Domingo, 3 de diciembre de 2017

Mensajes mensuales
MENSAJE ESPECIAL DE CRISTO JESÚS, TRANSMITIDO PARA LA 53.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

Primer Mensaje

Hoy vengo como el Señor de la Noche para iluminar sus vidas, para retirarlos de los abismos de la consciencia y del miedo.

Hoy vengo como el Señor de la Noche porque Soy el Señor de la Luna y de todas las estrellas, de todo lo que brilla en el Universo y forma parte de la Creación de Nuestro Señor, Adonai.

Hoy vengo como el Señor de la Noche para caminar a su lado por este tiempo de tinieblas y de pruebas, por esta transición que los llevará a los desafíos y a vivir cosas inexplicables, cosas que nunca antes vivieron, en esta vida ni en otra.

Pero Yo vengo como el Señor de la Noche, el Señor de Emmanuel, para que conozcan, del Padre, la Fuente grandiosa de Su Amor que nunca se acaba, que nunca se termina, la Fuente del Amor que los tornará libres de ustedes mismos y de sus amarras.

Entren en esta noche oscura del planeta, sin miedo, porque Yo todavía estoy aquí para hacerlos vivir en Dios y en Su infinita Unidad.

Que en esta noche oscura sus almas no se desesperen, que sus internos no se perturben, porque en este tiempo lo que están viviendo, lo que están transitando, es Voluntad de Dios y Dios lo sabe, Dios lo conoce profundamente y Él sabe qué es lo mejor para ustedes en este momento.

No teman cruzar esta noche junto a Mí, porque Yo estoy aquí para ayudarles pero también para mostrarles la verdad, verdad que se oculta en lo más íntimo de sus corazones, verdad que se  esconde en lo profundo de la consciencia y que, muchas veces, no pueden ver.

Esa verdad que Yo les digo les mostrará cómo en verdad son y qué es lo que Yo necesito extirpar de ustedes para que sean Mis verdaderos apóstoles.

Esta es la hora en la que el nuevo ser está siendo construido espiritualmente.

Esta es la hora en la que muchas cosas deben morir para que puedan nacer otras, y así se vuelvan libres.

Yo vengo como el Señor de la Noche para tomarlos de la mano y conducirlos por la misma senda que Yo una vez atravesé, desde Jerusalén al Huerto de los Olivos.

Esta noche que vive el planeta es tan semejante a la que Yo viví, hace más de dos mil años, cuando tuve que dar todo por todos, cuando tuve que vencer Mis miedos para que sus miedos pudieran ser vencidos en el amor.

Yo vengo en esta noche para retirar a las almas de los abismos y de la ilusión.

Necesito que sus ojos se abran para poder ver lo que existe internamente, en sus mundos interiores. Es lo que Yo necesito para poder hacer Mi Obra en este mundo y con esta humanidad.

La noche más difícil de todos los tiempos está siendo atravesada por esta humanidad y por este planeta.

Pero, en la noche así como en el día, Dios nunca los abandonará, tan solo confíen en Él y amen lo desconocido de las pruebas que Él les presenta, de ciclo en ciclo, para que las puedan vivir y así se puedan transformar.

Que en esta noche que atraviesa el planeta sus corazones no se endurezcan como las piedras.

Ablanden sus sentimientos y sentirán cosas positivas que nunca antes han sentido, al permitir que el Fuego de Mi Amor todo lo penetre y todo lo transforme.

Vengo como el Señor de la Noche para anunciar el fin de los tiempos; porque ha llegado la hora de definir la próxima etapa de esta humanidad, en la que la nueva humanidad estará libre de las cadenas del mal y de los lazos con el error y la indiferencia.

Que en esta noche sus corazones busquen al Señor de la Luna, que ilumina, silenciosamente, a los mundos internos con una sagrada energía espiritual proveniente de Emmanuel. Que ese bálsamo de luz azul los lave, los vivifique y así los purifique de todas las manchas y de todos los pecados a fin de que sean libres de ustedes mismos, para que Yo pueda estar allí, en sus corazones, y revelarles el camino de la redención por medio del amor.

En esta noche oscura que viven el planeta y la humanidad, compañeros, en esta noche que muchos temen atravesar por temor a caer en la tentación, les pido, amorosamente, que sean misericordiosos, tan misericordiosos como Yo lo Soy con ustedes durante sus tiempos difíciles en los que, a veces, Mi Palabra no puede entrar en lo más íntimo de sus corazones.

Los invito a estar en la noche del Huerto Getsemaní para que puedan comprender, apóstoles Míos, lo que el Padre Me hizo comprender en aquellos tiempos, cuando una oscuridad mayor tuvo que ser vencida por medio del amor, y una gran indiferencia tuvo que ser derrotada por medio de la Misericordia.

Les vuelvo a decir, compañeros, que no duerman como durmieron los Apóstoles en el Huerto Getsemaní, olvidándose durante un tiempo de la Pasión de su Señor; hasta en esos momentos tuve que renunciar y amar más de lo que Yo podía amar a todos ustedes.

La Gracia de Dios nunca Me faltó.

La Protección de San Miguel Arcángel nunca dejó de ampararme, aunque fui hombre como ustedes y fui humano como ustedes.

Vine a recrear este Proyecto por medio de la fuerza y del poder del Amor de Dios, que también vive en ustedes cuando solo le dan atención y lo dejan florecer, lo hacen emanar como una fuente.

Si no se afirman en ese Amor, que no es propio ni personal sino eterno, no conseguirán atravesar esta noche oscura, porque en algún momento del camino, durante la noche oscura, tendré que dejarlos solos para que vivan su confirmación así como Yo la viví en la soledad del Huerto Getsemaní, en donde tuve que vencerme a Mí mismo, trayendo hacia Mi Corazón la Luz y el consuelo del Divino Espíritu.

Los propios Ángeles de Dios descendieron en el Huerto Getsemaní para consolarme; así hoy Yo desciendo para consolarlos en esta noche oscura, imitando a los Ángeles de Emmanuel.

No dejen que Mi Proyecto sea derrotado por sus aspectos de la vida; ámense, ámense aunque no lo consigan y no lo puedan hacer. Si solo dan el primer paso, apóstoles Míos, Yo los ayudaré a encontrar el sentido en el amor y en la unidad.

Eso cerrará las puertas para que Mi adversario no entre en sus corazones y mentes.

Háganlo por Mi Dolorosa Pasión y, durante esta Maratón, ofrezcan todas las oraciones por las naciones del mundo que viven su propia noche oscura y por las almas que están sumergidas en el error.

Ofrezcan esta Maratón por los que tienen a su lado diariamente, por lo que no pueden aceptar del otro, por aquella alma o aquel corazón humano que en sí mismos les despiertan ira, maldad o indiferencia.

No sigan dentro de la misma cadena de errores de esta humanidad actual, venzan ese atavismo por medio del amor y de la constancia.

Hoy Yo vengo como el Señor de la Noche para enseñarles a encarnar la trascendencia de sí y el ímpetu de amar cada día más, por encima de ustedes y de toda la Creación.

Vigilen Conmigo durante esta noche oscura porque aún estamos en batalla, aún todo está permitido y la humanidad es libre de poder escoger el camino de la salvación o el camino
de la perdición.

En estos últimos tiempos Me estoy recogiendo cada día más para que puedan vivir, compañeros, su soledad como su Maestro y Señor la vivió en el Monte de los Olivos, a la luz de la Luna pero sin estrellas que lo irradiaran.

Los invito a superar en sí mismos los abismos de la consciencia, esos infiernos tan impenetrables y recalcitrantes que solo atormentan a las almas que buscan Mi Amor.

Si Yo vencí la muerte tan solo amándolos, ustedes podrán vencer cosas más grandes a las que Yo vencí en la Cruz.

No se olviden compañeros, apóstoles Míos, de superarme en el amor durante la vida diaria, cerca de sus hermanos de camino, cerca de todos aquellos que se aproximan a sus vidas.

En esta noche oscura que vive el mundo, vengo a entregarles el consuelo universal que Dios le concedió a Mi Sagrado Corazón durante la Agonía del Huerto Getsemaní. Allí comenzó, compañeros, la superación de toda la gran indiferencia humana hasta los días de hoy, hasta el presente; por eso sufrí tanto, en silencio y en entrega.

Recuerden Mi Cuerpo llagado por los hombres y por su soberbia.

Yo fui ese Cordero que fue llevado al matadero para que ustedes, en este tiempo, tuvieran una última oportunidad.

Yo sé que cada uno Me ama como puede.

Yo sé que cada uno Me da lo que Me puede dar, pero aún necesito más.

Necesito que el mundo, durante esta Maratón, sea inundado de un grandioso amor para que los horrores que veo en esta humanidad sean liberados, para que toda opresión termine y las almas se rediman.

No aparten la cruz de ustedes; cárguenla, como nunca antes la han cargado.

No dejen que Mi fuego se aparte de ustedes, sino que, al contrario, los pueda abrazar para volverlos como llamas tan semejantes a las del Espíritu Santo.

Los he traído aquí, a esta Ermita de Mi Glorificado Corazón, para que recuerden que he pedido que la construyeran a fin de que las almas la visiten, a fin de que las almas reciban de Mi Corazón las Gracias que necesitan.

Que el Soplo del Espíritu de Emmanuel los bendiga y les conceda la paz.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.