Martes, 25 de febrero de 2014

Mensajes mensuales
MENSAJE PARA LA APARICIÓN EN LA CIUDAD DE CARACAS, VENEZUELA, TRANSMITIDO POR LA SANTÍSIMA REINA DE LA PAZ A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA

Hijos Míos:

Llego al mundo en este tiempo, para que aquellos que claman por Misericordia puedan recibir de la Fuente Divina este manantial de Vida.

Hoy les digo que siempre habrá, en la oscuridad, una posibilidad de encontrar la Luz, porque sus pequeños corazones encierran en sí mismos un precioso tesoro, que es el Amor que les trae la posibilidad de abrir las puertas de los Cielos y de llegar hasta los Pies del Creador.

Mis pequeños, hoy Yo soy la mediadora entre vuestros corazones y Dios; mas deberá llegar el momento en que todos ustedes sean mediadores entre los universos y Dios.  Vengo hoy a enseñarles, paso a paso, a abrir sus corazones y a mostrarles el camino para el despertar, pero deberá llegar la hora en que sus seres maduren y no necesiten más mediadores para encontrar a Dios, y sí que sean los mediadores e intercesores, que delante de Dios rogarán por todos aquellos que no supieron encontrarlo.

Esta misión va más allá de esta vida. Yo los preparo para algo mayor que la vida en este mundo. Los preparo para ser mediadores e intercesores en el universo, para cuando encuentren a todos aquellos que se perdieron del camino del Padre y padecen en la oscuridad.

Hijos Míos, vengo a pedido del Señor, a preparar el camino de Mi Hijo; Él, que les enseñará definitivamente a seguir Sus pasos; Él, que les abrirá los ojos y el corazón para la eternidad y que se tornará semejante a Él, aquel que le diga sí, sin temor y sin condiciones.

Hoy les digo que, por este motivo, viven pruebas tan duras,en este final de los tiempos  para que delante de tan grandes dificultades puedan rendirse a Dios y clamar tan fuertemente por Su Presencia, despertando así el potencial de Amor que está dormido en vuestros corazones.

No teman a los tiempos que llegarán, solo ábranse para vivirlos y con plenitud sientan el clamor que nace en vuestros corazones y abre una a una las puertas del Cielo.

Sientan, clamen, pidan, rueguen por la Misericordia Divina, ríndanse a Dios que todo lo sabe y los conoce como ninguno de ustedes se conoce a sí mismo y aún así ama cada detalle de vuestros  seres.

Mis amados, confíen en los Planes de Dios y permitan que Él despierte en esta raza, que es perfecta, el potencial escondido en el interior de cada ser. Digan sí a Dios cada día y a través del ejemplo de donación y entrega, den al mundo el testimonio de su fe y muestren a los que están perdidos,  el camino por el cual deben seguir.

Yo los acompaño y los acompañaré siempre y aunque Mis labios un día estén en silencio, Mi corazón jamás cesará de pronunciar plegarias fervorosas a Dios, para que hasta el último de Mis hijos alcance la Redención y cumpla con el Propósito perfecto del Creador.

Yo los amo y los amaré siempre.

Su amada Madre y compañera,

María, Reina de la Paz y de vuestras vidas