Lunes, 4 de septiembre de 2017

Mensajes mensuales
MENSAJE ESPECIAL DE CRISTO JESÚS, TRANSMITIDO PARA LA 50.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

Ha llegado el fin de un tiempo y el comienzo de uno nuevo.

Ha llegado el fin de una etapa y el comienzo de un ciclo.

Ha llegado el tiempo de abrazar al planeta, de hacerlo parte de ustedes, en cada respiración, como en cada movimiento. Mientras duermen, mientras despiertan; en todo lo que hagan, deben abrazar al planeta y dentro de él, a toda su humanidad.

Este es el día del fin de una preparación, en donde, a partir de ahora, enviaré a Mis apóstoles de dos en dos, como en los antiguos tiempos. Pero ahora, para dar testimonio de Mi segunda Venida, para servir a los que más necesitan, en una amplitud desconocida; para llevar adelante Mi Plan de redención en la humanidad, en esta última fase del Apocalipsis.

Por eso, abran sus manos y entréguenlas al servicio, porque así Yo podré colocar sobre ellas, los Designios que Mi Padre Me ha entregado, para esta última fase del planeta.

Llamo a sus consciencias preparadas para vivir un servicio mayor y para hacerlo parte de sus vidas, todos los días.

Ha llegado la hora, compañeros, de abandonar la quietud y la inercia. Es hora de cumplir lo que Yo necesito, a través de todo lo que han aprendido para llevarlo como servicio a la humanidad.

Y cuando hablo de humanidad, hablo de los cinco continentes y no solo del Brasil.

¿Quién caminará entre las tempestades del mundo para dar testimonio de Mi Presencia?

¿Quién llevará Mi Corazón Misericordioso hacia los que más lo necesitan?

¿Quién arriesgará su vida por Mí, para que este Proyecto no fracase?

¿Quién dará el todo por el todo, a fin de que se cumpla Mi Proyecto Redentor?

Les di los tesoros más preciados en estos últimos tiempos.

Les di las llaves más preciosas en estos últimos ciclos.

Les di Mi Divinidad, Mi Alma y Mi Corazón en cada encuentro, para que todos estos Dones estén al servicio de los que más claman.

Es necesario, compañeros, dar un paso hacia adelante, porque aún hay mucho por hacer y Mi Tarea y Mi Misión, para con cada uno de ustedes, no la detendré aquí, aunque haya resistencia.

Les pido que no se opongan a Mis Designios, lo que Yo tengo previsto en el mundo es muy grande y los llamé a cada uno de ustedes, para que Me acompañaran, paso a paso. Y han dado muestra de esa realidad, por eso estoy aquí.

No intenten comprender con la mente lo que les estoy pidiendo en este momento. Coloquen Mis Palabras en sus corazones para que ellas se puedan sembrar como nuevas semillas y así brote el espíritu en esta vida material, de la realización de Mi Plan en la superficie.

Vengo en el fin de este día con nuevas estrategias, que Mi adversario desconoce completamente.

Estamos en un tiempo en donde todo estará por definirse, dentro y fuera de ustedes.

Abracen con amor Mis Palabras y beban de ellas como si fuera una fuente, porque será lo único que los nutrirá en estos tiempos de oscuridad, en donde todo está en juego.

Vengo a construir nuevas bases en las que ya existen. De esa forma, vengo a renovar los tiempos y a cada una de sus consciencias ante la verdadera necesidad que existe en este planeta, de un inmenso caudal de amor y de una infinita expresión de Misericordia.

Si eso se llegara a perder en el mundo, ¿qué sucederá?

¿Se activarán más pruebas nucleares?

¿Y qué acontecerá con su humanidad?

¿Qué podrán hacer los Padres Creadores ante la ignorancia del mundo?

Es por eso, que Mi Plan en el fin de los tiempos ha cambiado. Hoy no podré decirles de qué se trata, pero los invito a confiar en él completamente, porque así Yo podré saber, a partir de este momento, en dónde podré depositar Mis Designios, para que se puedan cumplir en un mayor número de almas.

Vengo a traerles, de esa forma, el Divino Deseo de Dios para estos tiempos de oscuridad, en donde sus vidas deben tornarse espíritus de apostolado en la Tierra.

Les entregué la espada de la oración para que aprendieran a batallar.

Les entregué el Estandarte de Mi Paz para que pudieran coronar cada espacio de este planeta bajo la presencia de Mi infinita Divinidad.

Les entregué la armadura de la fe para que aprendieran a superar los tiempos y las pruebas, los miedos, las dudas y las incertidumbres.

Les enseñé a tener un corazón humilde y noble para que aprendieran a ser pacificadores, no solo entre ustedes sino en el mundo entero, con todas las razas, con todos los pueblos y en todas las naciones, llevando el espíritu de Mi Amor y de Mi Misericordia.

Si quieren saber cuál es su misión para este momento, busquen, durante esta Maratón y mediante la oración misericordiosa, que eso se revele en ustedes, a fin de que Yo pueda contar con más instrumentos para realizar Mis Obras en el planeta.

Son una consciencia grupal muy bendecida, amparada, amada y contemplada por Mi Padre.

Por eso, no hay más nada que deban hacer, sino sólo seguirme en total confianza, resignación y entrega a Mi Corazón Glorificado.

En esta Maratón 50.ª vengo a entregarles las llaves de Mi Reino, para que abran las puertas a la salvación por medio de su servicio en todas las naciones del mundo, en todos los pueblos, y en todas las razas, principalmente aquellas que no los conocen.

Así podré enviar Mi Corriente de Fuego Cósmico a través de sus servicios para con la humanidad. Porque si la humanidad no es curada, los Reinos tampoco se podrán curar.

Todo forma parte de una cadena evolutiva y la cura de este planeta, primero debe comenzar en ustedes, para después darse en todo el mundo.

Eleven, entonces, sus intenciones de entrega para que Mi Padre las pueda recibir en Su Reino.

Eleven sus pensamientos y sentimientos para que las energías más sutiles del Universo puedan obrar a través de sus corazones.

En el fin de este día estamos cerrando una historia en los Libros del Reino de Mi Señor, y una nueva historia está siendo escrita, en este momento, a través de sus mundos internos.

Porque Mi gran aspiración es contar con más almas misioneras, que puedan vivir Mi Amor y poder expresarlo en sus vidas, en cada nuevo servicio por la cura de esta humanidad.

Compañeros, es hora de vivir el apostolado en los cuatro puntos de la Tierra, y entre todas las culturas, siendo amparados por el espíritu de Mi infinito Amor.

Ábranse al vacío para poder ser nada y en esa entrega absoluta, Yo podré depositar Mis Intenciones sobre todas Mis Obras en sus pequeños corazones.

Y así se cumplirá Mi Voluntad, que es la Voluntad que Me ha entregado el Padre para comunicarla a cada uno de ustedes.

No tengan miedo de ir a lugares remotos, o estar entre pueblos y razas desconocidas. Todos nacieron del mismo Proyecto. Todos surgieron de la misma Fuente, por medio de la donación de diferentes estanques.

Todos son parte del Amor de Dios, solo que la mayoría de la humanidad se ha olvidado de su filiación con el Padre, por eso está tan perdida, tan ciega y tan equivocada.

Pero he alcanzado a través de sus vidas y corazones algunos méritos. Por eso, es hora de renovar los principios de su espiritualidad; porque la Voluntad del Padre se vive en ciclos, no es estática, como lo podrían ser sus vidas.

La Voluntad del Padre es dinámica, constante e infinita.

Les estoy enseñando, compañeros, a seguir el dinamismo de la Voluntad de Dios, porque así no estarán presos de la inercia, de la ignorancia y de todo lo que les quita la atención de Mi Corazón.

Hoy fui coronado por un Altar de oro y eso no Me hace más grande que ustedes. Me hago tan pequeño, que la mayoría no Me puede ver.

Porque el que tiene el Poder, por encima de todo, es nuestro Padre que está en los Cielos, y a Él le debemos la Gracia y el júbilo por haber permitido que Su Amadísimo Hijo estuviera aquí, durante cincuenta encuentros. Algún día comprenderán la magnitud de este tesoro.

Y, a pesar de que sea, aparentemente, la misma oración y el mismo ejercicio, muchas cosas han cambiado, dentro de ustedes y a su alrededor.

Les pregunto, compañeros, ¿eso es verdad?

¿Se sienten los mismos que antes de cincuenta encuentros?

A veces Me responden como las almas del Limbo, que sólo se entregan a algo que nunca conocen, porque viven la confianza de Mi Amor.

¿Están abiertos a servir al mundo completamente?

¿Quieren ser diferentes a lo que, hasta ahora, son?

¿Están seguros?

En verdad no saben lo que responden.

Entonces, Me han permitido que les golpee a la puerta de sus casas y los llame a vivir lo que nunca antes vivieron, lo que ustedes llaman de “locura santa”.

Siempre deben recordar que contarán con el gozo de Mi Espíritu, a pesar de lo que suceda en el mundo y de todo lo que se precipite sobre él.

¿Aceptan ser servidores humanitarios en más de ciento setenta países?

¿Están dispuestos a ir Conmigo hacia donde Yo los mande?

¿Están dispuestos a ingresar en los conflictos del mundo para poder disolverlos?

Entonces, la Obra se cumplirá con su respuesta.

Recuerden lo que hoy Me respondieron y a lo que hoy se comprometieron.

No vengo a pedirles lo que es imposible, porque conozco la realidad de cada ser y su compromiso en este Plan de Amor.

Y ahora, podré decir que, después de cincuenta encuentros, tendré el permiso de retornar como tanto lo esperaba, como tanto lo ansiaba; de poder partir el pan y dar el vino a Mis amigos, celebrando así, la redención.

Quisiera tener en esta Maratón y sobre este altar, el Santísimo, porque Él servirá de escudo espiritual e interior para que ahora Mis misioneros ingresen en los lugares más difíciles del mundo, para que más almas puedan despertar y curar su dolor por medio del amor.

Quisiera, queridos compañeros, que esta Maratón fuera ofrecida, en cada oración, por los Designios de Dios para este planeta y para toda su humanidad, a fin de que se establezcan, prontamente, los mil años de paz.

No teman si los hombres de la Tierra hacen cosas precipitadas. Recuerden que Mi Protección en ustedes radica por encima de todas esas cosas. Recuerden que Soy el Hijo Solar, y donde está el Hijo Sol, está la Fuente, la Fuente de todas las Gracias.

Santificaremos este espacio bendiciéndolo con los elementos sagrados para que esté preparado, en este especial encuentro, para los impulsos que vendrán del Universo, para cada uno de sus corazones.

Quisiera que, en este altar y dentro de una cesta, colocaran su ofrecimiento y su aspiración de servirme en algún lugar del mundo por medio de una misión humanitaria y Yo les diré a dónde deberán ir. Lo sabrán en poco tiempo.

Mientras sus corazones cantan, el planeta se cura y las almas más inocentes y heridas son sumergidas en la Fuente de Mi Divina Misericordia y lo que es caos, se torna Luz y la Luz establece Mi Paz.

Que así sea.

Los bendigo, así como Mi Padre bendijo a María Santísima y a los Apóstoles, con Su Espíritu Santo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Les agradezco por estar Conmigo incondicionalmente.

Sigan cantando en júbilo, porque el júbilo trae la paz y la Misericordia de Dios en cada rincón de este planeta. Amén.