- Inicio
- Blog
- Mensajes
- Oración por la Paz en las Naciones
- Calendario
- Oraciones
- Impulsos Diarios
- Libros publicados
- Pinturas e Imágenes
- Objetos Sagrados
- Música
- Galeria de fotos
- ¿Quiénes somos?
- Centros Marianos
- Campaña por la Paz
- Redes Sociales
- Contacto
Como un símbolo de paz coloquen sus cabezas debajo de Mis Manos para que Yo los pueda bendecir.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Hoy estoy aquí como Jesús Misericordioso para que recuerden la importancia de esta misión que el Padre le encomendó para el fin de los tiempos.
Ahora sientan Mi rayo blanco y Mi rayo rojo.
Yo soy la justificación y la sanación para las almas y, de la misma forma, Yo soy la Sangre que todo renueva y purifica.
En este segundo día, el segundo Trono de Dios se ha aproximado a través de Mi Sagrado Corazón y del Arcángel Rafael, que ha venido en Mi compañía para glorificar este momento y por la redención de la humanidad.
Mientras el Arcángel Rafael los contempla en nombre de todos los Padres Creadores, busquen unir vuestros espíritus a la esencia de la Cura cósmica que proviene de los Universos mayores, aquellos que tienen fe y fidelidad a los planos mayores, a los planos superiores de consciencia desde donde todo surge en la Creación.
Recemos para nuestro Padre, que está atento a la voz de todas las súplicas. Repitamos:
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Escuchamos trece campanadas a pedido de nuestro Señor.
Observen y sientan con amor todos los prodigios que Yo les traigo desde el Cielo, porque si en verdad las almas se sumergieran en Mi Misericordia, la maldad del mundo ya no existiría y no sería necesario sufrir.
Yo vine a ustedes a través de Mi encarnación en Tierra Santa. Nací como Luz de Dios para el mundo y derramé esa Luz de Dios para todos sin excepción.
Quiero que aprendan a beber de esa Fuente de Luz, que reúnen todos los Padres Creadores en el Universo y, que glorifican el Santo Nombre de Adonai eternamente.
Abracen esta oportunidad de redención y sientan, compañeros, cómo vuestras amarras se liberan, el pecado es purificado y la paz despierta en los corazones que escuchan Mi Voz.
Hoy vengo con la potestad de todo el Universo para el mundo entero y para las almas presentes y no presentes, visibles e invisibles, que necesitan encontrar la luz para poder abrir su corazón y reconocer la presencia del Rey que se hace visible entre las dimensiones, en cada esencia interior, que acoge con amor cada una de las palabras.
Hoy estoy como Jesús Misericordioso Solar. Traigo la sabiduría para todos, la consecuencia de poder cumplir con el Plan y de manifestar las obras de Mi Padre, así como están escritas en vuestros corazones y almas para esta tarea de fin de tiempo.
Ustedes, compañeros, tienen esta parte que cumplir. Otras almas deben hacer otra parte del Proyecto, que está intentando ser concretado a través del servicio de las almas que se donan a Mi Corazón por medio del despertar de los corazones, a la Sagrada Liberación Divina que los congrega.
Hoy vengo en la expresión infinita de Mi Misericordia y por la Misericordia de todos los Padres Creadores, los arcángeles, que intentan elevar este momento como una bendita ceremonia de purificación y de luz, de redención y de paz para todos los espíritus de la Tierra.
Así como Yo entré en Jerusalén y muchas cosas sucedieron, hoy Mi Padre concede a través del Corazón de Su Hijo Amado, un tiempo de paz en los corazones frustrados, en las almas que hacen las guerras y que desvían el Proyecto de Dios por sus acciones.
Hoy estoy aquí por todos, por cada uno de los hijos de Mi Padre, por los que Me responden y por los que no Me responden, por los que abrazan Mi llamado y por los que niegan Mi llamado, porque así Mi victoria se dará y Mi adversario será derrotado, cuando los corazones acepten Mi convocatoria. Está en ustedes el cambio del destino de todo el planeta, así como también está la responsabilidad en toda la humanidad.
Si doce consciencias que en el pasado estuvieron Conmigo consiguieron cambiar los acontecimientos de todo el planeta, ¿qué podrían hacer miles de ustedes, aferrados a Mi Fe, unidos a Mi Corazón, para que todo mal se extirpe en los corazones ignorantes que no ven la Luz?
Si cada uno cumple con su parte, a pesar de lo que suceda, no habrá por qué temer.
Den con amor todo lo que puedan dar y no se restrinjan, no cierren vuestros corazones ante las ofensas sino acojan vuestras lecciones como un acto de humildad y de pacificación, para que al fin, compañeros, la humanidad cumpla el nuevo patrón, la nueva vida sobre la Tierra en los corazones obedientes a Dios y a Su cambio.
Como fue en una Sagrada Semana anterior, conquistaré a siete intenciones, no para revelar la curiosidad y la propia voluntad sino para guiar a los espíritus hacia el Proyecto que Mi Padre tiene previsto para estos tiempos, a través de todas Sus jerarquías y criaturas, que se reúnen en el nombre de la Luz y de la Verdad.
Por eso prepararán, como una vez se los pedí, una cesta dorada para el día de mañana, escribirán vuestras intenciones. Y si pudieran dar un paso mayor, escriban la intención de vuestros hermanos, de vuestros familiares o conocidos y no las propias, así podrían estar en el escalón de la fraternidad y de la hermandad entre todos los seres, poniendo la atención en el que más necesita de una palabra de salvación.
Hasta el final de los días de este encuentro Yo rezaré por cada una de esas intenciones, porque es lo que se Me ha permitido. Y si confían en Mi Misericordia, esas intenciones se cumplirán y no habrá ningún nudo que se oponga a que todo se pueda concretar en el nombre de la Paz.
El Padre Eterno está presente a través de Mi Espíritu para que el mundo despierte a su gran llamado de redención y de conversión, de comunión con el Hijo Primogénito y con la Santísima Trinidad.
Hoy bendeciré los elementos, pero especialmente a los niños que han venido a Mi encuentro en nombre de todos los niños del mundo, especialmente de aquellos que son enterrados en los desiertos en esta hora aguda del planeta.
¿Será que ustedes, compañeros, por un instante sentirían Misericordia por esas cosas y no por ustedes mismos?
Yo necesito que caminen a Mi lado de otra forma y con otra perspectiva, haciendo madurar la consciencia y el corazón en la verdadera necesidad planetaria que Yo los invito a vivir Conmigo, como Mis apóstoles.
Tráiganme aquí el incienso para santificar la Mesa de Dios.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
A pedido de Cristo escucharemos Pater Noster, uniéndonos al Espíritu del Creador de todas las cosas.
Pater Noster...
A través de los elementos sagrados se encuentra la liberación de los caminos, se disuelven todas las amarras, se abren las puertas internas para que los corazones caminen en confianza hacia Dios y eleven su aspiración hacia lo Alto.
Esta Comunión de hoy, compañeros la ofreceremos por aquellos que deben ser consecuentes con el plan de evolución, y especialmente por los que más necesitan de una intercesión divina.
Mañana quisiera verlos a todos con velas en sus manos, pues Mi Luz debe materializarse frente a ustedes, para que así crean que Yo estoy presente en el nombre del Amor y de la Paz por los siglos de los siglos.
Hoy Mi Corazón glorifica vuestros corazones. Hoy Mi Amor colma a los que más necesitan del Amor de Dios y ese Amor hace reafirmar los votos en aquellos que dicen “sí” a la Voz del Maestro y a Su Sagrada Palabra.
Hoy necesito, compañeros, que sientan la Alegría de Mi Presencia, porque donde está Mi Alegría no está el mal.
En los más pequeños verán el ejemplo de la inocencia que Yo necesito de ustedes, para que pronto en conciencia y en el próximo mundo puedan entrar al Reino de los Cielos.
Mi Corazón se complacía ampliamente en los más pequeños, cuando Yo vivía aquí en el mundo entre ustedes. Mi Corazón se calmaba en los niños ante tanta adversidad; ellos son el regocijo de la nueva humanidad, es el espíritu de la pureza que nunca puede perderse en los hombres y en las mujeres de la Tierra.
Sean como niños y estarán en Mi Corazón, no con infantilidad sino con inocencia, con verdadera pureza y compasión por todos vuestros hermanos, así como ellos aman a todos los que ven en sus caminos.
Por eso hoy, también vengo al mundo desde el Universo de Mi Padre, trayendo esta buena nueva de que los más pequeños, en estos tiempos, son los que se ofertan de corazón para apoyar a la humanidad en esta transición. Busquen la unión con vuestro niño interior y curen el pasado para que él se pueda borrar de vuestra historia.
Mis Rayos de Misericordia permiten multiplicar todos los dones y todas las obras. En los niños, Yo también Me encuentro, dos veces, cuando juegan y cuando sonríen para los adultos.
Yo estoy en todas las cosas, así como Mi Padre está en todas las cosas, porque si así lo creen vivirán la verdad.
Mientras Me elevo en este día de bendición, cantaremos al Hijo Supremo, para que Su Gloria se expanda por los cuatro puntos de la tierra.
Repitamos:
Aleluya, aleluya, aleluya
Misericordia, Misericordia, Misericordia
Jesús yo confío en Ti.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Queridos hijos:
Quisiera en este día santo que recordaran Conmigo el momento en que Mi Hijo cruzó las puertas de Jerusalén, para liberar al mundo del cautiverio por medio de Su llegada a la ciudad santa, en donde Él fue recibido y alabado tiempo antes de Su muerte.
Quisiera que en esta Semana Sagrada acompañen a su Madre del Calvario en cada uno de los hechos que marcaron un antes y un después en la historia de la humanidad.
Unidos a través de la Santa Pasión de Mi Hijo, los invito también a cruzar con Vuestra Madre Celeste por las puertas de Jerusalén, entre la multitud, para que se encuentren con Él en todo Su esplendor y gloria.
Queridos hijos, que en este día se eleven al Cielo sus ramos y flores, para honrar y recordar a Aquel que nuevamente les ha dado la vida espiritual después de Su muerte y de Su Resurrección.
Unámonos a este momento sagrado y veneremos el legado que Cristo dejó por los siglos de los siglos.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Camino a la ciudad santa de Jerusalén,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz y Madre del Calvario
El principio de la Sagrada Familia universal
Érase una vez, una familia humilde de Nazaret, que en su espíritu cultivó la sagrada obediencia a las Leyes Divinas.
De un vientre purísimo nació la Suprema Misericordia llamada Jesús y, en aquellos tiempos tan difíciles, los Tres Sagrados Corazones cumplieron una tarea en pro de la salvación espiritual de la humanidad.
De San José brotó la humildad de servir a Dios. En María, se expresó la obediencia y el amor por las almas, y en el pequeño Niño Jesús se manifestó la Gracia y la Misericordia del Universo Mayor.
Era este proyecto de Familia Sagrada el que debería cultivarse en todas las criaturas no redimidas. Era este proyecto, tan pensado, el que trascendería las barreras del mal y del dolor por medio del Amor profesado por el pequeño Jesús.
Este proyecto trino finalizó cuando el Maestro cumplió la Voluntad de Dios al dejarse clavar en la Cruz, y fue allí que la Sagrada Misericordia se derramó una vez más sobre el mundo.
Es este proyecto el que aún está latente en los Mensajeros Divinos y es por él que Ellos trabajan incansablemente, para que la obra máxima de la redención planetaria se pueda cumplir en la humanidad.
Que se abran los oídos internos de las criaturas y que puedan escuchar el llamado celestial, pues la Voluntad de los Mensajeros Celestes, que todo lo abarca, es que todas las criaturas de la Tierra sean una sagrada familia universal. Y será, hijos Míos, durante el tiempo de la purificación que este sagrado y divino deseo de Dios se podrá concretar.
No dejen de trabajar por su redención. No descansen hasta que estén completamente vacíos de ustedes mismos; será así que Mi Hijo encontrará barro nuevo para moldear el arquetipo de una familia divinizada por Dios y por la Santísima Trinidad.
Es este sagrado proyecto creador el que deberá cumplirse al menos en una parte de la humanidad. Cuando alguien consiga vivir los principios de la unidad y del amor, será la señal para los Mensajeros Divinos de que la Obra Sacra fue completada.
Será, en ese día, que los ángeles cantarán Aleluya porque habrán visto cumplirse la promesa de la sagrada familia universal, que deberá estar formada por cada uno de ustedes, así el mal será liberado del planeta.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los unifica en la Santísima Trinidad,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
Mientras Jesús nuevamente se prepara para resucitar en espíritu dentro de la consciencia de cada ser que se abra para vivir la redención, vuestra Madre Celeste ya se encuentra al lado del sepulcro esperando, en oración y vigilia, que el Redentor y Rey de reyes libere a las almas presas de la condenación y del martirio.
Por eso, hijos, como las santas mujeres de Jerusalén, aquellas que fueron absoluta e incondicionalmente fieles al Maestro, Yo los invito hoy a imitarlas, para que en los momentos en los que la humanidad viva su peor infierno siempre exista, dentro y fuera de ustedes, una chispa de luz y de esperanza, esencia que reforzará el espíritu de los autoconvocados.
El Maestro reposa en Su lecho, rodeado por el incienso y las flores violetas y ungido por los aceites de luz que restauran Su Cuerpo martirizado. Su Espíritu, en estos tiempos, trabaja ampliamente y combate, junto a los ejércitos angelicales, todas las expresiones del mal.
Hijos, prepárense, vigilen y sigan orando para que el Redentor de almas, fuera del sepulcro, los encuentre bien despiertos y entonces ponga fin al cautiverio humano.
Queridos hijos, como las santas mujeres, esperen la resurrección de vuestro cristo interior, el que a lo largo de los años fue oprimido, negado, juzgado y sometido a las fuerzas de la distracción, del descontrol, del deseo y de la superflua vida materialista, impidiendo que él despertara. Actúen inteligentemente y abandonen la prisión en la cual se colocaron. Vuestros cristos internos resucitarán por segunda vez, después de haber soportado todos los horrores de una vida de ilusión, vacía de espíritu y de amor.
Por eso, hijos, prepárense antes que llegue el gran momento de la purificación de sí mismos, cuando vuestros espíritus internos ya deberán estar fortalecidos por el fuego de la oración, del servicio y por la confirmación permanente al Plan de Dios.
Ya no hay más nada para hacer, solo esperar la resurrección de Cristo dentro del sepulcro de vuestros seres.
Atentos a Su llegada, cantarán aleluya dando gracias a Dios por haber tomado consciencia de cuánto tiempo perdieron en la vida material. Y por aquellos que aún están presos entre las cadenas de la tentación y de la lujuria desenfrenada, recen, porque por vuestro acto y oferta de amor, Cristo también intentará ir al encuentro de los perdidos.
Hoy es Sábado de Aleluya, los ángeles ya cantan: ¡el Salvador resucitó!
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los espera fuera del sepulcro para la resurrección del Señor,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
En vísperas del gran momento que vivió Mi Hijo en la Cruz, hoy los invito a preparar sus corazones en el camino de la perseverancia y de la fe, atributos que fueron vividos por Jesús momentos antes de Su entrega en la Cruz, antes de que todo fuese consumado.
Así, hijos Míos, ingresando en la escuela de la fe y de la perseverancia hallarán el camino de la constancia y de la fortaleza para que, ante las pruebas, se confirmen en el Plan del Padre Celestial y Él por Misericordia pueda realizar Sus Obras en el mundo a través de sus espíritus.
En este tiempo de preparación, su Maestro ya se encuentra en Jerusalén, trabajando intensamente por la redención de las almas, las que en estos tiempos no reciben ni siquiera la oportunidad de vivir el amor del corazón.
Que esta Sagrada Semana los lleve a comprender el misterio del Amor de Dios a través del sacrificio de Cristo, porque de esa forma serán depositarios de la esencia de Vida que creó las bases para trascender la Pasión del Señor.
Hijos, en este día caminamos juntos en la Voluntad del Señor, la que nos renueva y nos anima a vivir la entrega de la vida y del corazón. Estén siempre en Mi regazo, Yo tengo preparado un espacio de fortaleza interior que es capaz de llevarlos a vivir los Dones del Creador.
Queridos hijos, del Cielo los acompañaré en esta Semana Sagrada, así percibirán cuán importante es para estos tiempos recordar la Pasión de Cristo como una llave primordial para poder trascender el fin de los tiempos.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice con el Agua de Vida,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Hijos Míos:
En el inicio de este Domingo de Ramos, los invito a recordar el momento cuando vuestro Rey y Salvador entró por la puerta mayor de Jerusalén para liberarla del castigo y del poder conquistador.
Recuerden ese momento decisivo porque fue el comienzo de la entrega de vuestro Señor a la cruz de la Redención.
Por eso en este día, queridos hijos, glorifiquen a Jesús porque quien fue, en nombre de la Voluntad Suprema, vino al mundo para poner fin al cautiverio de toda la humanidad.
Elevando vuestros ramos y palmas de luz para recibir al Salvador en las puertas de la interna Jerusalén, abran vuestros corazones para reconocer al Señor de la Infinita Misericordia. Así, siendo curados y perdonados por Su Luminosa Presencia, reciban de Su Sagrado Corazón el don de la Paz, porque en estos tiempos la Paz los llevará a testimoniar la segunda venida de Cristo.
Ahora, en gloria y en poder, el Rey llegará para finalizar Su Misión en la Tierra. Preparen vuestras virtudes y dones porque pronto Él vendrá a buscarlos para hacer con ellos Sus Obras de Misericordia en las almas del mundo.
Hijos, silenciosamente, vuestra Madre Celeste, en el gozo y en la plenitud de Su Amor Inmaculado, recuerda el pasaje de la llegada de Jesús a Jerusalén. Ese momento fue significativo y predestinado para toda la humanidad porque ella alcanzaría, a través de ese hecho, el tiempo de su purificación.
Pero es ahora, hijos, que ustedes deben estar preparados para esperar la segunda venida de Cristo. Yo los llamo a la concientización de ese acontecimiento universal que movilizará del espacio todas las leyes, y las estrellas serán testigos de la llegada de un nuevo ciclo.
Mientras eso no sucede, traigan de nuevo hacia vuestros corazones el pasaje de la entrada de vuestro Maestro a Jerusalén; de esa forma atraerán los códigos de luz necesarios para definir vuestros caminos.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Hoy está junto a ustedes, en las puertas de Jerusalén esperando al Salvador,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Mis amados:
Mientras el mundo agoniza y muchas almas sufren las consecuencias de sus acciones, otras son bendecidas por la Gracia de Mi presencia.
A los que duermen, entrego Mi Misericordia, para que un día puedan despertar y volverse dignos hijos de Dios Padre y Salvador. A los que están despiertos, entrego Mi Gracia, para que puedan volverse soldados de Mi ejército mariano.
Hoy, Mis queridos, retorno a esta ciudad, porque deseo encontrar aquí algo más que el espíritu de Devoción. Aquí deberá pulsar el corazón activo de esta nación tan querida por Dios y por Mi Inmaculado Corazón.
Aún veo mucha ilusión en el mundo, aún veo que las almas no comprenden Mi Llamado, porque no permiten que Mi Verbo los transforme por completo.
Mis queridos, llegó el momento de que Mi presencia se vuelva viva en los corazones de aquellos que Me escuchan. Hasta este momento, fui construyendo la unión de vuestros corazones con el Mío para conducirlos al Corazón Sacratísimo de Mi Hijo. Pero ahora, Mis queridos, es el momento de que esta Gracia que reciben de estar Conmigo no sea solo el motivo de alivio de vuestras angustias y temores; porque el mundo necesita de seres despiertos, de soldados dispuestos a entregar todo por Amor a Dios y por la salvación de las almas.
Mis queridos, quiero decirles que no vengo al mundo solo para encontrarlos en devoción y fe; quiero encontrar los corazones más conscientes del tiempo en que viven, porque ya les fue dicho mucho y poco pudieron comprender verdaderamente.
Aquellos que Me escucharon no creyeron realmente en Mis palabras, porque sí así fuera, sus vidas ya serían otras y en vuestros internos habitaría otra fortaleza, que no es del mundo.
Quiero que Mis palabras lleguen a los corazones, para tocarlos con el Amor Celestial, y que también lleguen a lo profundo de vuestros seres, para transformarlos en instrumentos del Corazón de Dios.
Por todas las Gracias que les entregué, les pido que escuchen realmente Mi Llamado. No duden más de Mi presencia, pues Mi Corazón los hace sentir Mi Amor y toco vuestras almas, disipando el miedo de encontrar lo Divino. Ahora es el momento de crecer y esperar Mi llegada, como un compañero de Cristo, aquel que Lo espera para, junto a Él, manifestar la Voluntad del Padre.
Mis queridos, hubo un tiempo en que los hombres y las mujeres de Jerusalén escucharon con atención las palabras de su Maestro, despertaron a la devoción y a la confianza en Su Verbo Divino, lo acompañaron en Su Pasión, lloraron Su muerte, Lo glorificaron en Su Resurrección. Después de Su sagrada ascensión, se volvieron Sus apóstoles eternos, compañeros de Su Divino Amor y, por la eternidad, esperaron Su presencia, entregando la vida para que otras almas alcanzasen el despertar.
Ahora, Mis queridos, esos hombres y mujeres de Jerusalén deben resurgir, para esperar, sentados a la mesa de la Redención, el glorioso retorno de Cristo y reconfirmar el compromiso que como humanidad realizaron con Su Divino Corazón.
Esos hombres y mujeres de Jerusalén deben volver a sentarse a la mesa de Mi Hijo, repartir el pan y el vino y comulgar de Su presencia viva para la renovación de este mundo.
Hoy les digo que, si en otro tiempo existieron aquellos que entregaron todo a Dios por amor a Su Hijo, después de 2014 años, ese amor debe haber madurado. Para que así, ante las pruebas de estos tiempos, esos hombres y mujeres venzan el temor de perder el mundo y perderse a sí mismos, para vivir en Cristo y por Cristo eternamente, proclamando Su retorno, Su resurgimiento en Gloria y Divinidad.
A los que Me escuchan, Yo les agradezco y a los que tornaron vivas Mis palabras, Yo los convoco a caminar a Mi lado.
Los amo eternamente, Vuestra Madre y Reina de la Paz,
María Santísima
La Antigua Ley de la Purificación
Desde el primer día en que Mi Madre, María, Me presentó en el Templo del Señor, el sumo sacerdote reconoció ante sus ojos y ante los ojos de los más sabios, que se encontraba en presencia de la Pureza Virginal de Dios.
En un acto de humildad, San José Castísimo llevó como ofrenda al Templo dos palomas, las que misteriosamente representaron al Espíritu Santo durante la circuncisión de Jesús. A partir de ese día, la Ley de la Purificación se convirtió en la Ley de la Consagración para todos los seres.
Cristo, como Niño Rey, trajo el cambio profundo para la vida de todas las consciencias. Él fue el Mesías que anunció la liberación del pecado del pueblo y, en consecuencia, de la humanidad, por medio del poder del Amor de Dios.
Por eso hoy no temas por estar ante la actual Ley de la Purificación, porque quien aspira a la Vida del Infinito podrá alcanzar la consagración de su corazón a Dios.
Nadie llega al Padre sin antes haber pasado por la purificación de su cuerpo, de su mente y de su espíritu.
El Niño Rey desde su consagración en el Templo de Jerusalén, trajo la oportunidad de revertir los pecados y los aspectos de la vida mediante la compasión.
No se vean tan impuros, vean sus seres en el ciclo de la ardiente purificación de la vida terrenal.
Jesús Misericordioso es ese Manantial que los lavará y al mismo tiempo les mostrará todo lo que deberá ser purificado por el alma valiente que se anime a vivirlo.
Están en un tiempo de profunda redención de los pecados capitales, por eso afirmen su fe en el Señor Dios Todopoderoso para que Cristo reciba el permiso de liberarlos y de auxiliarlos durante la gran purificación.
Ofrezcan sus miserias al Universo.
Hoy, los invito a ingresar en el templo de la purificación para que más almas se consagren pronto al precioso Plan del Creador.
Bajo el Bien del Padre, sean bienaventurados.
Gracias por purificarse a través de Mi Amor Redentor.
Cristo Jesús
Escucha en tu corazón la historia que Te voy a contar. Deja que Mis palabras fluyan como agua pura en el río de tu mente y que los misterios de Mi vida corran dentro de esta agua con la misma armonía. Confía en el compromiso que tu corazón tiene Conmigo, porque muy poco es lo que el mundo sabe sobre esta historia y muy poco seguirá sabiendo, hasta que ingrese en el Reino de los Cielos.
Nací de una gestación de infinita pureza, preparada por los ángeles, como si crearan una flor, pero era Mi alma que crecía en el vientre materno de Mi santa madre. Le digo santa porque sobre ella descendió el Espíritu Santo y, a través de sueños, fue preparada por los ángeles para comprender la maternidad que viviría, de un niño poco común para su época.
Mi madre me cantaba al corazón, oraba y preparaba su gestación con profundo amor; amor que Dios le infundía para inspirar a su creación, que sería la semilla de lo que vendría a ser José, el llamado hijo de David.
Nací y crecí acompañado por los ángeles; Mi santa madre, adornada por el Espíritu Santo, fue quien desde los inicios me enseñó a realizar las primeras obras de caridad. Me enseñó que, para el prójimo, se ofrecería siempre lo mejor y, quien así procediese, dando al prójimo lo que mejor tenía, recibiría de Dios lo mejor que Él tenía del Reino de los Cielos.
De esta forma fui comprendiendo las Leyes de Dios, que eran muy diferentes a las leyes de la Tierra y, cuanto más Mi consciencia infantil se sumergía en ese Reino, más me veía fuera de todas las leyes del mundo; sobretodo las leyes de la materia, estas que prenden al hombre y lo hacen rehén de las energías capitales.
Dotado de profunda unión con Dios, el Señor jamás permitió que las leyes de la Tierra actuasen sobre Mi consciencia juvenil.
Aprendí del trabajo y de la soledad, del silencio, de la oración y del ayuno y, crecí en estos hábitos diarios. De familia simple y pobre, así fue reflejándose la vida en Mi alma, crecí simple y pobre de las cosas del mundo.
La soledad me enseñó la humildad, pues en soledad profundizaba en los misterios de la Fe y en la ciencia del Reino de Dios, lo que me hacía comprender día a día, cuán pequeño era delante de la Grandeza de Dios Altísimo.
Es verdad que hice voto de castidad a los 12 años; en verdad, la castidad y la pureza Me fueron infundidas por Voluntad Divina y eran virtudes naturales de Mi pequeño ser. Cuando a los 12 años comprendí parte de la Voluntad de Dios para Mi pequeña consciencia, Me confirmé en esa Voluntad y ofrecí el voto de castidad perpetua.
No solo hice este voto delante de Dios, sino también le prometí ser eternamente servicial en todas las cosas; mientras viviese e incluso en la Eternidad sería Su fiel siervo y obrero, sirviendo eternamente a Su Santidad y a todos Sus hijos, a aquellos que más necesitan.
Cuando me casé con María, encontré en Ella también la perfecta caridad, de lo cual fuimos ejemplo como familia y como personas.
Todo trabajo realizado por Mis manos era ofertado a los pobres, a los más pobres que nosotros y, como había aprendido de Dios, cuando daba a los que necesitaban, por Obra y Gracia del Espíritu Santo, recibíamos en nuestra mesa todo cuanto necesitábamos para subsistir.
María era también ejemplo de caridad espiritual; formaba en el Amor a Dios a todas las que lo necesitaban, desde las ancianas a las más jóvenes, estaba siempre rodeada de mujeres de Nazaret y de Jerusalén.
En Mi trabajo de carpintero ejercía el oficio siempre unido a la Voluntad del Señor, y esto permitía que los instrumentos confeccionados fuesen dotados del Espíritu Santo. Muchos milagros acontecieron, dentro y fuera de Mi conocimiento; milagros por los cuales pedía perpetuo silencio a los que los recibían y atribución total a la Gracia Divina y a Su Santa Voluntad y Obra.
En Mi carpintería formaba a los jóvenes y niños de Nazaret; entre ellos estaba el Niño Jesús, que más me enseñaba que lo que aprendía. Con Su presencia, los milagros realizados a través de los objetos que confeccionábamos comenzaron a crecer.
Como nuestras confecciones estaban hechas para gente muy pobre pero de mucha Fe, no les costaba creer en las Obras del Espíritu Santo y, aunque profundamente agradecidos a aquella familia tan misteriosa de Nazaret, viendo tan profunda humildad y pureza, no dudaban en atribuir estas santas obras a Dios.
La vida de José fue por sobretodo una vida de silencio, de trabajo y de oración. Dice el Señor que este es el arquetipo de la vida consagrada; una vida que existió hace tantos años y que para muchos puede ser considerada como superada, vino para demostrar al mundo el arquetipo de las familias sobre la Tierra.
José y María se completaban en las virtudes y en la devoción, en el Amor a Dios y en los cuidados a Jesús. Jesús aprendió en Su infancia todas las virtudes de Sus padres y sobresalió en todas, creciendo en ellas y enseñando a sus humildísimos padres a vivir bajo la Ley de Dios.
La Sagrada Familia era el complemento de la perfecta santidad, Obra purísima del Creador, vista desde los mínimos detalles y preparada no solo en José y María, sino en todas las últimas catorce generaciones de ambos padres de Jesús.
Estas generaciones fueron creciendo en pureza y santidad para ofrecer a los dos santos la santidad más pura que pudiese existir sobre la Tierra y, de esta unión perfecta, pudiera nacer protegido del mundo y amparado por el Espíritu Santo, el Hijo dilecto de Dios, Su primogénito, Jesús Cristo.
Lo que aparece escrito en la “Mística Ciudad de Dios” se complementa con lo que está en el Evangelio.
Todo debe ser leído y estudiado con el corazón para que a través de él sea transmitido.
Que esta devoción nazca primero en vuestros corazones para que después recorra el mundo.
Vuestro amado Hermano e Instructor, San José Castísimo.
Hijos Míos:
Hoy los invito de nuevo a la adoración de Mi Hijo, tanto en cada una de sus oraciones como en el ejercicio de contemplación a Cristo Misericordioso. Eleven sus ojos hacia el Corazón de Mi Hijo para que sus corazones vivan el anuncio de la Nueva Redención. De esta forma, Mis queridos hijos, a través de este ejercicio estarán, en el silencio, preparando sus corazones para cuando Él retorne. Sus almas, como ovejas en el rebaño del Pastor, deben caminar en confianza a través del estado de oración y de adoración.
Queridos hijos, ustedes no solo estarán elevando un poco más sus corazones a través de la adoración, sino que también podrán elevar el sentimiento y el pensamiento de la humanidad que vive sin Mi Hijo.
En esta Pascua que se acerca, Yo los invito a abrazar a Mi Hijo, y al igual que a las Puertas de Jerusalén, los invito a recibir al Mesías Redentor. Con este misterio pascual en sus vidas, ustedes podrán vivir la presencia sublime de Su Santísimo Corazón porque sin Mi Hijo no podrán ver, en verdad, lo que Dios tiene para cada uno de ustedes.
Amados hijos, es solo a través de Mi Hijo que podrán encaminar sus pies hacia los Cielos para que el alma encuentre un lugar seguro a donde retornar.
Queridos hijos, en esta preparación para la adoración, sus corazones se liberarán del peso que cargan en la vida y, así, ellos brillarán por la Presencia del Redentor. Por eso, queridos hijos, es importante abrirse para vivir los verdaderos misterios de contemplación que Cristo dejó como enseñanza.
Llegó la hora de que todos los corazones se preparen y aprovechen el tiempo para estar en Mi Hijo. Guarden en sus vidas el misterio del Amor que Cristo ahora les trae a través de Su Misericordia para el mundo entero. Vivan en Él y vivan por Él porque pronto comprenderán todo.
Gracias por responder a Mi llamado.
Amor y Luz para los corazones.
María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más