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Querido hijo, querida hija:
Levántate del suelo con Mi ayuda, así como Yo lo hice con Jesús en el camino del Calvario.
Levántate del suelo con Mi ayuda y te indicaré el nuevo camino a seguir.
Levántate del suelo con Mi ayuda y así tus heridas se sanarán.
Levántate del suelo con Mi ayuda y así aprenderás a aceptar tu cruz, como la aceptó Jesús en perpetua resignación.
Levántate del suelo con Mi ayuda y recuperarás la alegría de servir a Cristo.
Levántate del suelo con Mi ayuda y superarás todos los traumas que fueron vividos.
Levántate del suelo con Mi ayuda y conseguirás comprender el significado de la cruz.
Levántate del suelo con Mi ayuda y sabrás atravesar los desafíos de estos tiempos.
Levántate del suelo con Mi ayuda y reconocerás en ti al Cristo sufriente de la humanidad.
Levántate del suelo con Mi ayuda y recibirás la fuerza sobrenatural para atravesar los obstáculos y los límites de tu propia consciencia.
Levántate del suelo con Mi ayuda, para que el resto de la humanidad sea liberada.
Acepta que existen caídas y que existen derrotas propias, pero levántate del suelo con Mi ayuda y en el camino encontrarás la Gracia y la Misericordia de Mi Hijo.
Aprende de Jesús, que superó todas las dificultades y trascendió todos los errores, y que en ningún momento retrocedió ni dejó de avanzar, sino que como un Cristo se levantó, renovó y redimió a todo el género humano, dejándonos en Su lugar al Espíritu Santo para que, a través de Sus dones, guiara a los seguidores y apóstoles de Cristo.
Levántate del suelo, así como lo hizo Jesús las tres veces que cayó en el Calvario.
Acepta la puerta que te ofrezco para la cristificación de la consciencia.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
Mi Amor es la caricia de Dios a Sus Criaturas.
Es Su Amor tan abundante e infinito, que muchas veces las almas no lo saben distinguir.
Por eso, Él Me envía, en nombre de Mi Hijo, como Madre del Amor de Dios para que las almas y, sobre todo, las esencias recuerden que, en sí mismas, guardan una pequeña partícula del Amor Mayor en su interior; y que sin este Amor Supremo no es posible aprender ni evolucionar en este mundo.
Mi Hijo vino al mundo para enseñarles sobre el Amor; sobre un Amor maduro, donado e incondicional; un Amor que se entregaba por aquellos que eran rechazados, discriminados y repudiados.
El Amor de Cristo es el Amor por los pecadores, por los perdidos y por los que ya no encuentran, dentro de sí, el amor.
Como Madre del Amor Divino, vengo en este día a recordarles que, más allá de toda imperfección o error, dentro de ustedes vive ese Amor que los hace parte de este planeta escuela y de este grandioso universo que los espera, una y otra vez, para que aprendan a evolucionar.
Pero, Mis Hijos, no se olviden de que la expresión de ese Amor Crístico comienza en lo más pequeño, en el día a día, con todos los que conviven y están a su alrededor.
Todo lo que Mi Hijo les enseñó, no puede ser en vano y quedar sin efecto.
Denle al Amor Mayor el lugar que merece en sus vidas y con sus hermanos, porque así se disolverán las barreras, se cicatrizarán heridas y las almas, en su caminar, renacerán por la fuerza auténtica del Amor del Padre Eterno.
Hoy, como si fuera la primera vez, les pido esto; porque el mundo sigue caminando hacia la indiferencia, hacia una forma de vida vacía de Dios y vacía de Su Presencia, en la que las tendencias e ideologías toman el primer lugar en la vida de las personas para distanciarlas de Dios y de su verdadera esencia.
Por eso, mediten:
¿En qué lugar de mi vida actúa el Amor de Cristo?
¿Dejo espacio y no me resisto para que ese Amor me pueda transformar y transformar al mundo?
¿Creo en el poder del Amor Mayor?
Así, Mis hijos, Mis Palabras no serán solo palabras, no serán un Mensaje más que solo se escucha y no sucede nada en Mis hijos.
El mundo necesita de columnas auténticas de Amor para que, a tiempo, se corrija el desvío global de la humanidad de su verdadero y único Propósito.
Les agradezco por responder a Mi llamado con atención.
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oremos:
Por la Sagrada Sábana,
que envolvió y transfiguró a Jesús,
restáuranos, Señor.
Amén.
(ocho veces)
Quiero que recuerden, todos los días de su vida, lo que su Maestro y Señor vivió y padeció por ustedes.
No solo quiero que den honor a Mi Pasión, sino que den gloria y reconocimiento a los méritos alcanzados por el Sagrado Corazón de Jesús.
Porque les vuelvo a decir, como les he dicho muchas veces, que en Mi experiencia vivida en la Tierra existe todo el Legado que la humanidad necesita para poder redimirse y cristificarse.
Hoy, de manera especial y hasta diría de manera extraordinaria, les vuelvo a traer el poder del Santo Sudario, porque la humanidad necesita de ese Santo Sudario para poder curarse y sanarse.
Mi Corazón, rebasado de Misericordia, no puede soportar el sufrimiento de las almas, especialmente de las almas que sufren en su cuerpo físico.
Cuenten con Mi oración, ante el Padre Celestial, por todos aquellos que en estos tiempos sufren y padecen enfermedades. Pero les aseguro que la peor enfermedad, en este mundo, es la indiferencia al sufrimiento de los desprotegidos y desamparados.
Quiero curar, en este tiempo y por medio de Mi Misericordia, a todas las almas que viven la indiferencia, que pierden la sensibilidad y hasta pierden la memoria de lo que es amar. A todas esas almas apartadas de Dios, hoy les coloco Mi Santo Sudario, así como también lo coloco sobre cada uno de ustedes.
Fue esa humilde pero poderosa Sábana que Mi Santa Madre y las santas mujeres utilizaron para envolver Mi dolorido Cuerpo, Mi Cuerpo martirizado y ultrajado por los pecados del mundo.
Hoy, su Redentor viene a golpear, viene a abrir la puerta de sus sepulcros internos para que puedan resucitar en espíritu.
Por el poder de Mis Llagas, por la Luz de Mi Preciosa Sangre, hoy vengo a ofrecer lo más íntimo de Mi Ser y de Mi Consciencia, a fin de que las almas se curen internamente, para que la cura externa sea una realidad.
Si las personas no curan sus almas no podrán curar sus cuerpos.
En el Universo de Mi Padre, está todo lo que necesitan y un poco más. Pero como Mi Madre les ha dicho en el último Mensaje, la Creación no fue reconocida por el hombre de la Tierra, la abundancia que Dios les entregó no fue reconocida.
Hemos decidido, queridos compañeros, que su Maestro y Señor hoy les traiga el poder del Santo Sudario para que, envueltos espiritualmente por él, no solo sus almas, sino también sus corazones se puedan sanar.
Para que esto sea posible, los invito a ingresar a Mi dimensión, a través de este sentimiento de amor que une sus corazones con el Mío.
Y nuevamente les vuelvo a traer el momento del Santo Sepulcro, donde el ultrajado Cuerpo de su Señor fue colocado para que al tercer día resucitara. Su humanidad y planeta está en ese momento, entre la muerte y la resurrección. Están entre los tres grandes momentos de oscuridad.
Mi Luz viene a su encuentro para traer sabiduría, discernimiento y paz, para que sepan atravesar estas tinieblas del fin de los tiempos y nunca se olviden de que más allá de todo y por encima de todo está Dios.
Por eso, vuelvan ingresar a través de Mi Corazón en el momento del Santo Sepulcro de su Señor, para que puedan contemplar que también, más allá del sufrimiento, el amor tiene el poder de curarlo todo y de sanarlo todo.
Quiero que hoy se puedan sentir muy cerca del Sepulcro de su Maestro y Señor para que no solo recuerden lo que Él vivió por ustedes, sino también para que puedan sentir lo que sintieron las santas mujeres y Mi Madre Celestial.
Pero hoy, en ese Sepulcro, ya no está el Cuerpo de su Señor; está el cuerpo único de esta raza humana, que se comprende como la consciencia de este planeta. El alma de este planeta está en el Sepulcro, viviendo su momento más doloroso, pero desconocido.
¿Qué harían ustedes ante esta situación?
¿Harían lo mismo que hicieron las santas mujeres y Mi Madre?
Es momento de curar las heridas de este planeta, y para curar las heridas de este planeta primero hay que curar a la humanidad.
¿Por qué la situación de esta pandemia no parece tener solución?
¿Dónde está la llave que ninguno está viendo?, llave poderosa y maestra que está delante de ustedes para que la puedan tomar y abrir las puertas del universo para el descenso de la Cura Cósmica.
Y Yo, su Maestro, su Amor, su Vida, su Camino, pero también su Verdad, está como intermediario, en el Gobierno de este universo, entre el Cielo y la Tierra, para poder interceder por la humanidad.
Entonces, compañeros, curen el alma de este planeta, primero curándose a ustedes mismos del odio, de la mentira, del falso poder, de la apropiación, de la vanidad, de la falta de humildad, de la falta de fraternidad, hasta de la falta de adhesión.
Curen sus seres de todas estas energías. No lo conseguirán de un día para el otro; pero si lo intentan, todos los días, sabrán cómo superarlo.
Por eso, hoy traigo entre Mis Brazos este Santo Sudario, la Sábana que envolvió el Flagelado Cuerpo de Jesús; Sábana que tiene grabada la imagen del Cuerpo Herido de Cristo para que esta humanidad y las futuras generaciones recuerden, para siempre, lo que un ser humano, al igual que ustedes, vivió y padeció hace más de dos mil años, tan solo por Amor, para que eso nunca más se repitiera en ninguna otra persona.
Pero, aunque exista el Santo Sudario, aún la humanidad no ha accedido a la Ciencia Divina que él guarda.
¿Pensaron, en algún momento, qué significaría para cada uno de ustedes poder tocar la Preciosa Sangre de Jesús?
Recuerden, compañeros y compañeras, lo que vivieron Conmigo hace más de dos mil años.
Todos ustedes estuvieron en aquel tiempo presentes, algunos con más consciencia y otros con menos consciencia. Pero vean cuán grande es la Misericordia de Dios que, aunque el Hijo de Dios se haya entregado en la Cruz, todos estuvieron presentes y, a través de los tiempos, supieron de la Presencia de Cristo, así como fue en las primeras comunidades cristianas.
Ustedes, hoy son una prolongación, una extensión, hasta aun una proyección y una continuación de ese espíritu de las comunidades cristianas.
¿Quiénes se abrirán internamente para formar parte de ellas?
Porque Mi Comunidad Espiritual es Universal y, a través de esas comunidades que están presentes a lo largo y ancho del planeta, fortalezco, en todos Mis hijos, la Consciencia de Mi Cuerpo Místico, porque también el Cuerpo Místico de Cristo será un gran espejo, una gran herramienta a ser utilizada para el Retorno de Cristo.
Hoy deseo que ante este sepulcro de la consciencia del planeta no solo contemplen sus propias miserias, que no se coloquen ustedes primeros ante la necesidad, sino que coloquen a sus hermanos en primer lugar, a los más indigentes, a los más sufridores, a los más descartados, a los más repudiados, a los más hambrientos, a los más desconsolados, a los más enfermos, a los asesinos.
Todos necesitan ser envueltos por el poder del Santo Sudario de Jesús para que al menos una mínima parte de esta humanidad se pueda curar, y la cadena interminable de sufrimiento sea quebrada para que surja la Luz del espíritu en todas las almas, impulsada por el Espíritu Consolador del Redentor.
Y así, curando el alma de este planeta, podrán curar a las almas de esta humanidad, las que necesitan de mucha oración para poder salvarse.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos a hacer la siguiente oración, a pedido de Jesús, frase a frase. Haciendo nuestra oferta ante el Sagrado Corazón de Jesús, para que el poder de Su Santo Sudario envuelva, cure y redima a todas las almas posibles:
¡Oh, Santo Sudario de Jesús!,
Luz Insondable de Resurrección,
repara cada célula de nuestra consciencia.
Amén.
(tres veces)
Vayan en paz y recuerden que estoy muy atento a la voz de sus súplicas, porque aún la puerta de la amnistía espiritual de Mi Misericordia está abierta para el mundo, no lo olviden.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Queridos hijos:
Hoy traigo para ustedes el cántaro del Agua de Vida para que recuerden que, a través de él, siempre se podrán lavar y purificar. Que, a través del cántaro del Agua de Vida, podrán renovarse y también santificarse, porque Mi Hijo les ha dado Su propio Ser para que encuentren la redención.
Yo Soy la Señora de los cántaros del Agua de Vida y así como en Bethsajá, hoy vengo a purificarlos con este sagrado elemento para que sepan, desde ahora, que todo pasará y que un tiempo mejor llegará.
Para que eso sea posible, es necesario hacer lo correcto, es necesario vivir la Ley y cumplir los Mandamientos.
A través del Agua espiritual de Vida que Yo hoy les traigo, hijos Míos, vengo a sanar sus heridas espirituales e internas.
Vengo a traerles la paz y a depositarla en sus corazones, para que esta paz los pueda colmar y renovar.
Pero también les traigo este cántaro espiritual del Agua de Vida para que se preparen para atravesar sus desiertos.
Ese será el gran momento en el que, a través de las pruebas, se fortalecerán, y cada uno de ustedes tendrá consciencia del punto en el que está su entrega a Cristo.
En ese desierto encontrarán cosas inimaginables. Verán situaciones que nunca vieron y participarán de realidades de las que nunca participaron. Pero es necesario atravesar ese desierto espiritual y también el desierto físico.
Mi Hijo necesita que su definición se haga presente en los Libros Sagrados del Padre, para que se justifiquen todos los errores que comete la humanidad en este momento y así, la Divina Misericordia pueda seguir actuando en la humanidad.
¿Ahora comprenden, hijos Míos, la importancia de su fortaleza en Cristo?
Yo Soy la Madre de los cántaros del Agua de Vida y, como una samaritana de aquel tiempo, vengo a quitarles la sed, la sed espiritual, para que se puedan sentir saciados de lo que proviene del Divino Espíritu, de lo que hoy les traigo de la Fuente.
En sus desiertos, pruebas o momentos de definición, invoquen la Presencia de la Señora de los cántaros del Agua de Vida, para que Mi Hijo los pueda renovar a través de Mí, del ofrecimiento de Mi Inmaculado Corazón.
Delante de todo lo que vive el mundo, sus consciencias son muy agraciadas, son muy bendecidas, son muy contempladas por Dios.
Sus consciencias deben estar ante la realidad del propósito para este momento, delante de la necesidad y de la crisis planetaria, sabiendo que es importante que los apóstoles aprendan a atravesar los desiertos y tengan confianza en que nada les faltará.
Pero en esos desiertos es muy importante encontrar la soledad, la soledad que les hablará en el silencio y les mostrará la verdad. Una soledad que solamente ustedes pueden ver y reconocer. No es una soledad emocional, sino espiritual.
Es la misma soledad que alcanzó Cristo, Mi Hijo, durante Sus cuarenta días en el desierto, momento en el cual Él se preparó por ustedes para aceptar el cáliz que el Padre le ofrecía.
En ese momento se encuentra cada uno de Mis hijos, cada uno en su grado de escuela y de evolución, cada uno a las puertas de su propio desierto.
Pero ustedes deben afirmarse en la promesa de Mi Hijo. Él retornará y se hará presente, una vez más, entre ustedes y en el mundo.
En el momento en que la situación se agudiza más no pueden bajar los brazos. Un apóstol lucha para sobrevivir en la fe y para ser un testimonio vivo de la Presencia de Cristo, para ser un signo no solo sacramental, sino también de servicio, de oración, de abnegación.
Estos son los tiempos en los que todos entrarán en prueba. Pero también son los tiempos en los que sus talentos deberán despertar y estar disponibles para Mi Hijo. Él espera eso de todos Sus compañeros, de todos Sus servidores.
Es así, que deben entrar en el propósito del plan de rescate, de participar conscientemente de las operaciones de la Jerarquía y de saber que este es un tiempo de grandes movimientos espirituales, internos y físicos, no solo en la purificación del planeta y de la humanidad, sino también de todo el universo, de todo este Sistema Solar.
Mientras el Real Tiempo empuja el reloj alternativo para que pueda ingresar la verdad del verdadero tiempo, Yo los invito, hijos Míos, a cruzar con valentía el desierto interior y a hacer de este momento una victoria para Cristo.
Por eso, hoy vengo aquí, hijos amados, a estar una vez más con ustedes, a entregarles en sus manos este cántaro del Agua espiritual de Vida que les traigo, para que puedan beber y saciar la sed, porque aún resta mucho por caminar en las pruebas del fin de estos tiempos.
El Padre no esperaba que la humanidad llegara a este punto y a esta situación. Por eso, deben ser conscientes de todo lo que reciben y tienen, deben ser agradecidos diariamente. Aún existen en el mundo situaciones más difíciles que las de ustedes, graves, dolorosas e injustas.
Carguen con la cruz dentro de este desierto desconocido, que solo ustedes podrán conocer y saber. Dependiendo de sus pasos, de sus acciones, de su ofrecimiento, ese desierto será más largo, será más corto o será más rápido, de poder cruzarlo y conocerlo.
Nuestras palabras, instrucciones y enseñanzas los prepararon en estos doce años para este momento.
El apóstol de Cristo es aquel que asume cargar la Cruz junto con el Maestro, así como lo hizo el Cireneo en el camino del Calvario. Mi Hijo los está llamando para compartir la Cruz que aún Él carga por el mundo, que es una cruz más difícil que la que Él cargó físicamente en este planeta. Es la cruz espiritual, la cruz de la adversidad, de la incertidumbre, de lo incierto.
Pero la fuerza de Emmanuel estará sobre ustedes, siempre y cuando reconozcan Su Faz, reconozcan la presencia de Su Corazón y de Su Vida, que puede palpitar como una llama de fe dentro de cada ser, dentro de cada corazón.
Hijos Míos, sean el testimonio que Mi Hijo espera, sean parte de las nuevas escrituras de Su Libro Sagrado.
Ingresen en el estado de los bienaventurados y aprendan de todos aquellos que se purificaron, se transformaron y se redimieron, para algún día llegar al Padre Eterno.
Estoy orando por todas las necesidades, por todos los corazones y por todas las causas. Pero ahora es el momento de que cada hijo Mío haga su parte, la parte más difícil y exigente; lo que significará la posibilidad o no, de que la Gracia descienda sobre la humanidad.
Ustedes saben que la humanidad está equivocada, que la humanidad se compromete con las fuerzas del mal. Pero deben pensar todos los días en ese Amor que viene de la Fuente y que todo lo puede; ese Amor que fue capaz de derramar la Sangre y morir en la Cruz por toda la humanidad, para que hoy la humanidad estuviera aquí presente en este planeta y fuera perdonada.
Yo los invito, hijos Míos, a ser esa Luz en la oscuridad, esa Luz de la que Mi Hijo los invita a formar parte, la Luz de Su Divinidad, la Luz de Su Espíritu.
Busquen, en este momento, ver la realidad, para que comprendan lo que estamos diciendo.
Vivan Mis palabras.
Les agradezco, los bendigo y los amo.
Bajo la Luz del Sagrado Corazón de Jesús, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¿Cómo estar dispuesto, a pesar del peso del mundo y del peso del propio interior? ¿Cómo tener la determinación para superarse a sí mismo cada día?
La determinación, hijos, es una Gracia vertida sobre aquellas consciencias que se abren para manifestar la Voluntad de Dios. Pero, para que esa Gracia actúe, los seres necesitan permitir que ella ingrese en el propio corazón y que, desde adentro hacia afuera, los impulse a seguir adelante y a no detener los propios pasos.
Este momento del planeta es marcado por la densidad espiritual y humana. Dentro y fuera de los seres, emergen situaciones para ser transformadas; de sus almas surgen heridas profundas y desconocidas para ser curadas, como también del interior del planeta surgen heridas muy antiguas, porque es el tiempo y la hora de curarlas.
La naturaleza se agita y sus cuerpos también. Mientras en el planeta hay temblores, vientos, fuego, guerras, dentro de los hombres hay angustia, tristezas, cansancios, desequilibrios, falta de comprensión para consigo mismos.
¿Cómo harán, entonces, para alcanzar la paz?
La Paz nace de una misma Fuente para toda la vida, y esa Fuente está en el Corazón de Dios. No busquen afuera de ustedes; busquen adentro, más profundo que los dolores del alma, más profundo que toda confusión. Sumérjanse en el propio corazón y encuentren al Creador.
Ríndanse a Sus Pies en oración, porque de Él proviene la Paz, de Él proviene la certeza de un tiempo fuera del tiempo y de un Reino que trasciende el caos del mundo; de Él provienen la determinación para que, más allá del cansancio y del peso del mundo, puedan seguir adelante, puedan caer, pero levantarse tres mil veces si así fuera necesario.
Todo, hijos, comienza y termina en su vínculo con Dios. Por eso, busquen dentro de sí mismos. Oren y Lo encontrarán.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Un alma estaba afligida por sentir que de lo profundo de su corazón emergían dolores antiguos, registros de experiencias que ella desconocía y de otras que parecía haber superado. Sentía que en su interior no había un tiempo en el que sus experiencias antiguas pasaban y las nuevas surgían de forma armoniosa, sino que todo se mezclaba y lo que había en su interior se tornaba difícil de comprender y de transformar.
Entonces, en una oración sincera, esa alma le cuestionó a Dios, diciéndole: “Señor, el tiempo pasa afuera de mí, pero adentro parece no existir. ¿Cómo puedo sentir y padecer heridas que ni siquiera tengo consciencia de que existían en mi interior? Hoy, todo es tan confuso, lo que parecía estar superado emerge con más fuerza y, cuando parece que ya me levanté, vuelvo a caer en los abismos de mis miedos e incertidumbres, en los dolores de heridas abiertas nuevamente, que son conocidas y desconocidas. Explícame, Dios, ¿cómo puedo curar y superar lo que sucede dentro de mí?”.
Y, con amor y sabiduría, el Señor le respondió: “En verdad, te digo que no solo dentro de ti, sino también en la verdadera vida, el tiempo no existe. El tiempo es la forma que Yo creé para que las criaturas de este mundo pudieran crecer en una secuencia de leyes y ciencias divinas que las mantienen en una escuela evolutiva hasta el momento de su madurez espiritual.
El tiempo sucede fuera de ti, en tu lado humano. El tiempo es percibido por tu cuerpo, tu mente y tus sentimientos; pero en tu interior, alma pequeña, y en tu esencia más profunda, no hay tiempo. Allí eres semejante a Mí, a Mi Infinito, en ti pulsa una vida eterna.
Cuanto más se aproxima la transición del planeta, la esperada madurez humana, más se llega al momento en el que eso que se oculta en tu interior se manifieste, que la verdad se exprese, que el tiempo ya no exista, sino que la Eternidad se revele. Y es parte de ese proceso de transición que tu alma pequeña vea emerger los registros más internos de aquello que viviste en otros tiempos, porque todo emerge para ser reconocido, conscientizado y equilibrado, según el despertar de tu consciencia y el amor de tu corazón.
Por eso, ante los dolores más antiguos, solo busca el Amor que hay en Mí y la Gracia de Mi Espíritu, para que Yo tenga un lugar para actuar a través de ti, y así equilibrar y curar todo aquello que, por ignorancia, viviste, todas las heridas abiertas por una vida distante de Mí. Solo búscame y dame un espacio dentro de ti, en tu mente, cuerpo, alma y corazón. Así, Yo Seré en tu interior”.
Que este diálogo los haga comprender, hijos, que este es el momento de ver emerger, dentro de ustedes, todos los registros de otros tiempos que aún necesitan curarse. Pero, ante lo que sienten, no se desesperen, es solo buscar y darle lugar a Dios, porque solo Él tiene la Gracia y el Amor para curarlos definitivamente.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Que, en cada nuevo día, la Misericordia sea para ti como una luz que se enciende en tus abismos más oscuros, ocultos y profundos.
Que la Misericordia sea el símbolo de que siempre recibes de Dios una oportunidad para recomenzar, y más que eso, hijo Mío, de que siempre recibes del Padre la posibilidad de ir más profundo en tu cura y en tu transformación, y de sanar, en tu interior, heridas que a veces ni siquiera sabes que existen.
Que, cada nuevo día, clamar por Misericordia sea tu esperanza, para que puedas mirar las miserias del mundo y también aquellas que persisten en tu interior y que, más allá de eso, hijo, tus ojos se vuelvan hacia el Corazón de Dios, hacia Su Mirada y hacia Su Amor, y que tu confianza esté en Su infinita Misericordia.
Mucho más allá de todos los pecados y desvíos humanos, el Corazón de Dios, a través de Su Hijo, sigue derramando Sangre y Agua sobre el mundo. Que este manantial no pase desapercibido por ti, sino que encuentre en tu corazón un recipiente nuevo, limpio y vacío, para ser colmado.
Por eso, cada nuevo día, que tú fe esté colocada en la Divina Misericordia. Y, mucho más allá de todos los pecados de ayer, que hoy sepas que puedes recomenzar, arrepentirte y caminar hacia los Brazos siempre abiertos de Dios.
Tu Creador es paciente e incansable. Por eso ve, hijo, a Su misericordioso encuentro, y recuerda llevar en tu corazón el clamor por todas las almas.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Desde el principio de la vida, cuando la Creación aún era un sentir en lo profundo del Corazón de Dios, su Padre Celestial ya manifestaba los principios de la Cura y de la Redención, Dones que provienen de Su Amor por todo lo que en Su interior estaba siendo gestado.
El Creador sabía, hijos Míos, que enviando a Sus hijos para aprender, experimentar y crecer entre las dimensiones, precisaría crear también las formas con las que ellos pudieran retornar a Su Corazón.
Por eso, al manifestar la vida, las dimensiones y todas las formas para que los seres pudieran evolucionar, su Señor también diseñó en su camino el retorno hacia su Sagrado e Infinito Corazón. Por eso, colmó a los corazones de los hombres de dones ocultos, y colmó al planeta, en el cual habitan, de espacios sagrados, también ocultos, espacios que guardan en sí los Dones de Dios, los frutos de Su Amor que permiten a las criaturas retornar al Corazón del Padre Celestial.
Aurora, hijos amados, no es solo un lugar de paz. Aurora es una Consciencia de Cura y de Redención en la cual sus corazones pueden vivir para retornar a Dios. Aurora surgió del Corazón de su Creador, antes aun de que sus vidas fueran manifestadas.
Contemplando los desafíos del planeta y los velos que estarían cubriendo los ojos de Sus hijos, impidiendo que pudieran ver y saber quiénes verdaderamente son, el Creador manifestó la Consciencia de Aurora; Consciencia que los ampara en Sí, como el vientre de una madre ampara a sus hijos. Todo cuanto necesitan Aurora les da; dentro de Su Corazón los velos se rasgan para que puedan contemplar la verdad sobre sí mismos.
Aurora, hijos Míos, les revela su condición humana más impura, para que primero conozcan las heridas que deben curar, sepan dónde está lo que debe ser transformado. Pero entonces, del Corazón de Aurora surge el bálsamo que los auxilia, que cicatriza lo que estaba abierto, que cura hasta lo más profundo de sus seres, libera lo que estaba impuro y los prepara para que, a través de su entrega y servicio, la Consciencia de Aurora se expanda y llegue a los cuatro puntos de este mundo.
Contemplen, hijos amados, la Consciencia de Aurora en su interior, pero también siéntanse insertos en ella. En su corazón, toda la vida encuentra Cura y Redención, para descubrir la verdad sobre sí y, así, retornar a Dios.
Abran sus corazones, para que no solo este lugar exprese Aurora, sino que también sus vidas y este planeta sean frutos de los Dones que su Creador depositó en el interior de Aurora.
Así como este lugar es sagrado, todo el planeta es sagrado, queridos hijos, pero para reconocer los misterios de Dios en el planeta que los acoge, primero los deben vivir en sí mismos. Para que se rasguen los velos que cubren lo sagrado que hay en el mundo, primero deben rasgarse los velos que cubren sus propios ojos.
Dejen que las manos de Aurora se extiendan delante de sus rostros y retiren los velos que los tornaban ciegos, para que puedan ver, sentir, experimentar y vivir quiénes son y, más que eso, cuál es el propósito de esta vida.
Todo lo que les digo está impregnado de una verdad profunda e interior, verdad que pueden conocer a través de la entrega y de la rendición de sus vidas.
Para vivir Aurora, se deben rendir ante Dios y clamar por Sus Dones, por los Dones que Él les entregó por medio de los lugares sagrados que se ocultan en este mundo y en toda la Creación.
Ha llegado el Tiempo de Dios, hijos amados. Tiempo en el que no solo el caos se cumplirá como estaba previsto, sino que la redención también se cumplirá.
Con Mis palabras los llevo a vivir las Escrituras, los llevo a ser profecías vivas, porque es a través de ustedes que todo se cumplirá.
Yo los llevo en Mis brazos hacia el desierto, porque aún no saben quiénes son. Llegará el momento en que, habiendo cruzado ese desierto, les mostraré en el horizonte la Verdad de Dios, y descubrirán, hijos Míos, que pueden no solo estar en Mis brazos, sino que pueden caminar Conmigo, rumbo a la Tierra Prometida.
Después del desierto, les mostraré la Nueva y Eterna Jerusalén que está en el Cielo como en la Tierra y, como dos realidades que se unen en una sola, la Tierra Prometida emergerá y todo se cumplirá. Todos sabrán quiénes son, todo se tornará más claro y lo que antes pesaba en sus corazones, como dudas y temores, se disipará.
De Aurora surgirán luces, luces de una nueva vida, y del Cielo también descenderán a la Tierra los principios de la Nueva Humanidad. Este será el Reino de Dios, hijos amados; un Reino siempre presente, sin embargo solo revelado a los hijos del Supremo, los que se saben Sus compañeros y frutos de Su Amor.
Que Mis palabras resuenen en su interior, no solo como una promesa, sino como una verdad que los lleva a clamarle a Aurora para que la cura acontezca y la redención se realice, para que sus ojos sean dignos de ver y sus corazones sean dignos de sentir todo lo que hoy Yo les dijo.
Yo los bendigo con el poder de Aurora y la Gracia del Espíritu de Dios.
Yo los amo y les agradezco por venir a Mi encuentro con el corazón.
Su Madre María, Rosa de la Paz
Iré al encuentro de Mis hijos y compañeros de Argentina para que puedan curar las heridas del pasado, las que aún permanecen abiertas en muchos corazones.
Pero también iré al encuentro de los más pequeños y valientes niños, los que en su inocencia ofrecen a Dios sus sacrificios, para compensar los errores de los adultos.
No todos los niños son felices por estar aquí, en este tiempo final de la transición.
Muchos de ellos se ofrecen a Dios por aquellos corazones que aún no se arrepienten y no piden perdón a Dios.
Mi Corazón irá a Argentina por los niños más inofensivos y pequeños, porque ellos son el futuro de la nación y no pueden perder la pureza que trajeron aquí como servicio de amor a la humanidad, la que perdió su inocencia y su pureza.
En este tiempo, en Argentina existen niños que son grandes consciencias que vinieron en este ciclo de la humanidad para servir y ayudar al planeta; para que los valores de la fe, de la familia, de la unidad y del bien no se desvanezcan de la consciencia de la raza humana, más allá de los acontecimientos y de las situaciones que viva la humanidad como aprendizaje.
Los niños de Argentina y del mundo entero viven para que los adultos los amen y aprendan a cuidarlos y a ampararlos, para que a través de la unidad de la familia, los más pequeños tengan la oportunidad de crecer y de expresar los valores y las virtudes que ayudarán para la renovación del planeta.
Por esa razón Mi Sagrado Corazón irá a la Argentina por los más pequeños, los pequeños e inocentes que vienen de las estrellas para traer y expresar un mensaje de amor para aquellos que lo olvidaron.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Así como en Mi Corazón espiritual guardo a cada una de las almas, de la misma forma guardo a las naciones del mundo, especialmente a aquellas que en el fin de los tiempos tendrán una importante misión.
En este sentido Argentina será la cuna espiritual de los nuevos tiempos, tiempos que vendrán llenos de la Gracia de Dios y que permitirán que ciertos acontecimientos se presenten a fin de impulsar el despertar de las almas.
Argentina es un pueblo y una nación con muchas oportunidades que sus propios habitantes reconocerán, si viven el camino de la redención y del perdón.
Argentina es un país no solo repleto de bellezas naturales, sino que también es una tierra que guarda sus heridas, heridas muy difíciles que Yo mismo iré a cicatrizar a través de Mi Presencia.
Para que la cura llegue a los corazones de Argentina y a todo su pasado, el pueblo argentino y la humanidad deberán invocar verdaderamente por Mi Misericordia, para que desde lo más alto del Universo pueda descender el rayo inmaterial de la liberación y sea ese rayo el que transmute y redima a la consciencia argentina, y así un nuevo ciclo podrá comenzar.
Estaré atento a la voz de las suplicas de cada uno de Mis compañeros.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
He aquí a la Señora de todos los pueblos y de todas las razas que viene a su encuentro con la potestad del Cetro de Dios en Sus manos, con el amor de las estrellas del cielo en Su Corazón.
He aquí a la Madre y Señora de todos los pueblos del Cielo y de la Tierra, Madre de los hombres, de los ángeles y del Hijo de Dios que viene a su encuentro, trayendo la paz en Su Corazón, derramando Gracias de Sus manos.
Mi Corona de Estrellas derrama Misericordia sobre el mundo. El Cetro de Dios, en Mis manos, detiene a la Justicia que desciende sobre las almas; porque, a pesar de la indiferencia y de la ignorancia de los hombres ante las cosas celestiales, el Amor de Dios por Sus hijos no tiene fin.
Hoy vengo, hijos, por un pueblo que debe recobrar su fe en Dios y su espiritualidad, arrancando de la consciencia las raíces del mal, de la separatividad, de la injusticia y del desamor.
Vengo a mostrarles las puertas de la Iglesia Celestial de su Padre Creador y el camino a través del cual llegarán a ella, independientemente de su cultura, raza o credo en esta Tierra.
Vengo a conducirlos a la conversión del corazón, de la consciencia y de la vida; no para mostrarles una nueva religión, sino para llevarlos a un nuevo patrón de vida, en el que sus corazones se unen a Dios a través de la transparencia, de la verdad y del amor y expresan esta unidad con sus hermanos a través del servicio, de la fraternidad y del amor al prójimo.
Vengo unir el Cielo y la Tierra, en un sacerdocio de perdón y de cura que Mi Hijo Me concedió en la Cruz.
Vengo a guiar a los apóstoles de los últimos tiempos y a los santos de los últimos días; despertándolos y congregándolos, dentro y fuera de la Iglesia, porque no es solo en las Iglesias de la Tierra en donde están los hijos de Dios y los compañeros de Cristo. Yo vengo a buscarlos en los cuatro puntos del mundo porque llegó la hora de despertar.
Mi Corazón prepara la llegada del Mesías al mundo y, así como una vez lo gesté en Mi Vientre y abrí las puertas para que Su Espíritu, Su Alma, Su Cuerpo y Su Divinidad estuvieran en la Tierra entre los suyos; hoy, hijos, vengo a preparar Su Retorno junto a ustedes. Vengo a anunciar la buena nueva de Su llegada al mundo y a preparar a los rebaños que acompañarán al Pastor en la institución de una Nueva Vida.
Él vendrá más brillante que mil soles, con el resplandor de Dios en Su Corazón. Su Faz se mostrará a todos con verdad y poder, más transparente que lo que Él se mostró a Sus apóstoles en Su Transfiguración. Su Presencia hará visible las miserias y las virtudes de los hombres y, con una simple mirada, derribará las estructuras de las falsas espiritualidades de la Tierra. Y los que no supieron amar comprenderán sus errores y se arrepentirán, pero para algunos ya será tarde.
Por eso, hijos Míos, el Redentor envía al mundo a Su Sierva, no para amedrentar a los corazones, sino para despertarlos, para mostrarles el camino de la Misericordia y de la Gracia de Dios.
Vengo para que sus corazones reconozcan los desvíos de sus vidas y se reconcilien con Dios, mientras hay tiempo.
Vengo para que haya amor en los corazones de los hombres y para que este mismo amor pueda curar las manchas y las heridas más profundas de la consciencia de las naciones.
Vengo a decirles y a mostrarles que, a través de la oración, curarán a sus corazones y a sus naciones de todos los errores del pasado.
Vengo para que se arrepientan, hijos, en nombre de la humanidad y que clamen a Dios, de corazón, por una Gracia mayor, porque ella ya está en Sus Manos, pronta para derramarse sobre el mundo, solo basta que le digan "sí".
Hoy reciban con amor Mis palabras y oren Conmigo por un bien mayor. Sientan Mi Presencia en sus corazones. Que Mi Amor les revele un hombre nuevo en su interior para que, a partir de hoy y para siempre, no sean los mismos, sino que estén perpetuamente unidos en amor a su Padre Celestial.
¡Yo los bendigo y les agradezco por responder a Mi llamado!
Su Madre María, Rosa de la Paz
Coloca tu corazón espiritual dentro del Mío y Yo disolveré todas tus amarguras. Así, Me seguirás ofreciendo tu vida por una razón y por un motivo mayor, capaz de hacer que te entregues, día a día, para que se cumpla Mi Proyecto de Redención en la humanidad.
Coloca tu corazón espiritual dentro del Mío y ya no existirán heridas ni miedos porque Yo te fortaleceré en cada momento. Ni la tentación ni la angustia tocarán tu ser porque, en la fe y por la fe, sabrás caminar firme para cumplir Mis Designios.
Coloca tu corazón espiritual dentro del Mío y Yo te enseñaré a amar profundamente, para que tu alma crezca dentro de la Escuela del Amor que Yo tengo para cada ser.
Coloca tu corazón espiritual dentro del Mío y alcanzarás la paz. Ya no te perturbarán los problemas diarios y recibirás el gozo de vivir en Dios y de estar cumpliendo Su Voluntad.
Coloca tu corazón espiritual dentro del Mío y quédate en Mi Paz, porque todo estará bien.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Yo Soy la Madre de Dios de la Puerta de Piedra y vengo a este lugar, hijos Míos, para decirles que a pesar de todo el sufrimiento milenario, a pesar de las guerras, del caos, de la ilusión y del mal, Yo aún estoy aquí. Mi Amor por Mis hijos permanece intacto porque amo a la Presencia Divina en ustedes, al potencial que tienen sus corazones de amar y de abrir las puertas del Cielo para que toda la Creación retorne al Corazón de Dios.
Vengo con la Fuente de la Divina Misericordia fluyendo de Mi Inmaculado Corazón. Vengo con la Fuente de la Gracia brotando de Mis manos para que hoy, hijos Míos, reciban la oportunidad de curar lo incurable y de redimir lo que parecía que jamás se borraría de sus historias y de sus corazones.
Vengo a disipar el sufrimiento que se oculta en una vida que se reconstruyó materialmente, pero no espiritualmente. Mi Corazón les concede la Gracia de restaurar la alegría y la plenitud de estar en Dios. La Gracia desciende hoy sobre ustedes y sobre su pueblo para que, curados por el Divino Amor, se tornen nuevos instrumentos de Dios y oren para que más naciones reciban las bendiciones que ustedes reciben hoy.
Las deudas de la humanidad para con la Creación Divina son incalculables e impagables, hijos Míos. Solo la infinita Misericordia de Dios puede venir en auxilio de los hombres, pero para eso es necesario que clamen con consciencia y que oren con el corazón.
Estamos en tiempos de milagros espirituales, milagros de cura espiritual del planeta, cuando la Misericordia de Dios toca las heridas más profundas de la Tierra. Y hoy Yo vengo, en el nombre de su Padre Celestial, a concederles la Gracia de la redención y de la restauración espiritual para que todo el sufrimiento que se oculta en sus almas y en el alma de esta nación herida, pueda transformarse y sus corazones, hijos, se conviertan en instrumentos de la oración reparadora para este país y para todo el planeta.
Solo les pido que oren.
Oren para curar este mundo; oren para que sus corazones encuentren a Dios. Oren, porque las guerras dejan marcas internas que las construcciones materiales no pueden reparar.
Hoy, despierto a sus corazones con Mi Gracia para que entiendan que un corazón fortalecido en Dios permanece erguido, a pesar de las atrocidades humanas, así como Yo permanecí como la Madre de Dios de la Puerta de Piedra.
Hoy, hijos Míos, sientan Mi Corazón, sientan Mi Paz y oren Conmigo por una Gracia Mayor. Oren por la liberación y oren por la redención. El Padre Creador tiene cosas maravillosas para sus vidas, basta que le abran las puertas de sus corazones.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Cuando Jesús resucitó y trajo de vuelta la vida a Sus células, a Su Cuerpo, cerrando Sus heridas, restaurando todos los niveles de Su ser, lo hizo no solo en sí mismo.
En Su Resurrección se restauraron heridas universales y cósmicas que anteceden incluso a la existencia de la Tierra. En Su Corazón, transmutaba, curaba y restauraba el pasado de toda la Creación Divina y Universal, desde las menores heridas espirituales hasta aquellas que marcaron profundamente la historia del Universo. Todas las criaturas de Dios estuvieron delante de la oportunidad de trascender el miedo por la potencia del Amor; trascender la oscuridad por la potencia de Su Luz Crística.
El Amor de Cristo traspasaba Su Cuerpo y se adentraba más allá de las dimensiones, más allá del tiempo y del espacio, tocando aquellas situaciones y consciencias que habitan en lo invisible, en lo que hasta hoy es un misterio para la humanidad, es desconocido. Ese Amor se manifestó como una Gracia, una oportunidad. La Mano Divina se extendió hacia los que estaban caídos para que un nuevo ciclo tuviera inicio, una nueva escuela que trascendía una civilización, un planeta, y hasta el mismo Universo; una escuela para todos los seres.
El aprendizaje de ese Amor se colocaba disponible para todos los que dijeran "sí". Y fue así que un nuevo ciclo de Redención comenzó para toda la vida. La historia se comenzaba a reescribir, a partir de una hoja en blanco, para que todas las criaturas caminaran el camino recorrido por el Hijo de Dios, y todos pudieran encontrar el punto de su evolución, que los tornaría dignos del Padre Creador, dignos de ser llamados Sus hijos.
Lo imperdonable estaba perdonado; lo incurable recibía su oportunidad de cura; los que estaban perdidos vieron delante de sí la puerta de su salvación. Cristo resucitó y, con Él, toda la vida se hizo nueva.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Mensaje transmitido en el huerto del Monasterio de la Asunción y del Divino Espíritu, en Uruguay, donde fue colocada una fuente con una imagen de Nuestra Señora del Huerto.
Como el agua que brota de las fuentes consagradas a la paz, que las bendiciones divinas se derramen sobre sus almas y corazones y que, a través de ustedes, lleguen al mundo entero.
Que las Bendiciones que Dios vierte sobre sus vidas se multipliquen y lleguen a cada corazón de este mundo.
En este huerto consagrado a la oración, a la contemplación y a la redención de las almas y de los Reinos de la Naturaleza, el Creador encuentra reparación y esperanza. Que cada ser que llegue aquí recuerde siempre que tiene la oportunidad de orar y reparar el Corazón de Dios, así como Su Hijo lo hizo en el Huerto Getsemaní, y así como Su Madre Divina lo continuó haciendo, una y otra vez, al recorrer en oración los sagrados lugares de la Pasión de Cristo.
María Santísima llegó al Huerto Getsemaní para revivir allí la agonía del Señor y así mantener vivos los méritos de Su Pasión y multiplicarlos. Su oración reparaba el Corazón de Dios y sobre todo el Corazón de Cristo, eternamente flagelado por la gran indiferencia de los hombres.
Que este huerto, hijos, sea para ustedes como entrar en el Huerto Getsemaní y compartir con el Señor Su agonía, reparando Sus Llagas y heridas, generando méritos para la salvación de las almas y para la institución de la Nueva Vida.
Siempre entren aquí con gratitud y alegría por poder servir al Corazón de Dios y en Él a todos los Reinos de la Naturaleza. A través de sus oraciones, unidas a los diferentes Reinos en comunión, los ángeles del Señor repararán el sufrimiento y el ultraje que viven los Reinos de este mundo. Por eso, encuentren aquí un espacio de servicio que, a pesar de ser oculto y silencioso, cruza las fronteras y las dimensiones, y toca el Corazón de Dios.
Por eso Él los bendijo, bendijo esta fuente, este lugar y sus vidas, para que los frutos de su redención sirvan de auxilio para muchas otras almas.
Yo los amo.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hoy, Mi descenso al mundo contempla una Venezuela ultrajada por la extrema marginación, herida por las infidelidades de sus leyes, presa por el cautiverio generado por unos pocos, violentada por una opresión obsesiva.
¡Oh, Mi querida y alegre Venezuela!, que la impunidad no despierte más batallas, que el poder que creen tener algunos no obstruya tu sincera espiritualidad.
Mi querida Venezuela, la justicia que tú buscas no está en la Tierra; la esperanza que tú esperas no la verás en el corazón de ningún representante.
Líbrate, Venezuela, de tu constante dolor; perdona todo el mal que te hicieron; reconcilia, dentro de ti, todo lo que fue lastimado y transgredido.
Mi querida Venezuela, no pierdas la aspiración de realizarte, como pueblo, en libertad. Ya no luches con armas, pues el mal se derrota a sí mismo.
Ora, Venezuela, ora sin demora y sin descanso porque verás caer con tus propios ojos los ídolos que fueron erguidos.
Ora, Venezuela, para que siempre estés dentro del Reino de Dios. Tu salida y tu libertad no estarán ni en la guerra ni en los conflictos. Tu renacimiento y tu liberación los encontrarás en la fuerza de tu fe.
Venezuela, sé que esperas un fin rápido de este cautiverio; solo escoge a Dios como tu Gobernante, solo busca el bien mayor por encima de toda adversidad y así triunfarás.
Venezuela, tu alegría volverá a reflejarse en el rostro de tu pueblo y el amor imborrable de tus moradores los hará retornar al propósito de su creación.
Venezuela, es la hora de tu profundo despertar.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
Ora por las almas que están dormidas y que, en su trayectoria por la Tierra, olvidaron el verdadero propósito de la vida.
Ora por los espíritus que deben aprender a dejarse amar por Dios para que, así, curen sus más profundas heridas.
Ora por los corazones que se deben renovar delante del Padre para que puedan estar abiertos a Sus Leyes, a Su Tiempo y a Su Verdad, cuando estos comiencen a mostrarse en la Tierra.
Ora por todos los seres que hoy viven en el mundo para que despierten a su misión mientras hay tiempo.
Ora por lo que ya despertaron pero que, ante los asedios y las ilusiones del mundo, necesitan protección y amparo espiritual para no perderse.
Ora, hijo, por todas las almas creadas por el Padre Celestial porque para cada una de ellas hay una Voluntad perfecta. En el interior de todos los seres habita el Propósito Divino que debe manifestarse a su tiempo.
Que todos los seres reciban una oportunidad de amar, de conocer el verdadero Amor y de renovarlo en su interior.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Soy la Madre de la Piedad infinita, recibo a todos Mis hijos en Mi Materno Corazón, sin importar su condición y su estado interior.
Soy la Madre de la Piedad infinita, la que contempla con ojos de misericordia a las criaturas de Dios y las colma con Su Luz y Su Fe.
Soy la Madre de la Piedad infinita, Soy la que comprende más allá de todo motivo. Soy la Madre que acoge las dificultades de Sus hijos. Soy la Madre que ayuda silenciosamente a resolver lo que parece imposible.
Soy la Madre de la Piedad infinita, Soy la que escucha el corazón dolido, el alma herida y el espíritu sufrido. Soy la Madre que guía y que muestra una solución. Soy la Madre que aconseja y que sostiene los casos más difíciles.
Soy la Madre de la Piedad infinita, Soy la Madre que auxilia a Sus hijos más perdidos. Soy la Madre que protege el camino de los que se entregaron a Cristo.
Soy la Madre de la Piedad infinita, Soy la Madre que los quiere llevar a la paz y al bien. Soy quien ama a cada hijo de Dios, así como es y sin preferencias. Soy la Madre que todo lo considera.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Durante la Hora de la Misericordia, cuando el mayor caudal del Manantial de Mi Corazón piadoso se abre, todos tienen la oportunidad única de poder sumergirse en Mi Océano de Amor para que las faltas más graves sean perdonadas y las heridas más profundas sean curadas.
En la Hora de la Misericordia, compañeros, se abre la Llaga de Luz de Mi Costado para derramar el potentísimo afluente de la Piedad de Dios sobre los pecadores que, en sinceridad y en verdad, pidan por Misericordia.
En la hora más culminante de la Misericordia, cuando todos los días se recuerda la Muerte dolorosa del Señor en la Cruz, las almas, y el mundo entero, tienen la oportunidad de poder purificar su corazón de toda mancha espiritual y de poder ingresar en el Reino de los Cielos, tan solamente recordando la dolorosa Pasión de Jesús.
Anuncien al mundo que todavía las entrañas más profundas de Mi Misericordia están abiertas, para que las almas, durante esta hora definitiva de la humanidad, alcancen la salvación espiritual y el perdón universal.
Que sus vidas sean testimonio de Mi Misericordia.
Que sus ejemplos y sus actos sean misericordiosos, a fin de que, en el gran universo de Mi Misericordia, las almas y el mundo alcancen la paz.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
Y, algún día, vendrás al Cielo para estar Conmigo y Me contarás cómo fue tu experiencia de amor y de perdón en la Tierra.
Me relatarás, paso a paso, lo que has vivido por Mi causa y Yo te volveré a bendecir en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Así, tus heridas se sanarán y ya no recordarás nada sobre el sufrimiento. Entrarás por la puerta principal del Reino de los Cielos para unirte y hermanarte con los bienaventurados.
Allí encontrarás, cara a cara, a los que has amado de verdad y aquellos que amaste una vez se aproximarán a ti para darte el calor de su fraterno abrazo.
Sentirás una felicidad desconocida en tu espíritu y ya no recordarás las luchas que alguna vez viviste para poder superarte. Solo tendrás el recuerdo del verdadero cariño que algún día sentiste de parte de los que amabas de corazón y con todas tus fuerzas.
Serás colocado en la Fuente de la Purificación para que tu cabeza, manos y pies sean lavados y, así, enseguida, entrarás solo a la Casa del Padre Celestial, conocerás Sus Siete grandes Portales de Oro y se revelará ante ti la majestuosa humildad de Su Reino.
Por eso, te digo que vale la pena que sigas sacrificándote por Mí, porque después de toda esta historia de vida, que en este momento estás atravesando, hallarás el júbilo poderoso de haber vivido en Dios y por Dios.
Ayudarás a recrear la Creación con tu ejemplo de renuncia y de redención y construirás, en tu espíritu, el resultado de una larga trayectoria de amor y de servicio por la humanidad.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más