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Estoy junto a los ángeles y arcángeles, a los pies de la Cruz de Cristo, recogiendo toda la Sangre y el Agua derramadas para la redención de la humanidad y de toda la Creación.
El manantial de la Misericordia fluye hacia todas las almas, inagotable e insondable, misterio que no tiene fin, guardado en la Sangre y en el Agua de Cristo.
Esta Sangre ya se derrama sobre el mundo, sobre la sangre y la vida de todas las criaturas, convirtiendo su genética y su corazón a semejanza de Cristo.
La Sangre de Cristo ya se derrama sobre el mundo y sobre todos los seres, no solo para redimir, sino también para transformar y restaurar la vida.
Finalmente, la humanidad conocerá el Pensamiento de Dios y vivirá, en su interior, lo que es sentir y experimentar a Cristo Vivo.
La Sangre de Cristo desciende sobre la Tierra, transformando toda sangre y toda vida. Su Pasión se tornó Eucaristía viva para todo el planeta, y Su entrega ya no redime solo a las Tribus de Israel, sino también a todas las criaturas, a toda vida, a toda esencia.
El sacrificio de Cristo se hace comunión espiritual y celular y, como un milagro divino y una Gracia espiritual, las almas son tocadas y transubstanciadas por la Sangre de Cristo, así como el trigo y la uva en el altar.
La humanidad será el Altar de Cristo en este tiempo del planeta, y todo aquel que ore en nombre de Su dolorosa Pasión será Eucaristía viva en unidad con Cristo.
Este es el don del sacerdocio extendido sobre la Tierra.
Este es el milagro de la Gracia y de la Misericordia Divina que toca a toda criatura.
Mediten en Su Pasión y rediman sus corazones. Vivan la unidad con Cristo.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Los invitamos a todos a colocarse de pie, en reverencia a nuestro Señor. En el momento en que Él aparezca, se arrodillan los que puedan, los que no puedan se sientan.
Podemos cantar.
Es así que Yo quiero ver al mundo, en reverencia y amor, reconociendo dentro de sí al Cristo interno, Aquel que nunca ha muerto, Aquel que siempre vive a través de los tiempos y de los hechos.
Yo no estoy muerto, estoy vivo en ustedes cada vez que Me lo permitan, más aún lo podré estar hasta que tengan consciencia y sabiduría de su compromiso con el Padre Celestial.
Todo lo que sucedió durante la Pasión de su Señor ya fue dicho hasta cierto grado, pero la humanidad aún desconoce los verdaderos Misterios de Dios que están guardados en el Arca de la Santa Alianza y que celan las memorias de su Maestro y Señor desde Su nacimiento hasta Su ascensión.
Pero hoy el mundo debe conocer lo que verdaderamente sucedió más allá de los hechos y por qué el propio Dios encarnó como un hombre y como una consciencia humana para darse a Sus hijos, completamente, en Misericordia y Amor.
Deben traspasar ese Misterio a través de la sintonía de sus corazones, en ese gran registro Universal de la Pasión de su Maestro y Señor.
El Señor pide tres velas para poder bendecirlas.
Y para que por medio de la luz de ellas, compañeros, este plano material, este Universo creado por el propio Dios a través de Sus ángeles, sea testigo de las revelaciones del Arca de la Santa Alianza sobre los misterios de la Pasión de su Maestro y Señor.
Los invito en este momento a que se preparen interiormente y que no sólo escuchen las palabras o que sus corazones se conmuevan.
Es necesario, compañeros, en este tiempo crucial de la humanidad, en el que millones de almas y naciones están en juego, que exista una consciencia de responsabilidad, de madurez y de adhesión a la Voluntad Divina.
Estas tres velas representarán a la Santísima Trinidad, que por medio de Su presencia inmaterial y de Su impulso divino, traerá a la Tierra la revelación de Dios.
La luz protege el Sagrado Conocimiento, enciende las esencias en la Sabiduría de Dios.
Dios necesitó entregarse al mundo, descender de Su Fuente Suprema para salvar a Sus hijos. No había otro camino. La humanidad estaba a punto de perecer y de destruirse a sí misma. La oscuridad de la consciencia humana y de todos los infiernos hubiera podido tomar el planeta, completamente, si no hubiera sucedido una intervención divina.
Por eso, la Madre de Dios fue escogida entre todas las mujeres. Y, en ese tiempo y en ese momento, Ella tuvo conocimiento de la Verdad, más allá de la encarnación del Hijo de Dios como la manifestación de la Segunda Persona de Dios, que es el Dios mismo.
Fue el Arcángel Gabriel, que antes de descender a la Tierra para encontrarse con María, pidió al Padre Celestial poder rescatar el Proyecto Genético Humano de todos los errores que las generaciones, anteriores a Mí, habían cometido por perversión y por haberse salido de la Ley.
Manténganse concentrados, porque si no, no podré continuar. Su corazón debe estar en lo que está sucediendo y no en otro lugar, porque si están aquí es porque Me buscan y porque Me llaman, es porque Me necesitan.
Lo que hoy se registra aquí no sucederá más, porque el fin de los tiempos ya está aconteciendo y el mundo deberá hacerse cargo de lo que no correspondió y por haberse salido de la Ley.
Pero, si sus corazones buscan Mi camino, a pesar de lo que ocurra, nada les sucederá porque estarán dentro de Mí, de Mi Cuerpo Místico, al vivir plenamente la Comunión Eucarística.
Fue así que el Arcángel Gabriel descendió a la Tierra, en un momento de gran tribulación y oscuridad.
Mientras las puertas de los infiernos estaban abiertas, por otro lado la Consciencia Divina, la Fuente Única, el Dios Vivo, se hizo presente a través del Arcángel Gabriel ante la divina persona de María, para expresarle y revelarle Su Voluntad.
En este momento nuestro Señor está presentando y mostrando la Anunciación de Gabriel a María y lo que sucedió en ese hecho.
Si Su "sí" no hubiera sido firme, hoy no estarían aquí, ni tampoco el mundo existiría.
Pero, aunque Dios sabía que la humanidad se salvaría por la redención del Hijo y por todo lo que Él ofreció a la humanidad, el sí de María como ser humano fue el antes y el después de la salvación del mundo y de todas las generaciones que la sucederían, desde el pueblo de Israel hasta los pueblos de hoy.
En los Pergaminos del Arca de la Santa Alianza está escrita esta historia, así como muchos otros hechos que aún ayudan espiritualmente al mundo en su redención, trayendo para las almas la renovación y la vida para poder asumir con responsabilidad el compromiso y así hacer cumplir el Plan de Dios en la Tierra.
El Ángel Gabriel sopló en María el Espíritu Santo y encarnó en Ella el Hijo de Dios.
En ese momento, algo importante sucedió, no solo María tuvo una revelación espiritual de lo que representaría el nacimiento de Cristo, es decir del propio Dios como hombre y como consciencia, sino que también fue para la humanidad un hecho importante que abrió las puertas a la redención de los hombres y al exorcismo de los infiernos.
Para que el Hijo de Dios pudiera nacer, un proyecto divino y espiritual fue pensado por el Padre, antes de que Él descendiera a la Tierra a través de la presencia de Su Amado Hijo.
La aceptación de María a la Voluntad de Dios fue el comienzo y el surgimiento de una nueva humanidad y, así, el Universo Espiritual comenzó a actuar en la Tierra, y en los planos internos todo estaba sucediendo conforme a la Voluntad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Es así, que se abrió un gran portal en la humanidad, el que todos fueron llamados para atravesarlo, inclusive aquellos que serían los enemigos de Jesús. Porque más allá del aspecto humano o del ego humano, Dios buscaba de los hombres a través de Su Hijo, la filiación con Él y el sentido de la unión interna con Su Espíritu.
Pero, en el escenario de la Pasión de Jesús, cada uno cumplió con su papel y su prueba, cada uno estuvo en el lugar que merecía estar y tuvo la oportunidad de poder aprender en el amor y de manifestar la verdad.
Ustedes ya conocen el dolor interminable de Jesús porque fue bien relatado. Ustedes aún no conocen, compañeros, lo que sucedió en los planos superiores, en donde el universo angélico actúa y obra, durante los hechos de la Pasión del Señor en los cuales las señales que allí quedaron grabadas y registradas en la consciencia del planeta, son las que hoy intervienen por la redención de la humanidad y la consagración de los hombres a la Voluntad de Dios.
Son esas señales, de los acontecimientos ocultos de su Señor, que hoy ayudan al mundo para que él se pueda redimir y convertir, así como fue previsto por el Padre.
Por eso, Mi Iglesia debe conocer estos Misterios y no negarlos, porque no quiero que Me nieguen más como Me negaron los que estuvieron Conmigo hace tanto tiempo, y hoy están, nuevamente aquí, recibiendo su última oportunidad por obra e intervención de la Gracia Divina.
Pero recordando, verdaderamente, lo que aconteció en la Pasión de su Señor, podrán recuperar lo que perdieron espiritualmente por las diferentes experiencias de la vida y por lo que aún hay que corregir en sus consciencias.
Este tiempo, que hoy Me tomo con ustedes, fue el mismo tiempo que Dios utilizó para llevar adelante la victoria de la Pasión de su Señor en la humanidad, en los planos superiores de consciencia, en donde verdaderamente todo sucedía y se manifestaba.
Por eso mi Santa Madre Me acompañó hasta el final y continuó, hasta sus últimos días en la Tierra, llevando Mi Palabra y Mi Amor al mundo por medio de la fundación de las primeras órdenes religiosas, los antepasados de los templarios, la primera congregación crística en la Tierra, que construyó el puente entre el Legado de Cristo y toda la humanidad.
Los hechos de Mi Pasión no sólo fueron hechos físicos, vistos y reescritos por varios apóstoles y por todos los que participaron en aquel tiempo de esos acontecimientos. Los propios ángeles de Dios registraron los hechos espirituales y cósmicos de la Pasión de su Señor, porque detrás de ese escenario terrestre en la Pasión de Cristo, los universos se movilizaron y grandes consciencias lumínicas se desplazaron a la Tierra para cooperar y trabajar en la redención de la humanidad y en la expulsión de Luzbel de la esfera del planeta.
Porque cuando Yo expiré en la Cruz, él fue vencido setenta y siete veces, y los infiernos se cerraron, muertos resucitaron y cantaron glorias en las calles de Jerusalén, enfermos se sanaron, almas despertaron y tomaron consciencia de porqué estar en la Tierra y de lo que vinieron a cumplir como esencias.
El Universo de Dios descendió a la humanidad, pero Él en Su Comando Mayor permitió que Sus más grandes enemigos y el ángel caído aprendieran de la victoria de la Pasión de Jesús para que esos hechos no se volvieran a repetir nunca más. Porque la fe de los creyentes de Cristo, a través de los tiempos, sería tan grande y poderosa que permitiría el reaparecimiento de su Señor en el fin de los tiempos, es decir en este tiempo actual y en este momento.
Ahora comprenden, compañeros, que forman parte de un acontecimiento pasado y de una historia que debe concluir en sus vidas con el triunfo del amor y de la verdad dentro de cada uno de sus seres, y que no deben perder una vez más la oportunidad porque ya no habrá otra, en este tiempo ni en el próximo.
Los universos se movilizaron hacia la Tierra y las fuerzas superiores entraron en este planeta con todo el poder de la Luz de Dios, para retirar del cautiverio a cuantos allí estaban hace mucho tiempo, desde Abraham hasta el presente.
Es así, que hoy ustedes están aquí, porque de alguna forma fueron retirados de ese cautiverio, de la cadena interminable de los errores, que proviene del Universo y continúa en la Tierra.
A través de los tiempos recibieron una Gracia mayor para poder, hoy, estar aquí ante Mí y muchos más esperan por esa Gracia, por esa oportunidad de estar delante de su Señor para aprender a cumplir Su Voluntad y no perder el tiempo de la Gracia Divina que esta terminando, antes que suceda el Gran Juicio Universal.
Yo los traje aquí como almas y no como personas para contarles la verdad, verdad tan semejante a la que les conté a los apóstoles en aquel tiempo.
Pero ustedes ya tienen una experiencia, un origen y un pasado, que aún está siendo redimido y transmutado por su responsabilidad para con la fe y la vida espiritual con Cristo.
No hay tiempo que perder, no hay tiempo que esperar. El conocimiento espiritual que está en los universos, aún espera para descender en el planeta y mientras ustedes mantengan su adhesión Conmigo, el Conocimiento divino llegará tan semejante a una lluvia que cae del cielo de una forma continua y permanente.
Así sus espíritus se ennoblecerán, sus almas serán exaltadas porque darán reconocimiento a la Pasión y a la muerte de su Señor, y no harán lo mismo que muchos hacen, de no dar valor a lo que Yo hice por ustedes en aquel tiempo.
Cada vez que recuerdan Mis hechos están ante una oportunidad de dar un nuevo paso en los grados de amor y de consciencia. Están asumiendo con responsabilidad el camino, apartándose de las apariencias y desilusiones del mundo, y de todos los caminos confusos y espirituales que ofrece la humanidad en este tiempo, solamente para alejarlas de Dios, a cada una de las almas que Yo convoco.
Ustedes decidieron ser Mi nuevo rebaño, para unirse a Mi viejo rebaño de la Iglesia extendida por toda la Tierra y para que, en esa fusión de amor y de hermandad, pueda prepararse la Tierra y la consciencia humana para Mi reaparecimiento físico en la humanidad, en el esperado Segundo Retorno de su Señor.
Guarden estos conocimientos como los últimos. Revivan, de tiempo en tiempo, la Sagrada Semana, para que sus vidas se tornen sagradas al tomar contacto con la aparición de su Maestro y Señor y especialmente con Su Verbo, que es el Verbo del Padre, que se pronuncia al mundo por última vez en este tiempo crucial y definitivo de la humanidad, en el que grandes decisiones deberán ser tomadas y esas decisiones de sus vidas los colocarán cerca o lejos de Mí.
Por eso, es necesaria la oración para que la tentación no prevalezca y los Códigos Divinos que Yo les entrego en cada aparición puedan producir méritos en sus consciencias y despertar nuevos frutos en sus espíritus, para que más talentos estén disponibles para su Maestro y Señor. Que Yo pueda ser la razón de su existir.
Y así, Mi Madre María dando el "sí", salvó al mundo y concedió que, por medio de Su humildad y pobreza, Su Hijo y Su Señor estuviera aquí en este día para compartir con Sus hijos los triunfos y los méritos de Dios a través de la persona de Cristo, en Divinidad y en Espíritu.
En este día, en el que el cuerpo del Señor es flagelado por el mundo, por la indiferencia de los hombres, por la desigualdad de las naciones, por el hambre de los más pobres y la falta de cura en los enfermos es que este Cuerpo dolorido es ungido por las oraciones de los que lo aman, aquellos que veneran y reconocen la Persona de Jesús como el Redentor.
Hoy vengo a anunciarles la Pasión del planeta y las agonías de la humanidad, que aún nadie ha conseguido curarlas ni aliviarlas, por ser muchas.
Por eso en su ofrenda de servicio a la humanidad y a los Reinos de la Naturaleza, por su entrega en la oración y en la vivencia de la Eucaristía, por su compromiso responsable y su adhesión a los Planes de Dios es que aliviarán el Cuerpo dolorido de su Señor y las llagas espirituales de la humanidad se cerrarán siendo ungidas por el Espíritu Santo, que todo lo renueva y todo lo cura.
En nombre de las Llagas de su Maestro y Señor y de todos Sus padecimientos, vengo a ofrecerles, compañeros, la unción y la cura espiritual de sus errores y de sus llagas internas y profundas, que solo Yo conozco de cada una de sus vidas.
Colocamos las manos en señal de recepción y nos ponemos de pie.
Nos abrimos al milagro de las Llagas de Cristo y al poder de la Luz que ellas contienen y ofrecemos nuestro amor para cicatrizar las Llagas de Jesús, para que nuestras propias llagas sean curadas de todo mal y de todo dolor.
Me colocaré sobre ustedes para ayudarlos.
Quien pueda que se arrodille y sienta en sus seres la presencia de Jesús y el poder de cada una de Sus Llagas.
Escuchamos Su Palabra y acompañamos en el silencio de nuestro corazón esta intervención divina y este momento de Gracia que nuestro Maestro y Señor concede al mundo entero por los méritos de Su Pasión y por el triunfo de Su Amor Invencible.
El Señor está esparciendo Su Luz sobre todos. Esa Luz ingresa por nuestra cabeza y llega hacia nuestro corazón, a lo más interno de nuestro espíritu, en lo más profundo de nuestra alma.
Jesús concede la cura por medio de Sus Luminosas Llagas y camina sobre ustedes irradiando Su Luz, haciéndolo también por el mundo, por los que más sufren, por los que mueren, por los que padecen las guerras, por los que son refugiados, por los que están enfermos mentalmente, por los que están presos.
Él esparce Su Luz espiritual y por medio de esa Luz, en este día de Su Pasión, Él concede la Paz y el equilibrio en todos los planos y establece así, en este viernes Santo, la comunión espiritual entre las almas y Dios, así como María Santísima vivió la comunión con el Padre, mientras gestaba a Su Hijo durante nueve meses.
Ahora Jesús encomendó a cuatro grandes ángeles que se coloquen en los cuatro puntos de la Tierra, para Él poder orar por la humanidad. Acompañaremos en nuestro silencio Su oración, sabiendo que en esta hora y en este momento estamos siendo ayudados por Su Luz Espiritual y por los méritos de Su Pasión.
Dejemos entonces que nuestro ser esté vacío, entregado y donado en comunión con Su Divinidad.
"Adonai, Fuente de la Verdad y de la Justicia, Origen de los orígenes, Océano infinito de Amor, Universo inextinguible, representación de todo lo creado, Divina Gracia manifestada, Soplo del Espíritu Universal, Poderoso Señor, Fuente de Renovación y de Amor.
Así como Tú Me concediste llegar al mundo y encarnar entre los hombres, hoy te pido Emmanuel, que surja de Tu Fuente la absolución divina para transmutar los errores de los hombres, sublimar con Tu Luz a los corazones y expurgar el mal de la Tierra para que nuevamente sea Tu Amor el que triunfe y que pueda surgir en todos Tus hijos, en todos los que afirman su fe y su confianza en Ti.
No mires los errores del mundo, la perversión de estos tiempos. Que Tu Corazón, Abba, ya no sienta más indignación y tampoco ira, sino que Tu Corazón se alegre por la alegría de Tus hijos. Que Tu Corazón se encienda en gratitud por la gratitud de Tus hijos, porque así triunfará Tu Amor y se hará justicia. Consuela a los oprimidos, así como Me consolaste a Mí en cada paso de la Pasión. Que Tu Gracia se expanda, que Tus poderes desciendan y que se cumpla hasta el fin de nuestros días Tu Voluntad, Amén".
Llevamos nuestras manos sobre el corazón. Nos podemos sentar y agradecer.
Vivan Mi Pasión como un triunfo y represéntenme en la Tierra como Mis nuevos apóstoles, aquellos que llevarán Mi Amor a la humanidad y se entregarán a los pedidos de Dios de una manera incondicional y permanente, a fin de que se cumpla Su Voluntad.
Extendiendo Mis brazos y Mis manos sobre el mundo y sobre ustedes, Yo les concedo la Paz para que nunca la pierdan de vista, para que siempre la recuerden, porque en la Paz se redimirán y en su redención alcanzarán la confianza del Padre así como el Padre confió en Su Hijo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Repitamos ahora ante de la presencia de Jesús la oración que Él nos enseñó:
Padre Nuestro (en portugués).
Y en unidad al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, vamos a agradecer a pedido de Cristo a nuestro Padre Celestial, este día de solemnidad y de recogimiento en el Corazón de Jesús, pronunciando Sus Nombres Sagrados. Vamos a cantar los Nombres de Dios como un sólo pueblo y una sola consciencia para que el Universo descienda a la Tierra.
Gracias Señor por cuanto nos das.
En este encuentro te honramos Señor.
Y unidos a la Pasión de Nuestro Señor vamos a mantenernos en ese recogimiento, en esa unión profunda con Cristo, renovando el sacramento de la fe y vamos a agradecer a todos los que nos acompañaron a través de este medio, y después de esta transmisión, que finalizaremos ahora, en todos los Centros Marianos reviviremos la Pasión de Cristo por medio del Vía Crucis. Y seguiremos recibiendo en nuestro interior, los impulsos de Luz que Cristo dejó en el planeta.
En reverencia y en amor, agradecemos y cerramos este encuentro:
¡Gracias Padre por cuanto nos das!
Y bajo la bendición del Sagrado Corazón de Jesús, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Los postulantes a adoradores, por favor, aproxímense a los pies del escenario, a pedido de nuestro Señor.
El Señor pide que traigan aquí los pañuelos y los prendedores de la Orden para dejarlos a Sus Pies, y todos aquellos que puedan, se arrodillarán el tiempo que consigan, con quietud.
Las personas más adultas no se arrodillarán, dijo el Señor.
Los que se arrodillen lo harán por los que no pueden y por los que no están aquí, ante Mi Presencia.
Síganme. Saquen las sillas del palco, por favor.
Estamos preparando, dice nuestro Señor, una Ceremonia Eucarística y antes de recibir el Sagrado Sacramento, adoraremos y contemplaremos ese Misterio de Amor presente en la Eucaristía.
Mi Cuerpo vivo y presente en la Eucaristía, se ha hecho presente a lo largo de los tiempos y de las generaciones, y aún más presente y más vivo a través de todos los que lo adoran.
He hecho milagros eucarísticos a pedido de Mi Padre Celestial, para que la humanidad pudiera creer que Yo soy el Redentor, el que viene al mundo de tiempo en tiempo para traer a los hombres y a las almas, la redención.
Es este milagro vivo en la Eucaristía que se repite de tiempo en tiempo y que intenta penetrar y reflejarse en el corazón de los seres humanos, para que los hombres en la Tierra representen a Cristo, vivo y resplandeciente en la Eucaristía, en los altares de la Adoración.
Hoy, ese misterio de Amor se vuelve a repetir y a presentar ante ustedes, porque el tiempo lo necesita, y la humanidad también lo necesita, sabiendo que sin la revelación de estos misterios, que están escondidos en la Santa Eucaristía, la humanidad no podrá prevalecer en el fin de los tiempos ni tampoco atravesar el fin de los tiempos por todo lo que hoy sucede en el mundo de forma injusta y desequilibrada.
Por eso, Yo Me hago presente en los altares de todas las iglesias, para que Mi Iglesia Celestial descienda a la Tierra, colme a los corazones, vivifique el espíritu de cada ser y entre en comunión eterna con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Por eso, Me vengo a entregar a ustedes, nuevamente en la Eucaristía. Y al entregarme a ustedes, compañeros, Me entrego de nuevo a la humanidad, al planeta, a las naciones y a los pueblos, aunque no conozcan quién es el Cristo.
Pero, es en la esencia de la vida en donde se realiza el Plan de Dios. Son sus esencias más profundas, sus espíritus que reciben al Espíritu de Dios por medio de los impulsos de luz que trae para las almas la Santa Eucaristía.
Eleven sus corazones en esta hora. Coloquen ante los Tronos de Dios cada una de sus súplicas para que, algún día, por medio de la fe y de la confianza de Dios, representen al Hijo del Padre en la Tierra mediante el ejercicio tan importante de la Adoración que estabiliza las energías, que evita las catástrofes del mundo, que los aparta y los protege de todo mal, que los eleva en consciencia y en espíritu, que les trae sabiduría y discernimiento, que les concede la Paz y el Amor de Dios y la comunión interna con su Ángel de la Guarda.
El Don más importante que Dios les entrega a través de la Adoración es el Sacramento de la Reconciliación. Porque Dios sabe, compañeros, que los hombres y mujeres de la Tierra son frágiles ante las pruebas y ante la tentación.
Pero, la fortaleza que ustedes pueden alcanzar mediante la Adoración a Mi Cuerpo Eucarístico, es lo que siempre les permitirá elevar los ojos hacia el horizonte y encontrar en ese horizonte de amor Mi Presencia pura e inmaculada.
Yo los vengo a entregar a Mi Padre por medio de esta ceremonia eucarística, porque es el tiempo de la renovación, de la confianza en Dios y del establecimiento de la fe, que harán despertar en ustedes los talentos que Yo coloqué en sus corazones, a través de Mi Palabra y de Mi Evangelio para toda la humanidad.
Hoy estamos a las puertas de la Última Cena. Estamos fuera de la Casa de Dios, pero bien próximos a Su Consciencia, para prepararnos de una manera consciente y verdadera para el gran Milagro de Amor presente en la Eucaristía y en la Sangre de Cristo.
Hoy, sus almas están ante las puertas del Templo de la Adoración de Dios, lugar en donde los ángeles y los santos viven en comunión eterna con el Padre Celestial.
Hoy, una llama de Luz se enciende en sus corazones para permitir la elevación de la consciencia, para aproximarse a nuestras dimensiones superiores, para dejar la superficialidad de estos tiempos y encontrar dentro de sí, dentro de cada uno de ustedes, lo verdadero.
Es por eso que hoy vengo aquí, compañeros, como el Señor de la Eucaristía y como la misma Eucaristía, presente en la forma espiritual de la Divinidad luminosa de Cristo, desde donde los Dones de Dios se expanden al mundo y las almas reciben la Gracia de la recuperación, de la rehabilitación y de la redención como dignos hijos de Dios.
Comenzaremos esta ceremonia en la que nuevos postulantes afirmarán en sus vidas la Adoración a Mi Corazón Eucarístico y recibirán sobre su pecho el pin del Espíritu de Dios, representado en el símbolo de esta Orden, para que la llama del Espíritu Santo siempre se encienda en ustedes en los momentos más difíciles y culminantes de sus vidas, para que en los momentos de mayores pruebas y de tribulación tengan la total confianza y la absoluta fe de que siempre Me encontrarán presente en la Eucaristía, ante la Faz sagrada de Dios que se entrega a Su pueblo en Amor incondicional y en Espíritu.
Por eso, compañeros, alegren sus corazones en este día de renovación para que, consagrados por el Espíritu y la Divinidad Eucarística de Cristo, mañana jueves, entren al Templo de la Adoración de Dios para celebrar por el mundo y por la humanidad la Sagrada Eucaristía, la institución del Legado divino de Dios para la humanidad y para el planeta, preciosamente presente en el Arca de la Santa Alianza.
El Maestro pide dos Menorah.
Y ante las puertas del Reino de Dios nos elevaremos en espíritu para esta sagrada ceremonia, en la que el Espíritu Santo los impulsará a vivir, de forma incansable e inmediata, la Adoración al Cuerpo eucarístico de Su Maestro y Señor.
Nos ponemos de pie.
Las Madres que están encargadas de los postulantes pueden venir aquí.
"Señor del Universo y de la Tierra, Fuente y Principio de todo el origen, ante las puertas de Tu Templo, por medio de la Gracia del Corazón de Tu Hijo, enciende en las almas el propósito de Tu Amor presente, vivo y eterno en la Eucaristía. Amén".
"Bautiza a las almas con Tu Espíritu y renueva con Tu Luz todo lo que Tú tocas. Amén".
"Unge con Tu Divinidad, Señor, a los que precisan cura, amor y perdón. Que así sea".
Llegó el momento de que la humanidad reverencie conscientemente a Dios y de que en estos segundos que pasarán, la Gracia Divina, la Fuente insondable de Misericordia, en la Presencia eucarística y viva del Hijo de Dios, se irradie al mundo y a los que más lo necesitan.
Nos arrodillamos.
A pedido de Nuestro Señor realizaremos una Adoración mundial para que los Códigos de Vida de Cristo, el Universo eterno de Su Amor llegue al mundo entero, a los cinco continentes y a todas las naciones.
En ofrenda, nos postramos ante el Padre Celestial y agradecemos por su Presencia en este lugar.
Escucharemos el instrumental de “Pater Noster” para que los ángeles del Universo, por medio de esta Adoración, eleven al Cielo las súplicas de los hijos del Padre.
Cada uno de nosotros, en este momento, hace su oferta ante el eucarístico Corazón de Jesús, el Cuerpo glorioso y divino de nuestro Señor Jesucristo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Mientras los Cielos se abren, pidamos a Dios por la redención de la humanidad y por el perdón de todas las faltas cometidas, a través de los méritos alcanzados por el eucarístico Corazón de Jesús, desde Su nacimiento hasta Su ascensión a los Cielos.
Oración del Ángel de la Paz.
Reverenciamos y agradecemos.
Y comenzaremos a escuchar como ofrenda el “Pater Noster” cantado.
Y aún ante la Presencia de nuestro Señor, vamos a proceder, respondiendo a Su pedido, a la consagración de los que se postularon como adoradores e hicieron la experiencia en los últimos seis meses.
Después de esta consagración, vamos a proceder, junto a nuestro Señor, a celebrar la consagración de la Eucaristía.
Las Madres que están responsables, por favor.
Aquellos hermanos que finalizaron los seis meses de experiencia como adoradores.
Juntos vamos a agradecer a Jesús.
Oración: Padre Celestial (en portugués).
Queridos compañeros, ahora adoradores de Mi eucarístico Corazón, que el Padre Celestial los bendiga en el compromiso de esta sagrada tarea.
Que a través de la Adoración al Corazón eucarístico del Hijo de Dios, y por medio de sus ejercicios, pueda descender a la Tierra el Reino de Dios.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Pueden ir en paz.
Y ahora llegamos al momento más importante.
Aquellos que puedan, se ponen de rodillas.
Hoy se vuelve a revivir el Sacrificio del Cordero y Él expresa el Amor que tiene por Sus hijos: "Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo que se entrega a los hombres para el perdón de los pecados".
Te adoramos Señor y te bendecimos.
"Tomen y beban todos de Él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, que es derramado por Su Señor para la remisión de las faltas. Hagan esto en Mi Memoria".
Oración: Padre Nuestro (en portugués).
Este es el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bienaventurados los que son llamados a servirse de este Sacramento, para poder entrar así, a Su Iglesia Celestial. Amén.
Hoy Me entrego en la forma luminosa de la Eucaristía para que las almas Me puedan reconocer en este tiempo crucial, en el que en verdad estoy presente y vivo en la Eucaristía, y cada vez que ingreso a ustedes, ustedes comulgan de Dios y comulgan de Mi Amor para vivir su tiempo de redención y de conversión en unidad al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Por los méritos de la Pasión y de la Muerte de Su Señor, en esta tarde de Gloria ya están preparados para ingresar al Templo de la Adoración de Dios, el día de mañana jueves, para celebrar junto a su Maestro y Señor el mayor testimonio de Amor de todos los tiempos, el legado de Su Redentor.
Yo les doy la Paz para que sean la Paz, para que vivan la Paz, para que compartan la Paz con sus semejantes y para que esta Paz llegue al mundo entero, especialmente, donde hay muchos más conflictos.
Bendiciendo al mundo desde el horizonte de Dios, elevando Mi Mano sobre toda la humanidad, Yo los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre de la verdad y la justicia, de la compasión y de la Divina Gracia, en el nombre de Jesús se darán el saludo de la paz.
Les agradezco.
El Espíritu de Dios hablará a través de los hombres
Cuando el corazón humano, hijos Míos, comprenda, como consecuencia de sus acciones, a dónde los lleva su arrogancia e ignorancia, el Espíritu de Dios hablará a través de los hombres.
Cuando las religiones perciban que lo más importante es establecer el Reino de Dios, que mantener estructuras e instituciones, el Espíritu de Dios hablará a través de los hombres.
Cuando los gobiernos comprendan, que no hay gobierno distante de Aquel que creó y que conoce todas las cosas, el Espíritu de Dios vendrá y hablará a través de los hombres.
Cuando los padres enseñen a sus hijos a vivir en comunión con los Reinos de la Naturaleza, con el Universo y con el prójimo, el Espíritu de Dios hablará a través de los hombres.
La humanidad se cansará de vivir las consecuencias de sus sucesivos errores, frutos de las acciones que llevan adelante, sin Dios. En ese momento, hijos Míos, los simples mirarán hacia el Cielo y el Espíritu de Dios hablará a través de los hombres.
Cuando el hombre ya no quiera engrandecerse a sí mismo, porque comprende su pequeñez y su miseria humana, buscará en lo Alto la Palabra de Vida, y será entonces que el Espíritu de Dios vendrá y hablará a través de los hombres.
Ese momento llegará cuando las consecuencias de la ignorancia humana sean visibles a todos los ojos del mundo, y aún los que ansiaban el poder, temerán tenerlo en sus manos, porque conocerán su propia fragilidad e incapacidad para actuar sin Dios.
El Espíritu de Dios hablará a través de los simples, que al principio serán escuchados por pocos, porque ellos estarán entre los menores y muchas veces, hablarán en el silencio de sus acciones.
El Espíritu de Dios hablará en los sanos de espíritu, preparados por Él para llegar al mundo, después de haber conocido el Universo, la Creación y el Plan Divino. Ellos serán conscientes de la miseria humana, pero también de la grandeza de Dios, que se oculta en su potencial interior. Esto los hará humildes y fuertes en Cristo, para hablar sin miedo a la humanidad y proclamar, con el servicio y la fraternidad, la institución de la nueva vida.
Cuando los corazones ya no encuentren consuelo y muchos hayan perdido la fe en Dios, por no encontrar referencias en los hombres en los que las buscaban, será en los más simples y ocultos que el Espíritu de Dios surgirá, retornará y vivirá, como en los profetas y patriarcas de otrora. Y Él hablará, anunciará y abrirá nuevamente los corazones de los que habían perdido la fe y la esperanza. La humanidad reencontrará la referencia del amor en los puros y en los simples, que brillarán, no por sí mismos, sino por el Espíritu de Dios que estará con ellos.
Cuando la fe parezca haber desaparecido de los templos e iglesias, y el amor sea escaso entre los hombres que intentan guiar a los otros por sí mismos y no en Dios, será en los puros y en los simples, hijos, que el Espíritu de Dios hablará, inspirará y unirá las religiones y las culturas, que por sí solas no encontrarán fuerzas para permanecer en el mundo. Sus ejemplos renovarán la fe y la esperanza en el retorno de Mi Hijo. Ellos hablarán del Cristo Vivo, y su palabra será fuego y no solo sonido. Abrirán los caminos hacia el Rey Universal y serán los primeros en postrarse en la tierra, incluso antes de que los Cielos se abran para la llegada del Rey.
Los incrédulos, que aún negarán el Retorno de Cristo, los verán postrados, sin que nada suceda y los calumniarán, se burlarán de ellos y se exaltarán a sí mismos. Pero los puros no se erguirán y, hasta que los Cielos se abran, no levantarán la cabeza. Serán humillados en silencio, para que la humanidad perciba que es en la humildad que, una vez más, se prepara el camino hacia Cristo. Y he aquí, que el Espíritu de Dios, en esa hora, se silenciará a través de los hombres. Su Silencio hablará más alto y tendrá más fuego que todo verbo pronunciado.
Cuando callen los que hablaban con el Espíritu de Dios y postrados esperen en calma el retorno de su Rey, cuando parezca que todo terminó sin triunfo y sin esperanza, cuando los hombres permanezcan ante el vacío y lo desconocido, entonces, hijos, todo comenzará.
Las señales surgirán y harán estremecer a los impuros y a los mentirosos. En esa hora, el Espíritu de Dios ya no hablará a través de los hombres; solo se silenciará y mirará, a través de sus ojos, para que ellos sepan reconocer a Aquel que será el mismo Dios, resplandeciente sobre el mundo.
Hasta que llegue ese momento, sean puros, simples y fortalezcan su propia fe en Dios, reconociendo su propia pequeñez y la grandeza Divina; porque el Espíritu de Dios vendrá y buscará a los corazones humildes, para anunciar al mundo lo que muy pocos quieren escuchar.
Yo los bendigo hoy y siempre, y les dejo la Gracia de Mi renovación y el principio de Mi humildad, para que los hagan fecundos en sus corazones y consciencias.
Los ama,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Cuando Cristo nos llama para vivir Su Camino, debemos responderle y seguirlo como sea, porque en Él tendremos la fuerza interior necesaria para trascender y superar todas las miserias.
Cristo llama a las ovejas para que se conviertan en Sus apóstoles y así retransmitan los impulsos que Él quiere derramar sobre toda la humanidad.
Cristo llama a las ovejas a la consagración para que lo vivifiquen y sientan todo el amor mayor e infinito que no se encuentra en el mundo ni en ninguna otra consciencia.
Cristo llama a Sus discípulos para que le ofrezcan sus espadas y para que, rendidos ante el Señor de la Misericordia, la vida se pueda redimir.
Cuando Cristo llama a las consciencias para que cambien sus vidas y experiencias, de la noche a la mañana, es porque esas consciencias que son llamadas reciben el impulso único de dar un gran y último paso por el Plan.
Cristo llama para develar de cada consciencia su verdadera y sagrada tarea.
Él llama para cada alma descubra el guerrero de la misericordia que existe en su ser.
Él llama a Sus apóstoles para que estén al servicio del Supremo Señor, del Padre Eterno. Por eso, pido a Mis hijos que no rechacen ese llamado, porque sería la diferencia entre ofrecer la vida por la evolución del planeta o escatimar los esfuerzos y perder la oportunidad.
Oro todos los días por las almas que despiertan para que ellas sientan confianza y estén seguras de dar el esperado paso.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice y los ama,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Hijos:
No toda la humanidad comprende la ciencia universal de los ciclos evolutivos. No todos creen que esos ciclos verdaderamente existen y, menos aún, que impulsan a la consciencia hacia un determinado aprendizaje.
Toda la Creación responde a Leyes universales, que son principios que organizan la vida basándose en energías y rayos divinos. Esas Leyes son captadas e irradiadas por los Espejos del Cosmos y son recibidas por el espejo del propio interior, para que sean entonces vividas y practicadas en todos los niveles de consciencia.
Un ciclo evolutivo es el momento en que el Creador envía, hacia Su Creación, determinados rayos divinos, que organizan nuevas leyes e impulsos y que, irradiados por los Espejos, deben llegar a cada criatura para que los exprese.
Esos impulsos del Divino, en cada nuevo ciclo evolutivo, intentan llevar a Sus criaturas a una nueva aproximación más profunda a Su Consciencia, mediante el amor y la transformación. No vivir los ciclos y no abrirse a sus impulsos es como cerrar las puertas de la consciencia a la evolución, a la aproximación a Dios y al retorno al origen.
El 8 de agosto de cada año representa la síntesis de todos los impulsos dados por Dios hasta entonces, cuando el Creador reúne los principios que aspira a que la humanidad alcance y los envía al mundo como rayos de luz, para que lleguen a Sus criaturas.
Aunque esos impulsos se renueven en cada nuevo ciclo menor que vivirán en el transcurso del año, la respuesta que dan al Padre el día 8 de agosto es primordial para la evolución y para la asimilación de los ciclos siguientes.
Para enviar esa respuesta a Dios, hijos, no necesitan hacer nada extraordinario: solo abrirse de corazón y disponerse en consciencia para que el Creador pueda actuar en sus seres. Deben estar disponibles espiritualmente para que esa unión con Dios sea la prioridad de sus vidas, y el amor a Su Plan los guíe en el develar de la verdad sobre la creación humana.
Fue un 8 de agosto que el Señor envió a Su Santa Sierva al mundo, porque Ella representa a todos los Rayos divinos, todos los Espejos, todas las Gracias. María representa para la humanidad el camino para la manifestación del Plan Divino.
Para que se geste en su interior el Cristo Vivo, como María lo gestó en Su vientre, ustedes deben seguirla y aprender con Ella sobre Su Pureza y Su Amor, sobre Su capacidad de amar y de obedecer a Dios por sobre todas las cosas.
Que este nuevo 8 de agosto los encuentre despiertos y dispuestos a renacer. Vivan los nuevos ciclos con plenitud y no dejen que los impulsos pasen sin transformarlos por completo.
Su padre e instructor,
San José Castísimo
Vencerás la indiferencia delante de todo lo que sucede en el mundo cuando, en tus oraciones, tu corazón sea uno con el corazón de tus hermanos, en donde quiera que estén.
Cuando sientas en tu interior el Corazón de Dios y, en él,el amor por la humanidad y por el planeta, entonces, para ti, los dolores del mundo serán más intensos que los tuyos. Siente el Amor de Dios por Su Plan. Siente la esperanza del Padre de multiplicar, en Sus hijos, el Espíritu de Cristo.
Al comulgar, no solo coloques un pedazo de pan en tu boca.Vive, en la Comunión, el mayor milagro de Cristo que, en unión a la Voluntad de Su Padre, se entregó en la cruz y prosigueentregándose todos los días, varias veces al día, en todos los altares consagrados por Dios, para repartir Misericordia por medio del Cuerpo de Cristo.
El Señor asume todos los días los pecados de los que tienen fe y hacen del pan el Cuerpo Sagrado de Cristo y, del jugo de la uva, Su Preciosa Sangre.
¿En dónde estás tú en la hora de la Comunión? ¿Qué comprendes del mayor misterio universal de la Transubstanciación y de la Misericordia? ¿Sabes que todas las criaturas de este vasto infinito te observan y, de rodillas, ruegan que este pan se haga carne y te conviertas en uno con Cristo?
Ve, alma pequeña, sumérgete más allá de tu ignorancia. No permitas que los ciclos pasen y que tu mente permanezca enferma en las superficialidades de la vida, cuando tienes delante de ti la mayor oportunidad de transformación de este universo.
No ores solo para calmar tu corazón y para encontrar un poco más de paz en el manicomio que es este mundo para ti. Sumérgete en el universo de la oración, fúndete con Dios, descubreSu Amor y Sus Dolores, alivia Su Sacratísimo Corazón. Abre la puerta para el bálsamo que hasta hoy brota del Corazón de Cristo y permite que Su Misericordia se derrame sobre las almas y sobre los Reinos de la Naturaleza.
Haz de tu vida la razón del sacrificio de Cristo. Haz de tu permanente esfuerzo por fundirte en Él y ser uno con Cristo Vivo, el motivo por el cual aún Él coloca Sus Ojos en los seres de la Tierra y no deja de ofrecer Su Corazón en reparación de los pecados del mundo.
Transfórmate, vuela lejos. Mantén los pies firmes en esta Tierra para que, en tu elevación, ella trascienda las dimensiones e ingrese contigo en el Tiempo Real, en el Tiempo de Dios.
Te bendigo y te guardo en Mi Corazón para que develes allí los misterios que Yo descubrí en vida y también en la gloria de los Cielos.
Tu padre y compañero,
San José Castísimo
La esencia del espíritu que se consagra debe renovarse todos los días, en la aventura que es perderse a sí mismo para encontrar en su lugar al Cristo Vivo.
Para que un nuevo habitante ingrese en su casa, ella debe estar deshabitada; en caso contrario, sería una gran confusión si habitantes tan diferentes compartieran una única casa, siendo ella tan pequeña.
Queridos, Cristo espera estar vivo no solamente en la Eucaristía, sino que Él quiere ser Eucaristía viva dentro de cada ser de este mundo, pero para que esto sea real ustedes deben comulgar con Él todos los días.
Poco a poco sus cuerpos deberán dar espacio al Cuerpo Místico de Cristo, para que Él sea la vida que anima no solo el alma, sino también todo lo que los compone, desde la materia hasta el espíritu.
Esa transformación en Cristo es lenta y a veces dolorosa, pero no podrán huir de ella, porque Cristo está transformando todo lo que son, y la transformación estará con ustedes donde quiera que estén. Muchospiensan que deshacen con la mente un compromiso realizado por el espíritu, pero no es así.
Con todo lo que ya recibieron en los últimos años, la semilla de un nuevo corazón ya comienza a pulsar dentro de sus seres: es el Corazón de Cristo que les pide espacio para ser Él su comandante, así como lo es en todo el universo.
Son tiempos dolorosos para los que no hacen de la propia transición interior, un momento de gracia y de entrega. Y más duro será cuando no quieran ver que, no solamente dentro de ustedes, sino también fuera, nada quedará como está.
¡Adelante, soldados! Sean un poco más valientes para que puedan ver, en la pérdida de sí, la gran victoria de Cristo.
El Señor solo vence cuando Él los derrota, porque debe ser Él el gran Rey de su mundo interior, y no ustedes mismos.
Ríndanse, entonces, pues ya es tiempo que se dejen conducir por el Rey Universal.
Yo los animo y los llevo a esa gran derrota a los Pies de Cristo.
Que Mi bendición fortalezca su consagración y les dé valentía para no ser nada y rendirse a Aquel que es todo y que está en todas las cosas.
Su amado padre y compañero,
San José Castísimo
A los que están caídos, levantaré. A los que están tristes, alegraré. A los que perdieron la esperanza, les daré esperanza. A los que sufren, aliviaré.
Queridos hijos:
Estas son las promesas de Mi Hijo. Por eso, ¡oren!, oren con el corazón para que todos Mis hijos puedan recibir este precioso Acto Misericordioso de Mi Hijo. Mi Corazón les sirve de amparo, de resguardo y de salvación; por eso, no teman a las caídas en la vida. Hoy, Yo los invito a que se levanten desde donde están y caminen a través del Divino Espíritu de Cristo, de nuevo, tomados de las manos de Luz de Mi Hijo amado.
Ustedes, queridos hijos, deben construir en sus corazones las promesas del Cristo Vivo, a través de la oración, como una preparación para el nuevo tiempo de paz y en honor al retorno de Jesús esperado por todos.
Hoy, cada uno de Mis pequeños, véase como un discípulo que, habiendo recibido la instrucción del Maestro del Amor, ahora espera en vigilia el próximo llamado.
Así, hijos Míos, Mi Corazón de Madre les trae de nuevo, en este tiempo, el llamado a la oración, al perdón, a la reconciliación y a la Misericordia para que sus corazones purifiquen los sentimientos y toda intención se vuelva pura y cristalina como el agua de un hermoso río.
Abran día a día sus corazones delante de la voz de Mi Corazón y sepan que Dios los llama para que vuestras vidas manifiesten el don de la paz y de la mansedumbre en este tiempo.
El mundo podrá recibir de ustedes las oraciones pero más aún podrá recibir de ustedes el empeño para transformar la vida en un instrumento de Mi Paz.
Los preparo y los guío con inmenso Amor Maternal.
Gracias por responder a Mi llamado.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
A diario, muchas almas viven sin la oración, y sus pequeños corazones se distancian de Dios. En esta Gracia de Conversión que algunos de Mis Hijos están recibiendo hoy, Yo les pido que oren por todas las almas que se apagan por la falta de Dios.
Queridos hijos, el camino que hoy recorre el mundo separa a las almas de Mi Padre. Hijos Míos, sostengan en sus manos las cuentas de la oración para que, con cada una de sus plegarias, ayuden a elevar a Mis hijos que no viven a Cristo Vivo. Así, Mi Inmaculado Corazón se anuncia en sus vidas, queridos hijos. Así, ustedes junto a Mí, unidos en el misterio divino de la oración, estarán socorriendo al mundo que necesita cada día más de Dios.
El Reino de Mi Inmaculado Corazón está abierto para que todos Mis hijos puedan entrar. No pierdan la fe de sus corazones y serán conducidos hacia el Corazón de Mi Hijo. Es hora de caminar hacia el Reino del Padre Celestial para preparar los corazones hacia el nuevo tiempo.
Gracias por responder a Mi llamado.
Paz para sus vidas.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más