Viernes, 17 de mayo de 2019

Mensajes diarios
MENSAJE DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN LA COMUNA DE CASTEL VOLTURNO, CAMPANIA, ITALIA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

El Misterio de la Divina Misericordia

La Misericordia es una Gracia aún desconocida por los hombres. La ciencia espiritual que la humanidad conoce aún no adentró en la comprensión plena de este misterio, porque intenta incluir a la Misericordia en su conocida teología y no la ve como algo que trasciende todo lo que es conocido por el hombre. 

En la Cruz, el Creador transformó todas las Leyes, y el Dios de la Justicia abrió un nuevo ciclo para toda la vida, un ciclo de piedad, de perdón y de redención, a pesar de la gravedad de los pecados de los hombres.

No hubo mayor pecado que aquel vivido por los que flagelaron y crucificaron al propio Dios. Pero aun así, hijos, cuando ellos fueron tocados por la Sangre misericordiosa de Cristo fueron perdonados, curados y redimidos por la potencia de Su Amor.

La Misericordia es un misterio que está unido al misterio de la creación humana. Es una Gracia que proviene del vínculo entre los hombres y Dios, su Creador. Fue a partir del momento en el que el Padre se tornó pleno en Sus criaturas, a través de Su hijo, y demostró a los seres la verdadera esencia de lo que es la humanidad, que la Misericordia pasó a fluir hacia el planeta y hacia toda la Creación. 

La Misericordia nace del Corazón de Dios como una nueva oportunidad para que los seres alcancen la Gracia del Amor. Pero, para llegar a los universos materiales de la manifestación de la vida, el vehículo de la Misericordia es la oración de los hombres y la puerta para la Misericordia es su corazón.

La esencia humana está íntimamente ligada a la existencia de la Misericordia Divina, hasta el punto de que su genética  puede guardar, físicamente, la potencia y la presencia de este Don que proviene de Dios, así como lo fue en la Sangre de Cristo.

El Redentor vivió en plenitud la Divina Misericordia para que todos los seres reconocieran su propio potencial y caminaran en dirección a él.

Les digo todas estas cosas para que comprendan la importancia de clamar, verdaderamente, por la Misericordia en este tiempo, no solo para este mundo, sino para toda la Creación.

Reconózcanse a sí mismos como potenciales portadores de esta Gracia que proviene del Padre y clamen para que ella descienda sobre el mundo y sobre toda la vida. Cuanto más clamen y oren, más se aproximarán a Dios y más despertarán en su interior lo que verdaderamente son.

Infinitos son los potenciales de los seres humanos, pero en este tiempo, hijos, solo la pureza del corazón y la oración sincera podrán despertarlos. Es sirviendo a este planeta, que podrán adentrar en los misterios sobre sí mismos y se aproximarán al Corazón de Dios.

Su Padre y Amigo,

San José Castísimo