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Arrodíllate todos los días ante el Altar de Dios y clama por Piedad y Misericordia. Pide al Señor que despierte a la humanidad del sueño en que vive y disponte a seguir Sus Designios Celestiales, sin importar cuáles sean.
Hijo Mío, hija Mía, escuchen la Voz de Dios, que habla directamente al corazón, invitando al alma a dar un nuevo paso y a consagrarse a una vida superior. Les pido que sean dignos de vivir el Proyecto del Creador y a través de su transformación, permitan que otras almas encuentren un camino para la redención.
Hijo, si escuchas la voz de Tu Madre Celestial, es porque llegó la hora de rendirse delante de Dios. No esperes que el sufrimiento de la vida traiga un aprendizaje insuperable para que tu espíritu, para que tu alma perciba que andaba por caminos que no llevaban a Dios.
Observa, el mundo a tu alrededor agoniza y hermanos son sometidos, día a día, a la oscuridad. Muchos están en la amargura de las guerras, con miedo a la muerte y ante la imposibilidad de tener siquiera una vida digna, según las leyes del mundo. Y a ustedes, hijo Mío, hija Mía, no por casualidad los llamé para que estuvieran a Mi lado.
Mi voz se pronuncia ante tus ojos y habla directamente a tu corazón, porque hiciste un compromiso con Dios, por la humanidad y por los Reinos de la Naturaleza, por la evolución de este mundo y de muchos otros.
Sabe, Mi amado hijo, que el tiempo de aprender por medio del amor ya llegó para ti. Porque el tiempo del verdadero sufrimiento para la humanidad aún se está aproximando y recién inicia su ciclo. Aún tienes tiempo de aprender a amar y a perdonar, de ser un servidor o un siervo de Dios. Pero sé valiente y no tardes en responder, porque el tiempo del reloj ya no transcurre de la misma forma. Las agujas se aceleran y un minuto ya no tiene más, sesenta segundos.
Soy la Madre, la Reina Universal; portadora de una Paz que trasciende cualquier dolor y sufrimiento y que puede perseverar en los corazones de los que Me acompañan, independientemente de los acontecimientos del mundo.
Por eso, hijo, siente en Mi voz la urgencia de los tiempos y en Mi calma, la última posibilidad de despertar la humanidad.
Tu Madre Celestial ya derramó Sus lágrimas delante de Dios y se ofreció a sí misma, por tu salvación y la de tus hermanos. Pero el Señor es Justo y espera que de la humanidad parta la iniciativa de transformar la vida en el planeta.
Los seres humanos deben volverse dignos hijos de Dios, y eso, amados Míos, Su Madre Celeste no puede hacerlo por ustedes.
Quisiera, hijo, que Mi Amor por sí solo tocase tu corazón y lo retirase de la ignorancia de la vida material, para llevarlo a lo sagrado y a tomar consciencia que son tiempos de emergencia.
Quisiera que comprendan, con Mi santa Paz, que esto que les entrego, como bendiciones y gracias, debe verterse, por medio de tus oraciones, sobre las almas perdidas en el mundo.
Quisiera hijo, que los acontecimientos que hacen que tus hermanos agonicen, fuesen suficientes para hacerte salir de ti mismo y servir a aquellos que tienes al lado, hacerte perdonar lo que aún no perdonaste en el prójimo, ni en ti mismo y reconciliarte con Dios.
Escuchen, amado Mío, amada Mía, porque hoy les hablo directamente: despierten y únanse a Mi ejército de paz, porque Su Madre Divina ya no sabe cómo advertirle al mundo, y clama a los corazones de los hombres, para que acepten vivir la redención.
Hoy les dejo Mi Paz y les agradezco por venir a Mi encuentro, aunque sepan que muchos de los que convoqué, no están aquí.
Difundan Mi Mensaje de Paz, anuncien Mi Presencia. No dejen que sus hermanos se pierdan. Si estoy aquí, es para llevarlos a Dios.
Los amo y los bendigo.
Su Madre María, Rosa de la Paz
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más