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Si un gran misterio se aproxima a sus vidas, vívanlo. No dejen que sus mentes detengan los pasos de sus espíritus.
Vivan en el sublime Misterio de Dios.
Llegó el tiempo de las grandes revelaciones, del último despertar. Hoy les hablo sobre el misterio de la vida, de la verdadera vida, que trae sentido a toda la existencia humana.
Vengo hasta aquí para traerles un nuevo tiempo, un conocimiento que, a pesar de serles nuevo, acompaña a la humanidad desde el principio de su creación.
Hoy uno los tiempos y el espacio, porque donde Yo estoy no existe tiempo y no existe espacio limitado por la mente, por la materia o por el corazón.
Mi Consciencia habita por Gracia en la Consciencia del Todo, y es de ese Todo que Yo les hablo.
Por eso, Yo estoy en Argentina, estoy entre los hijos de Dios que se dispusieron a ser semillas de una nueva vida.
Vengo a pedido del Altísimo para despertar lo que de más sagrado hay dentro de ustedes, para que, cuando emerja lo sagrado que hay en el interior del planeta, sus mentes no teman, sus corazones no duden, sino que sus Espejos internos emerjan y se dejen reflejar en el Gran Espejo de la Creación.
Sé que muchos no comprenderán Mis Palabras, porque Yo los preparo para algo que hoy desconocen. Como un Jardinero de Dios, estoy hoy preparando sus mundos internos para semillas que aún no brotaron, como árboles que no crecieron, para frutos que están por venir.
Por esto, hoy les pido que, más que comprenderme, sientan Mi Presencia y dejen que Mi Verbo, que en verdad es el Verbo de Dios, que resuena en la Tierra a través de Mis Palabras, pueda preparar este suelo interior en sus esencias, en sus almas y también en sus mentes humanas.
Vengo a prepararlos para que sean verdaderamente dignos de ser llamados compañeros de Cristo, para que sus ojos no teman mirar hacia lo Alto cuando el Cielo se abra y, en el Oriente como en el Occidente, todo ser viviente vea al Señor retornando a este mundo.
En ese momento, deberán dejar que Mis Palabras revivan dentro de ustedes. Que Yo pueda decirles dentro del corazón: "No teman, porque este es el momento que ustedes esperaban hace más de dos mil años, cuando el Hijo de Dios ascendió a los Cielos y les dejó la promesa de Su Retorno".
Junto con el Hijo del Hombre, muchos misterios se revelarán, misterios que aliviarán los corazones de aquellos que buscaban un sentido para la existencia humana, que no comprendían por qué Dios creó la humanidad, que no comprendían el porqué de la existencia de la Tierra, que tenían sus ojos presos en las injusticias, en el caos, en las ilusiones y no encontraban a Dios.
En este momento en que les hablo, esos ojos serán lavados por el resplandor de la llegada del Reino de Dios a este mundo, Reino que no solo descenderá del Cielo, sino que emergerá en el norte, en el sur, en el este y en el oeste de este mundo.
Aquello que estaba invisible delante de sus ojos se mostrará; lo que estaba escondido, como las raíces de los árboles, emergerá; lo que se ocultaba en el Cielo, como la lluvia dentro de las nubes, se precipitará sobre la Tierra y les traerá vida.
Por eso, hoy el Mensaje que les traigo es, en verdad, para el tiempo que llegará.
Yo estoy donde el tiempo no existe. Hoy Yo hablo para los que Me escuchan.
Yo uno los días y las horas, los espacios, y les muestro al corazón lo que vivirán en el futuro para que se preparen. Por esto, agradezcan esta Gracia y déjense transformar por ella, porque muchos de los que se dicen compañeros de Cristo no creen en Su Retorno y caerán por tierra cuando estén cara a cara con el Rey de este Universo.
Por esto, hoy les digo que aparten la tibieza de sus corazones y se dejen incendiar por un fuego que desconocen. Encuentren la propia fortaleza en la superación de sí.
Y sé que es un misterio que, mientras muchos se sienten cansados, Yo les pida que se fortalezcan superándose. No vendrá de afuera aquello que los nutrirá, no vendrá de Dios lo que ustedes ya tienen dentro de sí mismos.
Miren hacia dentro de sí; traspasen las capas de la ilusión, del ego humano, de la debilidad; traspasen las capas del orgullo, incluso de la propia alma. Dejen que sus esencias se revelen y que revelen, junto con ellas, el microcosmos que existe en su interior, ese Todo que se esconde en la nada que ustedes son.
Esto que les hablo no es una teoría, un conocimiento oriental o una filosofía. Yo les hablo sobre una verdad sin la cual ustedes no podrán transitar en los días que vendrán, porque aquel que no descubre la unidad con la propia esencia jamás se superará y jamás se unirá a Dios.
Si ustedes cuentan solo con sus mentes, con lo que creen que son, caerán por tierra como los ignorantes cuando el Señor abra los Cielos y las dimensiones para llegar a este mundo.
Pero si escuchan lo que les digo y buscan descubrir este misterio con avidez espiritual, si creen verdaderamente que Dios se oculta en su interior y quieren encontrarlo, aunque para eso vean destruirse todas sus creencias sobre sí mismos, sus máscaras, sus ilusiones.
Den sentido a la purificación que viven, y no solo sufran o padezcan.
Déjense quebrar con valentía, sabiendo que, detrás de esas duras piedras, se encuentra un tesoro único.
Dejen atrás los ciclos viciosos de esta Tierra. Nacer, crecer y morir no es simplemente el propósito de la existencia humana. Pero, si quieren descubrirlo se deberán esforzar.
Jamás crean que saben para lo que fueron creados, porque este misterio no tiene fin y hasta hoy el Hijo de Dios lo está revelando en el Universo. El misterio de la creación humana es tan desconocido como el propio Dios.
Por esto, no se detengan. Busquen despertar esta verdad, que solo se conoce cuando donan, de sí, todo, cuando aman con todo lo que son, cuando transforman en vida las Palabras del Evangelio y descubren allí que él no termina en los Libros Sagrados, sino que se sigue escribiendo a través de cada uno de ustedes.
Sean un Evangelio vivo. No se contenten con poco.
Quieran expresar todo siendo nada. No se dejen quebrar un poco, déjense quebrar por entero. ¿Por qué dudar en conocer la perfección que habita en el propio interior? Si no descubren los misterios sobre sí mismos, ¿cómo conocerán los misterios de esta Tierra, de las estrellas que están sobre ella y a su alrededor, las dimensiones que no se ven, de un Dios que no se toca, pero se siente?
Muchos esperaban que Yo viniera hasta aquí para decirles algo extraordinario, revelarles un misterio que colocara en conflicto a la consciencia humana, que la despertara bruscamente. Más Yo vengo para decirles que lo que les parece obvio aún no es una experiencia real. Por eso, Yo les digo todas estas cosas.
Lo que hoy les es invisible, ya será visible. Pero, si no descubren la verdad sobre sí mismos, clamarán por lo contrario de lo que piden hoy. Si piden ver lo que es invisible a los ojos humanos, cuando todo se muestre, clamarán a Dios para que sus ojos no se abran, porque no podrán sustentar lo que se revelará a la humanidad.
Para ver la verdad, ustedes deben estar en ella, ser parte de ella, con todo lo que son. Y si hoy Yo les pido que se sumerjan en esta verdad, es porque es posible.
Las puertas hacia Dios están abiertas delante de sus ojos y, aunque no las puedan ver, pueden caminar y cruzarlas.
Despertando la verdad en sus mundos internos, vengo a despertar la verdad de esta nación, para que la Argentina, así como la humanidad, conozca un nuevo ciclo. Que todas las pruebas que ustedes vivirán no los hagan desanimar, sino que los lleven a superarse.
Si ustedes están en la verdad y son parte de ella, dejarán que ella se expanda y torne sagrado este suelo. Dios cuenta con ustedes; por eso, escuchen estas palabras.
Aunque no crean, se sientan imperfectos, incapaces, retiren de ustedes esos sentimientos que son parte oculta de un orgullo milenario, y digan al Padre:
"Si Tú me lo pides, yo lo viviré,
porque es por Tu Palabra, por Tu gracia y con tu Poder
que transformaré este barro y dejaré emerger de él
eso que me hace semejante a Tu Eterno Corazón".
Con estas palabras, con esta oración, ábranse a un nuevo ciclo de mayor perseverancia, de mayor fe. Difundan la Presencia Divina con el ejemplo y sean los mayores milagros que esta Obra realizó en la Tierra.
Esto es lo que Yo les quiero decir hoy y todos los días, hasta que lo vivan.
Les agradezco por escucharme y creer que lo que les hablo es una realidad que está delante de sus ojos, solo es necesario estirar las manos y tocarla.
Hoy dejen que el Espíritu de Dios los inspire y, con el Don de Su Sabiduría, los bendiga para que sepan cómo caminar, para que sus decisiones, sus actos y sus pensamientos sean guiados por esta Presencia Divina.
Con esto, Yo los bendigo y les agradezco una vez más y cuantas veces sea necesario, porque la gratitud, hijos, abre las Puertas del Cielo y les revela lo desconocido.
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
No podía dejar de estar en Argentina, junto a su Madre, Santa María. Y uniendo Nuestros Sagrados Corazones, hoy su Padre San José viene para bendecirlos bajo el espíritu de la nueva Natividad del Señor, para que las familias del mundo puedan conciliar en su seno el espíritu de la reconciliación y de la paz.
Por eso estoy aquí, hijos Míos, en nombre de Jesús y unidos a su Madre Celeste, para propagar la paz en el mundo, tan necesaria en estos tiempos, para que esta paz, que debe ser incansable, pueda fortalecer a las almas y a los corazones que necesitan de luz y de amor.
Por eso he venido con su Santa Madre, no solo para trabajar con sus mundos internos, sino también para trabajar con el planeta que día a día agoniza perdiendo la fe y la esperanza por falta de luz y de amor.
Hoy he venido junto a su Madre Celeste para decirles, compañeros Míos, servidores de Mi Casto Corazón, que Yo estoy aquí junto a ustedes en este camino de transformación y de entrega que sus vidas deben conquistar día a día.
No bajen los brazos. No abandonen el camino de la cristificación. Adéntrense, compañeros Míos, en el camino de la oración incondicional y del servicio, y les aseguro, como su Padre espiritual, que alcanzarán la trascendencia de sí y la redención.
Hoy vengo a darles Mi bendición especial, no solo a ustedes sino también al mundo. Fue un pedido de Cristo que Nuestros Sagrados Corazones, el de María y el de San José, hoy estuvieran aquí entre ustedes para que el mundo pudiera percibir que no los abandonamos, que estamos paso a paso caminando junto a sus vidas en esta trayectoria para algún día conquistar el amor, la hermandad y la fraternidad sincera entre todas las criaturas de este planeta.
Sean semillas de amor, compañeros Míos, para que Mi Casto Corazón, con el Agua de Vida de Cristo, pueda regarlas y ustedes puedan brotar, y algún día ser árboles sobre este planeta, de la Sabiduría de Dios, de la Unidad Divina, de un incondicional Amor que nunca los cansará. Al contrario, los llevará a amar cada día más a sus compañeros, a sus semejantes y, sobre todo, a aquellos que aún no aceptan, por ser diferentes, en sus vidas y a su alrededor.
Hoy vine también con su Madre Celeste para consagrar, en este día de Mi Casto Corazón, a las familias del mundo que en estos tiempos difíciles están intentando vivir la consagración, abriendo las puertas de sus corazones para sumergirse en lo desconocido y en el precioso arquetipo de la Sagrada Familia de Nazaret.
Hoy, con esta consagración que Yo impartiré para sus corazones y vidas, que pueda ayudar, servidores castos de Mi Corazón, a que las familias de mundo, por medio de su ejemplo, de su fraternidad y caridad, ante toda la necesidad planetaria, puedan imitar su ejemplo, seguir sus pasos y adentrarse definitivamente en el camino del Plan de Dios. Porque de esa forma, hijos Míos, estarán cumpliendo la Voluntad de Dios.
Dejaré ahora que su Santa Madre del Cielo les diga lo que ha venido a decirles, para que Su voz y Su mensaje resuenen en el mundo.
Mientras tanto, compañeros de Mi Casto Corazón, oren internamente para que, por medio de Mi divina intercesión, en esta hora culminante del planeta, mientras están con su Madre Celeste, Yo pueda ir al encuentro de las familias del mundo, especialmente hacia aquellas que pierden el amor, la reconciliación y la unidad entre los seres.
Imploren en silencio a Mi Casto Corazón, para que Yo pueda compartir con ustedes y con los corazones del mundo las gracias que Dios ha concedido a Mi Sagrado Corazón.
Imploren, interiormente imploren a Dios, porque Mi Casto Corazón elevará hacia el Cielo las súplicas de los corazones de esta superficie.
Imploren a Dios por la paz, por el fin de los conflictos y de las guerras, para que se establezca el Espíritu de la Misericordia de Dios.
Imploren de corazón hasta que sus almas sientan el Amor del Padre, el Amor del Hijo y el Amor del Espíritu Santo.
Mientras heridas muy profundas son cerradas, corazones que se habían endurecido se están abriendo para recibir la Gracia de Dios y la reconciliación en sus vidas.
Este es el trabajo profundo de Mi Casto Corazón en unión a los demás Sagrados Corazones.
Hoy el Cielo viene para bendecir a la Argentina a fin de que todos los argentinos sean fuertes en el amor e invencibles en la unidad.
Eso permitirá que Dios esté cerca de ustedes y siempre les tienda Su mano para llevarlos hacia Su Reino de amor y de compasión.
Hoy, como siervo del Gran Sacerdote Mayor, Jesucristo, bendeciremos el pan y el vino, para que los ángeles transubstancien sus partículas y las almas vivifiquen nuevamente la comunión con nuestro Redentor y Señor.
Como la sagrada unidad que vivió la Familia de Nazaret en el pesebre de Belén, esa Divina Unidad de Dios se expanda hacia el mundo y especialmente hacia los corazones que más la necesitan para poder despertar al gran servicio, al amor y a la fraternidad.
Que se cumpla en esta hora, por medio de esta bendición y de esta Gracia, la consagración de las familias del mundo al Plan Divino del Creador y en unión a los Sagrados Corazones de Jesús, de María y de San José:
"Hijo amado, Jesucristo, escucha la Voz de Tu Siervo, a quien le encomendaste la protección y la guía de las almas del mundo. Hoy te ofrezco, amado Señor del Universo, el amor, la renuncia y la entrega de Mi Castísimo Corazón a fin de que las partículas divinas de Luz se siembren en los corazones que necesitan encontrar la paz y la confianza en Tu sagrada Voluntad. Amén”.
En nombre de Nuestro Señor Jesucristo y por la autoridad concedida por Nuestro Creador, Mi Casto Corazón, por todas las familias del mundo, bendice esta Comunión para que multiplique las Gracias en el mundo, que la cura y la redención lleguen a los corazones.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Vamos a repetir la oración de la Sagrada Unidad junto a San José y a Santa María.
Sagrada Unidad de Dios,
unifica nuestras vidas,
unifica nuestro ser,
unifícanos en profunda fraternidad.
Amén.
(Se repite 4 veces)
Que en esta Nochebuena que se aproxima a sus vidas y a todo este planeta, pueda hacer nacer en ustedes la sagrada Estrella de Belén, para que el mundo reciba la Luz de la Gracia y de la Misericordia de Dios, que debe surgir de sus corazones.
Les agradecemos por estar con Nosotros en este Plan Divino y por la redención de la humanidad. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más