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Vacía tu corazón y tu mente de todo concepto de santidad y de vida espiritual, y solo ora, hijo, para que Dios, con Su Gracia y a través de Su Espíritu, madure tu consciencia y te muestre el camino que debes recorrer en tu mundo interior para que cumplas Su Voluntad y seas Su instrumento.
Vacía tu corazón y tu mente de todos los condicionamientos que tú mismo le impusiste a tu consciencia para vivir el camino espiritual y considerarte un ser que recorre verdaderamente este camino.
Uno de los grandes engaños que el enemigo deposita en las almas, en este tiempo, es la insatisfacción con uno mismo, la incapacidad de percibir los frutos del propio esfuerzo y la sensación constante de no conseguir llegar a la meta que Dios les propone, sea material o espiritual.
A lo largo de los tiempos, la humanidad construyó y cultivó el sentido de perfección y de realización, los conceptos que hacen de un ser un verdadero instrumento de Dios. Pero hoy, te digo, hijo, que ningún concepto encajará en la vivencia del final de los tiempos y que los santos de los últimos días serán conocidos no por su perfección, sino por su capacidad de amar y de perseverar, a pesar de todos los asedios que se viven en cada uno de los niveles de la consciencia.
Mientras los ojos de los hombres no sean capaces de ver y percibir los niveles inmateriales de su consciencia, vivirán confundidos por las batallas que se traban en el plano astral, mental y espiritual. Y aunque no las vean ni las perciban, esas batallas seguirán aconteciendo cada vez más intensamente.
Y una de las formas de batallar, que el enemigo encontró en estos tiempos, es haciendo que los seres humanos se distancien cada vez más de su potencial y se sientan incapaces, indignos, imperfectos e insatisfechos con el propio ser, con el propio esfuerzo, con la propia vida.
Y así se va sepultando, día a día, la verdad interior que habita en los seres. Así se sepulta, día a día, su capacidad de superación, su esencia divina, su posibilidad de ir más allá de los engaños del enemigo.
Por eso, hoy te digo, hijo, que para comenzar a recorrer el camino de la victoria de Cristo en tu interior, vacía tu corazón y tu mente de conceptos de perfección y de santidad.
Vacía tu corazón y tu mente de todo aquello que crees que debes ser. No busques una meta para ti en este mundo, mas solo ora para que el Propósito que tiene Dios para ti, único e inmutable, Voluntad Divina inalterable para tu consciencia, descienda sobre ti y, con eso que eres, haga Su milagro y se manifieste por completo.
Deja, hijo, que lo desconocido te abrace y, en tiempos en los que nadie tiene una respuesta o una solución para lo que vendrá sobre el mundo, que el Propósito de Dios, vivo en tu interior, te muestre qué hacer, cómo actuar, cómo vivir y cómo ser un instrumento verdadero en Sus Manos.
Ya no sufras por lo que no eres, por lo que no consigues ser, mas solo deja que Dios construya en ti lo que solo tú puedes manifestar en el mundo, que una partícula del Amor Divino y del Don Divino de Su Creación en la vida se renueven a través de tu ser.
Tienes Mi bendición para esto.
Tu padre y amigo,
San José Castísimo
Hijo:
Cree en absoluto en la fuerza y en el poder de la superación que te brinda el Amor de Dios.
Cree que, a pesar de tus más profundas miserias, el Amor de Mi Hijo y Su Misericordia son capaces de colocarte en otra realidad.
Cree que en la superación de ti mismo, aprendes a vivir la redención de todo tu ser y sabes dar los pasos que deben llevarte a cumplir la Voluntad de Dios.
Cree que superándote todos los días, un poco más, disuelves las pesadas cadenas que atan a la humanidad.
Cree que superándote, generarás la condición para que el sufrimiento desaparezca de la faz de la Tierra.
Por eso, cree en absoluto en la fuerza y en el poder de la superación que te brinda el Amor de Dios; porque, de esa forma, estarás recreando a la Creación y las situaciones internas serán otras.
Ten fe y supérate a ti mismo, todos los días. Supera los límites que te imponen los miedos de la consciencia.
Haz nuevas todas las cosas y vive este tiempo de purificación no como un castigo, sino como el gran momento de superarte, para que la humanidad se supere y abandone, de una vez y para siempre, la indiferencia y la frialdad.
Cree en la fuerza de la superación y coloca tu consciencia en otro estado, en lo positivo, en la corriente universal del Amor.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Que en tu corazón reine la paz para que sepas comprender estos tiempos y buscar tus fuerzas en el lugar correcto de la consciencia y del corazón.
Habrá días en los que tus debilidades irán más allá de tu capacidad de superarte y de seguir, pero en esos momentos, hijo, busca en tu corazón un punto en el que puedas estar seguro. Busca el Amor de Cristo, la memoria del abrazo de tu Señor, busca el saber de la Presencia Divina, de que los Ojos del Creador están puestos sobre ti; quédate en silencio delante de la naturaleza, observa el sol que nace y se pone, trayendo paz y recogimiento a tu corazón; busca esperanza en las Palabras ya pronunciadas por Dios a través de Sus Mensajeros; siéntate en silencio y soledad solo para respirar y agradecer y, en tu debilidad, di:
Señor, aquí estoy,
débil en mí mismo,
buscando Tu fortaleza,
buscando la forma de permanecer en Ti.
Que descienda sobre mí Tu Gracia,
revelando en mi debilidad, ya revelada,
Tu grandeza aún oculta en mi corazón.
Ven, Señor,
y, conociendo el mundo
y yo mismo mis debilidades,
revela ahora Tu fuerza, Tu milagro,
Tu poder, Tu Gracia y Tu Misericordia,
porque yo, por mí mismo, soy nada,
pero Tú en mí puedes todas las cosas.
Amén.
Y pronunciando esta y tantas confesiones que pueden surgir de tu corazón, da espacio para que Dios te revele no solo tu vacío y pequeñez, sino también Su grandeza, Su milagro, Su poder.
Escoge, hijo, en tus debilidades más profundas, dar espacio para que Cristo le revele al mundo Su Gracia por medio del testimonio vivo de tu corazón.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
¿Cómo estar dispuesto, a pesar del peso del mundo y del peso del propio interior? ¿Cómo tener la determinación para superarse a sí mismo cada día?
La determinación, hijos, es una Gracia vertida sobre aquellas consciencias que se abren para manifestar la Voluntad de Dios. Pero, para que esa Gracia actúe, los seres necesitan permitir que ella ingrese en el propio corazón y que, desde adentro hacia afuera, los impulse a seguir adelante y a no detener los propios pasos.
Este momento del planeta es marcado por la densidad espiritual y humana. Dentro y fuera de los seres, emergen situaciones para ser transformadas; de sus almas surgen heridas profundas y desconocidas para ser curadas, como también del interior del planeta surgen heridas muy antiguas, porque es el tiempo y la hora de curarlas.
La naturaleza se agita y sus cuerpos también. Mientras en el planeta hay temblores, vientos, fuego, guerras, dentro de los hombres hay angustia, tristezas, cansancios, desequilibrios, falta de comprensión para consigo mismos.
¿Cómo harán, entonces, para alcanzar la paz?
La Paz nace de una misma Fuente para toda la vida, y esa Fuente está en el Corazón de Dios. No busquen afuera de ustedes; busquen adentro, más profundo que los dolores del alma, más profundo que toda confusión. Sumérjanse en el propio corazón y encuentren al Creador.
Ríndanse a Sus Pies en oración, porque de Él proviene la Paz, de Él proviene la certeza de un tiempo fuera del tiempo y de un Reino que trasciende el caos del mundo; de Él provienen la determinación para que, más allá del cansancio y del peso del mundo, puedan seguir adelante, puedan caer, pero levantarse tres mil veces si así fuera necesario.
Todo, hijos, comienza y termina en su vínculo con Dios. Por eso, busquen dentro de sí mismos. Oren y Lo encontrarán.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Un alma estaba afligida por sentir que de lo profundo de su corazón emergían dolores antiguos, registros de experiencias que ella desconocía y de otras que parecía haber superado. Sentía que en su interior no había un tiempo en el que sus experiencias antiguas pasaban y las nuevas surgían de forma armoniosa, sino que todo se mezclaba y lo que había en su interior se tornaba difícil de comprender y de transformar.
Entonces, en una oración sincera, esa alma le cuestionó a Dios, diciéndole: “Señor, el tiempo pasa afuera de mí, pero adentro parece no existir. ¿Cómo puedo sentir y padecer heridas que ni siquiera tengo consciencia de que existían en mi interior? Hoy, todo es tan confuso, lo que parecía estar superado emerge con más fuerza y, cuando parece que ya me levanté, vuelvo a caer en los abismos de mis miedos e incertidumbres, en los dolores de heridas abiertas nuevamente, que son conocidas y desconocidas. Explícame, Dios, ¿cómo puedo curar y superar lo que sucede dentro de mí?”.
Y, con amor y sabiduría, el Señor le respondió: “En verdad, te digo que no solo dentro de ti, sino también en la verdadera vida, el tiempo no existe. El tiempo es la forma que Yo creé para que las criaturas de este mundo pudieran crecer en una secuencia de leyes y ciencias divinas que las mantienen en una escuela evolutiva hasta el momento de su madurez espiritual.
El tiempo sucede fuera de ti, en tu lado humano. El tiempo es percibido por tu cuerpo, tu mente y tus sentimientos; pero en tu interior, alma pequeña, y en tu esencia más profunda, no hay tiempo. Allí eres semejante a Mí, a Mi Infinito, en ti pulsa una vida eterna.
Cuanto más se aproxima la transición del planeta, la esperada madurez humana, más se llega al momento en el que eso que se oculta en tu interior se manifieste, que la verdad se exprese, que el tiempo ya no exista, sino que la Eternidad se revele. Y es parte de ese proceso de transición que tu alma pequeña vea emerger los registros más internos de aquello que viviste en otros tiempos, porque todo emerge para ser reconocido, conscientizado y equilibrado, según el despertar de tu consciencia y el amor de tu corazón.
Por eso, ante los dolores más antiguos, solo busca el Amor que hay en Mí y la Gracia de Mi Espíritu, para que Yo tenga un lugar para actuar a través de ti, y así equilibrar y curar todo aquello que, por ignorancia, viviste, todas las heridas abiertas por una vida distante de Mí. Solo búscame y dame un espacio dentro de ti, en tu mente, cuerpo, alma y corazón. Así, Yo Seré en tu interior”.
Que este diálogo los haga comprender, hijos, que este es el momento de ver emerger, dentro de ustedes, todos los registros de otros tiempos que aún necesitan curarse. Pero, ante lo que sienten, no se desesperen, es solo buscar y darle lugar a Dios, porque solo Él tiene la Gracia y el Amor para curarlos definitivamente.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Un alma apasionada por Dios y dispuesta a entregarse a Él con todo su corazón, todos los días oraba y cantaba, haciéndole la oferta de su vida, de su amor, de cada espacio de su ser. Un día, entre sus divagaciones y ofertas, le dijo al Señor: “Señor, Te entrego mi vida y mi corazón por toda la eternidad para estar siempre en Ti. Te entrego todo lo que soy, y pasaría la eternidad a Tus Pies, en oración, porque solo aspiro a estar en Ti para siempre”.
Y, mirándola con amor, el Señor le respondió: “Alma pequeña, que con sinceridad aspiras a entregarte, entrégate en cada instante de tu vida; entrégame tu ser no solo en una oración, sino también en cada acción y pensamiento de tu día.
Entrégate a Mí, sirviendo al prójimo, diciéndome sí incansablemente, en la eterna superación de ti misma. Entrégate a Mí en el silencio, renunciando a dar tu parecer para acoger la sabiduría del prójimo y sus consejos.
Entrégate a Mí, dejando que los otros crezcan y encuentren su lugar en Mi Plan, mientras Yo crezco dentro de ti. Entrégate a Mí, renunciando a tus voluntades y viviendo en obediencia y en resignación lo que Yo pensé para ti. Entrégate a Mí con un pensamiento puro, no juzgando, criticando o atacando a tus semejantes con tu mente y con tu corazón.
Entrégate a Mí en el esfuerzo de amar al prójimo y de dar siempre el ejemplo de un corazón paciente y compasivo. Entrégate a Mí con sinceridad, con vida, con transformación, con desierto o con alegría, con pena o con regocijo. Entrégate a Mí en cada instante, así sabrás que Yo vivo en ti porque Me abriste la puerta no solo de tu corazón, sino de todo tu ser”.
Que ese diálogo con Dios les enseñe, hijos, que la entrega al Creador debe ser en cada instante y en todas las cosas de la vida. La entrega debe ser plena, completa e incondicional. Así, aprenderán a estar en Dios y a permitir que Él esté y sea en cada uno de ustedes.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Hijo:
La única cosa que Dios espera de ti es que tu vida esté impregnada de transparencia y de verdad.
Que cuando ores lo hagas de verdad, pronunciando cada palabra con todo tu ser y, aunque no comprendas los misterios celestiales y las Leyes Divinas que se mueven en una oración sincera, que lo hagas simplemente por saber que el mundo lo necesita.
Que cuando cantes lo hagas de verdad, emanando cada nota con la simple intención de alabar a Dios como lo hacen los ángeles y los arcángeles, que no cantan para sí ni tampoco por la armonía o el bienestar que se genera al cantar, sino simplemente por saber que el canto abre las Puertas del Cielo y aproxima a las criaturas más necesitadas a Dios.
Que cuando sirvas lo hagas de verdad, reconociendo tus limitaciones, pero siempre dispuesto a superar limites, para que cada día descubras que eres capaz de dar un poco más de ti y así, en esa superación constante, descubrirás el verdadero potencial del ser humano.
Que cuando te esfuerces para transformar algo, que tu esfuerzo sea de verdad y que no importe el resultado de tu transformación, sino tu esfuerzo verdadero en la dirección correcta. Si así lo hicieras, será la propia Misericordia Divina la que ingresará en tu interior y transformará aquello que te parecía imposible. Así, sabrás lo que es ser hijo de la Misericordia y vivir permanentemente en la Gracia.
Que cuando mires hacia el universo en busca de tu origen lo hagas de verdad, abriendo tu consciencia hacia lo desconocido, y no limitando la existencia a tu pequeña comprensión humana. Así, estarás permitiendo que una realidad sublime sea revelada para ti y para el mundo.
Vive cada instante de la vida inspirado por la verdad, rompiendo con la mentira y la ilusión humana, consagrando tu espíritu, mente y corazón con transparencia, con esfuerzo, con valentía y humildad, siempre dispuesto a transponer obstáculos y, al mismo tiempo, siempre abierto a recibir el auxilio que llega, por muchas vías y formas, enviado por Dios.
Si todo lo hicieras de verdad, permanecerás en la Verdad Divina y aun en un tiempo de locura y de incertidumbres para la humanidad, en el que el caos impregna el mundo con nubes de confusión, cuando los hombres estuvieran ciegos por esta oscuridad, tus ojos estarán más allá de las nubes, viendo el sol que se oculta por encima de las tinieblas y sabiendo que la luz siempre permanece, mucho más allá de la aparente oscuridad.
Por eso, hijo, mantén tu corazón en la verdad.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Superar los errores y persistir, hijos, es una forma de crecer humana y espiritualmente.
Cuántas veces sus personalidades, y aun las resistencias de sus almas, los llevan a caer en abismos profundos y oscuros, de donde solo pueden salir a través de la humildad, de la obediencia y cuando abrazan y acogen el desierto.
Cuando una consciencia comete un gran error en el camino espiritual, tiende a querer desistir de todo, porque le es más fácil sucumbir de una vez en el abismo que erguirse con esfuerzo y valentía, con humillaciones y obediencia, yendo en contra de todo lo que antes la engrandecía.
Pero cuando esa consciencia se arrepiente y abraza el camino de retorno al Corazón de Dios, por más doloroso que parezca ser, y coloca sus pies en las huellas de la humildad, de la rendición y de la obediencia, es entonces, hijos, que esta consciencia conocerá verdaderamente el Amor, el Perdón y la Misericordia de Dios.
Es entonces que crecerá como hombre espiritual y forjará en su interior una fortaleza que no es humana, sino divina.
Es entonces que aprenderá que más vale caer y levantarse mil veces que sucumbir en las facilidades de los abismos del mundo, porque estos abismos solo traen sufrimiento y dolor, angustia y pena, mientras que levantarse de ellos trae un crecimiento forjado a fuego que imprime en el alma la unión con Dios. Y por más que los seres sean siempre probados en su camino, esa alma ya sabrá lo que debe hacer al caer y, en cada caída, crecerá más, humana y espiritualmente.
Aprendan de los errores. No se rindan ante las debilidades humanas, sino afírmense en la humildad y en la obediencia, y así seguirán en ascensión al Corazón de Dios.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando llegue la hora de la Misericordia, que tu corazón esté pronto, así como el Corazón de tu Señor está pronto para verter Sangre y Agua sobre el mundo y en lo profundo de las almas más pecadoras, más perdidas y solitarias, más engañadas y distantes de la Verdad Divina.
Siente en tu interior la necesidad de superar los límites, el cansancio, los asedios o aun aquellos compromisos más importantes para ti, para que, por un instante, tu corazón contemple en el Cielo al Corazón herido del Señor, superándose a Sí mismo a lo largo de los siglos, reviviendo Su entrega, renovando Su Amor, y entonces, hijo, que más allá del Corazón de Cristo encuentres al Corazón del Padre Celestial, atento a cada sacrificio del Señor.
Que tus oraciones apunten a Cristo y, por los méritos de esa entrega que se perpetúa, clames por la humanidad, por los Reinos y por las almas más perdidas.
Si tan solo tu corazón contempla al Corazón de Cristo y lo ofrece a Dios con amor, el Señor recibe de Su Padre el permiso para verter Su Misericordia sobre el mundo.
Pero es necesario el sí de la humanidad. Es necesario que clamen y pidan, que oren y se rindan ante todas las Gracias que descienden del Cielo; así ellas ingresan profundamente en cada ser y lo transforman.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando un corazón se alimenta de los impulsos del mundo y profundiza en la vida espiritual, respondiendo a un llamado interior, pero no se abre a la transformación, ahí entonces, hijos, comienza el camino de la decadencia interna.
En este tiempo, consciencias muy antiguas llegan al mundo para superar los estímulos de esta era y tornarse verdaderos Cristos de los tiempos de transición.
Pero, consolidadas en bases mundanas y sustentadas por las ilusiones del mundo, las almas que retoman su compromiso con Cristo deben dejarse transformar por Él, porque parte de la superación de esos estímulos es la renuncia a todo lo que las sustenta en las cosas del mundo: aspiraciones propias, realizaciones personales, espirituales y humanas, conceptos internos e intelectuales de la Verdad y del Plan de Dios, necesidad de sobresalir entre los demás, aun siendo en las virtudes y en la santidad, necesidad de suplir carencias en lo que les es palpable, necesidad de sentirse amada por lo que es visible y admirado por el mundo. Todo eso, hijos, se debe transformar dentro del alma que reencuentra su compromiso con Cristo.
En estos tiempos definitivos, Su Señor retira las bases de arena que sustentan sus pies y, haciéndolos transitar por el desierto, los coloca sobre la roca de Su Consciencia.
Deben desaprender las cosas del mundo, dejarse vencer por la Voluntad Divina y no hacer eso mirando hacia los lados, sino hacia adentro y hacia arriba.
Las almas que se ven debilitadas, miran hacia los lados en busca de miserias mayores que justifiquen sus faltas y las hagan pequeñas; pero esta, hijos, no es la forma de justificar ninguna miseria.
El verdadero sentido de la justificación se encuentra en el amor, en el Amor de Cristo, en el Amor de Dios, este que es capaz no solo de justificar, sino de transformar todo.
Por eso, delante de las debilidades, no miren hacia los lados, sino miren hacia adentro. No se sustenten en las críticas, pero sí en la confesión ante Dios, porque aquel que se rinde no necesita defenderse, no necesita temer o huir de sí mismo o de Dios, porque él será conocedor del Amor Divino.
Pierdan el miedo, no alimenten miserias falsamente justificadas por pecados más profundos, sino ríndanse ante Dios y confiésense. En Él encontrarán la verdadera libertad, la cura y la transformación que necesitan para estar plenos y consolidados sobre la roca de la Voluntad Divina.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Es momento, hijo, de colocar las tentaciones en su debido lugar en tu consciencia.
Esto se hace comprendiendo quién eres, lo que viniste a hacer en este mundo y cómo tu misión espiritual es mayor que cualquier aspiración, pensamiento, sentimiento o asedio que provenga de este mundo.
Para que las tentaciones ocupen el debido lugar en tu vida, ya que son solo para hacerte crecer, superar miedos, infantilidades y condiciones retrógradas, tu consciencia debe estar también colocada en el lugar correcto.
Contempla quién eres y el poder de la unión de tu espíritu con el Espíritu de Dios, y pone fin a lo que te debilita y distrae de tu camino.
Contempla quién eres, hijo amado y semejante a Dios, cuya evolución valió la Sangre del propio Dios, derramada por completo en este mundo. ¿No será que para entregarse a Sí mismo por ti, por tu evolución, Dios sabe el misterio del potencial de tu vida y de la vida de cada ser?
Contempla quién eres, hijo: un motor de transformación y de renovación de toda la Creación Divina.
Y es así que, miserable e imperfecto, la química oculta se realiza y el milagro se manifiesta. Es así que, pleno de errores y desvíos, la redención se concreta y la renovación se consolida. El misterio se revela en tu constante superación.
Coloca las tentaciones y los deseos humanos en el lugar de inferioridad que les corresponde.
Coloca tu batalla mental y tus aparentes derrotas en el ínfimo lugar que les corresponde, ante la grandeza del Pensamiento de Dios para ti. Y, así como tu Señor en el Huerto Getsemaní, pisa también la cabeza de la serpiente que te circunda, seca la sangre que corre por tu rostro y levántate de la debilidad de las ilusiones, en la cual el adversario de Dios te coloca todo el tiempo.
Hay en ti un potencial para superar tentaciones, humillaciones, dolores, renuncias y desafíos.
Hay en ti el potencial para ser flagelado, crucificado y muerto en la cruz.
Y hay en ti el potencial para amar más que lo que el propio Dios te amó y renovar Su Creación a través de ese Amor Mayor.
Por eso, contempla quién eres. Coloca tu consciencia en el lugar correcto, rinde tus aspectos más humanos a Dios y deja que el sudor de sangre fortalezca tu espíritu para descubrir que, más allá de la debilidad humana, se oculta una esencia y un Propósito Divino.
¡Despierta!, porque ya es tiempo, ya es hora.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Ora, hijo, y adora a Dios, aun en el desierto de tu corazón. Recuerda que retirarse al desierto es prepararse para encontrar al Creador.
El desierto está lleno de desolaciones, tentaciones y desafíos. El desierto es seco, vacío y solitario. Pero esto es así para que cruces todos los límites de tus debilidades humanas, purifiques las ilusiones y quiebres las cadenas que, desde el principio de la humanidad, fueron siendo creadas para aprisionar a la consciencia en una mentira sobre sí misma.
Camina con pasos firmes por el desierto de tu corazón y sabe que tu destino es solo uno: el encuentro con tu Creador.
En el desierto, el Señor te lleva a vencer las tentaciones que debilitan tu parte más humana: tus células, tus huesos, tu mente, tus emociones. Pero es de la fortaleza de ese desierto que tu Creador te revelará el potencial que hay en ti para transformar las condiciones más impuras de toda una raza.
Los seres humanos, hijo, se van descubriendo a sí mismos a través de la superación, de la rendición y de la entrega. Y cada desierto cruzado los aproxima más a Dios y así los aproxima más a sí mismos, a lo que en verdad son.
Cruza tus desiertos internos para que tu alma se prepare para los desiertos planetarios, y un día, hijo, tu espíritu también será llevado a un desierto universal que revelará el verdadero sentido de la existencia humana y que aproximará no solo a los hombres, sino a toda la Creación al Corazón de Dios.
Te dejo Mi bendición y Mi paz para que des, con ellas, los pasos necesarios en este tiempo.
San José Castísimo
Vengo del Cielo, trayendo en Mi Corazón un profundo júbilo interior. Júbilo que proviene no solo del sentir de Mi Casto Corazón, sino que proviene del Corazón de Dios, fruto de Su Misericordia, de Su Piedad y, sobretodo, hijos, fruto de Su gran Amor por la humanidad.
Vengo a ofrecer Mi Casto Corazón al mundo, así como lo ofrecí a Dios para que, de esa forma, los corazones de los hombres se renueven, despierten y tengan fuerzas y fe para seguir adelante en el calvario de estos tiempos.
Así como una vez el Creador envió a María Santísima para ayudar a Su Hijo a levantarse en el Calvario y, a través del profundo Amor de Su Inmaculado Corazón el Señor renovó Sus fuerzas; así, hijos, el Creador Nos envía en el Calvario de estos tiempos para mirar en los ojos de los cansados, de los humillados, de los que están sin esperanza, de los que perdieron la fe, para que comprendan la esencia de la Cruz de estos tiempos; para que superen el peso de sus faltas, flaquezas, miserias y que superen el peso de la condición humana, que se transmuta tanto en sus consciencias como en sus células. Y, así, sepan que de todo eso nace un amor mayor, nace una misericordia mayor, nace el verdadero hombre.
Vengo para tocar sus rostros, secar sus lágrimas y ayudarlos a descubrir el poder del sacrificio.
Y no es que Mis palabras a lo largo de los últimos años no hayan sido suficientes, sino que vengo, hijos, para revelarles así, el Amor de Dios.
Que ustedes puedan saber y experimentar que renovar el Amor de Dios no es solo cargar la cruz y caminar hacia el calvario, es también sentir Su Amor y ser amados por Aquellos que Él envía en su auxilio y, así, ver nacer ese amor nuevo en su interior.
Caminemos entonces hacia la renovación, hacia el Amor de Dios y, sobretodo, agradezcamos al Padre la revelación de Su infinita e insondable Misericordia.
Yo los bendigo, hoy y siempre.
San José Castísimo
Compañeros:
No solo hablo para ustedes sino también para el mundo.
Esperé que pasara un tiempo y unos días para que llegara este momento de poder encontrarlos verdaderamente en unión a la gratitud, porque la gratitud es una expresión del Amor misericordioso de Dios. Y cuando hoy vi esa gratitud en ustedes, Me pude aproximar con confianza para hablarles.
Ustedes son parte del Plan de su Maestro y Señor, de un Plan que no puede fallar ni fracasar, porque detrás de ustedes hay muchas, muchas almas y consciencias que aún llegarán para beber de Mi Fuente, para nutrirse de Mi Mensaje.
El tiempo se está acabando, por eso las emergencias son muy grandes y los compromisos también son muy grandes.
En la llave de la gratitud y del amor podrán comprender todo lo que les pido y así se unirán a Mi Consciencia.
Veo a un mundo que sufre por la indiferencia y por el error.
Necesito que sean enmendadores de Mi Misericordia, que puedan compensar y equilibrar lo que la humanidad no hace bien en este tiempo, por los riesgos que corre día a día.
Por eso vengo con la Luz de Mis Llagas, para encomendarles la profundización de esta misión, y de esta tarea que es de la Jerarquía y de ustedes, de sus seres internos con la participación de sus almas.
Por eso es necesario corregir para mejorar y crecer. Todo lo que es dicho por la voz de la Jerarquía es por amor y no por otra causa.
Las almas a veces se resisten a escuchar y comprender porque tienen su corazón cerrado, pero ustedes aprendieron a abrir su corazón hacia Mí. Por eso les hablo tan directamente, porque ya no podemos perder el tiempo en lo que no es necesario, sino debemos invertir el tiempo en lo que es urgente, y ustedes saben, por la gracia que reciben, que las emergencias crecerán y aumentarán.
Yo estoy aquí por la responsabilidad que tengo con ustedes y ustedes Conmigo. Pero no es un compromiso que viene solamente desde la época en que estuve presente en la Tierra. Son compromisos muy remotos y desconocidos para ustedes.
Solo vendré a pedirles lo que necesito que Me den, pero no los obligaré, nunca les exigiré nada.
Mis apóstoles del pasado transitaron por la misma escuela, pero era una escuela más exigida e inmediata. Era una responsabilidad muy grande porque su Maestro y Señor, entre tan pocos, tenía que alcanzar una victoria muy grande y, por la Gracia y la Misericordia Divina, eso sucedió.
Sé que el ser humano es frágil y a veces tibio, pero el Amor que Yo les entrego y les he entregado hace tanto tiempo los debe encender interiormente en el fuego de Mi Amor y de Mi Verdad.
Yo vengo para pedirles que sean conscientes de lo que llegará en el futuro cercano, en el que ya no solo vivirán situaciones personales o realidades de las naciones. Ahora Mi Obra se ampliará para situaciones continentales, como lo es África.
En África están los que más sufren y son los que más Me dan, porque Me ofrecen sus corazones que es lo que Yo necesito de ustedes para que reconozcan la Gracia que han recibido, y aún reciben, y los cuidados que les ha dado la Jerarquía a lo largo de los tiempos sin hacerles faltar nada.
África será para ustedes una escuela de amor al sacrificio y de la posibilidad de reconocer que en la gran y extensa miseria existen almas que aman a Dios sin condiciones. Y es ese amor que las alimenta espiritualmente más que físicamente, que les quita la sed espiritual y así sacian su sed física.
No pido que sean iguales a ellos, porque cada uno tiene su escuela y sus aprendizajes. Necesito que los imiten internamente, que tengan consciencia de la posibilidad y de la oportunidad que reciben en este tiempo.
Dentro de un proceso de emergencia planetaria, a veces los corazones precisan ser enderezados para no perder el camino hacia Dios, porque uno nunca debe olvidar la humildad, que es la gran llave maestra de su liberación.
Hoy he visto que se aproximaron aún más a la gratitud, a una gratitud espontánea y sincera que tocó Mi Corazón. Por eso he decidido hablarles para traerles consciencia y sabiduría, para que cada uno reconozca en sí mismo el esfuerzo que aún tiene que hacer no solo por Mí, sino por su Padre Celestial que es Quien los colocó en este camino y en esta misión para que Me acompañen.
Por eso, hoy Me entrego nuevamente para acoger sus miserias y saber que la Luz de Mi Misericordia todo lo puede transformar y redimir cuando un corazón se abre sinceramente y suplica sin dejar que sus resistencias lo controlen y lo dominen.
Cuando un corazón se abre espontáneamente, los milagros pueden suceder. La fe es la gran Luz que baña la consciencia y la redime; tiene la Gracia, como consciencia grupal, de poder implorar a Dios para que ayude al mundo y a la humanidad, para que ayude en situaciones muy graves y dolorosas que vive esta raza de hoy.
Nunca pueden olvidar que Nuestra tarea es planetaria y no personal; que es una tarea con la Jerarquía y por la Jerarquía para el advenimiento de la energía de la Gracia y de la compasión en el mundo.
Hoy están ante la oportunidad de reflexionar sobre muchas cosas por amor y con confianza en Mi Corazón, porque vendrán tiempos de mayores desafíos y de proyectos que parecerán imposibles, pero quien esté unido a Mí lo realizará como ha realizado muchas cosas a lo largo de los tiempos por medio de esta misión de llevar el Amor y la Paz a las almas que más lo necesitan y a las naciones que más lo necesitan.
Mientras estoy aquí, atiendo a la humanidad en este momento y los llevo a todos a Mi Corazón, a los más miserables y pecadores que necesitan del alivio y de la cura espiritual.
Todo lo que se hace en este momento y a través de esta Obra es para la cura de la humanidad y para que el amor se establezca en el corazón humano, y que ese amor les permita liberarse y vivir su misión espiritual Conmigo.
Mi Corazón está lleno de gracias y de piedad para todos. Y el sostén que la Adoración les proporciona será la gran arma de defensa para los próximos tiempos y para las próximas misiones.
Agradezco el esfuerzo sincero y amoroso de todos, porque no todo es error ni fracaso. Deben alzar sus ojos hacia el horizonte para contemplar las victorias que Yo le he dado a cada uno, victorias espirituales.
En el fortalecimiento de esa unión y de esa alianza Conmigo, por encima de toda adversidad u oscuridad, nadie podrá quitarles lo que Yo le he entregado a cada uno, y deben defenderlo y protegerlo de ustedes mismos y del mundo.
Es esa misma convicción, certeza y fe que vivieron los apóstoles como, por ejemplo, San Pablo, que hasta el último segundo no dudó de lo que sentía y en lo que confiaba. El amor lo hizo creer en Mí hasta el final y así él se entregó.
Hoy vengo a hacer lectura de los logros y de las Gracias que le he entregado a cada uno y que ustedes siempre deberán contemplar para que de allí saquen fuerzas internas para seguir adelante, porque llegará un momento en que esta misión finalizará, y cuando eso suceda todo se desencadenará. Y en ese momento deberán estar fuertes y firmes en todo lo que Yo les he dado a lo largo de los tiempos, no solo para sostenerse a sí mismos sino a sus hermanos, los que no habrán podido construir, en sí mismos, la misma fortaleza que Yo les di por amor.
Este es Mi Mensaje para ustedes, porque también es un mensaje para el mundo, para los que se adentran en el servicio a Mi Corazón Misericordioso, para los que buscan día a día el camino de la transformación y de la elevación de la consciencia, porque en verdad no Me importa que no lo consigan, sino que lo intenten y que lo intenten todos los días. Y sin percibirlo, algún día llegarán a Mi Gloria y ese día se darán cuenta de que Yo les dije la verdad.
Por eso hoy estoy aquí y por esa causa rezo a los Pies de Mi Padre Celestial, porque sé que muchos más podrán superarme en el Amor. Confío en eso y sé que es posible.
Les agradezco por escucharme y por recoger hacia su corazón Mis Palabras, que ya son las últimas para el mundo.
Que la Luz que proviene del Amor, los guíe y los bendiga.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Que sus corazones sean colmados de la Gracia, de la Paz y de la Misericordia de Cristo.
Hoy, hijos, Mi oración es para que encuentren a Dios, para que vivan Sus palabras, Sus instrucciones entregadas al mundo a través de Sus Mensajeros.
Mi oración es para que sepan superarse cada día, encontrando en la propia entrega y en la aspiración de vivir el Amor Crístico, la fuerza para levantarse, vencer los asedios y las adversidades y encontrar la paz.
Mi oración es para que aprendan a servir a sus hermanos, para que aprendan a decir sí sin condiciones, en el espíritu de la paciencia y de la fraternidad, de la humildad y del amor.
Hoy, Mi oración es para que los servidores de Cristo se descubran Sus compañeros y siempre aspiren a dar un paso más allá y a tornarse Sus amigos, almas esposas de Su Sagrado Corazón y fieles imitadoras de Su camino crístico.
Hoy Mi oración ante Dios es de entrega. Le entrego al Padre cada palabra dicha a lo largo de los últimos años, cada impulso que les entregué con Mi verbo, con Mi silencio y con Mi Amor, para que ustedes pudieran ir a buscar en Dios los frutos de esa entrega.
La puerta ya les fue abierta. El camino ya les fue mostrado. Hoy Mi oración es para que caminen sin temor y sin tibieza en el corazón.
Sean almas firmes en Cristo, renovadas en Dios y dispuestas a cumplir con Su Plan.
Por eso los bendigo y con amor los acompaño, hoy y siempre.
Su Padre y eterno Amigo,
San José Castísimo
No tengan miedo de dar un salto en dirección al vacío.
No tengan miedo de corregir sus caminos y recomenzar.
No tengan miedo de dar lo mejor de sí por amor.
No tengan miedo de dejar de lado los propios pensamientos, sentimientos, angustias y alegrías para superarse a sí mismos, en nombre del dolor que el planeta padece en este tiempo.
No tengan miedo de entregarse y de descubrir la plenitud que no se basa en las satisfacciones humanas. Encontrar la vida superior es también transformar el sentido de la alegría y de la plenitud, transformar lo que los satisface y dejar que sus seres encuentren la paz de servir a Dios y al entregar todo de sí, al descubrir que se pueden olvidar de sí mismos por un planeta que sufre, por un Plan a cumplir, por un Amor Divino que se debe renovar.
Miren hacia la Cruz todos los días; contemplen el Amor absoluto de su Señor. En él se encuentra la llave para la cura de todos los pecados, para la trascendencia de todas las miserias, para la entrega de todas las resistencias.
Transformarse, en este tiempo, es dar un salto al vacío y a lo desconocido. Descubran un servicio que no vivieron, un amor que no sintieron, una entrega que no conocieron. Esto comienza, hijos, queriendo, luchando y afirmando la propia superación todos los días.
Tienen Mi bendición para esto.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Ora por las almas que necesitan de liberación.
Ora por los corazones que necesitan de auxilio para desvincularse de la oscuridad y abrazar el camino de la luz, del bien y del Amor de Cristo.
Ora por los que purifican su pasado y que desconocen el lodo que emerge de su interior.
Ora para que tengan el valor de estar delante de sí mismos y aspirar incansablemente a la transformación.
Ora por los que necesitan rendirse ante Dios, y rinde también tu corazón.
Ora por el prójimo, siempre consciente de tus miserias, para que tu oración te conduzca a un espíritu humilde.
Ora por la paz y por la Gracia en los corazones de tus hermanos.
Ora para que alcancen la santidad y se superen en el amor cada día.
Sé un celador para que la Gracia se mantenga en el interior de tu prójimo. Ama ver el crecimiento y la evolución de los demás. Deja que tu oración por el prójimo se convierta en tu mayor servicio.
¿Quién sabe si no habrá otros orando por ti?
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Que todos los días sean para ti el día de recordar la Pasión de tu Señor; día de recogerse en Sus Brazos y en Su Corazón; día de estar en la presencia de Su Sangre y de Su eterna entrega; día de aprender a amar como Él amó y ama para siempre.
Que todos los días sean para ti la subida al Calvario, donde debes ver los obstáculos como oportunidades para amar, las caídas como oportunidades para renovarse, las humillaciones como oportunidades de estar en el vacío y allí ser llenado por Dios.
Que todos los días sean para ti el día de superarte en el amor para aproximar tu consciencia, cada vez más, al Amor de Cristo.
Que todos los días sean para ti el día de tu entrega, de tu rendición, de tu oferta, porque la eternidad te será poca para seguir los pasos de Cristo, y tus pasos nunca deben detenerse.
Por eso, hijo, hoy recuerda y revive la Pasión de tu Señor, para que tu consciencia comprenda que todos los días son días de imitar los Pasos de Cristo. Todos los días son días de ver un nuevo Cristo nacer.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Así como Tu Señor renovó todas las cosas en cada paso con la Cruz, renuévate tú también en esta pasión planetaria, hijo Mío.
No hay peso que Dios coloque sobre ti que no puedas soportar.
No hay caída que vivas de la cual no te puedas levantar.
El amor que está latente en tu interior debe despertar y crecer, y eso sucederá con la superación de ti mismo cada día.
Recibe del Padre las gracias para que tu corazón este firme y cimentado en el amor a Su Propósito Divino.
Ora y que tu oración sea sincera, porque de ella surgirá la fortaleza que te hará levantar, una y otra vez, con la cruz de estos tiempos. Y con cada caída el amor crecerá en tu interior, en cada paso el amor se expandirá dentro de ti.
Vive sin temor las agonías, vive sin temor las humillaciones, vive sin temor la soledad, vive sin temor el sacrificio.
Fija tu mirada y tu corazón en el calvario de este tiempo, en el que no solo morirás para ti mismo, sino que entregarás todo lo que eres para que, a través de ti, Dios renueve y supere Su Amor.
Anímate sin temor, vergüenza u orgullo a ser un Cristo del Nuevo Tiempo, porque para eso Tu Señor te llamó por el nombre. Que cada día sea vivido por este Propósito Divino.
Contemplando la memoria de tu Señor con la Cruz, imita Sus pasos y deja que tu corazón encuentre el Amor que Él sintió por el mundo y por las criaturas que en él habitan, el Amor que Él sintió por el Universo y por toda la vida que en él evoluciona.
Permite que tu corazón ceda espacio al Corazón de Cristo para que aprendas a estar en la pasión de este tiempo, no solo como un hombre imperfecto, sino como un espíritu pensado y manifestado por Dios para recrear Su Creación.
Esto es lo que eres. Esto es lo que este momento planetario forjará en ti.
Por eso, suelta las riendas de tu vida y ya no camines hacia aquello que piensas que debes ser. Es así, como eres, que Dios hará de ti un Cristo. Solo vive este calvario y supérate cada día. Llegará el momento en el que Dios mismo se superará en tu interior.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Abraza la cruz que Dios te entrega, así como Su Hijo la abrazó en el camino del Calvario.
Recibe los flagelos de este tiempo y levántate, una y otra vez, en el espíritu de la fortaleza y de la humildad; ofreciendo cualquier sacrificio, pesar, adversidad o dificultad en las Manos de Dios y sigue adelante como una reparación para este mundo.
Vive con paz las humillaciones de este tiempo y recibe en tu rostro las espinas que te recuerdan siempre que el único reinado verdadero es aquel que proviene de Dios y que todas las coronas y honras de este mundo no son más que espinas que hieren, en los rostros de los hombres, su pureza y su verdadera faz.
Permite que el calvario de este tiempo te conduzca a un Amor desconocido, te conduzca a descubrir el verdadero sentido de la vida, así como Cristo descubrió el verdadero sentido del Amor al perdonar todo en la Cruz de Su tiempo.
Prepara tu corazón como Cristo lo preparó, con oraciones y silencio, en comunión con Su Padre.
Porque el calvario de este tiempo ya está delante de ti. Las pruebas que te llaman a la superación en el Amor ya comenzaron. Ahora, hijo, tu deberás mirar hacia el Cielo, hacia el Corazón de tu Padre y Señor para decirle: "Padre, mi corazón está pronto".
Tienes Mi bendición para eso.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más