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Desde el principio de la manifestación de la vida, hijos Míos, en el Pensamiento más puro y profundo de Dios, cuando Él gestaba el Proyecto de esta humanidad, allí estaba contemplada la existencia de los pueblos originarios. Pueblos así llamados no solo porque dieron origen a las civilizaciones de este mundo, sino porque desde el Origen de la vida fueron pensados por Dios para mantener la unión entre el Cielo y la Tierra, la unión entre todos los Reinos de la Naturaleza, la unión entre la superficie del planeta y los mundos sutiles.
Los pueblos originarios son aquellos, hijos amados, pensados por Dios para ser los Porteros de los mundos sublimes, de las realidades superiores, en donde lo sagrado habita, en donde los seres son invitados a retornar a su Origen en las Fuentes Celestiales.
Es de esa forma que, desde el inicio de la humanidad y hasta los días actuales, la Jerarquía Divina impulsa a los pueblos originarios para que reencuentren su pureza y retornen al Propósito que Dios manifestó para sus vidas en el principio.
Al crear este planeta y cada ser de esta Tierra, portador de una partícula de la esencia divina, su Padre Celestial creó no solo a los Reinos, a los elementos y al hombre, fruto del barro consagrado por Su Divino Soplo. Dios también creó realidades sutiles, invisibles a los ojos humanos que no buscan con sinceridad lo sagrado en sus vidas.
Estos mundos sutiles mantienen el Propósito Divino dentro del planeta. En ellos se vive en comunión con todos los tipos de vida. En ellos, las dimensiones se unen y no hay peligro, porque los que ingresan allí viven puros de corazón y de espíritu y solo aspiran a cumplir la Voluntad y el Propósito Divino.
Los que ingresan en esos mundos sutiles, hijos Míos, ya fueron despojados de sus voluntades personales y de su condición humana de impurezas y de degeneración. De esta forma, sus corazones encuentran el camino para expresar la pureza y la unidad con lo Divino.
Esos mundos sutiles son resguardados por la naturaleza, por su fortaleza, belleza y armonía. Y, en lo invisible de los lagos, de los mares, de los desiertos y montañas se ocultan no solo para sustentar al planeta, sino para que, a través de la grandeza de la expresión de la naturaleza, los que allí lleguen puedan sentir que allí habita algo más; que un sagrado misterio allí se oculta, es como si el Cielo estuviera más próximo de los hombres, y Dios pudiera expresarse.
A lo largo de los tiempos y de la historia de la humanidad, muchos fueron los pueblos que pudieron ingresar, con todo lo que son, en estos mundos sutiles porque, mientras la humanidad en otras partes de la Tierra perdía su propósito, estos pueblos lo encontraban y profundizaban en él, no solo a través de la ciencia y de la sabiduría, sino sobre todo, a través del amor a lo sagrado, a lo divino y al respeto por la vida y por la naturaleza.
Estas fueron las llaves que hicieron que dichos pueblos vivieran la ciencia de la Transfiguración. Y tal como Mi Hijo les reveló una vez, un día, en el Monte Tabor, también ellos pudieron reconocer su verdadera faz, iluminar sus células y átomos, y hacer que no solo el corazón y la consciencia vibrarán en otro nivel más elevado, sino también su parte más material; esa que hoy parece tan densa, y que en tiempos remotos se elevó y se transfiguró.
A través de la simplicidad del corazón, los pueblos originarios descubrieron que la misma esencia solar que contemplaban y adoraban en el cielo infinito, habitaba en su interior. Y, de esa forma, vivieron una unión profunda con Dios, así como pudieron comprenderlo.
Al iluminar sus células y átomos, y al dejarse permear por la luz de sus almas, estos pueblos alcanzaron la misma vibración de los mundos sutiles y así pudieron no solo verlos, sino ingresar y participar de ellos, como representantes de la humanidad. Así se tornaron Guardianes y Porteros de esas dimensiones sutiles que hasta hoy se ocultan en el planeta.
Algunos de estos pueblos dejaron en la superficie rastros de su historia y de su vida y entonces desaparecieron. Pero otros, hijos Míos, jamás fueron conocidos por la humanidad.
Hoy su Madre Divina llega a este lugar, sagrado para el Cielo y para la Tierra, a revelarles una historia y, más que esto, para impulsar a sus almas a la búsqueda de la pureza y de lo sagrado.
Llegó el tiempo de develar los misterios ocultos en la historia de la humanidad, no solo para abandonar la ignorancia, sino sobre todo, hijos Míos, para abrazar la pureza y para que en el tiempo que llegará, cuando la Tierra sea elevada en su vibración y conducida a un nuevo tiempo, a una nueva realidad, sus corazones y sus espíritus estén prontos no solo para ver, sino para participar de esa vida sublime.
Busquen la pureza de sus corazones, busquen la unión con la vida y con la naturaleza. Y así, como hoy les revelo muchos misterios, otras verdades también les serán reveladas en sus corazones.
Yo los bendigo y les agradezco por llegar hasta aquí y por abrirse de corazón a las revelaciones que Dios les trae en este tiempo.
Su Madre María, Rosa de la Paz
Cuando el Creador pensó en el proyecto humano, contempló desde el principio la posibilidad de hacerse Él mismo criatura entre Sus criaturas.
Los seres humanos fueron creados, entre tantos seres y civilizaciones del Universo, para expresar algo que ninguno de ellos había expresado.
Fueron creados para unir las dimensiones, para expresar el amor que supera los límites de toda la existencia y que permite que los seres se unan a Dios. Fueron creados para expresar la semejanza esencial con el Padre de toda la vida.
El propósito humano es grandioso y es por eso, hijos Míos, que no se alcanza simplemente, a pesar de que todo se pueda dar con el despertar de la consciencia y la firme decisión de amar sin condiciones y de entregar todo por ese propósito de profundizar los misterios divinos en el propio corazón, como en el Cosmos infinito.
Vivir el potencial humano parece algo imposible, porque la mayoría de los seres no se abrió para experimentar verdaderamente el Amor de Dios, que son capaces de encontrar y de sentir dentro de sí mismos.
Yo les enseñé a orar para que, de esa forma, cruzaran las puertas del propio corazón y, poco a poco, descubrieran la posibilidad de unirse a Dios, de sentirlo y de vivirlo.
Cuando un ser vive verdaderamente el Amor a Dios, hijos Míos, aunque sea por un instante, esto es suficiente para llevarlo a comprender que todo sacrificio, esfuerzo, o renuncia de las cosas del mundo y de las ilusiones humanas es poco para alcanzar la Eternidad dentro de este Amor Divino.
Sabiendo Dios que Sus hijos estaban perdidos en su evolución y que cada vez se distanciaban más de su propósito y de su verdad, y para no permitir que la humanidad nuevamente se perdiera como tantas otras veces sucedió, su Padre Creador decidió Él mismo venir al mundo y mostrarles el camino.
Tan inmenso y misericordioso fue el impulso de Dios para la humanidad, impulso nunca antes dado a ninguna criatura en el Cielo ni en la Tierra, que toda la existencia colocó sus ojos, su corazón y su esperanza en este mundo.
Misterio entre misterios es la evolución de los hombres, hijos amados, donde los errores del pasado y la historia de antiguas consciencias universales se detienen para que se inicie una historia de redención y la revelación del Amor de Dios para toda la vida.
Aún ningún ser de la Tierra fue capaz de comprenderse a sí mismo y de profundizar, estando en vida, tanto en su origen como en el verdadero potencial de su esencia. Todos aquellos que recibieron de Dios la posibilidad de vivir la experiencia del Amor en este mundo, solo después de esta vida fueron capaces de percibir la oportunidad que recibieron.
Pero hoy, hijos Míos, ustedes son llamados a vivir el mayor milagro de este y de todos los tiempos, el milagro del despertar de la consciencia, el milagro de la unión de los tiempos, el milagro de comprender lo que fueron antes de llegar a este mundo y cuál es la esencia y el propósito de sus vidas. Son llamados a vivir el milagro de la Ciencia y de la Sabiduría Divina para comunicar al mundo Su Verdad, no solo con el verbo, sino sobre todo con la propia vida.
Hace más de dos mil años, a pedido de su Creador, reuní a los discípulos y compañeros de Cristo para que el Espíritu Consolador vertiera, sobre ellos, Lenguas de Fuego. Su misión era anunciar la Buena Nueva de la llegada del Mesías y plasmar en la consciencia y en la historia de la humanidad la presencia y el ejemplo de Dios entre los hombres.
Hoy los reúno para que el Espíritu Consolador les dé fortaleza, despierte en ustedes el Don de la Ciencia, que se convierte en sabiduría y discernimiento. La ciencia para despertar, hijos amados, la ciencia para saber cómo actuar y cómo hacerse responsables no solo por la propia redención, sino por la sustentación de este mundo en transición.
En cuanto Mis últimas palabras resuenan en el mundo, Yo les derramo Gracias en medio de la Justicia, les traigo Dones entre las correcciones, porque es necesario que sean corregidos, pero también es necesario que despierten y cumplan el Propósito de Dios.
Así como el Creador vino al mundo cuando la humanidad estaba perdiendo su propósito y les mostró el Camino, la Verdad y la Vida, hijos Míos, Él vendrá nuevamente, a mostrarles la revelación de Amor dentro del caos, a mostrarles el despertar de la Verdad en el ápice de la ilusión del sufrimiento humano. Vendrá para que sepan cómo unir los tiempos y las dimensiones y así lo hagan no solo en este mundo, sino en toda la Creación, porque no solo la Tierra necesita de redención, toda la vida debe aprender a retornar a Dios, y esto acontecerá a través de la plenitud de sus vidas y de la expresión de lo que verdaderamente son.
Yo los amo, los bendigo y, con la profunda humildad de Mi Inmaculado Corazón, les agradezco, para que ustedes aprendan que a través de la gratitud el Cielo se abre y el Creador toca todos los corazones del mundo.
Su Madre María, Rosa de la Paz
Era una vez, en el tiempo eterno, un Propósito infinito y amoroso del Único, en el que quería reflejar Su experiencia a través de una Creación formada y constituida por muchos tipos de vida.
Así, se crearon primero los Universos, sus galaxias, soles y estrellas; luego se crearon las nebulosas y, dentro de ellas, ya habitaban las dimensiones y los planos de consciencia.
Más tarde, cuando esa primera Creación había madurado, vibratoria y espiritualmente, el Padre con todo Su Amor, fijó Su mirada en un punto del Universo, en donde un planeta, el que más había brillado, generó una condición espiritual mayor que era capaz de albergar y de recibir un Proyecto.
Para eso el Padre pidió que ese tesoro del Universo, que se estaba expresando espontáneamente, recibiera uno de los elementos y fluidos más especiales de la Creación: el elemento agua, para que lo que sucedería después, tuviera el apoyo necesario para poder desenvolverse y evolucionar.
Ese elemento traería para la consciencia humana, que fue el último proyecto realizado, la capacidad interior y también material de recordar su origen no solo desde el vientre materno, sino también su origen superior.
El elemento agua es la base fundamental para el equilibrio emocional y sentimental del ser humano. Por eso, en la creación del planeta Tierra, el Padre le quiso conceder a Sus hijos la mayor cantidad de océanos y de mares para que no sintieran la desconexión espiritual del vientre materno.
Es así, que el Proyecto humano fue acompañado desde el principio, y ha sido el Proyecto genético más privilegiado porque el propio Proyecto, para poder ser corregido y redimido, recibió la encarnación del Hijo de Dios para que la raza humana encontrara un camino directo por donde poder retornar a su verdadera esencia.
Fue así que otros seres humanos se ofrecieron para que el Proyecto pudiera perdurar y alcanzar el mayor grado de perfección, lo que fue posible por todo lo que enseñó Cristo, que fue el camino del Amor y del Perdón.
Por eso todos los seres humanos bajo cualquier condición tienen la posibilidad, dentro de todo el Universo, de vivir y de experimentar el Amor de una forma directa y sin grandes esfuerzos; un Amor que proviene del espíritu, un Amor que trasciende los errores y que pacifica, que amplía la consciencia y que abre los sentidos internos para poder vivir conscientemente el Plan y la Voluntad de Dios.
Este pequeño planeta azul, dentro de la Creación, es la escuela predilecta en donde otras consciencias universales pueden aprender sobre cómo el Amor verdadero por el Creador, por el Padre Supremo, puede mover los acontecimientos y puede conceder milagros de vida y de redención.
La llave está en vivirlo y en confiar en el poder del Amor Mayor.
¡Les agradezco por responder a Mi Llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más