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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hoy, he venido del Cielo para estar con ustedes y, a través de ustedes, poder estar con todos Mis hijos del mundo, por aquellos que claman por justicia, por aquellos que lloran a través de sus oraciones, por todos los que están enfermos y padecen en lo más profundo de su corazón.
Pero, hijos Míos, este es el gran tiempo de la purificación. No lo vean como un castigo, no lo vean como una condena, porque el propio Hijo de Dios fue purificado en el Templo; y la Madre de Dios y San José también fueron purificados.
La materia humana debe sublimarse, la condición humana debe trascenderse, y cada uno de Mis hijos, en este planeta, tiene su escuela, el mejor aprendizaje que necesita para que, en el fin de sus días, entregue su alma a Dios y se funda en la Fuente Cósmica de la Vida.
Es así, hijos Míos, que nada está fuera de lugar en este momento. Lo que está fuera de la Ley, en este tiempo, son los horrores que comete el mundo y la humanidad, el desequilibrio de las Leyes Universales en este planeta, la impunidad que aflora como algo común y que somete a millones de almas en el mundo.
Pero hoy, Mis hijos, Yo vengo a dar testimonio ante Dios de lo maravilloso que Mi Hijo Ha hecho en sus vidas, las pequeñas transformaciones que Ha alcanzado a través de la entrega de cada uno de ustedes a Dios.
Por eso, no vean la vida como una pena o como un lamento. Aférrense al Corazón de Mi Hijo y renuévense en Él.
Y cuando las caídas en sus caminos sean tan continuas y permanentes, Mis amados hijos, no se desesperen. En lo más íntimo de su corazón la decisión ya está tomada y Mi enemigo no los puede hacer temblar ni aterrorizar.
Por más que en este mundo las dificultades son muy grandes y las almas necesitan de muchísima orientación espiritual; Yo los invito, hijos Míos, a lo mismo que Mi Hijo los llamó, los invito a afirmar su fe en la esperanza, en la Sagrada Llama del Divino Propósito que ya flamea delante de sus almas y consciencias; Propósito que sus espíritus ya conocen y que no se puede borrar de la noche a la mañana, a pesar de lo más doloroso que hayan vivido en estos tiempos.
En este día especial para la Madre de Dios y para cada uno de ustedes, he traído algo muy especial de Galileum: el Santo Sudario del Señor, que hoy está en Mis Brazos para envolver sus almas y corazones, para envolver sus cuerpos y consciencias, y así transfigurarlos.
¿Creen en el poder del Santo Sudario del Señor, el Sudario que fue testigo de cada gota de Sangre de Cristo?
Hoy, he retirado esta Sagrada Reliquia del Arca de la Santa Alianza; para que, a través de este Santo Sudario Espiritual de Jesús, Yo pueda purificar sus cuerpos, limpiar de sus rostros cada lágrima y cada llanto, y para que se sientan renovados y curados por las Manos de la Madre de Dios.
Sigan rezando y pidiendo por la Gracia de ser consecuentes.
En lo más pequeño e invisible es en donde se puede realizar la Obra de Dios, porque Dios no se muestra al mundo con Su Poder; Dios se refleja con Su Poder, con el Poder de Su Amor, a través de los corazones que se transforman y se redimen día a día.
Es así que hoy les ofrezco este Santo Sudario Espiritual, para que le sirva como un Manto de purificación y de cura a cada uno de Mis hijos; para que sus dolores físicos y espirituales se alivien, y así el alma del planeta también, en este día, sea aliviado de su sufrimiento, el sufrimiento que le ocasiona la humanidad.
Pero vean, a través de este ejemplo del Santo Sudario Espiritual de Jesús, cuán grande es la Misericordia del Padre, cuán inmenso es el Amor de Mi Hijo por este Proyecto de la superficie de la Tierra.
Mi Hijo Me ha pedido en este día especial, en el que reafirmamos, entre ustedes y Yo, el compromiso de cumplir la Voluntad Eterna de Dios por todos los tiempos que vendrán, que les ofrezca este Santo Sudario Espiritual para que en este 8 de agosto las Leyes Cósmicas desciendan a la Tierra, una vez más cierren todas las puertas inciertas, las almas sean liberadas de sus propios abismos e infiernos y todos sean curados por el poder del Amor de Jesús, al igual que ustedes, Mis amados hijos.
Por más que su Madre Celeste haya ascendido a los Cielos y hoy sea la Gobernanta Espiritual de todos los mundos, y lleve en Su Mano el Cetro de la Voluntad de Dios y del Sagrado Poder Femenino para el fin de los tiempos, Yo sigo siendo la Esclava Fiel del Señor, así como la Esclava de Dios se humilló y se resignó delante de la Cruz por la salvación del mundo, para que Mi Hijo, a pesar de Su agonía y de Su dolor en la Cruz, le concediera la Gracia de estar con ustedes en este tiempo final; permiso que fue otorgado por el Propio Padre Eterno.
Es así, queridos hijos, que quiero que hoy vislumbren y contemplen, más allá de la dificultad y de la condición humana, los tesoros que han recibido sus corazones en estos dieciséis años y cada momento de oración sincera que han compartido Conmigo en estos años, sin que muchos de ustedes sepan cómo seguir Mis pasos.
Pero alégrense y renazcan en Cristo, Él viene a liberarlos del pecado y del error, a través del Corazón de la Madre del Mundo, Él viene a concederles Su Infinita e Insondable Misericordia.
Yo estoy aquí a causa de los consecuentes y de los valientes, de aquellos que no le temen a la purificación, de aquellos que se arriesgan a vivir el Plan de Mi Hijo a pesar de las consecuencias.
Hoy, vengo vestida con el Manto de todo el universo, de todas las estrellas y de todos los soles.
Hoy, este es el Manto Universal de la Madre de Dios que se extiende en el mundo. Y la Luz de este Sagrado Manto de la Madre de Dios, así como la Luz de las palmas de Sus Manos llegan a los rincones más profundos de los infiernos del planeta, para erguir a las estrellas que aún están caídas.
Ya no piensen que este Armagedón es una nueva rebelión. Este es el tiempo de la síntesis y del gran paso, en el que la gran batalla espiritual con Mi enemigo se lleva adelante.
Pero no se olviden de que ustedes están debajo de Mi Manto, cuando no se atreven a salir de él, cuando sus caminos son caminos de oración de corazón, cuando sus actos son actos de caridad y de misericordia por el prójimo, cuando todos los días no se olvidan de que la vida es un eterno servir.
Hoy, el centro de Mi Corona es la Luz de la Nueva Aurora, como la aurora que se irradia en el norte de este planeta.
Soy la Luz de la Aurora que anuncia el nuevo tiempo y el advenimiento de Mi Hijo, el Redentor, la llegada de Su Presencia al mundo.
Sigan siendo parte de Mi Rosario de Luz, sigan siendo esa perla preciosa que se purifica y que se pule a través de las piadosas Manos de Mi Hijo, el Cristo.
Les pido una única cosa, Mis amados, que nunca más cierren su corazón. Que sus corazones sean una puerta abierta a la donación y a la alegría, al júbilo de vivir el encuentro con Cristo y la comunión eterna con el Padre.
Mientras estoy aquí, con ustedes y por ustedes, como la Madre Cósmica del universo, muchas situaciones se detienen en el mundo.
Y en este día 8 de agosto, en el que el Cielo desciende a la Tierra y la Tierra asciende a los Cielos a través de los corazones que están abiertos al llamado de la Madre de Dios, se Me ha concedido que ningún alma en este momento se pierda y que los desprotegidos, los inocentes y los huérfanos sean amparados por los ángeles de la Madre de Dios con la ayuda de todos sus ángeles de la guarda.
Mi fin con ustedes también se acerca, pero no se desanimen. Les diré lo mismo que le dije a la vidente Lucía de Fátima: “Mi Gracia será tu fortaleza, Mi Luz será tu camino y en el fin de tus días encontrarás Mi Gran Estrella, aquella Estrella incandescente y perpetua que brilla en el Eterno Cielo de Dios para acogerte y para recibirte”.
Esto es lo mismo que hoy le digo a cada uno de ustedes, porque también llegó el tiempo de que no solo escuchen Mi Mensaje, sino de que sean Mi Mensaje vivo en este mundo, así se cumplirá Mi Palabra.
Para que este Santo Sudario Espiritual de Jesús se expanda en el mundo, abrace las causas imposibles, proteja a todas las almas, especialmente a las almas de los niños y jóvenes más desprotegidos de estos tiempos, Mi Hijo Me ha pedido que, como preparación para esta nueva etapa, para este nuevo año de la Hermandad, cerremos este encuentro interno con la Santa Comunión.
Por eso, será un momento para que cada uno de Mis hijos haga su ofrecimiento al Universo, ya que el Universo Sideral está abierto en este momento y atento a la voz de todas las súplicas.
Este es un momento extraordinario concedido por el Padre Eterno para todos los corazones que en este momento escuchan a la Madre de Dios, que en este momento abrazan a la Madre de Dios, que en este momento aman a la Madre de Dios. Un momento concedido por el Padre Eterno en estos dieciséis años de incansable trabajo con los Mensajeros Divinos.
Preparémonos para el momento de la Comunión. Los espero.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Queridos hijos:
Con alegría hoy les digo que, a través de todas las oraciones ofrecidas durante este mes de diciembre, importantes intercesiones divinas estarán sucediendo en los planos internos, en diferentes sectores de la humanidad, a fin de generar y de traer alivio a las almas desesperadas de estos tiempos; pero también para atraer el despertar espiritual a la humanidad, porque las almas, despertando al Llamado de Mi Hijo, conseguirán aplacar la Justicia que merece el mundo.
La adhesión y la respuesta de los corazones humildes permite, hijos Míos, que el soberano y poderoso Padre Celestial tenga más Misericordia y Piedad del mundo entero.
Mientras Mis hijos continúen en oración sincera que sea ofrecida a la Madre de Dios, tendré el permiso de regresar al mundo para bendecirlo y para que las almas estén en Mi Paz; porque muchos necesitarán de la Paz divina para comprender y para aceptar estos tiempos tan cruciales y definitivos.
Con Mi Rosario de Luz y la Cruz de Mi amado Hijo los bendigo y, una vez más, les agradezco por responder a Mi llamado.
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Poemas al Inmaculado Corazón de María
Vigesimoseptimo poema
Acto final de consagración
al Corazón Inmaculado de María,
con motivo del mes mariano
Venerable Reina de los Ángeles,
Escudo protector e invencible de las almas perdidas,
Auxilio inmediato de todos los cristianos,
Intercesora y Mediadora Celestial,
Templo Inmaculado de la Sabiduría de Dios,
Espejo de la Justicia Divina,
Patrona de todas las naciones y de todos los pueblos,
Señora del Santísimo Rosario,
Te agradecemos por estar presente en nuestras vidas
y Te ofrecemos todo nuestro ser,
para que se cumpla en nosotros la Voluntad Divina.
Unidos a Tu eterno Rosario de Luz,
nos consagramos como Tus hijos orantes
y legionarios de Tu amoroso Corazón consolador.
Ayúdanos a levantarnos de nuestras caídas,
para que, caminando firmes
hacia el encuentro con Cristo,
seamos la victoria viva de la redención
y de la paz en este mundo.
Te coronamos, Virgen Santísima,
Te agradecemos, Madre del Amor,
Te reverenciamos, Rosa de la Paz.
Que Tu Manto de Luz nos envuelva,
en esta caminata de la vida,
para que podamos servir a Dios de todo corazón.
Acepta nuestra consagración.
Amén.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Poemas al Inmaculado Corazón de María
Decimoquinto poema
Venerable Virgen Santa,
que todas las almas reunidas
sean un precioso Rosario de Luz,
para que, estando entre Tus humildes manos,
podamos ser una constante oferta
de oración y de servicio por la humanidad.
Querida Madre Celeste,
que, como almas,
podamos ser cuentas del Rosario de Luz
para que, como Tus hijos redimidos,
glorifiquemos al Padre Celestial
por Su Obra infinita de Misericordia.
Que nuestros corazones
amen el poder de la Santa Cruz,
que nos protegerá y nos concederá
la profunda Paz del Señor.
Aspiramos, Santísima Madre,
a que todo nuestro ser sea parte de Tu Rosario de Luz,
para que cuentes con nosotros como Tus ejércitos orantes,
servidores incansables del Divino Verbo de la oración,
para que nuestras familias, pueblos y naciones
también sean parte de Tu Obra espiritual
de los Rosarios de Luz.
Querida Madre Celeste,
que Tu bendición maternal esté en nosotros,
para que reconozcamos a Cristo en el semejante.
Así, todos podremos ser parte
de la sagrada familia de la oración,
y Tus dones de Amor y de Paz
se derramarán sobre nosotros,
volviéndonos a consagrar como Tus hijos,
almas de los Rosarios de Luz.
Amén.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El mundo vive su calvario, vive su cruz, pero Yo les traigo la solución para todo esto.
El Rosario es vuestra salvación, es el instrumento poderoso e inquebrantable de Dios, que su Madre y Sierva fiel utilizó durante mucho tiempo mientras estuvo aquí en la Tierra.
Desde Mi Corazón surgió la escuela de la oración del corazón, que es la que Yo necesito que esté viva en ustedes, que vivan esa escuela interior todos los días para que Mi Corazón Inmaculado siga triunfando en sus vidas y en el planeta.
Es a través de los grupos de oración, es a través de los corazones orantes que Yo puedo venir al mundo. No existe otra razón para estar aquí en este momento.
Su oración es la puerta que se abre para Mí, para que Yo pueda descender al mundo y, mientras estoy con ustedes, Yo pueda socorrer a los que lo necesitan en esta hora culminante de la humanidad.
Hoy vengo revestida de celebración, pero también de paz y de esperanza, sabiendo que en el mundo hay muchos hijos Míos que sufren los efectos de la propia enfermedad que ha generado el planeta.
Pero esto pasará. Rezo por ustedes, por las naciones y por todo el planeta porque espero, como Madre, que la humanidad aprenda esta lección, que la pueda superar y que la pueda grabar en su consciencia para que no vuelva a suceder; porque por más que el Apocalipsis se deba cumplir, Yo vengo aquí a interceder por ustedes, hijos Míos, por sus naciones, pueblos y familias, porque solo deseo la alegría y la felicidad del Cielo para cada uno de ustedes.
Su Madre Celeste es muy simple, tan simple y humilde, servidora incansable que se ofrece ante el Padre Celestial por cada una de sus almas, pero también se sirve de este momento, de este aniversario especial, para que una tarea planetaria se vuelva a cumplir en los planos internos, en donde es necesario verdaderamente de ayuda y de redención.
Yo los invito a unirse a Mí en esta cadena de oración en el mes del Santo Rosario para que en cada nuevo día, hijos Míos, ustedes puedan despertar, en su interior y en sus almas, el interés por esta poderosa pero simple oración.
Nuevamente, hijos Míos, contaré con cada una de sus cuentas y de sus oraciones en cada encuentro de oración que es transmitido a través de esta Obra.
Yo los invito, hijos Míos, a reforzar ese compromiso Conmigo como Hijos de María, como grupos de Rosarios de Luz, como todos los orantes de la Tierra que en este momento necesitan elevar al Cielo sus oraciones y súplicas, para que no solo esta pandemia termine, sino para que no llegue nada más al mundo que lo haga sufrir.
Les diré una verdad, cada vez que desciendo aquí, a la Tierra, siempre veo el sufrimiento del mundo, de millones de almas que aún padecen por sus propias elecciones, como también muchas almas inocentes que sufren por las elecciones de los otros. El sufrimiento tiene que terminar, hijos Míos, es posible vivir en la alegría y en el Amor de Dios.
Por eso, Yo estoy aquí como su Madre y Reina para que puedan renovar en esta noche sus votos, para que el Rosario, en cada día de sus vidas, sea el alimento imprescindible y espiritual para ustedes. Porque así, amados, beberán de la Fuente de Mi Gracia, beberán de la Fuente de la Misericordia de Dios, sus problemas terminarán, su fe se fortalecerá y serán Mis siervos, serán parte de la Legión de María.
Hoy, en este día 8 de mayo, en donde el Cielo toca a la Tierra, en donde Dios toca sus corazones, en donde los ángeles del universo se postran ante la Madre de Dios, vengo a invitarlos y a llamarlos para que a través de la oración del Rosario y de su consagración a Mi materno e Inmaculado Corazón formen parte de la Legión de María, de la orden orante de la Legión de María, una orden puramente espiritual de la que los ángeles del Cielo también forman parte, y muchos hijos Míos en el mundo que oran devotamente a Mi Corazón Inmaculado también forman parte de esa orden espiritual.
Mi Hijo Me ha pedido llamarlos a esto, invitarlos a este ejercicio espiritual, así sus almas, sus familias y todos sus seres queridos, también serán contemplados por esta orden espiritual de la Legión de María.
Necesito que espiritualmente, hijos Míos, por medio de la oración amorosa del Santo Rosario, lleven estampado sobre sus pechos el símbolo mariano de Mi Corazón, la “M” de María con la Cruz victoriosa de Cristo, rodeada por las doce estrellas de Mi Corona.
Ese es el símbolo de los legionarios de María.
Los invito a reforzar no solo su compromiso de la oración por la Paz en la Naciones, por Venezuela y por Siria, por Medio Oriente, por Timor del Este, por Corea del Sur, en este caso también por Japón y por China, para que el triunfo de Mi Corazón también se dé en esa parte del mundo, así como también se debe dar en África.
Todos son llamados a recordar lo que una vez les pedí y les solicité. La oración nunca los cansará, la oración los transmutará y los elevará.
Yo necesito formar esta orden espiritual en este tiempo final. La orden espiritual de la Legión de María también fue inspirada por los templarios que formaron la primera orden espiritual en la humanidad, así como por las santas mujeres que fueron las celadoras de las Reliquias de Cristo.
Los invito, hijos Míos, a ingresar en esta orden espiritual y angélica. Tendrán como intermediarios a sus Ángeles de la Guarda. Ellos están allí en silencio y en oración todo el tiempo, y sé que muchos no llaman a sus Ángeles de la Guarda.
Todos los tesoros, las llaves y las herramientas de la Jerarquía fueron dadas para ustedes.
Este es el tiempo no solo de los legionarios de María, sino también de los apóstoles de Cristo. Este es el tiempo de su actuación, de su definición y su momento de servicio espiritual por la humanidad.
Si Yo los he traído hasta aquí, en este tiempo definitivo y culminante del planeta, es porque necesitan, hijos Míos, llevar adelante esa misión espiritual.
Esa orden espiritual de los legionarios de María no tiene edad, no tiene requisitos, sino tres votos principales: devoción, compromiso y obediencia.
Hoy entrego a sus corazones, pero principalmente a sus almas, el símbolo espiritual de los legionarios de María, estampado en lo más profundo de sus corazones para que lo puedan recibir, reverenciar y aceptar en este momento, en donde todos los servidores de Cristo necesitan prepararse para lo que llegará.
Desde sus hogares y familias, pueden hacer muchas obras, aunque no lo parezca. Existen infinitas intenciones en la humanidad, así como existen infinitas necesidades en los cuatro continentes de este planeta que esperan por su ayuda e intervención.
En este mes de mayo, mes del Rosario, las puertas de los Cielos están abiertas por la oportunidad que fue concedida a su Madre Celeste para que la devoción a Mi maternal Corazón permita descender las Gracias y las Misericordias que en este momento muchas almas sufridoras necesitan, especialmente aquellas que han perdido la vida.
Hoy tengo a Mis pies al mundo y dentro de él a toda la humanidad y a las consciencias que son autoconvocadas para formar parte de esta Legión de María.
Mi deseo es que puedan dar respuesta a Mi pedido por medio de esta Obra, que Mi Hijo fundó por una importantísima razón espiritual y planetaria.
Así como deben dar respuesta a los pedidos que ya les hice en estos días, recibiré de brazos abiertos las postulaciones para la Legión de María, para que sus almas tengan la Gracia y la experiencia de vivir aún más la escuela de la oración.
Esta orden espiritual será fundamental e importante cuando su Madre Celeste ya no venga al mundo ni tampoco se aparezca aquí o en otro lugar del mundo.
La orden de los legionarios de María será la que sustentará la última parte de la transición planetaria.
Aquellos que quieren ingresar a la orden orante de María pueden postularse y Yo les daré como respuesta el símbolo espiritual de esta Legión por medio de esta Obra.
Será un ejercicio profundamente espiritual de cada uno de ustedes Conmigo, pero aquellos que se postulen y se dediquen verdaderamente a no ser solo Mis hijos consagrados por el Manto Celeste, sino que también se puedan dedicar a este ejercicio que hoy les presento, estarán Conmigo para ayudar en el momento más culminante de la humanidad, independientemente de donde se encuentren.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Ahora, Nuestra Señora está rezando por nosotros. Nosotros rezamos internamente junto con Ella para que se cumplan Sus divinas intenciones, por el triunfo de Su Corazón Inmaculado.
La oración del Acto de Consagración al Inmaculado Corazón de María es la oración de los legionarios de María.
A pedido de nuestra Madre, rezaremos algunas veces esta oración para que el eco de Su Voz y de Sus Palabras, de Sus pedidos e intenciones, lleguen a todos los corazones posibles en los cuatro puntos de la Tierra, mientras que nuestra Madre Divina abre Sus brazos y extiende Sus manos hacia nosotros, encendiendo la Luz de Su Inmaculado Corazón para recibir estas oraciones, que rezaremos ahora.
Inmaculado Corazón de María,
fuerza, luz, protección y esperanza,
en Ti nos renovamos, a Ti nos consagramos
para que seamos testigos, ahora y siempre,
del triunfo de Tu Inmaculado Corazón
en toda la humanidad.
Amén.
(se repite 3 veces)
Y Me elevo al Cielo en esta noche, también escuchando una oración especial que Yo misma inspiré, una oración que entre tantas, nació en Aurora, el Centro Mayor de Mi tarea planetaria con la humanidad.
Es así que, recibiendo esta oración en Mi Corazón y en Mi Alma, llevaré al Cielo las intenciones de los que se comprometan con el Santo Rosario en los tiempos que vendrán y de los que se postulen como futuros legionarios Míos.
Les agradezco por responder a Mi llamado.
Por la bendición y por la autoridad que Me ha dado Dios y Mi amado Hijo, Yo los reconsagro a Mi materno e Inmaculado Corazón para que puedan vivir los votos de la devoción, del compromiso y de la obediencia a Mi obra mariana.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Escucharemos “En el simple mirar”.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Llegó el tiempo de que sepan, compañeros, quiénes son verdaderamente, del lugar de donde provienen, de la Fuente de donde surgieron y por qué razón han venido a la Tierra para que, en este tiempo como en otros tiempos, aprendan a vivir el Plan de Dios y su realización en esta vida.
Esta es la encarnación definitiva para todos los seres humanos, momento en el cual todos son colocados ante la oportunidad de discernir y de tomar consciencia de lo que verdaderamente son y no de lo que aparentan ser.
Hoy vengo como el Nazareno, el Pastor que vuelve a convocar a Sus ovejas de los cuatro puntos de la Tierra, para que puedan escuchar atentamente esta revelación que los hará conscientes de su realidad y del momento que están viviendo, de la etapa que están atravesando y del aprendizaje que, en este ciclo, están transitando.
Vengo a colocarlos en la dimensión del Universo Sideral, en donde la Consciencia de Dios está presente en infinitas manifestaciones y Nombres; de ahí ustedes provienen, no son solo seres humanos, son esencias, almas y espíritus que vinieron a aprender algo fundamental: el perdón.
Ese perdón, que es tan necesario en ustedes y en el mundo, es el perdón que los llevará al arrepentimiento y a la reconciliación con ustedes mismos, entre los pueblos y las naciones.
Por eso, llegó la hora de conocer la verdad y de poder despertar a través de ella, sabiendo que en este último ciclo es en el que tendrán el gran impulso espiritual para dar el gran paso de sus vidas, reconociendo que Dios lo necesita en este momento y que ustedes también lo necesitan para poder reconstruir sus vidas, no solo de manera espiritual, sino también de forma material y, en consecuencia, toda la humanidad se reconstruirá y se volverá a levantar de donde hoy se encuentra.
Pero solo existe un requisito para eso, su fe en todo lo que les digo, su confianza en todo lo que realizo, su amor en todo lo que predico.
Así también impulsarán a otras almas a que, por medio de su oferta y entrega, también puedan despertar y tomar consciencia de que llegó la hora de cambiar.
Porque el gran cambio está llegando, el fin se está aproximando, el tiempo marca ese momento. También tienen que ser conscientes de eso para que estén preparados, atentos y vigilantes ante todo lo que moverá al planeta por el movimiento que realizará el Universo.
Hoy los quiero colocar a todos en ese plano de consciencia, desde donde cada uno de ustedes proviene, para que, volviendo al Origen y al principio de su existencia, recuperen los valores y los atributos que necesitan para atravesar estos tiempos y estos momentos tan definitivos.
Ingresemos ahora en ese estado de consciencia y dejémonos colmar por la Presencia de Dios, en la manifestación de Elohim. Fue ese aspecto del Padre que se encargó, directamente, de la manifestación de las diferentes Fuentes que, siendo creadas por los ángeles, gestaron la vida.
Siéntanse en el Vientre materno del Universo y hagan despertar, en este momento, a su pureza original que los llevará a entender la Sabiduría de Dios, la pureza que les mostrará el camino de regreso al Padre Eterno.
Porque Él se encuentra con Sus brazos abiertos, como un Padre que ama a Sus hijos, como un Padre que espera a sus criaturas para hacerles sentir la inmensidad de Su Amor y de Su compasión con el mundo.
Ante este estado de consciencia, cada uno de ustedes vuélvase hacia Dios así como son, sin ocultarle nada, porque Él los conoce por dentro, Él los sabe por dentro y nada puede quedar escondido dentro de sus corazones.
Liberen sus amarguras, disuelvan sus tristezas, curen sus corazones, fortalezcan sus almas y entren en comunión con el Padre, ante la Presencia de Elohim, para que Él pueda entregarles Su Gracia en este momento y a través de Su Hijo, por la gran necesidad que tiene la humanidad y por todas las esencias que aún están perdidas en los abismos de la ilusión, de la ignorancia y de la indiferencia, por las almas que sufren, en este momento, sin tener un momento de alivio ni tampoco de paz.
Por la Gracia que siempre les ha entregado Mi Corazón misericordioso y ante ese origen del cual cada uno proviene en esencia y en espíritu, ante la oportunidad de la reconciliación y de la paz, para que se establezca la cura en la humanidad y en compañía de todos los Ángeles de la Guarda presentes en este planeta y dentro de esta humanidad, entonaremos los Nombres de Dios, para que cada uno, ante la Fuente purísima del Padre y bajo el poder de Sus Sagrados Nombres, reciba lo que necesita en este momento.
En total despojamiento interior, sin expectativas ni intenciones personales, con la apertura del corazón y del alma, llamaremos a los Nombres de Dios para que Sus Nombres, Atributos, Gracias, Misericordias y Prodigios, desciendan a la Tierra.
Lo harán hasta que Yo se los indique.
Podemos comenzar.
Cántico: ¨Los Nombres de Dios¨.
En este momento, Cristo se encuentra hablando con Su Padre, ante la Fuente Espiritual de la Creación. Cristo, como un tierno Hijo, conversa con el Padre, arrodillado ante Él.
Ante la emanación de esa poderosa Luz, Cristo se ofrece por cada uno de nosotros, por el propósito de cada vida, por la misión de cada ser, por el Plan de Amor en la humanidad, por la redención de todas las almas.
Cristo se ofrece incansablemente, mostrándole al Padre cada una de Sus Llagas, revelándole al Padre cada uno de Sus martirios, agonías y pesares por la humanidad y, lo principal, Cristo le ofrece de nuevo Su Corazón por cada uno de nuestros corazones. Porque, en este momento, el Maestro sabe de la importancia del cumplimiento del camino espiritual de cada uno de Sus compañeros.
De las Llagas de Sus Manos y de Su Costado, ofrece la Luz de la insondable Misericordia, alcanzada por el Redentor durante Su dolorosa Pasión.
El Padre recibe nuevamente, en el centro de Su Espíritu, en donde la Fuente se manifiesta, cada uno de los ofrecimientos de Cristo, así como los ofrecimientos y sacrificios, las renuncias y pruebas de sus discípulos. Le ofrece al Padre los triunfos de la adoración, la fortaleza de la comunión y el poder de la oración de los que se encomiendan día a día a ella.
Jesús, con una mirada de amor ante la Fuente del Padre, reúne a Su alrededor a los arcángeles, que también están en adoración ante esa Fuente luminosa.
Los arcángeles ofrecen sus consciencias por el Proyecto Genético humano y cada uno deposita, dentro de esa Fuente, sus herramientas: espadas, escudos, cristales de luz, sus propias coronas y, especialmente, el corazón espiritual de cada arcángel que unidos como un solo corazón protegen y amparan a toda la Mente Creadora.
Jesús, en absoluto e interiorizado silencio, mira hacia cada uno de nosotros, aunque todavía esté frente a esa Fuente de Luz. Con una mirada de amor, pero en Su Corazón con un sentimiento de dolor por las almas del mundo, por los que lo abandonaron y no se rindieron, Él nos pregunta:
Mis compañeros, ustedes ¿qué le darán a Dios por la redención de todo el género humano? ¿Qué le entregarán al Padre? ¿Qué esperan para poder hacerlo?
Jesús, llorando, nos dice:
El tiempo está terminando, no lo desperdicien, no desperdicien su encarnación, hagan valer lo que Dios depositó como tesoro en cada uno de sus corazones.
La mirada de Cristo se vuelve hacia la Fuente de Luz.
Se aproxima a Él, al igual que a los arcángeles, Nuestra Señora, la Virgen María, acompañada por más huestes de Luz.
María le ofrece a Cristo...
En el silencio de María se expresa el Amor que Ella ha podido recoger de cada uno de los corazones que, sinceramente, todos los días han orado junto a Ella sin esperar nada a cambio.
María, la Virgen Santa, coloca sobre las Manos de Su Hijo todos los frutos de la oración del corazón, especialmente la Oración por la Paz en las Naciones, así como le entrega el amor que Sus hijos han colocado en cada una de esas oraciones, superándose a sí mismos, muriendo a sí mismos, vigilando, cuidando y protegiendo ese pedido de la Madre Universal.
Es de esa forma, que las huestes que acompañan a Nuestra Señora depositan sobre la Fuente cientos de Rosarios de Luz y la fe expresada por cada uno de Sus hijos en los Santuarios y Centros Marianos fundados por Su Inmaculado Corazón.
El Padre, atento al movimiento de la Madre de Dios, escucha a Nuestra Señora, así como los arcángeles escuchan a Nuestra Señora.
María, nuestra Madre, conversa con Dios; y Cristo, Su Hijo, está en éxtasis ante el Amor que emana la Voz de María y, sobre todo, ante la donación que hacen Sus manos por la humanidad. Y la Gracia que le concede el Padre a nuestra Madre alivia al Corazón de Cristo; y un bálsamo de Luz entra en el Corazón del Redentor, disolviendo las espinas en Su Espíritu.
Los errores son aplacados. La misericordia concede la redención a las almas que escuchan, en este momento, este mensaje.
Jesús se levanta del suelo y toma las manos de Su Madre, mirándola con dulzura, diciéndole a María:
"Madre, Yo Te entregué a Mis compañeros y Tú los has cuidado, aunque algunos no te hayan correspondido. Hoy Me vuelvo a levantar del suelo, así como Me levanté en el Calvario tres veces, porque Tú Me ayudas, Madre, con la fuerza de Tu Amor, de Tu paciencia y de Tu confianza a renovar todas las cosas. Y hoy renovamos juntos, ante la Presencia de Dios, a todas Sus criaturas, y los que se han arrepentido de corazón son ungidos con la Señal luminosa de la Cruz. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén".
Y así, los arcángeles se retiran de la Fuente y la Madre de Dios se recoge en el Templo de Su Corazón para seguir orando por Sus hijos.
Cristo vuelve aquí, a este lugar, con una mirada de mansedumbre, impregnado de un profundo silencio y renovando Su Corazón en nosotros, nos ofrece nuevamente el mayor misterio de Su Amor, la santa Comunión, de la cual todos los que escuchan son invitados a participar espiritualmente.
Y así como hoy Nuestro Señor nos ofrece Su Cuerpo y Su Sangre, en este momento y después de esta experiencia, en la cual fuimos colmados por la Santísima Trinidad y nuestras culpas fueron lavadas por la Fuente del Amor de Dios, ofrezcámonos en este momento y por los días que vendrán, para que Dios, por medio de los Sagrados Corazones, siempre nos muestre el camino para encontrar la Luz, el Amor y la rendición.
Vamos a escuchar el instrumental de “Y así habló el Maestro”.
Rendidos ante el altar de Nuestro Señor, revivimos este misterio de amor y el legado que Él nos entregó por medio de la Eucaristía, y permanecemos ante la presencia de esa experiencia que vivimos juntos. Traemos a nuestra consciencia la imagen de esa Fuente de Luz para que también podamos depositar lo que tenemos y lo que no tenemos, en confianza, en Creador.
En un tiempo tan semejante a éste, Jesús estaba reunido con Sus apóstoles para entregarles el legado más importante de la humanidad, antes de vivir Su dolorosa Pasión.
Es así, que Él se ofreció y elevando el pan, se lo entregó al Padre para que fuera bendecido. Y enseguida, se lo dio a Sus apóstoles, diciéndoles: “Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados”.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Enseguida tomó el Cáliz y realizando el mismo ejercicio, se lo ofreció al Padre para que fuera bendecido. Enseguida se lo pasó a Sus apóstoles y con toda la ternura y el amor de Su Corazón, mirándolos a los ojos a cada uno de ellos, les dijo: “Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza que será derramada por los hombres para la remisión de todas las faltas. Hagan esto en memoria Mía”.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos
Amén.
El Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Bienaventurados los que se sirvan de este Sacramento de forma espiritual, porque en este día también estarán comulgando Conmigo, a pesar de dónde se encuentren.
En unión al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, recemos la oración que Cristo nos enseñó.
Padre Nuestro (en español).
Padre Nuestro (en inglés).
Que la Paz de Cristo descienda a la Tierra.
Y hoy, siete gotas de la Sangre Espiritual de Cristo fueron derramadas por el Redentor, dentro de estos cálices, por la redención de la humanidad. Amén.
Que la paz esté en ustedes, para que la paz esté en el mundo.
Y antes de partir al mismo lugar y espacio espiritual adonde hoy, en consciencia, los llevé a cada uno de ustedes, les pido que recuerden esta experiencia, porque la necesitarán como fortaleza de sus espíritus y almas.
Mediten a través de esta experiencia y podrán encontrar muchas más llaves en su camino espiritual.
Hoy, por segunda vez, he sentido la presencia de cada uno de sus corazones, de esa forma, no Me siento solo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Después de cuatro años regreso desde el Cielo a esta ciudad de Cali a fin de que su pueblo devoto y fiel a Mi materno Corazón se una a su Madre Celeste para rezar e implorar por Colombia y por el planeta.
Regreso a Cali con la intención de hacerlos más conscientes de la situación delicada de la humanidad y para que, a partir de ahora, en la formación de nuevos grupos de Rosarios de Luz, ustedes asuman definitivamente la oración en las familias, para que la célula principal de Dios esté protegida y amparada de todas las influencias e informaciones superfluas de estos tiempos.
Mis hijos de Cali, regreso a su amoroso encuentro para volver a verter Mis Gracias en sus corazones a fin de que una sagrada alianza y un maduro compromiso se establezca entre ustedes y Yo.
Como Madre y Señora de Chiquinquirá, como patrona y protectora de su pueblo, Yo rezo para que los valores culturales de su raza se mantengan vivos en sus vidas, y para que esos valores internos sean los que protejan a su pueblo y a su país.
Como Madre de la humanidad, regreso a Mi querida Colombia para colocar debajo de Mi manto a los Reinos de la Naturaleza y a toda la biodiversidad que Colombia guarda desde tiempos remotos.
Vengo para pedirles que defiendan y que protejan las grandes reservas naturales y a los animales que este bello país tiene, ya que son la base natural y espiritual para el desarrollo de su cultura.
Que ese cuidado y amparo a los Reinos menores sea algo consciente en todos los colombianos para que no permitan el ingreso de industrias que solo explotan y contaminan químicamente los manantiales y todo el suelo sagrado.
Este es el tiempo en el que la humanidad entera verá caer situaciones increíbles por su propio peso. Por eso ustedes, Mis hijos de Colombia, deberán asumir la oración con seriedad para que nada los sorprenda.
Regreso a su querida patria para darles este mensaje, para que este mensaje sea parte de cada uno de ustedes, sabiendo que llegará el tiempo en el que su Madre Celeste se recogerá.
Por esa razón, ahora Yo llamo a todos Mis hijos para que actúen conforme a la emergencia y a la necesidad espiritual de estos tiempos.
Será esa actitud responsable y consciente de cada hijo Mío lo que evitará acontecimientos inesperados y lo que cortará la cadena del mal que hoy vive todo el género humano.
Colombia es una tierra de tesoros espirituales. Colombia es una tierra que puede vivir la paz y que debe disolver los conflictos, para que el país pueda renacer en Cristo y, en Cristo, él alcance la consagración al Plan Divino.
Es hora de reencender el compromiso crístico de cada corazón colombiano. Así las reliquias más benditas y sagradas estarán entre sus manos para que también aprendan a proteger y a cuidar a Sudamérica como parte del Proyecto Divino de la Nueva Humanidad.
¡Les agradezco por escucharme y por responder a Mi llamado!
Hoy bendigo a Mi querida Colombia, de norte a sur y de este a oeste, para que la poderosa Cruz de Mi Hijo los proteja.
Los ama,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Su Madre Celeste, junto a Sus hijos peregrinos, camina dando pasos de luz hacia las tierras del Brasil, a fin de que Yo pueda estar más cerca de todos Mis hijos brasileros en este momento en que el destino del país se definirá por el discernimiento y la elección de los hijos de Dios.
Por esa razón, Su Madre Celeste ya se encuentra en vigilia y en oración para estas próximas horas, y todo el Amor que le tengo al pueblo brasilero lo derramo inagotablemente sobre las esencias que están y que estarán en oración Conmigo.
Hijos Míos, en esta hora, uno Mi Rosario de Luz a los rosarios de todos Mis hijos orantes y con maternal gratitud escucho las voces de los que pronuncian al Cielo las oraciones del Ave María.
Mis ángeles, en este momento, trabajan de manera incansable para poder recoger todas las intenciones sinceras y las oraciones de los que, por amor, le piden al Padre Celestial por el Brasil.
Así, Me uno a cada corazón sincero y en los planos internos rezamos juntos por el establecimiento de una soberana paz.
¡Les agradezco a todos los que se unen a la Madre de Dios por el bien y por la justicia en el Brasil!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Fray Elías del Sagrado Corazón transmite las Palabras de la Virgen María:
Vengo aquí a traer la paz que necesita esta ciudad y este pueblo.
Vengo con todos Mis ángeles a este encuentro, para que ellos también los puedan bendecir, porque son enviados del Padre para cerrar las puertas inciertas y abrir los corazones al amor.
Es por eso que he escogido venir aquí, queridos hijos, para estar más cerca de ustedes y traerles una buena nueva, el momento que se aproxima, tan esperado por toda la humanidad: la segunda venida de Cristo. Por eso, ustedes deben tener sus corazones prontos, no solo en la confesión, sino también en la comunión con Mi Hijo. Esas serán las llaves que prepararán sus corazones para lo que vendrá.
Me aproximo a ustedes, queridos hijos, para poder sanar sus corazones, para traerles nuevamente la alegría de saber que la Sierva fiel, la Madre del Altísimo, la Señora de los Pobres, estará aquí entre ustedes todos los meses, hasta que se cumpla Mi misión de tornar esta ciudad un punto de Luz y de oración para el mundo.
Por eso, he fundado esta casa con todo Mi Amor maternal, para que aquí se preparen y se gesten las bases del servicio y de la oración, de la fraternidad y del amor entre los seres, y así se lleve adelante esta obra, que no solo abraza al mundo entero, sino que también volverá aquí como punto final, como punto culminante de Mi obra en estos tiempos, pedida por Mi Hijo a través de Mi Inmaculado Corazón y de la unión de todos sus corazones con el Mío.
Hoy vengo aquí con los Santos Arcángeles para que su vida espiritual pueda revivir, para que sus caminos estén purificados. Y al final, en el horizonte, vuelvan a ver la Luz de Mi Hijo, Su Corazón Glorificado que se aproxima a esta región de Brasil para que, durante la Sagrada Semana, Él los bendiga y los sacramente a todos con la señal luminosa de Su Santa Cruz.
Queridos hijos, necesito en este tiempo de sus corazones simples. Así, con esa simplicidad que hoy sus corazones Me han donado por medio de su filiación Conmigo y de su presencia en este lugar, permitirán a Mi Inmaculado Corazón que Yo pueda seguir viniendo a esta casa para visitarlos todos los meses y nuevamente traerles Mis Gracias celestiales que serán la fuente de su reparación y conversión. Así encontrarán la reconciliación con Dios, en una profunda comunión interna de cada una de sus almas con Mi Alma y el Alma de Mi Hijo, y así con todo el Reino Celestial.
Yo les traigo, queridos hijos, siete llaves importantes que los ayudarán a llevar adelante esta misión que hoy les encomiendo, de poder tornar esta ciudad un punto de Luz para el mundo. Cada uno de ustedes, queridos hijos, será un referente para los peregrinos que vendrán del mundo entero. En sus ojos y en sus labios deben reflejarse Mi sonrisa celestial y en sus corazones, libres del sufrimiento y del dolor, debe estar la paz; porque Mi aspiración es curar a cada uno de ustedes para que puedan ingresar en el universo de Mi Amor maternal, en donde solo encontrarán alegría, esperanza y regocijo de poder estar en Cristo, Nuestro Señor.
Para que todo eso sea posible y los milagros se realicen en sus vidas, en un tiempo de gran desigualdad, Yo los invito a orar Conmigo todos los días. Quiero que esta ciudad se torne un gran Rosario de Luz para todo el mundo, y que cada cuenta de este Rosario de Luz, que será construido por ustedes, represente a un grupo de oración, un núcleo orante, en donde las bases de la Sagrada Familia se podrán expresar en sus corazones y vidas por medio de los Dones del Espíritu Santo.
Quiero volver a erguir a Nuestra Señora del Carmelo. Que esta ciudad sea bendecida por ese santo nombre. Que Nuestra Señora de los Pobres esté en el corazón de cada uno de Mis hijos y en cada lugar donde exista una necesidad.
Por eso, Yo les entregué, queridos hijos, en esta ciudad, la sagrada Casa de San José, en donde viven Mis misioneros de la paz; en donde podrán aprender a construir una verdadera vida fraterna, una vida grupal basada en la fraternidad y en el amor entre los seres, encontrando en cada lugar el servicio y una posibilidad de vivir la oración del corazón.
Es de esa forma, queridos hijos, que Yo los invito a ser una gran familia espiritual. Invito a sus familias a que sean renovadas por medio del servicio, de la oración y de la comunión.
Les traigo desde el Cielo todos estos dones para que la Iglesia Celestial que, en ustedes, habita en lo profundo de sus almas, pueda volver a ser erguida; y Mi Hijo, cuando retorne durante la Sagrada Semana, encuentre un refugio, un lugar de alivio y de oración, en donde Él pueda entrar en sus corazones y vidas.
Como Señora de los Pobres, Yo los invito a reconstruir esta ciudad a través de ejemplos y actos simples. Si su oración es poderosa y la viven diariamente, les aseguro, queridos hijos, con la autoridad que Me ha dado Cristo, que muchas cosas terminarán y la esperanza será recuperada en muchas consciencias.
Para que eso suceda, a todos ustedes, queridos hijos, en la humildad y en la simplicidad de sus corazones, los invito a dar el paso, a que acompañen a su Madre Celeste en esta misión y en este propósito que hoy vengo a presentarles a cada uno de ustedes.
Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Así como hoy consagro esta casa, espero consagrar cada una de sus casas, para que esta ciudad, hijos Míos, sea semejante a Mi Reino y aquellos que lleguen aquí, de los cuatro puntos de este mundo, buscando la paz y la reconciliación con Dios, puedan encontrar, en cada uno de ustedes, este camino que lleva a Mi Inmaculado Corazón.
Por eso, hoy les pediré que, mes a mes, anuncien Mi Presencia en este lugar; que lleven a sus familias, sobre todo a los más jóvenes, a Mi Centro Mariano para que Yo pueda curarlos poco a poco, para que reencuentren un sentido en sus vidas, porque los más jóvenes, hijos Míos, se están perdiendo por las ilusiones e influencias de este mundo y el deseo del Creador es que Sus hijos lo encuentren, que puedan expresar en este tiempo la unidad y la semejanza con Él, así como lo expresó Mi Hijo Jesús.
Quiero, hijos Míos, que fortalezcan su fe, que fortalezcan la unidad Conmigo; porque Yo solo los llevo hacia Jesús para que lo encuentren cuando Él retorne al mundo, para que lo reconozcan entre los hombres, para que lo reconozcan caminando por las calles, convirtiendo a los corazones y recordándoles el compromiso de ustedes con Dios.
En esta noche, hijos Míos, establezco la paz en sus vidas y les pido que Me abran las puertas de sus corazones para que, con Mis ángeles, Yo pueda liberarlos, curarlos y colocarlos en un camino de paz y de crecimiento espiritual.
No vengo aquí para fundar una nueva religión ni una nueva iglesia. Vengo para fortalecer la fe que ya existe en sus corazones.
Sé que muchos Me aman y son devotos de Mi Divino Espíritu. Ahora, hijos Míos, deben dar testimonio de Mi Presencia en sus vidas, porque Yo estoy aquí para decir que escuché sus oraciones. Yo soy la respuesta a sus plegarias, todas aquellas súplicas que enviaron a Dios para que esta ciudad fuera diferente, para que sus hijos pudieran encontrar la paz. Yo estoy aquí, hijos, como un manantial único de paz. Solo les pido que abran sus casas y sus corazones, que tomen con sus manos sus rosarios y oren Conmigo para que, por la potestad que Dios Me concedió, Yo pueda transformar sus vidas.
Confíen en el poder de la oración cuando unen sus corazones al Mío. Confíen en que, junto a Mí, el destino de esta ciudad puede ser diferente y ella podrá ser reconocida en el mundo entero como una fuente de paz para los que tienen sed, como una fuente de vida para los que mueren en espíritu.
Vengo a convertir este suelo para que se torne sagrado y anuncie al mundo Mi Presencia Maternal; para que dé el ejemplo a la humanidad de corazones que verdaderamente preparan el Retorno de Cristo, porque Él vendrá y no será solo en espíritu. Todos los ojos lo verán, todas las rodillas se curvarán ante Él porque no podrán, hijos, resistirse a Su Amor y a Su Poder.
Aquellos que son Sus compañeros, lo seguirán y establecerán con Él el Reino de Su Padre. La Nueva Jerusalén, que los pueblos antiguos tanto esperaban, será visible para los ojos humanos, porque la Voluntad de Dios se establecerá y Sus promesas se tornarán vida.
Confíen en lo que les digo, hijos Míos, porque el mundo temblará y los corazones se arrepentirán de no haber despertado a tiempo.
Hoy los llamo por el nombre para que estén ante Mi Presencia. Hoy los consagro y les ofrezco Mi Paz para que conviertan sus vidas y sean llamados verdaderamente Hijos de María.
El Reino de Dios se aproxima a sus vidas. El Creador les ofrece Su Amor y solo es necesario, hijos Míos, que le digan sí al Dios Supremo.
Fray Elías del Sagrado Corazón transmite las Palabras de la Virgen María:
Vengo a sacarlos del infierno para que ingresen a Mi Paraíso. Por eso, hoy estoy aquí, entre ustedes, muy feliz. No podrían imaginar, queridos hijos, cuán grande es Mi felicidad al estar consagrando a nuevos Hijos de María y en consecuencia, a cada uno de ustedes, que son permeados por los rayos de Mi Amor y de Mi Gracia.
Quisiera que, en el próximo mes, fueran el doble de los presentes. Abran las puertas de esta ciudad para que los ángeles puedan reinar y las almas, que han muerto espiritualmente, puedan resucitar, ante la venida gloriosa de Cristo.
Ahora, quiero que se aproximen los que se consagrarán como Hijos de María, a este escenario, para que Yo los pueda bendecir. Vengan a Mí, queridos hijos, estén cerca de Mi Corazón Inmaculado, no deben temer. Yo les traigo la paz y la felicidad celestial que tanto necesitan sus vidas, para poder cumplir el Propósito de Dios que, en este tiempo, se está llevando adelante a través de esta Obra.
Quisiera que todos los sacerdotes abrieran sus corazones a Mi llamado. Yo soy la Madre del ecumenismo y conduzco a todos Mis hijos hacia Cristo. Todos son merecedores de la Misericordia de Dios. Todos son merecedores de la Gracia de Dios. Todos son dignos hijos de Dios y merecedores de la salvación que Mi Corazón Inmaculado le concede a todas las almas.
Hoy no solo bendeciré a los Hijos de María, estos sesenta nuevos hijos que formarán los primeros grupos de oración en los diferentes puntos de esta ciudad. Serán los que sembrarán para que nuevas almas puedan surgir, por medio de este impulso de orar el Santo Rosario por la paz todos los días, con el fin de que esta ciudad se consagre a Mi Inmaculado Corazón.
También vengo a consagrar sus objetos sagrados, como todas estas flores que han colocado en Mi altar, en el sagrado altar de la Señora de los Pobres. Ustedes llevarán una flor como recuerdo de Mi Presencia en sus vidas. También bendeciré sus rosarios, bajo la autoridad que Dios Me concedió.
Ahora, que los nuevos hijos, que se consagran ante esta casa de la Señora de los Pobres, coloquen su mano izquierda sobre el corazón y sustentando la luz de su vela, confirmen la Presencia Divina en este lugar; la Presencia del Padre, la Presencia del Hijo y la Presencia del Espíritu Santo.
Hoy desato un gran nudo para que se puedan liberar y así reencontrar la paz, porque si la paz está en ustedes, la paz estará en esta ciudad, los corazones se convertirán, los enfermos se curarán y todos se sentirán más amados porque Yo estaré aquí presente. Cada vez que crucen la puerta de esta casa, sepan que la Señora de los Pobres siempre los observa y los acompaña con Su Amor.
Vengo a cicatrizar sus corazones, retirando las espinas de la vida. Vengo a sanar sus almas, para que se enciendan a través de Mi Espíritu Divino. Vengo a reencender, en sus vidas, la llama poderosa de la oración del corazón.
Hoy vengo a entregarles Mi Amor y toda Mi Gracia para que sean benditos, sean dignos merecedores de la Misericordia de Dios por todos aquellos que no la viven y que se apartan del Reino de Dios, alejándose del Amor y de la Verdad que vive en el universo.
Yo los consagro. Yo los bendigo. Yo los abrazo como buena Madre, como Madre de todos y Madre de la Nueva Humanidad.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Canten María de Nazaret y eleven sus rosarios para que Yo los pueda bendecir.
El Señor bendiga estos objetos sagrados que simbolizan la apertura de las puertas del Cielo en lo más íntimo de cada una de las almas. Que estas cuentas de oración sean permeadas por Mi Gracia y por Mi Luz. Que las almas se aferren a este instrumento celestial, para que siempre encuentren el amor y el camino que los llevará hacia Mi Hijo, hasta Su Sagrado Corazón.
Bendigo estos rosarios, para que sea bendecida esta ciudad, bajo la autoridad que el universo Me concedió, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Lleven sus rosarios sobre el corazón para que el Cielo ingrese en sus vidas.
Les agradezco.
Los esperaré el próximo mes y estoy feliz por poder reencontrarlos en el espíritu de la fe y de la unidad.
Que así sea.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Vengo al encuentro de un planeta que sufre su propia purificación.
Vengo de lo alto del monte Tepeyac para unir lo que está separado en la consciencia humana y dentro del corazón de todos Mis hijos.
Vengo en esta noche, queridos hijos, a fortalecer su esperanza, a colmarlos con Mi Luz y a entregarles Mi Paz, que es la Paz del Reino de Dios.
Vengo aquí para calmar al planeta y a esta región de la humanidad que aún no ha despertado conscientemente a Mi llamado.
De todas formas, como su Madre de Guadalupe, vengo a México para que, a través de Mis hijos que están aquí presentes, toda perturbación se pueda detener, todo caos pueda desaparecer de aquellos que lo están viviendo en este momento.
Rezo, por encima de todos los acontecimientos del planeta, en donde se encuentra Dios, su Padre Celestial, esperándolos con los brazos abiertos para que reciban Su Corazón y toda la Fuente de Su Amor.
Hoy vengo en esta noche de Vigilia, queridos hijos, a adorar a Mi Hijo y a rezar con ustedes por todo lo que sufre Centroamérica. Dios no desea eso, pero la humanidad aún no lo escucha, se ciega cada día más por las cosas superficiales, por las cosas de la vida material.
Quisiera que muchos más, como ustedes, vivieran en Mi Corazón maternal, pudieran ser acogidos entre Mis brazos para que Yo pudiera fortalecer su fe y la unión con el Padre Celestial.
Sé que muchos aún no Me aceptan ni tampoco Me buscan.
Como Madre Universal y Madre de la Nueva Humanidad vengo a preparar sus esencias, queridos hijos, para los acontecimientos futuros, para todo lo que se aproxima, para que de sus corazones brote la fuente de la neutralidad y el impulso de orar cada vez más por el equilibrio del planeta y de todos los continentes, así como también por todas las razas.
Estamos, queridos hijos, en los tiempos finales. Ese tiempo está a las puertas de sus vidas. Los invito a aceptarlo para que puedan crecer en espíritu y en amor, y no pierdan cada aprendizaje que Dios les envía con el fin de que puedan ser una humanidad fraterna y dejen de ser una humanidad indiferente.
A través de sus corazones y de sus voces, hoy las puertas del Cielo se abrieron aquí, especialmente para que Su Madre de Guadalupe pudiera llegar hasta aquí, no solamente para bendecirlos, sino para orar con ustedes en los planos internos por todos los que sufren en este momento.
Ofrezcan a Dios sus sacrificios para que la paz permanezca en la humanidad, principalmente en aquellos lugares que viven los acontecimientos del fin de los tiempos.
Hoy les entrego la estrella de Mi Corazón para que iluminen sus caminos y los caminos de todos sus hermanos del mundo, de todas las razas y de todos los pueblos que deben despertar a una única fraternidad, a una única humanidad que se preparará, junto con los Sagrados Corazones para volver a renacer, en una Tierra Prometida que no está lejos.
Es así, queridos hijos, que hoy vengo especialmente a agradecerles, porque sus corazones se volvieron como rosas de luz sobre Mis santas y humildes manos. Yo podré llevar estas ofertas de sus espíritus a los Tronos del Padre Celestial para que, Él en Su Gloria y en Su Gracia, abra aún más las puertas de la Misericordia; y las almas que aún no han recibido esa potente energía divina, que todavía no son merecedoras de ella, puedan recibir lo que Dios espera hace tanto tiempo derramar sobre la humanidad enferma.
Yo vengo a sacarlos a ustedes, como representantes de la nación mexicana, de este cautiverio de sufrimiento que comenzó desde el momento de la colonización.
Hoy sus corazones han aceptado su reconciliación en Cristo y esa comunión íntima con el Espíritu Santo se establece para que pueda reinar la paz no solo en sus corazones, sino también en el mundo que tanto lo necesita.
Queridos hijos, hoy les extiendo Mis brazos para que se tomen de Mis manos y sientan Mi fe y Mi fortaleza. Una Madre que los quiere y que los ama, solo desea que el mundo sea feliz, que sea una victoria de Jesucristo, que no sufra, que no padezca, que no se perturbe, que no sufra el final de esta transición planetaria.
Queridos hijos, también hoy les entrego Mi Rosario de Luz, el Rosario que fue orado por todos ustedes a través de los tiempos, en todas las Apariciones en las que Yo he anunciado Mi Mensaje al mundo para que nunca duerma, sino para que siempre despierte, despierte a la Luz de Dios, despierte al Amor del Padre que es olvidado por la mayoría de los hombres. Es esta falta de Amor en los corazones del mundo lo que lleva al planeta a agitarse, a moverse, a intentar hacerle comprender a la humanidad que algo hay que cambiar pronto, antes de que venga Mi amado Hijo al mundo.
Quiero encontrarlos, a ustedes y a todos sus hermanos del camino, despiertos y vigilantes en ese gran momento.
El planeta está en su gran parto para que pueda nacer una Nueva Humanidad que ya no será materialista, no será indiferente, no dañará a los Reinos de la Naturaleza, sino que vivirá unida al Espíritu de Dios y a todo lo que Él creó para que ustedes lo glorificaran eternamente.
Reciban con amor y con una profunda gratitud, Mis Palabras de Luz que siembran códigos en las nuevas almas que son curadas por Cristo.
Sufro con Centroamérica todo lo que ella hoy enfrenta. Por eso, he pasado antes por allí para poder sustentar a las almas en su vida espiritual y superior; para que no perdieran, por las obras de Mi enemigo, las semillas del bien y del amor que Yo sembré en cada una de ellas.
Invoquen Mi Manto protector sobre toda Centroamérica y México, pues Yo amo a estas almas milenarias que muchas veces se encontraron Conmigo para recibir Mi Amor y Mi Paz, para hacer rebrotar esos atributos en esta humanidad que solo debe redimirse para que sea feliz por toda la eternidad.
Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Hace algunos siglos, aparecí en esta nación a un pequeño hombre, un amado hijo Mío, porque en aquel momento, hijos, la humanidad corría el riesgo de perder su filiación con Dios por falta de amor en el corazón humano.
Vine para evitar la separación de los hombres entre sí y con Dios. Vine para hacerles comprender la unidad que existe entre todas las criaturas, entre todos los pueblos y entre todas las razas; para que esa unidad despertara, en el corazón humano, la reconciliación verdadera con el Creador.
Aquel hijo Mío, a quien Me aparecí, confió en Mi Mensaje y lo difundió al mundo, haciendo que hoy ustedes Me glorifiquen, glorifiquen a Mi Hijo, y vivan en Su fe y en Su devoción.
Hoy, hijos Míos, aparezco nuevamente en esta nación porque una vez más la humanidad corre el riesgo de perder la filiación con Dios. El hombre todavía aspira a separar a las razas, a los pueblos y a las naciones; el hombre todavía aspira a construir muros, no solo en el mundo, sino también en el corazón y en la consciencia.
Por eso, hoy, Yo vengo hasta aquí, porque confío en la devoción y en la fe de sus espíritus. Vengo a estampar en sus rostros, en sus pechos, en sus consciencias, Mi Presencia Divina para que, sin miedo y sin temor, anuncien Mi Presencia en este mundo y permitan que más almas en el tiempo venidero recuperen su fe, su devoción, glorifiquen a Mi Corazón y a Mi Hijo, para que se reconcilien verdaderamente con Dios y no permitan, hijos Míos, que el corazón humano se separe del Creador.
Es hora de unir a los corazones, de unir a la consciencia con Dios. Y hoy, encuentro en ustedes, así como lo encontré en Mi hijo Juan Diego, la devoción que necesito para que Mi llamado se expanda por el mundo, más allá de las naciones.
Que muchos más Me escuchen y se adhieran a Mi llamado, porque es necesario, hijos Míos, que la paz se establezca dentro y fuera de los hombres.
Vengo a fortalecerlos para que proclamen, en el tiempo que vendrá, el amor al Corazón de Dios, mucho más allá de cualquier acontecimiento, mucho más allá de cualquier adversidad, porque la humanidad se purificará y ya no lo podré detener. Sin embargo, sí puedo, hijos, fortalecer sus espíritus para que se mantengan de pie, para que reconstruyan este mundo y a las almas, para que se establezca el Reino de Dios sobre un suelo en el que se sembró la paz, la unidad y el amor entre las consciencias y los Reinos de la Naturaleza.
Vengo para que comprendan, hijos, que la Justicia de Dios ya está descendiendo al mundo, aunque los portales de Su Divina Misericordia también pueden permanecer abiertos si tan solo claman con el corazón.
Los necesito despiertos, conscientes de que pueden cambiar los acontecimientos de este mundo si oran Conmigo, si oran con fervor. Por eso, hoy les extiendo Mi rosario hacia sus manos para que pasen Conmigo las cuentas de la redención de este mundo.
Ya no oren, hijos Míos, de cualquier forma, solo pronunciando algunas palabras con la boca; ya aprendieron a orar, ya conocen el poder de la oración. Por eso, cada día tomen sus rosarios y únanlos al Mío; sientan que Yo oro con ustedes y pronuncien Conmigo el decreto de la liberación de este mundo.
Oren junto con Mi Hijo y con el Casto Corazón de San José para que la unidad se establezca en el corazón humano, entre ustedes y con Dios. Oren para que la humanidad comprenda el papel de cada Reino de la Naturaleza y no necesite sufrir por la acción de estos Reinos, por no haber comprendido que debe vivir en comunión con la Tierra.
Esta Sagrada Consciencia espera, hijos Míos, que se puedan unir a ella a través de cada uno de sus Reinos para que, de esta forma, comulguen de la Creación y establezcan el amor y la redención en sus espíritus.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Queridos hijos, en el Manto guadalupano está toda la Creación de Dios.
Cuando no sepan cómo encontrar el camino, veneren y observen Mi santa Faz y a través de Mi Corazón, el Corazón de Guadalupe, ingresarán a Dios y a Su Reino infinito.
Les pido, queridos hijos, que ya no sufran, que ya no sufran más.
Estoy aquí, soy su Madre de Guadalupe y siempre estoy con ustedes cuando oran Conmigo, cuando invocan Mi Presencia celestial, cuando solo buscan Mi Corazón Inmaculado que es un refugio para todas las almas en el fin de estos tiempos.
Así como aman Mi Luz, amarán la Luz de Dios. No amen Mi Luz, queridos hijos, amen a través de Mi Corazón la Luz de Dios, porque la Luz de Dios está presente y desciende sobre sus consciencias.
Quisiera que hicieran nuevamente este ofrecimiento que hoy Me entregaron con amor. Pero ahora piensen, mientras cantan, que amarán la Luz de Dios a través de Mi Corazón, que es puro e inmaculado; y en ustedes, eso es posible.
Quiero decirle a Mi pequeño hijo Iván de México, antes de despedirme esta noche de ustedes, que estoy estampada en su pequeño corazón y que crea que eso es posible, porque así siempre estaré presente, nada está separado entre Yo y Mis hijos. Entre Mis hijos y Dios, nada está separado.
Yo les agradezco por escucharme, por contemplarme, por adorar a Dios y por pedir por sus hermanos de Centroamérica. Sigamos en oración, la humanidad lo necesita.
Yo les agradezco por responder a Mi llamado, y los escucho.
Queridos hijos, no quisiera que perdieran la paz, porque la paz es valiosa en estos tiempos.
Mientras escucho el llanto de Mis hijos de la República de Venezuela, Yo los invito a renovar el Espíritu de la Caridad en nombre del amor de Mi Hijo y por el establecimiento de la paz en ese país.
Con ojos de misericordia, Yo los invito a mirar los acontecimientos con madurez y consciencia, en cooperación y fraternidad, para que las almas alivien su sufrimiento.
Abran las fronteras de sus corazones para que el pueblo de Dios pueda ingresar en ustedes y finalmente sentirse amado y consolado por todos.
A través de este misterio que hoy les revelo, Yo les doy a conocer, queridos hijos, el potencial de sus corazones que es muy desconocido por la humanidad, al estar apartada de Dios y de Su infinito Amor.
Con manos de caridad, Yo los invito, queridos hijos, a servir a todos los que desconocen, especialmente a Mis hijos de Venezuela, que en este ciclo final necesitan de su ayuda y caridad, así como otros pueblos también lo necesitarán en este tiempo de purificación y transición.
Pero Yo no vengo a traerles el miedo; sino que vengo a traerles consciencia sobre la necesidad de mantener el equilibrio en la humanidad.
Que en su identidad ya no exista país, ni nación, lengua, religión o sociedad.
Yo los invito a ser uno solo en el espíritu de la paz, porque así podrán percibir, queridos hijos, donde está el llamado de Dios para derramar la caridad y el bien hacia los que más lo necesitan.
Ustedes, que son un pueblo amado por Mí, y que tienen en su advocación a la Señora de Aparecida, los invito al igual que la Señora de Guadalupe, a unir sus consciencias en una sola humanidad, en un profundo acto de amor y de misericordia por todos aquellos que padecen el caos.
A ustedes que son un pueblo amado por Mí, y que también enfrentan sus pruebas como sociedad y como pueblo, Yo los invito a superar todos los limites, a abandonar en la vida toda crítica, todo juicio de valor, toda palabra que pueda destruir al semejante.
Yo los invito, queridos hijos, a dejar de culpar a los demás y a tener misericordia, así como Yo la tengo con toda la humanidad. Los invito a sentir como siente Mi corazón, porque Mi Corazón fue humano y ahora es un Corazón Glorificado.
Si Mi Corazón es glorificado, queridos hijos, sus vidas se pueden glorificar en Dios, así como en este día que ustedes Me ofrecieron sus oraciones y cánticos para que el espíritu y la fuente de la paz se establezcan en los que más lo necesitan.
En esta nueva etapa, queridos hijos, en donde los Sagrados Corazones peregrinarán por Centroamérica y México, cerrando puertas inciertas y abriendo oportunidades para las almas que más lo necesitan, Yo los invito, queridos hijos del Brasil, a llevar adelante esa gran misión por Venezuela; únanse como una sola consciencia de amor, porque deben crear en estos tiempos fuertes lazos de amor y de hermandad, atributos que Mi adversario desconoce completamente, porque donde está el amor queridos hijos, no está el mal.
Yo les agradezco, hijos Míos, porque han ampliado su consciencia y especialmente sus corazones, en la colaboración y en la cooperación de la Obra y de los Planes de su Madre Celeste.
No imaginan, queridos hijos, qué gratitud infinita siente Mi corazón, porque sus espíritus dan un paso a la consciencia de la Verdad.
Unidos a Mi Corazón Inmaculado, establecemos poco a poco, por medio de la oración y del silencio, el Reino de Dios en la Tierra; un Reino Divino que a todos los espera y que está olvidado por la mayoría de los hombres.
Yo los invito, queridos hijos, a salir de ustedes, así como siempre lo intentan todos los días.
Yo los invito a seguir esforzándose, porque su Madre Santísima los ayudará y San José Castísimo les dará el apoyo que tanto necesitan.
Yo sé que muchas de sus vidas se están purificando y cosas inimaginables están saliendo de dentro de ustedes.
No coloquen la atención en la imperfección de la vida, sino en la perfección que les da la oración, porque así, sus vidas se iluminarán y se santificarán siempre y cuando crean que todo esto es posible.
Si San José, Mi fiel esposo, era un simple hombre de Nazareth, sus vidas siendo simples, ¿ya no podrían ser grandiosas?
Sigan orando con fe y de corazón para que su Madre desatadora de nudos, pueda seguir liberando a la humanidad del pecado y llevando la consciencia del planeta hacia su verdadera filiación con Dios, con la Fuente del Amor y de la Unidad.
En este testimonio que hoy les traigo, queridos hijos, se guardan las palabras de Mi Hijo y de San José.
Con amor y misericordia calmo sus corazones de toda dolencia espiritual, mental o emocional. Traigo la Luz de Mi Reino, para que sus vidas se vivifiquen en Cristo y dando ese "sí" al Universo, mantengan la fe en ustedes y en todas sus amadas familias.
Hoy uno lazos de amor con sus semejantes, con sus seres queridos, con todos aquellos que me niegan una y otra vez.
Establezco la verdadera y única religión, que es la religión del amor y de la paz que los Sagrados Corazones vivieron en la Tierra.
Vivan nuestro modelo de vida y siempre estarán en la paz. Imiten aquello que pueden imitar y no se perturben, queridos hijos, pues Mi Corazón de Madre les enseñará a vivir la caridad simple y la fraternidad humilde, con cada uno de sus hermanos.
Hoy abro Mis brazos sobre este lugar y aproximo Mis manos a cada uno de ustedes.
Sustentando entre Mis manos el Santo Rosario de Luz, rezo por la redención de todas las vidas sobre la Tierra, y también por todos los pacificadores, para que se mantengan firmes en el momento de su purificación y no se aparten de Mí por nada; porque en la transformación, queridos hijos, en la purificación de sus vidas y de sus consciencias, se encuentra la liberación de sí y la ascensión de sus espíritus al Reino de Dios.
Crean que es posible, queridos hijos, dar esos pasos. Hoy ustedes Me entregan sus súplicas, y Yo les entrego Mis Gracias, en esa infinita comunión de sus corazones con el Mío, haciendo triunfar el Plan de Dios en la Tierra.
Hoy vengo acompañada por un gran ángel del cielo, por el Ángel de la Paz, aquel que fue conocido en Fátima por los pastores.
Vean en el pecho de este sagrado ángel, la Llama de la Santísima Trinidad.
Vean ahora en sus corazones, la Llama de la Santísima Trinidad y las Tres Personas de Dios en una sola, y guarden este sagrado conocimiento para la transición que vivirán, de morir para ustedes y de nacer a la vida eterna, así como los ángeles lo hacen todo el tiempo, por el sagrado servicio a Dios en el cumplimiento de Su Divina y Santa Voluntad.
Como les dije en el mensaje transmitido a Mi hija Lucía de Jesús, hoy no vengo a ver sus imperfecciones, queridos hijos, quiero que esa Llama de la Santísima Trinidad en ustedes se encienda en sus esencias profundamente; por eso los invito a colocar su mano izquierda sobre el corazón y a sentir esa Gracia que los colma, completamente.
De la misma forma coloco Mi mano sobre Mi Inmaculado Corazón y con Mi mano derecha les ofrezco Mi Rosa de Luz para que alcancen la pureza original que se guarda en este planeta, en sus más divinos recintos sagrados.
Busquen esa pureza esencial por encima de todo, no importa que caigan, queridos hijos, comiencen todos los días aferrados a la Mano de Nuestro Señor Jesús.
Él los levantará, así como levantó a María Magdalena del suelo; porque Él vio en sus ojos, no los pecados, sino su verdadero amor por haberse rendido ante el Rey.
Queridos hijos, con esta llama que los fortalece y los une a Dios, en la sagrada presencia del Ángel de la Paz, nuevamente los invito a orar por el Ángel de Venezuela, unidos a todos los ángeles de las naciones en esta propuesta de atraer desde Universo el Reino de Dios, la paz y el amor que muchos necesitan en este momento.
Y ahora, en Mi Omnipresencia Celestial, Me encuentro en la frontera entre Brasil y Venezuela, rezando por Mis hijos que escapan del peligro y observando cómo ellos cruzan los caminos, buscando una oportunidad y una esperanza de luz.
Quisiera que el Brasil entero diera esa asistencia humanitaria. Para eso les doy los treinta días de noviembre, porque los quiero ver Conmigo, junto a los grupos de oración sirviendo por la paz, dando alimento a los que lo necesitan y principalmente transmitiendo la Misericordia del Corazón de Jesús, para que esos espíritus que sufren se puedan calmar.
Si ustedes como nación dan ese paso, queridos hijos, muchas naciones más también lo darán.
Cuando enfrenten su purificación y transición planetaria, no temerán por los acontecimientos; porque si ustedes creen en la Llama de la Santísima Trinidad que hoy recibe cada uno de sus corazones, nada perderán, sino que ganarán, queridos hijos, el Cielo con sus obras de servicio y de amor.
Y así, juntos, disiparemos el mal y colocaré Mi Cetro de Luz sobre las naciones de América, para que ellas constituyan en la Sagrada Obra de Dios, en el cumplimiento sagrado de Su Voluntad.
Les enseñaré una oración para que se unan a la Santísima Trinidad; una oración muy simple que me enseñó el Arcángel Gabriel cuando nació Jesús, en el pesebre de Belén, cuando la Estrella de Belén brillaba en todo el Universo local, trayendo los atributos de la Redención y del Amor para el mundo.
Repitamos frase por frase, orando con su Madre Celeste por las Américas:
Llama de Mi Corazón que todo iluminas,
úneme a la Santísima Trinidad,
para que se establezca el Plan de la Paz. (x3)
Ahora, queridos hijos, recemos junto al Ángel de Portugal para que la pureza original emerja en las almas de Venezuela y de toda América.
Llama de Mi Corazón que todo iluminas,
úneme a la Santísima Trinidad,
para que se establezca el Plan de la Paz.(x3)
A continuación: "Oración del Ángel de la Paz" (x5)
En esta comunión con el Ángel de la Paz, establezco la reconciliación en sus corazones y en cada una de sus familias, para que saliendo de este lugar, recuerden todos los días este momento divino y sublime con la Santísima Trinidad, cuando enfrenten las pruebas y los desafíos del fin de los tiempos.
Antes de reaccionar queridos hijos, piensen primero en la paz y recuerden este momento sagrado Conmigo. Así cortarán la cadena del mal.
Hoy el Ángel de la Paz ha venido a consagrar a los Hijos de María; cuarenta hijos que se unen a Mí en este momento para renovar sus votos con Mi Corazón Inmaculado y con la Santísima Trinidad.
Que vengan aquí para que Yo les pueda entregar los Dones de Dios, y bendecirlos como Mis pequeños, Mis pequeños hijos.
Que estos niños que hoy están a Mis pies, sean una chispa de Jesús, por todos los niños de Venezuela y del mundo entero que sufren las consecuencias del hombre de superficie.
Que estos niños, como los pastores de Fátima, representen la nueva humanidad, la gran siembra del amor y del bien, por toda la humanidad y el planeta.
Y ustedes, Mis hijos adultos, también sean niños en este momento; pero no recuerden sus sufrimientos del pasado, sino la alegría de haber nacido en este planeta, para renacer y renacer en el Corazón de Dios.
Que esta Fuente de Amor que hoy nos une a través de la Llama de la Santísima Trinidad, los fortalezca en esta nueva misión de vivir Conmigo el llamado de Dios, de responder a Mis peticiones y a todas Mis solicitaciones, siempre y cuando les sea posible.
Al menos les pido a los más pequeños que hoy están a Mis pies, que recen un Ave María todos los días, por los niños de Venezuela y por los niños que sufren la enfermedad y que están huérfanos, que no tienen quien los consuele y los ame.
Si ustedes dieran un Ave María a Mi Corazón Inmaculado, Yo podré estar con sus hermanos más pequeños y ellos también se consagrarán recibiendo la Gracia de la Redención y de la Liberación.
Al igual que pedí a los pastores en Fátima, hoy les pido a ustedes queridos hijos, que recuerden su pureza original para que acabe la guerra y se establezca la paz.
Colocando Mis manos sobre ustedes, mientras el Ángel de la Paz derrama el agua de vida, espiritual y divina, sobre sus consciencias, repitamos:
Padre Nuestro...
Y también bajo la bendición del Ángel de México, aquel que aparece a los pies de la Virgen de Guadalupe, Yo preparo a todos los niños de Centroamérica y de México, para que nuevamente reciban Mi maternidad y Mi amor, y cumplan su sagrada misión, en este fin de tiempo.
Con alegría, devoción y regocijo, junto al Ángel de la Paz, y a los ángeles de todas las naciones de América, Yo los bendigo y los consagro como Mis hijos eternamente:
En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Hoy canten por Venezuela y por América, el Himno de los Hijos de María.
Hoy Me retiro de aquí agradecida, por todo lo que han hecho, por el estado de San Pablo y por todo lo que deberán hacer para que triunfe el Amor y la Unidad, en nombre de Cristo, vuestro Señor.
Les Agradezco.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más