Lunes, 11 de enero de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Queridos compañeros en Cristo:

Sé que muchos creen que repetimos las mismas palabras muchas veces y se preguntan por qué hacemos esto. ¿No será porque aún no se abrieron para la esencia de la Enseñanza y siguen en la superficialidad de entenderla, pero no en la profundidad de vivirla? ¿Será porque siguen con la información dentro de la mente, creyendo que saber es lo mismo que ser? 

Yo vengo a hablarles sobre el silencio, que es tan poco comprendido y vivido por la humanidad, sobre todo en el Occidente del planeta.

Vengo a hablarles sobre el silencio como una búsqueda del vacío y del camino a la humildad. Quiero que comprendan el silencio como algo que los saca de sí mismos y no algo que los encierra en el propio ombligo.

El silencio mal vivido los vuelve egoístas, llenos de juicios sobre los demás y con un sentimiento sutil de superioridad. Ese es un falso silencio, que calla la boca pero que descontrola la mente y los aspectos más bajos del ser. Ese es un silencio forzado, un silencio que oprime, un silencio que, partiendo de la falta de paz y al generarse por medios forzados y conflictivos, jamás dará paz al espíritu y menos aún al planeta.

El silencio del que les hablo es aquel que el alma comienza a buscar cuando ya no encuentra salida para sus imperfecciones y ya no soporta estar consigo misma. Por eso, camina ávida hacia la elevación, hacia el Dios que es el Verbo y, al mismo tiempo, es el propio Silencio, que ampara todo lo que fue creado en Su misterioso Sonido sin ruido.

En estos tiempos de purificación, el silencio será una llave maestra que, combinada con el servicio y la caridad fraterna, nunca permitirá que ustedes pierdan el camino.

En medio de tantas imperfecciones, que al mismo tiempo son tan palpables y tan ilusorias, el alma solo podrá salir de la confusión que la envuelve buscando el silencio, silenciando el tumulto de la expurgación interior, para vivir la propia evolución de una forma más armoniosa y pacífica, más consciente y efectiva. 

Ustedes no deben buscar el silencio como mutismo y pensar que ya está todo resuelto. El silencio es el medio, la elevación es lo que los motiva, y el encuentro con Dios es la verdadera meta.

Si viven el silencio con la intención de elevarse para traer un poco más de paz para el mundo, ayudarán a la humanidad a dar sus pasos. Y si, además del silencio, viven la caridad fraterna, sabrán cuándo las palabras serán necesarias.

El hablar se volverá un acto de caridad. Sabrán el momento de reír, de estar sobrios, de dar un aliento o de recogerse, de emitir un parecer o de solo observar.

Yo los llamo a buscar el equilibrio por amor al planeta y no solo por ustedes mismos.

Si ya están cansados del propio abismo, intenten estar más silenciosos, en una búsqueda permanente del Dios que se esconde en Su Creación.

Si aún no comprendieron lo que Yo les dije hoy, experimenten vivir estas palabras y vuelvan a leerlas pasado algún tiempo.

Verán cómo la consciencia se encontrará en otro punto de comprensión.

Su padre e instructor, amigo del silencio que lleva a Dios y que les muestra a los corazones las necesidades más profundas del prójimo.

San José Castísimo