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Lleven en sus corazones la insignia de la Hermandad.
Que se levanten los que han caído.
Que la maldad se sumerja en sus infiernos y que finalmente se cierren las puertas a la perdición de la condenación de las almas, porque el Todopoderoso ha venido a su encuentro para poder colmarlos con Su Luz y Su Misericordia y hacer de Sus criaturas un nuevo rebaño de Luz, lleno del Amor de Dios, e impregnado por Sus Dones de Compasión, de Unidad y de Fe.
Hoy vengo como el Sacerdote del Universo; vengo a darles Mi Paz para que estén en Mi Paz y les doy Mi Paz para que la multipliquen y la hagan viva en sus corazones y en los corazones de sus hermanos.
He venido de un lugar muy especial para Mí y también para Mi Padre, uno de los lugares más bellos de la Creación de este planeta.
Vengo de las altas cumbres de los Himalayas, en donde el espíritu de lo sagrado, de lo puro y de lo reverente se gesta para la humanidad.
Quiero que los Míos caminen junto a Mí por esa montaña. Quiero que sientan sus pies libres para poder hacerlo.
Quiero que puedan alcanzar las metas que Yo les propongo para estos tiempos y que, a pesar de todo, sigan confiando en Mí, porque a pesar de que la purificación sea grande, el misterio de la Fe es infinito y es lo que permite a las almas estar en Dios y a Dios estar en ellas.
Quisiera que contemplen estas montañas de los Himalayas como una gran revelación de su Maestro y Señor, que cuando estuvo entre ustedes hace más de dos mil años, ya conocía lo que allí existía.
Que las montañas sean el ejemplo y el principio de la elevación de la humanidad y sobre todo, de la elevación de la mente humana que es precaria y destructiva.
Vengo a dar fuerza a los que se consideran Mis soldados.
Vengo a traer la Luz que surge en lo infinito del horizonte.
Por eso, caminen junto Conmigo por esa senda de la montaña, hasta poder alcanzar el punto más elevado de ella; y así, sus espíritus se regocijarán porque ya no verán obstáculos ni tampoco tendrán límites para poder elevarse a Dios. Mientras la materia se purifica, que el espíritu sea firme en su propósito y en su misión.
Joyas preciosas de hermandad están siendo entregadas para todos y ellas deben ser reconocidas primero en su interior, para después poder expresarlas en la vida material.
Para poder subir a lo alto de esa montaña deberán cumplir una regla que es necesaria para Mí: que sean lo que Yo necesito que sean; que den el ejemplo de su verdadera espiritualidad y que, a pesar de lo que suceda, se mantengan en la fe y saber que nada está perdido.
La humanidad nunca ha enfrentado tiempos tan difíciles como estos. Es la primera vez que cruza un portal hacia la definición de sus consciencias y de su propósito.
Yo vengo desde lo alto de los Himalayas para poder mostrar al mundo que es posible alcanzar la meta y llegar al final del propósito cueste lo que cueste.
Pero si sus manos se mantienen unidas como hermanos y crean una gran cadena de Luz hasta lo más alto de los Himalayas, aquel que es último y está en la prueba más difícil, podrá ser elevado a través de ustedes y alcanzará la Luz, sentirá la Paz y podrá encontrar en este ejemplo el Espíritu de la Hermandad.
Muchos lugares del planeta guardan sagrados misterios.
Llaves desconocidas serán activadas en el fin de los tiempos para que la Humanidad dormida pueda despertar.
Y para que eso pueda suceder, primero partirá de ustedes esa iniciativa, porque en verdad ya saben que es lo que existe en los mundos internos de este Planeta y que permite el verdadero despertar de la humanidad.
Hoy les muestro a los Himalayas para que puedan ver en ellos el espíritu de lo sagrado, de todo lo bueno que se puede fecundar en la consciencia que busca la trascendencia y la elevación de su ser.
Yo no soy el único Maestro en ese lugar, también hay otros, que en los planos internos, trabajan por el propósito de la salvación de esta Humanidad, sobre todo de la Humanidad más inconsciente.
Ingresen a lo alto de estas montañas y sientan sus espíritus en profunda libertad.
Vean cómo sus almas vuelan como las aves, sientan cómo sus corazones se abren al palpitar de la Hermandad y de todo lo sagrado.
Descubran en ustedes el verdadero Sol que son. Déjenlo que brille y que encandile para poder cumplir con su propósito en esta humanidad.
Vengo a liberarlos de las raíces de la indiferencia.
Vengo a elevarlos hacia el espíritu de la Verdad, para que puedan ingresar hacia esas montañas, libres del pasado, redimidos en sus acciones y curados en sus heridas.
Así recibirán la luz interior que necesitan y abrazarán, con gratitud, los Códigos de Amor que les enviará Dios a través de Su Presencia en esos sagrados lugares del planeta.
Desde lo alto de los Himalayas, vengo a proclamar Mi llegada al mundo, para que todos los oídos escuchen en los mundos internos y este Verbo haga eco y resuene en donde debe resonar, mas allá de este Universo.
Mientras tanto, las puertas hacia una oportunidad incalculable se abren, para que las almas puedan reconocer su origen y dejar de ser ignorantes y dormidas, ante los Misterios del Universo que se develan en estos tiempos, en donde todo está en juego.
Hoy, los dejo a todos en lo más alto de los Himalayas, en uno de los lugares más sagrados para Mi Padre, el que Él ha escogido para posar Sus Pies y traer de nuevo Su Espíritu de Reconciliación y de Paz, para entregarlo a todas Sus criaturas.
Su Fuente se hará visible en los tiempos que llegarán, y las almas despertarán y dejarán su ignorancia; abrirán sus ojos a lo que verdaderamente son y abandonarán la soberbia y todo lo que es mezquino en el hombre de superficie.
Las cadenas de los errores de otrora se disolverán porque San Miguel Arcángel pasará Su espada sobre ellas. San Rafael Arcángel derramará Su cura en los espíritus que sean incondicionales a Dios.
Las llaves de las puertas del Cielo serán entregadas en las manos de los simples, en aquellos que han seguido el Camino del Señor, a pesar de su purificación y de sus pruebas.
Benditos sean los que ingresen a Mi Himalaya interior.
Benditos sean los que comulgan de este Misterio y lo revelen al mundo.
Benditos sean los que, con gratitud, agradecen todas estas cosas, sin profundamente conocerlas.
Benditos sean los que buscan el Espíritu de la Hermandad, más allá de si mismos y de sus imperfecciones.
Benditos sean los que cuidan el Proyecto de Dios y lo hacen parte de sus vidas, defendiéndolo de sí mismos.
Benditos sean los que se descalzan para entrar al Templo, en un acto de reverencia y devoción a la Divina Compasión.
Benditos sean los que se postran en lo alto de las montañas, para suplicar al Padre, al Adonai.
Benditos sean los que construyen lo nuevo y lo preservan a través de los tiempos.
Benditos sean los que no tienen nada que ganar y tampoco qué perder, porque el Reino de los Cielos estará en ellos y se cumplirán todas las escrituras; serán liberados del pecado de Adán y Eva. Y finalmente nacerá una Nueva Humanidad, colmada de nuevos cristos, espíritus servidores, de almas en constante adoración.
Benditos sean los que cuidan su trabajo de oración, verdaderamente y sin engañarse.
Benditos sean los que construyen las bases de la espiritualidad y las guardan en sus corazones, como el último legado.
Hoy, su Sacerdote Mayor les habla; el Todopoderoso pronuncia Sus Palabras a través de Su Amado Hijo, para que los rebaños extendidos por toda la Tierra se congreguen, a los pies de esta montaña de los Himalayas, a la espera del gran momento del Retorno de su Amado Señor.
"Te pido, Padre, que abras los Cielos sobre un mundo que está a oscuras y que a través de la Compasión de tu Corazón veas en el mundo las luces que se encienden para reconocer Tu Llamada.
Mira ahora, Padre, cómo brillan Tus estrellas caídas y cómo ellas se elevan hacia lo más alto del Firmamento para formar parte de Tu Reino Universal y de Tu gran Bóveda Celeste.
Ahora, Padre, no dejes a nadie para atrás. Prometo refugiar en Mis Brazos a los que están perdidos. Prometo cumplir Mis Obras a través de los que se donan a Mí y que, incondicionalmente, son consecuentes con Mi Convocatoria.
Hoy dejo en lo más alto de los Himalayas, Padre, a los que más necesitan de Ti, para que los que son más conscientes y despiertos, a los pies de estas montañas sagradas, cuiden de Tus demás rebaños.
Coloco Mi Cetro sobre lo alto de estas montañas y lo golpeo sobre la Tierra, para encenderla en Luz.
Los falsos templos caerán a Mi derecha y a Mi izquierda y las ruinas de la perdición y de los infiernos serán tragados por la tierra, a fin de que se abra Tu Gran Portal de Compasión entre Oriente y Occidente, y finalmente, Padre, se cumplan Tus Palabras en la Humanidad. Amén".
Hoy envío Mis agradecimientos a los que cuidan de la Sagrada Instrucción, de la Jerarquía Espiritual y Divina. A través de ellos Mi Palabra es conocida en el mundo y todas las lenguas pueden recibir Mi Mensaje, para que él se pueda cumplir en la Humanidad.
Quisiera dedicar Mi Amor a los que hacen los esfuerzos para que esto se cumpla según Mis designios.
Sepan que a través de Mis Palabras y de todos lo que revisan y corrigen, para que Mi Mensaje de Luz se expanda en el mundo, sus corazones son trabajados profundamente, de época en época, y sin percibirlo, sus consciencias se unifican a la Mía y así se manifiesta el Plan.
Después de estos últimos años de trabajo, los que cuidan de las Instrucciones de los Mensajeros Divinos sepan que tienen un tesoro espiritual entre sus manos y que a través de su oferta, este tesoro espiritual e interno puede llegar a muchas almas que también lo necesitan.
Porque así despertarán los ciento cuarenta y cuatro mil que esperarán a su Señor durante una noche de vigilia.
Y antes que despunte el amanecer, antes de que surja la nueva Aurora, escucharán en su silencio, los Pasos del Señor que se aproxima para volver a encontrarlos y así sellar la Alianza entre los corazones y Dios.
Que así sea.
Mi Silencio habla de la necesidad profunda de amar más de lo que aman, de entregar más de lo que entregan, y de servir incondicionalmente, más de lo que sirven; porque si con doce apóstoles pude redimir al mundo, ¿qué podré hacer con más de doce consciencias que aguardan Mi Segunda Venida al mundo?
Hoy, vengo de un lugar en donde Mi Presencia se vive en los que son transparentes y verdaderos.
Lugar que ha sido bendecido misericordiosamente por Mi Madre, durante mucho tiempo, y que Ella, con Su inconmensurable humildad, sigue bendiciendo; no mirando hacia los errores de los hombres, sino hacia las esencias que se pierden.
Desde el lugar que hoy provengo, existe una cruz, en lo alto del Monte, de la misma forma en que está Mi Madre en lo alto de la colina, llamando a todos hacia la paz.
En este lugar Me adoran considerablemente a través de la eucaristía.
En este lugar escucho la confesión de los fieles y de los pecadores a través de los oídos de los humildes sacerdotes que viven Mi Sacerdocio, aquel que Yo enseñé a Pedro en el pasado.
En ese lugar se experimenta la conversión del corazón y la multiplicación de las vocaciones, algo que en el día de hoy y en el mundo de hoy no sería posible, por existir tanta maldad y tantos pecados.
Dios, a través de Su sierva y de la presencia de Su Hijo en la eucaristía, ha depositado su confianza en este lugar; lugar tan semejante a otros, en donde Mi Madre ha aparecido para dar testimonio de la Presencia de Dios y del Amor de Su amado Hijo.
No existe lugar en el mundo que no sea llevado a la tentación, a la perversión, o a los errores.
Mientras hayan hombres que manejen la Obra de Dios, por ser tan frágiles, humanamente, siempre habrán errores. Pero si existe una consideración en lo que se vive y en lo que se practica como vida espiritual, siempre habrá un amparo para que las almas se sientan guiadas; por eso no todos están en la misma escuela de comprender los misterios del Señor.
Cada uno vive lo que vino a aprender en esta vida, y es lo que Dios ha destinado para cada una de las almas.
Solo los invito a ser guardianes de los Centros Maternales de Amor que su Santa Madre ha fundado en diversas partes del mundo.
Dios no necesita que ustedes se fijen en lo que los demás hacen mal, porque el tiempo de la justicia llegará.
Deben orar por sus enemigos, deben orar por los que no consiguen vivir la verdad, y no juzgarlos.
Cada uno de ustedes ha pecado en algo y Mi perdón fue entregado, infinitas veces. Busquen la transparencia de sus corazones y encontrarán la paz que hoy no viven por diversas razones.
Sé que cuando los hombres manejan los Centros y Santuarios Marianos del mundo se cometen muchas fallas, porque la ostentación es muy grande, más que la oración.
Pero Dios ahora no está poniendo Su mirada en los injustos sino en la fe de millones de almas que necesitan vivir su conversión y redención a través de esos núcleos de amor, que como Fuentes de Gracias, el Universo Celestial ha fundado en la Tierra.
Si ustedes son parte de esos Centros de Amor y de esos Santuarios Marianos, es porque necesitan cura y necesitan llevar esa cura a los que hoy no la tienen, por ignorancia o ceguera.
Por eso he venido desde ese Monte en el que se colocó una cruz tan semejante a esta. En donde peregrinos llegan a ella para pedir redención y paz, a través de la intercesión de la Sierva fiel de Dios.
La obra de los Sagrados Corazones es una sola y no está dividida; es el adversario quien divide las cosas en las mentes de los hombres y mujeres y los confunde, tanto, tanto, que pierden la oportunidad de aprender a amar así como Yo lo deseo todos los días y en cada momento de sus vidas.
Despierten a la verdad del cielo y háganse parte de ella; no se pierdan en lo que es superficial, en lo que es aparente, o en lo que no está claro.
Abran sus ojos y vean venir la Fuente del Amor de los Sagrados Corazones que está difundida por varias partes del mundo y a través de diferentes Centros y Santuarios Marianos.
Los invito a buscar en todo esto la Unidad. Los hará fuertes e invencibles y no los separará de Mi Corazón, sino que los unirá cada vez más a Dios, a Su divina Consciencia.
Cumplan la profecía de estos tiempos, sobre el advenimiento de la coronada de estrellas, porque Ella no se queda en lo pequeño, ni en lo insignificante.
Su voz hace eco en todos los Universos, porque es la que en su humillación encarnó al Hijo de Dios en Su vientre purísimo y trajo para todos la misericordia y la paz, que de tiempo en tiempo necesita el mundo.
Sean Su mensaje y cúmplanlo. Sean guardianes de Sus Santuarios Marianos y comprenderán enseguida los designios de Dios.
Por eso he venido de ese lugar, en Medjugorje, porque lo estaba santificando, para que nunca pierda la esencia de su verdad y es aquí, que el Hijo de Dios hace el puente entre Medjugorje y Sur América, para que todos vean que en esencia todo es una sola cosa, un solo principio y una sola misión.
No busquen comprender cuáles son los carismas o las virtudes, busquen todos los días ser parte de esa Fuente de Gracias que emanan de los Centros y Santuarios Marianos y serán finalmente los siervos de la Mujer vestida de Sol, que trae la luna a Sus pies para anunciar la nueva era.
No solo sean Sus hijos. Sean Sus siervos, sean Sus discípulos, sean Sus colaboradores de la paz y así se librarán, les aseguro, de las cosas mezquinas y superficiales que hacen los hombres para lastimar la fe de las almas y la credibilidad en el Reino de Dios.
Lo único que importa, queridos compañeros, es que Dios está actuando con tanta misericordia y piedad para salvar millones de almas, que de no encontrar lugares como los Santuarios Marianos, estarían tan perdidas, tan separadas y tan distanciadas de la Verdad.
Hoy, vengo a dar este mensaje para los corazones que están en la primera escuela de la preparación. Para que puedan comprender en las nuevas escuelas todos los misterios que están basados en el Amor.
Y así, aparto con Mi Mano lo que quiere confundirlos, separarlos de la Verdad de los Sagrados Corazones.
Estamos en un tiempo de batalla espiritual, en donde el amor y la indiferencia juegan en un tablero para definir quién ganará esta instancia final.
Colóquense en el ejército del amor, de la perseverancia y de la fe y vean cuánto transforma el Amor de Dios todo lo que toca, especialmente a Mis compañeros, a Mis amigos y a Mis hijos, que Me viven en la fe y en la esperanza de, algún día, bajo la gracia de Dios, volver a verme por segunda vez.
Que esta cruz que hoy traigo desde lo alto de Medjugorje, una, libere y santifique a todos los pueblos.
Que ya no existan lenguas, razas, ni credos; sino solo el amor, que brota de Mi Corazón, desde la Fuente, para toda la humanidad.
Si tienen amor en sus corazones comprenderán Mis Misterios; si tienen sus mentes antes que el amor, se confundirán.
No busquen las respuestas en lugares equivocados, sean más inteligentes que Mi adversario y vénzanlo a través de la oración y de la unidad.
Porque Dios sabe en Su infinita Misericordia, qué es lo que cada hijo necesita.
No intenten forzar una respuesta que no comprenden, porque siempre se perderán y así, perderán la esperanza de poder encontrar aquí, en este día, un nuevo camino a la sublime consciencia.
Yo fui el Jesús que comulgó y vivió con los pobres, con los ricos; que tiró el poder de los eruditos y de los reyes y dio el tesoro a los más simples y humildes de corazón.
A través de Mi Pasión, de la Cruz y de Mi Muerte, Yo les enseñé cómo deberían amar.
Una vez les dije, en Mi mayor Agonía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
Hoy, les pido a ustedes, por misericordia, que perdonen a los que no saben lo que hacen.
Si ustedes piden por misericordia, también sean misericordiosos con sus semejantes.
Abran sus oídos y aquieten sus corazones para que Mi Divinidad, nuevamente pueda comulgar con la humanidad.
¿Por qué hago todas estas explicaciones? Porque llegó el momento de que todos vivan la Obra de Dios según sus escuelas, sabiendo que es el Hijo del hombre el que une a todas las escuelas en un solo amor, que es el amor de la Fuente.
Todos llegarán a ver el retorno de Cristo, de diferentes escuelas, religiones, credos, pueblos y regiones.
Al final, todos tomarán consciencia que el camino siempre ha sido uno solo: atravesar la puerta de Mi Corazón; la puerta hacia el Amor, la Verdad y la Unidad.
Que el Señor bendiga todos estos elementos, a los pies del altar, que serán fuente de Gracias y de renovación para las almas que hoy los recibirán.
Agradezcan a Dios por todo lo que les da y no por lo que no comprenden. Recuerden que sus ángeles de la guarda escriben en sus libros las oportunidades que ustedes tienen de amar más.
Que el Señor santifique estos elementos para que las almas vivan el amor, y que nadie pierda la oportunidad de despertar a lo que es verdadero, único, desconocido y sublime.
Señor, exorciza todo lo que no es parte de Tu Luz. Que las mentes sean liberadas de sus cuestionamientos para que el mal sea derrotado y triunfe el Poder y la Gloria de Mi Sagrado Corazón.
El Señor bendiga este agua, que es creada por Su divino y amoroso Pensamiento, para que ella bautice y regenere a las almas que hoy serán sacramentadas por la Luz del Santo Espíritu.
El Señor hoy renovará los votos de las almas que son consecuentes, así como los votos de tantas otras almas en el mundo que aspirarán auxiliar a la Divina Misericordia del Redentor.
El Señor te bendice, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.1
Que este símbolo del Corazón dorado represente la unión de sus corazones con el Mío, para siempre.
Ahora, el Señor las va a bendecir en nombre de todas las almas que auxilian a Cristo, en la Obra de Su Divina Misericordia.
Padre, multiplica las Gracias en estos corazones, y que ellas sean parte del Océano de Tu Infinita Misericordia, para que como luces renovadas en el mundo, evangelicen la Tierra con sus ejemplos de caridad y de servicio incondicional a los que más lo necesitan. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
El Señor comparte esta cena con Sus discípulas; con hijas que hoy se consagran a Su Divina Misericordia, para que la Divina Misericordia pueda ser difundida en el mundo, como Fuente de Reparación y de Cura para las almas que agonizan y sufren en sus abismos.
Como hace más de dos mil años sentado con Mis apóstoles en el suelo, tomé el pan, di gracias a Dios por ese sacrificio y les dije: coman todos de él, porque este es Mi Cuerpo que será entregado para el perdón de los pecados. Hagan esto en Mi Memoria, por los tiempos que vendrán.
Del mismo modo, tomé el cáliz y dando gracias a Dios por ese gran sacrificio, les dije: tomen y beban todos de él, porque esta es Mi Sangre, de la alianza nueva y eterna, que será vivida por todas las almas, hasta el fin de los tiempos.
Este es el Sacramento de la Redención, de la Renovación y de la Cura para la humanidad.
Oremos.
Bajo la Luz del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, los bendigo y bendigo a esta humanidad, para que camine hacia la Redención.
Hoy Me elevo al cielo con una nueva canción. Y ustedes hoy dirán: “Estoy contigo Señor, porque creo en Tu Misericordia, porque creo en Tu Poder, y acepto vivir Tu Voluntad, así como Dios lo ha pensado desde el principio”.
Les agradezco, por haber hecho de esta maratón, una maratón de liberación y de perdón infinito.
Amén. Podemos cantar.
1. Las auxiliadoras son ungidas con aceite.
Escribe en tu corazón Mis Palabras y que ellas no desaparezcan, porque serán Palabras necesarias para los tiempos que vendrán.
Yo Soy tan semejante a esta Luz, que quien Me sigue nunca estará en tinieblas. Feliz será el que siga Mi Luz y la reconozca dentro de sí, porque no perderá la oportunidad de sentir el poder y la fuerza de Mi Amor.
Cuando Mi Luz está presente, no hay tinieblas. Los tenebrosos y los demonios caen a los infiernos, porque Mi Santo Padre, el Arcángel Miguel, los ha derrotado uno a uno. Es por eso que ahora no deben temer por nada, sino por no convertir a sus corazones; conversión que debe ser consecuente con Mi pedido, en este tiempo final, en el que todo se define dentro y fuera de los seres.
Quien busca esta Luz, no perecerá. Quien vive en Mi Luz será luz en las tinieblas en los tres días de oscuridad.
Mi Luz es la esencia del amor y Mi Amor es la esencia de la vida; la vida que Dios nos ha dado desde el principio, a todas Sus criaturas. Bellísima es Su Luz en el universo, porque es triunfadora y no se puede derrotar.
Verán moverse los infiernos. Sentirán la Tierra temblar. Podrán ver cosas espantosas en los tiempos que llegarán, pero sepan que será el momento de la gran definición y estará en ustedes la decisión y la libertad de hacerlo, porque necesito almas que resplandezcan ante Mi Llamado. Necesito guerreros que luchen contra cosas inmensas, contra las cuales nunca lucharon. Por eso, los integro a todos en Mi Luz, que es la Luz eterna de Dios; es la unidad, es la omnipresencia y la ciencia universal.
¡Ay! de aquellos que no entren en la Luz de Mi Corazón. ¿Cómo podrán persistir en estos tiempos agudos?
Yo vengo a dar algo al mundo, en lo que la mayoría no pone atención, sino en lo superficial y mezquino. Verán hombres y mujeres golpearse su pecho por no haberlo hecho, por no haber buscado Mi Luz, la Luz eterna del Creador.
Hasta la última gota de Mi Esencia está siendo entregada. Estoy dando cuenta ante Mi Padre por ustedes y por el mundo. No rechacen ni pierdan esta oportunidad, porque es de las últimas y en ustedes deberán estar vivos todos los tesoros, que mes a mes y de tiempo en tiempo, les he entregado a través de este simple encuentro de oración.
Es hora de que coloquen las llaves del Cielo sobre la mesa y que contemplen con gratitud las Gracias que Mi Padre les ha entregado a través de Mi Glorificado Corazón. Ustedes, si son Mis seguidores, tienen las llaves para abrir las nuevas puertas y no para cerrarlas a los que necesitan cruzar a la nueva vida, a la renovación y a la esperanza. Definan sus caminos, pues el tiempo se aproxima y los invito a ser parte de Mi Luz para que, estando ustedes en Mí, Yo pueda estar en ustedes en cada momento como en cada hora.
Y si Mi Luz está en ustedes, Mi enemigo no triunfará. Él no podrá derrotar a ninguna de Mis almas, a las que a través de los tiempos Yo he convocado para formar parte de los ejércitos del tiempo final, de la preparación del Retorno de vuestro Rey.
Beban de la Fuente de la Luz que hoy les traigo, pues en esencia es Adonai quien con inmensa Misericordia se está donando a sus espíritus, a sus almas y a sus consciencias, por los que no lo aceptan, por los que lo engañan y, especialmente, por los que no lo viven.
Los invito todo el tiempo a ser verdaderos, para que Mi Luz pueda estar en ustedes, porque nada les pertenece. Sus vidas son parte de un Proyecto original que se ha desvirtuado a través de los tiempos y de los siglos.
Vengo a completar, en esta hora, lo que no pude hacer hace dos mil años atrás, porque Mi Padre Me llamó y tuve que ascender a los Cielos para escucharlo, como un buen hijo escucha a su padre y se regocija por sus palabras de sabiduría y de amor.
Quisiera que, de la misma forma, Mis compañeros y Mis amigos, Mis servidores y Mis siervos, escucharan las Palabras de su Señor, de su Maestro, de su Pastor y de su Padre, como si fueran las últimas para esta última era, porque deberán dar testimonio de lo que han vivido Conmigo y podrán ser testigos o no de esta Verdad que Yo les traigo.
Hoy colocarán sus rostros frente a sus enemigos para testimoniar que Yo he estado aquí, en estos últimos años, con ustedes y con todos los que han acogido Mi Llamado en la humanidad.
Por eso, llegó la hora de comulgar no solo con Mi Cuerpo y con Mi Sangre, que es el mayor regalo de Mi Amor y de Mi Sacrificio por el mundo, sino que llegó la hora de que se fundan en Mi Luz y que nunca más salgan de ella, para no perderse en la tribulación que vivirá este mundo y que enfrentará en estos tiempos.
Con toda la Gloria del Cielo les traigo esta Luz que no pertenece a nadie, sino solo a la Fuente Primordial, en donde reina la Unidad y el Amor en todas las criaturas. Que esta Luz resplandezca en los espacios oscuros. Que esta Luz destierre las insignias del mal. Que esta Luz triunfe en los corazones puros y que puedan nacer finalmente los Nuevos Cristos, los nuevos apóstoles, los pacificadores del Redentor.
Esta Luz, que hoy les traigo, proviene de un lugar profundo y sublime, de una dimensión de consciencia desconocida, desde donde su Señor y Maestro del Amor surgió, al igual que Su Santa y Virgen Madre, así como todos los arcángeles y los ángeles que existen en el Cielo y en los universos, y que alaban eternamente a Adonai.
Ustedes son hijos de esta Luz. Despierten, despierten a sus hermanos del hipnotismo mundial. Recuerden que son hijos de la Fuente y que son esencias que vienen aquí a vivir el principio de la redención y del perdón por todo lo que ha sucedido más allá de este plano.
Esta Luz de Mi Corazón les trae la Gracia. Esta Luz los bendice y los renueva, porque les trae la Misericordia y les concede la indulgencia a sus corazones que tanto lo necesitan en todo el mundo.
Si están alrededor de esta Luz, de la Luz de Mi Corazón, no tienen que temer. Difícil será la purificación de sus consciencias, la rendición de sus aspectos humanos y la liberación de sus atavismos. Pero quien está cerca de Mi Luz nunca perecerá, porque será contemplado por el universo al haber sido contemplado por el Hijo de Dios, que cree y tiene esperanza en una Nueva Humanidad curada y redimida de sus errores eternos.
Alcen a los Cielos y espiritualmente, la Luz que existe en sus corazones y esencias. Ofrezcan a Dios esta Luz como reparación y reconozcan que sin esa Luz no pueden hacer nada y nunca podrán ser guiados hasta la meta final.
Dignifiquen sus consciencias y reciban, a través de esta Luz, el bautismo del Espíritu Santo, que debe expandirse por el mundo para las almas que caen en los infiernos de esta superficie planetaria. Y aún más, les digo que esta Luz es concebida también por los ángeles del universo.
Hoy, a pedido de Mi Padre, detengo las acciones del mal en la humanidad y ya no dejaré que los inocentes sufran los ataques del infierno, porque Mi Luz, que es invencible, triunfará.
Dichosos serán los que crean en este misterio porque, tan solo por creer, estarán dentro de Mi Luz sin percibirlo; y en verdad les digo que comulgarán con Mi Corazón hasta el fin de los días, hasta que Me vean venir entre las nubes, en la Gloria de Dios.
Es así que en esta hora detengo la perdición de las almas, la agitación de los infiernos, la injusticia humana y el pecado en los hombres de superficie. Esta Luz concede, en este momento, una instancia de paz para los que más lo necesitan, para los que más sufren, para los que se desesperan y no han encontrado aún ninguna salida.
Hoy han comulgado con el Sacramento de Mi Luz, misterio que le estoy revelando a la Iglesia de la Tierra porque, más allá de la comunión con Mi Cuerpo y con Mi Sangre, pueden comulgar con Mi Luz, y así estarán comulgando con Mi Divinidad.
Escuchen ahora la oración de su Maestro, que se arrodilla ante los altares de Adonai, así como todos los ángeles del Cielo se postran ante la Fuente Primordial. Y de esa forma, con esta oración, ya bendeciré todos los elementos, porque mientras hablo, Mi Energía Divina, que es la Energía de Dios, magnetiza todas las cosas y las transforma en algo sagrado y en culto. Todo se transforma en una gran ceremonia cuando la Luz de Mi Corazón se proyecta en la humanidad.
“Escucha, Padre Eterno, la Voz de Tu Siervo, de Tu Esencia, de un inconmensurable Amor, que se postra ante Tu Trono para suplicarte, para convertir este momento en algo sagrado, puro e inmaculado.
A los Pies de los Padres Creadores, de los Arcángeles, suplicamos con los ángeles del Cielo por el surgimiento de una Nueva Humanidad libre de errores, libre de sufrimientos, libre de amarguras, libre de tristezas, libre de agonías, libre de incertidumbres, libre de fracasos.
Que Tu Divina Luz, Señor, que impregna y vive en todos los universos, descienda ahora sobre aquellos que escuchan Tu Sagrada Palabra, a través del amadísimo Verbo de Tu Hijo.
Que las almas siempre encuentren refugio en Mi Corazón para que Yo las pueda llevar hacia Ti y Tú, Padre, las tengas entre Tus Brazos para protegerlas y contemplarlas con la dulcísima mirada de Tu infinito Amor.
Así, Padre, a pedido de Tu Hijo, destierra lo que ocasiona la indiferencia. Ábrele los ojos a los que están ciegos espiritualmente. Hazte sentir como un Rayo poderoso en los corazones más cerrados, para que todos puedan vivir el resplandor de Tu Reino Celestial.
Prometo, Señor, hasta el fin de los días de este mundo, socorrer a Tus hijos de Tu Santa Justicia, para que todos puedan sumergirse en el océano de Mi Misericordia y así encuentren la paz, la esperanza de vivirte y de participar Contigo en eterna Comunión.
Envío ahora a los ejércitos angélicos para que colmen de Tu Luz toda la Tierra, y que los más pecadores puedan ser liberados de la perdición, para que también vivan en la Fuente de Tu Amor y de Tu Verdad.
Bendice, Señor, este momento con Tu eterna Luz y haz sumergir en Tu Fuente de Vida a Tus criaturas, a las que has concebido según Tu Divino Pensamiento y Tu Proyecto; porque así, con la entrega de Tu Hijo en la Cruz y con la cruz de los Nuevos Cristos, Mi eterno rival será vencido, porque su derrota está cerca. El triunfo de Tu Reino descenderá a la Tierra, la Nueva Humanidad nacerá y ya no será indiferente a Tus Palabras y Designios.
Cree, Padre, y observa con la mirada de Tu Amor lo que he hecho en Tus hijos a través de los tiempos.
Escucha las alabanzas de los santos.
Recibe la honra, Padre, de los bienaventurados.
Escucha, Padre, el canto de los ángeles, porque Tú siempre eres Nuestra Luz, Nuestra guía y Nuestra Verdad.
Ofrezco la Luz que has concebido en Mi Corazón, humilde y pobre, por aquellos que aún no Te viven y ni siquiera Te buscan.
Señor, ten Misericordia y que ningún alma deje de poder encender su luz interior ante Tu Presencia, ante Tu omnipotencia y omnisciencia.
Que se cumpla, Señor, Tu Voluntad en los corazones que hoy la reciben y que sean conscientes por siempre de este sagrado compromiso con Tu eterno Corazón.
Hoy Te pido, Padre, que por Tu Gracia infinita y por Tu Amor mayor, sucumban los infiernos en sus infiernos y que cierres las puertas a la maldad, así como Te lo implora Tu Hijo, con todo lo que Tú has concebido en esencia, en vida y en divinidad, en Mi Sagrado Corazón.
Que Tus Rayos de Gracia lleguen a los que más lo necesitan.
Que Tú concedas la cura de las consciencias y que la alegría retorne a todos los que la perdieron por alguna causa.
Que Tus hijos, Señor, Tus criaturas, se animen a vivir en Tu Reino Celestial, porque Tu Paraíso se aproxima y al fin, Señor, al fin se cumplirán los mil años de paz.
Hoy se han elevado a Tu Reino las luces internas de Tus criaturas. Hoy Tus altares se encienden por esa Luz. Que Tu divina Luz, Señor, haga humildes, simples y mansos a los que siguen Mi Camino con fe, esperanza y confianza.
Se regocija Mi Corazón en Ti, Padre, así como Mi Corazón se regocijó, a pesar de todo, en el Huerto Getsemaní, al saber que este tiempo llegaría y que todos conocerían, a través de estos medios, el poder de Tus Palabras, el decreto que existe en los Cielos.
Que la Luz de Dios purifique a Tus hijos y que cada hijo, que proviene de Ti, cumpla con alegría, Tu Voluntad”.
Bautizo con esta Luz a todos los que Me han seguido a través de los tiempos e instituyo en este día, entre todos, la nueva Congregación de la Fe, bajo la guía de su Señor Jesucristo. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Que los pacificadores alcen sus voces a los Cielos, porque los oídos del Padre escucharán sus melodías. Que los pacificadores del Redentor se proclamen en los cuatro puntos de la Tierra, sin ningún temor de decir que son cristianos hasta el fin, hasta que su Maestro retorne para instaurar el nuevo tiempo en la humanidad.
Oremos al Padre con gratitud y regocijo.
Oración: Padre Celestial.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
A pedido de nuestro Señor vamos juntos a entonar “Pacificadores de Cristo Redentor” y vamos a invitar a nuestros hermanos de los Monasterios, de las Comunidades, a los grupos de la Red-Luz y a todos los seres orantes de buena voluntad.
Ofrezcamos a Dios esta Luz que nos ha concedido en nuestro interior como un oferta de reparación y cura para la humanidad.
Aquí está el Arca Sagrada de Dios, que guarda los mayores tesoros del Universo.
Ella retornará Conmigo a la Tierra para instituir el nuevo Plan de Dios al momento que surja la nueva humanidad.
Retornaré más brillante que un sol y más luminoso que cientos de estrellas.
Mi Espíritu será tan fugaz como el viento, semejante a la fuerza de los océanos y de todos los mares.
Un Portal del Universo se abrirá sobre la Tierra, y los 144 mil lo sentirán porque escucharán Mi Voz en sus corazones y sabrán que la hora se aproxima.
Será el momento en que Dios habrá declarado Su Justicia sobre el mundo; y los impíos, los injustos, lo sabrán.
Por eso, vengo a ofrecer esta Arca Sagrada como última salvación de la humanidad.
He colocado dentro de ella Mi Sagrado Corazón lleno de espinas para que sea venerado, adorado y reparado por los hombres.
Los ángeles participarán de ese acontecimiento, de la Venida del Hijo del Hombre, y no habrá consciencia que quede sin saberlo, porque Dios ya está poniendo fin a las injusticias humanas, a todo lo que es pecado y a todo lo que está perdido.
Como hice hace más de dos mil años en Tierra Santa, vengo a ofrecer Mi Corazón como símbolo de expiación universal para que las almas encuentren un refugio seguro, para que sepan conducirse en los tiempos que vendrán y no pierdan la posibilidad de ser guiadas.
Con todo esto, vengo a revelarles los misterios de Mi Sagrado Corazón, los cuales no son verdaderamente contemplados ni buscados por todos, en estos tiempos.
Escogí este lugar para hacerlo porque aquí ha venido uno de los Míos; ha venido en Mi Nombre a dejar algo que la humanidad no ha comprendido y que ha convertido esa oportunidad en perdición para muchas almas.
Pero Mi Misericordia es infinita, más grande que todos los océanos y que todo el Universo.
Mi Fuente de Gracia nunca dejará de brotar, pero debo ser obediente a Mi Padre, así como ustedes deben ser obedientes a la Ley y a la Justicia.
Mi Gracia no terminará, pero deberé cerrarla en algún momento. Por eso, en estos tiempos, vengo a fortalecerlos para intentar hacer de sus vidas nuevos instrumentos que puedan corresponder a la necesidad de Mi Plan y de Mi urgente retorno al mundo.
Mientras el mundo sea injusto a todo lo que Yo le he dado a través de Mi Sacrificio y de la Cruz, por la profanación de la Palabra, del Divino Verbo, y de la Eucaristía, aún sufrirá más de lo que espera.
Por eso vengo, con tan pocos, a cambiar los acontecimientos y a hacer de sus encarnaciones un momento de renovación y de esperanza para el mundo.
Quisiera que todos los días Me oraran como Me oraron hoy.
Quisiera que todos los días caminaran hacia el Portal de la Paz así como caminaron hoy, con simplicidad, en amor y en sintonía.
Eso ha permitido que Yo viniera aquí, a recoger los purgatorios que existen en toda Europa.
Cuando sus pies caminan con determinación y firmeza hacia Mi Portal de la Paz, muchas cosas Yo puedo hacer a través de ustedes; y todas las que Yo puedo hacer, son muy desconocidas para la humanidad.
Hoy han permitido que Mi Padre concediera traer hasta aquí el Arca de la Santa Alianza, bajo la veneración profunda de Mi Sagrado Corazón, que está dentro de la misma, como esencia y energía.
Quiero que sus ojos observen el horizonte de Mi Corazón, el Universo de Mi Amor y la Divinidad de Mi Consciencia, y que puedan creer que más allá de todo esto existe algo mayor y verdadero, que el mundo aún desconoce.
Hoy pude dejar en sus corazones las Moradas de Mi Padre, aquellas moradas de las cuales Yo he hablado en el Evangelio, en el Nuevo Testamento.
Quiero que no solo oren por ustedes, sino también por el mundo infiel y egoísta; por aquellos que usan Mi Nombre y el Nombre de Mi Madre para promoverse y hacer creer a muchas consciencias que todo es verdad.
No saben cuánto siente Mi Corazón cuando desvirtúan las cosas, como propósito y como designio celestial.
No tengo nada más para entregarles que Mi Corazón y Mi Vida, Mi Alma y Mi Divinidad.
Aspiro a poder ser en los Míos mucho más de lo que Soy.
Aspiro a poder convertir lo que aún no Me permiten.
Aspiro a poder liberar lo que aún se resiste en ustedes, por miedo o por vergüenza.
Mis Ojos de Misericordia no vienen a ver lo que está mal; sino vienen a ver lo que Mi Padre ha creado en lo profundo de sus consciencias, desde el Principio.
Es por la esencia de las almas del mundo que rezo todos los días, a los pies de una luminosa cruz semejante a esta que está junto a Mi altar.
En esta Cruz Yo di todo por el todo y mucho más de lo que los hombres conocen por historias o por relatos, por experiencias o por visiones.
Dios nunca revelará totalmente Su Misterio, porque sabe que el hombre es débil en la carne y en la tentación.
Pero sí, Él podrá dar todos Sus tesoros y lo que existe más allá de este Universo, a los que tienen fe en Él, a los que creen en Su Palabra, a los que viven en Su Voluntad y la respetan, a los que confían plenamente en Su Misericordioso Amor.
El mundo está muy enfermo de cuerpo, de mente y de espíritu.
¿Quién socorrerá este mundo llagado y lleno de heridas?
Un mundo que sufre como consciencia, a través de la humanidad y de los Reinos que Mi Padre ha creado para su beneficio, para beneficio de Sus criaturas.
Estoy como un árbol, esperando que Me contemplen.
Estoy como las aves, esperando que Me alaben.
Estoy como el mar, para que Me busquen en el silencio.
Estoy en el viento, para que reconozcan la caricia de Mi Amor en todo lo creado.
Mi Amor, que es el Amor de Mi Padre, está en todo, esperando por reparación y cura.
Que los valientes se animen a seguirme.
Que los perseverantes no se cansen de seguir Mis pasos.
Que los imperfectos no se amedrenten.
Que los enfermos crean en el Poder de Mi Cura, y que los pacificadores no dejen de dar la paz, a pesar de lo que suceda.
Porque, en verdad les digo, dichosos serán los que hagan cosas más grandes que las que Yo hice, porque en el Cielo serán coronados por vivir y buscar Mi Humildad; porque en el Universo serán reconocidos como Mis siervos del fin de los tiempos, y como los santos de los últimos días.
Ofrezcan sus pequeños sufrimientos por los que más sufren.
El planeta, como un todo, como consciencia, es el mayor dolor de este Universo.
Retornaré en Gloria para corregir este proyecto humano y esta gran idea, divina e inmaculada, que Mi Padre emanó de Su Corazón al Infinito.
Cuando vean que el mal hace temblar todo y que las mayores dificultades de la Obra se presentan, sepan que Mi enemigo está inquieto, porque estoy dando pasos firmes, camino a Mi Retorno.
Que se enciendan las antorchas de los Nuevos Cristos.
Que se eleven los estandartes de la rehabilitación.
Que en lo alto de los montes se vean las banderas de la paz, porque el fin está llegando, aunque muchos no lo crean.
Refúgiense en el Inmaculado Corazón de Mi Madre.
Oren, adoren y esperen en silencio, porque una señal significativa pasará y no podrán estar distraídos, sin poder verla.
Esa señal indicará el fin del último fin y la llegada del Omega a la humanidad.
Los Libros Sagrados terminarán de ser escritos porque la Mujer Vestida de Sol abrirá el nuevo cofre, en donde las perlas más preciosas de la redención serán presentadas ante los Tronos de Nuestro Señor.
El Arcángel Gabriel anunciará a Sus ángeles el momento de Mi Llegada, y la última trompeta en el Universo Celestial se escuchará. ¡Ay de aquellos que no hagan penitencia!
La Justicia será muy grande por lo que la humanidad ha hecho, pero Mi Misericordia salvará a aquel que se rinda, de verdad, por él mismo y por sus hermanos.
Ya no busquen la paja en el ojo ajeno. Ya no juzguen, ya no critiquen.
Sean misericordiosos como Yo lo Soy, hasta el final de la cruz, hasta que sean traspasados por la Lanza del Amor de Nuestro Padre.
Aun en esa hora, no desistan porque, aunque aparentemente Yo no esté presente, Mi Espíritu Divino siempre estará en aquel que crea y que viva Mi Confianza.
Que esta Arca sea el símbolo de los nuevos redimidos que veneran, pacíficamente, Mi Sagrado Corazón y que lo hacen por una raza perdida e indiferente.
Alegres serán los que así lo hagan, porque nunca les faltará la fe.
El Reino de Dios se aproxima para derramar Su Justicia, y Yo haré todo lo posible y un poco más por los caídos. Que así sea.
Rezaré en estos días, junto con ustedes, para que estas rosas que han traído a Mi Altar sean bendecidas y, al tercer día de este encuentro, se las lleven como un presente de luz de Mi Sagrado Corazón y como parte de la donación de los Reinos de la Naturaleza a la humanidad, una donación incondicional.
Que en esta Maratón oremos por los que no viven Mis Mandamientos, por los que infringen las Leyes del Universo todos los días, por los que son religiosos y espirituales y no son verdaderos, para que el Espíritu Santo abra sus ojos y rompa los candados de sus corazones; para que descienda la Gracia de Mi Misericordioso Corazón y las almas sean rescatadas de sus abismos. Amén.
Mientras Me elevo al Universo con todas las súplicas recibidas, necesito en esta hora que alivien Mi Corazón de todo lo que ve, día a día, de este mundo.
Estoy aquí por los que Me escuchan, por los que Me viven, por los que Me buscan, por los que creen en su Divino Señor.
Necesito que reparen Mi Corazón, hoy, con una canción muy profunda para Mí.
Yo estoy aquí con ustedes, y ustedes, a través de esta canción dirán: Señor, Tú estás aquí, siempre.
Los bendigo con el poder salvador de la Cruz, con la señal luminosa de la redención y de la paz, para que los espíritus impuros sean liberados y para que las almas encuentren la paz, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más