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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
He venido, en la hora indicada y en este último día, junto con los ángeles que han traído en sus manos las Reliquias de Mi Pasión, guardadas en el Arca de la Santa Alianza.
Así, como lo hice con los apóstoles del pasado, vengo a instruirlos sobre los próximos tiempos.
Preparémonos.
Verán venir, a través de este Sistema Solar, al Hijo del Hombre.
Aún no es conocida la forma de Su Retorno al mundo, pero muchos de ustedes participarán de ese acontecimiento de tres formas probables: material, mental o espiritual.
No sabrán cuándo ese momento se acercará, porque vendré como el vigía de la noche y no avisaré; pero si sus corazones están atentos, vigilantes y orantes no entrarán en tentación, sino que sabrán reconocer, en lo profundo de su ser, el momento de Mi llegada.
Como fue dicho en las Apariciones de Garabandal, en España, será dada una señal al mundo, a través de tres llamadas.
La primera, será una llamada interna, que muy pocos reconocerán, pero que muchos podrían conocer, sentir y escuchar si verdaderamente tuvieran el corazón abierto a la transformación.
La segunda llamada será una llamada mental, propia del Universo Ultraterrestre que, de una forma u otra, sus Ángeles de la Guarda se la harán saber como fieles mensajeros del Padre, siempre y cuando estén unidos a ellos, en divinidad y de corazón.
La tercera llamada será más fuerte, será una llamada universal, en el ápice de la gravedad planetaria, una llamada que será en todos los continentes y pueblos. Será una llamada planetaria real y física, inconfundible pero misteriosa. Solo los puros de corazón comprenderán el mensaje que será visto en el cielo.
Les dije a Mis apóstoles que vendrían tiempos de grandes definiciones y esos tiempos son ahora. Ustedes y la humanidad los están atravesando. A partir de este año, que los rige en su calendario alternativo, todo sucederá de manera gradual.
Pero no tengan miedo, porque más allá de lo que vean, sientan o escuchen, quien esté unido a Mí y defienda de sí mismo todo Mi Legado no estará solo, sino que será parte de la promesa que Yo le he hecho a Dios para el fin de estos tiempos, antes de Mi Retorno al mundo.
Hoy también vengo a hablarles de los grandes cambios que aún deben suceder en sus vidas, siguiendo el camino de la fidelidad y de la transparencia, de la lealtad y sobre todo del amor, para que sus vidas estén protegidas de las fuerzas del mal que aún seguirán desatándose sobre la superficie del planeta.
Aunque en ciertos momentos sientan que la batalla espiritual es muy fuerte, nunca, pero nunca se suelten de Mi Mano, porque Yo no los abandonaré. Pero ustedes deben conquistar el Amor crístico, el Amor redentor y unificador, ese mismo Amor que fue vivido por Mí hasta la Cruz.
En ese momento y bajo ese acontecimiento, sabrán, compañeros, cuál es su verdadera cruz y qué es lo que esa cruz significa para sus vidas.
Por eso, a través de estos encuentros, Yo vengo a renovar sus vidas, para que sus vidas estén preparadas para lo que la humanidad vivirá como definición. No solo puedo hablarles, compañeros, de cosas hermosas, debo hablarles de la verdad.
Mi venida, en este tiempo y en este momento en el cual se encuentran, no es un encuentro pasajero o momentáneo. Este es el ciclo de hacer despertar al apóstol y que, al igual que los apóstoles del pasado, den sus vidas por Mí. Porque así el mundo entero, aún sumergido en el dolor y en la ignorancia, será merecedor, en el fin de estos tiempos, de los tesoros espirituales que guarda Mi Corazón en el Arca de la Santa Alianza.
Yo les prometí estar con ustedes todos los días, hasta el fin de los tiempos, y estoy aquí a través de este encuentro cumpliendo esa promesa. ¿Lo creen?
Por eso, cada uno de ustedes debe difundir Mi Mensaje, todo esto no puede quedar solo aquí. Ustedes pueden ser Mis apóstoles y también Mis mensajeros, a través de sus palabras pueden llevar Mi Palabra de vida, Mi Palabra de consuelo.
Cuán hermoso es ver cómo entre hermanos se sostienen entre sí, más allá de sus diferencias, sentires o ideas. En esa unidad oculta, que los invito a vivir en este tiempo final, es en donde no podrá entrar el mal, nunca lo olviden.
Si Yo los amo como los he amado desde siempre, cuánto más ustedes se podrán amar entre hermanos.
Ustedes y muchos de sus hermanos en el mundo, más allá de las distancias, pueden ser parte de la nueva fraternidad esenia, de aquella que una vez existió en los tiempos pasados y que dejó una huella imborrable en todos los que tuvieron la Gracia de conocer al Mesías y a toda Su vida crística.
Esa fraternidad esenia debe ser, en este tiempo, su aspiración para poder estar dentro de la Ley de la Jerarquía, para vivir en la Jerarquía, para ser como la Jerarquía.
No piensen que lo que les digo es imposible o inalcanzable, su primer paso en este tiempo es la fraternidad humana para, algún día, alcanzar esa fraternidad esenia.
Recuerden todo lo que ahora les digo, porque ya lo vivieron. Recuerden y permitan que, de lo profundo del corazón, de lo profundo del alma y de la esencia, emerja esa fraternidad esenia que ustedes compartieron con la Sagrada Familia.
Muchos fueron discípulos de San José, muchos fueron discípulos de Mi Madre, y todos fueron seguidores Míos a través de los tiempos.
Solo deben dejar que el corazón los inunde con estos principios, los colme con estas aspiraciones y, cada día más, los haga buenas personas que no solo siguen los Mandamientos, sino que también los viven en la simplicidad del corazón y en la humildad de la vida.
Yo vengo a mostrarles la verdadera historia de su humanidad. Así como estuve con ustedes hace dos mil años, hoy de nuevo estoy con ustedes después de dos mil años. ¿Logran sentir lo que esto significa y cuán grandiosa es la maravilla de Dios? La Gracia del Padre, que de tiempo en tiempo, desciende sobre las almas sedientas de Misericordia, de Luz y de Redención.
Mi Nombre debe estar escrito en sus vidas, porque el Nombre de Jesús aún es un misterio para todos. Pero ese misterio, dejará de serlo cuando Yo retorne; sabrán Quién fue Jesús, como muchos en algún momento lo habrán podido sentir. Detrás de ese Nombre existen muchos más Nombres, Nombres que provienen de la Fuente y de toda la manifestación divina.
Es allí hacia donde deben retornar, para que Yo pueda retornar a ustedes.
No crean que son lo que externamente muestran o todo lo que aparentan. No permitan que sus vidas sean regidas por esas energías, dejen que el corazón se abra más y más, hasta que sus corazones puedan amar a todos sin condiciones y aprendan a ser padres y madres en espíritu, hermanos en la sagrada fraternidad esenia.
También en el pasado, la Orden Templaria dio continuidad a esa fraternidad esenia, pero eran los mismos que se reunieron y que se unieron en torno a las sagradas Reliquias de la Pasión, para poder fundar ese nuevo impulso que vino del universo de que, de una forma u otra, se constituyera la nueva humanidad como una semilla de luz en las consciencias.
A través de estos últimos años y de las últimas Sagradas Semanas, he venido con Mis propias Manos trayendo el Agua de Vida para regar esa semilla interior que hay en ustedes, para que brote y nazca la nueva vida, la Nueva Humanidad. Pero ese trabajo es muy esforzado, requiere de Mis apóstoles mucha determinación y valentía, para que esas profundas Aspiraciones de Dios se cumplan.
Por esa razón, Yo los he traído hasta aquí, hacia Aurora como hacia otros lugares, en donde esa semilla de luz pueda expresar la vida de las Comunidades-Luz y, aún más, abrir sus puertas y sus corazones para acoger al mundo entero por medio del servicio humanitario, en donde muchas más semillas, en este tiempo de aparente derrota, están siendo colocadas y sembradas en los corazones, por un solo motivo, que todos alcancen la felicidad de estar en Dios y de reconocer Sus Sagrados Nombres para que esta humanidad herida sea curada, para que esta humanidad enferma sea sanada, para que esta humanidad indiferente sea unificada, para que esta humanidad dividida sea hermanada, para que esta humanidad desesperanzada viva la divina esperanza.
Mis promesas aún se seguirán cumpliendo en aquellos que se ofrezcan como cálices vacíos para que sean depositarios de los códigos de Mi Iglesia Celestial, de todos los méritos alcanzados durante Mi Nacimiento, vida pública, Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión.
Yo no necesito de algo difícil, Yo necesito de su simple donación, porque quiero que Mis amigos vivan en Mi Amor, para que Mis amigos vivan en Mí, como muchos amigos Míos a través de los tiempos vivieron en Mí y se animaron a amar lo desconocido.
Cuando hago silencio es para que contemplen, mediten y escuchen Mis Palabras, porque Cielo y Tierra pasarán, pero Mis Palabras permanecerán en los cálices vacíos.
Vendré a su encuentro en las próximas Semanas Santas, pero esta vez será diferente porque Mi tiempo está finalizando con ustedes. Pero Mis Dádivas y Mis Gracias nunca terminarán, hasta que sus vidas sean la propia Gracia de Dios transformada.
Este encuentro seguirá siendo llamado Sagrada Semana, pero nos reuniremos solo en algunos momentos de las próximas Semanas Santas: en el Domingo de Ramos, en el Jueves Santo, en el Viernes Santo, en el Sábado de Aleluya y en el Domingo de la Resurrección de su Señor.
En esos días, Yo vendré al mundo para entregarles Mis últimas Instrucciones, porque no puedo partir de aquí ante tanto sufrimiento planetario, porque sé que las almas Me necesitan.
Solo les pido algo, que recen para que esos próximos encuentros puedan suceder.
No importa cómo sea, dónde sea, pero Mi Mensaje llegará, les doy Mi Palabra de esto, y espero que en la próxima Semana Santa sus corazones estén más decididos y definidos porque les quiero decir a todos que ya no hay tiempo.
No quiero forzarlos a dar un paso, quiero despertarlos a dar un paso, paso en los grados del amor. Es tan maravilloso esto, que los grados de amor son tan infinitos pero tan semejantes en todos Mis compañeros.
Tengan presente esta Instrucción, porque el universo y Su Rey siempre les darán la oportunidad de amar. También es una promesa que amen aquellas cosas que ustedes mismos no creerían que podrían amar.
Pero después de tantas Instrucciones, de tantas bendiciones y Sagradas Semanas, solo espero que en esta Pascua que hoy celebramos, del Cordero de Dios inmolado en sacrificio, puedan decirle a Dios Padre: "Mi Corazón está pronto para lo que Tú deseas, para lo que Tú esperas. Padre, haz de mi vida un instrumento en Tus Manos. Transforma este barro en algo bello para Ti, porque Tú, Padre Amado, siempre resucitarás mi vida. Yo confío en Ti".
Quiero celebrar esta Pascua con todos los presentes y, especialmente, con todos los que están en sus hogares y con sus familias en este Domingo de Pascua, en el que las puertas de los Cielos están abiertas sobre el mundo para que Mi Espíritu resucitado resucite a todos los espíritus caídos, bajo la gloria del Sacramento de la Eucaristía.
En la presencia de los Ángeles Custodios de Dios, en la presencia de los Coros más cercanos a la Fuente Divina, hoy ellos, ante el Rey del Universo, serán testigos de que la sagrada forma de la Eucaristía ingresará, como una luz inmaterial, en los corazones que se abran para recibirla y así se instituya, de una vez y para siempre, la sagrada fraternidad esenia. Amén.
Para que sus corazones se terminen de purificar y preparen sus templos internos para recibir el Sacramento, prepararemos esta ceremonia para todos.
Los invito a invocar la presencia de sus Ángeles de la Guarda para que también sean testigos de la celebración de esta Pascua del Resucitado, de Aquel que resucita de tiempo en tiempo en el corazón humano, para hacer de cada corazón humano un corazón redimido.
Ofrezcan a sus almas la oportunidad de gobernar este momento y que todas las miserias, incertidumbres, dudas o sufrimientos, sean disueltos a través de esta celebración eucarística. Para eso escucharemos una canción desde el Centro Mariano de Figueira, una canción tan simple que dice muchas cosas, llamada “Corazón vacío”.
Los escucho, y celebremos en Mi Iglesia Celestial.
Canción: Corazón vacío.
Postrados ante la Iglesia Celestial de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo y Rey de la Vida, ofrecemos en este momento, ante Su Presencia, nuestros corazones vacíos para que, como Él dijo, nos pueda llenar de Sus Códigos de Luz y así todas las incertidumbres, dudas, sufrimientos, dolores sean disueltos por la sagrada celebración de esta Eucaristía.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús
Escuchamos el instrumental y vamos a seguir, en este momento, los pasos que nos está indicando Nuestro Señor.
Hoy, después de haber resucitado de entre los muertos y especialmente de haber resucitado en el corazón de cada uno de los Míos, vengo a compartirles el Pan de Vida y el Cáliz de la Salvación a todos Mis compañeros del mundo, para que la fortaleza de la unidad y de la fe unifique a todas las familias del mundo y haga de cada corazón humano una llama de fe en estos tiempos de oscuridad; para que la Luz del Reino de los Cielos, que está dentro de cada uno de los Míos, se haga presente y triunfe una vez más. Que así sea.
Antes estuve reunido con Mis apóstoles, hoy estoy reunido con muchos seguidores más y vengo a entregarles Mi Vida sacramentada en la Eucaristía.
Es así, que tomando el pan entre Mis Manos lo ofrezco al Padre, Adonai, Elohim y Abba, para que lo bendiga y lo convierta en el glorioso y resucitado Cuerpo de Cristo, que hoy ingresará en forma de Luz Divina en los corazones que se abran para recibirlo en Comunión Espiritual.
Así, por todo el planeta y por ustedes, haciendo memoria de Mi Legado en todas las Sagradas Semanas, vuelvo a partir el pan para ofrecérselo a ustedes, diciendo: "Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo que fue entregado por ustedes para el perdón de los pecados".
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Y como los Ángeles del Cielo, nos postramos ante la presencia del Divino Sacramento del Altar, para que las almas más sufridas sean reparadas por la Presencia de Cristo, Nuestro Señor.
Así, vuelvo a tomar el Cáliz entre Mis Manos y se lo ofrezco a Adonai, Elohim y Abba, para que sea bendecido y convertido en Mi preciosa y divina Sangre y les vuelvo a decir, compañeros: "Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la nueva y eterna Alianza que fue derramada por su Redentor para la remisión de todas las faltas. Hoy hagan esto en memoria Mía".
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Que todos los Reinos de la Naturaleza sean reparados, porque ellos no se pueden defender del hombre. Que las almas de la Tierra y el corazón humano despierten a la consciencia del amor por toda la Creación para que Mi divina e insondable Misericordia descienda a la Tierra.
Con alegría, júbilo y amor anunciamos que este es el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bienaventurados los que se sirvan de este Sacramento en Comunión Espiritual, porque Yo les he prometido la vida eterna.
Y ahora, oraré y les pediré que oren Conmigo para consumar la consagración de estos sagrados elementos. Así como Yo lo hice en el Monte de las Bienaventuranzas, oraremos meditando sobre cada palabra.
Oración: Padre Nuestro (en arameo).
Anuncien Mi Paz al mundo.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Acaba de aparecer Nuestra Señora, vestida como una Esposa Celestial. Su belleza es indescriptible.
Pedimos ahora que las Madres se coloquen detrás del altar, para que anunciemos junto a Nuestro Señor y a Nuestra Señora esa poderosa, pero simple oración del centurión.
Contemplamos la majestad de nuestra Madre Divina que viene a recibir, en Su Corazón Inmaculado, las ofertas de todos Sus hijos.
“Señor yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastará para sanarme.
Amén".
Así, hoy les anuncio que cada uno de los presentes y de los no presentes en este santuario, está en Comunión Espiritual Conmigo. Celebremos a través de tres campanadas.
Hoy invito a todas las madres del mundo, en nombre de todas estas madres aquí presentes, a renovar sus votos con la maternidad espiritual, inextinguible espíritu de protección divina sobre todos los hijos de Dios.
Escuchamos, en comunión, siete campanadas.
Hoy, después de mucho tiempo, siento sus corazones en Mi Corazón y esto Me motiva y Me impulsa a venir aquí, para poder llegar al mundo.
Agradezco a todos los que construyeron con sus manos y con su tiempo está Sagrada Semana, una de las más inolvidables para Mí. También agradezco a todos los que fielmente acompañaron esta Semana Santa. Como les ha dicho Mi Madre: "Yo estoy aquí" y Soy Su Maestro.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Hermana Amerisa puede pasar aquí y arrodillarse un momento delante de Cristo.
Nuestro Señor, hoy la bendice en esta sagrada tarea de la maternidad como Madre Elisabeth de la Cruz.
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Pueden ponerse de pie.
Y ahora, compañeros, Mi tiempo ha terminado y quiero que terminen escuchando una canción que sea la melodía de estos tiempos para los nuevos apóstoles. Esta canción se llama “Estar en Tu Corazón”.
Yo los bendigo y les doy Mi Paz.
En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Podemos ir en Paz, demos gracias a Dios.
Madre María Shimani de Montserrat:
A pedido de nuestro Maestro, vamos a repasar con ustedes, muy brevemente, aquellas cosas que han sucedido en esta semana.
Recuerden que Nuestro Señor llegó en el Domingo de Ramos, anunciando que Su Pasión iba a tener, en esta última semana, una profundidad más amplia, porque Él quería que nosotros preparáramos nuestro corazón.
Él trabajó con toda la humanidad durante toda la semana solo para preparar nuestro corazón, para que hoy, domingo, el día en que Él resucita en nuestro corazón, nosotros nos pudiéramos animar a decirle: “Señor, mi corazón está pronto”.
Y en esa última frase que Él dijo, que nuestro corazón estaría pronto para ser un instrumento, abrazando lo desconocido con total confianza, se resume toda nuestra trayectoria durante esta semana. Y es lo único que nos debe importar en este tiempo: preparar nuestro corazón para que esté pronto, para abrazar cualquier cosa que Él necesite de cada uno de nosotros, con total confianza en todos Sus Designios y en Su Amor.
Su Gracia y Su Misericordia son infinitas; por eso, Él estará sustentando nuestros espíritus por las Semanas Sagradas que vendrán.
Nosotros prepararemos, con júbilo en el corazón, Su casa, nuestro corazón, y lo esperaremos con alegría y gratitud.
Prepararemos para todos ustedes una tarea que va a resumir todo aquello que Nuestro Señor realizó durante esta semana, y podremos repasar todo lo que vimos y escuchamos, y todo aquello que, ocultamente, Nuestro Señor hizo en nuestro planeta y en nuestra humanidad y que Él tuvo la Gracia de podernos mostrar, porque necesitamos comprender lo que sucede en este mundo cuando Él nos regala Su Presencia.
“Seguimos preparando nuestro corazón, Señor, para abrazar todo aquello que vendrá y transformará esta Tierra, en esa Aspiración de nuestro Padre: que este mundo, este planeta y esta humanidad se conviertan en un planeta sagrado”.
¡Gracias, Señor, por cuánto nos das!
Y unidos a Ti, Rey del Universo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos,
que por Tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Amén.
(tres veces)
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
He aquí, Aquel sobre Quien fue escrito y anunciado en los Libros Sagrados.
He aquí, Aquel que reapareció a los apóstoles del pasado, a las santas mujeres y a todos los que tuvieron fe en Mí, más allá de la aparente derrota del Señor.
He aquí, Quien vuelve a reaparecer a ustedes y que aun ha sido escrito y anunciado en los Libros de los últimos tiempos.
He aquí, el reaparecimiento de Cristo.
Deben saber que este es el tiempo, que esta es la hora y que este es el momento, en el que el reaparecimiento del Señor no solo surge dentro de ustedes, sino en toda la humanidad, en todos los que han sido llamados a preparar Mi Retorno.
Ingresamos ahora en la frecuencia de la Adoración, de la solemnidad y de la sagrada reverencia, por el gran momento de la Resurrección de su Señor, en la vida de los que creen en Él y que nunca desistieron de vivir Su Palabra.
A todos los que están en sus casas, escuchando Mi mensaje, tomen consigo una vela y enciéndanla, para que no solo estén en vigilia Conmigo, sino estemos en vigilia y restauración por el mundo entero, por los que aún no viven la paz, por los que perdieron la esperanza, por los que han abandonado y emigrado de sus naciones buscando una oportunidad y una vida digna.
Hoy, en este día de vigilia, de solemnidad y de reverencia sagrada, doy honor a los que son despreciados, a los que son explotados, a todos los refugiados que han sido severamente castigados por sus propios hermanos, por sus propias culturas, por sus propios países porque se han olvidado de lo que es el amor y la fraternidad.
Por eso, los esfuerzos de todos los que trabajan por la paz, el bien común y el servicio reparan, principalmente, las dolorosas Llagas de Mi Corazón que aún Me ocasionan muchos gobiernos del mundo al estar desconectados de la verdad, y sobre todo de Dios, al estar unidos a la oscuridad reinante, a la ambición, a la ilusión y al falso poder que hace someter a los pueblos y a todos Mis hermanos.
Bajo el espíritu de la Hermandad Divina, en este día de vigilia, solemnidad y de reverencia sagrada por la Resurrección de su Maestro y Señor, Yo vengo a su encuentro para resucitarlos en espíritu, en alma y en consciencia, para que todo sea renovado, no solo en ustedes, sino también en sus hermanos, en los que más necesitan, en los que claman por la paz y el alivio del sufrimiento.
Por eso, Mi Espíritu Restaurador y Consolador, en este Sábado de Aleluya, visita en omnipresencia a todos los refugiados del mundo y a sus campos de refugio, para que tengan fe que Yo retornaré y haré nuevas todas las cosas y situaciones, reuniendo a Mi alrededor a los inocentes, a los pobres, a los niños, a las mujeres y hombres, a los ancianos y enfermos para que Yo los vuelva a curar con Mi Presencia y Mi silencio.
Yo Soy Aquel que ha resucitado, de tiempo en tiempo, a través de Sus apóstoles y seguidores, a través de todos los que hacen parte de sí los Sacramentos, a través de todos los que creen en el perdón y en la reconciliación.
Por eso, que esta llama que hoy tienen entre sus manos sea la venida del Espíritu, Santo y Sublime, que una vez llegó en Pentecostés y entró en el sagrado Cenáculo de los que esperaban, al igual que ustedes, la Resurrección del Señor.
Que la Llama sublime del Espíritu Santo los inunde y los colme, y que el símbolo de esta luz que hoy tienen entre sus manos llegue al mundo entero, especialmente a aquellos que están en los refugios y en todos los abrigos del mundo, esperando por una oportunidad, aguardando por la esperanza del retorno del amor y de la alegría en cada una de sus vidas.
Este día Sábado de vigilia, de solemnidad y de reverencia sagrada queda instituido como el "día de los inocentes y de todos los refugiados del mundo", para que las autoridades de este planeta reciban la Ciencia del Espíritu Santo y, sobre todo, la suficiente sensibilidad para sentir piedad, compasión y amor por los que sufren injustamente, por los que son regidos por un sistema de adversidad y de caos.
Yo vengo a reerguir a todas las esencias sufridas, en los cuatro puntos de la Tierra, que viven en los campos de refugiados y que hoy son inmigrantes que han perdido su identidad, su dignidad y, sobre todo, la fe en la esperanza.
Esta es la razón de también haber muerto en la Cruz, de haber dado la vida por todos, para que la fraternidad humana nunca se disolviera en el mundo, y así la caridad crística, espíritu incesante del servicio y de la donación constante de sí, siempre estuviera presente en los corazones que despiertan al Plan de Dios y a la vida de donación y servicio por esta humanidad, aunque no tengan religión; también ellos pueden ser parte de Mi Espíritu Crístico de caridad y de donación.
Así, en este día de vigilia, de solemnidad y de reverencia sagrada, contemplo a un mundo herido, ultrajado, indiferente, sometido, esclavizado, explotado y oscurecido por las fuerzas del mal. Pero recuerden que la verdadera victoria del Reino de Dios está dentro de cada uno de ustedes. Allí es en donde se vence al mal por la fe, el amor y la constancia de los corazones nobles al Cristo resucitado.
Que esta luz, que hoy tienen entre sus manos, los acompañe para el fin de los tiempos; y que esta luz, que proviene del Soplo del Espíritu Santo, los renueve y siempre los impulse a la transformación de sus propias vidas y de la vida de todo el planeta.
Mientras estoy aquí y ustedes Me acompañan en este sagrado momento de vigilia, solemnidad y de reverencia sagrada, Mi Espíritu está, en este momento, llegando al corazón de todos los refugiados del mundo y a través de ellos, llegando a las autoridades de esta humanidad, para que retomen el camino hacia la Casa del Padre, hacia el cumplimiento de la Voluntad para este planeta y esta humanidad.
Ahora, hagan su oferta por los que son inocentes, para que esas almas, movidas por el soplo del Espíritu Santo, alcancen su resurrección interior en este día de vigilia, solemnidad y reverencia sagrada.
Vamos a entonar los Nombres de Dios para que la Presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo colme a todos los corazones refugiados, a todas las almas de la Tierra que deben despertar a Mi Amor consolador.
Los escucho.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Nos ponemos todos de pie, y también los que están en sus casas y hogares, para recibir a través del Sagrado Corazón de Jesús la Presencia de la Santísima Trinidad, en este día de vigilia, solemnidad y reverencia sagrada.
Canción: Los Nombres de Dios
Oremos juntos:
Ven, Espíritu Santo,
ilumina a los corazones,
para que ellos alcancen la Transfiguración de Jesús.
Amén.
(siete veces)
Ahora sientan cómo sus espíritus, en lo más profundo de sus seres, resucitan a través de la Presencia de Mi Luz y de Mi Espíritu Consolador en cada uno de sus corazones; cómo el Espíritu Santo trae para todas las consciencias el despertar de la ciencia y de la sabiduría en estos momentos críticos, para que sean más los que sirvan, para que sean más los que se donan, para que sean más los que se disponen a dar sus vidas por los demás y para los demás, a fin de que se cumpla el bien común y la fraternidad humana más allá de la religión, de la clase social, de las culturas, de las etnias o de cualquier condición; que todos sean transfigurados por la Luz de Mi Sagrado Corazón, a fin de que alcancen la paz y la solidaridad mutua, y así todos se sientan hermanos en Cristo y por Cristo, para que el mundo y sus Reinos de la Naturaleza también sean reparados a través de la conscientización y de las obras de amor que todos los seres de la Tierra necesitan para, algún día, ser redimidos.
Y ahora, como segundo impulso de Luz de Mi Corazón, unido a los Ángeles de la Guarda y a los Ángeles del Cielo que Me acompañan y están presentes en todas las direcciones del planeta, entonaremos, con espíritu de solemnidad, el "Pater Noster".
Canción: Pater Noster.
Las santas mujeres cantaban reunidas, en el Sábado Santo, aguardando la Resurrección del Señor.
Cuando les pido que canten, es para que sea espontáneo y no pensado con la mente, sino sentido con el corazón, porque es el alma que emite el sagrado sonido del universo para que, bajo la conexión divina, se abran las puertas de los Cielos y los ángeles puedan obrar.
La perfección está en el amor expresado en cada nota, en cada melodía, como en cada palabra. Es en esto en donde Mi Amor se renueva a través de las voces que se ofrecen, a través de los tiempos, para cantarle al Señor.
Antes de partir de Aurora en este día de vigilia, solemnidad y sagrada reverencia, y de hacerlos ingresar nuevamente a Mi Iglesia Celestial para que puedan vivir la Comunión Espiritual de este día de vigilia, les pediré una última canción, que esta vez vendrá desde Figueira. Una canción que expresa el esfuerzo de ustedes por vivir Mi Voluntad, Mis Designios y, sobre todo, el ánimo de concretar el apostolado a través de los tiempos, a través del corazón.
Esa canción se llama “Eso que soy, eso te doy”.
En ese mensaje y en esa música se expresan la ardiente aspiración de un alma de sostenerse en Cristo y de no perecer. Por eso, esa canción debería ser afín a todos en este momento planetario, en el que el servicio y la donación humanitaria por sus hermanos del mundo será lo que forjará, en ustedes, no solo el guerrero de Cristo, sino también el servidor, el apóstol del amor.
Hoy, les agradezco con dulzura, por haber venido a Mi encuentro, una vez más .
Los bendigo y les doy Mi Paz.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Póstrense a los pies del Calvario y reconozcan Mi Legado.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
“Omnipotente Padre del Universo y de la Tierra,
máximo Poder entre todos los poderes universales,
sagrada Corriente Ígnea del Universo Cósmico,
Espejo inextinguible del universo, Alianza perpetua y eterna.
¡Oh, sublime Padre del Universo,
Regente Mayor entre todos los regentes,
soberano Señor de las Alturas,
¡Sagrada Emanación entre todas las emanaciones divinas!
¡Oh, sublime Señor,
Fuente purísima y hermosa,
¡Amor poderoso y supremo!
¡Oh, Gracia eterna de Dios,
¡Luz Mayor entre todas las tinieblas!
¡Oh, victorioso Corazón de Dios!
Por los méritos alcanzados por Tu Hijo, Tu Siervo y Servidor,
a los pies de este Calvario espiritual,
reintegra en la consciencia humana del planeta
el victorioso triunfo de Tu Hijo Jesús,
sobre todos los infiernos y entidades malignas.
Que el poderoso Cetro del Arcángel Miguel descienda,
con su Consciencia Divina,
para hacer temblar a los infiernos de este mundo
y para que todo se paralice un momento,
para que el triunfo de Tu Amor, Adonai,
se dé y se cumpla en toda la humanidad.
Amén”.
Sigamos concentrados en la Luz de Mi Propósito, en la eterna Fuente de la Luz de Dios, en donde quedó registrado el sagrado Calvario de su Maestro y Señor.
Por eso, hoy les digo a sus personas humanas que no sean una llaga más en Mi Cuerpo, sino que sean aquellos que ungen el Cuerpo herido de Jesús por medio de sus oraciones, de los Sacramentos y, sobre todo, de la fe que los hace formar parte de Mi Cuerpo Místico, aquel Cuerpo eterno del Hijo de Dios integrado por todas las almas del mundo dentro de Mi Iglesia Celestial.
Por eso, acompañen a su Señor en este momento glorioso de la Cruz, en el que los Códigos de vida, de amor, de perdón y de resurrección espiritual descienden sobre el mundo para llegar a las almas más necesitadas de Mi Luz crística.
Ustedes, de una manera profunda, son conscientes y también son partícipes de esta tarea interna de su Maestro y Señor, especialmente con aquellas almas caídas que fueron derrotadas por los ejércitos del mal y que, a través del poder de Mi Amor, hoy vengo a salvarlas, a todas ellas, por los tiempos que vendrán.
Por eso, hoy la oscuridad se detiene en el mundo y las almas más miserables son contempladas a los pies de este Calvario espiritual, así como ustedes hoy también están a los pies de este Calvario espiritual de su Maestro y Señor, un Calvario más profundo y difícil que el que Yo viví por ustedes, aquí en este planeta.
Un Calvario espiritual que Yo los invito a penetrar a través del corazón, del espíritu y de la consciencia que creen en Mi Legado crístico, registrado en cada una de las estrellas de este universo como también de otros mundos.
Dios, a través de Su Hijo, nunca podría haber encarnado en este planeta para una tarea pequeña. Su expresión material tenía que ser humilde, simple y casta por medio de la Sagrada Familia; pero Su poder, Su omnipotencia y Su esplendor deberían ser grandiosos en los planos internos, porque es allí en donde comienzan todas las cosas.
Mientras la aparente derrota del Hijo de Dios era vista por todos en aquel tiempo, los infiernos no podían soportar la Sangre derramada por Mi Cuerpo, gota a gota, tocando el suelo y cada parte del Calvario. Imaginen, por un momento, qué hacían los Ángeles del Señor con cada gota de Sangre y con cada Código de Luz que, por Amor, se derramaba en el mundo.
Tengan ahora sus consciencias en esos hechos y no solo vean el sufrimiento que su Maestro vivió, que fue un sufrimiento indescriptible, sino también vean el triunfo de su Señor a través de uno de los principales aspectos de Dios, la Voluntad.
La Voluntad de Dios es lo que Me permitió llevar la Cruz hasta lo alto del Monte Calvario. Ahora, después de la renovación de sus votos en el Jueves Santo, ¿serían capaces de llevar esa Cruz por Voluntad de Dios y no solo verlo como un simbolismo, sino como la realidad verdadera y profunda de hacer todo lo posible y un poco más para que el mundo deje de sufrir su propia condenación y perdición?
Por eso, Yo los vengo a renovar a través de la Cruz; para que sus vidas, consciencias y, sobre todo, sus células no le tengan miedo al sacrificio, a la renuncia y a la obediencia irrestricta a Nuestro Padre Creador.
Si el mundo de hoy fuera obediente ya no habría pandemia, la desobediencia de los seres humanos es la causa de muchos males.
¿Acaso Dios no habría podido resolver ya esta situación planetaria? ¿Dónde está la cura de la humanidad?
No se olviden de la obediencia, compañeros, primero como códigos de vida para ustedes mismos y segundo como un principio de lealtad con el Señor del Universo; pero la mayoría de los hijos de Dios no tiene responsabilidad por todo lo que hoy sucede.
Muchos fueron llamados a cristificarse a través de estos tiempos. Muchos fueron llamados a entregar su vida, así como el Hijo de Dios la entregó en las Manos de Dios.
Ustedes no serán crucificados, ustedes vivirán lo que el universo les envíe, pero sus corazones deben estar abiertos para poder percibir cuál es su enseñanza en cada momento, cuál es la prueba que el universo les invita a superar por Mí.
No dejen de contemplar dentro de ustedes ese Calvario espiritual que hoy les ofrezco, y que les ofrezco también a sus hermanos del mundo entero que ya viven el caos de la humanidad.
Pero por medio de Mi Paz y del poder de la Luz de Mis Llagas, que hoy son signos para su ascensión y sublimación, Yo los invito a elevar sus consciencias y a salir de manera inteligente de la mentira y del caos de este tiempo, porque Yo viví cosas semejantes por ustedes y en ningún momento de la Pasión y del Calvario los abandoné.
Que el triunfo de su transformación, que la redención de sus corazones, que la ascensión de sus consciencias sean la nueva victoriosa cruz que cada una de sus vidas ofrecerá a Dios para que se cumpla Su Plan.
Ahora, cierren sus ojos por un momento y en lo alto del Calvario espiritual vean la victoria de Mi Sagrado Corazón, ante el dolor y el sufrimiento que fue vivido por Su Señor.
Contemplen Sus cinco poderosas Llagas, las Llagas de Sus Manos, de Sus Pies y de Su Costado; y cómo María, Mi Madre, cuando Me tuvo en Sus brazos, en la sagrada piedad del Calvario, Ella limpió Mis Llagas con cada uno de Sus besos, haciendo parte de sí todo el dolor que Yo viví.
Besen Mis Llagas y reciban Mi Luz, Mi Luz crística.
En ese aparente escenario de derrota, contemplen el Alma de Jesús, redimiendo y transfigurando a todas las consciencias y a todos los abismos; y ennoblezcan este momento con el honor que Él merece ante el esplendoroso Árbol de la Vida, ante los frutos de la Pasión y la Muerte de Jesús.
Sobre ese Calvario que quedó registrado en la memoria de la humanidad para siempre, vean a Mi Madre teniéndome en Sus brazos cuando Me bajaron de la Cruz y la Cruz se iluminó como un poderoso símbolo sobre todo mal.
Y así, vean a Juan, a María Magdalena, a José de Arimatea, al soldado romano, todos contemplando la sagrada Muerte de Jesús, que fue la muerte absoluta del pecado a través del Amor y de la Misericordia de Dios que volvió a iluminar al mundo y a todas sus criaturas.
Contemplen el mismo misterio que contemplaron Mi Madre y Sus seguidores. Contemplen la entrega de Dios, un misterio desconocido, una entrega ofrecida a través de la Muerte de Su Hijo Jesús.
En este día, los invito a morir para ustedes mismos, para que a partir de ahora sean otras personas, sean Mis llamas flameantes de paz en el mundo, sean Mi propio testimonio de su redención.
"Padre,
Eli, Eli, Olam,
Iod He Vaud He, Shekinah,
envía Tu Espíritu, envía Tu Espíritu,
envía Tu Espíritu y cura a la Tierra
por los méritos de Mi dolorosa Pasión.
Eli, Eli, retorna a Tus hijos,
arrebata sus vidas y haz resucitar, con Tu Espíritu,
a toda la vida imperfecta.
Adonai,
envía el soplo de Tu Espíritu,
la consolación de Tu Alma,
así como Tú Me la enviaste en el Huerto Getsemaní;
Te lo pido, Padre,
porque hoy no saben lo que hacen.
Míralos, Señor, con Tus Ojos de Misericordia,
con el Amor de Tu Corazón,
con la Sabiduría de Tu Consciencia
y a través de Mi redentora Cruz
haz nuevas todas las cosas
para que las almas vivan Tu Voluntad
y Tus ángeles levanten las cruces de Tus hijos
para que ya no se sientan atormentados,
perturbados o enloquecidos.
Que Tu Alma, Señor,
ilumine cada espacio de la consciencia.
Por eso, Eli,
ofrezco Mi Sangre espiritual
para que purifique a Tus hijos
y los haga, en este día,
partícipes de la Comunión Espiritual con Mi Cruz,
la Cruz del sacrificio.
Amén.
Amén.
Amén".
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Todos los que escuchen en este momento y que tengan consigo una cruz pueden elevarla para que Cristo, Nuestro Señor, la bendiga y haga de nuestra cruz, de nuestro calvario y del calvario de este mundo, una victoria de amor, de luz y de redención para que las almas sean bendecidas por el Espíritu de Dios, sean renovadas y sanadas por la Sangre de Jesús.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Ahora lleven la cruz hacia el corazón y sientan la fortaleza de Jesús y el Amor misericordioso de Su Corazón por todas las criaturas de la Tierra.
Me quedaré un momento más en silencio para que, a través de una canción llamada “Cristo del Calvario”, en este día de la sagrada Cruz, cada una de las almas sea la cruz de la victoria, de la redención, de la rendición y de la humildad, en honor a Nuestro Padre Celestial.
Los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Los escucho.
Contemplemos el Calvario espiritual.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Le ha llegado la hora a cada uno de ustedes, el gran momento de cargar Conmigo la cruz de la humanidad. Pero para que eso sea posible, he venido a entregarles nuevamente el mayor tesoro espiritual para toda la humanidad: la Eucaristía.
Y así, vengo a renovar su apostolado en este día, para que ustedes y sus hermanos den continuidad a la historia que Dios está escribiendo con Su propia Mano.
¿Han pensado alguna vez que son parte de Mi Legado crístico? Y hoy, los vuelvo a reunir en torno a Mi mesa para que celebren, al igual que los apóstoles del pasado, la Última Cena, para que vivan, ahora y siempre, la Comunión Espiritual Conmigo a través del divino Sacramento del Altar.
En este tiempo, en el que muchos acontecimientos se precipitan sobre el mundo, la fuerza y el poder que Yo le puedo dar al sacerdocio es algo inextinguible, pero depende de ellos que eso sea posible y forme parte de una realidad suprema.
Así como a los apóstoles del pasado, les enseñé a sacramentar, a curar y a evangelizar; hoy, ante este momento planetario, vengo a reconstruir los puentes de Luz que fueron disueltos entre el Cielo y la Tierra, entre los sacerdotes y Dios.
Así como en el Huerto Getsemaní viví los grandes pecados del mundo y los asumí, uno a uno; también viví, en esa santa noche del Jueves Santo, la victoria que realizaría Mi Legado al mundo a través de todos Mis seguidores para que, en el día de mañana y en los días que vendrán, se decidan a cargar Conmigo la cruz del mundo, la cruz de estos tiempos.
Yo he venido a bendecirlos, he venido a purificarlos y he venido a transformarlos, si ustedes Me lo permiten, en lo que Mi Padre tanto espera, que sean Mis apóstoles maduros, que no solo vivan Mi Palabra, sino que también anuncien Mi llegada, Mi próximo Retorno al mundo.
Por eso, sus Ángeles de la Guarda hoy son testigos de este acontecimiento que se da en lo profundo del espíritu de cada servidor, porque no es solo para los sacerdotes, sino también para el mundo entero, para todos los que tienen fe en Mí y proclaman el Nombre del Señor.
En esa noche, antes de ser entregado, no solo les entregué a Mis apóstoles Mi Cuerpo y Mi Sangre, sino también les anuncié la Palabra de la Verdad. Es esa misma Palabra de Amor que hoy vengo a anunciarles a ustedes para que den continuidad a Mi Obra de Misericordia.
Ahora, antes de que carguen la cruz de la humanidad Conmigo en el día de mañana, sientan por un momento la oportunidad de ser dignos hijos de Dios, pero no solo de creerlo, sino también de sentirlo, de proclamarlo y de anunciarlo a través de obras de amor y de Misericordia que alivien al mundo entero. Así como esta parte de Mi Obra lo hace a través de muchos servidores que entregan su vida para servir a los demás por medio del servicio humanitario.
Sepan, en esta tarde de Misericordia, que el servicio humanitario en todo el mundo es una de las razones que Me hace retornar aquí, porque Mi Padre ve con Sus propios Ojos que no todo está perdido y que aquellos que fueron anunciados por el Ángel del Huerto Getsemaní, hoy están aquí, en este tiempo presente, formando parte de esta historia de amor que intento escribir a través de sus corazones, de sus almas y de la redención de sus vidas. Estos son los bienes espirituales, son los dones y son las virtudes que Mi Corazón misericordioso puede dejar a los Pies del Creador como el único testimonio de la conversión de los corazones a Mi Camino crístico.
Si Yo Soy el Camino para cada uno de ustedes, es porque Soy la única senda. Si Yo Soy la Verdad para cada uno de ustedes, es porque Soy el conocimiento único. Si Yo Soy la Vida para cada uno de ustedes, es porque pueden vivir a través de Mí y Yo vivir a través de ustedes, depositando Mis Aspiraciones en sus corazones, pero también Mis dolores, los dolores que Me ocasiona el mundo entero.
Eso fue lo que vine a compartir con los apóstoles del pasado y hoy es lo que comparto con los apóstoles del presente. Mi única razón es que puedan hacer la experiencia de Mi Camino crístico, un camino de profunda solidaridad, de profunda hermandad y de una inextinguible fe, a pesar de todo lo que hoy sucede en el mundo.
¿Para qué quisiera apóstoles, sino para el fin de los tiempos? En ellos construyo Mi Iglesia Celestial y los impulso, a través de la transformación, a elevar sus consciencias hacia el Divino Propósito, aquel Divino Propósito que está escrito para cada uno de ustedes desde antes del surgimiento de sus esencias.
¿Comprenden lo que eso significa?
Es que no hay otro camino, sino el de vivir la Voluntad de Dios, la que comprenderán finalmente después de esta vida. Esa es la razón del sufrimiento de toda la humanidad, del sufrimiento de las naciones y de los pueblos, la resistencia a vivir la Voluntad de Dios.
Pero los entiendo y los comprendo. Sé que no es fácil para el hombre de superficie no tener el control de lo desconocido; pero si ustedes nacieron para ser libres, ¿cuál es el control que quieren tener, si sus vidas, sus almas y esencias son de Dios?
Deseo, en este día de recogimiento y de institución de la Eucaristía, que Mis compañeros y especialmente aquellos que aún no son Mis compañeros, no pierdan más tiempo, porque ya no lo hay.
Yo vengo a hacer de sus vidas un instrumento en las Manos de Dios, instrumentos vacíos, aunque imperfectos. Yo vengo a mirar lo que Dios colocó en cada uno de ustedes desde el principio y que deben aprender a valorar y apreciar, que es su esencia divina, la Gracia de comunicarse con Dios como ningún otro ser en todo el universo.
¿Saben que la Creación aprecia esa conexión con Dios que ustedes tienen? Hay muchas consciencias en el Cielo que quisieran tener esa misma Gracia que ustedes tienen y que solo la deben conquistar con el esfuerzo y el sacrificio, algo que ustedes no deben hacer, porque esa conexión divina está dentro de cada uno de ustedes, si tan solo creen en ella.
Dios se manifiesta en este plano material en tres principios: a través de Su Voluntad, a través del Conocimiento y a través de Sus hijos. No se olviden de su filiación con el Padre Eterno, porque la necesitarán para lo que llegará en el fin de los tiempos.
Bajo el mismo fin y propósito que los apóstoles del pasado, hoy vengo a preparar a Mis compañeros del presente para lo que llegará.
En aquella noche del Huerto Getsemaní, no solo sabía quién Me negaría y ofendería, sino que también el Padre Me mostró, en aquel momento, a aquellos que serían capaces de superarme en el Amor, más allá de todo lo que Yo hice por ustedes hasta la Cruz y aun hasta en la Resurrección.
¿Qué esperan para superarme en el amor y en el servicio, en la caridad y en la unidad para que sus vidas renueven el universo y así toda la Tierra sea renovada y no tenga que atravesar el Armagedón?
Necesito que sus vidas y que sus espíritus sean los nuevos cálices que Yo pueda tener entre Mis Manos, para que Mis Códigos de Luz sean vertidos sobre ustedes y ustedes, esta vez, sean el sacrificio para la Gloria de Dios.
Por eso, ayer les dije si alguna vez pensaron y se preguntaron si su corazón está pronto para lo que Yo necesito. Esta es la gran llave de esta Sagrada Semana para cada uno de ustedes y de sus hermanos: meditar y preguntarse ¿Señor, mi corazón está pronto?
Pero Yo vengo aquí de forma incansable, porque Me comprometí con ustedes y con el mundo entero, no solo para el momento de Mi Retorno, sino para hacer de sus vidas un instrumento en las Manos de Dios, para hacer en sus vidas nuevas todas las cosas.
Por esa razón, en una de las tres veces que caí en el Calvario, sintiendo la pesada Cruz sobre Mí, Me volví a levantar con las pocas fuerzas que Me restaban. Fue allí cuando, ante la Presencia de Mi Madre, volví a reafirmar que Yo renuevo todas las cosas. Eso es a través de los que Me siguen y de los que Me aceptan.
Antes de que ingresemos en la Comunión Espiritual de la Última Cena, en este día de reflexión y de reafirmación de votos, para todos los mundos internos, de seguir ardientemente este camino crístico, concelebraré con ustedes la consagración a este camino de apostolado de un hijo Mío, la cual los invito a vivir, a apoyar y a compartir en la unidad de las almas para que, al igual que ustedes, los frutos de la redención se den en esta alma que hoy reconsagraré.
Ante Mi Presencia lo haremos.
Así como con Pedro y los demás apóstoles que estaban reunidos en el Santo Cenáculo, Me preparé en esa noche para, en humildad, lavar sus pies, en señal de afirmación del servicio entre hermanos y por hermanos, para siempre.
“Adonai purifica este elemento, que será el medio por el cual renovaré esta vida y todas las vidas del mundo. Que así sea”.
“Padre, bendice esta agua para que no solo purifique y bañe a Tus hijos con Tu Gracia, sino que también, a través de ella, toda la vida humana viva sus grados de consagración. Amén”.
Así como María Magdalena lavó Mis Pies con este aceite, que la vida humana se vuelva una vida divina en la dicha de estar siempre en Dios, por la victoria de Su Reino Celestial. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
A partir de hoy Nuestro Señor te llamará fray Shemaya, para que hagas digno Su Nombre en tu vida.
Para que todo termine de ser consumado y ustedes se preparen para los próximos tiempos, para cargar la cruz espiritual Conmigo, la cruz de la humanidad, ahora ingresarán en la celebración eucarística.
Yo les agradezco y les doy Mi Paz, la Paz que renueva a Mis apóstoles.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más