Sábado, 27 de febrero de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIÁRIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL ÓMNIBUS ÁGUILA DE LUZ, DURANTE EL VIAJE ENTRE LAS CIUDADES DE SAN GABRIEL, RS, Y BLUMENAU, SC, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Hijo:

Colma tu alma del sacrificio diario y permanente. Ve la Mano de Dios que te llama a servir en cada instante de tu vida. Escucha la Voz del Creador que te habla de la verdadera necesidad que tienes delante de tus ojos.

Dios llama a muchos para que sirvan lejos, y a ti el Señor te llamará para que sirvas todo el tiempo. Descubre a Dios escondido en todas las cosas. Incluso cuando estás solo, Él está dentro de tus manos, llamándote a trabajar por intermedio de la oración, a hacer de tu instrumento de servicio las cuentas de un rosario, para cruzar así las fronteras con tu pequeño corazón que, unido al Corazón de Dios, se torna infinito.

Hijo, ¿percibes cómo a pesar del cansancio y del desgaste espiritual y físico tu alma se colma cuando vive un sacrificio verdadero?

Disponte a vivir no solo las pruebas que inevitablemente tienes que vivir, porque el destino así lo organizó para ti; sé consciente de tus acciones y supérate todos los días con un propósito claro.

Que las misiones vividas por tus hermanos y sus repercusiones en la vida del espíritu te hagan reflexionar sobre la repercusión espiritual que podría tener tu entrega, si fuera permanente.
Fuiste llamado por Dios para hacer de tu vida una misión.

Cada ser que conscientemente responde a un llamado de Dios podría ser considerado un misionero.

¿Ya pensaste cuántos desequilibrios podrían recibir el debido auxilio si tus obras más simples fueran ofrecidas a Dios, consciente y sinceramente?

Medita en lo que te digo y no pienses que eso es una fantasía ni una ilusión, porque de nada valdrían los años en que vinimos al mundo todos los días, si no supiéramos el gran tesoro que representa tu entrega para esta humanidad y este planeta, tan enfermos por el pecado y por la indiferencia.

Ama lo que haces cuando lo haces para Dios y deja que tu amor haga crecer tu entrega y la torne incondicional. Deja que el amor a Dios sea mayor que el amor a ti mismo y vive así lo que oras, cuando le dices al Padre que no tienes día ni hora para servirlo.

Nunca dejes de ser alegre, con la alegría del alma, porque la alegría, cuando es pura y verdadera, permite que sientas más leve tu cruz, sin que te sea retirada.

La cruz se colocará sobre ti de todas formas, porque esta es la ley de estos tiempos finales. Podrás abrazarla con amor y hacer leve el yugo que te corresponde o llevarla con temor y hacer eterna y dolorosa la transición del planeta.

Contempla la victoria de Dios en ti y en tus hermanos, independientemente de tus miserias. Agradece todos los días las oportunidades de servir que el Señor te concede e imita a Su Hijo, para que, en tu imitación, un día Él habite en ti y sea uno contigo, sin que te des cuenta.

Tu padre y amigo,

San José Castísimo