Viernes, 1 de abril de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN LA SAGRADA CASA DE MARÍA, MADRE PAULISTA, SP, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Si quieren aprender a servir tendrán que ser mansos, humildes y simples. El verdadero servidor no impone su servicio; el Padre es quien dispone de su entrega para atraer hacia Él a los corazones más necesitados y a las situaciones más urgentes, para ser curadas y resueltas bajo el espíritu del amor y de la paz.

Hijos:

El mayor servicio en estos tiempos es la vivencia del amor y de la unidad entre los soldados que se autoconvocaron.

Cuando sus almas aprendan a amar y a superar los obstáculos impuestos por la propia incapacidad de aceptar las diferencias y limitaciones del prójimo; cuando sean capaces de vivir la unidad y la fraternidad sin miedo, sin competencias, sin ofensas, percibirán que abrirán en el mundo una puerta más amplia que la que abren con un plato de comida a un alma pobre y hambrienta.

No estoy diciendo con esto que no deben servir a los pobres y hambrientos, porque el auxilio a los más necesitados es la base de Mis instrucciones. Pero, hoy, necesito hacerles comprender que en estos tiempos existe un servicio mayor y prioritario que deben prestar; un servicio que para muchos es invisible, un servicio que no se revela a los ojos de los que están distraídos en la propia voluntad.

En estos tiempos deben profundizar en su crecimiento espiritual, pues eso repercutirá, en el futuro, en las vidas de muchos pobres, ciegos y perdidos que necesitarán auxilio no solo para sus cuerpos, sino sobre todo para sus almas; necesitarán un ejemplo de amor verdadero para vivir la propia redención y, si no existiera ese amor en sus corazones, de nada servirá llevar un plato de comida o un remedio para el cuerpo, si los que verdaderamente están enfermos son el alma y el espíritu.

Si los servidores descubrieran que la esencia del servicio son el amor y la unión entre ellos, si construyeran entre sí una fortaleza inquebrantable basada en la unidad y en el amor al Plan Divino, entonces sí serán, en estos tiempos y en los tiempos que vendrán, verdaderos instrumentos de Dios. Por eso todos los días, antes de pensar en servir lejos, piensen en servir cerca, piensen en servir a los que tienen al lado. Sirvan al prójimo comprendiendo sus limitaciones y dificultades, amando sus imperfecciones, para ayudarlo a transformarlas.

Sean verdaderos discípulos de Cristo y, en medio de la humanidad actual, tan ciega e ignorante, no habrá mayor servicio para prestar.

Si viven el amor, todo lo que hagan se volverá caridad.

Su padre y compañero,

San José Castísimo