Domingo, 15 de diciembre de 2024

El Sagrado Llamado
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN BUENOS AIRES, ARGENTINA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA EL SAGRADO LLAMADO DEL DÍA 20

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Y, después de la noche oscura, retornará la Luz, la Luz interior que fue creada en la Fuente Suprema por el mismísimo Padre Eterno, antes de que todo existiera. Esa Luz interior surgirá de una forma sorprendente en los momentos previos a Mi Retorno al mundo.

Por eso, deben sostenerse en Mí, a pesar de las tribulaciones y del momento actual, porque no hay un corazón como el Mío que los conozca profundamente a cada uno y que los pueda consolar, colmar y sostener en el Amor.

Sé que hoy no comprenden muchas situaciones y lo entiendo. Imaginen cómo Mi Corazón puede comprender todo lo que sucede en el mundo, en este tiempo.

¡Cuánto sufrimiento es causado en muchas naciones, pueblos y familias!

¡Cómo el propio Dios, entregándose en la Cruz a través de Su Hijo, padeciendo y sufriendo por todos ustedes, recibe en primera persona la respuesta que le da el mundo con más indiferencia y dolor!

Pero Yo vengo aquí, compañeros, una vez más, no solo para decirles que están Conmigo, sino también que lo deben estar aún más en este ciclo, porque si Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida, ¿quién irá al Padre sino a través de Mí?

Esa es la promesa que le hice a Dios en el momento culminante de la Cruz, cuando después de haber sido martirizado y crucificado, le dije al Padre: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

El valor de Mi Sangre, de la Preciosa Sangre de Jesús, aún es desconocido; pero quien se une a ella en oración y adoración, lo conocerá, porque Yo vine a poner fin a un estado precario de la consciencia humana.

Pero sé que Me podrán preguntar: “Maestro, ¿por qué la precariedad humana continúa aún?, ¿por qué, habiendo entregado todo Tu Ser en el Calvario y en la Cruz, aún la humanidad se sigue perdiendo y distanciando de Dios?”.

Este es el tiempo, compañeros, que fue escrito, el tiempo de la tribulación. Y ustedes mismos, con sus propios seres, podrán atravesarlo de dos formas: de una forma evolutiva y neutra o de una forma apegada y desequilibrada.

No estoy diciendo con esto que lo que se puede ver en este mundo y en esta realidad de superficie no duela, porque el mismo Hijo de Dios sintió en Sus propias entrañas todo el dolor del mundo, los pecados y las indiferencias. Pero, recuerden que el Amor triunfó y que es el Amor que los renueva y que les da vida y esperanza.

Ayer, Mi Madre les habló de los cálices que están sobre el altar servidos para las almas. ¿Quién lo tomará y quién lo beberá?, sabiendo que en este tiempo las grandes víctimas de Mi Amor se encuentran en los que sufren las guerras, el hambre, la prisión, la pena de muerte, el aborto y la enfermedad.

Yo vendré a poner fin a todo esto, porque Soy el mismo de siempre; Aquel que les enseñó en lo alto del Monte de las Bienaventuranzas; Aquel que los llamó a las orillas del Mar de Galilea, así como hoy los llamo a todos por su nombre espiritual e interior, aquel nombre que es conocido en el universo y que vibra en las estrellas, aunque no lo sepan.

Vendré para estar cerca de los que confíen en Mí hasta el final, sabiendo que después de una tempestad vuelve a brillar el sol y que es el Sol de Mi Corazón el que ustedes siempre deberán buscar en este tiempo, para que las penumbras de la Tierra no los confundan ni los perturben; porque la Luna se vestirá de sangre, el sol se opacará, los astros se moverán, los acontecimientos se presentarán y todos ya lo están viviendo.

Este es el preámbulo y es el tiempo que anuncia Mi llegada al mundo, y Argentina tendrá una tarea importantísima para su Señor en el final de los tiempos.

Muchas profecías fueron escritas sobre Argentina y muchas de ellas se cumplirán, principalmente las que fueron reveladas por el propio Dios del Universo. Así, prepárense, no se pierdan en las cosas superficiales y mezquinas.

¿Cuándo decidirán sumergirse en Mi Corazón para que conozcan el gran abismo de Mi Misericordia?

Mi Corazón no se cansa de amarlos y de amar al mundo, a pesar de los errores y del pecado. Pero aquí, en esta Obra y principalmente en ustedes, siempre, siempre deberá cumplirse la Ley para que estén protegidos de las tempestades de estos tiempos, de las interpretaciones y de las confusiones del mundo; porque esa Luz que Dios depositó, gestó y creó en cada uno, en lo más profundo del ser, es la Luz que deberá brillar para que en este tiempo existan Cristos, Cristos del Nuevo Tiempo, así como muchas veces nosotros, por amor, lo hemos anunciado.

Que su Cristo Interior sea el motivo de estar aquí y de responder a la Voluntad de Dios, más allá de lo que cada uno de los Míos deberá vivir en estos tiempos.

Hoy, Mis Manos y, sobre todo, Mi Corazón colocan paz en donde hay dolor y angustia. Mi Mirada se posa donde hay oscuridad y confusión para disiparlas.

Mi abrazo sostiene a los que confían en Mí, más allá de sí mismos, porque el tiempo indica que esta es la hora del apostolado, del apostolado del corazón abnegado y servicial por los que sufren, cerca y lejos de ustedes.

Hoy, Mi Corazón es el Sol que alumbra y brilla en Argentina. Mi Manto Sagrado se extiende sobre esta nación, que fue golpeada por la injusticia y la falta de transparencia.

Pero quien ama de verdad, más allá de todo, no perecerá, nunca perecerá, porque no será un amor propio ni un amor pasajero, será un amor maduro que se forjará en ustedes mismos en cada paso y sobre todo en cada prueba, en cada nuevo desafío.

Que sus corazones hoy se eleven con confianza, fe y esperanza renovadora, así como Mi Corazón se eleva en Argentina. Porque hoy Mi Manto Sagrado es la bandera de esta nación; el blanco, el celeste y el dorado, las expresiones del Universo Celestial y del Manto de la Divina Madre, Patrona de esta nación y Guardiana de la fe.

Quiero que Me sigan con pies descalzos y con manos limpias, purificados de sus propias intenciones, de sus propios pensamientos y de sus propios sentimientos.

Quiero que Me sigan con un corazón vacío, capaz de soportar y de recibir todo lo que llega, pensando en cada paso en la Pasión de Cristo, su Señor; porque el triunfo de su Maestro y Señor no fue en el debate de Su Palabra, cuando fue injustamente condenado, sino que fue en el silencio, el solemne silencio que eleva a la consciencia y la protege con sabiduría.

Que sus corazones sean receptivos a este momento. ¡Hay tanto por hacer en este mundo! Y ustedes lo saben.

Argentina no se puede detener. Argentina debe avanzar y esta nación avanzará a través de los que siguen a Cristo con confianza y fe.

En presencia de los coros celestiales, el Señor los bendice, los congrega y los une en el Amor impersonal y maduro, en el Amor de la Cruz, sin vacilaciones ni desencuentros, en el Amor que le permitió atravesar la Agonía en el Huerto Getsemaní, en el Amor que permitió que su Maestro diera cada paso en el Calvario sin retroceder, para poder avanzar hacia la meta inexplicable que el Padre le había colocado en Su camino.

Que la Poderosa Sangre que brota de Mi Corazón, como rayos de Misericordia, los pueda sanar, curar y renovar.

Ustedes son caminantes del tiempo, caminantes que fueron llamados a cumplir una Voluntad que no se puede borrar ni desaparecer.

Hoy, estoy aquí para impulsarlos, renovarlos y entregarles una vez más Mi Amor para que los ayude a madurar y a crecer interiormente.

En estos dos días, muchos de ustedes han recibido la Gracia de los Sacramentos. ¿Consiguen valorarla y saber que allí, en cada Sacramento, está la expresión viva del Amor de Dios?

Siéntanse agraciados, pero también sientan gratitud por los que no la tienen, por los que la niegan, por los que son indiferentes. En esa gratitud, que los llevará a la reverencia y a la simplicidad de la vida, deben trabajar todos los días; así, mantendrán la puerta abierta para que Yo retorne en confianza, fe y amor.

Por eso, los bendigo, para poder bendecir de norte a sur, de este a oeste, a toda Argentina, recinto sagrado de muchas reliquias internas que, en este tiempo, deben estar al servicio de las almas y de los que buscan la verdadera Luz en sus caminos.

Gracias por sus esfuerzos. Gracias por su adhesión y por su presencia.

A Mi Corazón le agrada poder volver aquí para estar con Mis hermanos y con Mis discípulos de los últimos tiempos; así como muchas veces lo estuve con Mis apóstoles, Pedro, Juan y tantos otros, que Me encontraron en sus caminos.

Recuerden que en Mi Corazón está el camino, la salida y la respuesta que buscan en su interior. Mi Corazón arde en Amor y Luz por los que Me aman, Me adoran y Me esperan, como en este día.

Gracias por las flores que Me han ofrecido, porque no son para Mí, sino para gloria de Mi Padre, que es su Padre que está en los Cielos; porque Su Universo desciende a través de la Divinidad y del Espíritu de Su Amado Hijo, Cristo Jesús.

Mi Corazón lleva el compromiso de sus oraciones diarias. El mundo necesita ser sostenido y esto es urgente. Ustedes ya lo saben.

Que la Luz de la oración guíe sus pasos.

Que el servicio abra las puertas de la Misericordia y de la Piedad.

Que la reverencia y la gratitud mantengan abiertas las puertas de los Cielos para los que buscan paz, consuelo y amor.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Martes, 3 de diciembre de 2024

Apariciones extraordinarias
APARICIÓN EXTRAORDINARIA DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL NÚCLEO-LUZ INMACULADA CASA DEL ALIVIO DEL SUFRIMIENTO, SAN CARLOS, SAN PABLO, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, CON MOTIVO DE LA INAUGURACIÓN DE LA FUENTE DEL SUPREMO CURADOR

Hoy, en este día solemne, vengo a erguir las bases verdaderas que se pueden consolidar en Mí; para que, a través del ofrecimiento de los corazones honestos, la obra preparatoria de Mi Retorno sea cada día una realidad que primero se pueda espejar en el corazón humano, en el corazón consecuente, en el corazón donado totalmente a Mí; porque quien así lo hace, nada debe temer y nada tendrá que perder, porque su vida está en Mis Manos y sobre todo en Mi Corazón.

Vengo aquí para dar fuerza a lo que se puede sostener espiritualmente, que no es visto por todos los ojos ni es reconocido por todos los corazones; porque ustedes saben cuán grande es la ceguera de estos tiempos en la humanidad y en el planeta, y cuántas almas se siguen perdiendo en este mundo sin poder ver la Luz, esa Luz del Retorno de Cristo que se aproxima, Luz que vendrá a desterrar el mal de este mundo y a rescatar a los que están en los abismos de la ilusión humana y del sufrimiento.

Sin embargo, aún les puedo seguir diciendo que el valor de Mi Preciosísima Sangre derramada no es comprendido por la humanidad, solo es visto como un evento histórico y como un momento importante en la evolución de esta raza de superficie.

Pero los que abrazan con amor y devoción el Poder de Mi Sangre, sí podrán reconocer el valor de este acontecimiento vivido por Mí en aquel tiempo, en el que muchos de ustedes estuvieron presentes para ser testigos de las enseñanzas del Reino de los Cielos que, tanto en las montañas como en los mares y también en los pueblos pobres y humildes, Yo prediqué para todos, sané, curé y resucité a los que lo necesitaban para dar testimonio del Amor de Dios en el mundo. Mas ahora, Yo se los vuelvo a decir para que no lo olviden y lo tengan presente.

El propio milagro deberá ser en sus vidas. Sus vidas deben ser un milagro para Dios, el milagro de ser consecuentes y perseverantes ante el final de estos tiempos. Porque no hay nada más importante en este momento que estar en el lugar correcto y, si fuera posible, en el lugar donde está la Jerarquía; porque sin Nuestro Fuego de Amor no podrán conocer el Propósito en este mundo. Y es este Fuego de Amor que silenciosamente, como parte del Propósito Divino, se estableció en las almas que una vez fundaron este Núcleo en el principio y en todos los que llegaron después.

Existe algo muy oculto que aún no podrán comprender en esta vida y que se guarda en el Corazón de Dios, no como un misterio inalcanzable, sino como algo que se revelará a su debido tiempo y momento, cuando puedan acompañar la obra del Amor a través del cuidado de los que sufren, en Mi amada Casa de San Lázaro.

No podría existir otro nombre para esa casa de servicio. Lázaro, Mi mejor amigo en aquel tiempo, les recuerda que es posible superar la condición humana y toda adversidad; porque Lázaro, cuando murió, murió sintiendo fe en el Señor, creyendo en Su Palabra de que algún día él resucitaría de entre los muertos.

¿Cuántos viven en este tiempo la muerte espiritual sin percibirlo? 

Mi Santa Madre, a través de la Casa de San Lázaro, viene a abrir una fuente de Amor y de Cura interior para que, todos los que pasen al próximo tiempo y a la próxima experiencia, sepan que ya no existirá el sufrimiento ni la agonía.

Pero mientras estén en este mundo, así como lo dije en Mis Enseñanzas, conocerán las aflicciones, así como el Señor, su Maestro, las conoció en el Huerto Getsemaní y en cada paso que Él dio en Tierra Santa.

Por eso, hoy vengo a abrir esta Fuente del Supremo Curador y también abriré una tercera Fuente del Supremo Curador en el Núcleo-Luz de San Pablo, algún día; para que las células principales de esta Obra, que son los Núcleos-Luz, sigan siendo esa usina espiritual que atrae a las almas al servicio y a la caridad por los que sufren, y también por los Reinos de la Naturaleza.

Cada Núcleo siempre deberá ser un espejo que refleje la Voluntad de Dios en la Tierra y Su Propósito, porque aún hay almas que esperan poder llegar a Mi Corazón a través de la Obra en los Núcleos-Luz.

Quiero agradecer el espíritu consecuente de los que sostienen este momento, esta transición, y sobre todo esta obra de manifestación de la Casa de San Lázaro.

Mi Santa Madre será la primera que cruzará la puerta de esa casa para bendecirla, junto con Sus ángeles; para que, en cada espacio, en cada lugar, y sobre todo en los que servirán, las almas necesitadas reencuentren el amor que las preparará para una nueva experiencia de espíritu.

La muerte no es una condena, compañeros, sino la síntesis de toda la experiencia vivida y aprendida a través de la encarnación. Es el momento tan importante en el que el alma se prepara para alcanzar el Reino de los Cielos y para estar al servicio en los planos de consciencia en donde también hay sufrimiento en este mundo, en los llamados infiernos de la Tierra.

La muerte es la liberación de la escuela de la Tierra y es el renacimiento a un nuevo futuro, que está escrito en las estrellas y en el firmamento, para que las almas sigan aprendiendo a través de los grados de amor y de servicio, en este y en otros universos.

Hay almas que formaron parte de esta Obra, que ya no están aquí encarnadas, y que sirven en otros universos. ¿Lo sabían?

Porque es el Soplo del Espíritu que los conduce y los guía hasta vivir el encuentro con el Infinito que habita en cada ser, en cada esencia, en cada espíritu.

Celebremos este momento, compañeros, en el que una fuente de Gracia más se abre en este lugar y en el mundo, sumergido en la oscuridad, en la guerra y en el sufrimiento; y para que, a través de estas almas servidoras que aquí se encuentran, esas Gracias se multipliquen y puedan ser recibidas por todos los que las necesiten, en esta hora difícil del planeta y de la humanidad.

Por eso, iremos ahora hasta la Fuente del Supremo Curador, en solemne procesión y canto, para que sea bendecida en compañía del silencio de Mi Madre Celeste, Madre del Alivio del Sufrimiento.

Vayamos al encuentro de la Gracia que nos purifica, de la Gracia que nos renueva y de la Gracia que nos consagra en esta vida y en la próxima.


Cristo Restaurador,
Jesús de los enfermos,
habita en cada célula de esta humanidad.
Amén.
 (3 veces en portugués)
 

Por la Gracia que brota del Corazón de Dios, en solemnidad y en reverencia, su Maestro y Señor, Rey del Universo y de toda la vida, viene a bendecir esta fuente para que las almas se laven, se purifiquen, se renueven y se curen a través del bálsamo de Mi Amor Redentor y Consolador; para que las almas beban de esta fuente y se nutran de Mi Espíritu de Vida, de Restauración y de Misericordia.

Laven sus rostros, confiando en el poder de la renovación. Bauticen sus seres, confiando en el Espíritu Consolador; porque todo es contemplado por el Padre Eterno, Su Mirada está en todo y en todos. Por eso, Él envía Su propia Gracia a través de la Presencia de Su Hijo y del Amor de la Santísima Madre, la Madre Universal.

Que el agua, que toque sus cuerpos, los libere.

Que el agua de Mi Fuente de Gracia les expanda la consciencia para amar el poder del servicio y de la donación de sí, para que a través de las almas consagradas y servidoras en este tiempo esté presente el Reino de Dios en la Tierra y en todos los lugares posibles en donde la Obra del Amor y de la Paz se cumpla a través de los corazones que dicen sí.

Bajo la autoridad divina que el Padre Me concedió y en el nombre de las huestes del Cielo y de los ángeles de las naciones, en el nombre de los consecuentes servidores y colaboradores de Cristo, en el nombre de los consagrados y de los sacerdotes, y también en el nombre de los más pobres entre los pobres y de los que sufren, para que alcancen liberación y redención, bendigo esta fuente porque, así como es en el Cielo, así hoy es en la Tierra y en cada corazón que participa de este momento.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

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Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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