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Dios fortalece los corazones que responden a Su llamado a través de las pruebas y de los desafíos, de las batallas y de las dificultades que forjan en su interior la fortaleza y la fe.
Es así, hijos, que ante tantas Gracias recibidas, las leyes se equilibran, y aquellos que reciben todo de Su Creador son llamados a dar todo por Él.
Dios no quiere verlos sufrir, pero sí debe permitir que las leyes de este mundo se cumplan y que ellas mismas los conduzcan para que vivan una entrega cada vez más profunda de sus vidas.
Delante del caos del mundo y del caos interior, busquen el espíritu de la paz y permitan que sus consciencias estén colocadas fuera de las dimensiones de conflicto que confunden a las mentes de los hombres.
A través de la paz, sus corazones podrán atraer a las Leyes Divinas y Universales en tiempos de tanta confusión y desequilibrio, y vivir la sabiduría y el discernimiento del Espíritu de Dios.
Por eso, no se olviden, hijos, de comprender que las leyes se cumplen y toda Gracia abundante se equilibra con el sacrificio.
Pero, dentro de las dificultades, pueden escoger la forma de vivirlas. Pueden estar en paz y unidos a la Consciencia Divina y, de esa forma, no solo mantener la propia consciencia en Dios, sino también prestar un servicio a este mundo tan confuso y carente de equilibrio y de armonía.
Yo los bendigo, los coloco en la protección y en la paz de Mi Casto Corazón.
San José Castísimo
Llegó el tiempo de responder al llamado de Dios, llamado que los invita a ir al encuentro de las necesidades espirituales y físicas de este planeta en redención.
Llegó el tiempo de escuchar la Voz de Dios, que resuena fuerte en los corazones que ya despertaron.
De Su Verbo vendrá la fuerza para seguir adelante. De Su Amor vendrá el auxilio para renovarse, cada día, en el cumplimiento de Su Plan. De Su desierto, pero también de Su Reino, vendrán las experiencias que forjaran una fortaleza inquebrantable en los que caminan.
Por eso, escuchen la Voz de Dios en su interior y sigan Su llamado. No habrá otro ciclo, no habrá otra hora.
Solo hay, hijos, una gran necesidad de estar en el lugar correcto y cumplir con los compromisos que su Padre Celestial les entregó desde el principio de la humanidad.
Las pruebas se acentúan, pero también las Gracias se multiplican. Sepan tomar los Dones de Dios para que sean la base bajo sus pies y sigan adelante en oración, en comunión y en entrega.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando Me llaman vengo a su encuentro, amparando con Mi Casto Corazón a cada pequeño y gran esfuerzo que hacen para cumplir el Propósito de Dios.
Contemplo, con amor, aquello que pudieron alcanzar y, con piedad, sus debilidades más profundas, sus miserias más arraigadas.
Contemplo a cada uno de ustedes con una mirada de Gracia y de Misericordia, porque siempre que están delante de Dios y abren el camino para Sus Mensajeros, el mismo Creador vierte sobre sus espíritus los designios celestiales que Él tiene para sus vidas, desde el principio.
Su Padre Celestial descansa en los corazones que se esfuerzan y, por más que aún sean ignorantes de la verdad y que tantas veces se pierdan en las ilusiones de este mundo, es el esfuerzo, hijos, el esfuerzo constante que los aproxima a Dios, que los hace reparar Su Santo y Eterno Corazón.
Su Padre Celestial tiene un tiempo para todo y, con amor, aguarda por cada uno de sus pasos. Lo que más importa es que siempre estén caminando, que siempre estén con sus pies y su corazón en la dirección correcta, que es la rendición a Dios y el esfuerzo por amar y servir cada día mejor.
Con ese pequeño, sin embargo, tan profundo movimiento de ir todos los días en dirección a Dios y al prójimo, el mismo Dios, hijos, también vendrá en su dirección. Y aunque sea silencioso e invisible, el encuentro acontecerá.
Mi Casto Corazón hoy se alegra, no solo por todas las tareas materiales y los esfuerzos físicos que hicieron en esta mañana. Me alegro de ver espíritus esforzados, corazones postrados, intentando superarse, a pesar de sus límites.
No digo estas cosas para engrandecerlos, sino para animarlos. Este es el camino, el camino del amor y de la entrega, de la donación de sí y de compartir la vida y el pan con sus hermanos.
Que sus aspiraciones no estén dirigidas a nada más que a la manifestación de la Voluntad Divina, aunque para eso, hijos, ustedes disminuyan y otros crezcan.
Sean bases cuando fuera necesario alzar un corazón que necesita apoyo.
Sean manos que elevan, que inspiran, que donan y que se arriesgan a apoyar a todos aquellos que están intentando caminar.
Que cada uno haga su esfuerzo sin olvidarse del prójimo. Caminen mirando adelante, pero sabiendo que siempre están abriendo el camino para otros y no para sí mismos.
Hoy, hijos, les dejo Mi bendición, Mi gracia y Mi paz.
Sé que muchos de ustedes están cruzando desiertos y desafíos. Por eso, que Mi amor y Mi presencia sean agua y renovación en sus vidas.
Oren Conmigo, porque soy su intercesor ante Dios.
No vengo al mundo más que para servir. Podría estar perfectamente unido al Creador, pero estoy aquí para llevarlos de la mano, porque esta es la Voluntad Divina. Por eso, cuenten Conmigo, con Mi amor y con Mi intercesión.
Yo los bendigo y les agradezco por no detener sus pasos.
San José Castísimo
Para llegar a ser conocedor de Dios, después de cruzar los abismos, las tribulaciones y los vacíos, deben persistir en oración.
El Rosario, hijos, será su abrigo en todas las etapas del desierto.
El Santo Rosario los sustentará cuando sus corazones estuvieran enflaquecidos.
El Santo Rosario los protegerá cuando sus corazones estuvieran asediados.
El Santo Rosario los elevará cuando sus corazones estuvieran libres.
El Santo Rosario les mostrará la Faz de Dios cuando sus espíritus estuvieran enteros en la oración, entregados al Padre, y su aspiración única y verdadera sea llegar a Él.
Es de las manos de María Santísima que llegarán a Cristo e imitarán Su camino.
Así como Su Señor estuvo interna y enteramente unido a Su Madre Celestial, y de esta forma fue amparado por Sus silenciosas y ocultas oraciones, tanto en el desierto como en la Cruz, así debe estar cada uno de ustedes. Con el corazón íntimamente unido al Corazón de María, déjense guiar y proteger por Ella.
Conocedora de los desiertos como de la cruz, conocedora de la muerte y de la fe en la resurrección, conocedora de la superación y del apostolado, conocedora de los misterios celestiales y de los misterios profundos de la consciencia humana, Su Madre Santísima siempre los guiará.
Por eso, sea en el desierto, en el calvario, en la vida, en la muerte, en la resurrección o delante de los misterios celestiales, confíen en la guía y en el amparo de la Madre de Dios; Sierva incansable, pensada, manifestada y enviada por el Creador para conducir Sus criaturas a Su Corazón.
Vean en María las Manos de Dios, que cruzan dimensiones para buscarlos, y en el Santo Rosario el puente y la conexión correcta para mantenerse unidos a Su Inmaculado Corazón.
Tienen Mi bendición para eso.
San José Castísimo
Permanece en el desierto como Madre Teresa de Calcuta que, a pesar de estar en el vacío y en la soledad, supo encontrar al Señor en sus semejantes.
Todo cuanto buscaba, como compensación interna, se desvaneció. Su fe se fortaleció y se consolidó con tan solo cumplir la Voluntad de Dios y consolar a los pobres en el cuerpo y en el espíritu.
Fue de esta forma que Madre Teresa encontró a Dios y se fundió en Él, aunque no lo percibiera enteramente.
Permanece en el desierto como la Madre Teresa de Calcuta, fortaleciendo el propio interior, no en el mundo sensible y en la unión mística con Dios, sino en la fe palpable y en la superación constante, comprobando y experimentando la Presencia de Dios en los que más necesitan, siendo nada para el mundo y para sí mismo, y todo para Dios, todo para el Corazón del Redentor, que palpitaba cansado dentro de los pobres y de los oprimidos, dentro de los solitarios y de los perdidos.
Busca, hijo, vivir tu desierto consolidando tu fe. Sabe que cada desierto trae consigo un salto al infinito, y esto sucede de muchas formas.
Si tienes sed de sensaciones y de experiencias internas, sed de realizarte y de ver a Dios y, aun así, Él te mantiene en el vacío, descubre que tal vez la Voluntad del Señor sea revelarse para ti en donde menos lo esperas, en aquel espacio en donde a tu amor le cuesta llegar, en donde tus resistencias bloquean tus pasos y no te permiten entrar, en donde tus flaquezas te impiden descubrir la necesidad de amor. Allí está Dios, esperando por ti.
Deja en el desierto tus deseos y aspiraciones, tus necesidades, tus ansías más profundas. Y cuando no tengas nada, el Creador te mostrará en dónde Él está escondido, llamando por ti, buscando tu mirada, tu fe, tu corazón.
Quién sabe, hijo, si tu desierto será el desierto de la Madre Teresa de Calcuta, en donde Dios se revela de afuera hacia adentro y de adentro del prójimo hacia dentro de ti.
San José Castísimo
Una segunda etapa del desierto, que los seres viven en otro momento de su evolución, es estar en el desierto, hijos, en los brazos de María Santísima.
Después de vivir el desierto interior, después de experimentar el vacío y el Encuentro, después de vivir el calvario de estos tiempos, llegará un desierto aún no vivido por ninguna alma, porque es el desierto espiritual que cruzarán en este momento del planeta, el desierto profetizado en el Apocalipsis.
Su Madre Santísima cruzó y sigue cruzando muchos desiertos espirituales. Ella es conocedora de las almas y de sus caminos. Es Aquella que llevó las Palabras y los Dones de Cristo por los cuatro puntos del mundo y, por eso, conoció profundamente la condición humana y todos los caminos que los llevan a Dios.
Por eso, hijos, María Santísima es Aquella que conoce cada grano de arena de los desiertos espirituales que los conducen a Dios.
Allí, en donde todos los seres se confunden, se pierden, se desesperan, su Madre Santísima los coloca en Sus brazos y, segura de Su camino, cruza los vacíos y la soledad, y llega a Dios.
En el desierto, hasta aun Su adversario se ve confuso. Él persigue a las almas que están perdidas, pero no sabe encontrarlas cuando están en Dios. Por ese motivo, su Madre Divina recorre el desierto y toma a las almas perdidas en Sus brazos, una a una, para conducirlas a su destino.
Por eso les digo que, en estos tiempos de confusión y oscuridad, en el Apocalipsis y en el Armagedón del planeta, busquen a su Madre Celestial. Déjense encontrar por Ella y ríndanse en Sus brazos, porque cuando todo parezca perdido, Ella sabrá el camino; cuando ya no puedan caminar, Ella los tomará en Sus brazos y será bajo Su protección y sabiduría que ustedes llegarán a Dios.
San José Castísimo
Cuando un ser ingresa en el desierto, aunque simplemente haya tocado su arena y sentido su calor, ya no puede caminar hacia atrás.
El desierto puede parecer peligroso, lleno de sufrimientos y padecimientos. Pero hoy les digo que no hay mayor padecimiento para un alma que ingresar en el desierto y no profundizar su experiencia en él, no rendirse a Dios y descubrir sus misterios.
El alma que pisa el desierto, pero no camina por él, sino que queda presa de sus temores, no suelta las muletas que apoyaban sus pasos ni descubre en ellas su verdadero apoyo y tampoco sabe lo que es caminar con los propios pies.
Esa alma vencida por sus temores, sin querer soltar los afectos, las sensaciones o el pasado en sí, termina buscando, en más muletas y más cadenas, las sensaciones que no encuentra con las que tiene en sus manos y con las que están presas a sus pies.
Esa alma se torna prisionera de sí misma, cada vez más vacía, más esclava y más temerosa, simplemente por no conseguir rendirse al infinito del desierto que se presentó frente a ella.
Dios los llama a madurar en el desierto, a dejar las emociones humanas para descubrir y consolidar el corazón en el Amor Crístico. Pero para eso, hijos, necesitan soltar las muletas, quebrar las cadenas, experimentar el vacío y caminar en él, aunque no sientan una base bajo los propios pies.
Esto se llama experimentar la fe.
No sean esclavos de sí mismos. Reconozcan que no hay otro verdugo sino el orgullo, la vanidad y la ignorancia de los corazones que creen que están más seguros cuando están llenos de sí, pero no perciben que ni siquiera se conocen a sí mismos.
Les dejo Mi bendición para que clamen por liberación y la vivan.
Si sienten que sus pies están en las arenas del desierto, caminen y no detengan sus pasos. Consoliden la unión con Dios y fortalezcan la propia fe. Esto los hará verdaderamente libres.
San José Castísimo
Caminar por el desierto y ser vencido por el Poder de Dios no es ser indiferente con la vida o con el prójimo. El desierto los lleva a conocer a Dios para que sean capaces de encontrar a toda criatura y a toda vida dentro del Creador.
El desierto es un encuentro.
Después de cruzar el vacío, la aridez y la soledad; trascendidas las primeras etapas del desierto, purificado el corazón y rendido a Dios, que es su única y última Fuente de agua pura, los corazones viven un Encuentro. En Dios descubren la verdad, la pureza y la Vida misma que contiene en sí a todas las criaturas.
El desierto es un camino para encontrar, de verdad, al prójimo. Al conocerse a sí mismos, despojándose de las apariencias, de las muletas, de las cadenas, van a comenzar también a ver con ojos transparentes. Cruzando el desierto y encontrando a Dios, podrán percibirlo en todo y en todos, descubrir Su Amor revelado en las esencias de los hombres
Cuando un corazón vive en la aridez, no es porque está cruzando simplemente el desierto, es porque pisó el desierto. Pero necesita caminar en él, dejarse transformar por él, vivir el vacío y también el Encuentro.
El desierto es hecho por etapas, descubrimientos, experiencias profundas e internas que hoy deben ser comprendidos. Si sus corazones sienten aridez, vacío, tentación, soledad, profundicen en lo que viven y lleguen a la rendición, a la revelación de la fe.
Dejen quebrar sus muletas, sus cadenas. Dejen por el camino los apoyos humanos e, inclusive, los espirituales que se manifiestan como virtudes y destrezas, y permítanse ser nada.
Sigan desierto adentro por un largo camino que es vaciarse.
Siéntanse suspendidos en la nada y, al mismo tiempo, muy próximos a tocar a Dios.
Es el Encuentro con el desierto lo que los fortalece para renovar el Amor de Dios. Si no hay desierto, no hay Amor Crístico. Pero no les hablo solo de tocar con los pies las arenas calientes y sentir su aridez; les hablo de saberse en el desierto, aceptarlo, adentrarlo, vivirlo plenamente.
Por eso les hablo sobre el desierto, no para traerles aliento, sino para traerles valentía. Valentía de ser nada.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando tu corazón ingrese en el desierto, ora, silénciate y siente tu mundo interior.
Comprende que ser llamado al vacío y a la soledad es ser llamado más próximo al Corazón de Dios, a la verdad de lo que eres, lejos de las ilusiones y de la confusión humana.
El desierto es un camino de transición. El pueblo de Israel cruzó el desierto para cultivar una nueva vida, una genética pura y simple, pero forjada en el sacrificio y en la fe.
Tu Señor cruzó el desierto antes de vivir Su Pasión y allí encontró la unión definitiva con Dios, que no era solo un diálogo con el Padre, sino también la experiencia del Padre dentro de Sí mismo.
Cada ser, al cruzar el desierto interior, vive una transición para algo nuevo, verdadero y profundo.
Confía que en el vacío del desierto algo nuevo está siendo forjado y construido dentro de ti. Deja que tu espíritu se fortalezca y que tu alma encuentre la verdad que necesita descubrir en este ciclo.
Aunque no veas, no sientas y no sepas, cruza las diferentes etapas del desierto. Siente el vacío de su entrada, la confusión de permanecer en él, las pruebas que llegan, las desolaciones; pero también siente el despertar de la fe, la consolidación de la verdad y, por fin, la revelación de Dios en tu interior.
Tienes Mi bendición para eso.
San José Castísimo
Retírate al desierto con Dios, confiando en Su silencio y en Su Presencia.
Deja que todas las sensaciones espirituales y humanas, que antes eran confirmaciones e impulsos internos para ti, sean ahora substituidos por la fortaleza de la fe que te une pura y simplemente a Dios.
Acepta con amor el milagro del desierto, porque Dios llama al desierto a aquellos en los cuales espera colocar Su confianza, Su Cruz, Su Gracia y, por encima de todo, hijo, a aquellos que se dispusieron, desde el principio, a redimir la propia vida, superando al Amor de Dios.
Mi voz es aliento para las almas que caminan en el vacío, porque simplemente les digo: "Ve por este vacío y por este desierto; camina lejos y adentra en él profundamente, porque allí, en donde no puedes reconocerte a ti mismo, es en donde Dios se revelará y te mostrará finalmente quién eres".
Tu Señor se recogía para orar en el desierto, porque allí era en donde dejaba atrás Su condición humana y abrazaba Su Condición Divina. Por eso, el desierto debe ser para ti una esperanza.
Deja que los dolores de la renuncia se transformen en la libertad de aquello que te prende al mundo.
En el desierto puedes sufrir por el peso de los pasos, debido a las cadenas de la esclavitud del mundo que aprisionan a tus pies, o puedes rebajarte delante de Dios, tocar con tu rostro el suelo y saber que, con el clamor elevado al vacío, esas cadenas se romperán y tú podrás caminar libre.
El desierto no dejará de ser árido y solitario, pero tus pasos serán libres y tu corazón leve para llegar al propio destino.
Tienes Mi bendición para eso.
San José Castísimo
Los desiertos, hijo, son vividos en diferentes etapas de la entrega y de la transformación de los hombres.
A lo largo de su crecimiento interior, el Creador trae muchas veces a Sus hijos hacia el desierto. A veces de forma rápida y simple, y a veces de forma profunda y prolongada que parece no tener fin.
El desierto es un estado interno de vacío en donde el Creador retira de Sus hijos y amigos todas las consolaciones de la Tierra, todo sentir, todo afecto, todo aquello que el ser espiritual crea como apoyo y, a veces, como trampolín en su camino hacia la vida interna.
Todo esto le es retirado para que, así, la consciencia aprenda a sustentarse en bases puramente espirituales, en el conocimiento y en la experiencia de Dios que nace de la fe y de la vivencia del vacío.
Consolida tu unión con Dios por la simple certeza de que Él está presente, aunque no se haga sentir, oír o ver.
El desierto puede ser visto como áspero y doloroso, pero en verdad, hijo, el desierto es la invitación de Dios para que las almas alcancen una unión profunda y directa con Él, distante de las ilusiones y de los sentidos, distante de las dimensiones de la materia y de todo lo que las compone.
El desierto es la invitación para lo que es real, pero para cruzar este desierto no basta el conocimiento. Necesitas descubrir la ciencia de la humildad, de la rendición y de la entrega, la ciencia de lanzarse en las Manos Divinas y saber que Su Voluntad es perfecta, tanto en el oasis como en el desierto, tanto en los templos llenos de almas que despiertan como en el calvario lleno de almas que desprecian.
Por esto hablo sobre el desierto, para que aprendas a amarlo y a aspirar por él. No para aspirar al sufrimiento, sino para aspirar a una unión directa, profunda y verdadera con Aquel que te creó y que te invita a expresar la semejanza con Su Corazón.
Tienes Mi bendición para eso.
San José Castísimo
En el desierto, hijo, en donde no hay alimento, no hay agua, no hay fuentes, solo vacío, tu sustento será el Soplo del Espíritu de Dios.
Es la unión con el Espíritu Santo la que te revelará tu fortaleza en Cristo, a pesar de toda miseria, debilidad o pequeñez.
Es el Espíritu de Dios, que habita en lo más profundo de tu ser, el que hablará más alto que todas las palabras confusas de tu mente perdida y de las tentaciones del mundo. De adentro hacia afuera, el Espíritu Santo se revelará en tu interior, y en el desierto árido y oscuro, en tu propio corazón, encontrarás una luz.
Por eso busca al Espíritu Santo, aunque te sea incomprensible. Pide la Gracia de descubrirlo y conocerlo en ti y en todo.
Cuando fuiste pensado por Dios, en tu interior, en lo más profundo de tu condición humana, se escondió una partícula de Su Santo Espíritu. Ese Espíritu que anima a la materia, y que es el puente entre la ilusión y la Verdad, puede ocuparse de todo lo que eres, a través de la rendición de tu corazón, de la entrega y de la unión verdadera con Dios, aun en el vacío.
Clama por la revelación del misterioso y silencioso Espíritu de Dios.
Su Sol dorado se revelará en la noche de tu corazón, y tú ya no caminarás perdido en el desierto, sino que tendrás una dirección, que es la profundización del misterio de la entrega, que te mostrará un día lo que verdaderamente eres.
Tienes Mi bendición para eso.
San José Castísimo
Ora, hijo, y adora a Dios, aun en el desierto de tu corazón. Recuerda que retirarse al desierto es prepararse para encontrar al Creador.
El desierto está lleno de desolaciones, tentaciones y desafíos. El desierto es seco, vacío y solitario. Pero esto es así para que cruces todos los límites de tus debilidades humanas, purifiques las ilusiones y quiebres las cadenas que, desde el principio de la humanidad, fueron siendo creadas para aprisionar a la consciencia en una mentira sobre sí misma.
Camina con pasos firmes por el desierto de tu corazón y sabe que tu destino es solo uno: el encuentro con tu Creador.
En el desierto, el Señor te lleva a vencer las tentaciones que debilitan tu parte más humana: tus células, tus huesos, tu mente, tus emociones. Pero es de la fortaleza de ese desierto que tu Creador te revelará el potencial que hay en ti para transformar las condiciones más impuras de toda una raza.
Los seres humanos, hijo, se van descubriendo a sí mismos a través de la superación, de la rendición y de la entrega. Y cada desierto cruzado los aproxima más a Dios y así los aproxima más a sí mismos, a lo que en verdad son.
Cruza tus desiertos internos para que tu alma se prepare para los desiertos planetarios, y un día, hijo, tu espíritu también será llevado a un desierto universal que revelará el verdadero sentido de la existencia humana y que aproximará no solo a los hombres, sino a toda la Creación al Corazón de Dios.
Te dejo Mi bendición y Mi paz para que des, con ellas, los pasos necesarios en este tiempo.
San José Castísimo
Vengo del Cielo, trayendo en Mi Corazón un profundo júbilo interior. Júbilo que proviene no solo del sentir de Mi Casto Corazón, sino que proviene del Corazón de Dios, fruto de Su Misericordia, de Su Piedad y, sobretodo, hijos, fruto de Su gran Amor por la humanidad.
Vengo a ofrecer Mi Casto Corazón al mundo, así como lo ofrecí a Dios para que, de esa forma, los corazones de los hombres se renueven, despierten y tengan fuerzas y fe para seguir adelante en el calvario de estos tiempos.
Así como una vez el Creador envió a María Santísima para ayudar a Su Hijo a levantarse en el Calvario y, a través del profundo Amor de Su Inmaculado Corazón el Señor renovó Sus fuerzas; así, hijos, el Creador Nos envía en el Calvario de estos tiempos para mirar en los ojos de los cansados, de los humillados, de los que están sin esperanza, de los que perdieron la fe, para que comprendan la esencia de la Cruz de estos tiempos; para que superen el peso de sus faltas, flaquezas, miserias y que superen el peso de la condición humana, que se transmuta tanto en sus consciencias como en sus células. Y, así, sepan que de todo eso nace un amor mayor, nace una misericordia mayor, nace el verdadero hombre.
Vengo para tocar sus rostros, secar sus lágrimas y ayudarlos a descubrir el poder del sacrificio.
Y no es que Mis palabras a lo largo de los últimos años no hayan sido suficientes, sino que vengo, hijos, para revelarles así, el Amor de Dios.
Que ustedes puedan saber y experimentar que renovar el Amor de Dios no es solo cargar la cruz y caminar hacia el calvario, es también sentir Su Amor y ser amados por Aquellos que Él envía en su auxilio y, así, ver nacer ese amor nuevo en su interior.
Caminemos entonces hacia la renovación, hacia el Amor de Dios y, sobretodo, agradezcamos al Padre la revelación de Su infinita e insondable Misericordia.
Yo los bendigo, hoy y siempre.
San José Castísimo
Relato del mensaje:
Durante la ceremonia de consagración de los Misioneros en el Centro Mariano de Figueira, en el altar había una estatua de San José y, en un determinado momento, ella comenzó a brillar muy intensamente. Observamos este movimiento para comprender lo que estaba sucediendo; en cuanto los sacerdotes se estaban aproximando al altar para consagrar la Eucaristía, sobre ellos comenzaron a abrirse muchos portales, de una forma rápida e intensa. En ese momento, apareció San José, luminoso como un sol.
Detrás de Él, había un camino hacia África; Él estaba rodeado de niños y traía también un niño africano en Sus brazos. Él dijo que vino para que comprendamos la importancia de las misiones humanitarias para la Jerarquía.
Trajo consigo una Gracia para cada misionero que se consagró, algo espiritual e interno, y transmitió un mensaje extraordinario. Fue la primera vez que San José apareció, desde el fin de los ciclos de Sus Apariciones, el último 18 de agosto.
Él nos dijo:
Vengo en el silencio, por Voluntad de Dios y por Su Divino Amor. Vengo porque, para Mí, es tan importante acoger y servir a las almas de África, como acoger a los que se consagran al Plan de Dios y a la misión primera de rescatar el amor en los corazones de todos los seres, en la consciencia de todos los Reinos de la Naturaleza.
Vengo para bendecirlos, no porque todas las bendiciones que ya recibieron no fueran suficientes, sino porque deben comprender cuán importante es para Dios la misión que llevan adelante y que la seguirán llevando por los cuatro puntos del mundo.
El Creador acompaña sus pasos, así como Yo también los acompaño; sea inspirando sus espíritus; sea observando sus caminos, Yo siempre los acompañaré.
Hoy se abren los Cielos como se abren sus corazones, porque a cada oferta que la humanidad realiza, nuevos méritos son generados para la salvación y la redención de la humanidad.
Hoy vengo no solo con una bendición; vengo abriendo el camino de sus espíritus para que lleguen a Mi amada África. Yo estoy ahí. En omnipresencia y amor, les indico la dirección en la cual hay mayor necesidad. Vengan conmigo al encuentro de la transformación de sus vidas.
Las misiones humanitarias, hijos, así como los diferentes encuentros de oración que se realizan en el mundo, son los pilares de la redención para estos tiempos, son los instrumentos de los cuales se vale su Creador para mantener viva Su esperanza de redención y de transformación de la humanidad. Por eso estoy aquí.
Vengo con una Gracia. Vengo con una puerta hacia un nuevo paso. Vengo como una confirmación para sus almas y sus vidas. Vengo, como su Padre y Amigo, a decirles que en silencio los aguardo, que África los aguarda, y más que esto, que la África que hay en el interior de cada ser los espera, para que sirvan al prójimo como si fuera su última oportunidad de servir.
Yo Me alegro con sus pasos, así como Dios se alegra y renueva Su Amor a través de su consagración.
Hoy y siempre, ustedes tienen el Amor de Mi Casto Corazón.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Cada nuevo ciclo que llega es para aproximarlos más a Dios. Cuanto más se aproxima la purificación del planeta y sus corazones son llamados a vivir las instrucciones divinas, hijos, ustedes se aproximan más a Dios.
Vine al mundo a cumplir una misión: preparar la llegada de Mi Hijo a esta Tierra, pero, como en otros tiempos, no puedo estar hasta el final porque esta es Su misión y la de Su Madre Santísima. Vine a aportar al mundo los principios que aprendí de humildad, de servicio, de entrega incondicional a Dios y, sobre todo, de renuncia, porque esa es mi primera y última misión espiritual.
Es a través del espíritu de la renuncia que fui enviado al mundo y es también a través de este espíritu que Dios Me llamó para retornar a Su sagrado y eterno Corazón.
Cuando estuve en la Tierra, junto a Mi amado Hijo y a Mi amada esposa María, todo lo que yo quería, hijos, era permanecer al lado de Ellos, ver concretarse aquella misión, ver crecer a Mi Hijo y expresarse como el Hijo de Dios que Él era. Sin embargo Mi misión fue enseñarle a caminar, a dar Sus primeros pasos, a proteger Su nacimiento y a ver con Mis propios ojos cómo Dios se expresaba incluso a través de un niño.
Llegó un momento en el que el Creador Me llamó por el nombre, por Mi verdadero nombre y, mostrándome las puertas del Universo y del infinito de Su Corazón, Me llamó a retornar, a recorrer un camino amplio y desconocido; un camino que Me llevaría a crecer y a evolucionar como Su Hijo y, más que eso, como parte de Su Corazón, así como lo son todas las criaturas, aunque no lo sepan o no lo vivan.
Hoy, hijos, les vengo a mostrar este mismo portal hacia el Corazón de Dios que Yo vi cuando, en los brazos de María Santísima, Ella Me apuntaba al Corazón del Padre Celestial y Me decía que no tuviera miedo a lo desconocido, al infinito, a lo que era misterioso, porque el Creador era infinito Amor y Gracia.
Hoy les presento esta puerta hacia el Cielo, porque llegó el momento de que, como almas y corazones, ustedes también adentren en este portal, también reconozcan la vida infinita que, por tanto tiempo, se ocultó de los hombres. Llegó el momento de que ustedes sepan quiénes son y lo que vinieron hacer a este mundo. Y eso acontecerá primero en los niveles del espíritu a través del silencio y de la voluntad de sus espíritus de ser otros, de encontrar la verdad, el Origen del origen.
Delante de este portal que los conduce al Cosmos, vengo a entregar sus esencias a los Pies de Dios, así como entregué a Mi pequeño Hijo para que Él se expresara como el Mesías, como el Hijo de Dios.
Quiero que ustedes amen la vida superior, amen profundizar en el conocimiento divino, descubrir y leer la historia escrita en los espejos de sus corazones y del Cosmos infinito.
Amen, hijos, preparar el retorno de su Señor al mundo, porque Él vendrá y ustedes estarán cara a cara delante de Su Sagrado Corazón.
Las profecías se cumplirán; aquello que estaba escrito saldrá de los Libros Sagrados y se tornará vida. Y aquellas palabras que se ocultaron, que la humanidad en algún momento intentó esconderlas, ellas también se revelarán porque delante del Hijo de Dios nada más estará oculto.
Sientan que Mi silencio les revelará algo más profundo. Sientan que Mi voz se silencia para dar lugar al Verbo Divino de Mi Hijo, para que Él sea conocido y exaltado, para que ustedes descubran Su existencia y puedan recibirlo en este mundo y más allá de él.
También llegará el momento en el que su Madre Divina se silenciará, pero Ella estará siempre aquí, porque Su misión es acompañar a Su Hijo hasta el último instante, hasta el establecimiento de la nueva vida, hasta que el Evangelio del nuevo tiempo, de la nueva humanidad, pueda ser escrito por intermedio de los hechos de Su retorno al mundo.
Y todo lo que Él les dirá, todo lo que ustedes vivirán junto a Él, esa historia será contada en un nuevo tiempo, en un nuevo mundo, que será este, pero con una humanidad renacida por el Amor de Dios y de Su Hijo.
El 19 de marzo de 2020, Yo vendré para bendecir las medallas de Mi Casto Corazón y siete relicarios de madera. Yo los bendeciré para los Centros Marianos que ya fueron erguidos y los que se erguirán.
Para ese tiempo, preparen Mi llegada con amor y con alegría porque, en esos relicarios, así como en las medallas de Mi Casto Corazón, depositaré todo lo que aprendí, las virtudes que viví y lo que Soy como consciencia espiritual, como Esencia que partió de la Esencia Divina y que hacia Ella retorna.
El 19 de marzo de 2021 vendré nuevamente para bendecir el libro de Mi historia llamado "Del Origen al Origen", porque en ese día ustedes ya estarán prontos para conocerla.
Ustedes no se reconocerán, así como Yo tampoco los reconoceré, porque estarán más cerca de lo que son y no de lo que hoy aparentan ser.
A la Argentina le dejo Mi Amor y Mi humildad para que aprendan, hijos, que la voluntad, como poder e impulso de Dios, solo es verdadera cuando proviene del Corazón del Padre. Rindan sus corazones a Dios y utilicen esa voluntad, que nace de sus corazones, para hacer triunfar el Corazón de Cristo, con la cabeza en el suelo y el corazón rendido delante de su Redentor.
Vivirán pruebas que forjarán dentro de ustedes la humildad, mas a través de esas pruebas llegarán a Dios, si supieran hacer de ellas la puerta para la propia santidad.
Cuando estén ante una renuncia, no teman; porque cada renuncia, cuando es vivida con amor, los conduce a Dios.
Mi Corazón y Mi Esencia provienen del Padre Creador, así como todos ustedes, pero esa verdad Yo solo la descubrí cuando renuncié a estar en este mundo para vivir una existencia mayor.
Fue el poder de la renuncia que Me hizo retornar a Dios y aunque Mi Corazón era silencioso y para muchos desconocido, no era el conocimiento de los hombres el que Me aproximaba a Dios, sino la pureza, la humildad y la renuncia que vivió Mi Casto Corazón.
Hoy derramo sobre este país un amor infinito que es Mi amor por el corazón humano, porque se lo que él es.
Amen a Dios por sobre todas las cosas y ámense unos a otros como Su Señor los amó: esta es la Ley para la institución de la nueva vida, es la Ley para develar los misterios celestiales.
Ustedes podrán estar ante las puertas del Cielo, podrán ver las luces que se manifestarán en la Tierra y, sin embargo, no cruzar sus portales, porque el amor no reina en sus corazones. Por eso, hijos, para conocer la Verdad y vivirla, para descubrir el Cosmos infinito que se oculta en el brillo de las estrellas y, sobre todo, para retornar al corazón de Dios, ustedes deberán amarse unos a otros y, sobre todo, a su Padre Celestial.
Si fueran humildes de corazón y fieles en las pequeñas cosas, todo les será revelado y aunque ningún mensajero de Dios les hable, en el silencio de sus corazones una voz mayor resonará, porque el propio Creador encontrará en ustedes Su morada y será Su Voz la que hablará más alto que todas las voces que ya resonaron en el mundo. Les digo esto porque fue lo que Yo viví y lo que hoy los invito a vivir a cada uno de ustedes.
Ustedes no necesitan dejar la vida sobre la Tierra para descubrir la vida universal y retornar a Dios. Necesitan vivir, hijos, la verdad sobre sí mismos que se revela a través del amor, este es el esfuerzo que deben hacer todos los días: amar sin condiciones.
Ustedes no llegaran al Reino de los Cielos, pero harán que Él descienda hasta aquí, revelarán este Reino en el propio interior y se reconocerán parte de lo divino.
Lean las palabras que les entregamos, oren con ellas, mediten sobre cada frase, sientan cada impulso y ya no tendrán dudas, la Sabiduría vivirá en ustedes y esta misma palabra los transformará y los hará vivir todo lo que Yo les dije.
Hoy Yo les consagraré los elementos para que ustedes comulguen del Cuerpo, de la Sangre y de la Verdad de Cristo.
Cuando encontré a Mi Hijo predicando en el templo, entre los doctores de la Ley, vi y viví lo que era ser un Sacerdote. Vi el Cielo descender a la Tierra, vi a la humanidad revelarse como sagrada, vi a la esencia humana como parte de Dios. En ese momento, Mi Hijo Me llamó y Me explicó todo lo que estaba haciendo, Me consagró no solo como Su Padre, sino como un simple y humilde Sacerdote para que, a través de todas las acciones de Mi Vida en la Tierra y más allá de ella, el Reino de Dios pudiera instituirse en el mundo y, así, las dimensiones se unieran, los velos se rasgaran y no hubiera diferencia entre la vida en la Tierra y la vida en el Cielo.
Se pueden arrodillar.
Cuando Jesús elevó el pan y lo bendijo, aceptó ante Dios Su oferta de entregar este Cuerpo no solo en la Cruz, sino durante todos los siglos que vendrían hasta Su retorno al mundo y, en aquel momento, el Creador que lo observaba, bendijo el pan con Su más profundo amor, revelando que en él habitaba no solo el Cuerpo de Cristo, sino el Cuerpo divino de Su propio Dios y Creador, porque Él está en Su Hijo. En aquel pan, consagrado por Cristo, estaba la oferta de Su Señor y Su sacrificio en la Cruz, así como estaba la oferta de Su Padre y de Su sacrificio, al multiplicarse y tornarse carne, hombre y criatura entre Sus criaturas. Este es el Cuerpo de Cristo entregado por ustedes y por todos los seres de la Tierra y de todo el Universo. Este es el elemento que diviniza la Creación y que hace que retornen a Dios.
Cuando Su Señor elevó el Cáliz, ofertó al Padre cada gota de Su Sangre derramada, cada Llaga que se abriría en Su Cuerpo para verter sobre la Tierra los códigos de una nueva vida, el DNA de una nueva raza, aquella pensada por Dios desde el principio. Y el Creador, que lo observaba, bendijo el vino y lo transformó en la Sangre de Cristo, que es no solo la Sangre derramada en el Calvario y en la Cruz, es el Código perfecto del Amor de Dios por Sus hijos; el pensamiento divino que Su Padre emanó al pensar en la perfección del cuerpo, del alma y del espíritu de lo que deberían ser los seres humanos. Esta es la Sangre de Cristo, esta es la Verdad que se revela dentro de ustedes cuando beben de Sus Códigos y permiten ser transformados por Él. Eleven el Cuerpo y la Sangre de Cristo como una oración de agradecimiento, tornando esta memoria viva, con la certeza de que Dios los observa en esta hora y vierte sobre estos elementos Su más puro amor.
Oremos juntos como Cristo nos enseñó: Padre Nuestro.
Así se establece la consagración y la paz se irradia al mundo, porque Cristo está vivo no solo en los niveles del espíritu, está vivo transformando los elementos, la materia y la vida. Y así como Él convierte el pan y el vino, que convierta sus cuerpos, su sangre, su carne, su corazón y su consciencia.
Crean, hijos, que si los elementos, frutos de la tierra y del trabajo del hombre, reciben el Cuerpo y la Sangre de Cristo y se transforman en una unidad con Él; ustedes, ante la rendición de sus corazones, pueden vivir esta misma alquimia divina y transformarse en una unidad con Cristo.
Así, los bendigo y en silencio los acompaño, así como acompañé siempre a su Madre Divina, a Su Hijo Jesús y a todos Sus discípulos, apóstoles y compañeros a lo largo de todos los tiempos. Yo siempre estaré aquí y, en el silencio de sus corazones, ustedes Me podrán escuchar.
Los espero en el aniversario de Mis Apariciones. Profundicen en su entrega y en su unión con Dios. Para eso, los bendigo y derramo sobre ustedes Mi más pura humildad, Mi más simple amor.
Por la Potestad que Dios me concedió; como su siervo, amigo y compañero; en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Les agradezco.
Y así como Nuestro Señor nos enseñó y como San José nos pidió para establecer la paz de Cristo en nosotros, en esta nación y en todo el planeta, vamos a darnos el saludo de la paz.
Que sus corazones sean colmados de la Gracia, de la Paz y de la Misericordia de Cristo.
Hoy, hijos, Mi oración es para que encuentren a Dios, para que vivan Sus palabras, Sus instrucciones entregadas al mundo a través de Sus Mensajeros.
Mi oración es para que sepan superarse cada día, encontrando en la propia entrega y en la aspiración de vivir el Amor Crístico, la fuerza para levantarse, vencer los asedios y las adversidades y encontrar la paz.
Mi oración es para que aprendan a servir a sus hermanos, para que aprendan a decir sí sin condiciones, en el espíritu de la paciencia y de la fraternidad, de la humildad y del amor.
Hoy, Mi oración es para que los servidores de Cristo se descubran Sus compañeros y siempre aspiren a dar un paso más allá y a tornarse Sus amigos, almas esposas de Su Sagrado Corazón y fieles imitadoras de Su camino crístico.
Hoy Mi oración ante Dios es de entrega. Le entrego al Padre cada palabra dicha a lo largo de los últimos años, cada impulso que les entregué con Mi verbo, con Mi silencio y con Mi Amor, para que ustedes pudieran ir a buscar en Dios los frutos de esa entrega.
La puerta ya les fue abierta. El camino ya les fue mostrado. Hoy Mi oración es para que caminen sin temor y sin tibieza en el corazón.
Sean almas firmes en Cristo, renovadas en Dios y dispuestas a cumplir con Su Plan.
Por eso los bendigo y con amor los acompaño, hoy y siempre.
Su Padre y eterno Amigo,
San José Castísimo
Todo lo que buscan se encuentra en su interior. El universo se revela en la esencia humana. Felices los que creen en eso y no buscan fuera de sí las respuestas a sus cuestionamientos, sino que usan la Palabra de la Jerarquía como un camino para adentrar en el propio corazón.
Felices los que saben acoger la sabiduría milenaria que Dios le entregó a la humanidad a lo largo de los siglos, pero que su mente y su corazón no se atienen a lo que está escrito en los libros, sino que hacen del conocimiento el motor de su libertad y descubren que la puerta estrecha está en el propio corazón.
La ciencia de la vida es el autoconocimiento.
Felices los que sepan beber de Mis palabras y de todos los impulsos que Yo le entregué al mundo. Y aún más felices serán aquellos que sepan hacer de Mi silencio el ciclo para vivenciar y experimentar todo lo que Yo le dije a la humanidad.
Le hablo a la esencia de los corazones. Le hablo a lo que es verdadero dentro de cada ser, porque allí podrán comprender todo lo que Yo les diga. Por eso, escúchenme con el corazón, sientan Mis palabras y mediten en ellas como una oración, más que como un estudio. Oren las instrucciones divinas y ellas serán vida.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
En los lugares simples y con los corazones simples, allí Yo siempre estaré, en silencio y en paz, trayendo el Reino de Dios hacia el mundo.
Con los que se esfuerzan, a pesar de sus imperfecciones, y dan lo mejor de sí en las pequeñas y en las grandes cosas, Yo siempre estaré porque es su esfuerzo el que abrirá las puertas hacia el Cielo y no la perfección de sus corazones.
Con los que aspiran a construir una nueva vida y a encontrar un nuevo tiempo, Yo siempre estaré, porque esta es Mi misión: conducirlos de la mano a ese encuentro con la Verdad. Y aunque Mi voz se silencie, aunque Mi presencia parezca ocultarse, no se engañen porque Yo siempre estaré aquí, soplando en sus corazones los Designios de Dios, inspirándolos para que sigan el camino correcto, alertándolos cuando se desvíen y trayéndoles paz cuando parezca que la perdieron.
Yo siempre estaré aquí, con Mis manos sobre las suyas, elevando los ladrillos para construir las nuevas moradas y para reconstruir lo que es verdadero y puro cuando se quiebre por los embates de estos tiempos.
Oren siempre Conmigo, aunque sea en el silencio de sus corazones, y descubrirán, hijos, cómo Mi silencio resuena más que Mi voz, y lo que les haré comprender en sus corazones será más claro que todas las Palabras que ya pronuncié.
A través de este contacto interno, profundo y verdadero Conmigo, consolidarán la unión con Dios y madurarán como Sus hijos y como Sus compañeros.
Yo ya les dije: soy solo Su Siervo, Siervo del Divino, Su Mensajero, Su Obrero. Vine a su encuentro por un pedido de Él y ahora, que están ante Su Sagrado Corazón, llegó el momento de que cada uno de ustedes viva ese encuentro con Él.
Yo los acompañaré siempre, con amor, con alegría. Adoraré a Dios por sus triunfos y rogaré a Dios ante sus derrotas. Juntos, hijos, llegaremos al Nuevo Tiempo cuando nada más estará oculto, cuando todo se revelará, cuando todos los ojos verán, todos los oídos escucharán y todos los corazones sabrán la verdad, sobre sí mismos y sobre la vida.
Por eso, Yo los traje hasta aquí. Por eso, vine al mundo durante tanto tiempo y por eso, también, les daré a conocer Mi silencio, porque todo es parte de un Plan único, una Voluntad que será comprendida a medida que sea experimentada.
Para que vivan esto, Yo los bendigo, los abrazo y les dejo Mi amor paterno.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Encuentra fuerzas en la oración, en el pensamiento del retorno al Origen, en la certeza del regreso de tu Señor al mundo.
Encuentra fuerzas en lo que te une a la Verdad, en la donación de tu corazón y de tu vida, en el servicio de todos los días a través del auxilio que puedes prestar a los que están a tu lado.
Encuentra fuerzas siendo verdadero y transparente, expresando la esencia de Dios que hay en ti, y no buscando fuera de ti formas de ser que parezcan agradar a los demás.
Encuentra fuerzas en Dios, en la esencia del Amor que habita en ti y en todo. Podrás encontrarlo en la quietud, escucharlo en la adoración y comunicarte con Él orando con sinceridad.
En estos tiempos, hijo, el mundo buscará debilitarte, hacerte desistir, padecer y angustiarte. Pero basta que sepas encontrar tus fuerzas en lo que es real, en lo que proviene de Dios, de Su Eterno Corazón.
Él será tu respiro, tu aliento y tu perpetua renovación para que puedas persistir hasta el esperado día de estar, cara a Cara, con tu Creador Celestial.
Encuentra tus fuerzas en Dios, tu Dios y Dios de la vida. En Él siempre habrá renovación para tu corazón y para tu espíritu.
No te olvides de lo que te digo. Que Mis palabras resuenen en tu corazón.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más