Miércoles, 11 de noviembre de 2015

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ,TRANSMITIDO EN LA CIUDAD DE SAN LEOPOLDO, RÍO GRANDE DO SUL, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

El esfuerzo y el sacrificio forjan el crecimiento del Cristo Vivo en el interior de cada criatura; porque también Jesús, muchas veces, estuvo cansado y, sin embargo, subía a los montes para encontrarse, en la soledad de la noche, con Su Padre Altísimo y recibir de Él la fuerza que necesitaba para seguir adelante.

Muchas veces, los Brazos de Jesús estuvieron sin fuerzas, pero Sus Manos nunca dejaron de estar tendidas para aquellos que tenían no solamente sus cuerpos cansados, sino también sus almas.

Muchas veces, las Piernas de Jesús estuvieron cansadas y Sus Pies, lastimados, por tanto caminar buscando a aquellos que se comprometerían con Él, para que al final de los tiempos el Reino de Su Padre pudiese ser uno con el reino de este mundo. Entretanto, si algún alma que no hubiese estado en Su Presencia lo llamara, Él no vacilaba en dejar en el piso más marcas de Sus Pies cansados.

Muchas veces, Jesús estaba hambriento y ya no tenía de dónde sacar fuerzas para sostenerse a sí mismo y también para calmar a aquellos de Sus compañeros que caminaban con Él y que también tenían hambre. Sin embargo, si al recibir un pan Jesús encontraba a alguien con más o con menos hambre que Él, ya no era de Él el pan que tenía en las Manos. Aquel pan se convertía en una Gracia enviada por Dios, por intermedio de Jesús, para aquel que tenía hambre.

Y así, Jesús crecía en espíritu y fortaleza, y también crecía dentro de Él algo que el mundo y el universo llamarían Cristo.

Esta es una pequeña historia del Cristo que nació en Jesús; pero un día podré contar en Mi Reino, que es el Reino de Dios y de todos los que lo siguen, la historia del Cristo que nació en Juan, en María, en Pedro, en Fátima y en ti, que hoy Me escuchas, tratando de seguir el camino del Cristo que nació dentro del Espíritu de Jesús y lo divinizó.

Yo los amo y, por eso, les agradezco por esforzarse cada día en cumplir, aunque sea en aspiración, los Planes de Dios.

Su amado padre y compañero,

San José Castísimo