Sábado, 22 de febrero de 2025

Mensajes semanales
MENSAJE SEMANAL DE LA VIRGEN MARÍA, ROSA DE LA PAZ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DEL ESPÍRITU SANTO, CÓRDOBA, ARGENTINA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Queridos hijos, hoy no podré dictar un Mensaje, sino solo pronunciarles Mis Sagradas Palabras a ustedes.

Mis queridos hijos de Argentina, de Mi amada Argentina, a pesar de los tiempos turbulentos y oscuros, hoy quiero que puedan sentir e ingresar en Mi Paz.

El mundo sufre y agoniza, las almas padecen y se pierden, pero no se olviden de que Yo estoy aquí y Soy su Madre, la Madre de cada uno de ustedes y de la humanidad. Me regocija poder estar hoy con ustedes y Me uno a lo que ha dicho Mi Amado Hijo, Cristo Jesús.

Anímense a fortalecerse en el camino de la consagración al Plan de Dios, aun durante el tiempo de la purificación y de la transformación de la consciencia.

Pero, Yo les pido, hijos Míos, que ya no se pierdan en el sufrimiento, sino que se sumerjan en Cristo, Mi Hijo, que es el Universo de la Esperanza. Yo los llevaré a Él todas las veces que lo necesiten; pero Yo también los escucho, los contemplo y los acompaño.

Crean que Yo escucho sus verdaderas y más íntimas oraciones, sus más profundas súplicas, sus apelos al Corazón de Dios. Pero ahora es tiempo de que ustedes y sus hermanos vivan Mi Mensaje, siendo Mi Mensaje, no a través de sus palabras, sino a través de sus acciones, de sus actos de amor, de caridad y de misericordia. Es esto lo que ayudará a curar al mundo y a la humanidad.

Mientras la humanidad se divide en lo que es superficial y mezquino, Yo los invito a profundizar en la oración.

El universo de la oración es muy desconocido y solo cuando se unen a Él es que comienzan a comprender y a sentir su significado. Porque las puertas de los Cielos deben estar abiertas hacia la Tierra y son ustedes, Mis amados hijos, que las mantendrán abiertas a través de sus actos de amor y de sus oraciones.

Hoy, vengo aquí, con alegría y júbilo, a reconsagrar a este Centro Mariano y a todos sus representantes, a todos los que se han comprometido Conmigo desde los primeros tiempos a sostener este punto de Luz en Argentina.

Es tiempo de que ya sean una hermandad auténtica y verdadera, tienen las herramientas para esto, tienen el conocimiento y sobre todo tienen Mi bendición.

Es así que las almas, que aún esperan cruzar el portal de la esperanza, podrán llegar, y también ustedes mismos se renovarán y así se renovará la Obra; porque este es el tiempo, como saben, del Plan de Rescate. Todo necesita ser rescatado, todo necesita estar a salvo en el Sagrado Templo del Corazón del Padre Eterno y de Sus Mensajeros.

Quiero dejarles aquí a ustedes Mi testimonio de Amor, con la valentía de seguir adelante, superando estos tiempos desconocidos e inexplicables, atravesando las barreras y los límites de la consciencia y del propio ser; porque allá, en el Infinito, después de todo esto, se encuentra Dios y Su Creación, lugar del cual ustedes provienen, recuérdenlo.

Es hacia ese lugar y hacia ese espacio sagrado de la Creación de Dios a donde su experiencia de esta encarnación deberá ser llevada como una síntesis profunda de todo lo vivido y compartido, en ustedes mismos y con sus hermanos.

Es esto lo que renovará la Creación, el universo y la humanidad. Vean así, ante ustedes, los tesoros espirituales que les hemos confiado y todas las Gracias que fueron derramadas desde el principio hasta el presente.

He aquí, hijos, Mi Corazón Materno, Manantial inagotable de las Gracias de Dios para las almas y los corazones. Dejen que esta Luz, que brota de Mi Corazón, sane sus heridas para siempre y así se puedan liberar, curar y renovar. Ya no guarden en ustedes sentimientos de frustración y de desánimo, sino un sentimiento superior de amor, de fe y de confianza en Dios.

Porque, aunque Mi Corazón se recoja en los próximos tiempos, Yo estaré a su lado, si así Me lo permiten; y descalzos, seguiremos la senda de la humildad y del despojamiento interior para que el vacío colme sus seres y en el vacío reciban al Todo, al Único, al Infinito, al Eterno Dios.

Que sus gestos de amor sean una extensión de Mi Amor en el mundo.

Que la donación de sus manos sea un gesto de Mi Caridad en el mundo.

Que sus pies descalzos, que caminan firmes, sean un acto de entrega de la Madre de Dios por las almas.

Y hoy, he venido a celebrar la Eucaristía con ustedes, como testigo del sacrificio de Mi Amado Hijo por la humanidad en el Santo Cenáculo y en la Cruz, para que la cruz de ustedes sea aliviada.

Confíen, confíen en Dios, porque todo tiene su hora y su momento. No se precipiten, no se amedrenten. Tengan fe, una fe renovada y auténtica, para que sean el preámbulo de los Mil Años de Paz.

¡Les agradezco por responder a Mi llamado, de corazón!

La bendición de Mi Hijo esté sobre ustedes y el mundo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.