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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El Hijo de Dios se dejó morir en la Cruz para que naciera el Árbol de la Vida y las doce tribus de Israel, hoy expandidas por todo el planeta en los cuatro puntos cardinales, pudieran volver a recuperar los atributos primordiales del Proyecto Sagrado de Dios.
Después de la entrega de Cristo en la Cruz, después de haber sido traspasado Su Costado y haber derramado Agua y Sangre por las almas, después de haber derramado Su Preciosa Sangre en cada paso del Calvario, aún en este tiempo presente de la humanidad es necesario corregir a la raza de superficie. Porque, a través de estos tiempos definitivos y caóticos, el antiguo pueblo de Israel, a través de sus doce tribus, ha perdido los valores espirituales que lo formaron y lo constituyeron como un sagrado pueblo original.
Por eso, hoy, llevo sobre Mi Pecho, en el centro de Mi Cardíaco Espiritual, la Sagrada Estrella del Rey David, que es la revelación cósmica de la unión de Dios con el hombre y del hombre con Dios, en perfecta alianza, armonía y paz. Y en el centro de esta Sagrada Estrella cósmica y espiritual, el Señor de Israel lleva los doce principales atributos de las tribus de Israel guardados en Su Corazón, los que en estos tiempos precisan ser reconfigurados y precisan ser redimidos a través de las almas que necesitan retomar su camino espiritual y de evolución.
Por eso, hoy, una vez más, el Señor de Israel se presenta a ustedes y al mundo entero para reconstruir todas las cosas que están perdidas, para redimir a las almas que están distantes de Dios, para renovar la matriz espiritual de este Proyecto Genético, un Proyecto que fue una vez pensado por el Padre Eterno a través de los Elohim.
Proyecto que, como ustedes saben, comenzó en el Génesis y que, desde el Génesis hasta el presente, después de tantos errores y acontecimientos vividos por las diferentes civilizaciones humanas, en este tiempo presente ha llegado la hora, ha llegado el momento, que este Proyecto Original sea reconfigurado y redimido, a través de la sincera conversión de los corazones a la Fuente Purísima del Amor-Sabiduría de Cristo.
Por eso, hoy, desde los cielos de Israel y a través de Mi Iglesia Espiritual, el Señor vuelve a consagrar al mundo, el Señor vuelve a abrirles la puerta de la redención a las almas que lo necesitan y, ante la Ley de la Justicia Divina y Universal, los ángeles y las huestes que hoy Me acompañan sobre Israel, desde Jerusalén hasta el Mar de Galilea, estos ángeles de Dios, benditos siervos incansables del Padre Eterno, escriben en sus libros de Luz, este momento de síntesis que todos los mundos internos del planeta están viviendo ante el Señor de Israel.
Mundos internos que son llamados a vivir una síntesis a través de tres atributos: el atributo de la redención, el atributo de la reconciliación y el atributo de la consagración; escuelas internas que, en esta hora, son ofrecidas por última vez para que las almas aprendan a dar el paso seguro hacia Mi Corazón, para que la matriz cósmica que constituyó este Proyecto Genético en la superficie sea renovada por el Señor del Árbol de la Vida, y los frutos de la redención y de las virtudes de las almas buenas sean ofrecidos a los Tronos del Padre Eterno, a fin de que el castigo que debería recibir el mundo, debido a la acción de la soberbia, de la indiferencia y de la crueldad, se detenga.
Pero, hoy, las almas, en los mundos internos de Mi Iglesia Espiritual, desde el sagrado cielo de Israel, tienen la Gracia y la última oportunidad de vivir su juicio espiritual antes de que lleguen el tiempo y la hora del Retorno de Cristo.
Porque así como las doce tribus de Israel fueron llamadas a reconocer y a adorar al Dios Vivo a través del Arca de la Santa Alianza; así, el Señor del Árbol de la Vida convocará y llamará a las almas de los cuatro puntos de la Tierra en lo alto del sagrado monte de este mundo para vivir el gran momento que fue anunciado por Mí; en el que la Misericordia separará la paja del trigo para que este planeta y este Proyecto comiencen de cero, llevando en sus esencias los aprendizajes vividos, pero también los momentos compartidos con el Señor.
Hoy, las doce últimas tribus del planeta, emanaciones de las principales tribus de Israel, a través de sus insignias sagradas, de los símbolos sagrados que identifican y que reconocen a cada una de las tribus, símbolos reflejados en el centro de Mi Cardíaco, en el Centro de la Sagrada Estrella Cósmica y Universal; como humanidad tienen la Gracia de retomar el camino hacia la Casa del Padre Celestial, para ofrecerse incondicionalmente para que este Proyecto Humano siga adelante y no sea descartado, sino que sea rescatable y dé continuidad a lo que aún no cumplió ni vivió.
Por esa razón, Yo morí en la Cruz. Esto es parte de uno de Mis grandes misterios espirituales: que el Señor del Árbol de la Vida se dejó morir en la Cruz para que el Proyecto y la matriz de esta humanidad resucitaran al tercer día y, a partir de ese momento y en adelante, todo fuera renovado y redimido.
Y aunque el mundo en estos tiempos está lleno de errores, de injusticias y de indiferencias; el Señor de Israel se sirve de las almas buenas y devotas, de las almas que reconocen al Padre Eterno a través de Su Hijo Amado en el Santísimo del Altar, como en la esencia oculta de los Sacramentos.
Allí están las llaves que ustedes necesitan para que el mundo comience de nuevo. El Legado que les dejó su Maestro y Señor no fue en vano. Este Legado y esta Gracia inexplicable e inextinguible se perpetúan a través de las almas que viven y aceptan los Sacramentos.
Hoy, le pido al mundo entero y en especial a las almas despiertas que contemplen la Sagrada Estrella en el Centro Cardíaco del Señor, que vean dentro de ella los doce atributos de las tribus de Israel y que reconozcan en este momento el sagrado impulso cósmico que Yo les traigo, para que sus orígenes sean reconfigurados y reciban a través de Mi impulso espiritual la Gracia de comenzar de nuevo como una humanidad más justa y fraterna, equitativa y pacífica que esté en comunión con las Leyes Superiores para poder estar en comunión con los Cielos.
Así, Yo les hago reconocer el valor de su cruz interior; así, como el Señor de Israel que, en cada paso del Calvario, reconoció la Cruz de los pecados y no reclamó en ningún momento, sino que la besó, la abrazó y la aceptó como la propia Cruz.
Así, en esta hora, Yo los invito a aceptar la cruz que no les pertenece; esta pesada cruz planetaria que muy pocos quieren cargar por miedo, por ignorancia o por indiferencia.
Pero si confían en Mí, les aseguro que sabrán llevar esa cruz silenciosamente y anónimamente; porque nunca serán héroes a los Ojos de Dios, sino abnegados servidores en la superficie del planeta que encuentran su fuerza espiritual e interior en las Llagas de Cristo y, especialmente, en la Llaga de Su Costado, afluente incansable de la Misericordia Cósmica, Rayos de Agua y de Sangre que justifican y consagran a las almas. Rayos de Gracia que una vez más se donan al mundo en esta hora, para que el Proyecto Genético de esta antigua civilización humana vuelva a ser considerado por los Señores de la Ley, aquellas Sagradas Consciencias que son la Ley en sí mismos, y que guardan y resguardan, con amor, los Principios del Padre Eterno.
Por eso, es hora de que contemplen el descenso de las Leyes Superiores porque, en un momento inesperado, esas Leyes se detendrán, para que den paso al Retorno de Cristo, el Señor de Israel; y así, Yo pueda volver a encontrarme con los Míos.
Les dejo este Mensaje como una sagrada enseñanza de Misericordia, de Amor y de Perdón.
Les dejo este Mensaje a los corazones valientes, porque Yo no solo Me ofrezco como el Árbol de la Vida para que, a través de Mí, ustedes den frutos en abundancia; sino también Me ofrezco como Puente de Luz Celestial para que las almas lo crucen a pesar de los abismos planetarios y, así, ingresen a la nueva Consciencia Mayor que será revelada por el Padre Eterno, a través del Retorno de Su Hijo.
Aún estamos a tiempo de poder recuperarlo todo, aún estamos en tiempo de Misericordia.
Hoy, desde el Sagrado Monte Calvario donde, en los planos espirituales, se enciende y se ilumina la Estrella de la unión entre el hombre y Dios; en este Monte desde donde se expande la Consciencia Crística, a través de la presencia de la Sagrada Cruz del Redentor; bendigo, en el nombre de Israel, todas las cruces que Me han traído, para que ellas sean un símbolo de fortaleza en las almas, de amor al sacrificio y de un servicio resignado por Cristo, a fin de que triunfe el Amor Consolador en ustedes y en el mundo entero.
Que la cruz no sea un símbolo de temor. Que la cruz sea el símbolo de la trascendencia y del amor, de la superación de ustedes mismos en estos tiempos finales.
¡Alabados sean Israel y el mundo!
Que las almas despierten a esta Gracia que hoy les he traído, para que todo sea renovado y reconsagrado, a fin de preparar a los corazones para los Mil Años de Paz.
En este nuevo día de la Sagrada Semana, les agradezco por estar Conmigo en honestidad y, sobre todo, por estar Conmigo de corazón.
Dios les conceda siempre Su Paz, a través del Sacratísimo Corazón de Jesús.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Llegó el tiempo de que sepan, compañeros, quiénes son verdaderamente, del lugar de donde provienen, de la Fuente de donde surgieron y por qué razón han venido a la Tierra para que, en este tiempo como en otros tiempos, aprendan a vivir el Plan de Dios y su realización en esta vida.
Esta es la encarnación definitiva para todos los seres humanos, momento en el cual todos son colocados ante la oportunidad de discernir y de tomar consciencia de lo que verdaderamente son y no de lo que aparentan ser.
Hoy vengo como el Nazareno, el Pastor que vuelve a convocar a Sus ovejas de los cuatro puntos de la Tierra, para que puedan escuchar atentamente esta revelación que los hará conscientes de su realidad y del momento que están viviendo, de la etapa que están atravesando y del aprendizaje que, en este ciclo, están transitando.
Vengo a colocarlos en la dimensión del Universo Sideral, en donde la Consciencia de Dios está presente en infinitas manifestaciones y Nombres; de ahí ustedes provienen, no son solo seres humanos, son esencias, almas y espíritus que vinieron a aprender algo fundamental: el perdón.
Ese perdón, que es tan necesario en ustedes y en el mundo, es el perdón que los llevará al arrepentimiento y a la reconciliación con ustedes mismos, entre los pueblos y las naciones.
Por eso, llegó la hora de conocer la verdad y de poder despertar a través de ella, sabiendo que en este último ciclo es en el que tendrán el gran impulso espiritual para dar el gran paso de sus vidas, reconociendo que Dios lo necesita en este momento y que ustedes también lo necesitan para poder reconstruir sus vidas, no solo de manera espiritual, sino también de forma material y, en consecuencia, toda la humanidad se reconstruirá y se volverá a levantar de donde hoy se encuentra.
Pero solo existe un requisito para eso, su fe en todo lo que les digo, su confianza en todo lo que realizo, su amor en todo lo que predico.
Así también impulsarán a otras almas a que, por medio de su oferta y entrega, también puedan despertar y tomar consciencia de que llegó la hora de cambiar.
Porque el gran cambio está llegando, el fin se está aproximando, el tiempo marca ese momento. También tienen que ser conscientes de eso para que estén preparados, atentos y vigilantes ante todo lo que moverá al planeta por el movimiento que realizará el Universo.
Hoy los quiero colocar a todos en ese plano de consciencia, desde donde cada uno de ustedes proviene, para que, volviendo al Origen y al principio de su existencia, recuperen los valores y los atributos que necesitan para atravesar estos tiempos y estos momentos tan definitivos.
Ingresemos ahora en ese estado de consciencia y dejémonos colmar por la Presencia de Dios, en la manifestación de Elohim. Fue ese aspecto del Padre que se encargó, directamente, de la manifestación de las diferentes Fuentes que, siendo creadas por los ángeles, gestaron la vida.
Siéntanse en el Vientre materno del Universo y hagan despertar, en este momento, a su pureza original que los llevará a entender la Sabiduría de Dios, la pureza que les mostrará el camino de regreso al Padre Eterno.
Porque Él se encuentra con Sus brazos abiertos, como un Padre que ama a Sus hijos, como un Padre que espera a sus criaturas para hacerles sentir la inmensidad de Su Amor y de Su compasión con el mundo.
Ante este estado de consciencia, cada uno de ustedes vuélvase hacia Dios así como son, sin ocultarle nada, porque Él los conoce por dentro, Él los sabe por dentro y nada puede quedar escondido dentro de sus corazones.
Liberen sus amarguras, disuelvan sus tristezas, curen sus corazones, fortalezcan sus almas y entren en comunión con el Padre, ante la Presencia de Elohim, para que Él pueda entregarles Su Gracia en este momento y a través de Su Hijo, por la gran necesidad que tiene la humanidad y por todas las esencias que aún están perdidas en los abismos de la ilusión, de la ignorancia y de la indiferencia, por las almas que sufren, en este momento, sin tener un momento de alivio ni tampoco de paz.
Por la Gracia que siempre les ha entregado Mi Corazón misericordioso y ante ese origen del cual cada uno proviene en esencia y en espíritu, ante la oportunidad de la reconciliación y de la paz, para que se establezca la cura en la humanidad y en compañía de todos los Ángeles de la Guarda presentes en este planeta y dentro de esta humanidad, entonaremos los Nombres de Dios, para que cada uno, ante la Fuente purísima del Padre y bajo el poder de Sus Sagrados Nombres, reciba lo que necesita en este momento.
En total despojamiento interior, sin expectativas ni intenciones personales, con la apertura del corazón y del alma, llamaremos a los Nombres de Dios para que Sus Nombres, Atributos, Gracias, Misericordias y Prodigios, desciendan a la Tierra.
Lo harán hasta que Yo se los indique.
Podemos comenzar.
Cántico: ¨Los Nombres de Dios¨.
En este momento, Cristo se encuentra hablando con Su Padre, ante la Fuente Espiritual de la Creación. Cristo, como un tierno Hijo, conversa con el Padre, arrodillado ante Él.
Ante la emanación de esa poderosa Luz, Cristo se ofrece por cada uno de nosotros, por el propósito de cada vida, por la misión de cada ser, por el Plan de Amor en la humanidad, por la redención de todas las almas.
Cristo se ofrece incansablemente, mostrándole al Padre cada una de Sus Llagas, revelándole al Padre cada uno de Sus martirios, agonías y pesares por la humanidad y, lo principal, Cristo le ofrece de nuevo Su Corazón por cada uno de nuestros corazones. Porque, en este momento, el Maestro sabe de la importancia del cumplimiento del camino espiritual de cada uno de Sus compañeros.
De las Llagas de Sus Manos y de Su Costado, ofrece la Luz de la insondable Misericordia, alcanzada por el Redentor durante Su dolorosa Pasión.
El Padre recibe nuevamente, en el centro de Su Espíritu, en donde la Fuente se manifiesta, cada uno de los ofrecimientos de Cristo, así como los ofrecimientos y sacrificios, las renuncias y pruebas de sus discípulos. Le ofrece al Padre los triunfos de la adoración, la fortaleza de la comunión y el poder de la oración de los que se encomiendan día a día a ella.
Jesús, con una mirada de amor ante la Fuente del Padre, reúne a Su alrededor a los arcángeles, que también están en adoración ante esa Fuente luminosa.
Los arcángeles ofrecen sus consciencias por el Proyecto Genético humano y cada uno deposita, dentro de esa Fuente, sus herramientas: espadas, escudos, cristales de luz, sus propias coronas y, especialmente, el corazón espiritual de cada arcángel que unidos como un solo corazón protegen y amparan a toda la Mente Creadora.
Jesús, en absoluto e interiorizado silencio, mira hacia cada uno de nosotros, aunque todavía esté frente a esa Fuente de Luz. Con una mirada de amor, pero en Su Corazón con un sentimiento de dolor por las almas del mundo, por los que lo abandonaron y no se rindieron, Él nos pregunta:
Mis compañeros, ustedes ¿qué le darán a Dios por la redención de todo el género humano? ¿Qué le entregarán al Padre? ¿Qué esperan para poder hacerlo?
Jesús, llorando, nos dice:
El tiempo está terminando, no lo desperdicien, no desperdicien su encarnación, hagan valer lo que Dios depositó como tesoro en cada uno de sus corazones.
La mirada de Cristo se vuelve hacia la Fuente de Luz.
Se aproxima a Él, al igual que a los arcángeles, Nuestra Señora, la Virgen María, acompañada por más huestes de Luz.
María le ofrece a Cristo...
En el silencio de María se expresa el Amor que Ella ha podido recoger de cada uno de los corazones que, sinceramente, todos los días han orado junto a Ella sin esperar nada a cambio.
María, la Virgen Santa, coloca sobre las Manos de Su Hijo todos los frutos de la oración del corazón, especialmente la Oración por la Paz en las Naciones, así como le entrega el amor que Sus hijos han colocado en cada una de esas oraciones, superándose a sí mismos, muriendo a sí mismos, vigilando, cuidando y protegiendo ese pedido de la Madre Universal.
Es de esa forma, que las huestes que acompañan a Nuestra Señora depositan sobre la Fuente cientos de Rosarios de Luz y la fe expresada por cada uno de Sus hijos en los Santuarios y Centros Marianos fundados por Su Inmaculado Corazón.
El Padre, atento al movimiento de la Madre de Dios, escucha a Nuestra Señora, así como los arcángeles escuchan a Nuestra Señora.
María, nuestra Madre, conversa con Dios; y Cristo, Su Hijo, está en éxtasis ante el Amor que emana la Voz de María y, sobre todo, ante la donación que hacen Sus manos por la humanidad. Y la Gracia que le concede el Padre a nuestra Madre alivia al Corazón de Cristo; y un bálsamo de Luz entra en el Corazón del Redentor, disolviendo las espinas en Su Espíritu.
Los errores son aplacados. La misericordia concede la redención a las almas que escuchan, en este momento, este mensaje.
Jesús se levanta del suelo y toma las manos de Su Madre, mirándola con dulzura, diciéndole a María:
"Madre, Yo Te entregué a Mis compañeros y Tú los has cuidado, aunque algunos no te hayan correspondido. Hoy Me vuelvo a levantar del suelo, así como Me levanté en el Calvario tres veces, porque Tú Me ayudas, Madre, con la fuerza de Tu Amor, de Tu paciencia y de Tu confianza a renovar todas las cosas. Y hoy renovamos juntos, ante la Presencia de Dios, a todas Sus criaturas, y los que se han arrepentido de corazón son ungidos con la Señal luminosa de la Cruz. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén".
Y así, los arcángeles se retiran de la Fuente y la Madre de Dios se recoge en el Templo de Su Corazón para seguir orando por Sus hijos.
Cristo vuelve aquí, a este lugar, con una mirada de mansedumbre, impregnado de un profundo silencio y renovando Su Corazón en nosotros, nos ofrece nuevamente el mayor misterio de Su Amor, la santa Comunión, de la cual todos los que escuchan son invitados a participar espiritualmente.
Y así como hoy Nuestro Señor nos ofrece Su Cuerpo y Su Sangre, en este momento y después de esta experiencia, en la cual fuimos colmados por la Santísima Trinidad y nuestras culpas fueron lavadas por la Fuente del Amor de Dios, ofrezcámonos en este momento y por los días que vendrán, para que Dios, por medio de los Sagrados Corazones, siempre nos muestre el camino para encontrar la Luz, el Amor y la rendición.
Vamos a escuchar el instrumental de “Y así habló el Maestro”.
Rendidos ante el altar de Nuestro Señor, revivimos este misterio de amor y el legado que Él nos entregó por medio de la Eucaristía, y permanecemos ante la presencia de esa experiencia que vivimos juntos. Traemos a nuestra consciencia la imagen de esa Fuente de Luz para que también podamos depositar lo que tenemos y lo que no tenemos, en confianza, en Creador.
En un tiempo tan semejante a éste, Jesús estaba reunido con Sus apóstoles para entregarles el legado más importante de la humanidad, antes de vivir Su dolorosa Pasión.
Es así, que Él se ofreció y elevando el pan, se lo entregó al Padre para que fuera bendecido. Y enseguida, se lo dio a Sus apóstoles, diciéndoles: “Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados”.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Enseguida tomó el Cáliz y realizando el mismo ejercicio, se lo ofreció al Padre para que fuera bendecido. Enseguida se lo pasó a Sus apóstoles y con toda la ternura y el amor de Su Corazón, mirándolos a los ojos a cada uno de ellos, les dijo: “Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza que será derramada por los hombres para la remisión de todas las faltas. Hagan esto en memoria Mía”.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos
Amén.
El Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Bienaventurados los que se sirvan de este Sacramento de forma espiritual, porque en este día también estarán comulgando Conmigo, a pesar de dónde se encuentren.
En unión al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, recemos la oración que Cristo nos enseñó.
Padre Nuestro (en español).
Padre Nuestro (en inglés).
Que la Paz de Cristo descienda a la Tierra.
Y hoy, siete gotas de la Sangre Espiritual de Cristo fueron derramadas por el Redentor, dentro de estos cálices, por la redención de la humanidad. Amén.
Que la paz esté en ustedes, para que la paz esté en el mundo.
Y antes de partir al mismo lugar y espacio espiritual adonde hoy, en consciencia, los llevé a cada uno de ustedes, les pido que recuerden esta experiencia, porque la necesitarán como fortaleza de sus espíritus y almas.
Mediten a través de esta experiencia y podrán encontrar muchas más llaves en su camino espiritual.
Hoy, por segunda vez, he sentido la presencia de cada uno de sus corazones, de esa forma, no Me siento solo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hoy vengo a este planeta en compañía de los doce Resplandecientes, en compañía de los Hellel, para que junto Conmigo, Ellos deliberen los próximos pasos de la humanidad y de este proyecto genético, el cual aún deberá alcanzar la realización de la Voluntad de Dios y el cumplimiento del Plan.
Meditamos y reflexionamos desde las esferas superiores de consciencia. Nos aproximamos a la Tierra, nos acercamos a la humanidad para que espiritualmente sea ayudada a poder despertar y tomar consciencia de este momento y de este tiempo agudo, que todos atraviesan.
Esa reflexión y meditación parte de un Pensamiento Divino, de una Voluntad Mayor, de intentar hacer retomar a la humanidad lo que una vez perdió, retornando al camino de Dios y hacia Su Divino Pensamiento para que, a pesar de los errores y de los hechos cometidos, se pueda volver a sembrar en la consciencia de los seres, lo que Dios tanto esperó y espera que se realice sobre la superficie de la Tierra.
Este pequeño planeta, por más pequeño que sea, es importante para Dios porque desde aquí deberán surgir los Nuevos Cristos, aquellos que portarán en sí mismos la semilla del Amor de Dios, ofrecida a través de la experiencia vivida por su Maestro y Señor en la Tierra durante Su vida pública, Su Pasión, Su Muerte y Resurrección, hasta el momento de Su Ascensión.
Todos esos códigos, todas esas experiencias vividas, todos los méritos alcanzados por su Maestro, el Cristo, Él intentará nuevamente volcarlos y derramarlos como Luz sobre el mundo, y especialmente, sobre aquellas esencias que, a pesar de sus imperfecciones y pruebas, se ofrecen fielmente para la realización del Proyecto Redentor, Proyecto que recién ha comenzado, Proyecto Redentor que acompañará la transición de la humanidad, las consecuencias que ella viva y las decisiones que ella toma, todo lo que influye en la realización divina de la Voluntad de Dios.
Pero no pierdan las esperanzas ni las aspiraciones de ver, en el futuro próximo, el surgimiento de una nueva humanidad que finalmente cumplirá las leyes, vivirá los mandamientos y celebrará, en alegría y en júbilo, la Presencia de Dios en la vida de cada ser.
Los Hellel representan no solo la Luz de Dios para los planos y los Universos, sino también representan esa máxima Voluntad que viene de la Fuente, que es inmaterial y divina.
Ellos son los portadores de las más grandes aspiraciones de Dios y son los encargados, después de Cristo, de cumplirlas y realizarlas en el Universo espiritual, mental y material.
Desde ese Universo espiritual, desde donde emana la Fuente del Amor, de la unidad y de la verdad, surgen los impulsos para que los espíritus que ya están experimentando la evolución y el despertar y, también, para aquellos que en los próximos tiempos surgirán de nuevas Fuentes del Universo y vivirán también la Escuela del Amor y del Perdón para que todos puedan aprender a encarnar, en sí, esa Voluntad Divina que nace de la decisión interior de estar en Dios y de cumplir Su gran aspiración, que es ver a Sus hijos felices, alegres, en adoración y en honra a Su Presencia, para que esa comunión y esa unión con el Universo se establezca, primero en cada ser, para después poder expresarse en la superficie de la Tierra.
Como Consejeros del Universo, como aquellos que llevan adelante las decisiones de Dios y las cumplen, a través de Sus pedidos, sabemos que la humanidad está en un punto muy difícil y crucial.
Pero si esa fe que nace del corazón, que cree y tiene convicción en el Padre Eterno siempre estuviera presente, no hay qué temer porque Dios a lo largo de los tiempos siempre se presentó y se manifestó a través de pequeños grupos, para que ese Proyecto que Él quiere alcanzar y realizar a través de Sus hijos pudiera concretarse.
Por eso siempre que surge una nueva civilización, siempre que se manifiesta una nueva raza, existen grupos de almas que son convocados por el Universo de Dios para llevar adelante Su Voluntad de una manera más próxima y cercana a la realidad planetaria.
Pero no es algo material, compañeros, no es algo visual, ni concreto. Es algo profundamente espiritual; es a través de esa unión íntima de las almas, de los espíritus, de las esencias con la Consciencia Divina; es entablar ese contacto y esa comunicación con lo Alto, sabiendo que el Padre siempre está allí y que Sus hijos también lo están, para poder vivir de una forma simple y humilde Su Voluntad.
La humanidad no coloca atención en lo que eso significa y en la importancia que tiene, porque exige de cada consciencia vivir un cambio y una transformación.
Es la propia Voluntad Divina, es la propia energía de la Fuente inmaterial de Dios que impulsa no solo a la voluntad, sino también a la transformación y a la redención de los seres. Y cuando eso sucede, cuando esa transformación se presenta y esa purificación se manifiesta es señal de que esa Voluntad se está concretando, más allá de las formas, de las apariencias o de los hechos.
Por eso, las almas que aspiran a vivir en Dios nunca pueden perder de vista ese conocimiento y esa instrucción que los llevará siempre a poder renovarse, en nombre de muchos seres, de muchas consciencias que duermen, que están en la ilusión, que no quieren ver a Dios y lo ofenden.
Será ese amor en el corazón que aspira a Dios, el que permitirá sostener en este tiempo al planeta y a la humanidad, por más que sea un amor imperfecto. Debe ser un amor verdadero, aunque no sea maduro, que se ofrezca incondicionalmente a suplir la necesidad de la humanidad, su gran necesidad espiritual e interna para que la Luz no se apague, para que la Luz prevalezca y reine por encima de todas las dimensiones y de los planos; esa Luz que proviene también de la Fuente de Dios, tan semejante a la Luz del Sol que los nutre y les da vida.
Aunque no tengan consciencia de las decisiones de Su Maestro, junto a los Resplandecientes, colóquense siempre en esa actitud de vivir la renovación por medio de la transformación, de la purificación y de la redención. Porque así, compañeros, Me estarán testimoniando en este momento agudo del planeta, en el que todo lo que hace el ser humano de superficie es muy grave. Por eso, entre pocos, entre los más silenciosos e imperceptibles, Dios realiza Su Plan y Su Voluntad.
Así como Él lo hace, con Sus arcángeles, ángeles y Jerarquías, sosteniendo por amor lo que es insustentable, para que las almas puedan tener una oportunidad de renacimiento en el Amor y en la Gracia, para que puedan volver a ser ungidos por el Espíritu Santo y se rediman reconociendo no solo sus errores, sino también sus virtudes y dones que una vez fueron desperdiciados para que, ahora, por medio de esa Gracia especial, sean colocados al servicio del Padre Eterno.
Solo necesito que nunca se olviden de lo que hay dentro de cada ser que es la Esencia de Dios, la que los ayuda a comunicarse con el Universo y con toda la existencia, la que los impulsa por medio de sus almas a vivir el Plan y la Voluntad Divina.
Por encima de toda adversidad, tribulación u oscuridad recuerden esa Esencia Divina y comprométanse a protegerla y a cuidarla de ustedes mismos y del mundo, para que más Luz y más Amor del Universo esté presente en este momento en la Tierra, que sea emanado e irradiado hacia todas las consciencias y hacia todos los lugares, en donde se necesita del Amor, de la Misericordia y de la Paz.
Cada vez, compañeros, que venimos hacia su encuentro reencendemos, nutrimos y alimentamos de Luz Divina esa Esencia que está dentro de cada uno de ustedes, para que sea el Amor el que crezca en ustedes y no la ignorancia.
Den valor a esa preciosa Esencia que Dios les dio y sabrán cómo atravesar estos tiempos y cómo soportar estos momentos de inflexión planetaria; y se ofrecerán así como Yo Me ofrecí por ustedes y por el mundo, para poder curarlos con Mi Sangre y para poder purificarlos con Mi Agua.
Revivan ese compromiso recordando Mi Pasión y, de allí, tendrán fuerzas internas para atravesar este momento planetario. Aún hay mucho por hacer. Aún hay mucho por realizar.
Ocúpense de lo esencial, de lo que cada uno vino a cumplir y a aportar en este tiempo, y de lo demás se ocupará Dios, el Universo y, así, su cura y su redención se alcanzará y seguirán evolucionando y profundizando no solo en el conocimiento universal, sino también en la comprensión y en la sabiduría infinita de la Voluntad Suprema.
Hoy bendigo al mundo de una forma especial, en la Presencia de los Resplandecientes, los Hellel, para que las almas sean ayudadas internamente a tomar sus decisiones y a dar sus pasos en dirección al portal de la redención.
Yo les doy la Paz para que la vivan y la compartan en donde sea más necesario y urgente.
Les agradezco por acompañarme en este tiempo.
Y no se olviden de su Esencia Divina y Solar que está en ustedes para ayudarlos a vivir la redención.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más