Viernes, 21 de julio de 2023

Mensajes semanales
MENSAJE SEMANAL DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Ha llegado el tiempo, hijos, de que la vida espiritual madure en sus corazones para que puedan dar testimonio de la paz a un mundo que sufre por el dolor; que puedan dar testimonio de superación a un mundo que no aprendió a amar el sacrificio, sino que se entrega cada día más a la falsa ley del menor esfuerzo.

Ha llegado la hora de repensar sus pasos todos los días, para que ya no estén circundando los mismos defectos y miserias, sino que suelten lo que les impide vivir una transformación más amplia.

Ha llegado la hora de servir; de colocar la consciencia en la necesidad que surge cada día, no para aumentar la tensión y estar al límite del cansancio y de la fatiga, sino para que aprendan a vivir haciendo todo por amor y no por obligación; que aprendan a reverenciar el don de la vida a cada instante de ella, para que no haya arrepentimientos en sus corazones y que, sí, aprovechen con plenitud cada instante en el que el amor puede encontrar espacio en sus corazones.

Ha llegado el tiempo de mirar al prójimo con ojos de compasión y no de superioridad; de reverenciar la vida de los demás, sabiendo que Dios se oculta en su interior.

Ha llegado el momento de no solo recitar las teorías espirituales, sino de ser espirituales, de manifestar el espíritu que habita silencioso en el interior de cada ser, desde el principio.

Y, ¿cómo hacer esto?

Comiencen, hijos, por ser agradecidos; por meditar todos los días sobre dónde están, quiénes son y qué vinieron a hacer en este mundo. No dejen que la inconsciencia los abrace, sino abracen ustedes mismos el despertar que debe acontecer diariamente.

Los estímulos del mundo llevan a las consciencias al adormecimiento constante, a estar cada día más distraídas y con su potencial creador adormecido. Por eso, el despertar espiritual debe acontecer todos los días.

Que siempre haya un espacio en sus vidas para detenerse y agradecer, para tomar consciencia de la Presencia Divina y preguntarse internamente cuál es la Voluntad de Dios para sus vidas. No permitan que el tiempo del mundo pase sin que sus consciencias profundicen en la entrega, en el servicio, en el despertar del amor, en la consagración de la vida.

Hablo de tornar sagradas sus acciones, pensamientos y sentimientos. Y eso no significa ser perfectos, sino solo conscientes de lo que son y de lo que le expresan al mundo.

Hoy, las almas están silenciadas y sepultadas en el interior de muchos seres que desconocen la verdad sobre sí mismos, y que viven y se expresan sin jamás percibir las consecuencias de sus acciones.

Por eso, los llamo a despertar todos los días, a agradecer todos los días, a consagrarse todos los días, a servir todos los días, a meditar en el Propósito Divino todos los días, a percibir que la vida es sagrada y en todo lo que sucede en ella habita una oportunidad de transformación, de cura, de redención y de misericordia.

Les digo esto, en un día como hoy, en el que los llamé a la consagración como Comunidad-Luz, para que comprendan que la consagración no es una ceremonia, sino un estado de consciencia.

La consagración es más que un momento de renovación de votos, de estar por un instante en la paz de la presencia de la Jerarquía.

La consagración, hijos, es un compromiso de ser nuevos todos los días, de ser capaces de comenzar de cero y de vivir siempre en la aspiración de tornar sagrada la existencia y de darle espacio al Creador para que se exprese a través de ustedes.

Que la consagración no sea para ustedes un instante, sino una aspiración constante, una experiencia constante. Para eso, Yo los llamo hoy.

Con estas Palabras los bendigo, los consagro, los renuevo y dejo sobre cada uno de ustedes la Gracia de recomenzar, de curar, de reflexionar y de espejar la Vida Sagrada.

Tengan Mi bendición para esto.

Su padre y amigo,

San José Castísimo