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Desde las extensas tierras doradas del corazón de Asia hasta los profundos y desconocidos pueblos del desierto, Soy la Señora de Mongolia.
Desde el corazón del campesino hasta el peregrino y nómade, Soy la Señora de Mongolia.
Desde el dialecto más antiguo hasta la cultura más sagrada, Soy la Señora de Mongolia.
Desde la expresión del Sagrado Templo de la Compasión hasta la unidad entre las religiones y los pueblos, Soy la Señora de Mongolia.
Desde los más áridos desiertos hasta las últimas florestas de ese país, Yo Soy la Señora de Mongolia.
Desde el espíritu de lo Divino de los antepasados hasta los pueblos que caminaron en el más absoluto desierto, Yo Soy la Señora de Mongolia.
Desde la victoria de los últimos guerreros hasta la empatía de los monjes del oriente, Yo Soy la Señora y Madre de Mongolia.
Yo Soy la Señora y Madre de Mongolia, Soy la Guardiana del legado de la sobrevivencia y de la fe de todos los que invocaron la Presencia de Dios en esos extensos y vastos territorios de Mongolia.
Soy la Madre de Mongolia, porque visto los colores que expresan lo sagrado y lo bendito de ese pueblo, internado en un gran desierto.
Yo Soy la Señora de Mongolia, porque Soy la Celadora de las Puertas de Shambhala. Soy el Terafín Virginal de una cultura anterior a esta actual humanidad.
Yo Soy la Señora de Mongolia, porque guardo y protejo las llaves que abren las Puertas de Shambhala.
Soy la Señora de Mongolia, porque reflejo el espejo dorado de un pueblo que conoció el despertar del corazón y que, por su pureza y anonimato, vivió la unión con el universo.
Soy la Señora y Madre de Mongolia, para que la humanidad no pierda los valores de la sagrada espiritualidad y de la simplicidad.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Serie – Relevaciones Divinas de estos tiempos
De la humilde gruta de Belén al Templo de la Circuncisión – Parte II
Luego de los acontecimientos físicos, internos y universales sucedidos en la simple gruta de Belén, algunos días después, San José y su Madre Celeste se prepararon para presentar al Niño Dios en el Templo.
Este ya sería el segundo misterio que se revelaría en aquel tiempo a los hombres al respecto de lo que, espiritualmente, significaría la venida del Mesías a la Tierra.
En aquel tiempo, la gruta de Belén quedó impregnada y colmada de la luz crística. Por cada lugar que el Niño Rey pasaba, atributos y códigos divinos iban siendo depositados en esos espacios como terafines y todos aquellos que, de alguna forma u otra, participaron y supieron sobre el Nacimiento de Jesús en Belén, también recibieron impulsos espirituales que los llevarían a la transformación de la consciencia.
A días de haber nacido el sagrado Niño de Israel, San José ya había hecho los preparativos y rezado sus oraciones con el fin de que Él también atravesara, en el Templo, el proceso de la llamada purificación.
San José llegó al Templo junto con María Santísima y el Pequeño Niño en brazos, solo que, durante el acto de la circuncisión de Jesús, así como lo pide la Ley de Moisés, un hecho inesperado se presentó a través de un humilde sacerdote llamado Simeón.
Ese sabio y contactado ser era uno de los tantos hombres de la Tierra que esperaban la llegada del Mesías y el cumplimiento de las profecías de los Profetas.
En esa instancia de la presentación del Pequeño Niño en el Templo y luego de la circuncisión, Simeón, siendo inspirado por el Fuego Divino del Espíritu Santo, compartió y le anunció una profecía a la Madre de Dios, diciéndole que una espada de dolor atravesaría Su Corazón y, en seguida, repitió una de las profecías sobre el advenimiento de Cristo a la Tierra.
El Templo de la Circuncisión fue el escenario en que, no solo se determinó la consagración total del Niño Rey al Plan de Dios, sino que allí también se vio representado el sacrificio espiritual que Su Madre Celeste viviría, ofreciendo al Pequeño Niño como reparación y expiación espiritual por todos los errores cometidos por la humanidad.
Fue allí, a partir de ese momento, con la presencia de Jesús en el Templo, que comenzó la caída del imperio del mal que en ese tiempo sometía y castigaba a la Tierra, impidiendo la continuidad de la evolución del sagrado Pueblo de Israel.
La llegada del Pequeño Jesús al Templo, en compañía de San José y de Su Madre Celeste, permitió que en esa misma hora se desarrollara una gran intervención divina, la que pondría fin a la decadencia de los hombres y de todas las generaciones humanas por medio de la presencia de Cristo en la Tierra, así como por toda la vida que, de manera incondicional, el propio Niño, después Hombre, donaría por amor a todos Sus hermanos.
El acto de la purificación en el Templo significó el pasaje a otra etapa de ese Plan perfecto, pero silencioso, que el mismo Dios estaba llevando adelante a través de Su Amado Hijo.
Fue a través de la Presentación del Niño Rey en el Templo que la intervención angélica y arcangélica comenzó a suceder directamente en todas las almas de la humanidad de aquel tiempo, ya que era necesario que todo el género humano saliera de su proceso de autodestrucción y de su ansia de poder.
Por esa razón, desde que Jesús encarnó en la Tierra, los seres angélicos y arcangélicos, a pedido de la Madre de Dios, hicieron uso de los más altos instrumentos espirituales y de los más puros Rayos Inmateriales, a fin de que los espíritus en la Tierra vivieran los primeros pasos de la redención.
Para que todo esto fuera posible, el mismo Niño Rey, aun siendo recién nacido, aplicaba ciertas Leyes divinas, las que, a través de su cumplimiento, modificaban la condición espiritual de la Tierra y, al mismo tiempo, abrían los portales para el contacto y la comunicación espiritual entre la Fuente Mayor y los mundos internos, lugar en donde se encuentran las esencias.
Todo el movimiento universal realizado por la presencia de la Sagrada Familia y por la intervención angélica, impidió el avance de las potestades del mal sobre la consciencia humana, la que, en aquel tiempo, era más primitiva.
Esas entidades contrarias tuvieron que presenciar, como castigo, toda la victoria que fue generada desde el Nacimiento de Jesús, hasta la Muerte y la Resurrección de Cristo.
De esa forma, el planeta y la humanidad fueron convertidos y redimidos por el potente voltaje del Amor-Sabiduría.
La alianza que se alcanzó entre el Cielo y la Tierra derrotó y venció los proyectos del adversario.
Ahora, en este tiempo actual y antes de la segunda Venida de Cristo, la humanidad se encuentra en un momento muy semejante al Nacimiento de Jesús, un momento en el cual cada ser humano tendrá la Gracia de vencer a través del amor y de superar y trascender la indiferencia para que Cristo vuelva a triunfar en todos los corazones.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Queridos hijos Míos:
Hoy, dejo entre sus manos el Sagrado Relicario del Castísimo Corazón de San José, como ofrenda de Mi Celestial Esposo y en agradecimiento por todo lo que, hasta hoy, ha sido amorosamente manifestado.
Este Sagrado Relicario de San José será su instrumento de batalla contra la indiferencia humana y será el impulso hacia una continua fraternidad entre los seres. Porque en este Sagrado Relicario se encuentra el Divino Corazón de San José, honrado por los ángeles del Cielo como modelo espiritual por su santidad, humildad y servicio.
Que este Sagrado Relicario de San José, que hoy, deposito en sus manos, los motive al despertar continuo del servicio incondicional, para que nuevas almas abracen esta propuesta. Que a través del Castísimo Corazón, vivan el servicio al prójimo y a los Reinos de la Naturaleza, construyendo y regenerando toda la humanidad.
Este Sagrado Relicario, que hoy les presenta Su Madre Celeste, es la reliquia fundamental que San José constituyó cuando Él ingresó, en humildad, al Reino de los Cielos. Fue este Sagrado Relicario del Corazón de San José lo que el Padre Eterno recibió de Su fiel servidor, después de que Él se elevó a los Cielos en alma y en espíritu.
San José aportó al universo, como miembro de la humanidad, el ejemplo vivo del amor al conocimiento y a la instrucción. San José fue considerado por Adonai el guardián de las almas, y este Sagrado Relicario representa para la raza humana, la posibilidad de imitar un ejemplo humano transformado, como lo fue el Castísimo Corazón de San José.
Este Sagrado Relicario que hoy el universo les presenta, es el símbolo espiritual para las almas, de que en la Tierra es posible vivir la transformación humana y la redención.
Que este Sagrado Relicario, amorosamente ofrecido por San José al Divino Padre, represente a partir de hoy el símbolo de la persistencia y de la fe ante toda condición humana y materialista.
Este Sagrado Relicario quedará espiritualmente depositado y expuesto en la contraparte espiritual de la Casa del Peregrino, para que todas las almas del mundo que aquí llegarán, encuentren por medio de la oración a este sagrado terafín que hoy, el Casto Corazón a través de la Inmaculada Madre, les dona.
Que este sagrado terafín sea trabajado todos los días 19 que vendrán, por las almas misioneras y orantes, con el fin de que en estos tiempos sean reparados los graves ultrajes por las guerras en el mundo, por la explotación de los niños, por la venta de las mujeres en las calles, por la soledad de los enfermos, por la muerte de los inocentes y por la destrucción nociva de los Reinos Mineral, Vegetal, Animal y Dévico.
Que este terafín sea el puente de comunicación de todos con Dios; y así, Él no derramará Justicia, sino pura e infinita Misericordia.
Les agradezco por responder a San José, porque estos últimos cuatro años de trabajo permitieron esta Gracia que Su Madre Celeste hoy les trae.
Los ama, en unión al Amor de San José,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Siente, entre tus manos, el calor de Mi Inmaculado Corazón que transmite e irradia los Dones del Espíritu Santo.
Siente, entre tus manos, el pulsar de Mi Corazón y contémplalo en devoción.
Siente, entre tus manos, la Luz de Mi Inmaculado Corazón, Luz que se derrama sobre el mundo por cada alma de la Tierra.
Siente, entre tus manos, el fuego de Mi Corazón y observa cuánto brilla aún en ofrenda al Padre Celestial por cada uno de Sus hijos.
Siente, entre tus manos, el Amor de Mi Inmaculado Corazón y viértelo con gratitud en tus hermanos de camino.
Siente, entre tus manos, la humildad de Mi Inmaculado Corazón y adora la pobreza con la que ha salvado al mundo durante la encarnación del Hijo de Dios.
Siente, entre tus manos, el dolor de Mi Corazón, al que por cada palabra de oración pronunciada, se le retira una espina.
Siente, entre tus manos, las rosas de Mi Inmaculado Corazón, que se abren para emanar los sutiles aromas de la Creación.
Siente, entre tus manos, la pureza de Mi Corazón, que se enciende y refleja como un espejo universal de redención.
Siente, entre tus manos, la bondad de Mi Inmaculado Corazón, bondad que intercede por ti, todo el tiempo, para que finalmente despiertes.
Siente el regocijo de Mi Inmaculado Corazón, para que te abras y descubras que el Plan de Dios es perfecto.
Abraza sobre tu pecho el esplendor del Amor de Mi Inmaculado Corazón, porque así te ayudaré a vencer los miedos y a manifestar el apostolado de los Nuevos Cristos.
Siente en tu alma la Gracia de Mi Corazón, para que transforme y purifique todo tu pasado y así, te tornes un terafín en los altares del Creador.
Lleva Mi Luz al mundo y únete a Mi Corazón que hoy está entre tus manos para ofrecerte la conversión.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
En maternidad espiritual,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Mis muy queridos y amados hijos:
Hoy, estoy aquí como he estado en los últimos siete años, para traer la paz al mundo y dejar en sus corazones la huella insondable de Mi Amor.
En todo este tiempo, el Padre Me ha permitido liberarlos, redimirlos, rehabilitarlos, curarlos, darles Gracias y protegerlos dentro de Mi Corazón. Me ha permitido renovarlos en la fe, curar a sus familias y darles un camino de esperanza en el cual colocar sus pies y así poder ayudar a esta humanidad amada por Mí y por Mi Hijo.
Después de tantas bendiciones, Yo, la Reina del Cielo y de la Tierra, vengo en humildad a pedirles que guarden todos estos tesoros en el corazón y que no permitan que nada se los haga perder. Guarden, en lo profundo de las almas, esta preciosa joya del espíritu que Dios Todopoderoso Me ha permitido entregarles.
Hijos Míos, vengo a implorarles que no bajen los brazos, que recurran a estos tesoros que el Cielo les entregó para poder enfrentar los tiempos que vendrán;un nuevo ciclo que los necesita encontrar más maduros y plenos en el Amor de Mi Hijo. Él los prepara en este tiempo para que construyan con sus vidas, en este mundo, el camino por el cual retornará y liberará definitivamente del dolor y la opresión a esta humanidad. Estén seguros de que cuando caminen a Su lado, recordarán cuando la Reina de los Ángeles les decía que, unidos en la fe y en Dios, lo lograrían.
He estado observando a este grupo de almas que, a través del impulso que ha recibido de los Mensajeros Divinos, ha podido fortalecer su fe y traspasar el umbral del dolor. He contemplado con Mis ojos de Madre misericordiosa a aquellos que todavía no se han animado a entregarme sus corazones; pero espero amorosamente ese bendito día, en el cual confíen plenamente en lo que les digo y en lo que les ofrezco: el puente seguro hacia el Corazón Glorificado de Cristo. ¿En qué otro lugar querrían estar?
Hoy, en el esplendor total de Aurora, vengo a agradecer a todos los que han construido este altar de final de tiempo para que Yo pueda depositar terafines de cura y redención para todo el planeta. Porque cuando Yo ya no venga cada mes a estar con ustedes, porque ya estarán viviendo un nuevo ciclo, Mis Gracias permanecerán aquí, a donde todos podrán venir a beber.
Amados hijos Míos, les dejo Mi Paz, Mi Amor curador y un eterno agradecimiento por haber respondido a Mi llamado.
Los cubro con Mi Manto de Paz,
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más