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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
He aquí la escalera inmaterial hacia los Cielos. Este es el camino de ascensión que Yo les ofrezco a las almas que se deciden a estar Conmigo en este tiempo, preámbulo preparatorio del Retorno del Redentor.
¿Será que las almas, que Me siguen, perciben este ofrecimiento espiritual que Yo les hago?
Porque, para subir el primer escalón de esta escalera espiritual y celestial, el primer paso de las almas que Me siguen es el despojamiento de sí mismas, el vacío total de cualquier intención y la humillación absoluta para poder comprender, bajo la Humildad de Dios, lo que su Maestro y Señor les ofrece en este tiempo como pasos espirituales de la ascensión de la consciencia.
Aunque vivan aún en esta superficie, aunque vivan aún experiencias conocidas o desconocidas, Yo les ofrezco esta escalera celestial hacia los Cielos a las almas que han comprendido el Camino del Señor y se han decidido a seguirlo bajo los preceptos de Mi Divina Voluntad; porque esta escalera espiritual y celestial los llevará siempre hacia lo desconocido, a todo lo que no pueden tocar con sus propias manos, a todo lo que no pueden ver con sus propios ojos físicos, pero que sí podrán comprender con el corazón y la esencia de cada ser.
Estos son los misterios abstractos de Dios que se presentan a las almas del mundo. La elección de seguir este camino de ascensión depende de cada corazón y de cada alma; porque lo que los espera después del portal, que los conduce y los guía hacia los Cielos, es algo maravilloso y desconocido.
Por esa razón, compañeros, las almas buscan en este tiempo a través de diferentes caminos una respuesta que no existe en el exterior, sino en el interior, buscan una solución en lo que es material, cuando en verdad la solución está en lo espiritual. Allí está la respuesta que muchas veces buscan y no encuentran.
Pero en verdad les digo que no todo comprenderán, porque no todo lo sabrán hasta que alcancen definitivamente ese despojamiento tan esperado por el Padre Eterno, que los llevará a comprender con otra consciencia y otra perspectiva la misma realidad espiritual y material que ve la Jerarquía.
Es en esa visión universal y única, en la visión de la Jerarquía Espiritual, en la que las almas podrán comprender y aprender hacia dónde está decidida a caminar la Jerarquía y cuál es el camino trazado por la Voluntad de Dios para estos tiempos; pero, infelizmente, en este tiempo final, las almas deciden colocar sus mentes y sus corazones en otros caminos que no son Mis Caminos, sino los caminos del mundo.
Cada alma y cada corazón de esta humanidad tienen su lugar para vivir su experiencia, pero también tienen su camino que ya está escrito por el propio Padre Eterno.
Mientras las almas no se deciden a seguir el Camino del Señor no solo estarán perdiendo tiempo precioso para Dios, sino que perderán la oportunidad de encontrar por sí mismas los tesoros del Cielo, tesoros espirituales e internos que Yo tengo guardados en Mi Sagrado Corazón como una Fuente abundante e inagotable para las almas, una Fuente de Gracias y Misericordias.
¿Ahora, comprenden dónde está la mirada del mundo, hacia dónde observan los ojos de esta humanidad?
Porque mientras los acontecimientos se precipitan en el planeta, los ángeles de la guarda, enviados por los Tronos Celestiales, esperan que las almas se decidan a dar el primer paso y a subir al primer escalón de esta escalera espiritual y celestial.
El cortejo angélico está pronto para este momento; pero el tiempo tiene un fin, así como el tiempo tiene un comienzo. Este es el momento de no demorarse y de no perder las oportunidades del universo; porque estas oportunidades, que son concebidas para las almas, pasan como un sagrado impulso por una única vez, esperando que muchos más alcancen a poder dar una respuesta.
Por eso, Yo vengo como el Señor del Universo y de la Vida porque, a través de la Gracia que Me concedió el Padre Eterno, puedo conocer el Propósito para cada ser.
Mientras tanto, aquí estaré esperando a que los últimos que fueron llamados a ascender a través esta escalera espiritual y celestial, comprendan que estamos en el preámbulo y en el gran momento de preparar el Retorno de Cristo para todos los Cristos Internos de esta humanidad.
Y, esto no acontecerá solo por un milagro; esto sucederá a través de la cooperación y de la colaboración de las almas, de todos los que puedan abrirse a aprender a reconocer la necesidad de servicio y de entrega en cada lugar, principalmente en los lugares en donde ni siquiera lo imaginan o aun en donde menos lo esperaban; porque Dios escribe, así como Él lo determinó.
Nada es casualidad para Dios; para Dios solo hay causas y motivos, hay determinaciones y razones para que Él pueda concretar Su Voluntad a través de las almas de los que se han decidido seguirlo en fidelidad, en amor, sin condiciones.
Hoy, la Jerarquía comienza su segunda y última etapa de peregrinación en América del Norte. Este es el momento en el que se verá el esfuerzo de todos los apóstoles; un esfuerzo que no es medido ni tampoco es regulado, es un esfuerzo maduro de quien entiende estar con Cristo y por Cristo, porque sabe que su vida es un camino de constante donación a fin de unirse y de fundirse en Cristo, en Su Esencia de Amor-Sabiduría.
Esto es lo que Yo necesito de todos Mis discípulos, cada uno sabe el anillo que le corresponde dentro de la Obra de Redención.
Mi Corazón siempre será su centro y su guía, la Fuente de toda inspiración y Gracia, el alivio de todas las necesidades, la Luz en el camino, en el único camino.
Que esta Maratón de la Divina Misericordia pueda elevar a los Cielos todas las intenciones, a través de las oraciones de todos los consecuentes con Cristo, de los que ya no se permiten retroceder, sino avanzar, de los que saben claramente lo que Yo necesito en este tiempo.
Que esta Maratón de la Divina Misericordia contemple, a través de los corazones, las intenciones sagradas de Cristo por los que Él necesita que den sus pasos en esta constante búsqueda de la vida de consagración y de servicio para que, algún día en esta superficie del planeta, los apóstoles y seguidores de Cristo puedan ser embajadores de la paz.
Oremos, en esta Maratón, para que Canadá proteja y resguarde su arquetipo espiritual y su propósito, especialmente a través de los Reinos de la Naturaleza que son la expresión viva y auténtica del Amor Creador del Padre que existe para curarlos y redimirlos, que existe para impulsarlos a la donación de sí mismos, así como los Reinos Menores de la Naturaleza lo hacen desde el origen de este planeta.
Mi bendición de Paz para todos, desde Canadá y para el mundo entero.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Un alma, que decía no creer en Dios ni en la vida espiritual, se encontraba en un gran vacío interior y, ante sus angustias más profundas, miró hacia el cielo y dijo: “¿Qué hay después de la muerte? ¿Una nueva vida? ¿De dónde y por qué surgió la vida? ¿Tú, a Quien llaman Dios, existes verdaderamente? ¿Dónde estás? ¿Por qué no te haces visible a los que se dicen Tus hijos?”.
Y el Señor, contemplando a esa alma con gran compasión, le respondió: “De Mí surgió la vida, una vida amplia, profunda, compleja y muy antigua, anterior a la existencia de este mundo, anterior a la existencia de la mente humana y al tiempo de los hombres, en un espacio adonde la ciencia no llega, la mente no lo explica y ni siquiera los patriarcas y los profetas lo pudieron comprender, por un motivo que se guarda en Mi Corazón y que no se comprende, pero que solo se ama y se vive.
No creé la vida por un motivo, sino por Amor. Por eso, no se llega a Mí por una respuesta, sino por un vivir profundo del mismo principio y don que Me hicieron manifestar todas las cosas. Ese misterio se encuentra en tu pequeño corazón.
Alma amada, cuando abraces con humildad la cura de tus heridas más profundas, sabrás que Yo Soy Dios.
Cuando te dejes amar por un Amor que no es de este mundo pero que proviene del Infinito, sabrás que Yo Soy Dios.
Cuando el saber de tu pequeñez y fragilidad fuera mayor que la ilusión de tu orgullo, madurez y vanidad, sabrás que Yo Soy Dios.
Cuando coloques la frente sobre el suelo y rindas tu mente mortal por un Amor Eterno, sabrás que Yo Soy Dios.
Cuando, en el vacío de tu consciencia y en la soledad de tu corazón, te arriesgues a mirar hacia adentro y descubrir que Yo estoy en ti, sabrás que Yo Soy Dios y que estoy en todo.
En tu interior aguardo en silencio, y en tu silencio podré hablarte al corazón. Conocerás Mi Amor Infinito y, a través de él, sabrás lo que llamas motivos por los cuales todo fue creado. Lo que para ti es un motivo, para Mí es un Propósito. No hay un motivo para la vida, pero hay un Propósito Superior: el de renovar Mi Amor y retornar a Mí”.
Que este diálogo con Dios los inspire, hijos, a volverse hacia adentro y a experimentar la Presencia Divina.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Quédate a los pies de la Cruz del Redentor, para que comprendas en dónde comenzó a ser sellada la Alianza entre tu corazón y el Corazón de Cristo.
Quédate a los pies de la Cruz del Redentor, para que allí recuerdes Su llamado y sepas porqué hoy Él te vuelve a llamar en lo profundo de tu corazón.
Quédate a los pies de la Cruz del Redentor, en donde no hay honra, sino aquella escondida en Su Sangre; en donde no hay gloria, sino aquella que se guarda en el misterio de Su Sacrificio.
Y es así, hijo Mío, que a los pies de la Cruz comenzarás a comprender la Voluntad de Dios para ti. Él te quiere allí, siempre en adoración a Su Corazón, siempre unido a Su Sacrificio e imitando Sus pasos.
Él te quiere allí, en donde tú desapareces y Él resplandece, en donde la gloria del mundo se desvanece y da espacio a la Gloria de Dios; en donde las ansias por la honra se disuelven en la única necesidad de justificar Su Sangre con la renovación del amor en tu propia vida.
Quédate a los pies de la Cruz del Redentor, y todas tus preguntas serán respondidas. Sabrás que el miedo de la cruz es en verdad el miedo de entregarte con locura, de perder este mundo para ganar el Infinito, de dejar de ser uno para ser Todo.
Quédate a los pies de la Cruz del Redentor, porque ya llegó el tiempo de retomar, con plenitud, lo que Él comenzó en el Calvario.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
La cuaresma es un momento, hijos, para volver a conocer a Cristo, para reconocerlo con una nueva mirada, una mirada sin velos y sin temores, para que sepan quién es Él y quiénes son ustedes delante de Él, lo que son llamados a vivir al estar delante del Hijo de Dios.
Muchos son los que caminan al lado de Cristo, comen de Su Cuerpo, beben de Su Sangre, participan de Sus prodigios y escuchan Sus Palabras; pero pocos son los que miran al Señor sin velos delante de sus ojos, sin muros delante de sus corazones, y saben quién es Él, y se descubren también a sí mismos, delante de Él.
La cuaresma es ese momento, porque en ella el Señor les dice: "Yo Soy el que Soy, Yo Soy Aquel que Es; Uno con Dios, el propio Dios hecho Hombre y Espíritu".
Y, al escuchar esa revelación del Hijo de Dios, sus ojos se abren para que no solo puedan reconocerlo, sino también reconocerse a sí mismos.
La cuaresma es un momento de definirse para buscar a Cristo y vivir la revelación de Su Presencia, para dejarse inundar por Sus misterios y transformarse por Su Amor; o entonces, hijos, lo verán pasar y hacer prodigios, verán como se transforman los corazones al escucharlo, pero aun así, permanecerán ciegos y sordos delante de Él.
Elijan la vida, la vida en Cristo, la vida en la Verdad, la vida en la libertad de sí mismos. Elijan el desvanecimiento del polvo.
No se aferren a sí mismos, a sus virtudes y destrezas, a sus convicciones y conocimientos, a sus mentes y creencias. Aférrense a Cristo, a Su Verdad Celestial, a Su Presencia, a Su Vida.
Este es el sentido de la cuaresma: prepararse y definirse en Cristo.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Mi Obra de Misericordia en los planos internos será realizada a través de pocas almas.
Esas almas buenas serán el cortejo que estará delante de las puertas del Cielo. Allí posicionadas y colocadas con determinación y amor cumplirán con todo lo que diga y pida el Salvador y Redentor.
A través de esas almas saciaré a muchas otras, las que por sí mismas y en este tiempo no consiguen cumplir con determinación lo que necesito.
Por eso, Mi Obra de Misericordia todavía será un misterio divino, una realidad que se mostrará a los corazones puros de intención. En ellos volveré a erguir Mi Iglesia Celestial y por ellos daré todo Mi Ser, así como lo di hasta en lo alto de la Cruz, sin excepciones ni límites.
De la misma forma, ese cortejo de almas complacerá Mi Corazón de todas las ofensas, ingratitudes, indiferencias que el mundo Me ocasiona y, especialmente, las almas que están dentro de Mi Obra redentora.
Aplacaré la angustia del Padre Eterno con la bondad y la Misericordia que las almas decididas ofrezcan a su Redentor.
Yo entregaré dones inexplicables y poderes internos para que esas almas, a pesar de los desiertos de estos tiempos y de todo lo que ellas vean a su alrededor, no pierdan la fe y la convicción de cumplir con Mi Plan, porque la Obra se cumplirá con los que serán consecuentes Conmigo hasta el fin del tiempo.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Uno de los importantes aspectos de Dios, dentro de Su Fuente Trina, es el Espíritu Santo, aspecto que actuó en la humanidad, en ciertos acontecimientos, con el fin de impulsar, de guiar y de socorrer a las consciencias que lo invocaban.
Hasta los días de hoy, el Espíritu Santo es un misterio no revelado de Dios que después de haber cumplido con Su misión hace más de dos mil años, en este tiempo Su manifestación, Su presencia y Su acción sucede a través de la Madre de Dios como la Señora del Espíritu Santo.
Es en este tiempo que el Santo Espíritu de Dios obrará a través de las almas que se dispongan a recibir Sus impulsos divinos y Sus Dones.
Sería de gran importancia que el ser humano fuera colmado al menos por uno de Sus Dones, porque eso ayudaría a que la verdadera tarea de cada ser se manifieste según la necesidad de la Divina Voluntad.
El Espíritu Santo acompañó acontecimientos puntuales de la humanidad y, al mismo tiempo, auxilió con Su ciencia y sabiduría en momentos culminantes, en los que solo el Santo Espíritu de Dios podía desviar o revertir un hecho que sucedería.
Sin la acción del Espíritu Santo, en la historia de la raza humana, el planeta como consciencia que evoluciona y vive, habría perdido su dignidad espiritual y el carácter de rescatable.
Por esa razón, Dios envió a Su Espíritu en ciertos momentos de la humanidad para ayudar a Sus criaturas, semejantes a Él.
Dios envió a Su Espíritu a los patriarcas para que de los pueblos surgieran los Dones del Padre y Sus Virtudes, para que despertaran los profetas y anunciadores de la Verdad Divina.
Dios envió a Su Espíritu para que Sus criaturas, a través de Cristo, fueran bautizadas por la potentísima Fuente inmaterial que es el propio Espíritu Santo.
Dios envió a Su Espíritu para que, de la célula principal de Su proyecto: la familia, surgieran los conocedores y los buscadores de la Verdad, para que despertaran los dones y las virtudes de los curadores, de los gobernantes, de los espejos, de los eremitas, de los guardianes y de los servidores.
Dios envió a Su Espíritu para repoblar la Tierra con Su Amor infinito, para que Sus criaturas aprendieran a sentir que la única guía proviene del Padre Eterno y que del Padre surgen todas las fuentes de manifestación.
Después de dos mil años, durante los cuales el Espíritu de Dios obró y se hizo carne entre Sus hijos, a través de Cristo, hoy el Espíritu Santo vendrá con los mismos Dones que recibieron los apóstoles y mártires, por medio de la Sagrada Palabra para colmar los corazones dormidos y oscurecidos de una confirmación y de una confianza absoluta en que, a través del Espíritu Santo de Dios, se cumplirá el Proyecto, que nada ni nadie impedirá que Él actúe a través de los hijos de Dios, que el mismo Espíritu del Padre los hará a todos partícipes de Sus obras de Piedad y de Misericordia, que las Santas Virtudes del Espíritu de Dios puedan despertar y encarnar en la esencia de Sus hijos para que todos los talentos y los linajes estén al servicio del actual y crucial tiempo de la humanidad.
Quien se abra y acoja la llegada del Espíritu Santo tendrá la fuerza interna para representar a la Obra redentora de Cristo sobre la superficie de la Tierra; tendrá la fortaleza para proclamar la llegada del Reino de la Paz y del fin del cautiverio planetario; tendrá el impulso de la fe para seguir transformando su vida completamente según ese mismo modelo espiritual que el Padre Celestial manifestó en los patriarcas y en los profetas.
Dios les viene a dar Su Espíritu a través del Cuerpo y de la Sangre Divina de Su Hijo y a través del Mensaje que es anunciado por Sus Mensajeros Divinos.
Que el Espíritu Santo los ayude a enfrentar el fin de los tiempos, dentro y fuera de ustedes; y que se puedan sostener, en este ciclo definitivo, por la acción del Santo Espíritu de Dios.
Que el Espíritu Santo les traiga la fuerza de la renovación y de los cambios.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Me reflejo, ampliamente, por intermedio de los Sacramentos.
Los Sacramentos y sus formas son la prolongación de los Atributos y de las Gracias que provienen del Cielo.
Cuando el alma toma contacto con alguno de los Sagrados Sacramentos tiene la oportunidad de atravesar el misterio divino y de unirse, esencialmente, a la Verdad Suprema.
Los Sacramentos y sus formas son como puentes espirituales de luz que conducen el alma hacia la realización de su propósito y de su misión en la Tierra.
Los Sacramentos nos contactan con los diversos Designios de Dios y ellos proporcionan sabiduría, reverencia y devoción para quien los vive y los adopta como patrones de conducta interior.
En este sentido, los sacramentos están aún derramando bendiciones y gracias en las almas para que los seres humanos aprendan, a través de ellos, a vencer la dualidad interior, para que vivan su propósito individual y grupal y, principalmente, para que todos aprendan a compartir y a vivir el ecumenismo cristiano y la fraternidad humana.
Los Sacramentos son dádivas, pero también son medios para vivir la redención. Su práctica, en la vida diaria y el valor devocional y ardiente que le colocamos a cada uno de ellos, permitirá que el ser humano en este tiempo de caos planetario reciba la protección necesaria para transitar el fin de los tiempos.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Contempla la perfección del cuerpo humano, su ciencia, sus sistemas, sus órganos, sus células y sus átomos, aún tan desconocidos para la mente de los hombres.
Solo observa la perfección con la cual la vida fue diseñada y abre tu consciencia para penetrar en ese misterio de amor y de gracia.
El Espíritu de Dios, con Su Soplo, manifestó la perfección de las estrellas en la composición humana. Y así como el Creador tiene Su Cuerpo vivo en el Cosmos y en las diferentes dimensiones, también los seres humanos, semejantes a su Padre y Dios, guardan en el misterio de sus vidas no solo el poder creador, sino también el infinito Cosmos que se espeja en cada pequeño espacio de la expresión humana.
Para descubrir la vida oculta y divina que se manifiesta en ustedes mismos, necesitan aprender a ser reverentes con su propio cuerpo, con su mente, con sus sentimientos, con su alma y con su espíritu. Porque la llave de la reverencia les abrirá las puertas más profundas al autoconocimiento, a la ciencia del propio cuerpo, del espíritu y de la consciencia.
Ser reverente consigo mismo es saber que están delante de una parte del Creador, saber que sus cuerpos son el templo que guarda a sus almas durante el aprendizaje en este mundo y que ellos también son una morada divina, una morada de la esencia del Amor y del Espíritu de Dios.
Respetan a sus cuerpos cuando viven con gratitud, cuando se alimentan con gratitud y cuando son consecuentes, cada día, con lo que llevan en su interior sin exponer sus mentes y sus sentimientos a estímulos retrógrados, buscando que sus cuerpos siempre sean estimulados hacia su origen en Dios y no permitiendo que cada día estén más perdidos y distantes de su verdad.
En este tiempo, todo lo que son se debe elevar porque la genética humana está llegando al punto correcto de su transformación, al retorno a su origen de pureza. Y los que despiertan deben caminar hacia esto con consciencia, colocando sus cuerpos ante la Verdad y el Amor, colocando su pensamiento en el Pensamiento Divino, sus células en lo que es puro, sus sentimientos en lo que los conduce al Amor de Dios y así, poco a poco, una a una, sus células despertarán y se encenderán en el propósito para el cual fueron creadas.
Sé que hoy les hablo de un misterio, pero deben comenzar a caminar hacia esos misterios para descubrir la ciencia de la propia consciencia, para retornar al Tiempo de Dios.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Alabado sea Dios y que Él bendiga esta tierra.
Un ciclo se cierra hoy para comenzar uno nuevo.
Ese nuevo ciclo viene al encuentro de Mis hijos para que se puedan fortalecer, para que aprendan a profundizar en el Amor y en la vivencia de la Gracia Divina.
Este ciclo se cierra hoy Conmigo, y de Mi Corazón hacia el corazón de cada uno de Mis hijos.
Me alegra ver la respuesta de los orantes, la madurez de las consciencias, la responsabilidad de los creyentes; porque aunque no lo parezca, hijos Míos, el Plan de Dios se construye en la humanidad, aunque sea silenciosamente.
Hoy vengo como esa Rosa de Luz que debe abrirse en sus corazones, que debe estar en el centro de sus esencias para que, aún más, el Misterio de Dios pueda ser revelado al mundo y, sus criaturas de la Tierra, todos los seres humanos, tomen consciencia de la vida superior y espiritual, para que puedan vivir la Voluntad de Dios conforme como Él lo ha escrito.
Hoy, hijos Míos, vengo a contemplar las maravillas que Dios realiza en la vida de las personas, en el alma de cada creyente en Dios, en el espíritu de cada ser que es partícipe de la buena nueva para el fin de estos tiempos.
Hoy vengo a darle importancia a la fortaleza que han alcanzado sus vidas en el camino de la oración y de la transformación, de la dedicación al Plan Divino, de la entrega absoluta al llamado de Dios, que se presenta de tiempo en tiempo y de etapa en etapa.
Hoy es el tiempo de ver, con ojos de esperanza, los milagros de Dios en esta humanidad, a pesar de que el mundo se esté purificando y aún no encuentre la paz.
Pero, sí ustedes hijos Míos han vivido esa paz Conmigo, junto a Mi Hijo y a San José, en cada momento de oración, en cada momento de súplica, en donde sus almas se confirman en este compromiso celestial que vinieron a vivir a la Tierra.
Hoy, por ser un día especial para Mí y para ustedes, hijos Míos, las fuerzas retrógradas del planeta están quietas y un momento de paz se establece en la consciencia de la humanidad, la muerte inexplicable no es provocada, y las almas tienen la oportunidad de ver a Dios, porque siendo sumergidas en los planos internos, alcanzan la Misericordia de Dios y la Piedad Divina.
Este es el momento que tanto había esperado de realizar y poder ver con Mis ojos de gracia cumplirse la Voluntad de Dios en la Tierra, más allá de las imperfecciones, de las enfermedades o de las dudas.
El triunfo del Corazón de Dios siempre debe estar presente en sus vidas, fortaleciendo esa confianza y esa intimidad de poder estar con Dios en comunión con Su Vida inmaterial y con todo el Universo.
Es que hoy el Cielo toca a la Tierra, la Aurora renace y las estrellas caídas se elevan por el impulso de la Luz y de la Redención.
Y en este firmamento celestial que está abierto por encima de Mí, Dios puede testimoniar la respuesta del Amor de Sus hijos, el Amor que Sus criaturas tienen por aquello que es desconocido o inalcanzable.
Pero hoy, el misterio no guarda ningún secreto, las puertas de los Cielos están abiertas para que la Hermandad Celestial pueda trabajar en la humanidad y un profundo e interno equilibrio se establezca en todos los que dijeron "sí", por los que dijeron "no".
Hijos Míos, el Universo Espiritual se comunica con la Tierra y se entabla ese contacto interior entre sus almas y Dios, con sus atributos y principios que vienen a realizar en la Tierra la Voluntad Divina.
Muchas deudas impagables hoy son perdonadas por Mi Gracia.
Muchas curas inexplicables hoy son concedidas y verán a través de los tiempos la obra de la Gracia Divina que nace del Corazón de su Madre Celestial, por medio del impulso que les envía Dios a Sus criaturas.
Por eso, hijos Míos, nunca dejen de aspirar a poder alcanzar lo Alto y que las Esferas Celestiales vengan a su encuentro. Sus corazones ya están preparados para estar en comunión con el Universo Celestial.
Por eso, lo que hoy les entrego es algo muy inmaterial, uno de los mayores tesoros de Dios, proveniente de Su Fuente, entregado y donado por Su Corazón Eterno para una humanidad enferma y destruida, que se olvidó del Amor por no poder ver la Verdad.
Pero ustedes hijos Míos, que caminaron a Mi lado y seguirán caminando junto Conmigo por esta entrega de vida para hacer la Voluntad de Dios, para la realización de Su Plan, para la concreción de Su Gracia y de Su Misericordia en la Tierra, continúen con perseverancia y fe, porque es esto lo que establecerá la Paz dentro de ustedes y en el mundo.
En este nuevo ciclo que llega, junto a Nuestros Sagrados Corazones, desafíos grandes llamarán a las puertas de sus corazones, misiones importantes deberán cumplirse para este ciclo final, a fin de seguir generando el equilibrio en la humanidad y en este planeta tan herido y ultrajado.
Juntos construiremos las aspiraciones de Dios, siempre que sus respuestas sigan siendo incondicionales, verdaderas y simples ante el Corazón de la Jerarquía.
Mientras el Universo se detiene para escuchar Mi Palabra y contemplar Mi presencia en la Presencia del Dios vivo, Yo traigo para la Tierra una gran oportunidad.
Porque en este día especial he rogado a Dios, en unión a sus oraciones y corazones, poder seguir viniendo al mundo porque Mis hijos no pueden estar sin guía y sin instrucción, pero aspiro a que algún día la palabra de la Jerarquía sea valorada y sepan que cada una de nuestras palabras es una llave que abre una puerta para su liberación y redención, para la conducción de la vida de sus espíritus mediante el camino de la verdad y del bien.
Ahora llegó el momento de trabajar aún más con el planeta para que las puertas del mal sean cerradas y para que los corazones renazcan en la fe, sabiendo que no están solos, que no están abandonados, que Dios espera abrazar a cada uno de sus hijos para que sientan el calor de Su paternidad y de Su Amor eterno, inalterable e inextinguible.
Es este mismo Amor que Yo les ofrezco, hijos Míos, todos los días, por medio de Mi Rosa de la Paz; porque sé que sus corazones y sus vidas pueden transformarse en una bella flor, que esté ofrecida a Dios todo el tiempo.
Así brillará su esencia, así se realizará su propósito y cumplirán la misión que vinieron a realizar en la Tierra.
No estarán lejos de la Verdad, sino muy cerca de la Fuente de la Sabiduría, viviendo y siguiendo los principios que los Mensajeros Divinos les hemos entregado a través de los últimos tiempos.
Todos esos principios son una puerta para la cura de la humanidad, porque muchos milagros ya fueron concedidos al mundo. Ahora es tiempo de que Mis hijos conquisten por medio de su esfuerzo y oración esos milagros.
La puerta de la Gracia está abierta para que muchos más puedan sumergirse en su océano de Luz y de Gracia. Es solo hacer el esfuerzo correcto y simple.
Hoy recojo con Mis manos sus esencias, transformadas en rosas de luz, que serán presentadas ante el Padre Eterno, en este tiempo y en este ciclo, con la experiencia de amor y de perdón vivida por ustedes, para que esa experiencia de amor y de perdón se siga multiplicando y ampliando, a fin de que toda la Tierra sea bendecida por una Gracia extraordinaria.
Recibo de sus corazones sus súplicas e intenciones, acojo en Mi Corazón Materno cada una de sus almas. Y así como tuve a Mi Hijo en brazos, hoy los tengo a ustedes, para que sepan que están bajo Mi protección y amparo, en los brazos del Amor de Dios y de Su Gracia infinita.
Enciendan en su pecho la llama del Amor de Dios y que esta llama nunca se apague, que esta llama se encienda con su oración y servicio por los demás, por el triunfo de Mi Inmaculado Corazón.
Estaré con ustedes, hijos Míos, transmitiendo Mis instrucciones, a partir de ahora, todos los días domingo, hasta que cumpla con lo que Dios Me ha pedido realizar en este mundo.
Sigan siendo vigilantes en la oración y celadores de la Eucaristía para que los atributos de Dios se puedan establecer en la Tierra y las almas nunca, nunca más olviden que el Amor es invencible y siempre triunfará.
Y ahora quiero escuchar una canción, como si fuera una oración, que será ofrecida por cada uno de ustedes, en este momento importante de renovación junto a la Jerarquía.
La canción se llama Mirarte.
Y así, hijos Míos, Yo los bendigo y les derramo Mi Paz para que la paz esté en el mundo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
El Misterio de la Fe
El misterio de la fe es este que se guarda, como potencial, en lo profundo de cada corazón y que, en estos tiempos, Dios los llama a vivir.
La fe nace y se expresa en los corazones que, día a día, buscan amar y conocer más a Dios, que profundizan en la grandeza de Su Amor y en la infinitud de Su Misericordia.
Esos corazones que descubren el Amor de Dios en sí mismos a través de la persistencia en la oración, a través del estudio y de la profundización de Sus Palabras, comienzan a despertar la fe en su interior. A pesar de ser invisible, el Amor de Dios les es palpable, y Su Misericordia se expresa en sus vidas a cada instante.
Sentir el Amor de Dios y vivir Su Misericordia va despertando en los seres una confianza absoluta que, cuando madura, se transforma en fe.
La fe es la certeza del Amor de Dios y de Su Presencia. Es el don inexplicable de conocer al Creador y saberse parte viva de Su Corazón. Es el don inexplicable de amar y confiar en Su Plan, aunque él les sea un misterio.
Para vivir el misterio de la fe, primero deben buscar el amor a Dios y profundizar en ese amor. Cuando estudian y profundizan en las Palabras de los Mensajeros Divinos, van conociendo cada vez más el Amor del Creador, y es este mismo Amor el que los transforma y va retirando de sus corazones las capas de la incredulidad, de la duda, del miedo, de la inseguridad, de la incerteza, y les muestra, en lo más profundo e interno de sus seres, como surge la fe.
El amor, el conocimiento de Dios y la fe caminan juntos, pues uno despierta y vivifica al otro. Cuanto más aman a Dios, más lo conocen, y mayor es el despertar de la fe. Cuanto más conocen a Dios, mayor es el amor, porque es inevitable el despertar de ese amor y, como consecuencia de él, de la fe.
Cuando la fe despierta, ella deber ser mantenida y debe crecer a través de la oración que los une a Dios, porque entonces llegará el tiempo en el que no importará lo que suceda a su alrededor; la fe siempre estará presente en sus corazones y los sustentará. No importarán las pruebas y los desafíos que vivirán; la fe siempre les dará fuerzas para que hagan de todo eso un triunfo del Corazón de Dios.
Por eso, hijos, en este tiempo de grandes pruebas y desafíos que se aproxima, busquen a Dios, amen y conozcan al Creador, y dejen así que su fe se consolide y cree raíces en la consciencia que nada sea capaz de arrancar.
Su empeño y profundización de hoy construyen las consecuencias del día de mañana. Es ahora que el triunfo de Dios se comienza a diseñar en sus vidas.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Si un gran misterio se aproxima a sus vidas, vívanlo. No dejen que sus mentes detengan los pasos de sus espíritus.
Vivan en el sublime Misterio de Dios.
Llegó el tiempo de las grandes revelaciones, del último despertar. Hoy les hablo sobre el misterio de la vida, de la verdadera vida, que trae sentido a toda la existencia humana.
Vengo hasta aquí para traerles un nuevo tiempo, un conocimiento que, a pesar de serles nuevo, acompaña a la humanidad desde el principio de su creación.
Hoy uno los tiempos y el espacio, porque donde Yo estoy no existe tiempo y no existe espacio limitado por la mente, por la materia o por el corazón.
Mi Consciencia habita por Gracia en la Consciencia del Todo, y es de ese Todo que Yo les hablo.
Por eso, Yo estoy en Argentina, estoy entre los hijos de Dios que se dispusieron a ser semillas de una nueva vida.
Vengo a pedido del Altísimo para despertar lo que de más sagrado hay dentro de ustedes, para que, cuando emerja lo sagrado que hay en el interior del planeta, sus mentes no teman, sus corazones no duden, sino que sus Espejos internos emerjan y se dejen reflejar en el Gran Espejo de la Creación.
Sé que muchos no comprenderán Mis Palabras, porque Yo los preparo para algo que hoy desconocen. Como un Jardinero de Dios, estoy hoy preparando sus mundos internos para semillas que aún no brotaron, como árboles que no crecieron, para frutos que están por venir.
Por esto, hoy les pido que, más que comprenderme, sientan Mi Presencia y dejen que Mi Verbo, que en verdad es el Verbo de Dios, que resuena en la Tierra a través de Mis Palabras, pueda preparar este suelo interior en sus esencias, en sus almas y también en sus mentes humanas.
Vengo a prepararlos para que sean verdaderamente dignos de ser llamados compañeros de Cristo, para que sus ojos no teman mirar hacia lo Alto cuando el Cielo se abra y, en el Oriente como en el Occidente, todo ser viviente vea al Señor retornando a este mundo.
En ese momento, deberán dejar que Mis Palabras revivan dentro de ustedes. Que Yo pueda decirles dentro del corazón: "No teman, porque este es el momento que ustedes esperaban hace más de dos mil años, cuando el Hijo de Dios ascendió a los Cielos y les dejó la promesa de Su Retorno".
Junto con el Hijo del Hombre, muchos misterios se revelarán, misterios que aliviarán los corazones de aquellos que buscaban un sentido para la existencia humana, que no comprendían por qué Dios creó la humanidad, que no comprendían el porqué de la existencia de la Tierra, que tenían sus ojos presos en las injusticias, en el caos, en las ilusiones y no encontraban a Dios.
En este momento en que les hablo, esos ojos serán lavados por el resplandor de la llegada del Reino de Dios a este mundo, Reino que no solo descenderá del Cielo, sino que emergerá en el norte, en el sur, en el este y en el oeste de este mundo.
Aquello que estaba invisible delante de sus ojos se mostrará; lo que estaba escondido, como las raíces de los árboles, emergerá; lo que se ocultaba en el Cielo, como la lluvia dentro de las nubes, se precipitará sobre la Tierra y les traerá vida.
Por eso, hoy el Mensaje que les traigo es, en verdad, para el tiempo que llegará.
Yo estoy donde el tiempo no existe. Hoy Yo hablo para los que Me escuchan.
Yo uno los días y las horas, los espacios, y les muestro al corazón lo que vivirán en el futuro para que se preparen. Por esto, agradezcan esta Gracia y déjense transformar por ella, porque muchos de los que se dicen compañeros de Cristo no creen en Su Retorno y caerán por tierra cuando estén cara a cara con el Rey de este Universo.
Por esto, hoy les digo que aparten la tibieza de sus corazones y se dejen incendiar por un fuego que desconocen. Encuentren la propia fortaleza en la superación de sí.
Y sé que es un misterio que, mientras muchos se sienten cansados, Yo les pida que se fortalezcan superándose. No vendrá de afuera aquello que los nutrirá, no vendrá de Dios lo que ustedes ya tienen dentro de sí mismos.
Miren hacia dentro de sí; traspasen las capas de la ilusión, del ego humano, de la debilidad; traspasen las capas del orgullo, incluso de la propia alma. Dejen que sus esencias se revelen y que revelen, junto con ellas, el microcosmos que existe en su interior, ese Todo que se esconde en la nada que ustedes son.
Esto que les hablo no es una teoría, un conocimiento oriental o una filosofía. Yo les hablo sobre una verdad sin la cual ustedes no podrán transitar en los días que vendrán, porque aquel que no descubre la unidad con la propia esencia jamás se superará y jamás se unirá a Dios.
Si ustedes cuentan solo con sus mentes, con lo que creen que son, caerán por tierra como los ignorantes cuando el Señor abra los Cielos y las dimensiones para llegar a este mundo.
Pero si escuchan lo que les digo y buscan descubrir este misterio con avidez espiritual, si creen verdaderamente que Dios se oculta en su interior y quieren encontrarlo, aunque para eso vean destruirse todas sus creencias sobre sí mismos, sus máscaras, sus ilusiones.
Den sentido a la purificación que viven, y no solo sufran o padezcan.
Déjense quebrar con valentía, sabiendo que, detrás de esas duras piedras, se encuentra un tesoro único.
Dejen atrás los ciclos viciosos de esta Tierra. Nacer, crecer y morir no es simplemente el propósito de la existencia humana. Pero, si quieren descubrirlo se deberán esforzar.
Jamás crean que saben para lo que fueron creados, porque este misterio no tiene fin y hasta hoy el Hijo de Dios lo está revelando en el Universo. El misterio de la creación humana es tan desconocido como el propio Dios.
Por esto, no se detengan. Busquen despertar esta verdad, que solo se conoce cuando donan, de sí, todo, cuando aman con todo lo que son, cuando transforman en vida las Palabras del Evangelio y descubren allí que él no termina en los Libros Sagrados, sino que se sigue escribiendo a través de cada uno de ustedes.
Sean un Evangelio vivo. No se contenten con poco.
Quieran expresar todo siendo nada. No se dejen quebrar un poco, déjense quebrar por entero. ¿Por qué dudar en conocer la perfección que habita en el propio interior? Si no descubren los misterios sobre sí mismos, ¿cómo conocerán los misterios de esta Tierra, de las estrellas que están sobre ella y a su alrededor, las dimensiones que no se ven, de un Dios que no se toca, pero se siente?
Muchos esperaban que Yo viniera hasta aquí para decirles algo extraordinario, revelarles un misterio que colocara en conflicto a la consciencia humana, que la despertara bruscamente. Más Yo vengo para decirles que lo que les parece obvio aún no es una experiencia real. Por eso, Yo les digo todas estas cosas.
Lo que hoy les es invisible, ya será visible. Pero, si no descubren la verdad sobre sí mismos, clamarán por lo contrario de lo que piden hoy. Si piden ver lo que es invisible a los ojos humanos, cuando todo se muestre, clamarán a Dios para que sus ojos no se abran, porque no podrán sustentar lo que se revelará a la humanidad.
Para ver la verdad, ustedes deben estar en ella, ser parte de ella, con todo lo que son. Y si hoy Yo les pido que se sumerjan en esta verdad, es porque es posible.
Las puertas hacia Dios están abiertas delante de sus ojos y, aunque no las puedan ver, pueden caminar y cruzarlas.
Despertando la verdad en sus mundos internos, vengo a despertar la verdad de esta nación, para que la Argentina, así como la humanidad, conozca un nuevo ciclo. Que todas las pruebas que ustedes vivirán no los hagan desanimar, sino que los lleven a superarse.
Si ustedes están en la verdad y son parte de ella, dejarán que ella se expanda y torne sagrado este suelo. Dios cuenta con ustedes; por eso, escuchen estas palabras.
Aunque no crean, se sientan imperfectos, incapaces, retiren de ustedes esos sentimientos que son parte oculta de un orgullo milenario, y digan al Padre:
"Si Tú me lo pides, yo lo viviré,
porque es por Tu Palabra, por Tu gracia y con tu Poder
que transformaré este barro y dejaré emerger de él
eso que me hace semejante a Tu Eterno Corazón".
Con estas palabras, con esta oración, ábranse a un nuevo ciclo de mayor perseverancia, de mayor fe. Difundan la Presencia Divina con el ejemplo y sean los mayores milagros que esta Obra realizó en la Tierra.
Esto es lo que Yo les quiero decir hoy y todos los días, hasta que lo vivan.
Les agradezco por escucharme y creer que lo que les hablo es una realidad que está delante de sus ojos, solo es necesario estirar las manos y tocarla.
Hoy dejen que el Espíritu de Dios los inspire y, con el Don de Su Sabiduría, los bendiga para que sepan cómo caminar, para que sus decisiones, sus actos y sus pensamientos sean guiados por esta Presencia Divina.
Con esto, Yo los bendigo y les agradezco una vez más y cuantas veces sea necesario, porque la gratitud, hijos, abre las Puertas del Cielo y les revela lo desconocido.
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Verán en el cielo una gran señal: una Mujer vestida de Sol, coronada con doce estrellas, con la Luna a Sus pies, trayendo el anuncio de la próxima venida de su Redentor.
A Su derecha, verán al profeta Juan Bautista volver a proclamar la Palabra de Dios, para que los mil años de paz se cumplan en toda la esfera de la Tierra y en este universo local.
Después verán venir entre las nubes, con un gran estruendo de luz, a su Señor y Maestro, el Redentor, rodeado de muchas legiones de ángeles que proclamarán con sus trompetas el despertar de la Nueva Humanidad.
Pero antes de que esto suceda, vendrá vuestro Padre Eterno, a través de Su Hijo Amado, con todo Su Poder, con toda Su Ciencia y con toda Su Sabiduría hará resplandecer Su pequeño Corazón, porque ese Corazón que Él hará resplandecer, será más fuerte que cinco millones de soles.
Verán así a la Divinidad del Padre en Su amadísimo Hijo y en Su amada Señora, acompañada por San Gabriel Arcángel y por San Miguel Arcángel, quien colocará Su espada en el centro de este mundo, en dirección a la Tierra y señalará a las tribus en dónde deberán congregarse para poder escuchar nuevamente, en consciencia y en despertar, la Palabra de vuestro Señor Dios Todopoderoso, a través de Su amadísimo Hijo, el Redentor.
Después vendrá el Juicio, el Juicio Universal, en el que las almas serán juzgadas según los méritos alcanzados en su vida terrenal y, por todos los sacrificios ofrecidos a Dios, muchas de las almas que hoy viven sobre el planeta esta experiencia de amor y de perdón, se tornarán bienaventuradas y simples, tan, pero tan semejantes a Dios, que esa sensación y ese sentimiento será reconocido por todos los universos y más allá de estos.
Después verán el juicio de Lucifer, que hará el Santo Arcángel Gabriel, reuniendo a los Señores del Juicio Universal, él vivirá su juicio ante el mundo y la humanidad.
Y el Padre, con todo el poder de Su Misericordia y Amor, a través de San Miguel Arcángel, hará descender Su Trono y le entregará al Santo Arcángel Miguel, en una de Sus manos, el Cetro de Luz de Su Poder, que será utilizado para vencer el mal para siempre.
Verán así, a la Santa Señora de Dios llamar a Sus hijos que están en el desierto, para que puedan volver a encontrar la paz. En ellos brillará una luz desconocida que será entregada por el Santo Padre a través de las manos del Arcángel Rafael. Esta luz, que será derramada como una lluvia de Gracias, será tan potente e infinita que será vista desde el universo.
Con toda la fuerza del Amor del Padre, verán brillar en esas criaturas a los nuevos redimidos, grandes espejos de luz que darán la señal, en ese momento, de que estará completándose el último ciclo de la humanidad.
No se preocupen por las interferencias, Dios las permite para que el mundo pueda saber y, sobre todo las tinieblas, que ya les está llegando la última hora de rendirse ante el Poder del Todopoderoso, como lo fue en la victoria de Cristo en la Cruz. Si Yo Soy su Señor y Rey, nada deberán temer.
Yo les entrego las profecías para que las escuchen y no las coloquen en sus mentes, sino en sus corazones. Dejen que Mis Palabras broten como un nuevo manantial en sus seres. Y así, con el pasar del tiempo, podrán comprender Mis Misterios que todavía son desconocidos por la humanidad. Por eso, hoy he traído aquí a Mi Divina Madre y Santa Señora, y a Mi amado primo Juan el Bautista. Ellos representan para ustedes la señal de un nuevo anuncio que llega, junto con su Rey, para ser proclamado en la humanidad.
Las profecías no existen para ser comprendidas, sino para ser aceptadas humildemente, porque así las almas comprenden el Reino de Dios y Su próximo Proyecto en la humanidad. Vigilen por estas enseñanzas para que, saliendo de esta Sagrada Semana, ellas no se desvanezcan de sus memorias cuando vuelvan a enfrentar el mal, el que aún debe ser vencido en esta batalla final.
Después de que los hijos de la Divina Señora sean sacados del desierto, habiendo encendido en sí el espejo del amor y el sol interior, descenderá a la Tierra el amado Hijo, acompañado por los Arcángeles, que traerán entre Sus manos el Arca de la Santa Alianza. Así, el planeta será renovado y los impulsos espirituales y crísticos serán vividos
La paja será separada del trigo y las almas serán como flores, como flores redimidas, en Mi Jardín celestial, que Yo cultivaré en este planeta y en los continentes, con Mis propias Manos.
Verán así a su Jardinero fiel sembrar la Nueva Tierra con nuevas leyes y principios. Los ángeles y arcángeles ayudarán a las tribus, a las tribus de Israel, hoy esparcidas por todo el mundo, para que se puedan congregar en la nueva ceremonia, en la nueva Comunión de la Paz, que será instaurada e instituida después del Juicio Final.
El padre infiel, el ángel caído, será sacado del planeta. Con gran solemnidad y reverencia, los ángeles más resplandecientes postrarán su rostro sobre el suelo para pedir la Misericordia de Dios y la expiación universal y cósmica, interna, espiritual y álmica por todos los pecados, por todos los ultrajes y por todas las maldades cometidas.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Nuestro Señor está pidiendo al coral tocar "Así habló el Maestro".
Cuando llegue la hora de la expulsión de Lucifer del mundo, todas sus tropas caídas serán colocadas en bellos diamantes de luz que los ángeles elevarán con su canto y alabanza hacia universos muy semejantes a este.
El Ojo vivo de Dios, en esa hora definitiva, estará mirando y contemplando a la humanidad, mientras las tribus se reunirán en torno de la Divina Señora y Gloriosa Madre. Se prepararán para recibir a su Maestro y Rey, en Su Retorno al mundo. Se encenderán luces desconocidas sobre el planeta, que serán vistas en Oriente y en Occidente.
Los antiguos patriarcas del desierto y los profetas, reaparecerán en la humanidad como seres vivos y resplandecientes. Todos los concejos antiguos de esta humanidad seguirán el caminar de su Glorioso Rey y con una mirada serena y paciente, fija en el horizonte, verán venir al Señor entre las nubes. Escucharán en su interior la Palabra y el Llamado de Adonai.
Todos estarán atentos en ese momento, porque el planeta estará en un gran movimiento universal. Será la hora marcada y definitiva en la que el real tiempo, aquel tiempo esperado por todas las legiones de la Tierra, por todos los pueblos del desierto y por todos los seres de buena voluntad, ingresará en la consciencia planetaria. Una nueva señal se dará en el universo; una estrella más brillante que el Sol, en la esencia del Espíritu Santo, brillará en el firmamento, muy cerca de la Cruz de Sur.
Escucharán así, los consecuentes, primero en su interior, las palabras sobre el retorno de su Rey. Todos abrirán sus oídos internos y así podrán reconocer en su interior que la esperada hora está llegando.
Los señalados por la Santa Madre de Dios sentirán un gozo y una alegría inexplicables. Después de haber encendido el espejo de sus corazones, estarán en absoluta y en definitiva unidad con el Rey. Así se dará una profunda comunión con la Nueva Humanidad.
El Rey, en compañía de los sabios y de los profetas, mostrará para el mundo las Tablas de la nueva Ley; aquellas Leyes que harán repoblar el nuevo planeta. Todos escucharán con atención los nuevos Mandamientos, que tendrán como base fundamental, amar a Dios sobre todas las cosas como también amar a sus semejantes.
La Santa Trinidad descenderá. Finalmente, después de tantos errores y de tantos cometidos, las almas, en total plenitud y confianza, estarán en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo. Amén.
La última trompeta, que por indicación del Arcángel Gabriel sonará en el plano espiritual de las consciencias, traerá una nueva consciencia en la humanidad y muchos reconocerán sus pecados, sus acciones e indiferencias y, sobre todo, los ultrajes cometidos a los sagrados Reinos de la Naturaleza.
Como de la nada, las almas escucharán la esencia de los Reinos. El alma grupo de cada Reino hablará por sí sola. Y esa comunicación, que nunca se ha podido dar entre los hombres y los Reinos, será concedida por el propio Dios. En el momento en que esto suceda, la Nueva Humanidad tomará consciencia de todo el sufrimiento ocasionado a través de los tiempos y de los siglos.
En ese momento, las puertas de los más sagrados recintos se abrirán. Lo que antes era invisible y oculto, se tornará visible y material para todos. Nadie podrá creer lo que verá y esa humanidad nueva tomará consciencia de quiénes, en verdad, han acompañado al mundo desde los principios de este Proyecto humano. Ellos tendrán escritos en sus pechos, como letras de fuego, las leyendas de los más grandes sabios que acompañaron a la humanidad a través de los tiempos y que hicieron posible que esta humanidad, la humanidad de hoy, todavía no se autodestruya.
Las almas que han sido congregadas por la Madre del Mundo y por el Amor de la divina Señora, se postrarán en el suelo, colocarán sus manos sobre sus rostros y llorarán, porque el mundo y la vieja civilización no tomaron consciencia de esto, de la presencia de los más grandes sabios, en los recintos más internos de la Tierra.
En el desierto de Mongolia se proclamará una voz, que ha estado muy silenciosa a través de los tiempos. Un antiguo y gran Patriarca se mostrará a la humanidad y en su más cálido y expresivo amor, mostrará para las almas consecuentes un divino y sagrado legado, bien guardado en sus corazones de oro; porque las almas verán brillar como el oro el corazón de ese gran sabio, y así comprenderán que un sagrado conocimiento guardado en los mundos internos, será entregado como llave para los que repoblarán la Tierra.
Durante los mil años de paz no será necesario sufrir, porque en verdad les digo que la Nueva Humanidad finalmente habrá aprendido que no era necesario seguir por ese camino y estar apartado del Amor de Dios.
En aquel tiempo, la santa Divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo estarán presentes sobre la humanidad. El Hijo de Dios visitará la Tierra muchas veces, y en esa hora muchos conocerán Su verdadera Faz. No solo verán al Nazareno, sino al Hijo de Dios Glorificado en Su más simple humildad y Misericordia. Los corazones sentirán en aquel momento, la grandeza del Amor de Dios y Su infinita Piedad.
En esos tiempos que llegarán, todo será más pacífico. Ninguna nación se opondrá a otra nación. Las humanidades no estarán en contra de las Leyes de Dios ni tampoco de los principios que rigen los universos. De esta forma, la Tierra prometida llegará, saldrá viva de las Escrituras y estará materializada en este planeta, en los nuevos congregados por la paz.
Y cuando los recintos más sagrados estén abiertos, como puertas de luz y de gran consciencia, a los ojos de todos los merecedores de esto, el Hijo de Dios, más brillante que un sol y que cientos de estrellas, hará la Comunión con Su nuevo pueblo. Las fallas cometidas en el pasado serán borradas. Habrá un corte en el tiempo y en el espacio de toda la historia de la humanidad, desde el principio de Adán hasta antes del Nacimiento de Cristo, y después de la Ascensión de Cristo hasta el presente. Esos tiempos serán extirpados y en la memoria de los más humildes prevalecerá el recuerdo de su Maestro y Señor, en Israel.
Cuando las Santa Comunión de la Nueva Alianza entre los consecuentes y Nuestro Padre Dios sea entregada, se fundirá en cada consciencia la esencia de la Divina Trinidad y todos estarán en un gran gozo; una alegría inmensa los colmará, alegría, gozo y gloria que durará mil años.
Y finalmente, después de esa Santa Comunión y de esa nueva alianza con el Glorificado Rey, el Pastor de las multitudes y de todas las razas, hará que todos los pueblos, que todas las naciones y todas las lenguas se comprendan, como nunca antes se comprendieron, porque vivirán finalmente en el amor.
Las armas más peligrosas serán retiradas del mundo. No habrá arma más potente que la que tiene Dios a través de Su Corazón, que es el poder de Su Amor.
La Tierra, en los días del Juicio Final, se librará de muchas cosas. La Tierra ya no temblará, los mares ya no se agitarán, cuando el Hijo de Dios venga entre las nubes, encendiendo todo el universo sobre la humanidad dormida.
Vengo así en este día, a dar continuidad a la profecía que una vez prediqué en el Templo. Dichosos de aquellos que creen en lo que les digo, porque los tiempos pasarán, mas Mis Palabras se sembrarán en los corazones simples. Que así sea.
Jerarquía Divina de Ángeles y Arcángeles
te abrimos la puerta, que ingrese la Luz.
En nombre de la humanidad,
invocamos ahora Tu Cósmica intervención. Amén.
(en portugués, tres veces)
Escuchen la Voz del Maestro con amor, para que los nuevos códigos que están siendo sembrados ingresen en la consciencia de todos y de aquí a seis meses de su tiempo, no se reconocerán.
Hoy Dios quiere, que el Hijo de Dios sea nuevamente el Sacerdote Mayor para todas las criaturas de la Tierra y para todos Sus seguidores.
Que las almas sean ungidas por el espíritu sagrado de la Cura, para que en ella se cumplan los Designios de Dios. Amén.
Estoy vertiendo los Rayos de Mi Gracia sobre todos los elementos ahora expuestos, para que así Mi Gracia se multiplique en toda la humanidad. Y ahora no son solo ustedes los que reciben Mi Misericordia, sino todas las razas y culturas de la Tierra, a las que Yo iré a su encuentro, en poco tiempo.
Es así como a través del misterio de la Comunión, de todos los panes y vinos ofrecidos en Mi Altar, es que Yo multiplico, en esta hora, todos los Rayos de Mi Gracia para que lleguen a todas las culturas del mundo y Mi Voz sea escuchada en todos los continentes y en todas las lenguas. Recuerden que aún tengo esa aspiración. No demoren, porque muchas almas agonizan sin poder reencontrar al Señor y ni siquiera poder comprenderlo en su propia lengua.
Mi Mensaje de Paz en esta Sagrada Semana, se extiende al mundo entero y, sobre todo, a aquellas regiones del planeta que no viven la paz, sino solo la guerra y la destrucción.
Hoy he reunido a sacerdotes y adoradores, porque Mis Sacerdotes representan a Mis discípulos y los Adoradores representan al pueblo de Dios, a aquellos que escuchan la Palabra Viva que proviene del Corazón de su Maestro.
Es así que a través de estos elementos, compañeros, estoy confirmando que este es Mi Cuerpo y esta es Mi Sangre, y que también Mi Palabra, la Palabra de Dios, llegará a los lugares más lejanos del mundo, por la obra y la acción de sus seres en este Plan, unidos a su Redentor.
Europa deberá reabrir las puertas para que los Sagrados Corazones lleguen a Asia y Oceanía en un próximo ciclo.
Hoy Mi Corazón les muestra el deseo ardiente de visitar Japón, Tailandia, Corea del Sur y Australia, en donde Mi Mensaje se multiplicará para el mundo y para todas las almas que allí se encuentran.
Eleven su oferta a Dios.
Padre Nuestro (en arameo).
Padre Nuestro (en portugués y español).
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Nuestro Señor está pidiendo que un hermano, de habla inglesa, venga aquí para hacer el Padre Nuestro en inglés, por favor, para completar esta consagración.
Padre Nuestro (en inglés).
Quédate en paz, hijo Mío, Mi Gracia está sobre ti. Te agradezco.
Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a todos los seres de buena voluntad.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Les agradezco queridos compañeros, por haberme acompañado hoy en esta sagrada proclamación de la divina Profecía de Dios.
Les agradezco.
Como un sol que ilumina las esencias y las almas, así llegamos a este mundo. Como una luz pura que proviene de una Luz Mayor, encendemos hoy sus almas, sus espíritus, sus vidas para que sean como un farol en este mundo, en esta nación y más allá de ella.
Hoy venimos como la Sagrada Familia de Nazaret para renovar el principio de las familias de este mundo. Junto al Inmaculado Corazón de María y el pequeño Corazón de Jesús, estamos aquí para tornar sagradas sus vidas, para que recuerden, una y otra vez, el verdadero arquetipo que deben manifestar como humanidad. Si aún llegamos al mundo es porque es posible, hijos, que ese arquetipo se exprese y que sean ustedes portadores de la perfección divina.
Hoy estamos aquí como una esperanza, como un aliento, porque sabemos que muchos de los corazones humanos ya perdieron la esperanza de ver manifestarse un mundo nuevo y creen que es una utopía que esta Tierra pueda consagrarse a Dios.
Miren a su alrededor y no vean solo las miserias, no vean solo la pobreza espiritual y material de los hombres, no vean solo la riqueza en las manos de unos pocos, la gran soberbia y la gran miseria del corazón humano. Miren hacia los que tienen al lado, vean cómo oran con fervor, cómo hoy abrieron las puertas del Cielo para que Aquellos que estuvieron aquí, hace más de dos mil años, pudieran regresar.
Vean así, hijos, que existe un misterio celestial que la humanidad aún no comprende. Existe un misterio interior que está oculto para ustedes mismos. La verdad está aún silenciosa, escondida en sus corazones, esa verdad que los hace invencibles y que los hace capaces de cualquier cosa. Cuando oran con fervor y cuando están unidos a Dios, pueden sentir una gota de lo que son en esencia, pueden sentir que existe un vasto universo, dentro y fuera de ustedes, que les trae grandes posibilidades de vida, de vida espiritual, de vida divina.
Como Sagrada Familia, vinimos a su encuentro para que reconozcan ese camino de retorno al Padre, para que encuentren fuerzas, fortaleza interior para perseverar en lo sagrado y difundir, a través del propio ejemplo, la vida de consagración al Padre.
La desesperanza de este mundo nace del hecho de que el caos y el mal se muestran a todos los ojos, porque ellos viven de las apariencias, del engaño, y de la mentira; y la verdad y el bien se ocultan y se muestran solo a los ojos de los puros y de aquellos que ingresan dentro del propio corazón y se esfuerzan día a día para vivirlos.
Sin embargo, una gota de luz vence a toda la obscuridad de este planeta. Un acto de amor destruye una guerra. Una oración verdadera, realizada humildemente, con la rendición del corazón humano, hace desaparecer los planes de obscuridad y no permite que ciertas cosas se manifiesten en este mundo.
Sin embargo, el corazón humano aprendió a vivir de las apariencias y solo cree en aquello que se expresa delante de sus ojos y que su mente puede comprender y comprobar. Este es el mayor engaño, hijos Míos, que vive la humanidad, porque el Misterio de Dios, como les dije, es silencioso, sin embargo es poderoso porque se une a la Consciencia del Único, Aquel que creó todas las cosas, Aquel que vence con un soplo todas las maldades de este mundo.
Con todo lo que hoy les digo, quiero aproximarlos un poco más a lo que son verdaderamente. Quiero que sientan y vivan todos los días lo que sintieron ayer y hoy cuando oraron de corazón.
Que esa esperanza de ver a Dios pueda crecer en sus vidas y, cada vez más, la oración los aproxime a la verdad y los retire de los desvíos que un día siguieron y que, como humanidad, los trajeron hasta aquí.
A través de ustedes, hijos Míos, vinimos a curar un pasado milenario para que comprendan que, con la simplicidad de sus corazones, podemos hacer grandes milagros, que en verdad son milagros porque desconocen la verdad, porque desconocen el verdadero potencial de sus corazones.
Muchos no creen en lo que hablamos, porque día a día se pierden en sus miserias y en la imposibilidad de perseverar en este camino. Pero, si hoy estamos aquí, hijos, es porque pueden responder a este llamado, porque pueden consagrar el suelo en el que viven y hacer triunfar el Plan de Dios.
Hoy, delante de sus ojos, somos tres, una Familia simple, humilde, que en el misterio de Su hogar transformó el destino de la humanidad y de todo el universo, de toda la Creación. Y delante de Nuestros ojos, son miles de almas simples, que aún deben develar los secretos de Dios sobre sí mismas.
Vemos, delante de Nuestros Ojos, la transparencia de sus espíritus y de sus corazones, la posibilidad de que Dios manifieste Su Plan en la Tierra y en todo el cosmos, la posibilidad de que se termine esta espera que toda la Creación vive de ver triunfar el Amor Divino.
Delante de Nuestros ojos, contemplamos sus esencias, contemplamos el potencial de Amor que un día se expresó en la Cruz y que hoy se debe expresar en el calvario de este mundo.
Un día, el Amor divino emergió del Corazón de un Hombre, que hoy, delante de ustedes, se expresa como un niño. Ese Amor nació de Su esfuerzo, de Su sacrificio, de la lucha en la que Él venció contra Sí mismo y contra todo el mal.
Ahora, hijos, el universo aguarda que ese mismo Amor pueda nacer de sus esencias, por su esfuerzo, por la entrega diaria de su sacrificio, por su perseverancia en vencerse a sí mismos en las cosas más simples, porque no les pediré grandes cosas, no les pediré grandes martirios, flagelación, coronación de espinas ni muerte en la cruz.
Yo les pediré que amen a sus hermanos como son, que digan no a toda ira, a toda crítica, a todo juicio de valor.
Yo les pediré que renuncien, un poco cada día, a los placeres y distracciones de este mundo. Yo les pediré que ofrezcan su purificación y que no reclamen tanto cuando, en verdad, reciben todo de Dios.
Yo les pediré que sean más agradecidos y que, de rodillas, oren a Dios todos los días, agradeciendo al Padre por las Gracias que recibieron y pidiéndole por aquellos que nada tienen, ni en el cuerpo ni en el espíritu; pidiéndole por los que son ignorantes, por los indiferentes, por los Reinos de la Naturaleza. Yo les pediré que ayuden a esos Reinos, que oren por ellos, que oren con ellos, que los sirvan, que los respeten como Creaciones de Dios, como portadores de la Presencia Divina en el mundo, que aprendan con ellos un amor también único, que multiplica el amor que existe en sus almas.
Yo les pediré, hijos, que cada día entreguen algo de sí mismos por el prójimo. Es de esa forma que se carga la cruz del mundo.
Con estas cosas tan simples, los conduzco a Dios. Sé que, aun así, a pesar de la simplicidad de Mis Palabras, en este tiempo es difícil vencer la condición humana. Por eso es que estamos aquí, por eso es que todos los días les entregamos tantas Gracias, tantas bendiciones, les damos tantas oportunidades de levantarse de cada caída. Es por eso que Nuestras Manos están siempre extendidas hacia la humanidad y que, a pesar de la flagelación que aún vive el Corazón de Dios por las acciones humanas, el Creador aún Nos permite llegar a este mundo.
Pero les pido de corazón, con la humildad de Mi Corazón Divino, que perseveren, que reconozcan sus dificultades, pero que no se aferren a ellas. Agárrense firmes, hijos, a esas instancias en las que un amor puro puede surgir de adentro de ustedes.
Y, de esa forma, ayúdenos a liberar a este mundo de todos los errores del pasado. Con estas acciones tan simples, convierten los errores de ayer. Cuando aman y aceptan a sus hermanos, están equilibrando todas las faltas cometidas ayer por la incomprensión del corazón humano, por su imposibilidad de aceptar las diferentes culturas y expresiones de las almas.
El misterio divino es inmenso y a veces incomprensible para la mente humana. Por eso les pido que, antes de intentar comprender, experimenten y vivan todos los días esta experiencia divina de amor, sea con el prójimo, con los Reinos de la Naturaleza o en el silencio del propio corazón, o sea en una oración íntima con Dios.
Con esta instrucción tan simple, vengo a retirarlos un poco de ustedes mismos, para que así se pueda ampliar la liberación de este mundo, de esta nación y de todos los seres que hoy Nos escuchan. Porque los corazones Nos llevan más allá de este lugar, cada hogar que Nos abre la puerta, abre también la puerta de su nación y ofrece a la humanidad una oportunidad más de llegar a Dios.
Ahora les pediré que canten y clamen por la paz, para que se abran los portales del Reino de Dios y que aquello que vinimos a hacer en este mundo pueda ser hecho, no solo por Nosotros, sino por la intercesión del corazón humano. Clamen por paz para todas las almas, para todos los Reinos, para todo el planeta.
Cántico.
Y hoy les ofrezco la mayor liberación y salvación de este mundo y de todo el universo que es el Cuerpo y la Sangre de Mi Hijo, entregado por ustedes y por toda la Creación de Dios. Que esta Gracia se multiplique para todas las almas y para todos los Reinos.
Mi pequeño Hijo yergue Sus Manos y bendice estos elementos para que se conviertan en fuente de transformación para las almas y de liberación para este mundo.
Padre Nuestro (en arameo).
Que la Paz de Cristo, de María y de Mi Casto Corazón esté en sus vidas y en todo el planeta.
Les agradezco por estar aquí y por multiplicar estas Gracias para toda la humanidad. Oren, hijos, para que esta puerta de paz siga expandiéndose y ampliándose para que más almas encuentren a Dios.
Yo los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sigan en paz y con la esperanza de renacer en el espíritu y ser uno con Dios.
Les agradezco.
En este momento, Frei Elías del Sagrado Corazón compartió el Mensaje diario transmitido por la Virgen María en este mismo día, 19 de noviembre de 2016.
Hoy lanzo a las estrellas de Mi Corona sobre la Tierra, para que el brillo celestial que cubre a la Reina del Mundo pueda despertar a los que aún duermen y a los que permanecen en la oscuridad de la consciencia, en la ignorancia.
Hijos Míos, cuando Mis estrellas cruzan el umbral existente entre el Cielo y la Tierra, un nuevo amanecer despunta en la vida de todos los seres. Cada una de Mis estrellas simboliza los atributos vivos de Mi Corazón y del Corazón de Mi Hijo Jesús.
Traigo, en Mi cabeza, una Corona de doce Estrellas para que, cada vez que Mis pies posen en la Tierra, los corazones del mundo puedan recibir esta señal luminosa que desciende a partir de los Cielos, este símbolo de redención que trae en sí los Dones del Santo Espíritu de Dios.
Un gran misterio está guardado en Mi Corona de Estrellas. Cada uno de los nuevos apóstoles de Cristo tendrá, en Mi Corona de Estrellas, la inspiración y la instrucción para su apostolado.
Contemplen con el corazón el brillo de Mis estrellas y permitan que este misterio de la Mujer Vestida de Sol ingrese en sus consciencias.
Mis amados, Dios derrama a través de estas estrellas el despertar de Su Santo Espíritu en las criaturas, vierte sobre el mundo las enseñanzas ocultas que viven en el Reino de los Cielos.
Las estrellas que forman Mi Corona son las llaves para el despertar de sus espíritus, son las llaves para abrir las puertas del corazón y para abrir las puertas del Cielo.
Aquellos hijos Míos que busquen al Creador, portando en su corazón una de Mis estrellas, serán reconocidos como hijos de Dios y de Su Sierva fiel. Aquel que asuma, de forma permanente, esta estrella celestial en su pecho será reconocido como hijo dilecto de la Mujer Vestida de Sol.
Si reciben en sus corazones este símbolo de amor, estarán protegidos de todo mal y, si confían con sinceridad en este misterio que deposito en sus corazones, los dragones que recorren el mundo no los encontrarán.
Perciban, hijos Míos, a las estrellas que descienden del Cielo hacia la Tierra, estrellas que provienen de Mi Corona bendita y que están aquí para sellar el compromiso de Mis hijos con Mi Corazón Inmaculado.
Sean como el niño de la profecía de Juan, el Apóstol; estén en Mis brazos, protegidos por el sol y por las estrellas de Mi Corona; de esa forma, ningún mal se aproximará a sus corazones.
Los Cielos cuentan con la fe en el corazón de los hombres, cuentan con la respuesta que cada uno puede darle al Señor, cuando escucha Mis Palabras.
Sean fieles a la voz del propio corazón cuando Mi Voz, plena del Espíritu Santo, hace eco en su interior. Sean simples y humildes para comprender, siempre a través del corazón, las Palabras que pronuncio.
Los misterios más ocultos que viven en Mi Reino son develados a través de la pureza del corazón y no de la astucia de la mente.
Mis amados, ya es hora de develar algunos misterios a sus seres. Aquellos, que abran el corazón para escucharlos, recibirán del Espíritu de Dios el discernimiento y la comprensión necesaria para percibir y vivir la Voluntad de Dios encerrada en estos misterios.
Aquellos que intenten, a través de la mente, oír Mis Palabras y encontrar Su veracidad, sufrirán la oscuridad de la ignorancia y no permitirán que el Espíritu de Dios resuene en sus corazones, recorra lo profundo de sus espíritus y arranque los velos de sus consciencias.
Hoy, reciban con amor Mi llamado. Reciban en sus corazones el misterio encerrado en Mi Corona de Estrellas. Busquen y pidan al Señor que estas estrellas estén presentes en sus corazones; porque si una de Mis estrellas encuentra espacio en el corazón de los hombres, el Espíritu Santo podrá descender sobre la Tierra e incendiar con Fuego Divino el corazón humano.
Les agradezco, Mis amados y pequeños hijos, por dejarse guiar por Mi Inmaculado Corazón.
María, Madre del Mundo y Reina de la Paz
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más