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Al mismo tiempo que el caos se expande en el mundo, la Luz también se expande en el interior de las almas. Todo estará permitido en los tiempos finales para que los seres vivan su definición interior.
Así como muchas almas se lanzan a sí mismas en los abismos por sus elecciones y acciones de cada día; así también, hijos, aquellos que eleven sus manos en un pedido sincero de auxilio recibirán la oportunidad de alcanzar la redención.
La Luz se expandirá en el interior de los seres con la misma intensidad con la que el caos se expande en el mundo. Todo encontrará su equilibrio, y dentro de aquellos, que oran y despiertan la fe en su interior, habitará la respuesta para cada momento de confusión y oscuridad que vivirán sobre la Tierra.
En estos tiempos, las almas que están buscando la Luz llegarán al encuentro con Cristo, porque saben que se aproxima su última oportunidad. Por eso, no teman ni creen expectativas, sino solo oren para que el discernimiento y la sabiduría los hagan percibir cuando están delante de un corazón sincero que busca la redención y la oportunidad de ver la Luz.
A todos les será dada esa oportunidad, porque el tiempo de la Misericordia aún está vigente en el mundo. A aquellos que claman, las puertas les serán abiertas para que conozcan la Gracia de la redención, mientras están a tiempo.
Por eso, las almas se aproximan. Por eso, las situaciones más complejas llegan en este tiempo, porque todos sienten en su interior el Llamado de la última oportunidad, y aquellos que están atentos caminan en su dirección para pasar de la oscuridad a la Luz.
Los Sacramentos serán la llave de la redención de los seres, como también la oración constante y el corazón sincero en busca de redención. La humildad dictará el grado de Gracia que las consciencias podrán recibir y la fe dictará la amplitud de la acción de la Gracia en los corazones.
Por eso, oren y no se cansen de orar.
Dejen que la Luz de Cristo impregne su interior, para que sean Sus espejos en el mundo. Ya es tiempo y hora de reflejar al Señor, para que no importe la oscuridad de estos tiempos. Allí donde haya un discípulo de Cristo, habrá Luz
Tienen Mi bendición para esto.
Su padre y amigo,
San José Castísimo
Ha llegado el tiempo, hijos, de que la vida espiritual madure en sus corazones para que puedan dar testimonio de la paz a un mundo que sufre por el dolor; que puedan dar testimonio de superación a un mundo que no aprendió a amar el sacrificio, sino que se entrega cada día más a la falsa ley del menor esfuerzo.
Ha llegado la hora de repensar sus pasos todos los días, para que ya no estén circundando los mismos defectos y miserias, sino que suelten lo que les impide vivir una transformación más amplia.
Ha llegado la hora de servir; de colocar la consciencia en la necesidad que surge cada día, no para aumentar la tensión y estar al límite del cansancio y de la fatiga, sino para que aprendan a vivir haciendo todo por amor y no por obligación; que aprendan a reverenciar el don de la vida a cada instante de ella, para que no haya arrepentimientos en sus corazones y que, sí, aprovechen con plenitud cada instante en el que el amor puede encontrar espacio en sus corazones.
Ha llegado el tiempo de mirar al prójimo con ojos de compasión y no de superioridad; de reverenciar la vida de los demás, sabiendo que Dios se oculta en su interior.
Ha llegado el momento de no solo recitar las teorías espirituales, sino de ser espirituales, de manifestar el espíritu que habita silencioso en el interior de cada ser, desde el principio.
Y, ¿cómo hacer esto?
Comiencen, hijos, por ser agradecidos; por meditar todos los días sobre dónde están, quiénes son y qué vinieron a hacer en este mundo. No dejen que la inconsciencia los abrace, sino abracen ustedes mismos el despertar que debe acontecer diariamente.
Los estímulos del mundo llevan a las consciencias al adormecimiento constante, a estar cada día más distraídas y con su potencial creador adormecido. Por eso, el despertar espiritual debe acontecer todos los días.
Que siempre haya un espacio en sus vidas para detenerse y agradecer, para tomar consciencia de la Presencia Divina y preguntarse internamente cuál es la Voluntad de Dios para sus vidas. No permitan que el tiempo del mundo pase sin que sus consciencias profundicen en la entrega, en el servicio, en el despertar del amor, en la consagración de la vida.
Hablo de tornar sagradas sus acciones, pensamientos y sentimientos. Y eso no significa ser perfectos, sino solo conscientes de lo que son y de lo que le expresan al mundo.
Hoy, las almas están silenciadas y sepultadas en el interior de muchos seres que desconocen la verdad sobre sí mismos, y que viven y se expresan sin jamás percibir las consecuencias de sus acciones.
Por eso, los llamo a despertar todos los días, a agradecer todos los días, a consagrarse todos los días, a servir todos los días, a meditar en el Propósito Divino todos los días, a percibir que la vida es sagrada y en todo lo que sucede en ella habita una oportunidad de transformación, de cura, de redención y de misericordia.
Les digo esto, en un día como hoy, en el que los llamé a la consagración como Comunidad-Luz, para que comprendan que la consagración no es una ceremonia, sino un estado de consciencia.
La consagración es más que un momento de renovación de votos, de estar por un instante en la paz de la presencia de la Jerarquía.
La consagración, hijos, es un compromiso de ser nuevos todos los días, de ser capaces de comenzar de cero y de vivir siempre en la aspiración de tornar sagrada la existencia y de darle espacio al Creador para que se exprese a través de ustedes.
Que la consagración no sea para ustedes un instante, sino una aspiración constante, una experiencia constante. Para eso, Yo los llamo hoy.
Con estas Palabras los bendigo, los consagro, los renuevo y dejo sobre cada uno de ustedes la Gracia de recomenzar, de curar, de reflexionar y de espejar la Vida Sagrada.
Tengan Mi bendición para esto.
Su padre y amigo,
San José Castísimo
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Abran sus corazones por un instante, hijos, para que ellos reciban el amor y la cura que proviene de este lugar sagrado, de este lugar humilde, desconocido por el mundo.
De sus profundidades, emana una cura profunda, antigua como el Pensamiento Perfecto del Creador, el Pensamiento de Amor por Sus Criaturas. Dejen que sus corazones sientan el pulsar del Corazón de Aurora. Dejen que sus espíritus encuentren paz en el silencio de Aurora.
Cuando el Creador permitió la existencia del sufrimiento, Él también creó la cura para que Sus Criaturas no solo aprendieran del dolor, sino también de Su Infinito Amor.
Cuando el Creador permitió la existencia de la dualidad, Él no quería castigar a Sus Hijos, solo aspiraba a que, a través de los desafíos, Sus Criaturas pudieran crecer, pudieran aprender a discernir y a manifestar sabiduría, pudieran desarrollar en sus corazones la compasión, la piedad y la misericordia, atributos que hasta entonces eran desconocidos en toda la vida.
Por eso, hijos, ante el caos del mundo, ante el profundo sufrimiento de las almas, no coloquen sus ojos en el castigo de Dios, porque antes de permitir el sufrimiento, el Creador manifestó la cura.
Antes de permitir la dualidad, el Creador manifestó la liberación.
Antes de permitir que Sus Criaturas aprendieran errando, el Creador manifestó el perdón.
Antes de ver a Sus Hijos perdiéndose en el camino, el Creador manifestó la redención que les da la posibilidad de retornar y de reencontrar el punto de pureza que habita en su interior.
Y para que esto no estuviera distante de los seres, para que esto estuviera próximo de cada corazón, el Creador manifestó Aurora. Sin embargo, Aurora se oculta, se oculta en un espacio humilde. Y, para encontrar lo que habita en ella, deberán al menos aspirar a esta humildad y, con la simplicidad de sus corazones, ingresar en la simplicidad de Aurora y, allí, reconocer su grandeza.
Aurora no es un lugar, es un don del Corazón del Creador que guarda en sí el propósito de permitir que las criaturas retomen su pureza; se liberen de las amarras, de las cadenas que el mundo les impone; puedan curar sus heridas más profundas; puedan transformar sus aspectos más arraigados y encontrar la paz.
Aurora es un estado de consciencia que existe y se manifiesta a través del sacrificio. Y, para ser parte de Aurora, deben ser parte no solo de su cura, de su redención y de su perdón; sino también de su sacrificio, de su servicio a la humanidad y al planeta.
Aspiré a estar aquí para cumplir una Voluntad Divina, porque ha llegado el tiempo de Aurora, y eso significa, hijos, que ha llegado el tiempo de la liberación del corazón humano.
Cuanto mayor es la oscuridad que se manifiesta en el mundo, mayor es la Luz que emana de las profundidades de los Centros de Amor.
Y, así como Aurora, ellos necesitan corazones espejos que puedan reflejar al mundo los dones que se ocultan en su interior; necesitan consciencias que puedan decir sí a la transcendencia de sus aspectos humanos y a la manifestación de una vida superior, que no solo sucede con el esfuerzo humano, sino también con la apertura de la consciencia para recibir la Gracia que existe dentro de los Centros de Amor desde el principio de la vida, desde el principio de la vida sobre la Tierra.
Así como Aurora, otros espacios sagrados se ocultan en el planeta, y pulsan, hijos, como un gran corazón que espera expresarse en la Tierra y demostrarles a las criaturas que en este mundo no solo habita el caos, sino que, en una proporción mayor que la oscuridad, habita la Luz.
Llegará el día en el que el silencio de los Centros de Amor dará lugar a una gran voz, que es la voz del Propósito Divino. Y es para ese día que Yo los estoy preparando, para que sus almas sepan reconocer lo que proviene del Corazón de Dios para manifestar Su Propósito y lo que no proviene de Su Corazón, sino de la astucia de Su enemigo que, hasta el final, buscará confundir a los seres.
Por eso, guarden en sus corazones lo que hoy les entrego, que es la posibilidad de reconocer los Centros de Amor, la posibilidad de estar ante la Jerarquía de la Luz y reconocer la Presencia de Dios, sin permitir que sus corazones se confundan.
Y así, hijos, podrán guiar a otros, podrán ser la Luz sobre la mesa del mundo, la Luz que se enciende en la casa oscura para iluminar el camino y mostrar la verdad. Aunque sean pocos, una vela dentro de la casa marca una gran diferencia.
Cuando la oscuridad domine el mundo, la Luz del corazón de los que están despiertos les mostrará el camino a las almas. Y aspiro, hijos, a que sus corazones estén dispuestos a servir hasta el final, hasta que la última alma sea rescatada y retorne al Corazón de Dios.
Despierten en su interior el amor profundo por las almas. Permitan que el Amor de Dios crezca dentro de ustedes, para que aprendan a amar como Él ama, y así sus vidas tengan otro sentido a través del servicio, de la compasión, de la misericordia, a través del amor que crece, se expande y se renueva en su interior.
Porque es ese amor, hijos, que será el motor del servicio incansable que prestarán las almas hasta el final.
A través de la oración, abrirán una puerta para que Dios ame a través de ustedes. Y, a través del servicio, dejarán que ese Amor llegue a todos los corazones. El Propósito de Dios es simple, la forma de llegar a Su Corazón es simple; una oración verdadera transforma la condición humana. Por eso, no dejen de orar.
Si quieren conocer los misterios del Cielo, oren de corazón.
Si quieren ser Espejos de los Centros de Amor, oren de corazón.
Si quieren descubrir el Propósito Divino para sus vidas, oren de corazón.
Si quieren encontrar las respuestas a sus cuestiones más profundas, oren de corazón.
Si quieren desatar los nudos que existen en sus familias, oren de corazón. Y, a través de la oración, encontrarán la verdad; a través del diálogo con Dios, encontrarán las respuestas.
No teman por los tiempos que vendrán, solo coloquen en sus corazones la certeza de que antes de que Dios permitiera que todo esto sucediera, Él manifestó los Centros de Amor, Él manifestó la cura en Aurora para que llegara al mundo en el momento en que las almas más la necesitaran.
Oren por el despertar de la humanidad. Oren para que en cada punto sagrado de este mundo existan almas capaces de manifestar el Pensamiento de Dios, y que lo hagan de corazón.
Para esto, hoy Yo estoy aquí; para esto, vengo como Intercesor de las almas y, sobre todo, de las familias; para que a través de su consagración encuentren el principio de la Familia Universal, reciban el principio de la Familia de Nazaret, de una Familia Sagrada que crece en unidad, compasión, amor.
Que vengan hasta aquí las familias que se consagrarán en este día.
Que la paz que proviene del Corazón de Aurora impregne sus corazones, libere las angustias, los temores, los dolores más profundos. Que ellos den lugar a la alegría de una misión cumplida, porque la Gracia de Dios tocó sus corazones.
Antes de que Dios permitiera la muerte, Él creó la vida eterna, la vida divina. Por eso, hijos, vivan con alegría el don de la vida en la Tierra, que les da la posibilidad de crecer y amar. Pero sepan que una vida superior los aguarda, y es en ella donde ese amor que aprendieron en la Tierra se multiplica.
Por eso, cuando aprendieran a amar más en este mundo, multiplicarán este amor en el otro. El único propósito de esta vida es aprender a amar, aprender a amar de corazón, renovar el Amor de Dios.
Y cuando esto se cumple, el Creador les abre nuevos ciclos para que ingresen en otras etapas, en las que el amor que aprendieron en el planeta se multiplica y llega a toda la Creación. Allí comprenderán el sentido de la vida e incluso el sentido de la muerte, el sentido de renunciar a la vida material y soltarla para ingresar en la vida superior.
Para cada ser existe un tiempo y una hora diseñada por el Propósito Divino. Y, cuando ella se cumple, sean agradecidos, porque un nuevo ciclo les ha llegado a las almas que dicen sí.
Hoy, Mi Corazón se alegra ante sus familias, cada una con sus dificultades y desafíos, con sus virtudes y dones, con un Propósito a manifestar. Que, a pesar de la condición humana, siempre pulse en su interior la voluntad de conocer un Amor Mayor y de juntos crecer en ese Amor.
Oren los unos por los otros, oren unos con otros, y dejen que ese amor crezca.
Tienen Mi bendición para esto.
Que esta agua represente para sus vidas la pureza de la Sagrada Familia de Nazaret, que lave sus pecados, que los libere de los dolores, que revele su pureza y les traiga paz.
Que este incienso represente su aspiración de vivir lo sagrado, que libere a sus almas de lo que les impide llegar a lo sagrado.
Aquí estoy, hijos, como un Padre para los padres, como un Padre para los hijos, como un Amigo al cual pueden recurrir siempre que lo necesiten.
Yo los escucharé y les traeré respuestas, aunque no sean las que ustedes pueden pensar.
Hoy, Yo los consagro como Hijos y Amigos de San José. Que sus vidas le hablen al mundo sobre el Amor de Dios, que su servicio y su oración sean sinceros. Así, encontrarán la paz.
Yo les agradezco por estar hoy aquí, a los pies de este altar. Acojo en Mi Corazón sus oraciones y sus peticiones, intercederé por ellas ante Dios.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sigan en paz.
Encuentren la paz en la gracia de una oración sincera, en la que sus corazones son capaces de salir de sí mismos, por un instante, para encontrar el sentido de la propia vida en el rescate de las almas que más lo necesitan.
Encuentren la paz en la gracia de la unidad, en la posibilidad de tener hermanos en el camino evolutivo que, a pesar de sus imperfecciones, están intentando día a día ser mejores discípulos y servidores de Cristo, compañeros de Su Sagrado Corazón.
Encuentren la paz, hijos, en la posibilidad de mirar a su alrededor y ser agradecidos, pues la gratitud coloca al corazón y a la consciencia por encima de las dimensiones del caos y de los conflictos, y les permite ver el Propósito de la existencia oculto en el interior de los seres, en su capacidad de amar y de servir.
Encuentren la paz en la posibilidad que Dios les concede de siempre comenzar de cero otra vez, de encontrar el punto que dejaron atrás para que retomen el compromiso con Él, todos los días.
Encuentren la paz aún en tiempos de caos; porque, si son capaces de sentir paz en sus corazones, estarán generando paz para el mundo y para los corazones que sufren.
Vivir un atributo divino, hijos, es la mejor forma de irradiar este atributo al mundo. Ser lo que esperan que la humanidad alcance algún día es la mejor forma de servir a este Propósito, a este Proyecto pensado y amado por Dios. Dentro de ustedes se encuentran las llaves y, a través de ustedes, este Proyecto se realiza.
Por eso, cuando les pedí que se consagren como Hijos y Amigos de San José, les pedí también que le demuestren al mundo su consagración a través de las acciones de la vida, para que penetren en este misterio y descubran que la consciencia humana es una sola y que, dentro de cada uno, se encuentra la llave para la consagración de todos.
Muchas veces, ya les dije esto, y hoy les vuelvo a decir que sean aquello que esperan del prójimo y del mundo. Sean el ser humano pensado por Dios, para que así, un día, puedan ver a este ser humano manifestándose en todas las criaturas.
Tienen Mi bendición para esto.
Su padre y amigo,
San José Castísimo
Cuando la vida aparentemente llega a su fin, sepan, hijos, que no es el fin, sino el comienzo de una nueva y misteriosa etapa, una nueva escuela, en donde viven la síntesis de su experiencia en la Tierra, asimilando lo aprendido, transmutando lo que ya no les corresponde, encaminando los registros de sus experiencias hacia la Fuente que corresponda, encaminando cada cuerpo según su destino, para preparar entonces algo nuevo.
La vida no llega a su fin. La vida en la Tierra es un don precioso, un tesoro del Corazón de Dios, que Él cuida con predilección porque es un Proyecto que guarda en sí la esencia de todo lo que fue creado y cuya plenitud transformará toda la Creación Divina.
Pero el hecho de que la vida material concluya un ciclo solo indica que la consciencia necesita aprender de otras formas, que su experiencia ha generado los méritos y los frutos que debía y que por las leyes de la materia y del espíritu le fue concedida vivir.
Después de la vida material, continúan pasos profundos, síntesis internas, momentos de reflexión y de comprensión, momentos de mirar la vida con los Ojos de Dios y, finalmente, ser capaz de ver lo que antes no era posible. Y así como un adulto es capaz de comprender lo que es incomprensible para un niño, así el alma que sale de su cuerpo es capaz de ver la vida como realmente es.
Y aquellos que caminaron por un sendero sagrado, vivirán aún muchos arrepentimientos, pero estos darán lugar a la luz de la consciencia, que se abrirá para seguir caminando con los códigos de amor recibidos en el planeta.
Para las almas que caminaron en la oscuridad, ver la verdad es su mayor e insondable sufrimiento. Incalculable es el arrepentimiento del alma que percibe que desperdició su encarnación por ignorancia, por indiferencia, por las ilusiones; y por esas almas deben orar mucho.
Les digo esto, primero, para que comprendan que la vida no solo no termina en este mundo, sino que su continuación es consecuencia de todo lo que viven en la Tierra. Y, segundo, para que reverencien el momento de los que pasan por esta etapa entre la vida material y la vida espiritual, para que acompañen con el corazón el paso de las almas entre las dimensiones y no teman, sino que construyan puentes de amor con la oración sincera.
El sufrimiento vivido en el mundo dará lugar al despertar profundo de los seres y los grados de amor podrán ser expandidos y multiplicados en ese momento cuando, a la luz de la verdad, el alma pueda comprender la Voluntad Divina.
Que sus corazones, tanto ante la vida como ante la muerte, siempre caminen en dirección a Dios. Allí estarán seguros y verán Su Propósito cumpliéndose y revelándose en su mundo interior.
Tienen Mi bendición para esto.
Su padre y amigo,
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más