Viernes, 7 de julio de 2023

Mensajes semanales
MENSAJE SEMANAL DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Cuando la vida aparentemente llega a su fin, sepan, hijos, que no es el fin, sino el comienzo de una nueva y misteriosa etapa, una nueva escuela, en donde viven la síntesis de su experiencia en la Tierra, asimilando lo aprendido, transmutando lo que ya no les corresponde, encaminando los registros de sus experiencias hacia la Fuente que corresponda, encaminando cada cuerpo según su destino, para preparar entonces algo nuevo.

La vida no llega a su fin. La vida en la Tierra es un don precioso, un tesoro del Corazón de Dios, que Él cuida con predilección porque es un Proyecto que guarda en sí la esencia de todo lo que fue creado y cuya plenitud transformará toda la Creación Divina.

Pero el hecho de que la vida material concluya un ciclo solo indica que la consciencia necesita aprender de otras formas, que su experiencia ha generado los méritos y los frutos que debía y que por las leyes de la materia y del espíritu le fue concedida vivir.

Después de la vida material, continúan pasos profundos, síntesis internas, momentos de reflexión y de comprensión, momentos de mirar la vida con los Ojos de Dios y, finalmente, ser capaz de ver lo que antes no era posible. Y así como un adulto es capaz de comprender lo que es incomprensible para un niño, así el alma que sale de su cuerpo es capaz de ver la vida como realmente es.

Y aquellos que caminaron por un sendero sagrado, vivirán aún muchos arrepentimientos, pero estos darán lugar a la luz de la consciencia, que se abrirá para seguir caminando con los códigos de amor recibidos en el planeta.

Para las almas que caminaron en la oscuridad, ver la verdad es su mayor e insondable sufrimiento. Incalculable es el arrepentimiento del alma que percibe que desperdició su encarnación por ignorancia, por indiferencia, por las ilusiones; y por esas almas deben orar mucho.

Les digo esto, primero, para que comprendan que la vida no solo no termina en este mundo, sino que su continuación es consecuencia de todo lo que viven en la Tierra. Y, segundo, para que reverencien el momento de los que pasan por esta etapa entre la vida material y la vida espiritual, para que acompañen con el corazón el paso de las almas entre las dimensiones y no teman, sino que construyan puentes de amor con la oración sincera.

El sufrimiento vivido en el mundo dará lugar al despertar profundo de los seres y los grados de amor podrán ser expandidos y multiplicados en ese momento cuando, a la luz de la verdad, el alma pueda comprender la Voluntad Divina.

Que sus corazones, tanto ante la vida como ante la muerte, siempre caminen en dirección a Dios. Allí estarán seguros y verán Su Propósito cumpliéndose y revelándose en su mundo interior.

Tienen Mi bendición para esto.

Su padre y amigo,

San José Castísimo