlos.
Hoy Me tomo el tiempo de transmitirles este mensaje y estas informaciones para que, cada día más, la Obra, en su totalidad, sepa hasta dónde puede llegar una simple peregrinación o incluso una misión humanitaria.
Todo lo que se hace por amor tiene un efecto trascendental y llega a abarcar grandes planos de consciencia.
Aunque la Peregrinación por la Paz no haya finalizado en España, eso no significa que Mis hijos de ese país no reciban la ayuda espiritual que necesitan.
En España existen almas servidoras valiosas y preciosas, sobre las cuales la Madre de Dios puede fundar las bases de Su confianza, porque sé que siempre Me comprenderán.
Ahora que tantas naciones y pueblos de Europa fueron espiritualmente ayudados, quiero decirles, hijos Míos, que la Península Ibérica ya está preparada para ir al encuentro de otros pueblos y naciones europeas, a fin de llevar Mi mensaje de paz y de redención.
El próximo 21 de julio, día especial para el Cielo por su coyuntura universal y cósmica, la siempre Virgen María, Madre de la Humanidad y Señora del Santísimo Rosario, aparecerá en la Comunidad-Luz Flor de Lys para cerrar la Peregrinación por la Paz junto a Sus queridos hijos, dando testimonio, una vez más, del triunfo de Su Inmaculado Corazón.
Allí, Yo los esperaré para compartir, junto a todos sus hermanos del mundo, este importante momento de síntesis.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Amados hijos del Altísimo:
Durante la Pasión de Mi Señor, su Redentor, el Arcángel Gabriel, en los planos internos de Mi Consciencia, Me mostró que en el final de los tiempos, en lugares lejanos de este mundo, unas comunidades de seguidores de Mi Hijo se reunirían para orar, Me recibirían en espíritu y serían instruidos por Mí.
Ellos prepararían la segunda venida del Cordero de Dios al mundo.
Luego de esa visión, Mi Amado Hijo, mientras agonizaba en la Cruz, anunció que Me entregaba a la humanidad para que cuidara de ella hasta Su retorno.
Hoy veo plasmadas sobre la superficie de este mundo, en tierras lejanas a Tierra Santa, en otra tierra que también es santa, aquellas comunidades, hoy cristianas, que preparan la segunda venida de Cristo.
Hoy veo ante Mí aquellas consciencias que el Gran Anunciador Gabriel Me mostró, y escucho nuevamente Sus palabras: esos serán los fieles, los que le abrirán la puerta a cientos, miles, millones y que serán los nuevos compañeros del Redentor.
En ese momento de tanto dolor, esa visión y esas palabras calmaron Mi Corazón y Me llené de esperanza.
Hoy que están delante de Mí esforzándose por cumplir cada uno de Mis pedidos, enfrentando difíciles pruebas, muchas veces sin comprender totalmente los Designios del Padre, quiero agradecerles la fidelidad y el compromiso que nos entregan, y quiero anunciarles que estaré con ustedes hasta el último día de sus vidas, acompañándolos y guiándolos desde los mundos internos.
Llegará un día en que ya no apareceré más públicamente, no hablaré a través de ustedes a sus hermanos; pero sepan que dentro de sus almas se ha construido un amoroso lugar para su Madre Celeste, en donde Yo habito y siempre habitaré.
En ese lugar nos encontraremos hasta que Dios los llame a Su lado.
Hoy, que es un día especial para este mundo, día que Dios eligió para entregarles a una de Sus hijas, la que realizaría una tarea dura y esforzada, quiero entregarles a todos Mis hijos el Don de la Fidelidad, Don imprescindible en estos tiempos, que es una columna de luz sobre la cual Mi Hijo está construyendo Su Iglesia Celestial dentro de sus espíritus.
Hoy, sobre el suelo de este grandioso Reino de Aurora los bendigo y elevo sus almas hasta los Pies del Creador.
La promesa de Gabriel Arcángel se cumplió hasta aquí. Esfuércense y lleguen hasta el final, porque allí será cuando el Cielo, definitivamente, descenderá a la Tierra.
Los amo, los bendigo y reverencio a sus espíritus en nombre de Mi Hijo, Cristo Jesús.
Gracias por estar hoy Conmigo,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Si aún una parte de tu ser no cree que Yo estoy aquí, ¿por qué tú aún estás aquí?
¿Acaso Yo no estoy aquí, que Soy tu Madre?
Ten, en primer lugar, gratitud por todo lo que vives y por todo lo que experimentas.
Ya no intentes escapar de la realidad que te rodea porque, en verdad, hijo, estarás escapando de ti mismo, y en donde tú escojas estar, estarás siempre contigo, cargando con la misma cruz hacia todos lados.
Ten la consciencia interior de que no podrás cambiar el mundo, y ni siquiera a las personas, de la noche a la mañana.
Acepta con una alegre resignación la prueba que en este tiempo te envía el Cielo.
No serás mejor o peor estando lejos de la realidad que podría estar perturbando tu corazón.
Vive cada experiencia como una posibilidad única de ampliar tu amor y tu renuncia.
No dejes que tu mente y que Mi adversario te engañen.
Desconfía de todo lo que viene de ti y de lo que procesa tu mente, porque si te quedas en ese lugar siempre hallarás un gran obstáculo.
Comienza haciendo el cambio que tanto esperas, primero dentro de ti, y no intentes, de ningún modo, cambiar el Plan, el destino ni los acontecimientos.
No creas que en este mundo encontrarás cosas perfectas. Sé inteligente de verdad, y no permitas que las dudas borren y desvanezcan la fe de tu corazón.
Acepta, por encima de ti, el destino en el cual te ha colocado el Universo. Y si tanto quieres que las personas y las cosas sean perfectas como tú las necesitas, comienza dando el ejemplo en la paciencia, en el esfuerzo y en el servicio, sin querer escapar o esconderte de la verdadera necesidad para no sentirte cansado.
Vive tu Getsemaní con inteligencia y deja que solo te invada el constante amor de tus semejantes, amor profundo que nunca antes has vivido.
Busca, hijo, la verdad en lo que es simple y sencillo, y no en lo que te deleitaría como perfecto y pleno. Si entregaste tu vida en las Manos de Dios, Sus propias Manos te colocaron en este lugar, en donde debes servir incondicionalmente; y hoy te lo dice tu Madre del Cielo, lo declaro sin intermediarios.
Ten gratitud y expándela, para que los demás puedan reconocer en ti a un Nuevo Cristo que acepta, que comprende y que ama más allá de sí mismo y de cualquier expectativa.
Trabaja todos los días por tu redención en base a profundos actos de amor y de servicio, y te aseguro que las dudas, o incluso los desacuerdos, no estarán más en ti, sino que morirán en la boca de quien los emite: Mi rival.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Dulcísima Madre de la humanidad
He aquí la Madre de todos los pueblos, de todas las naciones y de todas las culturas.
He aquí la Madre de los simples y Madre de los pobres. Madre que escucha las oraciones de los mansos y que siente el corazón de los pacificadores de Cristo.
He aquí la Madre que cura y Madre que sana las heridas más profundas en los corazones.
He aquí la incansable Madre que guía por el buen camino a las almas.
He aquí la Madre de la Iglesia y Madre de los Apóstoles, Madre de los
Misioneros, Madre de los Servidores de la Luz.
He aquí la Madre de la Gracia y de la Misericordia. Madre que consuela, Madre redentora.
He aquí la Madre de la Paz, Madre de la Esperanza, Madre que concibe la Verdad en los que la buscan.
He aquí la Madre de la Pureza que purifica a Sus hijos, para consagrarlos al Corazón de Dios.
He aquí la Madre que libera del cautiverio a los que están presos de sí mismos.
He aquí la Madre que construye en los corazones y en las almas los puentes hacia Dios.
He aquí la Madre de los humildes y Madre de los que son simples, Madre de los que aman, Madre de los que se entregan y de los que se consagran a Dios.
He aquí la Madre de la Bondad y Madre de la Justicia, Madre que intercede incondicionalmente por todos Sus hijos.
Madre del Carmelo, Madre de todos los que aspiran al camino del espíritu.
He aquí la Madre de la Luz y Madre de los desamparados, Madre de los que están presos, Madre de los sufrientes.
He aquí la Madre de la Sabiduría y Madre del discernimiento, la Madre de la Ley y Madre mediadora ante el Padre Celestial.
He aquí la Madre de los despojados, Madre de los entregados, Madre de todos los consagrados.
He aquí la Madre de la Redención, Madre de la Liberación, Madre de las Espadas de la Luz.
He aquí la Madre de la Defensa y Madre de la Intercesión.
He aquí la Madre de los más pobres, Madre de los olvidados en el mundo.
He aquí la Madre de los verdaderos, Madre de los honestos, Madre de todos los que abren su corazón a Dios.
He aquí la Madre de los Peregrinos, Madre de los Caminantes, Madre de todos los incansables.
He aquí la Madre de la Honestidad, Madre de la Transparencia, Madre de la Esencia Original.
He aquí la Madre del Sol, Madre de las Estrellas, Madre de la Primavera, Madre de la Naturaleza.
He aquí la Madre de todos los sublimes Espejos, Madre del Conocimiento, Madre del despertar espiritual.
He aquí la Madre de todos los que buscan a Cristo, Madre de los que comulgan del Cuerpo Eucarístico de Cristo.
He aquí y ahora la Señora de la Paz, la que llega a este encuentro de hoy para estar con Sus hijos más simples, para escuchar la voz de sus oraciones, para bendecirlos a todos en nombre del amor.
He aquí, hijos, la Madre que siempre los escucha, Madre que viene a su auxilio para retirarlos de cualquier sufrimiento y dolor.
He aquí la siempre Virgen María, la que desciende del Cielo para estar en júbilo junto a Sus hijos, para entregar a cada alma lo que necesita.
He aquí la Madre del Santo Rosario, la que les extiende Sus brazos para que se tomen fuerte y eleven sus consciencias a Dios.
He aquí la Madre que eternamente los ama, la Madre que los espera todos los días en oración.
He aquí la Madre que los conduce y los guía por el camino del perdón y de la reconciliación.
Que este día sea de fiesta celestial, que los Portales de la Luz y de la Cura se abran sobre esta ciudad y que ningún alma pierda la Gracia de liberarse de sí para siempre.
Que todos juntos construyamos sobre este pueblo de Carmo da Cachoeira, el Arco de la Paz y de la Misericordia de Dios.
Que los ángeles de la Luz desciendan para colmar a los corazones con todas las Gracias posibles.
Que se establezca la alianza entre las almas y Cristo.
Amén.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Yo soy el Águila del Sol y protejo a todos Mis hijos bajo el manto sagrado de Mis alas de luz. A todos los envuelvo en Mi Espíritu Materno y derramo sobre los seres el Amor de Dios.
Yo soy el Águila del Sol, Mis rayos provienen del Cosmos y Mi Amor interno reúne a todas las estrellas para que vivan la redención.
Yo soy el Águila del Sol y guío con Mi mirada de paz a todos los rebaños de Cristo hasta que alcancen la unión con el Hijo de Dios.
Yo soy el Águila del Sol, porque Mi Espíritu obra en los corazones que buscan la simplicidad de las formas y la humildad de sus corazones.
Yo soy el Águila del Sol, Me reflejo en la mirada de los puros y Mi obra se manifiesta en las vidas que se han redimido.
Yo soy el Águila del Sol, soy la Madre que congrega a las almas y les recuerda su unión con Dios, para que de una vez y para siempre se sientan dignos hijos de Dios.
Yo soy el Águila del Sol, con Mi canto en las montañas elevo a todos los corazones y les hago descubrir su verdadero origen y su filiación con Adonai.
Yo soy el Águila del Sol, alrededor de Mi manto sagrado están todas las estrellas que reúno para que vivan la redención a través del amor y de la verdad.
Yo soy el Águila del Sol, hago renacer al corazón que Me reconoce como su Madre y Guardiana de todas las vidas.
Yo soy el Águila del Sol, soy la Madre de la humanidad. Soy el gran Rayo del Amor.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los eleva al Cielo y al Gran Sol,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más